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Históricamente, el lavado con sonda nasogástrica (B) se recomendaba tanto para el diagnóstico como
para la determinación de cuando debería realizarse la endoscopía. Sin embargo, múltiples estudios han
demostrado que el valor predictivo positivo para un lavado positivo indicando un sangrado de alto riesgo
es bajo. El valor predictivo negativo para un lavado negativo que predice la ausencia de una hemorragia
de alto riesgo también es bajo. La tasa de falso negativo de un lavado es probablemente multifactorial e
incluye que el tubo no llega al duodeno y el cese temporal de la hemorragia. En pacientes que vomitan
sangre activamente, un tubo nasogástrico puede ser útil para vaciar el contenido gástrico y prevenir la
aspiración. Los inhibidores de la bomba de protones (C) son útiles para reducir la secreción de ácido
gástrico en el sangrado de úlceras gástricas o duodenales, pero no han mostrado beneficio en el sangrado
variceal. Una sonda Sengstaken-Blakemore (A) es colocada a través de la nariz y pasa hacia el estómago.
La insuflación de los globos esofágico y gástrico provocan taponamiento directo de las várices y pueden
controlar la hemorragia. La colocación de esta sonda está indicada en pacientes con hemorragia masiva
continua e inestabilidad hemodinámica cuando se retrasa el tratamiento definitivo con EGD.
8. :
Pregunta: ¿Cómo debería ser dosificada la octreótida en la hemorragia digestiva alta?
Respuesta: La octreótida debería ser administrada en un bolo de 50 mcg seguido de una infusión de
50mcg/hora.