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Porque ansí lo vido este testigo.

0-Mi intención.
Decía Bertrand Russell que cuando quería escribir un libro sobre un tema meditaba mucho sobre él,
hasta que dicho libro se le aparecía en su totalidad y él se limitaba a transcribirlos.
Lamentablemente eso no parece sucederme a mí, pero como aun así quiero escribir, aunque sea
algo, debo buscar otras maneras. Y como me conozco demasiado bien, y sé que si me pongo a
escribir sin marcarme unos objetivos concretos la disertación, tan ahondada en mí, me impedirá
llevar mi libro a buen puerto, creo necesario escribir estas líneas como marco general de orientación
hacia el que orientar mis esfuerzos.

Un día, estando en el Corte Inglés de Cartagena con la intención de comprar un libro sobre
ciencia mis ojos se encontraron con un libro titulado “Hernán Cortés, gigante de la historia”, de
Ramón Tamames. Y como conocía a dicho autor por otro libro suyo que había leído anteriormente,
y lo tenía por hombre culto y serio opté por él y lo compré.

Es un libro muy interesante, seguramente si hubiera leído anteriormente otra libro acerca de
la conquista de México (a excepción de Hugh Thomas, que es una maravilla) este tema no me
hubiera interesado tanto. No dispongo en mi biblioteca de tantos volúmenes dedicados a un solo
tema. Lo que me atrapó de dicho libro fue el capítulo dos, en el que Tamames presenta las fuentes
historiográficas que había usado para dicho libro, fue la primera vez que pude contemplar, aunque
fuera en una ínfima parte, la labor del historiador. Una labor que no se limita a analizar lo que dicen
diferentes fuentes acerca de un acontecimiento, buscando cual es la versión más consistente y
lógica, sino la interpretación de dichos hechos, enmarcándolos en sus contextos religiosos y
culturales.

Mi interés, si bien era grande, no pasaba de ser meramente académico. Era un saber y nada
más, una curiosidad especialmente interesante. Fue conforme leí a Hernán Cortés, a Bernal Díaz del
Castillo, y por supuesto a Hugh Thomas cuando verdaderamente vi la magnitud del asunto acerca
del cual estaba leyendo. ¿Pero de donde salía tal interés? Creo que es interesante analizarnos para
averiguar estas cosas. Al principio pensaba que venía se debía a algún tipo de patriotismo u orgullo
nacional, pues aunque mi pensamiento me lleva a la conclusión de que tanto religiones y
nacionalismos son perjudiciales para el hombre estas enfermedades están muy arraigadas en cada
uno, en cuanto nos descuidamos recaemos.

Pero una vez analizado y resuelto dicho estúpido prejuicio nacional (que no quiere decir que
quiera dejar de ser español, ni que piense que ser español sea estúpido, que conste) la conquista de
México seguía apareciendo ante mí como un tema sobre el que solo quería saber más y más. Y
acabé por llegar a la conclusión de que lo interesante no era disfrutar de una novela de conquista,
española y de base real, sino en el choque brutal de dos culturas, muy avanzadas, aunque
irreconciliables en algunos aspectos.

Lo más representativo y conocido son los sacrificios humanos, a los cuales los mexica no
pueden renunciar, todos los meses de su año de trescientos sesenta días, más cinco días adicionales
que no formaban parte de ningún mes, se sacrificaba humanos en unas fiestas que solían durar dos
días de cada mes.; los castellanos por su parte no pueden renunciar a la exclusividad de su Dios.

Para los castellanos la guerra es eficaz y brutal, fruto de años de filosofía de la frontera,
sufriendo incursiones y yendo en cabalgadas hacia los reinos musulmanes, y éstas son tan solo las
amenazas de aquellos que tenían en frente; para los mexica en cambio la guerra era algo ritual, tan
medido como su calendario (de hecho tenían una temporada de guerras), un ritual en el que
ascendían en la sociedad, para los que los entrenaban de pequeños y sin los cuales no podían llegar
a ser hombres.

La expansión del Imperio para un mexica era la captura de esclavos para el sacrificio y la
imposición de tributos, no tenían los mecanismos castellanos de poblar un territorio, esa
características tan española por la cual uno abandonaba todo lo que conocía para irse a un territorio
desconocido lleno de gentes desconocidas, y no solo arriesgar la vida, sino quedarse allí a vivir el
resto de sus días. Quizás podríamos encontrar aquí ecos de las religiones de cada bando, para
Moctezuma la existencia de otros dioses no le perturba, de hecho hasta mandó construir un templo
para los dioses de las naciones sometidas, podríamos encontrar aquí cosas tan occidentales como el
templo al dios desconocido de los atenienses, o la frase que le dijo Moisés al faraón (no a Cristóbal
Colón, sino al de Egipto) “mi dios es más fuerte que el tuyo”.

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