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A través del don del Espíritu, Dios nos renueva y santifica.

Él produce en nuestros
corazones esos sentimientos, esperanzas y deseos que son la evidencia de que somos
aceptados por Dios, que somos considerados como Sus hijos adoptivos, que nuestra
esperanza es genuina, y que nuestra recompensa y salvación están aseguradas, de la
misma forma que un sello garantiza un testamento o un contrato. Dios nos concede Su
Espíritu Santo como garantía de la promesa de que somos Suyos para siempre y que
seremos guardados en el último día. La prueba de la presencia del Espíritu es Su operación
en el corazón del creyente, la cual produce arrepentimiento, el fruto del Espíritu (Gálatas
5:22-23), conformidad con los mandamientos y voluntad de Dios, una pasión por la
oración y la alabanza, y amor por Su pueblo. Estas cosas son las evidencias de que el
Espíritu Santo ha renovado el corazón del cristiano que ha sido sellado para el día de la
redención.

El apóstol Pablo enseñó claramente que nosotros recibimos al Espíritu Santo en el


momento que creemos en Jesucristo como nuestro Salvador. 1 Corintios 12:13

 Romanos 8:9 nos dice que, si una persona no tiene el Espíritu Santo, no pertenece a Cristo.

Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios
mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”. Efesios 1:13-14
nos enseña que el Espíritu Santo es el sello de salvación para todos los que creen. “En Él
también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación y
habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la

Romanos 8:9 es aún más fuerte. Si una persona no tiene el Espíritu, ésta no pertenece a
Cristo. Por lo tanto, la posesión del Espíritu es un factor identificador de la posesión de la
salvación. Más aún, el Espíritu Santo no podría ser el “sello de salvación” (Efesios 1:13-14) si
no se recibiera al momento de la salvación. Muchas Escrituras aseguran claramente que
nuestra salvación es asegurada al momento de recibir a Cristo como Salvador.

 El recibir y la permanencia del Espíritu en nosotros ocurren al momento de la salvación. La


llenura del Espíritu Santo es un proceso paulatino en la vida cristiana. Mientras nosotros
sostenemos que el bautismo del Espíritu también ocurre al momento de la salvación,
algunos cristianos no lo creen de esa manera. Esto algunas veces da como resultado que el
bautismo del Espíritu sea confundido con el “recibir el Espíritu” y lo ven como un acto
posterior a la salvación. En conclusión, ¿cómo recibimos el Espíritu Santo? Recibimos el
Espíritu Santo cuando recibimos al Señor Jesucristo como nuestro Señor (Juan 3:5-16).
¿Cuándo recibimos al Espíritu Santo? El Espíritu Santo se convierte en nuestra posesión
permanente al momento de creer.

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