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Este documento discute la tesis del determinismo biológico, la cual sostiene que la conducta humana y la moral están determinadas por nuestra constitución genética. Argumenta que según esta tesis, nuestro destino está determinado por nuestros genes y no por nuestras acciones o la divinidad. También sostiene que los genes son "egoístas" y controlan al organismo para asegurar su propia perpetuación a través de la reproducción. Finalmente, menciona brevemente la moralidad del trato a los animales no humanos.
Este documento discute la tesis del determinismo biológico, la cual sostiene que la conducta humana y la moral están determinadas por nuestra constitución genética. Argumenta que según esta tesis, nuestro destino está determinado por nuestros genes y no por nuestras acciones o la divinidad. También sostiene que los genes son "egoístas" y controlan al organismo para asegurar su propia perpetuación a través de la reproducción. Finalmente, menciona brevemente la moralidad del trato a los animales no humanos.
Este documento discute la tesis del determinismo biológico, la cual sostiene que la conducta humana y la moral están determinadas por nuestra constitución genética. Argumenta que según esta tesis, nuestro destino está determinado por nuestros genes y no por nuestras acciones o la divinidad. También sostiene que los genes son "egoístas" y controlan al organismo para asegurar su propia perpetuación a través de la reproducción. Finalmente, menciona brevemente la moralidad del trato a los animales no humanos.
NO.100620195 La socia biología humana La moral es lo que nos permite a las personas distinguir entre el bien y el mal, respetar la ley, y brindarles a los demás un trato respetuoso y digno, siendo en el plano de la conciencia donde se dirime esta cuestión tan íntima y personal, por ende, la socia biología humana ha puesto de moda la tesis (de que la conducta humana y la moral están determinadas biológicamente y, más precisamente, por nuestra constitución genética. Obramos y evaluamos como lo hacemos porque así está escrito en nuestro código genético, al que no podemos escapar. Esta tesis se conoce con el nombre de determinismo biológico. No es nueva: tiene raíces en la antigua creencia de que hay grupos humanos, en particular razas, biológicamente superiores a los demás y destinados a dominar la humanidad. Él determinismo biológico es atractivo a primera vista, porque saca a los valores y las normas de los dominios de la teología y la filosofía y los coloca en medio de la vida. Por consiguiente, para saber qué es valioso y cómo debemos comportarnos ya no es menester consultar tablas de mandamientos confeccionadas por jefes religiosos ni tratados redactados por filósofos alejados de los problemas prácticos, que son la fuente de todo conflicto moral. Según el determinismo biológico, la autoridad máxima en cuestiones de valores y normas es la biología. Se acaban así los mitos de la moral revelada y de la moral autónoma o independiente de la situación real del hombre. La ética baja de las nubes y se convierte en objeto de investigación científica. El determinismo biológico contemporáneo es genético: sostiene que nuestro destino está en nuestros genes, no en nuestras manos ni en las de la divinidad. Se nace inteligente o poderoso, tonto o sumiso: la educación sólo puede reforzar o debilitar los procesos controlados por los genes, en particular los procesos mentales. Otra tesis del determinismo genético es que los genes son egoístas, en el sentido de que controlan al organismo de modo que éste tienda a alcanzar la finalidad última de los primeros, que es perpetuarse. El cuerpo no sería sino un envoltorio para proteger a los genes, y la sociedad no debiera ser sino una cámara para proteger semejante tesoro génico. La moralidad del hombre y los animales El trato a los animales no humanos, una consideración moral. El dualismo filosófico de autores como Descartes ha servido históricamente para desarrollar una lógica del dominio sobre los animales no humanos ajena a su sufrimiento.