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CAMPO HABITUS
Deben abordarse
UNIDAD IV
BAUMAN
Licuefacción de
las relaciones
sociales
En un
contexto de
Las relaciones
sociales del trabajo
CASTEL WACQUANT
ideología de
en la sociedad
Bajo la
Produce
Desafiliación y Prisionalización
contemporánea en la
precariado y Estado penal
MODERNIDAD
LÍQUIDA
¿Qué
Hacer?
DUBET
Oportunidades vs Posiciones
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UNIDAD III
LA SOCIOLOGÍA CONTEMPORÁNEA:
Por otro lado, y sin descuidar la importante guía que los dilemas sociológicos
representan para esta unidad, intentaremos también plantear algunas de los debates y
discusiones abiertas por estos dos sociólogos con otras teorías sociológicas, no
menos importantes, del siglo XX, y de manera especial con el estructuralismo
funcionalista norteamericano.
“Las ideas desarrolladas por los pensadores clásicos (…) siguen produciendo
desacuerdos. Existen diversos dilemas teóricos básicos – puntos de controversia
o disputa constante – que se ponen de manifiesto a través de choques
relacionados con el modo de interpretar los asuntos humanos y las instituciones
sociales” (Giddens, 2006: 832)
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decir, recupera los extensos debates en torno a qué es la sociedad, y
por lo tanto, también respecto a cómo debemos abordarla. La principal
discrepancia se manifiesta entre teóricos de la estructura social,
aquellos que como Durkheim consideraban a la sociedad como algo
externo, capaz de imponerse y determinar a los sujetos y a sus
prácticas sociales, incluso más allá de sus propias decisiones
particulares; y los teóricos de la acción social, que encuentran en Weber
su más importante referente, y que al igual que él, consideran que la
sociedad no puede comprenderse sin las acciones e interacciones de
individuos activos y creativos que producen y re-producen
cotidianamente las formas sociales.
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primero y cultural el segundo), ambos coinciden al omitir en sus teorías
la particularidad – y la transversalidad – que estos asuntos sociales
tienen para la explicación de los fenómenos colectivos (incluso en
aquellos que no parecieran vincularse – a priori – directamente con este
tipo de problemáticas).
Estos dilemas, lejos de haber sido zanjados por las teorías y escuelas
sociológicas posteriores, han tendido, muy por el contrario, a complejizarse cada vez
más, llegando a formarse - en torno a cada postura - verdaderas corrientes de
seguidores y fieles, poco dispuestos a intentar modelos de síntesis o propuestas
superadoras que permitan sistematizar los aportes de la disciplina. En este sentido, los
dilemas de Giddens siguen siendo fundamentales para comprender buena parte del
desarrollo teórico en sociología a lo largo del siglo XX; dilemas que, no pocas veces,
lejos de contribuir a un debate enriquecedor dentro de la disciplina, sólo contribuyeron
a generar una suerte de polarización vacía entre: objetivistas y subjetivistas,
microsociología y macrosociología, sistémicos y comprensivistas, cuantitativistas y
cualitativistas, cientificistas y humanistas, funcionalistas y marxistas, etcétera y
etcétera. Y sin duda que podríamos seguir así un buen rato, nombrando ismos que
fragmentan y atomizan cada vez más a la sociología, sin por ello dotarla de un
fundamento general capaz de reivindicar el sentido último (en términos de utilidad
social) de la materia como campo autónomo del saber científico.
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Para la redacción de este aparto sobre los dilemas teóricos hemos seguido lo planteado
por Anthony Giddens en su manual “Sociología” (2018), especialmente el capítulo 3
referido puntualmente a la cuestión de los dilemas.
Para Giddens:
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establecida de los estructuralistas, Giddens intentará recuperar al actor social como
sujeto activo y creativo, capaz de tomar decisiones y de dar explicaciones mentadas
de sus actos; en otras palabras, un individuo que participa – junto a otros - en el
proceso de producción y re-producción de la sociedad en la que vive.
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implica que la acción social esté desprovista de todo tipo de causalidad, y sea
simplemente el resultado de la voluntad individual de cada persona.
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los actores legos dotan de sentido a la sociedad a través de las interpretaciones y las
explicaciones que de ella se hacen, aunque, por supuesto, estos motivos o razones
sólo se expliciten por las personas de manera excepcional, bajo situaciones de
introspección o indagación externa por parte de sus semejantes; y por otro lado, la
relación entre el conocimiento científico y la doxa está muy lejos de seguir un sentido
meramente unidireccional, ya que existe un proceso de retroalimentación permanente
entre ambos niveles de interpretación de la vida social. Ni los científicos permanecen
ajenos a los sentidos que la doxa construye, ni tampoco el sentido común se
encuentra indiferente frente a los avances y descubrimientos de las diversas
disciplinas científicas. A este proceso circular de entrecruzamiento y yuxtaposición
entre órdenes discursivos Giddens lo llama: doble hermenéutica.
“La relación entre vocabularios técnicos de ciencia social y conceptos legos, sin
embargo, es cambiante: así como los científicos sociales adoptan términos
corrientes - “sentido”, “motivo”, “poder”, etc. – y los usan en acepciones
especializadas, también los actores legos tienden a apoderarse de conceptos y
teorías de las ciencias sociales y a integrarlos como elementos constitutivos en
la racionalización de su propia conducta” (Giddens, 2012: 203)
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Bibliografía complementaria: recomendamos especialmente el breve libro de
Anthony Giddens “Las nuevas reglas del método sociológico” (2012). En su
conclusión, el autor realiza una interesante síntesis de los principales
postulados de su teoría de la estructuración. No obstante, para una lectura
más pormenorizada de esta perspectiva, sugerimos también: “La constitución
de la sociedad. Bases para una teoría de la estructuración” (2011)
Como sostiene el autor Philippe Corcuff, Bourdieu ha sido sin duda uno de los
grandes sociólogos de la escena internacional de la segunda mitad de siglo XX, y esto
se debe a varios motivos: primero, porque supo combinar con originalidad el
pensamiento de los tres clásicos de la sociología, elaborando su propia teoría
sociológica a partir de una lectura crítica de Marx, Durkheim y Weber; segundo, y a
diferencia de Giddens, porque desarrolló durante toda su carrera intelectual un
incesante y variado trabajo de campo sobre el cual sustentaba sus reflexiones y
aportes teóricos; y por último, porque su constructivismo estructuralista supo sintetizar
y sistematizar los aportes más valiosos de la disciplina, en el marco de un nuevo
corpus teórico/práctico para el abordaje de la realidad sociocultural (Corcuff: 2013).
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En Bourdieu, teoría y práctica constituyen un único momento – indistinguible –
dentro del proceso investigativo del sociólogo. En contra, tanto de las corrientes más
empíricistas, que tienden, mediante una suerte de sacralización del método, a creer
que los hechos observados hablan por sí solos, sin necesidad de ninguna reflexión de
orden teórica, pero también muy duro respecto al teoricismo abstracto que se resiste a
indagar en los hechos de la realidad social; Bourdieu, planteará una ciencia social
total, donde “toda operación empírica implica elecciones teóricas conscientes o
inconscientes […] mientras que la más abstracta de las dificultades conceptuales no
puede ser completamente resuelta sino por medio de una confrontación sistemática
con la realidad empírica” (Gutierrez, 2012: 23). Tanto las grandes teorías como el
empirismo abstracto (aquí se toman prestado dos términos utilizados por el autor
norteamericano Charles W. Mills, 2010), cometen dos graves errores que las terminan
alejando del camino de la investigación sociológica: las primeras caen en lo que
Bourdieu llama sociologías espontáneas, y que se orientan a subordinar toda la
construcción del conocimiento a una mera cuestión de obtención y comprobación de
datos, las segundas, en cambio, quedan atrapadas en lo que el autor francés llama
ensayismo o profetismo sociológico, es decir, ejercicios de pura especulación teórica
sin ningún tipo de fundamentación en la realidad empírica.
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Para Bourdieu, a diferencia de Giddens, si existe un momento objetivo de la
estructura, expresado en el sistema de relaciones y posiciones sociales desde los
cuales los individuos despliegan su acción; aunque, este momento, debe ser
complementado con el análisis de como esas estructuras son internalizadas por los
sujetos, es decir, el sociólogo debe también prestar atención a las percepciones que
las personas se hacen sobre esa estructura, y que se encuentran a la vez
condicionadas por la posición que estas ocupan en esa misma estructura.
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sociológico: el del consenso vs el conflicto. Para el sociólogo francés, consenso y
conflicto son dos momentos indistinguibles del proceso de conformación y
reproducción de los campos sociales, ya que el campo, en tanto sistema de
relaciones, está configurado y atravesado por las distintas disputas que se desarrollan
entre los agentes miembros, pero, y al mismo tiempo, en tanto estructura objetiva, el
campo es el resultado – siempre provisorio – de los intereses y las definiciones que los
agentes van consensuando como resultado de cada una de esas disputas. El campo
es un espacio relacional, y como tal, involucra acuerdos y tensiones, consensos y
conflictos.
En cada uno de estos campos, el capital específico que allí se pone en juego
despierta interés en los agentes, ya que para ellos es importante y tiene sentido
participar de esa disputa, en la que invierten y arriesgan estrategias con el fin de
obtener beneficios. Los agentes “creen en el valor de lo que allí está en juego (…)
aunque esta creencia no sea una creencia explícita o voluntaria, producto de una
elección deliberada del individuo, sino una adhesión inmediata, una sumisión dóxica al
mundo y a las exhortaciones de ese mundo” (Bourdieu, 2010: 13), esto quiere decir
que los agentes aprenden de manera intuitiva las reglas de juego del campo en
cuestión, incorporándolas mediante el mismo proceso de interacción y socialización
que se genera al interior de este espacio relacional. A este proceso de aprendizaje, o
de construcción de las estructuras sociales internalizadas, Bourdieu lo llama principio
de generación y de percepción de las prácticas, o más sencillamente: habitus.
El concepto de habitus es el que más nos interesa aquí, ya que en esta noción
Bourdieu realiza una verdadera teoría original de la vinculación entre las estructuras
objetivas y las estructuras subjetivas de la realidad social. El habitus es un conjunto de
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disposiciones duraderas: es una forma de actuar, de sentir y de valorar la realidad
social de determinada manera (antes que de otras). Es decir, nos provee de esquemas
de clasificación y de percepción que se encuentran en estrecha relación con las
formas que el orden social presenta. El habitus es la interiorización de ese orden
social, y como tal se puede rastrear tanto en las capacidades cognitivas y las
estructuras mentales de los sujetos como en los gestos, en las posturas y hasta en la
misma corporalidad de los agentes. El habitus permite el desarrollo de un sentido
práctico en los agentes, que economiza nuestras prácticas sociales, al actuar en
nosotros como una suerte de segunda naturaleza, que a su vez se manifiesta ante
nosotros como algo dado y natural¸ pero que en realidad es el producto de
arbitrariedades culturales construidas histórica y socialmente.
El habitus es tan fuerte, e inmediato en sus respuestas, que una vez adquirido,
al propio agente le parecerá que siempre ha estado allí, incluso al punto de creer que
es algo innato a su propia persona. El habitus, en este sentido, construye una relación
corporal del agente con el mundo, que no es para nada infalible, ni puede anticipar
todas las acciones del campo, pero si otorga cierta naturalidad, desenvoltura y hasta
destreza, allí donde el agente ha incorporado estas reglas intuitivas de juego. Bourdieu
llama a esto a sense of one´s place, o la capacidad del agente de percibir el sentido de
su propio lugar en el espacio social y, por lo tanto, de distinguir su lugar respecto al de
otros.
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mecanismos mediante los cuales se garantizaba, en términos de re-producción social,
la continuidad de la sociedad y de sus relaciones de poder o, dicho de otra manera, la
continuidad del status quo vigente.
Quizá sea productivo utilizar aquí un ejemplo que el propio Bourdieu solía
relatar de sus experiencias de campo. Cuando se indagaba en distintos sectores
sociales sobre los motivos, qué para cada uno de estos, explicaban el éxito o el
fracaso de los estudiantes universitarios, los grupos con menor posesión de capitales,
tendían a vincular directamente las trayectorias educativas a cuestiones de talento o
de capacidades intelectuales diferenciales. Es decir, las respuestas eran una marcada
prueba de como el habitus de los sectores más humildes, legitimaba las diferencias
sociales en los desempeños académicos, a partir de la naturalización de diferencias de
carácter personal. Sencillamente, aquí el habitus implica la adhesión voluntaria a un
orden social desigual, pero que es interpretado por los propios agentes como algo
natural. Por eso Bourdieu hará un fuerte hincapié en el concepto de violencia
simbólica, o la legitimación de una “relación de dominación inscripta en una
naturaleza biológica, que es, al mismo tiempo una construcción social naturalizada”
(Chauviré y Fontaine, 2008: 44). Para el autor, al igual que para Max Weber, no es
posible la dominación como práctica social, sino existe una sumisión dóxica por parte
de los dominados hacia los dominantes. Esto, que en Weber hace a la diferencia entre
poder y dominación, tiene que ver con la capacidad de asumir la relación de
obediencia como algo determinado en el orden de las cosas y, por lo tanto, algo que
no se cuestiona y ocurre de manera - casi siempre - inconsciente.
Siempre resulta interesante ver y escuchar a los propios autores comentando sus teorías,
recomendamos el presente video de Bourdieu explicando (subtitulado en español) el origen de
su concepto de capital cultural:
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Actividad sugerida: en un cuadro de doble entrada intente establecer las diferencias
y las similitudes entre ambos autores (conceptos, metodología, perspectiva frente a
los dilemas teóricos) esto permitirá afinar la precisión de los conceptos trabajados.
No dude en utilizar la bibliografía complementaria recomendada anteriormente.
En Bourdieu, más allá de los intentos del propio autor por rescatar el aspecto
interactivo y constructivo de las relaciones sociales, hay una clara primacía de lo
objetivo (lo estructural de las posiciones y los capitales), sobre los subjetivo (las
disposiciones enmarcadas en el habitus). Al igual que el concepto de ideología en
Marx, para Bourdieu, también existe una suerte de dicotomía entre lo que la realidad
es (a partir de su expresión objetiva en las estructuras sociales), y lo que la realidad es
en tanto disposición práctica (habitus) para los agentes. Como sostiene Corcuff, en
esta distinción, la dialéctica entre lo objetivo y lo subjetivo de la realidad social, queda
trunca, ya que se le otorga primacía a uno de los momentos por sobre el otro (2013:
50). Es decir, en principio, la teoría de Bourdieu no admitiría la posibilidad de
realidades múltiples coexistiendo en el espacio social, o dicho en términos de Giddens,
de diversas lógicas discursivas de la acción. De manera similar a Marx, la sociología
de los campos tiende a abordar los habitus como si se trataran de una suerte de falsa
consciencia, o de velos, que impedirían a los agentes ver el sustrato objetivo (y
verdadero) de la realidad social.
Existe, por otro lado, una crítica bastante fuerte en la academia, a la sociología
de la cultura de Bourdieu, y sobre todo a su manera de concebir la cultura popular. Y
es que, en las obras de Bourdieu se suele estudiar la cultura popular en estrecha
relación a las construcciones culturales dominantes, es decir, en términos de violencia
simbólica de una clase sobre otra. Lo que impediría reconocer, por un lado, la
complejidad de las prácticas culturales populares en toda su dimensión, y por el otro,
su ambivalencia, propia de todo fenómeno cultural, y la relativa autonomía de sus
simbolizaciones en relación a los criterios culturales dominantes. En este sentido, el
capital cultural como concepto explicativo, tiende a cierta perspectiva legitimista del
status quo, en la medida que entiende a la falta de estos recursos culturales como
desventajas o limitaciones dentro del campo social.
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Algunos continuadores de la obra de Bourdieu, entre los que se encuentran
algunos de sus discípulos y colaboradores, han abogado por dotar a la teoría de los
campos de mayor flexibilidad, sobre todo en su concepto más importante: la categoría
de habitus. Para esto, se enfocaron en investigar la plasticidad de los habitus frente a
diversas circunstancias de la cotidianeidad, y la posibilidad de que estas disposiciones
se abran y se cierren frente a determinadas formas de reflexividad, incluso en las
situaciones más rutinarias y automatizadas. En esta dirección, autores franceses como
Lahire o Faure han intentado fortalecer una teoría de la acción social que, dentro de la
sociología de los campos sociales, por momentos queda bastante desplazada frente a
la dimensión objetiva de las posiciones y los capitales sociales.
Por último, y desde un enfoque materialista, no han sido pocas las críticas a la
hipótesis de la autonomía de los campos sociales. En primer lugar, frente a estas
lecturas, es preciso recordar que Bourdieu mismo siempre insistía en el carácter
limitado de esta autonomía, relativizando aquello que Max Weber había teorizado
como la independización de las lógicas de las distintas esferas sociales
(fundamentalmente respecto a la esfera religiosa, fenómeno que se desencadena a
partir del proceso de racionalización y secularización de las prácticas sociales, propio
de la modernidad europea). En segundo lugar, también es necesario reconocer que el
propio Bourdieu era bastante cauteloso, y sobre todo en sus últimas obras, respecto al
grado de autonomía que los campos lograban desplegar en la práctica, sobre todo si
se tenía en cuenta la poderosa influencia y permeabilidad del mercado y la lógica
capitalista sobre otras actividades de la vida social. Aun así, su enfoque culturalista,
permite hasta el día de hoy, identificar el carácter complejo y multidimensional de las
prácticas sociales, carácter que sin duda los conceptos de habitus y capital cultural
han ayudado a dilucidar.
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dicha acción. Esto, tiende a fortalecer ciertas perspectivas voluntaristas de la acción,
en el sentido que las prácticas sociales parecieran no estar supeditadas a ningún tipo
de condicionamiento social, institucional o económico, y sólo se explicarían por los
límites mismos de las estrategias que los sujetos pueden desarrollar en función a
otros. Esta que ha sido, sin duda, uno de los puntos flacos de las perspectivas
interaccionistas, es por momentos un punto débil también en la teoría del propio
Giddens, que tiende a priorizar las intencionalidades de los actores sociales por sobre
las determinaciones de la estructura sociohistórica.
“Así, se emprendió con Giddens una tentativa teórica original por desplazar los
dualismos clásicos de las ciencias sociales, pero con resultados mitigados. En
una ciencia teórico-empírica como la sociología, sin lugar a duda los problemas
planteados no pueden esclarecerse de modo exclusivamente teórico. Esto da a
la sociología de la estructuración de Giddens sus “aires” de catedral teórica, de la
cual solo algunos conceptos parecen empíricamente operativos.” (2013: 65)
Ahora bien, más allá de estas, y otras críticas puntuales que por cuestión de
espacio hemos decidido omitir, las perspectivas de síntesis sociológica, han sido
fundamentales para cuestionar la futilidad de muchas discusiones académicas
vinculadas a aspectos epistemológicos y metodológicos. En el fondo, tanto la teoría de
la estructuración como la teoría de los campos, nos muestran que es posible poner a
dialogar escuelas de la teoría social que hasta ese entonces se tenían como
antagónicas e irreconciliables. Sirva entonces, la experiencia de estos autores y sus
obras, para avanzar en intentos de sistematización de la ciencia social – y las
contribuciones de sus diversas disciplinas – que lejos de enfrascarse en debates
intrincados y muchas veces estériles, apunten a resolver los problemas reales de un
mundo urgente.
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BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA EN ESTE CAPÍTULO
Bourdieu, Pierre (2012) Capital cultural, escuela y espacio social. Siglo XXI.
Bs. As.
Bourdieu, Pierre (2007) El sentido práctico. Siglo XXI. Bs. As.
Bourdieu, Pierre (2010) El sentido social del gusto. Elementos para una
sociología de la cultura. Siglo XXI. Bs. As.
Bourdieu Pierre (2011) Las estrategias de la reproducción social. Siglo XXI,
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Bourdieu, Pierre; Chamboredon, Jean-Claude y Passeron, Jean-Claude
(2011) El oficio del sociólogo. Presupuestos epistemológicos. Siglo XXI. Bs.
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Chauviré, Christiane y Fontaine, Olivier (2008) El vocabulario de Bourdieu.
Atuel. Bs. As.
Corcuff, Philippe (2013) Las nuevas sociologías. Principales corrientes y
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Giddens, Anthony (2015) La constitución de la sociedad. Bases para la teoría
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positiva de las sociologías comprensivas. Amorrortu. Bs. As.
Gutierrez, Alicia (2012) Las prácticas sociales. Una introducción a Pierre
Bourdieu. Eduvim. Villa María – Córdoba.
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