Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Unidad I
Para nosotros, profesionales del Servicio Social, históricamente nos hemos titulado como agentes de cambio. Esto es
mentira, nada hemos cambiado. Nos creemos también con el derecho a señalar que hemos sido agentes de sacralizadas
verdades que apenas hace algunos pocos años comenzamos a cuestionar. Trabajamos en América Latina hemos
renunciado a ser inválidos culturalmente y nos hemos puesto a crear, la hemos dejado de ver en los libros para
descubrirla en el dialogo con su realidad, con su pueblo. Esto es lo que marca nuestra radical diferencia entre lo que
fuimos y lo que somos, ya que no podemos negar el pasado.
Asistente social, servicio social, trabajo social, todo evoca a la misma imagen, una persona mas afortunada que da
limosna o presta un servicio gratuito. No es una imagen de un servicio que aspira a capacitar al hombre en cuanto
individuo y miembro de un grupo de una sociedad más amplia, para que reconozca sus legítimas necesidades y elija una
o varias maneras de que les lleve a satisfacerlas. La unidad de estudio ya no son hechos propios de cada disciplina, sino
un complejo de fenómenos ocasionados por la multiplicidad de variables.
Cada proceso histórico se produce a través de la acción de procesos históricos contrarios, la historia aparece asi como
una oposición de fuerzas en equilibrio móvil. Nuestra historia debe remontarse al Positivismo y a su iniciador Comte
(1798-1857). Europa, siglo XIX, Rev. Industrial, movimientos sindicalistas y populares, aparición de los barrios obreros,
Marx y Engels en “El Manifiesto del Partido Comunista” y “El Capital”, la necesidad de organizar la ayuda de los
habitantes hace en 1869 en Londres la Charity Organization Society (COS), integrada por hombres de “rango superior”,
universitarios, dispuestos a prestar asistencia a los “afectados por los riesgos de la vida”. Aparece así la ASISTENCIA
SOCIAL, como forma sistemática de ayuda destinada a preparar los efectos del creciente industrialismo, proporcionando
medios para su subsistencia. Copiada por norte américa en 1898 bajo el nombre de Escuela de Filantropía de New York,
creada por Mary Richmond, “el individuo encara la realidad social, la que no puede afrontar solo y por eso necesita
ayuda”, siempre con una fuerte impronta cristiana y filantrópica.
El servicio social surge como una forma de ayuda sistemática de orientación protestante y como forma práctica de la
sociología. Negamos como antecedentes de la profesión toda ayuda no sistemática existente desde la aparición del
hombre y que algunos autores persisten en señalar como acciones que llevaron a la aparición del Servicio Social.
El movimiento Positivista Argentino se desarrolla entre 1890 y 1910. Su origen es francés, de mediados del siglo XIX, por
Comte. Planteo de leyes generales, base empírica, observación, racionalidad y objetividad.
José Ramos Mejía: de familia tradicional, graduado de médico en la UBA, toma la teoría de la “psicología de masas” y
que hacer con ellas, que ya no son las tradicionales masas rurales que animaron las luchas y guerras del siglo XIX, son
ahora masas urbanas, de trabajadores e inmigración. Esta teoría decía que el individuo al ser parte de una multitud es
distinto de cuando está aislado, es decir, que el ingreso en estado de multitud produce efectos sobre su
comportamiento, pierde su autonomía racional, ya que los movimientos de masas son producidos por factores
irracionales. Y explica dos fenómenos: por un lado, que la Argentina nació con una clase dirigente más burguesa que
republicana y por otro que la función positiva de la “plebe” argentina en el proceso emancipatorio abierto en 1810. Una
de las cosas en las que más hace hincapié Ramos Mejía con respecto a sus estudios positivista era hacia el inmigrante, y
apela criterios y una retórica proveniente del darwinismo social (“la ley del más fuerte” aplicada a los hechos sociales).
Esto funciono como una racionalización, justificación, y una explicación seudocientífica del derecho de los poderosos
sobre los más débiles. Ramos Mejía mira la sociedad argentina desde el vértice superior de esa pirámide que imaginaba
habitada por la elite (a la que él pertenece) y desde donde interpreta al mundo de las masas, popular, “de abajo”, el cual
está en un proceso de franca y veloz transformación por el formidable impacto del aluvión inmigratorio.
José Ingenieros: discípulo de Ramos Mejía, marxista y spenceriano Italiano que migra a Argentina, no posee riqueza, ni
linaje, ni posición política. Este último factor para él es determinante porque “la política es la que lleva a las pasiones” y
un investigador debe ser lo mayor objetivo posible y para esto debe independizarse de todos los sentimientos y
prejuicios. Y produce una síntesis a la cual denomina “Bioeconomismo” la cual sostenía que el positivismo debía
sostener una relación conflictiva con el liberalismo. En resumen, para Ingenieros existía una base biológica, un medio
dominante y prácticas económicas que interactúan en la evolución de las sociedades.
A principios del siglo XVII fue fundada en Buenos Aires la Hermandad de la Santa Caridad, encomendándosele la
atención de los pobres. Un hospital de mujeres, un colegio de huérfanos y varias otras instituciones eran dirigidas por la
Hermandad. En 1822 Rivadavia firma un decreto delegando la administración de la Hermandad de Caridad de los
establecimientos filantrópicos al gobierno, y en 1823 hace un acuerdo para crear una sociedad de damas (13 damas)
fundándose bajo el nombre de la Sociedad de Beneficencia, la cual poseía las siguientes atribuciones: dirección e
inspección de las escuelas de niñas, de la Casa de Expósitos, de la casa de partos públicos y ocultos, hospitales de
mujeres, colegio de huérfanas y todo establecimiento público dirigido al bien de los individuos de este sexo. Llego a
constituirse en una vigorosa institución en virtud de la cantidad de establecimientos de diversa índole, que
administraban directa o indirectamente, aunque una vez creados, la administración de muchos de ellos eran confiados a
congregaciones religiosas. En síntesis, era un grupo de mujeres de la elite capitalista porteña que toman distancia del
ámbito privado-domestico para ingresar en el ámbito público. Pero no dejaban de ejercer una dominación sobre las
clases mas vulnerables, legitimando el sistema, y sin intención de disminuir la desigualdad social.
Los tres objetivos que llevan a Rivadavia a la fundación de la Sociedad de Beneficencia eran:
1 – Perfección de la moral.
2 – El espíritu de cultivo en el bello sexo.
3 – La dedicación del mismo a lo que se llama industria.
La Sociedad de Beneficencia comenzó a funcionar en una de las dependencias de la Casa de los Expósitos.
En 1824 funda la 1º Escuela Normal del país. En 1854 instala el Hospital de Mujeres Dementes. En 1868 funda el Asilo de
Niños Expósitos. En 1875 el Hospital de Niños. (entre otras cosas, más de 20) Se había transformado en una poderosa
institución que recibía subsidios y subvenciones tanto oficiales como privadas. Hasta que en 1908 se transforma en una
Institución Oficial, pasando a depender del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, gozando de personería jurídica.
En 1943 se crea la Dirección Nacional de la Salud Publica y Asistencia Social, dependiendo del Ministerio del Interior, es
decir, que la Sociedad de Beneficencia pasa a formar parte de dicha Dirección, conjuntamente con otras instituciones y
organismos. En 1944 todo lo referente a beneficencia, hogares, y asistencia social pasa a depender de la Secretaria de
Trabajo y Previsión y en 1947 con el gobierno del General Perón pasa a depender de la Secretaria de Salud Pública.
“Los Premios a la Virtud”: se realizaron desde el nacimiento de la Sociedad, usualmente en el Teatro Colon. Eran
reuniones una vez al año, en la cual las altas autoridades, el clero, representantes de países extranjeros, defensores de
Sociedades caritativas, etc. para “premiar a los virtuosos de la pobreza”, de los cuales entre ellos estaban: “a la
humildad”; “amor filial”; “desinterés”; “mujer argentina pobre”; etc. La finalidad de estos premios era puramente de
control social, y generar en los pobres un cambio de conducta que sea acorde al sistema. El asistente social y abogado
Heredia manifiesta en 1967 que le parecen ridículos estos premios, y que desde el punto de vista del trabajo social,
juzgamos humillante el trato que las pobres huerfanitas recibían, exhibidas en su miseria, solicitando la caridad de los
pudientes, cuando no destinadas a servir de criadas mal pagadas en las casas de “caritativas damas”.
En 1822 se disuelve la Hermandad de la Santa Caridad, y damas de la elite capitalista acuerdan con Rivadavia la entrega
de la casa para que la Sociedad pudiera proceder en su arreglo. Once huérfanas, una rectora, cuatro mujeres para el
servicio, una negra y un negro esclavos. Las huérfanas debían tener más de 10 años, y no podían estar más de 4 años en
el Colegio, según el reglamento. Respecto a su economía el Colegio de Huérfanas era rico, pero la única fortuna que
poseía la casa era de bienes raíces, estaba al límite de la miseria, a la escasez mas afligente.
Rivas, “Los orígenes de la visita domiciliaria en Argentina: entre la fiebre y el tango” 2017.
En 1875 se sanciono la disposición que regulaba las “visitas domiciliarias”, donde cuatro años antes (1871) Argentina
había sido arrastrada por la fiebre amarilla, la principal causa de muerte era por las malas condiciones de higiene. La
ciudad debía ser saneada y los hogares pobres también. El Higienismo positivista será la referencia teórica predominante
que guiara estas acciones en el marco de la necesaria modernización de las instituciones, los valores y las conductas en
el campo de las obras públicas, el espacio urbano, el espacio doméstico y el espacio cultural (higienizar el tango).
A causa de esta epidemia muere el 10% de la población bonaerense, y el higienismo apartado completamente de la
Iglesia comienza a realizar tareas de saneamiento y seguridad, su finalidad no era filantrópica sino de bienestar en la
población, con una perspectiva naturalista, positivista, y enfrentándose a la Sociedad de Beneficencia.
En un principio se creía que eran los pobres los portadores de esta enfermedad, y se genera una migración interna de la
ciudad de Buenos Aires, los sectores mas ricos se trasladan hacia el norte para evitar el contagio, pero no lo consiguen.
Los mayores focos de infección se daban en la basura y el agua. A partir de esto los Higienistas proponen políticas para
apalear el caos que se vivía en aquel entonces.
1 – Ensanchamiento de las calles.
2 – Modo de regulación de la basura.
3 – Regulación del frente y fondo de las casas (la arquitectura e infraestructura era muy precaria)
4 – Generar un sistema de desarrollo de agua potable. (Esto genero un gran endeudamiento por la falta de tecnología y
servicios, el cual termina de pagar Perón en su 2º gobierno)
5 – Cremar los cuerpos. Aquí el Higienismo tuvo un fuerte cruce con la Iglesia, ya que el cuerpo es sagrado y se debe
enterrar, pero como había un exceso de mortalidad y los cementerios no estaban preparados para esto. Por lo que en
1871 cierra el Cementerio del Sur y se inaugura el Cementerio de Chacarita.
En 1875 aparece la figura de la Visita Domiciliaria y su oficialización constituye un punto de inflexión en la historia del TS.
Fue el ingreso de cierto saber moderno y especializado en el espacio privado-domestico. Los Inspectores de Higiene eran
vecinos del barrio que llevaban un registro (primera escritura de la manifestación de la cuestión social) de cada una de
las casas y establecimientos de su sección y estaba autorizado para la inspección de conventillos, talleres, y cualquier
tipo de establecimientos insalubres, su función principal era detener los focos epidémicos dentro de los conventillos y
vigilar la salubilidad de los establecimientos de su parroquia.
El tango también fue higienizado, siempre ligado al bajo fondo de los sectores populares, los conventillos, los
inmigrantes y la fiebre amarilla fueron los que protagonizaron el inicio del género. Donde en un comienzo era más
festivo, guarro, y las letras eran “sucias”.
En Buenos Aires el surgimiento de la Hermandad de la Santa Caridad muestra la aparición de una primera forma
organizativa que intervendrá en lo social. Pero, la vía de entrada no se relaciona con la filantropía sino como la muerte.
La Hermandad es la primera institución que aparece vinculada con lo que hoy llamamos Acción Social: sus intenciones se
vinculaban con resolver que hacer con los cadáveres que quedaban sin sepultura luego de las epidemias que sufría
Buenos Aires. Muchos cuerpos quedaban en las calles, no eran reclamados, ni tenían dinero para su entierro. La
complicación creciente de estas cuestiones motivo quejas y soluciones a la Corona Española. Al mismo tiempo Juan
Guillermo González de Aragón al enviudar viaja a Buenos Aires, y viviendo diferentes epidemias, realiza una serie de
reuniones con los vecinos para fundar una hermandad que se encargue de dar sepultura a aquellos que no tenían
recursos, y en 1727 se funda la Hermandad de la Santa Caridad, siendo su finalidad resolver problemas de malestar en
los habitantes de la ciudad y que hacía que ésta sea casi inhabitable. En un comienzo la intervención social fue muy
abarcativa, pero luego se terminó corriendo hacia la medicina, especialmente la asistencia médica de los pobres. Lo que
motiva a la intervención es ese desorden de los cuerpos, abandonados, mutilados, muertos, que están a la vista de la
ciudad y no tiene heroísmo de batalla, cuerpos de exclusión. Es el desorden de los cuerpos abandonados una de las
causas de la aparición de la intervención en lo social en el Rio de La Plata, que poseen una fuerte impronta laica.
La necesidad de un hospital en Buenos Aires puede ser entendida como una señal hacia la propia población, ya que no
era reconocido como un lugar de atención, ya que las curaciones y atenciones de la enfermedad eran domiciliarias, el
hospital estaba destinado a la Guarnición Militar de Buenos Aires y el Presidio. La tasa de mortalidad era mucho más alta
que la de natalidad.
Los nuevos tiempos que corrían en el Rio de La Plata se relacionaban con dos cuestiones: la “militarización” de Buenos
Aires y el intento de lucha por frenar el contrabando. Estos cambios atraerán un crecimiento de la ciudad, como así
también la acumulación de capital a través del comercio y el contrabando.
A mediados del siglo XVIII se produce un fuerte crecimiento en la población (de 6.000 a 17.000), lo cual implica una serie
de nuevas cuestiones dentro de la ciudad, que van acompañadas con los pensamientos de la Ilustración y
modernización. Esto no quita que las epidemias hayan desaparecido. En 1774 la Hermandad funda el Hospital de
Mujeres donde antes era una sala para albergar a 10 “enfermos pobres”. También un Colegio de Huérfanas que
funcionaba como una institución correctiva de mujeres que no obedecían a su marido.
Se crean nuevos sujetos de conocimiento; es la lucha lo que los moldea, los conforma les da sentido, los divide, los ubica
dentro de uno u otro bando. Es la propia puja la que limitara los espacios que más adelante se denominaran de la
civilización o la barbarie. Es sobre esos nuevos sujetos, donde actuara la “intervención en lo social” la cual será
entendida como un instrumento de transformación necesaria para ese “otro” que se ubica del lado de enfrente, se
busca que ese otro sea desarmado, transformado, o se reconstruya como aliado. Así, el Iluminismo y el fin del siglo XVII
traerán nuevas instituciones, asilos, escuelas, casas de recogimiento, normativas y pautas que deberán asimilarse en la
vida cotidiana. Una “intervención en lo social” que va más allá de diferenciar si depende de la Iglesia o de un modelo
laico, con el que planteara la Reforma de Rivadavia.
La modernidad implicaba una nueva dimensión política, donde el Estado y la ley tendrían nuevas conformaciones. Un
nuevo orden se estaba construyendo, surgiendo así la idea de ciudadano, de propiedad privada, todo esto impacta
tempranamente en la creación de la Nación Argentina. La ilustración había planteado que para acceder a este nuevo
orden, que prometía el fin de las penurias económicas, la dependencia de los vínculos personales, las jerarquías, y los
poderes absolutos, era necesario liberarse del orden anterior. El origen de la acción social está impregnado de estas
ideas, se construye dentro de un discurso esencialmente higiénico y moralizante. Las instituciones modernas van a ir
construyendo en la búsqueda de un disciplinamiento que en nuestro país será tal vez enmarcado en lo que podríamos
llamar “ethos popular”.
¿Cuándo se empieza a manifestar la cuestión social moderna? Es habitual situar la preocupación a partir de los
desajustes económicos, políticos y morales suscitados por la crisis de 1890, cuando en realidad sus síntomas parecen
advertise al menos dos décadas antes. El proceso de modernización de 1860 produjo consecuencias, y una de ellas es la
cuestión social. En primer momento los temas se remiten a la cuestión urbana y migratoria (“revolución urbana”), y la
preocupación por falta de abastecimiento vinculado con la atención médica, el hacinamiento, la salubridad o la
criminalidad. El aluvión de individuos provenientes de las más diversas regiones del mundo, la falta de oferta laboral, el
desempleo, las epidemias, la pobreza, y una sociedad capitalista, liberal, y paternalista generaba a los miembros de la
elite la sensación de perturbación del orden social. Fue en ese momento cuando la cuestión social se hizo visible y se
transformó en una cuestión de Estado y se impulsó a su participación directa para hallar soluciones a los problemas
sociales. La nueva forma de “libertad laboral” generaba mayores desigualdades sociales, ya que el mercado no regulaba
la relación capital-trabajo. El principal objetivo era obtener, disciplinar y moralizar una mano de obra escasa evitando el
vagabundeo que era penado con cárcel o servicio de armas. La consecuencia esta esta situación fue la aparición-
irrupción del pauperismo como un hecho social masivo entre a clase obrera y los sectores populares. Los grupos
dominantes comenzaron a percibir la necesidad de resolver el problema tanto se tornaba una amenaza evidente para el
orden público. La cuestión social implicaba desplazar el centro de atención desde dos cuestiones (salubridad e higiene
pública) aunque sin dejar de prestarle atención, hacia el riesgo y la inseguridad a que estaban sometidos los
trabajadores: era la cuestión del lugar que debían ocupar las disociadas masas de trabajadores en la sociedad capitalista.
Los 50 años que van desde el gobierno de Mitre hasta el ascenso del radicalismo constituyen un periodo de formación
Estado-nacional. Los gobernantes y políticos liberales recurrieron contra la filosofía anti intervencionista liberal. En el
plano económico: activa intervención estatal, en el plano político: por parte del Poder Ejecutivo un férreo control
político-militar, y en el plano social: la zona más liberal, que no se refería a la ausencia intervención estatal sino que los
hombres de gobierno intentaron intervenir en la menor medida posible. Esto llevo a la creación de un Estado fuerte e
interventor y a la construcción de una sociedad civil débil. Nos encontramos en la mitad del siglo XIX con una sociedad
civil con escasa autonomía ante el poder y las presiones del Estado y un liberalismo fuerte desde el punto de vista
discursivo pero débil desde las prácticas institucionales.
Los Higienistas proponían que los gobiernos deben cuidar la salud del pueblo y evitar la propagación de enfermedades a
través de una intervención decidida que garantizara las condiciones de higiene indispensable entre los pobres, también
decían que los trabajadores eran incapaces por si mismos de moralizarse, instruirse y conocer sus derechos.
La cuestión social no es solo una construcción del discurso dominante o de intelectuales y profesionales preocupados
por los problemas sociales, es también una construcción discursiva y practica de los propios actores involucrados, los es
decir, trabajadores y las instituciones.
Carballeda, “El contexto de aparición del TS como disciplina en Argentina” 2006.
Contexto de Aparición de las Políticas Estatales y las primeras escuelas de Servicio Social:
A partir de la crisis económica de los años 30, junto con el modelo liberal en la economía, comenzara la decadencia de la
perspectiva de la acción social desde una concepción para-estatal relacionada con las leyes de mercado y la filantropía.
Esta crisis genera niveles de empobrecimiento, desocupación, pauperización y descontento social muy elevados, se
produce el 1º Golpe de Estado del siglo XX a Yrigoyen, asumiendo Uriburu frente a la apatía de la población. El sueño de
progreso indefinido asociado a la “libre competencia” y al capitalismo, comienza a desmoronarse, y aparece el Estado
Benefactor, que contribuyo a la historia del TS con el surgimiento de las PPSS, mediadora entre desigualdades sociales
producidas por el sistema económico. A nivel mundial era un periodo de entre guerras, hasta que se desata la 2º Guerra
Mundial que su fin dio como resultado, además de millones de muertes y Estados Unidos consolidado como potencia
mundial, la creación de organismos sociales como ONU, UNICEF, etc. que pondrían en boga los “derechos del hombre”.
Krmpotic, “La Conferencia Nacional de Asistencia Social de 1933. Los debates en torno a la pobreza y la intervención
estatal” 2005
García Delgado, “La nueva relación a partir del cambio estructural” 1999.
Unidad II
Carballeda, “Política Social, Subjetividad y Poder: la acción social de la Fundación Eva Perón” 1995.
Las primeras intervenciones claras del Estado dentro del campo de las PPSS comienzan en nuestro país a partir de 1943.
La Política Social empezara a dar un nuevo sentido a las instituciones de salud, acción social, educación incorporando
nuevas modalidades de intervención y generando una nueva simbolización de estas, que aún hoy pertenecen al
imaginario colectivo. Desde la Secretaria de Trabajo y Previsión, el Estado asume un papel mediador entre el capital y el
trabajo, ordenando esa relación y por otro lado gestando lo que más tarde será denominado como Derechos del
Trabajador. Proponiendo una política económica proteccionista y como resultado una gran movilidad social ascendente,
mayor presencia estatal en cuanto al diseño y ejecución de las PPSS.
La Fundación Eva Perón, se enunciaba como un estamento de la Acción Social, este nuevo sujeto comienza a ser leído
desde otra perspectiva y deja de ser alguien moralmente enfermo o débil y se coloca en un lugar de acreedor de una
deuda que la sociedad tiene para con él. “El Estado está en deuda con el individuo desde su nacimiento” “no le hace un
favor, es un derecho” “Reparar un siglo de injusticias”. En los detalles de la cotidianeidad es desde donde contribuyo la
acción social e impacto sobre la subjetividad, se plantea una nueva forma de ver al Estado, en donde una necesidad se
transforma en un derecho no cumplido. En estos momentos se relacionaba a la pobreza con la “desviación social”, y era
castigada. A partir de este cambio de enfoque su buscaba modificar el término “desviación social” por “dignidad” y aquí
es donde se comienza a fundir la idea de comunidad.
Es desde las relaciones de poder, donde podemos analizar esta irrupción de nuevos sujetos en la historia. Considerando
que los derechos enunciados en la Constitución de 1949 son producto de una puja permanente y no de la finalización de
la construcción de un estado de derechos sociales. Ese sujeto se posiciona en forma diferente dentro de la sociedad. Una
situación de Justicia Social a conseguir, una nueva sociedad, una nueva conformación social. Es quizás, en la oposición
entre necesidades y derechos, donde se recrean los espacios de la lucha y de nuevas relaciones de poder. Estos procesos
son los que fueron construyendo una nueva subjetividad, relacionada con el Estado Social, pero fundamentalmente con
esas luchas direccionadas por la Justicia Social.
La Reconceptualizacion expresa con fuerza un proceso de plegamiento de los saberes y de los poderes de una época,
permitió abrir nuevas perspectivas, reflexiones, análisis, debates, sobre el quehacer profesional buscando diferentes
insumos teóricos y prácticos en las ciencias sociales. Puede considerarse como una disconformidad política con el saber
académico instalado, con una crítica negativa, tanto al ejercicio profesional como a los arreglos institucionales en que tal
ejercicio tiene lugar.
El trabajo se funda en dos premisas:
1 – La Reconceptualizacion no es portadora de errores sino de prácticas y representaciones que expresan a un sector
determinado en un momento particular de su conformación política y social.
2 – el problema básico de la Reconceptualizacion radica en que su consideración de la relación profesión – sociedad, con
escaza problematización de los procesos a través de los cuales una profesión se concatena con la sociedad y de cuales
son las posibilidades y límites de tal concatenación, en el marco de determinadas relaciones de fuerza y con una
particular tensión entre necesidad y posibilidad.
Discursos relevantes en la época, que tuvieron influencia decisiva en el movimiento:
-Mayo Francés: Estudiantes de sociología de la Universidad de Nanterre, donde esta se debía convertir en un centro de
revolución contra el capitalismo, poniendo límites a la instituciones académicas, con huelgas por parte de sindicatos que
llevaron a una gran represión por parte del Estado.
-La autodefinición del marxismo como socialismo científico por oposición al socialismo utópico: el planteo de una
“infraestructura” y una “superestructura”.
-Teoría de la dependencia: en contraposición del desarrollismo, plantea que hay países subdesarrollados por la
dependencia que tienen con los países desarrollados, y no porque haya sectores conservadores, antimodernistas o
antindustriales dentro del país subdesarrollado (como plantea el desarrollismo), es decir, la dependencia es externa y no
interna.
La Reconceptualizacion es tributaria de la “ideología de la transparencia” en un doble sentido: primero supone que a
mayor explotación, mayor conciencia, y segundo que lo real se ve directamente y que el conocimiento científico es
garantía de una práctica transformadora. De esta manera, los TS se tornan portadores de la verdad objetiva y los otros
(los no intelectuales) son portadores de saberes falsos.
Una concepción instrumentalista del Estado como herramienta perpetuamente controlada por las clases dominantes, es
decir, si el Estado es un instrumento de las clases dominantes, sus instituciones también lo son, de manera que cualquier
intervención en el orden estatal está destinada a legitimar y perpetuar la dominación.
El legado de la Reconceptualizacion:
En 1918 el fin de la 1º Guerra Mundial va a dar lugar a una etapa de crisis financiera, industrial, de inversión, desempleo,
escasez, miseria, inflación, superexplotacion, paro, crisis, especialmente en Europa, y finalizando con el crack de 1929.
En 1945 va a comenzar una etapa de capital de inversión muy fuerte, industrialización, desarrollo, cultura de consumo,
nuevas demandas, democratización cultural, pleno empleo, ratificación del modelo del Estado de Bienestar social, sobre
todo en la Europa desbastada a través del Plan Marshall. El mundo se bipolariza, EEUU y la URSS se definirán como las
potencias y la declinación de Europa en cuanto a lo que había sido era absolutamente manifiesta, queda partida en dos,
por un lado occidente bajo la hegemonía de EEUU, y por el otro oriente, bajo la URSS. Es decir, lo que está por detrás de
la década del ‘60 es un capitalismo consolidado con una curva expansiva de desarrollo que ya a fines de los ’60 se va a
cerrar, va a entrar en crisis.
¿Qué caracteriza a los tiempos de los ’60?
Tiempo contestatario y de rebelión, cuestionamiento absoluto, cuestionar al mundo tal cual es. Hay una gran revolución
cultural, más que política. Provocación, la posibilidad de ruptura, el uso del lenguaje fuerte o la mala palabra, lenguaje
inconciliador. Cuestionamiento de las relaciones entre mujeres y hombres, contestatarios a una sociedad patriarcal,
machista, al imperio de los hombres.
Hay tres grandes campos en esta década que van a conformar el fenómeno mundial:
1 – REBELION POLITICA E IDIOLOGICA ESTUDIANTIL: aparece la protesta estudiantil, el cuestionamiento al orden
universitario, al sistema de enseñanza, a las clases de los profesores, las materias, todo es absolutamente cuestionado.
La Universidad en estado de rebelión. Consolidación de la juventud, conciencia colectiva, idea de generación, se asume
al joven ni como trabajador ni como burgués, es una figura que trata de deslindarse de la historia de sus padres.
Cuestionando también la relación profesor – alumno.
2 – REBELION CULTURAL EN EL CAMPO DE LAS COSTUMBRES, NORMAS, Y LOS MODELOS DE VIDA: la emergencia del
hippismo, feminismo, cultura psicodélica, del amor libre, anarquismo, música progresiva, abandono de las grandes
ciudades, nuevas alternativas de vida.
3 – PROCESOS POLITICOS O GUERRA DE LIBERACION TERCERMUNDISTA: la voz de las minorías se hace escuchar, negros,
mujeres, ancianos. Cuestionando a la injusta relación hombre negro – hombre blanco, y la figura de Luther King como
defensor de los derechos civiles de los negros en EEUU.
Por último la aparición de “la nueva izquierda de los ‘60”, discutiéndole a la “vieja izquierda” los caminos que había
optado para el cambio social. “Reforma o Revolución” fue uno de los grandes ejes que se discutían en los ’60: si las viejas
vías reformistas que se pensaban absolutamente agotadas, o la revolución, que era lo que había planteado la Revolución
Cubana en 1959.
La nueva izquierda en nuestro país fue hegemónicamente hija de dos proyectos de lucha armada, guerrilla urbana y
rural, que desde el peronismo termino protagonizando la organización Montoneros y desde el marxismo el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP). La nueva izquierda concluyo en avanzada elitista sin masas ni pueblo a los que decía
representar. El Che fue una figura emblemática de los ’60, era uno de los mayores líderes de la Revolución Cubana, él
había llevado su compromiso con la revolución hasta un momento extremo y decisivo: dar la vida por ella en 1967.
Relacionado con el concepto de modernidad, el Che Guevara como un gran símbolo de esto, racionalidad, ilustración y
romanticismo.
Fundamentos II – Rivas.
Unidad 3.
Bienestar Social y TS Alternativo – Revista de Acción Critica, Alejandrino Maguiña y Nilda Varas. (1988)
El objetivo principal de TS es la búsqueda de bienestar social. En esta nueva etapa surge nuevamente la necesidad de
crear un concepto sobre el bienestar, ya que la incapacidad de las clases dominantes para resolver esta etapa de crisis
por la que atraviesa en la actualidad el mundo capitalista, es el mar de fondo del renovado interés por el bienestar
social. Entendemos que el bienestar social se logra en tanto se va forjando el sujeto mismo del bienestar, conforme éste
alcanza sus objetivos y los renueva a través de su lucha. Cada pueblo tiene su propio proyecto o modelo de bienestar,
vale decir, todo bienestar social refiere a un sujeto concreto, a su desarrollo como tal y no puede ser anticipado
mediante la reproducción de paradigmas que pretendan obviar la necesidad constante de recrear el diseño pues este no
puede quedar desligado de los procesos históricos particulares de cada pueblo.
El bienestar social es el proceso de construcción de mejores condiciones de vida, tanto en lo material como en lo
espiritual, impulsado por personas o colectivos que operan como sujetos de su propio bienestar, a partir de un
determinado nivel de vida y de un particular nivel de aspiraciones, que son histórica y socialmente determinados. La
noción de procesos se refiere al bienestar como un movimiento desde un estado insatisfactorio y que apunta hacia su
superación. La idea de conciencia de insatisfacción, alude a una manera particular de pertenencia de una clase social
que supone un nivel de vida condicionado por las características propias de una sociedad.
Es necesario vincular el bienestar social con el cambio social. Se trata de entender que la conciencia de insatisfacción de
donde parte la idea del bienestar, ésta también social e históricamente determinada, como la opción por un cambio y
una meta de satisfacción. Es decir, no podemos entender el malestar social sino como un fenómeno producido en la
dinámica de la lucha de clases y solo nos parece comprensible el bienestar como la resolución del conflicto social en que
se origina.
El bienestar social popular desarrolla, despliega y potencia la creatividad del hombre. En este proceso el sujeto popular
pone en juego todas sus fuerzas, esperanzas, mística, movilizando sus mejores posibilidades.
La noción burguesa del bienestar social: El concepto que la burguesía propuso de bienestar social para nuestros países
ha resultado insuficiente para orientar su concretización. Porque ese modelo de sociedad se trajo importado por la vía
del eje de dominación colonial. Así, los latinoamericanos recibimos un modelo de bienestar surgido en otras realidades y
otras historias, el cual pasó a jugar un papel de instrumentos y sostén de dominación colonial. La idea central de esta
noción parte de la asociación entre bienestar y riqueza, y de que malestar social es sinónimo de pobreza. Hay una
tendencia a cosificar el bienestar. Tener, gastar, invertir, han pasado a ser símbolos de bienestar. Por lo tanto, la
burguesía entiende por bienestar aquella forma de vida caracterizada por cumplir los patrones y standards de la
metrópolis imperialista, asociada al consumismo, la riqueza, y el individualismo.
Bienestar Social y TS Alternativo: El bienestar social es el centro del quehacer profesional. El proceso al que se incorpora
el TS es el del fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil en la búsqueda de formas instrumentales que
efectivicen al derecho ciudadano al bienestar. El TS Alternativo apunta a la formación de un sujeto social popular con
potencialidad de transformación social, creativa y productiva, donde los criterios técnicos para proponer opciones de
asistencia y bienestar que sean eficaces y factibles cobran un especial y renovado relieve. Es el reconocimiento de la
importancia determinante de la lucha protagónica de los sectores populares, el factor que puede dotar a los TS de los
instrumentos conceptuales alternativos a la propuesta burguesa de bienestar social, para la cual el pueblo es un objeto,
y no quien como sujeto, va conquistando, delineando y forjando en su lucha el bienestar social para todos.
El TS Alternativo se define a partir del proyecto popular, reformula su objetivo profesional en concordancia con el
bienestar que propone y por el cual luchan las clases populares, y ello lo hace con la clara convicción del que la fuerza
para gestarlo procede del pueblo mismo, y de la necesidad de apoyarse en ella para poder contribuir como recurso a su
disposición, más que asumiéndose como elemento determinante. Por eso, el TS Alternativo busca reconocer los
elementos constitutivos del bienestar, que procura alcanzar el pueblo, y diferenciarlos de aquellos que se le oponen o
contradicen. En primer lugar, reconocer que el pueblo lucha por el bienestar de todos, y del hombre como totalidad. La
creación de nuevas relaciones sociales, capaces de asegurar la reproducción de la vida en democracia, sin explotación,
opresiones, dominación o segregación donde las fuerzas productivas liberadas se desarrollen aportando nuevas bases
materiales que permitan una distribución satisfactoria de la riqueza social generada.
Diciembre de 1983 asumió Alfonsín, electo democráticamente después de casi ocho años de la más sangrienta dictadura
militar. En pocos meses se dieron todos los pasos:
Reconocimiento legal de los partidos políticos.
Afiliación de las masas.
Elecciones internas y procesos de selección de candidatos partidarios a puestos de gobierno.
Éste fue el tiempo de los partidos, la ola político-partidista cubrió la escena.
En la situación argentina de la transición, la necesidad de institucionalización democrática es compartida por amplios
sectores de la sociedad y de la vida política, las divergencias surgen frente a cómo hacerlo. Pero lo existente de lo cual
hay que partir, es de por lo menos dos tipos:
Legislación suspendida por los regímenes militares.
Legislación positiva implementada durante el régimen militar por decreto.
¿Cuánto había que transformar?, Para algunos lo menos posible, todo el que pide más pide “demasiado” y corre el
riesgo de “desestabilizar” la frágil democracia. Para otros, la manera de democratizar el sistema político pasa por las
transformaciones más profundas que no pueden esperar un segundo tiempo después de la “restauración”. Las
demandas de los movimientos sociales están más en este segundo grupo y de ahí la acusación frecuentemente
escuchada de que son “desestabilizadores”. Los movimientos sociales se ubican, al menos teóricamente, en el espacio
intermedio entre la cotidianeidad individualizada, familiar, habitual de microclimas y los procesos socio-políticos del
Estado y las instituciones, que pueden aparecer a menudo como muy distantes, superiores y solemnes.
El contexto político y económico: democratización con recesión. La transición y la democracia se está dando en la
Argentina en medio de una profunda crisis económica: desindustrialización, una inmanejable deuda externa, deterioro
de los niveles de vida, pauperización, inflación.
El Plan Austral fue quizás la iniciativa gubernamental más significativa para ordenar la economía. A más largo plazo, las
preocupaciones populares están centradas principalmente en las perspectivas de reactivación y de crecimiento
económico; o sea, cual podrá ser la ubicación socioeconómica individual y grupal en el futuro. Y también las demandas
políticas y sociales del espacio para manifestar su presencia, las vías de participación y el reclamo por el reconocimiento
legítimo de las reivindicaciones populares. Los procesos socioeconómicos, y políticos son lentos, en la mayor parte de la
población había una expectativa generalizada de cambio inmediato a partir del cambio de gobierno. La cuota de
paciencia social es baja, resulta entonces entendible que una sensación de desesperanza y desilusión se extienda por el
cuerpo de la sociedad argentina.
Movimientos sociales: presencias en el escenario socio-político. Durante el periodo final de la dictadura hubo
numerosas protestas sociales. Estas protestas y los grupos movilizados podían haberse transformado en movimientos
más amplios, pero no era ineludible que llegaran a hacerlo. El texto toma 3 movimientos:
1) Derechos Humanos.
Durante la última dictadura militar, el movimiento de DDHH se constituyó en un movimiento social casi paradigmático.
Planteaba una posición profunda y frontal a los principios éticos de la organización social y política del gobierno militar.
La transición a la democracia significo un desafío importante para este movimiento.
Convertirse en oposición de un régimen democrático no es tarea fácil. Las contradicciones son enormes, la conflictividad
interna al movimiento también. Pero en la naturaleza misma de los movimientos sociales esta su heterogeneidad
interna, que solo hacia afuera aparece recubierta por alguna unidad. En ésta heterogeneidad y flexibilidad radica su
fuerza. En la dinámica de campo de las relaciones sociales, la constitución de un sujeto implica al mismo tiempo la
constitución de su oponente.
En el aparato del Estado, la institucionalidad democrática requería resolver la problemática de los militares. Esa era la
condición de estabilidad del régimen. En esta área, no se podía simplemente volver a una legalidad anterior, “restaurar”.
Se requería derogar toda la legislación introducida por la dictadura, especialmente la autoadmistia decretada durante el
régimen militar, y el juzgamiento a los militares. El gobierno tomo la iniciativa con algunas propuestas importantes: la
reforma al código de justicia militar, el decreto de juicios sumarios y la creación de la CONADEP.
Uno de los efectos institucionales más importantes del movimiento de DDHH ha sido sobre el papel de la justicia como
poder autónomo en la Argentina, nunca en la historia argentina tuvo el Poder Judicial una presencia política propia hacia
la sociedad. Las movilizaciones populares de DDHH comenzaron a expresar sus demandas frente al edificio de Palacio de
Justicia. Por primera vez hay demandas de la sociedad que se dirigen al poder judicial. Estamos en presencia de indicios
de transformaciones en el sistema institucional. Aunque no se trata de un cambio en la normatividad legal.
2) Movimiento Obrero y la democracia.
Por primera vez el movimiento obrero acepta la legitimidad del Estado democrático desde su ubicación en la oposición
política. Su accionar, sin embargo, está basado en una lógica de oposición frontal. A partir de 1983, se le abrían al
movimiento obrero dos caminos:
La negociación por las conquistas transformadoras de las relaciones de trabajo dentro de los espacios abiertos
por el Estado y por la vuelta a la legalidad constitucional.
La oposición al gobierno, especialmente en lo que hace a las demandas económico-salariales, pero también en
los reclamos legales, donde el énfasis está en el retorno a las normas legales establecidas o vigentes durante el
gobierno peronista (1973-1976), sin propuestas o formulaciones alternativas novedosas.
La relación entre el movimiento obrero y el Estado está centrada, en propuestas estatales de negociación y de
concertación que terminan en fracasos y en manifestaciones de oposición frontal al movimiento obrero. La expresión
más visible de esta última estrategia es la del paro general. Se trata de una modalidad de acción que se desarrolló a
partir de 1955, desde esa época el sindicalismo ha mantenido su identidad política peronista, pero ha actuado con
autonomía y fuerza propia siguiendo una lógica corporativista.
Hay algunas indicaciones de transformación:
1º: Proceso eleccionario en los sindicatos, durante 1984/85 mostraron un grado de pluralismo y la presencia de nuevas
modalidades de negociación y composición de las dirigencias.
2º: Ampliación de la vinculación entre el movimiento obrero y las temáticas que recorren la sociedad y a otros
movimientos sociales. La compleja y contradictoria manera en que el movimiento sindical proceso el tema de los DDHH
es una de esas áreas. La creación de ámbitos de discusión con las juventudes políticas en la CGT y la emergencia de la
temática de la mujer en el mundo sindical.
3º: En algunos sectores el partido justicialista y del sindicalismo se plantea en la actualidad el debate sobre la relación
entre el movimiento sindical y el partido.
3) Movimiento Barrial.
En el campo de lo local y de las municipalidades, lo observable a primera vista es la revitalización de prácticas
clientelisticas, la presencia de punteros y de favores políticos, las practicas verticalistas de corte tradicional. Al mismo
tiempo, también hay indicadores de la heterogeneidad de procesos y de ciertas maneras nuevas de hacer política local.
Estas se dan a partir de la revitalización de las sociedades de fomento y de la presencia de otras asociaciones de la
sociedad civil en el plano local. En este momento se dieron acciones colectivas en las cuales los grupos sociales y algunas
organizaciones tomaron en sus manos la resolución de problemas ligados a la reproducción cotidiana de sus condiciones
de vida, especialmente en consumos de carácter colectivo, cuestionando en mayor o menor medida la presencia o
ausencia del Estado. Se podía decir que estos movimientos nunca llegaron a cuestionar las formas básicas de la
organización social, como lo hizo el movimiento de DDHH.
Los actores de esta escena local son múltiples: autoridades municipales, concejos deliberantes o vecindales,
asociaciones de la sociedad civil, los partidos políticos.
La desesperanza y el quiebre de identidades colectivas: La historia de los sectores populares urbanos en Argentina
estuvo marcada por la inmigración, y con ella, la conformación de la cultura, la cotidianeidad popular, el progreso era
posible sobre la base del esfuerzo personal y del sacrificio familiar en función de educación de los hijos. Sobre esta
matriz el peronismo de la década del 40 vino a consolidar identidades y pertenencias. El reconocimiento social de la
ciudadanía social de los sectores populares, su inclusión como sujetos de derechos, se lograron en gran medida a través
de la ampliación de oportunidades para el bienestar individual-familiar. La identidad peronista significo para los sectores
populares, su incorporación como ciudadanos de dignidad.
La coyuntura actual es de crisis. Habitualmente se habla de crisis de identidad colectiva popular ligada a la crisis que está
atravesando el movimiento peronista. Pero para la cotidianeidad de los sectores populares, se trata de una crisis doble:
la de su identidad política colectiva, pero también la de su proyecto personal-familiar. El temor a la caída, a la movilidad
descendente es poderoso. La imagen de ausencia de oportunidades de progreso son definidas en términos de proyectos
familiares frustrados. Y no se ven ligados al cambio. De ahí la desesperanza y la desilusión.
Movimientos sociales: ausencias y dilemas. No estamos en Argentina actualmente frente a un panorama demasiado
halagador en cuanto a la construcción de una democracia participativa. La sociedad está en movimiento. Responde
defensivamente a las propuestas e iniciativas del Estado, al que siente lejano. En este panorama hay temas y actores que
no están visibles. El más significativo son las mujeres. Si en algún pasado reciente hubo cierta presencia de los
movimientos sociales de mujeres en la escena publica ahora llama la atención su ausencia. Otra es la juvenil, ya no se
ven más las multitudinarias movilizaciones de la campaña electoral, ni tampoco la enorme presencia juvenil en las
marchas por los DDHH, la participación política ha bajado enormemente respecto a los niveles del periodo de transición.
Con respecto a las juventudes políticas, uno de sus fuertes componentes, la juventud radical, se ha ido convirtiendo en
juventud “oficial”, alejándose de sus propuestas iniciales al compás de las redefiniciones políticas del gobierno radical. El
otro componente fuerte es la juventud peronista, que además de luchar por su propia legitimación dentro del partido,
aparece dividida en las distintas vertientes en que se está fraccionando el peronismo. Por último, como tercer lugar el
rock nacional esta pasado también por un periodo de transición y desmovilización: la ausencia de recitales masivos,
cierre de productoras de espectáculos de género, ausencia de liderazgos claros, la falta de debate y respuesta social y
estatal al fenómeno.
Después del Neoliberalismo: Estado y procesos políticos en América Latina – Carlos Vilas (2010)
Las grandes crisis que sacudieron la economía en el siglo XX definieron puntos de inflexión en la estructura económica y
social y en las instituciones políticas de la región. Por más que estaban orientadas a recomponer equilibrios
preexistentes dañados por la crisis, las políticas ejecutadas contribuyeron a la constitución de nuevas relaciones y
estructuras, al auge o declinación de determinados actores y a cambios importantes en la inserción en los escenarios
internacionales.
La crisis de 1982 creó las condiciones políticas para el retorno a un tipo de relación entre el Estado y la economía que se
había abandonado medio siglo atrás para salir del descalabro de la economía internacional de 1930; encuadramientos
teóricos de inspiración genéricamente neoclásica que desde entonces habían tenido gravitación marginal en la política
económica y en las elaboraciones académicas, se ubicaron en el centro de las agendas gubernamentales y de los
organismos multilaterales de financiamiento. La convergencia de enfoques entre tres instituciones domiciliadas en la
ciudad de Washington DC (el FMI, el BM y la Secretaria de Tesoro de EEUU) permitió el Consenso de Washington, el cual
se acento en las siguientes premisas:
La reactivación económica de América Latina y su crecimiento sostenido dependen de un fluido ingreso de
inversiones extranjeras.
Para atraer esas inversiones los gobiernos deben dar la más amplia libertad de los mercados.
A tal efecto los gobiernos deben ejecutar amplias reformas político-institucionales de “libre mercado”
eliminando controles, restricciones, subsidios y regulaciones.
A su vez estas premisas reposan en dos supuestos:
El Estado y la política generan distorsiones e irracionalidades en la vida económica, de ahí la necesidad de
recurrir al mínimo su intervención en ese terreno.
La dinámica inmanente de los mercados genera un efecto de “derrame” de sus beneficios al conjunto de la
sociedad.
El nuevo paquete venia proponiendo e imponiendo la necesidad de una profunda reestructuración de la economía y del
conjunto de las relaciones sociales, con impacto fuerte en la organización institucional.
Las políticas del Consenso de W. propugnaron la liberalización amplia de la economía, asumiendo que ella favorecía una
asignación racional de los recursos y la recomposición de los flujos de inversión externa. Se esperaba como resultado la
recuperación de la competitividad externa y el reinicio del crecimiento en un ambiente de estabilidad macroeconómica.
El Estado debía limitarse a proveer de seguridad jurídica y política a la propiedad privada y a las transiciones entre los
agentes de la economía y a garantizar el efectivo respecto del nuevo marco normativo presidido por la vigencia más
amplia de la oferta y de la demanda.
Todos estos objetivos apuntaban a la concreción de un objetivo sustantivo: permitir la continuidad del esquema de
fuerte endeudamiento externo que había caracterizado a la década anterior a la crisis de 1982 y que la mora en los
pagos por el alza de las tasas de interés ponían en riesgo, ya que la inferencia institucional, el desmanejo fiscal, la pesada
carga de subsidios y preferencias, habían conducido al ahogamiento o la distorsión de los mercados y a una irracional
asignación de los recursos que incremento la vulnerabilidad de las economías, alimento los procesos inflacionarios y
potencio el descalabro, por lo tanto el mercado se encargaría de retomar la senda del crecimiento y recuperar la
estabilidad.
En función de ese diagnóstico el Estado privatizó empresas y otros activos, servicios públicos (atención a la salud,
educación, vivienda, interés social) y desmontó mecanismos de regulación (intervención estatal en las relaciones
laborales). El achicamiento del Estado en sus capacidades de regulación y de gestión se llevó a cabo a través de una
potenciación de sus funciones propiamente políticas:
Creación normativa, movilización y transferencia de los recursos entre clases y grupos sociales.
Redefinición de las relaciones exteriores.
Institucionalización de nuevos esquemas de alianzas y antagonismos sociales y políticos.
Despliegue de las capacidades disciplinarias y de coacción física y simbólica.
Bajo el rotulo de neoliberalismo este diagnóstico, las recomendaciones de políticas derivadas de él y la historia negra
que narró de la versión latinoamericana del Estado desarrollista, se convirtieron en una especie de sentido común de la
política económica, con un grado de imperatividad que llego a afirmar la inexistencia de alternativas.
El pesado endeudamiento y la urgente necesidad de financiamiento de los gobiernos latinoamericanos otorgaron al FMI,
al BM y al gobierno de EEUU un gran poder de negociación. América Latina se encontró aprisionada en un dilema
incomodo: persistir por su cuenta en la búsqueda de alternativas heterodoxas pero sin poder contar con ayuda
financiera, o tomarla en las condiciones que se le ofrecían pero abdicando el diseño o incluso la adaptación de las
políticas confeccionadas y exportadas “llave en mano” de Washington.
¿Qué nos dejó el Consenso de W.?: los resultados alcanzados quedaron lejos de lo prometido. Se verá en tres grandes
cuestiones:
1) Crecimiento económico y estabilidad.
La apertura externa acentuó la inestabilidad. A diferencia de lo que ocurrió en la crisis del 30, en 1982 los gobiernos
latinoamericanos optaron por descartar el default y rechazar las iniciativas de negociar de manera conjunta con el
endeudamiento agregado, mientas que al contrario, sus acreedores públicos y privados optan por la cartelización. Más
claros fueron los resultados en materia de inflación, las tensiones inflacionarias se redujeron, pero la relativa estabilidad
de precios alcanzaba tras las reformas no excluyó algunos fuertes sobresaltos. El deterioro social consecuente con el
achicamiento del mercado de trabajo y la contracción del consumo de los sectores medios y bajos, sumando a la
apertura externa contribuyeron a la caída de las tasas de inflación en los años 90 y principios de la década actual.
2) Empleo.
La promesa más difundida y persistente del Consenso de W. fue la del “derrame”. Hasta la sociedad se afirmó que las
reformas podrían producir algunos efectos socialmente nocivos en el corto plazo (desajustes en el mercado de trabajo,
incremento coyuntural de la pobreza y la desigualdad, desintegración social, etc), no obstante superada esa coyuntura,
la dinámica de los mercados, libre de interferencias estatales, habría de generar una difusión de los resultados positivos
del conjunto de la población y en particular a sus sectores más vulnerables, mejorándose en consecuencia la distribución
del ingreso, reduciéndose los índices de la pobreza e indigencia y fortaleciéndose la integración social.
En la década del 90 el desempleo volvió a crecer, hace 1999 casi la mitad de la fuerza de trabajo latinoamericana estaba
desocupada. A esto debe añadirse un rápido deterioro de la calidad del empleo.
A lo largo de casi toda la década dos de cada tres nuevos puesto de trabajo correspondían al sector informal. El salario
real en el sector formal mantuvo su nivel e incluso mejoro algunos puntos en varios países de la región. Sin embargo, no
alcanzo a compensar el deterioro generalizado de las condiciones laborales en el conjunto del mercado laboral, avalando
la hipótesis de que, al contrario de lo prometido en Consenso de W. una de las variables de ajuste del modelo neoliberal
fue el nivel y la calidad de empleo de la fuerza de trabajo.
3) Integración social.
Tasas altas de desempleo y deterioro del mercado de trabajo contribuyeron a la persistencia de altos niveles de pobreza
y desigualdad social en comparación a los que se registran en el esquema desarrollista.
Pobreza e indigencia crecieron mucho inmediatamente después del inicio del ajuste neoliberal. La población en
condiciones de pobreza paso a representar el 48% de la población total en 1990, al 44% en 2002.
La caída de los niveles de empleo, la fragmentación de los mercados de trabajo, el deterioro de los ingresos reales, la
marginación social, el desmantelamiento de un amplio arco de prestaciones sociales, el deterioro de los sistemas
públicos de atención a la salud y educación no solo impactaron en el crecimiento de la pobreza y la indigencia, sino que
agravaron severamente las desigualdades sociales (brecha entre ricos y pobres, entre integrados y marginados). Además
de desmentir la hipótesis neoliberal del “derrame”, la percepción de la distribución desigual de las ganancias y las
perdidas contribuyo a deslegitimar al sistema político que toleraba según algunos, promovía según otros, este resultado.
La preocupación por la desigualdad social fue ajena al Consenso de W. como lo es para la economía neoclásica.
No hay dudas que las reformas alimentaron el malestar social y estimularon las protestas que se dirigió contra los
gobiernos y los políticos que tan disciplinadamente ejecutaban las recomendaciones de los economistas.
Es decir, ninguno de los tres supuestos básicos del paradigma del Consenso de W. ha funcionado. En vez de derrame, se
incrementó la concentración de ingresos, los activos, los niveles de productividad, y los frutos del progreso científico-
técnico y crecieron la pobreza y la desintegración social.
Ley 23.337 de Ejercicio Profesional del Servicio Social o TS. (1987) y Proyecto de Ley Federal de TS. (2014)
La Ley 23.377 “Ejercicio de la Profesión del Servicio Social o Trabajo Social” sancionada en 1986 identifica al Trabajo
Social como una profesión, matriculada, y aceptada legalmente. El trabajador social con una actividad de asistencia,
educación, orientación, prevención y promoción para involucrarse con los sectores subalternos, y generar un
asesoramiento para el uso de sus recursos y de esa manera mejorar su calidad de vida, autogestión y desarrollo integral
tanto individual como social. Prevenir las problemáticas sociales, o sus efectos, y poder realizar un diagnóstico de estos.
Su desempeño laboral debe ser leal y guardar secreto profesional a la hora de intervenir en la sociedad, protegiéndola.
Esto es controlado por el Consejo de Profesional de Graduados en Servicio Social o Trabajo Social. Debe organizar,
administrar, supervisar y dirigir las instituciones y los servicios del trabajo social, al igual que programas estatales
referidos al bienestar social. También está habilitado para realizar investigaciones socio-cultural, y supervisar a otros
compañeros a la hora de realizar su labor.
En segundo lugar, la Ley Federal de Trabajo Social 27.702 sancionada en 2014 en la cual subraya una diferencia a la hora
de ver la profesión no solo como un garantizador del bienestar social aplicado a los sectores subalternos, si no como un
proveedor de cambio y desarrollo y cohesión social, fortalecimiento y liberación de las personas, es decir, no solamente
presta un servicio social, también genera un cambio en él, y en la problemática a la que aborda. Ya no se lo denomina
“asistente”, es un trabajador que debe garantizar los derechos humanos, y la satisfacción de las necesidades
demandadas socialmente. Está habilitado a asesorar, diseñar, ejecutar políticas públicas, planes, programas, proyectos
gubernamentales o no gubernamentales. Otra diferencia destacable con la ley sancionada en 1986 es que el trabajador
social debe incorporal los aspectos tanto sociales como los económicos, políticos, ambientales, y culturales que puedan
influir, ya que no se disocian entre ellos, están interconectados. A partir de esto le permite al profesional poder
proponer estrategias para intervenir en ellos, generar nuevos descubrimientos, conocimientos teóricos-metodológicos,
investigación.
Como puntos destacables a diferenciar entre ambas leyes, en primer lugar el nombre que se le imprime a la profesión,
primero como “asistente social” “servicio social” “servicio higienista” o “trabajador social” y luego solo este último.
También la forma de intervención en el campo profesional, en la primer ley solo se acotaba a una asistencia a los grupos
subalternos, y garantizarían de sus necesidades básicas, creación de informes, políticas sociales, investigación y
promoción. En cambio, la ley sancionada en el año 2014 contempla esto pero no es su eje central, si no que toma al
trabajador social como un agente capaz de pensar y analizar una totalidad, la sociedad, incluyendo no solo es aspecto
social, y sus problemáticas, sino incluyendo el aspecto político, económico, cultural, en el cual está sumergido el
individuo, y a partir de eso generar proyectos, políticas, y derechos que no se están cumpliendo. Se lo deja de ver como
un “agente de la caridad y la beneficencia” y se lo comienza a denominar como un trabajador social que posee la
capacidad de articular políticas para los derechos vulnerados en las clases dominadas, por las clases dominantes.
Protesta Social en la Argentina de 2001: entre la normalidad y la ruptura. – Scribano y Schuster. (2001)
La protesta social se ha convertido en este último tiempo en una referencia constante de la vida política de Argentina.
Sin embargo uno puede encontrar abundante protesta social a lo largo de todo el periodo democrático que inicia en
1983 y contra lo que a veces suele decirse de modo creciente en los años 90. Varios estudios recientes demuestran que
en este periodo se halló una abundante movilización de recursos colectivos que contrasta con la opinión generalizada en
el tema. Sin embargo, se halló un alto grado de fragmentación y escasa durabilidad en las protestas, lo que parece dar
cuenta de la de apoliticidad, escasa participación y disgregación de las demandas sociales que habitualmente sostienen
muchos estudios.
Durante la década del 90’ pueden observarse importantes transformaciones en la protesta social en Argentina.
Especialmente en lo que se refiere a la mutación de identidades clásicas asociadas a la movilización social como el
sindicalismo y también la aparición de nuevas formas de lucha actores y temas involucrados en esta forma particular de
acción política.
Si se comparan las movilizaciones características de los años previos e inmediatamente posteriores a la democratización
en Argentina con las protestas actuales, es sumamente difícil negar al menos una serie de características novedosas:
Han aumentado y se han diversificado las acciones de protesta en el país.
Se han multiplicado las organizaciones de protesta.
Se han modificado los temas y demandas que sostienen las organizaciones y las acciones de protesta.
Han aparecido nuevos formatos de protesta para soportar dichas acciones.
Si hasta comienzo de los años 90’ los sindicatos eran los gobiernos democráticos la referencia política de la lucha social,
desde esa fecha surgieron en la escena argentina nuevos actores colectivos que desafiaron de modo creciente las
políticas del Estado. Los sindicatos han sido el centro de la protesta social desde principio del Siglo XX.
Quizás una auténtica novedad, realmente diversa del resto de la historia de la protesta social en Argentina, la
constituyan los movimientos de DDHH, con las Madres de Plaza de Mayo a la cabeza en los reclamos contra el genocidio
de la Dictadura del 76’. Estos movimientos han constituido una fuente simbólica para el desarrollo de los movimientos
de protesta posteriores en Argentina. En este último periodo post-dictadura (1983-1989) los sindicatos constituyeron el
eje de la protesta social y la aglutinaron, seguido por los reclamos aun existentes de los movimientos de DDHH.
Los años 90’ continuaron y profundizaron la crisis. Si bien varios sindicatos de trabajadores del Estado manifestaron
fuertemente su oposición al modelo de los tempranos 90’ y fueron sujetos activos de la protesta social durante la
primera mitad de esa década no pudieron poner en jaque a la política privatizadora y fueron vistos por amplios sectores
de la opinión pública como protagonistas melancólicos de una Argentina del pasado. Sin embargo no hizo falta mucho
tiempo para que la crisis mostrara sus nuevos rostros: La altísima concentración de la riqueza y la desocupación.
Millones de argentinos sufrieron la precarización laboral y el empobrecimiento sistemático, también la perdida de la
contención sindical que la situación laboral regular supone.
Bajo el modelo de los piquetes de huelga, muchos desocupados y estatales de diversas regiones de la argentina
impedían el paso de vehículos en la ruta. Ya no llevaban el nombre de ninguna rama industrial o de servicios, eran las
huellas trágicas de una Argentina inédita: Con altísima desocupación y desigualdad social. Se llamaron piqueteros y
fogoneros y constituirían una expresión central en la protesta social en la Argentina de la segunda mitad de los 90’.
A nadie se le escapa que desde fines de 1999 hasta la fecha se han constatado varios fenómenos convergentes en la
relación con la protesta social en nuestro país. Entre los más sobresalientes se pueden mencionar:
Existe un aumento progresivo y constante de número de protestas sociales.
Los actores que participaban en los cortes de ruta han construido una organización nacional de piqueteros.
Se visualizan algunas convergencias tácticas de diversos grupos en movilizaciones y demandas comunes.
Se puede observar una línea de parcial convergencia discursiva entre los que protestaban en Argentina, la acción
colectiva global y sectores de la opinión pública respecto de la mundialización, el globalismo neoliberal como
ideología planetarizada y el rol de los organismos internacionales de créditos.
Al respecto, sin embargo, es interesante resaltar que la protesta no supone un sujeto único y homogéneo. Más bien lo
usual es que haya diversos movimientos de protesta alentados, cada uno de ellos, por el desarrollo de los demás. De allí
a que esos movimientos se articulen, se pongan de acuerdo, diseñen estrategias de acción conjunta hay un paso, y no
pequeño. Lo fundamental que señalan las protestas sociales es que cada vez más individuos y grupos sociales se
percatan de que la emancipación es una meta y que puede alcanzarse si se lucha por “ausentar ausencias”, esto es, por
refundar los espacios políticos hoy rotos en una nueva construcción de subjetividad. Esta construcción es posible, en la
medida que los espacios de la protesta fortalezcan las redes de acción y produzcan en su interior la demanda de una
nueva representatividad política.
La protesta social es un modo de ruptura de orden social regular, pero al mismo tiempo puede convertirse en un modo
cuasi normal de las prácticas políticas en los márgenes del sistema político. En esa cornisa entre la normalidad y la
ruptura camina hoy la protesta social.
Argentina: políticas de transferencia de ingresos hacia el Bicentenario. – Dena Ringold y Rafael Rofman. (2008)
Protección social: conjunto de políticas que ayudan a los individuos y hogares a administrar los riesgos sociales, hacer
frente al impacto que dichos riesgos generan y superar situaciones de pobreza estructural. Entre sus objetivos se
destacan: la generación de oportunidades de empleo y la reducción de la volatilidad del consumo. Los riesgos cubiertos
incluyen pérdida de empleo, problemas de salud, nacimiento, vejez, sequias e inundaciones entre otros.
La respuesta a la situación de emergencia social resultante de la crisis de 2001 en la medida que permitió que el país
superara su peor momento. El Programa Jefes y Jefas de Hogares Desocupados (PJJHD) Promociono asistencia a casi 2
millones de hogares en un periodo en el cual la pobreza afecto a más de la mitad de la población y el desempleo alcanzó
niveles record. La cantidad de beneficiarios del programa fue disminuyendo paulatinamente a partir de 2003, hasta
alcanzar un tercio de su valor máximo a principio de 2008. Esta reducción respondió a diversos motivos: Algunos casos
se produjo la reinserción de los beneficiarios en el mercado de trabajo, otros, los participantes del programa dejaron de
cumplir con las condiciones necesarias para recibir el beneficio. La mejora de las condiciones económicas generales en
2003 trajo como resultado el descenso del desempleo, la pobreza y la desigualdad. Estos programas deben atender las
demandas concretas de la población vulnerable y ofrecer oportunidades e incentivos adecuados que promuevan y
faciliten la generación de ingresos suficientes en el mercado laboral por parte de los beneficiarios. Los programas no
contributivos de asistencia social constituyeron la principal fuente de protección social durante la segunda mitad del
Siglo XX. El PJJHD sumada al conjunto de programas de protección social existentes constituye un punto de partida
importante para la elaboración de una estrategia futura de protección social. Fue la respuesta de emergencia del
gobierno ante la crisis. Otorga un beneficio a hogares con niños cuyo jefx está desocupado. Consiste en una combinación
de esquemas de empleo y transferencia monetarios condicionados por la cual se exige a los beneficiarios que trabajen y
aseguren que sus hijos vayan al colegio y cumplan con los controles médicos establecidos. Logro alcanzar a la población
pobre y mitigar el impacto de la crisis económica y social, contribuyo para mejorar la distribución del ingreso durante
mayo de 2002 hasta mayo de 2003.
En el periodo más reciente el gobierno lanzo dos nuevos programas destinados a reemplazar al PJJHD. El Plan Familia
busca ofrecer un ingreso básico a hogares con 2 o más hijos. El Seguro de Capacitación y Empleo brinda un beneficio no
contributivo por desempleo y está acompañado de servicios de capacitación y empleo.
La vinculación entre los planes sociales y el mercado laboral surge como un tema central. Si bien se debate en que
medida los planes sociales deberían estar vinculados al mercado laboral, hay señales claras en el sentido de que el
empleo debería un objetivo central de las PPSS, y hay consenso respecto de para que diseñar tales políticas deberían
considerarse las oportunidades y los incentivos del mercado laboral.
Una estrategia de protección social integrada tiene que contemplar necesariamente 3 objetivos: El alivio de la pobreza,
la generación de oportunidades genuinas de obtener ingresos y la reducción de la volatilidad en el consumo.
El Seguro de Capacitación y Empleo no solo consiste en una transferencia de ingresos, sino que implica un conjunto de
servicios de empleo que deben establecerse a nivel local en todo el país.