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Módulo 1

Las TIC en un mundo globalizado

Clase 1
Globalización y TIC

Para empezar…¿cómo pensar la educación en contexto?

En esta primera clase va-


mos a hacer una aproxima-
ción inicial al contexto actual
con el fin de avanzar luego
con el modo que las TIC
atraviesan e impactan en la
educación a nivel
macrosocial y particularmen-
te, en el acto de educar en el
encuadre micro-político-
educativo y del aula.

Un punto de partida para pensar la educación en la actualidad es la idea o


relación entre «Escuela y Contexto», en estos tiempos, lo que se llama una
educación situada.

Tiempos atravesados por la incertidumbre, de lo que fueron las certezas del


mundo tradicional y su impacto en el conocimiento.

Un pasado que se caracterizó por sostener ideas y conocimientos estáticos y


certeros, cuando hoy los contextos científicos atravesados por la tecnología
hacen que tengamos que entrar en un dinamismo y una inmediatez de saberes
que van cambiando permanentemente.

Un aspecto que no queda ajeno a la educación ya que, cuando enseñamos es


preciso tomar conciencia que esos saberes -hoy- se tornan transitorios y por
ende supone que propiciemos el desarrollo de capacidades que permitan cons-
truir habilidades para la búsqueda y actualización permanente en el acto de
conocer.

Cuestión que se torna por demás importante para los y las docentes si se trata
de la formación de ciudadanos y ciudadanas y de cómo ello impacta en el lugar
que la escuela tiene en este siglo XXI.

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Y entonces cabe preguntarnos: ¿Época de cambios o cambio de época?

Le proponemos la lectura del siguiente artículo con la finalidad de analizar las


implicancias sociales de este aparente juego de palabras.

Realicen algunas anotaciones en borrador para retomarlas luego en las activida-


des de clase.

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Como se hacía mención antes, esta pregunta sobre las «época de cambio o
cambio de época» es más que un juego de palabras.

Está claro que la escuela, en tanto institución, es el espacio que comprende la


formación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes pretendiendo encontrar per-
manentemente el sentido y la función que la sociedad, contractualmente, inter-
pela.

No hay dudas que la enseñanza, en la actualidad requiere producir condiciones


para que la formación de las infancias y las juventudes resulte exitosa y de
calidad en términos de inclusión educativa, cultural y social.

Los actores educativos tenemos aquí una función esencial en la mejora de los
aprendizajes, en la formación de docentes y en la organización de una dinámica
escolar que favorezca el trabajo cooperativo, colaborativo y crítico para instalar-
se como modelo de la práctica social.

En el texto «Mejorar la escuela» de S. Gvirtz1, hace alusión al devenir histórico


dice:

«Desde 1880, la formación básica en la Argentina se conformó como


una prioridad del Estado, generando dos efecto que hablan de la
importancia de estas políticas. El primero de ellos, la masividad de la
matrícula. (…) La segunda, la cultura escolar, con un poderoso sesgo
identificatorio y de uniformización de la población en términos de algu-
nos saberes, colocando a la escuela primaria como agente central en
el proceso de conformación de una identidad nacional. Esta uniformi-
dad llevó a las instituciones escolares a un significativo nivel de
homogeneización regional y cultural.»

Asimismo, el texto, «Hacer Escuela»2 dice en su introducción:

«Del término «escuela» proviene el verbo «escolarizar», un verbo que


pretende dar cuenta de la acción que la escuela ejerce sobre cada
uno de los sujetos que concurren a ella. De este modo, decimos que
existen procesos de escolarización, que hay sujetos que no están
escolarizados, etc. El verbo «escolarizar» es más amplio que « alfa-
betizar», ligado básicamente a la adquisición de los procesos de
lectoescritura y cálculo; por el contrario, la escuela tiene objetivos que
superan ampliamente que la gente aprenda a leer, escribir, sumar o
restar. La acción de la escuela incluye, además de la alfabetización,
el acceso a la cultura, la transmisión de una historia común, de nor-
mas y códigos de convivencia, el aprendizaje con pares, distintas

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relaciones con el cuerpo, el conocimiento y respeto de los símbolos


patrios, la certificación para el acceso a un trabajo, el contacto con
algunas artes y muchas otras cosas. Si volvemos a nuestra propia
experiencia escolar podemos encontrar en ella que las marcas que la
escuela nos dejó tienen que ver tanto con el acceso a bienes cultura-
les como con marcas en el cuerpo: el modo de sentarse, de agarrar el
lápiz, de formar fila. Pero también incluyen señales acerca de lo que
está bien y lo que está mal, acerca de lo que se puede y se debe, con
prohibiciones, sanciones y amonestaciones. En este sentido, el verbo
«escolarizar» puede subsumirse al verbo «educar», aunque no se
correspondan literalmente: si bien la escuela educa, lo hace de un
modo particular. Existieron, y existen, modos de educación no escola-
res. Con muchos otros verbos se ha descrito la acción de la escuela.
Algunos de ellos, en clave de denuncia, remiten a que la escuela
ejerce una acción que va en contra de la libertad de los sujetos, que
«encorseta» las posibilidades y «cuadricula» lo que podemos ser. Es
desde allí que se plantea que la escuela «disciplina», «civiliza»,
«aculturaliza», «reprime», «homogeneiza», «encasilla», «domesti-
ca», «forma un ejército de trabajo», «ordena».» (…)

«El pasaje por la escuela es algo que tenemos en común con casi
todos los habitantes de este país. Con ellos compartimos una expe-
riencia en el reconocimiento de elementos familiares, y compartimos
la escuela como un sentimiento, una época de la vida, algo de nuestro
pasado que está presente en lo que somos.

Una constelación de elementos rodea la escuela. Los propios de su


interior: el pizarrón, las tizas, los pupitres, el patio, la campana, los
libros de lectura, las carátulas, los actos, la canción «Aurora», los
exámenes de fin de año. Los maestros y los directores, los «inspec-
tores» y supervisores, las porteras, los «profes» de Educación Física
y de Música. Unos contenidos que enseñar, un reglamento que res-
petar, unas sanciones que aplicar. Un tiempo, una parte importante
del día de chicos y jóvenes, que se pasa dentro de la escuela. Por otro
lado, todo aquello que «la rodea»: las expectativas paternas, el futuro
a construir, las ganas de estudiar alguna carrera, las preguntas acerca
de para qué sirve lo que se aprende en la escuela. Los compañeros,
los amigos, el antes y después de la escuela en los quioscos o en la
esquina. La sociedad, los gremios, la clase política, y todos aquellos
que debaten sobre su forma o contenido.

Estos elementos, las experiencias que nos recuerdan, los sentimien-


tos que albergamos de esa época de nuestra vida son, en algunos

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casos, los mismos para tucumanos, porteños o fueguinos. En otros


casos hay preguntas que son parte de cada lugar, de cada geografía,
de los modos en que el campo y la ciudad, el interior y la Capital, el
Norte y el Sur las reconfiguran y les dan sello propio. También lo
hacen los sectores sociales que a ellas concurren: hay escuelas atra-
vesadas por la pobreza, que ofrecen otras respuestas además de un
lugar para aprender, y escuelas que han incorporado horizontes que
exceden los límites de nuestro territorio, y proponen «bachilleratos
internacionales» o prometen una llave de éxito en los estudios poste-
riores. A su vez, las escuelas son interpeladas por un sinnúmero de
acontecimientos exteriores a ellas: los desarrollos de la tecnología y
las comunicaciones, las dificultades para conseguir trabajo, las pre-
guntas sobre la eficiencia de sus saberes, la violencia social cotidia-
na, la desorientación y las dificultades para pensar a largo plazo que
nuestra sociedad en su conjunto viene experimentando en la última
década. El presente de las escuelas se ha vuelto complejo. ¿Cuál es
la función de estas viejas instituciones, en una sociedad atravesada
por el cambio? ¿De qué tienen que ocuparse? ¿Les toca jugar algún
papel en la apuesta por una sociedad más justa e igualitaria? ¿Po-
seen alguna función que exceda la de enseñar y transmitir? ¿Son las
responsables de la educación de un país? En este fascículo nos pro-
ponemos detenernos en las escuelas, en lo que fueron, en lo que son
y en lo que pueden ser. Intentaremos pensar la escuela: la propia, la
presente, con sus dificultades y desafíos, la de nuestros hijos o nietos,
la del futuro.»

¿GLOBALIZADOS O ENGLOBADOS?

Protagonizamos tiempos de innovación y actualización

Cada vez que algo se actualiza, no es posible sentarnos a disfrutar del relax de
la tarea cumplida. De inmediato, llega la noticia de que está obsoleto, viejo,
inservible, o que fue reemplazado por algo más novedoso. Tiempos paradójicos
en los que detenernos es retroceder (avanzar será, entonces... ¿quedarnos en
el mismo lugar?); pero, en los que también se hace necesario mirar las cosas con
un poco más de calma, para profundizar en los temas algo más allá de los títulos.
Realidad compleja la actual, donde lo más moderno parece ser la
posmodernidad, que estaría en oposición a lo moderno, con lo cual dejaría de
serlo. ¿Será antigua la posmodernidad o habrá que hacer un ajuste conceptual
de los términos y sus acepciones?

Conviene tener presente que el siglo XIX estuvo lejos de ser homogéneo, se
distinguen al menos dos claros momentos históricos y culturales. Como nos

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explica Renato Ortiz: «En rigor, tal vez fuese esclarecedor distinguir entre dos
siglos XIX, dos modernidades. El primero es fruto de la Revolución Industrial:
advenimiento del vapor y del ferrocarril, mecanización de las fábricas, crecimien-
to de la industria, creación de grandes empresas industriales y comerciales,
desarrollo de la clase patronal y del proletariado, migración rural, crecimiento de
las ciudades». Y más adelante, agrega: «El segundo siglo XIX se distancia de la
Revolución Industrial para apoyarse en otro sistema técnico: telégrafo sin hilo,
electricidad, automóvil, industria química, cinematógrafo, etc.»

(Cuadra, A. – Walter Benjamin, Ópticas de la modernidad – Escuela Latinoame-


ricana de Es-tudios de Postgrado y Políticas Publicas, Santiago de Chile, 2009,
pág. 20)

¿Qué es la modernidad? La Modernidad es un período histórico que aparece,


especialmente, en el norte de Europa, al final del siglo XVII y se cristaliza al final
del siglo XVIII. Conlleva todas las connotaciones de la era de la Ilustración, que
está caracterizada por instituciones como el Estado-Nación, y los aparatos admi-
nistrativos modernos. Tiene, por lo menos, dos rasgos fundamentales que todos
los teóricos enfatizan. El primero es la autoreflexidad. Giddens y Habermas3
quieren decir con esto que la Modernidad es ese primer momento en la historia
donde el conocimiento teórico, el conocimiento experto se retroalimenta sobre la
sociedad para transformar tanto a la sociedad como al conocimiento. Eso, con la
era de la información ha llegado a un nivel supersofisticado. Las sociedades
modernas, distinguiéndolas de las tradicionales, son aquellas sociedades que
fueron constituidas y construidas, esencialmente, a partir de conocimiento teóri-
co o conocimiento experto.

EL PROCESO DE LA GLOBALIZACIÓN

Para definir a la sociedad actual, la palabra globalización resulta una clave


importante.

En principio, parecería que todos nuestros males provienen de la globalización


y que todos nuestros posibles bienes también vendrían desde ella.

En segunda instancia, suele pensarse en una relación directa entre nuevos


medios para la comunicación y globalización, o entre globalización y trasnacio-
nalización de empresas... Pero con menos frecuencia se plantean vínculos entre
globalización y conocimiento.

GLOBALIZACIÓN

Este anglicismo –en lengua castellana resulta más adecuado el térmi-

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no «mundialización»– tiende a resaltar la perspectiva económica del


proceso. De hecho, el Fondo Monetario Internacional –FMI– define
globalización como «la interdependencia económica creciente en el
conjunto de los países del mundo, provocada por el aumento del
volumen y de la variedad de las transacciones transfronterizas de
bienes y servicios, así como de los flujos internacionales de capitales,
al mismo tiempo que por la difusión acelerada y generalizada de la
tecnología». Esta visión es discutida por numerosos sociólogos y filó-
sofos que consideran que la globalización es un proceso de domina-
ción y apropiación del mundo en términos político-militares, financie-
ro-tecnológicos y socioculturales. (Gandarilla Salgado, H. Universidad
Nacional Autónoma de México –UNAM–)

A partir de allí, es nuestra intención que


reconsideren el concepto que ustedes
tienen de la globalización y sobre todo,
que vayan definiendo de qué forma este
proceso incide en la educación como sis-
tema y cuáles son sus manifestaciones
más importantes.

La finalidad de esta tarea es que logren


encuadrar a la globalización como un
proceso de desarrollo social, que estamos transitando, más que como un fenó-
meno de reciente aparición, vinculado sobre todo a las tecnologías digitales y a
sus diferentes manifestaciones y que puedan cuestionar en concreto, el modelo
de pensamiento único con sus secuelas de fin de la historia y de las ideologías,
tal como lo plantean algunos pensadores de la posmodernidad.

OTRAS VOCES

Peter Marcuse4 (2001) plantea la siguiente idea:

La globalización merece una atención especial. Para empezar, la palabra


«globalización» es, en sí, un término vacío de concepto y precisión en su uso
cotidiano; es un simple catálogo de todo lo que pueda sonar a novedad, digamos
desde 1970: ya sea, los avances en la tecnología de la información, el uso
generalizado del transporte, la especulación financiera, el creciente flujo interna-
cional del capital, la disneyficación de la cultura, el comercio masivo, el calenta-
miento global, la ingeniería genética, el poder de las empresas multinacionales,
la nueva división y movilidad internacional del trabajo, la merma del poder de los
estados nación o el postmodernismo o posfordismo.

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El tema va más allá del mero uso indebido de las palabras: intelectualmente, la
ambigüedad en la utilización del término empaña cualquier intento de distinguir
la causa del efecto, a la hora de analizar lo que se está haciendo, el porqué se
está haciendo, quién lo está haciendo, a quién se lo está haciendo, y sus con-
secuencias Se estima que el primero en utilizar el término globalización fue el
profesor Theodore Levitt, de la escuela de negocios de la Universidad de
Harvard, en 1983 (Levitt, 1983; Zeiler, s.f.). Desde entonces, dicho concepto se
ha convertido en referente obligado en todas las áreas del conocimiento y obje-
to, a su vez, de múltiples definiciones, dependiendo del interés concreto de cada
investigador. En realidad, el fenómeno de la globalización ha permeado práctica-
mente todos los aspectos de la actividad humana, tales como la economía, la
política, la cultura, la ecología, entre otros; de ahí que se trate de un proceso
multidimensional, el cual se aceleró a partir de la segunda mitad del siglo XX
gracias al impresionante avance de las fuerzas productivas, jalonadas por las
nuevas tecnologías y su impacto en las comunicaciones, la información, el trans-
porte, la industria, el sector agropecuario, los servicios, la educación, entre otros.

Globalización significa, ante todo, una mayor integración de los mercados, de las
regiones, de las culturas, un mayor flujo de mercancías y capitales alrededor del
mundo, el acortamiento de las distancias geográficas y la velocidad con que
fluye la información entre los países y entre las empresas, lo cual permite agilizar
los negocios (Friedman, 2006; OIT, 2004). A lo anterior contribuye la creciente
desregulación de los mercados, así como la mayor apertura de las fronteras.
Imaginémonos una compleja red mundial en la cual se entrelazan las economías
y las culturas nacionales a través de múltiples relaciones que dan la impresión de
un todo homogéneo, de una nueva totalidad. Sin embargo, la globalización no es
una simple suma de economías, regiones, países y culturas, sino el entramado
contradictorio de relaciones e interacciones, en el cual operan fuerzas
integradoras y desintegradoras. Es la unidad de fuerzas centrífugas y centrípe-
tas, que en su accionar profundizan los nexos de interdependencia entre las
economías y los países, sin que desaparezcan las desigualdades a escala global
ni las particularidades de cada nación.

Romero A., Colina M (2012), «La globalización posible: límites y alternativas»,


Cuadernos de Economía, Vol. 51, N° 38, Bogotá, disponible en http://
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Estos materiales de lectura están disponibles fácilmente para usted en Internet.


En cada una de nuestras unidades de trabajo apelaremos a este tipo de publi-
caciones que van a resultarle de acceso simple y, simultáneamente, van a per-
mitirle acercarse a la Web como centro de información e integrarla a su propio
proceso de capacitación.

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La educación en un mundo globalizado.

Posmodernidad... ¿Posteducación?

Le propongo mirar este video de Darío Sztajnszrajber, disponible en https://


www.youtube.com/watch?v=5LGyUUUT5No , que hace referencia a las nuevas
tecnologías en función de repensar nuestras prácticas docentes para poder
reinventarlas, a partir de interperlar nuestra relación con el «otro/otra» en su
categoría de estudiante.

Como resultado del trabajo con la unidad «El proceso de la globalización»,


deberían ustedes contar, entonces, con una primera visión respecto de la
globalización, y su influencia sobre el modo en que las personas formamos
nuestro punto de vista acerca de la realidad y de la manera en que estas confi-
guraciones se reflejan en la escuela. Esto hace que a pesar de formar parte de
un sistema, la tarea que se lleva adelante en las instituciones educativas se
desarrolla de una manera particular y, podríamos decir, casi única.

Y... ¿AHORA?

De entre todos los sistemas que configuran la llamada sociedad posmoderna,


circunscribiremos el análisis en aquellos que permiten delinear sus componentes
educativos.

Intentaremos, entonces, respondernos a la pregunta:

¿A qué demandas sociales debe responder hoy la educación?

Avanzaremos en el análisis sobre las condiciones actuales que el siglo XXI


demanda a la educación y por ende a la necesidad de considerar nuevos esce-
narios en las tramas escolares.

Las Tecnologías digitales y su


impacto en el contexto social

«Las tecnologías de la informa-


ción y la comunicación han ido
cambiando progresivamente la
forma de comunicar, de
interactuar, de producir, de hacer
ciencia y de producir conoci-
miento. En este contexto social
se espera que los hombres y

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mujeres sean capaces de desempeñarse en los diferentes aspectos de la vida


personal y profesional acorde a esos cambios. Por ello, debemos pensar en la
educación de los niños, las niñas, los y las adolescentes y jóvenes de hoy.

¿La escuela, prepara a los y las estudiantes para desenvolverse en el siglo XXI?

El nuevo paradigma de la educación pone énfasis en privilegiar el aprendizaje de


cómo aprender permanentemente y por cuenta propia en cualquier lugar, en
cualquier tiempo. La sociedad de hoy exige de un hombre capaz de adaptarse
a los cambios, porque lo que otorga valor y progreso a una sociedad no es la
centralidad del conocimiento y la información, sino la aplicación de ese conoci-
miento e información para generar nuevos conocimientos. Es función de la es-
cuela brindar una educación congruente a las demandas de esta sociedad y
para ello, será necesario contar con docentes innovadores, con habilidades y
competencias acordes al siglo XXI.

Para que los y las estudiantes logren estas habilidades, conocimientos y compe-
tencias, será necesario contar con docentes capacitados, que posean las com-
petencias y conocimientos necesarios para guiar los procesos de enseñanza y
de aprendizaje. La UNESCO en su documento «Aprovechar las TIC para alcan-
zar las metas de Educación 2030» propone como proyecto:

a. Coordinar debates en todo el mundo y propiciar el intercambio de


conocimientos entre los responsables de la formulación de políticas
acerca de la manera en que sería posible aprovechar en gran escala
las TIC

b. Ayudar a los Estados Miembros a elaborar políticas, planes generales


y estrategias nacionales relativas al uso de las TIC en la educación;

c. Concertar iniciativas conjuntas y apoyar proyectos nacionales


emblemáticos sobre el aprovechamiento de las TIC

d. Fortalecer el aumento de capacidad de los docentes para el uso de las


TIC en la educación y empoderar a niñas y mujeres mediante activida-
des conjuntas con otros proyectos de fideicomiso de la UNESCO;

e. Documentar y difundir las prácticas idóneas para utilizar las TIC en la


educación, con especial atención a las innovaciones en el ámbito
digital.

Puede consultar el documento en: https://es.unesco.org/themes/tic-


educacion/weidong

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América Latina en el contexto de la modernidad tardía5

«Vivimos en América Latina un tiempo post-neoliberal que es deno-


minado por algunos autores como «modernidad tardía». Un tiempo en
que «se están descomponiendo los parámetros que estructuraron la
experiencia moderna del mundo pero en el que aún no afloran los
principios alternativos que organicen otra experiencia» (Lewkowicz,
2004: 46). Tiempo similar al que Antonio Gramsci llamó «crisis orgáni-
ca», donde lo viejo muere, pero lo nuevo no termina de nacer. Un
contexto que se caracteriza, al menos, por tres tipos de procesos:

1. El de crisis y deslegitimación de las instituciones modernas (entre


ellas, las instituciones formadoras de sujetos y las de representación
política);

2. El de inadecuación entre los imaginarios de ascenso y movilidad


social y las condiciones materiales de vida, en gran medida producida
por las sucesivas y diversas reformas políticas neoliberales; lo que
produce múltiples pobrezas y escenas de exclusión y de expulsión
social;

3. El de explosión de diversos modos de enlazarse y actuar particula-


res más allá de las estipulaciones de los «contratos sociales»
globales (modos que irrumpen descontroladamente en las situaciones
y procesos sociales vinculados con comunicación/educación).

Este tiempo de complejidad y conflictividad es el que atraviesa y sirve


de primera referencia interpretativa a la totalidad de espacios y de
estrategias de comunicación/educación. Necesitamos considerar al
menos tres tipos de espacios: los institucionales educativos, los
mediático-tecnológicos y los socio-comunitarios (aunque se trata, evi-
dentemente, de una distinción tentativa y provisoria). Los territorios
hoy son confusos, opacos y desordenados, no tan transparentes
como en otras épocas acaso lo fueron. Esta misma situación, en los
tiempos de alteración de los principios del trazado del mapa cultural y
político, nos lleva a situarnos en una topografía tentativa, marcada por
tres situaciones más o menos evidentes:

1. La complejidad que adquiere hoy la comunicación educativa, te-


niendo en cuenta el papel que juegan los medios y tecnologías como
equipamientos culturales (muchas veces configurados por el merca-
do) en la transformación de disposiciones subjetivas y perceptivas
(nuevas formas de leer y escribir, nuevas infancias y juventudes,

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transformaciones en la socialidad y la sensibilidad, en las formas de la


atención y la memoria, etc.).

2. La explosión de la comunicación en los espacios educativos, que


en particular tiene relación con la emergencia de múltiples discursos
interpeladores en ella, como lo son el discurso mediático, en de la
calle, el comunal, el del mercado, el escolar, etc.; cada uno de ellos
constituyéndose en polo de identificación y de formación subjetiva.

3. La restricción de las articulaciones entre comunicación y educación


a sólo la utilización de medios y tecnologías en las escuelas, sin
atender suficientemente a la multiplicidad de formas que adquiere hoy
la relación entre interpelaciones y reconocimientos subjetivos.

Sin embargo, a veces sin atender a estos contextos, en el campo de


las estrategias de comunicación en educación se renuevan algunas
ilusiones históricas en América Latina. Algunos sostienen que las tec-
nologías digitales estarían viniendo a renovar el paisaje escolar y a
desarreglar los viejos procesos de escolarización; con lo que su incor-
poración en el sistema escolar podría revitalizarlo, superando la crisis
de hegemonía de la escuela en la formación de sujetos.

En el siguiente video, disponible en https://www.youtube.com/


watch?v=3TdET5TwAIYJorge Huergo6 explicita la importancia de in-
troducir en las aulas de las instituciones de formación docente conte-
nidos vinculados a las nuevas formas de comunicación, que interpe-
lan las prácticas educativas.

LOS PROCESOS EDUCATIVOS Y LOS MEDIOS DIGITALES7

La escuela como institución, se mantiene inamovible y la mayor parte de los


procesos de enseñanza y de aprendizaje que allí se llevan a cabo se mantienen
distantes de la tecnología
(Buckingham, 2007, pág. 12).
Abundan las promesas que los
gurús de la educación, las
ciencias y la tecnología hacen
sobre el potencial que las
computadoras tienen para re-
volucionar la educación y se
han atrevido incluso a predecir
la pronta desaparición de la

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Las TIC en un mundo globalizado

escuela (Papert, 1984, pág. 39) (Illich, 1985), así como la implementación de una
educación individual, personalizada y como acto privado (Papert, 1980, pág. 37),
todo ello motivado por la tecnología. Sin importar las condiciones dadas y las
predicciones optimistas, los sistemas educativos ven con cierta impotencia la
forma como las tecnologías digitales llenan los espacios vitales de los jóvenes,
sin que puedan ellos incorporar de manera similar estas herramientas en sus
procesos. La Internet, la telefonía celular, los videojuegos, los reproductores de
audio y la televisión interactiva, son medios que acompañan la vida diaria y
colman los espacios de ocio y entretenimiento de niños y adolescentes. Pero sus
aportes desde los procesos formales de enseñanza y aprendizaje son escasos
y subsidiarios. Los medios digitales han logrado penetrar la vida cultural de los
jóvenes de casi todos los segmentos de la sociedad y con su agenciar se ha
desatado un cúmulo de transformación en la idiosincrasia que los caracteriza.
Las instituciones educativas, distantes a los procesos culturales, han abordado
la tecnología con un enfoque instrumentalista que desconoce los alcances
profusamente transformadores que manan de su incidencia. Al respecto dice
Jesús Martin-Barbero (2006, pág. 14. «Ubicada en el exterior del modelo peda-
gógico y comunicativo, la tecnología sólo puede contribuir a modernizar el deco-
rado de la enseñanza pero no a la transformación radical de las estructuras o las
metodologías ni las prácticas de aprendizaje. Y ello aún más en sociedades
como las nuestras, en las que la mentalidad escolar sigue ubicando la tecnología
no sólo fuera del aula sino por fuera de la cultura… Tanto la tecnología como la
ciencia parecieran pertenecer escolarmente al humanistamente desmontado
ámbito de la «razón instrumental» y para nada al de la inteligencia comprensiva
ni la expresiva. Y así nos va: Latinoamérica cuenta con un buen número de
premios Nobel en literatura, pero ¿cuántos en ciencias?»

Ese enfoque instrumentalista que lleva a que el sistema educativo vea en la


revolución digital un conjunto de elementos técnicos y no una tecnología nueva
que afecta la comunicación y por lo tanto altera los procesos sociales y cultura-
les, ha suscitado usos inapropiados de estos medios o peor aún, su carencia.
Los modelos tecnológicos son fundamentales en el desarrollo de la historia y han
orientado y definido los modelos socioeconómicos, políticos e ideológicos a
través de los siglos y a lo ancho del planeta. Así mismo, pensar en una supuesta
neutralidad de la tecnología sería ignorar que estos elementos son determinados
de maneras particulares por los intereses y la motivaciones de quienes los pro-
ducen y los usan (Buckingham, 2007, pág. 13). Un nativo digital, por su relación
con los medios tecnológicos y la incorporación cultural que ha tenido de ellos, los
identifica en una relación natural con su entorno y los acepta con familiaridad, en
algo que se podría denominar una inculturación digital, es decir, que ha incorpo-
rado y asimilado a su forma de vida elementos culturales ajenos a la tradición de
su sociedad pero que por su permanente cercanía le resultan propios. Los
migrantes digitales, por el contrario, han pasado por un proceso de

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transculturación. Habiendo sido sacados de su modelo de pensamiento análogo


y forzados a entrar por necesidad, en una simbiosis compleja y desestructurada
de conceptos, muchas veces contrapuestos, les resulta difícil aceptar lo que
implica pensar digitalmente, cuando han sido formados en un mundo analógico.

Los modelos educativos son propagadores del modelo social. En una comunidad
los enfoques predominantes en la política, economía, cultura, religión, ética y
filosofía se convierten en patrón de formación de sus nuevas generaciones. La
articulación del modelo tecnológico con el modelo educativo pasa por su
entrelazamiento con el modelo comunicativo y cultural de cada sociedad, y de-
ben, por razones obvias, compartir objetivos y finalidades. A esta intrincada
trama de elementos le cruza de manera transversal una urdimbre de
globalización, internacionalización y estandarización que proyecta
homogeneizarla e hibridarla. Antes que nada, es posible vislumbrar que el papel
que para la tecnología se puede proyectar en la educación configura un panora-
ma infinito de posibilidades. Entusiastamente se puede esperar un actuar mucho
más protagónico por parte de los estudiantes que poco a poco toman posesión
sobre los medios de producción propios del esquema educativo. Se espera
también que la escuela interactué a otro nivel con los procesos culturales que
viven los jóvenes y sus comunidades, particularmente aquellas que involucran
los medios digitales. No obstante, abundan y seguirán abundando por algún
tiempo, los usos equivocados de la tecnología en la educación (Buckingham,
2007, pág. 14). Una primera apuesta debe ser por el entendimiento y la reflexión
en profundidad de lo que subyace en lo tecnológico, comprender que lo que se
debe hacer es enseñar sobre tecnología y no limitarse a enseñar con tecnología
o a través de ella (Ibid). Declarar la guerra a la tecnofobia sin permitirse caer en
el absurdo contrario de la tecnófilia y su aplicación porque si. La transformación
que los sistemas y elementos digitales están imponiendo en el mundo no son
modas pasajeras. La tecnología digital está cambiando el modelo de comunica-
ción y este a su vez reconfigura los procesos culturales y educativos. Esto
impone unas nuevas lógicas de pensamiento, las maneras de analizar, reflexio-
nar, concluir, sentir y expresar se transforman en nuevos esquemas
epistemológicos que no son compatibles con los métodos tradicionales de edu-
cación.

IMPORTANTE: Los sitios web no siempre se mantienen estables a lo largo del


tiempo. Si entre el momento en el que estamos indicándole esta localización y el
momento en el que usted se encuentre cursando Las TIC en un mundo
globalizado se hubieran registrado diferencias, su tutor se las hará saber.

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Las TIC en un mundo globalizado

Notas
1
GVIRTZ, S. (2015) MEJORAR LA ESCUELA. EDITORIAL GRANICA. MONTEVI-
DEO, URUGUAY

2
MINISTERIO DE EDUCACIÓN DE LA NACIÓN. ARTÍCULO HACER ESCUELA.
COORDINACIÓN AUTORAL: DRA. MYRIAM SOUTHWELL (UNLP/CONICET/
FLACSO). Disponible en http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/
EL002212.pdf

3
Ciardiello y Micaela (2014). Ideología, crítica y modernidad tardía en Habermas
y Giddens. Un intrincado vínculo reflejado en y habilitado por el discurso. VIII
Jornadas de Sociología de la UNLP. Departamento de Sociología de la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación, La Plata.

4
Marcuse, P. (2001) «El lenguaje de la globalización», disponible en http://
www.rcci.net/globalizacion/2001/fg181.htm

5
Huergo, Jorge - Los medios y tecnologías en educación, 2007. Puede leer el
documento completo en http://www.me.gov.ar/curriform/publica/
medios_tecnologias_huergo.pdf

6
Jorge Huergo - Cultura, Subjetividad y Didáctica en el diálogo entre Comunica-
ción y Educación, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=3TdET5TwAIY

7
Lesmes Sáenz L. A. y Otros, TIC y Educación, «Los medios digitales en la
educación, Congreso Iberoamericano de Educación», Buenos Aires, República Ar-
gentina, 13, 14 y 15 de setiembre de 2010, disponible en https://
w w w. c h u b u t . e d u . a r / d e s c a r g a s / s e c u n d a r i a / c o n g r e s o / T I C E D U C A C I O N /
R1747_Lesmes.pdf

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Módulo 1
Las TIC en un mundo globalizado

Actividad 1
CHOICE: Cuál es la respuesta correcta

A qué se denomina «cambio de «época» y «época de cambio»

a) Un época de cambio es un momento de la historia de la humanidad


en que las características de la época vigente están en deterioro
irreversible y en que sus consecuencias para el desarrollo están bajo
cuestionamiento por la mayoría de las sociedades. Mientras que un
cambio de época es aquella que por su identidad está establecida
de forma inequívoca y en la cual sus características son reconocidas
sin ser cuestionadas en sus consecuencias.

b) Una época de cambio es aquella que por su identidad está estable-


cida de forma consensuada y en la cual sus características no son
cuestionadas en sus consecuencias. Mientras que un cambio de
época es un momento de la historia de la humanidad en que las
características de la época vigente están en reconstrucción y en que
sus consecuencias para el desarrollo están bajo cuestionamiento
por la mayoría de las sociedades.

c) Una época de cambio es aquella que por su identidad está estable-


cida de forma inequívoca y en la cual sus características son recono-
cidas sin ser cuestionadas en sus consecuencias. Mientras que un
cambio de época es un momento de la historia de la humanidad en
que las características de la época vigente están en deterioro irre-
versible y en que sus consecuencias para el desarrollo están bajo
cuestionamiento por la mayoría de las sociedades.

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y complete la actividad correspondiente a esta clase copiando y pegando
la respuesta correcta

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