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Claudia Alejandra Contreras Martínez 202111192

CBU Energía

Juan Carlos Sanabria

Acerca de la contaminación atmosférica y las industrias prescindibles

Después de millones de años de evolución, el planeta ha logrado funcionar como un


ser vivo: cada parte es necesaria y vital para su conservación. Sin embargo, a la par del
surgimiento del humano y sus exigencias biológicas, tales como la alimentación, la
protección y la supervivencia en general, lo ha llevado a proveerse cada vez más de los
recursos naturales que le brinda su entorno. En esta medida, la comodidad y la facilidad en la
vida cotidiana se convirtió en el eje central del desarrollo de la civilización, por lo cual se
erigió un sistema extra activista, que no piensa en las consecuencias de sus actividades. Por lo
tanto, el presente ensayo pondrá a colación el peligro en que se encuentra los hábitats a causa
del humano, y cómo estas consecuencias ambientales nacen de un homo sapiens que ha
olvidado su naturaleza animal.

En primer lugar, cada acción del humano genera un sin número de repercusiones
encadenadas, estas pueden ser perjudiciales como la escasez de recursos, la contaminación
atmosférica y una lista de afectaciones hacia la salud de animales y personas. Los árboles y
las algas son unas de las bases primordiales para la vida, o para esa mayoría de seres
aeróbicos. Según National Geographic (2019) el fitoplancton produce entre el 50% y el 85%
del oxígeno que se libera cada año en la atmosfera, y los árboles el 28% del total. Además de
ello, las zonas forestales son capaces de almacenar agua procedente de la precipitación, para
que después sea desprendida mediante la evaporación o por el fluir de las aguas que se
encuentran en el subsuelo. Los bosques también protegen contra deslizamientos de tierra e
incluso son capaces de suministrar protección contra los ruidos.

Es así que, los árboles, fuente de muchos beneficios, hacen parte de un equilibrio
natural, pero, el humano lo rompe. Grandes compañías madereras deforestan millones de
hectáreas al año y muchas son eliminadas con el fin de obtener nuevas tierras de cultivo;
dando cabida a tormentas, inundaciones, etc. Un ejemplo cercano, sería lo ocurrido en
octubre del año 2021 en Marsella, Colombia; dónde la deforestación y la creciente plantación
de aguacates, produjo un gran deslizamiento de tierra y el bloqueo de la vía Risaralda. A su
vez, muchas tragedias han ocurrido alrededor del mundo debido a esa falta de regulación
hídrica que proporciona los árboles, y en el que los afectados son los mismos ciudadanos. Y
en el cual, los daños son en cadena, pues la quema de zonas forestales, inhiben la reducción
de gases de efecto invernadero, y liberan todo el dióxido que ha consumido los árboles. Por
consiguiente, la producción y el consumo ha adquirido más importancia que la protección
arbórea: fuente vital de energía (el oxígeno). Los daños resultan ser alarmantes cuando son
visibles al ojo humano, pero la contaminación y la asfixia que puede generar en un futuro
queda delegada a segundo plano.

En esta línea, la cantidad de dióxido de carbono presente en la atmosfera cada vez va


en aumento, con actividades como el consumo de combustibles fósiles o la quema de materia
vegetal afecta la capa de ozono; y no siendo esto suficiente, también repercute en el pulmón
del planeta. Según George Breuer (1983, p. 115) los océanos contienen unas setenta veces
más de dióxido de carbono del que contiene la atmósfera, existiendo un continuo intercambio
gaseoso. Cuando tal equilibrio resulta perturbado por un incremento externo de la
concentración de dióxido de carbono, ocurre que los océanos absorben cantidades enormes de
CO2. Tal absorción es clave para mitigar el cambio climático que, de perder esa función, los
océanos contribuirían al calentamiento del planeta, acelerando el mismo. Además, la
acidificación de las grandes masas de agua, que acarrea el aumento de este gas, perjudicará a
los hábitats marinos, y con ello a las algas, pulmón del planeta, y primer eslabón de cadena
alimenticia para muchos animales.

Por otro lado, el humano desde hace décadas hace parte de una industria casi
innecesaria e igual de contaminante: la armamentística. Existen diversos productos que el
ciudadano ha creado para su facilidad, y que a su perspectiva son “necesarios” para el
desarrollo de su diario vivir, como los aerosoles, los plásticos de un solo uso o los
fertilizantes químicos. Aunque hoy en día varios emprendedores han creado múltiples
alternativas para reemplazar tales productos, como objetos biodegradables, aún el camino es
arduo para eliminarlos de la lista de producción. En esta medida, el campo de las armas aún
sigue casi incorruptible, sin tener en cuenta su desastre ambiental. Los explosivos, por
ejemplo, generan gases tóxicos al detonarse; el armamento abandonado y la proliferación de
armas livianas liberan materiales como plomo, cobre, zinc, que se pueden filtrar en los suelos
y el agua. Sumado a esto, durante la fabricación de los elementos se liberan los anteriores
tipos de sustancias y los plásticos que los recubren acaban, muchas veces, en los océanos.
Según el Comité Internacional de la Cruz Roja (2019), las consecuencias de las armas sobre
el medio ambiente, se reúne en: degradación del suelo, contaminación del agua, destrucción
de especies, disminución de la biodiversidad y desequilibrio en la cadena alimenticia. Por
ende, se puede observar que el dominio del dinero, y una sociedad poco ética y humana, lleva
consigo un impacto medioambiental. Una industria que pone en peligro la vida en todos sus
ámbitos, y pone en cuestión temas estatales: ¿es necesaria la creación en masa de armas y
explosivos? ¿la seguridad geopolítica y ciudadana son más importantes que la conservación
ambiental? Lo que sí es seguro, es que muchos de estos implementos son prescindibles.

En conclusión, la contaminación ambiental tiene muchas directrices, donde el


humano, en la mayor parte, se encuentra en el centro de estas. La evolución ha llevado al
materialismo y a un beneficio ciego, dónde la frase de Thomas Hobbes “homo homini lupus”
(el hombre es un lobo para el hombre) se materializa. Igualmente, el egoísmo y la poca
conciencia conlleva a un olvido de la especie animal, en el que solo la ve como una fuente de
energía, y no como un reino en el que el humano hace parte. La piedra angular recae a
menudo, en que el individuo en su ser razonable, y no recuerda esa naturaleza en la que hizo
y hace parte.

Referencias

Breuer, G. y Alemany E. (Ed) (1983). El aire en peligro. Madrid, España: Editorial

Alhambra.

CICR. (2012). Contaminación por armas. Recuperado de:

https://www.icrc.org/es/doc/assets/files/publications/t0110.pdf

Natinal Geographic. (2019). El verdadero pulmón del planeta. Tomado de:

https://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/verdadero-pulmon-planeta-esta-
oceanos_14776
Sanoja, M. (2021). ¿Cuánto contamina un arma? Tomado de:

https://ethic.es/2021/05/cuanto-contamina-un-arma/

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