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¿Una guerra solo de humanos?

Inmersos en un ecosistema cada vez más contaminado, buscaron afectar el ecosistema


acuático y deteriorar el terrestre, pero aquellos que nos proveen los recursos de vida tan
solo son exánimes ante los hechos atroces.
Carne, huesos, sangre fluye en las corrientes de los ríos aledaños, mientras el lejano
bosque siente la zozobra de la niebla gris mortal que el humano sin medida propaga.
¡Huyan!, se escucha a viva voz tras el estrepito que ocasionan. Mientras los seres vivos,
incapaces de la palabra, unos se arrastran, otros inertes, frondosos árboles, minúsculos
reptiles, sufrieron y sufren las consecuencias. ¿Cuál será su próximo hogar?, si la
naturaleza ahora hecha ceniza era su hogar. Miran de soslayo los desdenes del pueblo
colombiano.
Colombia, un país rodeado de diversidad y riqueza natural, solo necesitas alzar la mirada
para encontrarte con animales de bellas tonalidades, o en silencio podrás escuchar el
arroyo no lejano. Cada año nos revelan las diferentes cifras que ponen al país en alto,
poseedor de un total estimado entre 14% y 15% de biodiversidad del mundo, ocupando
tan solo el 0,77% de la superficie terrestre, es decir una de cada diez especies de fauna y
flora habita en el país; sin embargo, son solo números que no expresan el sufrimiento
perenne de la biodiversidad durante la época del conflicto armado.
No podemos tergiversar los datos, el humano siempre ha sido prodigo de la materia
prima, pero durante la violencia la iniquidad aumenta hacia esta. La tierra, la naturaleza
también ha sido víctima. Hace 23 años el recurso abiótico de la vida se teñía de negro en
el municipio del Carmen de Tonchalá, la táctica execrable de guerra que nació con las
guerrillas; una idea tan fatua en el que laceran su propio hogar, el planeta tierra y los
recursos naturales como arma de guerra.
“Desde la entrada en operación, hace 33 años, el oleoducto Caño Limón-Coveñas OCC ha
sido volado más de 1.500 veces, situación que ha generado el derrame de
aproximadamente 3,7 millones de barriles de petróleo en suelos, quebradas y ríos de los
siete departamentos que atraviesa esta estructura (Arauca, Boyacá, Norte de Santander,
Cesar, Magdalena, Bolívar y Sucre)”.
La Asociación Colombiana de Petróleo ha señalado que en las tres últimas décadas se han
derramado 4,1 millones de barriles de crudo por ataques a la infraestructura petrolera.
Según esa entidad, entre 2002 y 2015, 9,3 millones de barriles fueron robados de los
oleoductos del país, de los cuales 6,5 millones terminaron vertidos sobre ecosistemas
naturales.
La ruptura de oleoductos produce en los más vulnerables la reducción en sus procesos
vitales, en otras palabras, transpiración, respiración, fotosíntesis y reproducción en la
vegetación afectada, al igual que graves impactos en los animales. Aquellas desdichadas
aves alcanzadas por el hidrocarburo, el crudo se pega en sus alas y no las dejan volar, les
arrebatan la libertad, esa tan codiciada por la humanidad.
De otro lado a los mamíferos, el petróleo se les adhiere en la piel y puede llegar a su
sistema circulatorio, a través de las mucosas lo que genera daños irreversibles. Sin
embargo, estas afecciones también las pueden adquirir al ingerir alimento contaminado.
A los peces, el crudo les cubre la piel y las branquias, razón por la cual pueden morir por
asfixia.
Ocultos bajo las armas, atentan contra los ductos, explosiones e incendios que ocasionan
emisiones como dióxido de carbono y nitrógeno que terminan reduciendo la calidad de
aire y contaminando la atmosfera. De igual forma, en el agua el petróleo obstaculiza el
paso de la luz solar necesaria para las cadenas de la fotosíntesis por parte del fitoplancton,
y reduce la calidad físico-química del afluente al disminuir su nivel de oxígeno. En el cual
representa un peligro para algunas especies presentes en el agua.
“El ELN reconoce que hay un daño al medioambiente, pero dicen que la misma industria
también lo afecta”, explica Luis Eduardo Celis asesor de Redprodepaz.
Pero, ¿Por qué por un lado afirman el interés en la conservación del medio ambiente y por
otro lado realizan acciones que directamente lo impactan?
Según la investigación de Camilo Echandia se puede afirmar que es una táctica militar de
las guerrillas, especialmente el ELN, desde el primer atentado en 1965 a la infraestructura
petrolera asimismo se esclarece sus “ideologías” nacionalistas, en el que se opone a la
llegada de las empresas trasnacionales y la vulneración de la soberanía nacional,
representada en la operación de los proyectos petroleros. Pero una premisa histórica se
les escapa:
“Pasaron los siglos y América Latina perfecciono sus funciones (…) Pero la región sigue
trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como
fuente y reserva del petróleo y el hierro” Venas Abiertas de América Latina.
Colombia desde siglos es un verdugo del mercado externo dominante, ofreciendo sus
materias primas para alimentar la prosperidad de otros, igualmente sumido en un sistema
de clases; por tanto, el patriotismo no se logra con una traición al mismo ecosistema
colombiano.
En el transcurso del conflicto armado se puede observar que son guerrilleros pérfidos,
tenían el deseo de la victoria a costa de sus consecuencias, de una aciaga herida en el
corazón de Colombia, su biodiversidad.
La tierra, la naturaleza, también ha sido víctima del conflicto. En esta foto se pueden
apreciar los efectos de un sabotaje de la guerrilla al oleoducto Caño Limón-Coveñas, en el
departamento de Arauca, en marzo de 2002. Según Ferry, entre 1991 y 2001 ese
oleoducto fue volado 786 veces, derramando más de 10 veces el petróleo regado por el
desastre el Exxon Valdés en Alaska. Los vecinos del lugar lo llaman 'la flauta' por todos los
huecos que tiene
https://www.bbc.com/mundo/video_fotos/2012/05/120508_galeria_fotos_violentologia_
conflicto_colombia_ferry_aw
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-37181413

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