Está en la página 1de 156

Día 1 Edesa, adonde le llevó Dios, para que resplande-

ciese como hacha divina, y pusiesen en él los


SAN EFRÉN, DIÁCONO Y CONFESOR.—La vida de san ojos los pueblos, como en ciudad edificada sobre
Erren sacaremos de la que dál escriben san Gre- monte. El iba con intento de buscar algún varón
gorio Niceno, hermano de san Basilio, san Jeró- santo, prudente y perfecto, y abrirle su pecho
nimo, Paladio, Metafrastes, y los demás autores y lo más íntimo de su alma, para ser ayudado y
de la historia eclesiástica. enderezado del en todo lo que toca á la vida espi-
Fué san Efrén sirio de nación, y su patria fué ritual. Para esto hizo oración al Señor, y humil-
Nisible, como dice Sozomeno, ó Edesa, como es- demente le suplicó que en entrando en la ciudad
cribe Metafrastes. Sus padres fueron cristianos; de Edesa, le diese gracia que encontrase con este
y él desde niño se inclinó á todas las cosas de varón que él tanto deseaba. Pero nuestro Señor,
piedad y virtud, huyendo de las conversaciones que de las tinieblas saca luz, y de la ponzoña vida,
dañosas de los muchachos sus iguales, y ocupán- ordenó que entrando Efrén por la ciudad, le vi-
dose en la lección y meditación de las cosas divi- niese al encuentro una mujer ramera. Encogióse
nas. El mismo santo cuenta de sí, que habiendo el santo y afligióse, pareciéndole que Dios no le
salido de edad de niño, v i o que nacía de su boca había oído: y parte por la tristeza que desto tuvo,
una vid que crecía tanto que se extendió por toda parte por su grande honestidad, fijó los ojos en el
la tierra, y era tan alta que las aves hacían sus suelo; mas la mujer, como liviana y desenvuelta,
nidos en ella, y se sustentaban de los racimos que puso los ojos en Efrén, y comenzó á mirarle muy
la vid producía, que eran muchos y muy hermo- atentamente. Corrióse desto el santo; y reprendien-
sos, y cuanto más las aves comían, tanto más do á la mujer, le dijo que por qué le miraba tan
cargada quedaba la vid. Otra vez otro santo varón despacio y con tanta atención, siendo él hombre y
vio una grande multitud de ángeles que bajaban ella mujer. A esto respondió la ramera, que ella
del cielo, y tenían un libro escrito por dentro y hacía bien de mirarle como á su principio y origen,
por fuera; y estando suspenso y aguardando á porque la mujer había sido compuesta y sacada de
quién se daría aquel libro, v i o que se daba á san la costilla del hombre; y él debía poner los ojos
Efrén, significando nuestro Señor por estas visio- en la tierra, porque el hombre de la tierra había
nes la grande elocuencia y sabiduría que había sido formado. Con estas palabras quedó el santo
de dar á este santo, y el fruto copioso que él había avisado, é hizo gracias al Señor que por aquella
de acarrear á la Iglesia del Señor. Y nótese, que mala mujer le había enseñado que había sido for-
desde aquel tiempo tuvo tanta copia y abundancia mado de la tierra, y á poner los ojos en la tierra
de conceptos divinos, que con ser elocuentísimo como en la materia de que Dios le había fabricado.
no los podía explicar, no por faltarle las palabras, Entrado en la ciudad, tomó para su morada una
sino por sobrarle las cosas; ni por la tardanza de casilla; y estando una vez en ella aparejando su
la lengua, sino por la celeridad y presteza de su propia comida, vino á él otra mujer lasciva y des-
entendimiento. Al principio dejó el mundo, y honesta, que era lazo de Satanás y tizón del infier-
se retiró al yermo, y estuvo en diferentes l u - no, para enlazar al santo varón y abrasarle en
gares, según que entendía que en ellos podía llamas de concupiscencia. Escupió el veneno que
más aprovechar; pero después el Señor le i n s - traía, y descubrióle su mal intento; y el santo,
piró que se comunicase á sus prójimos, y dejase sin turbarse, con grande gravedad y mesura, le
aquella soledad por el bien de muchos. Así respondió que si quería que estuviesen juntos,
lo hizo, y para esto determinó ir á la ciudad de había de ser en el lugar que él escogiese; y
348 LA LEYENDA DE ORO DÍA 1
como la mujer viniese á ello, y quisiese saber el ranza, caridad y piedad para con Dios. De la
lugar, respondió Efrén que había de ser en la pla- lección y meditación de la sagrada Escritura, de la
za. Entonces la mujer le dijo: «Pues ¿cómo puede pureza del alma y del cuerpo, de un continuo d e -
ser esto? ¿No veis que la gente nos verá, y queda- rramamiento de lágrimas, del amor de la soledad,
remos corridos y con vergüenza?» Aquí tomó la y de no mudarse de un lugar á otro sino cuando
mano el santo y le declaró cuánto mayor respeto Dios se lo mandaba; el huir de cualquier pecado, y
se debe á los ojos de Dios que á los de los h o m - enseñar perpetuamente á los otros. De una oración
bres, y que en cualquiera lugar que se cometa el y devoción perseverante, el dormir en el s u e -
pecado, por secreto y escondido que sea, siempre lo, y de una vida tan áspera y austera, que parece
es patente y claro á los ojos de Dios, el cual increíble; de una pobreza voluntaria, hermanada
penetra con su luz soberana lo más íntimo de con una profundísima humildad; de una mise-
nuestro corazón, y las entrañas de la tierra y la ricordia y compasión más que humana; de un
oscuridad de la noche, y castiga severamente á celo de la gloria de Dios, fervoroso contra sus ene-
los pecadores que le pierden el respeto. Y poco á migos y contra los adversarios de la religión y
poco le fué predicando lo que había de hacer para verdad; y finalmente, de todo lo que ayuda al
salir de aquel mal estado en que estaba, y conver- hombre para unirse con Dios, y para reformar su
tirse á Dios; y entrando los rayos de su divina imagen y semejanza.» Todo esto es de san Grego-
gracia en aquel corazón tenebroso, se volvió á él rio Niceno, y después va tratando de cada una
y lloró sus pecados, é hizo penitencia dellos, y por destas virtudes en particular, lo cual yo dejo por
mano de san Efrén entró en un monasterio de evitar prolijidad; porque verdaderamente la vida
monjas, donde en ayunos y penitencias vivió el deste santo era como una fuente muy copiosa y
resto de su vida, y acabó santamente. De esta perenne de todas las virtudes, ó como un prado
manera el demonio, que había venido por lana, lleno de innumerables y suavísimas flores, ó como
volvió trasquilado, y la que había sido lazo del el firmamento, que resplandece con tantas y tan
demonio quedó desenlazada y libre de sus manos. varias estrellas, ó como el paraíso terrenal, que
Otra vez, estando en oración, oyó una voz que estaba tan lleno de innumerables árboles fructuo-
le mandaba comer, y él respondió: «¿De dónde, sos. Pero de tres virtudes principalmente es ala-
Señor, tengo de comer, ó quién me lo ha de dar?» bado este santo: de la humildad, del celo y forta-
Mandóle Dios que fuese á san Basilio, porque él leza con que se opuso á los herejes que en su
le enseñaría y le daría manjares divinos y de vida tiempo arruinaron la viña del Señor, y de la m i -
eterna; y como el mismo san Efrén escribe, le fué sericordia para con los pobres. Su humildad fué
á buscar y le halló, que estaba en el templo, y vio tanta, que queriéndole hacer obispo, siendo sola-
sobre el hombro derecho del santo pontífice una mente diácono, y viniendo por él para llevarle á
paloma resplandeciente como el sol, y que pegada consagrar, el santo se tuvo por tan indigno de
á su oído le decía lo que había de predicar al pue- aquella dignidad, que en la plaza comenzó á hacer
blo. Y el mismo san Basilio, por revelación del visajes y fingirse loco, andando aprisa y corrien-
cielo y de la misma paloma que tenía sobre sí, do por las calles, y rasgando sus vestiduras, y
supo que estaba allí Efrén, y quién era, y de dónde comiendo allí delante de todos, de manera que los
y á qué venía, y le recibió amorosamente, habiéndo- que le acompañaban, le tuvieron por mentecato y
le por intérprete; y trabaron entre sí muy estrecha le dejaron; y él, no teniéndose aún por seguro, se
y santa amistad, teniendo san Basilio á Efrén por huyó y aun se escondió, hasta saber que ya h a -
dulcísimo compañero y amigo, y Efrén á Basilio bían elegido obispo. No consentía que ninguno le
por padre y maestro de toda perfección y santi- loase, antes huía del, como si fuera su enemigo,
dad. Y hay autores graves que escriben, que de- ó como los otros aborrecen á los que los afrentan
seando Efrén saber la lengua griega (porque no y dicen baldones. Y en su testamento mandó que
sabía sino la materna, que era la siríaca), y signi- no le alabasen, ni le enterrasen con pompa, ni le
ficando este su deseo á san Basilio, alcanzó por cubriesen con paño rico, porque todo esto era
oraciones del santo lo que deseaba, y el entender ajeno de su persona, y contrario del concierto que
y hablar en griego perfectamente; aunque hablan- él tenía hecho con Dios.
do san Efrén desta vista y comunicación con san Contra los herejes fué muy fervoroso, y siempre
Basilio, no dice esto. Pero ¿quién podrá referir en procuró deshacer sus tinieblas y errores con la
pocas palabras las virtudes excelentísimas deste luz de la verdad; y no solamente tuvo celo grande
varón de Dios? San Gregorio Niceno dice del estas de la fe católica, sino también sagacidad y pru-
palabras: «¿De qué habernos de alabar este santo, dencia para saberla defender, como lo mostró en
y tejer los loores que del queremos decir? Prime- una cosa graciosa que le sucedió con Apolinar
ramente, de su oración y contemplación, acompa- Laodiceno, heresiarca, y fué desta manera: Era
ñadas de un escuadrón de virtudes, de fe, espe- Apolinar hombre de ingenio, docto y elocuente, y
DÍA 1 FEBRERO 349
de grande opinión y fama en toda la Iglesia del so con los pobres, y se compadecía de sus traba-
Señor, por haberla ilustrado con sus escritos, y jos, y procuraba remediar sus necesidades, como
defendidola con treinta libros muy eruditos, que lo mostró en una grande hambre que en su tiem-
escribió contra Porfirio, y servídola en otras oca- po afligió mucho á la ciudad de Edesa; porque
siones que se ofrecieron. Mas después, por ciertos viendo el santo que perecían muchos pobres, y
disgustos que tuvo, volvió la hoja, y oscureció su que los ricos apretaban la mano y los dejaban
gloria y el buen nombre que había ganado, por- morir, los reprendió gravemente, porque no to-
que enseñó herejías y errores pestilentes y c o n - maban la ocasión que Dios les había enviado para
trarios á las verdades católicas, en materias de la comprar el cielo, y con lo que á ellos les sobraba,
Encarnación de Cristo nuestro Redentor, y de la y estaba ocioso, ó se pudría en sus arcas, no c u -
unión y distinción de las dos naturalezas, divina brían la desnudez y apacentaban la hambre de los
y humana, en una persona. Para establecer sus necesitados. Y como los ricos se excusasen con
errores, escribió Apolinar dos libros en que muy decir que no tenían persona á quien encomendar
á la larga pretendió probarlos y confirmarlos, y aquel oficio y dar sus dineros, para que fielmente
dio á guardar estos libros á una mujercilla con los distribuyese á los pobres, el santo con mucha
quien había tenido mala amistad, que por ese ca- caridad se ofreció á aquel trabajo, y tomó el car-
mino suelen comúnmente andar los herejes, y el go de recoger á todos los pobres y alimentarlos y
entendimiento estragado estraga también la v o - sustentarlos; y para esto armó trescientas camas,
luntad. Supo Efrén que los libros de Apolinar es- y recogió á todos los pobres que vinieron, curan-
taban en poder de aquella mujer, y sin darse á do á los enfermos, vistiendo á los desnudos, y
conocer, trabó familiaridad con ella, y de tal ma- dando de comer á los hambrientos todo el tiempo
nera la habló, que ella quedó persuadida que que duró aquella esterilidad, y en cesando, dejó
Efrén era uno de los discípulos de Apolinar, y de aquel cuidado y se volvió á su recogimiento. E s -
los más aficionados á su secta. Cuando Efrén tando, pues, lleno de virtudes y altos merecimien-
hubo ganado la voluntad de la mujer, le rogó que tos, entendió que el Señor le quería hacer mer-
le prestase aquellos libros de Apolinar para leer- ced de sacarle de este destierro, y llevarle á su
los, y entender mejor los fundamentos de su doc- patria y eterna bienaventuranza, y escribió aque-
trina. Ella, aunque con dificultad, se los dio, y lla admirable exhortación llena de santos docu-
por pocos días, creyendo, como he dicho, que los mentos, que por haberla escrito á la hora de su
daba á un discípulo de Apolinar, que los quería muerte la llaman el Testamento de san Efrén;
para mejor volver por su doctrina, y hacer callar y encomendó muy encarecidamente, como diji-
á los herejes, que asi llamaba la pobre mujer á mos, que no le enterrasen con vestidura preciosa,
los católicos. Tomó Efrén los libros, y pegó con sino que si habían aparejado alguna, se vendie-
un engrudo fuerte todas las hojas dellos una con se y se diese á los pobres. Y como un caballero
otra, de manera que no se pudiese abrir ni leer lo principal, por su devoción, tuviese aparejado un
que en ellos estaba escrito; y cerrándolos bien, paño rico para envolverle, juzgando que sería
los volvió á la mujer, que por serlo no reparó ni más acepto servicio á Dios emplearle en honrar
miró lo que Efrén había hecho. Después desto al santo, que el dar el precio de él á los pobres, y
provocaron á disputa los católicos á Apolinar, y por esto no hiciese lo que san Efrén había m a n -
como él se hallaba ya muy viejo, flaco y sin m e - dado, luego el demonio entró en él, y comenzó
moria ni fuerzas, aceptó el desafío y disputa, muy á atormentarle y despedazarle, hasta que c o n o -
confiado en que saldría della victorioso con los li- ciendo su culpa, se echó á los pies del santo, y la
bros que había escrito y había dado á guardar á confesó y pidió perdón de ella, y el santo, compa-
la mujer. Salió en campo, envió por los libros, deciéndose de su trabajo, puso sus manos sobre
concurrió gran multitud de gente, y cuando quiso él, y le libró del demonio, avisándole que c u m -
dar razón de sí tomó uno de los libros y comenzó pliese lo que había prometido. También mandó
á abrirle, para sacar del sus razones y argumen- que no le enterrasen en sepulcro por sí, ni en el
tos; pero no pudo leer cosa, por estar las hojas tan templo, sino en el cementerio común de los po-
pegadas como s e ha dicho. Dejó aquel libro y tomó bres y peregrinos; y después, exhortando á los que
el otro, y sucedió lo mismo, y quedó tan corrido estaban presentes al amor y temor santo del Señor
que no supo decir palabra, y con tan gran triste- y á toda virtud, dio su espíritu al Señor, que para
za y angustia de corazón, que le dio una enferme- tanta gloria suya le había criado. Murió siendo
dad de que llegó á las puertas de la muerte. Desta Valente emperador, el año del Señor, según Baro-
suerte castigó Dios á Apolinar hereje, y la verdad nio, de 378. El Martirologio romano hace mención
católica triunfó por la prudencia é industria de de san Efrén el 1.° día de febrero, y los griegos
san Efrén, el cual, así como era enemigo capital en su Menelogio á los 28 de enero.
de los herejes, así era muy amigo y misericordio- Fué varón admirable y divino, y alumbrado de
350 LA LEYENDA DE ORO DÍA 1
Dios, y muy estimado y alabado de los santos anti- ritativa y limosnera, dando á los pobres todo lo
guos. San Gregorio Niceno, que escribió su vida, le que podía haber de la casa de su padre. Con esta
compara á Abel, á Noé, á Abrahán, á Moisés, á tan grande virtud del alma se juntaba una extre-
Samuel, y á los demás profetas y santos del viejo mada belleza del cuerpo, y particularmente del
Testamento. San Basilio le alega, y dice de él, que rostro, y una lindeza de ojos que robaba los cora-
estaba tan apartado de la sabiduría del mundo, zones de los que la miraban. Pretendieron muchos
cuanto estaba cerca de la ciencia celestial. San casarse con ella por su rara hermosura. Su padre
Juan Crisóstomo le llama «el Gran Efrén, c o n s o - le habló y le dijo que escogiese por marido uno
lador de los afligidos, y guía de los penitentes.» de los muchos que la pedían; porque él ya no se
Teódoreto le llama: «Varón admirable y e x c e l e n - podía valer con ellos, ni sabía qué responderles.
tísimo.» San Jerónimo dice que escribió muchas Mas Brígida tenía otros intentos, y deseaba s o -
obras en lengua siríaca, y que fué tan estimado, bremanera tomar á Jesucristo solo por su esposo
que en algunas iglesias, después de la sagrada y consagrarle su perpetua virginidad; y sabiendo
Escritura, se leían sus escritos. Metafrastes, S o - que la hermosura de sus ojos era la que hacía
zomeno, Nicéforo, Calixto, y los demás escritores guerra, se puso en oración, y con grande afecto
de la Historia eclesiástica, como san Atanasio y muchas lágrimas suplicó á nuestro Señor le
Sinaíta, Focio, patriarca, Gregorio, Cedreno, Teo- afease el rostro, de suerte que ninguno la codicia-
doro, Pródromo, hablan de san Efrén como de un se ni la quisiese por mujer. Oyóla el Señor, y el
varón sublime, excelentísimo y divino. Sus obras un ojo se le reventó y se resolvió como un poco
son muy espirituales, y en ellas, como en un cla- de agua. Quedó la santa doncella tan fea, que nin-
rísimo espejo, resplandece el grande ingenio de guno la pidió más por mujer, antes su padre le dio
Efrén, la elocuencia singular, los altos preceptos, licencia para entrar en un monasterio de monjas
y sobre todo un espíritu celestial y soberano, s u a - á servir á nuestro Señor, que era lo que ella tanto
ve, eficaz, blando y fervoroso, de que Dios le deseaba. Al tiempo de tomar el velo de mano del
había dotado. Admiraron tanto estas obras á los obispo, que se llamaba Machila, discípulo de san
santos antiguos y sabios griegos, que las traduje- Patricio, vio el obispo sobre la cabeza de Brígida
ron de la lengua siríaca en la suya, y por la bondad una columna de fuego, y bajando ella la cabeza,
del Señor se han derivado á nosotros en nuestro tocó con su mano el pie del altar, que era de m a -
tiempo por el Dr. Gerardo Vasio, alemán, que dera seca, y luego en tocándola reverdeció, y el
las ha recogido y traducido de griego en latín, é ojo de la virgen quedó sano, y su rostro tan h e r -
ilustrado con sus eruditas anotaciones, é impreso moso como antes; porque el Señor no quiso que
en Roma. (P. Ribadeneira.) la que por no perder su limpieza había querido
perder la belleza del cuerpo, quedase con fealdad
SANTA BRÍGIDA DE ESCOCIA, VIRGEN.-Maravilloso
alguna. Cosa sería larga de referir aquí las raras
es Dios en sus obras é infinita su bondad, pues y excelentes virtudes de esta sagrada virgen, y
saca bien de nuestros males, y por los pecados de los muchos y grandes milagros que el Señor obró
los padres no codena las almas de los hijos; antes por ella; pero diremos algunos.
muchas veces coge de las espinas rosas, y produ- Convidóla una vez una doncella, y estando en la.
ce luz de la oscuridad de la noche. Vese esto ser mesa, v i o santa Brígida un demonio que estaba
verdad en la vida de santa Brígida, virgen e s c o - asentado junto á la doncella que la había convida-
cesa, que fué de esta manera: do. Preguntóle la santa qué hacía allí y á qué
Hubo en Escocia un hombre llamado Duptaco, había venido. Y él respondió que la flojedad y
que compró una esclava de buen parecer y de pereza de aquella doncella le habían traído, por-
buenas costumbres, á la cual se aficionó de m a - que hallaba muy buena morada en ella; y como
nera que quedó preñada de él. La mujer de D u p - el demonio respondiese estas palabras claramente
taco, cuando supo el mal recaudo, sintiólo mucho, y de manera que la doncella las pudo oir, y hecha
indignóse contra su marido, y procuró que vendie- la señal de la cruz sobre sus ojos, había visto á
se la esclava y la echase de su casa; y no bastaron aquella bestia espantosa echar llamas de su cabeza,
ruegos ni amonestaciones, ni aun algunas revela- reconoció su culpa y enmendó su vida, y de allí
ciones que tuvieron dos obispos, siervos de Dios, adelante quedó libre de aquel monstruo infernal.
del tesoro que tenía la esclava en su vientre, para Trajo una mujer ciertas manzanas presentadas
que se sosegase la buena mujer, hasta que vio la á santa Brígida, á tiempo que unos pobres lepro-
esclava fuera de su casa. Parió á su tiempo una sos llegaban á la puerta á pedir limosna. Díjola
hija, y llamáronla Brígida; y siendo ya algo c r e - la virgen que diese las manzanas á aquellos po-
cida en edad, el padre la trajo á su casa, y allí la bres; y la mujer, ó por asco ó por miseria, no se
crió con mucho cuidado, porque era muy honesta, las quiso dar, y respondió que para ella y para
humilde, callada, obediente, y sobre todo muy c a - sus monjas, y no para los leprosos, había traído
DÍA 1 FEBRERO 351
las manzanas. Reprendióla Brígida, y con espíritu cuerpo el ardor carnal que la atormentaba. El día
profético le dijo que en castigo de aquel pecado siguiente le habló santa Brígida, y le dijo: «Por-
se secarían los árboles de su huerta y perpetua- que esta noche peleaste valerosamente, y el fuego
mente serían estériles; y así fué. Una mujer flaca de la lujuria no te acabó de abrasar, de aquí ade-
y ruin parió un hijo, y para cubrir su maldad lante serás libre de él, y no caerás en el del i n -
echó la culpa á un santo obispo, diciendo que h a - fierno;» y con esto hizo oración por ella, y luego
bía concebido de él. Llamóla santa Brígida, y pre- quedó sana de las llagas de los pies, que le había
guntóla cuyo era aquel hijo, y ella, con mucha hecho el fuego, y libre de las tentaciones que la
desenvoltura y desvergüenza, dijo que era del acosaban. Una virgen, que se llamaba Daría, era
obispo. Entonces Brígida hizo la señal de la cruz ciega; rogó á santa Brígida que le echase la b e n -
sobre la boca déla mujer, y al momento se le hin- dición sobre sus ojos, para que viese. Hízolo la
chó la lengua y la cabeza. Hizo asimismo la cruz santa, y Daría luego cobró la vista perfectamente;
sobre la lengua del niño, y preguntóle quién era mas alumbrada con otra luz interior, conoció que
su padre, y respondió el niño que no era el obis- todo lo que podía ver en este mundo era perece-
po, sino un vil y desdichado hombre; y con esto dero y caduco, y que muchas veces lo que vemos
se supo la verdad, y el obispo quedó con su h o n - con los ojos del cuerpo, es embarazo é impedi-
ra, y la pobre mujer hizo penitencia de su pecado, mento para el alma; y tornó á rogar á santa Brí-
y loaron iodos al Señor. Una doncella principal, gida que le restituyese su ceguedad. Hizo la santa
hija de un gran señor, había dedicado su virgini- oración, y con ella cerró los ojos que antes había
dad con voto, y tomado á Cristo por esposo; pero abierto. Una matrona noble de Escocia tenía una
el padre hizo fuerza á su hija para que se casase. hija muda de su nacimiento, y siendo de doce
El día de las bodas, estando el convite aparejado, años, la llevó á santa Brígida; la cual, tomando
la doncella secretamente huyó de la casa de su de la mano la niña, la dijo: «¿Quieres por amor de
padre, y se fué, corno á sagrado, á santa Brígida. Cristo guardar la pureza de tu cuerpo, y ser per-
Siguió el padre á su hija con mucha gente de á petuamente virgen?» Respondió la madre que su
caballo, para sacarla por fuerza. Viólos venir hija era muda y no podía hablar. A esto dijo la
santa Brígida, é hizo la señal de la cruz en tierra, santa virgen: «Pues yo no la dejaré de la mano
y luego quedaron los hombres y los caballos i n - hasta que me responda.» Luego habló la niña y
mobles, como si fueran de piedra. Reconoció la dijo que haría lo que le mandase; y permane-
mano de Dios el padre, hizo penitencia de su ció en virginidad, y de allí adelante habló perfec-
culpa, y con esto quedaron libres; y la hija perse- tamente. Concertáronse nueve hombres de matar
veró en su santo propósito. Vinieron dos leprosos á otro: súpolo santa Brígida, y rogóles que no lo
á santa Brígida para que los sanase; ella hizo ora- hiciesen, y que desistiesen de aquella maldad.
ción, y echó la bendición sobre un poco de agua, Ellos estaban tan obstinados que no pudo hacer
y díjolesque el uno al otro se lavasen con aquella mella ni ablandar sus duros corazones: volvióse á
agua. El uno de los dos quedó limpio; y dicién- Dios, y suplicóle que atajase aquella ofensa suya;
dole la santa virgen que lavase á su compañero, y el día que ellos iban á ejecutar su mal intento,
estuvo tan contento con la salud que había alcan- vieron la figura de aquel hombre que iban á ma-
zado, y tan temeroso de perderla, que no se atre- tar, y creyendo que era el mismo hombre, dieron
vió á lavar á su compañero, porque no se le pegase tras él y diéronle muchas heridas, y dejáronle por
la lepra; mas luego se halló lleno de ella, y vio á muerto, y como victoriosos se fueron á santa Brí-
su compañero sano por la oración de la santa gida, dándole cuenta de su gozo y triunfo. La
virgen. Había en el monasterio de santa Brígida santa les declaró que aquel que pensaban haber
una monja de buen parecer y poca edad, muy muerto no era verdadero hombre, sino una fan-
fatigada de pensamientos sensuales, á los cuales tasma y sombra de su enemigo; y con esto ellos
ella había dado ocasión, por haber puesto los ojos reconocieron su culpa y enmendaron sus vidas.
con poco recato en un hombre perdido. Crecía la Otros muchos milagros hizo nuestro Señor por
llama de la torpe afición, y el demonio, como santa Brígida: muchos ciegos cobraron la vista,
suele, la atizaba y no dejaba reposar á la pobre muchos mudos habla, muchos leprosos y otros
monja (tanto importa el guardar las puertas de enfermos entera salud. Por su oración convirtió
nuestros sentidos, por las cuales entra la muerte el agua en cerveza, y un río caudaloso mudó su
en el alma); y estando ya para caer, haciendo corriente y echó por otra parte; y lo que es más,
santa Brígida oración por ella, porque el Señor le muchos hombres perdidos, por sus santas amo-
había revelado lo que pasaba, la monja, inspirada nestaciones, dejaron sus vicios y pecados, y se
de Dios, tomó un poco de fuego, y con los, pies recogieron al puerto de la santa religión, donde
descalzos le comenzó á pisar; y de esta manera vivieron y acabaron santamente en servicio del
con un fuego venció otro fuego, y con el dolor del Señor. Finalmente, habiendo santa Brígida corri-
352 LA LEYENDA DE ORO DÍA 1
do su carrera felicísimamente y padecido grandes criaron con aquella doctrina del cielo, los cuales
trabajos por Jesucristo su esposo, supo su muerte, fueron tan señalados en todo género de santidad,
y avisó de ella á una doncella que ella había que más parecen varones divinos que hombres
criado, señalándole el día en que había de salir de santos. Entre éstos fué uno san Ignacio, discípulo
esta vida, e i r á gozar de su esposo, en cuyas ma- de san Juan Evangelista, tan encendido en el amor
nos dio su puro espíritu en la isla de Hibernia, de Jesucristo, y tan deseoso de morir por él, que
el primer día de febrero del año del Señor, según dignamente le llamaron Deifero y Cristi/ero; que
Sigiberto, de 518, y según Mariano Scoto el de quiere decir el que lleva en sí á Dios, y el que lle-
521, imperando Justino, el más viejo. La vida de vaba en sí á Cristo: cuya vida, sacada de san Ire-
santa Brígida escribió un autor, llamado Cogitoso, neo, san Jerónimo, Eusebio Cesariense, Simeón
como dice el cardenal Baronio, aunque esta vida Metafrastes, y principalmente de sus mismas epís-
no está impresa. Otra trae Surio en su primer tolas, en que el mismo santo al vivo se dibujó, es
tomo, que es la que nosotros habernos seguido. de esta manera: En el tiempo que imperaba Tra-
Hace de ella mención el Martirologio romano, y jano, era obispo de Antioquía san Ignacio, que
dice, que en testimonio de su virginidad, tocando sucedió en aquella silla á Evodio, y Evodio á san
el madero del altar, luego reverdeció, como dijimos. Pedro. Nicóforo y Metafrastes dicen, que san Ig-
También hacen mención de ella los otros Marti- nacio fué aquel niño que Cristo nuestro Redentor
rologios de Beda, Usuardo y Adón, y el cardenal tomó con sus divinas manos, y le puso en medio
Baronio en sus Anotaciones, y en el séptimo tomo de sus discípulos, y les dijo que habían de ser
de sus Anales. Pues ¿quién no ve en esta vida de como aquel niño si querían entrar en el reino de
santa Brígida virgen, las grandezas y maravillasde los cielos, y que entonces quedó como dedicado al
la bondad de Dios, que del pecado de sus padres Señor; aunque Jansenio y otros autores dicen que
sacó una joya tan preciosa como esta santa virgen, aquel niño fué san Marcial, mártir, á quien el
y de una madre esclava á la que había de librar príncipe de los apóstoles san Pedro envió á A l e -
del cautiverio y servidumbre del pecado á tan- mania, para alumbrarla con la luz del Evangelio.
tas almas? ¿Cómo pudo caber en tan vil y frágil Pero en lo que dice Jansenio, que san Marcial
vaso de una niña esclava tanta nobleza de c o n - fué enviado de san Pedro á Alemania, debe ser
dición, tanto amor á la virtud, y tan encendido error del impresor, que por decir Galia dijo
deseo de la pureza virginal, que por no perderla Alemania, pues consta que san Marcial fué envia-
quisiese perder los ojos y aquella belleza con que do de san Pedro á Francia, y predicó en ella, y
las mujeres andan tan vanas y locas? ¡Cómo se ve fué obispo de Lemosín, y convirtió los pueblos
cuan suave y benigno es el Señor para con los de Aquitania á la fe, como lo trae Baronio: y
que le sirven, pues restituyó á Brígida la hermo- añade, que fué el muchacho que llevaba los c i n -
sura de su rostro, que para su bien y por su ruego co panes y dos peces, según la opinión de a l g u -
antes le había quitado! Y así no es maravilla, que nos, cuando nuestro Señor hizo el milagro de
la que tan bien había sabido guardar su pureza los cinco panes y dio de comer á cinco mil per-
virginal, y hacer de sí sacrificio á Dios, alcanzase sonas. Mas volviendo á nuestro san Ignacio, él
con sus oraciones para las otras doncellas el mis- tuvo familiaridad con los discípulos del Señor, y
mo don, y que librase al santo é inocente obispo muy estrecha con san Juan Evangelista, y con
de la calumnia que la mala mujer le había impues- san Policarpo, obispo deEsmirna, su condiscípulo
to, ni que Dios nuestro Señor haya obrado por y compañero, que es grande argumento de su
esta santa virgen las maravillas que aquí quedan admirable santidad, por la cual le hicieron obispo
referidas. El sea bendito, alabado, glorificado y de Antioquía, y le dieron la silla que había tenido
ensalzado, por lo que es en sí mismo, y por lo que san Pedro. Hacía san Ignacio en todo oficio de
hace por sus santos. Amén. santo pastor; consolaba á los afligidos, visitaba á
los enfermos, enseñaba á los ignorantes, predica-
(P. Ribadeneira.)
ba siempre á Jesucristo con gran pesar de los
gentiles; y hacía vida celestial en la tierra, s i -
SAN IGNACIO, OBISPO Y MÁRTIR-Así como el agua
guiendo la doctrina apostólica, y manifestando á
que está más cerca de la fuente de donde nace, es
todos los tesoros inestimables que tenemos en el
más limpia y pura que la de los ríos que están
glorioso misterio de la cruz de nuestro Salvador.
lejos de la fuente; así los santos en la conversa-
Una vez tuvo san Ignacio una maravillosa visión,
ción más allegados á Cristo nuestro Señor, fuente
como escriben Eusebio Cesariense, Sócrates y
purísima y clarísima de toda santidad, han sido
Baronio. V i o gran multitud de ángeles que can-
más fervorosos y más abrasados de su divino
taban á coros himnos y alabanzas á la santísima
amor. Vese claro ser esto verdad en los sagrados
Trinidad; y movido de esta visión, ordenó en su
apóstoles, en los setenta y dos discípulos del Señor,
iglesia de Antioquía que se cantase á coros: lo
y en los primeros santos que los imitaron y se
DÍA. 1 FEBRERO 353
cual siguieron después é imitaron las otras igle- les, y esta sentencia aprobó el senado, juzgando
sias. En esta sazón el emperador Trajano, habien- que era justo que muriese Ignacio y que muriese
do alcanzado algunas grandes victorias contra lejos de Antioquia, para que padeciese primero
Decébalo, rey de Dacia, vino á Antioquia, y e n - muchos y graves trabajos en el camino, y para
tendiendo que Ignacio públicamente hacia profe- mayor espanto de todo el pueblo, y para que d e s -
sión de cristiano, y que predicaba que Cristo pués de muerto los cristianos no honrasen su
nuestro Señor era Dios, y que debía ser adorado, cuerpo. Tornó el emperador á hablar otra vez á
y que enseñaba la virginidad y continencia, el Ignacio para ver si podría reducirle á su volun-
menosprecio de las riquezas y la mortificación de tad, ó con promesas ó con amenazas: y como vio
nuestros gustos y apetitos, y que los dioses de que estaba como una roca fuerte, perdida la espe-
los romanos eran falsos é indignos de ser reve- ranza, le mandó llevar á Roma, y que allí se eje-
renciados; tuvo grande enojo, y mandóle llamar, cutase la sentencia que había dado de su muerte,
y teniéndole delante de sí, le dijo: «¿Eres tú aquel estando el pueblo presente en alguna fiesta.
Ignacio que te haces llamar Deífero, y eres c a - ¿Qué hombre jamás, después de haber estado
beza de aquellos que hacen burla de los empera- largo tiempo con suma miseria, encarcelado y
dores, y no quieres reconocer por dioses á los que encadenado,y aguardando cada hora las manos
nosotros adoramos?» «Yo, dijo el santo, soy Igna- de los verdugos que le diesen la muerte, tanto se
cio, y me llamo Deífero, porque traigo esculpido alegró con la nueva de su perdón y libertad,
en mi alma á Cristo, que es mi Dios.» «Pues ¿có- cuanto Ignacio se regocijó cuando le fué notifica-
mo no te parece, dijo el emperador, que nosotros da la sentencia de su muerte? Lloraban todos los
también traemos impresos en nuestras almas á fieles de Antioquia, y él solo estaba con el rostro
los dioses inmortales, para que favorezcan nues- sereno y alegre. Gemían las ovejas por Ja partida
tras grandes empresas?» Entonces respondió Ig- de su pastor, y el pastor las consolaba, animaba
nacio: «No digas eso, emperador, ni llames dioses y rogaba que pusiesen su confianza en aquel eter-
á las estatuas mudas: no hay más de un Dios no Pastor, que nunca desampara su grey, y echán-
verdadero, Criador del cielo y de la tierra, del doles su bendición se despidió, encomendando con
mar y de todas las cosas que vemos en este mun- muchas lágrimas su Iglesia al Señor, la cual h a -
do, y su unigénito Hijo Jesucristo, que se hizo bía gobernado santísimamente por espacio de cua-
hombre por los hombres: al cual si tú, Trajano, renta años. El mismo se puso las prisiones, y con
conocieses, muy seguro tendrías tu imperio, un semblante del cielo se entregó á los soldados
tu cetro y tu corona, y la victoria contra y sayones que le habían de llevar, que eran hom-
tus enemigos.» «Dejemos esas palabras, dijo el bres fieros y bárbaros, y tan avaros que tenían
emperador; si quieres hacer cosa que me sea por flor maltratarle y afligirle sobremanera, para
grata y á ti provechosa, sacrifica á los dioses sacar dinero de los cristianos; porque eran tan
inmortales, que yo te prometo de tenerte por piadosos y liberales, que les daban cuanto tenían
amigo y hacerte sacerdote del gran Júpiter, y por redimir aquella vejación que hacían á Ignacio.
que seas llamado padre del senado.» «Bien veo, Fué por tierra hasta Seleucia, y de allí por mar á
respondió Ignacio, que se deben gracias á to- Esmirna, de donde era obispo su antiguo amigo y
dos, y más á los emperadores, cuando nos ofre- condiscípulo Policarpo, con el cual se consoló y
cen su gracia, que es de tanta estima; mas si recreo por extremo, abrazándose el uno al otro
lo que ofreces es dañoso para el alma, desdicha- con singular caridad, y llorando Policarpo mu-
do ó infeliz es el que lo promete y lo da, y el chas lágrimas, porque Ignacio le había ganado
que lo desea y recibe; y tal es lo que tú me pro- por mano, é iba antes de él á gozar de Dios por la
metes. Yo soy sacerdote de Cristo, al cual cada corona del martirio. Acudía con gran devoción y
día ofrezco sacrificio, y ahora deseo sacrificar- afecto todo el pueblo de Esmirna á verle y á oir
le á mí mismo, muriendo por él, así como él sus palabras y despertar su fe y encender sus c o -
murió por mí.» Finalmente, después de largas razones con su ejemplo; pedíanle su santa bendi-
razones y disputas que tuvieron san Ignacio y el ción; echábanse á sus pies, besábanle las manos,
emperador en materia de nuestra santa religión, las vestiduras, las cadenas y prisiones que llevaba;
y del culto de sus falsos dioses; ofendido Tra- y mirábanle como á un vivo retrato de Cristo. No
jano de la libertad con que le hablaba el santo solamente los de Esmirna hacían esto; mas tam-
poniífice y hacía escarnio de sus dioses, y no bién las otras iglesias del Asia más apartadas le
teniendo esperanza de hacer molla en aquel pe- enviaron á visitar con sus obispos y clérigos, como
cho armado de Dios, dio sentencia contra él, que á padre espiritual y maestro de todos; y viendo él
fuese llevado á Roma, y allí en el teatro echado que muchos de los fieles se enternecían y derra-
vivo á los leones, como despreciador de las leyes maban muchas lágrimas, cuando se partía de
imperiales, y blasfemo contra los dioses inmorta- ellos, les rogaba que con sus oraciones le alcan-
TOMO I 45
354 LA LEYENDA DE ORO DÍA 1
zasen el favor de Dios y gracia, para que presto rey de todo el mundo. A mi Señor busco, Hijo de
fuese despedazado de las bestias fieras, y que no Dios verdadero, y al Padre de mi Señor Jesucristo:
le perdonasen como habían hecho á otros santos. tras aquél ando, que murió y resucitó por n o s -
Y temiendo que los cristianos que había en Roma otros. Perdonadme, hermanos, y no me seáis impe-
se entristecerían mucho de su martirio, y por ven- dimento en este camino de la vida, porque Jesús
tura se le estorbarían con sus oraciones delante es la vida de los fieles: y no os pase por el pensa-
de Dios, les escribió una carta, y parte de ella miento querer que yo no muera, porque la vida
trae san Jerónimo, y yo la quiero poner aquí algo sin Cristo no es vida, sino muerte. Si quiero
más extendida; porque me parece que con ningu- ser de Dios, no puedo agradar al mundo: dejad-
nos colores se puede mejor pintar el fuego divino me llegar á la luz pura y limpia; porque llegan-
que ardía en el pecho de este santo, ni las llamas do á ella, seré varón de Dios. Otorgadme que sea
con que estaba abrasado y consumido, que con imitador de la pasión de mi Señor.» Y más
las palabras que él mismo escribe de sí. abajo: «Deseo los deleites, no de este mundo, sino
«A. todas las iglesias, dice, escribo, y les hago el pan de Dios: el pan celestial quiero, pan de
saber que yo muero por Cristo con alegría, si vos- vida, que es la carne de Jesucristo, Hijo de Dios
otros no me lo estorbáis. Yo os ruego que vues- vivo; y la sangre de aquél quiero beber, que es
tra benevolencia no me sea dañosa: dejadme d e s - dilección incorruptible y vida eterna: no quiero
pedazar de las fieras, por las cuales puedo llegar á vivir vida de hombres; y esto alcanzaré si vos-
Dios. Trigo soy de Dios, y con los dientes de las otros quisiereis. Crucificado estoy en Cristo: por-
bestias fieras tengo de ser molido por ser pan que yo no vivo, sino Cristo vive en mí. Si yo pa-
blanco y digno de Cristo: antes debéis irritar las deciere y muriere por Cristo, será señal que v o s -
bestias, para que yo sea sepultado en ellas y no otros me amáis; y si no muriere, que me aborre-
dejen cosa sana de mi cuerpo; porque entonces céis.» Todo esto es de san Ignacio en aquella
seré verdadero discípulo de Cristo, cuando el epístola á los romanos: por lo cual se ve su ansia
mundo no viere aún mi cuerpo. Suplicad por mí de morir por Cristo, y que tenía por muerte la
á Jesucristo, para que por este medio yo venga á vida sin él.
ser hostia limpia. No os mando como san Pedro y No entienden este lenguaje los hombres carna-
san Pablo; porque ellos eran apóstoles, y yo soy les y entregados á sus gustos y apetitos, ni aun
miserable: ellos, libres, yo esclavo; pero si v o s - los espirituales, si no son muy fervorosos y e n -
otros quisiereis, yo seré rescatado por Cristo, y cendidos en el amor del Señor. Menester es e s -
libre en él. Ahora que estoy preso, aprendo á no píritu del cielo y divino para oir y entender esta
desear cosa perecedera ni vana yendo desde Siria
: música y lengua divina de Ignacio; mas cierto es,
hasta Roma, y peleando con las bestias por tierra que cada cosa sabe á lo que es, Dios á Dios, y la
y por mar, de día y de noche, y atado entre diez criatura á criatura. Mas para gustar á Dios, y
leopardos, que son diez soldados que me guardan, que nos sepa á lo que es, ha de estar muy purga-
y tan crueles, que cuanto más bien les hacéis tanto do nuestro paladar de todos los otros sabores,
son peores; mas la maldad de ellos me enseña, como lo estaba el de san Ignacio: el cual hizo su
aunque no por eso me tengo por justo. Lo que camino por Macedonia y Albania y otras pro-
deseo es que las bestias estén aparejadas y ver- vincias, con mucho trabajo suyo y provecho de
me puesto entre ellas. ¡Oh si yo pudiese gozar de los fieles, esforzándolos en las adversidades," i n -
ellas, y que con presteza me matasen y me traga- flamándolos al amor divino con su ejemplo, y
sen! No querría que hiciesen conmigo lo que han rogándoles que tuviesen perseverancia hasta el fin.
hecho con otros, á quienes no han osado tocar. Si Visitaba las iglesias: escribía epístolas á los obis-
ellas no quisieren venir á mí, yo iré á ellas, y las pos y prelados, y á los cristianos que tenían á su
provocaré y haré fuerza. Perdonadme, hermanos; cargo; y finalmente, habiendo pasado por Puzol,
que yo sé lo que digo y lo que me conviene. Aho- cerca de Ñapóles, y sido regalado de los fieles,
ra comienzo á ser discípulo del Señor: ninguna con los soldados que le llevaban, llegó á Roma y
cosa de las visibles ni de las invisibles apetezco: fué entregado al prefecto de la ciudad; el cual, un
todas las tengo por basura por abrazarme con J e - día de gran fiesta y regocijo, mandó traer al teatro
sucristo. El fuego, la cruz, las bestias, el ser mis a s a n Ignacio, para echarle á los leones y ejecu-
miembros cortados, quebrantados, molidos, h e - tar en él la sentencia del emperador. El Martirolo-
chos pedazos, y la muerte de este miserable cuerpo gio romano dice, que a m e s de ser echado san
y todos los tormentos del demonio vengan sobre mí; Ignacio á los leones, padeció otros muchos marti-
con que yo me llegue y sea unido con Cristo. Nin- rios; y Adón, en su martirologio, añade que le
guna de las cosas de este mundo me da contento, molieron el cuerpo con plomadas, que le rasga-
ni el reino de la tierra me lleva tras sí; porque ron los costados con uñas de hierro, y se los
muy mejor es para mí morir en Cristo, que ser fregaron con piedras ásperas, y le lavaron las lia-
DÍA 1 FEBRERO 355
gas con sal y vinagre, y que estuvo tres dias y mártir de Cristo, algunas epístolas admirables.
tres noches sin comer ni beber en la cárcel, y pade- San Jerónimo cuenta siete; y otros autores graves
ció otras penas atroces y exquisitas. Entró, pues, añaden otras cuatro, que se tienen por ciertas y
el santo en el teatro con un ánimo generoso, s e - legítimas de san Ignacio, en las cuales pinta el
guro y alegre porque iba á padecer por Cristo: santo maravillosamente la faz de la Iglesia católica
y viendo que toda la ciudad le miraba y tenía de su tiempo, y nos representa, como con vivos
puestos los ojos en él, les dijo estas palabras: «No colores, las costumbres de los cristianos de aquella
penséis, ¡oh romanos!, que estáis presentes á este edad dorada, la disciplina eclesiástica, y las tradi-
espectáculo, que yo soy condenado á las bestias ciones apostólicas, exhortando á todos con gran
fieras por haber cometido algún maleficio ó deli- vehemencia que las guarden y reverencien, como
to indigno de mi persona; sino porque deseo unir- cosas ordenadas del Señor por mano de sus após-
me con Dios, del cual tengo una sed insaciable.» toles. Hace mención de todas las órdenes de la
Diciendo esto, oyó los bramidos de los leones que Iglesia, y enseña la obediencia y respeto que se
ya venían; y el santo, con aquel ardor divino de debe tener á las personas eclesiásticas, y encarece
la fe, dijo: «Yo soy trigo de Cristo: los dientes de la excelencia y dignidad de los obispos, por estas
las fieras me molerán y harán harina, para que palabras: «Los príncipes obedecen al emperador,
de ella sea hecho pan y presentado á mi Señor los soldados á los principes, los diáconos á los
Jesucristo.» Y diciendo estas palabras, los leo- presbíteros, los presbíteros y diáconos, y el resto
nes hicieron presa en el santo, y le despedazaron del clero, juntamente con todo el pueblo, y con los
y tragaron sus carnes, como él lo había deseado soldados, y príncipes, y el mismo emperador obe-
y suplicado á Dios, y no tocaron á sus huesos; decen al obispo, y el obispo á Cristo.» También
aunque san Antonino, tomándolo de Adón, dice nos da noticia de la jerarquía celestial, y hace
que le ahogaron y no tocaron á sus carnes. Y mención de los coros de los ángeles; y bajando á
añade san Antonino, que cuando atormentaban al la tierra, da grandes documentos de virtud y sua-
santo, siempre tenía en la boca el dulcísimo nom- vidad, y al cabo de sus epístolas solía poner como
bre de Jesús, invocándole y llamándole en su por sello: Amen gratia, como escribe san Gregorio
ayuda; y que preguntándole por qué invocaba papa. Son de tanta autoridad las epístolas de sau
tantas veces aquel nombre, respondió: «Porque Ignacio, que san Policarpo las recogía, y san Dio-
le tengo escrito en el corazón, y no le puedo ol- nisio Areopagita las alega, y san Ireneo hace
vidar:» y que después de muerto, algunos por cu- mención de ellas, y san Atanasio, san Jerónimo,
riosidad le sacaron el corazón y le abrieron, y ha- Eusebio, Teodoreto, y otros padres hablan de ellas
llaron en él esculpido con letras de oro este santí- con grande acatamiento y veneración. Demás de
simo y suavísimo nombre de Jesús. Después de estas epístolas, que se tienen por legítimas y a v e -
su muerte recogieron los cristianos sus sagrados riguadas, algunos añaden otras cuatro, de las cua-
huesos con gran devoción y reverencia, y los e n - les no hacen mención aquellos santísimos padres
terraron fuera de Roma, y en tiempo del empera- antiguos, que reconocen las demás. Pero san Ber-
dor Teodosio los llevaron á Antioquía con gran nardo, Dionisio Cartujano, y otros modernos auto-
pompa y solemnidad, haciendo grandes procesio- res, que trae el P. Pedro Canisio, varón doctísimo
nes y fiestas todos los pueblos por donde pasaban: y gravísimo, citan una carta de san Ignacio para
á los cuales el Señor hizo innumerables beneficios nuestra Señora, y otra de nuestra Señora para san
por intercesión del santo, como escribe san Juan Ignacio, y las tienen por verdaderas, con otras dos
Crisóstomo. Luego después de la muerte de san de san Ignacio para san Juan Evangelista.
Ignacio vino un terremoto terrible en Antioquía, A san Ignacio sucedió en la silla de Antioquía,
por el cual se asoló casi toda la ciudad, y mucha como él mismo lo había profetizado, Hero, diácono
gente murió, y otra fué muy maltratada; y el mis- de la misma Iglesia, el cual fué varón santísimo
mo emperador Trajano estuvo en gran peligro, y y mártir: y para mostrar la devoción que tenía á
se salvó por providencia divina, que le guardaba su santo maestro Ignacio, que ya reinaba en el
para que se enmendase, y para que hiciese lo que cielo, le hizo una oración por estas palabras, que
después hizo, que fué mitigar la persecución con- me ha parecido poner aquí: «Sacerdote (dice) y
tra los cristianos, y mandar que no fuesen busca- caudillo de Dios, Ignacio, que estás vestido de una
dos, atormentados y muertos, sino que los dejasen estola de inmortalidad, y has bebido de aquella
vivir en paz, sin oficios y dignidades, por haber fuente perpetua de vida, y cantas con los ángeles
entendido que eran hombres quietos y sin vicios, alabanzas al Señor, y eres amigo del unigénito
y no enemigos de su imperio: de suerte, que p o - Hijo de Dios, y libre ya del pecado y de las tenta-
demos decir que san Ignacio fué provechoso á la ciones de Satanás peleaste como valeroso soldado
Iglesia del Señor en la vida y en la muerte. en el campo de verdad, y alcanzaste victoria, y
Escribió este gloriosísimo pontífice y fortísimo confundiste á Trajano y al senado romano, que en
356 LA LEYENDA DE ORO DÍA 2
esto no tuvo saber. Ya, santo bendito, eres mora- y profundo t e ó l o g o : d i s t i n g u i ó s e e n el c o n c i l i o d e
dor del cielo, y estás unido con Cristo con un Sardis contra los arríanos, é hizo otras varias c o -
nudo indisoluble de amor dulce y caridad eterna. s a s por l a s c u a l e s s e c o n o c í a q u e el e s p í r i t u de
Acuérdate de este tu hijo Hero, diácono, para que D i o s e s t a b a e n é l . P o r fin, de u n a edad m u y a v a n -
yo también, saliendo de esta vida, sea contado zada, habiendo cumplido y a con los m á s penosos
entre los santos, merezca tan alto nombre, y no d e b e r e s del e p i s c o p a d o , p r e v i e n d o el día y h o r a d e
haya cosa en mí que sea indigna de mi pro- s u m u e r t e , l l a m ó c e r c a de sí al c l e r o y al p u e b l o
fesión. Tres y cuatro, y muchas veces te suplico, de R a v e n a , y e s t a n d o p l a t i c a n d o s a n t a m e n t e c o n
¡oh beatísimo padre Ignacio!, que eres el carro e l l o s , d e s c a n s ó e n el S e ñ o r p o r l o s a ñ o s 390.
y guía de Israel, y ahora reinas con Cristo, que
pues te ves libre de la muerte, y has volado de la SAN PABLO.—Fué o b i s p o de l a a n t i g u a c i u d a d de
tierra al cielo, y alcanzado la corona de la bien- T r e s c a s t i l l o s e n l a s G a l i a s , i l u s t r e por la s a n t i d a d
aventuranza, por haber vencido en esta tan peli- de s u v i d a y por el d o n de m i l a g r o s .
grosa lucha, que no te olvides, ¡oh mártir glorio-
so!, de este hijo que criaste, y no dejes de conso- SAN CECILIO.—Es otro de a q u e l l o s s i e t e c é l e b r e s
larme y visitarme con tus santas palabras, como s a n t o s , q u e c o n s a g r a d o s o b i s p o s e n R o m a p o r el
lo hacías cuando estabas en esta vida mortal.» a p ó s t o l s a n P e d r o , v i n i e r o n á E s p a ñ a á p r e d i c a r el
Todo esto es de san Hero, diácono, discípulo de E v a n g e l i o , y d e r r a m a r o n s u s a n g r e por la fe. S a n
san Ignacio; por lo cual se declara la estima que Cecilio estableció s u sede episcopal en Ilíberis,
de él tenía, y la devoción con que á él se e n c o - c e r c a de G r a n a d a , d e s d e d o n d e difundió r a y o s d e
mendaba. Y lo mismo debemos nosotros hacer luz y de v e r d a d por toda la a n t i g u a B é l i c a , o b r a n -
siempre, é imitar los ejemplos de estos santos, do m u l t i t u d de c o n v e r s i o n e s y g a n a n d o a l m a s
padre é hijo, maestro y discípulo. El martirio de para Cristo. D e s d e el a ñ o 60 al 65, e n q u e f u é s u
san Ignacio fué el primero día de febrero del año d i c h o s o m a r t i r i o , trabajó c o n i n f a t i g a b l e c o n s t a n -
del Señor de 110, y el onceno del imperio de Tra- c i a e n v a r i a s p r o v i n c i a s de l a E s p a ñ a U l t e r i o r ,
jano; y en el mismo día la santa Iglesia celebra c o n f i r m a n d o el c i e l o c o n g l o r i o s o s m i l a g r o s s u s
su fiesta. (P. Ribadeneira.) trabajos apostólicos.

SAN PIONIO, MÁRTIR.—Su grande fe y piedad, las LA BEATA VERIDIANA,—Nació e n E t r u r i a , de p a d r e s


virtudes cristianas en que tanto se distinguía, le pobres, q u e la e d u c a r o n e n el s a n t o t e m o r de D i o s ,
hicieron digno de ser elevado á la dignidad del d a n d o i n d i c i o s d e s d e n i ñ a de q u e el S e ñ o r l a t e n í a
sacerdocio en la iglesia de Esmirna. Desde enton- destinada para ser o r n a m e n t o de su Iglesia, y
ces se ocupó incesantemente en la predicación, m o d e l o de g r a n d e s v i r t u d e s . D e s p u é s de h a b e r
convirtiendo con sus discursos llenos de unción y p a s a d o l o s p r i m e r o s a ñ o s de s u j u v e n t u d de s i r -
piedad á los que estaban sentados en la sombra de v i e n t e e n l a c a s a de u n g r a n s e ñ o r , s o b r e la c u a l
la muerte y defendiendo con sus luminosos escri- atrajo m u c h a s g r a c i a s del c i e l o , s e r e t i r ó á u n
tos la verdad de nuestra santa religión. A este fin d e s i e r t o c e r c a de F l o r e n c i a , d o n d e p e r m a n e c i ó
publicó unas apologías de la fe católica, tenidas en h a s t a q u e , por d i v i n o m a n d a t o , t o m ó el h á b i t o d e
mucha estimación en aquellos tiempos: cuyos es- la t e r c e r a o r d e n de s a n F r a n c i s c o , e n d o n d e v i v i ó
critos motivaron fuera encarcelado y sufriera las santa y ejemplarmente hasta su dichosa muerte
mayores privaciones. A pesar de esto no cesaba e n 1242. S u s e p u l c r o h a s i d o y e s g l o r i o s o p o r l a
Pionio de animar á sus hermanos con s u s e x h o r - m u l t i t u d de p o r t e n t o s o b r a d o s por el c i e l o j u n t o á
taciones, hasta que atormentado con diverso g é - él, y el papa Julio II a u t o r i z ó s u c u l t o , a m p l i á n -
nero de tormentos, y clavado, fué echado á una dolo d e s p u é s s u s u c e s o r C l e m e n t e V I I .
hoguera, consiguiendo junto con quince compa-
ñeros la palma del martirio el año 251. SANTA EINNIA, YIRGEN.-Irlandesa; h a b l a d e ella
B o l l a n d o s , p á g . 96.
SAN SEVERO.—Fué natural de Milán, y vivía en
Ravena, donde ejercía un oficio plebeyo con el . SAN SIGEBERTO, REY Y CONFESOR—Rey f r a n c o de
cual se ganaba la vida, cuando habiendo muerto A u s t r i a ; m u r i ó e n 656.
Marcelino, obispo de Ravena, estando el clero y
el pueblo congregados para elegir un nuevo pastor, Día 3
se apareció del cielo una paloma que se puso por
tres veces consecutivas sobre la cabeza de Severo. LA PURIFICACIÓN DE LA YIRGEN MARÍA, NUESTRA SEÑO-
Tomada la señal por milagrosa indicación de Dios, RA, YULGARMENTE LLAMADA LA CANDELARIA, Y LA PRESEN-
fué el santo elegido y consagrado obispo de Ravena: TACIÓN DE SU PRECIOSO HIJO EN EL TEMPLO.—A l o s
de rudo plebeyo convirtióse desde luego en sabio c u a r e n t a d í a s del n a c i m i e n t o d e Crisio n u e s t r o
DÍA 2 FEBRERO 357
Salvador, que se cumplen á los 2 de febrera, cele- cuales cumplidos, ofrezca un cordero de un año,
bra la santa Iglesia la fiesta de su Presentación y un palomino ó una tórtola; y si no pudiese ofre-
en el templo, que también se dice la Purificación cer cordero, ofrezca un par de tórtolas ó un par
de nuestra Señora, y la Candelaria; y los antiguos de palominos; y si pariere hija, que esté retirada
la llaman la fiesta de Simeón Justo y de Ana Pro- ochenta días. De estas dos leyes hace mención el
fetisa, y por otro nombre en latín Occursus, que evangelista san Lucas; y porque en la primera ley
quiere decir encuentro y recibimiento, como el del primogénito no se pone día cierto para presen-
que se hace al que viene de camino, y por hon- tarle en el templo y ofrecerle á Dios, y en la se-
rarle le salen á recibir. Pero dejando los otros gunda se limita el tiempo de los cuarenta días de
nombres, y hablando de la presentación del Hijo entredicho para la madre, solían los hebreos t o -
en el templo, y de la Purificación de la Madre san- mar aquel día para cumplir con ambas obliga-
tísima, para entender los misterios divinos que en ciones.
la una y en la otra se encierran, se deben presupo- Claro está que el bendito Niño Jesús y su g l o -
ner dos leyes que mandó Dios guardar al pueblo de riosa Madre no estaban obligados á guardar estas
Israel, las cuales Cristo nuestro Señor y su purísi- leyes, porque el Hijo era Dios y legislador y s e -
ma Madre vinieron hoy á cumplir, sujetándose por ñor de la ley, y la madre era Madre de Dios, y
su voluntad, para nuestro ejemplo, á las leyes que reina y princesa de todo lo criado: demás de
no los obligan. La primera ley era de los primo- esto, las mismas leyes con sus palabras los e x i -
génitos, en que mandaba el Señor que le ofreciesen mían y exceptuaban de aquella obligación; por-
el primer hijo que naciese de los hombres y de los que la ley de los primogénitos decía que el pri-
animales; y que no siendo el primogénito de los mogénito que abriese camino para salir de las
hombres de la tribu de Leví, después de presenta- entrañas de su madre, fuese ofrecido al Señor; y
do en el templo y ofrecido á Dios, le rescatasen Cristo salió por aquella puerta oriental de la
por cinco siclos, moneda que valia en aquel tiempo, Virgen, profetizada por Ezequiel, dejándola c e -
como algunos dicen, cuatro reales, y el primogé- rrada y sellada. Y la segunda ley no obligaba
nito de los animales se le degollase el sacerdote, sino á la mujer que concebía por vía ordinaria, y
y se le ofreciese en sacrificio. Esta ley estableció la Virgen sacratísima concibió al Verbo Eterno
Dios, para que los judíos se acordasen de aquella por virtud del Espíritu Santo, sin detrimento de
hazaña memorable y maravillosa que había hecho, su celestial pureza. La purificación de las paridas
cuando para librarlos de la servidumbre y cauti- era para limpiarlas de las inmundicias del parto;
verio de Egipto, con brazo fuerte y poderoso mató mas la que quedó máslimpiaque el sol, y más her-
á todos los primogénitos de los egipcios, y llenó mosa que la rosa y que la clavellina, no tiene esa
toda aquella provincia de tan grande llanto y es- obligación; porque ¿cómo puede purificarse la pu-
panto, que los mismos egipcios daban priesa á los reza, esclarecerse la luz, blanquearse la blancu-
hebreos, para que se partiesen luego de sus t i e - ra, y hermosearse la belleza? Y por esta causa el
rras y los dejasen; porque mientras que estaban evangelista sagrado, diciendo que se cumplieron
en ella no se tenían por seguros, y pensaban pe- los días de su purgación, añadió divinamente
recer llenos de pavor y espanto. Y como Dios, así aquellas palabras: «Segün la ley de Moisés;» dan-
como es liberalísimo en hacernos mercedes, así do á entender que aquella purificación era según
es celosísimo de su honra, y quiere que seamos la ley, y no según la Virgen; porque según ella,
agradecidos, y le reconozcamos y sirvamos; para no podía llegar ese día, porque era la misma l i m -
memoria y reconocimiento de tan señalado bene- pieza, y más resplandeciente que el mismo sol.
ficio, quiso que se le ofreciese cualquiera hijo Pero fué muy conveniente que el Niño Jesús
primogénito; y no menos para que entendiesen los guardase la ley á que no estaba obligado, y que
padres que los hijos no tanto son suyos cuanto del la madre se conformase con su Hijo, para n u e s -
Señor que se los da, y cría el alma de nada, y for- tro remedio y ejemplo. No tenían ellos necesidad
ma y organiza el cuerpo en las entrañas de la de guardarla ley; pero teníamosla nosotros de
madre, y los saca á luz, para que los crien en su que ellos la guardasen, para que de tales m a e s -
servicio, como cosa propia suya más que de los tros aprendiésemos á obedecer á Dios; porque
padres; y para que si no tuvieren hijos, no se con- todo nuestro mal es libertad, desenfrenamiento y
gojen demasiadamente, no se turben ni disgusten desobediencia, por la cual, como por la puerta,
entre sí, antes sepan que no bastan remedios h u - entró nuestra perdición en el mundo, y este mar
manos para tener hijos, si Dios no los da; y que océano de desventuras y miserias en que anda-
muchas veces los niega y otras los quita con gran mos sumidos y anegados. Y como el Señor vino
misericordia y benignidad. La segunda ley manda, como médico soberano para curarnos de nuestros
que la mujer que por obra de varón pariere hijo, males y dolencias, por su voluntad se sujetó á la
esté retirada cuarenta días para purificarse; los ley no estando obligado, para que el enfermo con
358 LA LEYENDA DE ORO DÍA 2
menos repugnancia y mayor alegría la obedezca, tante para doctrina y reformación de nuestra vida,
y cumpla con su obligación; y para que conside- que es habernos dado el Padre Eterno á su Hijo
rando cuan liberal es Dios para con nosotros, y unigénito, y con él todo lo que nos puede dar, para
que no pone tasa ni medida en lo que hace y pa- que su Madre, que sin padre le había engendrado
dece por nuestra salud, no estrechemos ni apo- en la tierra, se le presentase hoy en medio del
quemos nuestros corazones en servirle, apretando templo, y se le ofreciese por todos los pecados del
la mano para dar, y abriéndola para recibir, c o - mundo, y nos animase con esta divina ofrenda á
mo hacen algunos avarientos, escasos y mezqui- ofrecerle cada uno de nosotros por su parte, y jun-
nos, que regatean con Dios, y examinan muy por tar su corazón y su primogénito con el primogéni-
menudo á lo que precisamente les obliga su ley to de la Virgen, y hacer perfectamente lo que
sin querer pasar la raya ni los límites de los di- aquella ley de los primogénitos en sombra y figu-
vinos preceptos, para no irse al infierno; y no ra nos representaba. El primogénito y el mayo-
miran que delante de aquella soberana y divina razgo del reino y de cualquier casa y familia ilus-
luz, cualquiera otra luz es tinieblas, y cotejada tre se tiene en mucho, y es lo primero en que se
con aquella limpieza, toda santidad es inmundi- ponen los ojos; y el primogénito del hombre, que
cia; y que el que fuere más franco para con Dios, es racional, y tiene entendimiento y voluntad, y
ése le hallará más liberal y dadivoso para consi- se gobierna por razón y por amor, es el primer
go; porque es tan franco, que nunca quiere deber juicio que tiene, del cual dependen todos los otros
nada á nadie, sino que todos le deban, y que juicios del hombre; y aquel primero y principal
sus mismos dones sean merecimientos nuestros, amor, que es como regla y fuente de todos los
para remunerarlos con gloriosa corona de bien- otros amores. Y este juicio y este amor manda el
aventurada eternidad. Quiso también el Señor Señor que le presentemos y ofrezcamos como cosa
y su Madre dulcísima enseñarnos á hacer nues- suya. Aquello que el hombre piensa que le puede
tras obras de manera que no solamente sean lim- hacer bienaventurado si lo alcanza, y si lo pierde
pias en los ojos de Dios, sino también loables en infeliz; y aquello que abraza con más estrecho
los de los hombres, y que no nos contentemos amor, y tiene pegado á las entrañas, y con mayo-
con el testimonio de nuestra conciencia cuando res ansias desea y procura: aquello que como
damos al prójimo causa legítima de murmurar; aceite nada sobre otros licores, y cuando se e n -
porque el mismo Dios nos manda que tengamos cuentra con cualquiera otra cosa la sobrepuja y
cuenta con no dar qué decir de nosotros; y la tiene debajo, ése es el amor y el primogénito que
conciencia no es pura, cuando no se ajusta con Dios nos pide. De manera, que aunque le demos
lo que manda Dios. Cuando pidieron á Cristo los todo lo demás, no lo estima y es nada en sus ojos:
alcabaleros el tributo del cesar, preguntó á san asi como si Dios nos diese todo cuanto hay en el
Pedro: «¿Quién lo debe? ¿Los hijos ó los vasa- cielo y en la tierra, y no se nos diese á sí mismo,
llos?» Y añadió: «Pero porque no los escandalice- no nos aprovecharía para tener contento seguro y
mos, á trueque de que no digan que me rebelo bienaventurado. Ama el hombre la hacienda, y
contra el cesar, ve, Pedro, saca un pez y paga.» ama al hijo; pero cuando se encuentra el amor de
Así hoy, porque no se diga que Cristo no g u a r - la hacienda con el del hijo, que está enfermo ó en
da la ley, y que es contrario á Moisés, y que la algún peligro, gástase la hacienda porque no mue-
madre siendo parida no se purifica, quiso él ser ra el hijo. Pues este amor nos pide hoy el Señor;
presentado, y ella ser purificada por excusar el éste es el mayorazgo que le debemos ofrecer, que
escándalo, y darnos ejemplo de mirar cómo vivi- en nuestra opinión no haya cosa que con Dios se
mos, y quitar las ocasiones justas de murmurar. iguale ni se compare, ni tenga precio ni valor,
Y no menos para deslumhrar al demonio, y tener- más que un poco de lodo en comparación de un
le perplejo y confuso; porque así como quiso el riquísimo é inestimable tesoro; y por no perderle
Señor que la Virgen fuese desposada, entre otras perdamos la hacienda, la honra, la mujer y los
razones, para que el demonio anduviese siempre hijos, y la propia vida si fuere menester. Y no es
como atormentado entre dos aguas y no entendie- mucho que pues Dios nos dio á Jesucristo, que es
se que aquel hijo era Hijo de Dios, como dice san primogénito de todas las criaturas, por mano de
Ignacio, así ordenó el mismo Señor, que esta pu- la Virgen, para que ella hoy se le ofreciese, que
rísima doncella, no teniendo mancha, y siendo nosotros en retorno demos á su Divina Majestad
más limpia que los ángeles, se sujetase á la ley de este nuestro juicio y nuestro amor, que aunque es
la limpieza, como si la buscara y tuviera de ella de suyo tan vil y tan flaco, todavía por ser n u e s -
necesidad, para que el demonio, que es soberbio, tro primogénito, é ir acompañado con los mereci-
se cegase con esta luz y con este ejemplo de tan mientos de este Señor, le será más acepto sacrifi-
rara y profunda humildad. cio y agradable que lo era el de la ley vieja de los
Demás de estas razones hay otra muy impor- primogénitos; la cual, debajo de sombras y figu-
DÍA 2 FEBRERO 359
ras, nos representa esta espiritual ofrenda, y nos gan por inocentes y santos. Dice más el texto
enseña á degollar y hacer sacrificio de los primo- sagrado: que en este tiempo había en Jerusalén
génitos de los animales, que son las pasiones que un hombre que se llamaba Simeón, y que este
nacen de nuestra sensualidad, y de la parte infe- hombre era justo y temeroso de Dios, y que e s -
rior de nuestra alma, como de un animal bruto y peraba la consolación del pueblo de Israel, y que
sin razón. Asimismo la ley de la purificación de el Espíritu Santo moraba en él; y que había
las paridas nos enseña el cuidado que debemos tenido revelación del mismo Espíritu Santo, que
tener de la purificación interior. No tiene ya n e - no moriría sin ver primero al Mesías y Cristo
cesidad la mujer que ha parido de guardar entre- del Señor; y que vino por instinto del divino
dicho de muchos días para entrar en el templo, Espíritu al templo, para que viese al Redentor
porque ya expiró aquella ley ceremonial, y estan- del mundo, y se le cumpliesen sus deseos, y la
do con fuerzas para hacerlo, puede entrar; pero palabra que Dios le había dado. Hombre dice que
tiónela de purificar su alma y reprimir los delei- era Simeón, porque aspiraba á las cosas del cielo,
tes de la carne, y ofrecer á Dios el gemido y c a s - y conocía la excelencia y dignidad del hombre,
tidad de la tórtola, y la simplicidad del palomo, y con sus santas costumbres la procuraba con-
que esto es lo que Dios por aquella ofrenda nos servar; porque los que se quedan á los apetitos de
quería significar. la carne, y desdicen de la nobleza en que Dios los
Estas son algunas de las causas, que traen los crió, no se pueden llamar hombres, sino bestias.
santos, para declarar cuan conveniente cosa fué Era varón justo para con el prójimo, y temeroso
que el suavísimo Jesús guardase la ley de los pri- para con Dios; y echábase bien de ver su justicia y
mogénitos, y la sacratísima Virgen su Madre la santidad, pues tenía tan gran sed del bien común,
de purificación, sin ser obligados: veamos ahora y tan encendido deseo de la consolación de todo el
el modo que tuvieron en obedecer á la ley, y los pueblo, la cual consistía en conocer, abrazar y
otros misterios que se encierran en este soberano servir á su Reparador, Libertador y Glorificador;
misterio. Entró la Virgen en el templo, acompa- y por eso era morada y templo del Espíritu San-
ñada de san José su esposo, llevando en sus to, que habitaba en él y le poseía, y como cosa
brazos aquel tesoro del cielo y riqueza y bienaven- rara, nueva y maravillosa, añade el divino escri-
turanza del mundo, y postrada delante del acata- tor: Et ecce homo erat in Jerusalem. Que este tal
miento divino, alzó sus ojos y su corazón á Dios, hombre estaba en Jerusalén, que era metrópoli
y con la mayor humildad que jamás pura criatura y cabeza del reino, y á la sazón muy estragada de
le habló, le dijo: «¡Oh Padre Eterno, Señor y cria- vicios y pecados, donde el rey era tirano, los con-
dor del mundo! Veis aquí á vuestro unigénito y sejeros lisonjeros, el sumo sacerdocio vendible, los
muy amado Hijo, que con tanta caridad quisisteis escribas y fariseos ambiciosos, el pueblo carnal,
que también fuese Hijo mío, para que tomando y de pies á cabeza no había parte sana en toda la
carne y viniendo al mundo en forma de hombre república: lo cual es gran loa del santo Simeón, por-
mortal, redimiese todo el género humano. Aquí que así como el ser malo entre los buenos es cosa
os le traigo, aquí os le represento y os le ofrezco, muy reprensible, así el ser bueno entre los malos
para que de él y de mí hagáis, Señor, según vues- es muy loable y digno de admiración. De este Si-
tra santísima voluntad.» Dichas éstas ó semejan- meón escribe Nicéforo Calixto, que demás de ser
tes palabras, ofreció los cinco siclos que la ley varón santísimo era también sapientísimo, y que
mandaba, y con ellos rescató á su precioso Hijo, leyendo aquellas palabras de Isaías: Ecce Virgo
y redimió al Redentor del mundo, y quiso ser r e - concipiet, et pariet filium: Una virgen concebirá,
dimido el que era perfectisimo Redentor, y ser y parirá un hijo; estuvo muy dudoso y confuso,
rescatado con cinco siclos el que había de resca- pensando cómo podría ser que una doncella pa-
tar con cinco llagas á todos los hijos de Adán. riese, y que el Señor le reveló, que él mismo con
Ofreció asimismo la Virgen un par de tórtolas ó sus ojos vería aquel nuevo milagro, y aquella
palomos, para cumplir con la ley de la purifica- virgen que había profetizado Isaías, y al hijo que
ción. No ofreció cordero figurativo, así porque hubiese parido, antes que saliese de esta vida; y
ofrecía el verdadero ó inocente Cordero que quita que con esta promesa y respuesta de Dios se r e -
todos los pecados del mundo, como porque era po- creaba y alentaba el santo viejo, y se sustentaba
bre y amiga de la pobreza, como lo era su bendití- en vida, hasta que al mismo tiempo de la venida
simo Hijo; el cual, siendo rey de gloria, había to- de Cristo, el Espíritu Santo le movió á venir al
mado hábito y figura de pobre para enriquecer- templo, certificándole que hallaría el que Dios le
nos, y era justo que pareciese lo que era, y con había prometido, y él tanto deseaba. Vino Si-
esta humildad reprimiese nuestra presunción y meón cargado de años y abrasado de deseos; vino
soberbia, que siendo pobres queremos parecer como una cierva acosada, herida y sedienta, para
ricos, y siendo pecadores queremos que nos t e n - refrescarse en aquella fuente de vida; y con el
360 LA LEYENDA DE ORO DÍA 2
mismo espíritu que le traía, vio en el templo no por falta suya, sino por culpa de ellos; como el
muerto al templo vivo, en el corporal al espiri- que pudiendo pasar el río por una puente ancha
tual, y en los brazos de la Virgen al Hijo purísi- y segura, se arroja en la más profunda y arreba-
mo, que ella había parido; vio el tesoro del mun- tada corriente, y perece por su voluntad. Añadió
do, el heredero de los siglos, el mayorazgo de el venerable viejo que Cristo había de ser como
Dios, la bienaventuranza de las criaturas, y el un blanco, adonde habían de asestar todos sus
remedio de todo el linaje humano; porque estan- tiros, máquinas y saetas, para contradecirle y per-
do con aquella ansia y afectuoso deseo de verle, seguirle, en sí y en sus miembros, todos los e n e -
y mirando con atención las otras mujeres que en- migos de la luz; y finalmente, que vendría á morir
traban en el templo para purificarse con sus hi- en la cruz, y que sería traspasada el alma de la
jos, vio al rededor de la sacratísima Virgen, y de Virgen de un cuchillo de dolor tan agudo y pene-
aquel Agnus Dei que traía colgado á sus pechos, trativo, que si no fuera confortada de la divina
una luz de inmensa claridad, y luego conoció que gracia, sin duda muriera por la fuerza de aquel
aquél era su bien y su tesoro, y la lumbre de sus dolor: y con estas palabras nos declaró cuan agu-
cjos, y el descanso de su corazón, como lo refiere dos fueron los filos de aquel cuchillo que atravesó
Timoteo, presbítero de Jerusalén; y llegándose el corazón de la Virgen, cuando vio colgada la
con increíble humildad y gozo, se postró y adoró al vida del mundo en un madero, y que sus tormen-
Niño, y suplicó á la madre que se le dejase tomar tos y penas fueron tan atroces y más excesivas
en sus brazos, y teniéndole en ellos cantó como que las de todos los mártires; que muy justamente
cisne divino aquel cántico tan celebrado: «Ahora, se puede y debe llamar á boca llena mártir, y más
Señor, dejas á tu siervo en paz, según la pro- que mártir, la que en el deseo de morir por Cristo
mesa de tu palabra; porque ya han visto mis ojos y con Cristo, y en lo que en aquella hora por él
tu Salud, la cual aparejaste ante la cara de todos padeció, sobrepujó á todos los mártires.
los pueblos para la luz de las gentes y gloria de Pero para que todos los estados y todas las eda-
Israel. Cumplido habéis, Señor, vuestra palabra; des diesen testimonio y alabasen al Señor, no
ya he visto lo que me prometisteis; ya es tiempo faltó una santa viuda, anciana de ochenta y
que me saquéis de la penosa cárcel de este cuerpo, cuatro años, llamada Ana, que en esta sazón
y me libréis de la congojosa y peligrosa guerra de se halló en el templo, en el cual de día y
esta vida, y recojáis mi espíritu en paz, pues he de noche servía al Señor, afligiendo su cuerpo
visto la verdadera paz y el Pacificador del mundo. con ayunos, y recreando su alma con oración;
He visto al Salvador, que ha de dar salud y vida é?ta intervino á la fiesta, y ayudó á la procesión
alumbrando á los gentiles que están en la sombra solemnísima que hoy se hizo en aquel sagrado l u -
de la muerte, y glorificando á vuestro pueblo, que gar, á la cual vinieron los ángeles, que invisible-
ahora está abatido y oprimido. Ya no tengo más mente acompañaban á su Rey y Señor, y algunos
que ver, ya no tengo más que desear ni que e s - sacerdotes y ministros del templo, y otros fieles
perar, sino cerrar mis ojos, pues han visto la luz del pueblo que allí se hallarían, y la sacratísima
del cielo: ya no temeré la muerte, pues he tenido Virgen nuestra Señora, con san José, su esposo,
en mis brazos la vida.» y Ana profeii-a, y en medio de todos el santo viejo
Después, como sacerdote, cuyo oficio es bende- Simeón llevaba en sus manos aquella custodia y
cir en el templo, les echó su bendición; y volvién- relicario divino. Este misterio nos representa la
dose á la sacratísima Virgen, le dijo unas palabras santa Iglesia cada año en la procesión que hace
de gran ternura y sentimiento. «Mira, dice, que hoy con las candelas encendidas, que es ceremo-
este Niño está puesto aquí para caída y levanta- nia antiquísima y de grande devoción, instituida
miento de muchos en Israel, y por una señal á por instituto del Espíritu Santo, para enseñarnos
quien ha de contradecir el mundo. Y tu ánima á tomar á Cristo, y llevarle en nuestras manos,
será atravesada con un cuchillo, para que sean como luz del mundo y hacha encendida, suplicán-
descubiertos los pensamientos de muchos.» Por dole que alumbre é inflame con su divino amor
las cuales palabras el santo viejo profetizó á la nuestros corazones; y para que sepamos, que así
Virgen, que por más que aquel Niño preciosísimo como las abejas, sin corrupción alguna, labraron
fuese verdadero Salvador del mundo, y hubiese la cera de las velas que traemos en las manos, así
venido para darle salud, y para alumbrar, como la sacratísima Virgen, sin menoscabo de su pure-
otro sol de justicia, los ojos de todos los que los za virginal, nos dio la carne de su benditísimo
quisiesen alu-ir para mirarle y gozar de su clari- Hijo, en la cual, como en cera blanca y blanda,
dad; pero que hnbía muchos tan desconocidos, se imprimieron los dolores y tormentos de su s a -
que los cerrarían y se cegarían con la misma luz, cratísima pasión. Otras causas hubo de la insti-
y la salud convertirían en ponzoña; y que para tución de la procesión que usa la Iglesia este
estos tales sería ocasión de ruina y destrucción, día, las cuales traen los autores del Oficio Ecle-
DÍA 3 FEBRERO 361
siástico, y el P. Pedro Canisio, en donde las ridades de su vida; y solamente en las actas de
hallarán los que las quisieren ver. San Epifanio los obispos de aquella iglesia se lee que fué varón
dice, que san Simeón murió muy viejo, pero que de grandísima piedad y de un corazón extremada-
los demás sacerdotes no le honraron con sepultu- mente compasivo para los pobres. Murió tranqui-
ra cuando murió; y debió ser por el aborrecimien- lamente el día 2 de febrero del año 500.
to que le tenían, por haber adorado y anunciado
á Cristo. La Iglesia celebra su fiesta á 8 de octu- Dia 3
bre, y la de Ana profetisa el primero día de s e p -
tiembre. (P. Ribadeneira.) SAN BLAS, OBISPO Y MÁRTIR.—La vida de san Blas,
obispo y mártir, sacada de Simeón Metafrastes, es
SAN APRQNIANO, MÁRTIR—Este santo era carcelero de esta manera: Fué san Blas desde niño muy
de las prisiones de Roma, y seguía las supersticio- bien inclinado, modesto en la juventud, y en toda
nes del gentilismo. AI sacar de la prisión á san la vida temeroso de Dios. Aficiónesele todo el
Sifinio para presentarlo al gobernador Laudiceo, pueblo por sus grandes virtudes, ó hiciéronle
una voz celeste resonó en sus oídos que decía: obispo de la ciudad de Sebaste, que es en la pro-
«Venid, benditos de mi Padre, á poseer el reino vincia de Armenia. Después por divina inspiración
que desde el principio del mundo se os está pre- se retiró á un monte que se llamaba Argeo, é hizo
parado.» Este, ilustrado sin duda interiormente vida algún tiempo en una cueva, á la cual venían
por una luz celestial, despreció el culto de los ído- cada día las bestias fieras de aquellos campos
los y se convirtió á la fe católica; y después de para honrar al santo, y ser curadas de él, y reci-
recibido el santo bautismo, murió degollado en bir su bendición; y si acaso venían estando en
Roma el día 2 de febrero del año 304. oración, no le interrumpían ni le estorbaban,
antes aguardaban que la acabase, y sin su bendi-
SAN CORNELIO, CENTURIÓN—Fué bautizado por el ción de allí no se partían; para que se vea cómo
apóstol san Pedro el año cuarenta de Jesucristo. el Señor honra á sus santos, y que todas las cria-
Hallándose este apóstol en Joppe tuvo una visión, turas le obedecen, y se entienda aquella excelen-
en la cual una voz del cielo le mandaba comer cia é imperio que tuvieron nuestros primeros
indiferentemente de toda clase de viandas, sin dis- padres sobre las bestias en el dichoso estado de
tinción de animales, mundos é inmundos, imagen la inocencia. Halló san Blas delicias en la cueva,
simbólica que abolía la distinción entre judíos y obediencia en las fieras, seguridad en los m o n s -
gentiles, y que siguiese sin titubear á tres h o m - truos, abundancia en los desiertos, y deleite en la
bres que le buscaban. Estos tres hombres eran soledad. Vino ún presidente de los emperadores
enviados por Cornelio. Pedro se fué á Cesárea, Diocleciano y Maximiano, llamado Agricolao, á la
donde vivía el Centurión, que se hizo instruir en ciudad de Sebaste, y comenzó á perseguir el reba-
la fe juntamente con toda su familia. El Espíritu ño del Señor; y por medio de sus ministros, como
Santo descendió visiblemente sobre ellos, el após- lobos hambrientos y crueles, hacer riza en las
tol les bautizó, y después consagró á Cornelio obis- ovejas de Cristo, mientras que los naturales y
po de la misma ciudad de Cesárea, que trabajó verdaderos lobos besaban mansamente los pies de
eficazmente en la propagación del Evangelio. Blas su pastor; siendo los hombres por su maldad
más feroces y crueles contra los hombres, que lo
SAN LORENZO—Natural de Italia, monje y sacer- eran las bestias por su naturaleza. Pareció al pre-
dote de Roma, fué enviado por el papa Gregorio sidente que era bien acabar de una vez con los
el Grande con san Agustín á convertir los ingleses, cristianos que tenía presos, y hacerlos despeda-
de los cuales bautizó una multitud. Lorenzo suce- zar de las fieras, para que así tuviesen más crudo
dió á san Agustín en el obispado de Cantorberi, y y vil tormento, y su sepulcro fuese el vientre de
terminó sus trabajos apostólicos con una muerte ellas, y el pueblo tuviese algún entretenimiento y
santa acaecida en el año 619. regocijo. Para esto envió sus ministros á caza de
las mismas fieras, los cuales, cercando el monte
Argeo, llegaron á la cueva donde estaba san
LOS SANTOS FORTUNATO, FELICIANO, FIRMO, Y CÁNDIDO,
COMPAÑEROS MÁRTIRES—Fueron martirizados y dego- Blas, y hallaron delante de ella gran número de
llados en Roma por no querer renunciar á la reli- animales feroces, leones, tigres, osos, lobos y
gión cristiana, durante el año 305. otros, que le hacían compañía con gran concordia
y amistad. Espantados de esto, entraron con curio-
SAN FLÓSCULO—Sucedió á san Próspero, y fué el sidad dentro de la cueva, y vieron al santo senta-
decimotercero obispo de Orleáns, que como h e r - do, absorto en Dios, suplicándole, como se puede
mosa y fragante flor despidió suave olor en toda piadosamente creer, por la paz y tranquilidad de
la Iglesia de Dios. Nada se sabe de las particula- su Iglesia. Volvieron luego á la ciudad y dieron
TOMO i 46
362 LA LEYENDA DE ORO DÍA 3
razón al presidente de lo que habían hallado y él; y con esto quedó sano, y Dios nuestro Señor
visto; y él envió gran número de soldados á aquel hizo tantos y tan señalados milagros por la inter-
monte, para que buscasen con gran diligencia los cesión de san Blas, sanando á muchos que tenían
cristianos, y le trajesen todos los que hallasen. alguna espina ó hueso atravesado en la garganta,
Llegados á la cueva, hallaron á san Blas solo, que Aecio, médico griego antiquísimo, entreoíros
orando y alabando al Señor, y dijóronle: «Ven remedios que escribe para este mal, pone la invo-
con nosotros, que el presidente te llama.» Y el cación de san Blas, y dice que tomando al enfer-
santo, con grande alegría, les dijo: «Hijos míos, mo por la garganta, le digan estas palabras: Bla-
seáis muy bien venidos, muchos días ha que os sius martyr et servus Christi dicit: aut ascende, aut
estoy aguardando: yo me he dejado gobernar aquí descende: Blas, mártir y siervo de Cristo, manda
dentro de mi Señor; ahora por su voluntad de bue- que ó subas ó bajes: que es señal que se usaba
na gana os seguiré. Esta noche me apareció tres esto mucho en su tiempo.
veces, y me dijo que me levantase, y ofreciese el Pasados algunos días, mandó Agricolao parecer
sacrificio que suelen ofrecer los sacerdotes. Por otra vez al santo obispo en su tribunal, y hallán-
tanto, hermanos, vamos, vamos en el nombre de dole cada vez más constante y firme en su santo
Dios.» Llevaban los soldados al santo, y él con sus propósito, le mandó colgar de un madero y a z o -
palabras encendía los corazones de los que le oían, tarle crudamente; y el santo, no haciendo caso de
y con los milagros que obraba en el camino, se los azotes, alababa al Señor, porque le daba gra-
convertían á la fe del Señor. Llegado á la ciudad, cia para padecer por él, dando con esto ejemplo
el presidente le mandó echar en la cárcel, y al día de fortaleza á los circunstantes. Mandóle el pre-
siguiente traerle delante de sí; y queriéndole ten- sidente volver á la cárcel, y llevándole, iban tras
tar con blanduras, le dijo: «Seáis bien venido, él siete mujeres devotas y llenas de piadoso afec-
Blas, amigo mío carísimo, y de los dioses inmor- to, recogiendo la sangre que destilaba de sus lla-
tales.» A esto respondió Blas: «Dios te guarde, gas y caía en tierra, y con ella se ungían con
¡oh presidente!, y para que te guarde, yo te ruego gran fervor. Fueron presas las santas mujeres y
que no llames dioses á los demonios, en cuyas llevadas al presidente, el cual les dijo que sacri-
manos serán entregados todos los que los adoran ficasen á los dioses, ó que se aparejasen para mo-
y tienen por dioses.» Quedó atónito el presidente rir. Respondieron ellas que enviase á sus dioses
de esta respuesta tan libre del santo, y estuvo un á una laguna que estaba vecina, para que laván-
poco suspenso, pensando lo que había de hacer dose ellas en el agua, les pudiesen con limpieza
con él, y encendiéndosele la cólera, le mandó allí ofrecer sacrificio. Holgóse mucho el presidente de
luego apalear; y así lo hicieron los sayones con esto, y mandó que así se hiciese; mas las santas
gran fuerza y por muchas horas, estando el santo mujeres tomaron los dioses del presidente, y los
con grande constancia y alegría, y haciendo burla echaron en la laguna, lo cual sabido por Agricolao
del presidente, le dijo: «¡Oh engañador de las al- no se puede creer fácilmente lo que se embraveció,
mas y desatinado! ¿Piensas que por tus tormentos y haciendo encender unagrande hoguera, con plo-
me tengo de apartar de Dios? No, no; que el mismo mo derretido y siete planchas, ó como camisas de
Señor está conmigo y me conforta; por tanto, haz hierro, les dijo que escogiesen una de dos, ó ado-
de mí lo que quisieres.» Mandóle el presidente vol- rar á los dioses, ó probar si aquel fuego ardía y
ver á la cárcel, y estando en ella, una piadosa el plomo derretido quemaba. Diciendo él esto, una
mujer, viuda y vieja, le trajo de comer, y echán- de aquellas santas mujeres que tenía allí consigo
dose á sus pies, le suplicaba que aceptase aquella dos hijos pequeños, tomó corrida hacia el fuego,
miseria que de su pobreza le ofrecía. El santo la y los dos hijos le rogaban que no los dejase vivos,
aceptó y se la agradeció, alabando la buena volun- muriendo ella, sino que como les había dado esta
tad con que se la había traído, y exhortándola que luz corporal, los ayudase para ver la celestial y
hiciese siempre bien á todos los pobres que p u - gozar de su Señor. Turbóse sobremanera Agrico-
diese, y prometiéndola que no solamente á ella, lao cuando oyó las voces y vio las lágrimas de
mas á todos sus devotos procuraría vivo y muerto los niños, y atravesado como de una aguda espa-
socorrerlos en sus necesidades. Traían al santo da de dolor, dio un suspiro y dijo: «¡Qué! ¿Las
todos los enfermos de aquella comarca, y él, por mujeres y los niños hacen burla de nosotros?» Y
sus oraciones, los sanaba, y entre ellos fué un mu- mandó colgarlos y rasgar sus carnes con peines
chacho, al cual, comiendo de un pez, se le había de hierro. Mas, ¡oh bondad del Señor!, no corría
atravesado una espina en la garganta, y le ahoga- sangre de las llagas, sino leche, y sus carnes e s -
ba y estaba ya para expirar; y traído con muchas taban más blancas que la nieve; y al mismo tiem-
lágrimas y suspiros por su madre á los pies del po que los verdugos desgarraban los cuerpos de
santo, él suplicó al Señor que le sanase, y á todos las santas, los ángeles los sanaban, y apareeién-
los que tuviesen aquel mal y se encomendasen á doles visiblemente les decían: «No os espanten los
DÍA 3 FEBRERO 363
tormentos: pelead, que venceréis y seréis corona- EL BEATO NICOLÁS DE LONGOBARDI - A 6 de enero de
das; pasará en breve este trabajo, y el galardón 1650 nació en Longobardi, pueblo de la Calabria,
durará para siempre.» Finalmente, el presidente el beato Nicolás, de padres pobres, pero honestos
las mandó echar en el fuego, y habiéndolas el y muy piadosos. En el bautismo le pusieron por
Señor librado de él y salido sin lesión alguna, dio nombre Juan Bautista, que al vestir el hábito r e -
sentencia que les fuesen cortadas las cabezas, y ligioso trocó en el de Nicolás. Educáronle sus pa-
así se hizo, habiendo hecho primero gracias al dres en el santo temor de Dios, y le aplicaron á s u
Señor por aquel beneficio que de su mano reci- propia profesión, que era de labradores. No o b s -
bían, suplicándole que aceptase sus cuerpos y sus tante esta fatigosa ocupación, el santo joven ayu-
almas por sacrificio, y diciéndole todas siete, con naba muchos días en la semana, y siempre á pan
un espíritu y con una voz: «Gracias os hacemos, y agua los viernes y sábados. No dejaba pasar, en
Señor, porque nos habéis dado gracia q u e s e a m o s cuanto le era posible, día alguno sin oir la santa
sacrificadas en este altar, como inocentes corde- misa: y acostumbraba, á más de las principales
ras.» Quiso el presidente tentar otra vez á san fiestas del año, confesar y comulgar todos los vier-
Blas; y como no le sucediese como él quería, nes. En su casa elegía para sí los servicios de ma-
mandóle echar á aquella laguna; mas él, haciendo yor peso, á fin de aliviar á sus padres y hermanos.
la cruz, andaba sobre las aguas sin hundirse, y Los ratos que le quedaban libres del trabajo, y los
sentándose en medio de ellas, convidó á los infie- días de fiesta, los pasaba recogido en las iglesias
les y ministros de justicia que entrasen en elagua, en continua oración, retirándose con más frecuen-
como él, si pensaban que sus dioses los podían cia á la de los padres mínimos. Enamorado con
ayudar. Entraron sesenta y ocho, y luego se a h o - esta ocasión de la vida penitente que observaba en
garon y fueron al fondo; y el ángel apareció á aquellos santos religiosos, llamado de Dios y lleno
san Blas, y le dijo: «Oh ánima alumbrada del S e - de un santo fervor, se resolvió á abrazar el propio
ñor! ¡Oh pontífice amigo de Dos! Sal de esta agua, instituto. Habiendo, pues, pasado los años de su
para que recibas la corona de la gloria inmor- niñez y juventud con pureza y sencillez de corazón
tal.» En continente el santo mártir salió déla agua en la rústica y pobre casa de sus padres, á los
con un rostro tan resplandeciente, que dio temor veinte ya cumplidos de su edad, vistió el hábito de
y espanto á los paganos, y alegría y contento á los religioso mínimo donado, ó hermano converso, y
cristianos. El presidente, confuso y burlado, vien- en calidad de tal, cumplido con suma satisfacción
do lo poco que le aprovechaban sus invenciones de todos los religiosos el año del noviciado, hizo
y arte, le mandó degollar. El santo, estando ya su profesión solemne en el sagrado convento de
para tender el cuello al cuchillo, hizo oración al Paula, cabeza de todos los de la orden. Cuando N i -
Señor, suplicándole por todos los que en sus tra- colás vio ya cumplidas sus fervorosas ansias, de
bajos le habían ayudado, y por los que en los siglos estar todo consagrado al Señor por los solemnes
venideros se encomendasen en sus oraciones: y el votos, propuso en su corazón no vivir en adelante
mismo Señor le apareció, y con voz clara y que sino en Dios y para Dios. Habiéndole los superio-
todos lo oyeron, le dijo: Yo he oído tu oración, y res destinado al convento de Longobardi, su patria,
te he otorgado lo que me pides. Y luego le fué cor- vivió en él unos dos años, después de los cuales
tada la cabeza, y con él á los dos hijos que dijimos, pasó á vivir al de la ciudad de San Marcos, de la
de aquella santa mujer, que se los había encomen- misma provincia de Calabria. En este convento,
dado á san Blas á ruegos de los mismos hijos. en que permaneció otros dos años, tuvo su prelado
Este fué el fin glorioso de este santo pontífice. que encargarle muchos oficios, por ser muy r e -
Murió en Sebaste á los 3 de febrero, y en aquel ducido el número de sus religiosos. Era á un mis-
día celebra la Iglesia su fiesta. Los cristianos to- mo tiempo cocinero, hortelano, despensero, y e s -
maron su cuerpo, y le enterraron con grande de- taba también á su cuidado pedir las limosnas por
voción, y el Señor obró grandes milagros por su la ciudad y lugares del contorno, además de otros
intercesión, y dio la salud á muchos enfermos. En encargos que le hacían sus superiores. Sin embar-
el martirio de este santo tenemos admirables ejem- go esta multitud de encargos, el siervo de Dios,
plos de fe, fortaleza y constancia, y especialmente siempre incansable en el trabajo, los desempeñó
los prelados de la Iglesia le deben imitar como á todos á satisfacción de sus superiores, ejecutando
santo prelado; y las mujeres á las santas mujeres, cuanto le ordenaban, y manifestándose aún d i s -
que por su devoción, y por recoger su bendita san- puesto á mayores fatigas. En el siguiente trienio
gre, varonilmente murieron por Cristo; y hasta los destinaron los prelados á Nicolás á tres diferentes
niños pueden tomar por dechado á los niños que conventos; y en ellos tuvo también á su cargo los
fueron descabezados con el santo, queriendo antes oficios de cocinero y despensero. Aunque en todos
seguir á su piadosa madre en la muerte, que q uedar tres era grande el número de religiosos, varios
en esta miserable vida. (P. Ribadeneira.) sus genios y frecuente el número de forasteros, á
364 LA LEYENDA DE ORO DÍA 3
todos contentaba la caridad del beato, de modo que en el recinto de aquellas paredes santas, que r e -
jamás se halló uno á quien hubiese disgustado; solvió eficazmente mejorar de vida y no conten-
sin tener amistad particular con ninguno, á todos tarse con una perfección común, sino aspirar á
los amaba como hermanos, y á cada uno obedecía la cumbre de la santidad: en efecto, volvió á Ro-
como si fuese su superior, sin distinción de patria, ma tan otro y tan mejorado de lo que había sali-
graduación ó sangre. Huyendo solícito el trato de do, que los religiosos, al verle, pasmados, se decían
los seglares, todo el tiempo que le quedaba libre unos á otros: «Este no es Fr. Nicolás, porque
de sus fatigas lo empleaba en tratar á solas con Fr. Nicolás que fué á Loreto era un Fr. Nicolás bue-
Dios del negocio de su alma. no; peroFr. Nicolás que ha vuelto á Roma es un
Con esta ejemplarísima conducta fué tan grande Fr. Nicolás santo.» Después de pasados los cuatro
la opinión que formaron los religiosos de la virtud años en el oficio de compañero del cura de la pa-
de Fr. Nicolás, que el P. Carlos Santoro, s i e n - rroquia, le encargó la obediencia el de portero de
do provincial, le eligió por su compañero. Nada dicho colegio, el cual obtuvo en los restantes ocho
engreído el beato con este honorífico oficio, se años, que por la primera vez permaneció en R o -
mereció la estimación de su provincial con su ma. En el nuevo empleo, atento á dar de comer
exacta obediencia, con su vida ejemplar, y s i n - á tropas enteras de mendigos, procuraba con las
gularmente porque jamás se le quejó de otro, ni más vivas diligencias disponerles la comida; pero
le refirió cosa que pudiese acarrear disgusto á re- era tanta la unión de su espíritu con Dios, que á
ligioso alguno de la provincia, no obstante de veces, en medio de sus faenas, arrebatado de la
habérsele ofrecido para ello muchas ocasiones. contemplación, se hallaba más donde amaba que
Comúnmente se desembarazaba de las recomenda- en donde su cuerpo habitaba. Su silencio, mo-
ciones que se le hacían, diciendo que él era un destia, recogimiento é inalterable paciencia cau-
pobre donado y no debía mezclarse en asuntos saban no menos edificación que asombro á toda
ajenos de su profesión. Cuando acompañando al la ciudad de Roma. Con esto empezaron á verse
provincial en la visita se hallaba en conventos en en el convento grandes concursos de toda clase
que era escaso el número de los religiosos, él mis- de personas, aun de las más ilustres, que acudían
mo se ofrecía á trabajar y servir en lo que ocu- al beato para pedirle consejo en sus dudas, ó
rriese. Enamorado el provincial del discreto y san- para que les alcanzase el remedio en sus enferme-
to proceder de su compañero, quiso darle una dades, ó para conseguir á lo menos con su presen-
sincera muestra de su amor. Sabiendo, pues, cia algún consuelo en sus adversidades. De ahí
cuánto deseaba Fr. Nicolás visitar los santos l u - fué, que temiendo los superiores generales de la
gares de Roma y de Loreto, al fin de su trienio orden que estos extraordinarios aplausos no pu-
le consiguió del padre general le nombrase para siesen á peligro la virtud de Fr. Nicolás, juzga-
conventual del colegio de mínimos de la Calabria, ron conveniente ocultarle en los remotos retiros
situado en los montes de Roma. Llegado allí el de la Calabria. En el año, pues, de 1693, que
beato en el año de 1681, que era el treinta y uno era el cuarenta y tres de su edad, fué destinado
de su edad, fué destinado por compañero del cura el beato al convento de Paula, donde residió dos
de la parroquia que está unida á la iglesia de di- años, empleado en los oficios de sacristán y de
cho colegio, que era entonces el P. Fr. Ángel de portero.
Longobardi. Pero siendo éste ya de una edad avan- En el oficio de sacristán se portó con tal diligen-
zada, el mayor peso de aquella vastísima parroquia cia, en lo que miraba á la limpieza del templo y
vino á caer sobre las espaldas de Fr. Nicolás. Todos adorno de los sagrados altares, que muchos días,
los días la corría toda y en algunos más de una vez; cuando no ocurría otra cosa más urgente, se le
y cuando hallaba alguna necesidad de administrar veía todo afanado en limpiar el piso de la iglesia.
algún sacramento, ó asistir á algún moribun- Jamás faltó un solo punto á tocar al coro las ho-
do, iba con prisa al colegio á avisar á los padres. ras establecidas. Muy reverente con los sacerdo-
Procuraba con grande solicitud y afán averiguar tes que iban á la sacristía para celebrar el divino
y remediar los desórdenes que ocurriesen; pa- sacrificio, con semblante agradable y corazón
rábase á escuchar las necesidades que le referían manso daba á cada uno su lugar. Aquí tuvo pri-
para darles el alivio conveniente, dejando en to- mero por compañero, en calidad de sacristán ma-
das partes claras señales de su ardiente celo y yor, y después por superior del convento, á un
caridad. ¡Cuatro años estuvo empleado en este religioso que, para probar su virtud, hacía befa
oficio, y en el intermedio de ellos, obtenida la li- y escarnio de los movimientos en que la violen-
cencia de los prelados, cumplió su antiguo y ar- cia del divino amor le obligaba á menudo á
diente deseo de visitar el santuario de Loreto, prorrumpir. Otras veces, mostrándose mal satis-
cuya peregrinación hizo á pie de ida y vuelta. Fué fecho de los servicios de Fr. Nicolás, en todo
tanta la abundancia de espíritu que experimentó hallaba motivo para reprenderle y vituperarle.
DÍA 3 FEBRERO 365
Juntaba á todo esto un genio fogoso, de modo donde perseveró por otros doce años y hasta el
que con sus gritos continuos hacia sonar en fin de su vida, ocupado casi siempre en su antiguo
los oídos del pobre lego un martilleo continuo y oficio de portero. En este empleo se dejó ver cada
afrentoso. Pero, como observaron bien los demás día más brillante el fervor de su caridad con los
frailes, jamás sintió el beato repugnancia ó dis- mendigos. Todos los días, á la hora establecida,
gusto en obedecerle; antes en medio de tan indis- acudían á la portería casi en número de ciento, á
cretos tratamientos, siempre perseveró alegre y cada uno de los cuales dispensaba cuanto era n e -
placentero, mostrando con lo risueño del rostro lo cesario para el diario sustento de su persona y de
imperturbable de su ánimo. En los dichos dos años su familia. Para este efecto, con infatigable solici-
por las noches, ó perseveraba en oración hasta tud iba recogiendo, así de los domésticos, como
concluirse los maitines, ó bien tomando antes un de los extraños sus devotos, las limosnas necesa-
breve descanso, empezaba su oración al principio rias, sin entibiarse un punto por las negativas,
de los maitines de media noche, y la continuaba las repulsas y malos tratamientos que en vez del
hasta la mañana. De día, ó trabajaba en su oficio, subsidio pedido se llevaba muchas veces. Él m i s -
ó se estaba retirado en la celda. En el empleo de mo guisaba la menestra, la llevaba en una gran
portero que ejerció el segundo de dichos dos años, caldera á la portería, y puesto de rodillas la d i s -
se entregó todo al socorro de los pobres, de quie- tribuía á los pobres; mas antes de repartírsela les
nes cuidaba como un padre amantísimo cuida de mandaba rezar arrodillados algunas oraciones, y
sus más tiernos hijos. No contento con lo mucho les hacia alguna breve fervorosa exhortación. Así
que tenía el convento asignado para la manuten- que hubo llegado á Roma, empezó luego á reno-
ción de los miserables, recogía solícito los desper- varse en el convento el concurso de toda clase de
dicios de la cocina y cuanto en el refectorio sobra- gentes. Los superiores no le prohibieron el trato,
ba á los religiosos, y no pocas veces pedía á éstos antes expresamente se lo mandaron; en ejecución
alguna cosa para df>r á los mendigos: al refectorio de cuyo precepto se dejaba ver el beato con un
comparecía, no para comer él, sino para proveer tenor de vida muy diferente del que observó la
á otros, pues todo su alimento consistía en una primera vez que estuvo en esta metrópoli del uni-
sola naranja agria asada en las brasas, ó en unas verso. Entonces vivía todo retirado y solitario:
pocas yerbas crudas sazonadas con vinagre, y en ahora no sólo conversaba indiferentemente con
un poco de pan. Al más pequeño sonido de la todos en el convento, sino que andaba por la c i u -
campanilla dejaba al instante cuanto tenía en las dad, y frecuentaba libremente los palacios, sin
manos, é interrumpía la oración ó asistencia á la que tantas ocupaciones exteriores, ni tantas mues-
misa para ir á ver quién llamaba; no obstante tras de estimación como recibía de personas de la
que muchas veces lo hacían por frioleras é imper- mayor jerarquía, causasen jamás el menor per-
tinencias. Pasados aquellos dos años en el c o n - juicio ni á su alta contemplación, ni á su humil-
vento de Paula, residió otros dos en el de L o n g o - dad profunda, sirviéndole de seguro y de salvo-
bardi, donde su fe y piedad le empeñaron á e m - conducto su eminente virtud, sostenida por la
prender á su cuenta, sin ningún fondo, la fábrica obediencia, que en todo y por todo le guiaba. En
de aquella iglesia, y con solas las limosnas que le efecto: entre tantos aplausos que se hacían á su
suministraba la caridad de otros, en menos de heroica virtud y prodigiosa santidad, era tan bajo
dos años concluyó y perfeccionó de tal modo aque- el concepto que de sí tenía Fr. Nicolás, que h a -
lla fábrica, que puede hoy competir con las mejo- blando con los religiosos, exclamaba tal vez: «Pi-
res de la provincia: tan grande era el crédito de sadme, escupidme, aborrecedme, pues no merezco
santidad que sus muchos milagros le habían ad- otra cosa. Yo soy el hombre más vil de cuantos
quirido. Andaba por todas partes siempre á pie, y viven, soy indigno de que me cubra el cielo y me
siempre pidiendo ó trabajando para su fábrica; sostenga la tierra. En toda mi vida he hecho cosa
pero entre el bullicio de tantas ocupaciones e x t e - alguna buena, ni al presente la hago.» Y diciendo
riores nunca estuvo su corazón distraído, porque esto él mismo se escupía y arrojaba á los pies de
pasaba muy superficialmente por los objetos de la todos. De ahí es, que miraba como propios los
tierra, ocupando su mente sólo en los del cielo. más humildes ejercicios del convento, abatiéndose
Pasados dichos cuatro años, corriendo el de voluntariamente, y con singular complacencia,
1697, creyeron los prelados de la orden hallarse hasta ayudar al mozo de la cocina en barrer esta
el beato bastante fundado en la humildad, y no pieza, y en lavar y fregar los platos. Los carde-
estar ya sujeto en Roma á los peligros que temían nales y los príncipes romanos iban á su celda,
sus antecesores, por lo que, para edificación de y arrodillados á sus pies le besaban la mano; pero
los fieles y mayor gloria de Dios, lo hicieron de él era tan insensible á todas estas demostracio-
nuevo venir á habitar en el colegio de mínimos nes, como si no las viese. En muchas ocasiones lo
calabreses de dicha capital del orbe cristiano, vieron arrodillado en la portería delante de los
366 LA LEYENDA DE ORO DÍA 3
pobres, á quienes había repartido la menestra; pi- les eran las facciones de su rostro. Al hablar con
diéndoles con sumo rendimiento por amor de Dios ellas tenía los ojos fijos en la tierra, usaba pocas
algo de ella, y recibiéndola como si fuese un men- palabras, y sus expresiones eran más ásperas que
digo, la entregaba después al primer pobre que agradables. Nunca andando por las calles de R o -
llegaba. Ver confesar á Fr. Nicolás era lo mismo ma levantó los ojos por ninguna novedad ni m a -
que ver confesar al más impío de los pecadores ravilla que ocurriese. Aun en el trato regular con
ya arrepentido: tanta era la humilde postura de los religiosos, si bien era muy jovial, pero tan
su cuerpo y confusión de su aspecto: no obstante, ceñido dentro de los limites de la honestidad, que
era común sentir de los religiosos, que Fr. N i c o - no miraba el rostro á ninguno, ni sacaba las ma-
lás no había cometido en toda su vida ninguna nos de las mangas del hábito. No resplandeció
culpa grave, ni perdido la inocencia bautismal. menos Nicolás en la pobreza evangélica. Traía el
De esta su humildad profunda nacía aquella su interior vestido tan remendado y roto, que apenas
ciega y pronta obediencia á los preceptos é insi- se podría distinguir cuál fué su primera materia.
nuaciones de sus superiores, por arduo que fuese Cuando el prelado le daba zapatos nuevos, no se
su cumplimiento. Muchas veces, para hacer prue- los ponía, antes obtenida licencia para darlos de
ba de su obediencia, los colegiales jóvenes, cuan- limosna, se surtía de un par viejo que pedia á
do sabían estaba arrebatado en éxtasis, iban á otro religioso; el cual usaba y hacía remendar
tocar la campanilla de la portería, y por más que hasta que no podía admitir otra compostura. Tenía
tocaban nunca comparecía Fr. Nicolás; pero al un solo sombrero, que le sirvió desde el novicia-
primer toque de otra persona que realmente n e - do los treinta y nueve años que vivió en la reli-
cesitase del portero, al punto obediente iba á la gión. Su celda no tenía otros adornos que unas
portería, cumpliendo así con prodigiosa exacti- estampas de papel, ni otras alhajas que alguna
tud el oficio que la obediencia le tenía encargado: arca vieja donde ponía ya los agnus y rosarios
fué también exactísima la que observó con sus benditos, con que atraía á los niños á la continua
directores espirituales, en especial los últimos y atenta asistencia al catecismo, ya lo que reco-
años que vivió en Boma. gía de limosna para los pobres y para la iglesia;
Efecto era también de su humildad la paciencia de cuyo lucimiento fué siempre muy solícito,
con que sufría las agrias reprensiones, que para adornando sus altares con hermosas flores, ricas
hacer prueba de su virtud le daban los prelados, alhajas y magníficos alumbrados, especialmente
creyendo siempre que las tenía muy merecidas, en ocasiones de estar patente el santísimo Sacra-
no menos que las injurias, murmuraciones pesa- mento. Los restantes ajuares de su celda eran dos
das y malos tratamientos de sus iguales, en que platos vacíos, en que daba secretamente de comer
fué bien ejercitado. Los mismos pobres, á quienes á muchos pobres vergonzantes; muchos pedazos
diariamente hacía limosna en la portería, le hur- de pan en una cesta vieja, que tenía prevenidos
taban de continuo las mejores frutas y flores de para los pobres que llegaban después de reparti-
un huertecillo que él cultivaba para alivio de los da la limosna, y en otro rincón había algunos pu-
enfermos y adorno de los altares: muóhas veces cheros, que servían para enviar menestra á las
correspondían ingratos á su liberalidad con pala- casas de algunas pobres y honestas doncellas, á
bras descomedidas, con gestos, mofas, desprecios quienes libraba por este medio del peligro de
y empujones; pero aunque él era de genio y n a - hacer un lastimoso naufragio de su honestidad; asi
tural colérico, jamás se le vio alterarse ni d e s - como con otros oportunos socorros mantenía para
componerse en vista de tan villana correspon- proseguir la carrera literaria á varios pobres es-
dencia, ni aun se le oyó quejarse. En cierta tudiantes.
ocasión un viejo, mal contento de la porción que Los rigores y asperezas con que maceró Nicolás
le había repartido Nicolás, le tiró un plato de su inocente cuerpo, excedían las fuerzas h u m a -
habas cocidas, con que le vino á dar en el pecho, nas. Por espacio de diez años ayunó á pan y agua,
y se huyó á toda prisa; pero mientras huía cayó y su vida fué un continuo ayuno poco menos ri-
en el suelo; entonces se le acercó el beato, y ayu- guroso. Casi nunca probó el pescado; su mayor
dándole á levantar, le dijo: «Levantaos, que ha regalo era una menestra de legumbres, en que á
sido nada:» dándole luego otra porción de habas veces echaba agua y á veces ceniza para volverla
más copiosa que la antecedente. Desde la cuna más desagradable, y otras mezclaba en ella yer-
recibió Nicolás del cielo el don de la castidad, que bas amargas ó cardos con espinas. En ciertas
conservó inviolable por todo el curso de su vida. ocasiones pasaba el tiempo sin comer, y sólo t o -
La modestia de sus ojos fué tal, que entre tantas maba por la noche alguna fruta ó yerbas crudas.
mujeres con quienes por razón de sus oficios, ó En el viernes santo, para imitar de algún modo
por obediencia, ó por caridad debió de tratar, con la amarga bebida del Salvador, deshacía en un
dificultad habría una de quien pudiese decir c u á - poco de agua caliente una hiél de vaca, y se bebía
DÍA 3 FEBRERO 367
aquel licor amarguísimo. Nunca llevó gorro, tra- abrasa por Vos, no puedo más, no se puede, S e -
yendo siempre la cabeza descubierta. Aun en los ñor, yo muero, yo muero;» teniendo al decir esto
mayores rigores del invierno, rara vez se acerca- su cara resplandeciente como la de un ángel. Mu-
ba al fuego, y cuando lo hacía, era muy de paso. chas veces era como sorprendido de una santa
Cierta noche al salir de la chimenea otro religioso locura, que le hacia saltar y hablar mucho, d u -
tomó un grueso tizón encendido, é inconsiderada- rándole estos transportes por una hora y más. No
mente, tirándolo tras sí, vino á dar el golpe en las sólo en el coro y en la iglesia orando, sino tam-
espaldas de Fr. Nicolás; pero él, sin volver el ros- bién en el refectorio comiendo, en la cocina pre-
tro, ni pararse un momento, prosiguió su camino parando la comida, en el claustro barriendo, y en
con decir solamente: «Sea por amor de Dios.» las calles y plazas andando por sus ministerios, le
Azotábase dos veces cada noche con una cadena observaron en un instante quedarse extático é in-
de hierro hasta derramar mucha sangre. Entre moble. Muchos para verle en esta postura anda-
varios cilicios que continuamente usaba, uno de ban á menudo á ponérsele delante, y haciendo
ellos era de malla de hierro, guarnecido de agu- alusión á la santísima Trinidad, con los tres dedos
das puntas, el cual, á manera de jubón le cubría levantados le decían: Tres son: lo que bastaba para
todo medio cuerpo: ceñíalo á más con gruesas ca- enajenarle de los sentidos. Andaba por las calles
denas que nunca se quitaba de encima, cuyas s e - de Roma y estaba en los palacios tan absorto, que
ñales quedaban perpetuamente impresas en la casi parecía una estatua; y así, ni oía los gritos
túnica de lana, que según el tenor de la regla con que le aclamaban en público por santo, ni
trajo siempre de día y de noche. Dormía dos horas advertía las finísimas demostraciones de estima
cuando más, y siempre sobre las desnudas tablas. que le daban. Sus éxtasis, especialmente en los
Era común sentimiento de sus correligionarios últimos años, que á veces le duraban dos horas,
que Fr. Nicolás vivía de milagro; pues sin embar- eran cotidianos, é iban acompañados muchas v e -
go de tan ásperas penitencias, trabajaba de modo ces de la elevación del cuerpo, como en diferen-
en los oficios que estaban á su cargo, que los más tes ocasiones lo vieron así los religiosos como los
robustos no tenían fuerzas para igualarle. Por seglares. Un día muy solemne, después de haber
mucho tiempo tuvo la costumbre de hacer cada comulgado en la iglesia del colegio de Roma, y
noche la visita de las Siete iglesias de Roma. Salía arrodilládose delante de la barandilla del pres-
ordinariamente acabados los maitines, y al ama- biterio, fué visto de todo el pueblo levantarse de la
necer ya estaba otra vez en el convento, y como tierra poco á poco y quedar cerca dos palmos ele-
si nada hubiera hecho, se entregaba luego á las vado sobre ella, con los brazos cruzados sobre el
haciendas domésticas, añadiendo fatigas á fatigas. pecho y los ojos abiertos y vueltos hacia el cielo.
Fué tan observante de la vida cuadragesimal, que Muchas veces le v i o de esta suerte elevado al aire
aun en ocasiones de evidente enfermedad, no pu- toda la comunidad cantando maitines á la noche.
dieron reducirle á comer cosa de carne. Con este En una ocasión, desde lo más ínfimo del coro,
tenor de vida tan mortificada, «perfectamente donde estaba arrodillado, dio un vuelo repentina-
muerto á sí mismo, era tan alta, dice el sumo mente y llegó hasta besar el crucifijo colgado en
pontífice en el breve de su beatificación, su con- la pared en medio del coro: en otra se elevó hasta
templación de las cosas celestiales, y eran tales cerca del techo del mismo delante de todos los re-
los suavísimos coloquios con que Dios le regala- ligiosos. En medio de sus arrobos, solía hacer á
ba, que aunque falto de toda instrucción y verda- los religiosos unas exhortaciones tan penetrantes,
deramente idiota, causaba admiración oirle hablar que se cogió de ellas grande y extraordinario fruto.
de las cosas divinas y explicar sus arcanos.» Los fervorosos tomaban un nuevo ardor en la vir-
Cuando se ponía á meditar en el misterio de la tud, los tibios se encendían en amor de la perfec-
santísima Trinidad, ó bien otros por palabras ó ción, y los relajados se compungían; y fueron mu-
señas se lo recordaban, al punto quedaba extático chos los pecadores que debieron á la eficacia de
y arrobado en la contemplación de este altísimo sus oraciones su extraordinaria conversión. Fue-
misterio; y era favorecido de Dios con tantas ron frecuentes y casi continuas las apariciones
bendiciones y dulzuras del espíritu, que ni aun que tuvo de Cristo, de María santísima, de varios
cuando se ocupaba en los ministerios á que le santos y ángeles, uno de los cuales le traspasó una
tenía destinado la obediencia, quedaba privado de vez el corazón con un dardo encendido, como acon-
los gozos celestiales; por lo cual se le puede en al- teció á santa Teresa. Sin haber jamás estudiado,
gún modo aplicar lo que de si mismo decía el após- no sólo hablaba de los misterios más sublimes y
tol: Vivo yo, mas ya no yo, sino Cristo en mi: Era de los más intrincados puntos de teología con tanta
tal el ardor de la caridad divina que abrasaba su propiedad y solidez que pasmaba á los mejores
pecho, que estando elevado en oración clamaba teólogos, sino que también entendía cuanto se leía
muchas veces: «Señor, yo ardo, mi corazón se en la misa y rezo canónico, y de sólo escucharlo una
368 LA LEYENDA. DE ORO DÍA 3
vez lo repetía después perfectamente de m e m o - mal, anduvo libremente por la casa, y jamás en
ria, usando con frecuencia de los textos de la sagra- su vida sintió el más leve dolor ni incomodidad en
da Escritura muy á propósito, según las diferentes aquella parte.
ocasiones que ocurrían. Ilustróle además el Señor El segundo acaeció con Pedro de Mango: se
con los dones de profecía, de curar las enfermeda- hallaba éste gravemente enfermo, con flujo de
des y de hacer milagros. Acostumbrado Fr. Nico- sangre y calentura maligna; y habiendo ya recibi-
lás á gustar anticipadamente las delicias de la do el Viático, á la mañana siguiente debía recibir
bienaventuranza, cuanto se puede en este mundo, la santa Unción, por orden del médico José Tuci-
anhelaba incesantemente salir de él para gozar le, quien le dejó desahuciado. En este extremo, á
con plenitud y perpetua seguridad en el cielo. En persuasiones del P. Pedro Vencia, religioso mí-
el fervor de sus coloquios con Dios exclamaba nimo, bebió un poco de agua donde habían echa-
frecuentemente: «¡Cuándo, Señor, me sacaréis de do algunos cabellos de Fr. Nicolás, encomendán-
este destierro! Quiero, Señor, irme con Vos; no dose con mucha f e a su intercesión. Desde luego
quiero estar en este mundo. ¡Oh, qué cosa tan se le quitó la calentura, y se sintió enteramen-
hermosa es el paraíso!» Oyó finalmente Dios los te bueno, cesándole del todo, con asombro del
deseos de su siervo, enviándole la última enferme- módico y de toda su familia, los flujos de s a n -
dad de dolor de costado, la cual había ya padecido gre, que no le volvieron más en todo el resto de
otras ocho veces en el discurso de su vida. Fué en su vida.
ella asistido continuamente de muchos religiosos
que se tenían por felices de poderle prestar algún LOS SANTOS CELERINO, CELERINA, LAURENTINO, E IGNA-
servicio; fué visitado de los mayores príncipes y CIO, MÁRTIRES.—Si bien el primero fué martirizado
prelados de la corte romana, los cuales le envia- en Roma por haber confesado la fe de Jesucristo
ban sus médicos para consultar sobre su enfer- el año 250, con todo no acabó la vida en los tor-
medad, y arrodillados al rededor de su cama le mentos, hasta que pasando al África, allí dio fin
pedían su bendición, y suplicaban se acordase de á sus días condenado á muerte junto con los d e -
ellos en el paraíso. Finalmente, después de haber más santos parientes suyos, el día 3 de febrero del
recibido con singular devoción y ternura los s a n - año 291.
tos Sacramentos, y de haber vaticinado el día de
su feliz tránsito, fijó los ojos en el cielo, y derra- SAN ANSCARIO, Ó ASCARIO, OBISPO DE BREMEN—Envia-
mando tal cual lágrima con rostro alegre y risue- do por la santa sede á predicar el Evangelio á los
ño, pronunciando por dos veces esta dulcísima pueblos septentrionales de Europa, convirtió á la
palabra: «Paraíso, paraíso,» entregó plácidamente fe católica á los suecos y dinamarqueses: fué el
su espíritu en las manos de su Criador á 3 de primer obispo de Hamburgo y de Bremen; y d e s -
febrero de 1709, á los cincuenta y nueve años de pués de una vida, empleada toda entera en el l a -
su edad y treinta y nueve de religión. borioso ministerio del apostolado, coronado de
El Señor, para manifestar á los hombres la san- méritos y virtudes, entregó su espíritu á Dios en
tidad de su siervo, se ha dignado obrar por su in- Bremen, el día 3 de febrero del año 865.
tercesión muchos milagros, de los cuales nuestro
santísimo padre Pío VI aprobó los dos siguientes LOS SANTOS FÉLIX, SEMPRONIO, HIPÓLITO Y OTROS COM-
para el efecto de su beatificación, que celebró s o - PAÑEROS.— Padecieron juntos por la fe de J e s u -
lemnemente en la iglesia de San Pedro de Roma cristo, y derramaron su sangre en Cartagena
á 17 de septiembre de 1786. de España, el año 270. Se cree que el primero de
El primero sucedió con Hipólito Forinoli, roma- estos santos era obispo de dicha ciudad de Car-
no, muchacho de edad de nueve á diez años, el tagena, y los demás inscritos en el servicio de la
cual, jugando con otros niños, dio una tan recia Iglesia.
caída que se quebró, saliéndole el intestino por la
rotura. Sobreviniéronle vómitos y dolores e x c e s i - SAN TIGIDO, Ó TIGIDES, Y SAN REMEDIO, OBISPOS—Flo-
vos, por lo cual el cirujano que llamaron, que era recieron ambos en la Galicia Narbonense, duran-
habilísimo, observando que el intestino estaba te los primeros siglos del cristianismo, y se igno-
muy tirante, duro ó inflamado, dijo en la segunda ra de dónde fueron obispos, y también si fueron
visita que no había remedio y que el niño viviría mártires ó confesores solamente.
muy poco. Entonces una tía suya suplicó fervoro-
samente en su interior á Fr. Nicolás alcanzase de SAN LOPICINIO, Y SAN FÉLEL—Obispos, en León de
Dios la salud para el niño; y en el mismo momen- Francia.
to, levantándose él sobre la cama, gritó muy ale-
gre: «Yo ya estoy bueno.» Y en efecto, quedó tan SANTA WEREBÜRGA, YIRGEN.-FuéhijadeWulfero.—
perfectamente curado, que desvanecido todo el rey de Mercia. Murió en 699.
DÍA 4 FEBRERO 369
SANTA MARGARITA DE INGLATERRA, YIRGEN.—Enrique rio adoleció de su última enfermedad. Sintieron
dice que murió religiosa en 1192. mucho los fieles verse privar de tan santo pastor;
y deseando acertar en la elección del sucesor, r o -
Día 4 garon al santo que les dijese quién parecía más á
propósito para defender y adelantar aquella nueva
SAN REMBERTO, OBISPO BREMENSE— Hallábase san iglesia. No quiso el santo condescender con sus
Anscario, arzobispo de Hamburgo, en un m o - ruegos, por no ofender á muchos, nombrando á
nasterio de Flandes, llamado Turholt, adonde se uno; pero les dijo que le parecía Remberto más
había retirado por las frecuentes invasiones que digno de la dignidad de obispo, que él lo era de
hacían los infieles en las tierras de su jurisdicción, diácono. Palabras en quienes se echaba de ver,
en las cuales ni el decoro de su dignidad, ni su no menos el alto concepto que tenía Anscario de
persona estaba segura; cuando cierto día vio v e - las admirables virtudes de Remberto, que sus
nir hacia la iglesia una tropa de niños, con el bu- grandes merecimientos; pues con la piedra de t o -
llicio y desahogo que su inconsideración les per- que de su profunda humildad muestra bien los
mitía: un tanto apartado de ellos iba san Rember- quilates de la virtud de entrambos. Mitigóse algo
to. el cual, aunque niño como los demás en los el sentimiento de los cristianos con este dicho de
años, en la modestia y gravedad de sus acciones san Anscario, consolándose con que si perdían un
parecía varón. Reparó el santo arzobispo en el prelado santo, el cielo les prevenía otro de no
modo con que se portaba Remberto en tan tierna inferior santidad, teniendo ya por cierto todos que
edad, y prendado de su singular compostura y de- Remberto era el escogido de Dios para aquella
voción, habló á sus padres, y con su beneplácito dignidad; porque descollaban tanto las virtudes de
se encargó de la educación del niño Remberto, á Remberto, que no dejaban lugar para dudar que
quien dio luego la tonsura, y vistió de hábitos cle- era el más digno. Fuese agravando la enfermedad
ricales, pareciéndole que, según el respeto que de Anscario, y conociendo que se acercaba ya su
mostraba tener Remberto á las cosas sagradas, tránsito, llamó á Remberto y le encomendó aquel
seria este nuevo grado estímulo paraapartarse to- pequeño rebaño de su iglesia, diciéndole que sin
talmente de los divertimientos de la edad, y a d e - duda alguna le sucedería en el arzobispado. Rehu-
lantarse más en la perfección. saba constantemente Remberto, porque mirándose
Por este tiempo hubo de ir Anscario á visitar su con humilde conocimiento de sí mismo, se hallaba
iglesia de Hamburgo, y previendo sin duda lo que muy inferior á la dignidad; pero como Anscario le
había de ser Remberto, encargó su educación á replicase que ésta era la voluntad de Dios, y que
los monjes de Turholt, bajo la disciplina de los así se lo había revelado su Majestad, inclinó el
cuales estudió las letras humanas y artes liberales, hombro á la carga.
de las cuales pasó al estudio de las divinas Le- Murió san Anscario y se verificó su profecía en
tras y sagrada teología, sin que unas ni otras la elección de Remberto, que se hizo con c o n s e n -
entibiasen su fervor en el camino de la virtud. timiento y aplauso universal de los fieles. Consa-
Parecióle á Anscario que ya era tiempo de poner gráronle en Maguncia el arzobispo de esta ciudad,
aquella luz sobre el candelero, y así le envió á llamado Linthberto, y los obispos Padertunense,
llamar, para valerse de su doctrina, prudencia y y Mindense; y el año de 805 recibió el palio de
fervor en el gobierno de su iglesia. Para satisfacer Nicolao I, sumo pontífice. Bien conoció Remberto
Remberto á las obligaciones del estado en que le la perfección grande que pedía su nuevo estado;
puso su santo prelado Anscario, haciéndale como y deseoso de alcanzarla, determinó poner en eje-
coadjutor en el oficio pastoral, emprendió con nue- cución un voto, que muchos años antes había he-
vo fervor el camino de la virtud, queriendo con cho de entrar en religión, luego que muriese san
su ejemplo allanar el paso, para lo que después Anscario. Consultó esta resolución con los o b i s -
había de predicar. Dióse muy de veras á la ora- pos que le habían consagrado; y aprobándola ellos,
ción, en la cual meditaba ordinariamente sobre la alcanzó la regla de san Benito en un monaste-
muerte: cuya consideración, solía decir, que era rio nuevo, llamado Corbeya Sajónica, que poco
la más verdadera y sabia filosofía. Mortificaba su antes se había fundado, viniendo para ella a l g u -
carne con grande aspereza, siendo su comida casi nos monjes de otro monasterio del mismo nombre,
un perpetuo ayuno; y en una ocasión, por sacar que hay en Francia. Aquí fué donde su fervoroso
de las penas del purgatorio la alma de un sacerdote espíritu desplegó las velas de la devoción, ejerci-
que se le apareció, ayunó cuarenta días á pan y tándose en todas las virtudes, con tan indispensa-
agua. Predicaba con gran fervor, ordenando las ble rigor, que Adelgario, monje del mismo monas-
vidas de los cristianos, y convirtiendo á los genti- terio, que fué muy familiar suyo, y después le su-
les al conocimiento del verdadero Dios. cedió en la dignidad, escribe, que no sólo no le
Tal era la vida de Remberto, cuando san Ansca- impidió el cuidado pastoral la exacta observancia
TOMO I 47
370 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 4
de las reglas, sino que antes bien le hizo adelan- mos por la brevedad. Finalmente, siendo ya de
tar en la virtud á todos los demás del monasterio. muchos años, y viendo que él no podía asistir á
No por esto se olvidó de acudir á sus ovejas; antes sus ovejas como deseaba, tomó por coadjutor á
habiendo recogido tanto caudal de virtudes, acom- Adelgario, y él se retiró á prevenirse para morir,
pañado de algunos monjes, y entre ellos del ya avisándole Dios por san Anscario un año antes,
nombrado Adelgario, que escribió lo más que el cual cumplido, en el 888 dio el «alma al que
aquí referimos, se volvió á su iglesia; mas no ca- para tanta gloria suya la crió. Mandó el santo
biendo su celo en los cortos limites de ella, con que enterrasen su cuerpo fuera de la iglesia, y
algunos sacerdotes, bien instruidos, emprendió va- así se hizo: mas de allí á algunos años edificó
rias misiones en tierras de gentiles, en las cuales Adelgario en el lugar del sepulcro una capilla, y
padeció grandes y continuos trabajos, muy s e m e - en ella, levantado de tierra, puso el cuerpo de su
jantes á los que refiere el apóstol san Pablo haber santo predecesor, para que fuese venerado de los
padecido él en su apostolado, persecuciones, afren- fieles, los cuales acudían con gran confianza á
tas, y naufragios, en uno de los cuales estuvo un visitarle, y Dios obraba por intercesión de san
día y una noche dentro del mar. Remberto grandes maravillas, algunas de las
No se contentaba su caridad con dar á las almas cuales refiere Surio en su vida, y Krantzio en los
de sus subditos el pasto espiritual de la divina pa- caps. 120 y 10, del lib. II de la metrópoli de Sa-
labra, sino pasaba al temporal de los cuerpos, jonia. (P. Ribadeneira.)
acudiendo con puntual liberalidad al socorro de
sus ovejas, llevando él mismo una bolsa, para no SAN JOSÉ DE LEONISA, SACERDOTE DE LA SAGRADA ORDEN
haber de despedir sin limosna á ningún pobre, DE PP. MENORES CAPÜCHINOS.-De Juan Desideri y de
cuando estuviese alguna vez ausente el limosnero. Francisca Paolini, ambos piadosos y honrados,
Mas si bien alcanzó su caridad á todos los n e c e - nació el glorioso san José, en Leonisa, lugar de
sitados, la mostró singularmente con los cauti- la provincia de Abruzo del reino de Ñapóles, en
vos, vendiendo hasta los vasos sagrados por el año de 1556. Siendo aún de corta edad, perdió
rescatarles; lo cual, como lo reprendiesen a l g u - sus padres, que murieron en pocos días con gran
nos, respondió que sería fácil hallar lo que fuese sentimiento de José, quien no obstante esta pena
necesario para los ministerios sagrados de la igle- se resignó perfectamente con la voluntad de Dios,
sia; pero que si algún cristiano por el rigor de la que es el soberano dueño de la vida y de la muer-
esclavitud desmayase en la fe, sería irreparable su te. Este accidente le obligó á transferir su habi-
ruina. Vióse bien esta su caridad una vez, que tación á Viterbo, donde vivía un tío suyo que
yendo á Esclavonia para visitar una nueva igle- tomó la tutela y cura de él; y después de algún
sia, que allí tenía, vio en un lugar de gentiles un tiempo pasó á la ciudad de Espoleto á estudiar
gran número de cristianos cautivos atados á las las letras humanas. En todos estos lugares llevó
cadenas: había entre ellos una doncella, la cual José una vida pura, devota é inocente, y aplica-
con voces y señas le pidió que se acercase: hízolo da á la oración, á la frecuencia de los sacramen-
el santo, y sabido que era cristiana, trató con los tos y á otros ejercicios espirituales. Para conservar
bárbaros de su rescate; mas como éstos no se el tesoro de la castidad que entre los ardores de
contentasen con lo que les ofrecía, que era todo la juventud está expuesto á tantos peligros, se
lo que llevaba, si no les daba también el caballo alejó siempre de las malas compañías, de l a s ' c o -
en que iba, desmontó al instante y le entregó, sin medias, de los bailes y de la conversación de per-
reparar en el trabajo de su viaje, que había de sonas de sexo diverso, con las cuales era tan
proseguir á pie, y sin viático alguno, por haber recatado, que evitaba todo lo posible el verlas;
dado á los infieles todo lo que tenía, en rescate de imitando en esto al santo Job, que, como dice él
la doncella. mismo, había hecho un pacto con sus ojos para
Con los ejemplos de tantas y tan singulares que no mirasen el rostro de ninguna mujer, a u n -
virtudes como acompañaban su predicación, fué que fuese virgen y honesta. En este tiempo fué
grande el fruto que hizo entre fieles ó infieles, José acometido de unas calenturas que le moles-
confirmando también el Señor algunas veces con taron mucho tiempo. Esta larga enfermedad le
milagros la verdad de la religión que el santo sirvió para conocer más claramente cuan vanas
predicaba. Dio la vista á algunos ciegos por medio y falsas sean todas las cosas de este mundo, y cuan
del sagrado óleo del sacramento de la Confirma- frágil y corta sea la vida del hombre: por lo que
ción, libró á muchos endemoniados, y entre ellos alumbrado con una luz celestial, resolvió trabajar
á un hijo del rey de Suecia; y decían á voces los sólo para adquirir bienes que fuesen sólidos y e s -
demonios, que no había en el mundo prelado que tables, como son los del cielo, y aspirar con todas
mejor cumpliese con sus obligaciones, ni más les sus fuerzas á aquella vida que sola merece este
atormentase que Remberto. Otros milagros omiti- nombre, porque dura por toda la eternidad. A
DÍA 4 FEBRERO 371
este fin pidió á los padres capuchinos que le ad- ligioso muy penitente, no la pudo sufrir una sola
mitiesen en su sagrada orden, sin decir cosa a l - noche; mas pareciéndole á José sobrado suave,
guna á sus parientes, ni aun á su tío; recelando sustituyó á ella una cota de malla sembrada de
que procurarían estorbarle la consecución de sus agudísimas puntas, que llevó por espacio de
santos designios, pues dicho su tío estaba actual- once años. Pero atribuyendo los médicos á este
mente tratando de colocarle en matrimonio con excesivo rigor los dolores cólicos que frecuen-
una honesta y muy rica doncella de la misma temente padecía, los superiores le mandaron
ciudad de Viterbo. se la quitase; obedeció prontamente el santo,
Vistió, pues, José el hábito de capuchino en el mas para no dejar descansar su cuerpo, se vistió
convento nombrado de la Carcerelle de Asís, t e - la piel de un jabalí, apretadas las cerdas contra
niendo diez y siete años de edad; y entonces, dejan- la carne, y después se ciñó una gruesa cadena
do el nombre de Eufranio que recibió en el bautis- de hierro, que se le introdujo algunas veces en
mo, tomó el de José. Entretanto, habiendo sabi- la carne, la cual llevó toda su vida. Y no conten-
do su tío su ingreso en la religión, tuvo tan extra- to con estos rigores, tomaba todos los días una
ño sentimiento, que parecía haber perdido de disciplina con cadenas de hierro ó con cuerdas
todo punto el juicio, y procuró desde luego hacer armadas de puntas de acero, con las cuales se
todos los esfuerzos posibles para que dejase el azotaba tan reciamente, que su cuerpo quedaba
hábito. A este efecto envió á Asís á un primo suyo bañado en sangre, causando horror á los reli-
llamado Lelio Ercolani con otras personas, para giosos que alguna vez lo observaron. Su pobreza
que, ya con lisonjas, ya con amenazas, ó por fué tan asombrosa, que halló qué cercenar aún
amor ó por fuerza, hallasen modo para que el en el uso de aquellas pocas cosas que el instituto
sobrino consintiese á su voluntad. Mas todo fué seráfico permite á sus religiosos. Su hábito era
inútil; porque José, que se había abrazado con la siempre uno de aquellos que por raídos y rotos
cruz de Jesucristo, estaba tan fuertemente unido dejan los demás religiosos; el cual remendaba sin
á ella, que nada fué bastante á separarle; y des- proporción, por parecerse más á los mendigos, y
preció con grande amor las lisonjas y las a m e n a - enamorado de la santa pobreza, jamás quiso acep-
zas, así de su tío como de su primo Ercolani y de tar hábito nuevo. Escogía en los conventos las
los otros parientes; quienes, viéndole constante celdas más angostas y expuestas al ruido; y en
é inmoble en su propósito, le dejaron finalmente ellas no tenía otras alhajas que un breviario v i e -
en paz. Aunque José se había criado en casa de jo, dos pequeñas cañas que le servían la una de
su tío con tanta comodidad y regalo, apenas hubo tintero y la otra de pluma para escribir, y otra
vestido el hábito de religioso, cuando emprendió mayor que le servía de báculo para los viajes, no
con fervor extraordinario la carrera de la peni- teniendo en ella otras imágenes que la de un de-
tencia, en la cual fué admirable en todo el curso voto crucifijo que traía siempre consigo. Estas
de su vida. Porque no satisfecho de las peniten- exteriores mortificaciones que usaba el bienaven-
cias y asperezas de su religión, que son muchas turado José eran animadas de las virtudes inte-
y de no leve momento, practicó otras particulares riores: de la humildad, de la obediencia, y de una
de tal peso y número, que parecería increíble, si ardentísima caridad con que amaba á Dios y á sus
no lo asegurasen con juramento personas dignas prójimos. Sentía en extremo que se alabasen sus
de toda fe en los procesos hechos para su canoni- santas obras: era tal el respeto que tenía á sus su-
zación. Tenía distribuido el año en ocho cua- periores, que cuando les hablaba era siempre de
resmas, y el de 1599 lo ayunó todo entero, para rodillas y con la cabeza descubierta. Obedecía
prepararse al santo jubileo que debía publicarse el ciega y prontamente á todo lo que le ordenaban.
año siguiente de 1600. En los días en que no ayu- Sobre todo, relucía en nuestro santo una afición
naba, se reducía su comida á pan el más negro ardentísima al saludable ejercicio de la oración,
y duro que hallaba, á alguna escudilla de l e g u m - en la cual Dios le favorecía en una manera tan
bres, ó algún plato de yerbas crudas del c a m - extraordinaria, que sus confesores aseguraban
po, sobre las cuales solía echar ceniza, y á veces con juramento haber llegado al sublime grado de
polvos de ajenjos: en algunas ocasiones recogía la contemplación pasiva, en el cual su alma goza-
las hojas de cebollas y ajos medio consumidas, y ba sin ningún trabajo de las inefables dulzuras
se las comía como por saínete, mojadas con vi- de su Criador. En este divino ejercicio se encen-
nagre; y una cuaresma entera, predicando en día en su pecho tal fuego de divina caridad, que
San Jaime de la Porta, bebió agua de una balsa le era muchas veces forzoso suspender su medita-
llena de gusanos, diciendo á su cuerpo que él ción, por no poder sufrir tanto incendio, y e x p o -
no era otra cosa. Para macerar su carne, prime- ner la cabeza al aire, á la lluvia y á la nieve para
ro se ciñó una cuerda de cerdas de caballo tan templarla.
áspera, que habiéndosela querido ceñir otro re- Admirando los superiores en nuestro José una
372 LA LEYENDA DE ORO DÍA 4
ciencia y una virtud tan eminentes, no quisieron ocasión de sacrificar su vida en su defensa, que
que tuviese sepultados los talentos; y así le m a n - era á lo que anhelaba su inflamada caridad. Por
daron que predicase la palabra de Dios, y el santo, esto, estando informado que se había resuelto e n -
por obedecer, emprendió con inexplicable fervor viar á Constantinopla una misión de religiosos
este elevado ministerio, predicando en las provin- capuchinos, para que atendiesen á la instrucción
cias del Abruzo y de la Umbría, con extraordina- y alivio de los esclavos cristianos y á la conver-
rio fruto de sus oyentes. Aunque el santo estaba sión de los bárbaros, cuando se les ofreciese al-
adornado de una ciencia nada común, no quería guna oportuna ocasión, nuestro santo hizo las más
predicar jamás en las ciudades y villas grandes, vivas instancias al padre general para que le e n -
sino en los lugares y aldeas, diciendo que había viase á aquella misión, y el padre general condes-
mucha mies y pocos operarios; pero que en las cendió por fin á sus deseos; y en el año de 1587 le
ciudades principales no faltaban jamás buenos despachó sus patentes, con las cuales lo destinaba
predicadores. Discurría, pues, el siervo de Dios para aquella misión. El siervo de Dios, lleno de
por los lugares y aldeas de estas provincias, como júbilo, se embarcó en Venecia para aquel destino
Jesucristo por las de Palestina, haciendo guerra con Fr. Gregorio de Leonisa, religioso lego de
á los vicios con las armas de la palabra de Dios, su misma provincia. En los primeros días tuvo
que predicaba con estilo sencillo y acomodado á una feliz navegación; mas les sobrevino después
la capacidad de la pobre gente; pero con tanta una tempestad tan deshecha, que todos los mari-
unción y con un corazón tan penetrado de las ver- neros se dieron por perdidos; pero Dios sosegó
dades que anunciaba, que compungía maravillo- aquella tormenta y les restituyó la calma por las
samente á sus oyentes, que se deshacían en llan- oraciones del santo. Habiendo los marineros t o -
to, pidiendo en altas voces á Dios misericordia y mado tierra para reparar su nave, el siervo de Dios
perdón de sus pecados. Predicaba en un día en se embarcó en otra para proseguir su viaje; pero
tres, cuatro y más pueblos, sobre materias y asun- sobrevinieron tales calmas, que difiriéndose éste
tos diversos; y hubo día que predicó once sermo- mucho más de lo que se creía, se acabaron ente-
nes en once pueblos distintos, sin que las lluvias, ramente los víveres de la embarcación, y los m a -
nieves, ríos, huracanes, la aspereza de los montes rineros se vieron en un riesgo inminente de p e -
y lo fragoso del camino pudiesen detenerle jamás recer de hambre: sacó en este apretado lance el
en esta empresa. Un lunes, primero de cuaresma, siervo de Dios un mendrugo de pan y lo bendijo,
habiendo ya predicado cuatro sermones en cuatro y Dios le multiplicó de tal modo, que él solo bastó
distintos pueblos, pasó al anochecer á Castel de para alimentar á todas las personas de la nave
Peze para predicar el quinto; sobrevínole en el por muchos días, hasta que tomaron tierra: por
camino una copiosa lluvia que le penetró el hábi- donde prosiguió felizmente José su camino hasta
to; pero con todo, al llegar á la iglesia, él mismo la ciudad de Constantinopla, donde se presentóin-
hizo señal con la campana para congregar el mediatamente al prefecto de la misión de los pa-
pueblo al sermón, y predicó tres horas enteras del dres capuchinos, quien le destinó á cuidar del bien
juicio universal. Iba una vez á predicará Fosona, espiritual y temporal de los pobres esclavos cris-
y por el camino tropezó con un tronco escondido tianos, que se hallaban encerrados en un corral
debajo de la nieve, y se maltrató el dedo grande llamado el Baño. Asi que José entró en aquel l u -
del pie; el compañero quería curarle, pero el sier- gar quedó traspasado de dolor, viendo las gravísi-
vo de Dios no lo quiso consentir, temiendo que con mas miserias de aquellos cristianos que estaban
la detención que haría en esta diligencia, no pu- encadenados, y se hallaban, por decirlo así, sumer-
diese llegar al pueblo á la hora prefijada. Yendo gidos en la inmundicia y suciedad; y estaban la
en otra ocasión á predicar á la otra parte del río mayor parte cubiertos de llagas, sin remedio ni
Tronto, vio que había crecido tanto que era inva- alivio alguno, y privados de todo socorro espi-
deable; no se espantó el bienaventurado José, a n - ritual y temporal, en peligro evidente de renegar
tes confiado en la protección de Dios, tendió su de la fe, á fin de librarse de aquel estado infe-
manto sobre las corrientes del río, y sobre él pasó liz. Por eso se aplicó con un amor paternal á
con su compañero, con pasmo de muchas perso- consolarles y animarles á sufrir con pacien-
nas que estaban en las orillas observando esta cia sus males, con la esperanza de la recom-
maravilla. pensa que Dios les tenía prevenida en el cielo,
Aunque el fruto que con sus sermones hacía el ofreciéndose pronto á emplear todas sus fuerzas
santo en los lugares del Abruzo y de la Umbría y diligencia para procurarles todos los socorros
era copiosísimo, con todo no pudo satisfacer á los espirituales y temporales que le fuese posible. A
ardores de su caridad. Deseaba predicar la pala- este fin iba todas las mañanas á aquel corral, y
bra de Dios á los infieles para convertirlos á nues- allí se detenía hasta el anochecer; y alguna vez
tra santa fe, ó á lo menos para hallar entre ellos se detuvo con ellos semanas enteras sin apartarse
DÍA 4 FEBRERO 373
jamás de aquel encerramiento, administrándoles quedando el cuerpo suspendido en el aire, soste-
los santos sacramentos, y alimentándoles con la nido de los dos ganchos. En estos ganchos fué
palabra de Dios, que producía entre ellos frutos suspendido nuestro santo, el cual estuvo tan lejos
tanto más copiosos cuanto veían los pobres e s - de espantarse ni de afligirse á vista de tan horri-
clavos que el santo se interesaba con grande afec- ble suplicio, que antes al contrario, mostró alegría
to en todas sus necesidades, curando sus llagas, y y júbilo de poder acabar de este modo la vida con
asistiéndoles y procurándoles todos los alivios el martirio. Tres días y tres noches estuvo el
que se le permitían: por lo que en poco tiempo siervo de Dios colgado de estos ganchos clavados
desterró de aquel encerramiento las palabras obs- en la mano y en el pie, padeciendo los intensísi-
cenas, los perjurios, las blasfemias, los juegos, mos dolores que se dejan discurrir; pero en medio
los odios y la desesperación: de modo, que aquel de ellos predicó con gran fervor la fe de Jesucris-
lugar que hasta entonces había sido un cúmulo to, exhortando á recibirla á la multitud de gente
de iniquidad, por la diligencia del siervo de Dios que había acudido al espectáculo, de suerte que
se v i o convertido casi en un monasterio de reli- los soldados de la guardia, enfadados de oirle pre-
giosos. dicar la ley cristiana, encendieron fuego debajo
Pero el ardiente celo de nuestro santo por la de él, á fin de que el humo le ahogase, ó al menos
salud de las almas redimidas con la sangre de Je- le hiciese callar. Debía el santo naturalmente
sucristo, no se ciñó á solos los cristianos; porque morir dentro de pocas horas en aquel suplicio;
mirando con los ojos de la fe la infelicidad de los pero Dios nuestro Señor con un prodigio estupen-
mahometanos que perecían eternamente en su do le libró de la muerte, enviándole al cabo de
impía secta, penetrado de compasión de su estado tres días un ángel en forma de un joven, que le
miserable, emprendió el procurar la conversión descolgó del patíbulo, le sanó las heridas, y le
de aquellos con quienes contraía alguna amistad, mandó volver á Italia.
y con su dulce conversación y santa destreza con- En cumplimiento de esta orden volvió el bien-
siguió convertir á algunos á la fe de Jesucristo, y aventurado José á Italia, después de haber perma-
reducir al gremio de lasan ta Iglesia católica áotros necido diez y ocho meses en Constantinopla; y
que habían renunciado al cristianismo; y entre desde este tiempo hasta el fin de su vida se empleó
otros á un obispo griego, que para conseguir en el ministerio apostólico de predicar la palabra
el empleo de bajá, esto es, de gobernador, había de Dios, y de ganar almas para el cielo con un
vergonzosamente abrazado el mahometismo; al celo incansable, y con un ánimo generoso y supe-
cual después condujo consigo á Roma, cuando rior á todos los respetos humanos. Parece increí-
volvió á Italia. Estos felices sucesos animaron ble el fruto que el santo hizo en los lugares donde
mucho más su santo celo: y asi le vino el pensa- fué á predicar singularmente en las aldeas y p u e -
miento de presentarse al gran señor de los turcos, blos del Abruzo y de la Umbría. Convirtió, ó, por
y de hacer todo el posible esfuerzo para inducirle decirlo mejor, el Señor se sirvió de su ministerio
á abrazar la religión cristiana; porque ganada la para convertir á penitencia á innumerables peca-
cabeza, cosa fácil sería propagar el nombre de dores para extinguir odios envejecidos, para d e s -
Cristo por todo aquel vasto imperio. La dificultad arraigar abusos y supersticiones de toda especie,
casi insuperable era el poder hallar ocasión de y para arrancar del campo evangélico todos los
hablar con el príncipe; y diferentes veces que lo escándalos y la cizaña que le hacían estéril, y
probó fué repelido con injurias, villanías y golpes. eran causa de que no produjese otro fruto que
Mas todavía no perdió el ánimo, y una mañana se abrojos y espinas; pero particularmente se mostró
dio tan buena diligencia, que sin ser advertido su celo en apaciguar las discordias. Ardía en
consiguió penetrar hasta la tercera antecámara aquel siglo el reino de Ñapóles en odios y disen-
del cuarto del gran señor; pero siendo aquí des- siones, y en una especie de guerras civiles, que
cubierto de las guardias, fué desde luego preso y sobre límites se hacían las unas poblaciones á las
reconocido por cristiano, y como traidor y asesino, otras, de donde nacían casi todos los días tumul-
que hubiese querido atentar á la vida del principe, tos, riñas y homicidios, con grande ofensa de Dios
fué inmediatamente condenado á un cruel supli- y ruina de los pueblos. Emprendió el siervo de
cio llamado del gancho. Consiste este suplicio en Dios el pacificar los ánimos de aquellas gentes
una gruesa viga plantada en tierra, sobre la cual exasperadas, y restablecer la paz y tranquilidad
se extiende otro pedazo de viga á manera de un en los pueblos y en las familias. No es ponderable
brazo de cruz, y de este brazo están pendientes lo que á este fin trabajó, ni los evidentes peligros
dos cadenas, la una más larga que lá otra, las de perder la vida á que se expuso, ni tampoco el
cuales van á rematar en dos ganchos agudos, y fruto que con la ayuda de Dios hizo en aquel reino
aquí se suspende al paciente, clavándole un g a n - en esta manera de reconciliar enemigos. En Fano
cho en una mano, y el otro gancho en un pie, halló dos escuadras de bandidos que estaban h a -
374 LA LEYENDA DE ORO DÍA 4
ciéndose un fuego muy vivo: compadecido el sier- ron bastantes á reprimirle; y poco después añade:
vo del Señor de aquella desgracia, con un crucifi- «Enemiguísimo de los bailes y festines, tuvo siem-
jo en la mano se puso en medio, y entre las balas pre la mira de exterminarlos;» y empleándose con
que cruzaban de una á otra parte, y con sus s a n - todo su conato á este importante objeto, fueron
tas exhortaciones, pacificó de tal modo aquellos tantos los que estorbó é impidió, que se adquirió
ánimos enconados, que suspendieron el combate, el sobrenombre Guasta balli, que quiere decir es-
dejaron las armas y se hicieron amigos. En tierra torba bailes: y porque el carnaval, en que se h a -
de Amatris, mientras el santo decía misa, estaban cen estas funciones más que en otras ocasiones,
escopeteándose dos poderosas facciones que fre- es el tiempo en que el demonio recoge más copiosa
cuentemente llegaban á las manos: informado el cosecha, el siervo de Dios predicaba en este tiem-
santo de esto, y concluida su misa, fué corriendo, po con más espíritu y fervor que en la cuaresma.
sin detenerse á ponerse el manto ni las sandalias, Procurando el siervo de Dios promover con tan
al lugar de la pelea, llevando enarbolado en las ardiente celo el bien espiritual de sus prójimos, no
manos un devoto crucifijo para ponerles en paz. Al se olvidaba de su bien temporal; se compadecía
principio no hicieron caso aquellos furiosos comba- tiernamente de las miserias y necesidades tempo-
tientes de las persuasiones del santo, y continua- rales de sus prójimos, y hacía lo que podía para
ron en hacerse fuego mutuamente; y el santo, aun- remediarles, y ayudarles y consolarles; y aunque
que tenía el hábito traspasado de balas, no dejó de como religioso capuchino nada tenía propio que
continuar sus santas exhortaciones, hasta que con- repartirles, su caridad era tan ingeniosa, que ha-
siguió dejasen el combate y se fuesen en paz. Entre llaba en su pobreza muchos medios para socorrer
los territorios confinantes de Borbón y de la R o s - la pobreza de los otros. Recogía con cuidado en
da, ambos de la provincia del Abruzo, había una los conventos donde vivía las sobras de la mesa,
cuestión reñida sobre los limites de su respectiva y con mucho consuelo de su alma las llevaba á
jurisdicción, de suerte que llegaban á las manos los pobres. En los pueblos en que se solía predicar
frecuentemente los moradores de estos pueblos, y la cuaresma, daba á los pobres lo que se le s e ñ a -
sucedían muertes y otras desgracias. Nadie podía laba por sustento, y él se mantenía de los pedazos
ponerles en paz, y se trataba ya de abandonarles de pan que de puerta en puerta iba pidiendo por
á su recíproca obstinación, para que ellos mismos amor de Dios como un mendigo. Visitaba los en-
con su propio furor la castigasen; pero el carde- carcelados; los asistía con las limosnas que recogía
nal Odardo Francisco, hermano del duque de Par- de personas piadosas; los consolaba, hablaba á su
ma, señor de aquellos lugares, pensó que el siervo favor á los jueces y á sus acreedores, y nada omitía
de Dios con su predicación conseguiría lo que los que pudiese serles de consuelo. Asistía á los e n -
medios humanos no habían podido conseguir; y fermos; los exhortaba á sufrir con paciencia sus
á este fin, de su propio puño escribió á los supe- males; los consolaba y animaba á esperar en la
riores, para que dispusieran que nuestro José divina misericordia. Exhortaba fervorosamente á
predicase en aquellos pueblos una cuaresma. Fué los ricos, no sólo en sus sermones, sino también
allá el santo impelido de la santa obediencia, y en sus conversaciones, á que hiciesen limosnas
llevó el negocio con tan admirable destreza, que y socorriesen á los pobres; y concedió Dios tanta
compuso la disputa á satisfacción de ambas partes; eficacia á sus palabras, que por su medio se fun-
de suerte que el día de Pascua publicó la paz en daron en diversas partes hospitales y hospicios
los pulpitos de las iglesias de ambos lugares, con para recoger los enfermos y peregrinos; y montes
universal júbilo y contento de todos, que no cesa- de piedad para socorrer las necesidades de los
ban de bendecir al Señor que les hubiese enviado pueblos; las cuales obras piadosas permanecen
el santo para componerlos. Pero en lo que más aún en nuestros días. Algunas veces, no teniendo
sobresalió el celo del santo fué en perseguir y qué dar á los pueblos, conseguía de Dios que obra-
embarazar las comedias, los bailes, los festines y se estupendas maravillas á fin de que pudiese r e -
otras semejantes profanas diversiones que se s u e - mediarlos. Predicando en Orticoli, diligenció que
len hacer en los pueblos, singularmente en el en memoria del convite que dio Cristo á las turbas
tiempo del carnaval. Sabiendo el santo (son pala- en el desierto, se diese otro á los pobres. Hizo, en
bras del autor de su vida) que los juegos, las fun- efecto, cocer la cantidad de pan que se discurrió
ciones nocturnas, los bailes, las comedias y otras necesaria para todos los pobres del lugar; pero
semejantes diversiones son ordinariamente incen- como aquel año había sido estéril, era tan grande
tivo del pecado, no puede creerse cuánto las abo- la miseria de los pobres, que muchos morían de
minaba; y en este particular era tan ardiente su hambre; por lo que, informados del convite que
celo, y era él tan fervoroso en seguirle, que nin- se hacía en Orticoli, fueron innumerables los po-
gún respeto humano, ni los peligros de perder la bres que acudieron á él de los lugares vecinos.
vida, á que por esta causa se veía expuesto, fue- No desmayó por esto el siervo de Dios; antes dan-
DÍA 4 FEBRERO 375
do la bendición al pan que se había prevenido, él grave obligación de conciencia, con tanto perjui-
mismo lo fué distribuyendo entre los pobres, dan- cio de la congregación y de su propia alma, se
do á cada uno lo que pedía; y fué cosa asombrosa, enfureció tanto su cuñado, que tomándole el c a -
que habiendo dado al que menos cuatro panecillos pucho se lo retorció de tal modo por el cuello, que
de unas tres onzas cada uno, sobró una cantidad lo ahogara á no haber acudido á defenderle la
considerable de ellos. En el año de 1608 tenía pre- gente que presenció tan horrible sacrilegio. Mas
venido otro semejante convite en el lugar de Bor- ni éste ni todos los demás ultrajes que padeció
bón, y no tenía para desempeñarle sino dos c a - pudieron jamás hacerle perder la paciencia, ni
nastas de pan; pero con solo esto contentó á todo quitarle aquella paz altísima de que gozaba su
el pueblo, que constaba de mil y seiscientas almas; espíritu, abrazado con su Criador en un perfectí-
de suerte que todos tomaron su limosna, los unos simo é íntimo amor. Había ya más de veinte años
por necesidad, y los otros por devoción; y con todo que el santo, desde que se restituyó de Constan-
sobró una canasta entera que se repartió al dia tinopla á Italia, se ocupaba en el ministerio apos-
siguiente entre los labradores del campo. En otra tólico de instruir los pueblos de las provincias del
ocasión, viendo perecer de hambre toda una fa- Abruzo y de la Umbría, con la eficacia de los
milia en el ya nombrado lugar de Orticoli, s e m - sermones y con los ejemplos de su vida austera,
bró unas legumbres en el breve recinto de quince mortificada y en extremo penitente; cuando se le
pies de tierra; las cuales el mismo día nacieron, acercó el tiempo, que con muchas ansias desea-
crecieron, florecieron y granaron; y con tanta ba, de desatarse de los lazos de la-carne, para
abundancia, que bastó para el socorro de aquella unirse enteramente con Cristo en el cielo, de lo
necesidad. que el santo tuvo un secreto presentimiento. Se
Aunque el siervo de Dios se desentrañaba soli- hallaba conventual en el convento de Amatrice
citando el bien espiritual y temporal de sus pró- en el año l t i l l , cuando en el principio del mes de
jimos, y con estas obras de misericordia y accio- octubre fué acometido de una calentura ardiente,
nes santas de su vida irreprensible se ganaba el acompañada de un agudísimo dolor de cabeza y
cariño de los pueblos, con todo, no faltaron h o m - de una total inapetencia, que le duró por espacio
bres malvados que le injuriaron, afrentaron y de tres meses; la cual el santo sufrió con una i n -
maltrataron de muchos modos; porque algunos, vencible paciencia: á estos males se le añadió una
llenos de prudencia mundana, no aprobaban el gangrena en las partes más sensibles del cuerpo,
fervoroso celo con que nuestro santo hacía g u e - para cuya curación fué preciso á los cirujanos
rra á los vicios, á los abusos y costumbres recibi- usar del hierro y del fuego: en estas ocasiones
das en los pueblos, que no eran conformes á la se portó el santo con tan heroica paciencia que
pureza de costumbres que exige la religión cris- parecía haber perdido el sentido, y que aquellas
tiana; censuraban como efecto de un celo impru- dolorosas operaciones no se ejecutasen en su pro-
dente é indiscreto el ardor con que el santo pio cuerpo, sino en el de otro. Por fin, habiendo
abominaba los bailes, las comedias y otras di- hecho una confesión general de toda su vida, en
versiones semejantes; pero él, riéndose de su el dia 3 de febrero de 1612 recibió con extraordi-
prudencia, no cuidaba sino de conservar el honor naria devoción el santísimo Sacramento, y en la
de Dios, y de impedir sus ofensas por todos los noche siguiente la santa Unción; y en el día 4,
medios que podía. Otros, que estaban sumergidos puestos los ojos en un crucifijo, en presencia de
en los vicios que no querían dejar, no podían s u - los religiosos del convento, del gobernador y
frir las ardientes y severas invectivas con que los ayuntamiento del lugar (que se deshacían en lá-
reprendía, y se enfurecían contra el siervo de grimas por tan inminente pérdida), entregó su
Dios, diciendo contra él todo lo que les venía á la purísima alma á su criador. Apenas hubo e x -
boca. Fué horrible el caso que le sucedió con un pirado, su rostro, que por las penitencias y
cuñado suyo llamado Hércules Mastrosi. Había fuerza de la enfermedad se hallaba pálido, dene-
éste usurpado los bienes de un hermano suyo di- grido y desfigurado, se puso de repente colorado
funto, que había hecho heredera á la congrega- y hermoso, exhalando al mismo tiempo su cuerpo
ción de San Salvador de Leonisa; el santo le h a - un olor suavísimo; y habiéndole abierto, no se
bía amonestado varias veces que entregase á la halló en sus entrañas excremento alguno, sino
congregación los bienes del difunto hermano, que que se hallaron llenas de un humor lácteo. Fué el
injustamente retenía, pero sin fruto. Un día que cuerpo del santo sepultado en el mismo convento
le encontró acaso en la plaza de Leonisa, le volvió de Amatrice; pero al cabo de treinta años de su
á hacer la misma amonestación con mayor reso- muerte, los moradores de Leonisa acudieron con
lución; el cuñado le respondió con palabras d e s - mucha gente armada al dicho convento, y se lle-
comedidas, y prosiguiendo el santo en reprenderle varon á Leonisa las reliquias de su bienaventura-
la tenacidad con que rehusaba satisfacer á esta do paisano. Beatificóle Clemente XII, en el año
376 LA LEYENDA DE ORO DÍA 4
de 1636, y después Benedicto XIV en el año de SAN ANDRÉS CORSINO, OBISPO.-Véase su v i d a e n el
1746, le canonizó solemnemente. Entre los m u - día 6 de e n e r o .
chos milagros que obró Dios por intercesión de
nuestro santo después de su muerte, la santa sede LOS SANTOS AQUILINO, GEMINO, GELASIO, MAGNO Y DONA-
aprobó los dos siguientes para su beatificación. TO.—Recibieron la c o r o n a del m a r t i r i o en R o m a
El primero se obró con un niño ciego desde su en el foro S e m p r o n i o , por l o s a ñ o s 2 7 4 .
nacimiento, quien tenía tan unidos los párpados,
que se creyó quedaría perpetuamente incapaz de SAN EUTIQÜIO, MÁRTIR—Acabó s u v i d a e n R o m a
abrirlos; pero invocando al bienaventurado José, por u n a m u e r t e i l u s t r e . S u c u e r p o fué s e p u l t a d o
los abrió al momento, y consiguió enteramente el en el c e m e n t e r i o de C a l i x t o , y e n s u s e p u l c r o e s -
uso perfecto de la vista. c r i b i ó u n epitafio e n v e r s o el p a p a s a n D á m a s o .
El segundo se obró con José Novelli, quien ha-
biendo sido gravísimamente herido en una rodi- SAN FÍLEAS, OBISPO DE LA CIUDAD DE TANNI EN EGIPTO,
lla, con la invocación del santo quedó al momento Y SAN FIL0R0M0, TRIBUNO DEL EJÉRCITO.-Estaban e s -
curado perfectamente. tos d o s s a n t o s e n d i c h a c i u d a d , c u a n d o s e p u b l i -
Después que el bienaventurado José fué beati- c a r o n l o s e d i c t o s del e m p e r a d o r D i o c l e c i a n o , q u e
ficado, continuó en obrar otros muchos milagros. t a n t a s a n g r e c o s t a r o n á la I g l e s i a . L l a m a d o s a m -
Seis de ellos se propusieron al examen de la sa- b o s á la p r e s e n c i a del g o b e r n a d o r y a c u s a d o s de
grada congregación; de los cuales Benedicto XIV a d o r a r á J e s u c r i s t o , s e l e s c o n c e d i ó un b r e v e plazo
aprobó los dos siguientes para su canonización. p a r a o f r e c e r i n c i e n s o á l o s í d o l o s , ó c a e r bajo la
El primero sucedió con José Dionis. Tenía éste c u c h i l l a del v e r d u g o . S u s p a r i e n t e s y a m i g o s l e s
desde su nacimiento tan débiles y flojas las pier- aconsejaban que c o n d e s c e n d i e s e n con las propo-
nas y muslos, que de ningún modo podía sostener s i c i o n e s del g o b e r n a d o r ; pero e l l o s prefirieron
el cuerpo sobre ellas; y lo más extraño era que a p r o n t a r s u c a b e z a al alfanje, c o n s i g u i e n d o así la
las carnes de dichas piernas y muslos se doblaban c o r o n a del m a r t i r i o e n T a n n i , el día 4 de f e b r e r o
y complicaban á manera de un lienzo por todas del a ñ o 304. Con e l l o s f u e r o n t a m b i é n m a r t i r i z a -
partes; de tal modo, que se creía no tener en ellas d o s g r a n n ú m e r o de fieles d e la m i s m a c i u d a d ,
hueso alguno: su madre, viendo que el niño; que q u e q u i s i e r o n s e g u i r el e j e m p l o de su p a s t o r .
ya tenía dos años, nada mejoraba, llena de fe lo
puso sobre el altar, bajo del cual descansa el SAN AYENTINO, CONFESOR.-Floreció en T r o y e s d e
cuerpo del santo, rogándole con muchas lágrimas F r a n c i a en el s i g l o VI, y fué c é l e b r e p o r el d o n
alcanzara de Dios la salud para su niño; y al de m i l a g r o s , y por s u e m i n e n t e c a r i d a d c o n l o s
punto, consolidándosele repentinamente los mus- pobres.
los y las piernas, quedó bueno y sano perfecta-
mente; de modo que por su pie se volvió con ella SAN ISIDORO, MONJE—Fué n a t u r a l de E g i p t o , y
á su casa. desde s u s primeros años, abandonando las c o m o -
El segundo sucedió con Antonia Morelli; á la d i d a d e s y h o n o r e s del m u n d o , s e d e d i c ó e n t e r a -
cual, habiéndosele formado un tumor en la parte m e n t e al e s t u d i o de l a s c i e n c i a s e c l e s i á s t i c a s y á
izquierda interior del pecho, la materia que m a - l o s e j e r c i c i o s de piedad. E n a m b a s c o s a s fué tan
naba de él inficionó de tal modo las entrañas á la a v e n t a j a d o , q u e s a n Cirilo, o b i s p o de A l e j a n d r í a ,
enferma, que aunque el cirujano le abrió por la lo p u s o al frente d e s u e s c u e l a , á la cual a c u d í a n
parte exterior, á fin de que saliera por allí la pu- no s o l a m e n t e j ó v e n e s y s a c e r d o t e s , sí q u e t a m b i é n
trefacción, no sólo salía por esta herida, sino que o b i s p o s y p r e l a d o s d e la I g l e s i a . P a s ó toda s u v i d a
muchas veces la enferma la echaba por la boca: e n el e s t u d i o y o r a c i ó n , h a s t a q u e el S e ñ o r lo l l a -
sobrevino después á la enfermedad, los dolores y m ó á sí el día 4 de febrero del a ñ o 425 ó 430, h a -
calentura; de suerte que fué declarada hética, pa- l l á n d o s e e n el m o n a s t e r i o d e D a m i e t a .
deciendo por espacio de dos años esta enferme-
dad. Con el tiempo la herida ó abertura que la SAN GILBERTO, CONFESOR—Nació e s t e s a n t o en I n -
había hecho el cirujano pasó á ser una fístula, g l a t e r r a en el a ñ o 1083. S u i l u s t r e y n o b i l í s i m a
por la cual le salía el aire que respiraba en tanta c u n a le p r o p o r c i o n a b a r i q u e z a s y m e d i o s p a r a
copia, que apagaba con él una vela. En este esta- figurar e n la c o r t e , d o n d e s u f a m i l i a g o z a b a a l g u -
do se untó los labios de la fístula con aceite de la n a r e p u t a c i ó n ; pero Gilberto lo r e n u n c i ó y a b a n -
lámpara que ardía ante el santo, y en el solo es- d o n ó todo por s ó l o s e r v i r é i m i t a r á J e s u c r i s t o .
pacio de una noche se cerró la fístula, desapare- H a b i e n d o t o m a d o el h á b i t o d e l o s c a n ó n i g o s r e g u -
ció la calentura, cesó la tos y los dolores, recobró l a r e s de s a n A g u s t í n , fué en b r e v e t i e m p o e s p e j o
la enferma las fuerzas, y quedó enteramente sana, d e l a s m á s s u b l i m e s v i r t u d e s ; pero t u v o q u e p a s a r
gozando en adelante una salud perfecta y robusta. p o r l a s d u r a s p r u e b a s de la c o n t r a d i c c i ó n y de l a s
DÍA 5 FEBRERO 377
calumnias del mundo; pruebas que purifican la sino solas sus hijas, entre las cuales bien podía
verdadera virtud y la hacen más digna de Dios. decir y hacer libremente todo lo que quisiese, sin
Murió Gilberto como un santo el día 4 de febrero recelo ni recato; que no tuviese pena ni temor,
del año 1189, el ciento y seis de su edad. porque ella la libraría de las manos de Quinciano,
porque era hombre nobilísimo y cortés, y amicísi-
SANTA JUANA DE YALOIS, REINA—Reinó en Francia, mo de hacer placer; y que si ella no fuera cristia-
y murió en 1505. na, sin duda fuera señora del presidente y de toda
Sicilia; y otras palabras le dijo á este propósito,
SAN MODÁU, ABAD Y CONFESOR—Floreció á mediados como suelen inspiradas de Satanás las que usan de
del siglo VI. este oficio. Oyólas la santa doncella, y no las oía,
porque estaba tan fija y puesta en Dios con el c o -
Dia 5 razón, suplicándole con grande afecto que conser-
vase su virginidad y la guardase de toda violencia,
SANTA ÁGUEDA, YIRGEN Y MÁRTIR—Siendo empera- que no hacía caso de lo que le decía. Pero como
dor Decio, y presidente de Sicilia Quinciano, se muchas veces Afrodisia le replicase las mismas
publicó un edicto cruelísimo en ella, en que se razones y le quebrase la cabeza, pareció á santa
mandaba que todos los cristianos fuesen presos Águeda que era bien declararse con ella de una
y con atroces tormentos consumidos. Tuvo noticia vez, para librarse de los silbos de aquella serpien-
de este impío mandato una doncella llamada Águe- te, y díjole: «Afrodisia, bien entiendo tus mañas y
da, dotada de cuatro cosas que se estiman mucho las razones con que piensas persuadirme que yo
en las mujeres. Era nobilísima, riquísima, hermo- deje á mi Cristo, y deshonre mi linaje y venda mi
sísima y honestísima, y sobre todas sus excelen- virginidad; mas no pienses que tienes tanta elo-
cias era cristiana, y había nacido en la ciudad de cuencia, ni tanto artificio en tus palabras, que yo
Palermo, como lo afirma Metafrastes, y lo traen me deje vencer de ellas. Yo no oigo tu lengua como
Surio y Lipomano; y con deseo y afecto gran- lengua de mujer, sino como lengua del demonio
de de conservar la virginidad y morir por Cris- que habla por ti; y como huyo de él, huyo también
to, le suplicó afectuosamente que la guardase y de ti, y no he querido advertir á lo que me dices.
defendiese de aquel tirano, que pretendía hacer- Yo te aviso como cristiana que está obligada á
le perder la fe y castidad. Mandó Quinciano, e s - querer bien á los que nos quieren mal, que mires
tando en Catania, presentarla delante de sí; y por ti y dejes el oficio infame y maldito que usas
ella, armada con su oración y con el favor y espí- con afrenta tuya y daño de la república, y mal
ritu del cielo, fué á los estrados con grande alegría ejemplo de tus hijas; no enredes con tus lazos
y seguridad. Así que Quinciano la vio, luego fué esta ciudad, ni pongas fuego en los corazones de
preso de su rara y extremada belleza; y olvidado las doncellas inocentes y puras, porque haces
del oficio de presidente que tenía, y de lo que d e - más daño, y eres más perjudicial á la repúbli-
bía á la justicia, y no haciendo caso del mal ejem- ca, que si la pegases fuego por las cuatro partes
plo que daba á aquellos pueblos que gobernaba y de la ciudad, ó si inficionases las fuentes p ú -
se miraban en él como en un espejo, para hacer blicas de que ella bebe. Y aunque Quinciano
lo que él hacía, hollando las buenas costumbres, disimule contigo, Dios del cielo te castigará; y
las leyes, la piedad y la religión, se determinó de si no quieres dejar esta empresa que has toma-
tomar todos los medios posibles para gozar de la do conmigo, por tu honra y por tu bien, déjala
santa doncella y atraerla á su voluntad; y estando á lo menos por no perder tiempo y derramar pa-
ya él preso de su ciega pasión, la hizo prender. labras al viento; porque yo te hago saber, que
Mas por disimular y cubrir más su intento, mandó estoy tan fundada y firme en el amor de mi Señor
entregar á Águeda á una vieja sagaz, llamada Jesucristo, y tan constante en el voto que he h e -
Afrodisia, que tenía cinco hijas muy hermosas y cho de virginidad, que con el favor de mi Dios
no menos lascivas, para que con el trato y compa- espero que antes el sol perderá su claridad, y el
ñía de ellas la santa doncella Águeda se fuese fuego su calor, y la nieve su blancura, que yo me
ablandando y perdiendo el amor que tenía á la cas- mude de este propósito y voluntad. Afile Quincia-
tidad y á Jesucristo, y de esta manera alcanzar con no sus navajas, apareje sus leones, encienda el
maña y artificio lo que de ella pretendía. Así que fuego, arme sus lazos, abra, si puede, las puertas
Águeda estuvo en la casa de Afrodisia, luego la del infierno, y quite las cadenas á todos los demo-
vieja maliciosa y taimada comenzó á usar de las nios contra mí, que yo morir tengo virgen y cris-
artes y embustes que solía, para engañar la s i m - tiana, y no temo que Quinciano me haga fuerza;
plicidad de la doncella pura, y á decirle con dulces porque Dios, á quien he entregado mi alma y mi
palabras que se desahogase y dilatase el corazón, cuerpo, me defenderá. Tú eres vieja, ¡oh Afrodi-
que en aquella casa no había hombre ninguno, sia!, y ya la muerte está á la puerta, y tú lo
TOMO I 48
378 LA LEYENDA DE ORO DÍA 5
muestras con tu mal color: mira por ti, reconoce quiero otra vida ni otra salud sino á Cristo: y
á tu Criador, ten vergüenza del mal ejemplo que no pienses espantarme con tus fieros; porque
has dado á tus hijas y á toda esta ciudad, llórate, quiero que sepas que no hay cierva tan acosada
y llora tu vida pasada, conviértete á Dios y haz y sedienta que así desee una fuente de agua clara
penitencia, confesándole y adorándole para que y limpia, como yo deseo ser de ti atormentada,
no te castigue.» Así que Afrodisia oyó las pala- para unirme y abrazarme más fácilmente con
bras de la virgen, y entendió que perdía tiempo Cristo. El trigo no se recoge en las trojes hasta
con ella, á cabo de treinta días que la había teni- que esté purificado y limpio de paja, ni el espíritu
do en su casa, se fué al presidente y le dijo: «Se- se recibe en el cielo hasta que el cuerpo quede
ñor, yo he tenido la doncella que me disteis en muerto en la tierra. Si quieres usar del hierro
mi casa por vuestro mandado, y he hecho con contra mí, he aquí el cuello; si quieres usar de
ella todo lo que he sabido y podido para inclinarla los azotes, aquí están las espaldas; si quieres
á vuestra voluntad; pero tened por cierto que está abrasarme con el fuego, aquí está mi cuerpo; si
tan firme en ser cristiana y en guardar su virgi- me quieres echar á las fieras, mis carnes, mis
nidad, que antes se ablandará el hierro y el acero ojos y mis manos, mi cabeza y todos mis m i e m -
y el diamante, que ella mude de propósito. Yo le bros están aparejados, para que los atormentes
he ofrecido ricos vestidos, atavíos, joyas y piedras como quisieres. Atormenta, quema, ata, aprieta,
preciosas; y ella no lo estima en más que un poco desuella, quebranta, hiere, arranca, ahoga, d e s -
de basura; no parece que desea, ni de día ni n o - coyunta y mata este mi cuerpo, que cuanto más
che piensa ó sueña otra cosa, sino morir por Je- cruel fueres conmigo, más bien me harás, y yo
sucristo.» Oído esto por Quinciano, mandó llamar seré más favorecida de mi dulce esposo Jesucris-
á Águeda y preguntóle de qué casta era. Y la to. ¿Qué haces? ¿Qué esperas? ¿Por qué tardas
santa doncella respondió: «Noble soy de ilustre tanto?» Embravecióse Quinciano oyendo las pala-
sangre, y mis deudos dan testimonio de ello, c o - bras de la virgen, y con la saña mandó que le
mo es notorio por toda Sicilia.» «Pues ¿cómo, sien- fuese torcido y atormentado un pecho, y después
do noble, sigues las costumbres de gente despre- que á raíz le fuese cortado; y la santa, sin tur-
ciada y vil?» «Porque aunque yo soy noble, dijo barse, sino con ánimo valeroso y constante, le
Águeda, soy sierva y esclava de Jesucristo, y no dijo: «Y ¿cómo no te confundes, ¡oh cruel tirano!,
me desvanece mi linaje; porque sé que la verda- de atormentar á una doncella en los pechos, ha-
dera nobleza es servir con puro corazón á Jesu- biendo tú recibido el primer sustento de tu vida
cristo.» A esto respondió Quinciano: «¿Luego de los pechos de tu madre?» Mas el presidente, es-
nosotros no somos nobles, que menospreciamos tando ya encarnizado en aquella sangre pura, y
á vuestro Crucificado?» Y la santa: «Si tú eres, más cruel que un tigre, no se movió con las pala-
dice, de tal manera esclavo del demonio, que bras de la virgen, antes la mandó volver á la
adoras las piedras, ¿dónde está tu nobleza y li- cárcel, y que no la diesen cosa que comiese ni
bertad?» Mandóla dar el juez malvado una bofe- bebiese, ni dejasen entrar médico alguno para
tada en el rostro, diciéndole que aprendiese á curarla, porque de esta manera se consumiese de
callar y no injuriar á su señor. Quedó el rostro dolor.
de la santa denegrido y acardenalado; pero más Mas el Señor, estando Águeda en aquella cár-
hermoso y resplandeciente delante de Dios: y cel oscura y penosa, le envió el apóstol san Pedro
viendo Quinciano que con todas sus artes no p o - en figura de un viejo venerable, el cual llevaba
día sacar de ella sino palabras llenas de fe, es- consigo muchos ungüentos, como médico, y de-
peranza y amor de Cristo, la mandó llevar á la lante de él iba un mozo como alumbrándole con
cárcel, diciendo que pensase bien lo que le c o n - una hacha encendida en la mano, y con un s e m -
venía, ó morir á puros tormentos, ó negar á blante risueño y apacible saludó amorosamente á
Cristo. Entró en la cárcel la santa con maravillosa la santa, y le dijo: «No ha ganado nada contigo el
constancia y alegría, como si entrara en un pa- tirano con sus tormentos, antes tú le has dejado
raíso de deleites, suplicando al Señor que le diese atónito y confuso; y si te ha atormentado y cortado
victoria del tirano y la corona del martirio: y el el pecho, él lo pagará con fuego eterno. Yo estaba
día siguiente fué presentada otra vez delante de presente cuando te le cortó, y vi que se puede cu-
Quinciano, y él procuró al principio con halagos rar; y así vengo para curarte y darte entera salud.»
y blanduras, y después con bravatas y amenazas, Respondió al apóstol, sin conocerle, que nunca en
persuadirle que dejase la fe de Cristo, porque de toda su vida había usado de medicina corporal, ni
esta manera tendría salud, vida, descanso y feli- ahora quería usar de ella, porque tenía puesta su
cidad: y ella, con gran fervor de espíritu, le dijo: confianza en Cristo que la sanaría, pues era re-
«Tú me prometes, ¡oh Quinciano!, darme salud y parador de todas las cosas. Y como la santa don-
vida si yo dejo á Jesucristo, y yo te digo que no cella, por su honestidad y por la confianza que
DÍA 5 FEBRERO 379
tenía en Cristo que la sanaría, no quisiese dejarse idos á vuestra casa, dichoso espíritu, y gozad aho-
curar, al fin le descubrió san Pedro quién era, y ra y para siempre de la gloriosa vista del que de
que el Señor le había enviado para que de su tal manera os cautivó con su amor, que por él me-
parte la sanase y le restituyese el pecho cortado; nospreciasteis esta vida y todos los gustos y delei-
y que en señal de la verdad que le decía, ella tes de la tierra. El mundo todo predica vuestra
quedaría sana; y diciendo esto desapareció, y ella, virtud, los fieles celebran vuestras victorias y co-
mirando su cuerpo, se halló enteramente sana, y ronas, las mujeres, cuyos pechos son atormenta-
el pecho restituido en su lugar, y volviéndose con dos, os invocan y reciben salud; vuestra patria por
el corazón y con el alma al Señor, le dijo: «Yo vos es honrada, y la santa Iglesia enriquecida.
os hago, Señor mío Jesucristo, gracias por habe- Dadnos vuestro favor, para que los que escribimos
ros acordado de mí, y por haberme enviado á y los que leyeren vuestra vida, sean imitadores
vuestro apóstol, para que curase mis llagas y re- de vuestras virtudes y particioneros de vuestra
novase y confortase mis miembros.» Resplandeció gloria.
una luz tan extremada y celestial en aquella cárcel En publicándose la muerte de santa Águeda,
tenebrosa, que las guardas, turbadas y fuera de sí, luego corrió todo el-pueblo por reverenciar aquel
dejándola abierta, echaron á huir. Los presos de cuerpo castísimo y martirizado por Cristo; y que-
la cárcel aconsejaban á la santa que pues estaban riéndolo encerrar en un sepulcro, apareció un
las puertas abiertas y no había quien se lo estor- mancebo ricamente vestido, acompañado de otros
base, se pusiese en salvo; y ella les respondió: cien mancebos, que eran ángeles del Señor, el
«Nunca Dios quiera que yo deje el campo y huya, cual, á la cabecera de la santa, puso una tabla de
hasta que alcance de mi enemigo la victoria.» mármol, en la cual estaban escritas estas palabras:
Cuatro días después Quinciano la hizo traer de Mentem sanctam, et spontaneam: Deo honorem; et
nuevo á su tribunal; y viéndola tan entera y tan patrice liberationem; y luego desapareció. Quieren
sana, y que con tanto ánimo predicaba que Cristo decir: Águeda tuvo la mente santa, y voluntaria-
la había sanado, quedó por una parte admirado y mente se ofreció; honra á Dios, y alcanzó de él la
confuso, y por otra lleno de saña y furor, del cual salud para su patria. Este es el epitafio, que por
arrebatado, mandó sembrar por el suelo muchas mano de ángeles vino del cielo, en el cual, con
brasas de carbón encendido y pedazos menudos de pocas palabras, se resume todo lo que en alabanza
tejas, y extender y revolver á la santa desnuda de esta gloriosa virgen y mártir se puede decir;
sobre ellas, para que el fuego quemase sus carnes, pues el Santo de los santos á boca llena la llama
y las puntas agudas la lastimasen y afligiesen con santa, y dice que se ofreció de su voluntad al
mayor dolor. Mas estando la santa en este tormen- martirio, y que supo honrar á Dios y librar á su
to, envió nuestro Señor un grandísimo terremoto ciudad. No la alaba por haber nacido en una c i u -
á la ciudad de Catania, con el cual murieron dos dad famosa, ni por su nobleza, ni por sus rique-
amigos y consejeros del presidente, que se llama- zas, ni de hermosa, ni de otras gracias naturales,
ban, como dice Metafrastes, Vulteyo y Teófilo, ó de que se precian las mujeres (aunque todas estas
como dice el Breviario romano, Silviano y Flaco- cosas en grado muy subido tuvo santa Águeda),
nio. Toda la ciudad, despavorida y asombrada, c o - porque todas ellas de suyo son de poca estima
menzó á clamar que aquél era castigo de Dios por delante de Dios, sino por la muerte santa que
la injusta crueldad que contra Águeda se usaba, y tuvo, y por el grande y encendido afecto con que
corría hacia la casa del presidente, el cual se tur- se ofreció á Dios. El día del martirio de santa
bó extrañamente cuando vio la gente y oyó sus Águeda fué á los cinco días del mes de febrero del
clamores, y temiendo que no le quitasen por fuer- año del Señor de 252, imperando Decio y siendo
za de las manos y librasen á Águeda, la mandó de sumo pontífice san Cornelio, papa. Celebra la
nuevo llevar á la cárcel. Allí la santa virgen, al- Iglesia su fiesta el mismo día en que murió.
zando las manos al cielo, donde tenía su corazón, Cuando Quinciano supo que la santa virgen era
comenzó á orar de esta manera: «Dios mío eterno, muerta, codicioso de sus muchas riquezas, partió
que por tu sola bondad me has armado de tu celes- muy acompañado de gente de Catania para Paler-
tial gracia, para que yo pudiese pelear contra el mo, donde estaban, para apoderarse de ellas, y al
tirano por el ensalzamiento de tu fe, y que siendo pasar un rio, un caballo le mordió en la cara, y
mujer moza y flaca, sola venciese en mi carne frá- otro á coces le echó en el río, donde se ahogó, y
gil tantos tormentos, y tantos soldados y hombres buscando su cuerpo, nunca se pudo hallar. Para
armados; abre, Señor, los brazos de tu piedad, y que se entiendan los justos juicios del Señor, y
recibe mi espíritu que te desea con un amor inten- como al cabo castiga la deshonestidad, crueldad y
so.» Aquí acabó con su vida la oración; antes c o - codicia de los que se atreven y persiguen á sus
menzó á vivir, y vive eternamente en el cielo. Idos santos. Con este suceso creció más la honra y r e -
en buena hora, ¡oh bienaventurada y santa alma!; verencia de santa Águeda; la cual se aumentó aún
380 LA LEYENDA DE ORO DÍA 5
mucho más por lo que sucedió luego al año s i - gran peligro por la mucha ceniza que cayó sobre
guiente después, y el mismo día de su martirio; y ellas, como lo escribe Tomás Fazello, diligente
fué de esta manera: El monte Etna, que llaman escritor de las cosas de Sicilia. Estas son las m a -
Mongibelo, es uno de los más altos y maravillosos ravillas del Señor, éstos los milagros perpetuos
que hay en el mundo, el cual siempre está cubier- que obra, argumentos de su infinito poder; ésta
to de nieve, y por la boca humea y echa llamas de la honra que hace á sus siervos, para darnos mo-
fuego como otros volcanes. La ciudad de Catania tivos de alabarle á él en todas sus criaturas, y glo-
está como una buena legua de la falda de este rificar é imitar á los que con tanta pureza y c o n s -
monte. Sucedió, pues, que habiendo precedido un tancia perdieron su vida por no perder su castidad
espantoso estruendo y como bramido dentro de y su fe, como lo hizo la bienaventurada santa
las entrañas del monte, comenzó á salir un río de Águeda, y por esto es tan celebrada en el mundo,
fuego de él hacia la parte de Catania, y los mora- y desde que murió tan reverenciada, que la g l o -
dores, aunque eran gentiles, temiendo la destruc- riosa virgen y mártir santa Lucía vino en romería
ción de la ciudad, y viéndose sin remedio, por desde la ciudad de Zaragoza de Sicilia á la de Ca-
inspiración de Dios, que quería manifestar la glo- tania, al sepulcro de santa Águeda, para alcanzar
ria de su santa, corrieron á su sepulcro, y toman- salud para "su madre, como la alcanzó.
do el velo con que su bendito cuerpo estaba cubier- (P. Ribadeneira.)
to, vinieron con él contra el fuego, y desplegándole
y mostrándole, el fuego paró y no pasó más adelan- LOS VEINTISÉIS MÁRTIRES DEL JAPÓN-Después que
te. Este milagro tan señalado, que entonces obró el el apóstol de las Indias san Francisco Javier,
Señor, después acá ha obrado otras muchas veces como un sol clarísimo alumbró los reinos del Ja-
que el monte Etna ha salido como de sí, arrojan- pón con las primeras luces del Evangelio, creció
do ríos de vivas llamas por aquellos campos hacia tanto aquella cristiandad por el trabajo y celo de
la ciudad de Catania; la cual hubiera sido a s o - los padres de la Compañía de Jesús, que imitando
lada y abrasada de estos incendios, si su glorio- á su esclarecido apóstol, prosiguieron la labor que
sa patrona santa Águeda no la hubiera defen- él dejó comenzada, que tenían bautizados más de
dido. Es cosa maravillosa y para no creerse, si trescientos mil cristianos, y entre ellos muchos
no fuese propia de la omnipotencia del Señor, reyes, príncipes, grandes, señores, caballeros y
ver venir desde la cumbre de un monte altí- gente de todos estados y condiciones; y habiendo
simo hacia la ciudad un río de fuego, ancho y edificado muchos templos al verdadero Dios, que
espeso, y de materia muy densa, como de plo- son los castillos y fortalezas de la fe, se prometían
mo ó de un metal derretido, abrasando todo lo que ver conquistado todo aquel dilatado imperio para
topa y halla al rededor por donde pasa, y salir el Jesucristo. Y viendo que la mies era mucha y los
clero y toda la ciudad en procesión como á pelear operarios pocos, recibían en su religión algunos
con este fuego, no con armas, ni con agua, ni con japoneses hábiles y bien probados, que los ayuda-
otros instrumentos para apagarle, sino con sola sen á cogerla; pero la fe que plantó el apóstol y
la protección de santa Águeda, y con su velo, y cultivaron sus discípulos, quiso Dios que la rega-
que en mostrándosele al fuego, como si tuviese sen los mártires con su sangre, para dar el a c r e -
uso de razón, para su corriente y cesa. Y no sola- centamiento que esperamos, cuando fuere servido
mente tiene esta virtud cualquiera velo que haya el misericordiosísimo Dios resucitar aquella cris-
estado sobre el cuerpo de santa Águeda, sino tam- tiandad, que está como sepultada debajo del hielo
bién se sirven en Catania contra el fuego del algo- de las persecuciones que hoy padece. La ocasión
dón puesto sobre su cuerpo. Y en nuestros días, de la muerte de los santos mártires, cuya vida e s -
el año de 1537, viniendo este río de fuego que he cribimos, fué ésta: Vinieron al Japón desde Filipi-
dicho hacia el monasterio de San Nicolás de A r e - nas el año de 1592 algunos religiosos descalzos de
nas, no le tocó, y casi destruyó á dos aldeas llama- la orden de san Francisco, que traían por comisa-
das Nicoloso y Monpelerio, y corriendo por su rio á san Pedro Bautista, con título de embajado-
camino, y habiendo de dar en una viña de un po- res de los luzones al emperador del Japón, que se
bre hombre que estaba en el camino por donde llamaba Taycosama, sobre ciertas pretensiones
había de pasar, la cual yo he visto, poniendo unas que el emperador tenía con aquellas islas; pero
cañas á trechos con un poco de este algodón, al todo su deseo y propósito era dilatar la ley de J e -
punto que llegó el fuego á la viña, se partió en dos sucristo en aquel imperio. Fueron bien recibidos
brazos, y la cercó, y la salvó sin hacerle algún del emperador, que les mandó dar sitio acomodado
daño, arruinando y abrasando lo demás. Y esta para vivir en Meaco, cabeza de todo el Japón. Edi-
vez arrojó el monte tan gran copia de ceniza, que ficaron los religiosos casa é iglesia que llamaron
llegó hasta trescientas millas lejos; y algunas n a - Nuestra Señora de la Porciúncula, á imitación del
ves, que venían de Venecia á Sicilia, corrieron primer convento de su padre san Francisco; y en
DÍA 5 FEBRERO 381
esta iglesia decían misa, predicaban y bautizaban órgano en Avila y Oropesa, oyó filosofía y dos
públicamente, con igual celo suyo y fruto de sus años de teología en Salamanca, y luego tomó el
oyentes y devotos. Había prohibido Taycosama que hábito de san Francisco en la provincia de los
se predicase la ley de Jesucristo en todo su impe- descalzos de San José, donde florecía mucho la
rio, y mandado que saliesen desterrados del Japón perfección y observancia regular. Y habiendo en
los padres de la Compañía de Jesús, porque la predi- ella sido ejemplo de todas las virtudes, y en espe-
caban; y como supo que los padres de san Francis- cial de oración continua, y leído un curso de artes
co habían contravenido á sus mandatos en Meaco y hecho oficio de predicador, siendo guardián de
y Osaca (donde también edificaron casa é iglesia), Mérida, pasó, llamado de Dios, á las Filipinas con
se enojó mucho contra ellos; y mucho más con otros siervos de Dios de su misma provincia. En
ocasión de un galeón de españoles, llamado San llegando á la Nueva España, en todas partes por
Felipe, que pasando de Filipinas á Nueva España, donde pasaba, predicaba con mucho fruto y edifi-
vino arrojado de los vientos y tempestades á Uran- cación de sus oyentes, que no menos se movían
do, puerto del Japón, en el reino de Tosa; porque de sus sermones que se admiraban de su compos-
habiéndose apoderado de toda la riqueza del galeón, tura y modestia. Después de haber estado dos
que era mucha, y sabiendo que fuera de los s o l - años en la Nueva España, haciendo largas y peli-
dados españoles venían en él dos religiosos d e s - grosas peregrinaciones entre gentes bárbaras y
calzos de san Francisco, cuatro de san Agustín, y crueles, para predicarles la ley de Cristo, se e m -
uno de santo Domingo, sospechando que venían barcó á las Filipinas con oficio de comisario, de
también á predicar la ley que él tenía prohibida, donde habiendo hecho mucho fruto con su predi-
se alteró sobremanera, y atizando el fuego algunos cación, y sido guardián de Manila y custodio de
gentiles, enemigos declarados de Jesucristo, y en su provincia, con gran satisfacción de todos sus
especial Jacuin, su gran privado, que había sido subditos pasó al Japón por obediencia de su pre-
la causa principal de la primera persecución c o n - lado que se lo mandó, por entender era ésta la
tra los padres de la Compañía, y ahora con tan voluntad de Dios, y eligióle por comisario de los
buena ocasión, los acusó de nuevo de que eran religiosos que iban á aquella misión. En pocos
rebeldes á sus leyes, y habían hecho cristianos años que estuvo en el Japón hizo por sí y por sus
muchos japoneses, después que él les había m a n - religiosos fruto digno de muchos. Resplandecía el
dado desterrar. Encendido en cólera el tirano, y santo comisario en toda virtud, y era tan puro y
ciego con la pasión, mandó al gobernador de Osa- temeroso de conciencia, que para decir misa se
ca, donde entonces se hallaba, que pusiese guardas confesaba cada día una y dos veces: siendo asi,
en las casas de los padres descalzos, y en las de que en treinta años de religión, no le acusaba la
los de la fiompañía que había en aquella ciudad, conciencia de pecado mortal. Tenía de costumbre
porque éste es el modo de cárceles que tienen en la noche antes de predicar hacer larga oración y
Japón. A la misma hora despachó un criado suyo tomar una rigurosa disciplina, y con eso era
al gobernador Xihunojo, para que hiciese otro grande el fruto de sus sermones. Ayunaba fre-
tanto de los religiosos que había en Meaco, y al cuentemente á pan y agua, y muchas veces comía
mismo criado mandó que tomase por lista los cris- unas yerbas solamente; era muy aficionado al r e -
tianos que acudían á las casas de los religiosos, y cogimiento, muy humilde, y más amigo de obede-
la diese al gobernador para que los hiciese matar. cer que de mandar. Varón de gran confianza en
Dio este mandato á los 9 de diciembre de 1596. Dios, por la cual le favoreció su Majestad, para
Con este mandato del tirano prendieron en el que en tierra de gentiles con suma pobreza hicie-
convento de Santa María de la Porciúncula de Mea- se en pocos años dos conventos é iglesias, en Meaco
co cinco santos religiosos descalzos, que fueron el y Osaca, y diese principio á otra en Nangasaqui.
padre comisario Fr. Pedro Bautista, Fr. Francisco Con su gran caridad edificó junto á su convento
Blanco, Fr. Gonzalo García, Fr. Francisco de San de Meaco dos hospitales de Santa Ana y San José,
Miguel, y Fr. Pelipe de las Casas, con doce fami- para recoger los leprosos, y él era el primero que
liares suyos, y en el convento de Osaca, prendieron los servía y lavaba los pies, repartiendo con ellos
á otro santo religioso llamado Fr. Martín de la la corta limosna que se hacía al convento.
Ascensión, y á otros dos familiares suyos, y todos Semejantes fueron en la santidad y celo á su
catorce familiares eran de la tercera orden de san santo capitán los otros religiosos de san Francis-
Francisco. El santo Fr. Pedro Bautista, capitán co, de cuyas virtudes, como de las del santo co-
y caudillo de aquella dichosa compañía, fué e s - misario, pudiéramos decir mucho, si el ser tantos
pañol, natural de San Esteban, en el obispado de no nos embarazara para no faltar á la brevedad
Avila, de padres honrados, ricos y buenos c r i s - que profesamos. Fr. Martín de la Ascensión fué
tianos, que le criaron con mucho cuidado. Habien- vizcaíno, natural de Vergara, estudió teología en
do estudiado latinidad, música de canto llano y Alcalá de Henares, y tomó el hábito en la provin-
382 LA LEYENDA DE ORO DÍA 5
cia de San José. Conservó perpetua virginidad obró Dios por él algunos milagros. Con ser lego,
con oraciones, ayunos, vigilias, disciplinas y cili- era tal su celo en enseñar á los infieles, y Dios le
cios: era humildísimo y muy perseverante en la daba tal gracia para enseñar, que le llamaban en
oración, muy mortificado, y en una ocasión, por su lengua: el Enseñador. Fr. Gonzalo García fué
vencerse á sí mismo, besó las llagas a un l e - natural de Basain, ciudad de la India Oriental de
proso. Pedía al Señor aue le diese á gustar de Portugal. Fué criado en su tierna edad con los
su cruz, y decía que quisiera más ser puesto padres de la Compañía de Jesús, y por su buena
por Cristo en un palo, que vivir regalado de inclinación y natural, siendo de quince á diez y
consuelos celestiales. Fr. Francisco Blanco fué seis años, se fué con ellos al Japón, en donde es-
del reino de Galicia, del obispado de Orense; tuvo con algunos padres muy religiosos por es-
estudió latinidad en el colegio de la Compañía pacio de ocho años, sirviéndoles de intérprete, y
de Jesús de Monterey, y artes en Salamanca; fué ayudándoles á la conversión de los gentiles; por-
hijo de la provincia de Santiago, y pasó á Filipi- que catequizaba muy bien, y en su modo de h a -
nas con otros religiosos de su misma provincia, blar parecía japonés. Deseó ser de la Compañía, y
venciendo muchas contradicciones, que tuvo su pidiólo muchas veces, y como se lo dilatasen dán-
ida, con oraciones y penitencias que ofreció á dole buenas esperanzas, pidiendo licencia á los
Dios por esta causa. Era devotísimo de la Virgen, padres se fué á la ciudad de Alacán, donde se hizo
á quien ayunaba todos los sábados, y él era teni- mercader, y andando en este trato, ofreciéndose
do por virgen de los que le comunicaron y trata- ocasión de ir á Manila, tocado de Dios, tomó el
ron familiarmente. Traía siempre presente á Dios, hábito de san Francisco para fraile lego, habién-
y conocíase en el concierto y modestia de todas dose ejercitado en aquella provincia en los oficios
sus acciones, con las cuales edificaba á cuantos y virtudes propias de su estado con mucha edifi-
le miraban. Fué el último de los santos mártires cación; y como era tan práctico en la lengua del
que entró en el Japón, y habiendo estado en aquel Japón, volvió allá por compañero del santo comi-
reino seis meses, consiguió la corona del marti- sario, donde trabajaba incansablemente en los
rio. Fr. Felipe de Jesús fué natural de Méjico: oficios de Marta y de María, y fuera de servir á
dejó primero el hábito que había tomado en San aquellos varones apostólicos, él lo era también en
Francisco de la Puebla de los Angeles, y siendo el celo con que procuraba la conversión de los
enviado de sus padres á Filipinas, abriéndole Dios gentiles. Deseaba mucho ser mártir, y Dios se lo
los ojos, tomó el hábito en el convento de los des- concedió en compañía de sus santos compañeros.
calzos de Manila, y procuró con el fervor y cui- Los familiares de los frailes descalzos eran como
dado en la observancia resarcir la flaqueza pasa- discípulos de tales maestros. El principal, León
da. Embarcóse en el galeón de San Felipe para la Carasuma, que habiendo sido antes bonzo, se
Nueva España,-para ordenarse allí de sacerdote, convirtió oyendo hablar de Dios á un hermano
por no haber obispo en Filipinas, y Dios le e m - japonés de la Compañía de Jesús, y se bautizó
barcó para mártir, cuando los vientos arrojaron siendo de treinta años, y con la comunicación y
el navio al Japón; porque deseoso de ver al santo trato de los padres de la Compañía creció mucho
comisario Fr. Pedro Bautista que le había dado en virtud, hasta que viniendo los frailes descalzos
la profesión, siendo guardián de Manila, se partió á'Meaco, se llegó á ellos, y solicitó la fábrica de
á Meaco, y poco después de llegar á aquella c i u - la iglesia y convento, y después vivía en comp'a-
dad, sucedió la prisión de los religiosos; y como ñia de los frailes, é imitaba sus virtudes y ejerci-
él estaba con ellos, aunque no había sido compa- cios religiosos, como si fuera uno de ellos; y sien-
ñero de sus conversiones, lo fué de su corona,que do casado, hicieron voto de continencia él y su mu-
Dios le tenía preparada; y así, aunque pretendie- jer de común consentimiento. Procuraba con sus
ron algunos librarle de la prisión en que estaba, exhortaciones convertir á los gentiles que acudían
por no ser cómplice en el delito que á los demás al convento, catequizaba á los que se querían
se imputaba, no tuvo efecto. Fr. Francisco de San bautizar, y enseñaba á los bautizados el modo de
Miguel fué natural de la Parrilla, aldea distante oir misa y rezar, y el respeto que habían de tener
cuatro leguas de Valladolid; entró en el convento á los religiosos. Cuando se hicieron los hospitales
de san Francisco de Valladolid para lego, después para los leprosos, él fué el primer hospitalero del
con licencia de su provincial pasó á la provincia hospital de Santa Ana; y ejercitaba este oficio con
de San José, y de ésta pasó á la provincia de la tan grande caridad, que salía él mismo á buscar
Arrabida en Portugal, siempre deseoso de mayor los leprosos, para traerlos á su hospital, y en él
perfección, hasta que pasó á las Filipinas y al los servía y curaba con gran cuidado. Salía tam-
Japón con deseo de ayudar en lo que pudiese á la bién por las calles á buscar los niños desampara-
conversión de los gentiles. dos, los cuales hacía criar, y á pedir limosnas
Señalóse mucho en todo género de virtud, y para sus pobres, y solía decir que deseaba ser
DÍA 5 FEBRERO 383
arrastrado en aquellas calles por la ley de Jesu- balde, y les daba las medicinas; lavaba los pies
cristo. de los leprosos, disciplinábase cada día, traía cili-
No era menos riguroso consigo, que blando con cio, ayunaba muchos días, oraba frecuentemente,
los demás, ni menos penitente, que caritativo; y con estas virtudes se dispuso para la palma de
porque se disciplinaba ásperamente, dormía poco mártir. Joaquín Sanquier, que de cocinero de los
y oraba mucho, y con estas virtudes se dispuso frailes en el convento de Belén de Osaca, le levantó
para la dicha del martirio. Dios á glorioso mártir. Paulo Juariqui, hermano
Los otros santos mártires se llamaban: Buena- del santo mártir León, que vivía con su mujer
ventura, en quien el nombre convino bien con la cristianamente, enseñando á sus hijos el temor de
ventura que Dios le dio, pues habiendo antes Dios, confesando frecuentemente, socorriendo con
apostatado de la fe, y siendo admitido por el santo limosnas á los pobres, y persuadiendo á sus a m i -
comisario en el número de los cristianos y de los gos gentiles que fuesen á oir la doctrina cristiana
familiares de los frailes, mereció ser del número á la iglesia de los frailes, cerca de la cual se había
de los presos y mártires del Señor. Gabriel Doxi- venido él á vivir, por poder asistir mejor á la misa
cu de los Frailes, que siendo mancebo de diez y y sermón. Miguel Cosaqui, padre del santo niño
nueve años, galán, rico y acomodado, por las e x - Tomó, de quien ya hablaremos, el cual ayudó al
hortaciones del santo mártir Fr. Gonzalo, recibió edificio de la iglesia de Osaca, y con su ejemplo y
el bautismo y dejó el mundo, entrándose á servir santas palabras atraía muchas almas al conoci-
á los frailes; y habiendo vencido los ruegos é i n s - miento de la verdad, por la cual mereció morir en
tancias de sus padres, que eran gentiles, y procu- compañía de los otros santos. Juan Quizuya, teje-
raban que dejase la fe y la compañía de los reli- dor de seda, que bautizado por los frailes con su
giosos, él con sus oraciones y exhortaciones c o n - mujer y un hijo pequeño, era muy temeroso de
virtió á su padre, el cual bautizado se dedicó al Dios, y deseoso de aprovechar en su servicio,
servicio del convento. Paulino Suzuqui, que en servía á los pobres, y gustaba de la oración y p e -
bautizándose se mudó en otro hombre, y parecía nitencia; con que en poco tiempo de cristiano s u -
varón celestial. Era muy discreto y elocuente en bió á mártir.
la lengua del Japón, y así predicaba y disputaba Entre los santos mártires que fueron presos,
con aceptación de todos; y habiéndose hecho fa- había tres niños, en los cuales, por ser más flacos,
miliar de los frailes, por consejo del santo mártir se mostró más la fortaleza de Dios, como se verá
León, fué imitador suyo y hospitalero del segundo en el discurso de su martirio. El santo niño Tomé,
hospital de los leprosos, llamado San José; y fuera, hijo del santo mártir Miguel Cosaqui, vino á la
del cuidado de los enfermos, cuidaba como otro compañía de los frailes, para seguirlos, siendo de
Tobías, de buscar los cuerpos muertos de los doce años, y con su comunicación se adelantó la
cristianos, y los enterraba en un lugar que tenía virtud á la edad. Contaba á los que venían al
junto á su hospital. Cosme Zaqueya, espadero, convento las vidas de los santos, que había oído
siendo de rudo ingenio, con el trabajo de leer y contar á los frailes, y los misterios de la fe,
trasladar catecismos y oir á los catequistas, vino el modo de oir misa y rezar el rosario de n u e s -
á aprender lo bastante para catequizar y hacer tra Señora. Era muy devoto y caritativo, y dejan-
provecho en muchos gentiles: tomaba todos los do los entretenimientos de su edad, iba á visitar
días una recia disciplina, para que Dios le diese los leprosos, y hablaba con los gentiles de la
su gracia para hacer aquel oficio; y de esta mane- falsedad de sus sectas, convenciéndolos con sus
ra, con la fuerza de sus penitencias y con la elo- razones; y con los cristianos, de las mercedes
cuencia de sus exhortaciones, persuadió á muchos que Dios hacía á los que sacaba de la idolatría;
á recibir el bautismo, y por este celo mereció la ayunaba todos los viernes, disciplinábase todos
corona de mártir. Tomé Danchi, boticario, que los días, y estaba en oración con gran silen-
siendo antes terrible de condición, y por tal, con cio el tiempo que veía estar los religiosos. H a -
el bautismo, de león se hizo cordero, sufriendo biendo estado hasta los quince años en compañía
con maravillosa mansedumbre las injurias que le de los frailes, mereció ser preso con ellos en
hacían los gentiles. Daba de limosna á los pobres Meaco. El otro niño se llamaba Antonio, era de
las medicinas, y ayudando en la conversión d é l o s trece años cuando le prendieron: había aprendido
gentiles á los frailes, mereció ser preso juntamen- á leer y escribir y mucha virtud en el colegio de
te con ellos. Francisco, que siendo médico de los la Compañía de Jesús de Nangasaqui, y siendo
cuerpos cuando gentil, después de cristiano se admitido de los frailes por Doxicu, aprovechó
hizo médico de las almas, y convirtió á su mujer tanto con su enseñanza, que mereció ser preso en
ó hijos, y á otros muchos gentiles. Y habiendo he- Osaca con el santo Fr. Martín, y añadir la corona
cho con su mujer voto de continencia, se entregó de mártir á la de virgen; como también otro niño
todo al servicio de Dios. Curaba á los pobres de de doce años ó diez, según escriben algunos, que
384 LA LEYENDA DE ORO DÍA 5
se llamaba Luis, y era sobrino de los santos már- Ribadeneira, religioso descalzo de san Francisco,
tires León y Miguel, que vivía en la casa de los que conoció y trató á este santo mártir, escribe
padres descalzos, bautizado por ellos; el cual, en su historia del archipiélago: «Entre todos los
viendo que los ministros de justicia no le querían hermanos de la Compañía que en la sazón que yo
poner en la lista de los presos, por ser tan peque- estuve en el Japón predicaban, este santo mártir
ño, lloró tanto, que le hubieron de escribir por tenía fama entre los cristianos de más espiritual
darle gusto. El último de los santos mártires fa- predicador, y que más provecho hacía, mostrando
miliares de los frailes que prendieron en esta su fervoroso celo con afectos y palabras en los que
ocasión se llamaba Matías, á quien por suerte e oían; por lo cual, aun de los mismos padres de
cupo la corona del martirio, del modo que aquí la Compañía, era alabado de humilde y buen pre-
diré: Estaba puesto en la lista de los presos un dicador, y que trataba de veras el aprovechamien-
cristiano, llamado Matías, que servía en Meaco á to de las almas, y de aprovechar también la suya
los padres descalzos de comprador y cocinero, al con virtudes.» Hasta aquí dicho autor. Sucedióle
cual, aun después de puestas las guardas, le de- en Osaca que llevando á ajusticiar á un gentil por
jaban salir á comprar lo necesario, y luego se sus delitos, el santo se metió por medio de las
volvía á la prisión. Vivía junto á la puerta del guardas, que suelen en tales actos ser muy r i g u -
monasterio otro cristiano, que tenia el mismo rosos en no dejar que la otra gente llegue á los
nombre y se llamaba Matías. Aconteció, pues, que que van á ser ajusticiados, apartándolos con m u -
cuando vinieron los ministros de la justicia para chos palos, y se llegó al delincuente, y le predicó
llevar á la cárcel á los religiosos y cristianos, con tanto fervor que le convirtió, y le bautizó a n -
Matías, el comprador, no estaba en el convento, y tes que le ajusticiasen; y así murió cristiano, y con
preguntando por él, como no parecía, salió el otro el nombre de Jesús y María en la boca. Gastó san
Matías, y dijo: «Aunque yo no soy el que buscáis, Pablo Miqui algunos años predicando en los esta-
y por quien preguntáis, pero soy cristiano y ten- dos de Arimia y Omura; y en los otros reinos de
go ese mismo nombre, y acudo á la casa de los la isla de Ximo, con grandes concursos y conver-
padres.» Oyendo los ministros que se decía Ma- siones y aplausos de los señores de aquellos esta-
tías, como no faltaba más que él solo para cum- dos Arimando y Omurandono, y á petición del
plir su lista, sin cuidar si era el m¡3mo ú otro, P. Organtino, superior de las casas de la Compa-
echaron mano de él: Et cecidit sors super Ma- ñía de Jesús de las partes del Meaco, fué llevado
thiam, et annumeratus est cum undecim; y él con licencia del padre provincial á aquella corte á
recibió esta dichosa suerte con grande contento predicar; y lo hizo en aquella ciudad y en las de
y alegría, y el otro Matías quedó excluido, sin Osaca y otras de aquellas partes, convirtiendo en
que se acordasen más de él. todas á nuestra santa fe á mucha gente noble y
En la casa de la Compañía de Jesús de Osaca mucha de la del pueblo. Disputaba con gran fervor
prendieron al hermano Pablo Miqui, que estaba con los bonzos gentiles, y los confundía vergon-
en aquella ciudad trabajando por Jesucristo, s u s - zosamente, sin tener ellos qué responder. Era tan
tentando á los cristianos en la fe, y convirtiendo grande su celo, que no contento con ser él un pre-
á ella á los gentiles. Era el santo Pablo Miqui na- dicador tan excelente, deseoso de hacer muchos
tural del reino de Ava, que está en la tercera isla predicadores, instruía á los japoneses cristianos
del Japón, llamada Xicozu, y nació en Teunocuni, que hallaba capaces, de cómo habían de disputar
de padres nobles aunque gentiles. Fué bautizado con los gentiles y refutar sus sectas y errores; y
de edad de cinco años, y desde muy niño inclina- para destruir la idolatría y superstición con la len-
do á la virtud, y quitado de las travesuras de gua y con la pluma, compuso muy doctos libros
aquella edad, mostrando en su modestia, humil- en esta materia, para confusión de los gentiles y
dad y mansedumbre, ser escogido de Dios. Crióse enseñanza de los cristianos. Con estas virtudes y
en el seminario que tenía la Compañía para ense- celo que le hacían apóstol, mereció ser mártir y
ñar virtud y letras á los hijos de los señores y tan insigne, que dice el mismo P. Fr. Marcelo de
caballeros; entró en la Compañía de veintidós Ribadeneira: «Aunque se puede gloriar de muchos
años, y estuvo en ella once, con admirable ejem- gloriosos mártires, que entre infieles y herejes ha
plo de vida verdaderamente apostólica. Estudió tenido la santa religión de la Compañía de Jesús,
con gran cuidado los sermones del catecismo y entre los más principales y célebres puede ser
las sectas del Japón para refutarlas; y salió tan contado el santo hermano Pablo Miqui.»
consumado, que vino á ser uno de los mejores Estaba en la misma casa de la Compañía de Je-
predicadores que tuvo la Compañía en el Japón, sús de Osaca un mancebo muy virtuoso, de edad
imitador de san Pablo en el celo como en el n o m - de diez y nueve años, llamado Juan de Goto, na-
bre; y así eran muchísimos los que se convertían tural de la isla de Goto, hijo de padres muy cris-
á la fe por su predicación. El P. Fr. Marcelo de tianos, que desde niño le entregaron á los padres
DÍA. 5 FEBRERO 385
de la Compañía, para que se criase con su doctrina ligiosos descalzos de Meaco, para llevarlos á la
y mereciese ser algún día admitido por hermano cárcel pública con los malhechores. Estaban los
de la Compañía. Cuidaba de la iglesia con grande religiosos en vísperas, y en oyendo el ruido de las
satisfacción de los de casa y edificación de los de armas, acudieron muchos cristianos á la iglesia,
fuera; y así dice el P. Fr. Marcelo de Ribadeneira, no sólo los que estaban en la lista, para ser lleva-
que habiéndole visto algunas veces, notó mucho dos á la cárcel, mas otros que deseaban entrar en
su compostura y modestia exterior; que era indi- aquel número. El santo comisario, capitán de
cio que en el interior estaba muy aprovechado en todos, tomó un crucifijo que había en el coro, y
virtud. De la casa que la Compañía tiene en la isla se le puso al cuello, y bajó á la iglesia acompa-
de Xiqui, fué para la de Osaca por catequista del ñado de los otros frailes, donde todo era alegría y
P. Pedro Morejón, sacerdote de la misma Compa- admiración; alegría de los mártires que se abra-
ñía, y en ella dio siempre grande satisfacción, zaban unos á otros, dándose el parabién de su
con pura y candida vida. Antes que fuesen puestas dicha, y admiración de los infieles, por ver unos
guardas á la casa donde él estaba, aunque pudo hombres que así festejaban la nueva de su muerte
huir, no lo hizo, sino que perseveró poniendo en como pudieran la de su libertad. Después que se
orden las cosas de la sacristía que estaban á su vieron atados los santos mártires, hincándose de
cargo; porque deseaba morir por Cristo, y no qui- rodillas delante del altar mayor, cantaron el Te
so perder la buena ocasión que se le ofrecía. Fué Deum laudamus en hacimiento de gracias al Señor,
preso juntamente con él y con el santo hermano por la merced que les hacía, é hicieron c o n m e -
Pablo, en la casa de la Compañía, un hombre moración á nuestra Señora y á san Francisco. En
muy devoto, llamado Diego Quisay, de edad de acabando su devoción echaron mano de ellos los
sesenta y cuatro años, japonés, natural de Urgen sayones; y un gentil, para hacer burla del santo
y cristiano muy antiguo. En toda su vida dio comisario, tomó una cruz que encontró en la igle-
grande ejemplo de virtud, y para entregarse del sia, y yendo delante de todos con ella levantada
todo á Dios se recogió á la casa de la Compañía, en alto, decía que pues eran tan amigos de la
y en ella servía con grande humildad y caridad cruz y adoraban un crucificado, quería llevar la
en el oficio de recibir los huéspedes, edificán- cruz levantada delante de ellos. Y fué providencia
dolos mucho con sus pláticas santas y fervoro- de Dios, que guiase el estandarte de la cruz aque-
sas. Tenía este siervo de Dios muchas devocio- lla capitanía de soldados que iban á ser crucifica-
nes, y una de ellas era rezar cada día la pasión dos por Cristo, crucificado antes por ellos. Al
de Cristo nuestro Redentor, la cual tenía escri- salir por la puerta del convento, como por despe-
ta en su lengua con letras del Japón, de las dida, cantaron el himno O gloriosa Domina; y
cuales era buen escribano, y teníala encuader- fueron llevados por las calles de Meaco á la cár-
nada en un libro pequeño, que traía siempre cel pública, con malos tratamientos de los s a y o -
consigo. Quien tan de continuo refrenaba la me- nes, pero con tanto gozo de los mártires, que los
moria con el fuego del amor que nos mostró cristianos que había en las calles públicamente
el Señor en su sagrada pasión, cierto es que se confesaban que lo eran, llegando á besar el h á -
había de abrasar su corazón en este fuego, y bito á los religiosos, y sacando los rosarios y
encenderse en su pecho otro fuego de amor de mostrando sentimiento de su prisión. Cuando los
Dios, deseando padecer por el que había pade- santos mártires entraron en la cárcel pública, t u -
cido por él tanto que había dado por él la vida. vieron particular gozo en verse puestos entre
Deseaban muchos años había estos dos siervos malhechores, por aquel Señor que había muerto
de Dios ser admitidos en la Compañía de Jesús, y por ellos entre dos ladrones, como si fuera uno de
lo habían pedido con instancia, y al fin lo alcan- ellos.
zaron en la prisión; y poco después por el marti- Dos días después trajeron de Osaca á la misma
rio fueron admitidos en la compañía de los bien- cárcel de Meaco al santo Fr. Martín, con tres
aventurados. No prendieron más religiosos ni japoneses que estaban con él, y los tres hermanos
seglares, porque templó su enojo el tirano; con de la Compañía de Jesús. Cuando ataron á los
pena y envidia santa de muchos, que se veían hermanos de la Compañía para llevarlos á Meaco,
privar de la palma del martirio que tocaban ya y entendieron que era para ser crucificados, Juan
con la mano, porque hasta las mujeres, niños y y Diego exclamaron con grande alegría: «¡Oh,
niñas de diez y once años, se disponían con gran- bendito sea nuestro Señor Jesús que entre tantos
de alegría para morir por Cristo en compañía de nos ha escogido para morir con él en la cruz!»
sus padres y maestros. Era día del nombre de Jesús, el primero del año
Hasta los 30 de diciembre estuvieron los santos de 1597; y el santo hermano Pablo Miqui, muy
mártires presos con guardas, y en este día llegó regocijado y contento, dijo á los presentes: «Yo
un juez á hora de vísperas al convento de los r e - soy de treinta y tres años, y ésta es la edad en que
TOMO I 49
386 LA LEYENDA DE ORO DÍA 5
murió Cristo nuestro Señor, y es día de Jesús, de ciéndole que cortase más si quería, y que se h a r -
cuya Compañía soy, aunque indigno; hoy es miér- tase de sangre de cristianos. Recogían los cristia-
coles, y dicen que el viernes seremos ajusticia- nos con gran devoción los pedazos de las orejas
dos; huélgome mucho, por imitar en este poco sin de los mártires, como preciosísima reliquia, y las
merecerlo, á mi Señor Jesucristo, que tanto por que eran de los tres hermanos de la Compañía
mí padeció.» Cuando llegó á la ciudad de Meaco, presentó el secretario del gobernador de Osaca,
como vio que era condenado á muerte por predi- que se llamaba Víctor, al P. Organtino, las cua-
cador del Evangelio, resolvióse de predicar con les recibió con mucha abundancia de lágrimas,
mayor fervor, cuanto le durase la vida; y así lo que corrían por su rostro, diciendo: «Estas son
hizo en la cárcel á los guardas y á los demás las flores de esta nueva Iglesia, y éste es el fruto
presos que estaban en ella por sus delitos, y c o n - de nuestros trabajos, el cual humildemente ofrezco
virtió dos que se bautizaron luego, y otros prome- yo á nuestro Señor Jesucristo.»
tieron hacerse cristianos. Particularmente habló Acabadas de cortar las orejas, subieron á los
de la pasión de Cristo y de la dignidad y mérito santos mártires en carretas, tiradas de un buey
del martirio, con tal afecto y elocuencia, que al uso del Japón, y en la última á los tres herma-
oyendo estos sermones un caballero, gran solda- nos de la Compañía. Llevaba un ministro delante
do, á quien él había convertido y bautizado en la sentencia en una tabla levantada en un palo, y
Osaca, en el mismo tiempo de la persecución, con en ella decía el emperador que los mandaba c r u -
otros cinco caballeros muy principales, se publicó cificar en Nangasaqui por predicar la ley de Cris-
por cristiano sin temor de la muerte. La primera to, que él había prohibido en todos sus reinos, y
noche que estuvo en aquella cárcel, le oyeron a l - á los japoneses por haberla recibido. Y de esta
gunos decir estas palabras: «Grandemente me manera los llevaron á la vergüenza por las calles
alegro, por ver que me sacrifico á mi Señor, de de Meaco, las cuales estaban llenas de gente que
edad de treinta y tres años, en la cual el Hijo de había concurrido á ver este espectáculo; y como
Dios obró el remedio de nuestra salvación, y que sabían la inocencia de los que padecían, derrama-
salí de Osaca, día de la Circuncisión, en el cual Cris- ban muchas lágrimas de compasión, quedando
to nuestro Señor comenzó á derramar sangre por admirados y edificados de ver el contento y alegría
nuestro rescate, y que hoy que es jueves, fui ata- con que pasaban aquella confusión y afrenta. Lo
do, que es el día en que el mismo Señor fué preso que más admiró á los cristianos y gentiles fué, que
y atado, y que mañana, que es viernes, he de ser sabiendo que habían de pasar los santos mártires
públicamente llevado por las calles de Meaco.» Y por las calles más principales de la ciudad, todos
con lágrimas de alegría daba muchas gracias á los gentiles, sin ser prevenidos con algún manda-
Dios, por haberle hecho tan venturoso, que en to, hicieron traer arena con mucho trabajo y la
alguna manera le pudiese imitar. echaron por las calles, haciéndose semejante d e -
El día siguiente, que era viernes, sacaron de la mostración solamente cuando su rey entra en un
cárcel á los santos mártires, atadas las manos carro triunfal, acompañado de todos los grandes
atrás, y acompañados de los ministros de justicia y señores, ricamente vestidos de variedad de c o -
los llevaron á pie á una calle pública, donde cor- lores y con las insignias de su dignidad; y esto
taron á cada uno parte de la oreja izquierda, ani- es una ó dos veces cada año. .Disponiendo Dios,
mándose unos á otros con santas palabras, dando sin entenderlo los gentiles, que sus siervos fuesen
testimonio los que acababan de padecer aquel honrados en su misma deshonra, para que enten-
tormento de lo poco que dolía, y cuánto gusto diesen los gentiles que la afrenta padecida por
tenía el alma en ver que la oreja, por donde había Cristo es honra del cristiano, y morir por él es
entrado la fe, daba un pregón de la verdad de ella; triunfar. El santo comisario san Pedro Bautista,
y la sangre que corría era una voz que predicaba para esforzar á sus hijos y á los cristianos que
más que muchas lenguas pudieran decir. En todos allí iban, predicaba unas veces en lengua espa-
los benditos mártires se vio un invencible ánimo, ñola y otras en la del Japón. El santo mártir P a -
mostrando que le tenían para mayores tormentos. blo Miqui hablaba altísimamente de las cosas de
Mirábanse unos á otros las orejas y sangre que la fe, con sed de convertir almas á Cristo, olvida-
corría, reverenciando en ella la honra de Dios, do de su afrenta, y solícito solamente de extender
por quien la derramaban. Y olvidados del dolor la gloria de su Dios. Los demás religiosos y már-
natural que la herida les causaba, estaban trans- tires con humildad y modestia predicaban á todos,
formados en Dios, el cual en cada uno mostraba y la sangre que corría de sus orejas, callando daba
efectos maravillosos, y en los niños se mostraba voces, y cayendo en la tierra clamaba al cielo, no
más admirable, como lo declaró el ánimo varonil pidiendo justicia, como la de Abel, sino misericor-
con que el santo niño Tomó, acabando de cortarle dia para los que°la derramaban, y perseverancia
la oreja, la mostró al gentil que se la cortaba, di- para los cristianos. Señaladamente ponían admi-
DÍA 5 FEBRERO 387
ración los tres niños mártires, que llenos de gozo, y poner miedo y terror á todos, para que nadie
sin mostrar tristeza ni sentimiento de las heridas se atreviese en adelante á tener padres en su
que llevaban, ni de la afrenta que padecían, antes tierra, ni á recibir la ley de Dios. Pero valióse
con mucha serenidad en su rostro, iban cantando Dios de las mismas trazas del tirano para dar
en su lengua el Páter nóster y el Ave María, con un pregón de nuestra santa fe y de la gloria del
otras oraciones. Era tal el fervor de los cristianos martirio, como dijo después en la ciudad de Faca-
viendo padecer á estos siervos de Dios, que m u - ca un bonzo principal, porque viendo el aparato
chos de ellos rogaban á las guardas que los admi- de armas, lanzas, arcabuces y catanas ó espadas
tiesen en el número de los mártires; y respondién- que traía la mucha gente que venía en guarda de
doles que no podían, porque no estaban en la lista, los benditos mártires, y sabiendo lo que había su-
tornaban á importunar que á lo menos los dejasen cedido desde el principio en las ciudades de Mea-
ir con ellos en las carretas por las calles, para ser co, Osaca y Sacay, y la causa por que iban á ser
participantes de su afrenta, la cual tenían ellos sacrificados, dijo: «Verdaderamente es necio el
por suma honra. rey, pues queriendo que no se publique la ley
Vueltos á la cárcel el hermano Pablo Miqui con cristiana, él mismo la publica, mandando traer
sus compañeros, abrazó á los padres descalzos y con tanta autoridad y publicidad por las ciudades
les dio el parabién de aquella misericordia que y lugares á los predicadores de ella, para que con
nuestro Señor había hecho con todos. Estaban los este medio se publique más. Y así digo, que él no
gentiles mirando lo que pasaba, y decían unos á acierta en lo que hace, y que tengo de oir sin falta
otros: «¿Qué hombres son éstos que aborrecen la esta ley.» Partieron los siervos del Señor de S a -
vida y desean la muerte, y se dan los parabienes cay á los 9 de enero de 1597; iban caminando de
de sus propias afrentas? No enseñan esto nuestros pueblo en pueblo con su sentencia delante, la
bonzos, ni nuestras sectas; más que hombres pa- cual era como un continuo pregón, porque todos
recen los que son tan diferentes de los otros hom- llegaban á leerla. Pasaron en este camino gran-
bres, y vencen de esta manera la naturaleza.» De- des trabajos por ser la fuerza del invierno, y tiem-
cían algunos al sanio hermano Pablo, que quizá po de muchos fríos y nieves, aunque en los l u g a -
le librarían de la muerte; á lo cual respondió con res por donde pasaban, con ser de gentiles, los
grande constancia, que pues Dios le había puesto trataban con piedad, movidos de compasión por
en ocasión de dar por él su vida y derramar la ver padecer de aquella manera á unos hombres
sangre por su amor, quería seguir é imitar tan inocentes. En este largo camino, como iban por
buenos soldados como iban en su compañía; y que muchas tierras de diversos señores, mudaban las
habiendo él sido muy devoto del seráfico padre guardas y acompañamiento muchas veces; y no
san Francisco, tenía por particular favor padecer era éste el menor trabajo de los santos mártires,
y morir por Cristo en compañía de sus santos hi- porque los sayones que entraban de refresco mos-
jos. Estando en la cárcel los santos mártires, lle- traban en todo su inhumanidad y crueldad natural,
góse un gentil principal al niño Luis, y díjole que y cuando unos la habían perdido con el trato y man-
le libraría de la cárcel si dejaba de ser cristiano. sedumbre de los santos mártires, se quedaban
Respondió el niño con fortaleza de varón y pru- aquéllos y venían otros nuevos con nueva cruel-
dencia de anciano-: «Antes vos os habíais de hacer dad que ejercitar en los mártires de Cristo. Como
cristiano, pues no tenéis otro medio para salvaros.» no dejaban los santos mártires de predicar en el
El día siguiente, á los 4 de enero, llevaron á los camino siempre que veían buena ocasión, y su
santos mártires á Osaca, y desde allí á Sacay, constancia y alegría en los tormentos era un con-
trayóndolos á la vergüenza por las calles públicas tinuo y eficaz sermón, les quiso Dios dar fruto
de estas dos ciudades, á caballo y con la sentencia de sus palabras y penas, con la conversión de dos
delante; pero en lugar de reir y burlar como lo mujeres gentiles, que persuadidas ser verdadera
hacían otras veces de los malhechores, así h o m - aquella ley, que predicaban los santos con pala-
bres como mujeres, decían ahora llorando: «¿Qué bras y confirmaban con tormentos, recibieron la
sinrazón é injusticia es esta que se hace á estos ley de Jesucristo. Pero lo que más consoló á aque-
hombres? ¿Por qué se da tal castigo á quien no lla felicísima compañía ó invencible escuadrón de
le merece? ¿Por qué se hace mal á los que á los veinticuatro soldados de Cristo, fué que Dios
todos hacen bien?» Luego mandó Taycosama que les añadió otros dos soldados, para que todos al-
los llevasen por tierra á la ciudad de Nangoya, canzasen victoria de la muerte y del demonio, lo
que está cerca de Nangasaqui, donde habían cual sucedió de esta manera:
de ser crucificados. Y fué el intento del tira- Sabiendo el P. Organtino cuan desacomodados
no con enviarlos por tierra, siendo el camino y necesitados de todas las cosas iban los santos
muy largo, y pudiendo ir brevemente por mar, mártires, envió un cristiano llamado Pedro S e -
dar un público pregón de la justicia que hacia, quexiro, con una buena limosna, para que acudie-
388 LA LEYENDA DE ORO DÍA 5
se á las necesidades, no sólo de los tres hermanos haber ponderado cuánta dicha suya y de los otros
de la Compañía, mas también de los otros siervos dos hermanos de la Compañía era el haberse jun-
del Señor. Mostrando este bendito mártir en q u e - tado con los padres de san Francisco y ser c o n -
rer hacer esto que le mandaban, no sólo su gran- denados con ellos á muerte, añade: «No tenga
de caridad, pero mucha firmeza en la fe; pues vuestra reverencia pena de nosotros, ni del apa-
viendo el peligro de perder la vida á que se ponía, rejo que llevamos, porque por la bondad divina
no rehusó este oficio de misericordia, por el cual vamos alegres y contentos. No tenemos ningún
le daban muchas gracias los santos mártires, y deseo en esta vida, sino que un día antes que lle-
Dios le dio la corona del martirio. Porque los guemos á Nangasaqui, nos veamos con un padre
gentiles que venían en guarda eran muy codicio- de nuestra compañía para confesarnos. Todos
sos, y por quitar al santo el dinero que llevaba, veinticuatro tenemos el mismo deseo, que es,
tomando ocasión de que era cristiano y que contra antes que nos pongan en la cruz, oir misa y reci-
la voluntad del rey venia sirviendo á los que por bir el santísimo Sacramento á lo menos una vez.»
ser cristianos mandaba crucificar, vencidos de la Lo mismo escribió el santo comisario al padre
avaricia le prendieron, quitándole lo que traía. El provincial, rogándole que intercediese con el
otro se llamaba Francisco Carpintero, el cual, juez, para que dos días antes de ser crucifi-
habiéndose llamado Cayo en el bautismo, que cados pudiesen recibir el santísimo Sacramento.
había ocho meses antes recibido, en la confirma- Llegaron los santos mártires á Nangoya, y fueron
ción se mudó el nombre, llamándose Francisco. presentados al gobernador, que se llamaba Faza-
La gran fortaleza de fe que recibió en este sacra- burodono. Era este caballero conocido del santo
mento se mostró en él de manera, que cuando hermano Pablo Miqui, y le había oído algunos
prendieron á los santos frailes, él publicaba que sermones, y aun había pedido el bautismo; y
era cristiano; en la cárcel los visitaba, y se fué cuando le vio en compañía de los que habían de
con ellos á las ciudades de Osaca y Sacay, sirvién- morir, saltáronsele las lágrimas. Díjole el herma-
dolos en las cárceles, animándolos á la perseve- no que no era su muerte materia de tristeza, sino
rancia, y subiéndose á las carretas cuando los lle- de mucha alegría, pues la causa de ella no era
vaban por las calles á la vergüenza, por partici- haber cometido delitos, sino predicar la ley de
par de su afrenta, sin poder apartarle las guardas Dios; y con esta ocasión le pidió dos cosas. La pri-
á palos de los santos mártires; porque como Dios mera, que se les dieso tiempo para confesar y c o -
quería hacerle predicador de su fe derramando su mulgar antes de morir. La segunda, que fuesen
sangre, le daba perseverancia, hasta que, cansa- crucificados en viernes, por ser el día en que Cris-
dos los sayones, le prendieron, porque con obras to su Señor y Redentor había sido crucificado.
y palabras confesaba ser cristiano, y le juntaron Esto mismo le pidió el santo comisario y los otros
á los demás, que le dieron los parabienes de su santos mártires, y él lo concedió entonces, a u n -
suerte dichosa: la cual, como le era concedida de que después no lo cumplió. Admiróse mucho de
Dios nuestro Señor, fué del todo cumplida; por- ver la alegría espiritual con que los santos iban
que aunque hubo quien pretendiese librarle de la á morir con tanta afrenta, y preguntando la causa
muerte por no ser señalado entre los veinticuatro al santo comisario, le respondió que estaban tan
que decía la sentencia del rey, no tuvo efecto. Y alegres, porque aquella muerte temporal era puer-
así su perseverancia tuvo glorioso fin en el marti- ta de la vida eterna, y aquella breve deshonra que
rio, y la honra y gloria de él será en el cielo eter- padecían en la tierra, había de traer eterna honra
namente celebrada. Cuando supo el caso de estos en el cielo; y en pocas palabras le dio noticia de
dos cristianos el emperador, y como se habían la ley de Dios y dignidad del martirio. Entendíalo
ofrecido voluntariamente á la muerte, dijo muy todo el gobernador, por haber oído, como dijimos,
admirado: «Verdaderamente estos cristianos m u - los sermones de la ley de Dios; pero como su c o -
cha fortaleza tienen y mucha unidad entre sí.» razón estaba prendado del favor del rey, y ocupado
Otros dijeron que como adoraban á un Dios cruci- del deseo de las honras y deleites del mundo,.no
ficado, tenían por gran honra el serlo; resultando hicieron impresión en él las palabras del santo
aun de estos dichos de gentiles mucha honra de comisario. Dijo el gobernador al niño Luis que
nuestra santa fe, pues hace hombres constantes y su vida estaba en su mano, y que le libraría de la
de un corazón y voluntad, que aun en buena ra- muerte si le quería servir y volverse gentil; y res-
zón natural es cosa digna de alabanza. Y el ser pondió el bendito niño é invencible soldado de
semejantes á su Dios muerto en cruz, es cosa Cristo: «No quiero yo vivir, que no es razón trocar
muy heroica y de suma gloria. una vida que no tiene fin, por otra que se ha de
Desde Catacabe, pueblo del reino de Vigen, e s - acabar en breve.»
cribió el santo hermano Pablo Miqui una carta al Desde Nangoya fueron sacados los santos m á r -
padre provincial Pedro Gómez, en que después de tires para Nangasaqui, unos á caballo, otros que
DÍA 5 FEBRERO 389
tenían más fuerzas á pie, y otros en cestones, que hacerlo, diciendo que él se había hecho cargo por
llevaban dos hombres, porque como hasta allí el escritura de veintiséis personas que le entregaron
camino había sido largo y trabajoso, venían algu- los guardas, para hacer justicia de ellos, y que sin
nos de los santos mártires muy fatigados, en e s - nueva orden de Taycosama no podía dejar de eje-
pecial los religiosos, que como habían venido parte cutar la sentencia en todos, aunque él sentía m u -
del camino á pie, traían los pies muy hinchados y cho que viniese remitida á él, por ser tan riguro-
venían sin fuerzas y notablemente debilitados. Ve- sa, y contra tales personas y tan inocentes. En
nían los santos mártires con particular regocijo, llegando á Nangasaqui mandó el juez que luego
nacido de la esperanza que tenían de oir misa y crucificasen á los santos mártires; pero antes de
recibir el cuerpo de Jesucristo antes de morir por decir el modo con que fueron crucificados, será
él; y luego que llegaron las cartas del santo comi- bien dar noticia de algunas señales con que Dios
sario y el santo Pablo Miqui al padre provincial, había prevenido la dichosa muerte de sus esforza-
envió á los P P . Francisco Passio y Juan R o - dos y valientes soldados.
dríguez, para que satisficiesen al deseo de los Estando una noche durmiendo el señor de Ari-
santos mártires, á los cuales alcanzaron en N a n - ma, llamado Arimandono, soñó que en su tierra
goya. Visitaron los padres de la Compañía á los había de suceder una cosa prodigiosa. Y consul-
santos frailes, y á los demás gloriosos mártires de tando este sueño con un padre de la Compañía,
parte del obispo y del provincial y demás padres por su consejo se confesó y comulgó para recibir
de la Compañía, diciéndoles la pena y envidia con la merced que el Señor le quería hacer. Y fué,
que estaban de su muerte. Mas tratando de decir que estando cortando leña un labrador, dando un
misa, no sólo negó el juez la licencia que había golpe en un árbol, se abrió por medio, y dentro
dado, para que comulgasen; mas del todo les quitó del corazón se halló una cruz muy bien hecha; y
la esperanza de morir en viernes; porque recelán- espantado el hombre, lo vino á decir á Arimando-
dose que no le acusasen delante del emperador de no, que admirado del caso lo fué á ver; y tenien-
negligente ejecutor de su sentencia y mandato, no do esto por gran merced de Dios, hizo traer la
cumplió la palabra que había dado, y dejando á cruz á su ciudad. En otro pueblo apareció otra
los dos padres de la Compañía con los gloriosos maravillosa cruz dentro de otro árbol. Y lo que
mártires, se vino á gran prisa á Nangasaqui á d a r pone gran admiración es que aparecían cruces en
orden de que las cruces y todo lo necesario estu- los vestidos de muchos japoneses. Vióse también
viese aparejado. Tuvieron algún desconsuelo los una cruz en el cielo, con la misma forma que t e -
santos mártires viendo frustradas sus esperanzas; nían aquellas en que después fueron crucificados
pero los padres de la Compañía les consolaban y los santos mártires, la cual duró por espacio de
animaban para la muerte, en que tan presto h a - un cuarto de hora, con color blanco y resplande-
bían de ser hechos hostia viva y agradable á Dios ciente, el cual mudó luego en color de sangre, y
nuestro Señor. Consoláronse muy particularmente duró otro cuarto de hora; y últimamente se cubrió
con esta venida de los padres de la Compañía los con una nube negra. Seis meses antes del marti-
santos mártires Juan de Goto y Diego Quisay; rio de los santos hubo grande alteración de los
porque el P. Francisco Passio, que era compa- elementos: llovió tierra como ceniza, en Osaca
ñero del padre provincia], con orden y autoridad tierra colorada como sangrienta, en otras partes
suya, los recibió en la Compañía; después, llegan- gusanos, el mar salió de sus términos más de l e -
do á una ermita de san Lázaro cerca de N a n - gua y media y anegó algunos pueblos; la tierra,
gasaqui, entraron en ella los santos mártires, y olvidada de que era madre de los hombres, se
habiéndose confesado con el P. Passio los tres mostró en este tiempo muy madrastra con los del
hermanos de la Compañía atados como estaban, Japón; porque en las ciudades de Meaco, Fugimi-
los dos nuevos hermanos y presos de Cristo, Juan ni, Osaca y Sacay fueron tan extraordinarios los
y Diego, hicieron delante de él los votos de pobre- terremotos, que las más fuertes casas se movían
za, castidad y obediencia, conforme al uso de la y temblaban como cañas con los vientos furiosos.
Compañía; y en este mismo tiempo se confesaron No se podía nadie tener en pie, y con el bambo-
los frailes unos con otros, y después ellos y los lear de las casas se mareaban los hombres como
padres de la Compañía confesaron á los otros már- si estuvieran en algún navio.
tires, para estar de esta manera más dispuestos Antes del terremoto se oía un gran ruido que
para recibir la corona del martirio. Procuraron venía con el aire, como avisando á los que estaban
los padres de la Compañía, movidos de piedad, que dentro de las casas para que saliesen á las calles
no se ejecutase la sentencia en los dos cristianos ó á los campos, y aun allí no estaban seguros,
que habían sido presos por el camino, por no ser porque la tierra se abría por tantas partes, que
contenidos en la sentencia del emperador más de los que caminaban no encontraban más que pre-
veinticuatro; mas el gobernador no se atrevió á cipicios, y les era necesario buscar nuevas sendas
890 LA LEYENDA DE ORO DÍA 5
y caminos. Fué grande el daño que causaron en la fe, y no se descuidasen de las cosas de su
estos temblores, porque fuera de las casas reales salvación.
y otras de la gente más principal, que en Fugimi- Para cada mártir había seis sayones señalados,
ni se cayeron, en las otras ciudades las calles ente- por lo cual, sin confusión, en poco tiempo fueron
ras se arruinaron, muriendo mucha gente m i s e - puestos en las cruces, echándolos en ellas á todos
rablemente. El rey, no sólo perdió cien mujeres por los brazos y piernas, puestas en sus pies,
en la ruina de su palacio, pero él y su hijo e s t u - manos y gargantas, unas argollas de hierro, que
vieron en gran peligro. Un monte se arrancó tan hasta allí nunca se habían usado. Los portugue-
furiosamente de su asiento, que cayendo sobre ses, antes que levantasen las cruces, pidieron al
un pueblo que estaba cerca, le sepultó con todos juez que pusiesen á los seis frailes en medio de
sus moradores. Una gran peña se abrió por m e - los japoneses, poniendo diez á una parte y diez á
dio, dejando tan gran profundidad, que parece otra; y en concediéndoselo, fueron casi á un m i s -
llegaba al abismo. Toda esta alteración de los ele- mo punto levantados todos en alto con gran alari-
mentos precedió á la mudanza tan notable que do y lágrimas de los cristianos que allí estaban
después se siguió en el Japón, y al principio de las viendo tan triste espectáculo á los hombres, pero
persecuciones y martirios que ha visto y padeci- muy alegre á los ángeles. Muchos, no pudiendo
do aquella Iglesia. sufrirlo, se volvían, llevándose, si podían, algo de
Había determinado el gobernador crucificar los vestidos de los santos que hallaban tendidos
aquellos siervos de Dios en el lugar ordinario por el suelo, como cosa de mucha estimación y
donde ajusticiaban á los malhechores. Sintieron precio. En esta ocasión los dos padres de la Com-
esto mucho los cristianos de Nangasaqui, y s u - pañía, Francisco Passio y Juan Rodríguez, con
plicándole que fuese en otro lugar más decente y fervorosa caridad andaban de una cruz en otra
no tan infame como aquél, señalando para ello un esforzando á los santos mártires, y era cosa m a -
montecillo á vista del mar y de la ciudad, porque ravillosa ver la constancia y alegría que todos
tenían ellos intento de edificar allí después mostraban, antes y después de ser crucificados. El
una capilla ó iglesia, á honra de estos siervos del santo mártir Fr. Martín de la Ascensión subió á
Señor, pareció á Fazaburodono darles gusto en la cruz, cantando con gran júbilo el salmo Lauda-
esto por no alterarlos, é hizo pasar las veintiséis te Dominum omnes gentes. Y estando absorto en
cruces que estaban allí prevenidas, al lugar que la gloria celestial, adonde caminaba diciendo:
le habían señalado, que se veía de todo el pueblo, Gloria Patri et Filio, et Spiritui Sancto, fué alan-
y parecía un monte Calvario. Cuando los siervos ceado por el costado. Y queriendo sacar la lanza
del Señor vieron las cruces en que habían de para darle otra herida, se quedó el hierro dentro
morir, con grande alegría de su espíritu daban del cuerpo, y mostrándose inmoble y sin senti-
gracias á Dios por la merced que les hacía, y d e - miento (aunque estaba vivo), se le sacaron, r o m -
cían semejantes requiebros á sus cruces, que el piéndole las entrañas, y dándole otra lanzada,
apóstol san Andrés á la suya, deseando ya abra- como celestial cisne, acabó la vida cantando, de
zarse con ella. El santo comisario, levantando la edad de treinta años. El santo mártir Fr. F r a n -
voz, dijo aquel salmo: Benedictus Dominus Deus cisco Blanco, cuando llegó la hora de ser crucifi-
Israel. Los demás religiosos y mártires, unos cado, se abrazó con su cruz, y siendo levantado
cantaban salmos é himnos, otros rezaban vocal- en ella, dijo en alta voz: «Señor mío Jesucristo,
mente, otros, poniendo los ojos en el cielo, esta- si mil vidas tuviera, todas las diera por vuestro
ban en contemplación. Los niños mostraban tanto amor. Esta que tengo os ofrezco con grande ale-
contento, que ponía admiración á los gentiles y gría y consolación, dándoos gracias por esta mer-
cristianos, viendo deseosos de la muerte á los que ced tan señalada que me habéis hecho, que yo
tan poco habían gozado de la vida. El menor de muera por vuestro amor y por predicar vuestra
todos, el santo niño Luis, en llegando al lugar del santa ley.» Y hecha esta breve oración en caste-
tormento, preguntó cuál era su cruz (porque para llano, cuando vio venir la lanza, cantó: In manus
los tres niños las habían hecho á su medida), y en tuas, Domine, commendo spiritum meum, etc. El
mostrándosela, fué corriendo y se abrazó con ella santo mártir Fr. Gonzalo García, habiéndose apa-
con un fervor increíble, que confundía á los mis- rejado con profunda oración para la muerte que
mos verdugos. El santo mártir Pablo Miqui decía esperaba, en llegando adonde había de ser c r u -
á los cristianos que estaban presentes: «A mí me cificado, después de haber hecho una breve pláti-
prendieron por predicador de la ley de Dios. ¡Oh ca en lengua japona, con que dio testimonio de la
qué dicha es ésta para mí! Hoy para mí es día de fe y santa ley por que moría, preguntando cuál
Pascua. ¡Oh qué gran merced me ha hecho el era su cruz, se llegó á ella, y puesto de rodillas
Señor!» Y repetía muchas veces estas palabras, y la besó devotamente, y levantando los ojos al
exhortaba á todos á que estuviesen muy firmes cielo dio gracias á Dios por la merced que le
DÍA 5 FEBRERO 391
hacía, en que muriese por su santo nombre; y padre, muy bien, que no hay cosa de mayor i m -
ofreciéndole aquella muerte dijo con mucha hu- portancia que la salvación; encomiéndoos mucho
mildad: «Señor, todo lo que he podido he hecho; que no os descuidéis en ella.» Respondióle su pa-
recibid mi vida, y mil vidas os ofreciera si las tu- dre que tenia razón, y añadió: «Mira, hijo, que
viera.» Y poniéndose la capilla y una cuenta ben- tengas mucho ánimo en este paso, y que mueras
dita, fué levantado el primero en la cruz, y decía alegremente, pues mueres por servicio de Dios.
en alta voz el Padre nuestro y Ave María, y repe- Yo también y tu madre estamos aparejados para
tía el nombre de Jesús, hasta que, traspasado su dar la vida por amor del Señor, si fuere necesa-
corazón con las lanzas, dio su espíritu al Señor. rio.» Alabando mucho el hijo á su padre por esto,
El santo Fr. Felipe de Jesús, que había venido le dio un rosario bendito que tenía, y para su ma-
al Japón en la nave San Felipe, mostró mucho dre un paño con que cubría su cabeza. Estando
esfuerzo y alegría al ser crucificado, y dijo con cerca de él un cristiano su conocido, le pidió que
mucho espíritu: «Dichosa pérdida por tal g a n a n - volviendo á Meaco diese grandes recados suyos á
cia, pues se perdió el navio San Felipe, porque se los padres de la Compañía, y en particular al pa-
ganase Fr. Felipe.» Mandó el juez que le a l a n - dre Pedro Morejón, al cual había acompañado al-
ceasen el primero, y acabó la vida diciendo: «Jesús, gunos años, y le dijese que por la misericordia de
Jesús, Jesús.» Y el que había venido postrero Dios y sus buenos consejos y doctrina le hacía
al Japón, entró el primero en la gloria. El santo el Señor tan gran merced, como la que aquel día
Fr. Francisco de San Miguel tenía su pensamien- recibía. En viendo su cruz, con grande alegría y
to tan puesto en Dios, que sin hablar palabra fué valor se fué para ella, y estando ya crucificado,
levantado en la cruz; y alzando los ojos al cielo, mostró tanto ánimo, que espantaba á todos los que
con las dos lanzadas dio su espíritu al Señor, para le oían. Desde la cruz exhortaba á los compañeros
gozar de su clara vista, laureado con las coronas que estaban á sus lados; y diciéndole el padre
de virgen, según se cree, y mártir glorioso. Juan Rodríguez que estuviese fuerte y con buen
Luego que levantaron en la cruz al santo her- ánimo, y no se descuidase, respondió que estuvie-
mano Pablo Miqui, viéndose en tan honrado pul- se satisfecho de él; y traspasado con la lanza por
pito, por hacer en la muerte el oficio que con tan- la parte del corazón, acabó su vida diciendo: «Je-
to fruto había hecho en vida, levantando la voz sús, María.» La misma constancia tuvo el dicho-
cuanto pudo, dijo: «Pídoos á todos los que estáis so hermano y santo mártir Diego Quisay, el cual,
presentes que me oigáis. Yo soy japonés de n a - después de admitido en la Compañía de Jesús,
ción y hermano de la Compañía de Jesús, y sola- daba gracias á nuestro Señor por haberle levan-
mente muero por haber predicado la ley de Cristo tado del oficio de hospedero de los padres á h e r -
nuestro Señor. Huélgomede morir por esta causa, mano de la Compañía, y morir por la defensa de
y téngolo por grande merced que el Señor me ha- nuestra santa fe. Llegándose á él algunos cristia-
ce; y pues estoy en esta hora, en la cual podréis nos, le dijeron que era dichoso y le tenían envidia,
creer que no os tengo de mentir, certificóos y d e - hablándole con grande reverencia, y él á ellos con
sengañóos que no hay otro camino para salvarse grande humildad y modestia. A todos respondía
los hombres, sino el de los cristianos; y porque que era grande pecador. Pidiéndole un lienzo que
esta ley les manda que perdonen á sus enemigos tenía en la cinta, para tenerle por reliquia, r e s -
y á los que les hacen mal, yo perdono desde ahora pondió turbado que por ningún caso; mas ellos,
al emperador y á todos los que han tenido culpa viendo que lo hacía por humildad, se le quitaron
en mi muerte, porque á todos deseo que se salven.» por ricas prendas de un siervo fiel de Jesucristo.
Acabada esta plática, volvió los ojos á los que e s - Fué puesto en la cruz y alanceado, y trocó la vida
taban crucificados á su lado, y los exhortó á estar temporal por la eterna, diciendo: «Jesús, María.»
firmes y tener fijo el corazón en Dios; y él estaba No era menor la constancia de los otros márti-
con tanto aliento, que habló con algunos cristia- res. El santo mártir León, hecho un celestial pre-
nos que estaban cerca de su cruz, y á uno encar- gonero antes y después de ser puesto en la cruz,
gó que diese sus recados á otro cristiano que e s - no cesaba de alabar á Dios y desengañar á los
taba ausente. Y antes que le atravesasen la lanza, gentiles que estaban junto á él de la falsedad de
dijo: In manus tuas, Domine, commendo spiritum sus dioses, hasta que la lanza que le abrió el pe-
meum; y luego: Suboenite, SanctiDei, etc., y otras cho para que predicase con la sangre, le cerró la
palabras semejantes; y con ellas dio su alma á boca para que no predicase con la voz. Siendo
Dios, que la crió para que así fuese sacrificada por levantados en las cruces los dos niños Antonio y
su amor. Luis que estaban juntos al lado izquierdo del santo
El dichosísimo mancebo y santo hermano Juan comisario, comenzaron á cantar el salmo Laúdate
de Goto, estando ya cerca de su cruz, vio á su pa- pueriDominum, que los frailes les habían enseña-
dre que vino á despedirse de él, y díjole: «Mirad, do, alegrando á los ángeles del cielo y causando
392 LA LEYENDA DE ORO DÍA 5
devoción particular á los cristianos; y acabado de tra sangre! ¿De dónde os vino tal logro, que con
cantar el salmo, viendo que les quedaba un breve una vida temporal alcancéis una vida eterna?»
espai io de vida para alabar á su Dios, Antonio, Otros llamaban dichoso al reino del Japón y al
que estaba más cercano al santo comisario, le lla- lugar de Nangasaqui, pues era regado con sangre
mó dos veces, y le preguntó qué cantarían. Y vol- de tantos mártires, los cuales habían de dar parti-
viéndole el rostro el santo comisario con muestras cular luz á aquel reino, para que saliendo los genti-
de mucho amor, llegó la lanza á penetrar el costa- les d e s ú s tinieblas por su intercesión, se aumenta-
do del bendito niño, y fué recibida su alma en el se la cristiandad. Otros se tenían por dichosos, pues
cielo, coronada de mucha gloria y de dos precio- habían visto por los ojos lo que de los mártires
sísimas aureolas de virgen y mártir. Viendo los gloriosos de los tiempos pasados habían oído y
gentiles la constancia con que morían los santos leído, gozándose de ver aquel ejército de mártires
mártires, se enternecían tanto, que el juez, no que había vencido la muerte muriendo, y triunfa-
pudiendo sufrir que á hombres tenidos de todos do del infierno en la misma cruz en que le venció
por santos les diesen tan cruel muerte, se fué de el Rey y Señor de la gloria. Murieron estos santos
allí llorando, dejando encomendado lo que restaba mártires, según la cuenta del Japón, miércoles 5
de hacer al juez ordinario de Nangasaqui, que e s - de febrero de 1597, á las diez del día, y á 4 de fe-
taba con él. Otro japonés, viendo que los siervos brero, según la cuenta de Europa.
de Dios acababan tan alegremente sus vidas, r o - Al ajusticiar á los santos mártires, no dejaban
gando á Dios por la salvación del rey y de todos los ministros de justicia llegar á los cristianos,
sus enemigos, y perdonando á los que les crucifi- apartándolos á palos; pero en viendo correr la
caban, con grandes lágrimas y sentimiento se sangre de sus heridas, se entraron por medio de
abrazó con un portugués, diciendo que era cristia- los verdugos á recogerla en sus pañuelos, desean-
no y que él había sido su padrino, aunque como do cada uno llevarla por preciosa reliquia á su
flaco había apostatado y ayudado á crucificar los casa; y. cuando se apartaron de allí los ministros
santos mártires. El postrero que murió fué san de la justicia, era tanta la gente que acudía á cor-
Pedro Bautista, el cual, viendo con cuánto esfuer- tar los pedazos de sus vestidos, que le pareció n e -
zo morían sus hijos y compañeros, les echó la cesario al gobernador, para que no llegase á oídos
bendición, y después de muertos, cuando le iban de Taycosama, cercar todo aquel lugar de cal y
á matar á él, de nuevo se la volvió á confirmar, canto, y poner guardas de día y de noche; aunque
quedando su santa mano derecha en la forma que ni esto bastaba para que no viniesen los cristianos
teniéndola atada les pudo bendecir. Finalmente, de muchas leguas á visitar de noche los cuerpos
estando diciendo aquellas palabras: In manus tuas, de aquéllos, cuyas almas entendían estaban g o -
Domine, commendo spiritum meum, con las dos zando de Dios en el cielo. Reverenció el obispo
crueles lanzadas que le dieron, fué su alma á g o - del Japón, que era de la Compañía de Jesús, y
zar de los bienes eternos, saliendo por su costado otros padres de ella, los cuerpos de los santos
abierto, como de una fragua de amor divino, su mártires, obrando nuestro Señor en confirmación
sangre, que como llamas encendidas abrasábalos de su gloria grandes maravillas. Quedaron sus
corazones de los circunstantes en amor de Dios y cuerpos después de muertos con tan gracioso
devoción; y viendo la gloria de Cristo que en el semblante y tan bien agestados, que aun los g e n -
triunfo de su glorioso mártir resplandecía, todos tiles que habían visto muchos que cada día se
á grandes voces le alababan. crucifican en el Japón, y la fealdad con que q u e -
Estaban muchos cristianos á la vista de este e s - dan después de alanceados, juzgaban ser cosa
pectáculo, teniendo por hombres dichosos á los que digna de admiración la hermosura con que q u e -
tenían los gentiles por desdichados, y reputando daron estos gloriosos mártires. Confirmóse ser
suma honra la que les daban por suma deshonra, particular gracia ésta, porque oliendo mal otros
no sintiendo su muerte, sino envidiando su triun- crucificados, como aun en aquellos días se e x p e -
fo, y así decían: «¡Oh dichosos religiosos, que v i - rimentó, dentro de cuatro días, y comiéndoles los
niendo al Japón pobres de bienes temporales, s u - ojos los muchos cuervos que hay en aquel lugar,
bís al cielo ricos de bienes eternos en compañía los cuerpos de los mártires, siendo tantos, nunca
de los cristianos que ganasteis con vuestra predi- olieron mal, ni algún cuervo llegó á sus ojos, ni
cación! ¡Oh felicísimos y riquísimos mercaderes, se vio junto á ellos. Y partiéndose los portugueses
que viniendo á este imperio á ganar almas, habéis para Meaco cuarenta y cuatro días después del
ganado almas y corona de mártires! Dichoso fué martirio, fueron á visitar los cuerpos de los s a n -
el dia que entrasteis en el Japón; pero más dicho- tos mártires, para poder testificar allá todo esto;
so es el día que salís del Japón para el cielo. ¡Oh y era cosa maravillosa el hermoso semblante con
japoneses, que subís á la gloria en compañía de que entonces perseveraban. Dos días después de
vuestros predicadores, siéndolo también con vues- muerto el santo comisario, cortándole un devoto
DÍA 5 FEBRERO 393
con los dientes el dedo pulgar del pie, salió mucha diese rezar cada religión de sus santos, como de
sangre, que estuvo goteando por muchas horas. santos mártires, á 5 de febrero; y el año de 1629
Pero mayor maravilla fué que después de sesenta lo extendió á todos los sacerdotes, aunque fuesen
y dos días de muerto el mismo santo comisario, seglares, que acudiesen á sus iglesias. Escribió el
tembló tres veces su cuerpo en la cruz, quedando martirio de estos santos el P. Fr. Juan de Santa
muy blanco, y salió abundancia de sangre de su María, y más cumplida y averiguadamente el
costado alanceado; lo cual, sabido de los cristia- P. Fr. Marcelo de Ribadeneira, en la historia que
nos de Nangasaqui, fueron allá y mojaron a l g u - hizo del archipiélago, el cual fué testigo de vista;
nos paños y papeles en ella. Lo que más admi- uno y otro religiosos descalzos de san Francisco.
ra es, que un soldado italiano, llamado Juan Bau- También los PP. Luis de Guzmán, en su h i s -
tista, que fué y vino con los portugueses cuando toria del Japón; Antonio Vasconcelos, en la d e s -
crucificaron á los santos mártires, cogió en un cripción de Portugal; Luis Frois, en la historia
sombrero mucha sangre del santo hermano Pablo que escribió, De morte 26 crucijixorum, y la tra-
Miqui y del santo comisario Fr. Pedro Bautista, y dujo en latín y publicó Juan Hayo Escoto, De
del bienaventurado Fr. Martín, y otro santo már- rebus japonicis; Luis Babia, tom. iv de VA Historia
tir japonés, y después la echó en una redoma de pontifical, cap. 58, y otros que'refiere Arturo en
porcelana y la guardó; y nueve meses después, las notas al Martirologio romano franciscano, §2,
en presencia del vicario general del obispo de la fol. 48. (P. Ribadeneira.)
gran China, estando presentes un religioso de
santo Domingo, seis de san Francisco, y dos de la LA CONMEMORACIÓN DE MUCHOS SANTOS MÁRTIRES EN EL
Compañía de Jesús, y otros testigos, uno de los PONTO.—En este mismo día nos recuerda la Iglesia
cuales era módico, se quebró la vasija y hallaron el sacrificio heroico que hicieron muchos santos
la sangre líquida, fresca y sin mal olor, alabando en derramar su sangre por la fe, durante la cruel
todos á Dios, obrador de tales maravillas. Fueron persecución del emperador Maximiano. Después
vistos en el cielo un viernes por la noche hacia la de haber sido martirizados los unos, haciéndoles
parte donde estaban los benditos mártires tres tragar plomo derretido, los otros metiéndoles den-
rayos grandes como columnas de claridad, con tro de las uñas cañas aguzadas, y á muchos
las cuales pretendía el Señor, según el juicio que abrasándoles vivos, todos recibieron la palma del
de semejantes cosas se suele tener, que diese el martirio.
cielo testimonio de la gloria de los mártires, mos-
trando que con la muerte no se había apagado su SAN ISIDORO.—Vivía este santo en Alejandría ocu-
luz, sino trasladado de la tierra al cielo, para pado en obras de beneficencia y piedad, y en tiem-
alumbrar desde allí mejor al Japón. Una de las po del emperador Decio fué acusado por Julio,
dichas columnas, que fué la de en medio, dos h o - centurión, delante de Numerio, jefe de las tropas.
ras después de haber aparecido, vino y cayó sobre Antes de condenar éste al santo, agotó primero
la iglesia de la Compañía de Jesús, deshaciéndose todos los recursos suaves, ya por medio de hala-
sobre ella; y la noche, que era oscura y tenebrosa, gos y promesas, ya valiéndose de amenazas y t e -
quedó muy resplandeciente y clara. Por el lugar mores; pero al fin Isidoro, constante siempre en
por donde bajó la columna quedaron muchas cen- la fe, fué decapitado el día 5 de febrero de 252.
tellas que parecían estrellas; y por mucho tiempo
se vieron todos los viernes sobre el lugar del mar- SAN AYITO, OBISPO DE YIENA, EN FRANCIA—Fué me-
tirio muchas estrellas, como candelas, las cuales morable en todas las Galias por su sabiduría y por
salían como en procesiones, y de allí bajaban al el celo infatigable con que combatió la herejía de los
hospital de los Lázaros, que era la primera casa arríanos, impidiendo con sus trabajos que el error
adonde los santos religiosos de san Francisco se se propagase por aquellas regiones. Floreció en
habían recogido cuando vinieron á aquella tierra, el siglo V, y murió en medio de sus ovejas, l l o -
y de allí pasaron á una ermita de Nuestra S e ñ o - rado por sus altas virtudes y por la falta que su
ra. Con éstas y otras señales que se probaron en celo había de hacer á los intereses de la religión
las informaciones que se hicieron del martirio de en tiempo tan borrascoso.
estos gloriosos santos, manifestó nuestro Señor
cómo resplandecían en el cielo con mucha gloria, LOS SANTOS GEMINO, Y ALBINO, Ó ALVINO—Ambos fue-
y habían de resplandecer en la Iglesia militante ron obispos de la ciudad de Brescia, aunque flo-
con la honra que les ha dado, venerándolos como recieron en distintos siglos. El primero murió el
á verdaderos mártires de Cristo. año 640, y el último el 1015. La Iglesia celebra su
Declaró por mártires á estos santos el papa Ur- fiesta en este día, porque las reliquias de los dos
bano VIII, y dio licencia á los religiosos de san santos fueron en un mismo día y año trasladadas
Francisco, y á los de la Compañía, para que p u - en el magnífico altar que hoy ocupan en la iglesia
TOMO i 50
394 LA LEYENDA DE ORO DÍA 6
catedral. Gemino fué particularmente célebre por j dero y emperador del cielo me ha mandado que
la eficacia y buen resultado con que se dedicó á á él solo sirva y reconozca por Dios. ¿A quién
contener la ferocidad de los bárbaros del Norte en te parece á ti, ¡oh Apricio!, que debemos obede-
su invasión por la Italia: y Albino es también me- cer cuando se contradicen? ¿Al emperador del cielo
morable por la multitud de milagros que en vida ó al de la tierra? ¿A Dios ó al hombre?» «Deja
y en muerte ha obrado el Señor por su intercesión. estas palabras locas, dijo Apricio, y aparéjate á
obedecer y sacrificar á los dioses, si no quieres
SANTA CALAMANDA, YIRGEN Y MÁRTIR—Ignórase de que te cueste caro y que te ponga por ejemplo
dónde era esta santa, y en dónde padeció martirio: para que escarmienten en tu cabeza los demás.»
sólo hay una tradición de que en la diócesis de «El ejemplo que yo daré, respondió Dorotea, será
Vich se le da culto desde tiempo muy remoto, y enseñar á todos que no teman á los hombres por
en el pueblo de Calaf en Cataluña existe una ima- Dios; porque todas las penas que vosotros, pre-
gen de esta santa, cuya antigüedad se desconoce, sidentes y jueces, nos podéis dar, son breves y
que lleva la aureola de mártir. Créese también que temporales; mas las del infierno son eternas y
existen reliquias suyas en el mismo pueblo de sin fin.» Enojóse el presidente con estas razones,
Calaf, donde es venerada con gran devoción de y mandó atormentar á la santa en la garrucha.
toda aquella comarca que la aclama por patrona, Estando en ella con grande seguridad y constan-
y acude á implorar su patrocinio en todas las n e - cia, dijo Dorotea al juez: «¿Por qué te detienes?
cesidades. Haz presto lo que has de hacer para que yo vea
á aquél, por cuyo amor no temo y deseo de ti ser
LOS SANTOS MÁRTIRES DE LA CHINA—En este día se atormentada, y es mi esposo, y nos convida para
veneran en muchos países á los numerosos misio- que vayamos al paraíso de deleites, donde hay
neros martirizados en aquellas regiones. manzanas de admirable hermosura, que duran
en su frescura todos los tiempos; en donde hay
SANTA ALICIA, Ó ADELAIDA, YIRGEN Y ABADESA.—Mu- azucenas, rosas y flores innumerables, que n u n -
rió en 1015. ca se marchitan, y fuentes de aguas vivas que
jamás se secan, y las almas de los santos se
SAN ABRAHÁN, OBISPO Y MÁRTIR—Murió martiriza- gozan en Cristo.» «Mejor sería, dijo Apricio, que
do en su diócesis de Arbela en 348. dejases esas vanidades y sacrificases á los dioses,
y tomases marido para tener buena vida.» Y D o -
Día 6 rotea respondió: «No sacrificaré yo á los demo-
nios, porque soy cristiana, ni tomaré marido, por-
SANTA DOROTEA, YIRGEN Y MÁRTIR.—En el tiempo que soy esposa de Jesucristo.» Como Apricio vio
de los emperadores Constancio Cloro y Maximia- que gastaba el tiempo en balde con Dorotea, llamó
no Galerio, que sucedieron á Diocleciano y Maxi- á dos hermanas que se llamaban Cristeta y Calis-
miano Hercúleo, durando todavía la persecución te, ó, según dice el cardenal Baronio, Cristena ó
contra los cristianos, hubo en la ciudad de Cesa- Cristina, y Calixta, las cuales antes habían sido
rea, en la provincia de Capadocia, una doncella cristianas, y por temor de los tormentos habían
cristiana llamada Dorotea, adornada de todas las negado la fe de Jesucristo, y encargóles que tuvie-
gracias que en una mujer se pueden desear; mas sen á Dorotea en su casa, y que con sus buenas
la principal y más aventajada de todas era su palabras y razones la persuadiesen á hacer lo
compostura, su modestia, su honestidad, su reco- que ellas habían hecho, porque él se lo pagaría
gimiento y gravedad, y el continuo estudio que bien, y demás de los dones que les había dado por
teníadelaoración y s u mortificación. Estaba puesta haber reconocido y adorado á los dioses, les haría
por sus grandes virtudes en los ojos de toda la otras mercedes mayores si ablandasen el pecho
ciudad; y como viniese á ella un presidente del duro de Dorotea, y la trajesen á seguir su ejemplo.
emperador Maximiano, grandísimo enemigo de Comenzaron las dos hermanas á persuadir á la
Cristo y de su religión, y entendiendo que Doro- santa doncella que tuviese cuenta consigo, y los
tea era cristiana y doncella de tan buena opinión, contentos y dulzuras de esta vida, y que no la per-
la mandó prender y presentar delante de su tri- diese por una cosa tan fácil y puesta en razón.
bunal. Entró la santa como virgen honesta, con Pusiéronle por ejemplo lo que ellas habían hecho,
los ojos bajos y con el corazón levantado á Dios. lo bien que les había ido, y los tormentos y supli-
Preguntóle Apricio, que así se llamaba el presi- cios atroces que había de pasar si no lo hiciese.
dente, por su nombre, y después le dijo que la Mas la santa, trocando sus razones, poco á poco
había mandado llamar para que sacrificase á los las persuadió á ellas que reconociesen su culpa y
dioses inmortales, como lo mandaban los empe- se volviesen á Dios, y le pidiesen perdón, y de
radores. A esto respondió Dorotea: «Dios verda- nuevo tornasen á la batalla aparejadas á morir por
DÍA 6 FEBRERO 395
él; «porque Dios, dice, es misericordiosísimo, y te, cansados ya los verdugos, y turbado y confuso
no hay llaga tan incurable que él no la pueda s a - Apricio, dio sentencia de muerte contra Dorotea,
nar, y se llama Salvador, porque salva, y Reden- y mandó que fuese descabezada. Oyendo Dorotea
tor, porque redime; y tiene por mayor pecado des- esta sentencia, hizo gracias á nuestro Señor por
esperar de su misericordia, que negarle en los ella, y dijo: «Yo os alabo, Señor mío, amador casto
tormentos.» Con éstas y otras palabras llenas de de las almas, porque me habéis llamado á las bodas
espíritu y verdad, las redujo á la fe, animó y es- del cordero sin mancilla, y me habéis convidado
forzó para los tormentos, y suplicó á nuestro S e - á ese vuestro tálamo celestial.»
ñor que las perdonase el pecado que habían come- Cuando la llevaban á la muerte, un abogado que
tido, y las armase de fervor y constancia, como lo allí estaba y se llamaba Teófilo, habiendo oído de-
hizo; porque mandándolas el presidente llamar á cir á la santa que donde estaba Cristo y ella iba
todas tres, y tomando aparte las dos hermanas, había manzanas perpetuas y rosas que no se mar-
para saber de ellas en qué propósito estaba Do- chitan, como haciendo burla de ella, le dijo: «Ea,
rotea, y si quería sacrificar, cuando entendió el Dorotea, haced me placer que me enviéis del jar-
arrepentimiento de ellas, y que no solamente D o - dín de vuestro esposo de aquellas manzanas y r o -
rotea no había sido vencida, antes había quedado sas que tanto nos habéis alabado.» Y ella con mu-
vencedora en la conlienda que habían tenido entre cha seguridad y mesura respondió: «Yo lo haré
sí, y que ellas estaban determinadas á padecer sin duda, yo lo haré.» Al tiempo, pues, que estaba
todos los tormentos que les quisiesen dar para arrodillada y acababa su oración, aguardando el
pagar la culpa pasada con su sangre y morir por golpe de la espada, apareció un ángel en figura
Cristo, salió de sí de coraje, y mandó que atasen de niño que traía una canastilla, y en ella tres
á las dos hermanas juntas por las espaldas, y las manzanas hermosísimas y tres rosas admirables;
echasen en el fuego, si no sacrificasen. Y ellas, y Dorotea le dijo que las llevase á Teófilo, y se
alzando la voz, clamaron al Señor, y dijeron: «Se- las diese en su nombre, y le dijese que aquéllas
ñor Jesucristo, aceptad esta nuestra penitencia y eran las manzanas y las rosas que, por cumplir
perdonadnos.» Y diciendo estas palabras, las echa- su palabra, le enviaba del jardín de su esposo J e -
ron al fuego, estando presente Dorotea y muy go- sucristo. Al punto que Teófilo estaba contando á
zosa por haber ganado aquellas almas para el Se- otros lo que le había pasado con Dorotea, haciendo
ñor, y les decía: «Id, hermanas, id delante de mí donaire de las rosas y manzanas que había pro-
al cielo; y tened por cierto que Dios os ha perdo- metido enviarle, siendo á los 6 de febrero y tiempo
nado, y que con este martirio habéis cobrado lo de grandes hielos, llegó el niño á él, y como le
que.antes habíades perdido, y que el Padre Eterno diese el recado de parte de la santa, quedó como
os saldrá al encuentro para recibiros en su gloria, fuera de sí, y conoció el poder de Dios, y trocado
abiertos los brazos de su infinita clemencia.» Man- el corazón, comenzó á dar voces y confesar por
dóla Apricio desnudar y subir otra vez en la g a - verdadero Dios á Jesucristo. Y después de muchas
rrucha. Y la santa, al tiempo que la descoyunta- demandas y respuestas que pasaron entre él y los
ban, estaba con tan grande alegría, como la que otros sus compañeros que con él estaban, el pre-
suelen tener los que alcanzaron lo que mucho sidente le mandó llamar, no creyendo lo que de él
desearon. Y espantado de esto el presidente, le habían dicho (porque Teófilo era uno de los que
dijo: «¿Qué es este gozo fingido que muestras? ¿Por atizaban el fuego y perseguían á los cristianos), y
qué te nos vendes tan contenta y alegre falsamen- habiendo pasado entre los dos muchas pláticas,
te?» «Nunca, respondió Dorotea, en todos los dias, viéndole tan firme y constante en confesar que
de mi vida he estado tan alegre como estoy; lo uno Cristo era Dios, y en hacer burla de sus dioses, le
por haber ganado para Dios las almas que tú le mandó colgar en un ecúleo y cruelmente ator-
habías quitado, de las cuales se gozan los ángeles mentar. Y Teófilo con espantosa alegría decía:
en el cielo; y lo otro, porque espero gozar con «Ahora sí que soy cristiano, pues estoy colgado
ellas de mi Señor; por tanto, date prisa, Apricio, como en una cruz.» Y como corriesen arroyos de
y no me detengas.» Oyendo esto el fiero tirano, sangre de sus llagas, el presidente le decía: « D e s -
mandó encender hachas y pegárselas á los costa- venturado de ti, ten duelo de tu cuerpo.» Y él res-
dos, y abrasarle las entrañas; pero Dorotea, cuanto pondía: «Desdichado de ti, ten duelo de tu alma,
más era atormentada, más alegre se mostraba, que yo no quiero perdonar ahora á mi cuerpo,
haciendo burla de sus atormentadores. Mandóla para que Dios perdone á mi alma eternamente.»
quitar de allí y dar muchas bofetadas en su virgi- Mandóle Apricio arañar los costados con uñas
nal rostro, de puro corrido, porque le hablaba con aceradas, y abrasarlos con hachas encendidas. Y
tanta libertad; pero cuanto las penas más crecían, no bastando éstos ni otros tormentos para debilitar
tanto era mayor el júbilo y la fuerza del espíritu y entristecer el pecho esforzado y regocijado de
del Señor, que en Dorotea resplandecía. Finalmen- Teófilo, le mandó cortar la cabeza; y él, oída la
396 LA LEYENDA DE ORO DÍA 7
sentencia, dijo: «Yo os hago gracias, Señor mío LOS SANTOS TEÓFILO, SATURNINO, Y REYOCADA Ó REVO-
Jesucristo, por esta merced.» Y así murió, y goza CATA, MÁRTIRES EN ASTURIAS—Fueron hijos ú oriun-
de Dios eternamente con su santa Dorotea. Su fies- dos de Viana, y discípulos de san Segundo, obispo
ta celebra la Iglesia el día de su martirio, que fué de Braga, y recibieron la corona del martirio el
á los 6 de febrero, del año del Señor de 304, i m - dia 6 de febrero del año 240, siendo prefecto de
perando, como dijimos, Constancio y Maximiano Asturias Julio Minervo.
Galerio. (P. Ribadeneira.)
SAN ANTOLIANO—Este ilustre mártir de Jesucris-
EL SANTÍSIMO MISTERIO DE CERYERA.—Al volver á to, después de haber sacrificado sus bienes, su
España un soldado, después de haber estado en fama y su gloria á la religión, acabó con una
el saqueo de Roma en 1527, cayó enfermo en muerte gloriosa, muriendo cruelmente desollado
Martorell (Cataluña). Condujéronle al hospital, y en Claromonte de Francia el año 255. Murieron
antes de su muerte entregó al sacerdote Jaime tantos santos durante el curso de este año en
Albesa un lignum crucis, que dijo haber traído de dicha ciudad de Claromonte, que algunos autores
Roma. Albesa le depositó en la iglesia parroquial han llegado á sospechar que se había degollado á
de Cervera. Existen algunas informaciones jurí- toda una legión por ser cristiana.
dicas sobre varios prodigios que dicen haber
obrado aquella reliquia. Ello es que un obispo de SAN GUARINO.—Natural de Bolonia, de noble y
Vich obtuvo del papa Paulo III que se celebrase distinguida familia, se dedicó á las ciencias ecle-
fiesta del. santísimo Misterio, y se rezase de él siásticas con tanto ardor, que á la edad de veinte
cada año el día 6 de febrero con rito de doble ma- años enseñaba ya con grande reputación la teolo-
yor, y tomando el oficio y misa de la Exaltación gía en la catedral de su patria, á cuyo servicio
de la santa Cruz. se había inscrito. Pero al propio tiempo, d i s -
gustado de aquella vida, se retiró al claustro t o -
SAN SILYANO, MÁRTIR— Era esa, ciudad de Fenicia, mando el hábito de los canónigos regulares. No
tuvo la dicha de tener por pastor de su grey á contento todavía, determinó marchar á los santos
este glorioso santo, apacentándola por el espacio de lugares de Jerusalén y establecerse en la sole-
cuarenta años. Celoso en cumplir las obligaciones dad para hacer vida penitente y contemplativa;
propias de su ministerio, estaba predicando á su pero al pasar por Roma se detuvo por divina i n s -
pueblo de Emesa las verdades católicas, cuando piración, y habiendo revelado el Señor su mérito
fué preso de orden del pretor y mandado azotar y virtudes al sucesor de san Pedro, le confirió
cruelmente, en cuyo tormento entregó su alma al varias comisiones importantes para la religión, en
Criador. Sufrieron junto con él el martirio dos cuyo desempeño dio siempre muestras de estar
levitas de su iglesia. poseído del espíritu de Dios y de ardiente celo
por la salvación de las almas. Sus raras virtudes
SAN YEDASTO, OBISPO DE ARRAS Y CONFESOR.—Fué con- lo hicieron elegir obispo de Palestina y cardenal,
sagrado por san Remigio y dirigió su diócesis cuya dignidad obtuvo hasta su santa muerte,
por espacio de cuarenta años con gran santidad ocurrida el día 6 de febrero del año 1159.
de vida y esclarecido celo por la casa de Dios. El
cielo declaró cuan agradables le eran las virtudes Día •?
de este santo, haciendo aparecer sobre su lecho
de muerte una columna de luz, signo visible de SAN ROMUALDO, ABAD,—Entre los caudillos que Dios
su gloria futura. Su dichoso tránsito, acaecido nuestro Señor ha escogido para regir este lucido
por los años 540, fué favorecido por el Señor con ejército de su Iglesia, fué uno el glorioso abad
otros muchos prodigios. san Romualdo, al principio monje y discípulo de
san Benito, y después padre y maestro de muchos
SAN AMANDO, OBISPO DE MASTRICH.—Fué natural de religiosos y fundador de la orden de la Camándu-
Aquitania, y abrazó desde niño la vida monásti- la. La vida de este bienaventurado padre escribió
ca, de cuya vocación no pudieron apartarle las el cardenal Pedro Damián, que fué en su mismo
vivas instancias de sus padres. A los quince años tiempo y de una misma tierra; y es de esta m a -
era ya admirable modelo de penitencia y humil- nera:
dad. Habiendo ido en peregrinación á Roma, v o l - Nació san Romualdo en Ravena, ciudad nobilí-
vióse por mandato divino á las Galias, donde sima de Italia. Su padre se llamó Sergio, de la
predicó la fe por espacio de muchos años, hizo casa y linaje de los duques de Ravena, que por
infinidad de conversiones, confirmó á muchos en otro nombre se llaman Honestos. Crióse Romual-
la verdad de la religión cristiana, y descansó do con regalos y pasatiempos en casa de sus p a -
tranquilamente en el Señor por los años 684. dres hasta edad de veinte años, y sus ordinarias
DÍA 7 FEBRERO 397
ocupaciones eran la caza y otros entretenimientos había salido del regalo del siglo, y por otra se
de mozos; mas aun en este tiempo, cuando andaba mostraba tan celador de su regla y profesión.
por los bosques y montes, los ojos y el corazón se Esto les daba en rostro y los ofendía de manera,
le iban tras los árboles, fuentes y campos, agra- que trataron de quitarle la vida (que hasta esta
dándole sumamente la soledad. Allí se despertaba extremo de maldad puede llegar un ánimo d e s e n -
su espíritu, y consideraba cuan descansada y s o - frenado de cualquier hombre, aunque sea religio-
segada vida podría tener en el yermo, y dábale en so, cuando teme como freno la corrección). Hubie-
rostro la de palacio, con sus regalos y trato tan ran ejecutado su desatino si Dios, que tan á su
peligroso y trabajoso. En particular le ofendió cargo toma á los que le sirven, no le hubiera por
mucho una grande enemistad que entonces se aviso de uno de ellos escapado de sus manos. Y
encendió entre su padre Sergio y otro pariente así el santo mozo, sin dar á entender que sabía na-
suyo muy cercano, sobre una dehesa; y pasó tan da, considerando que aquella vida no era según
adelante, que determinó Sergio matar á su c o m - su deseo ni la compañía de aquellos religiosos le
petidor para quedar señor de aquella hacienda. Y ayudaba á sus intentos, después de haber estado
aunque á Romualdo no parecía bien la determina- tres años en el monasterio, con licencia de su pre-
ción de su padre, pero forzado de sus fieros y lado se partió en busca de un santo ermitaño, lla-
amenazas, hubo de ayudarle para ejecutar un mado Marino, que habitaba en un desierto no
hecho tan feo, porque Sergio en un desafio mató lejos de la ciudad de Venecia. Hallóle y rogóle
á su contrario, y aunque su hijo Romualdo no que le recibiese debajo de su obediencia, y c o n -
hizo más de hallarse en la pendencia, quedó tan cedióselo Marino, el cual hacía una vida muy ri-
lastimado del caso, que él mismo se condenó á gurosa. Tres días en la semana comía solamente
hacer una grande penitencia, que por este medio le un pedazo de pan y un puñado de habas, y bebía
quería Dios llamar para sí y que dejase las vani- agua; los demás bebía un poco de vino, y comía
dades y desvanecimientos del mundo. Recogióse algunas yerbas ú otro manjar semejante, dándose
en un monasterio de la orden de san Benito, lla- á muy fervorosa y larga oración. Con tal maestro
mado Clasense, en el cual estaba el cuerpo del estaba muy á su gusto Romualdo, y los dos salían
glorioso mártir san Apolinar, obispo que había cada día de la ermita, y paseando aquella soledad
sido de Ravena y discípulo de san Pedro. Aquí cantaban salmos. Y como Romualdo aun no supie-
estuvo Romualdo cuarenta días; servíale un frai- se de memoria el salterio, cuando erraba le daba
le lego muy virtuoso y deseoso de ganar á aquel su maestro un grande golpe en la cabeza con una
caballero para la religión; y con su ejemplo y vara, para que mereciese y se ejercitase en la pa-
devoción, y con algunas razones que le dijo, ciencia. El discípulo lo sufría y callaba, hasta que
y con una regalada visión que le hizo san A p o - pasados algunos días dijo con humildad á Marino,
linar, apareciendo á los dos muy resplandeciente que si le parecía de allí adelante le diese en el lado
y glorioso, quedó Romualdo resuelto de dar de derecho, porque iba perdiendo el oído del izquier-
mano al siglo y olvidar sus vanas esperanzas, y do, por tenerle atormentado con los golpes que en
lleno de un gozo increíble, y bañado de abundan- él había recibido. Admiróse Marino de tanta vir-
tes lágrimas, se arrojó delante de un altar, rendi- tud y paciencia, y comenzó á respetar y mirar con
do ya al Señor para servirle; y al cabo de un rato otros ojos á Romualdo; y los dos fueron de allí á
fuese al abad del monasterio y pidióle el hábito; poco á Venecia á ganar para Dios á Pedro Urseo-
mas él no se atrevió á dárselo por temor de Sergio, lo, que con malos medios había usurpado el domi-
su padre; porque era hombre poderoso, rico y mal nio de la república de Venecia, y era duque de
sufrido, y Romualdo sucesor de su casa y hacien- ella: y exhortándole á penitencia y arrepentimien-
da, hasta que el arzobispo, llamado Honesto, pa- to de sus pecados, no solamente alcanzaron de él
riente suyo, el cual había sido abad en aquel m o - que renunciase el estado, sino también el siglo, y
nasterio, le quitó estos miedos, y le pidió, que no se recogiese al puerto seguro de la religión, t o -
mirando otros respetos humanos sino el servicio mando el hábito de san Benito, y en compañía de
divino, admitiese en su religión á Romualdo. Con un criado suyo, llamado Gradenico, y de un santo
esto se determinaron y le dieron el hábito de san abad, por nombre Guarino, se vinieron al desier-
Benito con alegría universal de todos los monjes. to y á las ermitas de Marino y Romualdo, y des-
Muy de veras comenzó Romualdo á tratar del pués murieron santamente.
aprovechamiento religioso y de aventajarse cada Mas Romualdo entre todos siempre se iba seña-
día más en todo género de virtud. Era un espejo lando y creciendo en el camino de la perfección;
para todos los monjes; pero algunos de ellos que y fué tan grande la gracia y dones que nuestro
eran tibios y poco observantes, no podían sufrir Señor le dio, que no quiso fuesen para él solo,
tanta santidad de vida, y tanto rigor y aspereza sino también para aprovechar á otros y para ser
en un mozo, que por una parte dos días antes padre de muchos y muy santos hijos; y después
398 LA. LEYENDA DE ORO DÍA. 7
de tres años que estuvo en el monasterio, y otros so duró por espacio de cinco años, echándosele de
que pasó en el yermo, luego determinó de refor- noche, después de acostado el santo, sobre las r o -
mar los monasterios de su padre san Benito, que dillas, con grande peso, para abrumarle y molerle.
con la flaqueza humana y las guerras habían aflo- Y como estos encuentros con el demonio fuesen
jado y relajádose en la disciplina religiosa. Costó- tan ordinarios, él le temía y trataba como á una
le esto muchos caminos y muchos trabajos y per- buena bestia diciéndole: «¡Oh enemigo! ¿Echáronte
secuciones; mas como le movía Dios, ayudóle con del cielo y vienes al yermo? Anda, maliciosa s e r -
su poder y gracia tan copiosa, que reformó los piente, que ya tienes tu merecido.» Con esto, corri-
monasterios de Venecia y Toscana en Italia, y do y avergonzado, se iba de su presencia; y el Señor
muchos de Francia, y en muchos años que andu- consolaba y regalaba á su valeroso soldado, y en
vo en esta labor del Señor, edificó de nuevo cien particular le consoló con traer á la religión al
monasterios de la orden de san Benito, y aun po- conde Olivano, que en Francia había sido muy
bló los desiertos de ermitaños. Y como el glorioso rico y poderoso, y de vida estragada. A este c a -
Romualdo había de ser guía de los demás, comen- ballero llamó Dios por medio de san Romualdo,
zó con su enseñanza y ejemplo á mostrarlo. Su el cual le puso delante el peligro en que vivía en
abstinencia era grandísima; porque aquel primer el siglo, y que le convenía hacer penitencia muy
año no comía cada día más-que unos pocos de grande por sus pecados. Pudo tanto lo que el san-
garbanzos cocidos. Su estudio era leer las vidas de to dijo al conde, que le trocó de manera que c o n -
los santos, imitando sus ayunos, vigilias, peniten- certó de irse al monte Casino, donde estaba fun-
cias y oraciones, en tanto grado, que quince años dado el primer monasterio de san Benito, y tomar
continuos guardó esta costumbre de no desayu- allí su hábito, y vivir á Dios de allí adelante; y
narse en todos los seis días de la semana hasta el para su compañía y enseñanza le dio san Romual-
domingo; y de esta suerte ayunó después por toda do á Juan Gradenico, mandándole que no dejase
su vida las dos cuaresmas del año, que en la o r - á Olivano hasta la muerte. También le acompaña-
den de san Benito son, la una general de la Igle- ron en aquella jornada Marino, el que al princi-
sia, y la otra desde san Martín á Navidad. Por es- pio habia sido maestro de Romualdo, y el abad
pacio de tres años él y Juan Gradenico labraban Guarino. Y no es menos admirable la mudanza de
la tierra, sembraban y cogían trigo, y se sustenta- Sergio, padre de san Romualdo, porque habiendo
ban del trabajo de sus manos (que fué cosa muy á ejemplo del hijo tomado el hábito de religioso
usada entre los santos padres antiguos), y todos en un monasterio de San Severo en Italia, como
los religiosos que estaban á su obediencia; con el inconstante y mudable trataba de dejarlo. Acordó
ayuno acompañaban la oración y meditación, y san Romualdo acudir á cosa tan del servicio de
era tan grave culpa dormitar algo al tiempo de la Dios, y á la obligación de santo hijo, que cuanto
oración, que san Romualdo no permitía aquel día ha de olvidar á los padres y deudos, para lo que
decir misa al que caía en esta culpa, por el poco toca al mundo, tanto ha de ayudarlos para el cielo.
respeto en que había estado en el acatamiento del Partióse desde los fines de Francia, donde á la
Señor, que había de recibir. La obediencia era su sazón estaba, hasta Ravena á pie descalzo y con
regalada virtud; y porque uno de sus monjes dejó solo un báculo en la mano. Habló á su padre, y
á otro que le había señalado por compañero, man- como al principio no pudiese ponerle en razón,
dó que no le enterrasen en sagrado cuando murió. por el gran celo de su salvación, le puso de pies
No pudo sufrir el demonio que fuese Jesucristo en un cepo, donde le tuvo muchos días, y á poder
tan bien servido de almas tan puras y santas, y de ayunos, oraciones y palabras de Dios, le vino
principalmente de Romualdo, autor y guía de los á reducir á grandísimo dolor y arrepentimiento de
demás. Comenzó, pues, á hacerle cruda guerra y todo lo pasado. Vióse que ésta había sido traza
atormentarle con terribles tentaciones, poniéndo- del cielo, porque nuestro Señor regaló á Sergio
le delante los regalos que había dejado en el siglo, con la dulzura de su divino espíritu, y con darle
y las incomodidades que de presente padecía, en otro día una muerte de mucho consuelo y descan-
lo cual era imposible perseverar. Otras veces le so; y así murió por los años de Cristo de 992. Muy
apocaba lo que hacía, diciéndole que era todo de consolado de este feliz suceso se volvió Romualdo
ningún mérito. Mas el santo, cuanto más combati- á su recogimiento. Aquí tuvo nuevas batallas v i -
do era, tanto más acudía á Dios, y con su favor y sibles é invisibles con los demonios, y un día,
gracia vencía á Satanás, el cual de nuevo con más estando en completas, entraron de tropel muchos
furia tornaba á persuadirle, hasta maltratarle en espíritus infernales, y le derribaron en tierra, y
su cuerpo, espantándole de noche con ruidos y le dieron muchos golpes, hasta molerle los h u e -
asombros en su celda, apareciéndosele en figuras sos; mas el santo con humildad y ternura se v o l -
horribles y temerosas, y trayéndole al pensamien- vió á Jesús, diciendo: «Amado Jesús: ¿por qué
to torp'es y feas imaginaciones; y este tesón furio- me desamparaste y me dejaste en manos de mis
DÍA 7 FEBRERO 399
adversarios?» Luego con este dulcísimo nombre dencia gobernó dos años aquel monasterio, y fué
huyó aquella maldita canalla, y el santo triunfó muy perseguido y aborrecido de algunos de sus
de ella por la gracia del Señor; aunque le quedó subditos que no podían sufrir tanta virtud y per-
una señal de los golpes en la cabeza que le duró fección. Mas san'Romualdo, que de su'natural era
toda su vida. Viendo los demonios que ya no manso y suave, sufrió sus desdenes y malos tra-
los temía, y que eran vencidos de Romualdo, tamientos con mucha paciencia, y viendo cuan
determinaron hacerle guerra por mano de hom- desconformes eran sus costumbres de las de
bres que algunas veces es más cruel que la aquellos monjes, determinó dejarlos; y así suplicó
que ellos hacen por si mismos. Había algunos al emperador le diese licencia, y en su presencia
monjes en su monasterio, los cuales, por vivir y delante del arzobispo de Ravena renunció aque-
más libremente de lo que á su profesión conve- lla dignidad y abadía. Estando en Tieboli el e m -
nía, no podían sufrir tan grande luz, y aquel es- perador, con ánimo de asolar aquella ciudad, san
píritu que en su padre resplandecía. Añadióse á Romualdo pudo tanto con él y con los naturales
esto que un marqués, llamado Hugo, le envió de ella, que aplacó el justo enojo del emperador
una gran cantidad de moneda en limosna; y el san- y sosegó aquel negocio como se podía desear.
to, sabiendo que ciertos monasterios padecían gra- Pero en otra cosa mostró su espíritu, y el celo
ves necesidades, la repartió entre ellos, sin tener del Señor más altamente, porque habiendo el
cuenta consigo, como lo suele hacer la perfecta ca- emperador por medio de un criado suyo, lla-
ridad. Esto dio ocasión á los monjes para murmu- mado Tamno, y tan gran privado, que en muchas
rar, y aun para maltratarle y obligarle á salirse de cosas se trataba como á su igual, dado su pala-
allí. Mas el Señor, que toma por propias injurias bra y fe imperial á un caballero romano, llamado
las que se hacen á los suyos, ordenó que la noche Crescencio, que estaba cercado de su ejército,
siguiente nevase tanto que con el gran peso de la que le perdonaba la vida si se rendía; después
nieve que cayó sobre aquella casa, se hundió el que debajo de esta palabra se rindió, le había h e -
techo, y cogiendo debajo á los culpados, los hirió cho matar y tomado por manceba á su mujer.
malamente; y con este castigo venido del cielo San Romualdo, movido del celo del Señor, y p e -
conocieron su culpa y la inocencia de su abad, y sando sus ofensas con el peso que se deben pesar,
el principal autor de aquella maldad, estando en con la autoridad grande que tenía, viniéndose á
esta sazón fuera del convento, y pasando una confesar con él, persuadió al emperador y á Tam-
puente del río llamado Sapis, puso el pie en vago no que se hiciesen religiosos, para satisfacción
y cayó en el agua y se ahogó. del perjurio, homicidio y adulterio; y en efecto,
Después de esto san Romualdo cayó enfermo Tamno entró en religión, y el emperador, aun-
por sus continuas y ásperas penitencias, y le vino que no pudo, ó no quiso hacerlo, fué descalzo á
á caer el cabello ó hinchársele todo el cuerpo, por pie desde Roma hasta el monte Gargano, que está
haberse retirado á un yermo muy húmedo y mal- junto á Manfredonia, en la provincia de Pulla, á
sano, hasta que se le apareció de nuevo san Apo- visitar el templo de San Miguel Arcángel; y una
linar, como al principio de su conversión, y le cuaresma se retiró en el monasterio Clasense,
mandó que aunque padeciese tanto trabajo, se ayunando y trayendo un cilicio á raíz de sus
volviese al monasterio Clasense, donde él estaba carnes, y durmiendo sobre una estera, que es
sepultado, y Romualdo había recibido el hábito; raro ejemplo para los príncipes y señores, que tan
y el santo obedeció luego. Estaba en este tiempo fácilmente pecan y con tanta dificultad se arre-
vacante la abadía de aquel monasterio, y el empe- pienten y hacen alguna penitencia ligera de sus
rador Otón, tercero de este nombre, la había de pecados.
proveer; mas él remitió la elección á los monjes, Movidos con este ejemplo y del de Tamno mu-
y ellos eligieron á Romualdo por su abad: de lo chos hombres principales de la corte del empera-
cual el emperador tuvo gran contento, y fué á vi- dor, pidieron el hábito de religión á san Romualdo,
sitar al santo, que á la sazón estaba en una ermi- entre los cuales se señalaron más Bonifacio, que
ta en el valle llamado Perco, como cuatro leguas era pariente del mismo emperador, y Busclavino,
de Ravena; y san Romualdo le hizo el servicio y hijo del rey de Esclavonia. Acompañado de todos
regalo que pudo, dándole su pobre lecho, que era estos nuevos religiosos se fué san Romualdo al
de paja, y en él pasó aquella noche, y á la maña- monasterio del monte Casino, á visitar el santo
na le llevó consigo á su palacio, y le dijo su deseo cuerpo de su amado padre san Benito. Aquí cayó
y lo que importaría que él gobernase aquella enfermo; mas sanó y convaleció presto, y con t o -
abadía. San Romualdo resistió al principio; mas dos aquellos caballeros, que ya eran sus discípu-
después, por obedecer más al emperador del cielo los, pasó al monasterio, donde se le juntaron otros
que al del suelo, la aceptó, siendo ya en este tiem- muchos. A todos gobernaba é instruía con su doc-
po sacerdote; y con grandísima vigilancia y pru- trina y ejemplo, dividiéndolos por sus ermitas.
400 LA LEYENDA DE ORO DÍA 7
Aquí era de ver y de admirar, que hijos de prín- gusanos, y con tal rigor trataba su cuerpo, como
cipes y grandes señores, que poco antes vivían si no fuera cuerpo de carne! Pues ¿qué diré de las
regalados, libres, estimados y acompañados, ahora otras veces que fué maltratado, afrentado y casi
era su vida en penitencia, soledad, aspereza, ayu- muerto de algunos de sus mismos monjes, que se
nos, fríos, desnudez y trabajo. Oraban, cantaban cegaban con la esclarecida luz de sus virtudes, y
salmos y hacían obras de manos; unos hilaban, como frenéticos se volvían contra el médico que
otros tejían, otros cavaban la tierra, y con el s u - los quería sanar? Una vez, estando de noche r e -
dor de su rostro y trabajo de sus manos sustenta- posando en su celda, un monje le apretó la gar-
ban la vida, que era á bien poca costa, y entre ganta para ahogarle; y Dios, por medio de un dis-
todos se señalaba Bonifacio con más fervor. Acon- cípulo suyo, llamado Ingilberto, milagrosamente
tecióle en toda la semana no comer sino dos veces, le libró. Otra vez, siendo ya de cien años, fué in-
una el jueves y otra el domingo; y cuando veía famado por un malísimo hombre que traía hábito
ortigas ó espinas, se arrojaba desnudo en ellas de religión, de grandísimos delitos, que no cabían
hasta desollarse y bañarse en sangre; porque d e - ni en su edad, ni en su santidad; y como si fueran
seaba darla toda por Jesucristo, padeciendo mar- verdaderos, fué atormentado y afligido terrible-
tirio por él, y ser heredero de san Bonifacio, no mente por ellos, hasta que Dios le consoló y le
menos en los tormentos que en el nombre; y así mandó que celebrase sin hacer caso de las c e n s u -
con bendición de su abad y licencia del papa, se ras y suspensiones que le habían puesto. Pues los
partió á la provincia de Rusia á predicar el santo demonios, ¿cómo le persiguieron y le procuraron
Evangelio y dilatar la fe de Jesucristo; y habiendo espantar, apareciéndole en figuras temerosas, dan-
padecido inmensos trabajos de hambre, sed, c a n - do golpes en su celda, levantando tempestades y
sancio, y convertido muchas almas á nuestra santa torbellinos de aguas y vientos, y con modos e x -
religión, alcanzó la deseada corona del martirio; quisitos y horribles, queriéndole consumir y a c a -
porque un hermano del rey de aquella tierra le bar? Pero dióle el Señor victoria de aquellas p o -
hizo matar con gran furor y rabia, y los que le testades infernales, porque perfectamente había
mataron, con otra mucha gente, llorando su pe- vencido á sí mismo con sufrimiento y humildad,
cado, se convirtieron á nuestra santa fe y se bau- por lo cual vino á ser espantoso á los mismos de-
tizaron. Este dichoso fin tuvo san Bonifacio, discí- monios que le pretendían espantar, echándolos de
pulo de san Romualdo; el cual no menos buscó el los cuerpos y aun de las almas que poseían; y tuvo
martirio que su discípulo, y con el mismo deseo don de profecía y luz sobrenatural del cielo para
pasó á Hungría á predicar la fe de Jesucristo y entender la sagrada Escritura, y escribir sobre
dar su vida por él; mas el Señor, cuyos fines y los salmos, y hacer una exposición de ellos ma-
trazas son incomprensibles, le estorbó esta jorna- ravillosa, que hoy día se guarda escrita de su ma-
da; porque le vino una recia enfermedad con que no en el yermo de Camándula. Fué proveído m i -
se detuvo algunos días, y cuando se determinaba lagrosamente en sus necesidades, y regalado con
volverse atrás estaba bueno, y en estándolo, que- ilustraciones y visitaciones divinas del Señor del
riendo ir adelante y proseguir su camino, luego cielo, y estimado y reverenciado de los emperado-
volvía á recaer; y con esto entendió ser la volun- res y príncipes de la tierra; y todo el mundo pare-
tad de Dios que se volviese, porque le quería dar ce que se renovó con los ejercicios de sus admi-
el Señor un largo y penoso martirio de trabajos rables virtudes, y muchos monasterios, como se
y persecuciones. Mas no volvió las manos vacías ha dicho, se edificaron de nuevo, y se poblaron
de aquella empresa; antes siendo muy maltratados de santos religiosos, y los antiguos se reformaron,
él y sus compañeros, porque á unos azotaron, y y los desiertos fueron habitados de varones más
á otros vendieron, trajo consigo muchos alemanes divinos que humanos, y especialmente el yermo
por discípulos, y les fundó monasterios. de Camándula, que él fundó por una visión c e -
¿Quién podrá contar las otras batallas y victo- lestial.
rias que alcanzó este santísimo varón de sí mismo, Tenía san Romualdo ciento y dos años de edad,
de sus enemigos y de los mismos demonios, y de era el de nuestra salud de 1009, y queriendo r e -
todo el poder del infierno, que tantas veces y con tirarse á alguna soledad para vacar con más fer-
tantos espantos le acometió y procuró derribar? vor á Dios lo poco que le quedaba de vida, se
¡Qué perseverancia tuvo en sus ayunos y peniten- fué al monte Apenino, que divide la Italia, y
cias, que fueron tan rigurosas, que estuvo siete estando en la cumbre del monte, en un campo
años en una cueva encerrado con perpetuo silen- ameno y abundoso de aguas, y habiéndole pa-
cio, y siendo ya muy viejo y debilitado, no comía seado, se quedó dormido junto á una fuente: allí
en toda la cuaresma sino una escudilla de yerbas le sobrevino un sueño misterioso y semejante al
ó legumbres, y tenía tres ásperos cilicios, los cua- del patriarca Jacob, porque v i o desde el suelo al
les mudaba á los treinta días por no comerse de cielo una escalera, y que sus religiosos, no ya
DÍA 7 FEBRERO 401
vestidos de negro, sino de blanco, subían por ella y por haber fundado la orden camandulense. La
á Dios; y fiado en él, entendiendo por el sueño religión y piedad que tuvo con Dios fué de mane-
que aquélla era su voluntad, se fué al dueño de ra, que no parece que conversaba en este mundo:
aquel campo, que era un conde llamado Madulo, tan apartado del trato y vista de los hombres, tan
y se le pidió; y el conde, que había tenido el mis- familiar y acostumbrado á la comunicación de
mo sueño, se le dio liberalmente, y una casa de los santos que gozan ya de Dios (pues aun a l g u -
campo que en él tenía para labrar iglesia y habi- nas veces se le aparecieron), como si no viviera
tación para los monjes. Y de aquí vino á llamarse en la tierra, sino en el cielo. La caridad que tuvo
aquel sitio Camándula, que quiere decir Campo con los prójimos fué en tanto grado, que á puras
de Madulo. En este lugar fundó ermitas, y mudó oraciones y lágrimas cumplió la salvación de su
el hábito negro que antes había traído, en hábito propio padre, pues con ellas le trajo á la religión
blanco. Este yermo es el principal y cabeza de su y le llevó á la gloria. Pudo la fuerza de su ejem-
orden, y allí comenzó el nuevo paraíso de estos plo tanto, que á muchos príncipes, reyes, y á per-
celestiales varones, cuya vida es perpetua c o n - sonas insignes, hizo dejar las cortes y venirse á
templación y penitencia; y las grandes heladas, los yermos, trocando los regalos y las galas en
fríos y nieves que casi todo el año ocupan aquel penitencia y ásperos vestidos; á muchos libró de
monte, ayudan para ser un retrato de la cruz de peligros muy grandes de cuerpo y de alma; á
Jesucristo, en quien está la verdadera vida. En muchos dio salud estando enfermos, y esto con la
esta casa, verdaderamente de Dios, viven los r e - señal de la cruz. El es el que restituyó á su ser
ligiosos seiscientos años ha en observancia, y el antiguo y puso en perfección y aumento grande
Señor la conserva, gobierna, y sustenta, y sus la vida y profesión de santos ermitaños, que en
vicarios los sumos pontífices la han honrado y Italia estaba ya caída. Fué tan humilde, y el d e s -
confirmado sus estatutos, y dádole privilegios precio que tuvo de sí mismo fué tan grande, que
muy favorables; y muchos y muy esclarecidos le escogió por templo vivo el Espíritu Santo, que
varones, seglares, eclesiásticos y religiosos, han rige y acompaña á los humildes; y así le dio la
abrazado aquel santísimo instituto, y se han h e - inteligencia de la sagrada Escritura, y el don de
cho hijos de Romualdo; y todo lo que ellos obra- profecía; y cuanto se humillaba más, tanto más
ron en servicio de la santa Iglesia, que es mucho, le ensalzaba Dios; y, en fin, le dio largos años de
se debe á tal padre y maestro, el cual, habiendo vida en este mundo, y en los cielos eterna vida y
puesto las cosas de su religión tan en su punto, gloria.»
estando su alma llena de gracias y merecimien- Todas éstas son palabras del sumo pontífice.
tos, reposó en paz una tarde á los 19 de junio del Escribieron la vida de san Romualdo, demás del
año de 1027, siendo de edad de ciento y veinte. Su- cardenal Pedro Damián, Fr. Pedro Morigia en la
po la hora de su tránsito veinte años antes: murió Historia de las religiones, cap. 2; y Agustín F l o -
en el monasterio del Valle de Castro, que él había rentino, monje camandulense, en la historia de
edificado, y está en la Marca de Ancona, y en él su orden; y últimamente el P. M. Fr. Juan de
enterraron su santo cuerpo; y después, el año de Castañiza, de la orden de san Benito, varóa bien
1467, que fué cuatrocientos cuarenta años después conocido por su gran religión, predicación y letras.
de su muerte, le hallaron incorrupto y entero, (P. Ribadeneira.)
con un rostro muy apacible, cano y venerable, y
cubierto el cuerpo de un cilicio debajo de su há- SAN MOISÉN Ó MOISÉS, ANACORETA, OBISPO Y CONFESOR.
bito. Después fué trasladado á la ciudad de Fa- —Los varones santos y grandes amigos de Dios,
briano á la iglesia de San Basilio, que es de su no solamente son luz y ornamento de la Iglesia,
orden, y allí está al presente; y en el día de esta sino también presidio y amparo; y muchas veces
traslación, que fué el año de 1481 á 7 de febrero, defienden con sus oraciones y virtudes mejor las
celebra la Iglesia católica su fiesta, como consta provincias y reinos, que los ejércitos de los vale-
de la bula de nuestro muy santo padre Clemen- rosos soldados. Véase esto en el santo anacoreta
te VIII, donde manda se rece de él como de santo Moisén, cuya vida aquí queremos escribir, para
abad y confesor, con oficio de dúplex, dada á 9 que se entienda esta verdad tan clara y averigua-
de julio de 1595. En esta bula dice el sumo pontí- da. Porque haciendo el emperador Valente, que
fice estas palabras, que son una breve suma de era hereje arriano, cruda guerra á la Iglesia cató-
la vida de este santo: lica, persiguiendo á los obispos y santos y doctos
«Entre los más aventajados santos, dice, nos varones, que como pilares la sostenían, permitió
parece que debe ser tenido el glorioso anacoreta nuestro Señor que se levantasen contra él las na-
Romualdo, por tantos títulos ilustre, por su pa- ciones bárbaras, y que afligiesen y destruyesen
tria, por su linaje, por su virtud, por la contem- muchas provincias de su imperio. Entre estas na-
plación tan alta como tuvo de las cosas divinas, ciones fué una la de los sarracenos, que otros 11a-
TOMO i 51
402 LA LEYENDA DE ORO DÍA 7
maban ismaelitas, los cuales hicieron guerra á Moisén, y díjole que debía estar mal informado,
Valente, y muerto su príncipe, no por eso la deja- y que era justo que se informase de su fe antes de
ron, antes la continuaron con mayores fuerzas y condenarle. Aquí el santo le respondió: «Tus
valor, porque Mavia, mujer del rey muerto, tomó obras hablan, ¡oh Lucio!, y á ellas habernos de
el gobierno de la paz y de la guerra, y con grande dar más crédito que á las palabras; tus manos
ánimo, constancia y esfuerzo, no de mujer, sino están llenas de sangre; los santos obispos, unos
varonil, dio batalla con su gente al ejército impe- echados de sus sillas y desterrados, otros encar-
rial, y le desbarató y venció de tal manera, que celados, otros muertos, y todos los católicos afli-
obligó al emperador á humillarse y pedir paz á gidos y lastimados por tu causa; y ¿tú quieres que
una mujer vencedora de su ejército. No quiso oir no creamos más á lo que vemos que á lo que
la valerosa reina Mavia la plática de la paz, hasta oímos?» Finalmente, los ministros del emperador
que perseverando el emperador y sus capitanes también por razón de estado convinieron con
en su petición, y hablándola Dios nuestro Señor al Moisén, y le llevaron á otros obispos católicos
corazón (porque se había hecho cristiana), vino que andaban desterrados para que le consagra-
en ello, pero con condición que le habían de dar á sen. Para que se entienda el recato que debemos
san Moisén por obispo de su gente. Era Moisén tener los católicos en el no comunicar con los
anacoreta y varón de excelente santidad, que vivía herejes. Consagráronle y entregáronle á la reina
en aquel desierto y en los confines de los sarrace- de los sarracenos, que se alegró en extremo con
nos, los cuales con la vecindad tenían grande no- él, y el santo obispo con su vida celestial, doctri-
ticia d e s ú s grandes virtudes y milagros; y como na admirable, y con los milagros que Dios obró
algunos de ellos habían sido enseñados de san Hi- por él, alumbró aquella gente, la trajo al conoci-
lario abad, como escribe san Jerónimo en su vida, miento de Cristo y la puso debajo del suave yugo
y alumbrados con la luz del Evangelio, la reina del Evangelio, y la ganó tanto, que la reina Mavia
Mavia .deseó tener consigo obispo que cultivase dio su hija por mujer á Víctor, capitán del ejér-
aquella tierra inculta, y fomentase aquella cente- cito imperial; y después, andando el tiempo,
lla que se había encendido en los ánimos de al- muerto ya el emperador Valente, y quemado por
gunos de sus subditos. Cuando el emperador V a - los godos que le habían vencido en batalla en una
lente entendió la condición que para asentar la pobre casilla, vinieron los mismos godos sobre
paz pedía la buena reina, aunque era hereje y Constantinopla, y teniéndola cercada y apretada,
sabía que Moisén era católico, disimuló por razón los sarracenos la socorrieron de tal manera, que
de estado, y mandó que luego le buscasen y or- no la pudieron tomar y alzaron el cerco los godos.
denasen obispo, y le entregasen á la reina por lo Todo esto fué fruto de san Moisén, obispo, el
mucho que le importaba asentar paces con ella. cual acabó santamente el curso de su peregrina-
Buscaron los ministros del emperador al santo ción en paz; y de él hace mención el Martirologio
solitario Moisén, halláronle, y declaráronle la vo- romano, y el de Beda, Usuardo y Adón, á los 7 de
luntad del emperador, y mucho más la de Dios, febrero; y Rufino, Sócrates, Sozomeno, y Teodo-
que le había escogido para que, siendo obispo y reto, Nicéforo, y el cardenal Baronio en las ano-
dando gusto á la reina, librase al pueblo romano taciones del Martirologio y en el cuarto libro de
de aquella tan grande calamidad que padecía, y sus A nales. (P. Ribadeneira.J
con la paz y quietud sosegase los vientos y tem-
pestad que temía si se continuaba la guerra. Bajó SAN TEODORO, MÁRTIR.-Entre los otros gloriosos
la cabeza el santo, aunque se tenía por indigno mártires que en la persecución del emperador
de ser obispo, por parecerle que aquélla era vo- Licinio murieron por Cristo, fuó¡uno muy señala-
luntad de Dios, que por entonces se quería servir do el ilustre Teodoro, capitán del ejército del em-
de él para bien de su pueblo. Lleváronle á Alejan- perador de la tierra, y más valeroso soldado del
dría para que Lucio patriarca le consagrase, el emperador del cielo. Nació este bienaventurado
cual Lucio era hereje arriano, cruel y fiera b e s - y esclarecido mártir en la ciudad de Euchayta,
tia, que con violencia había entrado en aquella fué dotado de grandes dones y virtudes, era mozo
silla, y con extremada rabia y braveza hecho de muy gentil disposición, muy sabio, cuerdo y
carnicería de los católicos. Cuando Moisén vio á bien hablado, y de gran ánimo y fuerzas, como
Lucio, dijo á los capitanes que le acompañaban: lo mostró en una hazaña memorable que hizo
«Yo no soy digno de ser obispo, ni lo quiero ser; contra un dragón, de esta manera: Estando en
pero si Dios quiere que lo sea, y con su divina el ejército, supo que un dragón de espantosa
providencia lo ha ordenado así, determinado estoy grandeza estaba cerca de su patria escondido, y
de no ser obispo por mano de Lucio, ni consentir que arruinaba y destruía toda aquella tierra, por-
que él me consagre ni ponga sobre mí sus m a - que cuando salía de su cueva, no había hombre
nos.» Turbóse el patriarca hereje oyendo á ni animal que se le pusiese delante, que no le
DÍA / FEBRERO 403
tragase; y movido del Señor, sin decir nada á los rador, acompañado de un gran número de gente,
otros soldados ni compañeros, se partió del campo fué á Heraclea, por verse con Teodoro, teniendo
y vino en busca del dragón, para pelear con él y por cierto que adoraría á sus dioses, y con su
vencerle por la virtud de Jesucristo, en quien e s - ejemplo movería á hacer lo mismo á los demás.
peraba, y librar su patria de aquella horrible y Llegado el emperador á Heraclea, después de mu-
fiera bestia. Vino, pues, Teodoro con este intento, chas caricias y favores que hizo á Teodoro, él le
y sin saber dónde estaba el dragón, echóse á r e - suplicó que le diese los dioses que tenía, para per-
posar en un prado donde había mucho heno, y fumarlos en su casa, antes de adorarlos en públi-
como de lejos le viese una buena mujer cristiana, co. Dióselos el emperador con gran voluntad y
llamada Eusebia, corrió temblando áél, y asiéndole gusto, y eran muchos y muy ricos, de oro y plata;
por el brazo, le despertó y dijo: «Levántate, her- y el santo mártir los tomó é hizo pedazos, y los
mano, y huye presto, porque no sabes el peligro repartió á los pobres. Pero cuando Licinio supo
que hay aquí.» Y en efecto, le dijo que allí estaba lo que Teodoro había hecho y cómo le había bur-
un dragón que asolaba aquella tierra. Levantóse lado, no se puede creer fácilmente la saña que
el soldado de Cristo, y sin turbarse respondió á contra él concibió, y la rabia con que determinó
Eusebia que se apartase y estuviese á la mira, ejecutar en el santo mártir todos los tormentos
porque vería la virtud de Jesucristo. Apartóse la con que solían despedazar á los otros caballeros
mujer, y estando lejos se puso en oración, supli- del Señor; el cual, antes que Teodoro entrase en
cando á Dios que favoreciese á Teodoro; el cual, campo á pelear con Licinio, le armó con su espí-
haciendo la señal de la cruz sobre si, é hiriendo ritu y con una divina revelación, en la cual oyó
sus pechos, y alzando los ojos al cielo, hizo una voz que le dijo: «Teodoro, ten buen ánimo y
oración, pidiendo favor al Señor, y suplicándo- confianza en mí, porque yo soy contigo.» Y con
le humildemente que le diese victoria contra este favor del Señor y la oración fervorosa que el
aquel monstruo cruel, como se la había dado le hizo, aparejándose á la batalla y ofreciéndose
otras veces contra los hombres sus enemigos, en sacrificio, sufrió todos los suplicios y penas
y hablando con su caballo, como si tuviera en- que el tirano hizo ejecutar en él, porque primera-
tendimiento y razón, le dijo que Dios se servía de mente mandó que cuatro sayones valientes y r o -
los hombres y de las bestias para hacer su v o - bustos le extendiesen, y con nervios de bueyes le
luntad, y que le ayudase y estuviese fuerte hiriesen y le diesen seiscientos golpes sobre las
contra aquel dragón; y con estas palabras el espaldas y cincuenta sobre el vientre, y después
caballo se estuvo quedo, y el santo mártir m a n - con plomadas quebrantarle el cuerpo, y con uñas
dó al dragón en el nombre de Cristo que saliese aceradas arañar sus carnes, y con hachas e n c e n -
de donde estaba y viniese á él. Luego el dragón didas quemarle las llagas, y con pedazos agudos
obedeció y salió en campo, haciendo temblar de tejas raerle la sangre cuajada. Habiéndole ator-
la tierra y quebrar las piedras por donde pasa- mentado de esta suerte, mandó que le llevasen á
ba. En viéndole Teodoro, subió sobre su caba- la cárcel y le tuviesen en ella cinco días, sin c o -
llo, y el caballo arremetió al dragón, y tirán- mer bocado. Pasados los cinco días, le mandó
dole muchas coces, se puso de cuatro pies sobre crucificar, y con un asador traspasarle por las
él, y el caballero de Cristo con la espada le ma- partes naturales, y que los muchachos le tirasen
tó, é hizo gracias al Señor por haberle dado vic- piedras y otros le atormentasen; pero el santo,
toria de aquella monstruosa y espantosa bestia. con gran fortaleza se encomendaba al Señor, por
Sabido este milagro, muchos gentiles s e convir- el cual tanto padecía, y con una amorosa queja le
tieron á la fe de Cristo nuestro Señor, y Teodoro decía: «Señor, vos me dijisteis que estábades con-
de allí adelante fué más estimado de todos. A n - migo, y ahora veo que estáis lejos de mí, pues me
dando, pues, Licinio encarnizado en su persecu- habéis dejado en manos de vuestros enemigos, que
ción, y derramando sangre de cristianos viendo me han despedazado como unas bestias fieras; y
que no los podía agotar, y que cuanto más mata- así, no tengo que suplicaros sino que recibáis mi
ba tanto más crecían, determinó de convertir su espíritu.» Y diciendo estas palabras el santo már-
saña y furor contra las cabezas de los cristianos, tir calló, y Licinio, creyendo que ya era muerto,
y de acabar de consumir á los que eran más insig- le dejó colgado como estaba en aquel madero de
nes y principales. Y como supo que Teodoro era la cruz. Mas á prima noche vino un ángel del S e -
uno de éstos, y tan eminente y estimado por sus ñor, y le quitó de allí, y le sanó enteramente, y
grandes partes, estando en Nicomedia, envió por le dijo: «Teodoro, gózate y esfuérzate en el Señor,
él á Heraclea, donde Teodoro vivía, y era presi- porque él está contigo, y no digas que está lejos
dente de aquella provincia. Teodoro regaló mucho de ti; acaba animosamente la pelea que has c o -
tres días á los soldados que habían ido por él, y menzado, y vence para que recibas la corona de la
les supo decir tales palabras, que el mismo empe- inmortalidad.» Con esto desapareció el ángel, y el
404 LA LEYENDA DE ORO DÍA 7
santo quedó haciendo gracias al Señor por la salud la gente, para alcanzar por intercesión de tan ilus-
que le había dado, y por la victoria que con su fa- tre mártir misericordia del Señor. El martirio de
vor esperaba alcanzar. Mandó Licinio ádos centu- san Teodoro escribió un escribano llamado Auga-
riones ó capitanes suyos, llamados Antioco y P a - ro, que se halló presente, y el mismo santo teman-
tricio, que antes que amaneciese le trajesen el do que lo escribiese y que llevase sus reliquias á
cuerpo de Teodoro (que pensaba estaba muerto), Euchayta, y las colocase en una heredad de sus
para ponerle en una caja de plomo y echarle en el progenitores; y que cuando el mismo Augaro mu-
mar, para que no fuese reverenciado de los cristia- riese se hiciese enterrará la mano izquierda, jun-
nos. Vinieron los centuriones al lugar del supli- to al santo. Trae esta vida Fr. Lorenzo Surio en
cio, y hallaron el madero donde el santo había su primer tomo, y el Martirologio romano hace
sido crucificado, y no hallaron en él á Teodoro. mención de san Teodoro á los 7 de febrero, y los
Pero cuando después le vieron sano y entero y griegos en su Menologio, y Nicéforo Calixto en su
alabando á Dios, quedaron atónitos y como fuera historia, lib. vn, cap. 44; y el cardenal Baro-
de sí; y movidos de aquel espectáculo, y mucho nio en el tercer tomo de sus Anales. Adviértase
más de la luz del cielo, se arrojaron á los pies del que hay otro Teodoro también insigne mártir, del
santo, diciendo que querían ser cristianos: y asi cual se hace mención en el Martirologio romano
se convirtieron aquel día ellos y otros ochenta sol- á los 9 de noviembre, el cual se llamó Teodoro
dados. Supo esto Licinio, y envió á Sexto, procón- el Visoño, á diferencia de.este otro Teodoro, lla-
sul, con trescientos soldados para que matasen á mado el Capitán, y por otro nombre Teodoro
los otros que habían creído en Cristo. Vinieron Amaseno, por el lugar en que murió; y Euchay-
para hacer lo que el emperador les había manda- ta, por haber sido su cuerpo trasladado á aquella
do; pero cuando vieron las maravillas que el E m - ciudad, que después se llamó Teodorópolis, por
perador del cielo obraba por su santo soldado Teo- haber alcanzado por sus oraciones una insigne
doro, todos ellos también se convirtieron y abra- victoria el emperador Juan Zemisce, que le edifi-
zaron nuestra santa fe: y lo mismo hizo una innu- có un suntuoso templo y acrecentó la fiesta que
merable multitud de gente, clamando: «Uno es el al santo se le hacía.
Dios de los cristianos, él solo es Dios, y no hay (P. Ribadeneira.)
otro Dios;» y se quisieron levantar contra Licinio,
como contra cruel tirano, y fué necesario que el SAN NIYARDO, CONFESOR.-San Nivardo, uno de los
santo les fuese á la mano y les sosegase, acordán- más decorosos ornamentos de la reforma del Cís-
doles que Cristo nuestro Redentor había sido cru- ter, tan celebrado en España por su prodigiosa
cificado por nosotros, y no había querido que los vida, como por la fundación del monasterio de
ángeles, que son sus soldados, vengasen su muer- San Pedro de la Espina, sito en Castilla la Vieja,
te. Lleváronle muy acompañado los fieles, y pa- nació en la reducida población de Fontaines, pro-
sando cerca de la cárcel, todos los encarcelados vincia de Borgoña, y obispado de Langres, de la
comenzaron á clamar y á decir á grandes voces: que eran señores sus padres Tescelino y Aletha,
«Siervo de Dios Teodoro, compadécete de n o s - personas ilustres por su nacimiento, pero mucho
otros.» Y el santo, habiendo con su sola palabra más por su piedad. Concedióles el cielo siete hijos,
soltádolos de las prisiones con que estaban apri- seis varones y una hembra, de los cuales era el
sionados, les dijo: «Idos en paz, y acordaos de mí.» menor Nivardo, á quien, como á los demás, cria-
Y viendo esto otra muchedumbre grande de g e n - ron los religiosos padres sobre el sólido principio
tiles, recibieron la fe de Jesucristo, y muchos e n - del santo temor de Dios, y fomentando con sus
demoniados, tocándolos con sus manos ó con su celosas exhortaciones y con sus edificantes ejem-
vestido, quedaban libres. Lo cual todo como vinie- plos las buenas inclinaciones del ilustre niño, aña-
se á noticia de Licinio, temiendo algún grave al- dió mucho esplendor á su hereditaria nobleza con
boroto en la ciudad, le mandó cortar la cabeza, y sus heroicas virtudes.
el santo, haciendo la cruz sobre todo su cuerpo, y Era hermano de nuestro padre san Bernardo,
mandando que le llevasen á Euchayta, su patria, uno de los más brillantes astros de la Iglesia de
después de haber hecho larga oración y saludado Francia, quien habiendo elegido para conservar
á los circunstantes, extendió su precioso cuello al su inocencia la nueva reforma del Císter, que fun-
cuchillo, y acabó felicísimamente el curso de su dó poco antes el bienaventurado Roberto, abad de
vida á los 7 de febrero, un sábado, á las tres horas Molesme, llevó consigo á treinta nobles caballeros
del día. Después su sagrado cuerpo fué llevado de que conquistó para Jesucristo, y entre ellos á sus
Heraclea á su patria con grande acompañamiento cinco hermanos, que antes habían sido los m a y o -
y pompa, y allí fué sepultado; y Dios nuestro Se- res opositores á su noble designio. Tomaron todos
ñor hizo innumerables milagros por sus sagradas la.bendición de su padre antes de partirse al m o -
reliquias, á las cuales de muchas partes concurría nasterio, y al tiempo de despedirse dijo á Nivardo
DÍA 7 FEBRERO 405
Guido, que era el primogénito: «Ea, hermano, ejercicios de la vida regular, se encendían en vi-
para ti solo quedan todas nuestras herencias.» vísimos deseos de perfeccionarse, teniendo á la
Pero entendido el ilustre joven de la resolución de vista un modelo acabado de todas las virtudes r e -
sus hermanos, no otra que la de dedicarse al ser- ligiosas. Era tan admirado por su prudencia, por so
vicio del Señor con un desprecio total del mundo, suavidad y por su vigilancia en el gobierno, como
le respondió, no como niño, sino como un varón por su eminente santidad: y hecho, por lo mismo,
maduro: «Esta división no es igual, pues elegís el dueño del corazón y de la veneración de sus s u b -
cielo para vosotros, y dejáis para mí la tierra.» ditos, hizo que toda su comunidad fuese el objeto
Ausentáronse aquéllos á satisfacer su buen pro- de los más altos elogios de Castilla.
pósito, y creyéndose Nivardo no menos obligado No se estrechaba dentro de los muros del m o -
á trabajar eficazmente en el importantísimo n e - nasterio el ardiente fuego y el apostólico celo del
gocio de su eterna salvación, los siguió en breve insigne abad: salía con frecuencia á ilustrar con
tiempo, sin que pudieran detenerlo las lágrimas la luz de su celestial doctrina á toda aquella r e -
de sus padres, ni los ruegos de sus parientes y sus gión, en la que hizo prodigiosas conversiones de
amigos. Las pruebas con que acreditó el ilustre grandes pecadores, y separado á no pocos de los
joven su vocación ya constituido en el Cister, y el peligros del mundo, tuvo el consuelo de que se
fervor con que emprendió la carrera religiosa, dedicasen al servicio del Señor en la clausura, y
manifestaron desde luego que aunque era el me- que recomendasen la santidad de su reforma del
nor de todos los hermanos en los años, no lo era Císter con su penitente y con su religiosa vida.
en la virtud. En efecto: el infatigable anhelo con Supo san Bernardo los progresos que hacía su
que solicitaba aspirar á la cumbre de la más alta hermano en el monasterio de San Pedro de la Es-
perfección, hizo concebir á todos los monjes más pina, y congratulándose de ellos con la infanta
seguras esperanzas, de que en Nivardo había de Sancha, la rogó encarecidamente que interpusiese
tener la reforma un grande santo, y que sin duda toda su reputación y toda su autoridad para que
seria con el tiempo uno de sus más brillantes o r - permaneciese aquella ilustre casa en el buen o r -
namentos: cuyo vaticinio se verificó puntualmente den que en ella estableció Nivardo, puesto que
en los rápidos progresos que hizo el ilustre joven aquella célebre erección era debida á su piedad.
llamado para cosas grandes. Ocurrió en aquel tiempo cierta reñida contro-
Solicitó de san Bernardo, Sancha, hermana de versia entre el abad de Carrazedo y los monjes del
Alfonso VII, rey de Castilla, la remisión de a l g u - monasterio de Tóldanos, sito en el reino de León.
nos religiosos de Clara val para establecer en E s - Había fundado éste la infanta Geloira bajo la regla
paña la reforma del Císter, ofreciéndose á erigir de san Benito, agregándolo al de Carrazedo; pero
á sus expensas un monasterio según el espíritu habiendo abrazado aquél la reforma del Císter, se
del santo instituto. Agradó al santo padre una pe- separó del de Carrazedo. Reclamó el abad la d e s -
tición tan piadosa, y conociendo la eminente vir- membración, y habiendo apelado á la autoridad de
tud y el fervoroso celo de su hermano Nivardo, Sancha para que se restituyesen aquellos monjes
lo envió en clase de superior con otros célebres á su obediencia, nombró la infanta á Nivardo á fin
monjes á satisfacer los deseos de la infanta. Llegó de que pasase á Tóldanos y se informase, así de la
la ilustre comitiva á Castilla, y habiéndolos reci- intención de los monjes, como de la autoridad con
bido benignamente Sancha, les concedió la here- que habían hecho su traslación de la reforma.
dad de la Espina con otros muchos predios perte- Evacuó el santo la comisión con aquella prudencia
necientes á ella, para que fundaran el monasterio que exigía un negocio de tal momento; pero no
ofrecido. Confirmó el rey Alonso la donación, no queriendo resolver por sí, persuadió á Sancha que
menos afecto á la reforma que su hermana, y dan- escribiesen de común acuerdo todo lo ocurrido á
do principio Nivardo, sin pérdida de tiempo, á la su hermano Bernardo, para que diese su dictamen
santa empresa, concluyó en muy breve tiempo en semejante controversia. Hiciéronlo así bajo el
aquella ilustre casa que intituló de San Pedro de concepto que las resoluciones del santo doctor
la Espina. eran veneradas como las de un celestial oráculo.
Finalizada la fábrica material del monasterio, Contestó san Bernardo con su acostumbrada sabi-
se dedicó el ilustre abad á que floreciese 6 n él la duría á la consulta, si bien celoso de omitir todo
estrecha regular observancia de la reforma del motivo de litigio entre los siervos de Dios, no me-
Císter; y con efecto lo consiguió, á expensas de nos inclinado á que no se defraudase la intención
su infatigable celo. No se valió el santo para este de aquellos que eligieron voluntariamente el más
logro sólo de simples exhortaciones: su fervor y estrecho rigor de la reforma del Císter; y cometi-
su ejemplo eran las lecciones más eficaces que da la ejecución de este dictamen á Nivardo, se
daba á sus monjes, y notando éstos que su supe- portó con tal pulso, que tranquilizó como ángel de
rior era el primero que iba siempre delante en los paz las reñidas disputas
406 LA LEYENDA DE ORO DÍA 7
Continuaba el ilustre abad en su monasterio en el laborioso ministerio del apostolado. Las
ocupado en piadosos ejercicios con el noble obje- actas de su martirio, ó por la incuria de los tiem-
to de santificarse á sí y á todos sus subditos; pero pos no se redactaron, ó han perecido, como otros
habiendo ocurrido la última enfermedad de su muchos monumentos de la antigüedad cristiana.
hermana Humbelina, religiosa en el monasterio
de Julli, manifestó al Señor los deseos que tenía SAN ADAUCO.—Este noble italiano fué dedicado á
de asistirla en la hora de la muerte. Oyó Dios con la carrera de los empleos, y siendo aún muy joven
agrado la súplica de su siervo, y conducido por se hallaba ya condecorado con los más importan-
los ángeles al de Julli, tuvo el consuelo de asistir tes del palacio imperial, cuando Diocleciano dio el
á su bienaventurada hermana hasta los últimos decreto de persecución contra los cristianos. Acu-
alientos, y concluidos los oficios de su funeral, sado de complicidad en las ceremonias y c r e e n -
regresó por igual ministerio al de San Pedro de | cias de los nuevos fieles, fué arrestado en Fri-
la Espina. Vacó algún tiempo en sus acostumbra- gia, donde á la sazón se hallaba desempeñando el
das santas obras; pero conociendo por su debili- cargo de tesorero imperial; y habiendo confesado
dad, nacida del rigor de sus penitencias, que se públicamente á Jesucristo, fué entregado al v e r -
acercaba el fin, aunque toda su vida había sido dugo y degollado el día 7 de febrero del año 305.
una preparación continua para la muerte, con Hacen honrosa mención de este santo los escrito-
todo, renovando en aquel último período su fervor, res antiguos Eusebio y Laclando, y Juan de Sala-
hizo esfuerzos extraordinarios para purificar su zar, en su Martirologium hispanum, dice estas
inocencia, y habiendo recibido los últimos sacra- palabras en el día 7 de febrero: «En la ciudad de
mentos, entregó su dichosa alma en manos del Frías, en España, en tiempo de Diocleciano, la
Criador en el día 7 de febrero, hacia la mitad del festividad de innumerables mártires capitaneados
siglo XII. Su cuerpo se conserva en grande vene- por Adauco, ciudadano principal, quemados todos
ración en el monasterio de San Pedro de la Espina, en una horrible hoguera, entre los cuales se c o n -
donde se celebra con el título de confesor, según taban muchas vírgenes, matronas, y casi todo el
nos dicen varios escritores del orden del Císter, senado y el clero de la misma ciudad.» Sin duda
que refieren las actas de este ilustre héroe con los habla aquí el autor citado de los mártires que r e -
elogios que se merece por su admirable vida. cuerda el Martirologio romano en este día con las
siguientes palabras: «En el mismo día la festividad
SAN RICARDO, REY DE INGLATERRA—La sabiduría, de un gran número de santos mártires, todos de
prudencia y justicia, virtudes indispensables á las una misma ciudad, de la cual era gobernador
personas constituidas en autoridad, y especial- Adauco; los cuales, siendo cristianos, y estando
mente á los reyes, brillaron de un modo singular constantes en confesar la fe católica, fueron que-
en la persona de Ricardo. Deseoso de que entre mados por orden del emperador Galerio M a x i -
sus vasallos reinara la paz y unión, medios indis- miano.»
pensables para la felicidad, se ocupaba con asidui-
dad en componer los ánimos irritados y en procu- SANTA JULIANA.—De esta santa hace un hermoso
rar el bienestar del reino. Para vacar mejor á la elogio san Ambrosio, comparándola á la mujer
contemplación de Dios, abdicó la corona, despre- prudente de los Libros sagrados: fué natural de
ció las riquezas, y después de haber visitado los Bolonia, cuya ciudad ilustró con el resplandor' de
santos lugares de Jerusalén y Roma, cuando con- sus eminentes virtudes. Habiendo quedado viuda
sintiéndolo su esposa iba á entrar en un monaste- muy joven y con inmensas riquezas, se consagró
rio para acabar allí en paz sus días, permitió el á Dios, y repartiendo sus bienes á los pobres, vivió
Señor no se realizaran tan fervorosos deseos, el resto de sus días en la soledad y en el retiro,
viéndose acometido en Luca, donde se hallaba hasta que, coronada de méritos, descansó santa-
con su esposa y dos hijos, de una enfermedad mor- mente en el Señor el día 7 de febrero del año 435.
tal, que acabó con su vida el día 7 de febrero del Su sagrado cuerpo fué sepultado con mucha ve-
año 722. Su muerte fué llorada por los anglo-sajo- neración en Bolonia, y junto á su sepulcro encon-
nes, quienes hicieron todos los esfuerzos para ob- traron vista los ciegos, oído los sordos, movi-
tener de la ciudad de Luca^ su santo cuerpo; mas miento los paralíticos, salud, en fin, toda clase de
no quiso ésta privarse de él, persuadida de que el enfermos, y consuelo espiritual todos los que con
cielo derramaría sus favores sobre ella por la i n - verdadera fe la invocaron. Poco después de su
tercesión del santo rey. muerte autorizó la Iglesia su culto, y posterior-
mente el papa por medio de nuevos decretos.
SAN AUGULO, OBISPO DE AUGUSTA, EN BRETAÑA—Fué
martirizado el año 305 de Jesucristo, después de SAN TRESANO, PRESBÍTERO Y CONFESOR.-Irlandós del
una larga vida, la mayor parte de ella empleada siglo VI.
DÍA 8 FEBRERO 407
el objeto de redimir cautivos, pasaron á Roma á
Día 8
impetrar la aprobación del pontífice, quien, h a -
SAN JUAN DE MATA—Nació en la villa de Falcón, biendo tenido la misma revelación, no sólo aprobó
pueblo de la Provenza, en Francia, de una familia la orden, enriqueció de g lacias y privilegios á lo
ilustre por su nobleza. Hallándose su madre pró- religiosos, sino á más hizo donación á Juan de
xima al parto, pidió fervorosamente á Dios un Mata de la iglesia de Santo Tomás de Formis, con
feliz alumbramiento; entonces se le apareció la todas sus pertenencias y rentas, fundando allí
Virgen María rodeada de luces, y después de ha- mismo un hospital para qué los trinitarios asistie-
berle asegurado un dichoso parto, le dijo: «El hijo sen en él á los enfermos. Todos los cuidados de
que llevas en el vientre será insigne redentor Juan después de fundada la orden, fué poner en
de cautivos cristianos.» Descubriéronse en Juan práctica la regla que había dispuesto, y excitar á
cuando niño claros indicios del cargo que en los religiosos á observarla exactamente, y en es-
lo sucesivo confiara Dios á su caridad y diligen- pecial á ejercer la caridad para con los infelices
cia; bebió con la leche la piedad, empezando ésta cautivos. Fundó varios conventos en diferentes
á brillar cuando sólo contaba siete años. Dotado puntos, y especialmente en España y Francia. Fué
de un ingenio vivo, sus padres le enviaron á la este santo muy apreciado del papa Inocencio III,
ciudad de Aix, célebre por sus maestros, para que de los reyes de Francia y España, los cuales le
cultivara las retras humanas, pasando después á confiaron en diferentes ocasiones encargos de
París á cursar la sagrada teología. No sólo pro- mucha importancia, teniendo todos el más bri-
gresó en las ciencias extraordinariamente, sino llante éxito. Retiróse por último en Roma á espe-
también en la virtud; mereciéndose la estimación rar la muerte, y después de haberse ocupado en
de todos los maestros de aquella tan célebre uni- la predicación, en recoger limosnas para los c a u -
versidad, especialmente de Lotario Romano, que tivos, y recibido con fervor los santos sacramen-
después fué sumo pontífice con el nombre de Ino- tos, entregó su alma al Criador en 17 de diciem-
cencio III. Recibió el grado de doctor en teología, bre de 1213.
cuya facultad enseñó después sacando muchos y
muy aventajados discípulos. Obligóle el obispo de SAN JUYENCIO. —Fué obispo de Pavía y apóstol de
París á admitir una canonjía de esta iglesia y toda aquella parte de Italia, la cual convirtió á la
recibir el presbiterado, y cuando le impuso el fe de Jesucristo. Su episcopado duró treinta y
obispo las manos para ordenarle, bajó visible- nueve años, durante cuyo tiempo se distinguió
mente sobre él una columna de fuego, dando Dios siempre por el celo más puro en favor de la reli-
á conocer con esto que destinaba á su siervo para gión, por su infatigable constancia y eminentes
alguna empresa gloriosa de su Iglesia. No tardó virtudes, hasta que murió en Pavía durante el
el Señor en manifestar sus designios y lo que sig- siglo II.
nificaba aquella columna; pues celebrando la pri-
mera misa en presencia del obispo de París, de SANTA COÍNTA— Padeció martirio en Alejandría
los abades de san Víctor, del rector de la univer- en tiempo del emperador Decio. Llevada por los
sidad y casi todo el claustro, al tiempo de la con- paganos delante de un ídolo para que le adorase,
sagración rodeóle una brillante luz, y al elevar y habiéndolo rehusado con abominación, la ataron
la sagrada hostia se apareció un ángel vestido con por los pies, la llevaron arrastrando por las calles,
un hábito blanco, con una cruz en el pecho de hasta que últimamente la despedazaron.
color encarnado y azul, con dos cautivos á sus
lados. Comprendió el santo con esta visión ser EL GLORIOSO TRIUNFO DE LOS SANTOS MONJES DEL MONAS-
destinado para fundar una religión, cuyo instituto TERIO LLAMADO DIO—Fueron martirizados en Cons-
había de ser redimir los cautivos de la tiranía de tantinopla por los años 485 por defender la fe c a -
los sarracenos. Determina, de acuerdo con el tólica, y porque llevaban cartas del papa san
obispo de París, pasar á Roma, á dar noticia al Félix contra Acasio.
pontífice de lo acaecido, y pedir la aprobación de
la nueva orden; mas antes, movido de cierto i m -
LA CONMEMORACIÓN DE MUCHOS SANTOS MARTIRIZADOS EN
pulso interior, se retiró á la soledad, y allí encon-
PERSIA.—Sufrieron el martirio por confesar la fe
tró á un ermitaño, Félix de Valois., y estando de Jesucristo, en tiempo del rey Covades, á prin-
juntos en santa conversación, vino á ellos un cipios del siglo VI.
ciervo, llevando una cruz de colores carmesí y
celeste entre las astas. Juan manifestó á Félix lo
SAN ESTEBAN DE MORETO—Fué hijo del condeTie-
que aquello significaba atendida la visión que
rri de Auvernia, y habiendo viajado por Italia y
había tenido en la misa, y no dudando que era la visitado las ermitas calabresas, tomó tanto gusto
voluntad de Dios la fundación de una orden con por la vida cenobítica, que al volver á Francia se
408 LA LEYENDA DE ORO DÍA 9
retiró á la montaña de Moret, en el Lemosín, en que refiere Eusebio Cesariense en su Historia
cuyo destierro vivió por espacio de cincuenta eclesiástica, de esta manera:
años, todo entregado á la mortificación, al ayuno Fué santa Apolonia de la ciudad de Alejandría,
y á la piedad. En 1073 obtuvo una bula de Gre- y vivió toda su vida virgen, con gran recato, m o -
gorio VII para la fundación de una nueva orden destia y ejemplo. Estaba en aquella ciudad un mago
monástica según la regla de san Benito. La repu- ó hechicero, cruelísimo enemigo de cristianos, el
tación de sus virtudes le atrajo una porción de cual, por instigación del demonio, comenzó á mo-
discípulos y la visita de muchos personajes d i s - ver á todo el pueblo para que defendiese su anti-
tinguidos que querían admirar de cerca su santi- gua religión y culto de sus falsos dioses, y persi-
dad. Murió Esteban el año 1134, él setenta y ocho guiese y quitase de sobre la faz de la tierra á los
de su edad, y poco después sus discípulos regu- cristianos que la impugnaban, y traían al mundo
larizaron la orden, de la cual aquél había sido una nueva y ridicula religión, y predicaban que
fundador, y que tomó el nombre de Granmón, era Dios un hombre crucificado. Fueron las pala-
cuya orden fué suprimida en 1769. bras de este mago como centellas de fuego infer-
nal, que cayeron en los corazones de aquella gen-
SAN PEDRO,—Fué llamado ígneo, porque pasó sin te idólatra y perdida como sobre yesca seca: y así
lesión por el fuego, para probar la culpa de los los encendió é inflamó de tal manera, que luego
obispos simoníacos. Célebre religioso del orden entraron por las casas de los cristianos, robando
de Valleumbrosa, de la ilustre casa de los Aldro- todo lo rico y precioso que había en ellas, y q u e -
bandinis, fué creado cardenal y obispo de Albano mando lo que no era tal, y atormentando y matan-
el año 1073. Fué prelado sabio y prudente; dotado do con atroces géneros de muerte á muchos cris-
particularmente por el cielo con el don de apaci- tianos que hubieron á las manos, entre los cuales
guar y reconciliar los espíritus turbulentos de su fué una santa Apolonia, virgen, que era ya de an-
tiempo. Después de haber prestado incalculables ciana edad, y de grandes y admirables mereci-
servicios á la religión y al estado, murió santa- mientos, y muy respetada en aquella ciudad.
mente á fines del siglo XI. Quisieron persuadirla que negase la fe de Cristo
y sacrificase á los dioses; y como la santa estuvie-
LOS SANTOS PABLO Ó PAULO, LUCIO, Y CIRÍACO-Fueron se constante y firme, le dieron muchos golpes y
martirizados en Roma, pero se ignora cuándo. le quebrantaron las mejillas, y con gran violencia
y furor le arrancaron todos los dientes; y habiendo
LOS SANTOS DIONISIO, EMILIANO, Y SEBASTIÁN.-Fueron hecho una grande hoguera, la amenazaron que la
martirizados en la Armenia Menor, ignorándose quemarían viva si no blasfemaba á Cristo. Enton-
también la época de su muerte. ces la santa se detuvo un poco, y recogió su alma
é hizo oración al Señor, y encendida de su amor
SAN HONORATO.-Fué elegido obispo de Milán á y de aquel fuego divino con que estaban abrasa-
mediados del siglo VI. Ilustre en virtud y mila- das sus entrañas, con particular instinto é impulso
gros, trabajó no sólo en promover los intereses de Dios, sin el cual lícitamente no se pudiera ha-
de la religión, sino también los temporales de su cer, corriendo se arrojó en el fuego, del cual fué
rebaño. Contuvo á los bárbaros del Norte, ó impi- consumida, quedando espantados los gentiles, por
dió que la desolasen, y que sus habitantes fuesen ver que la santa había sido más pronta en tomar
pasados á cuchillo. Murió en dicha ciudad el día la muerte que ellos en querérsela dar. Sucedió
8 de febrero del año 570. esto á los 9 de febrero del año de 252, siendo san
Fabián papa y Filipo emperador. Celebra la Igle-
SAN PABLO, OBISPO DE YERDÚN, EN FRANCIA-Fué e s - sia la fiesta de santa Apolonia el mismo día de su
clarecido en milagros, y principalmente en la martirio. Es abogada esta santa en los dolores de
gracia de curar los enfermos: murió entre sus muelas, y por su intercesión hace nuestro Señor
ovejas el año 649. muchas mercedes á los que la invocan con d e -
voción. (P. Ribadeneira.)
SAN CUTHMÁN, CONFESOR—Habla de él Bollandos en
febrero, pág. 197. SAN NICÉFORO, MÁRTIR.—A los 9 de febrero hace
mención el Martirologio romano de san Nicéforo,
mártir de Antioquia de Siria, y los griegos en su
Día 9
Menologio le celebran, y Metafrastes escribió su
martirio, que me ha parecido poner aquí por ser
SANTA APOLONIA, VIRGEN Y MÁRTIR.—El martirio de cosa notable y digna de consideración; y fué de
la bienaventurada virgen y mártir santa Apolonia esta manera:
escribió san Dionisio Alejandrino en una epístola, Siendo emperadores Valeriano y Galierío su
DÍA 9 FEBRERO 409
hijo, hubo en Antioquía un sacerdote cristiano entrañas más duras que el acero y que el diaman-
llamado Sapricio, y otro hombre lego también te. Finalmente, estando ya en el lugar del supli-
cristiano que se llamaba Nicéforo. Estos dos tra- cio, Nicéforo, postrado en el suelo, le puso delante
baron ian estrecha amistad entre sí, que parecían el favor que Dios le hacía, en que muriese por él,
dos hermanos de un vientre, ó una alma en dos y que pues iba á recibir la corona del martirio, le
cuerpos. Duró esta amistad algún tiempo; y el consolase perdonándole por amor de aquel mismo
demonio, que es enemigo de paz y concordia, t e - Señor, por quien moría. Todo esto no bastó, para
niendo envidia á la que Sapricio y Nicéforo tenían que se vea si hay corazones de hombres más crue-
entre sí, procuró sembrar cizaña y división entre les que los leones, y más fieros que los tigres;
los dos, y salió con ello de manera, que vinieron y se entienda lo que dice san Pablo, que aunque
á tan grande rompimiento y aborrecimiento el uno el hombre entregue su cuerpo para ser abrasado
del otro, que no se podían ver ni querían hablar, á las llamas, ninguna cosa le aprovecha si no
ni toparse cuando iban por la calle: tanto era el tiene caridad; como se vio en lo que sucedió al
odio que el demonio había sembrado en sus cora- triste Sapricio, porque al punto que el verdugo le
zones. Mas andando el tiempo, Nicéforo, tocado dijo que se arrodillase para cortarle la cabeza, él
de la mano del Señor, volvió en sí, y entendiendo respondió: «Pero ¿por qué me la queréis cortar?»
que aquel rencor le llevaba al infierno, envió al- «Porque menosprecias, dijo, el mandato de los em-
gunos amigos suyos á Sapricio, rogándole por peradores, y no quieres adorar á nuestros dioses,
Jesucristo que le perdonase y se reconciliase con teniendo á Cristo por Dios.» Entonces dijo Sapri-
él. Oyó el recado el sacerdote (que debiera ser el cio: «Pues no me hiráis ni me matéis, que yo sa-
primero á buscar la paz), y no le oyó, porque no crificaré á los dioses, y haré lo que mandan los
la quiso conceder á su hermano, ni perdonarle. emperadores » Estaba presente á este lastimoso
Volvió Nicéforo la segunda y tercera vez á enviar espectáculo el buen Nicéforo, y con muchas lágri-
á otros amigos suyos, para pedirle lo mismo; pero mas y tierno afecto habló á Sapricio, suplicándole
no hallaron entrada en el corazón empedernido que no desfalleciese ni perdiese tan fácilmente la
de Sapricio. Entonces Nicéforo, para ablandarle corona de gloria que con los tormentos pasados
con su presencia y obligarle más, fué á casa de había ganado, y allí le estaba aparejada. Pero el
Sapricio, y se echó á sus pies, y le suplicó con que había cerrado la puerta tan de golpe al perdón
grande afecto que por amor de Dios le perdonase; y misericordia de su hermano, no mereció abrirla
y Sapricio le desechó y no quiso abrir la puerta para que nuestro Señor usase de tan gran m i s e -
de su corazón á tan justa demanda. ¡Oh pecho ricordia con él y le perdonase. Quedó el desventu-
duro y digno del castigo que Dios le dio! Estando rado y miserable en su perfidia y obstinación, ne-
en esto creció en Antioquía la persecución de los gando en aquel trance á Cristo, á quien en los
emperadores contra los cristianos. Fué preso S a - tormentos había confesado. Entonces Nicéforo,
pricio y llevado delante del presidente, y confe- viendo la perdición de Sapricio, encendido de amor
sando que era cristiano y presbítero, y que no de Dios, y deseoso del martirio, á grandes voces
quería adorar á los dioses, el juez le mandó dura- dijo: «Yo soy cristiano y confieso por mi Dios á
mente atormentar; y estando en el tormento, que mi Señor Jesucristo, al cual éste ha negado: d e -
fué largo y cruel, Sapricio dijo al presidente: jadle y matadme á mí por él.» Fué avisado el pre-
«Bien puedes atormentarme y despedazar mis car- sidente de lo que pasaba, y mandó que dejasen á
nes, porque Dios te ha dado potestad para esto; Sapricio y degollasen á Nicéforo; y así se hizo,
mas el dominio sobre mi alma, Dios sólo le ha quedando el uno vivo en el cuerpo y muerto en
reservado para sí.» Finalmente, viendo el juez su el alma para Dios, y el espíritu del otro, muerto
constancia, y que perdía tiempo en quererle apar- el cuerpo, volando vivo al cielo, para gozar de las
tar de la confesión de Cristo, le mandó degollar. moradas eternas.
Supo Nicéforo la sentencia que se había dado con- El martirio de este glorioso caballero de Jesu-
tra Sapricio, y pareciéndole buena ocasión, al cristo fué á los 9 de febrero del año del Señor de
tiempo que le llevaban al suplicio, le salió al e n - 260, imperando Valeriano y Galieno. Pues ¿quién
cuentro, y echándose á sus pies en la calle, le dijo: no ve en este martirio de san Nicéforo cuan peli-
«Mártir de Cristo, perdóname lo que he pecado groso es un corazón duro, vengativo, y para con
contra ti.» Sapricio no le respondió. Tornó Nicé- los prójimos desabrido? ¿Quién no entiende que
foro segunda vez en otra calle, y con palabras todas las obras que hace un cristiano, por altas
más humildes y amorosas le pidió perdón; de suer- y preciosas que parezcan, si no nacen de la raíz
te, que los mismos sayones que llevaban á Sapricio de la caridad y amor de Dios y del prójimo, no
al martirio, se reían de Nicéforo porque pedía per- son fructuosas para la vida eterna, ni agradables
dón á un hombre que tan en breve había de m o - en los ojos del Señor? El cual estimó en tan poco
rir. Mas tampoco esta vez hizo mella en aquellas los tormentos que Sapricio habia sufrido por la
TOMO I 52
410 LA LEYENDA DE ORO DÍA 10
confesión de su fe, con haber sido tantos y tan la silla episcopal de Canosa, en la provincia de la
grandes, porque no tuvo valor para vencer el odio Pulla, cuya iglesia dirigió hasta su muerte, acae-
con que tenía á su hermano atravesado en su c o - cida el día 9 de febrero del año 566. Fué prelado
razón. Porque es verdadera é inefable la sentencia eminente por sus talentos y erudición, por sus es-
de Cristo, que dijo: «Si no perdonáredes á los critos, dirigidos todos á combatir el error hasta
otros las ofensas que cometen contra vos, tampoco en sus últimas trincheras; por sus viajes y su i n -
vuestro Padre celestial os perdonará á vosotros fatigable laboriosidad; por el don de profecía, y
vuestros pecados. Perdonad, y seréis perdonados. por sus muchos milagros.
Con la medida que midiéredes á vuestro hermano,
os medirán á vos.» ¿Quién no se admira, teme y SAN THELIÁN, OBISPO Y CONFESOR—Murió en 580,
tiembla de los secretos juicios de Dios, por más siendo obispo de Landaff.
que sea religioso y sacerdote, y haya comenzado
bien y padecido mucho por Cristo, considerando SANTA ATTRACTA Ó TARAHATA, YIRGEN-Sus actas las
que Sapricio era sacerdote y padeció muchas pe- trae Colgán.
nas y tormentos por el Señor, y al cabo desfalle-
ció y no mereció el don de la perseverancia, ni SAN ERHARDO Ó EVERHARDO, ABAD Y CONFESOR—Es-
la corona del martirio? Y por otra parte Nicéforo, cocés; floreció en el siglo VIII.
que era lego y menos obligado que el sacerdote á
seguir la doctrina evangélica del amor, por ha- Dia i O
berse abrazado con ella, y buscado la paz del que
huía de ella, y pedido perdón tantas veces al que SAN GUILLERMO, ERMITAÑO Y CONFESOR.-Fué san Gui-
con ánimo obstinado y pertinaz se lo negó, agradó llermo hijo de los duques de Aquitania y condes
tanto á nuestro Señor, que le hizo digno del mar- de Pictavia, ilustrísimos por sangre, y en rique-
tirio, y glorioso en el cielo. (P. Ribadeneira.) zas y estados poderosos. Sucedióles Guillermo
como heredero, y vino á ser duque y conde como
SAN ALEJANDRO, MÁRTIR—El Martirologio romano sus padres, los cuales le criaron en toda grandeza
nos dice fué este santo martirizado junto con otros y regalo, y él de suyo era brioso y mal inclinado.
treinta y ocho compañeros en Roma; mas leemos Era muy alto de cuerpo, y tanto que parecía g i -
en Bollandos, que éste no es otro sino el mismo gante, y de tantas fuerzas que no había quien
que lo fué junto con san Ammonio. compitiese con él, y comía tanto, que bastara
para ocho mancebos bien dispuestos y robustos.
SAN ALEJANDRO, Y SAN AMMONIO—Fueron martiriza- Gustaba mucho de las armas y pendencias, y
dos en Zea, en la isla de Chipre, con otros m u - cuando no había guerra en que ocuparse, d e s -
chos, en tiempo de san Atanasio. afiaba á los otros á pelear consigo. Fué muy vicio-
so y tan carnal, que como otro Herodes tomó por
LOS SANTOS PRIMO, Y DONATO—Estando custodiando fuerza su mujer á un hermano suyo, y la tuvo
el altar en la iglesia del castillo Semelense en tres años en su casa, y no sufría que ninguno le
África, fueron sacrificados por los donatistas, el reprendiese y tachase lo que hacía. En la cólera era
día 9 de febrero del año 362. un fuego, en el perdonar de acero, y como una dura
piedra para todo lo que era blandura y piedad. Vi-
SAN AUSBERTO Ó ANSBERTO—Desde sus primeros vía en aquel tiempo en su pobre y santo monaste-
años abrazó la vida monástica, y entró en el m o - rio de Claraval el glorioso Bernardo, el cual, oyen-
nasterio de Fontanele, del cual fué abad. A pesar do la mala vida de Guillermo, y el escándalo
de su modestia y del retiro en que vivía, habiendo que daba á sus pueblos y á todo el reino de Fran-
vacado la silla de Rúan, fué elegido obispo por el cia, por ser príncipe tan esclarecido y puesto en los
clero y el pueblo. La fama de sus esclarecidos ojos de tantos, hizo oración por él, y deseó m u -
méritos voló desde la altura del episcopado por cho hablarle y reducirle al camino de la vida; mas
todas las Galias, que santificó por medio de sus no halló modo de hacer lo que deseaba, porque
trabajos apostólicos, y por las innumerables con- ni él quería salir de su rincón y santo recogi-
versiones que cada día obraba. Ausberto fué en miento, ni podía enviar á llamar al duque Guiller-
su tiempo un verdadero sucesor de los apóstoles, mo, porque siendo tan libre y desbaratado como
en el celo, en la caridad y en el glorioso don de era, no se dignaría de venir á Claraval. Pero a n -
hacer milagros. Murió el año 695, y su cuerpo fué dando el tiempo, Dios nuestro Señor abrió camino
sepultado en el monasterio de que había sido dig- para que san Bernardo hablase al conde, con la
no abad. ocasión que aquí diré.
Después de la muerte de Honorio II, sumo pon-
SAN SABINO.—Natural de Italia, fué promovido á tífice, fué elegido en su lugar Inocencio II de este
DÍA 10 FEBRERO 411
nombre; opúsosele un cardenal, caballero roma- el Señor, que de gran pecador le quería hacer
no principal, llamado Pierleón, el cual tomó por gran santo, y de Saulo Paulo, le miró desde el
nombre Anacleto, y causó un peligroso cisma en cielo con ojos de piedad, y con los rayos amoro-
toda la Iglesia católica, porque unos seguían y sos de su divina luz fué penetrando poco á poco
obedecían á Inocencio, que era el verdadero papa, el corazón del duque, despidiendo las tinieblas
y otros á Anacleto, que era antipapa, y con violen- que le ofuscaban, alumbrándole y encendiéndole
cia había usurpado la silla apostólica. Hízose en á hacer penitencia de sus pecados gravísimos, y
Francia un concilio para averiguar esta verdad, y convertirse de veras al Señor. Hizo esta resolu-
fué llamado á él, por su grande autoridad y opi- ción Guillermo, y para acertar lo que había de
nión de santidad y prudencia, el bienaventurado hacer, deseó tomar algún varón espiritual y pru-
padre san Bernardo, y todo el concilio puso en sus dente por maestro que le enseñase, y aunque se
manos aquel negocio, y por su declaración y s e n - inclinaba á ponerse en manos de san Bernardo,
tencia recibió por papa y vicario de Cristo á Ino- pero por estar lejos y parecerle que le había ofen-
cencio, sin que hubiese persona en todo aquel dido mucho, lo dejó y se fué á otro solitario que
concilio que se opusiese á tal declaración; y así moraba allí cerca, y era hombre sin letras y s i m -
fué obedecido en todo el reino de Francia. Sólo plísimo, pero tenido por santo. El, cuando vio á
Guillermo, parte por su mala condición, y parte Guillermo que le venía á buscar, sabiendo los
por persuasión de un mal obispo, tomó las partes males innumerables que había hecho contra la
de Anacleto, y le favoreció, y persiguió á todos Iglesia, tuvo temor que no viniese por mal; y así
los que tomaron la voz de Inocencio. Por esta le riñó y reprendió mucho, diciéndole que era ti-
ocasión fué el santo abad á Poitiers, y estando en rano, cruel y una fiera infernal; que no le tentase,
un convento de su orden, que allí se había funda- sino que se volviese á Dios ó hiciese penitencia
do, envió á rogar á Guillermo que se dejase h a - de sus pecados; y por más que Guillermo le dijo
blar, y él vino á san Bernardo: el cual ni con que para esto venía aparejado á seguir su consejo
blandura, ni severidad, ni con ruegos, ni con y hacer lo que él le dijese, nunca el solitario qui-
amenazas de la ira de Dios, pudo alcanzar del so aconsejarle, temiendo ser de él engañado; pero
duque lo que pretendía; y asi se volvió á su recogi- remitióle á otro santo viejo, hombre docto y expe-
miento, triste y desconsolado, porque el mal de rimentado, que vivía allí cerca. No se alteró el
Guillermo le atravesaba el corazón, y el verse en duque ni se embraveció con el desvío y sequedad
su celda le alegraba. Pero no pudo reposar mucho del solitario, porque estaba ya herido de Dios; an-
en ella; porque enviando el papa Inocencio por tes se fué á buscar con mucha humildad y pacien-
legado suyo á Aquitania á Gaufrido, obispo car- cia al otro siervo del Señor, el cual le recibió be-
notense, para remediar los daños que el duque Gui- nigna y amorosamente, porque había tenido r e -
llermo en aquella provincia hacía contra la Iglesia velación de Dios de la venida del duque y á lo que
y contra los obispos, prelados y eclesiásticos, llevó venía; y después que entendió de él sus buenos
á san Bernardo en su compañía, y á otros muchos propósitos; y le confirmó en ellos, haciéndole las
obispos y religiosos, para tratar de común acuer- caricias que pudo, le dijo que se volviese á su
do lo que con un hombre tan terrible, fiero y po- casa, y que no descubriese á nadie sus intentos
deroso se había de hacer. Hablóle la segunda vez (porque el descubrirlos suele ser muy peligroso
el santo abad, y aunque le persuadió que daría la para los que comienzan y quieren servir al Señor),
obediencia á Inocencio, nunca le pudo persuadir y que después, vestido de sus armas, volviese á él
que restituyese los obispos que tenía desterrados, en el mejor caballo que tenía en su caballeriza.
porque decía que le habían ofendido, y que él Todo lo hizo Guillermo como el santo viejo se lo
había jurado de no perdonarlos jamás. Como el mandó; volvió muy bien armado, como si fuera á
santo vio tan duro y empedernido al duque, en- la guerra, y muy bien á caballo, y halló á su
tróse en la iglesia á hacer oración por él, y á de- maestro y consejero, y con él á un herrero con
cir misa, y tomó el santísimo Sacramento sobre todos los instrumentos de su arte, que el mismo
la patena, y salió á la puerta de la iglesia, donde santo había hecho traer. Después de haber oído á
estaba el duque, porque no podía entrar en la Igle- Guillermo, él, con grande severidad y con un e s -
sia por estar excomulgado. Allí le habló el santo píritu del cielo, le puso delante los males gravísi-
abad, teniendo á Jesucristo nuestro Salvador en mos que había cometido, las penas del infierno
las manos, con tan grande imperio y espíritu del que merecía por ellos, y que Dios le había guar-
cielo, que el duque cayó en el suelo, y postrado á dado por su misericordia, para que satisficiese en
los pies de san Bernardo hizo todo lo que le man- esta vida por ellos dignamente; y que para esto era
dó, como más largamente lo escribimos en su vida. necesario que á la medida de la culpa fuese la pe-
El santo se volvió á Claraval, dejando asombrado nitencia. «Porque algunos, dijo, se engañan g r a -
y atónito al duque; pero más tratable y blando. Y vemente, pensando que con cualquiera peniten-
412 LA LEYENDA DE ORO DÍA 10
cia purgan los pecados abominables y detestables quieres que crea que estás arrepentido de las mal-
que cometieren; y no menos los sacerdotes que dades y delitos que has cometido contra Dios y
los dejan con este engaño ir al infierno. Mejor es contra su Iglesia, sembrando cisma en ella, y e s -
que pagues lo que debes á Dios en esta vida, que candalizando al mundo y tomando su propia m u -
no en la otra -con fuego eterno. Pues para esto jer á tu hermano? Bien sé que Dios es todopode-
toma mi consejo, y entiende que el ayuno doma roso, y que puede convertir las piedras en hijos
la carne, y la oración sana el alma, y la limosna de Abrahán, y de lobos hacer corderos; pero hasta
vale para todo. Por esto vende todo lo que tienes y ahora no sé que lo haya hecho en ti, ni lo
dalo á los pobres, y vístete de esta loriga de hierro creeré hasta que vea otras señales de mayor
que tengo aquí aparejada, y tráela todos los días de penitencia. Vete de mi presencia, porque yo
tu vida, y con los pies descalzos ve al papa y écha- no sé qué hacerme contigo, ni sé quién eres.» No
te á sus pies, para que te perdone y absuelva de se turbó Guillermo con esta severa respuesta,
la excomunión con que estás encadenado, y quite antes se humilló más, y con los ojos bajos y
el escándalo que has dado al mundo. De la ora- con la voz temblando, dijo que bien conocía que
ción no te digo nada, porque confío en Dios que sus pecados merecían mayor castigo, y que para
con el tiempo la unión del Espíritu Santo te ense- satisfacer por ellos había venido á su santidad, y
ñará lo que en ella y en las demás cosas debes que le suplicaba que le echase su bendición,
hacer.» porque si no la alcanzaba, le protestaba que el
Bien se vio que no hablaba el viejo, sino Dios sumo pastor Jesucristo, cuyo vicario él era en
por él, que había inflamado ya á san Guillermo la tierra, le pediría cuenta de su alma, como de
en su amor, de tal manera, que aceptó aquella oveja perdida. Entonces el sumo pontífice le r e s -
tan rigurosa penitencia, como si un ángel por pondió más blandamente, y le remitió al patriarca
orden del Señor se la hubiera traído del cielo. Allí de Jerusalén, que era varón santo y prudente,
mismo se desnudó, y por manos del solitario y dándole todas sus veces, para que hiciese con
del herrero se vistió aquella loriga de hierro so- Guillermo todo lo que le pareciese ser necesario
bre sus carnes, y se la aferraron con diez cadenas para bien de su alma. Consolóse con esta respues-
tan fuertemente que no se pudiese con el tiempo ta Guillermo, y besando el pie al papa fué á Jeru-
desechar, y sobre la loriga le echaron un áspero salén, y dio cuenta al patriarca de su ida. El pa-
cilicio, y en la cabeza un morrión de hierro; y triarca, además de ser varón perfecto, prudente
con estas armas vestido volvió á su casa, y dio y de gran consejo, era hijo de un criado antiguo
todo lo que pudo á los pobres, y descalzo y á pie de Guillermo, á quien él por sus buenos servicios
se fué en busca del sumo pontífice, que á la sazón había hecho grandes mercedes, y el patriarca,
era Eugenio III, discípulo de san Bernardo, y sabiendo esto, como buen hijo, deseaba agradecer
había venido de Roma á Francia, y celebrado á san Guillermo, y servirle por lo que había h e -
concilio en Reims, y en él excomulgado de nuevo cho por su padre; y así juntándose la piedad y
y anatematizado á Guillermo, como rebelde y amor de Dios con este reconocimiento y gratitud,
pertinaz, no sabiendo que Dios nuestro Señor le el patriarca, después de haber hecho gracias al
había tocado en el corazón, y que ya estaba arre- Señor, por haber alumbrado y trocado el corazón
pentido. En esta coyuntura se presentó el duque, de Guillermo tan poderosamente, y suplicándole
en aquel hábito de penitente que llevaba y des- que llevase adelante lo que había comenzado y le
calzo, al papa, y se postró á sus pies, y con los diese perfección, abrazó al duque con entrañas de
ojos bajos y llorosos, y con el rostro vergonzoso verdadero padre, y le acarició y regaló, y quiso
y humilde, comenzó á pedirle perdón, encare- tenerle en su casa; pero el duque no lo consintió,
ciendo sus grandes maldades, y suplicándole que antes le pidió que mandase hacer en una cueva que
se las perdonase, pues Dios es tan misericordioso estaba allí cerca de su casa, un aposentillo á m a -
y era su vicario en la tierra. Espantóse el papa nera de choza, en el cual se encerró y estuvo
cuando vio un hombre de tan alta estatura á sus nueve años, con grande aspereza y rigor de vida;
pies, sin conocerle, y preguntóle quién era. Cuan- porque su casa era aquella pobre celda, su comi-
do oyó de él que era Guillermo duque de Aquita- da un pedazo de pan negro, su bebida un poco de
nia, mucho más se maravilló, temiendo no fuese agua, su vestido la loriga y el cilicio, su cama el
alguna fantasma, ó que el demonio hubiese toma- suelo, su cabezal una piedra, y por cobertor el
do aquella figura para engañarle, y díjole: «Yo techo. Y con todo esto estaba más seguro y más
no sé quién eres, porque al duque Guillermo no alegre que cuando era señor y poderoso, é iba
le conozco de vista; pero si tú no eres el que me vestido de oro y seda. Pasaba muchas noches
dices, y me has querido engañar, mira no caiga enteras en oración, y lloraba amargamente sus
sobre ti la maldición de Dios; y si eres el duque, pecados: hería sus pechos, y hacia una vida que
como dices, ¿por qué te finges penitente? O ¿cómo parecía más de un hombre venido del cielo, que
DÍA 10 FEBRERO 413
no de tan gran pecador como él había sido, ó de Dios nuestro Señor se apiadó de él, y para a l u m -
hombre mortal; y así el Señor comenzó á rega- brar su alma le quitó la vista corporal. Abrió los
larle y á enviarle ángeles que á menudo le visita- ojos de la carne y hallóse ciego; abrió los del alma
sen, amonestasen y consolasen. y conoció su pecado, y lloróle y pidió perdón á
Mas estando él ocupado en tan santos ejerci- nuestro Señor, y suplicóle que le restituyese la
cios, y olvidado de su tierra, grandeza y estados, vista, porque él le prometía volver al estandarte
sus deudos, amigos y vasallos, no lo estaban de de la cruz que casi había dejado, y de militar de-
buscarle y saber dónde estaba. Para esto hicieron bajo de él hasta la muerte. «Abrid, dijo, Señor,
muchas y grandes diligencias, enviando por mu- vuestros ojos y mirad mi desconsuelo; y abrid mis
chasprovincias, por mar y por tierra,hombres que ojos, para que yo vea vuestra consolación.» Luego
le buscasen; y finalmente, sabiendo de algunos pe- cobró la vista, y avisando á los gobernadores que
regrinos que volvían de Jerusalén, que estaba en le habían hablado que él era un pobre hombre
aquella santa ciudad, fueron allá muchos de sus que pretendía servir á Dios, y que no le era lícito
deudos y amigos, y hallándole en aquella cueva tratar las armas, se despidió de ellos, y tomó el
y traje tan vil y penitente, le quisieron persuadir camino otra vez para Jerusalén. Entró en el mar,
que en todo caso se volviese á su casa y dejase y navegando fué preso de los corsarios sarrace-
aquel desatino, que así le llamaban, y aquella nos; los cuales, viéndole sin armas, pobre y d e s -
manera de vida tan loca que había comenzado, nudo, luego entendieron que debía ser algún cris-
pues era sobre sus fuerzas y no la podía llevar tiano penitente; tentáronle y descubriéronle la
adelante, y tenía edad para poder gozar de sus loriga, que traía á raíz de las carnes, y se la qui-
estados y hacer bien á muchos, y librar á sus sieron quitar; pero no pudieron por estar aferrada
vasallos de los agravios que sus enemigos les con aquellas cadenas que se dijo arriba, y así le
hacían, y remediar á los pobres, consolar á las dejaron, y llegó á Jerusalén, y volvió á su estre-
viudas, amparar á los huérfanos, y reprimir á los cha y antigua morada, donde de nuevo fué asal-
insolentes que en su ausencia robaban los p u e - tado de los enemigos domésticos, parientes y
blos y destruían las iglesias, y hacían todo lo que amigos suyos, que con todas las máquinas y arti-
querían. Oyó san Guillermo los silbos de las s e r - ficio que pudieron le pretendieron derribar y h a -
pientes, y no los oyó, porque determinó cerrarles cer volver atrás, para que habiendo salido de
las orejas, y para librarse de ellos salióse de don- Sodoma, se volviese en estatua de sal, como la
de estaba secretamente, y fuese á otra parte, donde mujer de Lot. Pero como él estaba ya más escar-
le guiase Dios, y así lo hizo. Pero permitió nuestro mentado, cerró las orejas como áspid sordo á la
Señor que el demonio de allí adelante le tentase voz de los encantadores," y por librarse de ellos,
más fuertemente, y que las palabras que sus pa- después de haber estado allí otros dos años c o n -
rientes y amigos le habían dicho, y él había des- tinuos, secretamente, sin ser sentido, se fué á una
echado, se le pegasen en el corazón, representán- soledad que estaba allí cerca, para vivir como e r -
dosele lo que había dejado y lo que al presente mitaño, sin ser de nadie conocido. En esta s o l e -
tenía, y deteniéndose en estos pensamientos dad estuvo algún tiempo ocupado en oración y
más de lo que debiera, se comenzó ó entibiar y meditación, en aspereza y penitencia, mortifican-
á trocar el corazón, y á aficionarse á la vida pa- do su carne con aspereza, y recreando su espíritu
sada, y á no estar tan firme en su primer propó- con el aliento y favor del cielo. Mas como el santo
sito; y esta tentación permitió Dios para que más varón estaba temeroso de sí por lo pasado, y co-
se humillase y mejor entendiese su flaqueza, y que nocía su flaqueza y juzgaba que tenía necesidad
toda su fortaleza le venía de arriba. de quien le ayudase y diese la mano, movido del
Señor, se determinó venir á España para visitar
Partióse de Jerusalén y vino á Italia, y pasando
el cuerpo del glorioso apóstol Santiago, su patrón.
por el estado de Luca, halló que los luqueses
hacían guerra contra algunos vecinos suyos, y Vino y fué muy regalado del Señor por inter-
que tenían cercada una fortaleza y no la podían cesión de su santo apóstol; y habiendo estado al-
tomar. Y como Guillermo era tan valeroso y e x - gunos días ocupado en aquella santa devoción, y
perimentado soldado, y venía ya tibio, como diji- sido tratado con mucha caridad de algunas perso-
mos, en su buen propósito, se dejó decir que aque- nas siervas de Dios que allí estaban, volvió á Ita-
llos capitanes que allí estaban no sabían lo que se lia, y en el territorio de Pisa; en un bosque que
hacían, y que si aquel negocio estuviera en su se llamaba Liballia, se entró en una cueva espan-
mano, muy presto lo acabara y con feliz suceso. tosa, donde se le llegaron algunos compañeros, y
Entendieron esto los gobernadores de aquella em- edificaron un hospital para recogimiento de los
presa; hablaron con Guillermo, rogándole que se pobres. Pero poco después los religiosos que se le
encargase de ella, y él prometió de hacerlo, y se habían llegado se cansaron de él, porque no les
armó, y aprestó, y puso en orden. En este punto hablaba sino de Dios, y su vida les parecía inimi-
414 LA LEYENDA DE ORO DÍA 10
table, y así comenzaron á maltratarle y perseguir- esta Señora, teniéndole por su único amparo y re-
le. Por esto él, encomendando el hospital á uno de fugio. No paró aquí el demonio; antes viendo que
ellos, que era buen hombre y se llamaba Pedro, por sí mismo no había podido vencer á san Gui-
los dejó, y se fué á otro monte llamado de Pruno, llermo, pretendió derribarle por medio de los hom-
y en una selva muy espesa armó una choza para bres ministros suyos. Comenzó, pues, á tentar los
servir apartado al Señor; aunque como la fama de religiosos que con él estaban, y á instigarlos y en-
su santidad se esparció por toda aquella tierra, cenderlos contra él, para que anduviesen amar-
vinieron muchos a buscarle para vivir debajo de gos, descontentos y desabridos, y con palabras y
su obediencia, y ser enderezados por sus santos obras, y con agravios é injurias se lo mostrasen;
consejos á la perfección; mas tampoco esta vez le y ellos lo hicieron tan desatinadamente, que obli-
faltó que padecer con ellos. garon al santo á dejarlos y á volverse á aquel
No pudo el demonio disimular más su ira, y bosque de Liballia, donde antes había estado y
permitiéndolo asi nuestro Señor para mayor m e - edificado aquel hospital. Pero aquí no menos le
recimiento y corona de su siervo, determinó de persiguieron con baldones y afrentas los otros
hacerle guerra por otro camino; pues los que religiosos, y él, viéndose combatido en todas par-
hasta ahora había tomado, no le habían aprove- tes, y hallándose flaco y enfermo, no sabiendo qué
chado. Estando, pues, una noche solo en su reco- camino tomar ni adonde ir para tener paz y quie-
gimiento, puesto en una fervorosa oración y c o n - tud, oyó una voz del cielo que le mandó que fuese
templación de Dios, vino una gran multitud de á un monte llamado Patricio, cerca de un pueblo
demonios á él con gran ruido y tropel, en varias llamado Castellón, donde estuvo algún tiempo en
figuras y horribles formas de caballos, de leones, casa de unos casados, personas virtuosas que le
tigres, osos, serpientes y otras bestias fieras, recibieron en ella con grande devoción y caridad.
dando bramidos, y cada una con su sonido pro- Y como un día se hallase el santo, por los muchos
pio, queriéndole espantar. Parecía que aquellos ayunos, gran calor y recio dolor de su cuerpo,
demonios infernales hundían todo aquel campo: casi consumido y desmayado, y pidiese á s u hués-
cercaban por todas partes la cabeza del santo, y peda que le aparejase alguna cosa que comiese
comenzaron entre sí á pelear como hombres ar- para que no falleciese, y ella por estar con una
mados; y uno de ellos, tomando la figura de su fuerte calentura no lo pudiese hacer, el santo
mismo padre, con voz clara y serena comenzó hizo oración á Dios, suplicándole que la sanase,
á hablarle y exhortarle con muchas y amorosas y ella luego sanó y le aparejó lo que había m e -
palabras, que se compadeciese de su vejez, y obe- nester, y después le sirvió todos los días de su
deciese y dejase[aquella triste y desventurada vida, vida. Mas con este milagro quedó Guillermo tan
y se volviese á gozar de la que antes tenía, pues confuso y tan temeroso de la gloria vana y aire
en ella podía servir á Dios y hacer bien á muchos, popular, que por no ser estimado se fué de allí á
y asegurar su salvación. Y como el santo estuvie- un valle que se llamaba Stabulum Rhodis, inculto
se fuerte, y los demonios viesen que no se movía y desierto, y ahora se llama Malavales, y está en
ni respondía, juzgando que hacía poco caso de el territorio de Sena, como lo notó el cardenal Ba-
ellos, entraron con gran furia y le sacaron arras- ronio en las anotaciones sobre el Martirologio, á
trando de su choza, dándole muchos golpes, y los 10 de febrero; donde con la limosna y diligen-
maltratándole de manera que le dejaron quebran- cia de algunas personas honradas y devotas, se
tado y casi muerto, que apenas podía resollar. le hizo una habitación pobre y vil, en que estuvo
Mas el Señor no se olvidó de su soldado, aunque hasta el fin de su vida; la cual fué tan excelente
parecía que (como á otro san Antonio abad) le y tan adornada de todas las virtudes, que parecía
había dejado á solas pelear con aquellos m o n s - hombre, no humano, sino divino; y las mismas
truos infernales. Luego aparecieron tres donce- fieras y serpientes le reverenciaban y se postra-
llas hermosísimas, vestidas de inmensa claridad, ban á sus pies y los lamían y hacían todo lo que
y entre ellas, la que con mayor resplandor y les mandaba.
majestad venía, habló á Guillermo muy dulce- Habiendo, pues, vivido en este lugar un año y
mente, exhortándole á fortaleza y perseverancia; medio en su acostumbrada y rigurosa penitencia
y ésta fué la reina del cielo y Virgen María nues- y santa vida, entendió por la disposición de su
tra Señora, y las otras dos vírgenes encendieron cuerpo, y no menos por los afectos y ansias de su
fuego, y le calentaron y le untaron con los u n - bendita alma, que se llegaba el tiempo en que el
güentos preciosos y aromáticos que traían. Y con Señor le quería llevar para sí; y aunque estaba
esto y con la vista de la Virgen, quedaron sanas tan aparejado para aquella hora, recibió los s a -
las llagas y el cuerpo de san Guillermo, y con sus cramentos de mano de un sacerdote, que para
palabras se recreó y refociló su espíritu y c o n - esto vino de Castellón, y dio su espíritu en manos
fianza en sus mismas tentaciones y trabajos con de aquel Señor, que para tanta gloria suya le ha-
DÍA 10 FEBRERO 415
bía criado; y para descubrir más en Guillermo el que estaban dispersos á una orden, á una regla y
tesoro riquísimo ó inestimable de su misericordia á un hábito, que es el que ahora traen, y debajo
y clemencia, fué cosa maravillosa que al tiempo de una cabeza y de un prior generalísimo, que
que expiró, su rostro, que por la aspereza y peni- fuese superior de todos como lo vemos ahora.
tencia extremada estaba pálido, mortecino y c o n - La vida de san Guillermo escribió un discípulo
sumido, súbitamente resplandeció, y con una nue- suyo llamado Alberto, que vivió mucho tiempo con
va claridad quedó muy hermoso, y así como en él y se halló á su muerte. También la escribió
vida parecía muerto, así en muerte parecía vivo. más difusamente Teobaldo, obispo, en prosa, y la
Sepultaron su cuerpo el sacerdote y un discípulo trae el P. Fr. Lorenzo Surio en el primer tomo de
suyo llamado Alberto, en un huerto que el mismo las Vidas de los sanios, y Cornelio Grafeo en ver-
santo solía cultivar por sus manos. Fué su muerte so; y los PP. Fr. Alonso de Orozco, y Fr. Jeró-
á los 10 de febrero del año del Señor, según el nimo Román; y el Martirologio romano hace men-
cardenal Baronio, de 1156, y después se labró una ción de él.
iglesia y monasterio, donde hoy día está su sepul- Quien hubiere leído con atención lo que aquí
cro, y estuvo antes su cuerpo, aunque parte de él queda escrito, ¿no se maravillará de la inmensa
se trasladó á Castellón, que está como una legua bondad de Dios y de aquellas entrañas de piedad
de Malavales, y se colocó en la iglesia de San que siempre destilan dulzura, pues de Guillermo,
Juan Bautista. Ilustró Dios á san Guillermo con enemigo cruel suyo, hizo amigo y siervo fiel, de
muchos milagros en vida y más en muerte; por- león bravo manso cordero, de cuervo paloma, de
que los que acudían con devoción á su sagrado tropiezo y lazo de Satanás, un dechado de peni-
cuerpo estando enfermos alcanzaban salud, los tencia y espejo clarísimo de santidad? ¿Qué peca-
ciegos vista, los sordos oído, los mudos lengua, dor habrá tan engolfado en sus vicios, tan vencido
los cojos pies, los mancos manos, los leprosos de sus apetitos, tan rendido á sus torpezas, y tan
limpieza; y finalmente, todos volvían consolados desahuciado, que no confíe con la gracia del S e -
haciendo gracias al Señor por las mercedes que ñor poder volver en sí y cobrar salud y fuerzas, y
les había hecho, y al santo por cuyos merecimien- llegar á puerto seguro, habiendo Guillermo salido
tos se las había hecho. Tuvo don de profecía, como del abismo profundo de sus maldades por el pode-
lo mostró en la hora de la muerte, consolando á roso brazo del Señor, el cual siempre está apare-
Alberto discípulo suyo, y dicióndole que Dios le jado á dar la mano al pecador si él se deja ayudar
daría compañía antes que él partiese de esta vida, y corresponde á su llamamiento, y se entrega de
con la cual pudiese perseverar en aquel lugar; veras á su voluntad, y hace frutos dignos de peni-
y así fué. tencia? Muchos hay que guardaron la inocencia,
Los coronistas de la orden del glorioso padre y pocos, que habiéndola perdido y vivido vida muy
san Agustín, y otros autores que escriben de la estragada y rota, la cobraron con la penitencia.
institución y reformación de las religiones, dicen Pero no hay ninguno que no la pueda hacer mien-
que san Guillermo, cuya vida acabamos de escri- tras le dura la vida, si abre los ojos á la luz del
bir, fué fraile ermitaño agustino, y que con su cielo, y se deja llevar y guiar de ella, como lo
santa vida y ejemplo, y con la diligencia y solici- hizo san Guillermo. (P. Ribadeneira.)
tud grande que puso, reformó la misma orden del
glorioso padre san Agustín en muchas partes, es- SANTA ESCOLÁSTICA.—Nurcia en Italia fué la pa-
pecialmente en el reino de Francia, porque estaba tria de esta santa que nació de padres nobles, y
muy caída y relajada en su tiempo; y que la repa- fué hermana gemela del glorioso fundador san
ró de tal manera, que en aquel reino y en otras Benito. Abundancia, su madre, murió cuando na-
partes los ermitaños se comenzaron á llamar los ció Escolástica; y su padre Eutropio crióla en la
guillermitas, tomando el nombre, no de su autor, piedad y en el santo temor de Dios, y fueron tales
sino de su reformador; como la orden del Císter sus deseos de servir á Dios, que resolvió c o n s a -
le tomó del glorioso padre san Bernardo, por ha- grarse á él, y decidirse por la vida monástica y
ber él ilustrado y amplificado la orden del Císter; religiosa. Benito, su hermano, fundó un monaste-
y que por la misma razón los padres ermitaños de rio que fué el primero en el monte Casino, monas-
san Agustín en Lombardía y en otras partes de terio que tantos sabios y santos ha dado al mundo
Italia se llamaron jambonitos, porque un santo y á la Iglesia. Junto á este tan célebre monasterio
varón, llamado Juan Bueno, mantuano y fraile de edificó Escolástica otro de religiosas, las que diri-
su orden, habiendo hecho en aquellas provincias gió con celo y edificación. Después de haber pa-
lo que san Guillermo había hecho en Francia, y sado algunos años en él, y estando cierto día en
que en otras partes tenían otros varios nombres conversación con su hermano Benito, conoció la
y diferentes hábitos, reglas y cabezas, hasta que santa se acercaba su última hora, y deseando pa-
Alejandro, papa IV, redujo á todos los ermitaños sar en coloquios espirituales aquella noche, le
416 LA LEYENDA DE ORO DÍA 11
rogó se quedara; mas no queriendo acceder á sus en el amor de Dios, su paciencia era invencible,
ruegos Benito, púsose en oración Escolástica, y el cuidado de sujetar y domar la porción inferior
al instante sobrevino una muy deshecha tempes- al espíritu era admirable, su abstinencia en el
tad de agua, truenos y relámpagos, que impidien- comer y beber inimitable. Su orar era continuo,
do regresar á su monasterio al abad, permaneció su ánimo siempre devoto y humilde, muy atento
en compañía de su hermana. A los tres días E s - en el llorar y suspirar, como otro Pablo, por la
colástica entregó su espíritu al Criador, volando patria celeste. Su afabilidad era tanta, que todos
al cielo en forma y figura de blanca paloma, como venían á él por consejo y consuelo, y á todos le
la vio el mismo san Benito puesto en oración. daba.
Su dichosa muerte fué á los 10 de febrero del Reinaba en Francia Clodoveo; pero afligido de
año 543. graves calenturas, que juzgaron los más expertos
físicos incurables, no era señor de cetro y corona,
LOS SANTOS ZÓTICO, IRENEO, JACINTO, Y AMANLIO Ó esclavo sí de la desesperación de un incurable
AMANCIO, MÁRTIRES—Murieron en Roma en tiempo mal. Llegó á sus oídos la fama de la santidad y
del emperador Decio, el día 10 de febrero del virtud de Severino, y aconsejado de sus leales
año 251. vasallos y amigos, le hizo una embajada humilde,
suplicándole viniese á verle. Fué sin duda i n s -
LOS DIEZ SANTOS SOLDADOS MÁRTIRES.-Sufrieron una pirado de Dios el rey, que quería por este medio
horrible muerte por la fe en Roma, en la vía L a - ilustrar y hacer notoria la santidad de su siervo
vicana. Severino. Conocióse esto bien ser así por los pro-
digiosos milagros que obró en el camino.
SANTA SOTERA, YIRGEN Y MÁRTIR.—Fué muerta en Llegaron al monasterio los embajadores, salió-
Roma, en la vía Apia, durante el tercer siglo del les al encuentro el santo abad, como quien ya
cristianismo. Descendía esta santa, según escribe sabía por divina revelación á qué venían. Saludá-
san Ambrosio, de sangre muy ilustre, y despreció ronle humildes y corteses, diciéndole: «Nuestro
todas las grandezas de la tierra por sólo servir á rey y señor Clodoveo, que tierna y devotamente
Jesucristo. Habiéndola mandado que sacrificase te ama, te saluda humilde y rendido á tus pies, y
á los ídolos, y no queriendo hacerlo, fué por lar- te ruega tengas piedad de él, que postrado de una
go tiempo cruelmente abofeteada, y después de grave enfermedad, no hallando en sus médicos
haber sufrido otros varios tormentos, por último remedio alguno, lo espera todo con tu vista, por-
fué degollada. que sólo le ha quedado la confianza que ha puesto
en tus oraciones.» Oyó la embajada el varón de
SAN SILYIANO.—Fué obispo de una ciudad de Dios con apacible rostro, y con el mismo respon-
Campaña en tiempo del papa san Símaco, y asis- dió que iría muy gozoso á servir al rey en cuanto
tió á los concilios de Roma celebrados en aquella le mandase. Con cuánta alegría emprendió S e v e -
época, en los cuales brilló su doctrina y piedad. rino esta jornada, no puede fácilmente explicarse,
porque se llegaba á la gran piedad y compasión
SANTA AUSTREBERTA—Consagró á Dios su virgini- de ánimo, que era natural en él, haberle Dios e n -
dad, y fué priora de monjas benedictinas en un viado un ángel que le dijese, se previniese .para
monasterio cerca de Rúan, donde murió el año 701. un largo viaje, en el que había de morir: quien,
como ya dijimos, suspiraba por ir á gozar de su
SAN ERLÜLFO, OBISPO Y MÁRTIR.-Misionero esco- amado,¿cuál sería el júbilo con que oyó del rey las
cés; murió en 730. súplicas? Juzgúelo sólo el silencio. Juntos sus reli-
giosos, les dijo así (derramando infinidad de lágri-
Día 11 mas de ternura): «Yo, carísimos hijos y hermanos
míos, soy llamado á París: no espero volver á
SAN SEYERINO, ABAD—Tuvo el glorioso san Severi- veros en esta carne mortal; pídoos roguéis á Dios
no padres nobles y de claro linaje, de quienes dos por mí, y humildemente os ruego que perseveren
veces pudo llamarse hijo, pues le dieron dos v e - hasta el fin entre vosotros una entera fe, una e s -
ces el ser, uno de la naturaleza, y otro de las letras peranza firme, y una caridad ardiente. Confiad en
y buenas costumbres de vida, en que con dócil el Señor, obrad varonilmente, y vuestro corazón
ingenio floreció y se adelantó tanto, que mereció sea fortalecido con la gracia de Jesucristo nues-
ser gloriosísimo abad del monasterio Agaunense, tro Señor.» A estas tan tiernas palabras y tristes
rico con el cuerpo del glorioso mártir san Mauri- nuevas de no volver á verle, comenzaron todos
cio. La fama de sus virtudes le hizo célebre y ve- los monjes á llorar y decir: «¡Oh padre, así nos
nerable á todo el mundo, porque aventajaba la dejas tristes y desconsolados! Sin ti, ¿qué vida
gloria de ellas al esplendor de su sangre. Ardía nos espera? Hasta ahora tu paterno afecto nos la
DÍA 11 FEBRERO 417
daba á todos; no nos desampares por aquel Señor á aquel Señor que con la suya curó al ciego, le
que se dignó darnos en ti tal padre y maestro.» dejó sano y limpio de la lepra.
Viendo el santo abad los llantos y suspiros de sus Y á esta sazón el concurso de la gente era gran-
desconsoladas ovejas, atravesado su corazón de de, y todos á una voz daban gracias á Dios que
tantas flechas cuantas lágrimas derramaban, les tal virtud había dado á su siervo Severino; pero
dijo: «Queridos hermanos, hijos y amigos míos, el santo varón, huyendo del aplauso de los h o m -
no lloréis ni os desconsoléis; estad, sí, muy gozosos bres, se fué á buscar á Dios en el templo, y puesto
sabiendo que así todos obramos la voluntad de en oración le pedía su ayuda y gracia para acertar
Dios: yo en dejaros, y vosotros en carecer de mi á servirle. De allí se fué al palacio del rey, y después
vista.» Y pidiéndoles á todos la bendición, dándo- de haberle saludado se puso en oración, la cual
les también la suya, se partió, dando principio á fué tan breve como fervorosa; y acabada, se qui-
su viaje. tó la capa que traía, y poniéndosela al rey huyó
Llegó á la diócesis Niverniense, y fuese al tem- al instante la calentura y todo el mal de su real
plo á orar, y preguntando por el obispo, le r e s - persona, tanto, que se levantó sano y bueno, dando
pondieron que había más de un año que estaba gracias á Dios y á su siervo Severino, á cuyos
impedido sin poder salir, no sólo de casa, mas ni pies postrado rindió su persona, como á quien
aun del lecho, porque la enfermedad que padecía debía en un instante solo vida, salud, reino y gozo.
era gravísima, sobre estar sordo y mudo, por lo Estuvo Severino algunos días con el rey, sin
cual carecía todo aquel pueblo de la vista de su cesar en todos ellos de hacer infinitos milagros,
pastor, y lo que más es, de su enseñanza, oracio- curando enfermedades varias de almas y cuerpos,
nes y sacrificios. Estas nuevas movieron á c o m - de todos aquellos señores de palacio y demás ciu-
pasión á Severino, y sin detenerse un punto se dadanos de París. No'se oía por aquella populosí-
fué á ver á Eulalio (así se llamaba el obispo enfer- sima ciudad otra cosa que clamores y júbilos de
mo); luego que le vio se postró en tierra y estuvo alegría, que terminaban en dar á Dios infinitas
gran rato haciendo á Dios una fervorosa oración, gracias por haberse dignado de enviarles á Seve-
al fin de la cual, levantándose, dijo al mudo y sor- rino, para remedio de todos. Los ciegos se alegra-
do obispo: «Sacerdote del Señor, yo te ruego que ron de ver la luz del cielo, después de haber vivi-
hables conmigo.» «Sea el nombre del Señor bendi- do muchos años en tinieblas: los sordos, de que
to por siempre, dijo el obispo entonces, que por ti ya oían: los cojos, de que andaban: los mancos, de
ha tenido misericordia y piedad de mí.» Y S e v e - que tenían manos y brazos: los mudos, de que
rino, tomándole por la mano, le dijo: «Levántate, tenían voces con que alabar á Dios: los endemo-
siervo de Dios, en el nombre de nuestro Señor niados, de que ya aquellos inmundos espíritus des-
Jesucristo, que así te ha castigado para salvarte, amparaban sus cuerpos, y dando espantosos a u -
y te ha afligido para coronarte. Hoy dirás conmi- llidos, volvían á las prisiones del averno. Y al fin,
go misa en el altar de tu iglesia, y darás la bendi- los muertos y sepultados en la oscuridad de sus
ción á tu pueblo, que afligido por ella suspira.» vicios y pecados, de que por Severino todos resu-
¡Cosa rara! Luego al punto se levantó de la cama citaban á la vida de la gracia.
Eulalio sano y bueno, como si en su vida no h u - Así crecía la fama del siervo de Dios Severino
biese tenido mal alguno, dando gracias á Dios para con todos, y para con él la humildad, reco-
infinitas por haberle enviado á su siervo Severino, nociendo sólo á Dios por autor de tantos benefi-
para que le volviese á la vida de los umbrales de cios, y obligando con ella á que todos alabasen y
la muerte, y no vida como quiera, sino con entera engrandeciesen á Dios en su hechura. Clodoveo,
y perfecta salud, tanto, que aquel mismo día cele- agradecido, le dio facultad para que, como señor
bró misa y bendijo al pueblo, y todos á Dios por de sus tesoros, repartiese de ellos cuanto quisiese
la salud de su pastor, á quien con ternura amaban. á los pobres, lo cual hizo Severino con mano fran-
Quedóse aquel día Severino con Eulalio, y los ca y liberal, y con la misma dio libertad á infinitos
dos juntos le consumieron todo en dar gracias á presos, dejando las cárceles limpias de toda mal-
Dios. Al siguiente prosiguió su viaje, y llegando dad, y á muchos inocentes libres de impuestos
á París, halló á la puerta de la ciudad un leproso delitos.
tan mísero y desdichado, que todos huían de él El ángel del Señor le había (antes de salir, como
por no verle; pero Severino, movido á compasión, dijimos, de su monasterio) revelado el fin de su
se llegó á él, y dándole un ósculo de paz tierno y vida, y que sería en el castillo Nantoniense, sito
cariñoso, le dijo: «¿Qué es lo que de mí quieres, en la Galia Lugdunense, y pidiendo licencia al
hijo mío de mis entrañas?» Con tal ternura y amor rey salió de París tan deseoso de huir de sus bien
trataba á los pobres de Jesucristo. Y echándole merecidos aplausos, como de hallar el lugar de su
saliva, que amante y caritativo le ministraba el sepulcro. Había en el tal castillo un oratorio ó
corazón á la boca, untándole con ella, ó invocando ermita, administrada de dos píos y devotos sacer-
TOMO I 53
418 LA LEYENDA DE ORO DÍA 11
dotes, llamados Pascasio y Urcino, que ofrecían años, subieron á tan gigante estatura, que le colo-
á Dios continuos sacrificios y oraciones. Fué de caron en el glorioso trono que hoy posee, donde
suma alegría para nuestro santo la vista de estos vive y reina con Jesucristo, gozándose con toda
dos sacerdotes de Jesucristo, por haberle su Ma- su corte celestial por todos los siglos de los siglos.
jestad revelado que éstos eran los que habían de Amén. (P. Ribadeneira.)
sepultar su cuerpo. Hablóles cortés y humilde,
significándoles como por disposición divina venía SAN MARTINIANO, ERMITAÑO,—Fué san Martiniano
á morir allí, y que ellos habían de ser quienes monje en la soledad de un monte cerca de la c i u -
habían de dar la tierra de su cuerpo á la tierra. dad de Cesárea en Palestina. Tomó el hábito de
Encomendóles mucho á Fausto, sacerdote y fiel monje en la flor de su edad, siendo de diez y ocho
ministro suyo, que por espacio de treinta años le años y mozo de muy gentil disposición. Dióse tan
había asistido, y á Vidal, monje, su discípulo. de veras á todos los ejercicios religiosos y de per-
Recibieron aquellos dos santos sacerdotes al fección, que en breve se conoció ser singularmente
nuevo y venerable huésped con toda afabilidad y escogido de Dios; y la fama de sus virtudes se
cariño, y con veneración suma le ofrecieron hacer divulgó y extendió por toda aquella tierra, de
cuanto les ordenase. Con esto el siervo de Dios, manera que el Señor obró muchos milagros
descuidado ya de todas las cosas de esta vida, ca- por él, echando los demonios de los cuerpos,
ducas y perecederas, sólo con lágrimas y conti- y sanando de varias enfermedades á los do-
nuas oraciones anhelaba por la eterna patria, y lientes, y haciendo otras obras maravillosas, y
se disponía para recibir la corona de sus virtudes, concurriendo de muchas partes la gente, para
esperando por momentos al juez justo que había ser socorrida y ayudada de Dios por sus ora-
de dársela. Llegó el día 11 de febrero, y sin más ciones. Vio el demonio la gran virtud de Marti-
enfermedad que una amorosa calentura que le niano, y que siendo mozo en la edad era viejo
encendía en deseos de ver á su amado, puesto en en el seso y madurez; túvole envidia, acometióle
oración, pasó de esta vida temporal á la eterna, con espantos y con varias figuras y visiones,
entregando su feliz y santísima alma en manos de y una vez, tomando la forma de un dragón terri-
su Criador. A la misma hora que murió, bajó del ble, comenzó con sus uñas á cavar el cimiento
cielo una hermosísima luz que rodeó todo el lu- de la pequeña celda en que estaba orando Marti-
gar donde su santo cuerpo quedaba, y para que niano, para derribarla sobre él. Mas no por esto
los circunstantes participasen de tanto gozo, fué se turbó el santo ermitaño ni dejó su oración,
á todos visible. Los sacerdotes enterraron honorí- antes levantando su cabeza y visto al enemigo
ficamente, no sin abundancia de gozosas lágrimas, en tal figura, le dijo: «¿Por qué te cansas tan en
el santo cuerpo en el mismo oratorio, y en él hace balde, ¡oh desventurado? ¿Piensas poderme espan-
Dios hoy día infinitos milagros, glorificando con tar, teniendo á mi lado á mi Señor Jesucristo?»
ellos á su siervo. Después de la muerte de Clodo- Oyendo esto el demonio, huyó como torbellino, di-
veo, su hijo Chilberto, que le sucedió en el reino, ciendo: «Espera, espera un poco, Martiniano, que
acordándose de lo mucho que su padre debía á yo te derribaré, humillaré y echaré de tu celda
Severino, quiso agradecido pagarlo, edificándole confuso, y hallaré modo para hacerlo, aunque
un nuevo y suntuoso templo en aquel mismo más estés confiado en eso que dices.» Veinticinco
oratorio, donde su cuerpo santísimo había obrado años estuvo en esta soledad Martiniano, viviendo
infinidad de milagros: adornólo magnífica y real- en ella no como hombre mortal, sino como ángel
mente, para alcanzar por este medio tener por venido del cielo. Y como por su rara santidad
amigo en el cielo á quien su padre había tenido fuese tan conocido y famoso, muchos hablaban
por módico soberano en la tierra. de él, ensalzando sobremanera sus admirables
Escribieron la vida de san Severino, Fausto, su virtudes y ejemplos. Una vez entreoirás, hablando
compañero y discípulo, Usuardo, Surio, Tritemio unos hombres en la ciudad de Cesárea con g r a n -
abad, y otros, y el Martirologio romano á 11 de de admiración de la vida más divina que h u m a -
febrero. na que hacía Martiniano, oyéndolos hablar, se
Quien con atención hubiere leído la vidade este llegó á ellos una ramera muy hermosa y desver-
glorioso santo y siervo fiel de Jesucristo, conoce- gonzada, que se llamaba Zoé; y por instigación
rá cuánto importa la buena crianza y que los de Satanás, cuyo lazo era, comenzó á apocar lo
padres cuiden desde la niñez de la doctrina y que los otros decían, dándoles á entender que
enseñanza de sus hijos, pues por la buena que Martiniano era un salvaje que se había recogido
Severino tuvo de los suyos, salió tan bien incli- á aquella soledad, y que no era maravilla que
nado, como se ve, siendo ejemplo de virtud, re- fuese casto el que nunca veía mujer; mas que si
ligión, caridad y amor de Dios: virtudes que i n - ella le hablase y le tentase, y él resistiese, que
fundirías en su corazón desde sus más tiernos entonces le podrían tener por hombre santo y
DÍA 11 FEBRERO 419
continente. Por acortar razones, la desventurada y vino á consentir en el pecado, aunque Dios le
mujer se concertó con aquellos hombres que iría detuvo por su misericordia, para que no lo p u -
á la soledad y acometería á Martiniano, y que si siese por obra; porque saliendo Martiniano de su
no le rindiese, la tuviesen por burladora; y si s a - celda para ver si venía alguna gente á buscarle,
liese con victoria, le pagasen su trabajo. ¿A qué como solía, y mirando por todas partes por no
profundo de maldad no llega el ánimo de una mu- escandalizar á nadie, si le hallasen con aquella
jer lasciva y desvergonzada? Hecho el concierto, mujer, le miró desde el cielo el Señor con ojos de
fuese á su casa, y desnudándose sus ropas ricas piedad, y con el rayo de la divina luz abrió los de
y galanas, y doblándolas y poniéndolas en un lío, su alma, para que viese lo que quería hacer y de
se vistió de otras viles y despreciadas: ciñóse una cuánta altura de gracia y santidad caería en el
soga, y con un bordón en la mano, y el lío de los abismo de todos los males. Reconociendo, pues,
vestidos ricos debajo del brazo, fingiendo que era su peligro, y que aquélla no era mujer, sino el
provisión de mujer que andaba peregrinando, s a - demonio que por ella le tentaba y quería triun-
lió de la ciudad con un tiempo lluvioso y ventoso, far de su castidad y despojarle de todos los m e r e -
y al anochecer llegó junto á la celda de Martinia- cimientos de su vida pasada, se entró en la celda
no, y con una voz lastimera y llorosa comenzó á y encendió fuego de unos sarmientos que allí e s -
llamar al santo y á decir: «Siervo de Dios, ten lás- taban, y con los pies descalzos se arrojó en medio
tima de mí, que soy una pobre mujer que en esta de las llamas, y estuvo en ellas hasta que se que-
soledad he perdido el camino, y no sé por dónde mó buena parte de su cuerpo; y saliendo de él al
ir ni dónde recogerme, y temo ser comida de las cabo de rato, y hablando consigo mismo, decía:
bestias fieras. No me desprecies, padre santo, que «¿Qué te parece, Martiniano? Bueno te ha parado
hechura soy de Dios, aunque miserable pecadora.» este fuego, con ser breve el tiempo que has estado
A estas voces abrió Martiniano la ventanilla de en él. Si piensas poder sufrir el del infierno, llé-
su celda, y como vio á aquella mujer en aquel gate á esta mujer, que es el camino para ir a él.
traje, y el agua que caía sobre ella, compadecióse Acuérdate de aquel suplicio que es eterno, del
y túvola compasión; y aunque pensaba que no gusano que nunca muere, y del crujir de dien-
fuese algún ardid del demonio para hacerle pecar, tes, y que los demonios son crueles y nunca se
todavía prevalecía en él la compasión y el temor cansan de atormentar á los condenados.» Y volvió
de que si no la admitía, y las fieras la despedaza- á echarse otra vez en el fuego, y á quemarse más,
ban, Dios le pediría cuenta de ella. Con este pen- suplicando á nuestro Señor que le perdonase
samiento, encomendándose afectuosamente á Dios, aquel mal consentimiento y pecado, y que no per-
y suplicándole que le tuviese de su mano en aque- mitiese que él perdiese tantos trabajos como h a -
lla ocasión, abrió la puerta de su celda á la mujer, bía tomado por servirle desde su mocedad, pues
y después de entrada le hizo fuego para que se quería por su amor arder antes en aquel fuego,
calentase, y le dio algunos dátiles para que comie- que ofenderle é ir al fuego eterno. Estaba presente
se aquella noche, avisándola que luego á la m a - á este espectáculo la triste mujer, ataviada y com-
ñana se partiese y se fuese su camino; él se entró puesta, y considerando lo que hacía Martiniano,
en otra celda más adentro, y cerró su puerta, y que ella había sido causa de ello, se desnudó
orando y cantando salmos aquella noche, aunque con presteza los vestidos galanos de ramera que
el demonio no le dejaba reposar, trayéndole varios traía, y los arrojó en el fuego, vistiéndose los de
pensamientos sensuales de aquella mujer. En ama- pobre y penitente, y con muchas lágrimas y so-
neciendo salió Martiniano de su celda para despe- llozos dijo á Martiniano que no quería volver á la
dir á la mujer, y hallóla vestida de aquellas ropas ciudad, sino hacer toda su vida penitencia de sus
preciosas que traía debajo del brazo, y con una pecados, en la parte que él le señalase; y que ya
cara alegre y risueña; y juzgando que debía que el demonio la había tomado á ella por instru-
ser alguna fantasma, le preguntó quién era y á mento para derribarle á él, Dios le tomaba á él
qué había venido, y cómo había entrado en para levantarla á ella y salvarla. Y por consejo
aquella celda. Y mucho más se maravilló cuan- del santo ermitaño, tomando su bendición, se fué
do supo que era la misma mujer pobre y m a l - á Belén, donde fué recibida de una santa virgen,
tratada que él la noche antes había recibido, y que se llamaba Paulina, en un monasterio, y en él
queriendo saber la causa de aquella mudanza de vivió doce años con extremada aspereza de vida,
hábito y traje, ella le declaró quién era, y hablan- sin beber vino ni comer aceite, ni fruta alguna,
do por su boca el demonio que la había traído, sino un poco de pan y agua una vez cada día, ó
supo decirle tales razones y tantas blanduras, cada dos días, y durmiendo en el suelo, y hacien-
llegándose á él y tocándole las manos con tanta do otras penitencias rigurosas; y agradó tanto á
desenvoltura, que ablandó el corazón que pa- nuestro Señor, que hizo algunos milagros por ella,
recía más duro que el hierro y que el diamante, y al cabo de los doce años la llevó á gozar de sí.
420 LA LEYENDA DE ORO DÍA 11
Quedó Martiniano tan quemado y llagado del paz y quietud, haciendo burla de él: y con esto
fuego, que tuvo muchos meses que curar, y tan el demonio se partía corrido y confuso. Habien-
escarmentado y atemorizado del medio que el de- do, pues, estado seis años en esta isleta, con una
monio había tomado para derribarle con aquella vida más que humana, y pareciéndole que estaba
mujer, que determinó salir de su soledad é irse á seguro de las mujeres, conoció que no lo estaba,
parte donde no pudiese verle ni buscarle mujer y que en la tierra y en el mar, en el fuego
alguna. Con este intento, haciendo oración y s u - y en el agua se deben temer. Porque viniendo
plicando á nuestro Señor que fuese su guía y su navegando una nave por aquellos mares, el d e -
compañía en aquella jornada, armado con la señal monio, por permisión de Dios, la hizo dar en aque-
de la cruz, salió de su celda, y tomó su camino lla roca en que estaba Martiniano, y la quebró,
hacia la mar. Al tiempo que se iba, el demonio, y todos los que venían en ella se ahogaron, sino
muy vanaglorioso y ufano, comenzó á darle grita, fué una doncella muy hermosa, que en una tabla
como quien le corria y daba la vaya, diciendo: se salvó, y asiéndose de la peña comenzó á cla-
«Grande es mi nombre, y grande es mi fortaleza, mar: «Ayúdame, siervo de Dios, y dame la mano
pues he prevalecido contra ti; hícete caer en para que no perezca en este profundo.» Turbóse
pecado con la voluntad, quémete los pies y el Martiniano cuando vio la mujer y oyó sus pala-
cuerpo, échete de la celda, y hágote ir fugitivo.» bras, y entendió la astucia del enemigo: armóse
Y levantando más el grito, dijo: «¿Huyes, Marti- con la oración, y juzgando que le corría obliga-
niano? Pues hágote saber, que do quiera que ción para que aquella mujer no pereciese allí por
vayas, te seguiré y te haré ir de allí, como te hago su culpa, le dio la mano y la sacó del agua: y co-
ir de aquí: yo no me apartaré de ti hasta rendirte mo la viese tan hermosa y de buena gracia, le
y verte humillado.» A estas voces respondió el dijo: «Hija, la estopa y el fuego no están bien
santo: «Calla, miserable, que si salgo de mi celda juntos: quédate aquí, y come del pan y bebe
no es por congoja ni aflicción, sino por hollarte del agua que aquí queda, como yo hacia, hasta
y quebrantarte más: y no te puedes alabar de la que venga un marinero que me suele visitar,
pelea, porque te quité las armas con que pensaste que será de aquí á dos meses; cuéntale tu traba-
vencerme, y la mujer que trajiste para mi d e s - jo, y él te sacará de aquí y te llevará á tu ciudad.»
trucción será tu confusión.» A estas voces d e s - Y diciendo esto hizo la señal de la cruz sobre
apareció el demonio, y Martiniano, cantando s a l - el mar, y mirando al cielo, hablando con nuestro
mos y alabando al Señor, se fué hacia la mar. Señor, le dijo: «Señor, confiado en vos me echo
Allí, habiendo sabido de un marinero que muy en el mar; porque más quiero morir ahogado, que
dentro del mar había una peña grande y alta no ponerme á peligro de mancillar mi castidad.»
donde se podía retirar, se concertó con él que le Y exhortando á la que tenía delante á la virtud y
llevase á ella, y á sus tiempos le trajese ramos á perseverar en el temor de Dios, se arrojó en el
de palma, y pan y agua para su sustento, y que de mar. Vinieron luego dos delfines, por orden de
las palmas haría espuertas para que el marinero aquel Señor que nunca desampara á los suyos y
las vendiese y tomase el precio por su trabajo, y á quien todas las criaturas obedecen, y le tomaron
además, que él se lo pagaría con sus oraciones, encima y le pusieron en tierra; y el santo hizo
rogando á Dios por él. Con este concierto el m a - gracias por ello al Señor, suplicándole que le en-
rinero llevó á Martiniano á su peña ó isleta, y señase lo que había de hacer; y pensando entre
tres veces cada año le visitaba y llevaba lo que sí que el demonio le perseguía en el agua y en la
había menester. Díjole si quería que le tra- tierra, en la celda y en la peña, determinó de no
jese madera para edificar una choza en que se estar en un lugar, sino irse peregrinando por el
pudiese recoger y defenderse del sol y de la l l u - mundo, pobre y mendigo, sin llevar cosa consigo,
via, y no lo consintió. Increíble fué el gozo de y así lo hizo por espacio de dos años que vivió,
Martiniano cuando se vio en aquella peña cer- quedándose en cualquiera parte que le tomase la
cada por todas partes de la mar, adonde ninguna noche, y en los pueblos, tomando para su sustento
mujer podría llegar, á las cuales temía más que la limosna que le daba alguna persona piadosa.
al mismo demonio. Pero para que se vea que Habiendo, pues, llegado á la ciudad de Atenas, y
no hay cosa segura en este mundo, no dejó de queriendo nuestro Señor remunerar los grandes
perseguirle en la peña el que le había hecho g u e - trabajos y duras peleas y gloriosas victorias de su
rra en la celda y echádole de ella; porque algunas siervo, reveló al obispo de Atenas que estaba allí
veces alteraba y turbaba el mar, y levantaba Martiniano, y cuan especial amigo suyo era, y
sus ondas de manera, que parecía que había de cuan altos sus merecimientos, y venido á la i g l e -
tragar la peña y ahogar á Martiniano; y el mismo sia, halló echado sobre un escaño á Martiniano,
demonio clamaba y decía: «Ahora te ahogo, Mar- el cual reverenció al obispo y le pidió su bendi-
tiniano;» mas el santo se estaba quedo con gran ción, y que le encomendase á Dios: y el obispo á
DÍA 11 FEBRERO 421
él le rogó que se acordase de él cuando estuviese fuego se apaga con otro, y que vale más padecer
en el acatamiento de Dios: y allí, habiendo prime- en esta vida penas temporales, que en la otra las
ro dicho: «En tus manos, Señor, encomiendo mi eternas, y que ningún trabajo ni peligro se debe
espíritu,» y hecho sobre sí la señal de la cruz, excusar, por no ofender á Dios, y por la eterna
con una boca llena de risa, dio su espíritu al salvación de nuestras almas. Pero pregunto yo á
Señor. los que esto leyeren: ¿cómo piensan que podrán
La doncella, que quedó en la peña, hizo lo que a p a g a r l a s llamas de la concupiscencia, y aquel
el santo le mandó: sustentóse del pan y del agua incendio que levanta en sus corazones Satanás,
que allí había quedado, y cuando vino á su tiempo los mozos delicados, regalados y entretenidos en
el marinero, le contó lo que le había sucedido, y conversaciones de mujeres desenvueltas y libres,
como Martiniano la había dejado, y echádose en hartos de sueño, y bien comidos y bebidos, si
el mar, y salido á tierra por ministerio de los del- Martiniano, después de haber servido con tanto
fines; y le rogó que le trajese un vestido de hom- fervor al Señor en la soledad tantos años, y mace-
bre, y pan y agua, y lana, y á su mujer, para que rado su cuerpo con ayunos y penitencias riguro-
ella la vistiese y enseñase lo que había de hacer; sas, y hecho tantos milagros, y admitido por pura
y así lo hizo, y la doncella se vistió de hombre, caridad aquella pobre mujer, que guiada del demo-
y perseveró seis años en aquella peña, siendo nio vino á su celda, y prevenídose con la oración
de veinticinco cuando vino á ella; y así murió y recatádose tanto de ella, al cabo consintió en el
santamente. Llamábase Fotina. Dos meses d e s - pecado, y lo hubiera cometido y puesto en ejecu-
pués que murió, vino el marinero á traerle lo que ción si el Señor no lo hubiera tenido de su mano,
había menester, como solía; hallóla difunta, y la y dádole ánimo para echarse en el fuego, y con
llevó á la ciudad de Cesárea, diciendo al obispo sus llamas apagar las que abrasaban su corazón?
quién era, y dónde y cómo había muerto; y el Para enseñarnos, pues, el recato y vigilancia que
obispo la mandó enterrar con grande solemnidad, en estas cosas debemos tener, se escribe esta
como á sierva del Señor. vida; y para que entendamos que nosotros no
Esta es la vida de san Martiniano solitario, tan somos ni más santos que David, ni más sabios
perseguido y combatido de nuestro común enemi- que Salomón, ni más fuertes que Sansón; que el
go, y vencido y vencedor, y glorioso triunfador que no quiere quemarse, debe estar lejos del fue-
de la carne, del mundo é infierno. Escribióla Si- go; y fuego es para la mujer cualquier hombre, y
meón Metafrastes, que, á lo que da á entender, para el hombre cualquier mujer, como cada día
le conoció; en la cual podemos aprender muchas experimentamos. (P. Ribadeneira.)
cosas provechosas para nuestra edificación. La
primera, el odio con que el demonio persigue á SANTOS SATURNINO, PRESBÍTERO, DATIVO, FÉLIX, AM-
los santos, y más á los mayores, y cuánto procura PEIO, Y OTROS CUARENTA Y CUATRO C O M P A S É E O S — A c o s -
que caigan de aquella gracia y estado sublime en tumbraban estos santos reunirse para celebrarlos
que están; porque cayendo ellos, que son los pila- augustos misterios de nuestra santa religión, y
res y los fundamentos de la santidad, caiga el res- sorprendidos así fueron conducidos delante de
to del edificio que sobre ellos se ha fundado; como Anodino, que era el procónsul de África, acusa-
lo notó el gran padre san Antonio abad, y nosotros dos de haber infringido los decretos que había
lo dijimos en su vida. La segunda cosa es, cuan dado el emperador de que todos ofrecieran incien-
preciosa joya sea la castidad, pues el demonio con so á los ídolos. Saturnino, como presbítero y el
tantos ardides y mañas estudia despojarnos de más anciano, iba á la frente de sus compañeros; así
ella, y amancillar la pureza de nuestras almas, es que á él se dirigió el procónsul, diciéndole:
como se ve en lo que hizo contra Martiniano. La «¿Eres tú el que reúne á esas gentes para seguir
tercera, que no se puede conservar esta preciosa las máximas del cristianismo, oponiéndoos á los
joya, si el Señor con su gracia no la guarda, y decretos imperiales?» Saturnino, con valor y fir-
nosotros de nuestra parte no nos ayudamos, h u - meza, contestó: «Nosotros no hacemos más que lo
yendo las ocasiones de perderla y de caer, y no que el Espíritu Santo nos ha inspirado; y nadie
confiando en nuestra edad, virtud y victorias pasa- puede impedirnos el celebrar los misterios de
das; porque en esta batalla y guerra tan reñida y nuestra sacrosanta religión.» Enfurecióse Anodi-
tan doméstica de nuestra carne, no se alcanza la no; manda inmediatamente poner á Saturnino so-
victoria tanto peleando como huyendo de las oca- bre el potro y atormentarle, quedando su cuerpo
siones de pelear, las cuales muchas veces el d e - en breve de tal modo despedazado, que se des-
monio ofrece con color de piedad y manto de cari- cubrían sus huesos en medio de los arroyos de
dad, y al principio comienzan en ella y acaban en sangre en que aquél estaba anegado. No acabó la
carnalidad; como nos lo enseña con su ejemplo vida Saturnino en este tormento; pues condenado
Martiniano, el cual también nos enseñó que un á la cárcel con sus compañeros, permanecieron
422 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 11
en ella muchos días, hasta que debilitados sus su extraordinario porte, hicieron cuanto pudieron
cuerpos, ya por la pérdida de sangre, ya por el para no perder aquel tesoro.
hambre y sed que padecieron, murieron gloriosa- Recibió el orden de subdiácono luego que tuvo
mente en la cárcel misma el día 11 de febrero del edad competente, y creyéndose obligado en e(
año 301. nuevo estado á domar con más rigor los movi-
mientos carnales, para conservar el candor y
SAN MARTÍN DE LEÓN.—San Martín, decoroso orna- la pureza tan debida á los ministros del s a n -
mento de los canónigos regulares según la regla tuario, resolvió hacerlo por medio de los trabajos
de san Agustín, tan célebre en el siglo XII por su de la peregrinación. Murió su padre por aquel
prodigiosa vida, como por su ciencia infusa, nació tiempo, y habiendo distribuido entre los pobres su
en la ciudad de León de España, ó en su territorio, cuantioso patrimonio, partió á la expedición p r e -
de una de las ilustres familias oriundas de aquella meditada, proponiéndose el objeto de visitar las
capital. Pidieron al Señor sus padres Juan y Euge- reliquias de los santos. Ejecutólo así en Oviedo
nia con fervorosos ruegos que les diese sucesión primeramente, desde allí se condujo á Santiago
para su consuelo; y oídas sus reverentes súplicas, de Galicia á rendir sus obsequios al ilustre apóstol
les concedió á Martín, para que aumentase la gloria patrono de la nación, y habiendo practicado igua-
de sus ascendientes, y diese honor inmortal á su les diligencias en los más célebres santuarios de
patria. Aplicáronse sus padres con el mayor d e s - España, se dirigió á Roma á visitar aquellos s a n -
velo á dar al niño una educación tan propia de su tos lugares regados con la sangre de tantos már-
piedad como de su nacimiento, animados no tanto tires, y enriquecido con el tesoro de sus reliquias:
para que fuese heredero de sus bienes temporales, hízolo con tal piedad y con tal respeto, que edifi-
cuanto de sus virtudes y de sus ejemplos; pero cados de su fervorosa devoción los porteros de la
presto conocieron que á los eficaces medios de que iglesia de San Pedro, le concedieron permiso para
se valían para su buena crianza, hacía grandes que entrase en ella en el tiempo y en la hora que
ventajas otro maestro interior que ilustraba su quisiese, bien fuese por el día ó por la noche.
entendimiento, y formaba los rectísimos dictáme- Deseaba Martín con vivas ansias la bendición del
nes de su inocente corazón: dejándose ver en sus vicario de Jesucristo; y concediéndosela el papa
más tiernos años, como si estuviese perfectamente Urbano III, partió á Jerusalén á satisfacer su pia-
instruido en los caminos de la perfección. En efec- doso designio. Visitó de camino el templo de San
to: prevínole el Señor desde la cuna con las más Miguel en el Monte Gargamo, con el de San N i -
bellas disposiciones para la virtud, enriqueció á colás de Bari; y habiendo llegado á la capital de
su dichosa alma con los tesoros del cielo, y v e n - Palestina, se sintió más que nunca encendido en
ciendo con estos dones los desordenados movi- los más vivos deseos de imprimir en su corazón
mientos de las pasiones, fué su infancia un pre- la memoria de la dolorosa pasión de Jesucristo,
ludio de su santidad futura, sin que en ella fuesen que era la materia más frecuente de sus medita-
otras sus diversiones que las obras de piedad, ciones. No es posible explicar la devoción, la
de amor de Dios, y de caridad para con el ternura y las lágrimas con que veneró Martín
prójimo. aquellos santos monumentos donde se obraron los
Murió la madre del santo en su edad tierna, y misterios de nuestra reparación; cuya vista renovó
deseoso su padre de dedicarse enteramente al ser- en su corazón los más fervorosos efectos para con
vicio del Señor, separado de los tumultos del siglo, el Redentor del mundo. Mantúvose dos años en
se retiró al claustro de San Marcial de León, en Jerusalén, reiterando aquellas visitas, y para ejer-
cuyos canónigos florecía por entonces la regla del citarse á un mismo tiempo en obras de piedad, se
padre san Agustín. Llevó consigo á Martín, que estableció en el hospital donde se curaban los p o -
como niño se quedó en el monasterio en hábito s e - bres peregrinos, á quienes servía con una humil-
cular, ocupándose en ayudar á misa y en los de- dad profunda, asistiéndolos con una caridad sin
más ejercicios de devoción acostumbrados en aque- límites.
lla ilustre casa. Observaron los canónigos en el No satisfecha la devoción de Martín con haber
inocente niño una gran prudencia en toda su con- visitado los sagrados monumentos de Jerusalén y
ducta, un entendimiento juicioso, una mansedum- otros muchos de la Tierra Santa, partió á Cons-
bre suma, una docilidad sin semejante, libre de tantinopla con el mismo designio. Compró una
todas aquellas imperfecciones que eran regulares casulla que se vendía á la sazón, para darla á la
en su edad, y añadiéndose á esto el fervor que iglesia de San Marcial de León; pero habiendo l l e -
notaron en sus oraciones, las rigorosas mortifica- gado con ella á Civitavequia, creyendo los g u a r -
ciones con que castigaba su inocente cuerpo, y das del registro que traía hurtada aquella alhaja,
sobre todo ser el primero que asistía á los oficios dando al juez parte, mandó ponerlo en la cárcel
divinos por el día y por la noche, admirados de por sospecha. Imploró el santo en la prisión el
DÍA. 11 FEBRERO 423
auxilio divino, y repitiendo el Señor aquel prodi- rándole como á un reformador incómodo y moles-
gio que en otro tiempo obró con el príncipe de los to, reputaban su observancia regular por censura
apóstoles, bajó del cielo un ángel que le puso en y por una reprensión tácita de su vida menos
entera libertad. Conseguido este favor, por el que ajustada: en fin, pasó á tanto la aversión, que
dio á Dios las correspondientes gracias, pasó á queriendo Martín quitar toda ocasión de escánda-
Francia á venerar las reliquias de san Dionisio, lo, se volvió á la iglesia de San Marcial.
y de san Martín de Tours; y de allí se dirigió á En seguida de este hecho se apareció san Isido-
Inglaterra, y á Hibernia á practicar la misma dili- ro á los canónigos de su monasterio, y repren-
gencia con las de santo Tomás apóstol, y las de diéndolos severamente, les dijo: «¿Por qué habéis
san Patricio. No es fácil explicar los trabajos, los expelido al siervo de Dios Martín? Volved á reci-
peligros, las injurias, el hambre y la sed que birlo en vuestra compañía, pues debéis alegraros
padeció Martín en tan penosas como dilatadas de tener entre vosotros uno que siga el camino de
peregrinaciones: las que hizo á pie descalzo en la perfección: ved que sus obras más son de edifica-
clase de pobre mendigo, sin indultarse nunca ción que de escándalo.» Aterrados los canónigos
del más riguroso ayuno, ni de otras volunta- con la visión y reprensión de san Isidoro, pasaron
rias mortificaciones; y concluidos estos peno- en comunidad á la iglesia de San Marcial; y ha-
sísimos viajes, volvió á León enriquecido con biendo pedido perdón al santo postrados á sus pies,
los relevantes méritos que contrajo en semejan- le suplicaron que volviese al monasterio, bajo el
tes expediciones. Hallábase á la sazón obispo seguro de que no le impedirían seguir el tenor de
de León el ilustrisimo Manrique; y consideran- vida que eligiese. Resistióse Martín á los princi-
do este insigne prelado el grande bien que resul- pios; pero rendido en fin á los ruegos de aquella
taría á la Iglesia si un sujeto de aquella virtud arrepentida comunidad, regresó al de San Isidoro,
fuese elevado al sacerdocio, le ordenó de diáco- donde eligió para su habitación un lugar retirado
no y presbítero, bajo el seguro de crear uno de de todo el comercio del monasterio; y formando
los más dignos ministros para el altar. En la nue- en él un altar de la santísima Cruz, pasaba en
va dignidad se sintió el santo encendido en nuevo fervorosa oración los días y las noches, teniendo
celo de su propia santificación; y aunque el e s - á la vista la insignia representativa de los m i s -
tado que acababa de abrazar era tan santo, como terios de la pasión de Jesucristo, tan altamente
le llamaba Dios á un grado de perfección eminen- impresos en su corazón. Allí se entregó á una mor-
te, le inspiró ardentísimos deseos de vida más tificación sin límites, renovando en su persona
retirada. Puso los ojos en el monasterio de San aquellas espantosas imágenes de penitencia hasta
Marcial, que había sido la escuela donde aprendió entonces oídas en los desiertos del Oriente, o b -
en sus primeros años á ejercitarse en los oficios servando una abstinencia tan suma que parecía
divinos; y admitido entre los canónigos que profe- vivir de milagro. No por esto tenía ociosa su ar-
saban en aquella ilustre casa la regla de san diente caridad para con los prójimos: cuidaba con
Agustín, se distinguió desde luego por el grande esmero de los pobres, y con especialidad de los
estudio con que se dedicó al servicio del Señor, enfermos, á quienes consolaba con palabras dul-
distribuyendo todo el tiempo con una sabia econo- císimas; y si advertía entre sus compañeros la
mía en la oración y en piadosos ejercicios, de más mínima discordia, ocurría como ángel de
suerte, que acabándose de perfeccionar su inocen- paz á purificarlos inmediatamente. En suma, e s -
te corazón con la contemplación y con la peniten- taba el siervo de Dios tan lleno de gracia, que
cia, llegó á ser el ejemplo y la admiración de todos todos deseaban verle, experimentando el que le
por la justificación de su conducta. buscaba triste y atribulado tanto consuelo en su
Ocurrió por aquel tiempo una reñida controver- trato, que volvía libre de la pena que le afligía.
sia entre el obispo de León y los canónigos de Esparcióse la fama de la eminente virtud de
San Marcial, cuyas resultas fueron expelerlos de Martín por todo el reino de León, y atraídos del
aquella iglesia y establecer en ella clérigos s e c u - buen olor de su santidad muchos obispos y gran-
lares. Fué Martín uno de los expulsos; pero como des, concurrían á disfrutar de su santa conversa-
sus deseos eran continuar en la observancia del ción, admitiendo con profunda sumisión sus salu-
estado que abrazó, se pasó al monasterio de san dables consejos; pero distinguiéndose entre todos
Isidoro, donde se profesaba la misma regla. La el rey Alonso IX, lo visitaba con frecuencia, y no
vida ejemplar, la inocencia de sus costumbres, su pocas veces venia de rodillas para el santo en
puntual asistencia al coro, su grande amor al reti- prueba de la suma veneración que le profesaba.
ro, y sobre todo la rígida asistencia que observó el Carecía el siervo de Dios de inteligencia en las
santo en esta casa, cuando parecía que habían de santas Escrituras, porque ocupado en su juventud
granjearle el cariño y aun la veneración de sus en las peregrinaciones dichas, no tuvo tiempo
compañeros, le hicieron odioso á muchos, que mi- para aplicarse al estudio de las sagradas letras,
424 LA LEYENDA DE ORO DÍA 11
en las que apetecía tener un perfecto conocimien- mantenían todos, y aun sobraba para dar á los
to. Recurrió al cielo con fervorosas oraciones y pobres. No fué este solo prodigio el que obró el
con frecuentas súplicas, á fin de que el Señor se Señor por los méritos del santo: hizo otros mu-
dignase concederle la inteligencia de la doctrina chos que sirvieron para recomendar su eminente
revelada para ser más útil; y queriendo Dios s a - santidad.
tisfacer sus deseos, le llenó de ciencia infusa por Quebrantada la salud del siervo de Dios á fuer-
uno de aquellos maravillosos portentos de su ado- za de sus continuos trabajos y al rigor de sus
rahle providencia. Estaba una noche en oración asombrosas penitencias, cayó en la última enfer-
Martín reiterando sus ruegos, y quedándose dor- medad; y como el Señor le había revelado mucho
mido, se le apareció en sueños el padre san Isido- antes la hora de su muerte, la que manifestó á
ro con un libro en las manos, y le dijo: «Toma sus compañeros con extraordinario júbilo, redo-
este volumen, cómelo, y te dará el Señor la inte- bló en el corto resto de su vida su fervor, ó hizo
ligencia que apeteces de las santas Escrituras: esfuerzos extraordinarios para purificar su i n o -
viértela con facilidad para que se instruyan por cencia: finalmente, habiendo recibido los santos
ti los fieles.» Excusóse el siervo de Dios porque sacramentos, expiró tranquilamente en el día 11
ayunaba aquel día; pero le instó el santo doctor de febrero del año 1203, bien que otros señalan
diciendo: «Entiende que no defraudarás el mérito su feliz tránsito en el 12 de enero. Súpose luego
del ayuno: esto te conviene para saber lo que ape- en León la muerte del santo, y fué general la pena
teces: cumple la voluntad de Dios, para que no te y el sentimiento por haber perdido un padre tan
prives de la ciencia tan deseada por ti.» piadoso, un doctor tan científico, y un oráculo ce-
Obedeció Martín inmediatamente, y comiéndo- lestial en quien todos tenían los más saludables
se el libro que le entregó san Isidoro, quedó tan consejos, y la resolución de sus dudas, que sólo
lleno de sabiduría, que excedió considerablemen- pudieron consolarse con la firme seguridad de
te á todos los teólogos de su siglo, brillando entre tener en el cielo un nuevo protector y abogado,
los más doctos como el sol entre los demás plane- que intercediese por ellos. Celebráronse los fune-
tas. Dio el santo á Dios repetidísimas gracias por rales con la pompa y con la solemnidad que exi-
un favor tan singular, y creyéndose obligado á gía el mérito del santo, venerado por tal en vida y
convertir la ciencia en utilidad pública, ilustró después de muerto; y fué depositado su cadáver
con ella maravillosamente á la Iglesia, confundió en el mismo monasterio. Quiso el Señor hacer su
á los herejes, desterró los errores, y redujo al ca- sepulcro célebre con repetidísimos milagros, los
mino de la salvación á no pocos distraídos. Quiso cuales movieron la devoción de los leoneses, á
dejar á la posteridad algunos monumentos i n s - que concurrieran á visitarle y á ofrecerle sus
tructivos; y aun cuando se hallaba en una edad votos y sus promesas.
avanzada y enteramente debilitada, escribió con
un trabajo sumo dos volúmenes con el título de LA CONMEMORACIÓN DE UNA GRAN MULTITUD DE SANTOS
Concordia del antiguo y nuevo Testamento, y ade- MÁRTIRES EN NUMIDIA— Fueron martirizados duran-
más recopiló en otro tratado varias sentencias te la persecución de Diocleciano, por no haber
de los santos padres: de cuyos escriios dice con querido entregar las santas Escrituras.
particular elogio D. Lucas de Tuy, que por ellos
se aclaran las cosas oscuras de la santa Escritu- SAN LUCIO, OBISPO DE ANDRINÓPOLIS, Y COMPAÑEROS.—
ra, se fortalece la fe católica, se confunde la perfi- Padeció muchos trabajos por la fe católica, d u -
dia de los judíos, se destruyen las herejías se m a - rante la persecución de los arrianos, en tiempo
nifiesta todo lo que es bueno y honesto, y se nos del emperador Constancio, y por fin murió mártir
induce á ello por testimonio de las sagradas letras en la prisión. Algunos compañeros y amigos de
y por razones suaves y benignas; por lo que con este santo fueron también degollados en la prisión
justa razón debe ser contado san Martín entre por orden del conde Filagro, por no querer comu-
los doctores de la Iglesia; todo lo cual comprue- nicar con los arrianos, recién condenados en el
ban las citadas obras en dos tomos en folio, impre- concilio de Sardis.
sas en Segovia en el año 1782, á expensas del
eminentísimo Sr. D. Francisco Antonio Lorenza- SAN DESIDERIO—Fué el XIX obispo de Viena, en
na, arzobispo de Toledo. Francia; sucedió á san Avito, y murió el día 11 de
Quiso Dios manifestar lo agradables que leerán febrero del año 600.
estas útiles tareas de su fidelísimo siervo con uno
de sus maravillosos prodigios. Tenía Martín, al SAN CALOCERO— Griego de nacimiento y discípulo
tiempo que las escribía, siete clérigos amanuense, de san Apolinar, primer obispo de Ravena; fué
y recibiendo solamente la ración que le daba el promovido por éste al sacerdocio, y dirigió a l g u -
monasterio, multiplicándola con su bendición, se nas veces la diócesis durante su ausencia. Fué
DÍA 12 FEBRERO 425
después el cuarto obispo de Ravena, y murió en obispo de Florencia, repartieron todos sus bienes,
tiempo del emperador Adriano, por los años 120, y vestidos de penitencia, reunidos en una pobre
poco más ó menos, y á los ciento de su edad. choza del campo, emprendieron el nuevo tenor
de vida, el día inmediato del Nacimiento de
SAN JONÁS.—Fué monje en Egipto, en tiempo y la Virgen. Luego, para estar más apartados de
bajo la dirección de san Pacomio. Al principio de la sociedad, se retiraron al monte Senario, á
su vida era hortelano, y por haber sido testigo en dos leguas de Florencia. Dios nuestro Señor,
su juventud de un gran milagro, abrazó la vida que cuando quiere hace elocuentes las lenguas de
monástica, y vivió hasta cerca de noventa años los infantes, dispuso que los niños de esta ciudad
en penitencia continua, privando su cuerpo de los empezasen á llamarles siervos de María, cuyo
alimentos más precisos, y vistiendo un riguroso título tomaron, dedicándose á promover las glo-
cilicio, con el cual fué enterrado. Floreció este rias de la Virgen, meditando principalmente á
santo durante el siglo IV. Cristo crucificado y los dolores de su santísima
Madre. Esta pequeña congregación se erigió en
SAN LÁZARO.—Devastaba la Italia Atila, rey de orden religiosa á instancias de san Pedro Már-
los hunos, cuando muerto el obispo de Milán fué tir, tomando la regla de san Agustín que les había
elegido para sucederle Lázaro, primiciero de la dado el obispo de Florencia. Fué aprobada por un
misma iglesia. Desempeñó el cargo pastoral por concilio y por varios papas, algunos de los cuales
espacio de doce años, en cuyo tiempo tuvo que le concedieron muchas gracias, particularmente
sufrir toda clase de violencias por parte de los Alejandro IV é Inocencio VIII. Extendióse muy
bárbaros invasores. Pero el santo no desmayó, é pronto la nueva orden por varias provincias de
implorando continuamente el favor del cielo, libró la cristiandad, marchando cada uno de sus funda-
su iglesia de mayores males. Coronado de méri- dores á diferentes reinos de Europa á propagarla,
tos, descansó en el Señor el dia 11 de febrero del y por su medio se establecieron en casi todos los
año 449. pueblos del mundo cristiano esas devotas congre-
gaciones, que se ocupan en obsequiar á María en
SAN CASTRENSE, OBISPO Y CONFESOR.-Vivía este san- sus dolores. El primer general de esta orden fué
to en África cuando empezó la persecución de los Buenhijo, muerto en 1262, en olor de santidad, y
vándalos, en la cual, después de haber sido ator- le sucedió en dicho cargo Amadeo, que junto con
mentado en compañía de otros cristianos por los demás compañeros suyos es venerado en el
medio de horribles suplicios, fueron todos e m - número de los bienaventurados.
barcados en un buque lleno de inmundicia, y
arrojado al mar sin piloto y sin timón. Dentro de Día 13
él iban los santos, desnudos y atados de manos y
pies; pero la divina Providencia, que vela sobre SANTA EULALIA, YIRGEN Y MÁRTIR—Al tiempo que
sus escogidos, dirigió la embarcación á un puerto el presidente Daciano fué enviado á España de los
de Italia, donde san Castrense y sus compañeros emperadores Diocleciano y Maximiano, para ha-
fueron recogidos y hospedados por los cristianos. cer carnicería de los cristianos y arrancar, si pu-
Dícese que san Castrense fué obispo de Cartago; diese, de la tierra nuestra santa religión, vivía en
pero su nombre no se encuentra en las actas Barcelona una santa doncella nacida de nobles
episcopales de aquella iglesia. Lo cierto es que padres, llamada Eulalia, la cual era cristiana y
vivió el resto de sus días en Italia y que murió estaba retirada en una heredad cerca de la ciudad.
santamente en Capua el año 450 de Jesucristo. Era á la sazón de catorce años, y virgen hermosí-
sima, honestísima y abrasada del amor de J e s u -
LOS SIETE SIERYOS DE MARÍA, FUNDADORES DEL ORDEN DE cristo, á quien había tomado por esposo y consa-
SERYITAS Ó SIERYOS DE MARÍA.—El dia de la Asunción grado su pureza virginal. Entró Daciano en Bar-
de la Virgen del año 1233 estaban cantando las celona, y comenzó con igual impiedad y braveza
alabanzas de nuestra Señora siete santos caballe- á derramar sangre de cristianos. Vino á noticia
ros de Florencia, llamados Buenhijo Monaldi, de santa Eulalia lo que el cruel juez hacía, y fué
Buenajunta Maneti, Maneto de Antela, Amadeo combatida en su corazón de dos contrarios afec-
Amidéi, Ugucio Ugucioni, Sosteneo Sostenéi, y tos: de tristeza y alegría. De tristeza, porque temía
Alejo Falconeri, cuando del tabernáculo de la que algunos cristianos flacos no desmayasen en
Reina de los ángeles se desprenden siete rayos la fe por temor de tan rigurosos tormentos, y se
de luz, y les deja á todos inspirados de dedicar ahogasen en aquella brava tempestad: de alegría,
su vida á la devoción particular de María. Sintién- porque deseaba morir por Cristo, y juzgaba que
dose, pues, vivamente llamados á retirarse del era ya llegado el tiempo en que Dios la quería
mundo, de común acuerdo y con aprobación del hacer tan gran merced. Era tan extraordinaria
TOMO i 54
426 LA LEYENDA DE ORO DÍA 12
esta alegría y júbilo que la virgen sentía en su pensamiento á la deshonra é ignominia de la p u -
bendita alma, que no la podía encubrir ni disimu- rísima virgen; y así, desnuda y desfigurada como
lar, sino que sus padres y parientes lo echaban de estaba por las muchas heridas, la mandó llevar
ver, aunque no sabían la causa de tan nuevo y por la ciudad, para confusión de la santa y espan-
grande gozo. Con este fervor y deseo del martirio, to de los otros cristianos, y después degollarla en
movida del Señor, se salió secretamente de casa el campo, confesando con esto que ya desesperaba
de sus padres, y se fué al tribunal de Daciano, y de la victoria y se tenía por vencido. Fué degolla-
con palabras libres, graves y muy avisadas le da á los 12 de febrero, y en este día celebra su
reprendió de la tiranía y crueldad que usaba con- fiesta la santa Iglesia. El Martirologio romano y
tra los cristianos. Quedó asombrado el malvado el cardenal Baronio dicen que murió en cruz, y
presidente por ver una doncella de tanta belleza y que su bendita alma fué vista en figura de paloma
de tan poca edad hablar con tanta osadía y liber- subir al cielo; y san Isidoro dice, que su sagrado
tad, y reprender lo que él hacía por mandado de cuerpo fué cubierto de nieve, con que parece que
los emperadores. Quiso saber de ella quién era y milagrosamente la quiso honrar nuestro Señor, y
por qué hablaba con tan poca reverencia de la fué después honoríficamente por los cristianos de
majestad romana y de un ministro que con tanta noche sepultado. Estuvo encubierto por muchos
autoridad la representaba; y la santa virgen, sin años, hasta que nuestro Señor le descubrió, sien-
turbarse, le respondió que ella era cristiana y do obispo de Barcelona Frodoyno, el año de 878;
sierva de Jesucristo, que es Rey de los reyes y el cual obispo, habiendo entendido que cuando
Señor de los señores. Embravecióse el inicuo fué martirizada santa Eulalia, su sagrado cuerpo
juez, y arrebatado de cólera y furor, mandó luego había sido sepultado fuera de la ciudad, en la
azotar crudamente á la santa virgen. Hiriéronla iglesia de Santa María del Mar, le hizo buscar en
terriblemente y abrieron su virginal y delicado ella con gran diligencia y cuidado; y no habiéndo-
cuerpo con los azotes; pero cuanto más la herían, le hallado, mandó que todo el pueblo de la ciudad
tanto ella estaba más constante y alegre, y decía: y su comarca ayunasen tres días, y concurriesen
«Porque mi Dios me conforta no siento vuestros á aquella iglesia á pedir con mucha devoción á
tormentos.» Lo que debiera ablandar el fiero pe- nuestro Señor que les descubriese aquel tesoro
cho de Daciano, eso le endureció más y le encen- que estaba allí escondido. Ayunaron, vinieron al
dió en mayor furia. Mandóla atar en el ecúleo, y templo, oraron, pidieron á Dios con una procesión
arañar con uñas de hierro, y abrasar sus costa- muy solemne que les hiciese aquella merced tan
dos con hachas ardiendo, y acrecentando tormen- señalada, y el obispo, acabada la misa, y vestido
tos sobre tormentos, y buscando otros de nuevo, de pontifical, tocando con su báculo pastoral el
la envolvieron en cal viva. Echaron sobre su c a - rincón del altar, sintió que estaba hueco. Mandó
beza aceite hirviendo y plomo derretido, y mosta- cavar y hallóse una arca de mármol, y en ella el
za desleída en vinagre por las narices y por las precioso tesoro que buscaban, del cual salió luego
llagas que tenía en todo el cuerpo, las cuales le una fragancia del cielo. Sacaron el bendito cuerpo
fregaron con pedazos agudos de vasijas quebra- de aquella arca, y cubierto de un rico paño, le
das, y quemáronle los ojos con velas encendidas. llevaron en andas á la ciudad. Llevándole, s u -
¡Qué fiera tan atroz es un hombre inhumano y cedió una cosa maravillosa, que llegando á la
cruel! Peleaba la impiedad con la fe, el demonio puerta de la ciudad, se hizo inmovible, y tan
con Cristo, Daciano con la santa y tierna doncella, firme, que los que le llevaban no le pudieron
los tormentos con la flaqueza mujeril, y la muerte mover. El obispo se postró en oración, y orde-
con la vida. Pues ¿quién podrá dudar á cuál de nó que todos hiciesen lo mismo; y acabada la
las dos partes se ha de inclinar la victoria? Cansó- oración, se levantó llorando muchas lágrimas,
se Daciano, los verdugos se rindieron, cesaron y asió de las andas, mandando á los más principa-
los tormentos, el demonio quedó confuso, prevale- les clérigos que le ayudasen; y con esto el santo
ció la santa virgen, y Cristo triunfó en su esposa; cuerpo se movió y se dejó llevar á la iglesia cate-
la cual, con el consuelo del cielo, siempre alegre dral de Barcelona, que tenía la advocación de la
y gozosa, milagrosamente quedó libre de los tor- Santa Cruz, donde le tuvieron algunos días sobre
mentos, y los verdugos que la atormentaban que- el altar mayor, y después le colocaron en el s a -
daron quemados. ¿Qué haces, Daciano? ¿Son ya grario; y celebra la iglesia de Barcelona fiesta
agotadas tus invenciones y la ingeniosa crueldad particular de esta invención á los 23 de octubre.
para buscar nuevos tormentos y nuevas penas? Después se trasladó otra vez el santo cuerpo á una
¿No conoces que el esfuerzo y firmeza de Eulalia rica capilla que se había labrado de su nombre y
no es suya, sino de Dios verdadero? ¿Por qué no advocación en la misma iglesia, estando presente
le reconoces? ¿Por qué no le sirves y adoras? Todo el rey D. Jaime de Aragón, el primero, con los
lo que v i o el tirano no aprovechó, antes volvió su infantes sus hijos, y muchos príncipes de su s a n -
Lit. Aleu. Rosellón 100 Barcelona

SANTA EULALIA
DÍA 12 FEBRERO 427
gre y caballeros de su corte; el cual rey D. Jaime elogios de este santo,.y el primero pronunció una
murió el año de 1276, según Jerónimo de Zurita; muy bella oración cuando fué trasladado á Antio-
y de esta traslación se hace fiesta en Barcelona quía su cadáver.
en el segundo domingo de julio.
El martirio de esta gloriosa virgen fué, como SAN DAMIÁN, MÁRTIR—Este soldado romano derra-
dijimos, á los 12 de febrero, por los años del Señor mó su sangre por la fe en África, y su cuerpo fué
de 304, imperando Diocleciano y Maximiano. Ha- después trasladado á Roma y colocado en el c e -
cen mención de ella los Martirologios Romano, de menterio de Calixto. Se ignora la época de su
Beda, Usuardo y Adón, y san Eulogio mártir de martirio.
Córdoba, y el cardenal Baronio en las Anotacio-
nes del Martirologio, y en el segundo tomo de sus LOS SANTOS MODESTO, Y JULIÁN Ó JÜLIANO.-De estos
Anales. santos no se saben más que los nombres, y que
(P. Ribadeneira.) murieron, según Dextro, en Cartagena de España
el año 160. Las actas de estos santos, que trae
SAN MELECIO.—A principios del siglo cuarto, y en Salazar en su Martirologio hispano, son apócrifas,
Melitene, ciudad de la Armenia Menor, nació este como lo prueba Bollandos.
santo. Descendiente de una nobilísima familia,
estaba al propio tiempo dotado de un carácter dul- SAN MODESTO—Fué diácono de la iglesia de Bene-
ce y de un ingenio penetrante y vivo. La herejía vento en Italia, en cuya ciudad padeció martirio
de Arrio infestaba con sus errores los hermosos por la fe de Jesucristo en el cuarto siglo del c r i s -
campos de la Iglesia en Oriente, cuyos errores tianismo.
seguían desgraciadamente algunos obispos, e s -
candalizando así la Iglesia y los fieles. Eustacio, LOS SANTOS MODESTO, Y AMMONIO.-Siendo muy ni-
que ocupaba la silla episcopal de Sebaste, era uno ños se les quiso obligar á ofrecer incienso á los
de ellos; mas depuesto de su dignidad, Melecio ídolos, y rehusando doblegarse á la voluntad de
fué nombrado obispo de aquella iglesia. Por más los paganos, fueron degollados en Alejandría, r e -
que se esforzara en procurar el bien y felicidad cibiendo así la palma del martirio.
de sus diocesanos, por más que trabajara para
convencerlos y reducirlos, nada consiguió, pues SAN ANTONIO, LLAMADO CAÜLEAS— Oriundo de Fri-
era tanta su corrupción que nada les conmovía. gia, de noble cuna, nació en Constantinopla, y fué
Disgustado Melecio, dejó el obispado y se retiró á desde su más tierna infancia tan devoto de las
la soledad, á uno de los desiertos de la Siria, don- cosas religiosas, que ellas formaron las delicias
de se ocupaba en la contemplación de su Dios. de toda su vida. A la edad de doce años abrazó la
Mas el Señor, que le tenía destinado para que bri- vida monástica, y en ella se mostró modelo de
llara en la Iglesia como una luz puesta sobre el perfección y ornamento de la Iglesia. Elevado al
candelabro, permitió que la iglesia de Antioquía sacerdocio, su vida y conducta eran las de un á n -
le eligiera por su patriarca, cuyo destino aceptó gel en carne: puro, fervoroso, despegado á todo
á pesar de su repugnancia. Si padecieron su e s - lo de la tierra, su alma vivía en el cielo, objeto
píritu y corazón al ver el carácter indócil de los constante de todos sus deseos. Su fama y la repu-
de Sebaste, no padecieron menos en Antioquía, no tación de sus virtudes fué en breve tiempo tan
pudiendo reducir á una misma fe á los obstinados popular y tan venerada, que habiendo muerto en
herejes. Estos, conociendo las católicas ideas de 888 el patriarca de Constantinopla, fué Antonio
que abundaba el santo, inclinaron el ánimo del unánimemente elegido para sucederle, y no p u -
emperador Constancio para que lo echara de su diendo vencer la decidida voluntad del emperador,
silla y lo desterrara, como efectivamente lo hizo, del clero y pueblo de la capital, tuvo que encar-
confinándolo á Armenia, de donde no regresó has- garse á su pesar del nuevo puesto á que Dios le
ta que volvieron por edicto de Juliano Apóstata t o - destinaba. Durante su pontificado trabajó asidua-
dos los prelados á sus iglesias. Dos veces más fué mente en restituir la paz á la Iglesia y al estado,
desterrado, la una por el mismo emperador, y la en reformar la disciplina y en animar á todas sus
otra por el emperador Valente. Diferentes fueron ovejas en el camino de las virtudes cristianas, que
los concilios que celebró en confirmación de la son la base de la pública felicidad. Satisfechos en
doctrina definida en el de Nicea; y después de ha- gran parte sus deseos, murió Antonio en Constan-
ber convertido innumerables herejes, y presidien- tinopla el año 895.
do el concilio general de Constantinopla, le alcan-
zó la muerte, entregando su alma al Criador el SAN GAUDENCIO, OBISPO DE YERONA—Floreció por los
día 12 de febrero del año 381. Los santos Juan años de 720, y fué el XXXIX obispo de aquella
Crisóstomo y Gregorio Niceno hacen magníficos iglesia.
428 LA LEYENDA DE ORO DÍA 13
SAN BENITO DE ANIÁN, ABAD-Y CONFESOR—Floreció guna de las nobles familias de aquella ciudad; mas
en Francia á mediados del siglo IX. Catalina le respondió con toda resolución, que no
quería otro esposo que Jesucristo su Señor y R e -
Día 13 dentor. Hallándose después nuestra Catalina en
el campo, en una quinta cercana á la ciudad de
SANTA CATALINA DE RICCI.-En el año de 1522, á 23 Prato, se puso á discurrir con dos religiosas legas
de abril, nació en la ciudad de Florencia, capital de la tercera orden de santo Domingo, del c o n -
de Toscana, santa Catalina, de la noble familia de vento de San Vicente del Prato; las cuales, por ser
Ricci, á la cual en el bautismo se puso el nombre el convento muy pobre y sin clausura, iban bus-
de Alejandra, que después mudó en el de Catalina, cando limosna para remediar las necesidades de
cuando se hizo religiosa. Su padre fué Francisco aquella comunidad. Estas dos legas la informaron
de Ricci, y su madre Catalina de Ricasoli, señores de la vida austera, penitente, pobre y mortificada
de Panzano. Habiendo fallecido Catalina poco des- que llevaban las religiosas de aquel convento, por
pués de haber dado á luz á esta hija, Francisco lo que resolvió hacerse monja en él; y á fuerza de
pasó á desposarse con otra dama. Mas este suceso ruegos y reiteradas instancias consiguió de sus
no causó el más mínimo perjuicio á la buena padres la licencia y bendición. En el año, pues,
educación de la niña, pues así el padre como la de 1535, teniendo Catalina solos trece años, vistió
madrastra tuvieron el posible cuidado para que el hábito religioso de santo Domingo en el monas-
fuese criada en el santo temor de Dios; aunque en terio de San Vicente de Prato con tan grande
esto poco tuvieron que trabajar, porque preveni- contento de su alma, que en el mismo día de v e s -
da Catalina de la gracia del Señor, y llena desde tir dicho hábito, fué favorecida de Dios con un
sus más tiernos años de favores y beneficios celes- dulcísimo éxtasis, en que le pareció que Jesucristo
tiales, se mostró siempre ajena de los juegos pue- y María santísima la introducían en un ameno
riles y de la vanidad del mundo, y muy inclinada jardín, adornado de hermosas flores y de toda
á la piedad y devoción. Así que llegó á la edad de suerte de delicias.
diez años, la puso su padre en el monasterio de Como el Señor había elegido por su esposa á
San Pedro de Monticili, situado en los arrabales esta tierna doncella, se dignó visitarla poco
de Florencia, para que se educase bajo la direc- después de haber entrado en la religión con una
ción de una tía suya paterna, nombrada Luisa, re- larga y molesta enfermedad, con la cual tuviese
ligiosa de aquel monasterio. Aquí empezó Catalina ocasión de purificar su corazón en el fuego de la
á dar muestras de aquella eminente santidad á tribulación y de ejercitar la humildad, la pacien-
que Dios desde la eternidad la había predestinado; cia y las demás virtudes, que la hiciesen semejan-
porque era obedientísima á todo lo que se la man- te á su Esposo crucificado. Refiere, pues, el i l u s -
daba, y casi siempre aplicada á la oración, de trísimo señor Catani, obispo de Fiésoli, que fué el
manera, que aun en el tiempo en que las otras primero que escribió é imprimió la vida de esta
niñas que estaban en educación en el mismo m o - santa virgen, dos años después de su muerte, esto
nasterio iban á recrearse, Catalina hallaba todo es, en el año de 1592, que en los principios de
su placer y contento en estarse arrodillada orando, marzo del año 1538 fué acometida de una graví-
delante de una imagen de un crucifijo, á la cual sima enfermedad, con calentura cotidiana y con
tenía una especial devoción. Desde aquel tiempo agudos dolores que padecía en todo el cuerpo, la
el Señor la inspiró el deseo de meditar frecuente- cual enfermedad degeneró después en una hidro-
mente en su sagrada pasión, discurriendo sobre pesía y en mal de piedra, acompañado de asma.
cada uno de los misterios de ella, y acompañando Este conjunto de males la duró por espacio de dos
la meditación con la oración vocal, rezando cinco años, nada aprovechando los remedios y medici-
veces el Padre nuestro á cada misterio, con gran nas que se la recetaban; de modo que los médicos,
gusto y contento de su alma, que todos los días no sabiendo ya qué hacer, abandonaron su cura-
se iba inflamando más en el amor del Señor y en ción y dejaron de darla remedio alguno, viendo
ardientes deseos de participar del amargo cáliz de que no la servían de ningún provecho, sino que,
su pasión y de ser su sierva y querida esposa. al contrario, la causaban mayor pena y tormento.
A fin de poner en ejecución estos sus piadosos Sufrió la santa con admirable paciencia y perfecta
deseos, resolvió volver las espaldas al mundo y resignación en la divina voluntad todos estos m a -
vestir el hábito de religiosa en algún monasterio, les, consolándose con la vista de su Salvador cru-
donde la observancia regular floreciese en todo su cificado y con la memoria de las penas y dolores
vigor, y sin alguna mitigación ó dispensación. Su que él sufrió por nuestros pecados, muriendo por
padre, que la había sacado del sobredicho monas- ellos sobre una cruz. En el mes de mayo de 1540
terio y la había restituido á su casa, la propuso el se acrecentaron de tal modo los males de la santa,
deseo que tenía de colocarla en matrimonio en al- que estuvo muchas semanas sin poder dormir un
DÍA 13 FEBRERO 429
solo momento, velándola continuamente dos mon- ego iili, qui pascitur inter lilia: Mi amado para
jas que la asistían. En este estado, á 22 del dicho mí, y yo para mi amado, que se apacienta entre
mes de mayo, que en aquel año era vigilia de la las azucenas.» Hasta aquí el sobredicho escritor
Santísima Trinidad, se le apareció un santo de la de la vida de santa Catalina.
orden de santo Domingo (no se dice el santo que A más de esto, fué esta amada sierva del Señor
fuese) todo resplandeciente, el cual, llamándola favorecida de muchas visiones celestiales y de
por su nombre, la hizo la señal de la cruz sobre el éxtasis y raptos tan estupendos, que á veces que-
estómago, y la dejó al instante sana y curada per- daba totalmente elevada de la tierra y suspendida
fectamente de todos sus males, con admiración y en el aire por largo tiempo. Gozaba la santa con
pasmo de todas las monjas y de los médicos que tal frecuencia de estos favores celestiales, que se
vinieron después á visitarla. De este milagro dio puede decir que su vida fué una continua serie
Catalina humildísimas gracias al Señor, y desde de estos dones extraordinarios y sobrenaturales.
este día se enfervorizó más en su servicio ó hizo Fué también enriquecida del don de profecía, del
aún mayores progresos en las virtudes cristianas de penetrar los secretos del corazón, y del de
y religiosas. obrar cosas prodigiosas, por lo que su nombre y
Estas virtudes resplandecieron en la santa vir- su santidad fué conocida y celebrada con univer-
gen de un modo muy particular; pero nosotros, sal aplauso, no sólo en la Toscana donde vivía,
deseosos de la brevedad, nos contentaremos con sino también en toda la Italia y en otras regiones
indicarlas con las mismas palabras del autor de más remotas. Por fin, estando Catalina ya madura
su vida, sacada de los procesos hechos para su ca- para el cielo, y anhelando á las bodas eternas del
nonización. «Amaba la santa, dice, tan tiernamen- paraíso, después de haber padecido una penosa
te á su Dios, que tenía su mente siempre unida enfermedad, con la cual siempre más se purificó
con él, tomando de cualquier cosa motivo para su alma, y habiendo recibido con extraordinaria
alabarle y bendecirle. La caridad que tenía hacia devoción los últimos sacramentos de la Iglesia,
su prójimo era de tal manera singular, que por expiró plácidamente á 2 de febrero, día en que se
este motivo se empleaba en los oficios más bajos celebra la fiesta de la Purificación de la Virgen
del monasterio y de mayor trabajo. Cuando enfer- santísima, del año de 1590, siendo de edad de
maba alguna de sus monjas, la asistía continua- sesenta y ocho años, cuarenta y dos de los cuales
mente en todas sus necesidades, privándose del había empleado en el gobierno de sus monasterio
sueño para que las otras descansasen, y perseve- como priora ó superiora de él, con mucho prove-
rando firme en su asistencia, hasta que las enfer- cho espiritual y temporal de sus religiosas. Bea-
mas sanaban ó fallecían. Su paciencia era inven- tificó á la sierva de Dios Clemente XII, á 29 de
cible en las adversidades, en las tribulaciones y en octubre de 1732, habiendo antes aprobado para
las enfermedades que padeció, que fueron muchas este efecto dos de los muchos milagros que d e s -
y penosísimas, algunas de las cuales las había pe- pués de su muerte obró Dios por su intercesión.
dido al Señor por la salvación de los pecadores y El primero, el de la instantánea curación de
en descuento de las penas que merecía por sus sor Catalina Alejandra de Bonsi, de una a n e u -
pecados. Eran muchísimas las penitencias que risma.
hacía, llevando siempre una cadena de hierro El segundo, el de la instantánea curación de
y un áspero cilicio sobre sus desnudas carnes, sor Elisabet Querubina Casani, de una enferme-
ayunaba frecuentemente á pan y agua, y por es- dad de ciática.
pacio de cuarenta y ocho años no comió carne ni Después Benedicto XIV la puso en el catálogo
huevos. Fué siempre obedientísima á sus supe- de las santas vírgenes, habiendo primero aproba-
riores, venciendo cualquiera repugnancia que do dos de los muchos milagros que ha obrado
tuviese en cumplir prontamente cuanto la orde- Dios por su intercesión, después de haber sido
naban. Aborrecía muchísimo el ser estimada y solemnemente beatificada, que son los siguientes:
tenida en buen concepto; por lo que cuando oia El primero sucedió en la ciudad de Augusta,
hablar con honor de sus acciones, padecía mucho con sor María Magdalena Fabri, religiosa del mo-
dolor, procurando huir y esconderse cuando ve- nasterio de Santa Catalina de Sena, de la orden
nía gente á visitarla. Entre las virtudes de Cata- de predicadores: tres años había que padecía esta
lina subió á la mayor perfección su pureza virgi- religiosa una grave enfermedad en las junturas
nal, que se puede decir que fué como angélica; por ó artejos de las rodillas, que la comprimía t a m -
lo que no es maravilla que mereciese tantas g r a - bién los nervios de las piernas; tanto, que no
cias de aquel Señor, que se apacienta entre las podía de modo alguno moverse, padeciendo al
azucenas, con el cual ella dulcemente se recreaba; mismo tiempo muchos dolores; y los varios reme-
repitiéndole frecuentemente aquellas palabras de dios que se habia aplicado nada le habían apro-
la esposa de los Cantares: Dilectus meus mihi, et vechado. Lleváronla las religiosas al coro al
430 LA LEYENDA DE ORO DÍA 13
tiempo que se cantaba el Te Deum laudamus, en destruido por los lombardos: convocó dos conci-
acción de gracias por la beatificación de la sierva lios, el uno en 721 contra los matrimonios ilícitos,
de Dios, á la cual se encomendó la enferma con y el otro en 729 contra los iconoclastas. Habiendo
mucho fervor; y al instante allí mismo se sintió los romanos echado á Basilio, último duque de
enteramente sana, y vio que había recobrado sus Roma, el año 726, adquirió Gregorio en esta
fuerzas como si nada hubiese padecido; de suerte ciudad y su ducado, á falta de los ministros i m -
que se arrodilló y anduvo por el monasterio como periales, la superintendencia ministerial, mal con-
las otras monjas. fundida por algunos con la autoridad absoluta.
El segundo sucedió con María Clemencia, natu- Gregorio escribió á Carlos Martel pidiéndole soco-
ral de Florencia, la cual por espacio de ocho años rro contra las vejaciones de los lombardos, y t u -
continuos había padecido un cáncer en el pecho, vo también mucho que sufrir por parte de León
del cual salía gran copia de gusanos. Al principio Isauro, que se declaró en favor de la herejía de
dicho cáncer la había causado siete valvas ó cavi- los iconoclastas. En 729 escribió á este príncipe
dades, que después se redujeron á dos muy pro- sus dos cartas dogmáticas sobre el culto de las
fundas; y habiéndola reducido este mal al extremo santas imágenes, y pasó el resto de su vida en evi-
de la vida, recibió el Santísimo Sacramento por tar las supercherías de León y en contener á las
viático; mas habiéndose encomendado después ciudades de Italia, prontas á sublevarse. La Igle-
con fervorosa oración á santa Catalina de Ricci, sia venera á este santo como uno de los que más
quedó libre y curada por su intercesión de esta han honrado la cátedra pontificia con su sabidu-
mortal enfermedad. ría, su celo y sus esclarecidas virtudes.

SAN AGABO.—Este santo se encuentra entre los SAN JULIÁN.—Derramó su sangre y consiguió la
setenta y dos discípulos de Jesucristo. Estuvo do- corona del martirio en Lion de Francia, durante
tado del don de profecía, prediciendo entre otras el siglo IV, después de haber padecido infinidad
cosas la prisión del apóstol san Pablo, como tam- de cruelísimos tormentos.
bién el hambre que en tiempo del emperador
Claudio desolaría la tierra. Tanto la Iglesia griega SAN BENIGNO.-Fué natural de Tuderto, en H u n -
como latina lo venera como mártir, habiendo sido gría, cuya ciudad fué teatro de su santa vida y de
Antioquía el teatro de su martirio. Las actas de su gloriosa muerte. Estaba disponiéndose este san-
los apóstoles hacen mención de dicho santo. to para recibir las órdenes sagradas, cuando se
encendió la persecución en tiempo del emperador
SANTA FUSCA, VIRGEN, Y SANTA MAURA, SU NODRIZA—La Diocleciano, y en ella derramó su sangre con un
primera fué hija de un noble de Siria, y teniendo ilustre martirio. Su cuerpo fué sepultado en un
apenas quince años, abrazó la religión cristiana, lugar, donde se edificó después un suntuoso tem-
cuya acción fué causa de su martirio en tiempo plo dedicado á su memoria, y el Señor le hizo glo-
del prefecto Quinciano y del emperador Decio. rioso por los milagros obrados en él por la inter-
Maura fué también muerta con ella, y los cuer- cesión de su siervo.
pos de ambas, recogidos por los cristianos de
Ravena, recibieron honrosa sepultura, favorecida SAN ESTEBAN, OBISPO DE LION—Este prelado i l u s -
por el cielo con muchos milagros. tre en santidad fué célebre en la corte de Gohdo-
baldo, rey de los borgoñones, por su admirable
SAN P0LIEOT0, MÁRTIR—Derramó su sangre por la gracia en componer las diferencias de aquellos
fe en Müitene, ciudad de Armenia, el día 13 de tiempos y en conciliar los espíritus turbulentos y
febrero del año 2o9. belicosos. Fué severísimo con su persona y en to-
dos los negocios que pertenecían á la religión, y
SAN GREGORIO I I — F u é natural de Roma, y obtuvo murió santamente en Lion el año 510 ó 512.
las dignidades de tesorero y bibliotecario de la
Iglesia romana, que desempeñó á general satis- SAN LUCINO Ó LUCINIO—Fué el decimoséptimo obis-
facción. Mereció ser elegido y consagrado papa po de Anjou, en Francia, de cuya ciudad es patro-
el 19 de mayo del año 715, y gobernó quince no y especial protector. Fué de familia principal,
años, ocho meses y veintitrés días, falleciendo de índole suave y costumbres puras, y muy q u e -
el 10 de febrero de 731. Era Gregorio sabio rido en la corte de Clotario II, en la cual había
é instruido en las sagradas Escrituras, de bue- desempeñado destinos de importancia durante los
nas costumbres y admirable fortaleza. El primer años de su juventud. Despreciada después la pom-
año de su pontificado envió misioneros á Ger- pa del mundo, renunciando á la corte y á las a r -
mania á predicar el Evangelio. En 718 restableció mas, dedicóse todo á Dios, y fué elegido obispo de
el monasterio de Monte Casino, que había sido Anjou. Su episcopado es notable por la reforma
DÍA 14 FEBRERO 431
general de las costumbres públicas, y por el celo pulos del apóstol Santiago; y deseando instruirse
con que el santo obispo promovió los intereses de en los ápices más mínimos de la doctrina revela-
la religión. Murió Lucino llorado de cuantos h a - da, bajo la enseñanza de tan célebre maestro, se
bían tenido la dicha de tratarle, el día 11 de febre- mantuvo algún tiempo en su compañía. Conoció
ro del año 616. el santo prelado la pureza de la fe, y el infatigable
celo de Policeto; y persuadiéndose que sería de
SAN ESTEBAN, ABAD DEL MONASTERIO DE RIETI, EN ITALIA. mucha utilidad para la Iglesia un ministro de
—Fué varón de maravillosa paciencia, y á cuya aquel carácter, le confirió el orden de levita.
muerte, acaecida en el año 598, asistieron visible- Condecorado el ilustre joven con las órdenes
mente los ángeles. sagradas, se creyó más obligado que nunca á con-
tinuar las funciones de su ministerio; y revestido
SAN M0D0MN0E Ó DOMINGO DE OSSORY, CONFESOR.-Flo- del mismo espíritu y del mismo fuego con que sa-
reció en Irlanda en el siglo VI. lieron los apóstoles de Jerusalén para la conquis-
ta del mundo idólatra, corrió por todos los pueblos
SAN ROGERIO, ABAD Y CONFESOR. — Abad de Loroy; de aquella región, extendiéndose hasta la provin-
murió en 1175. cia carpentana, haciendo en todos ellos admira-
bles conversiones de no pocos infieles.
SAN POLICETO, MÁRTIR—Por un himno antiquísimo Ofendidos los paganos de las conquistas que
del breviario del monasterio de San Naborio de cada día hacía Policeto para Jesucristo con la ilus-
Lotaringia sabemos, que san Policeto fué uno de tración de sus celosas predicaciones, no pudiendo
aquellos célebres varones apostólicos que ilustra- sufrir que desertasen tanta multitud de infieles
ron á España con la luz del Evangelio en los prin- de las supersticiones del gentilismo, precedieron
cipios de su promulgación. También nos consta contra su vida, en la cruel persecución que movió
por el mismo documento que fué este héroe de na- contra la Iglesia el emperador Nerón, enemigo
ción francés, profesor de la religión cristiana, ins- capital del nombre cristiano. Hallábase el barón
truido en ella sin duda por aquellos celosos mi- apostólico ejerciendo las funciones de su ministe-
sioneros apostólicos que se condujeron á las Gau- rio en Caravi, pueblo sito antiguamente cerca de
las con el noble objeto de dilatar el reino de Jesu- Zaragoza, y destruido después por los árabes,
cristo en el primer siglo de la Iglesia. según se cree: acometiéronle los infieles con un
Quiso Policeto ser participante de las gloriosas furor extraordinario, lo pusieron en un oscuro ca-
empresas que hacían los discípulos de los apósto- labozo cargado de prisiones, con ánimo de hacerle
les en la conquista del mundo: pasó de Francia á padecer cuantos tormentos pudiese discurrir la bar-
España poco después que el apóstol Santiago sem- baridad más inhumana; pero como la hediondez
bró en la nación la semilla evangélica para que de aquel inmundo lugar, la oscuridad, la hambre,
rindiese abundantes frutos al divino Labrador, y la sed y otras incomodidades no fuesen capaces á
deseando continuar el proyecto de aquel celosísi- rendir la valerosa constancia del esforzado militar
mo operario del Padre de familias, comenzó á de Jesucristo á que prestase adoración á los dioses
predicar la palabra de Dios en los pueblos iberos. romanos, no pudiendo contener los paganos la
Eran aquellos naturales feroces de condición, te- indignación que concibieron á vista de su fortale-
naces como ningunos en la observancia de las za, después de los exquisitos tormentos con que
supersticiones del paganismo, y creyendo Policeto probaron su constancia, lo aserraron por medio
que para tratar á unas gentes de aquel carácter del cuerpo en el día 13 de febrero, en la fatal épo-
era preciso valerse de la dulzura y de la suavidad, ca que ocurrió la persecución del impío Nerón.
les manifestó con ella los crasos errores en que
se hallaban sumergidos, tributando culto á los Día 14
ídolos, y ofreciendo sus horrendos sacrificios á
unos vanos simulacros bajo el velo de quiméricas SAN VALENTÍN, PRESBÍTERO Y MÁRTIR—Entre los glo-
deidades. Hízoles ver asimismo la verdad y la jus- riosos mártires que en el tiempo del emperador
tificación de nuestra santa religión, confirmó su Claudio, segundo de este nombre, dieron testi-
doctrina con repetidos milagros; y convencidos á monio de la verdadera fe con su muerte, y derra-
fuerza de la eficacia de su predicación y de sus maron su sangre por Jesucristo, fué uno san
portentosas maravillas muchos paganos de la c e - Valentín, presbítero; el cual, estando el mismo
guedad y de la miserable condición en que vivían, emperador en Roma, siendo hombre por su s a n -
cedieron su cerviz al yugo de Jesucristo. tidad y doctrina venerable, fué preso y cargado
Llegó Policeto con sus conquistas á la ciudad de de cadenas, y dos días después llevado á presen-
Zaragoza, en tiempo que tenía aquella silla epis- cia del emperador. Luego que Claudio le vio, le
copal san Atanasio, uno de los más famosos discí- dijo con palabras blandas: «¿Por qué no quieres
432 LA LEYENDA DE ORO DÍA 14
gozar de nuestra amistad, sino ser amigo de nues- suplicándole, que pues por su medio habían cono-
tros enemigos? Yo te oigo alabar de hombre sabio cido á Cristo, verdadera luz, les dijese lo que h a -
y cuerdo, y por otra parte te veo supersticioso y bían de hacer para salvarse. El santo les mandó
vano.» Respondió Valentín: «¡Oh emperador! Si hacer pedazos todos los ídolos que tenían, y a y u -
entendieses bien el don de Dios, serías dichoso nar tres días, y perdonar á todos los que los h a -
tú y bienaventurada tu república: darías de mano bían agraviado, y después bautizarse, y que con
á los demonios y á esas estatuas que adoras, y esto se salvarían. Asterio cumplió todo lo que le
conocerías ser Dios verdadero y solo el que crió fué ordenado, y soltó á todos los cristianos que
el cielo y la tierra, y Jesucristo su único Hijo.» tenía presos, y se bautizó con toda su familia, que
Estaba presente, cuando esto dijo Valentín, un era de cuarenta y seis personas. Supo esto el em-
letrado del emperador, y dijo á Valentín, de m a - perador, tuvo recelo de algún grande alboroto en
nera que todos le oyesen: «Pues, según eso, ¿qué Roma, y por razón de estado mandó prender á
sientes de nuestros dioses Júpiter y Mercurio?» Asterio y á todos los otros que con él se habían
Y Valentín: «Que fueron hombres, dice, misera- bautizado, los cuales con varios géneros de tor-
bles, sucios, y que todos los días de su vida gas- mentos fueron martirizados, y san Valentín, padre
taron en torpezas y deshonestidades, y deleites y maestro de todos, después de haber padecido
viciosos de sus cuerpos.» No se pudo tener el le- muchos días de cárcel penosa, fué apaleado y que-
trado oyendo esto, que no clamase en voz alta: brantado con bastones nudosos, y al fin degollado
«Blasfemado ha Valentín contra los dioses y con- en la vía Flaminia, donde después Teodoro, papa,
tra los gobernadores de la república.» Y como á honra suya dedicó un templo al Señor. Hácese
Valentín pidiese atención al emperador, y le dije- mención de este santo en el Sacramentarlo de san
se que hiciese penitencia de la sangre de los cris- Gregorio, papa. El día de su martirio fué á los 14
tianos que había derramado, y creyese en Cristo de febrero, en el cual la santa Iglesia celebra su
y se bautizase, porque de esta manera se salvaría fiesta, y fué el año del Señor de 271, imperando
y acrecentaría su imperio, y alcanzaría grandes Claudio, segundo de este nombre.
victorias de sus enemigos; y el emperador se mos- (P. Ribadeneira.)
trase blando y que le oía de buena gana, el pre-
fecto de la ciudad, llamado Calfurnio, dijo á gritos BEATO JUAN BAUTISTA DE LA CONCEPCIÓN.-Una villa,
allí delante de todos: «¿Habéis visto cómo está llamada Almodóvar, en el arzobispado de Toledo,
engañado nuestro príncipe? ¿Es posible que que- fué el lugar donde nació este santo, educado por
ramos dejar la religión que mamamos con la leche sus devotos y piadosos padres en la virtud y letras
y con que nos criamos, y tuvieron nuestros padres desde sus más tiernos años. Su piedad era tanta,
y abuelos?» Oyendo estas palabras Claudio, t e - que muy niño maceraba su cuerpo con las más
miendo alguna turbación y alboroto en la ciudad, rigurosas penitencias. Vistió el hábito de los pa-
mandó al prefecto que oyese á Valentín, y si no dres trinitarios calzados á los diez y siete años de
diese buena cuenta de sí, le castigase como á sa- su edad, habiendo ya hecho voto de castidad cuan-
crilego, y si la diese, que no le condenase. El pre- do sólo contaba nueve. Instruido bajo la dirección
fecto cometió la causa á un teniente suyo, llama- del beato Simón de Rojas, así en la vida espiritual,
do Asterio, el cual le llevó á su casa; y el santo, como en las ciencias humanas y divinas, aprove-
entrando en ella, suplicó á Dios que alumbrase á chó tanto en ellas, que era tenido por modelo en
los que estaban ciegos en las tinieblas de la g e n - virtud y ciencia. Su abstinencia era admirable,
tilidad, y les diese á reconocer á Jesucristo, luz privándose de lo necesario á la vida, para darlo
verdadera del mundo. Y como oyese esto Asterio, á sus hermanos los pobres. Ordenado de sacerdo-
dijo á Valentín: «Mucho me he maravillado de tu te, estaba su corazón tan inflamado en la caridad
prudencia que digas que Cristo es luz verdadera.» y amor hacia Dios, que se cumplió en él lo que la
Y Valentín dijo: «No solamente es luz verdadera, seráfica doctora santa Teresa de Jesús había pre-
sino luz que alumbra á todos los hombres que dicho á sus padres, á saber: que su niño Juan
vienen al mundo.» «Si eso es así, dijo Asterio, yo lo sería con el tiempo, como ella, reformador de una
probaré presto. Aquí tengo una hija adoptiva que orden religiosa. En efecto: deseando hacer revivir
ha dos años que es ciega; si tú la alumbrares y todo el fervor primitivo de la regla de su orden,
dieres vista, entenderé que Cristo es luz y Dios, y tal cual la habían instituido sus santos fundadores
haré todo lo que quisieres.» Trajeron la doncella Juan de Mata y Félix de Valois, partió para Roma
al santo, y él, poniendo las manos sobre sus ojos, á fin de obtener del pontífice reinante Clemen-
hizo oración y dijo: «Señor Jesucristo, alumbra á te VIII la aprobación. El papa aprobó la reforma
esta tu sierva, porque tú eres verdadera lumbre.» de la orden de la Santísima Trinidad, y vuelto
Al momento recibió vista la doncella, y Asterio y Juan Bautista á España reúne algunos socios,
su mujer se echaron á los pies de san Valentín, y funda en Valdepeñas el primer convento de
DÍA 15 FEBRERO 433
la nueva orden de trinitarios descalzos. La p e - el m o n a s t e r i o de R o d a , e n el p r i n c i p a d o d e C a t a -
nitencia, la austeridad, la pobreza, la vida c o - l u ñ a , por l o s a ñ o s 300 d e l a e r a a c t u a l , a u n q u e el
mún eran el objeto de estos nuevos religiosos. Martirologio romano d i g a q u e p a d e c i e r o n e n A l e -
No dejó su fundador de experimentar algunos jandría.
sinsabores, disgustos y persecuciones; mas él,
alentado con la confianza en Dios, funda varios SAN ELEUCADIO.—Era d i á c o n o de la i g l e s i a d e R a -
conventos; y aunque la maledicencia emplee t o - vena, y vacando la sede episcopal por muerte de
dos los medios para hacerle perder el crédito y san Aderito, fué Eleucadio elegido para s u c e d e r l e .
la autoridad, no por esto desiste de su empeño. D e s p u é s de u n pontificado f a v o r e c i d o c o n a b u n -
Después de haber obrado el bien durante su vida d a n t e s g r a c i a s , m u r i ó e s t e s a n t o e n R a v e n a el d í a
y dado ejemplos de virtud á sus hijos, murió en el 14 de febrero del a ñ o 112.
Señor á los cincuenta y dos años de su edad, el día
14 de febrero de 1613. Sepultado su cadáver en el SAN AÜRENCIO, ABAD DE BITINIA - S e d e d i c ó p r i m e -
convento de su orden en Córdoba, y resplande- ro al e j e r c i c i o de l a s a r m a s , y d e s p u é s á l a v i d a
ciendo con los muchos milagros obrados, fué d e - de p e r f e c c i ó n e v a n g é l i c a , e n l a c u a l f u é d o c t o r y
clarado beato el año 1819 por la santidad de Pío VII. m a e s t r o . M u r i ó de u n a edad m u y a v a n z a d a el
a ñ o 470.
LOS SANTOS YIDAL, FELICOLA, Y CENÓN.-Fué el pri-
mero presbítero, y todos mártires en Roma en la SAN ANTONINO, ABAD—Fué n a t u r a l de S o r r e n t o e n
vía Ardeotina, en tiempo del emperador Diocle- Italia, y h a b i e n d o l o s l o n g o b a r d o s a r r u i n a d o el
ciano. Sus reliquias se conservan en el monaste- m o n a s t e r i o de M o n t e C a s i n o , s e retiró á u n y e r -
rio de Santa María de Serrateix, en el principado m o j u n t o á a q u e l l a c i u d a d , y allí, a d o r n a d o d e
de Cataluña, adonde fueron trasladadas desde s a n t i d a d y v i r t u d e s , m u r i ó el d í a 14 de f e b r e r o del
Roma el año 977, reinando en Barcelona el conde a ñ o 300. S u c u e r p o f u é e n t e r r a d o e n S o r r e n t o ,
Borrell, al cual habían sido regaladas. d o n d e e s t e n i d o e n g r a n v e n e r a c i ó n , por l o s c o n -
t i n u o s m i l a g r o s q u e o b r a el S e ñ o r por s u p a t r o -
SAN VALENTÍN, OBISPO DE TERNI, EN HUNGRÍA-Era cinio.
natural de Roma, y fué ordenado obispo el año
243 y enviado á Hungría, donde propagó las luces SAN MARÓN, ABAD ¡Y CONFESOR.-Moró e n l a s s o l e d a -
del Evangelio. Siendo ya de edad muy avanzada, d e s de la S i r i a á m e d i a d o s del s i g l o V.
y habiendo sobrevenido cruel persecución contra
la Iglesia, fué acusado, azotado, y estando en pri- SAN ABRAHÁN, OBISPO Y CONFESOR-Murió e n 422,
sión, lo sacaron una noche de ella, y en seguida siendo obispo de Carres.
lo degollaron por orden de Plácido, gobernador
de aquella ciudad, por los años 273. SAN CONRANO, OBISPO Y CONFESOR-Floreció e n l o s
p r i m e r o s s i g l o s d e la I g l e s i a .
LOS SANTOS PRÓCULO, EFEBO, Y A M O N I O — E s t a n d o
en la ciudad de Terni, velando el cuerpo del santo Día 15
obispo Valentín, recién martirizado, fueron dego-
llados por mandato del procónsul Leoncio. LOS SANTOS FAUSTINO, Y JOYITA, MÁRTIRES—San F a u s -
tino y s a n Jovita, f o r t í s i m o s m á r t i r e s del S e ñ o r ,
LOS SANTOS BASO, ANTONIO, Y PROTÓLICO.-Fueron fueron h e r m a n o s y m u y ilustres por sangre, y
ahogados en el mar de Alejandría, á los cuales m u c h o m á s por haber sido cristianos, y haber de-
junta Baronio algunos otros santos que fueron r r a m a d o l a s u y a p o r Cristo, c o n u n p e n o s o y
compañeros de aquéllos en los tormentos, y que prolijo m a r t i r i o q u e p a d e c i e r o n , h a b i e n d o s i d o
perecieron el mismo día que ellos, aunque con atormentados m u c h a s veces con penas atroces y
diverso género de muerte. e x q u i s i t a s , e n m u c h a s c i u d a d e s de Italia. N a c i e -
ron e s t o s b i e n a v e n t u r a d o s c a b a l l e r o s de J e s u -
LOS SANTOS CIRIÓN, PRESBÍTERO, BASIÓN, LECTOR, AGA- c r i s t o e n B r e s c i a , c i u d a d p r i n c i p a l de L o m b a r -
TÓN, EXORCISTA, Y MOISÉS, MÁRTIRES—Fueron quema- día. D e s d e n i ñ o s f u e r o n b i e n i n c l i n a d o s , m o d e s -
dos vivos en Alejandría, en el tercer siglo de la tos, v i r t u o s o s , u n i d o s e n t r e sí c o n el v í n c u l o d e
Iglesia. u n a h e r m a n a b l e c a r i d a d . A F a u s t i n o , q u e e r a el
m a y o r , o r d e n ó de s a c e r d o t e A p o l o n i o , o b i s p o de
SAN DIONISIO, Y SAN AMMONIO.—No se sabe de dón- aquella ciudad; y á Jovita de diácono. C o m e n z a -
de eran oriundos estos dos santos; pero parece ron l o s s a n t o s h e r m a n o s á e j e r c i t a r s u s oficios
fuera de toda duda, que fueron martirizados y de- c o n g r a n d e a p r o v e c h a m i e n t o de l o s p u e b l o s y edi-
capitados en España, en el lugar donde está hoy ficación d e l o s fieles, y m u c h o s g e n t i l e s , por s u
TOMO i 55
434 LA LEYENDA DE ORO DÍA 15
predicación, se convertían á nuestra fe, y deste- este milagro á Saturno, y llegarse á los santos con
rradas las tinieblas de su ignorancia, recibían la una estatua suya para que le reverenciasen, las
luz del sagrado Evangelio. Iba éste creciendo de fieras los asaltaron y mataron á bocados, y con
manera, que la religión cristiana florecía, y la de ellos á Itálico, principal autor de esta persecución,
los falsos dioses cada día iba en mayor [dismi- que iba en su compañía. Clamaban los gentiles á
nución, y la fama de los hermanos se extendía grandes voces y decían: «Saturno dios, ayuda á
por toda aquella comarca, y llegaba á algunas tus ministros;» mas su misma estatua quedó allí
ciudades más apartadas y remotas. Mas el de- en el suelo pisada de las bestias fieras, y bañada
monio, queriendo estorbar este feliz progreso, de sangre de sus sacerdotes. La mujer de Itálico,
movió á un ministro suyo y grandísimo enemigo llamada Afra, cuando supo la muerte de su mari-
de Cristo y de su Iglesia, que se llamaba Itálico, do, vino con gran furia al teatro donde estaba el
que persuadiese al emperador Adriano que lleva- emperador, y con voz lamentable y enojada le
se adelante la persecución contra los cristianos, dijo: «¿Qué dioses son estos que adoras, ¡oh empe-
que Trajano su predecesor había comenzado, y rador? Dioses que no pueden librar á sus sacerdo-
quitase la vida á Faustino y Jovita, que eran los tes, ni aun á sí mismos, y por ellos y por ti yo he
principales predicadores de aquella superstición, quedado hoy viuda.» Y así ella se convirtió á la
si quería tener propicios á los dioses y seguro fe, y otros muchos de los que estaban presentes,
su imperio. El emperador dio al mismo Itálico entre ellos Calocero, hombre principal en la corte
amplia comisión para proceder contra los dos y casi imperial, con gran parte de los criados y
santos hermanos y contra los demás cristianos, ministros. Y para que se viese que aquellas m a -
Llegado á Brescia Itálico, mandó prender á Faus- ravillas eran obras de Dios, que conserva la n a -
tino y Jovita; propúsoles el mandato del empe- tural crueldad en aquellas bestias, para que u s a -
rador, exhortóles á obedecerle, prometióles gran- sen de ella contra los gentiles, y fuesen mansas y
des dones si obedecían, y graves tormentos si blandas para con los santos; ellos les mandaron
lo dejaban de hacer; y hallándolos en la con- que sin hacer daño á ninguno saliesen fuera de la
fesión de la fe valerosos y constantes, no quiso ciudad, y así lo hicieron, y se fueron á los desier-
pasar adelante, hasta que el mismo emperador, tos. Mandó después de esto Adriano echar los san-
que iba á Francia, entrase en la ciudad de B r e s - tos en el fuego, y ellos estaban en medio de las
cia, así para saber de él su voluntad, como por llamas como en una cama regalada, alabando y
ser los santos personas tan ilustres y tan empa- cantando himnos al Señor. Echáronles de nuevo
rentadas. Vino el emperador, supo lo que pasaba, en la cárcel, y dieron orden de que no entrase na-
tentó inclinarlos á la adoración de sus dioses, y die á ellos, ni que se les diese cosa de comer ni
mandólos llevar al templo del sol, en el cual e s - beber, para que pereciesen de hambre y sed. Pero
taba una estatua del mismo sol, riquísimamente ¿quién puede contrastar contra Dios? Vinieron los
adornada, y en la cabeza tenía muchísimos rayos ángeles del cielo á confortar y alegrar á los esfor-
de oro fino que maravillosamente resplandecían. zados guerreros del Señor, alumbraron con luz
Hicieron los santos oración á Dios del cielo, y celestial aquellas mazmorras tenebrosas, y dieron
luego la estatua se paró como un hollín, y los mayor consuelo á los que estaban consolados, por-
rayos de la cabeza como un carbón. Espantóse que padecían por su Señor.
el emperador que estaba presente, y mandó á los Mas viendo el emperador la constancia de los
sacerdotes y ministros del templo que limpiasen mártires, y los muchos que por su ejemplo se ha-
la estatua del sol y sacudiesen aquel hollín; y en bían convertido á Cristo, y la parte que tenían en
poniendo ellos las manos en ella, luego cayó y la ciudad, temiendo alguna sedición, mandó m a -
se deshizo, y se convirtió en ceniza. Embraveció- tar á los que habían creído con Calocero, y llevar
se el emperador con este suceso, y condenó á los al mismo Calocero y á los santos hermanos Faus-
dos santos á las fieras. Echáronles cuatro leones tino y Jovita encadenados á Milán, para donde él
ferocísimos, los cuales, dando unos bramidos e s - se partía. Allí fueron de nuevo atormentados: atá-
pantosos, que hacían temblar á los gentiles que ronlos á todos tres en el suelo boca arriba, y echá-
allí estaban, se llegaron á los santos hermanos ronles plomo derretido con unos embudos por la
mansamente, y comenzaron á lamerles los pies; boca, para que les quitase la respiración y la vida;
echaron también leopardos, osos y otras bestias mas el plomo, como si tuviera sentido, no haciendo
fieras, y para irritarlas y hacerlas más crueles y daño á los mártires, quemaba á los crueles verdu-
bravas, les ponían hachas ardiendo á los costa- gos. Pusiéronlos en el potro y aplicaron planchas
dos; pero todas ellas eran como ovejas para los encendidas á sus costados; y Calocero, sintiendo
santos; y para los ministros del emperador fue- gravísimo dolor del fuego que le penetraba en las
ron tan bravas, que á todos los despedazaban. Y entrañas, dijo á Faustino y Jovita: «Rogad á Dios
queriendo los sacerdotes de los templos atribuir por mí, ¡oh santos mártires!, que este fuego me
DÍA 15 FEBRERO 435
atormenta mucho.» Y ellos respondieron: «Ten representar en Roma por algún negocio de impor-
fuerte, Calocero, que esto poco durará, y el favor tancia, confió esta misión á este santo, que era ciu-
del Señor será contigo.» Y así fué, porque luego dadano noble de ella. Llevóse á Roma á su esposa
se sintió Calocero recreado y tan confortado, que y demás familia. Durante el tiempo de su perma-
les dijo que no sentía dolor. Y por más que e c h a - nencia en la ciudad santa, no pudo menos de admi-
ron estopa, resina y aceite, y encendieron un gran rarse al ver el valor con que los mártires sufrían
fuego al rededor de los santos, todo perdió su los tormentos por confesar la fe de Jesucristo; y le
fuerza, y no fué parte para que ellos no estuvie- movió tanto esto, que rogó al obispo de Terni, san
sen muy contentos y alabasen al Señor; por lo Valentín, le instruyera en las verdades de la cris-
cual, muchos de los circunstantes, maravillados tiana religión, y después de bautizado él y toda
de lo que veían, y entendiendo que aquéllas no su familia, fueron todos degollados en la m i s -
eran ni podían ser obras de nuestra flaca natura- ma ciudad de Roma por haber confesado p ú -
leza, conocieron al autor y obrador de tan g r a n - blicamente la fe de Jesucristo. Fué su muerte el
des milagros, y se convirtieron. Y el emperador, año 273.
no sabiendo ya qué hacerse, y teniendo por afren-
ta ser vencido de los santos mártires, entregó á SANTA ÁGAPE.—Esta noble virgen de Terni, en
Calocero á un gobernador de los suyos, llamado Hungría, fué discípula de san Valentín, y bajo su
Antíoco, para que le martirizase, y partiéndose dirección vivía con otras doncellas en una especie
para Roma, mandó ¡levar tras sí á Faustino y Jo- de convento ó retiro, dedicada á ejercicios de
vita, y llegados á aquella ciudad, fueron de nuevo piedad, cuando habiendo los paganos muerto al
cruelmente atormentados, y visitados y consolados maestro, prendieron también y degollaron á las
del sumo pontífice. De allí los llevaron á la ciudad discípulas, que á la corona de la virginidad junta-
de Ñapóles, y de nuevo les dieron otros exquisitos ron la del martirio, el año 273. El cuerpo de santa
tormentos, y los echaron en el mar; mas el ángel Ágape se conserva en Hungría, en una iglesia d e -
del Señor los libró, y por virtud del mismo Señor dicada á su nombre, y su cabeza está en Roma
que peleaba en ellos, salieron vencedores y más en la basílica de los Santos Apóstoles.
puros y resplandecientes con los tormentos, como
el oro en el crisol. Finalmente, los volvieron á LOS SANTOS SATURNINO, CÁSTÜLO, MAGNO, Y LUCIO, MÁR-
Brescia, su principal ciudad, para que los que con TIRES,—Fueron martirizados en compañía de la
su vida y constancia se habían convertido á la fe santa anterior en la misma ciudad de Terni.
de Jesucristo, se encogiesen y atemorizasen con
su muerte. Esto pretendían los tiranos, y Dios por SAN QUINIDIO.—Natural de las Galias, era monje
este medio honrar é ilustrar y defender aquella del monasterio de Lerín, noble semillero de s a n -
ciudad, donde estos santos habían nacido, con la tos, cuando por expresa manifestación del cielo
sangre é intercesión y merecimientos de ellos. fué llamado al obispado de Vasas, en las mismas
Allí fueron degollados, y fuera de la puerta que Galias. Apacentó su grey con sabiduría y virtud,
va á Cremona, puestos de rodillas y encomendan- y fué en su tiempo el patriarca y el más venera-
do su espíritu al Señor, que les había dado fuer- ble ornamento de la iglesia galicana. Colmado de
zas para pelear valerosamente en tantas y tan du- virtudes y merecimientos, entregó su espíritu á
ras batallas, y ahora los hacía dignos de sí y les Dios el año 578, y el cielo testificó luego con m i -
daba corona de martirio, el cual fué á los 15 de lagros que su muerte había sido preciosa á los
febrero del año de nuestra salud de 122, según ojos del Señor.
Baronio; y el mismo día celebra la Iglesia su fies-
ta. El Martirologio romano dice que fueron mar-
SAN DECOROSO, OBISPO DE CAPUA— Floreció en el
tirizados por el emperador Adriano, y el Brevia-
siglo VII. Por aquel tiempo habían abrazado ya
rio romano que en la persecución de Trajano.Los
los longobardos la fe cristiana; pero en su inte-
tormentos de estos santos fueron tantos y duraron
rior y en muchos actos de su vida no podían aún
tanto tiempo, que pudo Trajano comenzarlos y
desarraigar las raíces de sus antiguos errores.
acabarlos Adriano; aunque lo más probable pare-
San Decoroso trabajó tan eficazmente para lograr-
ce que todo fué en tiempo de Adriano, el cual no
lo, que durante los treinta años de su episcopado
movió propia persecución contra la Iglesia, sino
fueron éstos los más ardientes votos de su cora-
continuó la que Trajano, su predecesor, había co-
zón. Sus sermones y sus exhortaciones á los l o n -
menzado; y así se pudo llamar persecución de Tra-
gobardos, llenos de unción, de caridad y de santo
jano, tomando el nombre de su autor.
celo, le atrajeron todos los corazones, y él los
(P. Ribadeneira.) reformó á todos, teniendo el consuelo de ver
coronados sus deseos y trabajos con un copioso
SAN CRATON.—La ciudad de Atenas, teniendo que fruto. El Señor coronó sus esfuerzos, llevándoselo
436 LA LEYENDA DE ORO DÍA 16
á la gloria el dia 12 de febrero del año 765, l l o - cielo vino á conocer que no había sino un Dios,
rado de todas sus ovejas, y venerado desde e n - criador de todas las cosas, y le comenzó á amar
tonces en Capua como uno de sus principales y desear servir, y se entretenía con él en su ora-
protectores. ción y lección de los libros buenos, y en visitar á
menudo su santo templo. Pues como Eleusio pi-
SAN SEVERO, PRESBÍTERO—Nacido y educado en Ra- diese por sus raras partes por mujer con muchas
vena, floreció desde niño con el don de milagros. instancias á Juliana, y sus padres juzgasen que
Habiendo ido á Roma á visitar el sepulcro de los ganaban mucho con aquel casamiento, por la ca-
santos apóstoles, fué ordenado sacerdote. Fué el lidad y riquezas de Eleusio, vinieron en ello, y
taumaturgo de su tiempo; y san Gregorio dice de concertáronle muy contra la voluntad y gusto de
él, que con sus lágrimas resucitó á un muerto, su hija; la cual, por dar tiempo al tiempo, y tener
hijo de un pobre anciano que estaba inconsola- alguna ocasión para salirse á fuera, dando mucha
ble. Después de una vida dedicada á la penitencia prisa Eleusio para que se celebrasen las bodas, le
y al servicio de los pobres, murió Severo en Roma envió á decir que ella no se casaría si primero no
el año 545. alcanzaba del emperador la dignidad de prefecto,
que era muy grande. Y aunque esta petición pa-
SANTA GEORGIA, VIRGEN—Era de Claromonte en recía nueva á Eleusio, por el encendido amor que
Francia, y floreció por los últimos años del siglo V. le tenía y deseo de casarse con ella, no la des-
Vivió mucho tiempo en la soledad, entregada á los echó, antes procuró que se le diese el cargo de pre-
ejercicios de penitencia, y murió rodeada de án- fecto, y él le compró con gran suma de dinero, y
geles que llevaron su preciosa alma á Dios. Ha- avisó á Juliana que ya él había alcanzado lo que
biéndose llevado su cuerpo á la iglesia de Claro- ella deseaba, y se podía casar con el prefecto.
monte para darle sepultura, todo el concurso fué Entonces, viendo la santa que este color y a c h a -
testigo de los prodigios con que manifestó el cielo que no bastaba para impedir el matrimonio, le
la santidad de aquella cuyas exequias se celebra- respondió que ella era cristiana, y que no pensa-
ban. Desde entonces se la veneró como santa, y la ba casarse, sino con un hombre que lo fuese; y
Iglesia autorizó luego su culto. así le rogaba que tomase la fe de Cristo, para que
aquel casamiento fuese dichoso y bienaventurado,
SAN JOSÉ, DIÁCONO DE ANTIOQUÍA—Fué ilustre por y los dos pudiesen vivir en una dulce unión y san-
su ciencia, y célebre en la Iglesia oriental por ta conformidad; porque de otra manera, siendo
la multitud de himnos que compuso, y que sirven de dos diferentes religiones, con los cuerpos esta-
aún para la celebración de muchas festividades rían juntos y con los corazones apartados. Turbó-
de aquella Iglesia. Fué acérrimo defensor del se en gran manera Eleusio con este recado, dio
culto de las santas imágenes, y padeció varias luego parte al padre de la santa virgen, y como
persecuciones por esta causa, hasta que descan- ambos á dos eran paganos y ciegos, y enemigos
só tranquilamente en el Señor á principios del si- de cristianos, no se puede creer el enojo y senti-
glo IX. miento que tuvieron contra Juliana. Hablóle el
padre primero con dulces y amorosas palabras, y
con todo el artificio que el amor de padre y celo
SAN SIGEFREDO Ó SIGREFEDO, OBISPO Y CONFESOR —
Apóstol de Suecia; floreció en el siglo X. de su falsa religión le daban, y procuró atraerla á
su voluntad, y que se casase con aquel caballero,
Día 16 y como esto no bastase, usó de espantos y amena-
zas, y al finde azotes y golpes, cárcel y prisiones;
SANTA JULIANA, VIRGEN Y MÁRTIR-En la ciudad de y finalmente, viendo que perdía tiempo, porque
Nicomedia hubo un caballero que se llamaba Juliana siempre respondía que no se casaría con
Eleusio: era senador y muy principal, y amigo de él si primero no era cristiano, la entregó á E l e u -
los emperadores, y juntamente muy dado al culto sio para que la castigase é hiciese de ella á su vo-
de sus falsos dioses. Queriéndose este caballero luntad.
casar, puso los ojos en una doncella hermosísima, Mandóla Eleusio traer, como prefecto, á su e s -
honestísima y de virginales costumbres, que se trado, y aunque con la cólera estaba inflamado,
llamaba Juliana, hija de Africano, persona muy cuando la vio delante de sí, maravillado de su ex-
ilustre, y no menos engañado que Eleusio en la tremada belleza, se reportó, y el fuego del amor
adoración de los demonios. La madre de Juliana comenzó á pelear con el fuego del enojo, y á r e -
era mujer, que ni era bien gentil, ni bien cristia- primirle y sujetarle. Díjole muy blandas y regala-
na; mas Juliana desde su niñez lo fué, porque das palabras, exhortóla á que le tomase por mari-
contemplando el orden, concierto y variedad de do, y que si ella quería ser cristiana, él no se lo
las criaturas, con su buen entendimiento y luz del estorbaría, y que él también se hiciera cristiano,
DÍA 16 FEBRERO 437
si no temiera á los emperadores, y perder por ello padre de la mentira, confesó la verdad, y dijo que
la vida; y que mirase que él le aconsejaba, como él era uno de los principales ministros de Sata-
padre y amigo, lo que le estaba bien; y que si no nás, que le había enviado, y el que había engaña-
lo hacía, lo pagaría con la vida, y acabaría con to- do á Eva, é incitado á Caín á la muerte de su her-
dos los tormentos que le pudiese dar. Todo esto mano, y á Nabucodonosor á levantar la estatua, y
no bastó para que la santa doncella, que ya estaba á Herodes á la muerte de los niños inocentes, y á
prevenida y confortada de su celestial esposo, se Judas á vender á su Maestro y después á ahorcar-
rindiese; antes cerrando los oídos á los silbos de se, y á los judíos á apedrear á Esteban, y á Nerón
aquella serpiente infernal, le respondió que no á matar á Pedro y Pablo; y finalmente, el que ha-
perdiese tiempo, porque aunque la matase, que- bía sacado de seso á Salomón con el amor loco de
mase, despedazase y echase á las fieras, no haría las mujeres. Todo esto dijo el demonio; y (si dijo
mudanza en lo que había dicho. Entonces el pre- verdad) bien se ve, que aunque es león bravo y
fecto, furioso por la saña, y como fuera de sí, la despedaza á los que se llegan á él y se fían de sus
mandó cruelísimamente azotar con nervios, di- garras, para los humildes y desconfiados de sí y
ciendo que aquellos azotes eran como principio armados del espíritu de Jesucristo no tiene fuer-
de los tormentos que había de padecer. Pero ella za, pues una delicada doncella le pudo atar y ven-
le respondió que esperaba en Dios que le daría cer; porque después que la santa virgen le hubo
fuerzas para sufrir cualesquiera penas, y que él oído, ató de nuevo al demonio y le dio muchos
se cansaría antes en atormentarla que ella en ser golpes, los cuales mostraba sentir aquella fiera
atormentada. Mandóla el juez colgar de los cabe- bestia, y se quejaba gravemente, porque habien-
llos, y tenerla así colgada buena parte del día, de do vencido á tantos era tratado tan vilmente de
suerte que le arrancó el pellejo de la cabeza, y los una, doncella; y se lamentaba de que Satanás le
ojos se le oscurecieron, y las cejas se le subieron hubiese enviado, sabiendo que no podía resistir á
á la frente; tras esto mandó quemarle los costados la pureza de aquella virgen y á la fuerza de su
con planchas de hierro encendidas, y atadas las sangre.
manos traspasarle los muslos con un hierro ar- Mandó el prefecto que si Juliana vivía se la tra-
diendo, y de esta manera llevarla á la cárcel. Aquí jesen delante, y ella vino trayendo tras sí el demo-
la santa virgen, viendo despedazado su cuerpo, y nio atado, y pareció en los estrados del prefecto
hecho un retablo de llagas y de dolores, se volvió sana y entera, como si ninguna cosa hubiera pa-
á su dulce esposo, y le suplicó que la favoreciese sado por ella, y con la misma hermosura que a n -
y la librase de aquellas penas, como había librado tes. Quedó atónito el cruel juez, y lo que era m i -
á Daniel de los leones, y á los tres mozos del hor- lagro y virtud de Dios atribuyólo, como ciego, á
no de Babilonia, y á santa Tecla de las bestias y hechizos y malas artes, y mandó encender un hor-
del fuego. Haciendo esta oración se le apareció el no y echar en él á la santa virgen; y ella, mirando
demonio en figura de un ángel del cielo, y le dijo á su dulce esposo con ojos blandos y amorosos,
que el prefecto había aparejado gravísimos y h o - derramando algunas lágrimas, le suplicó que la
rribles tormentos para ella, y que Dios no quería favoreciese en aquel trance; y luego el fuego se
que los padeciese, sino que en sacándola de la apagó, y con aquel nuevo milagro el pueblo que
cárcel luego sacrificase. Y preguntándole ella allí estaba se conmovió y comenzó á dar voces, y
quién era, le respondió que era ángel de Dios, y á decir que no había otro dios sino el Dios de J u -
que él le enviaba para que no pasase tan atroces liana, y se convirtieron quinientos hombres, á los
tormentos. Y como ella viese que aquel consejo cuales mandó luego allí matar el prefecto; y otras
no era de ángel de luz, sino de tinieblas, suplicó á ciento y treinta mujeres también abrazaron nues-
nuestro Señor que le descubriese su voluntad, y tra santa religión, y no quisieron ser inferiores á
quién era aquel que con máscara de ángel la que- los hombres. Todo esto era inflamar más el cora-
ría engañar. Luego oyó una voz del cielo que la zón del prefecto, el cual mandó echar á la virgen
dijo: «Confia, Juliana, que yo soy contigo; echa en una gran caldera que hervía; mas en ella la
mano y prende á ese que te habla, porque yo te santa halló refrigerio y alivio, y saliendo, por vir-
doy potestad para ello, y de él sabrás quién es.» tud divina, aquel licor hirviendo, dio en los mi-
A la oración de la santa se siguió la voz del cielo, nistros de justicia y en los otros gentiles que allí
y á la voz el milagro, porque luego Juliana se ha- estaban, y les quitó la vida. Cuando esto vio el
lló libre de sus prisiones, y sana, y se levantó del prefecto, no sabiendo más qué hacer, dio senten-
suelo, y vio al demonio atado delante de sí, y pren- cia que la cortasen la cabeza. Llevando la virgen
diéndole y asiendo de él como de un esclavo fugi- al suplicio, el demonio iba tras ella, incitando á
tivo, le comenzó á examinar quién era, de dónde los verdugos que la matasen por verse libre de
venía, y quién lo había enviado. Y el demonio, sus manos; y la santa virgen le miró con un a s -
forzado de la virtud invisible del Señor, con ser pecto severo y terrible, y el demonio comenzó á
438 LA LEYENDA DE ORO DÍA 16
temblar (¡oh potencia de la cruz de Cristo!), t e - Criador del cielo y de la tierra, respondió Hones-
miendo que de nuevo no le atormentase; y con to; que dio el ser á todas las criaturas: sin el cual
esto desapareció, y Juliana con grande alegría y no puede subsistir alguna de ellas, pues es Señor
regocijo de su alma hizo oración al Señor, é i n - de la vida y de la muerte. No así los dioses que
clinó su cuello á la espada; y así acabó y subió su adora vuestra profana religión y ciega gentilidad,
purísimo espíritu al cielo, para ser coronado con los que en realidad son demonios incapaces de
dos gloriosas coronas, de virgen y mártir. Des- tener divinidad.»
pués una buena mujer, que iba á Roma, llamada Quedó atónito Firmo al oir al misionero apos-
Sofía, pasando por Nicomedia, tomó sus sagradas tólico, y llevándole toda la atención los ecos de
reliquias, y edificó una iglesia y las colocó en ella; una doctrina que arrebata aun á primera vista
y el malvado Eleusio, prefecto, después fué casti- á todo el que se deje conducir sin preocupación
gado por la mano del muy Alto, y pagó aún acá por lo que dicta la razón, siguió preguntando á
en esta vida la culpa de su crueldad; porque n a - Honesto: «¿De qué secta ó religión eres tú, para
vegando por el mar, la nave en que iba, con una atreverte á proferir contra nuestros dioses s e m e -
gran tempestad pereció, y todos los que iban en jantes desprecios?» «Yo soy, le respondió el santo,
ella se ahogaron, y sólo él, para mayor miseria, profesor de la religión de Jesucristo, discípulo del
fué echado de las olas en un lugar desierto para insigne obispo de Tolosa Saturnino, por quien he
que fuese manjar de las fieras. sido bautizado, ó instruido desde mis primeros
Murió esta santa virgen de edad de diez y ocho años en las verdades infalibles contenidas en las
años, á los 290 del Señor, imperando Diocleciano santas Escrituras; por las que consta que el ver-
y Maximiano. Escribió su vida Metafrastes, y dadero Dios que os predico es el que crió de la
tráela Surio en su primer tomo. Hacen de ella nada todas las cosas visibles é invisibles, el cual
mención el Martirologio romano, el de Beda, es uno en esencia, y trino en personas, llamadas
Usuardo y Adón, y ponen su traslación á los 16 Padre, Hijo y Espíritu Santo: cuyo misterio p u e -
de febrero, y el cardenal Baronio en sus Anota- do enseñar á todo aquel que desee seriamente sa-
ciones, y en el tercer tomo de sus Anales; los grie- ber tan inefable arcano, aunque es verdad que sin
gos en su Menologio, á los 21 de diciembre; y san la gracia del mismo Espíritu Santo no puede a l -
Gregorio papa, escribiendo á Fortunato, obispo de guno comprenderlo; pero los dioses quiméricos
Ñapóles, hace mención de sus reliquias en las que adora la ciega gentilidad, son unos simula-
epístolas ochenta y cuatro y cinco del séptimo cros sordos y mudos, hechos de piedra, de leño,
libro. (P. Ribadeneira.) ó de metal á semejanza de sus artífices: los cuales
tienen ojos, pero no ven, oídos, pero no oyen,
SAN HONESTO, PRESBÍTERO Y MÁRTIR—En la ciudad manos, pero no palpan, pies, pero no andan; en
de Pamplona, capital del reino de Navarra, es y sustancia, vanas estatuas, como aquellos que en
ha sido siempre célebre la memoria de san Hones- ellos confían.
to, en atención al honroso título de haber sido »También es artículo de nuestra santa religión,
maestro de san Fermín, uno de los más dignos siguió Honesto, que Jesucristo, hijo unigénito del
prelados que han florecido en las iglesias de Espa- Dios que os predico, nació en el tiempo predefini-
ña y de Francia. No nos consta de la patria, ni do de una virgen purísima, llamada María, quien
padres de san Honesto; pero sí de las funciones redimió al mundo de sus pecados á costa de su
apostólicas que eternizan su mérito. Conducíanse preciosa sangre, y triunfando de la muerte, del
un día los padres de san Fermín, que tenían la pecado y del demonio, sacó de su infame cautiverio
desgracia de ser infieles, á ofrecer sacrificio al á todo el género humano, que gemía bajo de él
dios Júpiter según los ritos paganos, y por una de desde el delito que cometió el primer hombre. Este
aquellas sabias disposiciones de la divina Provi- Señor es el verdadero Mesías prometido en la ley
dencia, vieron á Honesto, que estaba predicando y en los profetas del pueblo escogido, á quien Dios
al pueblo las verdades infalibles del Evangelio, y Padre dio todo el poder sobre el cielo y la tierra;
manifestándoles al mismo tiempo los crasos erro- el cual vendrá al fin del mundo á juzgar á todos
res de la idolatría. Asombrado Firmo, padre de los mortales para castigarles, ó premiarles s e -
san Fermín, de la generosa libertad con que de- gún sus obras. Esta es la religión verdadera y la
clamaba aquel sacerdote de Jesucristo contra las doctrina infalible que me ha enseñado Saturnino,
necias y ridiculas supersticiones del paganismo, discípulo de los mismos apóstoles, y me ha m a n -
siendo el primero en el orden y dignidad del s e - dado que la predique á los gentiles; para que cre-
nado de Pamplona, le dijo: «Si son nuestros dio- yendo en ella, y recibiendo el bautismo en el
ses, como afirmas, unas vanas estatuas revestidas nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu S a n -
de una cualidad quimérica, dinos: ¿cuál es el Dios to, puedan conseguir la eterna salvación á que
verdadero, á quien debemos dar culto?» «Este es el todo hombre aspira, la que les es imposible s i -
DÍA 16 FEBRERO 439
guiendo en los necios delirios de la idolatría.» tud del sacerdocio á su ilustre discípulo: y q u e -
Admirados Firmo, Faustino y Fortunato, com- dando edificado de su humildad, de su modestia y
pañeros de aquél en el senado, de la generosa li- de sus raras prendas, le dijo, al tiempo de despe-
bertad con que hablaba Honesto, efecto sin la dirle, casi las mismas expresiones que dio en su
menor duda de la verdad de sus proposiciones, informe su insigne maestro.
haciendo reflexión sobre la nueva doctrina que Acreditó Fermín en toda su conducta y en sus
oían, no teniendo razones con que rebatirla, le gloriosas expediciones la celestial doctrina y la
dijeron: «Si Saturnino, tu maestro, de quien he- piedad que había aprendido en la escuela de H o -
mos oído que obra maravillosos prodigios, nos nesto, testificando, en fin, con su misma sangre
asegurase lo mismo que tú predicas, acaso abra- aquella pureza de fe que imprimió en su corazón
zaríamos tu doctrina.» «Pronto está Saturnino, les el santo preceptor: quien, no menos dichoso que
respondió Honesto, á predicaros lo mismo, y á su discípulo, terminó su carrera con la corona
ilustrar las tinieblas de vuestros entendimientos, del martirio en el día 16 de febrero, de la que se
siempre que estéis prontos á reconocer la verdad.» hizo acreedor por el infatigable celo, y por la i n -
Manifestaron los senadores que querían oir aquel vencible fortaleza con que sostuvo la fe hasta la
celestial oráculo; y avisado por Honesto, se pre- edad más avanzada. No nos consta el año puntual
sentó en Pamplona, donde con la eficacia de su de su preciosa muerte, aunque se infiere que fué
predicación, con la multitud de sus milagros, y por los tiempos que padecieron martirio san S a -
con la santidad de su vida convirtió á cuarenta turnino y san Fermín, maestro y discípulo de este
mil personas. Mantúvose en aquella capital dos ilustre presbítero, cuya cabeza se tiene en grande
años, obrando en ella tantos prodigios, que m i - veneración en la iglesia de San Saturnino de Tolo-
llones de idólatras abrieron los ojos á la luz del sa, y varias de sus reliquias se conservan en otras
Evangelio; pero siéndole preciso retirarse á Tolo- diferentes de Francia, donde es célebre su m e -
sa, dejó en Pamplona á Honesto para que cuidase moria.
del cultivo de aquella viña recién plantada, á fin
de que rindiese abundantes frutos al padre de fa- SAN ONÉSIMO.— Filemón, amigo de san Pablo, t e -
milias; cuyo encargo desempeñó el santo presbí- nía por esclavo á Onésimo, quien después de haber
tero con tanta vigilancia y con tanto acierto, que robado considerablemente á su amo, se fugó á
parecía no dejar más que apetecer á su celo. Roma, donde encontró allí al apóstol san Pablo.
Tenía Firmo un hijo, llamado Fermín, á quien Onésimo era gentil, mas el apóstol lo convirtió, y
había administrado el bautismo Honesto; y cono- habiéndole confesado el delito que había c o m e -
ciendo que educado por éste haría grandes pro- tido, se arrepintió de él. Fué bautizado por Pablo,
gresos, le entregó á su dirección para que le i n s - quien lo remitió á Filemón con una carta tan r e -
truyese, así en las ciencias como en la religión. comendable y llena de tiernos sentimientos y e x -
Tomó á su cargo el santo y sabio presbítero la presiones, que hace mención de ella el Canon de
enseñanza de Fermín: dedicóse con extremo á los libros santos. Filemón, como hombre piadoso,
cultivar aquella noble planta que ofrecía desde se regocijó mucho al ver á su esclavo hecho c r i s -
luego indicios nada equívocos de lo que había de tiano, y no sólo le perdonó la ofensa que le había
ser en lo futuro; y aprovechándose del excelente hecho, sino á más le dio libertad, enviándolo otra
ingenio, del bello natural, y sobre todo de la i n - vez á Roma para que se reuniera con el apóstol
clinación del ilustre joven á la virtud, tuvo el con- san Pablo. Fué portador de una carta de éste á
suelo de ver en Fermín adelantamientos excesi- los colosenses, y después de haberle empleado en
vos á su edad: de suerte, que á los diez y ocho el ministerio evangélico, creóle obispo de Efeso.
años ya predicaba la palabra de Dios con admi- Distinguióse por su piedad y celo en favor de la
ración del pueblo, cuando la avanzada edad de religión, por manera que el santo obispo de Jeru-
Honesto no le permitía ejercer esta función a p o s - salén, Ignacio, hace de él un distinguido elogio.
tólica. Se cree que en tiempo de Trajano murió mártir
Considerando el santo presbítero que cada día en Roma.
crecía Fermín en la gracia especial de la predica-
ción, lo envió á Honorato, obispo de Tolosa, que LOS SANTOS ISAÍAS, ELÍAS, JEREMÍAS, SAMUEL, Y DANIEL,
había sucedido á san Saturnino, para que le c o n - EGIPCIOS.-—Habiendo servido voluntariamente á los
sagrase obispo, asegurándole que con el nuevo confesores sentenciados á las minas de Cilicia, al
carácter sería un vaso de elección destinado por volver de allí, y estando en Cesárea de Palestina,
Dios para la conversión de muchas gentes, como fueron presos y cruelmente atormentados por or-
lo tenía acreditado por su ardiente celo en dilatar den del gobernador Firmiliano, en tiempo del em-
el reino de Jesucristo. No necesitó Honorato otro perador Galerio Maximiano, por los años 310,
informe que el de Honesto para conferir la pleni- siendo al fin degollados.
440 LA LEYENDA DE ORO DÍA 17
SAN PORFIRIO, CRIADO DE SAN PANFILO, Y SAN SALEÜCO gollados todos en un mismo día, en la ciudad de
DE CAPADOCIA, MÁRTIRES—Murieron en la misma Antinópoli, y que todos eran monjes de un monas-
ciudad y poco después que los santos anteriores. terio vecino, que tenía por padre y cabeza á J u -
Habían ya sufrido otras veces varios tormentos, lián. San Juan Crisóstomo celebró el triunfo de
y ahora los martirizaron de nuevo, quemando al estos santos con una elocuente oración dirigida
primero y degollando al segundo. al pueblo de Constantinopla, el día de su festi-
vidad.
SAN GREGORIO X — F u é natural de Plasencia, y de
la ilustre familia de los Visconti. Después de una SAN FAUSTINO, OBISPO DE BRESCIA, EN ITALIA—Era
educación muy esmerada y de haber manifestado pariente de los santos Faustino y Jovita, é insigne
grandes virtudes, abrazó el estado eclesiástico. por sus virtudes y por el don de milagros. Murió
Siendo arcediano de Lieja, se pronunció con santo el año 370.
celo contra la vida irregular y escandalosa de su
obispo Enrique de Güeldres, que le maltrató y le SAN TANCÓN, Ó TATTA, OBISPO Y MÁRTIR—Fué marti-
obligó á ausentarse de aquella iglesia. Marchó rizado en Alemania en 815.
entonces Gregorio á reunirse con los cruzados; y
se hallaba en Palestina, cuando fué elegido papa Día 1?
el día 1.° de septiembre del año 1271, á instancia
de san Buenaventura, que conocía todo su mérito. SAN POLICROMO, MONJE—Fué el glorioso san Poli-
A. causa de la distancia que lo separaba de la c a - cromo discípulo del celebrado Zebena, y tanto le
pital, no fué consagrado hasta el 27 de marzo del imitó, que no representa tanto la cera la señal
año siguiente. Celebró este pontífice un concilio que el sello le hace, cuanto él la imagen de la
general en Lion, en mayo de 1274, al que c o n - vida y costumbres de su maestro. Vestíase de un
currieron los patriarcas de Antioquia y de Cons- cilicio que Santiago monje le d i o . Ardía continua-
tantinopla, quince cardenales, quinientos obispos, mente en el amor de Dios: desechaba y huía de
setenta abades y mil doctores, presididos todos las cosas terrenas, y sin cesar castigaba, como
por el papa en persona. En este concilio se decre- otro Pablo, su cuerpo. En todas ocasiones tenía
taron veinte constituciones tocante á la elección su alma y pensamientos sólo en el cielo, y siem-
de los obispos y á la ordenación de los clérigos. pre se ocupaba en la contemplación de las cosas
Los griegos se reunieron con los latinos, abjura- divinas; y aunque algunas veces estaba hablando
ron el cisma, aceptaron la fe de la Iglesia romana con otros, siempre su alma se reconocía unida
y reconocieron la primacía del papa. Tratóse tam- con Dios, sin jamás dejarle ni divertirse á otra
bién en la asamblea de regularizar y favorecer cosa.
las expediciones á la Tierra santa; y después de Vivía junto á la ciudad de Cirrho, donde era
la separación de los padres del concilio, que se obispo Teodoreto, famoso autor griego, y todas
concluyó en julio del mismo año, Gregorio empe- las noches pasaba velando y en pie, sin tener
zó á hacer preparativos para una nueva empresa, cuidado alguno de su salud. Viendo esto Teodore-
pero todos fueron inútiles, pues ya no se hizo to, lastimado y condolido de su flaqueza y vejez,
ninguna otra expedición general. Murió este papa con importunos y compasivos ruegos le persua-
en Arezzo de Toscana el día 10 de enero del año dió á recibir dos compañeros y discípulos, para
1276, célebre y recomendable por su piedad, su que tuviesen de él cuidado, y en su ejemplar vida
sabiduría y su amor á la pureza de la disciplina. maestro. Policronio condescendió con las súplicas
Es el primero que ordenó que después de la del obispo, con condición que los tales compañe-
muerte del pontífice se encerrasen en cónclave ros habían de ser hombres de gran virtud, y acos-
los cardenales, de donde no pudiesen salir hasta tumbrados á la vida del yermo. Convenidos, pues,
haber elegido sucesor; disposición ilustrada, que así Policronio y Teodoreto, eligió el obispo dos
impidió el que la santa sede estuviese largos i n - virtuosos mancebos, y de muy buena y ejemplar
tervalos vacante, y que evitó las intrigas y sedi- vida, llamados Moisés y Damián, y enviólos á
ciones á que con frecuencia se daba lugar. nuestro santo varón, para que le asistiesen.
A pocos días que con él estuvieron, no pudien-
SAN JULIÁN.—Fué consagrado obispo en el año 180 do sufrir el estar, como su santo maestro, toda la
de Jesucristo, y hallándose en una ciudad de noche orando en pie, determinaron dejarle. Fue-
Egipto durante la persecución del emperador Có- ron á él con esta su determinación, y le dijeron
modo, por los años 190, fué martirizado con todos que ellos no se hallaban con fuerzas para seguir
los demás cristianos que estaban presos, en n ú - vida tan rigurosa, y así, que con su licencia q u e -
mero de cinco mil. El Menologio griego dice que rían mudar de habitación; mas que le suplicaban,
san Julián y sus cinco mil compañeros fueron de- lastimados y piadosos, mirase por sí, midiendo
DÍA 17 FEBRERO 441
los trabajos con la flaqueza y delicadeza de su Su afabilidad y comedimiento con todos compe-
cansado y anciano cuerpo. A lo que respondió tía con su grande humildad, y ésta era tal, que á
Policronio: «De mí no hay que tener piedad algu- cuantos lo visitaban, de cualquier estado ó condi-
na, antes sí yo la tengo de vosotros, y así, no sólo ción que fuesen, pobres ó ricos, de alta ó baja e s -
os obligo a estar en pie como yo continuamente, fera, se les postraba á los pies. Y así sucedió, que
sino que muchas veces os mando que os asentéis yéndole á ver un día el obispo Teodoreto, y lle-
y viváis con descanso.» «¿En qué forma, respon- vando en su compañía un caballero rico y pode-
dieron ellos, estando tú en pie siempre, sin tener roso de aquella tierra, que vivía muy deseoso de
cuidado alguno de tus flacas fuerzas, siendo tan verle y venerarle, por las grandes noticias que el
viejo, podremos descansar nosotros, que somos obispo le había dado de su virtud, como llegase el
mancebos robustos?» Al fin Moisés, ayudado de tal caballero á su presencia, el siervo de Dios se
la divina gracia, perseveró en su compañía, y postró humilde á sus pies, y puestas las manos al
como á padre, señor y maestro, le sirvió y en cielo y los ojos en la tierra, le pidió le concediese
todo imitó el resplandor de sus divinas virtudes; lo que le quería pedir. El caballero, confuso y aun
y Damián se fué á un pueblo que se llamaba corrido de verlo así, lo hizo levantar, prometién-
Niara, y vivió en una estrechísima celda, flore- dole con juramento hacer cuanto le pidiese. E n -
ciendo en él la doctrina que de Policronio había tonces Policronio dijo: «Lo que te ruego es que
tomado, y aquella mansedumbre, simplicidad y ruegues á Dios por mí.» El caballero entonces, hi-
modestia que tenía, su facilidad y suavidad de riéndose en la frente con humildad, le pidió le ab-
hablar y persuadir, el continuo pensamiento en solviese de la palabra y juramento, porque se juz-
las cosas divinas, el levantar el ánimo siempre á gaba indigno aun de rogar por sí: tanto como esto
ellas, el trabajo, las vigilias y pobreza, con que conseguía su humildad: hacer humildes de los so-
ambos fueron, como discípulos de tal maestro, berbios y poderosos del mundo.
insignes en santidad. Era tanto el amor con que servía á nuestro S e -
Policronio, pues, volviendo á nuestra historia, ñor, que por enfermedad ó indisposición que t u -
perseverando en la vida y contemplación dicha, viese, jamás dejó de ejercitarse con los mismos
pidió á un hombre le llevara un gran tronco de trabajos y penitencias. Al fin en su ya consumada
una encina, sin decirle para qué, y orando toda la ancianidad, consiguieron de él los ruegos de Teo-
noche, lo tenía sobre sus hombros, y á la mañana doreto licencia de edificarle una celda, donde se
dejaba carga tan pesada: éste fué el alivio que dio mudó después. Aquí, como más cercano á la ciu-
á su cuerpo, sobre las piadosas y cariñosas súpli- dad, fué mucho más conocida su santidad venera-
cas de sus discípulos: añadirle á las vigilias, ayu- ble, por los muchos milagros que Dios por él obra-
nos y penitencias, una tan pesada y molesta car- ba, y así eran infinitos los presentes que le hacían
ga todas las noches. Procuró Teodoreto, compade- de regalos y dineros, haciéndole los que morían
cido y piadoso, quitarle aquel tronco de encina; dueño de sus haciendas; mas nunca el varón de
mas fueron vanos sus ruegos, que no era Policro- Dios quiso admitir ni recibir cosa alguna, ni se
nio de los que fervorosos emprenden hoy una halló jamás tener otra cosa que un pobre y vil
virtud y penitencia, para dejarla mañana, pqrque vestido: hasta el cilicio que Santiago monje, como
sabía muy bien que en el perseverar está la coro- ya dijimos, le había dado, se lo volvió, porque le
na, no en el emprender. parecía estaba bien tejido. Su abstinencia era tan
Por este tiempo hubo en aquella tierra tan gran grande, que afirma Teodoreto que cuantas veces
sequedad, que por la falta del agua no fructificaba le visitó, que fueron muchas, nunca le halló más
la tierra; y como fuese notoria la virtud y santi- que dos dátiles. Al fin, lleno de méritos y virtudes
dad admirable de Policronio, resolvieron los s a - en servicio de nuestro Señor Jesucristo, acabó
cerdotes acudir á él por remedio, como lo hicie- felizmente esta miserable vida, y se fué á gozar
ron, acompañados del gobernador de Antioquía: de la eterna gloria el día 17 de febrero, en que se
ésie, llegando á su presencia, le puso delante un celebra su fiesta. Escribió su vida Teodoreto en
vaso, para que lo bendijese: bendijolo Policronio, su Filoteo, traducido por Alberico Longo, y la
pareciendo su bendita mano la de otro divino pro- trae Sanctoro y otros.
feta Elíseo, pues al instante el vaso se vio lleno Es tan admirable Dios en sus santos, que para
de aceite, con tal abundancia, que de lo que rebo- manifestar sus maravillas en ellos, parece hacer
saba se llenaron otros vasos que allí pusieron, y cada día nuevos Adanes; pues en la flaqueza y
á no faltar vasos, tampoco hubiera faltado para deleznable ser del primero, no hay entendimiento
ellos aceite: de tan liberal mano venía el don mi- humano que persuadirse pueda á que caben hom-
lagroso: así se volvieron remediados, gozosos y bres de bronce, ó ángeles en carne mortal: tal
satisfechos de la santidad del siervo de Dios, á parecerá Policronio á cualquiera que hubiere con
quien por todo rindieron las debidas gracias. atención leído su vida, pues no comer ni dormir,
TOMO I 56
442 LA LEYENDA DE ORO DÍA 17
orar de día y de noche, y siempre permanecer en distinguida familia del Langüedoc. Pasó sus pri-
pie, sin permitir descanso alguno á su cuerpo, y meros años en la corte de Tierri II y Clodoveo III,
añadir á la vejez y á penitencia tanta la pesada donde conservó siempre la pureza de su alma y la
carga de un tronco de encina todas las noches, integridad de sus costumbres. Sus bellas prendas
esto, ¿qué es todo, si no es ó ser un nuevo Adán le granjearon el aprecio del rey y de toda la corte,
hecho de bronce, ó un ángel en carne mortal? Y y su raro mérito hacía que las más ilustres fami-
supuesto que nada de esto era, si no es un h o m - lias solicitasen el honor de su alianza. Celebró á
bre mortal, afrenta de los que buscan sólo el instancias de sus padres esponsales, y pronto d e -
regalo en los manjares, y la blandura en el lecho, bía efectuarse el matrimonio, cuando siguiendo
resta sólo que tomemos ejemplo de su vida, y ala- de repente sus impulsos de perfección, y más que
bemos á Dios en sus santos, pues es tan admirable todo los designios que el Señor tenía sobre él,
en ellos, y nos dispongamos y determinemos á abandonó la falsa gloria del mundo, y recibió ór-
servirle, sabiendo que todo se consigue con su denes sagradas. Elevado al sacerdocio, se desterró
divina gracia. (P. Ribadeneira.) voluntariamente de su patria, emprendió varias
peregrinaciones á los más célebres santuarios de
SAN PEDRO TOMÁS, OBISPO—Nació en Sales, en el Europa, y por último se fué á Tierra santa. Al
Perigord, á principios del siglo XIV, y se dedicó pasar por Roma, de vuelta de su viaje, conociendo
á la carrera eclesiástica. Regentó cátedras de filo- el papa la eminente virtud de san Silvino y sus
sofía y teología en Burdeos y otras ciudades de raros talentos, le consagró obispo apostólico, r e -
Francia. Los papas Clemente VI ó Inocencio VI le cibiendo la particular misión de predicar á los
confiaron comisiones espinosas que desempeñó gentiles en todas las partes del mundo conocido.
con el mayor celo. El segundo le nombró para la Por espacio de cuarenta años anduvo viajando y
embajada de Constantinopla, y Pedro Tomás logró haciendo innumerables conversiones, mortifican-
que el emperador Juan Paleólogo abjurase el c i s - do su cuerpo con extraordinaria aspereza, y vivi-
ma y se sometiese á la Iglesia romana. En Chipre ficando sus palabras con santos y continuados
coronó por rey á Pedro de Lusiñán, y fué donde ejemplos. Por fin, después de haber trabajado con
proyectó y activó la cruzada de 1365. Los cristia- asombroso fruto en Aquitania, en Italia y otras
nos partieron de Rodas y se apoderaron de A l e - varias y apartadas regiones, sintiéndose ya debili-
jandría. Pedro Tomás llevaba el estandarte de la tado por los años y las fatigas, no pudiendo c o n -
cruz en medio del ejército y fué herido gravemen- seguir la corona del martirio, que tanto había
te. Al momento decayó el ardor de los fieles y se deseado, se retiró á Auch, en el condado de Artois,
volvieron á Chipre, donde Pedro Tomás fué a c o - y habiendo caído enfermo, entregó su espíritu al
metido de una ardiente calentura, y murió en 6 Criador el día 15 de febrero del año 718. Su m e -
de enero de 1366, grande por su valor, por su celo moria fué sumamente venerada, y su sepulcro
y sus virtudes. visitado por un inmenso concurso que iba á i m -
plorar la eficacia de su patrocinio.
SAN JULIÁN.—La constancia y valor con que los
mártires sufrían los tormentos era un medio de SAN TEÓDÜLO, EL YIEJO—Era de la familia del g o -
que se valía la divina Providencia para aumentar bernador de Cesárea Firmiliano, quien lo mandó
más y más el número de los cristianos. Así s u c e - clavar en una cruz, porque le reprendía las cruel-
dió en Julián de Capadocia. Catecúmeno ya, entró dades que ejercía con los cristianos, y confesaba
cierto día en Cesárea de Palestina, en ocasión en públicamente á Jesucristo. Este santo murió en
que algunos cristianos acababan de derramar su Cesárea de Palestina por los años 309.
sangre en testimonio de la fe. Lleno de esta misma
fe acude al lugar del suplicio, besa con respeto y SAN ALEJO FALCONERI, CONFESOR.-Fuó uno de los
veneración los cuerpos de aquellos mártires cuyas siete fundadores del orden de los siervos de María.
almas estaban gozando ya de su Dios. Visto esto Era natural de Florencia y murió en la misma
por los guardias, le prendieron y presentaron al ciudad, á la edad de ciento y diez años, favorecido
gobernador Firmiliano, quien al ver que abundaba en la hora de su dichoso tránsito con la presencia
en los mismos sentimientos cristianos que los de- de Jesucristo y de los ángeles.
más, mandó fuese inmediatamente quemado á fue-
go lento. Con la mayor alegría de su alma entró SAN FAUSTINO, Y OTROS CUARENTA Y CUATRO COMPA-
en la hoguera, expirando en ella cantando las mi- SEROS, MÁRTIRES—Murieron en Roma, pero se i g -
sericordias del Señor. Según Eusebio fué martiri- noran sus nombres y la época de su muerte.
zado en Cesárea el año 308.
LOS SANTOS DONATO, SECUNDIANO, Y RÓMULO - R e c i -
SAN SILYINO—Nació en Tolosa de Francia, de una bieron la corona del martirio en Concordia, c i u -
DÍA 18 FEBRERO 443
dad de Italia, en el territorio de Venecia, el año á los azotes y tormentos, y después muriese en
303. Con ellos derramaron también su sangre una cruz, como murió, imitando al mismo Señor,
otros ochenta y seis cristianos, por no haber que- en los 18 días del mes de febrero, en que la santa
rido ofrecer incienso á los ídolos. Iglesia celebra su fiesta, en el año del Señor de
109, y en el décimo del imperio de Trajano. Nicé-
SAN FINTANO.—Fué presbítero y abad de un mo- foro Calixto escribe el martirio de este santo, y los
nasterio de Escocia, y floreció durante el siglo VI; Martirologios romanos y los demás hacen mención
fué admirable modelo de penitentes y de ilustres de él. (P. Ribadeneira.)
confesores.
LOS SANTOS MÁXIMO, Y CLAUDIO, HERMANOS, Y PREPEDINA,
SAN LOMAN Ó LÜMÁN, OBISPO Y CONFESOR-Irlandés MUJER DE CLAUDIO, CON DOS HIJOS, ALEJANDRO, Y CUCIAS—
del siglo V. En la cruel persecución que movió á la Iglesia el
emperador Diocleciano, estos santos, que descen-
Día 18 dían de una familia distinguida, por no querer dar
culto á los ídolos fueron presos y desterrados de
SAN SIMEÓN, OBISPO Y MÁRTIR—La vida y martirio Roma. Habiéndose establecido en la ciudad de Os-
de san Simeón, obispo de Jerusalén, escribe H e - tia, continuaban ejerciendo su caridad publicando
gesipo, autor antiquísimo, y refiere Eusebio Ce- la fe de Jesucristo; lo que sabido por el empera-
sariense en su Historia eclesiástica de esta m a n e - dor mandó fuesen presos otra vez, y quemados
ra: Fué san Simeón hijo de Cleofás, y primo, según vivos, en cuyo tormento entregaron sus espíritus
la carne, de Cristo nuestro Redentor, y de tan al Criador. Los idólatras arrojaron sus cenizas al
santa vida y tan altos merecimientos, que muerto río; mas recogidas después por los cristianos, las
por los judíos Santiago el menor, primero obispo colocaron en un sepulcro junto á la misma c i u -
de Jerusalén, por haber confesado públicamente dad de Ostia, siendo objeto de la mayor venera-
con gran libertad á Jesucristo, los apóstoles y dis- ción de los fieles.
cípulos del Señor, que en aquella sazón vivían,
juntándose de diversas partes, le eligieron por su- LOS SANTOS LUCIO, SILVANO, RÚTULO, CLÁSICO, SECUNDI-
cesor de Santiago y segundo obispo de Jerusalén. NO, FRUTULO, Y MÁXIMO. - M u r i e r o n por la fe de Jesu-
Gobernó santísimamente algunos años aquella cristo en África, en tiempo de la persecución de
Iglesia, hasta que la ciudad fué destruida por Ves- los vándalos.
pasiano y Tito, que después fueron emperadores,
y vivió hasta el imperio de Trajano, el cual por SAN ELADIO.—Español, de una distinguida familia
razón falsa de estado persiguió crudamente á los goda, pariente del rey Leovigildo, renunció en su
cristianos, como á enemigos de sus dioses, y á to- juventud el brillante porvenir que le ofrecían su
dos los judíos que descendían del linaje de David, cuna y sus talentos para abrasar la vida monás-
por haber entendido que de él había de nacer un tica. En ella se hizo recomendable por sus virtu-
Rey y Mesías tan poderoso, que librase aquel pue- des heroicas, y particularmente por la humildad
blo de servidumbre y le magnificase y engrande- profunda que dominaba todas sus acciones. Muer-
ciese. Fué acusado Simeón, siendo de ciento y to el arzobispo de Toledo, fué elegido Eladio para
veinte años, delante de Ático, consular y teniente sucederle, y se mostró tan grande desde esta dig-
del emperador, por ambos títulos: por cristiano y nidad, que todos admiraban y veneraban en él un
por pariente de David. Pasó Ático muchas pláti- pontífice santo, elegido por Dios y favorecido e s -
cas con Simeón, para persuadirle que dejase la fe pecialmente con abundantes gracias del cielo. Mi-
de Cristo y obedeciese al cesar; y como las pala- sericordioso, compasivo, pero al mismo tiempo
bras no fuesen de efecto, le mandó muchas veces celoso é ilustrado, regularizó la disciplina y las
y por muchos días azotar y dar otros graves tor- costumbres públicas, tan maleadas después de
mentos, los cuales el santo viejo padeció con tan aquellos años de turbulencias y devastación. En
admirable serenidad y constancia, que el mismo la corte, en los palacios de los grandes y en las
juez y circunstantes se maravillaban cómo un chozas del pobre, era mirado como el padre y el
cuerpo de tanta edad y tan consumido pudiese su- oráculo de todos, y su ascendiente sobre los pue-
frir penas tan atroces y duras. Mas el Señor, que blos le proporcionaba frecuente ocasión de ser
á tantos niños delicados y doncellas tiernas dio arbitro de paz entre encarnizados enemigos. Su
esfuerzo para pasar por su amor por agua y fue- pontificado duró diez y ocho años, y acabó su vida
go y por todos los tormentos que la ingeniosa y en Toledo el día 18 de febrero del año 631. En sus
bárbara crueldad de los tiranos supo inventar, ése exequias obró el Señor muchos milagros que ates-
mismo esforzó y alentó á san Simeón en aquella tiguaron la santidad del esclarecido prelado; y san
decrépita edad, para que resistiese varonilmente Ildefonso, á quien Eladio acababa de admitir en
444 LA LEYENDA DE ORO DÍA 18
el número de los levitas, cantó en hermosos versos siendo siempre eficaces sus tareas, porque s i e m -
latinos las glorias del difunto. pre iban acompañadas de sus edificantes ejem-
plos.
SAN FLAYIANO.—Era sacerdote de Constantinopla, Precisóle Gonzalo, obispo de Coímbra, sucesor
cuando por muerte del patriarca Proclo fué elegi- de su tío, á que admitiese el priorato ó curato de
do para aquella dignidad el año 447. En 448 con- la misma iglesia de Santa María, sin dar oídos á
vocó un concilio, que principió el 8 de noviembre, su humilde resistencia; y creyéndose Teotonio
en el cual Eusebio de Dorilea declaró á Eutiques más obligado por el nuevo empleo á ser un m o -
culpable de una nueva herejía. El 22 del mismo delo perfecto del estado eclesiástico, lo consiguió
mes Flaviano y todo el concilio pronunciaron á expensas de una conducta irreprensible; pero
sentencia de anatema y deposición contra Euti- no satisfecho de velar de continuo sobre sus s u b -
ques, después de haberle convencido de confundir ditos para que desempeñasen el carácter de su
maliciosamente las dos naturalezas en Jesucristo. profesión, siempre solicito, y siempre ansioso de
El 8 de agosto de 449 fué el mismo Flaviano d e - que se celebrasen los divinos oficios con la mayor
puesto en el conciliábulo de Efeso, abofeteado, pi- decencia, dio á su iglesia preciosísimas alhajas de
soteado y tan cruelmente maltratado, que tres su propio patrimonio.
días después, el 11 de agosto de 449, murió por el Quiso visitar personalmente los santos lugares
camino del destierro á que lo habían mandado. de Jerusalén: y habiendo dejado en el priorato á
La Iglesia venera su memoria entre los más i l u s - un compañero suyo llamado Honorio, partió á sa-
tres defensores de la fe católica. tisfacer su devoción en traje de peregrino, hacien-
do este viaje con mucha pobreza, y predicando
LOS SANTOS LEÓN, Y PAREGORIO, MÁRTIRES—Habla de humildad y penitencia en su vestido y en su porte.
ellos Bollandos; florecieron en el siglo III. Con la vista de aquellos monumentos de nuestra
dicha, y con la consideración de los misterios que
SAN TE0T0NI0, PRIOR DE COÍMBRA.-San Teotonio, en ellos obró nuestro Redentor, se renovaron en
honor del estado eclesiástico, y decoroso orna- el corazón de Teotonio los afectos de la más tierna
mento de los canónigos reglares de san Agustín, piedad, á que fueron consiguientes el tedio y el
nació en la provincia de Galicia por los años disgusto de todas las cosas de la tierra. De aquí
1080. Fueron sus padres Obeco y Eugenia, ambos provino, que habiendo vuelto de su laboriosa e x -
descendientes de las familias más nobles del país, pedición, por más que le rogó y le suplicó Honorio
á la que añadieron la distinción de sus sobresa- sobre que tomase el priorato, siempre se mantuvo
lientes virtudes, y en fuerza de ellas no omitieron inflexible en no admitirle, por no verse en la pre-
medio alguno de cuantos pudieran contribuir á cisión de ejercerlos oficios de superior: bien que
dar al niño una educación tan propia de su piedad no por esto dejó de predicar la palabra de Dios á
como de su ilustre nacimiento; pero su bello na- su pueblo, de socorrer á los pobres, de visitar á
tural y su inclinación á todo lo bueno facilitaron los enfermos, en sustancia satisfizo todas las fun-
más que todo el efecto de sus sanas intenciones. ciones de su ministerio eclesiástico sin aceptación
Habíalo prevenido Dios con sus más dulces ben- de personas.
diciones, y correspondiendo á ellas fielmente Teoto- Tenía Teotonio muy presente la memoria de los
nio, sé dejó admirar desde sus más tiernos años venerables lugares de la capital de Palestina; y no
por sus santísimas costumbres verdaderamente pudiendo olvidar aquellos tiernos afectos de devo-
inmaculadas. ción que concibió con su vista, volvió segunda
Dedicáronle sus padres á la carrera de las l e - vez á visitarles, á fin de imprimir nuevamente en
tras, y encargándose de sus adelantamientos su su corazón la dolorosa pasión y muerte de J e s u -
tío Crescencio, obispo de Coímbra, le dio por cristo, que era la materia más frecuente de sus
maestro á su arcediano Tello, hombre ejemplar meditaciones. La misma diligencia practicó en
y doctísimo, bajo cuya enseñanza hizo el ilustre todos los lugares memorables de la Tierra santa:
joven grandes progresos, así en las ciencias como y volviéndose á Jerusalén, se mantuvo algún tiem-
en la virtud. Murió Crescencio cuando se hallaba po en la iglesia del Santo Sepulcro, propia de los
ya Teotonio instruido perfectamente, y pasando canónigos reglares que en ella estableció Godefri-
de Coímbra á la ciudad de Viseo, incorporado en do cuando recuperó la ciudad santa, ocupándose
el clero de la iglesia de Santa María, ascendió por en fervorosas oraciones, y en la más alta contem-
sus méritos á la dignidad del sacerdocio. Luego plación de las eternas verdades. Edificados aque-
que se vio revestido con el sagrado carácter sólo llos canónigos de la conducta y de la devoción del
pensó en hacer una vida más perfecta, y no t e - santo, le suplicaron encarecidamente que se q u e -
niendo ocioso el ministerio que había recibido, dase en su compañía; pero aunque sus deseos no
trabajó sin cesar en la salvación de las almas, eran otros, con todo les respondió que por enton-
DÍA. 18 FEBRERO 445
ees no podía condescender con sus ruegos, hasta chos cristianos mozárabes, esto es, de los que
dejar dispuestas todas las cosas de su casa. vivían mezclados con los árabes. Súpolo el santo
Partió á este fin á España, y llegó á Coímbra en prior, y aunque nunca se dejó ver fuera de la
tiempo que su maestro, el arcediano Tello, con puerta de su monasterio, saliendo en esta ocasión
otros varones piadosos, había dado principio al el rey, le ponderó de tal suerte el grande pecado
monasterio de Santa Cruz con anuencia del rey que cometía un monarca católico en traer cauti-
Alonso I y del obispo de la ciudad, con el noble vos á los cristianos, que compungido Alfonso al
objeto de dedicarse al servicio del Señor bajo la oir tan justa reprensión, dio libertad á más de mil
regla de san Agustín; y conociendo todos los inte- hombres, sin contar los niños, ni las mujeres;
resados en el establecimiento que podía Teotonio pero no satisfecho el santo con esta acción verda-
dar mucho lustre á aquella nueva casa, le per- deramente heroica, les dio sitio para que habitasen
suadieron que desistiese de su propósito sobre cerca del monasterio, y les mantuvo muchos años
volver á Jerusalén, cuando podía ser útil á m u - como si fuese padre de todos.
chos en su misma patria. Cedió el santo á las s ú - Mucho contribuyó para dar más realce á la
plicas de sus amigos; y habiendo distribuido sus eminente virtud de Teotonio la multitud de prodi-
bienes parte en la iglesia de Viseo, parte en los gios que hacía diariamente, sanando maravillosa-
pobres y parte en la fábrica de Santa Cruz, se mente á innumerables enfermos, expeliendo á los
unió á la ilustre colonia que entró á poblar aquel demonios de los cuerpos humanos que atormenta-
célebre monasterio. Tratóse de la elección de ban, y librando á no pocos cautivos cristianos del
prior, y recayó ésta, por consentimiento común de poder de los agarenos: no siendo el menor de
todos, en la persona de Teotonio, muy contra su todos sus portentos la inalterable tranquilidad que
voluntad. En vano solicitó excusarse por cuantos conservaba en medio de una multitud de gentes
medios le sugirió su profunda humildad, Confesan- de toda clase, que concurría al monasterio á ver
do ingenuamente su ineptitud y su debilidad para al siervo de Dios para aprovecharse de las s i n g u -
el desempeño del empleo, porque como á todos lares gracias que le concedió el cielo, y de sus
constaba su eminente virtud y su consumada pru- saludables instrucciones: pareciendo á todos en
dencia, insistiendo en la elección, le fué preciso las dulces palabras con que les hablaba, y en los
obedecer. amorosos afectos con que atendía al socorro de
Luego que el santo se vio á la frente de aquella sus necesidades, que trataban, no con un hombre,
ilustre comunidad, todo su pensamiento y todo su sino con un ángel en carne humana. Por este alto
conato fué dar todo el lleno á la alta idea de concepto se granjeó la estimación de todo el reino
perfección á que conspiraba la regla que había de Portugal y de Galicia, donde era venerado
abrazado. Creyóse obligado por su empleo á pro- como oráculo celestial; pero distinguiéndose sobre
mover en sus subditos la vida común, que era el todos en el aprecio el rey Alfonso I, no intentaba
punto principal del establecimiento; y aplicando empresa alguna que no fuese con aprobación del
todas sus atenciones á la consecución de este fin, ilustre prior, en cuyos méritos tenía colocada su
lo consiguió con sus sabias y prudentes exhorta- confianza. Sitió este religioso príncipe la fortaleza
ciones, tanto más eficaces, cuanto acompañadas de Santarem, ocupada por los moros; y manifes-
siempre de sus grandes ejemplos. En efecto: la tando al santo que determinaba dar el peligroso
justificada conducta del nuevo prior, la inocencia avance, después de largo tiempo que la tuvo cer-
de sus costumbres, la puntual asistencia á los cada, para que le ayudase con sus poderosas ora-
oficios divinos, el particular amor que profesaba ciones: hechas éstas con toda su comunidad á pie
al retiro, su evangélica pobreza, y sobre todo descalzo en el mismo día del asalto, entró triun-
aquel ardiente celo que manifestaba por la disci- fante el rey en aquella importantísima plaza. No
plina regular, pero siempre templado con una fué esta sola la gloriosa empresa que consiguió
suma prudencia y con una santa suavidad, hicie- Alfonso con la protección de Teotonio: coligáron-
ron amables sus preceptos, al mismo tiempo que se cinco reyes moros para detener los progresos
dieron á conocer cuánto puede en una comunidad del valeroso príncipe; y recurriendo éste á las po-
el ejemplo de un superior prudente y santo. derosas armas de la oración del santo, consiguió
Aunque en todo género de virtudes se hizo el de todos una completa victoria, llegando á ser el
ilustre prior digno de la admiración de todos, en terror de las lunas agarenas.
la que brilló incomparablemente fué en amorosa Deseaba Teotonio descargarse del cargo de s u -
caridad para con los pobres, y en la compasión perior para dedicarse únicamente al servicio del
para con los miserables. Hizo el rey Alfonso de Señor: rogó, suplicó, y pidió á su amada comuni-
Portugal, hijo del grande Enrique, varias expedi- dad que le concediesen este consuelo; y admitida
ciones contra los moros de Andalucía; y volviendo su renuncia, después que disfrutó su sabio y pru-
victorioso, trajo entre los cautivos africanos m u - dente gobierno en el dilatado tiempo de veinte
446 LA LEYENDA DE ORO DÍA 19
años, hizo que se eligiese en su lugar á su discí- sa. Allí se mantuvo en grande veneración hasta
pulo Juan Teotonio, varón verdaderamente digno el año 1630: del que le trasladaron los canónigos
de sucederle en el empleo. Libre ya del peso que reglares á un magnífico sepulcro de jaspe primo-
tanto le afligía, se entregó á los excesos de su rosamente trabajado, excepto un brazo, que se dio
fervor y á una mortificación sin límites, pasando á la iglesia de Viseo, donde había sido cura.
en oración los días y las noches, gozando, por
medio de su íntima comunicación con Dios, aque- Día 19
llos destellos de la bienaventuranza con que el
Señor endulza los rigores y los trabajos de sus SAN CONRADO PLACENTINO, CONFESOR.-Como es Dios
fidelísimos siervos. De aquí provenían aquellos admirable en todos sus santos, lo fué mucho en la
frecuentes raptos y aquellos admirables éxtasis conversión y vida de san Conrado, confesor, el
que padecía de continuo el santo, indicios nada cual nació en la ciudad de Plasencia, en Italia, de
equívocos del encendido amor con que se hallaba padres nobles, y en la misma ciudad se casó y vi-
abrasado, prorrumpiendo muy de ordinario en vió mucho tiempo como los demás ciudadanos.
aquellas expresiones del real profeta: «Me he ale- Era dado grandemente á la caza, gustando de ejer-
grado en las cosas que se me han dicho, iremos á citarse en el campo y seguir y matar las fieras.
la casa del Señor.» Una vez se habían escondido algunas entre espi-
Cuando el siervo de Dios estaba tan distraído de nos y zarzas, y mandó. Conrado pegar fuego á
todo lo terreno, tuvo una visión en la que le pa- aquella espesura, para que con esto saliesen fuera
reció que se hallaba en una torre eminente, desde y él pudiera perseguirlas y gozar de su caza; pero
donde veía venir hacia sí un varón respetable, levantóse un viento tan recio, que encendió el
que por las señas conoció ser el apóstol san P e - fuego de manera que hizo un estrago grandísimo.
dro, el que le decía con dulcísimas palabras: «Ten Cuando Conrado vio el daño que había hecho y
buen ánimo, Teotonio, que en breve tendrán fin que no se podía remediar el fuego, se encubrió
tus trabajos, pasando á gozar la vida eterna; y da luego y volvió secretamente á la ciudad, sin echar-
á Dios gracias por los beneficios que te ha conce- se de ver que él había sido causa del incendio.
dido.» Conoció el santo por esta visión que se Hizo la justicia grandes diligencias para coger al
acercaba el tiempo de pagar el tributo impuesto á autor de tan grandes daños, y enviando algua-
los mortales; y redoblando su fervor, hizo nuevos ciles á que lo prendiesen, cogieron á un po-
esfuerzos para purificar su inocencia. No es fácil bre hombre, y trajóronle preso, y pusiéronle á
amor de Dios más encendido, más generoso, ni cuestión de tormento; el cual, no pudiendo sufrir
más tierno que el que manifestó esta dichosa cria- la violencia de ellos, confesó que él lo había h e -
tura en el último período de su vida. Recibió los cho, queriendo antes morir que sufrir más tiempo
últimos sacramentos; y habiendo dado á su c o - la fuerza de aquellos dolores, levantando á sí mis-
munidad los más saludables consejos, puesto s o - mo aquel falso testimonio por librarse de aquella
bre ceniza en saco de penitencia, según la piado- aflicción: al fin fué condenado á muerte y le s a c a -
sa costumbre de aquellos tiempos, entregó su ron á ajusticiar. Cuando supo lo que pasaba san
alma en manos del Criador en el día 18 de febrero Conrado, fué grande el sentimiento que tuvo y el
del año 1142. remordimiento de su conciencia, viendo que por
Quiso Dios acreditar la gloria de su siervo con su causa moría un inocente; y no pudiendo sufrir-
estupendos prodigios: poco antes de expirar Teo- lo, se fué luego con grande ánimo adonde estaba
tonio se vio descender del cielo un globo de estre- el hombre en poder del verdugo, y quitóselo de
llas en medio del claustro del monasterio de Santa las manos, diciendo que él era el que fué causa
Cruz, tan resplandeciente, que llenó de admira- de aquel fuego, y no aquel hombre, el cual por la
ción á todos cuantos lo vieron: y luego que murió fuerza de los tormentos había confesado lo que no
el santo, quedó su rostro con tanta serenidad y había hecho; y así, que lo dejase libre, que allí
con tanta hermosura, que no dejó duda á los asis- quedaba él, que quería pagar de su hacienda todo
tentes de la felicidad que gozaba su alma; lo que el daño hecho, aunque se quedase pobre. Así lo
contestó el mismo enemigo de la salvación con se- hizo; porque vendiendo toda su hacienda pagó
ñales nada equívocas de no haber tenido la más todos los daños. Con esta ocasión entró más d e n -
mínima parte en aquella alma dichosísima. T u - tro de sí, y viéndose ya sin los bienes de la tierra,
vieron los canónigos dos días enteros el venerable dio muchas gracias á Dios porque le había desem-
cuerpo para satisfacer la devoción de la multitud barazado para buscar de allí en adelante los del
de gentes que concurrió á tributarle los últimos cielo: y así, dando de mano á todas las cosas del
obsequios; y hechos los oficios funerales con la mundo, se determinaron él y su mujer de servir
más solemne pompa, le dieron sepultura bajo la con perfección á solo Dios y seguir á Jesucristo,
concavidad del altar del capítulo de la misma c a - abrazándose muy estrechamente con su cruz. Re-
DÍA 19 FEBRERO 447
cogióse su mujer á un monasterio de Plasencia, á cenar. El siervo de Dios sacó de su celdilla cua-
dedicándose toda al celestial esposo. tro tortas de pan caliente y reciente, que milagro-
San Conrado se fué lejos de su patria, no q u e - samente Dios le deparó. Quiso después pagar la
riendo ser conocido de los hombres: hízose de la visita á su prelado, para lo cual se partió á la di-
tercera orden de san Francisco, y fué á Roma con cha ciudad de Zaragoza. Cuando salió á recibirle
mucha devoción á visitar los santuarios é iglesias el obispo, vinieron innumerables avecitas, que le
de aquella santa ciudad. De allí se partió para rodearon, y revoloteando y gorjeando daban mues-
Sicilia, donde estuvo en un hospital algún tiempo tra del contento que podía recibir la ciudad por
con grande humildad y caridad; pero llevándole haber llegado á ella el siervo de Dios, y como
el espíritu de Dios á la soledad, por estar más l e - dando el parabién de su venida. Continuó el Señor
jos del mundo, se retiró en un desierto, donde en hacer semejantes demostraciones por la santi-
soltó las riendas á la devoción, entregándose todo dad de su siervo san Conrado; el cual, lleno de
á la oración y penitencia, en la cual vida duró merecimientos, murió en paz el año 1351; en el
cuarenta años. Dormía en el suelo, comía sola- cual año fueron muchos más los milagros que
mente pan, y otras veces con solas yerbas se con- hizo, sanando muchos enfermos, así naturales
tentaba. Ilustróle Dios con el don de profecía, y como extranjeros; por los cuales dio licencia que
muchos milagros que por su siervo hacía; pero se dijera misa de él en la ciudad de Netina el papa
para tenerle humillado, y que no se desvaneciese León X, y el papa Paulo III la extendió para otras
con alguna gloria vana, permitió el Señor que partes. Está su cuerpo en la dicha ciudad de N e -
fuese combatido del demonio con grandísimas ten- tina, en una arca de plata, con gran veneración
taciones de la carne, de que el santo salía siempre de todos, y hace el Señor por su intercesión gran-
victorioso, valiéndose de la oración y ayuno. Fué des maravillas. (P. Ribadeneira.)
cosa maravillosa cómo venció el apetito de la gula;
las cosas de comer que le daban de limosna, no SAN ALVARO DE CÓRDOBA, CONFESOR.-Uno de los va-
las comía luego, sino guardábalas hasta que se rones ilustres que florecieron en España en el s i -
pudriesen y estuviesen llenas de gusanos; y e n - glo XIV fué san Alvaro, decoroso ornamento del
tonces, cuando causaba horror el verlas y olerías, orden dominicano, tan célebre por su santa vida
se las comía, venciendo en esto, no á la gula sola- como por sus hechos portentosos. Nació este héroe,
mente, sino á todos sus sentidos. Cuando sentía en verdaderamente digno de los más altos elogios,
sí apetito de comer alguna cosa, se desnudaba en la ciudad de Córdoba, de la excelentísima casa
todo, y echándose en carnes sobre espinas y zar- de los duques de este titulo, tan distinguida por
zas, se revolvía entre ellas, de manera que con la su calificada nobleza como por los méritos perso-
mucha sangre que derramaba, se le quitaba la nales de sus descendientes. Fueron sus padres don
gana de comer, y se olvidaba del sustento del Martín López de Córdoba, primer maestre del or-
cuerpo. den de Alcántara, y D." Sancha Alonso Carrillo, á
Venía san Conrado todos los viernes á visitar quien dan algunos el apellido de Valenzuela, los
devotamente un muy devoto crucifijo que había en cuales pusieron á el niño en la pila bautismal el
la ciudad de Netina: quisieron unos hombres per- nombre de Alvaro; si no en memoria de alguno
didos hacer burla del santo, y hallar ocasión de de sus ascendientes, acaso con respecto á otro Al-
calumniarle y poner mancha en su santidad y ri- varo, íntimo amigo condiscípulo de san Eulogio,
gor de su abstinencia; para esto le convidaron á cuya veneración movió á muchas personas de Es-
comer de unos peces, pero en lugar de peces le paña á tomar su nombre. Criaron á nuestro santo
dieron carne, y ellos no comieron otra cosa. Co- s u s nobilísimos padres con aquel cuidado que les
menzaron luego unos á burlarse de él porque le inspiró su amor y su piedad; pero como en él n o -
habían engañado, teniéndole por hombre muy taron desde luego aquellas disposiciones de natu-
simple; otros á calumniarle, que muy bien le s a - raleza y gracia que no sólo allanaron, sino que
bía la carne, y que era fingida su abstinencia y facilitaron el camino de la virtud, costóles poco
rigor. El santo, con grande humildad y paciencia, trabajo conseguir el efecto de su educación. H a -
dijo que no había comido carne, sino solamente bíalo dotado Dios de un corazón dócil, noble y g e -
peces, mostrándoles luego las espinas y escamas neroso, de una inclinación como natural al retiro,
de ellos, de lo cual quedaron todos confusos y de unos modales gratos, apacibles y cultos, y r e -
maravillados. uniendo á todas estas gracias un horror sumo al
Con tales maravillas y rigor de vida se extendió pecado, no tuvo de niño otra cosa que la inocencia,
la fama de la santidad de Conrado, deseando mu- ni en él se notaron aquellos pueriles entretenimien-
chas personas verle y edificarse con su vista y tos que son regulares en la tierna edad: pues todo su
trato. Una de ellas fué el obispo de Zaragoza de gusto y toda su complacencia la tenía en frecuen-
Sicilia, el cual fué á visitar al santo y le convidó tar los templos y casas de religión, y en asistir
448 LA LEYENDA DE ORO DÍA 19
con una devoción extraordinaria á los divinos ofi- No se contentaba el siervo de Dios con los ofi-
cios. cios y con los santos ejercicios de la comunidad:
Admirados sus padres de las excelentes incli- añadió otros muchos de devoción con el deseo de
naciones de Alvaro, no omitieron medio alguno santificarse más y más cada día. Concluidos los
de cuantos pudieran contribuir á perfeccionar sus maitines pasaba el resto de la noche en fervorosa
nobilísimas ideas. Buscáronle los más sabios y re- oración, en visitar los altares del templo, y en sa-
ligiosos maestros para que le enseñasen las letras tisfacer sus amorosos afectos para con la santísi-
y las virtudes; y como se hallaba dotado de unos ma Virgen, ante una efigie de la Señora, que con
talentos extraordinarios y de una piedad singula- el título de las Angustias se venera en la capilla
rísima, hizo en muy breve tiempo grandes pro- del Consuelo, cuyo doloroso espectáculo le ser-
gresos, así en aquéllas como en las ciencias de los via del más expresivo objeto para fomentar en
santos. Al amor que el ilustre joven profesaba á su corazón las impresiones más vivas de los m i s -
la virtud se siguió naturalmente el tedio de las terios de la pasión y muerte de nuestro Redentor,
cosas del mundo: hicieron poca impresión en el que era la materia más frecuente de sus piadosas
corazón de Alvaro las esperanzas de los más al- meditaciones: hermoseando con la serie alternati-
tos empleos con que le tentó la fortuna, lisonjeán- va de estos santos ejercicios su alma, al paso que
dole con que eran debidos á su distinguido naci- ilustraba su entendimiento con el estudio de las
miento: pues el deseo de trabajar únicamente en facultades de la filosofía, de la teología y de las
el negocio importante de su eterna salvación tuvo sagradas letras, dejándose ver á un mismo tiempo
para él más atractivo que todos los bienes terre- docto y santo, sabio y perfecto.
nos. Mandáronle los superiores que recibiese el
Como Alvaro juntaba con la pureza de sus c o s - orden sacerdotal, y aunque toda su vida fué una
tumbres una grande solidez de entendimiento, continua preparación para el ministerio, con todo,
descubrió sin dificultad los lazos que el mundo quiso disponerse con un nuevo fervor, conociendo
pudiera armarle para que siguiese sus vanidades: la alta dignidad á que se eleva el hombre por el
observó las licenciosidades de los jóvenes de su sagrado carácter. La conducta ejemplar que ob-
calidad y de su tiempo, y conociendo por ellas los servó en este tiempo facilitó la gracia con que el
peligros á que está expuesta la salvación en el si- Espíritu Santo concluyó en él la imagen del h o m -
glo, resolvió buscar asilo á su inocencia en el r e - bre perfecto, llenándole de sus dones por la i m -
tiro de algún claustro religioso. Puso los ojos en posición de las manos del obispo que le confirió
el convento de San Pablo de Córdoba, del orden los órdenes, cuya plenitud acreditó en todas las
dominicano, floreciente por entonces el primitivo ocasiones que celebraba el santo sacrificio, mani-
fervor con que fundó el instituto su querúbico pa- festándose en el altar como un abrasado serafín
triarca: pidió el santo hábito con humildes r u e - en el amor para con la víctima inmaculada que
gos, y como constaban á toda la comunidad las ofrecía al Eterno Padre.
excelentes virtudes del ilustre joven, fué admitido Quisieron los religiosos aprovecharse de los ex-
con universal gozo de todos los religiosos, persua traordinarios talentos del santo, y lo destinaron á
didos que con el tiempo daría á la religión mucho que leyese artes y teología en el convento de San
honor y mucho lustre un sujeto que, si bien dis- Pablo de Córdoba. Hízolo Alvaro con tanto acier-
tinguido por su nacimiento, lo era mucho más to en ambas facultades, que le obligaron á que
por sus personales prendas. Ningún novicio entró enseñase en público la sagrada Escritura, de la
en la religión con vocación más verdadera, ni nin- que tenía una superior inteligencia. Sabía muy
guno le excedió en la exactitud de la observancia bien el santo cuan importante era esta ciencia
regular. En efecto: su profunda humildad, su pu- para desempeñar el objeto principal del instituto
reza angélica, su ciega obediencia, su silencio, de los religiosos predicadores, y por lo mismo se
su modestia, su puntual asistencia á los oficios di- esmeró en semejante enseñanza: teniendo el con-
vinos, y sobre todo las extraordinarias mortifica- suelo de que saliesen de su escuela muchos c é l e -
ciones con que castigaba su inocente cuerpo, eran bres discípulos que hicieron grande fruto en la
miradas como prodigios de la gracia por los más Iglesia, al paso que dieron mucho honor á su
ancianos religiosos, á quienes servía de ejemplo y maestro.
de admiración su devoción y su fervor. Hizo su No llenaban el corazón de Alvaro tan laudables
solemne profesión, manifestando con las más cla- tareas, puesto que el principal objeto de todas sus
ras y más expresivas voces el eficacísimo deseo atenciones era la conversión de las almas. Con
que ardía en su corazón de satisfacer los votos esta mira se dedicó al ministerio apostólico de la
esenciales que prometía al Señor en aquel acto, predicación, en unos tiempos que era necesario
los que cumplió sin el menor defecto en el discur- nada menos para predicar con fruto que unos
so de su religiosa carrera. hombres de los talentos, de la virtud y de la repu-
DÍA 19 FEBRERO 449
tación que el santo. Hallábase Europa, y por con- Portugal, y aun de Italia: haciendo todas estas
siguiente España, hecha un lastimoso teatro donde penosas expediciones á pie descalzo sin otra pre-
se dejaban ver estragadas las costumbres, intro- vención que la de su báculo, su breviario y su
ducidos los vicios, y aun aplaudidos los errores, biblia, contribuyendo no poco al logro de la c o -
efectos todos del dilatado cisma de los tres antipa- piosa cosecha que en todas partes hizo para el
pas, que con los nombres de Benedicto XIII, divino Labrador, su modestia, su humildad, su
Gregorio XII y Juan XXIII, pretendían la cátedra mansedumbre, y su desinterés verdaderamente
apostólica: tres monstruos que perturbaron la apostólico.
tranquilidad de la Iglesia sin otros muchos que Estando Alvaro en Italia ocupado en las funcio-
nacieron de sus respectivas parcialidades: á esto nes de su misión, quiso visitar personalmente los
se agregaban en España las sangrientas guerras santos lugares de Jerusalén, donde se obraron los
que ocurrieron en ella, resonando por todas par- misterios de nuestra reparación: emprendió la pe-
tes el estruendo de las armas, sin que la autori- regrinación de la Tierra santa, la que hizo con
dad del legado apostólico Guidón, destinado por mucha pobreza y con grandes trabajos, predican-
el papa á restablecer la paz entre las coronas de do con su porte y con su humilde traje peniten-
Castilla, de Aragón y de Portugal, hubiese podido cia. Empleó más de un año en la veneración de
ajustar cosa alguna, aun habiéndose valido de la aquellos adorables monumentos regados con la
asistencia de Fr. Lorenzo Ripauda, religioso r e s - sangre de Jesucristo; y habiendo quedado más
petable del orden de santo Domingo, hombre de vivamente impresa en su corazón la memoria de
singular instrucción y de un manejo extraordina- la dolorosa pasión y muerte del Señor, con la vista
rio en las materias del estado. de aquellos santos lugares, que se conservaban
En esta lamentable época quiso Dios que se pre- entre los infieles por una particularísima Provi-
sentasen en público san Alvaro de Córdoba y san dencia, lleno todo en amorosos afectos para con
Vicente Ferrer, hijos del patriarca santo Domingo, el Redentor del mundo, volvió á Italia á continuar
para el remedio de tanto daño, dejándose ver am- su apostólico ministerio. Tres años gastó fuera de
bos en el candelero de la Iglesia como dos antor- España en tan laudables expediciones, y volviendo
chas luminosas capaces de desterrar las tinieblas á la nación sin cesar de predicar en todos los
de la ignorancia y de las preocupaciones. Dedicá- pueblos por donde hizo tránsito, llegó al princi-
ronse á un mismo tiempo al ministerio apostólico pado de Cataluña con el mismo designio, donde
de la predicación, con el noble objeto de combatir hasta hoy se conserva la memoria de la predica-
desde el baluarte de la cátedra del Espíritu Santo ción y de la santidad de Alvaro.
un desorden tan general que amenazaba la des- No es fácil explicar los trabajos y las penalida-
trucción de casi toda la Europa: siendo el asunto des que padeció el santo en semejantes expedi-
más frecuente de sus sermones la terribilidad del ciones; pero lo más de maravillar fué que ni en
juicio particular, y del universal, para despertar sus dilatados viajes, ni en sus mayores fatigas, ni
á los hombres del profundo letargo en que se h a - en sus continuas misiones, jamás se dispensó un
llaban dormidos. punto de la observancia religiosa, ni aun las enfer-
Como á los extraordinarios talentos y á la gran medades fueron bastantes para que mitigase el ri-
sabiduría de Alvaro se agregaba el concepto g e - gor de sus ayunos y de sus asombrosas penitencias.
neral que todos tenían de su eminente virtud, lúe Ya establecido en España, se hallaba en Valla-
go que se presentaba en el pulpito, y que comen- dolid la reina D . Catalina, mujer de Enrique III,
a

zaba á comunicar á los concursos el ardiente fuego fatigada de tan gravísimos negocios, que cada
de amor divino que ardía en su pecho, se sentían uno era bastante para rendir el ánimo menos g e -
los oyentes movidos á compunción, y acompañada neroso que el de esta soberana. Deseaba tener
siempre la divina gracia de su apostólico celo, cerca de su persona un sujeto de conocida virtud,
lograba en cada uno de sus sermones admirables de consumada prudencia y de gran sabiduría para
conversiones de pecadores arrepentidos, sin que que la dirigiese. No ignoraba que todas estas
hubiese alguno tan obstinado que pudiese resis- prendas concurrían en Alvaro: y aunque le c o n s -
tirse á su triunfante elocuencia. Córdoba y los taba que su corazón se hallaba muy distante de
pueblos de su comarca fueron el primer teatro apetecer honoríficos empleos, como lo tenía acre-
donde sembró Alvaro la semilla de la palabra de ditado la experiencia en las generosas renuncias
Dios, á quien rindió los frutos abundantísimos que de las mayores dignidades eclesiásticas á que
podían esperarse de la actividad de semejante quiso promoverle, con todo le ordenó que pasase
operario; pero como su celo infatigable no podía á Valladolid para encargarse de la dirección de
limitarse á los cortos espacios de aquel territorio, su conciencia. Excusóse el siervo de Dios repre-
extendió sus conquistas á las provincias de Anda- sentando á la reina su insuficiencia y la falta de
lucía, de Castilla, de Toledo, de Extremadura, de instrucción para desempeñar tan arduo empleo;
TOMO I 57
450 LA LEYENDA DE ORO DÍA 19
pero creciendo en D . Catalina los deseos al paso
a
Dios las inquietudes que sobrevinieron en el rei-
de la humilde resistencia de Alvaro, le mandó con nado de D. Juan; y como todas sus ansias eran
firme resolución que aceptase el encargo. por el retiro de la corte para disfrutar los dulces
El estado en que se hallaban las cosas de Cas- consuelos que el Señor comunica á sus siervos
tilla cuando se le obligó al santo á que admitiese en la soledad, conociendo la repugnancia del rey
el confesonario, era el más crítico y más delica- en concederle este permiso, se valió del prudente
do: á la soledad de la reina viuda se agregaban arbitrio de ir disponiendo su real ánimo para el
las solicitudes de algunos grandes, y con especia- logro de su fin.
lidad del condestable Ruy López de Abalos, sobre Luego que se celebró el concilio de Constancia,
querer dar el reino de Castilla al infante D. Fernan- y se extinguió en él el lastimoso cisma con la l e -
do, hermano del rey difunto, quitándolo injusta- gítima elección de papa hecha en la persona de
mente á su hijo D. Juan II, legítimo sucesor á la Martino V, persuadió Alvaro al rey D. Juan que
corona: añadíase á esto las dificultades que había pidiese á su nombre bula á su santidad para fun-
que vencer para que criase D . Catalina al prín-
a
dar seis conventos de predicadores en Castilla, en
cipe, pues en virtud de lo dispuesto en el testa- los que viviesen en la más rígida observancia r e -
mento de su padre tenían, ó pretendían tener, de- gular; á fin de ir desterrando por este medio la
recho á esta educación D. Diego López de Zúñiga, relajación y los abusos que se habían introducido
justicia mayor de Castilla, y D. Juan de Velasco; á en las religiones en et dilatado tiempo que duró
lo que se aumentaba la división de gobiernos en el cisma de los tres antipapas. A la concesión de
las provincias, fiadas unas al de la reina, y otras este breve apostólico se siguió el capítulo general
al del infante D. Fernando, mientras durase la que celebró en Florencia la orden de santo Domin-
menor edad de D. Juan, con total independencia el go en el año 1421, en el cual se resolvió: que en
uno del otro, en fuerza de la última voluntad del cada una de las provincias se erigiese de nuevo al
difunto, que no quiso que se gobernasen á una menos un convento de recolección donde se guar-
vez por ambos tutores. A estos gravísimos cuida- dase la más estrecha religiosidad, la que observa-
dos que tenían á la reina en un continuo sobresal- sen cuantos tomasen en ellos el hábito, ó los que
to, se agregaban otros de mayor momento, nacido se retirasen á semejantes casas á vivir con más
el uno de las turbaciones que se suscitaron en rigor. Luego que Alvaro tuvo noticia de esta d e -
Aragón sobre la sucesión á aquella corona; y el terminación, le pareció conveniente suplicar al
otro del dilatado cisma que tenía á la Iglesia en rey que le concediese licencia, para ser uno de
una continua inquietud. Fácil es de creer la i m - los primeros que pusiese en ejecución la determi-
presión que haría en el corazón de Alvaro la idea nación del capítulo. Pidió este favor á D. Juan II
que ofrece el plan de este lastimoso estado; pero postrado á sus pies, bañado en tierno llanto, por
como no confiaba en sus propias fuerzas, sino en premio del afecto que le profesaba, y de los tra-
Dios, cuya asistencia imploraba de continuo con bajos que había padecido en el tiempo de su e d u -
fervorosas oraciones, con rigurosos ayunos y con cación. No pudo contener las lágrimas el piadoso
asombrosas penitencias; portándose como diestro monarca á la vista de aquel humilde rendimiento;
piloto en el Océano de tantos escollos, supo con pero no queriendo impedir los nobles designios
su gran sabiduría, con su consumada prudencia del siervo de Dios, levantándole del suelo entre
y con su eminente virtud providenciar los medios sus brazos, le concedió, á pesar de su entrañable
más oportunos que exigían tan críticas circuns- sentimiento, la licencia que apetecía, con una su-
tancias: logrando á expensas de su infatigable ma cuantiosa para la fundación de un convento
actividad el sosiego de la reina, y el apacigua- según sus ideas.
miento de tan fatales perturbaciones: para lo cual No cabe en explicación el gozo que concibió
llamó en su ayuda á san Vicente Ferrer, quien Alvaro luego que tuvo tan deseado permiso; y
contribuyó con no menor celo al fin deseado, oyén- pareciéndole dilatado tiempo todos los instantes
dose el dictamen decisivo de ambos, como de dos que se detenía en la corte, partió á Córdoba inme-
oráculos del cielo. diatamente á poner en ejecución su proyecto. La
Murió la reina D." Catalina, á quien asistió san primera diligencia que hizo fué inspeccionar el
Alvaro hasta los últimos alientos; y como había sitio donde había de fundar, puesto que sus deseos
impreso el santo en el tierno corazón de su hijo no eran otros que erigir el convento en un lugar
D. Juan II desde sus primeros años todas las ideas retirado de todo el comercio humano, proporcio-
de justificación que son capaces de formar a u n nado para el silencio y para la contemplación;
príncipe cristiano, quiso éste que se encargase de pero no tan distante de Córdoba, que no pudiesen
la dirección de su conciencia, bien entendido de los religiosos concurrir á la ciudad sin incomodi-
los efectos que produjo en su madre todo el tiem- dad á predicar la palabra de Dios, que era el o b -
po que la confesó. Molestaban mucho al siervo de jeto principal de su instituto. Con esta mira hizo
DÍA. 19 FEBRERO 451
elección de un sitio en la sierra como una le- forma: presentábase en la plaza de San Salvador,
gua distante de Córdoba, en la heredad llamada ó en cualquiera otro sitio del mayor concurso, y
por entonces la torre de Berlanga, la que c o m - después de haber hecho una plática espiritual al
pró á sus dueños á nombre de la religión; y en pueblo, decía en alta voz, puestos los ojos en tie-
el día siguiente al otorgamiento de la escritura, rra: «Cristianos, los religiosos de Santo Domingo
que fué en el 1 3 de junio de 1423, dio principio de Scala-cceli no tienen qué comer;» cuyas expre-
á la fábrica del convento, que intituló Santo D o - siones movían de tal suerte á los fieles, que m u -
mingo de Seala-coeli. Consumió en muy breve chas veces sucedió que al volver al convento ya
tiempo la suma que le dio el rey en la compra del le hallaba abastecido con tan copiosas limosnas,
terreno y en el coste crecido de los materiales; que tenía con ellas la comunidad para mantener-
pero como el santo tenía colocada su esperanza se dilatado tiempo.
en Dios, no le faltó la divina Providencia: ya m o - No satisfecho Alvaro con los santos ejercicios
viendo á muchas personas piadosas para que le que se hacían en su observante comunidad, se re-
diesen cuantiosas limosnas, y ya suministrándole tiraba á una cueva que está como dos tiros de ba-
por ministerio de los ángeles los materiales pre- la del convento, entre la cual y éste hay un arro-
cisos, como sucedió repetidas veces cuando care- yo que el santo llamaba de los Cedros con alusión
ció de ellos. al que media entre Jerusalén y el monte Olívete:
Tenía determinado Alvaro formar el convento allí, separado de sus hermanos, soltaba las rien-
en disposición que imitase en lo posible la situa- das á su fervor, renovando con sus crueles morti-
ción de Jerusalén, y de los santos lugares que se ficaciones aquellas espantosas imágenes de peni-
veneran en ella, altamente impresos en su cora- tencia, oídas hasta entonces en los más famosos
zón cuando los visitó personalmente: y obrando solitarios del Oriente, las que por lo regular c o -
con esta idea, hizo varios oratorios contiguos al menzaba de esta suerte: en llegando al arroyo se
monasterio que representasen los sagrados m o - desnudaba las espaldas, y subiendo de rodillas la
numentos de la capital de Palestina, para que los penosa cuesta que hay hasta la cueva, se iba azo-
religiosos en tiempo y horas cómodas pudiesen tando con una cadena de hierro. Luego que entra-
dedicarse en ellos al santo ejercicio del Vía-crucis: ba en la gruta, se postraba delante de una imagen
lo que sirvió para que no sólo en Córdoba, sino de nuestra Señora de las Angustias en todo seme-
en otras muchas partes, lo ejecutasen los fieles, jante á la del convento de San Pablo, que fué en
conociendo la utilidad espiritual de tan piadosa los primeros años del religioso el imán atractivo
institución. de todas sus atenciones, y en esta disposición con-
Concluida la fábrica material del convento, e n - tinuaba la disciplina con tanto rigor, que queda-
tró en él san Alvaro con algunos compañeros po- ban bañados con la copiosa sangre que derramaba
seídos de sus mismos sentimientos á observar la el suelo y paredes de la gruta: y penetrando el
más exacta religiosidad sin frivolas interpretacio- cielo los afectuosos suspiros arrancados de lo í n -
nes, sin violentas glosas ni relajados abusos, que timo del corazón, desahogaba con abundantes lá-
á pretexto de costumbres suelen introducirse en grimas el volcán de amor divino en que se halla-
las religiones: para lo cual dispuso que se guar- ba abrasado su pecho. Después continuaba su
dase en la comunidad un profundo silencio, una fervorosa oración, y arrebatado en las más altas
abstinencia total de carnes, un ayuno rigoroso, contemplaciones, percibía en su interior los celes-
una asistencia puntual al coro, y una suma dis- tiales consuelos con que endulzaba el Señor sus
tracción de todo el comercio humano. Añadió á rigores, á que eran consiguientes los raptos y
esto otras muchas constituciones, que sobre los transportes en Dios, como los de otra Magdalena
votos esenciales del instituto contribuían al logro en la cueva de Marsella, y como los del patriarca
de sus intenciones; y siendo Alvaro como el alma santo Domingo en la de Segovia.
de toda aquella ilustre colonia, hizo que en muy Parece imposible que las fuerzas humanas, por
breve tiempo se pudiese llamar con toda propie- más robustas que fuesen, pudiesen sufrir la conti-
dad su convento Scala-cceli, ó subida para el cielo. nuación de estas asombrosas mortificaciones, he-
Quiso que los religiosos de su ilustre casa fue- chas unas veces antes de maitines para volver á
sen modelos de la pobreza evangélica, para lo cual ellos con más fervor, y otras después de ellos
dispuso que después de decir misa fuesen diaria- hasta la hora de prima, en la que volvía al coro
mente á la ciudad á pedir limosna de puerta en como un abrasado serafín. Sólo el subir de rodi-
puerta, con la indispensable precisión de volver llas desde el arroyo á la cueva por una agria
por la noche al monasterio; y no dispensándose cuesta, lo más de ella sembrada de puntas pene-
el santo de esta obligación ni por su calidad, ni trantes de la misma piedra, era insuperable; pero
por sus títulos honoríficos, practicaba la misma queriendo el Señor aliviar á su siervo, le soste-
diligencia cuando le tocaba por su turno en esta nían muchas veces los ángeles de los brazos,
452 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 19
alumbrándole con hachas encendidas, y separando «Ya insta la hora en que he de comparecer ante
del camino las piedras para que no lo lastimasen. el Juez supremo, y aunque atendiendo á su justi-
El obrador de todas estas maravillosas acciones cia es mucho lo que podía acobardarme la grave-
era el ardiente amor que profesaba á Jesucristo, dad de mis culpas, muero con la confianza de que
no siendo fácil que alguno otro le excediese en el ha de usar conmigo de su acostumbrada benigni-
fervor y en la ternura con que amaba al Redentor dad por su infinita misericordia.» Pidiéronle los
del mundo. Este era el imán que le atraía con una religiosos la última bendición, y dándola con
violencia tan eficaz que ningún objeto criado va- aquel amor y con aquella dulzura que era propia
riaba su movimiento, disminuía su impulso, ni á su carácter, quedándose en una agradable sus-
era capaz de separarlo de su centro. De esta raíz pensión, fijos los ojos en un crucifijo que tenía en
provenía aquella ardiente caridad con que se inte- las manos, entregó su dichosa alma en manos del
resaba en el socorro de los pobres, esmerándose Criador en el día 19 de febrero del año 1430.
sobre todo con los enfermos, mirando en cada No tardó Dios en acreditar con señales prodi-
uno de ellos la imagen de Jesucristo. Quiso este giosas la gloria de su fidelísimo siervo: apenas ex-
Señor manifestarle lo agradable que le eran estos piró, se bañó el convento y sus montes circunve-
oficios de piedad con repetidos portentos, entre cinos de una claridad tan superior, que desterró
los cuales merece referirse el siguiente: Pasaba de aquel ámbito las tinieblas de la noche: también
en cierta ocasión san Alvaro de su convento á se tocaron por sí las campanas del monasterio en
Córdoba, y viendo en el camino á un pobre enfer- tono de fiesta y de alegría, indicio nada equívoco
mo tan desnudo, y tan lastimoso, que movería á de la que debía ocupar el corazón de los fieles por
compasión al corazón menos pío, no necesitando el dichoso tránsito del difunto, cuyo venerable ca-
el suyo semejantes aspectos para enternecerse, se dáver despedía de sí una fragancia exquisita que
sentó junto á él y comenzó á consolarlo con las consoló á todos los circunstantes. Celebráronse los
amorosas expresiones que le dictó su ardiente ca- funerales del santo con aquella solemnidad que
ridad. Esperaba que pasase alguno para que lo exigía su opinión, á los que asistieron todas las
llevase al hospital de Córdoba; pero viendo que se personas más condecoradas de Córdoba, y después
hacía tarde, y que el enfermo necesitaba de pron- de haber tenido algún tiempo el cuerpo en el fére-
to remedio, cargándolo sobre sus hombros, partió tro para satisfacer la devoción de la multitud de
con él al convento, que estaba más cerca que la gentes que concurrían á tributarle los últimos
ciudad. Entró en la portería con la piadosa carga, obsequios, se depositó en una pequeña capilla á
y acudiendo los religiosos á bajar de los hombros mano derecha de la entrada de la iglesia de Scala-
del santo al enfermo, luego que lo descubrieron cceli, donde hoy está un altar del santo. Quiso
hallaron una imagen de Cristo crucificado. Queda- Dios recomendar el sepulcro de su siervo con re-
ron pasmados á la vista de aquel soberano espec- petidos milagros, los cuales movieron á los reli-
táculo, pero más que todos Alvaro tocando con sus giosos á que elevasen las santas reliquias á lugar
sentidos la milagrosa transformación del pobre más decente, que fué á los sesenta años después
en la efigie del Redentor; y puesto de rodillas de su muerte, colocándole en una concavidad en
ante el crucifijo, bañado en tiernas lágrimas pro- forma de arco bajo el altar mayor, de donde
rrumpió en las expresiones amorosas que son fáci- las trasladó después D. Martín de Mendoza,
les de creer en un espíritu como el suyo todo abra- siendo obispo de Córdoba, á la capilla que en
sado en divinos incendios. honor del santo labró á sus expensas al lado s i -
Llegó el santo á la edad de setenta años, y aun- niestro del mismo altar mayor.
que la robustez de su complexión y principalmen- La opinión de santidad que tuvo el siervo de
te la asistencia de la divina gracia le habían dado Dios, confirmada con muchos milagros en vida y
fuerzas para tan penosas mortificaciones; con después de muerto, movió á los religiosos y á los
todo, conoció por la debilidad de su naturaleza naturales de Córdoba á que le tributasen el culto
que se acercaba el fin. Obligóle una calentura ar- correspondiente con anuencia y aprobación de los
diente á postrarse en la cama, que le previnieron ordinarios, en virtud de lo cual se estableció una
los religiosos por no haberla tenido nunca conoci- cofradía bajo su advocación, que constaba de cua-
da, y creciendo de día en día la indisposición, hizo tro mil individuos en el año 1603; pero disminui-
confesión general con Fr. Juan de Valencia, prior da con el tiempo, la renovaron varios caballeros
del mismo convento. Recibió en seguida los últi- cordobeses en el de 1655, alistándose en ella m u -
mos sacramentos con tal ternura y con tanta de- chas personas de la primera nobleza del reino: y
voción, que movió á un copioso llanto á todos los teniendo ésta por objeto principal el culto del san-
asistentes, á quienes dijo lleno de extraordinaria to, celebraba su fiesta en el día de la Cruz de Ma-
alegría, porque se llegaba el tiempo de disolverse yo, por ser estación más cómoda para subir al
de los vínculos carnales para unirse con Cristo: monte donde está el convento, que el día 19 de fe-
DÍA 19 FEBRERO 453
brero que fué el del natalicio del siervo de Dios, sarracenos, defendiendo la fe católica, en tiempo
cuya imagen se lleva en procesión en aquel día al del prefecto Antemundano, durante el siglo VI.
lugar donde, viviendo el santo, acostumbraba h a -
cer oración delante de la Cruz que llaman de LOS SANTOS PÜBLIO, JULIANO, MARCELO, Y OTROS NUEYE
Mayo. COMPAÑEROS, MÁRTIRES.—Murieron en África, pero
Aunque era innegable el culto inmemorial que se ignora la época, aunque se cree fué en la per-
se tributaba á san Alvaro, faltábale la aprobación secución de los vándalos. Sus cuerpos fueron
apostólica, para lo cual se hicieron en Roma las trasladados á Bolonia en 1192, y se veneran en la
correspondientes preces por parte de la religión iglesia de San Pablo de los Bernabitas de dicha
y de otras muchas personas condecoradas de E s - ciudad.
paña, en virtud de lo cual se despacharon por la
sagrada congregación de ritos las letras remiso- SAN ZAMDAS Ó ZABDA, Ó BAZAS, SEGÚN SAN EPIFANIO.
riales con anuencia de su santidad, cometidas á —Fué creado obispo de Jerusalén el año 294, y
D. Alonso Salizanas, obispo de Córdoba, á fin de gobernó esta silla hasta el día 19 de febrero del
que justificase si el culto inmemorial dado a s a n 302, en que murió. Es memorable este santo por
Alvaro era de los exceptuados de los decretos del haber instruido y bautizado á toda la legión teba-
papa Urbano VIII; y resultando así en el proceso na, que después derramó su sangre por la fe. Esta
que se formó por aquel prelado, declaró y senten- legión acostumbraba pasar el invierno acantonada
ció definitivamente serlo de esta clase con apro- en Palestina, para estar dispuesta siempre á r e -
bación de los ordinarios, exceptuado de los decre- primir las sediciones de los partos y délos persas,
tos de Urbano. En vista de estas diligencias se que alguna vez se rebelaban contra los romanos.
aprobó por el papa Benedicto XIV, quien conce-
dió en el año 1741 que se celebrase la fiesta del SAN AUXIBIO, OBISPO DE SOLOS, EN CHIPRE—Fué or-
santo en Córdoba, y en todo el orden de predica- denado por el apóstol san Pablo, y enviado por él
dores. (P. Ribadeneira.) á la predicación del Evangelio. Era este santo na-
tural de Roma: bautizóle san Marcos, y se dedicó
SAN GABINO.—Descendiente de la Dalmacia y na- desde luego á la propagación del Evangelio, reci-
cido de padres cristianos, recibió de ellos una edu- biendo especial misión para predicarlo en la isla
cación religiosa la más cumplida. Contrajo matri- de Chipre. En ella brilló como el sol refulgente,
monio, viviendo en este estado, según lo manda iluminando á los que estaban sentados en las som-
Dios, en el que tuvo una hija, llamada Susana, bras de la idolatría con los rayos de la divina cien-
venerada en la Iglesia como santa. Muerta su e s - cia. A su celo y santidad se debió la. conversión
posa fué ordenado sacerdote, á pesar de la resis- de toda la ciudad en que comúnmente vivía, y de
tencia que hizo considerándose indigno de ser gran parte de la isla, bautizando continuamente
elevado á tan alta dignidad. Celoso por la religión infinidad de convertidos, entre los cuales tuvo la
santa recorría las cabanas y las grutas de los gloria de contar ilustres mártires y confesores, y
montes, á fin de alentar y asistir á los tímidos gran parte de su familia, que había ido á visitarle.
cristianos que, para evadir las persecuciones, se Después de cincuenta años de un pontificado tan
refugiaban en ellas, pasando noches enteras entre precioso á los ojos de la religión y de la humani-
ellos, celebrando el santo sacrificio y distribuyén- dad, por cuyos objetos se sacrificó, amado entra-
doles el pan celestial, para que fortalecidos con ñablemente de todas sus ovejas, llorado por cuan-
tan divino alimento tuviesen valor para el marti- tos le habían conocido, dejó la tierra para ir á
rio. No descuidaba por esto Gabino la educación recibir el premio de sus heroicas virtudes, el año
de su hija, infundiéndola los más vivos deseos de 102 de Jesucristo. Su vida y su muerte fueron glo-
consagrar á Dios su virginidad y permanecer fiel á riosas en portentos.
su esposo Jesucristo. Levantóse por aquellos días
una persecución, y preso el santo y encerrado en SAN MANSUETO.—Fué natural de Roma y otro de
un oscuro calabozo, sufrió seis meses en él el ham- los treinta y dos obispos de Milán que venera la
bre y la miseria, hasta que el Señor quiso termina- Iglesia sobre los altares: asistió al sexto concilio
ra su carrera el día 19 de febrero del año 296. Este ecuménico, celebrado en Constantinopla durante
santo era hermano del sumo pontífice san Cayo, los años 680 y 681, en el cual habló victoriosa-
que sufrió el martirio dos meses después, y era mente contra los monotelistas, desplegando una
pariente del emperador Diocleciano. Su cuerpo fué erudición nada común, y un fervor y celo admi-
enterrado en el cementerio de San Sebastián. rables. Suscribió al concilio de Roma celebrado
en 680 también contra los monotelistas, y murió
LOS SANTOS MONJES, Y OTROS COMPAÑEROS, MÁRTIRES. en Milán el año 682, después de un pontificado de
—Fueron cruelmente muertos en Palestina por los seis años y algunos meses.
454 LA LEYENDA DE ORO DÍA 20
SAN BARBATO, OBISPO DE BÉNEVENTO.—Fué célebre bió Euquerio, y las lágrimas que derramó cuando
por su santidad y por haber convertido á la fe c a - supo que le querían hacer obispo, no sólo porque
tólica á los longobardos con todos sus jefes. Fué se tenía por indigno de tan alta dignidad, sino
este santo consagrado obispo el día 20 de marzo porque habiendo él huido de los peligros y t e m -
del año (363, y murió el 19 de febrero de 682. pestades del siglo, y acogídose al puerto de la re-
ligión, le obligaba á volver á lo que antes había
Día SO dejado, y engolfarse de nuevo en un mar tan a l -
terado y tempestuoso. Pero bajó la cabeza, y llo-
SAN EUQUERIO, OBISPO Y CONFESOR—El bienaventu- rando él, y llorando los monjes, se partió del m o -
rado san Euquerio nació en Orleáns, ciudad prin- nasterio y vino á Orleáns, donde fué consagrado
cipal de Francia, de padres nobles, ricos y piado- de los obispos y colocado en su cátedra de todo el
sos. Estando su madre preñada de él, y volviendo clero y pueblo, con extraño contento y regocijo,
una noche de oir maitines de la iglesia, acostada haciendo gracias al Señor por haberles dado por
ya en su cama, vio un varón de maravillosa clari- prelado un varón tan eminente.
dad, cano y venerable, y con los ojos que resplan- Comenzó el santo á hacer su oficio de pastor
decían como unos rayos de sol, y que le habló y con gran vigilancia y cuidado, teniéndole más por
le dijo: «Dios te salve, querida de Dios, que tienes carga pesada que por cargo honroso. Procuraba
en tu vientre un hijo que ha de ser obispo de esta que las iglesias fuesen bien servidas y adornadas;
ciudad, y ha sido escogido del Señor.» La buena que el clero resplandeciese y fuese delante de los
madre, consolada con estas palabras, conoció que seglares con su ejemplar vida; que el pueblo fue-
era ángel de Dios, y le rogó que le echase su ben- se enseñado en la ley de Dios; que se corrigiesen
dición; y así lo hizo, y le dijo que había sido e n - los vicios, acrecentasen las virtudes, y creciesen
viado de Dios para que bendijese á la criatura las obras de piedad; y que los monasterios de los
que tenía en sus entrañas. Con esto desapareció religiosos, á los cuales especialmente visitaba y
el ángel, y ella contó á su marido lo que había favorecía, fuesen dechado de virtud. Y como él
visto, y ambos hicieron gracias á nuestro Señor era tan docto, tan prudente, tan manso y benig-
por aquel favor, aguardando el tiempo del parto, no, y en fin, padre de todos, todos le querían y
y ver cómo aquella revelación se cumplía. Nació reverenciaban como á padre, y publicaban sus
á su tiempo Euquerio; y admirándole sus padres alabanzas por todas partes. Mas todo esto no bas-
como á hijo dado de la mano de Dios, procuraron tó para que el santo obispo no padeciese muchos
que un santo obispo llamado Ansberto le bautiza- trabajos y fuese calumniado por hacer bien su
se. Cuando tuvo siete años le pusieron en el e s - oficio: porque como Carlos Martelo era príncipe
tudio, y él se aplicó tan bien á él, que se aventa- de altos pensamientos, y hacía y deshacía lo que
jaba á todos los otros sus iguales, por su gran quería en Francia, y tuvo muchas guerras de los
habilidad, buena inclinación y continuo trabajo. naturales, de los sarracenos y moros, que de Es-
Pero aunque estaba dotado de los dones naturales paña como enjambres habían entrado en ella,
que el mundo estima, mucho mayor era el adorno tuvo necesidad para los gastos de la guerra de di-
y atavío de su alma, por las excelentes y raras neros, y él se quiso aprovechar de las rentas de
virtudes con que el Señor le había enriquecido. las iglesias por su mano y por su propia autori-
Mostrólo bien san Euquerio en la resolución que dad; y con la misma proveía los obispados'y dig-
tomó de hollar todas las cosas de la tierra, y ha- nidades eclesiásticas; y como san Euquerio le fue-
cer divorcio con el mundo, y desnudo abrazarse se á la mano, y le reprendiese porque él se metía
con la cruz de Cristo; y así se entró en el monas- en los bienes de la Iglesia como si fuera señor de
terio cemetico, tomó el hábito de monje, y se dio ellos, sintiólo mucho Martelo, porque los prínci-
á todos los ejercicios de perfección religiosa. Fué pes voluntarios no sufren que ninguno se oponga
tan grande la luz de su santa vida, y la opinión á su gusto ó resistan á su voluntad; y no faltaron
que todos tenían de Euquerio, que muriendo en otros lisonjeros y ministros codiciosos, que atiza-
aquella sazón Suavarico, tío suyo, obispo de Or- ban á Martelo para que castigase á Euquerio y le
leáns, todo el pueblo, con gran consentimiento y quitase el obispado que le había dado, y desterra-
conformidad, envió una solemne embajada á Car- se á él y á los suyos de la ciudad de Orleáns. Y
los Martelo (que aunque no era rey, gobernaba el aunque Martelo disimuló y se detuvo un poco de
reino de Francia como si lo fuera), suplicándole tiempo, porque la guerra con los moros le apre-
que les diese á Euquerio por obispo; y él lo hizo, taba; mas después que alcanzó de ellos una glo-
y envió un caballero de su casa al monasterio riosa victoria, desvanecido con ella, y ya á su pa-
donde estaba, para que le sacase de él de grado ó recer seguro y sin cuidado, ejecutó lo que antes
por fuerza, y le hiciese consagrar y sentar en había determinado, y desterró al santo obispo á la
aquella silla. No se puede creer la pena que reci- ciudad de Colonia, donde fué recibido como un
DÍA 20 FEBRERO 455
ángel venido del cielo, y regalado y servido tanto, le mostraron muchas cosas, y entre otras vio á
que Martelo, temiéndole, le envió al duque R o - Carlos Martelo que estaba en el infierno grave-
berto, amigo suyo, para que le guardase. Y el du- mente atormentado de los demonios; y preguntan-
que, conociendo los méritos de Euquerio, le reci- do al ángel que le guiaba quién era aquel que
bió con suma alegría y le acarició en gran mane- estaba allí tan afligido y por qué, le respondió que
ra, y le entregó su hacienda para que la repartiese era Carlos Martelo, el cual por la violencia que
á los pobres á su voluntad. Mas el santo no quiso había hecho á las iglesias, y por haber usurpado
del duque sino que le dejase estar libremente en sus bienes y repartídolos á sus soldados, estaba en
la iglesia de San Trudón, rogando á Dios nuestro aquel lugar y estaría para siempre. Volvió en sí
Señor por sí y por el duque, y por todos los de- san Euquerio, y envió á llamar á san Bonifacio,
más, y el duque se lo concedió; y el santo muy que después fué arzobispo de Maguncia, y mártir,
contento y alegre, olvidado de todos los otros cui- y al abad del monasterio de San Dionisio, que era
dados de la tierra, se ocupaba en oración y con- capellán mayor del rey de Francia, y descubrióles
templación del Señor, y lo más del tiempo en la la revelación que había tenido, y díjoles que fue-
iglesia, haciéndole gracias porque le había librado sen al sepulcro donde había sido enterrado el
de tan gran carga como la que tuvo en Orleáns, cuerpo de Carlos Martelo, y que si no hallasen su
que antes le había impuesto, y dádole tan buena cuerpo en él, entendiesen que era verdad lo que
ocasión de padecer por la justicia y por su amor, les decía. Fueron los dos, abrieron la sepultura de
y merecer algo en su acatamiento. Carlos Martelo, y salió de ella de improviso un
Seis años estuvo desterrado el santo obispo, y dragón, y la misma sepultura estaba por dentro
al cabo, queriéndole Dios librar de aquel destie- negra y como requemada; y se confirmaron en lo
rro, y de otro mayor y más pesado en que estamos que san Euquerio les había dicho de la revelación
en este mundo todos los hijos de Adán, le dio una que había tenido de la condenación de Carlos Mar-
enfermedad, con la cual acabó el curso de su telo, y de la causa de ella, que fué el haber por su
peregrinación; y libre ya de la cárcel de este propia autoridad usurpado los bienes de la Iglesia.
cuerpo, fué su bendita alma á gozar de Dios y re- Todo esto se refiere en la vida de san Euquerio,
cibir el premio de sus gloriosos trabajos, y su escrita gravemente por un autor que no se nom-
cuerpo fué enterrado en la misma iglesia de San bra, y la trae Fr. Lorenzo Surio en su primer
Trudón con gran solemnidad. Ilustróle nuestro tomo, y en la vida de san Rigoberto, arzobispo de
Señor con muchos milagros después de su pre- Reims, también se hace mención de esta revela-
ciosa muerte, que se pueden leer en su vida. La ción; y Paulo Emilio en el segundo libro de su
suma es, que los cirios que se pusieron por devo- Historia de Francia la refiere como cosa cierta; y
ción de los fieles en su sepultura, ardieron días lo que es más, en el decreto se trae á la larga
y noches sin gastarse. El aceite de las lámparas como enviada de los obispos de las provincias de
se aumentó y multiplicó tanto, que de una lám- Reims y de Rúan al rey Ludovico; y en el decreto
para se llenaron otras siete lámparas y ardieron nuevo y reformado por la santidad de Grego-
sin consumirse el aceite: con el cual aceite cual- rio XIII se halla lo mismo, que todo es de grande
quiera enfermo que era untado por mano de al- autoridad. Verdad es que el cardenal Baronio en el
gún sacerdote, quedaba libre de su enfermedad. i x tomo de sus Anales tiene toda esta historia por
Un cirio del peso y de la estatura de un hombre, sospechosa, y trae muchas razones para probar
que ardía, habiendo caído una noche sobre el paño que lo es, y entre ellas que san Euquerio murió
del sepulcro de san Euquerio, y consumídose ca- el año del Señor de 731, diez años antes que Car-
si todo, el paño quedó sin lesión, sano y entero. los Martelo, que murió el de 741; y aun Juan Mo-
Otra vez, habiendo venido innumerable gente a l a lano escribe que san Euquerio murió el año de
solemnidad del santo, y no teniendo el abad del 727, catorce años antes que Carlos Martelo. Y si
monasterio de San Trudón qué darles de comer, esto es verdad, no pudo san Euquerio ver en el
nuestro Señor milagrosamente les proveyó de tan- infierno el alma del que aun no era muerto, ni
ta abundancia de pescado que se cogió en un pun- tomarse por argumento verdadero de aquella r e -
to, que bastó para todos los que habían venido y velación el no haber hallado el cuerpo en el s e -
para el resto del pueblo. Demás de esto, muchos pulcro del que aun vivía y vivió muchos años
ciegos cobraron vista, muchos cojos pies, y otros después.
enfermos salud, y los endemoniados quedaron li- No hay duda sino que nuestro Señor ha dado
bres por intercesión de san Euquerio. severísimos castigos á muchos que han metido las
Estando en su destierro un día en oración le manos en los bienes de la Iglesia, y de esto hay
sucedió una cosa bien particular que se refiere en grandes ejemplos, no solamente entre los cristia-
su vida, y yo no la quiero dejar de contar. Pare- nos, sino también entre los gentiles, como lo e s -
cióle que un ángel le llevaba á la otra vida, donde cribimos más largamente en el primer libro de
456 LA LEYENDA DE ORO DÍA 20
nuestro Principe cristiano. Y puesto caso que de su sexo, le hizo ver que se cansaba inútilmen-
Carlos Martelo haya merecido que nuestro Señor te en querer mancharla más preciosa joya de su
le castigase con pena del infierno por éstas y otras virginidad que tenía consagrada á Jesucristo, que
culpas, pero puede ser que le haya perdonado por tanto se complace en la pureza de las almas que
otras muchas buenas obras que hizo, y convertido se dedican á su santo servicio.
la pena eterna en la temporal y en las angustias Una resolución tan generosa, y una respuesta
y aflicciones durísimas que padeció de dolores y tan desengañada llenó al joven deshonesto de des-
penas en su última enfermedad, como lo dice el esperación; y como ésta precipita al hombre á las
cardenal Baronio. Nosotros referimos lo que h a - más violentas temeridades, determinó quitar la
llamos, dejando su juicio al lector. De san Euque- vida á la ilustre virgen en una de las ocasiones
rio, obispo de Orleáns, hace mención el Martiro- que viniese á satisfacer sus acostumbradas devo-
logio romano á los 20 de febrero, y Sigiberto en ciones. Conducíase Paula una mañana muy t e m -
su Crónica, año de 723; y Molano y los que arriba prano desde su pueblo á Ávila; y viendo al e x -
quedan referidos. (P. Ribadeneira.) plorador, temerosa de los insultos que pudiera
causarla, se entró precipitadamente en el oratorio
SANTA BARBADA, VIRGEN—Santa Paula, cuya m e - ó ermita de san Lorenzo, que estaba antes de lle-
moria es y ha sido célebre en la ciudad de Avila, gar á la ciudad. Postrada allí á los pies de un cru-
con el título de santa Barbada, á causa del mara- cifijo, rogó al Señor, bañada en tierno llanto, que
villoso prodigio que se dirá después, nació en Car- le afease su hermosura de suerte, que por este
deñosa, pueblo del obispado de Avila, de padres medio pudiese conservar intacta su virginidad: y
labradores de profesión. Imprimieron éstos en el oyendo Dios con agrado las reverentes súplicas de
corazón de la ilustre virgen desde sus más tiernos su fidelísima sierva, apareció de improviso su ros-
años las piadosas máximas de nuestra santa reli- tro tan poblado de barba, que apenas pudo cono-
gión; y como entre las mismas se recomienda la cerse que tuviera aspecto de mujer.
devoción para con aquellos héroes que regaron Entró en la ermita el lascivo lleno de un furor
con su sangre el ameno jardín de la Iglesia, sien- extraordinario, resuelto á ejecutar el más enorme
do de esta clase san Segundo, primer obispo de atentado en caso de resistirse Paula como lo hizo
Avila, á quien reconoce la nación por uno de los hasta entonces, pero quedó sorprendido cuando
siete varones apostólicos que enviaron á España v i o la deformidad del hermosísimo rostro que h a -
desde Roma los príncipes del colegio apostólico bía sido el imán atractivo de su pasión ciega.
san Pedro y san Pablo, con el objeto de que la Desconocida la casta doncella con semejante
ilustrasen con la luz del Evangelio, en tiempo que mutación, preguntándola el libertino, lleno de
se hallaba la península envuelta en las miserables turbación, si había visto entrar en el oratorio á
sombras de la muerte, encendida Paula en vivísi- alguna otra persona, y respondiéndole que no,
mos deseos de tributar el obsequio y la veneración quedaron frustradas sus temerarias diligencias
que eran debidos al primer padre espiritual que por aquel medio verdaderamente maravilloso.
reengendró en Jesucristo á los naturales de aque- Dio Paula á Dios las gracias correspondientes
lla región, venía muchas veces de Cardeñosa á por un favor tan particular; y queriendo acreditar
Avila á visitar el sepulcro del ilustre mártir, ante con pruebas prácticas su agradecimiento, fijó
el cual se ejercitaba en fervorosas oraciones, y su residencia cerca del sepulcro de san S e g u n -
ofrecía al Señor sus religiosos votos. do con el noble objeto de dedicarse enteramen-
V i o l a en una de estas ocasiones uno de aquellos te al servicio del Señor. Así lo hizo, ocupán-
jóvenes lascivos que no perdonan el sagrado de la dose en santas vigilias, en fervorosas oracio-
más recatada honestidad, y quedó tan ciegamente nes, y en el ejercicio de las demás virtudes que
enamorado de la extraordinaria hermosura de recomienda nuestra santa religión, llegando á ser
Paula, que no perdonó medio alguno de cuantos por lo mismo el objeto de la admiración y de los
pudieran contribuir al logro de sus torpes inten- más altos elogios de toda aquella región. Conti-
ciones. El desprecio con que la casta doncella nuó algunos años con el tenor de una vida más an-
rebatió la osada pretensión no produjo otro efecto gélica que humana; pero queriendo el Señor pre-
en el libertino que el de aumentar sus impuros miar sus grandes merecimientos, la llevó para sí en
deseos, para lo eual puso en ejecución todo cuanto el día 20 de febrero, en el que fué solemne su festi-
pudo sugerirle una pasión ciega, vehemente y vidad antiguamente; y aunque no nos consta el
persuasiva; pero todos sus ruegos, todas sus pro- año de la preciosa muerte de la santa, conjeturan
mesas, y aun las amenazas de que se valió, sólo algunos que fué á mediados del siglo VI. Su cuer-
sirvieron para desengañarlo de la ineficacia de po fué sepultado cerca del arca en que están las
sus mayores esfuerzos: pues animada Paula de un reliquias de san Segundo, donde se tuvo en gran-
espíritu y de una fortaleza superior á la fragilidad de veneración por todos los pueblos de la comar-
DÍA 20 FEBRERO 457
ca; y después fué elevado al sepulcro que en honor también después de una gloriosa lucha consiguie-
de la santa mandó labrar D." Isabel de Ribera en ron la palma del martirio, en la misma ciudad y
la expresada iglesia de San Segundo, en el cual en el mismo día,
y en el retablo que la misma fundadora puso en
la capilla con la advocación de santa Barbada se LOS SANTOS POTAMIO, Y NEMESIO—Fueron muertos
leen varios versos expresivos del memorable s u - por la fe, en la isla de Chipre.
ceso referido, que se pintó también en el retablo
antiguo de la iglesia de San Lorenzo, apoyado SAN SADOH, Y OTROS CIENTO YENTIOCHO COMPAÑEROS —
además de estos monumentos con una tradición Después de la muerte del emperador Constanti-
constante, aunque después inconsideradamente se no, los cristianos que se hallaban en Persia fue-
puso sobre el sepulcro de la ilustre virgen otro de ron tan cruelmente perseguidos que la mayor
santa Águeda. parte de ellos coronaron con un glorioso martirio
el testimonio de su fe. Entre éstos no fué de los
SAN LEÓN,—La Iglesia cuenta entre otros de sus menos ilustres el santo obispo Sadoh, que r e h u -
célebres prelados á este santo, nacido en el terri- sando adorar al sol, fué apedreado, magullado y
torio de Ravena, de unos padres muy cristianos, últimamente degollado, con otros ciento v e i n -
quienes emplearon un especial cuidado en e d u - tiocho, por orden de Sapor, rey de Persia, el
carle en el santo temor de Dios. El obispo de año 355. Dícese que Sadoh fué obispo de Babi-
Ravena lo admitió en su servicio, y al ver sus lonia; pero Bollandos cree que se confunden los
buenas inclinaciones y santos propósitos, al par lugares, y que este santo fué obispo de una c i u -
que su sólida instrucción, le ordenó de sacerdo- dad que había pertenecido á alguna región de
te, en cuyo estado manifestó las brillantes prendas Babilonia.
con que le había hermoseado la gracia, para glo-
ria de la Iglesia. Por muerte del obispo de Catania SAN ELEUTERIO—Fué natural de T o u r n a y e n la
en Sicilia, fué nombrado León obispo de esta igle- Galia Bélgica, de cuya ciudad fué obispo, y nació
sia; y á pesar de su resistencia en ocupar tan ele- el año 4-56. Habiendo pasado por todos los grados
vado puesto, fué llevado con grande aparato á de la clerecía, y mostrado en ellos grandes virtu-
la silla de Catania, siendo consagrado obispo el des y superiores conocimientos en las ciencias
año 770. Virtudes y milagros, he ahí lo que veían eclesiásticas, fué nombrado y consagrado obispo
los fieles en su obispo, y milagros tales y tan fre- el año 487. Después de la conversión de Clodoveo,
cuentemente repetidos, que se adquirió el nombre fueron tan pasmosos los progresos de la religión
de Taumaturgo. Con su virtud y saber confundió en Francia, que san Eleuterio bautizó en una sola
León á un célebre mago que apareció en Sicilia, semana once mil personas, todas de su diócesis,
llamado Luidoro, desvaneciendo todos sus encan- instituyendo en agradecimiento á tan gran benefi-
tamientos é imposturas. Diez y seis años apacentó cio un aniversario, que se celebra aún todos los
su rebaño, hasta que le alcanzó la muerte el día años en la iglesia de Tournay el día 27 de s e p -
18 de febrero del año 786. En el monasterio de tiembre. Hizo dos viajes á Roma para tratar con
Catania, fundado por el mismo san León, fué el papa los graves negocios de la Iglesia; pasó
depositado su cuerpo, resplandeciendo allí en mi- una vez á la corte de Clodoveo á felicitarle por su
lagros, entre los cuales se dice que manaba su conversión á la fe católica; fué el padre de todos
sepulcro aceite que curaba toda clase de enferme- los pobres, el consuelo de todos los atribulados, y
dades. el prelado vestido con la estola de la inocencia,
que conservó hasta su muerte, acaecida el día 20
LA CONMEMORACIÓN DE LOS SANTOS MÁRTIRES, CUYO NÚ- de febrero del año 531, después de cuarenta y
MERO SÓLO DIOS SABE—Fueron martirizados en Tiro cuatro años de episcopado.
de Fenicia, con diverso género de repetidos y
nuevos tormentos, por Veturio, jefe de las tropas, SAN ELEUTERIO. — S u c e s o r de Félix en la silla
reinando el emperador Diocleciano, por los años de Constantinopla, fué elegido por el clero y
302. Primeramente fueron excarnificados por todo por el pueblo, y murió después de un pontifi-
el cuerpo á fuerza de azotes, después fueron echa- cado corto, pero muy resplandeciente en vir-
dos á las fieras; pero mitigada la ferocidad de tudes.
éstas por virtud divina, salieron sin recibir de
ellas lesión; y por último, añadiendo el tirano la SANTA MILDREDA, VIRGEN Y ABADESA—Floreció en
fiereza á la crueldad, consumaron el martirio, Inglaterra en los primeros siglos de la Iglesia.
unos quemados y otros degollados. Animaban á
estos santos al martirio los obispos TIRANIO, SILVA- SAN ULRICO, PRESBÍTERO Y CONFESOR—Nació cerca
NO, PELEO, y NILO, y el presbítero ZENOBIO, quienes de Bristol, y murió en 1154.
TOMO I 58
458 LA LEYENDA DE ORO DÍA 21
las cosas necesarias al servicio de ellas. Entre
Dia 31 v
otras, edificó el templo de San Andrés, apóstol,
SAN SÍMACO, PAPA—El glorioso sanSímaco fué na- junto al de San Pedro, y le dio mucho oro y plata;
tural de Cerdeña, hijo de Fortunato, varón prin- y reedificó más suntuosa y magníficamente la
cipal, Fueron tantas sus virtudes y prendas, que iglesia del príncipe de los apóstoles, y le hizo una
habiendo muerto el papa Anastasio, fué escogido portada con muchas columnas de mármol y m u -
por sumo pontífice, aunque no sin gran discordia, cha obra de labor mosaica, y mandó hacer las
á que incitaban algunos ambiciosos, que á tiempo gradas de la entrada ó pórtico, muy anchas y e s -
que una parte de la clerecía, de más sano conoci- paciosas. También edificó la iglesia de Santa Inés,
miento, lo estaba eligiendo por sumo pontífice en mártir, en la vía Aurelia, en una heredad dicha
la iglesia constantiniana, otra parte que restaba Lardario, y otra en nombre de San Pancracio, con
nombró en Santa María in vía nooa por papa á un arco de plata de quince libras. Renovó la c a -
Laurencio. De aquí se siguió en el senado y pueblo pilla de San Pablo, que estaba para caerse, y la
romano una división grande: mas queriéndolo re- adornó de riquísimas pinturas.
mediar, resolvieron ambas partes que se juntase Edificó también de nuevo las iglesias de San
concilio en Roma, donde á la sazón estaba el rey Silvestre y San Martín, junto á los baños de Tra-
de los godos Teodorico, y allí se terminase esta jano, y sobre el altar hizo un cimborio de plata,
diferencia. El concilio se celebró, hallándose pre- de ciento y veinte libras, y unos arcos también de
sente Teodorico, y fué confirmado en el sumo plata, de diez libras. Hizo las gradas del templo de
pontificado Símaco; el cual, usando de su clemen- San Juan y San Pablo, y acrecentó la iglesia del
cia, nombró á Laurencio por obispo de Nocera, y arcángel y príncipe de las jerarquías celestes, San
de esta forma quedó la Iglesia en paz cuatro años. Miguel. Edificó asimismo la iglesia de los glorio-
Pasados éstos, unos clérigos, más aficionados sos mártires San Cosme y San Damián en la vía
á inquietudes y bandos que á la salud de su alma, Tiburtina, en una posesión llamada Paciano, y á
con el favor de Festo y Probino. varones podero- esto ayudaron Albino y Grafira, ilustres varones.
sos y de linajes de senadores, volvieron á Lauren- Hizo un hospital, donde se acogiesen los pobres,
cio á su antigua ambición de querer ser papa. De junto á la iglesia de San Pedro y San Pablo, y
lo cual enojado el rey Teodorico, envió á Roma á procuró que se les diese cuanto habían menester.
Pedro, obispo de Altino, para que quitase á Síma- Fué muy amador de los pobres de Jesucristo, y
co de la silla apostólica, y á Laurencio de la vana enviaba y proveía de vestidos y dineros á muchos
ambición de obtenerla, y la tuviese él, hasta que obispos y clérigos, que estaban desterrados en
se determinase otra cosa. Símaco, pareciéndole África y Cerdeña, por la confesión de la fe católica.
(y con razón) que semejante orden era contra la Reparó la iglesia de Santa Felicitas y la capilla
dignidad de vicario de Cristo, cuyo puesto, por mayor de Santa Inés, que estaban para caer. Res-
elección canónica y ratificada, ya ocupaba, juntó cató muchos cautivos en diversas provincias. Or-
un concilio de ciento y veinte obispos, y se absol- denó que en los días de domingo y fiestas de los
vió delante de todos ellos de algunas falsas calum- mártires se cantase el himno angélico Gloria in
nias de sus émulos, y por voto de todos desterró excelsis Deo. Hizo ó redujo á mejor forma el c e -
á Laurencio y Pedro, como cabeza de tantos males menterio de los Jordanes. Y finalmente, no dejó
como á la Iglesia santa venían. de hacer cosa que perteneciese á la mayor honra
De aquí se originó en Roma otra nueva discor- y gloria del altísimo y omnipotente Dios. Ordenó
dia, y creció tanto, fomentada de las armas y durante su pontificado noventa y dos presbíteros,
competencias de los principales, que murieron diez y seis diáconos y ciento veintidós obispos,
muchos clérigos y seglares, y aun á las sagradas y al fin, Heno de días y buenas obras, se fué de
religiosas no perdonaban. En esta disensión m u - esta vida para el cielo, y fué sepultado en la i g l e -
rió junto á san Pedro ad Vincula, Gordiano, v a - sia de San Pedro, á los 19 de julio, aunque su fies-
rón bonísimo, dé vida sincera y santa, y no parara ta celebra la Iglesia á los 21 de febrero. Presidió
en sólo esto la tiranía y crueldad, si Fausto, c ó n - en la silla de san Pedro quince años, seis meses
sul, teniendo lástima de los clérigos que morían y y veintidós días. Escribió su vida Platina, Sane-
eran maltratados, no tomara las armas contra Pro- toro y otros, que tratan la historia pontifical.
bino, que era la causa y autor de tantas desdichas. Es el camino de la cruz todo persecuciones, dis-
Hecho esto, san Símaco quedó quieto y en paz su gustos, zozobras, trabajos y calamidades; pero es
silla, y comenzó á hacer cosas de grande santidad el más seguro para el cielo, si éstas se toleran con
y ejemplo. Echó á los maniqueos de Roma, y que- paciencia sólo por Cristo, como él mismo enseña.
mó sus libros delante de las puertas de la iglesia Cuan seguro le siguió el santísimo y sumo pontí-
constantiniana. Edificó muchas iglesias de nuevo, fice Símaco, bien lo declaran las muchas persecu-
reedificó otras, y las adornó á todas ricamente de ciones que padeció, movidas de la ambición de
DÍA 21 FEBRERO 459
quien, sin haber sabido adquirir los méritos que lla alma privilegiada de su gracia, le inspiró el
él tenía acumulados, sólo por vanagloria, sin r e s - deseo de hacer este viaje. Apenas dio á entender
peto alguno á la mayor gloria de Dios, quería a s - á su padre la curiosidad que se le había excitado,
cender á la suma dignidad, sabiendo que no hay cuando al instante providenció todo lo necesario
camino para caer, como el subir sin méritos; por para complacerle. Estaban algunos oficiales para
eso permaneció estable Símaco, porque estaba hacer aquella jornada por devoción, y el tribuno
fundado en la piedra de Cristo, cuyo fundamento les pidió que llevasen consigo á su hijo Dositeo,
permanece en esta vida, y es eterno en la gloria. haciéndole el gusto de cuidar de su comodidad y
(P. Ribadeneira.) de su regalo. Apenas llegaron á Jerusalén, cuando
todas las cosas grandes y santas que veía en aque-
SAN DOSITEO, CONFESOR—Ninguna cosa enseña me- llos sagrados lugares le tenían como embelesado,
jor, ni aun tan bien como los ejemplos. Por eso ha haciéndole especialmente grande impresión todo
querido el Señor proponérnoslos en todas edades, lo que oía decir de nuestros sacrosantos miste-
en todas condiciones, en todos estados, atajando rios. Condújole un día la divina Providencia á
por este medio los falsos pretextos de que pudie- cierta iglesia, cerca de Getsemaní, que es un valle
ra servirse nuestro amor propio para desviarnos al pie del monte de las Olivas, distante algunos
de la virtud. Quiso confundir nuestra cobardía, centenares de pasos de Jerusalén, y v i o en ella
poniéndonos á la vista la santidad de aquellos, una pintura que le dio gran golpe. Era un vivísi-
que siendo más jóvenes, más débiles, más delica- mo retrato de los tormentos que los condenados
dos, menos sabios que nosotros, no por eso deja- padecen en el infierno; y como nuestro joven i g -
ron de arribar á un eminente grado de virtud, aun noraba enteramente lo que la fe nos enseña en
ceñidos siempre dentro de los límites de los e m - este punto, quedó como suspenso y atónito. Con-
pleos menos lustrosos, y de las acciones más c o - sideraba inmoble aquel horroroso lienzo, fijos los
munes y ordinarias. ojos en todas las tristes figuras que en él se repre-
Fué Dositeo un joven noble, hijo de un prefecto, sentaban, cuando se llegó á él una señora vestida
ministro de la guerra, ó tribuno, oficial que man- de púrpura, respetable por su majestuosa grave-
daba un cuerpo de tropas, y corresponde ahora al dad, y por todo su aire celestial, la cual le explicó
grado de maestre de campo, ó de teniente g e n e - lo que significaba aquella pintura, declarándole
ral. Como estaba en la flor de su edad, y era de todos sus misterios. Aturdido Dositeo con lo que
bella disposición, airoso y bien proporcionado, estaba oyendo, escuchaba á la señora con un pro-
era también las delicias de toda su familia, y el fundo silencio; pero volviendo en sí del asombro,
ídolo de su padre, que le crió con la mayor deli- la preguntó cortesanamente qué haría para evitar
cadeza y con el mayor regalo. Aunque eran cris- la desgracia de caer en aquellos horrendos supli-
tianos sus padres, le dieron una lastimosa educa- cios. «Hijo mío, le respondió la matrona, si quie-
ción, manteniéndole en una total ignorancia de la res no ser del número de los condenados, ayuna,
religión cristiana; y por miedo de atarearle y de no comas carne, y ora sin cesar.» Y diciendo esto
quitarle la libertad, no le aplicaron á los estudios, desapareció. Nunca dudó nuestro santo que esta
dejándole vivir sin darle la más leve tintura de le- señora había sido la santísima Virgen, y así la
tras, ni de facultades. Si Dositeo no se precipitó profesó siempre una ternísima devoción, que cada
en las más funestas licencias de la juventud, d e - día fué creciendo hasta la muerte.
biólo á la buena inclinación de su bella índole, ó, Luego que Dositeo volvió á la posada, comenzó
por mejor decir, á la especial gracia con que el á poner en práctica el consejo de aquella celestial
cielo le preservó de los mayores escollos. Era Do- Señora. Su ayuno, su abstinencia, su oración con-
siteo de un natural dulce, gracioso y apacible; á tinua y su perpetuo recogimiento admiraron á los
que añadiéndose la hermosura de su semblante, oficiales, en cuya compañía había venido. No per-
la proporción airosa de su talle, la delicadeza y donaron á diligencia alguna para divertirle, para
blancura de su tez, con unos modales desembara- hacerle comer y para distraerle; pero no fué po-
zados, modestos y llenos de una noble ingenui- sible hacerle mudar de método. Viendo su c o n s -
dad, junto todo con una rara inocencia de costum- tante perseverancia, le dijeron que aquella vida
bres, le hacían universalmente amado de todo el no era correspondiente á un hombre del mundo,
mundo. Sobre todo, el padre estaba tan hechizado y que si pensaba conservarla hasta la muerte, es-
con su hijo, que no sabía negarle gusto alguno, y taría mejor en un monasterio. Dositeo, que jamás
esta excesiva condescendencia fué la causa de su había oído hablar del estado religioso, preguntó
grosera ignorancia. qué cosa era monasterio. Respondiéronle que
En esta regalona ociosidad vivía Dositeo cuan- monasterio era una casa santa y recogida, donde
do oyó hablar del viaje de la Tierra santa. El S e - se encerraban los que querían vivir únicamente
ñor, que tenía particulares designios sobre aque- para el cielo, pasando la vida bajo la obediencia
460 LA LEYENDA DE ORO DÍA 21
de un prelado, en ejercicios de penitencia y de de Dios, te sientes menos robusto.» Echó Dios la
oración, sin comunicación con los seglares. Agra- bendición á la industria del maestro y á la docili-
dóle tanto esta descripción de la vida religiosa, dad del discípulo; porque Dositeo, á quien no bas-
que no dejó en paz á aquellos caballeros hasta taban al día cuatro libras de pan en los principios
que le llevasen á un monasterio. Uno de ellos le de su conversión, se redujo insensiblemente á
condujo al de San Serido, antiguo amigo suyo. contentarse con solas ocho onzas, sin haber e n -
Luego que le vio el santo abad, quedó prendado. flaquecido ni experimentado en sus fuerzas d e -
Preguntóle qué quería, y él sólo respondió: Sal- cadencia.
varme. Con todo eso, conociendo el prudente abad, Muerto el santo abad Serido, fué colocado en su
por su vestido, por su delicadeza, por su aire y lugar san Doroteo. El nuevo abad, que conocía
por todos sus modales, que era joven de muy dis- bien, así la delicada complexión como la débil s a -
tinguida calidad, y sospechando que quizá habría lud de su querido discípulo Dositeo, tenía gran
hecho alguna travesura, por la cual se habría e s - cuidado de moderar su fervor, que iba creciendo
capado de su casa huyendo del castigo, temió que cada día, atemperando prudentemente los empleos
si le recibía tendría acaso que padecer el monas- á sus fuerzas. Dejóle en el oficio de enfermero,
terio. Con estos temores llamó á san Doroteo, que limitándosele á que tuviese aseada la enfermería,
era su principal discípulo, y declarándole lo que y á que cuidase del regalo de los enfermos, y que
recelaba, le encargó que examinase la vocación nada les faltase. Exhortábale á estar continua-
de aquel mozo. Doroteo, que tenía conocidamente mente en la presencia de Dios, á corregirse cada
el don de discreción de espíritus, le examinó muy día de algún siniestro, á no dejar sin dolor y sin
despacio; mas no pudo sacar de él otra cosa sino castigo las menores faltas, á no dejar de hacer
que quería salvarse, y pedía por gracia que le r e - cosa alguna por su propia voluntad, á no tener
cibiesen en el monasterio. Cuando Doroteo dio apego á persona ni á cosa alguna de esta vida, á
cuenta al abad de su comisión, le dijo que había no ejecutar aun las acciones más menudas y más
descubierto en aquel joven un natural tan bello, ordinarias, sino puramente por motivo de agradar
tan buen fondo, tanto candor y tanta sinceridad, á Dios, y á no temer nada tanto como desagra-
que no podía dudar ser muy legítima y muy c a s - darle.
tiza su vocación, y que no había que temer. A s e - Puso en ejecución el santo mancebo con la m a -
gurado san Serido con este dictamen, le recibió al yor exactitud estos saludables consejos, cuya pun-
punto, y se le encargó al mismo Doroteo, que era tual fidelidad en observarlos le hizo arribar en
enfermero, y al mismo tiempo maestro de nuestro menos de cinco años a u n a eminente santidad, por
novicio. el continuo ejercicio de las acciones más comunes
Viendo el prudente director, con aquella grande y de menos ruido. Jamás se desmentían su dulzu-
discreción de espíritus de que el Señor le había ra, su modestia y su profunda humildad, siempre
dotado, que su nuevo discípulo era joven, tierno, igual, siempre oficioso, siempre alegre; de m a n e -
delicado y criado con todo regalo, no quiso suje- ra, que sólo con ver aquel risueño y aquel a n g e -
tarle desde luego á todas las austeridades y mor- lical semblante se consolaban los enfermos. Todo
tificaciones que los demás monjes practicaban. su estudio era hacer perfectamente todas las a c -
Contentóse por entonces con enseñarle á obedecer ciones: ninguna falta se perdonaba, y si le sucedía
con alegría y con puntualidad, á no tener voluntad alguna vez, ó levantar algo más la voz, ó escapár-
propia, á mortificar sus inclinaciones, y á d e s - sele algún repentino ímpetu del natural, estaba
prender su corazón aun de las cosillas más m e - inconsolable.
nudas. Aplicóse á hacerle amar la humildad, las Habiendo hablado en cierta ocasión con alguna
humillaciones, y poco á poco le enseñó á ser s o - mayor viveza á uno de los hermanos que asistían
brio. Al principio le dijo que comiese todo el pan á los enfermos, se retiró á la celda, y postrado en
que á su parecer hubiese menester para contentar tierra con la boca en el suelo, no cesaba de llorar
su apetito, mandándole solamente le diese cuenta y de gemir. Viole un monje, fué á dar cuenta al
de la cantidad de pan que comía cada vez. Obede- abad, que hallándole en este estado, bañado en
ció á la letra Dositeo, dando cuenta puntual á su sus propias lágrimas, «Hijo, le preguntó, ¿qué
maestro del pan que comía. Pasados algunos días significa ese llanto, y por qué lloras?» «Padre,
le aconsejó que hiciese experiencia, si cercenando respondió Dositeo, porque siempre soy imperfecto
alguna corta porción de aquella cantidad, sentía y acabo de ofender á Dios, hablando ásperamente
novedad en la salud. Hízolo así el santo mancebo, á mi hermano.» «Dios te ha perdonado esa falta,
y diciendo á su maestro que no experimentaba la replicó el abad; levántate, y vuelve á tu oficio.»
menor novedad, «Pues, hijo mío, le replicó el pru- Obedeció, levantóse al punto, y volviendo á su s e -
dente Doroteo, prueba por quince días, si dejando renidad y á su alegría ordinaria, prosiguió c u m -
en cada uno de ellos media onza de pan por amor pliendo con su empleo con más fervor que nunca.
DÍA 21 FEBRERO 461
No podía subir más de punto el candor y la i n - dicio de ella. Y no era esto falta de advertencia ó
genuidad. Descubría á su padre espiritual hasta de capacidad, pues era Dositeo de un entendi-
los más mínimos pensamientos que se le ofrecían. miento sólido, vivo, brillante y despejado; nacía
Acababa un día de hacer las camas á los enfer- únicamente de una obediencia tan ciega y tan
mos, y parecióndole que las había hecho con algún perfecta, que se duda con razón si se ha visto
aseo, tuvo cierta secreta complacencia. Casual- jamás en el mundo religioso más obediente.
mente apareció entonces por allí san Doroteo, y Complácese Dios en comunicarse á las almas
el sincerísimo discípulo le dijo: «Padre, me viene puras y humildes; y así, aunque Dositeo no tenía
vanidad, porque me parece que he hecho bien las ni la más leve tintura de letras, ni de doctrina,
camas.» «Hijo, le respondió al punto el prudente poseía un conocimiento tan comprensivo y una
maestro, eso á lo sumo probará que eres buen inteligencia tan clara, tan limpia de los más ele-
enfermero, mas no prueba que eres buen reli- vados, de los más profundos misterios de la reli-
gioso.» gión, que algunas veces hablaba de ellos como
El miedo que tenía Doroteo de que á un corazón hombre divinamente inspirado. Su maestro Doro-
tan puro no se le atreviese el más mínimo apego, teo, que no perdía ocasión de ejercitarle en la hu-
le obligaba á criarle con un total desasimiento. mildad, la lograba siempre que se tocaban estas
Dióle un día paño para que se hiciese un hábito materias, y hablaba en ellas Dositeo con su a c o s -
nuevo: trabajó en él Dositeo muchos días, y le tumbrado acierto, porque entonces le humillaba
costó mucha fatiga coserle. Llevósele al fin al grandemente; pero con tanta complacencia del
abad, y el abad le mandó que se le diese á otro humildísimo joven, que nunca sentía mayor gozo
monje, y que él hiciese otro hábito nuevo para que cuando le daban en cara con su ignorancia.
sí. Ejecutólo el santo mozo, y se repitió con el se- Cinco años pasó nuestro santo en estos ejerci-
gundo hábito lo mismo que se había hecho con el cios de obediencia, de exactitud, de humildad, de
primero. Muchas veces le hizo repetir estos sacri- una continua unión con Dios y otros actos peque-
ficios en semejantes actos de desasimiento; y Do- ños, á la verdad, pero propios de una devoción
siteo los hacía no sólo sin quejarse, no sólo sin ternísima. De noche sólo asistía á la última parte
repugnancia, sino cada vez con mayor alegría. de maitines, según se le había ordenado, en aten-
Dióle un día el mayordomo de la casa un c u - ción á su poca salud. De día cuidaba de los enfer-
chillo muy lindo para que se sirviese de él en su mos, y comía un poco de pescado á las horas se-
oficio, y llevándosele luego al abad, le pidió licen- ñaladas. Adolecía del pecho, arrojando sangre por
cia para guardar aquella alhajita tan curiosa, y la boca, y ésta fué la enfermedad que al cabo le
usar de ella en servicio de los enfermos. Conoció quitó la vida. La inquietud y dolores que le cau-
luego el sagaz prelado la inclinacioncilla que mos- saba, nunca le pudieron arrancar ni una leve
traba su querido discípulo á aquel mueble, y como señal de impaciencia: su ordinaria oración era
todo su estudio era desprender aquel inocente c o - ésta: «Señor, tened misericordia de mí. Dulce
razón del más mínimo asimiento: «Pues qué, le Jesús mío, asistidme. Virgen santísima, mi queri-
dijo, Dositeo, ¿quieres ser esclavo de un cuchillo da Madre, no me neguéis vuestro favor.» Díjole
despreciable, en perjuicio del perfecto desasi- un hermano que podían aliviarle unos huevos
miento que Dios te pide? Ese afectillo á un vil frescos: mostró algún deseo de tomarlos; pero ca-
instrumento reparte el corazón que debe ser todo yendo después en cuenta, y pareciéndole que ésta
de Dios y que su Majestad quiere poseer solo como era inclinación sensual, la detestó, y se acusó al
su único y soberano dueño. Así, pues, doy e n h o - abad como de una tentación á que había dado
rabuena licencia para que ese cuchillo sirva á los oídos.
enfermos; pero ordeno al hermano Dositeo que no Al paso que crecían sus dolores crecía también
le toque.» Observó inviolablemente la orden del su resignación y su paciencia. Redújole la debili-
superior; porque el cuchillo se aplicó luego á la dad á no poder moverse; y preguntado por san
enfermería para uso de los enfermos; pero nues- Doroteo si hacía siempre su acostumbrada ora-
tro santo enfermero, en cuatro años que estuvo en ción, «Ay, padre, respondió al punto, y como que
el oficio, jamás le tocó, ni aun por descuido. la hago: por señas, que no puedo hacer otra cosa.»
Llegó en él hasta donde pudo llegar la perfección Sintiendo que ya le iban faltando las fuerzas, pidió
de la obediencia ciega, pues se le vieron hacer ac- con grande humildad á su santo director le diese
tos heroicos de esta gran virtud con aquella santa licencia para acabar los dolores con la vida. «Ten
simplicidad que autoriza Dios muchas veces con un poco de paciencia, hijo mío, que cerca está la
prodigios y califica con milagros. La menor señal misericordia del Señor,» le respondió Doroteo. Ha-
de la voluntad del superior era para él un precep- biendo pasado algunas horas en una íntima unión
to expreso: tanto que era menester anduviese con con Dios, al acercarse la noche, se volvió dulce-
gran cuidado el abad para no dar el más leve i n - mente á su santo abad, y le dijo: «Padre, permí-
462 LA LEYENDA DE ORO DÍA 22
teme acabar en paz mi destierro:» respondióle persecución de los vándalos, por confesar la fe ca-
Doroteo lleno de ternura con lágrimas en los ojos: tólica.
«Vete en paz, hijo mío, y ponte con mucha c o n -
fianza en la presencia de tu Dios, que quiere h a - SAN SEVERINO, OBISPO DE ESCITÓPOLIS, EN PALESTINA—
certe participante de su gloria, ruega á s u Majestad Admirable en prodigios y digno de gloriosa m e -
por nosotros.» Al mismo tiempo, el obedientísimo moria por la constancia con que impugnó los erro-
joven expiró dulcemente, como que tampoco había res de Eutiques y demás herejes de aquel tiempo
querido morir sino por la santa obediencia. acerca de la divinidad de Jesucristo. Su celosa
Causábales grande novedad á algunos monjes an- conducta le acarreó odios y persecuciones obsti-
cianos la extraordinaria opinión que el santo abad nadas, de las cuales al fin fué honrosa víctima,
tenía de la eminente santidad de su amado discí- muriendo mártir el año 452, después de veinte
pulo. «Dositeo, decían entre sí, no ayunaba, dis- meses de ser consagrado obispo.
pensábasele en los ejercicios más penosos de la
religión: tratábasele con una demasiada indulgen- SAN PEDRO MAVIMENO.—Natural de Palestina, varón
cia: pues ¿en qué consistía su extraordinaria vir- dotado de gran virtud y favorecido con abundan-
tud?» Pero Dios les quiso dar á entender á qué tes gracias del Espíritu Santo. Hallándose un día
grado tan sublime de virtud se puede llegar en enfermo en Damasco, y habiéndole ido á visitar
poco tiempo por el ejercicio de una perfecta obe- algunos mahometanos, les afeó su conducta en
diencia. Apenas murió Dositeo, cuando Doroteo seguir la ley de su falso profeta, calificando á éste
tuvo revelación del elevado grado de gloria que de impostor y de asesino. «Nadie puede salvarse,
había merecido su querido discípulo: y otro santo les añadió, sino en la fe de la Trinidad.» Indigna-
viejo, que pedía á Dios con grande instancia le dos los sarracenos le hicieron salir de la cama, y
hiciese conocer los monjes de aquel monasterio que después de haberle atormentado largo rato por
ocupaban más eminente lugar en el cielo, vio á Do- ver si se retractaba, le quitaron la vida el día 21
siteo, en medio de una multitud de santos, brillan- de febrero del año 743.
do con resplandor sobresaliente al de todos ellos.
SAN MAXIMIANO, VIGÉSIMONONO OBISPO DE RAVENA.-
SAN FÉLIX, 0BISP0.—E1 tercer prelado que tuvo la Consagróle el papa Vigilio en 546, y murió el
ciudad de Metz, en la Galia Bélgica, fué Félix, 22 de febrero del año 556. Fué devotísimo de la
hombre digno en verdad de los mayores encomios, santísima Virgen; muy estimado del emperador
ya por el cuidado especial con que cuidaba á las Justiniano y de toda su corte por su piedad y por
ovejas que le había encomendado la Providencia la sabiduría con que arreglaba los negocios de la
como pastor de la Iglesia, ya también por resplan- Iglesia, y muy favorecido por el cielo en testimo-
decer en toda clase de virtudes. Su amor hacia los nio de cuan gratos eran á Dios sus servicios.
pobres era tan extremado que repartía entre ellos
cuanto poseía, teniendo gran gozo de quedarse SAN PATERIO.—Ilustre obispo de la ciudad de Bres-
enteramente pobre con tal que pudiese socorrer cia en el siglo VII; se distinguió por el acierto y
á los demás. Cuarenta y un años estuvo en el pon- profundidad en explicar las santas Escrituras, y
tificado, y durante todo este tiempo no cesó de por su celo en la reforma de la disciplina . e c l e -
trabajar con esmero en inocular en el corazón de siástica.
los fieles los verdaderos sentimientos de virtud, y
propagar la ley de Jesucristo. Su muerte se veri-
SAN GERMÁN, Ó GERMANO, ABAD, Y SAN RANDUTO Ó RAN-
ficó el día 21 de febrero del año 102. Sepultóse su
DOALDO, MÁRTIRES—Florecieron por los años de 666.
cuerpo al lado de sus predecesores, hasta que el
emperador Enrique lo trasladó después á Sajonia,
SAN DANIEL, PRESBÍTERO, Y SANTA YERDA, YIRGEN, MÁR-
dignándose el Señor obrar muchos milagros por
TIRES—Vivían por los años de 334.
su intercesión.

EL BEATO PIPINO DE LANDEN, CONFESOR—De muy no-


LOS SETENTA Y NUEVE SANTOS MÁRTIRES-Después de ble linaje; floreció en el siglo VII.
haber sufrido graves y multiplicados tormentos en
tiempo de Diocleciano, fueron degollados en Sici- Día 23
lia por los años 303, recibiendo así la corona de
su confesión. LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO, EN ANTIOQUÍA—La Cáte-
dra de san Pedro en Antioquía celebra la santa
LOS SANTOS VERULO, SECUNDINO, SIRICO, FÉLIX, SÉRVULO, Iglesia á los 22 de febrero, para declararnos el
SATURNINO, FORTUNATO, Y OTROS DIEZ Y SEIS—Fueron beneficio que todo el mundo recibió en la institur
martirizados en Adrumeto de África, durante la ción de la cátedra apostólica, y en la potestad que
DÍA 22 FEBRERO 463
Cristo nuestro Señor dio á san Pedro, cuando le predicación estas tres naciones, y en ellas todas
hizo su vicario y piedra fundamental del edificio las otras del mundo, y que primero predicase á los
de la Iglesia, como en la fiesta de la cátedra de judíos y después á los griegos, y finalmente á los
Boma del mismo príncipe de los apóstoles se dijo romanos y latinos, para que se entendiese que era
á los 18 de enero. Lo particular que hay que n o - pastor universal de todos, y que lo son sus s u c e -
tar en esta fiesta de Antioquia es, que después sores. De esta solemnidad hace mención san Ig-
que Cristo nuestro Señor subió á los cielos, luego nacio en la epístola que escribe á l o s magnesianos,
el glorioso apóstol san Pedro comenzó á ejercitar ó Ivon Carnotense en un sermón, y en el concilio
su oficio de pastor universal, cabeza de toda la de Turón que se celebró en tiempo de Pelagio,
Iglesia, primero en Jerusalén y en toda la Judea; papa, se hace mención de ella; y antes de estos
presidió en los concilios, como fué cuando propu- autores san Clemente, papa, en el lib. 10 de sus
so á los otros apóstoles y discípulos que nombra- Recogniciones, trata de lo que sucedió á san Pedro
sen otro en lugar de Judas, hablando siempre en Antioquia. (P. Ribadeneira.)
como lengua de todos los otros, y predicando y
convirtiendo todas las almas al Señor, y haciendo SAN PAPÍAS, OBISPO—Como verdadero discípulo de
tantos y tan grandes milagros, y visitando y ani- los apóstoles, pues lo era de san Felipe, trabajó
mando á todos los creyentes de aquella provincia: Papías con celo verdaderamente apostólico en
y habiendo hecho esto, pasó á Siria y entró en la propagar el santo Evangelio y dilatar el imperio
ciudad de Antioquia, que era principalísima, y de Jesucristo. Fué bautizado por san Juan Evan-
como metrópoli de las demás, en donde, dado que gelista, y aun algunos suponen que también le
al principio padeció muchas y graves tribulacio- consagró obispo de Hierápolis en Frigia. De este
nes, y fué escarnecido, afrentado, encarcelado santo hace mención san Jerónimo en su libro ti-
y perseguido de los que eran enemigos de la luz tulado De scriptoribus ecclesiasticis, y dice que
y de la verdad; pero después que recibieron su escribió cinco libros explanando las santas Escri-
doctrina y salieron de la ceguedad en que esta- turas. Murió muy anciano, el año 109 de J e s u -
ban, le honraron y magnificaron, y edificaron cristo.
templo á Dios verdadero, y pusieron en él una
cátedra y silla, en que el santo apóstol se senta- SAN ARISTIÓN.—Fué uno de los setenta y dos discí-
se, y desde ella les predicase la verdad. Y fueron pulos de Jesucristo, según afirma san Papías, y
tantos los que se convirtieron por su predicación, enviado por los apóstoles á la isla de Chipre á
y por la de los santos apóstoles Pablo y Bernabé, predicar el Evangelio: después de haber hecho
que allí comenzaron los fieles á llamarse cristia- muchas conquistas para la religión, murió tran-
nos, llamándose antes los discípulos. Y porque en quilamente en el Señor, en la ciudad de Salamina
Antioquia puso san Pedro su cátedra y declaró de la misma isla. No se sabe de cierto si san Aris-
más su potestad, y allí acudían los fieles á él con tión fué obispo, aunque los griegos le veneran
sus dudas y dificultades (aunque no siempre es- como á tal.
taba en aquella ciudad, porque como pastor uni-
versal visitaba las otras iglesias), se instituyó esta LA CONMEMORACIÓN DE MUCHOS SANTOS MÁRTIRES.—
fiesta de la Cátedra de san Pedro, para memoria Fueron martirizados en Arabia, según Eusebio,
(como dijimos) de tan señalado beneficio. Siete años con varios y cruelísimos tormentos, en tiempo del
estuvo san Pedro en Antioquia, y al cabo de ellos, emperador Diocleciano, por los años 304.
por ordenación divina, traspasó su silla apostóli-
ca á la ciudad de Roma, que era señora del mun- SAN ABILIO,—Fué ordenado obispo de Alejandría
do, y maestra de supersticiones y engaños, y ella después de san Marcos y san Aniano, el año 81 de
sola, como dice san León papa, abrazaba en sí y Jesucristo. Desempeñó el cargo de su ministerio
tenía por dioses á todos los monstruos que en las pastoral con celo apostólico, pues predicó el Evan-
otras provincias la ciega gentilidad adoraba; para gelio en Egipto, en Pentápolis y en África, y sien-
que resplandeciese más la nueva luz del E v a n g e - do ilustre en virtudes, murió en la misma ciudad
lio, que venía del cielo, en aquel abismo tan pro- de Alejandría el año 98 de la era actual.
fundo y de tanta oscuridad, y conquistada la c a -
beza y el alcázar del imperio romano, más fácil-
SAN PASCASIO, OBISPO DE YIENA, EN LAS GALIAS.-Fuó
mente se sujetasen los demás. Y nuestro Señor,
prelado ejemplar: á pesar de sus ardientes deseos
que fué declarado rey de los judíos, griegos y
no pudo conseguir la corona del martirio, y m u -
latinos, en el titulo que en estas tres lenguas se
rió en paz el año 313.
puso sobre el glorioso estandarte de su cruz, or-
denó que el príncipe de los apóstoles, san Pedro,
SAN TALACIO, Y SAN LIMES, CONFESORES.-Contempo-
como vicario suyo en la tierra, abrazase con su
ráneos del gran Teodoreto, obispo de Ciro.
464 LA LEYENDA DE ORO DÍA 23
SAN BARADATO, CONFESOR—De la misma época de al que fiado de su amistad vivía en quietud, paz y
los anteriores. sosiego, cultivando su huerto y cantando á Dios
alabanzas. Oída la acusación, mandóle prender
Dia 33 el emperador, y viendo que perseveraba constan-
te en la fe, sin que bastasen ruegos ni amenazas
SAN SERENO Ó SIRENO, MÁRTIR—El gloriosísimo san para que, dejando de reconocer por Dios á Jesu-
Sereno tiene su origen en la genealogía espiritual cristo, hincase como él la rodilla á los demo-
(que de la temporal poco cuidaron los autores, nios, lo mandó degollar: cuyo precepto ejecutó el
sin duda porque le juzgaron más divino que h u - cruel verdugo á los 23 de febrero. Escribió su
mano, y más espiritual que temporal) entre aque- vida Aquilino, obispo, en su catálogo, y la trae
llos celestiales hombres ó ángeles en carne hu- Beda, Usuardo y otros, y el Martirologio romano
mana, descendientes de aquel gran celador de la el día 23 de febrero, y Sanctoro. Fué el martirio
honra de Dios y santísimo profeta Elias, cuyas de este glorioso santo el año 290 de nuestra r e -
heroicas virtudes por toda la redondez de la tie- dención, el día 23 de Febrero, como se ha dicho.
rra eran celebradas, como aplaudidas y premia- Mas porque podrá dudar alguno si ya en aquellos
das en el cielo; aquellos que huyendo la conver- tiempos había ó no monjes, advierte el cardenal
sación de los hombres, se gozaban con la de los Baronio en las adiciones hechas al Martirologio
ángeles á quienes daban soberanas envidias; romano, hablando de Sereno y respondiendo á la
aquellos que derribándose de la cumbre del Car- tácita, estas palabras: «Que Sereno fuese monje,
melo, y desterrándose por los desiertos del m u n - no admite duda, pues consta de Eusebio, en su
do, no pararon hasta encumbrarse en el empíreo Historia, lib, 8, cap. 22, que en tiempo de M a x i -
solio. De éstos, pues, humanos serafines traía miano había monjes; y que de ellos muchísimos
su origen Sereno; bastaba saber su ascendencia alcanzaron la corona del martirio.» Hasta aquí
para conocer su santidad, y por grandes como Baronio.
por gigantes sus virtudes. No es nuevo en el mundo ser perseguida de
Vivía Sereno en la ciudad de Sirmio de Austria, mujeres poco atentas y livianas y antojadizas la
al presente llamada Simach, siendo emperador honestidad y castidad de los varones justos; buen
Maximiano, el cruel derramador de católica s a n - ejemplo nos da José, y lo que le hicieron padecer
gre. Su vida era, cual la había aprendido de sus las lágrimas con que su deshonesta señora se que-
ascendientes y hermanos, hijos de Elias, santísi- jó á su esposo Putifar, sólo porque se halló menos-
ma, solitaria y puesta siempre en contemplación. preciada y burlada del castísimo mancebo. No fué
Tenía un huerto donde se estaba dia y noche, así menospreciada de nuestro glorioso Sereno la
y se ejercitaba labrando y cultivando su tierra. mujer de su amigo; mas ¿quién sabe el fin con
Tenía asimismo un grande amigo que asistía al que venía al huerto? Lo que vemos es que con lá-
emperador; y como la mujer de este tal amigo, que grimas se queja á su marido de que la ha menos-
era de pocos años y buena disposición, viniese un preciado y tratado mal Sereno, que el marido le
día sola y á hora importuna al huerto, y nuestro entrega al tirano, y éste le quita la vida, siendo la
glorioso santo acaso la viese, viendo no ser aque- causa principal la honestidad de Sereno, que era
lla hora, ni el venir sola, decente á su autoridad, tanta, que aun no les permitía á sus ojos ver una
honestidad, modestia y honor de su marido; y asi- mujer, por conservar más pura su castidad. José
mismo considerando el riesgo que podía venirle á entró en la estancia de su señora, y salió h u y e n -
su bendita alma de semejante compañía, por ser do, dejándole la capa: esta señora vino á la es-
la mujer hermosa fuego y rayo que de repente tancia de Sereno, y la hizo salir huyendo, m e r e -
abrasa y hiere; reprendióla, diciéndole que en ciendo por este triunfo la corona y palma del
aquella hora y tan sola no era decente á su per- martirio. Ambos triunfaron, y ambos se ven coro-
sona y calidad entrar en el huerto de un solitario nados en la gloria.
monje, y que mirase por sí; y con una ira santa (P. Ribadeneira.)
la echó fuera.
La mujer, que así se vio á su parecer despre- SANTA MARTA, YIRGEN Y MÁRTIR—Fué, pues, santa
ciada, con grandes lágrimas se fué á su marido y Marta natural de Astorga, ciudad episcopal en el
quejóse de Sereno, diciéndole que con poco res- reino de León de España, y de la más noble san-
peto á su persona la había echado del huerto. El gre, según parece por la estimación que de ella
marido, conmovido de las fingidas lágrimas de su hizo el procónsul de aquella ciudad, cuya iglesia
esposa, haciendo más caso de ellas que de la reza de ella con solemne oficio, en el cual se lee
amistad y buen trato de Sereno, intentó una cruel- sucintamente su vida y martirio, que es en esta
dad, que fué irse al emperador Maximiano, y acu- forma: En tiempo de la persecución de Decio, em-
sar y denunciar por cristiano y capital enemigo perador romano, fué presa por un procónsul de
DÍA 23 FEBRERO 465
Astorga, llamado Paterno, la gloriosa virgen s a n - mano, las tablas de su iglesia de Astorga, el autor
ta Marta. Persuadióla que adorase los ídolos; p e - del Tesoro de predicadores, en el tom. II, á 23 de
ro la santa virgen, constante siempre en la fe y febrero, Villegas y otros.
palabra que de esposa había dado á Jesucristo su Una mujer fuerte buscaba el Sabio, pero como
esposo, ni hizo caso de halagos cariñosos ni ame- la verdadera fortaleza venga de Dios, pues de su
nazas crueles; todo lo menospreció con un ánimo divina y larga mano nos viene todo bien, comuni-
varonil y fuerte; por lo cual el procónsul, sañudo có á su querida esposa, la virgen santa Marta, el
y cruel, la mandó poner en el ecúleo y herir con don de la fortaleza su Majestad soberana con tan
bastones nudosos, hasta derramar gran cantidad franca mano, como se ve en esta su vida, referida
del purpúreo y virginal carmín de su sangre, en así brevemente; pues no sólo se mostró fuerte y
cuyo cruel tormento la santa doncella cantaba valerosa contra las amenazas y tormentos de los
alegre y gozosa dulces himnos de alabanza á su tiranos, sino, lo que causa más admiración, y
amante esposo Jesús. para lo que se requiere más alta y encumbrada
Mandóla después el cruel procónsul poner en fortaleza, se mostró fuerte y constante contra
la cárcel, y pasados algunos días la hizo t r a e r á tanto tropel de halagos, caricias y ventajosas
su presencia, y al verla le dijo así: «Ya ves, her- ofertas, como el presidente le hizo; pero si le daba
mosa Marta, cuánto debes á nuestros dioses, pues la fortaleza el que sólo puede darla, porque la te-
compadecidos de tu hermosura y pocos años, te nía escogida por esposa suya, ¿qué mucho que
han curado de las pasadas heridas del cuerpo; y Marta venciese y se llevase triunfante la palma y
porque estoy cierto que también te habrán cura- corona de gloria? donde la reconoceremos favora-
do y sanado el juicio, con que vendrás bien en ble y propicia, si aquí la veneramos devotos y
adorarlos para no mostrarte ingrata como h e r - humildes. (P. Ribadeneira.)
mosa, antes bien agradecida como noble, yo te
quiero casar con la única prenda de mi corazón SANTA MARGARITA DE CORTONA — Margarita, l l a m a -
y mi casa, que es mi hijo: serás dueña y señora da vulgarmente de Cortona, porque vivió muchos
absoluta de cuantas riquezas los dioses me han años y murió en esta ciudad, nació en el lugar de
dado, que son muchas; tendrás cuanto deseares, Laviano, del obispado de Chiusi ó Quiusi en el
y en fin, vivirás una vida bienaventurada: res- estado de Toscana, por los años de 1250. Sus p a -
ponde ahora, pues sólo en un si de tus labios está dres fueron de humilde condición: su oficio era
todo el logro de tu fortuna.» trabajar en el campo como pobres jornaleros;
La valerosa virgen, que con ánimo varonil había pero sus costumbres eran honradas y virtuosas.
estado oyendo á Paterno, sin turbarse ni ponerse Así que llegó Margarita á la edad de siete años,
á d'scurrir lo que debía responder, dijo muy a l e - perdió á la madre; y pasando pocos años después
gre: «Yo tengo á mi Señor Jesucristo por esposo, y á contraer segundo matrimonio, empezó Marga-
no quiero otro alguno: éste es eterno, los demás rita á seguir las malas inclinaciones de la natu-
son perecederos y caducos; tu hijo será para otra, raleza: se entregó á una vida libertina, y se dejó
que como él, adore al demonio en los ídolos, que cautivar del torpe amor. Siendo muy viva, de
yo no pienso ni pensaré jamás adorarlos, ni deja- agudo ingenio y hermosa, se aficionó á los place-
ré de adorar á mi Señor y esposo Jesús.» «Mira res, á la vanidad y á las lisonjas del siglo, y cayó
bien, dijo Paterno, á qué te resuelves.» «Ya estoy infelizmente en los lazos del demonio, y en las
resuelta,» dijo Marta. Entonces Paterno, visto que redes de aquellos malvados que procuraron con
con ella ni bastaban halagos ni ofertas, ni menos sus engaños hacerla perder la inocencia y casti-
amenazas y tormentos, viendo menospreciadas dad. En efecto: se abandonó Margarita de tal
sus riquezas, sus dioses, su persona y su sangre modo á la liviandad, que en la flor de s u s años
en su hijo, furioso y desesperado dio contra ella llegó á ser el escándalo de todo el país, menospre-
la sentencia de muerte, mandando le cortasen la ciando las amonestaciones caritativas de su pa-
cabeza, y echar después su cuerpo en un lugar dre, y las reprensiones, tal vez sobrado ásperas y
muy indecente y asqueroso, y todo fué puntual- duras, de su madrastra. Por fin, se enlazó en una
mente ejecutado por los verdugos tiranos. Procu- torpe amistad con un joven caballero de la cercana
ró una noble matrona sacar s u glorioso cuerpo ciudad de Monte-Policiano, donde Margarita pasó
de aquel lugar inmundo, y darle, como lo hizo, á vivir, y en donde llevó con este joven una vida
honorífica sepultura. Fué su martirio á los 23 de escandalosa por espacio de nueve años. Estaba
febrero el año de nuestra redención de 253. Hasta Margarita sumergida en este profundo abismo de
aquí el oficio que tiene de esta gloriosa virgen y males, á que s u s desordenadas pasiones la habían
mártir para su día y fiesta la santa iglesia de A s - precipitado, cuando el Señor se dignó mirarla fa-
torga. vorablemente y usar con ella de su infinita m i s e -
Escriben de ella este día el Martirologio ro- ricordia, por medio de un funesto accidente que
TOMO i 59
466 LA LEYENDA DE ORO DÍA 23
acaeció á su infeliz amante, y fué en esta forma: á aquel su hijo pródigo, después de haber lleva-
Había salido este infeliz joven un día de la ciudad do una vida escandalosa semejante á la suya. El
seguido de una perrilla de Margarita, cuando de padre, enternecido de las lágrimas y humildad de
improviso le asaltaron y acometieron sus enemi- su hija, fácilmente la hubiera acogido en su casa
gos, que tal vez eran sus rivales, los cuales, dán- si no le hubiese detenido la resistencia de su mu-
dole muchas heridas, le dejaron muerto allí mismo, jer, que conservaba contra Margarita toda la d u -
y para ocultar su homicidio echaron el cadáver reza y malignidad de una madrastra. Margarita
en un hoyo, cubriéndole de tierra y ramas de sufrió con paciencia y tranquilidad de espíritu
árbol. Volvió la perrilla á casa de Margarita dando este desaire de su padre; y deseosa de reparar pú-
tristes aullidos, cosa que la hizo recelar no hubie- blicamente los escándalos que con sus públicas
se sucedido alguna desgracia á su joven caballero. disoluciones había dado á los vecinos de Laviano,
Pero pasando dos ó tres días sin que su amante en ocasión que todo el pueblo estaba en la iglesia,
viniese á verla, crecieron tanto en Margarita sus compareción Margarita en ella vestida de un saco
recelos ó sospechas, que llena de susto y sobre- y con una soga al cuello; y puesta de rodillas, las
salto, se fué por la misma senda por donde él se manos juntas, y deshaciéndose en lágrimas, pidió
había encaminado, seguida de la misma perrilla; á todos en altas voces la perdonasen sus pasadas
la cual, así que llegó al lugar en que estaba escon- profanidades y sus muchos escándalos.
dido el cadáver, se paró y empezó de nuevo á dar Parece que esta pública humillación en una
tristes y funestos aullidos, escarbando la tierra con mujer joven que conservaba toda la belleza y e s -
sus manecillas, como que quería descubrir alguna píritu de que la había dotado la naturaleza, debía
cosa. Entonces se acercó allí Margarita, y apar- enternecer á todo el lugar y ganarse el afecto y
tando con sus manos las ramas y la tierra que cariño de todos sus parientes; pero sucedió al r e -
cubrían la hoya ó sepultura, vio el cuerpo de su vés, porque ellos tomaron de aquí ocasión para
desgraciado amante; pero ya tan desfigurado, tan enfurecerse mucho más contra Margarita. La ma-
comido de gusanos y hediondo, que exhalaba un drastra en particular la persiguió con tanto e n c o -
hedor intolerable. no, que no paró hasta que con sus malas artes lo-
A vista de este espectáculo tan horrendo, quedó gró hacerla desterrar de la parroquia, como mujer
Margarita atónita y como fuera de sí, llena de pa- desvergonzada ó insensata.
vor y miedo: asaltáronla en este mismo instante Viéndose Margarita abandonada de sus parien-
á su espíritu una multitud de consideraciones m e - tes y desechada de sus paisanos, se v i o fuerte-
lancólicas: de una parte consideraba el estado mi- mente tentada de volver á sus antecedentes diso-
serable del cuerpo de aquel joven que tanto había luciones; pues hallándose todavía joven, de edad
amado; y que aun era mucho más miserable el de de veinticuatro años, y conservando toda su h e r -
su infeliz y desventurada alma: de otra parte, m i - mosura, le parecía poder gozar aún mucho tiem-
rándose á sí misma y el estado infeliz de su propia po de los placeres y de las vanidades del mun-
alma, la consideraba delante de Dios mucho más do. Pero Dios, que misericordiosamente había
desfigurada y cubierta de gusanos que aquel c a - empezado la obra de su conversión, la sostuvo
dáver hediondo y podrido. Entonces toda horrori- en aquel combate, y la hizo salir victoriosa de tan
zada de sí misma y del peligro en que estaba e x - maligna tentación; porque inspirada del mismo
puesta á cada momento de caer en las llamas del Señor, padre de toda consolación, se partió á la
infierno y de perderse eternamente, empezó á im- cercana ciudad de Cortona, donde una buena se-
plorar la divina misericordia, y arrojándose en ñora la recibió en su casa, con todo aquel agrado
el suelo se deshacía en un copiosísimo llanto: y y cariño que Margarita podía desear. De aquí se
obrando la gracia de Dios en su corazón, penetra- encaminó á la iglesia del convento del padre San
da de un vivo dolor y de un íntimo arrepentimien- Francisco, y puesta á los pies de un religioso,
to de sus pasados desórdenes, no pensó ya sino en hizo una confesión general de todas sus culpas,
mudar de vida, y en borrar sus culpas con una con tan extraordinaria contrición de ellas, que
verdadera y proporcionada penitencia. deshecha en llanto, allí mismo pidió ser admitida
A este fin se partió luego de Monte-Policiano, á vestir el hábito de penitente de la tercera orden
para huir de los peligros de pecar. Volvióse á L a - del seráfico patriarca. El confesor la acogió be-
viano, donde inmediatamente fué á echarse á los nignamente, y la animó á seguir la penitencia que
pies de su padre, pidiéndole perdón de sus diso- había comenzado, á fin de satisfacer á la justicia
luciones, de su desobediencia y de los muchos divina, ofreciéndole su ayuda y asistencia, dándo-
disgustos que le había dado; suplicándole con la asimismo esperanza de conseguir de los supe-
muchas lágrimas y suspiros salidos del centro riores el hábito de penitente que tanto deseaba; el
de su corazón, le admitiese en su casa, así como que con todo no pudo obtener sino después de tres
aquel padre del Evangelio admitió en la suya años; porque los religiosos, temerosos de la i n -
DÍA 23 FEBRERO 467
constancia de una mujer moza, se detenían en gían, dejaban sus vicios y se convertían al Señor,
darle gusto en su pretensión diciendo que si s u - porque hablaba en estos asuntos con tanta dulzu-
cediese su recaída después de haberla vestido el ra, suavidad y unción, que ganaba para Dios á
santo hábito, sería en descrédito de su enseñanza cuantos tenían la dicha de oiría, de suerte que la
y en deshonor de su orden. que en otro tiempo había sido lazo del demonio
Luego que Margarita se vio vestida del santo para perder la incauta juventud, era un instru-
hábito de la tercera orden, se entregó con nuevo mento de la divina misericordia para sacar á mu-
fervor á los ejercicios de penitencia: de modo que chos pecadores del atolladero de sus vicios, y res-
en adelante su vida fué un conjunto de mortifica- tituirlos al camino de la salvación. En la historia
ción y humildad. El amor de Dios, que se hizo de su vida se refieren muchísimas de estas c o n -
dueño de su corazón, exffnguió en ella el amor versiones que Dios obró por medio de Margarita;
del mundo: de suerte que los placeres y vanidades pero nosotros sólo referiremos los dos casos si-
del siglo que habían sido el ídolo de su corazón, guientes:
le eran ya un objeto de horror y aborrecimiento. Un mozo travieso y rico tenía en su poder la
Llevaba una vida retiradísima en una pobre casa mujer de un ciudadano con mucho escándalo de
y estrecho aposento, del cual no salía sino para ir la ciudad; sentía mucho su madre este desafuero,
á la iglesia. Observaba un ayuno continuo y ri- así por el infeliz estado de la conciencia del hijo,
guroso, comiendo ordinariamente sólo pan y agua; como por el escándalo del pueblo, y el riesgo ma-
á que añadía en los días festivos algunas nueces ó nifiesto de algún desastre. No pudiendo acabar
frutas secas, ó legumbres sin cocer: dormía poco, con él ni con ruegos ni con lágrimas que despi-
echada sobre la tierra desnuda, y teniendo debajo diese á la adúltera, tomó por medio recurrir á la
de la cabeza una piedra por almohada: pasaba en santa, para que con sus oraciones alcanzase de
oración la mayor parte de la noche, llorando á los Dios sacase aquel mozo del peligroso estado en que
pies de un crucifijo las ofensas hechas á la divina vivía. Margarita, compadecida de aquella desdi-
Majestad. Había concebido un odio tan grande cha, ofreció sus oraciones: mas la madre se per-
contra su cuerpo, instrumento de tantas culpas suadió, que si se llevaba alguna cosa que h a -
y escándalos, que no satisfecha de extenuarle con bían tocado sus manos, sería su total remedio.
asperísimas penitencias y continuos ayunos, e s - Con esta aprensión le pidió la diese alguna alha-
taba resuelta á desfigurar su rostro cortándose los jilla suya ó algún pedazo de su ropa; pero Marga-
labios ó las narices, ó abriéndose las mejillas con rita, escandalizada de la propuesta, le dijo se d e -
algún instrumento, áfin de ponerse fea y horrible jase de impertinencias, que ella era una pecadora;
á los ojos de los hombres; y lo ejecutara, si su pero porfiando todavía en su pretensión, hizo con
confesor, á quien profesaba una perfecta obedien- cierta cautela que la diese un pedazo de pan de su
cia, no se lo hubiera prohibido. propia mano, y con esto partió de la casa contenta.
Rabioso el demonio de ver tanta virtud y peni- Puso el pan cautamente en la mesa de su hijo, y
tencia en Margarita, la asaltó con muchas y fu- habiéndole comido, se halló repentinamente tan
riosas tentaciones: mas ella, recurriendo á Dios mudado, que aquel mismo dia despidió á la adúl-
con fervorosas oraciones, é implorando con m u - tera, y con propósito firme de no volver al vómito,
chas súplicas la poderosa intercesión de la Virgen confesó sus culpas y se partió de la ciudad para
santísima, salió siempre victoriosa. Después que alejarse del peligro.
Margarita se hubo ejercitado algunos años en Un hombre, que se había entregado enteramente
esta vida de tanto rigor y penitencia, fué favore- al vicio de la sensualidad, se hallaba muy afligi-
cida de Dios con el don de una contemplación s u - do, porque conociendo su perdición, se sentía sin
blime, con el de lágrimas, el de hacer milagros y fuerzas para resistir la violencia de la pasión, y
el de conocer los secretos del corazón y de la con- para romper la cadena de la mala costumbre, pa-
ciencia. Estos dones y gracias sobrenaturales, recióle recurrir á las oraciones de Margarita, c u -
unidos á los ejemplos de su santa vida, concilla- yas maravillas en punto de conversiones eran tan
ron á Margarita el amor y el respeto de los c i u - frecuentes: rogóla, pues, con mucha instancia se
dadanos de Cortona, que la veneraban como á apiadase de su miseria; la santa le acogió benig-
otra santa Magdalena. La fama de su heroica vir- namente, animándole á esperar en la divina mise-
tud se extendió por muchas partes, y venían á ricordia, diciéndole que pues creía que la había
Cortona muchas personas de lugares muy distan- sacado á ella del atolladero del vicio y puesto en
tes sólo por ver á Margarita y admirar los prodi- camino de salvación, no debía dar entrada á la
gios de misericordia que Dios había obrado en desconfianza, pues el Señor había obrado en ella
ella, quedando todos edificados de su vida ejem- esas maravillas de su poder, para alentar á los
plar y penitente, y no eran pocos los que oyéndo- pecadores que tuviesen noticia de ellas, á esperar
la hablar de materias espirituales se compun- en su bondad y misericordia.
468 LA LEYENDA. DE ORO DÍA 23
Despidióse el hombre lleno de confianza, y la La ciudad de Cortona, excitada de los muchos
santa hizo oración por él, con tan feliz efecto, que milagros que obraba Dios por los méritos ó inter-
el hombre se sintió del todo mudado, y amortigua- cesión de la santa, empezó á celebrarla fiesta
do en sí el fuego de la lujuria: lloró sus pecados, todos los años en el día de su tránsito, sin tener
y satisfizo por ellos á la justicia divina con una permiso de la silla apostólica. Después León X,
ejemplar y verdadera penitencia. pasando por Cortona, quiso informarse de los mi-
Había pasado Margarita veintitrés años en e s - lagros que se decía haber obrado Dios por inter-
tos ejercicios de mortificación y penitencia, y en cesión de santa Margarita, los cuales se conser-
la práctica de toda suerte de obras buenas, cuan- vaban escritos en un proceso antiguo, formado
do extenuada de estos rigores y consumida del en tiempo de Clemente V, y quiso por sí mismo
fuego celestial del divino amor, sintió acercársele cerciorarse de la incorrupción de su cadáver; y
el fin de su vida: dio aviso de ello á su confesor, en vista de todo expidió bula, en que permitió
para que la asistiese en aquel último lance, y la se continuase la fiesta que se le hacía en Cortona
fortaleciese con el celestial pan del santísimo S a - todos los años. Después Urbano VIII, en el año
cramento. Estuvo diez y siete días sin comer ni 1624, expidió otra bula en que la beatificó s o l e m -
beber cosa alguna, sustentándose con el alimento nemente, señalándola oficio divino y misa, con
de la divina palabra; no se conocía en ella más extensión á todas las tres órdenes de san Fran-
enfermedad que la falta de pulsos, no sentía dolor cisco. Y por fin, continuando Dios en obrar n u e -
alguno; porque era tanta la abundancia de celes- vos milagros por intercesión de la santa, se pidió
tiales consuelos de que gozaba su espíritu, que á la silla apostólica su solemne canonización; y
estaba siempre como distraída y fuera de sí, y no habiéndose examinado prolijamente estos mila-
se le oían otras palabras que ardientes jaculatorias gros, y aprobádose cinco de ellos, Benedicto XIII
y dulcísimos coloquios con su divino esposo. Re- la canonizó solemnemente, con las formalidades
cibió con gran devoción y ternura los santos sa- y pompa que ahora estila la Iglesia.
cramentos, y abrazada con un crucifijo, puestos
sus labios en la llaga del costado, con rostro a l e - SAN PEDRO DAMIÁN.—En reconocimiento á un her-
gre y sereno, entregó su espíritu al Criador, á 22 mano suyo que había dirigido su educación,llama-
de enero de 1297, á los cuarenta y nueve años de do Damián, fué el motivo por el que este santo unió
su edad, y veinticinco de su conversión, emplea- dicho nombre al de Pedro que había recibido en
dos en su admirable penitencia. el bautismo. Nació en Ravena el año 988, y pío y
Luego que expiró exhaló su cadáver una fra- temeroso de Dios, desde su infancia dio á entender
gancia suavísima, quedó tratable y flexible, y mu- lo que en lo sucesivo había de ser, uniendo á ese
cho más hermoso que cuando era vivo. A la hora espíritu de religiosidad una admirable disposición
que expiró, un gran siervo de Dios vio subir su para las ciencias. Cursó tanto las profanas como
alma gloriosa á los cielos, acompañada de una las sagradas con grande aprovechamiento, e n s e -
numerosa comitiva de almas que habían salido ñólas con grande reputación, hasta que deseando
del purgatorio, y que hacían más solemne su ocuparse únicamente en Dios, se retiró á la sole-
triunfo. dad de Santa Cruz de la Avellana, cuyos monjes,
Luego que los ciudadanos de Cortona tuvieron conociendo sus bellas calidades, nombráronle
noticia del feliz tránsito de Margarita, dieron un prior y abad. A pesar de haberse Pedro Damián
público testimonio del elevado concepto que h a - ocultado de los ojos de los hombres, quiso Dios
bían formado de sus virtudes. Pusieron guarda á brillara en el candelero de la Iglesia; así es
su féretro, revistieron su cuerpo de una túnica que el papa Esteban noveno, que conocía bien
rica de color encarnado, y con asistencia del cle- sus grandes méritos, le creó cardenal y obis-
ro, nobleza é innumerable concurso le llevaron po de Ostia en el año 1057, ocupándole desde
por las calles más públicas á la iglesia del gran luego en los negocios más arduos y difíciles de
padre San Basilio, donde le colocaron en un s e - la Iglesia romana. No sólo mereció la c o n -
pulcro nuevo que la tenían prevenido. Ilustró el fianza y aprecio del sumo pontífice Esteban, sino
Señor á la santa con muchos milagros después también de sus sucesores, quienes le emplea-
de su muerte; de modo que creciendo la devoción ron en asuntos de muchísima importancia, los
de los fieles se reparó aquella iglesia que amena- que tuvieron siempre un brillante éxito. Por
zaba ruina, y se levantó en ella una capilla muy aquellos tiempos la simonía y otros abusos infes-
suntuosa, en que se colocó el cuerpo de la santa. taban la iglesia de Dios, y á fin de desterrarlos,
Esta iglesia la dio Eugenio IV á los frailes m e n o - consagróse á hacer revivir la pureza de la disci-
res, y se edificó en ella un convento, que hoy se plina en el clero y en los monasterios. Varios
llama de Santa Margarita. Su cuerpo, después de fueron los príncipes que reconcilió con la corte
tantos siglos, se conserva aún incorrupto. romana; y después de haberse ocupado en bien
DÍA 24 FEBRERO 469
de la Iglesia, murió lleno deméritos y virtudes en del reino de Hungría; vivió vida celestial en las
Faenza, ciudad distante ocho leguas de Ravena, grutas y cavernas, y siendo esclarecida en mila-
el día 23 de febrero de 1073, á los sesenta y seis gros, murió el año 324.
años de su edad. Varias fueron las obras que dejó
escritas, las que por su sabiduría y piedad son tan SANTA MILBURGA, VIRGEN.—Hija del rey de los mer-
apreciadas de los sabios, y las estimó tanto el papa
cios, despreció los honores y riquezas del mundo
León duodécimo, que le colocó en el número de para consagrar su virginidad y su vida á J e s u -
los doctores de la Iglesia. cristo. Entró en un monasterio de Sajonia, del
cual fué abadesa, y en él murió, resplandeciente
EL TRIUNFO DE LOS SETENTA Y DOS MÁRTIRES—Fueron en virtud y en milagros, por los años 772.
martirizados en la ciudad de Sirmio, y habiendo
mostrado admirable constancia en los tormentos, SAN BOISILO, MONJE Y CONFESOR—Fué prior de Mel-
recibieron el premio de la vida eterna. rosia; floreció en el siglo VIL

SAN POLICARPO, PRESBÍTERO DE LA IGLESIA DE ROMA.— Dia 34


Convirtió muchos infieles á la fe católica acompa-
ñado de san Sebastián; les exhortó á padecer el SAN MATÍAS, APÓSTOL.— Habiendo venido el hijo
martirio, y á él le fué negada la dicha de derra- de Dios del cielo para redimir al mundo y para
mar su sangre por la fe, entregando tranquilamen- conquistar los corazones de los hombres, tomó
te su espíritu al Señor el día 23 de febrero del para esta conquista doce apóstoles, pescadores,
año 300. pobres y bajos, y armóles de su gracia y espíri-
tu, para que como valerosos y fortísimos capita-
SAN LÁZARO, MONJE EN CONSTANTINOPLA, PRESBÍTERO Y nes suyos hiciesen guerra al pecado, al d e m o -
PINTOR.—Abrazó desde su primera edad la vida nio y al mismo infierno. Quiso que fuesen doce y
monástica; se dedicó al arte de la pintura, de la no más ni menos, figurados por los doce patriar-
cual salió aventajado maestro, y después fué as- cas, por los doce títulos del altar, por los doce
cendido al sacerdocio. En tiempo del emperador principes que llevaban el arca del testamento,
Teófilo Iconoclasta, porque pintaba imágenes de por las doce piedras del río Jordán, por las doce
santos, fué Lázaro perseguido cruelmente, y h a s - fuentes, por los doce bueyes del mar de metal que
ta le abrasaron la mano con hierros candentes. estaba en el templo, por los doce espías de los he-
Habiendo sanado milagrosamente, volvió á pin- breos, por los doce leones del trono de Salomón,
tar las imágenes que le habían destruido, d é l a s por las doce piedras preciosas del racional de
cuales se conservaban algunas en Roma, con mu- Aarón, por las doce estrellas de la corona que la
cho respeto, cuatro siglos después, y murió s a n - mujer vestida del sol tenía en su cabeza, y por los
tamente en la misma ciudad por los años 870. doce fundamentos y doce puertas de la ciudad ce-
lestial. Entre estos doce apóstoles fué uno Judas
SAN FÉLIX, OBISPO DE BRESCIA, EN ITALIA.—Gobernó Iscariote, el cual, después de haber sido sublimado
su iglesia por espacio de cuarenta años: erigió á la mayor dignidad que hay en la Iglesia, que es
muchos templos y monumentos religiosos en to- el apostolado, y haber estado algunos años en la
das las Galias; alcanzó con sus exhortaciones r e - escuela de Jesucristo y predicado y hecho muchos
cursos contra los mahometanos; dispuso á los milagros en Judea, vencido de la codicia, vendió
longobardos á dejar la secta arriana, y murió en á su santísimo y dulcísimo Maestro por treinta
su ciudad episcopal, el día 23 de febrero del dineros, y le entregó en manos de sus enemigos;
año 652. y viéndole condenado á muerte, y desesperado de
poder alcanzar perdón de su culpa, él mismo por
SAN FLORENCIO, CONFESOR—De origen godo, nació sus manos se ahorcó y reventó, y dio su alma in-
en Sevilla á últimos del siglo IV. Nada se sabe felicísima al demonio. Para que con este tan las-
de los años de su adolescencia; en edad ya madu- timoso ejemplo todos temblemos y sepamos que
ra resplandeció por aquellas provincias con las no hay seguridad en esta vida, y el que está
más eminentes virtudes. En la iglesia metropoli- en pie no se desvanezca, sino agradezca al Señor
tana de Sevilla se conserva una inscripción, que que le tiene en pie, y le suplique humildemente
atestiguando la santidad de Florencio, dice que que no le aparte de su mano para que no caiga;
vivió cincuenta y tres años, y que murió en mar- y para que entendamos que para ser buenos no
zo del año 485. aprovecha solamente la compañía de los buenos,
si no nos aprovechamos de su buena vida é imita-
SANTA ROMANA.—De la ilustre estirpe de los P i s o - mos sus ejemplos; y que no hay lugar seguro, por
nes floreció en el siglo IV, en la ciudad de Todi, santo que sea, si el hombre no vive en él con cui-
470 LA. LEYENDA. DE ORO DÍA 24
dado y recato, pues el ángel cayó en el cielo, ción de los fieles, él la encaminó de aquella m a -
nuestro padre Adán en el paraíso, y Judas en el nera. Pero otros hay que interpretan estas suertes
colegio apostólico en compañía del Señor. Y de- por la elección de los apóstoles y otros fieles en
más de esto, de la caída de Judas podemos apren- la persona de Matías, alumbrados y movidos de
der, que cuando cae el que recibió mayores dones Dios, á quien ellos suplicaban que los inclinase y
de Dios, y por ellos está más obligado á servirle, pusiese en el corazón aquel que de los dos pro-
no cae como quiera, sino que se despeña hasta lo puestos era más á propósito; y el Señor acudió á
más profundo del abismo de la maldad, haciéndo- su petición, inspirándoles que escogiesen á Ma-
se capitán y guía de los malos (como san Pedro tías; y así lo hicieron, concurriendo con gran
dice que se hizo Judas de los judíos para prender consentimiento todos los votos en su persona. Y
al Señor), porque del buen vino, como dicen, se esta exposición parece más conforme al texto
hace buen vinagre, y de un gran santo un gran griego, el cual, donde nosotros leemos Adnume-
demonio, cuando no persevera en su santidad. Y ratus est cum undecim, fué contado con los otros
ésta es la causa por que el religioso que vive en once, dice: Suffragiis additus est, fué añadido á
su religión santamente y persevera en ella hasta los once por votos. De manera que se dice que
la muerte, es dechado de virtud y un retrato del cayó la suerte sobre Matías, porque declararon
cielo; y el que vencido de su flaqueza vuelve las que él había de ser preferido á Barsabas, y gozar
espaldas á Dios, y como apóstata deja los hábitos, de la dignidad apostólica; y que fué elegido de
comúnmente es escándalo y es tropiezo de los que Dios, porque los apóstoles en elegirle no siguieron
con él viven, aunque no es de maravillar, por lo el afecto de la carne y de la sangre, ni tuvieron
que se ha dicho. Habiendo, pues, tenido Judas respeto á que José era deudo de Cristo y hermano
tan desdichado fin, y caído de la cumbre del de otros tres apóstoles, sino sólo á la luz é institu-
apostolado en tan extremada miseria, escribe to del Espíritu Santo, que los inspiró que eligie-
san Lucas en los hechos apostólicos que después sen á Matías, dejando á José, que tenía nombre
de la ascensión á los cielos de Cristo nuestro y obras de justo: para enseñarnos que en la pro-
Salvador, estando todos los apóstoles y los otros visión de los oficios y beneficios eclesiásticos no
discípulos del Señor juntos, se levantó san Pedro, nos movamos por carne y sangre: y escogió á
como cabeza y pastor universal de todos, y des- Matías, para darnos á entender de cuan santa
pués de haberles referido brevemente la maldad vida y altos merecimientos era el que, en aque-
y castigo de Judas, les dijo que para cumplirse la lla oposición de tanta dignidad, había sido prefe-
profecía de David se había de escoger uno de los rido al justo y puesto en el número de los doce
que allí estaban y habían conversado con Cristo apóstoles. Y llamarse suerte esta elección de Dios
desde el bautismo de san Juan Bautista hasta el no es cosa nueva en la sagrada Escritura, porque
día en que subió á los cielos, para que entrase en en este mismo razonamiento que hizo san Pedro
el lugar de Judas, y fuese testigo y predicador de á los discípulos para que eligiesen otro en lugar
la resurrección del Señor con los demás após- de Judas, llama al apostolado que tuvo Judas,
toles. Y pareciendo bien á todos los que allí esta- suerte; no porque se le hubiese dado por suerte
ban (y eran como ciento y veinte personas), de co- (que no se dio, sino el beneplácito y mera voluntad
mún consentimiento escogieron entre todos dos:á del Señor), sino porque así como no está en la
José, que tenía por nombre Barsabas, y por su mano del hombre que le caiga la tal ó cual s u e r -
gran santidad llamaban Justo; y á Matías, que te, tampoco estuvo en manos de Judas ser esco-
ambos eran de los setenta discípulos del Señor, y gido para tan alta dignidad. Y san Pablo llama
puestos todos en oración, le suplicaron humilde- suerte á la misma elección, y Salomón dice de sí
mente que pues él solo conocía los corazones, y que como por suerte había alcanzado buena alma
sabía cuál de los dos era más á propósito para porque Dios se la había dado por su gratuita v o -
aquel ministerio, declarase su voluntad y mani- luntad. Comenzó san Matías, luego que fué hecho
festase á cuál de los dos que ellos le presentaban apóstol, á hacer su oficio, habiendo recibido con
había escogido, para que en lugar de Judas en el los otros apóstoles y discípulos del Señor el Espí-
apostolado le sirviese. Declaró Dios su voluntad, ritu Santo, y á predicar á los pueblos el misterio
y cayó la suerte sobre Matías; la cual suerte, dice escondido é inefable de la cruz con gran santidad
san Dionisio Areopagita y otros doctores que le de vida, fervor de espíritu y celestial doctrina;
siguen, que fué un rayo de divina luz que vino porque además de la que siendo mozo había
sobre Matías, y una sensible señal de que Dios aprendido, el mismo Espíritu Santo era su m a e s -
le había escogido. Aunque otros doctores dicen tro y su doctor, y el que alumbraba su entendi-
que aquella suerte fué de las que en el Viejo tes- miento con su luz, abrasaba su afecto con su
tamento usaban los judíos, y que puesta en las ardor, y le daba lengua de fuego divino para e n -
manos de Dios con aquella humilde y devota ora- cender los corazones de los que le oían. Después
DÍA 25 FEBRERO 471
en el repartimiento que hicieron los sagrados tan de cerca la palma y la gloria del martirio.
apóstoles de las provincias en que habían de pre- Murieron estos santos degollados en una ciudad
dicar, á san Matías le cupo Judea, y en ella pre- de África, por los años 259, ó 2b2 según Baronio.
dicó admirablemente y convirtió innumerables
pueblos al Señor, como dice san Isidoro en su SAN MODESTO, OBISPO DE TRÉVERIS. - Gobernó esta
vida, y penetró su predicación y doctrina hasta lo iglesia con santidad y sabiduría en tiempo del pa-
interior de Etiopía, como dice Sofronio, Nicéforo pa Gelasio. Fué tan caritativo con los pobres, que
y Doroteo; y padeció muchos y muy graves tra- no sólo les dio todo cuanto tenía, sino que además
bajos de caminos por tierras ásperas y fragosas, obligaba á los ricos á hacer limosnas, presentán-
de persecuciones de los judíos y gentiles, de los dose éf mismo á pedirlas. Fué en todo santo y ad-
cuales finalmente fué apedreado y descabezado mirable, y murió en paz por los años 480.
por el Señor. Murió cerca de los sesenta años de
Cristo, imperando Nerón. El cuerpo de san Matías SAN PRETEXTATO, OBISPO DE RÚAN.—Este prelado re-
con el tiempo se trajo á Roma, y está en Santa comendable, no solamente por sus refulgentes
María la Mayor, donde se muestra su cabeza; virtudes, sí que también por su consumada sabi-
aunque Juan Ekio, alemán, varón grave y docto, duría, fué el alma de todos los concilios celebra-
que disputó é hizo callar á Lutero, escribe que el dos en las Galias en su tiempo, y entregó su espí-
cuerpo de san Matías se llevó de Roma á la ciu- ritu á Dios el año 586.
dad de Augusta, y puede ser que se haya llevado
alguna reliquia ó parte de él, quedando en Roma SAN ETELBERTO Ó EDILBERTO, REY DE LOS CANCIOS.—
la mayor parte del cuerpo y la cabeza, donde hoy Convirtióse á la fe de Jesucristo por la predica-
dia es reverenciada. (P. Ribadeneira.) ción de los santos misioneros enviados por Grego-
rio el Grande á los anglo-sajones, y fué bautizado
SANTA PRIMITIVA.—Celebra hoy la iglesia la fiesta en 597. Contribuyó poderosamente al estableci-
de esta santa, que según el Martirologio romano miento de la religión cristiana en todos sus d o -
fué mártir en Roma. No sabemos cuál fué su e s - minios; edificó muchos templos y casas de hospi-
tado, ni qué clase de martirio padeció, ni en qué talidad en Inglaterra; fué modelo de príncipes
tiempo lo sufrió. virtuosos, y murió santamente el día 24 de febrero
del año 616.
SAN SERGIO.—Un día que se celebraba en la ciudad
de Cesárea una suntuosa fiesta á los dioses del LA FIESTA DE LA PRIMERA INVENCIÓN DE LA CABEZA DE
paganismo, en celebridad de la llegada del pre- SAN JUAN BAUTISTA—Se hablará de ella en el día 19
fecto Sapricio, que iba á Capadocia á publicar los de Agosto.
edictos del emperador contra los cristianos, h a -
llándose todo el pueblo reunido en el capitolio, se SAN LETARDO, OBISPO Y CONFESOR. — F u é obispo de
presentó en medio del concurso un santo monje, Genlis. Floreció en el siglo VII.
llamado Sergio, hombre de gran santidad, y cuyo
rostro indicaba la pureza de su alma y las mace- EL BEATO ROBERTO DE ARBRISSEL, CONFESOR. - Flore-
raciones de su cuerpo, y alzando la voz desafió á ció á últimos del siglo XI.
aquellas mentidas divinidades á que permanecie-
sen de pie á la sola invocación del nombre santo Día 35
del Dios verdadero. Cayeron al momento los ído-
los, y aquel pueblo, entusiasmado y gozoso poco LOS SANTOS VÍCTOR, VICTORIANO Ó VICTORINO, NICÉFORO,
antes por la celebración de la fiesta, rugía de ra- CLAUDIANO, DIÓSCORO, SERAPIÓN, Y PAPÍAS, MÁRTIRES —
bia y espanto, y pedía venganza contra tamaño A Egipto, seminario de santísimos varones, cuyos
ultraje. Fué, pues, Sergio llevado á la presencia desiertos pudieron un tiempo competir con las
del prefecto, y condenado á la más inhumana más populosas ciudades, según los innumerables
muerte que podía excogitarse; pero saliendo por monjes que los habitaban, llegó un capitán g e n e -
virtud divina ileso de todos los tormentos, al fin ral llamado Sabino, enviado por el emperador
fué degollado y despedazado en la plaza más pú- Numeriano, gran perseguidor del nombre glorioso
blica de Cesárea, el día 24 de febrero del año 304. de Cristo, con orden de prender y castigar todos
los rebeldes á los cesáreos preceptos, que todos
LOS SANTOS MONTANO, LUCIO, JULIÁN, VICTORICO, FLA- se cifraban en que, dejando de adorar á Cristo
VIANO, Y SUS COMPAÑEROS—Fueron discípulos de san Dios y hombre verdadero, adorasen á sus falsos
Cipriano, al cual escribieron una carta desde la dioses. Llegado que hubo Sabino, mandó publicar
cárcel, pintándole la abundancia de consolaciones la orden que llevaba, y por la misma hizo buscar
celestiales de que se hallaban inundados, al ver los cristianos, y los primeros que prendió fueron
472 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 25
san Victoriano y Víctor, Nicéforo, Claudio, Diós- ganado, que junto con los frutos de algunas tierras
coro, Serapión y Papías, los cuales fueron lleva- que cultivaban componía toda su hacienda. No
dos á su presencia, y les rogó y persuadió, ya con tardó el Señor en manifestar con un suceso pro-
halagos, ya con amenazas, que dejasen la fe de digioso que tenía destinado á Sebastián para
Jesucristo; pero los gloriosos y esforzados caba- grandes empresas de su gloria, porque teniendo
lleros de Cristo de ninguna manera quisieron sólo doce años de edad, fué acometido de un mal
obedecerle, por lo cual los condenó á todos siete á contagioso que hacía muchos estragos en el reino
diversos géneros de tormentos y muertes, y para de Galicia; por cuya causa, y á fin de que no in-
esto hizo hacer una gran pila cavada de un roble, ficionase á los demás, fué llevado al campo á
y habiendo hecho en ella muchos y grandes a g u - una barraca ó choza medio arruinada, donde le
jeros, echaron de muy alto á san Víctor dentro de dejaron solo. Estaba aquí Sebastián noche y día,
olla, y de la caída quedó cruelmente maltratado y sin más compañía que la de su dolorosa enferme-
traspasado en cada agujero; y salióndole de las dad, esperando que la muerte viniese á poner fin
heridas arroyos de sangre, lo sacaron de allí y le á sus males. Su piadosa madre procuraba, no obs-
cortaron la cabeza. A san Victoriano le cortaron tante, proveerle del necesario alimento, que deja-
pies y manos, y le echaron como á Víctor en la ba cerca de aquella cabana, llamando al partirse
pila, y al fin lo degollaron. A san Nicéforo lleva- á su hijo para que saliese á buscarle. Salía Sebas-
ban para echarlo en la misma pila; mas él de su tián de su triste habitación, tomaba su a l i -
voluntad (sin duda por inspiración divina) se mento, y se volvía á meter en su choza, cerrando
arrojó á ella antes que lo echasen, de lo cual bien la puerta, de miedo de los lobos que infesta-
airado el capitán lo hizo sacar de allí y ponerlo ban aquellos contornos. No habiendo un día
en unas parrillas sobre ardientes brasas, y que cerrado bien la puerta á causa de su mucha de-
allí lo asasen y volviesen como á otro invicto es- bilidad, entró en la cabana un lobo, el cual,
pañol Laurencio, y como aun en el fuego no cesa- aferrando con sus dientes un tumor que t e -
se de alabar y confesar el nombre de Cristo, lo nía el niño en la cabeza, y era la causa de todo
mandó quitar de allí y despedazar y dividir su s a - su mal, le abrió blandamente, chupó toda la po-
grado cuerpo en menudas piezas, y con este cruel dre maligna que de él salía, y limpió con su len-
martirio dio su bendita alma al Señor que la crió. gua la parte ofendida, con lo que le dejó perfec-
Claudio y Dióscoro fueron asimismo quemados; y tamente sano. Este prodigioso suceso llenó de
Serapión y Papías degollados, con que quedaron contento á los padres de Sebastián, los cuales no
todos siete como unos reyes con dos coronas cada cesaban de bendecir y alabar á Dios, y de darle
uno, una del martirio, y otra de gloria. Celé- las debidas gracias por esta milagrosa salud que
brase su glorioso martirio á los 25 de febrero. había concedido á su hijo.
Escribieron el triunfo de estos siete gloriosísimos Vuelto Sebastián á c a s a d e s ú s padres, libre en-
mártires Adón en su Martirologio, Beda, Usuar- teramente de su enfermedad, emprendió con mu-
do, Sanctoro, el Martirologio, Pedro y otros. Y cho fervor el camino de la virtud; y cuando tuvo
fué el año del Señor de 284. la necesaria robustez, se dedicó á la labranza de
Es la corona el premio de las virtudes, y al los campos, ayudando á su padre en este ejerci-
paso que éstas son más heroicas, mayor coronase cio; pero después de haber pasado algunos años
les previene: cuan grandes fueron las de estos en esta ocupación, resolvió dejar su patria y pa-
siete gloriosísimos varones, bien se descubre en rientes, é irse á países distantes; y en ejecución
el grandioso premio que les previno el cielo, pues de este designio se encaminó hacia Salamanca,
fué no menos que la corona del martirio. El que donde se detuvo algún tiempo, sirviendo en casa
premia es Dios, que pesa todos los méritos para de una rica y noble viuda: de aquí partió á E x -
coronarlos y premiarlos, como los deméritos para tremadura, donde se acomodó en casa de D. Pedro
castigarlos. Juez tan justo pide vivamos con cui- Figueroa, y después que con su trabajo hubo r e -
dado. (P. Ribadeneira) cogido algún dinero,, se despidió de su amo, y se
encaminó á San Lúcar de Barrameda, adonde se
EL BEATO SEBASTIÁN DE APARICIO—El beato Sebas- sentía llamar de un cierto interno impulso. Lle-
tián de Aparicio nació en el año 1502, en el lugar gado á esta ciudad, entró al servicio de una viuda
de Gudina, del obispado de Orense, en el reino de que tenía dos hijas; mas en esta casa le sucedió
Galicia, Sus padres fueron Juan de Aparicio y lo mismo que le había sucedido en las otras en
Teresa del Prado, ambos de pobre y humilde lina- que había servido; esto es, que el demonio, envi-
je, pero muy piadosos y devotos; los cuales cria- dioso de su virtud, y en particular de su virginal
ron cristianamente á Sebastián, que era el terce- pureza, le tendió varios lazos para hacerle perder
ro de sus hijos. Cuando tuvo la edad proporciona- esta candida azucena, incitando á las mujeres de
da le destinaron á guardar un pequeño hato de las casas donde servía á que le provocasen á p e -
DÍA. 25 FEBRERO 473
car. Por lo que, deseoso de conservar intacta y Barrameda; y por consejo del patrón, desembar-
sin mancha esta hermosa flor, y de alejarse de caron cerca de unas peñas en una playa que esta-
los peligros de ofender á Dios, determinó no en- ba inmediata á un bosque. Empezaron desde luego
trar más al servicio de ninguna casa, sino volver estos inconsiderados amantes á experimentar los
á la vida y ejercicio de labrador en que se había efectos de su incauta resolución, caminando per-
criado. En efecto: habiendo hallado quien le ofre- didos por aquel bosque sin saber dónde iban á
ciese una posesión de suficiente extensión para parar; y teniendo que dejar por aquellas breñas
ocuparse todo el año, con una pequeña casa ó á la guarda de la fortuna todas las cosas que la
choza capaz para su habitación, y para tener en inconsiderada doncella había llevado consigo de
ella lo que necesitaba para la labranza, aceptó la casa de sus padres, por fin quiso Dios que
aquel ofrecimiento, y pasó á vivir en aquella s o - fuesen á parar á la choza de nuestro Sebastián. No
ledad. Esta le dio toda la comodidad para tener pudiendo la doncella proseguir aquel trabajoso
de continuo su mente y su corazón elevado á camino, fué forzada á quedarse; por lo que, pre-
Dios, por lo que se enfervorizó mucho más en el sentándose estos fugitivos y pávidos amantes á
amor del Señor, y en el deseo de la propia santifi- nuestro Sebastián, que estaba recogido en su po-
cación, y en la caridad del prójimo; de modo, que bre habitación, le dijo el joven: «Yo os ruego,
fué un modelo de inocencia, de sencillez, de d e - hermano mío, que por amor de Dios queráis reci-
voción y de todas las virtudes. Las gentes de bir y guardar en vuestra casa, como si fuera
aquel contorno quedaban maravilladas, no sólo vuestra hermana, á esta joven que conduzco con-
de la piedad de Sebastián, sino también de la dig- migo, pues me veo obligado á abandonarla y á
nidad con que el cielo bendecía sus trabajos, pues huir de aquí por no caer en las manos de los que
observaban que el pedazo de tierra que cultivaba me persiguen; pues si la hacéis esta caridad, r e -
el siervo de Dios, desde el tiempo que su dueño cibiréis ciertamente del cielo la recompensa.»
le concedió una parte de los frutos que de él r e - A esta inesperada proposición respondió pronta-
sultase, los producía en tan extraordinaria y pro- mente Sebastián: «Cuando en todo lo que me
digiosa abundancia, que excedían en mucho á los pedís no tenga otro interés que el de servir á
que jamás en tiempos anteriores se hubiesen s a - Dios nuestro Señor, andad con seguridad, y q u e -
cado de la misma tierra. de conmigo esa muchacha, que yo os prometo
Continuó Sebastián por algunos años cultivando tener de ella el mismo cuidado que si fuera mi
esta posesión, hasta que sintió nacer en su cora- propia hermana, pues ningún interés estimo tan-
zón unos deseos vivísimos de pasar á la Nueva to como el de servir á Dios » Con esto se partió
España, reino conquistado poco antes por los aquel joven y quedó la muchacha con Sebastián,
españoles, cuyas riquezas y maravillosa fertili- el cual se portó con toda la modestia y circuns-
dad eran entonces el ordinario asunto de las pección posible, cediéndola su cama y durmiendo
conversaciones. Empezaba ya á disponerse para él fuera de la habitación en un paraje bastante
poner prontamente en ejecución estos deseos, distante. No obstante toda esta circunspección
cuando un suceso muy extraño le obligó á dete- y cautela, le tendió el demonio varios lazos para
nerse algunos días más en aquel país. En A y a - manchar su pureza; porque la muchacha, v i é n -
monte, lugar poco distante de la posesión que cul- dose abandonada de su amante, procuró g a -
tivaba Sebastián, un joven de la familia del mar- narse el cariño de Sebastián usando á este fin de
qués, señor del lugar, se enamoró de una doncella maneras impropias y ofensivas de la modestia y
de las más principales y nobles familias de dicho del recato; por lo que, considerando el siervo de
pueblo. La señorita correspondió de tal modo á s u Dios el peligro en que estaba viviendo solo con
amor, que sin reflexionar en lo que hacían, se die- aquella muchacha, la dijo un día pensase el par-
ron palabrade casamiento, y conociendo que en su tido que quisiese tomar, pues no era posible per-
patria no podrían efectuar el proyectado matrimo- manecer más tiempo en aquella soledad. Enton-
nio, por la resistencia que harían los padres de la ces ella le descubrió quién era, y le contó todo lo
muchacha á causa de la gran desigualdad del n a - que se ha referido; añadiendo, que pues él estaba
cimiento, se embarcaron secretamente para pasar resuelto á pasar á las Indias, la podía tomar
por mar á Lisboa, á fin de burlar allí la oposición por esposa, que iría con gusto en su compa-
de los parientes y efectuar el matrimonio. Pero ñía á aquel nuevo mundo, pues temía el volver
siendo su fuga al momento descubierta, y v i é n - á sus parientes, para no experimentar los efectos
dose perseguidos de otra embarcación que á este de su justa indignación. Sebastián la respondió
efecto hicieron aprestar prontamente los herma- que no podía en esto complacerla, pues no tenia
nos de la muchacha, para no caer en sus manos, intención de casarse; y desde luego avisó á sus
favorecidos de la oscuridad de la noche, mudaron parientes lo que pasaba, los cuales vinieron pron-
rumbo y dirigieron la proa hacia San Lúcar de tos á su habitación á buscar la inconsiderada mu-
TOMO I 60
474 LA LEYENDA DE ORO DÍA 25
chacha, y Sebastián, en la ocasión que se la entre- poder procurar mayores utilidades á aquellos
gó, les dijo: «Esta vuestra joven me fué entregada pueblos, que era lo que anhelaba su corazón b e -
por uno que yo no conocía, para que la guardase, néfico. Considerando un dia sobre lo que podía
lo que he cumplido del mismo modo que si fuera hacer en beneficio común, le vino al pensamiento
mi hermana, cuidando particularmente de su h o - cuan difíciles y costosos eran los transportes de las
nor; ahora que descubro que os pertenece, pron- mercaderías desde los puertos marítimos á las
tamente os la entrego, suplicándoos que queráis ciudades interiores de aquel vasto reino, y á las
perdonarla el error juvenil que inconsiderada- minas que se beneficiaban de cuenta del real era-
mente ha cometido, que no es otro que el de q u e - rio, por falta de aquellos medios que podían hacer
rer tomar por esposo al que la ha robado de vuestra más fácil y cómodo el camino. Discurriendo, pues,
casa.» Dieron muchas gracias aquellos señores á dentro de sí mismo del modo que se hacían fácil-
Sebastián por su honrado y cristiano proceder, y mente en Europa los transportes de las mercade-
luego le alargaron una justa recompensa de todo rías por medio de carros, pensó que sus bueyes
lo que había hecho por la doncella; pero el siervo podrían servir á este efecto, fabricándose unos
de Dios nada quiso recibir, protestando que todo carros semejantes á los que había visto usar en
lo que había hecho lo había ejecutado sólo por España. Luego resolvió poner en ejecución este
amor de Dios nuestro Señor; por lo que ellos, ad- pensamiento, á cuyo fin fué á descubrir esta idea
mirados de la santidad de Sebastián, llenos de á un carpintero muy amigo suyo, el cual, apro-
contento, se restituyeron á su casa con la incon- bándola mucho, empezó á fabricar un carro con
siderada doncella. la madera y demás materiales que le suministró
Desembarazado Sebastián de este asunto, se Sebastián. Hecho el carro, lo redujo Sebastián á
despidió de su amo, y en el mismo puerto de San la última perfección, para que pudiese servir al
Lúcar se embarcó en un navio que se dirigía á las uso que se intentaba, lo que salió tan bien, que
Indias Occidentales, adonde llegó después de una las gentes que no habían visto cosa semejante en
feliz navegación, en el año de 1533, que era el un- su país, quedaban muy maravilladas. Habiendo
décimo desde que la corona de España había con- nuestro beato, en el tiempo en que permaneció en
quistado el reino de Méjico. Desembarcó Sebas- la Puebla de los Angeles, reducido á perfección
tián en el puerto de Veracruz, y no hallando aquí un gran número de carros de diferentes tamaños,
comodidad para vivir, pasó á la ciudad de la P u e - resolvió abandonar la labranza y pasar con ellos
bla de los Angeles, nuevamente fundada por los y con los bueyes, que á este efecto fuesen menes-
españoles, y en un lugar cercano á ella se aplicó ter, á la ciudad de Méjico, que es la capital de
á la labranza de los campos, que era la ocupación todo el reino, á fin de transportar allí con sus
en que se había criado. Estaban entonces muy carros la plata que se sacaba de las minas de
incultos aquellos países, y aunque las selvas abun- Santa María de Zacateca, que son las más ricas y
daban en toros bravos é indómitos, nadie se servía celebradas de todo el reino. Se puso, en efecto, en
de ellos para la labranza, no sabiendo cómo do- camino, y llegado á aquella capital, se presentó á
marlos y hacerles aptos para este servicio. S e - los ministros encargados de la superintendencia
bastián fué el primero que se dedicó á amansar de las minas, y les propuso su proyecto. Los m i -
aquellos animales, y le salió tan bien la empresa, nistros conocieron luego la importancia del p e n -
que dentro de poco se sirvió de ellos para el cul- samiento que había formado Sebastián, y las m u -
tivo de sus campos; y después que hubo domado chas utilidades que produciría así al real erario,
el número que necesitaba para la labranza de sus como á todo el comercio; por lo que aceptaron el
posesiones, prosiguió bastante tiempo en amansar ofrecimiento del beato, y le señalaron á este efecto
á otros para el uso de los otros labradores, con un salario muy crecido.
grande beneficio de todos aquellos pueblos, los Puesto el siervo de Dios en este empleo, se apli-
cuales de una parte quedaban atónitos al ver la có con la mayor eficacia á hacer cómodo y fácil
facilidad con que Sebastián conseguía lo que ellos el transporte sobredicho; el cual, por la distancia
nunca osaron intentar; y de otra parle le queda- del lugar y por los montes, pantanos y bosques
ban muy agradecidos por las utilidades y benefi- que debían pasarse, era dificultosísimo. A esie
cios que recibían de su industria. De aquí fué que efecto descubrió otro camino más breve y fácil
todos amaban á Sebastián, no sólo los españoles, para la conducción de sus carros; y abrió bien
sino también los indios, mirándole como hombre presto una carretera bastante cómoda, no sólo
lleno de bondad, que la divina Providencia había desde Méjico hasta Zacateca, sino también de aquí
traído á aquel país, para la utilidad y beneficio de a l a Puebla de los Angeles, con lo que descubrió
todos aquellos pueblos. el ingenio y la capacidad que Dios le había dado
Con esta industria y trabajo adelantó tanto S e - para estos asuntos. Con esta industria, que fué de
bastián, que en pocos años se halló en estado de tanta utilidad para todos aquellos pueblos, Sebas-
DÍA 25 FEBRERO 475
tián, no sólo se hizo amar y respetar de todos, sino na en aquel distrito, ya fuese español ó indio, que
que adquirió muchas riquezas, de las cuales hizo no procurase la amistad de Sebastián. Pero con
siempre aquel uso que prescriben la razón y la ca- lo que el siervo de Dios se ganaba el cariño de to-
ridad cristiana, empleándolas principalmente en dos, era con la compasión que tenía de los pobres
beneficio y socorro de sus prójimos. P o r l o q u e e n y con el cuidado que tenía de socorrerles en to-
sus viajes no dejaba de socorrer jamás á todos los das sus necesidades. A muchos pobres de a q u e -
que padecían alguna necesidad, y así era conocido llos contornos suministró por varios años todo el
de todos, hasta de los indios cicimecas, hombres del pan, carne y demás víveres que necesitaban para
todo incultos, que habitaban en los desiertos y lu- el sustento de sus familias; á otros prestaba gra-
gares despoblados, los cuales, cuando le veían, se ciosamente la semilla que necesitaban para s e m -
acercaban á él, no para ejecutar contra su perso- brar sus tierras, y á otros sus propios bueyes ó
na las crueldades que solían practicar con los sus jornaleros, á fin de que pudiesen cultivar sus
otros españoles, matándoles y comiéndoselos, sino campos y procurarse de este modo el necesario
para darle muestras de su agradecimiento con una sustento. Daba el dote á muchas doncellas pobres,
mansedumbre y humanidad verdaderamente a d - colocándolas en matrimonio, para apartarlas de
mirable en semejantes bárbaros, á los cuales c o - los peligros á que la miseria las exponía: su casa
rrespondía Sebastián acariciándoles, haciéndoles era el refugio de los miserables donde hallaba
nuevos beneficios, y dándoles de comer; á cuyo cada uno lo que había menester; y sentía n u e s -
fin, entre sus bueyes, solía llevar un novillo, que tro beato tanto gusto y contento en practicar
en estas ocasiones hacía matar, y lo distribuía estas obras de caridad, que decía que para él
después entre aquellos indios para que se sacia- era un día triste y de ningún contento aquel en
sen. Con esta amorosa conducta se ganó de tal que no había practicado alguna de ellas á be-
modo el ánimo feroz de aquellos salvajes, que ba- neficio de su prójimo. Como era tan compa-
jo su escolta cualquiera podía pasar por aquellos sivo, jamás quiso reconvenir á ninguno en jui-
lugares con seguridad; por lo que todos los que cio, por daños y perjuicios que le hubiesen
habían de hacer aquel viaje querían ir en su com- causado en sus haciendas: á otros perdonaba
pañía, para asegurarse de un tan grave peligro. liberalmente lo que le debían; y pagaba las deu-
Prosiguió algunos años nuestro Sebastián en das de muchos deudores que se hallaban m o -
ocuparse en el referido empleo de carretero; y lestados de sus acreedores, sin esperanza de re-
aunque ejercitando este oficio adquiriese justa- cobrar cosa alguna de ellos, diciendo frecuente-
mente y sin el menor perjuicio de su conciencia mente que así quiere la divina Providencia que
muchas riquezas, con todo determinó dejarle y los pobres sean asistidos de los ricos en sus nece-
volver á su primer oficio de labrador. Con esta sidades. Con una conducta tan santa y amorosa,
mira se estableció en Capultepeque, que es un no tardó mucho Sebastián en adquirirse el n o m -
bosque de recreación, media legua distante de bre de padre común, llamándolo todos, aun los
Méjico; y aquí se dedicó á la labranza de los mismos indios, con este glorioso nombre, recu-
campos, y á amansar toros y hacerlos aptos para rriendo á él en todos los agravios y opresiones
el trabajo. Cultivaba Sebastián con incansable que padecían, y hallando en el beato la protección
aplicación muchas tierras, asistiendo personal- y favor que deseaban. Los dos casos siguientes
mente á todos los trabajos que de su orden hacían manifiestan el heroico grado á que llegó su m i s e -
sus jornaleros, y al mismo tiempo se aplicaba con ricordia. Un hombre de honrado nacimiento y de
mucho desvelo al cultivo de su espíritu, perfec- honestas y virtuosas costumbres tenía tres hijas
cionándolo en el ejercicio de las virtudes cristia- en estado de casar, pero era tan grande su pobre-
nas. Brillaba singularmente en él un celo a r - za, que ni tenía medios para colocarlas en matri-
diente del bien espiritual y temporal de sus próji- monio, ni aun para alimentarlas. Informado S e -
mos; atendía con indecible desvelo á que los que bastián de la miseria de esta familia, la sustentó
dependían de él, y aun aquellos con quienes se por muchos años, suministrándola el cotidiano
veía obligado á tratar por razón de su oficio, fue- sustento; á más de esto, en varias ocasiones pres-
sen personas de buenas costumbres, modestos y tó cuantiosas sumas al padre, á fin de que coloca-
circunspectos, tanto en sus acciones como en sus se en matrimonio á sus hijas, y proveyese á las
palabras; reprendía á los blasfemos, escandalo- otras urgencias de su casa. Falleció este hombre,
sos, murmuradores, y cuantos se descubrían y el beato fué á consolar á su afligida viuda, acom-
transgresores de la ley santa de Dios y de las pañado de un escribano, ante el cual declaró que
obligaciones de un cristiano: lo que practicaba se daba por contento y satisfecho de cuanto acre-
con tanta humildad y mansedumbre, que los mis- ditaba contra el difunto, ordenándole que e x t e n -
mos que corregía le quedaban grandemente afi- diese una escritura pública de esta su declaración
cionados; de donde se siguió que no hubo perso- y contentamiento.
476 LA LEYENDA DE ORO DÍA 25
Otra vez, hallándose en una plaza de Méjico, muchas instancias la aceptase, diciéndole que este
vio que los alguaciles conducían á la cárcel un matrimonio sería muy agradable á Dios; pues si
hombre que era conocido y amigo suyo: les pre- él no la tomaba por esposa, y protegía de este
guntó nuestro beato la causa de aquella captura, modo su inocencia y honestidad, como él no tenía
y respondiéndole que era por una deuda de tres medios para colocarla en matrimonio, quedaba
mil pesos, «Pues soltadle, les replicó Sebastián, aquella inocente expuesta á varios peligros. S e -
que yo me obligo á pagar de mis bienes.» Los al- bastián, que no deseaba sino la gloria de Dios y
guaciles rehusaban ejecutarlo sin orden del juez, el bien del prójimo, aceptó sin dificultad este ofre-
y mientras estaban altercando pasó por allí el juez cimiento, y tomó por esposa aquella muchacha,
que había proveído aquella captura, al cual supli- dotándola por entonces en dos mil pesos, con áni-
có Sebastián mandase soltar aquel hombre, pues mo de dejarla después heredera universal de todos
él se obligaba á pagar aquella deuda: el juez, que sus bienes. Vivió Sebastián con su esposa como
tenía bien conocido á nuestro beato, no tuvo la un padre vive con su hija, cuidando no sólo de
menor dificultad en dar todo el crédito á su s i m - proveerla de lo que necesitaba para su alimento
ple palabra, y mandó allí mismo soltar aquel hom- y vestido, sino también de conservar la inocencia
bre; y Sebastián, lleno de contento, pagó dentro y simplicidad de aquella casta y virtuosa niña, la
de pocos días toda aquella deuda, sin esperanza cual respetaba y veneraba á Sebastián como si
de recobrar cosa alguna del deudor. fuese su propio padre, ni le llamó jamás sino con
Visitó en este tiempo Dios nuestro Señor á Se- este nombre de padre; pero al cabo de poco más
bastián con una gravísima enfermedad, que le re- de un año de matrimonio, envió Dios nuestro S e -
dujo á los extremos de la vida: creyendo el siervo ñor á esta muchacha una gravísima enfermedad,
del Señor que era llegado el fin de sus días, se que en pocos días la privó de la vida. Sintió m u -
dispuso á la muerte, recibiendo con extraordina- cho el siervo de Dios la temprana muerte de su
ria devoción los santos sacramentos, y haciendo inocente y casta esposa; la hizo sepultar honrada-
continuos y fervorosos actos de todas las virtudes. mente en el convento de San Francisco de Tacuba,
Hizo su testamento, y reflexionando que todos los y después distribuyó entre sus suegros y algunos
bienes que tenia los había recibido de Dios, los parientes de su difunta esposa los dos mil pesos
quiso volver al mismo Señor; y así ordenó que que la había consignado en dote.
sus bienes raíces se entregasen al convento de los Viéndose Sebastián privado de su compañera,
padres de Santo Domingo de Escapuzalco, lugar pensó mudar su habitación, y habiendo comprado
poco distante de su habitación, y que todo lo de- una hacienda en la jurisdicción de Tlalneplantla,
más se distribuyese entre los pobres de aquellos distante de Méjico poco más de una legua, trans-
contornos. Mas Dios, que había elegido á Sebas- firió allí su domicilio, y se aplicó desde luego, s e -
tián para cosas mayores, no quiso que terminase gún costumbre, al ejercicio de domar toros y
tan presto la carrera de sus gloriosas acciones, y de cultivar la tierra, sin interrumpir por eso sus
así se dignó restituirle en breve su primera salud acostumbradas prácticas de virtud. Vivía en los
y robustez. contornos de esta jurisdicción una familia muy
Se acercaba ya Sebastián á la edad de sesenta distinguida, pero reducida á mucha miseria. Ad-
años, y aunque jamás había querido casarse, y virtiendo el siervo de Dios que una tierna doncella
había rehusado constantemente muchos partidos de esta familia corría mucho peligro, con c o n s e n -
ventajosos que se le habían ofrecido, creyó enton- timiento de sus padres la puso en un conservatorio
ces que le convenia tomar algún estado, y le pa- de vírgenes, pagando la pensión anual correspon-
recía que le sería conveniente abrazar el del matri- diente, y suministrando á dicha doncella todo lo
monio para tener una compañera, con la cual pací- demás que necesitaba. Había ya bastante tiempo
ficamente y en unión de santa caridad pudiese pa- que el beato continuaba en esta caridad, cuando
sar lo restante de sus días; pero como de otra parte deseando el padre de dicha doncella ir á verla,
amaba tanto el conservar su pureza virginal, d e - convidó á Sebastián á que quisiese acompañarle:
cía que quería hallar una esposa la cual pudiese aceptó gustoso el convite nuestro beato, y ponién-
conservar la continencia, y vivir en el matrimonio dose ambos en camino llegaron al dicho conserva-
como habían vivido María santísima y san José, y torio; y así que la niña compareció delante de su
otros santos que venera la Iglesia. Habiendo di- padre, la dijo Sebastián: «Mira, hija, á tu padre,
vulgado este designio á sus confidentes, llegó á que solícito de ti ha venido á volverte á ver.» Ella
noticia de un hombre de condición bastante civil respondió desde luego con mucha simplicidad y
y honrada, pero pobre de bienes de fortuna, el sin la menor turbación, que a él mismo más que
cual tenía una hija de tierna edad, falta de todo, á otro alguno ella reconocía por padre, pues que
pero muy rica de virtudes. Este ofreció á Sebas- como si verdaderamente lo fuese, cuidaba de ella
tián á esta su hija por esposa, y le suplicó con con tan grande solicitud y caridad. De esta r e s -
DÍA 25 FEBRERO 477
puesta, llena de sentimientos de gratitud, y de necesario, ó sentado y reclinado sobre un bastón,
otros discursos que entonces tuvieron, conoció el ó bien echado sobre la desnuda tierra. Este duro
beato que aquella niña estaba adornada de una trato que daba á su cuerpo le ocasionó una grave
rara virtud, y sobre todo de una inocencia y s i m - enfermedad, de la cual apenas se vio libre, cuan-
plicidad admirable, y que podría muy bien ocupar do empezó á discurrir sobre tomar una resolu-
el lugar de su difunta esposa y reparar su falta. ción que le asegurase, todo lo que es posible
ManifestHiido este pensamiento á su padre, se la en esta vida, la consecución de la salvación eter-
pidió por esposa, el cual se la concedió con mucho na. Este pensamiento le ocupaba de tal modo el
gusto, de modo que obtenido el consentimiento de alma, que casi no le dejaba atender á otra cosa,
la niña, se estipuló el contrato, en el cual Sebas- ni á lo mismo que estaba haciendo. Seis años
tián le consignó dos mil pesos de dote, con ánimo pasó Sebastián en esta vida, sin descubrirle el Se-
de instituirla después heredera universal de todos ñor en todos ellos lo que quería de él, cuando r e -
sus bienes, y de este modo en edad de sesenta y pentinamente le manifestó de una manera muy
tres años se casó segunda vez con mucho contento clara que su divina voluntad era que, mudando
de su espíritu. El mismo cuidado y circunspección de estado, se hiciese religioso, abandonando del
que había tenido con su primera esposa tuvo con todo el mundo. Apenas nuestro beato hubo recibi-
esta segunda, la cual, así como la primera, no le do del Señor esta nueva inspiración, cuando, sin
llamó con otro nombre que con el de padre, r e s - reparar en inconvenientes, fué al momento á des-
petándole y obedeciéndole como si verdaderamen- cubrirla á su confesor, que era el guardián de los
te lo fuera; pero duró muy poco este matrimonio, padres menores observantes de San Francisco de
porque al cabo de ocho meses de contraído, un Méjico; asegurándole que estaba resuelto aponer-
lastimoso accidente puso fin á la vida de esta ino- la luego en ejecución. El confesor no quiso apro-
cente doncella, porque habiendo salido á recibir bar tan presto aquella extraordinaria vocación, y
á Sebastián, que debía llegar de un lugar vecino, dijo á Sebastián que lo considerase con más tiem-
subió á un árbol para descubrirle más de lejos: po y madurez; pero fueron tales las instancias que
pero advirtiendo que Sebastián con su carro esta- él de continuo le hizo, que al cabo de pocos días
ba ya cerca, para que no la hallase encima del le dijo el guardián: «Este asunto pide mucho
árbol, se dio tanta prisa á bajar, que no asegurán- tiempo para resolverse; pero ya que vos no que-
dose bien en sus ramas, cayó de una altura c o n - réis sufrir más dilación, os diré lo que me parece
siderable. Hallóla Sebastián tendida en el suelo que podéis ejecutar y que será agradable al Se-
medio muerta, y del mejor modo que pudo la con ñor: distribuid todos vuestros bienes á los pobres,
dujo en sus propios brazos sobre la cama, é hizo dando una parte de ellos á las monjas de santa Cla-
llamar los facultativos para que la curasen, pero ra, que están fundando un monasterio y están bas-
en vano, porque, agravándosele el mal, murió den- tante necesitadas.» «Todo esto, respondió Sebas-
tro de pocos días. Sebastián la hizo sepultar hon- tián, lo cumpliré al momento; pero decidme lo que
radamente como á la primera en el convento de debo hacer de mi persona.» A esto replicó el con-
los padres dominicos de Escapuzalco, y distribuyó fesor: «Pues deseáis ser religioso, por ahora v e s -
entre los padres y parientes de la difunta consorte tid el hábito de terciario de mi orden, y de este
los dos mil pesos que la había consignado en dote, modo podréis hacer algún servicio á las monjas
como lo había practicado en la muerte de la pri- de santa Clara; y si Dios os quiere en otro estado,
mera. él os descubrirá los caminos que os conduzcan
Quedó Sebastián viudo segunda vez, y desde á la consecución de vuestra eterna salvación.»
este tiempo sintió en su corazón que Dios le lla- Agradó mucho este consejo á nuestro Sebastián,
maba á un estado de mayor perfección y santidad. el cual vistió inmediatamente el hábito de san Fran-
Como el siervo de Dios acostumbraba seguir con cisco en calidad de oblato ó terciario, siendo ya casi
prontitud las inspiraciones y llamamientos divi- de setenta años de edad; y los superiores le desti-
nos, aunque no sabia individualmente el estado naron desde luego al servicio de las sobredichas
á que Dios le llamaba, con todo se enfervorizó religiosas. En este mismo tiempo hizo donación
mucho en su servicio, creciendo siempre más en de su hacienda, que era de valor de diez y seis
su amor, procurando en todas las cosas la h u m i - mil pesos, al mismo monasterio, y todo lo drmás
llación y el menosprecio de sí mismo. A este fin, que tenía en caudales, dineros y alhajas, que no
dejando los vestidos decentes de que hasta enton- era poco, lo distribuyó entre los pobres. Muchos
ces había usado, se vistió de otro grosero de color le persuadían que no hiciese una donación tan
pnrdo, destituido de todo adorno y que excitaba á absoluta de sus bienes al monasterio, pues en
risa: de otra parte se dio á la mortificación de su caso de no poder perseverar en la religión ó de
cuerpo, tratándole ásperamente, negándole cual- despedirle de ella se vería reducido á la miseria,
quiera descanso ó comodidad, y tomando el sueño y forzado á mendigar para mantenerse; pero Se-
478 LA LEYENDA DE ORO DÍA 25
bastián les respondía que si venía este caso, ga- de san Francisco, hizo su solemne profesión, con
naría el sustento con el sudor de su rostro, tra- indecible alegría y contento de su alma; y para
bajando de labrador como lo había hecho hasta que fuese aún mayor este gozo de su espíritu, en
entonces. tres noches consecutivas á la profesión se le apa-
Fué inexplicable el contento que tuvo Sebastián reció el seráfico padre san Francisco cubierto de
cuando se vio vestido del hábito de san Francisco. gloria, y dándole suavísimos abrazos le consoló y
Se aplicó desde luego con la mayor diligencia á animó á perseverar constantemente en la vida
servir á las monjas, conforme al destino que le virtuosa que había emprendido; asegurándole,
habían dado los superiores, y atendiendo al m i s - que aunque habían sido graves las tentaciones y
mo tiempo con incansable desvelo en alcanzar las angustias con que le había atormentado hasta
virtudes propias de un religioso. Rabioso el de- entonces el demonio, era todavía mucho mayor el
monio de ver tanta virtud en el siervo de Dios, le galardón que Dios le tenía prevenido para pre-
persiguió fieramente, apareciéndosele de noche miar su paciencia.
en espantosas figuras de toros, de leones, de mo- Apenas hubo hecho el siervo de Dios su s o -
ros, y atormentándole fieramente, de modo que lemne profesión, cuando el provincial le destinó
no le dejaba tomar un momento de descanso. de familia al convento de Santiago de Tecali, seis
Asustado el siervo de Dios quería retirarse del leguas distante de la Puebla de los Angeles, don-
monasterio para ver si en otra parte estaría más de moró por espacio de un año, empleándose en
seguro de las infestaciones del demonio; pero h a - servir á aquellos religiosos en los empleos más
biendo manifestado á las religiosas sus intencio- bajos y trabajosos de la cocina, del huerto, de
nes, ellas le detuvieron, prometiéndole que todas la sacristía y de la enfermería, con plena satis-
harían oración por él, á fin de que el Señor se facción de todos; pero pasado este año, el provin-
dignase librarle de aquel trabajo. Mas aunque las cial, á instancias del guardián del convento de la
monjas cumplieron fielmente esta promesa, con- Puebla de los Angeles, destinó al beato á este con-
tinuó el demonio en perseguirle con sus infesta- vento, para servir en el oficio de limosnero, pues
ciones, permitiéndolo así Dios para dar ocasión á se juzgaba que nadie había más apto para dicho
su siervo de practicar la paciencia y de adquirir empleo, no sólo porque era muy práctico en el
mayores merecimientos. uso de las carretas de que se servían los religio-
Dos años pasó Sebastián sirviendo á aquel m o - sos limosneros, pues él era quien las había inven-
nasterio en calidad de oblato terciario; pasados tado en aquel país, sino principalmente en aque-
los cuales, deseoso de seguir la divina inspira- llos contornos era muy conocida y estimada su
ción que le llamaba al estado de religioso profeso, virtud. El beato Sebastián, que hallaba todo su
suplicó con mucha humildad y fervorosas instan- placer en cumplir prontamente lo que le orde-
cias á los superiores le admitiesen al novicia- naban los superiores, aceptó con mucho gusto
do, para hacer después la solemne profesión, y este empleo, y le desempeñó con igual solicitud y
ellos, que conocían su eminente virtud, le com- diligencia. Se aplicó con toda atención á cuidar de
placieron al momento, admitiéndole al noviciado los bueyes que servían en las carretas, é ir con
en el convento de San Francisco de Méjico, á 9 de ellas por aquellos distritos, unas veces á buscar
junio de 1573, que era el setenta y uno de su lo que habían recogido los otros limosneros del
edad. Apenas hubo vestido el hábito de novicio, convento, y otras pidiendo él mismo las limosnas
cuando no pensó sino en servir al Señor con todo de granos, de legumbres, de leña, y transportán-
el fervor de su espíritu y con un total menosprecio dolas al convento. En el tiempo en que no debía
de sí mismo, y en amoldarse á todos los usos ocuparse en buscar limosnas, iba con las carretas
y prácticas de la religión. Admiraba y edificaba y los bueyes á algún lugar seguro, y aquí se de-
á todos los religiosos ver la puntualidad y exac- tenía para que paciesen; y entretanto él se esta-
titud con que Sebastián en una edad tan adelan- ba con la mente unida á Dios, y ocupado en apa-
tada barría el convento, hacía la cocina, limpiaba centar su alma con la meditación de las cosas c e -
los platos, lavaba los manteles, y ejercitaba to- lestiales, ó bien rezando el santísimo rosario, de
dos los oficios bajos y trabajosos que el maestro que era devotísimo, hasta que fuese tiempo de
le encargaba. No obstante permitió Dios, para volver al convento con el transporte de las l i -
dar á su siervo ocasión de mayor mérito, que mosnas.
algunos religiosos rehusasen darle su voto para Era inexplicable la inteligencia con que el bea-
la profesión, juzgando que no podría llevar el to atendía al cumplimiento de este oficio encarga-
peso de la regla á causa de su mucha edad; pero do de la obediencia, porque aunque se hallase en
por último, vencidas todas las dificultades, en el una edad ya decrépita, y sujeto á la incomodidad
dia de san Antonio de Padua, célebre en toda de una hernia, que le sobrevino en este tiempo,
la Iglesia católica, y particularmente en la orden no obstante, confiado en la divina Providencia, se
DÍA 25 FEBRERO 479
iba por aquellas campañas descalzo, mal cubierto ciéndole que viviendo siempre con bueyes, se ha-
de sus pobres hábitos y sin llevar ninguna provi- bía olvidado, no sólo de lo que debe saber un re-
sión, sustentándose del pan, y otros alimentos ligioso, sino también de lo que debe saber cual-
groseros que pedía de limosna cuando la necesi- quier cristiano; por lo que era menester que se
dad le obligaba; sufriendo frecuentemente la ham- preparase para vivir en adelante, no como bruto,
bre y la sed, los calores del verano, los rigurosos pues no había de estar jamás con bueyes, sino
fríos del invierno, las lluvias, las nieves, los h i e - con religiosos que le enseñarían á vivir como
los y otras innumerables calamidades, sin quejar- cristiano. En efecto: le quitó al instante el oficio
se jamás de los trabajos que padecía; antes d e - de ir con las carretas á buscar limosnas para el
seoso de padecer más, tomaba sangrientas disci- convento, le prohibió servir en adelante á los s a -
plinas, llevaba ceñido á su cuerpo un asperísimo cerdotes en la santa misa, y por último le mandó
cilicio, y frecuentemente, tomando un canto, se volver desde luego al noviciado, para que apren-
daba tan fuertes golpes en el pecho, que se abrió diese allí, le dijo, á vivir como religioso. El beato
en ól una llaga muy peligrosa. No tuvo jamás sufrió esta severa reprensión con una paciencia y
celda propia; quería dormir siempre sobre la des- mansedumbre admirable, y desde luego sin repli-
nuda tierra, unas veces al descubierto y otras de- car se fué al noviciado.
bajo de sus carretas; y aunque le rogaban sus Puesto nuestro beato en el noviciado bajo la
bienhechores que se recogiese en sus casas, para educación del maestro, se aplicó con la mayor aten-
evitar la lluvia ó la nieve, jamás quiso hacerlo; y ción, como si fuese un niño, á corregir y enmen-
aunque durmiendo al descubierto se hallaba v a - dar los errores que por ignorancia hasta enton-
rias veces por la mañana todo bañado de agua ó ces había cometido, así en servir la misa, como
cubierto de nieve, protestaba que había reposado en decir las otras oraciones del catecismo. El se
con sobrada comodidad; mostrando en medio de hallaba bien informado de estas cosas, aunque
tantas penalidades una increíble serenidad y ale- por su natural rusticidad no supiese expresarlas
gría. De este modo pasaba sus días edificando á exactamente, ni pudiese por su decrépita edad re-
los moradores de aquellos contornos con su s a n - tenerlas en la memoria como se las enseñaban; y
ta y ejemplar vida; de suerte que todos le profe- de aquí se siguió que el maestro, no sólo le r e -
saban un particular amor y respeto, consultándo- prendía ásperamente, sino que le mortificaba con
le en sus dudas y recurriendo á él en sus necesi- castigos indiscretos y del todo desproporcionados
dades, y preciándose de su amistad. Cuando se á su edad. Pero el siervo de Dios, con indecible
acercaba alguna fiesta se retiraba al convento paciencia, resignación y mansedumbre, lo sufría
más cercano á santificar el día del Señor y reci- todo sin descomponerse jamás, antes mostrando
bir los santos sacramentos, lo que practicaba con una extraordinaria alegría y contento; con lo que
grande fervor y devoción, que servía á todos de no sólo el guardián, sino también todos los acusa-
suma edificación. Pero mientras nuestro beato dores, se vieron forzados á reformar la siniestra
procuraba agradar á Dios, hacia grandes diligen- opinión en que primero habían tenido á Sebas-
cias para ser despreciado de los hombres, y para tián; y Dios nuestro Señor manifestó con bastan-
conseguir este vilipendio y menosprecio, apenas te claridad que le habían desagradado los malos
había vuelto al convento, cuando entraba muchas tratamientos hechos á s u siervo, enviando al mis-
veces en la iglesia mal compuesto en el hábito y mo guardián un temblor de todo su cuerpo, que
con la capilla muy caída hacia la espalda; y de él reconoció desde luego ser castigo de su indis-
este modo asistía á la misa y demás funciones creta conducta. Por lo cual todos se arrepintieron
eclesiásticas; por lo que muchos de los que le del error que habían cometido; y el guardián en
veían de este modo se sentían excitados á risa, y un público sermón, con muchas lágrimas, pidió
otros tomaron de aquí ocasión de formar un s i - perdón al siervo de Dios, de haberle mortificado
niestro concepto de Sebastián, teniéndolo por un indiscretamente sin merecerlo, suplicándole que
hombre estólido é ignorante de aquellas cosas rogase por él al Señor para que perdonase sus
que deben saber todos los religiosos, aunque sean faltas, de las cuales hizo una rigurosa penitencia,
legos: por lo que empezaron á observar cuidado- y de allí á poco tiempo terminó el curso de su pe-
samente todas sus acciones, y habiendo advertido regrinación.
que además de su rusticidad, cuando respondía Manifestada la inocencia de Sebastián, el supe-
al sacerdote, sirviendo á la santa misa, cometía rior que sucedió en el gobierno del convento, le
muchos errores, le acusaron desde luego al supe- mandó cuidar otra vez de los bueyes y de las c a -
rior por hombre fatuo ó ignorante, más á propósi- rretas, é ir con ellas en busca de las limosnas,
to para vivir con bueyes que con religiosos. E n - conforme antecedentemente lo había practicado:
gañado el guardián de estos informes, reprendió lo que el beato ejecutó prontamente, y continuó
ásperamente al siervo de Dios su ignorancia, di- por todo el tiempo de su vida con mucha satisfac-
480 LA LEYENDA DE ORO DÍA 25
ción de su espíritu; porque en los montes y las faltaban las fuerzas para este trabajo, volviéndole
campiñas conversaba más libremente con su Se- al camino cuando se había extraviado de él, trayén-
ñor, y se elevaba su espíritu en altísima contem- dole pan y otras cosas de comer cuando padecía ne-
plación; y ardía de tal modo en el amor de su cesidad y no tenía medios humanos para subvenir-
Criador, que algunas veces lo vieron extático la, y cubriendo á veces su cuerpo de una luz y
fuera de sus sentidos, y elevado más de un codo resplandor del cielo. Con estas maravillas y con
en el aire, dobladas las rodillas y mirando al cielo. los milagros que obraba, sanando muchos enfer-
Ilustró el Señor á su siervo obrando muchos mos con el contacto de su cordón, de su corona
milagros por sus méritos y oraciones, y conce- ó de su rosario, creció tanto la fama de su santi-
diéndole un imperio absoluto sobre los animales dad, que llegó hasta los oídos del virrey de M é -
fieros é indómitos, singularmente sobre los toros, jico, el cual deseó verle, y pidió á los superiores
que obedecían á su voz como si fueran dotados de le hiciesen venir á su palacio; y ellos por c o m -
uso de razón. Dos circunstancias hacen ver que placerle dieron orden á su beato fuese á visitar
esto no procedía de natural docilidad, ni de algún al virrey, el cual le recibió con mucho honor, y
arte ó industria particular de Sebastián, sino de le hizo varias preguntas; pero mientras estaban
una virtud sobrenatural que Dios le había c o m u - discurriendo, Sebastián, movido de su natural
nicado. La primera era que los toros más fieros é candor, le dijo: «Vos, señor, sois muy pequeño;
indómitos, que se volvían contra sus amos y pasto- yo he conocido á vuestro padre, y era mucho más
res, luego que como inútiles y do ningún servicio alto que vos.» Y el virrey, lejos de ofenderse, ce-
eran dados de limosna á Selastián, inmediata- lebró mucho su sencillez, diciendo que era como
mente obedecían á su voz, y se sujetaban libre- se lo habían referido.
mente al yugo, como si mudando de dueño hubie- Era ya tiempo de que nuestro beato feneciese el
sen mudado de naturaleza. La otra circunstancia curso de su dilatada peregrinación y fuese á g o -
era que dichos animales le prestaron siempre una zar en el cielo de la bienaventuranza eterna, que
obediencia asombrosa, cuando los desataba del le habían merecido sus heroicas virtudes; por lo
yugo para que pudiesen pacer, pues aunque eran que, acercándose este paso, quiso Dios manifes-
muchos, llevando cuatro ó cinco pares en cada társelo anticipadamente; y Sebastián, recibida
carreta, y discurriendo todos libremente al rede- esta noticia, fué á comunicarla á sus amigos y co-
dor de los sembrados, paciendo inmediatos á nocidos, despidiéndose de ellos, diciendo que mo-
ellos, jamás causaron el menor daño á los trigos; riría dentro de pocos dias, y rogándoles encomen-
porque así se lo mandaba Sebastián, el cual, con dasen á Dios su alma, pues les juraba de su parte
su natural sencillez, cuando buscábalas limosnas que jamás se olvidaría de ellos. Hecha esta dili-
y desataba al anochecer los bueyes de las carre- gencia con sus amigos y bienhechores, volvió in-
tas, dejándoles ir libres toda la noche para que mediatamente á su convento de la Puebla de los
paciesen, encargaba al buey más viejo que cui- Angeles, donde llegó á 15 de febrero, y luego se
dase de los otros, para que no hiciesen daño á echó sobre la desnuda tierra en el patio del con-
nadie, y que á la mañana los trajese para que pu- vento, pues nunca tuvo celda propia; pero el
diesen volver prontamente á trabajar en las carre- guardián le mandó pasar á la enfermería, donde
tas. El animal obedecía tan perfectamente, que al se quedó tendido en un ángulo de la sala; mas el
amanecer se hallaba Sebastián con todos los bue- médico le hizo acostaren la cama, protestando que
yes junto á sus carretas, como que aguardaban de otro modo no cuidarla de curarle. Se ejercitó
que les pusiese el yugo para continuar el traba- Sebastián, en los días que le duró la enfermedad,
jo. Dos mujeres fueron un día á quejarse á Se- en ferventísimos actos de fe, de esperanza, de c a -
bastián de que sus bueyes habían entrado en sus ridad, de paciencia, de humildad y de todas las
sembrados: Sebastián, volviéndose á ellos, les pre- demás virtudes: tomó los remedios que le ordena-
guntó si era esto verdad, y ellos con las cabezas ron, aunque todos fueron inútiles, porque el mal
hicieron seña de que no lo era; con lo que, espan- siempre iba en aumento; por lo que se confesó
tadas las mujeres, confesaron llanamente que ha- con mucha compunción y copiosas lágrimas. D e -
bían fingido aquello para sacar de su compasión seaba también ardientemente recibir el santísimo
alguna cosa por vía de recompensa. Viático: pero no pudiendo tener este consuelo por
Esta inocencia y sencillez de Sebastián era muy causa de los continuos vómitos que padecía, le
agradable á los ángeles, los cuales varias veces llevaron los religiosos el santísimo Sacramento,
se le aparecían ayudándole en sus trabajos, ale- para que á lo menos lo adorase; lo que ejecutó con
grándole con suavísimas músicas en sus triste- tanta devoción y con un rostro tan encendido, que
zas, defendiéndole muchas veces de la nieve, de dio bien á conocer el fuego que ardía en su pe-
la lluvia y del agua, sacando sus carretas de los cho: recibió después con igual fervor la Extrema-
malos pasos, ayudándole á cargarlas cuando le unción; y mirando devotamente á una imagen de
DÍA 25 FEBRERO 481
Jesucristo que tenía en las manos, y besándola fiada de cobrar la salud por su intercesión. La
frecuentemente con mucha ternura, estaba con llevaron, en efecto, sus padres á dicha iglesia, ó
el corazón todo unido á su Dios, hasta que, faltán- hicieron que con la mano enferma tocase el r o s -
dole el aliento é invocando con el mayor fervor el tro del siervo de Dios; y luego que lo hubo tocado
adorable nombre de Jesús, plácidamente expiró advirtió que podía menear el brazo y la mano,
el día 25 de febrero del año 1600, que era el no- cosa que antes nunca había podido hacer, y den-
venta y ocho de su edad. tro de dos ó tres días quedó perfectamente sana,
Luego que falleció, su sagrado cuerpo, que con- como si jamás hubiese sido baldada, ni padecido
sumido de los trabajos y de la ancianidad estaba ningún mal en el brazo ni en la mano.
antes feo y desfigurado, se puso colorado y h e r - El segundo milagro lo obró Dios por los méri-
moso, y exhaló al mismo tiempo un suavísimo tos del beato con Diego de Méndez, niño de siete
olor, con el cual quiso manifestar Dios á los hom- á ocho años: nació éste de tal modo estropeado de
bres la virginal pureza que había conservado toda los pies, que no podía caminar ni tenerse sobre
su vida. Fueron muchos los milagros que obró el ellos, porque los tenía monstruosamente vueltos
Señor por intercesión de su siervo antes de dar se- y contra la natural estructura. Sus padres Anto-
pultura á su cadáver; pero nosotros, deseosos de nio Méndez ó Inés Vázquez sentían mucho aque-
la brevedad, sólo referiremos el siguiente: lla desgracia de su hijo; pero acordándose de
En el dia en que se fué enfermo á su convento, haber oído los milagros que Dios obraba por la in
pasando delante de la casa de cierta señora, pidió tercesión de su siervo Sebastián de Aparicio, fue-
á la criada un poco de agua, la cual se la dio en ron con todos los de su casa á visitar su sepulcro,
un vaso que usaba su señora, que se hallaba pre- llevándole una ofrenda de cera, dejando entre-
sente; la cual cobró tal aborrecimiento á aquel tanto cerrado en casa al niño Diego con sólo un
vaso por haber bebido en él un hombre tan viejo, niño de pecho; y mientras estaban orando ante el
enfermo y fastidioso como era Sebastián, que lo sepulcro del siervo de Dios, suplicándole alcanza-
arrojó desde luego por la ventana al patio de la se del Señor la salud para su hijo, vio el niño
casa. Pero oyendo después los milagros que Diego que se acercaba hacia su cama un religio-
Dios obraba por intercesión de Sebastián, y so vestido del hábito de san Francisco, el cual,
la estimación que todos hacían de sus reli- sin decirle cosa alguna, se paró algún tiempo á
quias, fué al patio á recoger los pedazos de dicho su presencia con el rosario en la mano con que
vaso para conservarlos por reliquias, y halló el hacía oración, y después de improviso desapare-
vaso, que era de vidrio, no sólo entero y sin la me- ció. A esta aparición, el niño Diego, lejos de e s -
nor lesión, sino que halló también que una blan- pantarse, sintió inundarse su corazón de un inte-
ca y olorosísima azucena salia de aquella parte del rior consuelo, y así que llegaron sus padres á
vaso á q u e habían tocado los labios del siervo de casa les contó lo que había sucedido: ellos pensa-
Dios; por lo que, llena de asombro, ella misma ron luego que era el beato Sebastián, que había
llevó el vaso al convento, para que se conservase venido á darle la salud, y no se engañaron, por-
entre otras reliquias. que el niño desde aquel punto empezó á mejorar
Beatificó al siervo de Dios nuestro santísimo notablemente y á enderezar sus pies, de modo que
padre Pío VI en el año de 1789, habiendo antes deniro de pocos días se halló perfectamente sano,
aprobado á este fin los dos milagros siguientes: como si en ellos no hubiese tenido jamás la más
El primero acaeció en la Puebla de los Ángeles mínima imperfección. Llevaron después los pa-
con Agustina de Nava, hija de D. Martín de Nava, dres al niño á la iglesia de San Francisco, el cual,
niña de nueve años, la cual había nacido de tal visitando todos los altares y las sagradas i m á g e -
modo estropeada y baldada del brazo y de la mano nes, en ninguna reconoció la semejanza del reli-
siniestra, que no podía abrirla ni cerrarla sino gioso que se le había aparecido; pero llegando al
ayudándose de la otra; ni podía hacer con ella ac- altar de San Francisco, donde se hallaba una ima-
ción alguna, ni levantar algún peso, por ligero que gen de relieve del beato san Sebastián, dijo desde
fuese; del mismo modo tenía tan baldado el brazo, luego á su madre que aquél era puntualmente el
que no podía hacer de él ningún uso ni aun m o - religioso de quien había sido visitado; con lo que
verle: como este impedimento provenía de un vi- quedó plenamente comprobado que el beato S e -
cio orgánico y de la mala estructura del brazo con bastián de Aparicio era el que había obrado aquel
que había nacido, se creyó del todo incurable, por milagro.
lo que sus padres no cuidaron de hacerle aplicar
medicamento alguno. Pero habiendo oído la niña SAN VALERIO, CONFESOR.-Uno de los muchos san-
los milagros que Dios hacía por los méritos de su tos que ilustraron con sus prodigiosas vidas la
siervo Sebastián de Aparicio, pidió á sus padres provincia del Vierzo, fué san Valerio, tan célebre
que la llevasen á la iglesia de San Francisco, con- por sus heroicas virtudes como por la invicta pa-
TOMO I 61
482 LA LEYENDA DE ORO DÍA 25
ciencia con que sufrió las más violentas persecu- se retiró Valerio, y añadiéndose á esto el no poder
ciones que le ocasionaron sus émulos. Nació Va- tolerar la ausencia de aquel á quien veneraban co-
lerio en el territorio de Astorga, y educado desde mo padre espiritual, en el que tenían todo su con-
la cuna en el seno de la religión cristiana, siguió suelo, le obligaron con sus incesantes súplicas á
fielmente todas sus piadosas máximas, arreglan- que se estableciese en una heredad llamada Ebro-
do sus costumbres con el espíritu de la ley santa nato, en la que le erigieron un oratorio, donde
de Dios, cuyo santo temor quedó grabado en su concurrían á visitarle y á oir sus saludables i n s -
pecho desde que se despertó en él la luz de la r a - trucciones. Pareció al siervo de Dios que tendría
zón. Conoció en su juventud los peligros á que allí quietud para dedicarse á la oración y á la lec-
están expuestos los hombres entre el tumulto de tura sagrada, que eran los principales objetos de
los mundanos, y como sus deseos no eran otros todas sus atenciones; pero como el Señor quería
que atender únicamente al importante negocio de acrisolar más su virtud, permitió que le sobrevi-
su eterna salvación, resolvió buscar asilo á su niese otra persecución más cruel que la antece-
inocencia en el retiro de algún claustro religioso. dente. Incitó el demonio á Racimino, dueño de la
Puso la mira en el monasterio de Compludo, fun- heredad de Ebronato, para que despojase del ora-
dado por san Fructuoso, arzobispo que fué de torio al santo bajo el pretexto de construir en ella
Braga, floreciente por entonces en más activo fer- una parroquia en la que se celebrasen los oficios
vor de la observancia religiosa; pero no teniendo divinos; hízolo así, pero antes de ver concluida la
efecto su entrada por algunos impedimentos que fábrica, le castigó el cielo con una muerte d e s -
ocurrieron, resignándose el ilustre joven con la graciada en pena de su atentado. Nombróse por
voluntad de Dios que así lo disponía para que bri- sacerdote de aquella iglesia un presbítero llamado
llase su inalterable paciencia, se retiró á una er- Justo, que sólo tenía de tal el nombre, pero no
mita contigua al castillo llamado de la Piedra, en las obras, el que persiguió al siervo de Dios en
el obispado de Astorga, con firme resolución de términos, que no satisfecho con haberle reducido
seguir en aquel lugar solitario el tenor de vida á la última miseria, ni aun le permitía que tuviese
que observaron los más rígidos anacoretas. Con algún lugar donde recogerse. Compadecido un diá-
efecto: su silencio, su oración, su ayuno, su a b s - cono de la desdicha y de la miserable constitución
tinencia, y sus penitencias asombrosas renovaron del santo, hizo cuanto fué posible para reconciliar
las espantosas imágenes de mortificación oídas á Justo; y aunque éste permaneció algún tiempo
hasta entonces á los más famosos solitarios. al parecer amigo, lleno de envidia al ver el efecto
Extendióse la fama del célebre eremita por toda y la veneración que todos profesaban á Valerio, no
aquella región, y atraídas del buen olor de su contento con las muchas injurias y con los malos
eminente virtud las gentes de la comarca, comen- tratamientos que le hizo padecer, llegó su tenaci-
zaron á frecuentar su oratorio con el objeto de dad al extremo de ponerle las manos; pero sin
disfrutar su santa conversación y sus saludables que se le oyese al siervo de Dios la más mínima
consejos, en agradecimiento de lo cual le ofrecían expresión de queja, ni de resentimiento, cuyos
abundantes limosnas, para que se mantuviese ó insultos cesaron por la confiscación que se hizo
invirtiese en socorro de muchos pobres que con- de orden del rey en la heredad de Ebronato, en
currían á visitarle. Estaba la ermita á cargo de virtud de la cual quedó extinguida la parroquia
cierto clérigo llamado Flayno, cuya obligación no enteramente.
le excitó á tener el más mínimo cuidado de ella, Corrían veinte años de persecución contra Va-
hasta que vio la multitud de ofrendas que daban lerio, y hallándose ya muy anciano y muy débil,
los fieles á Valerio. Quiso apoderarse de estas comenzó de nuevo á buscar algún lugar donde
piadosas contribuciones, y no teniendo título al- establecerse. Recurrió á Dios con fervorosas ora-
guno legítimo para apropiárselas, comenzó á per- ciones para que se dignase declararle dónde era
seguir al santo de tal suerte, que le fué preciso su voluntad que permaneciese. Oyó el Señor con
abandonar el oratorio para no dar motivo á la agrado las humildes súplicas de su siervo, y le
desenfrenada codicia del avaro sacerdote. Retiróse inspiró que se retirase al desierto del Vierzo,
á una espantosa soledad; pero ni allí le dejó quie- donde san Fructuoso había edificado su oratorio
to Flayno, teniendo la osadía de quitarle los libros bajo la advocación del apóstol san Pedro. Siguió
que había escrito por su propia mano á pretexto el santo varón la inspiración divina inmediata-
de que pertenecían á s u iglesia. mente, y limpiando las malezas con que se halla-
Sintieron en el alma las gentes de aquellas mon- ba cubierto y afeado aquel sitio venerable, en que
tañas la injusta persecución que causaba al santo habitó uno de los héroes más ilustres de la n a -
el mal sacerdote, los insultos y los malos trata- ción, resolvió pasar el resto de su vida en aquella
mientos que le hacían los ladrones que se refu- espantosa soledad. Cuando se vio en lugar tan se-
giaban entre las malezas del espeso monte donde parado de todo comercio humano se sintió mucho
DÍA 25 FEBRERO 483
más encendido en el amor á los ejercicios eremíti- principalmente su atención la oratoria, la filosofía
cos, y desde aquel punto no tuvo otra ocupación y la medicina, distinguiéndose tanto en esta última
que dedicarse á la contemplación de las grande- que fué considerado el primer hombre de su siglo.
zas de Dios, gastando en oración los días y las En la ciudad de Constantinopla fué donde se per-
noches. Causan admiración los artificios de que feccionó en dicha facultad, pero no quiso estable-
se valió el demonio para separarle de su buen cerse en la mencionada ciudad, por más que se lo
propósito; pero de todos le libró su humildad, su rogara el emperador y el pueblo todo. Después de
frecuente recurso á la oración y á la penitencia, algún tiempo Cesario fué llamado á Constantinopla
triunfando con estas armas de todos los más fuer- por Juliano el Apóstata, quien no sólo le nombró
tes combates del infierno, y de no pocos hombres su primer médico, sino que á más le honró sobre-
malévolos que procuraron inquietarle. manera, y no quiso fuese comprendido en los va-
Libre Valerio de tan violentas persecuciones, se rios edictos que había publicado contra los cristia-
entregó á los excesos de su fervor y al rigor de nos. El emperador, áfin de atraerleásí, y obligar-
una mortificación sin límites; pero el Señor en- le á seguir sus ideas gentílicas, se valió de todos
dulzaba maravillosamente sus asperezas con e x - los artificios; mas Cesario resistió siempre á sus
quisitos consuelos. Esparcióse la fama de la emi- insinuaciones, hasta que á instancia de sus padres
nente virtud del ilustre eremita por toda la región y hermano, que lo era san Gregorio Nacianceno,
de Galicia y de Asturias; y queriendo Isidoro, renunció sus plazas en la corte, prefiriendo á ella
obispo de Astorga, que brillase aquella antorcha el retiro y la soledad. A más de las honrosas dis-
escondida en una de las más célebres asambleas tinciones de que le colmó Joviano, Valente le hizo
del reino, le instó para que le acompañase al con- tesorero de su patrimonio privado y también de
cilio que se celebraba en Toledo. Excusóse el h u - Bitinia. En este punto ocurrió un gran terremoto,
milde solitario, mirando con aversión toda gloria en el año 368, y salvado milagrosamente de él,
vana; pero insistiendo el obispo con tenacidad en movióle esto á despreciar enteramente los bienes
su empeño, quedó libre de él con la muerte que del mundo, y muriendo poco después, el año s i -
sobrevino á aquel prelado. guiente, legó todas sus riquezas á los pobres que
Quiso Valerio no tener ocioso el menor instan- amaba extraordinariamente. Así los griegos como
te del tiempo; y así, el que le sobraba de sus san- los romanos celebraban la memoria de este santo,
tos ejercicios, lo dedicaba á las tareas literarias aunque en distintos días.
con que recreaba su entendimiento. En estas e s -
cribió una carta llena de instrucción y de saluda- SAN FÉLIX, PAPA.—Este santo pontífice, tercero de
bles máximas á los monjes del Vierzo, la vida de este nombre, natural de Roma, y bisabuelo de
san Fructuoso, la de una ilustre religiosa, llama- san Gregorio el Grande, fué elegido después de
da Echeria, la historia del abad Donadeo, los m i - san Simplicio, en el año 483. Empezó su pontifi-
lagros y revelaciones de los monjes Máximo y cado por rechazar el edicto de unión publicado
Bonelo, y de un criado de san Fructuoso; cuyos por el emperador Zenón, y excomulgó á todos los
escritos se conservan en la santa iglesia de Ovie- que lo recibían. Pronunció sentencias de anate-
do y en el monasterio de Carrazedo. ma y deposición contra Acacio de Constantinopla,
Finalmente, quiso el Señor premiar los grandes por no querer obedecer á las órdenes que le había
trabajos de su fidelísimo siervo, y cargado de días dado de no comunicar con Pedro Monje, hereje
y de merecimientos, le llevó á gozar de su visión ya excomulgado. Este papa congregó un concilio
beatífica en el día 25 de febrero, á fines del s i - en Roma en el año 487, para tratar de la recon-
glo VII. Dióse sepultura á su venerable cuerpo con ciliación de los que se habían dejado rebautizar
el honor que era debido á su eminente virtud, y en África, durante la persecución. Fué muy res-
es uno de los que se conservan en las urnas que petado de Atalarico, rey de los godos, por su vir-
están colocadas en el altar mayor de la iglesia del tud y su celo pastoral, y obtuvo de este mismo
monasterio de San Pedro de los Montes, que fué rey, aunque arriano, algunas gracias y muchos
antes del orden de san Benito, y hoy de la refor- actos de justicia. Por fin, después de una vida
ma del Cister, cerca de Ponferrada, pueblo de la santa, murió también santamente en el mes de
provincia de Galicia: en cuyos depósitos no acos- febrero del año 492.
tumbraban los monjes poner otras reliquias sino
las de aquellos ilustres varones que morían en LOS SANTOS DONATO, JUSTO, IRENE Ó IRENA, Y COMPAÑE-
opinión de santos, en la que es tenido y venerado ROS MÁRTIRES.—Fueron martirizados en África el
san Valerio. año 249.

SAN CESARIO.—El deseo de saber condujo á este SAN TARACIO, OBISPO Y PATRIARCA DE CONSTANTINOPLA,
santo á Alejandría, y entre las ciencias llamáronle —Era lego y secretario del palacio imperial,
484 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 26
cuando fué elegido contra su voluntad, por haber- todo obedecen: y supuesto que ya sabéis que éste
le designado para sucederle su antesucesor antes es Néstor su obispo, importa armarnos contra
de morir. Fué consagrado el día de Navidad del él.» Tuvo Néstor noticia de este consejo y de lo
año 784, y en 785 envió sus cartas sinódicas al que en él se trató, y así aconsejó á sus ovejas que
papa Adriano, que le recibió á la comunión. En procurasen guardarse de los lobos y se escondie-
787 asistió al séptimo concilio general, congre- sen; pero él no tomó el consejo para sí, antes
gado á sus instancias, y después de los legados como valeroso y fuerte capitán esperó en su m i s -
del papa, ocupó él el primer lugar. En el año 795 ma casa, cara á cara al enemigo, puesto siempre
se opuso al emperador Constantino V, que quería en oración, en que pedía á Dios por la salud, paz
repudiar á María su esposa, para casarse con su y perseverancia constante en la fe de su rebaño.
concubina Teodora, y habiéndose celebrado s e - Vinieron á su casa y la sitiaron sus enemigos,
cretamente estas bodas, el patriarca al principio acompañados de gran turba, y llegando uno á la
disimuló; pero al fin habló contra ellas, y su con- puerta, con grandes voces llamaba á Néstor, y el
ducta le acarreó terribles persecuciones, que s o - santo, puesto en oración, no respondía, y uno de
brellevó con admirable fortaleza. Murió Taracio la casa le avisó que le buscaban. Acabó su ora-
santamente el día 25 de febrero del año 806. ción, y sin turbarse salió á recibirlos, que ya sa-
bía le venían á prender; pero causó á toda aquella
SAN AYERTANO,—Nació en Francia de padres po- infiel canalla tanta veneración su vista, que to-
bres, pero cristianos, que lo educaron en la virtud dos, corteses y humildes, la rodilla por tierra, le
y en las letras. A la edad de quince años tuvo adoraron y veneraron como cosa sagrada. V i é n -
una visión del cielo y tomó el hábito en la religión dolos así el varón fuerte, les dijo con ternura y
de carmelitas descalzos, en la cual fué modelo de afecto de padre: «Y pues, hijos queridos, ¿qué
humildad, verdadera pobreza y fervorosa caridad queréis? ¿A qué venís?» «Toda la corte, respon-
con el prójimo, muriendo en medio de los apesta- dieron, te llama.» Y entonces, sin hablar palabra,
dos en Luca, en el siglo XVI. haciéndose la señal de la cruz en la frente, los
siguió alegre y risueño en nombre de Jesucristo.
Dia 36 Llegaron al consistorio y fué cosa maravillosa
ver, que siendo preso como reo, toda la curia se
SAN NÉSTOR, OBISPO Y MÁRTIR—En aquel tiempo que levantó, y descubiertos todos, como si entrara su
el tirano Decio con infames edictos perseguía la rey y señor, le saludaron y veneraron. El santo
Iglesia de Dios, mandando que todos aquellos que obispo les dijo humilde: «Dios os perdone. Y ¿por
no sacrificasen á los impuros espíritus da los de- qué así me tratáis?» «Tu dignidad, tu conversa-
monios en sus falsos dioses, fuesen cruelmente ción, vida y trato honesto merecen honra tanta.»
atormentados y muertos, residía en Pergén, ciu- Y con esto le hicieron sentar en un trono real y
dad de Pamfilia, Néstor, obispo de ella, hombre magnífico, y ellos se sentaron en sus sillas y ban-
de vida inocente, religiosa y santísima; tanto, cos. «Bastan los honores que me habéis hecho,
que el mismo Irenarco, que era juez ordinario de dijo Néstor: resta saber que es lo que de mí q u e -
aquella ciudad, era freno, terror y respeto. Era réis ahora.» Entonces Irenarco dijo: «¿Has oído,
presidente de Pamfilia Polión, el cual quería con señor, el edicto del emperador?» «No conozqo ni
su fiereza obligar á los cristianos á contaminarse sé más edicto, respondió Néstor, de otro empera-
con los inmundos sacrificios de sus ídolos, obli- dor, que del supremo Dios.» «Si tú, dice Irenarco,
gándolos y compeliéndolos á que comiesen de las vienes bien en lo que te decimos, nos excusarás
carnes inmoladas á ellos. Enfurecióse contra los el ponerte en el tribunal del juez.» «Yo, dice Nés-
que resistían á tan inicuo precepto, prendiendo á tor, no vengo bien, sino en sólo obedecer á Jesu-
unos, y á otros quitando las vidas, como experi- cristo, ni en mí hay más voluntad que la suya.»
mentaron Papías, Diodoro, Comnón y Claudio, que «Tú, dijo Irenarco, estás endemoniado.» «¡Ojalá
gloriosamente las perdieron para lo temporal, ga- vosotros, dijo Néstor, estuvieseis libres de los
nándolas para lo eterno por conservar inmacu- demonios y no adorarais demonios!»
lada la fe de Jesucristo. «¡Oh hombre atrevido!, dijo Irenarco furioso en-
Ocupábase Néstor de día y de noche, mientras tonces. ¿Así te atreves á llamar demonios á n u e s -
esto así pasaba, en rogar y pedir al inmaculado tros dioses?» «No sólo, dijo el santo, los llamo de-
esposo de las almas Jesús y pastor divino, fuese monios, sino es que lo son, y ellos mismos lo con-
servido de mirar por su rebaño, pues estaba á su fiesan.» «Pues yo haré, dijo más furioso Irenarco,
cuidado. Irenarco á este tiempo juntó su consejo que el presidente Polion, á cuya presencia irás
y habló así: «Nada podremos contra estos cristia- luego, te atormente, hasta que confieses ser v e r -
nos, si primero no le quitamos la cabeza al que daderos dioses los nuestros, y no demonios como
los rige, esfuerza y anima, y á quien todos en dices.» Entonces Néstor, haciéndose la señal de
DÍA 26 FEBRERO 485
la cruz en la frente, dijo: «¡Qué! ¿Me amenazas con afrenta; que yo me tengo por el más feliz de los
tormentos? Yo no temo tus tormentos, ni los del mortales.»
presidente; sólo, sí, temo aquellos con que amena- La ciudad toda, que atendía al espectáculo, unos
za Cristo mi Dios.» Entonces Irenarco entregó á confusos, otros lastimados, y admirados todos, pi-
Néstor en manos de sus ministros, con orden de dieron á grandes voces al presidente que le quita-
que, llevándolo preso, lo siguiesen á él, que iba á ra ya la vida. El presidente le preguntó enionces:
Pergen. Iba siguiendo el cordero al sangriento «¿Quieres sacrificar á los dioses?» A que respon-
lobo. Sucedió en el camino un gran terremoto, y dió Néstor con una santa impaciencia: «Impío,
bajó una voz del cielo que confirmó y dio nuevo cruel, infame, hijo del demonio. ¡Qué! ¿No sólo no
ánimo á nuestro invicto mártir de Jesucristo. Los temes y reverencias el santo nombre de Dios y su
que le llevaron preso le preguntaron: «Señor obis- presencia, á quien debes el puesto de principe,
po: ¿qué trueno ó voz es ésta? ¿De dónde ha veni- que indignamente ejerces (por él reinan los reyes,
do tan gran terremoto?» «Señales de Cristo mi mandan los príncipes y los poderosos hacen j u s -
Dios,» respondió Néstor, alegre. ticia), sino es que también quieres obligarme á
Llegaron á la ciudad, y dando Irenarco cuenta mí, á que deje al verdadero Dios, Criador y Sal-
al presidente, al siguiente día, sentado Polión en vador del mundo, y adore unas estatuas de pie-
su trono, hizo traer á su presencia al mártir de dra? Córrete y afréntate ya de sólo imaginarlo.»
Cristo, y preguntóle: «Cómo te llamas?-:. «Siervo de Ya Polión no pudo oir más baldones; y así le pre-
Cristo,» respondió el santo. «No te pregunto eso, guntó furioso: «¿Tú quieres estar con nosotros ó
dijo el presidente: dime tu nombre, que quiero con tu Cristo?» Y Néstor, todo regocijado y lleno
saberle.» «Yo soy cristiano, dijo el guerrero es- de alegría, dijo: «Con Cri-to mi Dios fui siempre,
forzado, y éste es mi nombre; pero si aun deseas soy y seré.» Entonces Polión dio contra él la s e n -
saber el nombre temporal, llamóme Néstor.» «Bien tencia, diciendo: «Pues tanto quieres á tu Cristo
está, dijo el presidente; sacrifica á los inmortales crucificado debajo el poder de Poncio Pilato; yo,
dioses, ofréceles incienso, y te doy mi palabra, si por que más devoción tengas á tu Dios, te senten-
así lo haces, de escribir luego á nuestro augusto cio á que mueras como él en una cruz.» El glorio-
emperador, para que te constituya príncipe de los so mártir, alzando los ojos al cielo, dio por tal sen-
sacerdotes, y que todas las cosas estén á ti sujetas, tencia infinitas gracias á Dios, y luego al punto
para que con tantos honores y riquezas infinitas fué enclavado en una cruz; la cual le fué divina
que con ellos poseerás, vivas feliz y bienaventu- cátedra, pues desde ella predicaba y enseñaba al
rada vida por largos años.» Entonces el invicto pueblo cristiano, amonestando á todos que perse-
mártir, levantando los ojos al cielo, y signándose verasen en la fe y caridad de Cristo, y se compa-
con la cruz, dijo al presidente: «Aunque á este mi- deciesen unos de otros, para que juntamente to-
serable cuerpo le atormentes cruelísimamente, ya dos fuesen glorificados. Después, pidiendo á todos
con cadenas, ya con azotes, ya con fieras que lo los presentes á su muerte que se hincasen de r o -
despedacen, ya con otros exquisitos tormentos; dillas é hiciesen oración á Dios juntamente con él,
mientras en mí hubiere espíritu de vida, no me como todos lo hicieron, al punto que la acabaron
podrás reducir á que jamás niegue aquel divino y dijeron amén, dio su espíritu al Señor á las tres
nombre de mi Señor Jesucristo, que es sobre todo horas después de haber amanecido el día de j u e -
nombre.» Mandóle el presidente atormentar en el ves, á 26 de febrero. Escribieron su vida y mar-
ecúleo ó potro con todo rigor. tirio Beda, Usuardo, Adón en sus Martirolo-
Obedecieron los crueles ministros al cruel y gios, Sanctoro, Surio, y el Martirologio romano
bárbaro presidente, imprimiendo en los lados de año 254.
su gloriosísimo cuerpo tan profundamente las Leida con atención esta santa vida, se verá
uñas y garfios de acero, que se descubrían sus cuánta estimación y aprecio hace el sumo sacer-
santas costillas. El esforzado y valeroso campeón, dote Cristo de aquel que le sustituye en la digni-
regocijado y alegre, cantaba: «Bendeciré al Señor dad y oficio de pastor, no desdiciendo del nombre,
en todo tiempo: sus loores siempre se verán y antes si ejerciendo tan dignamente su ministerio,
oirán en mi boca.» Admirado y pasmado el pre- como Néstor hacía, pues á estos tales no permite
sidente de ver tan firme constancia y valor su Majestad soberana haya manos que se les atre-
tan estupendo, dijo: «¿No te avergüenzas, infe- van sacrilegas, si no es que aun sus mortales ene-
liz, más que cuantas criaturas son en el m u n - migos los tratan con veneración y respeto; solo
do, de poner toda tu esperanza en un hombre, llega á permitir (y esto para que acumulen méri-
que acabó con afrentosa muerte?» «Sea enhora- tos á su gran corona de gloria) les atormenten y
buena, dijo Néstor, afrenta y vergüenza mía, y de quiten la vida, permitiendo asimismo, por particu-
todos aquellos que invocan y confiesan el n o m - lar y grandísimo favor, á algunos su amada cruz:
bre de mi Señor Jesucristo, tal vergüenza y hasta aquí pueden llegar las finezas de un Dios
486 LA LEYENDA DE ORO DÍA 26
amante. Todas las experimentó Néstor, como he- SAN PORFIRIO—Nació este santo en Tesalónica, de
mos visto, de donde podemos inferir lo mucho que familia muy ilustre y opulenta, por los años 3 5 3 ,
Dios le ama, y de ahí tener una firme esperanza y fué educado en el santo temor de Dios. Pasó su
de que, valiéndonos de su intercesión, consegui- juventud en el retiro, el estudio y la oración, y á
remos de su divina Majestad cuanto le pidiéremos la edad de veinticinco años se retiró á Egipto,
para la salud de nuestras almas y mayor gloria donde enteramente se consagró al servicio de
suya. (P. Ribadeneira.) Dios, abrazando la vida religiosa en el famoso
monasterio de Sceté. En él se mantuvo cinco años,
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE, MEJICANA—Con este entregado á los rigores de una austerísima vida,
título es invocada la Reina de los ángeles en el después de los cuales marchó á visitar los santos
templo magnífico que se le ha erigido en el cerro lugares de Jerusalén, y después de esta devoción
llamado Tepeyatac, que está situado cerca de la se encerró en una gruta no distante del Jordán,
laguna mejicana. Este sitio es el mismo donde por en donde se mantuvo por espacio de otros cinco
los años de 1 5 3 1 , en 9 de diciembre, se apareció años. Desde aquí hizo vender todos sus bienes de
dicha noble Señora al indio Juan Diego, signifi- Tesalónica, y los repartió entre los pobres, que-
cándole sus deseos de ser en el mismo cerro dando él tan sumamente pobre, que se v i o obliga-
adorada, y le entregó su imagen milagrosa. La do á aprender el oficio de curtidor para ganarse
erección de este templo contribuyó en gran m a - la comida. Vivió así hasta la edad de cuarenta
nera á extender y robustecer la fe entre los meji- años, en que, noticioso el patriarca de Jerusalén
canos. de sus grandes méritos, le ordenó de sacerdote, á
pesar de la resistencia que opuso su humildad,
SAN ALEJANDRO—Ocupó la silla patriarcal de A l e - aumentando asi los resplandores de su virtud, y
jandría el año 3 1 3 , cuando la muerte de san Aqui- continuando siempre en la misma abstinencia y
las. Perfecto imitador de los apóstoles, sobresalía mortificación. Habiendo vacado por este tiempo el
en las virtudes cristianas, especialmente en amor obispado de Gaza, todos pusieron los ojos en P o r -
para con los pobres. Convencido de que para el firio, que fué consagrado obispo, destruyendo d u -
ministerio sagrado era indispensable la elección rante su pontificado las reliquias de la idolatría
de hombres de virtud, elegía únicamente aquellos que había aún en su diócesis, y convirtiendo á
que antes de entrar á ejercer tan sublime cargo muchos á la religión verdadera. A su voz caían
habían santificado sus almas retirándose del mun- por tierra los ídolos del paganismo, los enfermos
do. Durante el tiempo que ocupaba la silla patriar- quedaban curados, y se mostraban sumisos los
cal de Alejandría, se levantó aquella tan funesta elementos. Señalóse particularmente en su celo
herejía, la herejía de Arrio, de ese hombre que contra los herejes maniqueos, que habían intenta-
negaba ser el hijo de Dios consubstancial con el do inficionar su rebaño en el error. Llegado ya á
Padre. El carácter hipócrita con que se presenta- la edad de sesenta y siete años, extenuado por las
ba Arrio en los pueblos diseminando la herejía, y penitencias y consumido por el ardor de su celo,
coligado con Melecio, obispo de Licópolis, excitó expiró Porfirio dulcemente en medio de sus ovejas,
más el cuidado y celo de Alejandro, para extir- el día 2 6 de febrero del año 4 2 0 , el veinticuatro de
parla; á este fin convocó en 321 dos concilios s u - su pontificado, muriendo con el consuelo de .dejar
cesivos en Alejandría, en los cuales los padres á su ciudad casi enteramente cristiana.
condenaron y excomulgaron á Arrio y á todos sus
partidarios. Gobernaba entonces la Iglesia el papa LOS SANTOS PAPÍAS, DI0D0R0, CENÓN Ó CONÓN, Y CLAU-
san Silvestre, á quien escribió Alejandro, como DIANO,—Fueron martirizados por la fe de Jesucris-
también á todos los obispos de la Iglesia,.dándoles to en Pamfilia en el año 2 5 1 .
cuenta de la herejía de Arrio y de su condenación.
Los males que ocasionaban tales errores fueron LOS SANTOS FORTUNATO, FÉLIX, Y OTROS VEINTISIETE
causa de que el papa convocase un concilio gene- MÁRTIRES.—Derramaron su sangre por la confesión
ral, que se celebro en Nicea de Bitinia el día 19 de de la fe católica en Antioquia, el año 2 5 1 , en tiem-
junio del año 3 2 5 , asistiendo el emperador Cons- po de la persecución del emperador Decio.
tancio y trescientos diez y ocho obispos, en cuyo
concilio fué de nuevo condenada la doctrina de SAN FAUSTINIANO, OBISPO DE BOLONIL—Confirmó y
Arrio, quedando definida la divinidad del Hijo de corroboró aquella Iglesia, que estaba oprimida
Dios. Vuelto Alejandro á su diócesis continuó g o - con la persecución de Diocleciano. Asistió al c o n -
bernándola con el mismo celo que siempre, hasta cilio de Nicea, y trabajó con mucho celo contra
que lleno de méritos y virtudes descansó en el los arríanos en varias provincias de Italia. Había
Señor, el día 2 5 de febrero del año 3 2 6 , ó como sido consagrado obispo en 3 1 2 , y se cree murió
otros quieren en 3 2 8 . por los años 3 3 1 .
Dí A. 27 FEBRERO 487
SAN ANDRÉS, OBISPO DE FLORENCIA.-Vivió en el s i - eran maltratados y afligidos, y los arrianos favo-
glo V, y se le venera por una antigua tradición, recidos; y muchos por sus propios intereses, y
sin que se hayan encontrado nunca ni las actas de otros por su ceguedad y engaño, andaban desca-
su vida, ni se haya podido saber el tiempo de su rriados é inficionados de la herejía. Y el santo
nacimiento ni de su muerte. prelado Leandro, aunque acudía á todas las par-
tes necesarias, pero particularmente se desvelaba
SAN VÍCTOR.—Francés de nacimiento, d i o desde y ponía más cuidado en confirmar á los católicos
las entrañas de su madre indicios de santidad. en la fe verdadera, y resistir á los herejes y alum-
Creciendo después en la virtud y educado en cien- brarlos y reducirlos á nuestra santa religión; y
cias sagradas y profanas, estando en Arcies fué así, con su grande espíritu, letras y buena indus-
ordenado sacerdote, y se le confió el ministerio de tria, favorecido del Señor, sacó de las tinieblas y
la predicación. Desempeñó este encargo con tan errores á muchos arrianos, y de esclavos de S a -
buen éxito, que de todas partes concurrían cris- tanás los hizo hijos de la-Iglesia católica.
tianos é infieles á oirle, y á admirar la suavidad, Hubo entre el rey Leovigildo y el príncipe de
elegancia y sabiduría de sus discursos, con los España Hermenegildo, su hijo, muchos y muy
cuales se atraía los corazones y ganaba infinidad grandes disgustos y contiendas por causa de la
de almas para Jesucristo. San Bernardo ha dejado religión; porque el príncipe, por inspiración de
escritas en sus obras las glorias de Víctor; en ellas Dios, y por consejo y persuasión de san Leandro,
le propone á los fieles como modelo de todas las había dejado la secta arriana y declarádose por
virtudes. Floreció este santo en el siglo VI ó VII, fiel católico, con determinación de morir por ello
según Bollandos, y su memoria ha sido célebre si fuese menester; lo cual llevaba mal el rey su
por los muchos milagros que ha obrado el Señor padre. Vino el negocio á tanto rompimiento, que
por su intercesión. el reino se dividió en dos bandos, de católicos y
herejes; los católicos seguían al príncipe como á
SAN TALILEO, ANACORETA Y C O N F E S O R . - P a s ó sesenta su caudillo y cabeza, y los herejes á Leovigildo
años en los desiertos de Siria. como á su rey y señor. Los católicos, aunque
eran muchos y tenían mejor causa, eran menos
SAN ALNOTH, ANACORETA Y CONFESOR-Bollandos le poderosos y no podían contrastar con la potencia
menciona. del tirano rey. Para buscar fuera del reino las
fuerzas que no tenían en él, enviaron á san Lean-
Día dro á Constantinopla á suplicar al emperador T i -
berio, que era católico, que favoreciese la causa
SAN LEANDRO, ARZOBISPO DE SEVILLA Y CONFESOR — de los católicos y les enviase á España algún
San Leandro, arzobispo de Sevilla, fué hijo de buen número de soldados para resistir á los here-
Severiano, hombre principal y de gran linaje en jes arrianos y defender la causa del Señor. Hizo
Cartagena. Tuvo por hermanos á Fulgencio, obis- esta jornada san Leandro tan larga y tan trabajo-
po de Ecija, á Isidoro, que le sucedió en la iglesia sa, por no faltar un punto á negocio tan impor-
de Sevilla, y á Florentina, abadesa, madre y maes- tante y tan deseado, y pedido del príncipe Herme-
tra de muchas monjas y vírgenes dedicadas al Se- negildo y de todos los fieles de España. Llegado á
ñor. Todos los hermanos fueron santos, y por tales Constantinopla, tuvo allí amistad con san Grego-
los celebra la Iglesia católica; y san Leandro, que rio, que después fué papa, y á la sazón era diáco-
era el mayor de todos, santísimo. Desde niño se no y cardenal y legado de Pelagio II, su pre-
d i o á la virtud y letras, y fué varón en su tiempo decesor, de quien había sido enviado al mismo
tenido por de grande elocuencia, y de tan buenas emperador Tiberio por algunos negocios univer-
razones y tan eficaces, que fácilmente persuadía sales de la santa Iglesia. Y como san Gregorio y
lo que quería. D i o libelo de repudio al m u n - san Leandro, en la vida y en la doctrina y en sus
do y á sus gustos y vanidades, tomando el hábito intentos eran tan parecidos y tan santos, trabaron
de san Benito en un monasterio de Sevilla, donde una estrecha y hermanable amistad entre si, que
resplandeció tanto con su santa vida y doctrina, les duró toda la vida, como adelante se dirá. No
que siendo muerto el arzobispo de aquella ciudad, pudo el emperador Tiberio enviar á España en fa-
por común consentimiento de los eclesiásticos y vor de los católicos todas las fuerzas que eran me-
seglares, fué puesto en aquella dignidad, en la nester, aunque se entiende que envió algunas; y
cual hizo oficio de santísimo y vigilantísimo pas- así, para esto fué de poco efecto la ida de san Lean-
tor, con grande entereza y maravillosa prudencia dro á Constantinopla, en donde se halló en un con-
y solícito cuidado. Reinaba en aquella sazón en ciliode obispos que se celebraba en aquella ciudad.
España Leovigildo, rey godo y hereje arriano y Volvió á España el santo prelado, y la guerra e n -
enemigo de los católicos, los cuales á esta sazón tre el rey Leovigildo y el príncipe Hermenegildo,
488 LA LEYENDA DE ORO DÍA 27
su hijo, se encendió más y llegó á tal extremo, esperanza de salud, abjuró la impiedad arriana y
que desamparado el príncipe de los suyos y ven- volvió su ánimo á la verdad católica, y que en
dido de los soldados romanos, vino á manos de su particular con Recaredo, su hijo y sucesor, trató
padre, que le encarceló y cargó de duras prisio- cosas en su favor, encargándole que tuviese en
nes, y finalmente le hizo matar por no haber que- lugar de padres á Leandro y Fulgencio, á los cua-
rido el día de Pascua comulgar por mano de un les mandó en su testamento alzar el destierro. Y
obispo arriano, que su padre le había enviado á la aun san Gregorio Magno refiere que antes que
cárcel. De esta manera el glorioso príncipe fué muriese encargó mucho á san Leandro (que debió
coronado de martirio por nuestra santa fe católica, de venir á esta sazón) que tuviese gran cuidado de
como lo decimos en su vida á los 13 de abril. Que- Recaredo su hijo, para que fuese semejante á Her-
dó el cruel padre muy contento con la muerte de menegildo su hermano. Pero añade san Gregorio,
su hijo, por parecerle que se había vengado de él, que el rey, por acomodarse al tiempo y por miedo
y asegurado su reino y su falsa religión, quitando de sus vasallos, no abrazó la verdad católica con
á los católicos tan principal capitán y cabeza, y las obras como la conocía con el corazón; y así mu-
habiéndolos amedrentado con tan riguroso castigo rió sin esperanza de salud. Con esta amonestación,
de su propio hijo. Pero como el mal siempe crece que el rey su padre hizo al rey Recaredo, él, alen-
y un pecado trae á otro, no se contentó el rey con tado con el espíritu del cielo, que el Señor le
lo que había hecho, antes comenzó á perseguir enviaba por intercesión de su hermano Hermene-
con mayor furia y braveza á la Iglesia católica, y gildo, se entregó á san Leandro, de manera que en
maltratar y desterrar de España á los obispos y las cosas públicas y particulares se gobernaba por
prelados santos que la defendían, y entre ellos su parecer, y especialmente en las que tocaban á
principalmente á san Leandro y san Fulgencio, su la salud de su alma y á la verdad de nuestra santa
hermano, como personas tan eminentes y que ha- fe; la cual, imitando más á la piedad de su herma-
bían favorecido al príncipe su hijo. Apoderóse el no que á la perfidia de su padre, abrazó con tanta
avariento rey de las rentas de las iglesias, sin al- sinceridad y afecto, que no solamente él se hizo
guna resistencia; derogó los privilegios de los ecle- católico, sino que procuró que lo fuese todo su
siásticos, y dio la muerte á muchos hombres prin- reino, y que la nación de los godos, que hasta allí
cipales, de cuyos bienes enriqueció el patrimonio había estado inficionada con su pestilencia de la
real. Siendo, pues, desterrado de España el santo herejía arriana, toda se convirtiese, y viese y s i -
pontífice Leandro, no por eso dejó las armas ni de guiere la luz de la religión católica. Para esto, por
pelear contra los arríanos, como soldado valeroso consejo de san Leandro, hizo juntar un concilio
del Señor. Escribió dos libros contra sus errores, nacional, que fué el tercero toledano, en el cual
é hizolos publicar por España; y otro en que r e s - se halló san Leandro y aun presidió en él (como
ponde á sus objeciones. Escribió también un tra- dice san Isidoro su hermano, Lucas de Tuy y el
tado á santa Floreniiua, su hermana, en el cual cardenal Bironio), corno legado de la sede apostó-
alaba en gran manera la virginidad, y él enseña lica. El concilio se celebró con gran paz y confor-
la forma que había de tener en gobernar á sus midad, y el rey se mostró piadosísimo y celosísimo
monjas. No se olvidó nuestro Señor en este tiem- de la fe católica; la cual abrazaron umversalmente
po de su Iglesia; antes por los merecimientos y todos los obispos, grandes del reino y señores g o -
por la sangre de su glorioso mártir san Hermene- dos; y san Leandro hizo una grave, docta y e l e -
gildo, que habia antes querido perder el reino y gante oración, alabando á nuestro Señor por las
la vida que no su fe, cuando la tempestad estaba mercedes que había hecho aquel día á toda a q u e -
en su punto, y más brava y furiosa, y parecía que lla nación, al reino de España y á toda su Iglesia
había de durar, mandó cesar á los vientos, y s o - católica, en haber traído á su gremio y puerto de
segarse el mar, y serenarle el cielo, y convertirse salud á tantos hijos perdidos y sumidos en el abis-
en bonanza y tranquilidad aquella horrible y e s - mo de sus errores; y declarando las causas que
pantosa tormenta. Comenzó el rey Leovigildo á había de alegría y júbilo de su corazón, y junta-
reconocer su pecado y la crueldad con que le ha- mente que siempre la santa Iglesia creció con tra-
bía quitado la vida á su hijo primogénito y here- bajos y persecuciones, y que después de la tempes-
dero de su reino. Para lo cual (entre otras cosas) tad se sigue la bonanza, y tras la noche viene el
le ayudaron algunos milagros que nuestro Señor día. Y fué tanto lo que san Leandro trabajó en
obró en aquel mismo tiempo, así cerca del cuerpo este negocio tan importante y de tanta gloria de
del santo mártir, como en otras cosas, en testimo- Dios, que mereció por esta conversión ser llamado
nio de la verdad de la fe católica. Ayudóle también apóstol de los godos, y san Gregorio papa le escri-
una enfermedad que le dio, de la cual falleció en be una carta dándole el parabién de tan dichoso y
Toledo el año 886. Y hay autores que afirman que feliz suceso, en la cual declara el gozo incompara-
al fin de la vida, estando en la cama enfermo sin ble que había recibido, porque el rey Recaredo se
DÍA 27 FEBRERO 489
hubiese tan de veras convertido á nuestra santa dice (y debe ser así) que le envió una imagen de
religión, y le encarga que le amoneste y exhorte nuestra Señora, y que es la que en Guadalupe es
á mostrar con la santa vida la santa fe que había tenida en tanta reverencia, y frecuentada del
recibido y profesaba. Porque, como dijimos arri- concurso de tantas gentes que vienen en romería
ba, entre estos dos santísimos varones, Gregorio á aquella santa casa, para hacer gracias al Señor
y Leandro, puso nuestro Señor un amor muy e n - por las continuas mercedes que por intercesión
trañable, y una amistad digna de tan altos ó insig- de su benditísima Madre reciben. Habiendo, pues,
nes varones; la cual comenzó en Constantinopla, san Leandro dado tan bienaventurado fin á un
en donde la primera vez se conocieron; y se trabó negocio de tanta entidad, como fué la conversión
entre ellos de manera, que á petición de san Lean- á nuestra santa fe de los godos, y orden y concier-
dro, san Gregorio escribió los libros admirables to para la reformación de las iglesias, se fué á la
de los Morales sobre Job, y los dedicó y envió al suya de Sevilla para atender al gobierno de ella y
mismo san Leandro. Y también le envió un libro aparejarse á morir, y dar cuenta del rebaño que
que llamó Pastoral, y en el principio de su ponti- el Señor le había encomendado. Estando en ella,
ficado había escrito á Juan, obispo de Ravena. Y y haciendo oficio de santo prelado, afligiendo su
se escribían entre sí muchas veces amigablemen- cuerpo con ayunos y penitencias, regalando su
te, y de las mismas epístolas que le escribe san espíritu con la oración y estudio de la sagrada
Gregorio se saca bien la estima que tenía de la Escritura, remediando los pobres, encaminando á
santidad y persona de san Leandro; porque en los ricos, y exhortando á todos á la virtud, siendo
una de ellas le dice estas palabras: «Recibí la epís- ya de ochenta ó más años, y queriéndole nuestro
tola de vuestra santidad, escrita con la pluma de Señor dar el premio de sus grandes y fructuosos
la caridad. Del corazón tomó la lengua lo que e s - trabajos, le vino una enfermedad, de la cual murió
cribió con la pluma. Estaban presentes cuando se á los 13 de marzo, por los años del Señor de 603.
leyó vuestra carta algunos varones buenos y s a - Fué sepultado su cuerpo en la iglesia de las santas
bios, y comenzaron luego á enternecerse y c o m - vírgenes Justa y Rufina. El Martirologio romano
pungirse en sólo oiría leer, y cada uno con amor hace mención de san Leandro á 27 de febrero, y
y afección os ponía en su corazón, porque le pare- escriben de él los Martirologios de Beda, Usuardo,
cía no oir, sino ver la dulzura del vuestro. Todos Adón, y el cardenal Baronio en sus Anotaciones
se encendían y cada uno se maravillaba, y en el y en el séptimo y octavo tomo de sus A nales, y Tri-
fuego de los oyentes se mostraban bien las llamas temio le cuenta entre los varones ilustres de la
que ardían en el pecho del que hablaba; porque orden de san Benito.
ninguno puede inflamar á otro si él no arde prime- (P. Ribadeneira.)
ro en sí. Y de aquí sacamos cuan grande haya
sido vuestra caridad, pues pudo emprender tan SAN BALDOMERO.—Este santo, que fué subdiácono
gran fuego en los otros. No conocían vuestra vida, de la iglesia de Lion, y á quien se llama por otro
de la cual yo siempre me acuerdo con gran v e n e - nombre Galmiero, ejercía el oficio de cerrajero
ración; mas la alteza de vuestro corazón muy en Lion de Francia. Extremada era la pobreza en
bien se echaba de ver en la humildad de vuestras que vivía, y si algún rato de descanso le quedaba
palabras.» Todas éstas son palabras de san Grego- después del trabajo, lejos de emplearlo en pasa-
rio, y después se encomienda en las oraciones de tiempos, los ocupaba en santificar su alma por
san Leandro, y le dice: «Yo me hallo medio a h o - medio de la lectura y oración. Profesaba tal cari-
gado entre las ondas, y busco vuestra intercesión ño á los pobres, que todo el dinero que ganaba del
como tabla para escaparme; para que ya que no trabajo lo distribuía entre ellos, llegando hasta el
merecí como rico llegar con la nave entera á sal- caso de darles muchas veces los mismos instru-
vamento, á lo menos después de haber recibido el mentos de su oficio. Era tanto su amor á Dios, que
daño, vuelva á la ribera asido á la tabla.» Pade- siempre lo alababa é inducía á los demás á que
cía san Leandro dolores de gota, y para consolar- así lo hicieran, diciéndoles: «En el nombre del Se-
le le dice san Gregorio: «Escríbeme vuestra santi- ñor demos siempre gracias á Dios.» Todos admi-
dad que la gota le aflige, y yo tengo tan continuos raban su devoción y compostura en la iglesia, y
dolores de ella, que estoy muy debilitado y casi en especial el abad de San Justo, llamado Vicente,
consumido; pero fácilmente nos consolaremos, si después arzobispo de Lion, como también el gran
entre los azotes de Dios nos acordáremos de nues- fondo de religión que se notaba en sus conver-
tros pecados, y entendiéremos que no son azotes, saciones. El dicho abad le proporcionó el poder
sino dones del Señor, para que paguemos los d e - habitar una celda en su monasterio, en donde re-
leites de la carne con dolores de la carne.» Todo tirado se ocupó en los más santos y austeros ejer-
esto es de san Gregorio, escribiendo á san Lean- cicios. Murió en la ciudad de Lion el año 650, y el
dro, al cual envió el palio; y aun comúnmente se Señor quiso manifestar la santidad de su siervo
TOMO i
62
490 LA LEYENDA DE ORO DÍA 28
por los muchos milagros que obrara por su i n - do en sus tiernos años más cabida el resistir á la
tercesión. Sus santas cenizas fueron profanadas voluntad de sus padres y conservarse virgen, p a -
por los hugonotes en el siglo XVI y arrojadas al recióndoles que en su edad temprana no podía ha-
viento. ber resistencia, y que después tomaría el estado
que Lupicino le diese), de común voluntad, y di-
SAN JULIÁN, MÁRTIR—Padecía tanto el mal de gota, vino acuerdo, se fueron á vivir al desierto, eli-
que no podía andar ni estar en pie. Fué presen- giendo para habitación del fin de sus días un yer-
tado al juez con dos criados que le llevaban en mo en aquellas partes de León de Francia, que
una silla, de los cuales el uno negó la fe católica, participan de las amenidades del Rhin y Ródano,
y el otro, llamado EUNO, perseverando en confesar ríos célebres, de cuyos circunvecinos pueblos des-
á Jesucristo, fué envuelto con su amo en los tor- cendían. Otros tienen, que son los desiertos de
mentos. Ambos fueron montados en dos camellos, Lora, entre Borgoña y Alemania, juntos á la ciu-
paseados por toda la ciudad de Alejandría, azota- dad de Aventica. Aquí, pues, determinaron vivir
dos con manoplas, y por último fueron quemados como si fuesen dos hermanos, sin acordarse más
vivos en una grande hoguera á vista de todo el del uso del matrimonio santo, pareciendo dos á n -
pueblo de Alejandría, recibiendo la corona del geles humanos; humildes siempre y postrados en
martirio en la misma ciudad el día 27 de febrero tierra, divididos uno de otro, hacían á Dios ora-
del año 250. ción continua, sustentándose sólo de solas las raí-
ces de las yerbas que aquel yermo les tributaba:
SAN BESA.—Era soldado de los que estaban de cen- abstinencia rara y virtud grande para quien se
tinela cuando el martirio de los dos santos ante- había criado con regalos y abundancias, reducirse
riores. A vista de la constancia de los mártires se voluntariamente á tal miseria de vida. El enemi-
sintió tocado de la gracia de Dios, y habiendo r e - go común, que jamás se descuida, envidioso de
prendido á sus compañeros porque insultaban á tanta gloria como la que los benditos siervos de
aquellas víctimas, fué acusado delante del juez, y Dios gozaban en tanta paz y quietud, comenzó á
habiendo confesado que era cristiano, fué degolla- hacerles cruda guerra, tirándoles á todas horas
do poco después que los santos Julián y Euno ha- tantas piedras, que muchas veces parecían llovi-
bían expirado. das más que tiradas, de que solían salir nuestros
guerreros fuertes, maltratados y heridos casi de
LOS SANTOS ALEJANDRO, ABUNDIO, ANTÍGONO, Y FORTU- muerte, con grandísimos dolores.
NATO.—Padecieron el martirio en Roma en tiempo Llegó á tal extremo la cruel molestia de los
del emperador Diocleciano. Sus reliquias se con- infernales espíritus, que nuestros valerosos cam-
servan en Bolonia en el colegio de las Escuelas peones, como poco experimentados en semejan-
Pías. tes batallas, comenzaron á flaquear, y finalmente
resolvieron volver del todo la espalda al enemigo,
LOS SANTOS BASILIO, Y PR0C0PI0.—Fueron naturales como lo hicieron, dejándole vanaglorioso con el
de Decápolis, y monjes en Constantinopla en el triunfo. Mas poco les duró el contento, porque
reinado de León Isauro. Cuando este príncipe se apenas hubieron caminado pocas millas, con re-
declaró contra las santas imágenes, estos dos san- solución de volverse á su casa, cuando cogién-
tos fueron de los que más trabajaron contra la he- doles la noche en una mísera aldea, hubieron
rejía y persecución de los iconoclastas, teniendo de alojarse en casa de una pobre aldeana, que
ambos la gloria de sufrir muchas y graves moles- después de haberlos recibido con cariño y a g a -
tias en defensa de la verdad. Por fin, murieron sajo, les preguntó adonde iban, y qué fin era el
tranquilamente, insignes en virtudes, por los años de su viaje. Respondieron, no sin gran confu-
de 750. sión suya, como eran soldados de Cristo; pero tan
bisónos, que á los primeros encuentros habían
Día 38 huido al enemigo, dejándole triunfante y glorio-
so, cuanto ellos iban corridos y avergonzados; y
SAN LUPICINO, Y SAN ROMÁN, HERMANOS, ABADES—Lupi- contáronle cuanto les había sucedido. La mujer,
cino y Román fueron hijos de nobles padres, oído que hubo con atención que la causa de vol-
los cuales (después de haber puesto en estado á verse era sólo miedo que habían cobrado al demo-
Lupicino, que era el mayor, casándolo rica y n o - nio, que envidioso y soberbio los quería apartar
blemente, aunque bien contra su voluntad, por del camino de la virtud, y guiarlos por el de la
ser más inclinado á la vida monástica y religiosa desesperación y perdición eterna, les dijo así:
que á la conyugal, y dejar en su compañía y c u s - «Convenía, ¡oh varones de Dios!, que con valor y
todia á Román, su menor hermano, sin poder con- esfuerzo resistieseis al enemigo; pues ¿no sabéis
seguir de él que tomase el mismo estado, hallan- que la sierpe venenosa del infierno sólo intenta
DÍA 28 FEBRERO 491
apartaros de vuestros santos propósitos y perde- lerosos soldados de Cristo, y comenzaron á c o n -
ros? ¿No sabéis que envidioso y desesperado de ver currir solitarios, aldeanos y ciudadanos, unos
que por medio de la penitencia y oración suben los por alivio en sus aflicciones, otros por sólo v e n e -
hombres á los alcázares soberanos á ocupar el so- rarlos, y otros para imitarlos en tan santa vida.
lio eterno, que él perdió por soberbio y desvane- Tantos fueron estos últimos, que resolvieron h a -
cido, jamás cesa de intentar ardides y trazas con cer un monasterio, en que viviesen todos debajo
que apartar, si pudiese, al hombre de tanta g l o - de la obediencia de uno á quien los demás se su-
ria? ¿No sabéis también que es mayor su confu- jetasen, y por cuya dirección todo se gobernase.
sión al verse vencido, cuanto es más flaca la par- Hicieron el monasterio, en que trabajaron todos,
te que le hace guerra? Ea, pues, soldados de J e - y todos cultivaban la tierra para sustentarse del
sucristo, no desmayéis, volved á tomar las armas, sudor de su rostro y labor de sus manos, para
que el enemigo traidor, si vanaglorioso con el vivir ejercitados y no ser molestos á los pueblos.
pasado triunfo aun está en la estacada, t e m e - Eran tautas las divinas abejas que cada día se ve-
roso de si le volveréis ó no á embestir, porque nían á trabajar en el colmenar del Señor, labrán-
sabe muy bien que si lo hacéis en el nombre del dole dulces panales de sus gloriosas virtudes, que
Señor, habéis de vencerle, ayudados de su divi- ya no cabían en uno solo; y así labraron segundo
na gracia. No temáis, pues, que una flaca mujer y tercer monasterio, donde pudiesen habitar tan
os anima y asegura la victoria del vil y cobarde soberanos enjambres.
enemigo.» Iban de monasterio en monasterio nuestros e s -
Quedaron tan avergonzados los fugitivos solda- forzados capitanes, predicando, enseñando y a n i -
dos de verse así tratar de una pobre mujer, y mando á todos aquellos nuevos soldados, que á
asimismo tan animados con sus bien sentidas ra- ejemplo suyo se habían alistado en las tropas de
zones, que apartándose de ella sin saber qué r e s - Jesús, bajo el estandarte real de la cruz. Al olor
ponderle, dijeron entre sí: «¡Ay de nosotros! Y de la virtud, dulce y suave, habían entre tantos
¿qué haremos, habiendo asi pecado contra Dios, concurrido por divino acuerdo sus dos gloriosos
dejando nuestro propósito? ¿Una flaca mujer nos hijos Lupicino y Román; y los padres, que co-
arguye de perezosos y cobardes? Pues ¿cómo? ¿He- nocían muy bien de Lupicino la humildad, man-
mos de ir por este mundo á ser su escándalo? ¿He- sedumbre, modestia, continencia, parsimonia,
mos de dar ocasión á que el infierno se glorie con prudencia y demás virtudes, que como astros l u -
el triunfo sin que tengamos valor para sacarle de minosos lucían en el cielo pacifico de su ánimo
las manos la mal adquirida victoria? Eso no. No generoso, le constituyeron dignísimo abad de toda
ha de ser. No se ha de burlar el infernal dragón, aquella eremítica monarquía. Con la nueva digni-
ni ha de decir que pudo más que la gracia del dad se humillaba más Lupicino, y para que el
Espíritu Santo, que nos había guiado al desierto. inferior animal no sujetase al superior espíritu,
Volveremos á él y veremos qué nuevas trazas in- antes bien para que siempre le estuviese obedien-
venta el cobarde contra nosotros, pues ya hemos te, le mortificaba tanto con ayunos y penitencias,
oído á esta mujer (que sin duda ha sido la suya que las disciplinas y cilicios le quitaban la sangre
voz de Dios) que no hay que temerle, si de Dios y fuerzas, y la abstinencia en el comer y beber
fiamos.» Acabadas estas razones, se armaron con totalmente los bríos, pues no sólo de la escasa
la señal de la cruz, y tomando sus báculos en las porción cotidiana, que de solas legumbres se com-
manos, sin atreverse de corridos á decirle cosa ponía, le quitaba la mayor parte, sino es que se
alguna á su huéspeda, se volvieron al desierto. estaba muy de ordinario los dos y tres días sin
La sierpe del averno, luego que los vio segunda comer ni beber, y cuando la sed le molestaba l l e -
vez en campaña, volvió de nuevo á perseguirlos naba un vaso de agua, y entrando en él las manos,
y á predicarlos; mas ellos, haciendo poco caso de las tenía allí por algún breve espacio, y así refre-
su astucia, ni menos de las avenidas de piedras naba el apetito, sin dar rienda alguna, no sólo al
que sobre ellos llovía, perseverando de día y n o - gusto, pero ni aun á la necesidad. Mas ¡oh bon-
che en oraciones, ayunos y penitencias, al- dad inmensa de nuestro gran Dios! De tal suerte
canzaron de la misericordia infinita de nuestro lo hacía su gran piedad con su fiel siervo, que
gran Dios que el demonio huyese corrido y aver- como si las manos fuesen esponjas, atraían y em-
gonzado, que la tentación cesase, y que per- bebían en sí toda el agua del vaso, como si se la
severasen (libres ya de tanta enfadosa molestia) hubiese bebido, disponiendo su Majestad, que
con ánimo alegre y pacífico en el servicio de quien por agradarle y servirle S6 privaba de una
Dios, dándole infinitas gracias por tanta miseri- boca que le había dado la próvida naturaleza, tu-
cordia. viese tantas bocas cuantos poros había en sus
Comenzó á correr por las campañas de aquellos manos, abriéndolos todos para que por ellos b e -
desiertos la fama de la virtud de nuestros dos va- biese y aplacase la ardiente y molesta sed.
492 LA LEYENDA DE ORO DÍA 28
Era, al paso que benigno y cariñoso con sus ro llevaron muy mal que su abad les hubiese hecho
subditos, tan severo en mirar por el bien de sus tan mal guisado; y doce de ellos, juntos en consul-
almas, que no sólo no les permitía obrar cosa quev ta, resolvieron volver á Dios la espalda y hacerse
en un átomo desdijese de su religiosa vida y pro- amigos del mundo á quien habían renunciado; y
fesión, mas ni aun hablarla. Hablar con mujeres así, huyendo por aquellos desiertos, iban buscan-
de ningún modo, ni aun mirarlas podían, porque do las cosas deliciosas del siglo.
decía que esparcían veneno por la vista, y que así Román tuvo al instante revelación de la fuga
estaban sus ovejas libres de los lobos, de los tro- de los doce; y volviendo el abad de su visita, le di-
piezos y casi evidentes peligros de dar en manos jo: «Si fuiste, hermano, á causar la perdición de
de las sierpes. Román era, por el contrario, tan nuestros hermanos, más que nunca hubieras ido.»
simple, sencillo y libre de toda humana malicia, A que respondió Lupicino: «Hermano mío muy
que sin reparo ni alteración alguna de ánimo se amado, no recibas pesar de lo sucedido, porque
permitía á la comunicación de todos igualmen- has de saber que la era del Señor se ha limpiado
te, así hombres como mujeres; á todos c o n - y ha corrido el viento favorable, conque sólo el tri-
solaba, á todos admitía, y á todos daba su b e n - go se ha puesto para guardarse en el silo y trojes,
dición en nombre de Jesucristo, siendo en todas y las pajas se han echado fuera como cosa inútil
las demás virtudes tan igual y conforme con y sin provecho.» Entendió Román la metáfora, y
su hermano, que no era fácil el discernir quién respondió condolido: «¡Ojalá que ninguno se h u -
á quién se aventajaba; sólo en Román sobresalía biese ausentado! Mas con todo, hermano mío, te
la sencillez referida, que en gran manera le ilus- ruego me digas quiénes y cuántos son los h u i -
traba. dos.» «Doce vanos, hinchados y soberbios, sin nin-
Pasaron en paz de esta vida al descanso de la gún temor de Dios, por lo cual no habita en ellos
eterna los padres de nuestros gloriosos santos,
1
el Espíritu Santo, son los que han huido,» respon-
recibiendo el premio de aquel Señor que sabe ga- dió Lupicino. Entonces Román, derramando gran
lardonar con excesos divinos nuestras buenas cantidad de lágrimas de compasión y piedad, dijo
obras. Faltóle á Lupicino quien lo descuidaba en así: «Creo, y fielmente confío en la gran miseri-
lo que era temporal para el vivir de sus subditos, cordia de aquel Señor, que se dignó padecer y
por lo cual, puesto en oración, pidió á nuestro Se- morir por ellos, que no ha de permitir su total rui-
ñor alivio á su necesidad, que era grande. Oyóle na; antes sí de esta caída los levantará á su g r a -
su Majestad, como quien siempre atiende á la ora- cia, juntará su tesoro, y hará como diestro m e r -
ción del humilde, y revelóle cierto lugar de aquel cader, de la pérdida ganancia grande.» Calló, y
yermo, donde antiguamente habían ocultado gran- en mudo silencio hizo por ellos oración, en que
des tesoros. Ibase solo al tal lugar una vez al año, alcanzó de Dios que les volviese á su gracia. Hí-
y de allí traía cuanto oro y plata podía, con lo zolo el Señor, enviándoles un dolor de corazón
cual compraba el suficiente sustento para tanta tan grande del pasado error, que haciendo todos
multitud de subditos, como Diosle había dado, sin doce la debida penitencia, llegaron á tan alto gra-
atreverse á manifestar á otro alguno el lugar de do de perfección, que cada uno de ellos instituyó
donde venía tanta riqueza, pues Dios á él solo se una nueva congregación, fundando un nuevo mo-
lo había revelado. nasterio, que hasta hoy perseveran los monjes de
Sucedió en cierta ocasión que iba visitando sus ellos y sucesores suyos en continuas alabanzas de
monasterios, y multitud muy grande de monjes, Dios. Román con su oración consiguió tanto bien:
que en ellos y fuera de ellos por aquellos desier- tanto vale la oración del justo. Y aunque supo
tos habitaban, que llegó á uno a l a hora de comer; por divina revelación que Dios le había hecho fa-
mas lo halló desierto, porque los monjes todos es- vor tan grande, no por eso se hinchó; antes sí
taban en el campo trabajando. Entróse en la coci- más humilde perseveraba en su sencillez y b u e -
na y vio al fuego la comida de los monjes, pero nas obras, visitando enfermos y socorriendo á t o -
repartida en diversas vasijas, según eran los dos con su oración continua.
manjares, y de todo grande abundancia, y dijo en Sucedió, pues, que yendo un día á visitar sus
su corazón: «No parece bien que los que viven hermanos los monjes, le cogió la noche en aquel
vida solitaria y religiosa usen de tan varios y ri- desierto, sin hallar otro albergue que el pobre hos-
cos manjares.» Y aplicando al fuego una gran picio donde se curaban y vivían (de los demás
caldera, puso en ella todos aquellos peces, yerbas apartados) los leprosos, que á la sazón eran n u e -
y demás viandas que tenían diferentemente gui- ve. Luego que los vio, se movió su corazón á com-
sadas, y dijo: «Para pobres religiosos buenas son pasión y piedad, porque abundaba en él el amor
estas poleadas; esto solo coman, pues así basta y caridad de Dios. Hizo calentar un poco de agua,
para el natural sustento: lo demás sólo sirve á la con ella lavó á todos los pies, y dispuesta una sola
gula y deleite.» Vinieron á comer los monjes, p e - y espaciosa cama en que todos cupiesen, se acostó
DÍA 28 FEBRERO 493
con ellos, sin que en su corazón cupiese aquel ho- honra de Dios, hallaron. El rey mandó se lo traje-
rror grande que á todos naturalmente causa s e - sen á su presencia para preguntarle quién fuese,
mejante mal, por ser más contagioso que la peste. qué vida era la suya y qué buscaba en su ciudad.
Acostados todos diez, los nueve leprosos se dur- Volvieron por él, y puesto en la presencia del rey,
mieron, velando sólo Román, no porque le desve- le dijo: «¿Quién eres, anciano padre? ¿De dónde
lase el cuidado de la infección y contagio de la has venido? Dinos: ¿qué vida es la tuya? ¿Qué bus-
lepra, sino porque estaba cantándole á Dios s a l - cas en mi ciudad? ¿Qué pretendes de mí?» «Padre
mos é himnos dulces de alabanzas. Cantando así soy y pastor de las ovejas del Señor, dijo el vene-
sus salmos extendió la mano, y tocó un lado de rable Lupicino, y aunque á éstas no faltan las con-
uno de aquellos leprosos, y al instante sanó y se tinuas asistencias del Señor mismo, á quien sir-
vio limpio de la lepra. Tocó á otro, y al instante ven alimentadas con regalos muchos especiales
también sanó. Despertaron los dos, y hallándose que son los que sustentan el alma, pero porque
así milagrosamente sanos, limpios y buenos, cada más ejercitadas vivan, permite la Majestad s o b e -
uno tocó á su compañero que más cerca le estaba, rana que les falte el corporal sustento, por lo cual
para despertarlo, y que despierto rogase á Román he venido á la real presencia de vuestro poder,
le sanase como á ellos. Pero ¡oh bondad de n u e s - para pediros nos socorráis con algo de lo mucho
tro gran Dios! Y ¡oh poder grande de la virtud de que por la misericordia de Dios os sobra, para
su siervo humilde Román! Al instante que los ya ayudar á nuestro sustento y vestir honesto.» Oída
sanos y limpios de la lepra tocaron á sus compañe- por el rey la petición tan cortesana y justa del ben-
ros, éstos se hallaron como ellos limpios y sanos; dito padre, respondió: «Yo, padre, os hago gracia
y despertando éstos gozosos con su nueva salud, de todos los campos y viñas que eligiereis de mi
hicieron otro tanto con los compañeros más cer- tierra y señorío, para que viváis con vuestros r e -
canos, que fué tocarlos para despertarlos, y to- ligiosos, sin que os pueda faltar cosa alguna para
dos se hallaron tan sanos y buenos como si en su comer y vestir, antes sí con abundancia os sobre.»
vida no hubiesen tenido tal lepra, ni otro mal al- A cuya generosa oferta respondió el abad santo:
guno. Llegó la aurora, riéndose sin duda de la «No conviene que los monjes humildes y pobres,
sencillez de Román, y ya claro el día mirólos á dedicados sólo á servir al Señor y cuidar de sus
todos, y viéndolos á todos sanos, limpios y con almas, tengan posesiones, viñas ni tierras que les
nuevo resplandor en los rostros y manos, en vez obliguen á vivir solícitos de su cuidado y aumen-
de las manchas é infección de la contagiosa lepra, to; mejor será que nos señale vuestro poder alguna
dio las gracias á Dios por su gran piedad y m i s e - cosa de los frutos de esas viñas y tierras, para que
ricordia siempre infinita; y despidiéndose de ellos vivamos con humildad y parsimonia, sin las gran-
y abrazándolos cariñosamente, les encomendó mu- des necesidades que hoy padecemos, ni la hincha-
cho que siempre se ejercitasen en las cosas que zón y vanagloria de tanta posesión y hacienda.»
eran más del agrado de Dios y de su santo ser- Oyó el rey con grande edificación la humilde r e -
vicio, si no querían los castigase más con nueva pulsa del siervo de Dios, y mandó luego que á los
lepra. monasterios sujetos á Lupicino se les diese todos
Lupicino, viéndose ya cargado de años y ca- los años trescientas fanegas de trigo, otras tantas
nas, se fué á la ciudad de Januba ó Salebug, en la arrobas de vino, y cien escudos de oro, para que
Borgoña, donde entonces reinaba Chilperico, y comprasen de qué vestirse: renta que hasta hoy
al entrar por la puerta de la ciudad tembló la gozan aquellos monasterios.
silla en que el rey estaba sentado ya para c o - Volvióse Lupicino á su monasterio, dando infini-
mer. Asombróse, y dijo á los grandes que le tas gracias á Dios por sus liberales misericordias;
asistían: «La tierra ha temblado.» «Nada hemos y como le pareciese, por la edad ya anciana y can-
sentido,» dijeron los presentes. «Con todo, dijo el sada, que así él como Román su hermano ya no
rey, id á la puerta de la ciudad á toda prisa, no podían vivir mucho, le dijo un día estas palabras:
sea que se nos entre en ella algún enemigo, de «Dime, hermano carísimo: ¿en cuál monasterio
quien después no podamos librarnos; porque no de los nuestros gustas que te disponga el sepul-
puedo persuadirme á que esta silla, en que estoy cro, para disponer también el mío? Porque qui-
sentado, haya temblado sin alguna causa grande.» siera descansásemos juntos, los que juntos hemos
Fueron corriendo, y luego dieron con el santo vie- vivido.» «Yo, hermano mío, dijo Román, te estimo
jo Lupicino, que fué objeto de la vista de todos, y pago tan cariñoso afecto; pero has de saber que
tanto por su ancianidad venerable y forastera, yo no seré sepultado en monasterio donde no pue-
como por la extrañeza de su vestido y hábito, que den entrar mujeres. Ya sabes que á mí, vilísima
era de pieles toscas. Parecióles un nuevo Elias, y criatura, la más indigna del mundo, y que menos
tal nueva la llevaron al rey, como á Achaz hicie- sabe agradar á nuestro gran Dios, ha querido su di-
ron los que al profeta santo, gran celador de la vina Majestad, por sólo ser quien es, comunicar-
494 LA LEYENDA DE ORO DÍA 28
me la gracia de curar y sanar de todas enferme- cillez de ánimo con que igualmente trataba con
dades, con sólo tocar mis manos y hacer la señal malos ó buenos (á éstos siendo ejemplo para que
de la santa cruz; por esta causa, pues, quiere el fuesen mejores, y á aquéllos para ser buenos), con
Señor que mi sepulcro sea fuera del monasterio, hombres y mujeres, con enfermos y sanos, siendo
para que todos, así hombres como mujeres, go- todo para todos, pues todos en él hallaban salud,
cen el beneficio del remedio que en sus aflic- remedio y consuelo; aquella gracia de sanidad que
ciones, necesidades y enfermedades vendrán á Dios le había comunicado, pues bastaba tocar su
pedirme, pues te aseguro que el concurso será mano para sanar al que con ella tocaba, de cual-
siempre grande.» quiera enfermedad y dolencia, como se vio en los le-
Sucedió, pues, así como el siervo de Dios lo ha- prosos y otros infinitos; permaneciendo en él la rei-
bía profetizado; pues luego que durmió en el S e - na y corona de las virtudes, que es la caridad (pues
ñor, fué sepultado fuera del monasterio, en un por sola ella le comunicó Dios esta gracia), hasta el
montecillo distante de él; sobre cuyo sepulcro se fin de sus días, y aun después de muerto, pues sólo
fabricó después un suntuosísimo templo, donde la caridad pudo sacar fuera de su monasterio des-
cada día hay grandísimos concursos de hombres pués de muerto, á quien se había en él sepultado
y mujeres de diversas partes del mundo, que acu- vivo. Bien se vio esto ser así en la respuesta que
den por salud y remedio, y todos vuelven á sus dio á su hermano, cuando le preguntó dónde que-
casas sanos, buenos y consolados. Allí ven los cie- ría ser sepultado, y él (á quien la caridad misma
gos, oyen los sordos, hablan los mudos, andan los hizo profeta) dijo sería fuera del monasterio, don-
cojos, sanan los mancos y quebrados, los paralíti- de pudiesen concurrir hombres y mujeres, para
cos se levantan, los leprosos son limpios, los ener- que así él pudiese remediar á todos igualmente,
gúmenos son libres de la molestia de los i n m u n - como lo hace, con tanto número de milagros, por-
dos espíritus, los muertos resucitan, y finalmente, que es Dios y será eternamente alabado y bendito
son innumerables los milagros que Dios cada día en su siervo.
obra por la intercesión de su bendito siervo R o - (P. Ribadeneira.)
mán. Lupicino, su hermano, dando gracias á Dios
por todo, entregó poco después en sus manos su LA CONMEMORACIÓN DE MUCHOS SANTOS PRESBÍTEROS, DIÁ-
espíritu, y fué sepultado dentro del monasterio en CONOS, Y OTROS COMPAÑEROS.—La verdadera caridad
su iglesia, dejando al Señor, del espiritual tesoro siempre ha tenido imitadores. Dios afligía con el
que le había encomendado, multiplicados los ta- azote de la peste á la ciudad de Alejandría por los
lentos con grandes creces y medras, en multitud años 261 y en tiempo del emperador Valeriano,
de congregaciones santas, que día y noche se ocu- cuando los dichos presbíteros y diáconos, anima-
pan en cantarle divinos loores y dulces himnos de dos de la más ardiente caridad, se prestaron g u s -
eternas alabanzas. Fué la muerte de estos dos ben- tosos á servir á los apestados, perdiendo su vida
ditos hermanos por los años del Señor 565, en en tan heroica acción. Si bien estos santos no mu-
tiempo del ya nombrado rey de los francos Chil- rieron mártires, con todo la Iglesia los celebra
perico, y la Iglesia celebra la fiesta de Román á como tales, en razón de haberse sacrificado con
los 28 de febrero, y la de Lupicino á 21 de marzo; religioso amor para con sus prójimos.
y estos días ponen su vida los autores que de ellos
tratan, que son Beda, Usuardo, Adón, san Grego- LOS SANTOS MACARIO, RUFINO, JUSTO, Y TEÓFILO, MÁRTI.
rio Turonense, Surio, el Martirologio romano y RES.—Derramaron su sangre por la fe católica, se-
otros muchos. gún el Martirologio romano, en Roma, aunque
Está tan llena de prodigios la vida de estos dos Salazar, en su Martirologio español, cree poder
hermanos, siervos de Jesucristo, que no se puede asegurar que eran españoles, y que murieron de-
fácilmente hacer elección, cuál de sus muchas y gollados en Sevilla en la persecución suscitada en
virtuosas prendas podrá ser estímulo á la devoción el reinado del emperador Trajano.
é imitación de quien lee (como debe cualquiera)
para sólo aprovechar en el camino de su salva- LOS SANTOS CEREAL, PUPULO, CAYO, Y SERAPIÓN-Estos
ción, pues si ponemos los ojos en Lupicino, nos es santos padecieron martirio junto con otros muchos
norma de obediencia, humildad, pobreza, castidad, cristianos, en Alejandría, durante la persecución
abstinencia, celo de la honra de Dios, solicitud de de Diocleciano. Antes de ser degollados se les ator-
que las almas que á s u cargo estaban se salvasen, mentó tan bárbara ó impíamente, que los mismos
sabiendo á un tiempo como buen padre, usar del gentiles se mostraron horrorizados, y algunos de
cariño suave y rigor áspero, haciendo un tan di- ellos se convirtieron á la fe de Jesucristo, creyen-
vino taraceado, que quien supiere imitarle, sabrá do que sólo una fuerza sobrenatural era capaz de
como él conseguir el triunfo mayor de su gloria: sostener la constancia y la vida de aquellas vícti-
si los volvemos á Román, miraremos aquella sen- mas en medio de suplicios tan atroces.
DÍA 29 FEBRERO 495
LA TRASLACIÓN DEL CUERPO DE SAN AGUSTÍN.—La c e l e - SAN SEYERO, OBISPO Y CONFESOR. - Fué natural de
bra la Iglesia en este día, desde que fué trasladado Normandía, y murió santamente siendo obispo de
de África á Cerdeña, y de aquí á Pavía. Abranches.
Día 39
SAN PROTERIO, PATRIARCA Y MÁRTIR—Fué ordenado
presbítero por san Cirilo. En los años bisiestos la Iglesia repite el día 25
la lectura de la vida de los santos que van conti-
SAN OSWALDO, OBISPO Y CONFESOR.—Fué obispo de nuados el día 24, y así sucesivamente, de manera
Wórcester y arzobispo de York, en el siglo X. que al 29 tocan los del 28.

También podría gustarte