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EL MODELO DE VIGILANCIA PREVENTIVA A LAS ACCIONES DEL ESTADO

COLOMBIANO EN MATERIA DE LUCHA CONTRA LA TRATA DE PERSONAS


DESDE UNA PERSPECTIVA DE ACCIONES Y RESULTADOS

Raúl Vergara Padilla1

María Ballesteros2

Sumario:

Dentro del análisis de las políticas públicas, la evaluación corresponde una etapa
determinante; de los resultados del examen dependerá cuan exitosa ha sido la acción
institucional para solucionar problemáticas sociales. En el presente tópico interesa
examinar cómo se han coordinado las distintas actuaciones de los órganos competentes a la
hora de prevenir y sancionar la trata de personas desde la promulgación de la Ley 985 de
2005. Para ello, se cuenta con profuso material bibliográfico; este mismo, permitirá
observar en primera instancia, el marco normativo que estructura la estrategia nacional de
la lucha contra la trata de personas, y en segundo momento, colegir en términos de
acciones-resultados sí las medidas de prevención de esta experiencia atroz, han sido
efectivas, o por el contrario, no se han traducido en la disminución de casos, ya sean de
explotación laboral, sexual, tráfico de órganos, entre otras manifestaciones del comercio
ilegal de seres humanos. Claramente, en lo relativo al primer punto es de significativa
revisión la normativa internacional, toda vez, que esta es anterior cronológicamente a la
nuestra, y por lo tanto, es fuente de inspiración para la legislación interna. Asimismo, el
modelo de vigilancia preventiva elaborado por la Procuraduría Delegada para la Defensa de
los derechos de la infancia, la adolescencia y la familia, será faro en esta tarea de
evaluación, sin perjuicio de que se nos escapen comentarios reflexivos sobre dicho modelo.

Palabras clave: Trata de personas, modelo preventivo, evaluación de políticas públicas,


normas internacionales.

Introducción
1
Estudiante de la Universidad Autónoma del Caribe del programa de Ciencias políticas, y del programa de
derecho de la Universidad del Atlántico.
2
Estudiante de Ciencias políticas de la Universidad Autónoma del Caribe del programa de Ciencias políticas.
La trata de personas es un mal social cuyas raíces se remontan a tiempos inmemoriales.
Desde tiempo atrás, las primeras civilizaciones vieron con naturalidad el traslado masivo de
esclavos. Bastaría con leer a Aristóteles en la “política” para observar la polémica
justificación de la esclavitud; textos de teóricos de las ideas políticas dan cuenta de la
aceptabilidad de esta institución. Para identificar el periodo de abolición de la esclavitud,
hay que remontarse al apogeo de las ideas liberales en el siglo XIX. Los Estados demo-
liberales ilegalizaron la esclavitud, y con esto, toda práctica atentatoria de la autonomía de
las personas.

Ese consenso decimonónico vino a revalidarse en la comunidad internacional a través de


tratados internacionales, representativos de la refrendación multilateral de la lucha contra
toda actividad restrictiva de la libertad; acuerdos como, el convenio 105 de la OIT relativo
a la abolición del trabajo forzoso, el pacto internacional de Derechos Civiles y políticos, el
pacto internacional de derechos Económicos, Sociales, y Culturales, la Convención
internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, la
convención internacional sobre los derechos de los niños, la convención interamericana
sobre los derechos del niño, la convención interamericana para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra la mujer, el protocolo facultativo sobre la venta de niños, la
prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía, el protocolo para prevenir,
reprimir y sancionar la Trata de Personas, especialmente de mujeres y niños, la Convención
de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada transnacional. Toda esta
normatividad se erige con el mancomunado objetivo de suprimir prácticas ominosas como
la trata. No obstante, la producción global en este sentido empezó desde muy temprano en
los albores del siglo XX.

Desde 1904 existieron una serie de instrumentos destinados a proscribir la


trata de personas, tal como el convenio internacional para la represión de la
trata de blancas, cuyo campo de acción estaba restringido exclusivamente a
los fines de explotación sexual; en Ginebra en 1921 se suscribió la
convención internacional para la supresión del tráfico de mujeres y niños al
cual adhiere Colombia en 1953. (Casallas,y otros, 2009, p.37)
Los anteriores instrumentos jurídicos supranacionales sirven de base para enmarcar el
delito de la Trata de Personas, toda vez que es una de las infracciones más ominosas a la
libertad del ser humano, y que son validos para los fines de este trabajo; desde el primero
de estos, hasta al más específico que trabaja la lucha internacional contra la trata de
personas, guardan relación, y se inspiran por el propósito de la salvaguarda de la dignidad
de las personas, y el respeto por el libre desarrollo de su personalidad. Es menester, para
fines de contexto normativo, desmenuzar los acápites medulares de esta iniciativa
internacional. Sobre tales normas el bloque de constitucionalidad los recoge y los introduce
al orden jurídico interno sirviendo de fuente de la Estrategia Nacional de lucha contra la
trata de personas.

En 1957 la OIT (Organización Internacional del Trabajo) se suscribió un convenio en miras


de la abolición del trabajo forzoso. Este, cobra relevancia como quiera que una de las
modalidades de la trata de personas es la explotación laboral. Dicho instrumento menciona
algunas situaciones en las que los Estados firmantes se comprometen a suprimir prácticas
de explotación o trabajo forzado. Tales circunstancias son:

a) como medio de coerción o de educación política o como castigo por tener


o expresar determinadas opiniones políticas o por manifestar oposición
ideológica al orden político, social o económico establecido;

b) como método de movilización y utilización de la mano de obra con fines


de fomento económico;

c) como medida de disciplina en el trabajo;

d) como castigo por haber participado en huelgas;

e) como medida de discriminación racial, social, nacional o religiosa. (Art, 1


Convenio 105, OIT)

Igualmente, en dos pactos de gran trasfondo político se vertieron la protección a la libertad


de las personas, despotricando en contra de la esclavitud, la servidumbre, a las infracciones
a la locomoción (P.D.C.P3), a las cortapisas a la libre elección de la actividad laboral, y a
condenar todos los empleos que atropellen la salud y moral de los habitantes de los Estados
contrayentes. (P.D.E.S.C4). Sobre el anterior instrumento, es de gran utilidad traer a
colación el artículo octavo, inciso tercero, que afirma:

Se deben adoptar medidas especiales de protección y asistencia en favor de


todos los niños y adolescentes, sin discriminación alguna por razón de
filiación o cualquier otra condición. Debe protegerse a los niños y
adolescentes contra la explotación económica y social. Su empleo en
trabajos nocivos para su moral y salud, o en los cuales peligre su vida o se
corra el riesgo de perjudicar su desarrollo normal, será sancionado por la ley.
Los Estados deben establecer también límites de edad por debajo de los
cuales quede prohibido y sancionado por la ley el empleo a sueldo de mano
de obra infantil.

Asimismo, la convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de


discriminación contra la mujer, la convención internacional sobre los derechos de los
niños, y la convención interamericana sobre los derechos del niños, puntualizan sobre la
especial protección de los Estados contrayentes a estas poblaciones específicas habida
cuenta de ser las más perjudicadas por esta experiencia desdeñable.

El conjunto normativo de la comunidad internacional en lo relativo a la trata de personas se


complementa con las demás convenciones mentadas en parágrafos anteriores. De especial
atención resulta el Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la Trata de Personas,
específicamente de mujeres y niños, que inspira en el ordenamiento jurídico interno sobre
la materia en cuestión. Para la muestra de un botón, la definición que este instrumento 5 da
sobre el delito de la trata de personas ha irradiado el artículo 188 A del Código penal que
tipifica esta conducta.

3
Pacto de los derechos civiles y políticos. (1966). Naciones Unidas.
4
Pacto de los derechos económicos, sociales y culturales. (1966). Naciones Unidas.
5
Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la Trata de Personas, específicamente de mujeres y niños.
Por “trata de personas” se entenderá la captación, el transporte, el traslado,
la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de
la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso
de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción
de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que
tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación
incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas
de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las
prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.
(art, 3)

Ahora bien, no debe desconocerse la normatividad interna, la cual es profusa en este


campo. Desde los linderos constitucionales, existen derechos fundamentales que se ven
ostensiblemente trastocados en el escenario de la trata de personas; La dignidad humana, el
libre desarrollo a la personalidad, el derecho a elegir y ejercer con libertad la profesión de
preferencia, a no ser sujeto de desaparición forzada, ni a tratos inhumanos y degradantes, a
no tener restricciones para la movilidad corpórea, a no ser reducido a servidumbre o a
esclavitud, a desenvolverse en un trabajo en condiciones justas y dignas, son algunos de los
principios-derechos cuya protección salvaguarda el Estado Social de Derecho, combatiendo
por parte de sus autoridades prácticas desdeñables como la estudiada en esta investigación.

De igual forma, en cuanto a leyes existió un inmediato precedente a la Ley 985 del 2005.
Tal, se encuentra en el Decreto 1974 de 1996, que instauró el comité Interinstitucional para
la Lucha contra el Tráfico de Mujeres, Niños y Niñas, sentando un primer esfuerzo en la
batalla contra la trata de personas. Con posterioridad, la ley 599 del 2000 tipifica la trata de
personas introduciendo los verbos rectores que se enuncian en instrumentos
internacionales. El artículo en cuestión se cita a continuación:

El que promueva, induzca constriña facilite financie, colabore o participe en


el traslado de una persona dentro del territorio nacional o al exterior
recurriendo a cualquier forma de violencia, amenaza, o engaño, con fines de
explotación, para que ejerza prostitución, pornografía, servidumbre por
deudas, mendicidad, trabajo forzado, matrimonio servil, esclavitud con el
propósito de obtener provecho económico o cualquier otro beneficio, para sí
o para otra persona incurrirá en prisión de diez (10) a quince (15) años y una
multa de seiscientos (600) a mil (1000) salarios mínimos legales vigentes
mensuales al momento de la sentencia condenatoria. (Art, 188 A, Ley 599,
2000)

Para continuar completando la unidad normativa, con la Ley 679 del 2001 se expide un
estatuto para prevenir y contrarrestar la explotación, la pornografía y el turismo sexual con
menores, para efectos de prevenir comportamientos ajenos al espíritu del Estado Social de
Derecho abocado a darles una protección especial a los menores con arreglo al artículo 44
de la carta política.

Las anteriores preposiciones jurídicas se completan con la mentada Ley 985 del 2005, que
estatuye la Estrategia Nacional de lucha contra la trata de personas. El comité
interinstitucional para la lucha contra la trata de personas que sustituye el anterior comité
que se mencionó con anterioridad. La ley trata de imprimir un imperativo de prevención,
sin perjuicio de las medidas sancionatorias. Dicho comité está integrado por el Procurador
General de la Nación, y el Defensor del Pueblo, junto a sus procuradurías (Procuraduría
Delegada para la Defensa de los Derechos de la Infancia, la Adolescencia, y la familia) y
las defensorías delegadas (Defensoría Delegada para la Infancia, la Juventud, y el Adulto
Mayor, y la Defensoría Delegada para los Derechos de las Mujeres y Asuntos de Género).
Igualmente, a nivel descentralizado existen comités Departamentales de Lucha contra la
Trata de Personas conformados por 32 procuradores regionales y procuradores judiciales de
Familia, amén de Comités Municipales, provinciales o distritales de lucha contra la Trata
de Personas, que a su vez, es integrado por Procuradurías distritales y provinciales, y
personerías municipales o distritales. La señalada estrategia se estructura de la siguiente
manera:

El Gobierno Nacional adoptará mediante decreto la Estrategia Nacional


contra la Trata de Personas que será el eje de la política estatal en este
campo. En la formulación de dicha estrategia intervendrá el Comité
Interinstitucional para la Lucha contra la Trata de Personas al que se refiere
el Capítulo VI en esta ley. Las acciones de la estrategia que competan a
autoridades de otras ramas del poder público u órganos autónomos, y que
por su naturaleza no puedan ser dictadas por decreto, serán adoptadas por la
dirección de la respectiva entidad por medio del acto administrativo
correspondiente. (Art, 4, Ley 985/2005)
06C5213/$FILE/ProtocoloPrevenirReprimirSancionarTrataPersonas.pdf

Citas

Los análisis que se llevaron a cabo desde el enfoque basado en derechos humanos, con
énfasis en la perspectiva de género, develan que la trata de personas es una expresión de la
inequidad que enfrentan determinados grupos de la población, particularmente las mujeres.
En ese sentido, para frenar su ocurrencia no basta con informar sobre el delito y los riesgos
a los cuales se exponen las personas cuando aceptan una oferta de empleo que les implica
migrar a otra región o país. Tampoco es suficiente el fortalecimiento de los controles
migratorios o el endurecimiento de las penas que se imponen a los miembros de las redes
de trata. La prevención del problema amerita una reflexión profunda y cuidadosa sobre las
situaciones de vulneración de derechos que ubican a las personas en situaciones límite y las
expulsan de sus lugares de origen. Esto es, la prevención del problema exige un análisis
sistemático de las múltiples dimensiones del problema con el fin de definir una respuesta
integral dirigida tanto a la protección de los derechos de las víctimas como a su promoción.
(Vargas, T, 2011).

Entre las razones por las que la investigación sobre la trata de personas puede resultar
dificultosa están las barreras para obtener información; debido a que, la mayoría de la
población involucrada en este fenómeno (traficantes, víctimas, sobrevivientes, entre otros)
permanece escondida siendo difícil su identificación y, cuando son identificadas, con
mucha frecuencia, para conservar el anonimato, proteger su privacidad, e incluso, por su
propia seguridad, no acceden a dar ningún tipo de información (Tyldum & Brunovskis,
2005, citado por, Vargas, T, 2011)

Adicionalmente, son más los estudios que se han realizado sobre la trata externa de
personas, esto es, la que se presenta entre países, que los estudios dedicados a la
comprensión de este fenómeno entre las ciudades de un mismo país (trata interna de
personas) y son más escasos aún los estudios orientados a establecer la relación que existe
entre la trata de personas internacional y nacional. (Vargas, T, 2011, p.12).
Explotación sexual: prostitución forzada de adultos y explotación sexual comercial
infantil. • Trabajo forzoso: servicio doméstico, agricultura, minas, fábricas.

• Situación de violencia: reclutamiento forzado.

• Servidumbre: mendicidad y matrimonio servil. (p. 13).

La trata de personas con fines de explotación sexual en Colombia se da tanto a nivel


internacional (trata externa) como dentro del país (trata interna), siendo la primera
modalidad mucho más conocida que la segunda. Japón y España se han identificado como
los principales países de destino, tanto por el DAS,INTERPOL y la Policía Nacional como
por la OIM. El 65% de los casos reportados de trata provienen de Japón. (Vargas, T, 2011,
p.12).

La trata de personas en la modalidad de servidumbre incluye la mendicidad, el matrimonio


servil y la servidumbre por deuda. La mendicidad de niños, niñas, adolescentes (NNA), e
incluso adultos, es la modalidad más común en el país. Se estima que hay alrededor de 37
mil NNA en la calle, algunos de los cuales pueden considerarse víctimas de trata –sólo
cuando han sido trasladados de su lugar de residencia con el fin de forzarlos a ejercerla– y
son explotados por otro individuo. (P. 14)

Pero el problema no se limita al traslado de personas de un país a otro; el flujo de personas


dentro del mismo país también es una práctica común. Según este mismo informe de la
OIM, la trata interna en Colombia en los últimos años se ha venido complejizando.
Específicamente, con respecto a la explotación sexual, si bien la movilización de mujeres a
otras regiones para trabajar en prostitución no es una novedad, la dinámica que se observa a
nivel nacional es diferente: se han organizado redes que actúan de manera similar a la trata
externa y mediante engaños, falsas promesas y préstamos para el viaje, reclutan y
enganchan personas de ambos sexos y diferentes edades para llevarlas a otras ciudades a
ejercer la prostitución forzada. (p.14)

Por otro lado, en el informe de UNODC (2009) se encuentra que en Colombia los datos
aportados por la Fiscalía General de la Nación indican que en el periodo 2003 y septiembre
de 2007 se investigó un total de 543 casos de trata de personas (aproximadamente 109
casos por año). Otra fuente de información a nivel nacional es el Centro Operativo
Antitrata – COAT (OIM, 2010), el cual reporta la existencia de 160 casos de trata entre
2008 y 2009 (un promedio de 80 casos por año). Aunque en este periodo el número de
casos registrados se incrementó en un poco más del 80% (de 57 a 103 casos), lo cual puede
estar relacionado con una mayor visibilización del fenómeno, se calcula que este número de
víctimas puede estar muy por debajo del real debido al bajo número de personas que
denuncian este delito. (p.14).

En cuanto al perfil de las víctimas, los datos reportados por las autoridades de 61 países
revela que el 66% son mujeres adultas, 13% son niñas, 12% son hombres adultos y 9% son
niños. Según dicho informe, los datos de 52 países en el 2006 permiten establecer que el
79% de los casos de trata de personas tiene como fin la explotación sexual seguida del
trabajo forzado (18%) (UNODC, 2009, citado por Vargas, T, 2011. p. 22)

https://www.unodc.org/documents/frontpage/Investigacion_Trata_CO1.pdf

https://www.icbf.gov.co/cargues/avance/docs/ley_0985_2005.htm#top

https://repository.oim.org.co/bitstream/handle/20.500.11788/1074/COL-OIM
%200360.pdf;jsessionid=35B115AF8077AFCB8DBE7279088A0EB9?sequence=1

https://www.unodc.org/documents/colombia/2016/marzo/cartilla_trata.pdf

http://white.lim.ilo.org/spanish/260ameri/oitreg/activid/proyectos/actrav/proyectos/
aplicum/convenios/c105.html

https://www.ohchr.org/sp/professionalinterest/pages/cescr.aspx

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