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Por
María Adriana Fernández Almendras
Profesor Guía
Andrés Donoso
Asesora Metodológica
Tamara Jorquera
Santiago, Chile
2016
Dedicatoria
A Marcela Barraza por el tiempo que generosamente dedicó a leer y comentar mis
avances.
I. Antecedentes …………………………………………………………. 05
III. Objetivos
Objetivo General ……………………………………………………… 11
Objetivos Específicos ………………………………………………………………. 11
IV. Preguntas Directrices ………………………………………………….. 12
Es un sistema que permite mantener una relación cercana con el padre y la madre.
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Comenzando a vivir de esta forma ………………………………………………………………. 30
El sistema de residencia compartida es una decisión que debiera
ser conversada …………………………………………………………………………………. 32
IX. Conclusiones……………………………………………………………………. 80
Anexos
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Resumen
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I. Antecedentes
Los cambios en las leyes que regulan el matrimonio civil en Chile han sido
lentos y complejos. El trámite de modificación de la ley de matrimonio civil (Ley N°
19.947, 2004) se inicia con la moción de un grupo de parlamentarios el año 1995.
En esta moción se argumenta que los cambios políticos, económicos, sociales y
culturales que se han producido en nuestro país requieren de leyes que den
cuenta de ellos, con la finalidad de evitar un distanciamiento entre “(…) los valores
y principios que representa la ley y la práctica social” (Moción de Nueva Ley de
Matrimonio Civil, 1995, p. 6). Es así como, con ciento veinte años de diferencia de
la anterior ley (Ley S/N, 1884), y después de un arduo debate en el parlamento, el
7 de mayo del año 2004 es promulgada la nueva ley de matrimonio civil de nuestro
país (Ley N° 19.947, 2004), que contempla la posibilidad de divorcio de los
cónyuges.
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organizaciones familiares, que no habían sido contempladas de manera oficial, y
que, por lo mismo al no pertenecer a los discursos oficiales, que naturalizan la
familia hegemónica, corren el riesgo de ser consideradas organizaciones
disfuncionales o patológicas (Giberti, 2007).
En esta misma línea, junto con compartir las decisiones relativas a sus
hijos(as) los padres esperan poder compartir espacios cotidianos y no sólo fines
de semana con ellos. Esto se traduce, en algunos casos, en acuerdos de
residencia compartida después de la separación. La residencia compartida se
define como un acuerdo entre el padre y la madre con relación al cuidado de sus
hijos(as) en el que los niños(as) pasan un tiempo similar en la casa de cada uno
de ellos (Picontó, 2012; Weston, 2011).
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Los sistemas de residencia compartida aún son recientes en nuestro país y
abren un campo por estudiar desde distintos ámbitos, a la luz de las
modificaciones sociales, culturales y legislativas antes mencionadas
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II. Planteamiento del problema
Esto se hace más relevante después que el año 2013 se dicta ley N° 20.680
que incorpora el Cuidado Personal Compartido. Dicha ley supone que el acuerdo
entre el padre y la madre es lo mejor para los niños en materias de educación y
crianza. Se promueve con esta ley la corresponsabilidad parental. Este concepto
hace referencia al reconocimiento del derecho de ambos padres a tomar
decisiones, distribuir responsabilidades y derechos en los temas vinculados al
cuidado y educación de sus hijos (Acuña, 2013). Sin embargo, en cuanto a la
residencia, esta ley no especifica con quién vivirán los niños en caso de
separación. Propone que se llegue a un acuerdo entre los padres, de no ser este
posible se sugiere realizar un proceso de mediación y en última instancia un juicio
para resolver estos asuntos.
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que en Chile esta tendencia sea similar. Por lo que se torna central para los(as)
profesionales que trabajamos con familias tener antecedentes que nos permitan
apoyar la toma de decisiones en temas relacionados con el cuidado de los
hijos(as).
En referencia a las obligaciones de los padres hacia sus hijos, las normativas
internacionales de derechos de los niños, niñas, adolescentes y sus familias,
señalan que éstos deben brindar las condiciones necesarias que permitan un
óptimo desarrollo físico, emocional y social (Pérez, 2013). Teniendo presente esta
definición, en la formulación de los objetivos de esta investigación se
contemplaron las siguientes dimensiones: Las actividades escolares, las
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obligaciones domésticas y los espacios de diversión, por considerar que estos
ámbitos engloban las tareas parentales de cuidado y educación de los hijos
anteriormente mencionadas.
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III. Objetivos
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IV. Preguntas directrices
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este tipo de acuerdo influye en las actividades de diversión? ¿Qué rol juega su
madre en este tipo de actividades?
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V. Marco Teórico
Estudios realizados los últimos años para conocer los cambios en las
representaciones de la paternidad han mostrado de manera consistente una
tendencia a una mayor involucración afectiva de los padres con sus hijos. Muchos
hombres construyen su identidad incorporando la paternidad como una
experiencia satisfactoria y que da sentido a su vida (Caro, 2011; Olavarría, 2001;
Rebolledo, 2008; Valdés, 2011).
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La noción de maternidad también ha presentado cambios a través del
tiempo. Las mujeres ya no se definen solo o mayoritariamente desde su rol de
madres, sino que han comenzado a integrar en su identidad otros aspectos de su
desarrollo personal. “El valor de la mujer deja de estar puesto casi totalmente en la
procreación y la crianza, tareas que empiezan a ser consideradas opciones a las
que puede renunciar” (Molina, 2006, p. 101). Frente a este nuevo escenario De
Singly (1996 citado en Valdés, 2009) propone un nuevo modelo de familia, la
familia relacional, que considera la parentalidad como una labor asumida de
manera conjunta por el padre y la madre, dejando de lados los modelos
autoritarios e incluyendo el interés por el desarrollo personal y profesional tanto del
padre como de la madre.
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se basa fundamentalmente en la búsqueda de establecer leyes que favorezcan
tomar decisiones basadas en el interés superior del niño.
Uno de los cambios más relevantes de la ley dice relación con el artículo
N°225 que señala que en caso de que los padres vivan separados se podrá
determinar que el cuidado personal de los hijos corresponda al padre, a la madre o
a ambos en forma compartida, a diferencia de la anterior ley que señalaba que
frente a la separación de los padres era la madre quien detentaba el cuidado
personal de los hijos.
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Residencia compartida o tiempo compartido
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Frente a esta modalidad de residencia post separación y su impacto en los
hijos hay diversas opiniones. Haugen (2010), estudiando la percepción de niños
noruegos acerca de la residencia compartida, señala que muchas veces los niños
aceptan dichos acuerdos considerando más las necesidades de los padres que las
propias, puesto que en su forma de ver las relaciones, el tiempo que se pasa con
cada uno de los padres reflejaría el afecto o lealtad que tienen hacia ellos, los
niños en muchas ocasiones están preocupados por la repartición equitativa del
tiempo que pasan con cada uno de sus padres como una forma de mantener un
equilibrio en el afecto que demuestran a cada uno de ellos. Esto es coincidente
con lo visto por Parkinson & Smyth (2003) que señalan que en los regímenes de
custodia compartida el padre y la madre dicen estar más satisfechos con la
cantidad de tiempo que pasan con sus hijos. En otro ámbito, Ennew (1994 citado
en Haugen, 2008) plantea que los niños tienen distintas necesidades de acuerdo a
sus etapas de desarrollo y estas diferencias deben ser consideradas por los
adultos cuando se llega a acuerdos sobre el tipo de residencia.
Por lo tanto, es importante considerar que son muchas las variables que
influyen en el éxito o no de este régimen, entre ellas flexibilidad de los acuerdos,
edad de los hijos e hijas, cercanía entre la casa de los padres, nivel socio
económico de la familia, grado de acuerdo y cooperación entre los padres
(Davies, 2015)
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Chile, al suscribir el año 1990 la Convención sobre los Derechos del Niño
(UNICEF, 1989), acepta someterse legalmente a sus normativas y tiene el deber
de informar al Comité de derechos del Niño acerca de su cumplimiento. La
Convención sobre los derechos del Niño de la UNICEF (1989) señala que:
Se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de edad
(…) miembro de una familia y una comunidad, con derechos y
responsabilidades apropiados para su edad y su madurez. Reconocer
los derechos de la infancia de esta forma permite concentrarse en el
niño como un ser integral (UNICEF, 1989)
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El concepto de experiencia
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VI. Marco Metodológico
Muestra
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etapa de transición a una vida autónoma emocional y económicamente (Micucci,
2005). Por lo mismo se entrevistó a jóvenes que aún se encuentran estudiando en
enseñanza media y viven con sus padres.
Criterios de inclusión
Niños, niñas y adolescentes que vivan o hayan vivido durante el último año
en sistema de residencia compartida con sus padres, es decir que duerman en la
casa de su padre y en la casa de su madre de manera alternada entre un 35-65%
del tiempo.
Criterios de exclusión
Producción de datos
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producidos mediante entrevista cualitativa en profundidad. Esta técnica es descrita
por Valles (2014) como una interacción similar a una conversación cotidiana en su
flexibilidad y lenguaje, pero que tiene como propósito la producción de
información. Este tipo de entrevista permite realizar un análisis en profundidad de
la experiencia que tienen los sujetos entrevistados(as) sobre un tema
determinado, puesto que no se limita con un cuestionario previo, sino que va
desarrollándose en torno a los temas contemplados en los objetivos de la
investigación de manera libre (Alonso, 1994).
Análisis
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Procedimiento
Consideraciones éticas
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Se solicitó a ambos padres y a los niños, niñas y adolescentes su
participación en la investigación de manera voluntaria, garantizando la
confidencialidad de los datos obtenidos de las entrevistas, así como de su
identidad. La entrevista se realizó sólo en los casos en que se contó con la
autorización de ambos padres y sus hijos y además se aclaró que podría ser
interrumpida en cualquier momento que el entrevistado(a) lo requiera. Se les
señaló el objetivo de la investigación, el contexto en el cual se realizaría y se les
informó que se les permitirá el acceso a los resultados de ésta en la medida que
sea de su interés y de una forma que sea adecuada para cada grupo de edad.
Este compromiso quedó establecido en la firma del consentimiento por parte de
los padres y asentimiento en el caso de niños, niñas y adolescentes.
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VII. Resultados
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Resumen de categorías y subcategorías
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Descripción y análisis de las categorías y subcategorías.
1.1 Lo más importante es mantener la misma relación con ambos padres después
de la separación
Comenzar a vivir con este sistema puede ser confuso al inicio por las
diferencias entre los padres, en cuanto a las costumbres o hábitos. Pero es algo a
lo que es posible acostumbrarse:
“Igual fue raro, porque igual mi papá y mi mamá son distintos, mi mamá era
mucho más así, como que en la mañana antes de irme al colegio, me
preparaba el desayuno, como súper mas mamá… y mi papá no… decía toma
ahí tienes sírvete tu… igual fue raro al principio, pero después ya me
acostumbré…” (Mujer 16 años)
“(…) sería fome… sería penca vivir sólo con uno… Sería fome no ver al otro…
No por vivir solo con uno, si no por no ver al otro papá…” (Mujer 14 años)
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La entrevistada diferencia entre “vivir con” y “ver” a los padres. Lo importante
para ella es ver a los dos. Compartir tiempo con los dos. Si bien vivir solamente
con uno no le parece, no es el hecho de vivir sólo con uno lo que no le gusta, es
dejar de ver al otro. Compartir residencia es una buena posibilidad de mantener la
cercanía con ambos padres.
“Yo tengo un compañero que pasa mucho más tiempo con la mamá que con el
papá… Eso a mí no me ha pasado y espero que no me pase, pero debe ser
bien doloroso, me imagino…” (Hombre 10 años)
El cambio continuo entre una casa y otra puede ser algo agotador
“(…) era como cuando se cumplía el ciclo, era como un ritual, como un rito…
como algo de costumbre. Pero no sé si extrañaba tanto, o sea con el tiempo se
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volvió monótono… (¿Monótono?) …un poco más… agotador diría yo…”
(Hombre 18 años)
“A mí me gusta, pero yo creo que depende de, de la gente yo creo… (¿En qué
sentido?) No sé poh… a lo mejor yo soy así como que puedo pasar la semana
entera sin ver a mi papá o a mi mamá… pero quizá es que yo estoy
acostumbrada, porque si hay un niño más apegado a su mamá y en la semana
la extraña y está con su papá, es como que a él no le va a hacer bien, que este
toda esa semana sin ver a su mamá. Pero yo creo que depende también de
cada uno… (Mujer 15 años)
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La segunda forma de llegar al sistema de residencia compartida es mediante
un proceso que se va dando con el transcurso del tiempo. En algunas ocasiones
relacionado con los horarios o trabajo de alguno de los padres:
“Es que no me acuerdo mucho, pero sí me acuerdo que hubo un tiempo en que
dejé de verlo porque mi papá... es que no sé qué pasó con mi papá en ese
momento de su vida… me acuerdo que mi papá empezó a trabajar en un
mall…y tenía horarios así… terribles, tenía como un día libre en la semana y se
lo iban diciendo en la semana, entonces no dependía de él…entonces lo veía,
eso… como una vez a la semana y fin de semana por medio…y de cuando mi
papá se cambió acá, ahí empezamos a hacerlo semana y semana.” (Mujer 16
años)
“Pero fue como, un año con este, un año con este otro y otro año con
otro…entonces esto fue lo que estuve haciendo mucho tiempo, no sé, hasta
que estuve como en tercero, algo así… Pero de ahí en adelante empecé a venir
acá… porque mi papá no tenía casa así como así. (…) Y en años anteriores
tenía que ver con que al principio mi papá no tenía un departamento (…)
entonces al principio no podía pasar tanto tiempo con mi papá porque no tenía
casa. Y después cuando tenía esta casa, me empecé a quedar más tiempo
aquí…” (Hombre 14 años)
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“(….) Entre todos igual, o sea mi mamá y mi papá como que nos propusieron
esto… pero entre todos lo conversamos y yo creo que era una buena idea que
lo hiciéramos…” (Mujer 16 años)
“Yo creo que mientras más grande eris como que más tarde lo implementai, es
como más difícil sobrellevarlo yo creo (…), por eso yo creo que como era chica
cuando empezamos con el cambio, me acostumbré…” (Mujer 16 años)
“O sea, nos contaron que iba a ser así, dos días con mi mamá dos días con mi
papá, después tres días con mi mamá y tres días con mi papá, así.” (Mujer 8
años)
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“Los primeros días no me acuerdo, pero después me preguntaron…yo dije que
quería estar una semana y una semana…” (Hombre 18 años)
“ (…) cuando uno es chico hay muchas cosas que se tienen que imponer,
porque cuando uno es chico, no tiene la capacidad, como de medir todos los
parámetros que determinan con quien quedarse, porque cuando uno es chico,
como que no tiene permiso para nada… Porque hay muchas cosas que es
difícil de explicar para un niño, y como que un niño no tiene la capacidad de
entenderlo… (¿Y quién debiera decidirlo ahí?) En ese caso yo creo que, es que
siempre confiando en que los papás son razonables… pero a veces no creo
que sea tan así… si son razonables los papás. Pero yo también digo que podría
ser un juez. Ahora me refiero a que cuando chico uno debiera ser mitad y mitad
o lo que más convenga a los papás.” (Hombre 14 años)
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“Supongo que, como que el hijo esté bien… que tienen que pensar en el hijo y
no en sus intereses propios, que no termine siendo una batalla entre ellos,
porque si ellos están enojados... y que piensen en lo que el hijo quiere también,
si es muy chico, entiendo que no se considere mucho pero que como que con el
tiempo vayan considerando… (Tú dices que si el niño es muy chico, no se
considere mucho lo que él quiere. ¿Por qué piensas eso?) Porque cuando eres
chico como que, todo el mundo piensa que, “eres niño” entonces como que da
lo mismo, si siempre vay a estar bien en cualquier parte. (¿Y tú piensas eso?)
Si…” (Mujer 14 años)
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la relación con ambos padres. No se advierte tensión en el discurso en este
sentido. Independientemente de cómo se llega a este acuerdo y de cómo se
implementa, a los entrevistados(as) les parece un hecho positivo el poder vivir con
su madre y con su padre, no sólo verse algunos días en la semana, sino compartir
espacios cotidianos y esto es posible con el sistema de residencia compartida.
“Eh… 15 días o sea dividen el mes en dos y paso 15 días y 15 días con cada
uno… (¿15 días de corrido?) No… es que mi papá tiene turnos…entonces
algunos días está de mañana, otros de tarde y otros de noche, entonces…
dependiendo de los turnos, él arma un calendario para que las veces que esté
acá, no esté sola, y podamos pasar más tiempo juntos… entonces, según eso
se organiza los tiempos…” (Mujer 14 años)
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(¿Tú participas en ese arreglo?) No…hay veces como puntuales, como que si
quiero ir a alguna parte con mi mamá le digo, ‘Dile a mi papá que ese día quiero
estar contigo’… y lo arreglan… y eso… pero ha sido cómodo… no ha sido
ni un drama ni nada…” (Mujer 14 años)
El hecho que los padres sean quienes toman las decisiones acerca de los
tiempos parece aliviador para los hijos(as). Les evita tener que decidir entre uno u
otro. No hay riesgo que el equilibrio se rompa por una acción de ellos. El tiempo
entonces es algo que entregan a sus padres para que éstos lo distribuyan.
Niños(as) y adolescentes parecen naturalizar el hecho que sean los padres
quienes definan los calendarios. Esto podría relacionarse con no querer estar a
cargo de decisiones que tienen un fuerte componente emocional. Escoger por
ellos(as) mismos el tiempo que pasarán con cada padre/madre parece implicar el
riesgo de tener que escoger entre uno y el otro. Por lo anterior se entrega esta
decisión a los padres. Cuando la adolescente señala “no ha sido ni un drama ni
nada” podríamos preguntarnos, ¿Qué puede ser un drama? Escoger pasar más
tiempo con uno(a) que con otro(a) ¿Podría ser un problema?
En otros casos los padres consultan con los hijos(as) las decisiones
relativas a la distribución del tiempo y cambios en los acuerdos.
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probable que los entrevistados(as) lo manifiesten explícitamente. Puede ser una
vivencia más íntima, menos explicitada.
Considerando esto, se puede pensar que junto con equilibrar el tiempo los
hijos(as) estarían equilibrando el afecto o la cercanía hacia sus padres. De aquí la
importancia de que esto sea justo. ¿Pero, justo para quién? Aparece en el
discurso de los hijos(as) claramente la necesidad o deseo de los padres de ver a
sus hijos(as), antepuesta en ocasiones a las necesidades de ellos(as):
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“Si le digo a mi papá, así como que hoy día me quiero quedar acá… (En la casa
de la mamá) pero yo no lo hago porque, no sé, no me gusta… prefiero pasar
toda la semana donde me toque (Dices que no te gusta) Es que no sé, yo me
siento mal, de decirle eso, porque se supone que esa semana me tocaba estar
con él…(¿Y te sientes mal por qué?) Porque es un día menos sin estar con él
poh… porque es un día que le toca a él conmigo, entonces no me gusta…”
(Mujer 15 años)
“Eh, no sé, a mí me daría miedo preguntarles, pero sí, creo que tendría más
tiempo con uno o el otro. (¿Y porque te daría miedo preguntarles?) No sé, o
sea... creo que sería complicado preguntarles porque podría darles pena. No
sé, es que nunca he tenido problemas con ambos, con ninguno de los dos…
(¿Les puede dar pena?) Les daría pena, exacto… ese es mi temor, pero creo
que si les pidiera me dejarían…Además yo estoy conforme con los tiempos,
los dos me tratan igual, no es muy distinto.” (Hombre 10 años)
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En esta misma línea, aparece la idea de que los hijos(as), deberían hacer
un esfuerzo para estar con los papás.
“Si, sobretodo este año, como mi hermana se fue, como en los momentos de
crisis de mi hermana que me decía ‘No, no puedo cambiarme no sé qué’ porque
ella entraba en crisis… Yo siempre le decía… ‘X, yo sé que estamos en
momentos distintos de la vida y todo pero, yo puedo, no es tan complicado,
¿Por qué a ti se te hace tan complicado, un día en la semana?, onda hacer un
esfuerzo por estar con tu papá y tu mamá cachay’” (Mujer 16 años)
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perspectiva de la madre, no desde él, dice textualmente: “máximo dos días sin
verme”, no “sin verla”.
“(... ) Por ejemplo ya ‘si te vay con tu mamá bacán, pero me debí un día’ (risas)
‘la próxima semana te queday un día más conmigo…’ (¿A ti qué te parece
eso?) Pucha… es que igual lo encuentro como de… ¿Cuál es la palabra? Como
de pendejo así…Igual a veces ha sido como un poco motivo de pelea, como
‘Oye, ya poh weón… como tanto, si no soy un paquete que tiene que estar
tantos días acá y tantos días allá’ pero…me dicen que en fondo es porque a
ellos no les gusta pasar menos tiempo conmigo… cachay, van como a lo
efectivo… (Risas)” (Mujer 16 años)
Por otra parte es importante señalar que las necesidades de los padres de
tiempo y cercanía con sus hijos son compartidas por éstos, en el discurso de los
entrevistados(as) también aparece con claridad el deseo de ellos de estar con sus
padres. El pasar tiempo con ambos es una necesidad propia, no sólo una
respuesta a las necesidades de los padres.
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“Si…me resultaría súper difícil, porque obviamente ya tengo una relación con mi
apá demasiado cercana, entonces me costaría mucho no estar con él o lo
mismo con mi mamá poh…sería muy difícil, haría todo lo posible para que no
sucedería.” (Mujer 16 años)
2.2 Hacer cambios en los tiempos con cada padre es complejo, puede herir
sentimientos
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De acuerdo a lo señalado en las entrevistas, se aprecia que los hijos(as)
prefieren que los padres conversen entre ellos sobre los cambios, sin participar
ellos(as) en estas negociaciones. Dejar el tema en manos de sus padres es mejor,
puesto que les resulta difícil pedirlo de manera directa.
“(¿Puedes hacer cambios?) Sí poh, o sea mis papás hacen el cambio… o sea
mi papá le dice que yo tengo algo súper importante que hacer con él… le dice a
mi mamá, que podríamos cambiar este día y paso más tiempo con él… Pero él
se lo pide, yo no. O sea igual se lo podría pedir, pero no quiero, me da…. No
me atrevo…” (Mujer 15 años)
Por otra parte, parece que para pedir un cambio debe haber una situación
importante que lo justifique, no hacen mención a algún interés personal. Las
situaciones que lo justifican se relacionan generalmente con actividades familiares.
“Lo otro que era importante era lo de los cumpleaños… lo de los fines de
semana, que, por estar con mi amá, no voy al de allá (Cumpleaños que se
celebra en la casa del papá), y eso… (¿Eso?) O sea, yo tendría que pedirlo no
más, pero… no me atrevo… yo creo que ella igual me dejaría… total es la
familia. Pero no sé tanto si me diría que si se sentiría mal.” (Mujer 15 años)
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complicado. Esta semana me ha tocado, estuvieron de cumpleaños dos tíos de
parte de mi papá, y esas dos semanas había estado con mi mamá, entonces no
fui a esos cumpleaños.” (Mujer 15 años)
“(¿Si? ¿Y te ha pasado alguna vez que te quieras venir cuando estás en la casa
de tu papá?) Sí (¿Y te has venido?) Es que no hago cosas malas, es que son
cosas, es que nunca lo podrás ver, después cuando está muerto… eso da
mucha tristeza. (¿Y te pasa a veces que no quieres irte a la otra casa?) Sí
algunas veces… (¿Y qué haces cuando no quieres ir?) Digo no, pero igual
voy… (¿Por qué?) Porque algunas veces mereces lo que te dan.” (Hombre 7
años)
“Si… eh… como que antes era mucho más controlado por mis papás, era como
ya el domingo te vay a la casa de tu papá el domingo te venís pa’ acá…’ Pero
ahora igual como soy más grande, ponte ahora como estoy de vacaciones,
como que yo manejo más los días que me quiero cambiar cachay, como que
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‘Oye hoy día me voy a quedar con mi ama, porque vamos a ir a no sé qué y
vamos a llegar tarde’… como ese tipo de cosas ¿Cachay?” (Mujer 16 años)
“Yo hace poco estuve pensando en irme dos semanas y dos semanas… porque
igual a veces me pasa que por ejemplo estoy acá y no sé cómo que recién me
empiezo a acostumbrar estar acá como con mis cosas… como que tengo mis
cosas ordenadas en mi pieza y todo, como cuando ya se está acabando la
semana, y me tengo que cambiar de nuevo cachay… Pero igual a veces me
gustaría estar más tiempo en las dos casas pa, como no sé una cosa práctica…
Pero, se lo plantee a mi mamá y me dijo como no… ‘yo no puedo estar dos
semanas sin ti’, así como mucho… pero eso…” (Mujer 16 años)
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En esta situación la madre plantea que no puede estar tanto tiempo sin
verla y la hija desiste de realizar el cambio. Esto se puede comprender debido al
costo emocional que tiene tomar este tipo de decisiones. Por lo mismo es posible
que en algunos casos estas decisiones sean postergadas:
“Mi papá estaba como triste, un poco. Porque había decidido quedarme en un
lugar. Pero porque se necesitaba echar raíces … en un lugar físico… como en
algún núcleo, con una cantidad de personas (…) pasa que yo creo que por algo
lo mantuve tantos años, debe haber sido algo difícil… claro, despegarme un
poco de uno de ellos.” (Hombre 18 años)
Tomar una decisión que puede entristecer a los padres, es algo complejo.
Los entrevistados(as) en general tienen presente el efecto de los cambios en sus
padres. Están atentos a las consecuencias que éstos pueden tener. Parecen
poner en primer lugar lo que sus padres necesitan o esperan antes que sus
intereses. Por lo mismo en algunas ocasiones no piden un cambio para no herir a
ninguno de los padres, para que no estén tristes. La necesidad de cambio se
manifiesta a sus padres sólo si es debido a alguna situación externa que lo
justifica, tales como vacaciones, cumpleaños de familiares, pruebas, etc. Además,
suelen esperar que los padres se pongan de acuerdo entre ellos con relación al
cambio.
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2.3 Cuando hay conflicto todo es más difícil.
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menciona como una dificultad, es como si no existiera esta división del tiempo
entre ambos padres, este cambio de residencia, esta administración de su tiempo
por parte de sus padres.
Otro elemento presente en los relatos, es que cuando hay conflicto entre los
padres se tensiona la relación y esto afecta esta forma de organización, porque es
necesario ponerse de acuerdo en cosas prácticas, que en este sistema tienen un
peso particular, puesto que es necesario coordinar traslados de sus cosas
personales, de ellos mismos, hacer coincidir algunas fechas, etc.
“Caleta, porque como que ahora en estos momentos no se hablan, como que
no se hablan mucho, como que yo tengo que ser como ese canal de
comunicación entre ellos un poco… entonces igual es un poco más complicado
en el sentido como de las cosas prácticas igual…” (Mujer 16 años)
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aprecia la capacidad de reflexionar acerca de los conflictos y de proponer
alternativas frente a estos. Al igual que la adolescente que señala la necesidad de
ser razonable en las peticiones que realiza. La idea de negociar y llegar a
acuerdos está presente en el discurso de los entrevistados(as), especialmente de
los(as) adolescentes.
“Es que es muy complicado porque, aún es complicado porque los cambios de
horario no fue por… no fue por cambios naturales, tiene que ver por alguna
discusión que hemos tenido, con mi mamá o con mi papá (…) Porque en ese
momento (en quinto básico) yo estaba muy enojado con mi papá, porque así
era para evitarlo lo más de los días que era la mitad del tiempo…(Así no lo
veías todos los días) Si poh… pero era sólo porque estaba muy enojado con mi
papá (…) Después solucionamos el problema y quedamos mitad y mitad”
(Hombre 14 años)
“Lo de los jueces o sea de los niños(as), es que es muy importante eso de que
ni puede estarse cambiando de una casa… entonces uno debiera evitar eso…
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eso debiera haber una ley, o sea no debiera ser juego del niño… no es que el
niño decida.” (Hombre 14 años)
“(…) y si se llevan mal probablemente vas a ver al que se fue de la casa cada
cierto tiempo… mucho más largo… a lo mejor no se vuelvan a ver nunca
más…Muchas veces eso (La mala relación entre los padres) interfiere en la
relación del hijo, porque los papás a veces no tienen la madurez suficiente
como para poner a su hijo, como en frente de sus peleas internas, entonces…
hay muchos que también pueden hacerlo y después se ven el mismo tiempo su
papá y su mamá.” (Hombre 15 años)
Es claro que los conflictos entre los padres afectan a los hijos(as) de
manera general. No es una situación particular de familias cuyos padres se han
separado o de familias con acuerdos de residencia compartida. Sin embargo, al
considerar la idea de equilibrio y justicia que se hace presente, de manera muy
central, en esta forma de organización familiar, podría implicar una carga mayor de
estrés para los hijos(as). Este parece ser un sistema que requiere de un alto grado
de acuerdo entre los padres. Por lo mismo se requiere de una relación
suficientemente buena entre éstos como para lograr acuerdos. Este sistema
requiere de negociaciones más frecuentes, puesto que muchas más decisiones se
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toman en conjunto. Ambos padres comparten las actividades cotidianas de sus
hijos(as), tienen la misma responsabilidad en su educación, deberes y tiempo libre
entre otras áreas. Si hay demasiada diferencia entre una casa y la otra puede ser
más difícil de llevar a cabo este acuerdo.
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La tensión presente en esta categoría se relaciona con la evaluación
positiva de la posibilidad de pasar la misma cantidad de tiempo con el padre y la
madre y poder compartir las actividades cotidianas con cada uno de ellos. Esto es
algo muy significativo, pero el costo puede ser que surjan conflictos, debido a la
necesidad de continuos acuerdos y negociaciones del tiempo que corresponde a
cada padre. Frente a esto los niños(as) y adolescentes parecen estar muy atentos
a la relación entre sus padres, a las necesidades de éstos y evitan de muchas
maneras generar problemas. La pregunta que surge frente a esto se relaciona con
las necesidades de los hijos(as). ¿Es posible que las expresen? E incluso, más
allá de la expresión, ¿Serán capaces de reconocer sus necesidades si están tan
atentos a las necesidades de sus padres? En esta categoría se genera mayor
tensión, por un lado aparece que es posible equilibrar, esto no es un problema,
pero por otro lado se evita generar conflictos. Es decir el que no se produzcan
muchos problemas parece vinculado con un esfuerzo por parte de los hijos(as) por
evitarlos. Aun a costa de sus deseos. Por lo que parece que lo que se vehicula es
la necesidad de los papás por este equilibrio, más que la de los niños.
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normal, a lo que están acostumbrados(as), que simplemente viven en dos casas
en lugar de una:
“(Y cuando a ti te preguntan con quién vives, ¿qué dices tú?) Con mi mamá y
con mi papá, solamente que en distintas casas (risas)” (Mujer 8 años)
Esta forma de vivir puede ser difícil de comprender para las demás
personas. A algunas personas les causa extrañeza el que tengan dos casas, e
insisten en preguntarles cuál es “su” casa.
“Si, igual varias amigas o gente conocida que les cuento, me preguntan que
como es que tus papás están separados y como lo haci (haces)… ‘no… vivo
mitad y mitad’ y quedan como así, ‘que raro’ ‘Pero ¿cuál es tu casa?’… y yo así
como… ‘Las dos… mitad y mitad...’ ¡Aaaah! Como que quedan así…” (Mujer 16
años)
En las preguntas que le hacen estas personas hay una tendencia a buscar
una definición, parece difícil comprender una forma de vivir que no define un solo
lugar como propio. Pero esto no algo que sólo les sucede a las personas ajenas a
este sistema. También es posible verlo en los entrevistados(as):
“Yo igual, tengo no sé porque, como la idea de que, aunque viva la mayor parte
del tiempo aquí (en la casa de su padre) que, en la casa de mi mamá, como
que, mi casa es la casa de mi mamá… más. O sea, yo aquí igual me siento en
mi casa y todo, pero ponte tú en la casa de mi mamá, yo tengo todas mis cosas
y cuando me vengo para acá, como que me hago un bolso con todas las cosas
que voy a necesitar en la semana…pero ponte tú, yo aquí nunca tengo la ropa,
toda mi ropa acá…siempre me la traigo de la casa de mi mamá.” (Mujer 16
años)
52
A la entrevistada le resulta difícil explicar por qué, aunque viva la misma
cantidad de tiempo en cada casa, hay una de estas que siente como “su” casa. En
esta casa es donde tiene la mayoría de sus cosas y desde ésta las lleva a la otra
casa. El lugar en el que tiene sus pertenencias es sentido más propio. Es
interesante ver que entonces, no sólo el tiempo es relevante en la definición del
lugar en donde vive, también sus pertenencias influyen en la percepción del
espacio que siente propio. Sin embargo, cuando se habla de las características
físicas de cada casa, de las cosas que tienen en cada una, en general minimizan
las diferencias y evitan escoger alguna o decir que una les resulta más cómoda
que otra.
“(…) diferencias, porque por ejemplo aquí puedo tocar piano… allá no, porque
no hay un piano. Por ejemplo, acá puedo patinar, allá no, porque… o sea la
calle en irregular, y el espacio es súper chiquitito, y acá las calles son planitas y
son cerradas entonces sólo pasan los autos de aquí, entonces… es más fácil
patinar poh. Entonces eso me ha gustado mucho más de estar aquí…Pero
siempre me ha gustado más en todo, entonces… también tenemos impresora…
53
eso sería como en el ámbito como… más material, porque no es como que mi
papá o mi mamá tengan que ver con que haya más cosas aquí…” (Hombre 14
años)
En los otros casos, da la impresión que hay una lealtad con ambos padres
al encontrar las casas similares o no tener preferencia por ninguna. Es otro punto
de equilibrio. ¿Qué podría significar relacionalmente el preferir una casa? Si
prefirieran una u otra, ¿Qué grado de libertad pueden tener para decirlo? Por lo
mismo, el espacio físico y los aspectos materiales dejan de ser un tema, no es
algo de lo que se hable mucho, al menos en algunas etapas del desarrollo. Pero al
ir creciendo algunos adolescentes comienzan a sentir la necesidad de un espacio
propio:
“Yo quise quedarme en la casa de mi mamá… (¿Por qué?) Porque sentí que
ahí estaba más mi lugar, ahí estaba más mi núcleo puede ser…” (Hombre 18
años)
Este entrevistado vivió desde los 8 hasta los 18 años con ambos padres en
un sistema de residencia compartida, pero hace tres meses, decidió quedarse en
casa de su mamá. Explica que esto fue una decisión relacionada con la necesidad
de contar con un espacio físico que sintiera más propio. Esto podría relacionarse
con su proceso de crecimiento y cambio. Además la búsqueda de identidad,
característica de esta etapa del desarrollo, puede incluir la necesidad de un
espacio propio, que los identifique y en el que prefieran estar. Se puede reflexionar
en torno a la implicancia de tener o no tener un espacio definido como propio. De
qué manera el espacio físico juega un papel en la experiencia de los niños(as) y
adolescentes que viven en un sistema de residencia compartida. La tensión
observada acá es que pese a que pueden sentir una de las casas como más
54
“propia” lo que aparece en el discurso es que ambas son sus casas y que no
prefieren ninguna.
“Es que gracias a mi mamá es más práctico igual porque… o sea como más
posible porque mi mamá todos los domingos o a veces los lunes como que me
viene a dejar con las cosas… Los domingos hacemos el cambio… en el auto,
entonces igual no es tan complicado, pero eso es… tiene sus costos. (¿Cuáles
pueden ser esos costos?) El tener como, no sé, como tener ordenadas tus
cosas, para que no se desaparezcan en los cambios y todo eso… cachay, ser
igual como organizá… saber qué es lo que vay a necesitar en la semana, todo
eso.” (Mujer 16 años)
“Y supongo que una de las razones que hizo que fuera como yo fuera
ordenado, fue que como tenía que estar todo el rato así, siempre tenía que
tener las cosas ordenadas, no se me podían quedar las zapatillas acá, siendo
que al otro día me tocaba en la casa de mi mamá y ese día me tocaba
educación física.” (Hombre 14 años)
55
La distancia entre las casas no es un factor considerado importante. El que
la casa del papá y de la mamá estén cerca ayuda, pero no es un elemento
relevante para los entrevistados(as) en la evaluación del sistema. Lo que parece
importante es contar con la ayuda de los padres en los traslados, esto es algo que
les sirve en términos prácticos, pero en general, no evalúan que el traslado sea
una complicación o algo difícil.
“No es tan complicado, porque la mayoría de las veces que traemos cosas de
allá para acá, como juguetes o cosas que tengamos que hacer para otro día, no
son tantas cosas.” (Mujer 8 años)
Sin embargo, a medida que van creciendo el sistema puede no ser tan
cómodo, cambiarse de una casa a otra se transforma en una dificultad:
“(…) o sea igual, hay gente que le puede costar acomodarse, por ejemplo, a mi
hermana cachay, como que aguantó harto tiempo con esto (residencia
compartida), pero como que le fue bien (en la PSU) y entró a la U y cambió y su
dinámica cambió cachay… (…) sobretodo este año, como mi hermana se fue,
como en los momentos de crisis de mi hermana que me decía ‘No, no puedo
cambiarme no sé qué…’ porque ella entraba en crisis…” (Mujer 16 años)
56
entrevistados(as) asumen logrando finalmente adaptase a esta situación. La
motivación de vivir con ambos padres parece ayudar a enfrentarlo.
57
“Ahora no me dicen, nada… estudio yo sola, no les digo nada a ellos… O sea,
como que a esta hora tienes que estudiar, si no que yo hago eso sola…Yo digo,
tengo una prueba, ya ahora voy a estudiar…o voy a estudiar tantas horas, pero
eso lo veo yo… (¿Y si te sacas buenas o malas notas, te dicen algo?) No, o sea
mi mamá me dice que no me tengo que sacar rojos… aquí hay un rojo, tienes
que subirlo, o sea mi papá me dice que no importa, pero los dos me dicen que
me esfuerce… Mi mamá igual me dice algo por los rojos igual.” (Mujer 15 años)
“Sí, sí, me ha pasado como con cuadernos o con materiales para el colegio
(que se le queden en la casa de uno de sus papás) … (¿Y cómo lo haces
cuando te pasan esas cosas?) Como mi papá vive igual cerca acá o en Ñuñoa,
estoy por ahí, normalmente puedo ir a buscarlas o de repente lo llamo a él para
que me traiga lo que se me quedó… y normalmente lo hace (Y al revés, ¿Si
estuvieras allá y se te queda algo de acá?) No sé, ahí es más complicado
porque igual es como más lejos…” Hombre 15 años
58
Con relación al párrafo anterior, aunque la distancia entre las casas o entre
la casa y el colegio no es algo que los niños(as) y adolescentes entrevistados
mencionen como importante, pudiera ser un elemento que influye en las
posibilidades de resolver algunas dificultades vinculadas con sus actividades
escolares, sin embargo, no hacen alusión a esto.
59
pedidos sólo a uno de los padres, pero los permisos “grandes”, que implican más
días o dormir en otro lugar en general son consultados con ambos padres.
“Por ejemplo ahora en vacaciones si quiero salir a alguna parte no sé, como a
vacacionar, obviamente le pregunto a los dos… Pero si es que estoy en la
semana con mi papá y quiero salir en la noche o no sé qué, le pregunto a mi
papá nomas poh. (¿Y la cantidad de permisos o los horarios, tienen criterios
parecidos o son diferentes?) Son parecidos, no son tan permisivos ni tan
rígidos, son súper piola. (Mujer 16 años)
Pese a que admiten diferencias entre ambos padres, señalan que éstas son
menores y que prima un criterio similar entre los padres con relación a los
permisos.
Frente a desacuerdos entre los padres con relación a los permisos, algunos
entrevistados(as) prefieren evitar conflictos con sus padres, o que estas
diferencias generen problemas y optan por no insistir en su petición. Subordinan
su posibilidad de salir a mantener la armonía.
“Es que antes, mi papá siempre me decía que le avisara con anticipación, como
que si le decía un día antes, como que no me dejaba, y con mi mamá nunca he
tenido problema con eso… pero creo que eso es como el tiempo, con la
anticipación con la que aviso, o no sé, cosas como piercing… a mi mamá como
que le gusta eso… nunca ha tenido problemas, a mi papá como que no le gusta
mucho… (¿Y qué pasa si tu mamá no tiene problemas y a tu papá no le gusta
mucho, en que quedan?) En nada…” (Mujer 14 años)
60
“Porque ya no vivo en la casa de mi mamá, y ahora estoy viviendo acá… Y eso
fue porque me pelee mucho con mi mamá… y eso fue porque no me dejaba
hacer nada… Por ejemplo, el colegio está aquí al lado y no me dejaba irme
caminando hasta allá, o al Mall solo. No podía ir siendo que estoy en primero
medio. (¿Y tu papá?) Mi papá, me decía que por qué mi mamá no me dejaba
hacer eso, que a esta edad yo tenía que aprender a movilizarme. (Hombre 14
años)
Por lo tanto, mientras las diferencias entre los padres con relación a los
permisos no sean muy marcadas no parece existir dificultades. Los problemas
surgen cuando las diferencias son marcadas y además no negociadas entre los
padres, en estas situaciones los hijos(as) pueden renunciar a su petición, o
escoger una de las dos casas en las situaciones más extremas.
61
Algunos(as) señalan que no tienen muchas obligaciones en sus casas.
Generalmente deben ordenar sus cosas y ayudar en algunas tareas sencillas de
manera esporádica.
“Mmm, no sé, siempre hago mi pieza en las dos casas, o de repente veo que el
piso está muy sucio y no sé barro o limpio, pero tampoco es como que me
exijan hacer cosas, a veces me piden que lave la loza acá. Y eso es todo.”
(Mujer 14 años)
Y en otros casos aparecen diferencias entre lo que les piden en cada casa.
“Mi mamá me reta, cuando no tengo la pieza ordenada, pero como viene la
señora Paty, ordena toda mi pieza… Y los fines de semana ordeno yo. Y donde
mi papá también va alguien, pero a mi papá como no le importa por ejemplo…
Es que mi papá… es mucho menos estricto en todo… porque es mi pieza, y yo
puedo hacer lo que quiera en mi pieza, en cambio mi mamá me dice es mi casa
así que ordena tu pieza.” (Mujer 15 años)
Pese a que señalan algunas diferencias entre lo que les piden hacer en una
u otra casa, esto no aparece como un factor que determine una evaluación
diferente de cada casa.
62
probabilidad de ver a sus amigos en ocasiones se relaciona con la casa en la que
se encuentren y con las posibilidades de ir a la otra casa para juntarse con ellos.
“Pero la mayoría de mis amigos están como más cerca de acá… (¿Te juntas
con ellos fuera del colegio?) Si, a veces… pero también depende de con quien
este, si estoy con mi mamá y me quiero juntar con alguien puedo venir para acá
(casa del papá) y…ahí los veo.” (Mujer 14 años)
“No, el colegio permaneció hasta que yo estaba como en séptimo básico igual…
Si fue muy importante porque tenía muchos amigos desde chico… Los amigos
y el círculo de profesores son importantes para los niños. Yo creo que el colegio
fue como un espacio con mucha estabilidad, en cierta forma no es un espacio
lleno de nostalgia, está más vivo.” (Hombre 18 años)
“Me cultivaban harto las amistades sí…Mi papá me llevaba también harto.
Porque tenía una amiga, que tenía hijos que eran mis amigos…entonces me
ayudaron a cultivar siempre mis amistades. Mi mamá siempre invitaba a mis
amigos a mi casa, nos hacía comidas ricas.” (Hombre 18 años)
63
Nuevamente se puede observar que los entrevistados(as) se adaptan al hecho de
vivir en dos casas, incluso con relación a su posibilidad de ver a sus amigos. Si es
posible verlos está bien, pero si no es posible, no es algo que les genere
dificultades. Parecen priorizar el cumplir con los horarios y fechas acordados con
su padre y su madre. Evitan hacer modificaciones que puedan alterar el equilibrio.
Finalmente, se puede decir que vivir en dos casas, que es una de las
características centrales de este acuerdo de residencia compartida tiene algunas
implicancias en términos prácticos y de organización.
Para lograr este grado de comodidad señalan como central el apoyo que
reciben de sus padres en los aspectos prácticos. Valoran que les ayuden en los
traslados, o que los apoyen en situaciones en que han olvidado algo que debían
llevar al colegio en la casa de uno de los padres. Esto es algo que facilita sus
actividades.
64
prácticos, que lidiar con la tensión que les genera que sus padres puedan discutir
entre ellos, o puedan sentirse mal por algo que ellos soliciten o hagan.
Al hablar directamente sobre lo que opinan las personas que los rodean
acerca de este sistema, la mayoría de los entrevistados menciona que no es algo
de lo que suelan conversar. Dicen que en general las personas están
acostumbradas a verlos trasladarse de una casa a otra, lo encuentran bien, pero
no les preguntan.
“Lo hemos conversado igual y es como ‘Oh. No sé qué’… pero sus papás están
juntos entonces igual es como un poco tema de conversación como entre
nosotros más que en la familia… como entre los primos…pero también lo
encuentran bacán, como que… no opinan mucho…” (Mujer 16 años)
65
“No para nada… para nada… no es tema… Ellos (Los abuelos u otros
familiares) no se involucran, no es tema, ni tampoco nunca ha sido tema”
(Hombre 10 años)
Algunas personas fuera del ámbito familiar dan su opinión del sistema
evaluándolo como una forma compleja de vivir y que puede traer consecuencias
en los hijos(as):
“(¿Y cómo fue para ti cambiarte día por medio?) … Si es que era cómodo, era
bastante cómodo… siempre dicen que como que me voy a quebrar. (¿Quien
dice?) La psicóloga, o sea no sólo el psicólogo, y otras personas, que dicen, el
niño se va a partir la cabeza, yendo de un lado pal otro es muy terrible… Pero
yo desde chico que estaba haciendo eso, entonces estaba bien acostumbrado
entonces no tenía ningún problema por eso.” (Hombre 14 años)
66
mental, en la vivencia de los niños(as) y adolescentes sobre el sistema de
residencia compartida.
4.3 Para que este sistema funcione es importante tener una relación segura
Otra opinión mencionada tiene relación con la necesidad de contar con una
relación segura con el padre y la madre para que este sistema funcione bien:
“Es que estaba tan acostumbrado a no ver a alguno, bueno el psicólogo me dijo
que tenía que ver, con la seguridad, como estoy tan seguro que los voy a ver,
entonces estoy como muy cómodo, me refiero a que estoy como muy seguro de
que no estoy solo, entonces no tengo problemas si no estoy una semana entera
con mi mamá, pero ella si me extraña… pero en realidad yo estoy súper
cómodo.” (Hombre 14 años)
Otras personas lo ven como algo que implica un riesgo, que necesita de
ciertas fortalezas en la relación con los padres para que el hijo(a) se adapte. Pero
67
a la vez lo ven como un sistema que disminuye la incertidumbre y ayuda a que los
hijos(as) tengan la seguridad de seguir viendo a ambos padres.
Con quién hay que vivir y qué tipo de familia garantizaría un mayor
bienestar psicológico a sus miembros. Pese a que la diversidad familiar ya forma
parte del discurso de muchos profesionales de la salud mental, sigue presente en
este ámbito y en otros (educacional, social) la idea de que la familia nuclear,
biparental, heteroparental, es la “normal” y las demás organizaciones familiares
pertenecen a lo distinto, no “normal”.
68
organización familiar. No es abiertamente evaluado de manera positiva o negativa,
pero es riesgoso, requiere de ciertas condiciones.
69
Además es frecuente que los visiten para las festividades o fines de semana. Las
posibilidades de ver a sus abuelos(as) se ven afectadas por el acuerdo de
residencia compartida, puesto que dependiendo de la casa en donde se
encuentren será más o menos probable que puedan reunirse con ellos. Esto fue
mencionado también en el punto 2.2 cuando se hace mención a las posibilidades
de realizar cambios en el acuerdo de residencia compartida.
“Si en la casa que recién nos cambiamos, fue para vivir con su pareja, porque la
otra casa en la que estábamos estaba muy vieja. (¿Como fue esa experiencia
para ti?) Bien, me gusto porque me cae bien la pareja de mi mamá, así que…
Fue como un acomodo, porque nunca habíamos vivido con alguien más…”
(Mujer 14 años)
Pero también hay situaciones en las que es más difícil aceptar las nuevas
parejas de sus padres, o los hijos de éstas. Son situaciones complejas que
pueden incluso generar sentimientos de rechazo:
“(¿En el tema de, de normas qué papel juega tu padrastro?) No se mete mucho,
igual a veces opina, pero no me castiga, no me reta, pero él igual podría
hacerlo, porque siempre he vivido con él, entonces es como un papá…, pero en
lo personal, a mí tampoco me gustaría mucho, lo encontraría como…. Pero no
sé… no es que no le quiera pedir permiso a él, o por que no tenga autoridad ni
algo así… o sea es como… como…” (Hombre 15 años)
71
VIII. Discusión
72
general es mejor comenzar con el sistema de residencia compartida cuando son
más pequeños, como una forma de favorecer la adaptación.
73
estudio de este tema el carácter discursivo de la experiencia. Al hacer este
ejercicio se complejiza el análisis de la posibilidad de agencia de los niños(as) y
adolescentes, puesto que se debe incluir la pregunta sobre las condiciones en que
se desarrollan los discursos relativos a la familia, necesidades afectivas,
responsabilidades, lealtad y otros. Y la forma en que éstos construyen la
subjetividad e identidad de estos niños(as) y adolescentes con los que
conversamos. La familia como institución sigue presente como el referente central
del desarrollo de los niños. El vínculo afectivo con los padres (padre y madre) se
posiciona como una condición para el equilibrio psicológico de las personas.
Superando en importancia cualquier otro tipo de vínculo. Siendo así, es
compresible que aparezca en el relato de los entrevistados(as) el esfuerzo por
mantener este acuerdo de residencia, desconociendo las dificultades que implica.
74
Otro argumento a favor de este sistema tiene que ver con la importancia
que se da a la cantidad de tiempo que cada padre pasa con los hijos. Dándose por
sentado que la igualdad de tiempo que residen los hijos(as) con cada padre es
necesaria o suficiente para el bienestar de los niños(as), dejando de lado otros
aspectos de la interacción entre éstos. En este sentido se hace necesario
considerar que una relación satisfactoria entre los padres y sus hijos tiene mayor
relación con la calidad, que con la cantidad del tiempo compartido (Davies, 2015).
Un segundo aspecto que aparece en el discurso de los participantes de
esta investigación es el tema del equilibrio y la justicia en la repartición del tiempo
que pasan con sus padres. Los niños(as) y adolescentes hablan abiertamente de
la importancia de repartir equitativamente el tiempo entre su padre y su madre.
Hay aspectos de la relación que se ponen en juego en la dimensión temporal.
Estar más tiempo con uno de sus padres puede significar pasar a llevar los
sentimientos del otro. Se establece una relación bastante directa entre tiempo y
afecto. El tiempo entregado a cada padre por lo tanto parece regirse por mandatos
afectivos y sentimientos de lealtad hacia cada uno de sus padres (Hochschild,
2012; Boszormenyi–Nagy; Spark, 1983). Nuevamente en este punto resulta difícil
distinguir si la voz que aparece en los relatos es la de los hijos o la de los padres.
Cada vez que los entrevistados(as) se refieren al equilibrio lo hacen desde la
perspectiva de sus padres. En concordancia con lo mencionado, es posible notar
que están atentos a los requerimientos de éstos, evalúan las posibilidades de
hacer cambios en el acuerdo de residencia compartida en función de lo que
consideran que sus padres aprobarían. Sus peticiones de cambios en el sistema
en general son fundamentadas y se mantienen dentro de ciertos márgenes que no
están explicitados, pero que operan regulando el equilibrio. En ocasiones esto es
molesto y genera sentimientos de frustración y enojo hacia los padres que son
rápidamente soslayados por el peso de los argumentos a favor de dar prioridad a
los aspectos afectivos, antes que a cualquier otro interés.
En estudios de otros países se ha descrito que los mayores niveles de
insatisfacción con el sistema de residencia compartida se presentan en
situaciones en que el acuerdo es poco flexible y los padres están focalizados en la
75
justicia y equidad entre ellos, más que en los intereses o necesidad de sus hijos.
(Smart, 2002; Mason, 2002a; Moxnes, 2003 citados en Haugen, 2010). Esto es
concordante con lo descrito por una de las entrevistadas y resulta útil para
considerar este aspecto (la flexibilidad) en el momento de establecer acuerdos de
residencia compartida. La dificultad radica en que si se sigue equiparando tiempo
y afecto, la flexibilidad se puede traducir en posibilidad de hacer cambios, pero
manteniendo la exigencia de igualdad de tiempo. Lo que obligaría a llevar un
complejo sistema de cuentas de haberes y deberes con relación al tiempo
entregado a cada padre.
Otro elemento que se relaciona con el tiempo, equilibrio y flexibilidad en
este sistema es la relación entre los padres. Los hijos(as) están dispuestos a
hacer concesiones con la finalidad de evitar conflictos. Tienen muy claro que si la
relación entre los padres no es buena, las posibilidades de negociar cambios en el
acuerdo disminuyen de manera drástica. Lo que esperan los entrevistados(as) en
este aspecto, es que sus padres sean capaces de resolver sus conflictos sin
involucrarlos y que consideren sus necesidades por sobre las diferencias que ellos
puedan tener. La capacidad de reflexión que presentan en este tema es notoria,
toman distancia de las situaciones de conflicto de sus padres y las analizan “desde
fuera”. Se percatan de las dificultades que tienen sus padres para resolver sus
desacuerdos y se resignan a las consecuencias que estas disputas pueden tener
para ellos. En este sentido, los resultados de esta investigación concuerdan con
las apreciaciones de otros autores, el acuerdo de residencia compartida requiere
de un alto grado de acuerdo entre los padres. Es una organización post
separación que no es recomendable para padres con un alto nivel de conflictividad
(Lathrop, 2010).
76
estos cambios. Entre otras se menciona que factores como los recursos
materiales; la posibilidad de contar con un espacio propio en cada casa, la
distancia entre las casas influyen en el grado de satisfacción de los hijos(as) con
este acuerdo (Davies, 2015; Smart, 2002). Al entrevistar a los niños(as) y
adolescentes que participaron en esta investigación se consideraron algunas de
estas dimensiones para ser exploradas, sin embargo no surgen como factores que
influyan en su evaluación o satisfacción con el sistema. Predomina la idea de
igualdad, y cuando hay diferencias entre las casas, (con relación al espacio físico,
la distancia entre ellas, la distancia entre las casas y el colegio, los permisos, las
obligaciones y las posibilidades de ver a sus amigos) estas se minimizan y se les
resta importancia.
Resulta difícil comprender que ninguno de esos factores sea relevante, o al
menos se considere al hablar de su experiencia de vivir en dos casas. Parece no
tener ninguna importancia si una casa cuenta con más comodidades que la otra, o
tener que organizarse semanalmente para trasladar sus pertenencias de una casa
a otra, o poder ver a sus amigos en ambas casas. El restarle importancia o negar
las diferencias entre las casas y las dificultades que puede implicar este tipo de
acuerdo es coherente con la idea claramente planteada por los entrevistados(as)
de que es un acuerdo favorable, en el que predominan los beneficios por sobre los
costos. El relato sobre lo positivo que es vivir de esta forma de alguna manera
impide que surjan otras opiniones. Se transforma entonces en un relato que
excluye otras posibilidades. No es posible la disidencia o el conflicto, y en las
pocas ocasiones que estos surgen, son rápidamente contrarrestados con
argumentos que dan peso a la importancia de mantener el acuerdo de residencia
compartida por sobre cualquier tipo de dificultad.
Pese a lo homogéneo del discurso se advierten algunas excepciones
relacionadas con la edad. Está presente con mayor fuerza en los niños(as) de
menos edad. En cambio, en el relato de los adolescentes de 16 y 18 años se
vislumbran algunas dificultades. El cambio ya no es tan cómodo y surge el deseo
de establecerse en un lugar de manera más permanente. Pero el peso de la
responsabilidad afectiva hacia sus padres es evidente. Tomar la decisión de dejar
77
este sistema tiene un alto costo emocional. Hochschild (2012) con su concepto de
reglas del sentimiento explica de qué manera somos condicionados por
convenciones sociales acerca de lo que es correcto o no sentir en diversas
circunstancias. Esta definición aporta a la comprensión de la dificultad de tomar la
decisión de dejar de vivir con uno de los padres. Considerando esta
conceptualización podemos concluir que los hijos(as) podrían sentirse presionados
a sentir el mismo afecto por cada padre y al haber vinculado el afecto con el
tiempo y la cercanía física, la decisión de dejar de vivir con uno de ellos adquiere
un significado emocional intenso.
En el relato de los entrevistados(as) también se distinguen las voces de
otras personas, familiares, amigos y profesionales de la salud mental. El primer
aspecto que se advierte en estos relatos es que pese a que se alude al sistema de
residencia compartida como un buen sistema, pese a ser poco común, se habla
muy poco de éste. Predomina el silencio, en especial de la familia extensa. ¿Qué
significado puede tener este silencio? Smart (2002) señala que a la mayoría de los
padres les preocupa el efecto que el divorcio tiene en sus hijos, y frente a esta
preocupación optan por no hablar del tema, como una forma de protegerlos. Pero
en el caso de la residencia compartida no queda claro de qué se intentaría
proteger a los niños(as) y adolescentes.
De manera diferente, los psicólogos que son mencionados por los
entrevistados(as) dan su opinión sobre este sistema, ésta hace referencia a dos
aspectos. En primer lugar se aprecia la percepción de algún nivel de riesgo de
este acuerdo para los hijos(as). Se evalúa como una situación compleja que
deben enfrentar. Y relacionado con esta idea se menciona la importancia de
contar con una relación segura y estable entre el niño y sus padres para que este
tipo de acuerdo sea positivo. Son las únicas personas que mencionan de manera
directa la posibilidad de riesgo y algunas precauciones necesarias para adoptar
este sistema. En general en las investigaciones sobre este tema se mencionan los
aspectos favorables y desfavorables de éste para el desarrollo de los niños. Se
concluye que es un sistema que presenta una serie de ventajas para padres e
hijos(as), pero se hacen distinciones que permiten anticiparse a posibles
78
dificultades y orientar a los padres que quieren adoptar la residencia compartida
con sus hijos(as). En este sentido, las opiniones de los psicólogos reflejan una
perspectiva diferente, pero necesaria. Podrían establecer un puente entre las
necesidades de los niños(as) y adolescentes y sus padres. Favoreciendo el
diálogo y hablando de lo que es difícil hablar en la familia.
En la última categoría descrita en esta investigación se analiza el cambio
estructural de la familia. En la primera etapa después de la separación los
abuelos(as) juegan un papel relevante de apoyo tanto emocional como material.
Los hijos(as) cuentan con la casa de sus padres después de la separación y a la
vez tienen su apoyo en el cuidado de los niños(as). Posteriormente se comienzan
a configurar nuevas organizaciones familiares. En algunos casos los padres
establecen nuevas relaciones de pareja que implican compartir con hermanastros
y hermanos. En esta dimensión surge nuevamente la capacidad de adaptación de
los hijos(as) y la ausencia de algún tipo de crítica o rechazo a los cambios. La
familia se modifica, constituyéndose en familias ensambladas en las que las
parejas de los padres son aceptadas, pero el rol parental principal lo mantienen el
padre y la madre. En este sentido, el régimen de residencia compartida parece
favorecer el ejercicio de la corresponsabilidad parental, que está a la base de las
modificaciones realizadas a las leyes de familia y específicamente de la ley
N°20680 que incorpora el Cuidado Personal Compartido.
Un elemento común en las categorías descritas es el esfuerzo por
adaptarse que realizan los niños(as) y adolescentes. En general no expresan
malestar o críticas a este sistema de residencia. Asumen los costos que puede
tener en diversas áreas de sus vidas el estar continuamente trasladándose de un
lugar a otro. Esta situación requiere de mayor estudio, puesto que puede significar
que el esfuerzo y tensión que implica este tipo de acuerdo recae mayoritariamente
en los hijos(as).
79
IX. Conclusiones
80
En tercer lugar se pudo observar la preocupación de parte de los hijos(as)
por mantener el equilibrio en cuanto al tiempo que pasan con su padre y su madre.
Intentan distribuir el tiempo de manera equitativa, por este motivo, en ocasiones
les resulta complejo realizar cambios, puesto que alguno de los padres podría
sentirse pasado a llevar si le restan tiempo con él o ella. El tiempo adquiere un
significado afectivo, es por esto que consideran necesario mantener una cantidad
similar de tiempo en cada casa. Esta situación puede generar tensión en los
hijos(as) debido a los conflictos de lealtad que implica.
81
contraponen a las necesidades de sus padres, se estima que los resultados de
esta investigación son sólo un punto de partida en este tema. Es necesario ampliar
y profundizar el estudio de esta área. Se propone realizar trabajos que incorporen
a niños(as) y adolescentes de diferentes localidades y niveles socioeconómicos.
Ampliar el rango de edad de los participantes, incluyendo niños(as) menores de 7
años e incluir técnicas gráficas y lúdicas que favorezcan la comunicación de sus
experiencias.
82
Referencias
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Revista de derecho (Coquimbo), 20(2), 21-59.
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