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Conclusión: La oración que se hace con gran ahínco, con profunda humildad y
con gran solicitud por los demás es la oración que Dios contesta. “La ferviente
oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho” (Stg. 5:16).
Ahínco: Empeño muy fuerte que pone una persona en hacer una cosa.