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Ahora, David entendió que Dios había hecho pacto con Abraham, en
relación la tierra. Leamos entonces el versículo 22, de este capítulo 16 del
Primer Libro de Crónicas:
22
Dijo: No toquéis a mis ungidos
ni hagáis mal a mis profetas.
Bien, continuemos ahora con este Salmo de David, que tenemos aquí en
este capítulo 16, del Primer Libro de Crónicas. Leamos ahora los
versículos 23 al 25:
23
Cantad al Señor toda la tierra,
proclamad de día en día su salvación.
24
Cantad entre las gentes su gloria,
en todos los pueblos sus maravillas.
25
Porque grande es el Señor,
digno de suprema alabanza
y más temible que todos los demás dioses.
26
Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos,
mas el Señor hizo los cielos.
Y eso quiere decir que esos dioses no son nada, sino un trozo de madera,
de roca o de metal. Esto nos recuerda los ídolos actuales, que los seres
humanos se han forjado y a los cuales admiran de forma tan excluyente,
hasta el punto que han desplazado a Dios, el Creador del universo y la vida,
de sus pensamientos y teorías. Y ahora, leamos los versículos 27 al 29:
27
Alabanza y magnificencia hay delante de él.
Poder y alegría hay en su morada.
28
¡Tributad al Señor, familias de los pueblos,
dad al Señor gloria y poder!
29
¡Dad al Señor la honra debida a su nombre!
3
30
¡Que tiemble en su presencia toda la tierra!
Él afirmó el mundo para que no se conmueva.
31
Alégrense los cielos, gócese la tierra.
Digan en las naciones: El Señor reina.
32
¡Resuene el mar y su plenitud!
¡Alégrese el campo y todo lo que hay en él!
33
Entonces cantarán los árboles de los bosques
delante del Señor,
porque viene a juzgar la tierra.
Ese día llegará, estimado oyente. Dice aquí que los árboles cantarán. Yo
estoy esperando ese día. Quizá, usted me pregunte, y “¿Cómo cree usted
que cantarán los árboles?” Bueno, no sabemos como ellos y el resto de la
naturaleza expresarán su lenguaje de alabanza. Pero cuando lleguemos a
ese día ya lo sabremos, porque participaremos de esa alabanza universal.
Ahora, el versículo 34, dice:
34
Aclamad al Señor, porque él es bueno;
porque su misericordia es eterna.
35
Y decid: ¡Sálvanos, Dios, salvación nuestra!
Recógenos y líbranos de las naciones,
para que confesemos tu santo nombre,
y nos gloriemos en tus alabanzas.
36
¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
de eternidad a eternidad!
Y dijo todo el pueblo: Amén, y alabó al Señor.
37
David dejó allí, delante del Arca del pacto del Señor, a Asaf y a sus
hermanos, para que ministraran de continuo delante del Arca, según el
rito de cada día; 38y a Obed-edom con sus sesenta y ocho hermanos; y a
Obed-edom hijo de Jedutún, y a Hosa, como porteros. 39Asimismo al
sacerdote Sadoc, y a los sacerdotes, sus hermanos, delante del
tabernáculo de Jehová en el lugar alto que estaba en Gabaón, 40para
que sacrificaran continuamente, por la mañana y por la tarde,
holocaustos al Señor en el altar del holocausto, conforme a todo lo que
está escrito en la ley que el Señor prescribió a Israel.
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Con ellos estaban Hemán, Jedutún y los otros escogidos, designados
por sus nombres, para glorificar al Señor, porque es eterna su
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misericordia.
Ésta es la razón, estimado oyente, por la cual nosotros debemos dar gracias
a Dios, porque podemos encontrar paz en la realidad de que es eterna Su
misericordia.
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Y con ellos, a Hemán y Jedutún, que tenían trompetas, címbalos y
otros instrumentos de música para acompañar los cantos a Dios. Los
hijos de Jedutún eran porteros.
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Después todo el pueblo se fue, cada cual a su casa; también David se
volvió para bendecir su casa.
Al entrar ahora en
1 CRÓNICAS 17
1
Viviendo ya David en su casa, dijo al profeta Natán:
—Mira, yo habito en casa de cedro, mientras el Arca del pacto de
Jehová está bajo cortinas.
2
Y Natán dijo a David:
—Haz todo lo que está en tu corazón, porque Dios está contigo.
6
Simpatizamos mucho con Natán. Él dijo lo que pensó que era lo más
apropiado. Sin embargo, aquí tenemos un caso en el que un profeta de Dios
estuvo equivocado y Dios tendría que corregirlo. Leamos los versículos
siguientes, versículos 3 hasta el 5 de este capítulo 17, del Primer Libro de
Crónicas:
3
Pero aquella misma noche vino palabra de Dios a Natán, diciendo: 4Ve
y di a David mi siervo: Así ha dicho el Señor: Tú no me edificarás casa
para que yo habite. 5Pues no he habitado en casa alguna desde el día en
que saqué a los hijos de Israel hasta el día de hoy; antes estuve de
tienda en tienda, y de tabernáculo en tabernáculo.
6
Por dondequiera que anduve con todo Israel, ¿acaso dije a alguno de
los jueces de Israel, a los cuales mandé que apacentaran a mi pueblo:
¿Por qué no me edificáis una casa de cedro?
7
Por tanto, ahora dirás a mi siervo David: Así ha dicho el Señor de los
ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueras
príncipe sobre mi pueblo Israel. 8He estado contigo en todo cuanto has
andado, he cortado a todos tus enemigos de delante de ti, y te haré un
nombre grande, como el nombre de los grandes de la tierra.
Dios dijo a David: “No quiero que te olvides de tu origen humilde. Yo fui
y te busqué cuando eras un joven pastor, para hacerte rey sobre mi pueblo.”
7
Y Dios engrandeció a David, que llegó a ser uno de los líderes mundiales
de su tiempo. En consecuencia, su nombre es recordado como uno de los
grandes personajes de la historia. Y Él continuó hablando a David, por
medio de Natán, el profeta, aquí en el versículo 9 y le dijo:
9
Asimismo he dispuesto lugar para mi pueblo Israel, y lo he plantado
para que habite en él y no sea más removido; ni los malhechores lo
sigan oprimiendo, como antes,
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como en el tiempo cuando puse jueces sobre mi pueblo Israel; sino
que humillaré a todos tus enemigos. Te hago saber, además, que el
Señor te edificará casa.
¿No es esta la manera de actuar de Dios? David dijo: “Yo quiero edificar
una casa para Dios.” Y Dios le respondió: “David, tú no lo puedes hacer.
Tus manos están manchadas de sangre. No puedo permitir que tú la
edifiques. Pero Yo te voy a edificar una casa a ti. Yo te doy crédito por lo
que quieres hacer.” David tenía en su corazón el deseo de edificar una casa
para Dios y Dios le reconoció su mérito por ello Escuchemos dónde pone
el Señor el énfasis aquí en los versículos 11 y 12:
11
Cuando se cumplan los días para que vayas con tus padres, levantaré
descendencia después de ti, a uno de entre tus hijos, y afirmaré su
reino. 12Él me edificará Casa, y yo confirmaré su trono eternamente.
Ahora, ¿De quién estaba hablando Dios, aquí? Puede usted verlo en Lucas
1:31-33. El gran pacto que Dios hizo con David se cumpliría en Jesucristo.
Escuchemos lo que Dios dijo en el siguiente párrafo, aquí en el capítulo 17,
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13
Seré para él como padre, y él será para mí un hijo; no apartaré de él
mi misericordia, como hice con aquel que fue antes de ti; 14sino que lo
confirmaré en mi Casa y en mi reino eternamente, y su trono será
firme para siempre.
15
Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, habló
Natán a David.
16
Entonces entró el rey David y estuvo delante del Señor, y dijo: Señor
Dios, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que me hayas traído hasta
este lugar?
17
Y aun esto, Dios, te ha parecido poco, pues has hablado del porvenir
de la casa de tu siervo, y me has mirado como a un hombre excelente,
Señor Dios.
9
18
¿Qué más puede decir David del honor que has dado a tu siervo, si tú
conoces a tu siervo?
¿Ha derramado usted lo que hay en su corazón ante Dios hasta que ya no
quedara nada más por decir? Ésa era lo condición de David. Veamos ahora
el versículo 19:
19
Señor, por amor de tu siervo y según tu corazón, has hecho toda esta
gran obra, haciendo notorias todas tus grandezas.
¿Hizo Dios todo aquello por David porque él fuera una buena persona? No.
Sabemos que no siempre fue así. Tampoco nos ha salvado Dios a usted y a
mí por la bondad de nuestro carácter. Nos salvó por su maravillosa e
infinita gracia. Dios nos colma de favores tan especiales, no a causa de
nuestras buenas cualidades, sino por Su bondad. David se sintió abrumado
por lo que Dios acababa de decirle. No nos sorprende entonces que pudiera
cantar aquellos hermosos salmos. Luego, David repasa lo que Dios ha
hecho por él. Leamos los versículos 20 al 22:
20
Señor, no hay nadie semejante a ti, ni hay Dios fuera de ti, según
todas las cosas que hemos oído con nuestros oídos. 21¿Y qué pueblo hay
en la tierra como tu pueblo Israel, al cual su Dios fue a rescatar, a fin
de engrandecer su nombre por medio de prodigios y maravillas,
arrojando a las naciones de delante de tu pueblo, al que tú rescataste
de Egipto? 22Tú has constituido a tu pueblo Israel por pueblo tuyo para
siempre; y tú, Señor, has venido a ser su Dios.
Vemos aquí que David repasó, con admiración, los eventos de la gracia de
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Ahora pues, Señor, la palabra que has hablado acerca de tu siervo y
de su casa, sea firme para siempre, y haz como has dicho.
24
Permanezca, pues, y sea engrandecido tu nombre para siempre, a fin
de que se diga: Señor de los ejércitos, Dios de Israel, es Dios para
Israel. Y se mantenga la casa de tu siervo David firme en tu presencia.
25
Porque tú, Dios mío, revelaste al oído de tu siervo que le has de
edificar casa; por eso ha hallado tu siervo motivo para orar delante de
ti. 26Ahora pues, Señor, tú eres el Dios, y has prometido a tu siervo este
bien; 27y ahora has querido bendecir la casa de tu siervo, para que
permanezca perpetuamente delante de ti; porque tú, Señor, la has
bendecido, y bendita será para siempre.
Y pasamos ahora a
1 CRÓNICAS 18
Fue muy interesante lo que Dios dijo a Satanás en el instante que el hombre
pecó; dijo: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la
simiente suya.” Estimado oyente, nadie puede cambiar eso. Hasta que el
pecado y la maldad sean quitados de esta tierra, continuarán las guerras.
Las guerras son solamente el síntoma; la enfermedad es el pecado, y ése es
el problema.
Veamos, pues, algo sobre las guerras de David. Las naciones aquí
12
1
Después de estas cosas aconteció que David derrotó a los filisteos, los
humilló y les arrebató Gat y sus villas. 2También derrotó a Moab, y los
moabitas fueron siervos de David, y le pagaban tributo.
3
Asimismo derrotó David a Hadad-ezer, rey de Soba, en Hamat,
cuando éste iba a asegurar su dominio sobre la región del Éufrates.
4
David le capturó mil carros, siete mil soldados de los carros y veinte
mil hombres de a pie; y desjarretó David los caballos de todos los
carros, excepto los de cien carros que dejó.
Ése fue el botín de guerra. ¿Por qué se deshizo David de esos caballos?
Porque Dios le había dicho al rey que nunca debía multiplicar el número de
sus mujeres ni de sus caballos; aunque más tarde, su hijo Salomón
multiplicaría ambas cosas.