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EL BURRO Y LOS LIBROS

Un asno muy burro que pastaba en el prado, halló los libros del pequeño Jonás.
-Si yo me comiera estos libros –dijose el asno-, aprendería muchas cosas sin mayor esfuerzo.
Y, dejando la hierba, se puso a masticar alegremente los libros, hasta concluir con ellos.
Desde aquel instante el burro se sintió tan sabio y orgulloso que fue a ver a sus compañeros, a quienes les
anunció que venía a darles sapientísimas lecciones.
Admirados los asnos, lo rodearon esperando con atención las enseñanzas del orejudo. Mas, el traga libros,
no sabiendo que decir, lanzó un atronador rebuzno.
Los borricos, al oírlo, rebuznaron a su vez en coro, burlándose del tonto congénere, al que echaron a
coces de su lado, obligándolo a vivir en un campo desolado.
Lo que Natura no da, Salamanca no presta.

CUIDADO CON LAS POLILLAS


(Texto informativo)
El otro día me llevé un chasco tremendo. Tenía un partido de fútbol y fui a mi guardarropa a buscar el
polo de mi equipo, ese precioso polo de uno de los grandes equipos del Perú que me había regalado mi
papá. Pero cuál no sería mi sorpresa cuando lo vi lleno de agujeritos ¡No era posible! ¿Quién podía
haberme hecho una cosa así? Poco después, la respuesta fue clara: ¡las polillas! Todos hemos visto alguna
vez polillas golpeándose contra un foco.
Reconozco que en esos momentos me daban pena. Pero cuando vi mi polo...
En fin, esta tragedia hizo que me decidiera a informarme más sobre las polillas y ahí recién me di cuenta
de que estaba tratando a justos como pecadores.
Hay miles de especies de polillas en el mundo y no todas comen lana. Hay las que se alimentan de hojas y
frutos. Hay especies vampiras que chupan la sangre de otros animales e incluso existe una especie cuyo
menú consiste en las lágrimas de las vacas
La especie que destrozó mi polo es la llamada polilla de la ropa. Tiene color marrón y es bastante
pequeña -no llega a un centímetro-. Antes que los hombres utilizáramos ropa, estos animalitos se
alimentaban de pelo de los animales, la lana de las ovejas, las plumas, el polen, etc. Pero con la ropa las
polillas han encontrado un auténtico tesoro. Para ellas, vivir en un ropero es algo así como vivir en un
supermercado bien surtido de provisiones.
Las hembras adultas pueden poner hasta 300 huevos en la ropa, que a las dos semanas habrán dado lugar
a pequeñísimas orugas que empiezan a comer y a comer hasta que experimentan su metamorfosis,
proceso por el que se convierten en polillas adultas. Muchas de estas polillas se alimentan igual que las
mariposas, de néctar de las flores; pero cuando llega el momento de reproducirse, buscan su guardarropa -
en lo posible bien oscuro- y ponen sus 300 huevos.
Una polilla en una tienda de ropa puede ser algo terrorífico. Por eso el hombre ha inventado miles de
métodos para ahuyentarlas. Lo primero que hay que hacer es mantener bien limpia la ropa, pues estos
animales se sienten atraídos irresistiblemente por la suciedad y el sudor. Mucha gente utiliza, además,
diferentes sustancias antipolillas, como la naftalina y el alcanfor; pero son muy tóxicas y no conviene
abusar de ellas, pues pueden afectar muy seriamente nuestra salud, sobre todo los ojos y los riñones. Una
de las mejores formas de librarse de las polillas, sin tener que usar estos productos, es utilizar un ropero
de cedro, pues su aroma natural las ahuyenta.

Aparte del hombre, muchos animales le hacen la vida difícil a las polillas. Para defenderse, la mayoría se
camuflan y se quedan muy quietas donde nadie las ve. Otras, en cambio, segregan una sustancia química
que huele muy mal y repele a sus enemigos. Cada día de su vida es una dura lucha por la supervivencia:
comer y no ser comido.

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