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LA PSICOTERAPIA DE GRUPO

EN LAS INSTITUCIONES

Y LOS GRUPOS DE ADMISION

PSICOANALISIS Y PSICODRAMA:

ALTERNATIVAS COMPLEMENTARIAS

Mario Campuzano

María Carmen Bello


2

Primera edición: 2004, Plaza y Valdés, México.

Segunda edición, primera electrónica: 2013, Subjetividad y Cultura, México.

Derechos registrados:

Mario Campuzano y María Carmen Bello.

Subjetividad y Cultura, A. C., México, 2013.


3

A Tere, compañera de vida en todos estos años.

A José Luis, cuya bonhomía y apertura permitieron la aparición de una institución


liberal en un medio conservador.

A las generaciones utopistas de los sesentas y setentas.

En recuerdo de Horacio, gran amigo y generoso colega, que emigró por la


dictadura militar y murió en el trance del retorno.

En recuerdo de Mimi (Marie Langer) y del Equipo Internacionalista de Salud


Mental México-Nicaragua.

En recuerdo de José Antonio, mi analista didáctico, hombre creador y


contradictorio que logró la fundación del cogobierno y de la Clínica de AMPAG.

Mario

A Jaime, mi compañero en el psicodrama y en la vida.

A mis hermanos Marta y Lolo, mis primeros compañeros de grupo.

A Dalmiro Bustos, mi profesor de psicodrama.

A todos mis compañeros y amigos de la


Escuela Mexicana de Psicodrama y Sociometría.

A todos mis compañeros y amigos de AMPAG.

En recuerdo de Bernardo Galli, amigo entrañable, compañero de mi grupo de formación


en psicodrama, psicodramatista creativo e innovador.

Yuyo
4
ÍNDICE

Prólogo a la Segunda Edición pág. 6

PRESENTACIÓN A DOS VOCES:

El grupo de admisión: ¿grupo operativo para análisis institucional, grupo terapéutico o


grupo de encuentro?
Mario Campuzano

Adentro y afuera de la institución


María Carmen Bello (Yuyo)

PLANTEAMIENTOS GENERALES:

Capítulo 1. Los grupos en las instituciones (2002)


Mario Campuzano

Capítulo 2. El psicodrama en las instituciones


María Carmen Bello

GRUPOS DE ADMISIÓN O GRUPOS R.E.D.


(RECEPCIÓN, EVALUACIÓN Y DERIVACIÓN):

Capítulo 3. La dimensión institucional en una tarea clínica: los grupos de admisión (1977)
Gilou Royer de García Reinoso y Horacio Scornik
Apéndice: Proyecto sobre un modelo de recepción grupal (1976)
Horacio Scornik

Capítulo 4. La admisión grupal. Determinantes de su surgimiento y técnica de realización


(1982/ 1984)
Mario Campuzano
Apéndice: Manual de Procedimientos de la Clínica de AMPAG (1978)
José Antonio Carrillo y Octavio Márquez

Capítulo 5. Técnica psicoanalítica grupal y grupos de admisión (2004/ 2013)


Mario Campuzano

Capítulo 6. Grupo R.E.D y modelo AMPAG. Criterios iniciales de evaluación (2004)


Angélica González Guadarrama, Martha López Reyes, Osiris Pazarán y Jorge Sánchez
Escárcega
5
Capítulo 7. Discusión y ejemplos de la práctica de los grupos de admisión a treinta y seis
años de distancia (2013)
Mario Campuzano

Capítulo 8. Grupos R.E.D. con técnicas psicodramáticas


María Carmen Bello

EL PASO SIGUIENTE:
LOS GRUPOS TERAPÉUTICOS DE DURACIÓN LIMITADA

Capítulo 9. El modelo terapéutico de la Clínica de AMPAG: proceso completo de dos años


de duración
Lilian Lasky de Dubson y Alejandro Tarragó

Capítulo 10. La jornada prolongada con psicodrama: complemento del grupo institucional
de psicoterapia psicoanalítica
María Carmen Bello

Autores y colaboradores
6
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

Como homenaje a Jorge Sánchez Escárcega y Alejandro Tarragó,


queridos amigos y comprometidos colegas tempranamente fallecidos
presentes en este libro y en nuestra nostalgia.

Yuyo y Mario

Este libro tuvo, desde su origen, una múltiple motivación:


En primer término mostrar la utilidad institucional de un dispositivo grupal original
como es el de los grupos de admisión o grupos R.E.D. (recepción, evaluación, derivación)
que se utilizan en las Clínicas de AMPAG en vez de las clásicas entrevistas individuales de
evaluación de los pacientes de primera vez que solicitan atención psicoanalítica. Por
supuesto abordar la singularidad de este tipo de grupos terapéuticos implica la necesidad de
señalar sus funciones, objetivos, técnica y marco teórico.
En segundo lugar busca la discusión general sobre los grupos terapéuticos
psicoanalíticos a partir de este caso particular de dispositivo clínico.
En tercer lugar muestra las particularidades de la práctica clínica, psicoanalítica y
grupal, en instituciones públicas, a diferencia de la dominante práctica de los psicoanalistas
y psicodramatistas en el consultorio privado.
En cuarto término busca destacar los paralelismos y contrastes entre dos métodos
clínicos de gran poder y operatividad: el psicoanálisis y el psicodrama.
Y, finalmente, presenta una evaluación crítica de la experiencia de los grupos de
admisión en AMPAG a través del trabajo de investigación coordinado por Jorge Sánchez
Escárcega, presentado en el Capítulo 6, y el realizado por Yuyo, presentado en el Capítulo 8.
También una visión plural de los grupos de admisión a partir de mostrar distintas
experiencias, con objetivos diferentes, así como distintas concepciones, no sólo técnicas sino
de propósitos, muy evidentes en los coautores que no buscan arribar a un punto de vista
común sino mantener abiertas las diferencias con sus correspondientes argumentaciones
para que el lector pueda hacer su propio juicio. El nombre mismo de grupo de admisión
forma parte del debate.
Ahora, a casi una década de distancia, hemos decidido hacer una segunda edición de
este libro, con lo cual llegamos a la cifra de treinta y seis años posteriores al inicio de la
práctica de los grupos de admisión en AMPAG, en el año 1977, y treinta y siete años
después de su inicio en México, en los Centros de Integración Juvenil, así como cuarenta y
uno de las experiencias iniciales en Argentina.
De todas estas experiencias la única que ha tenido continuidad es la de AMPAG, las
otras fueron de corta duración.
Por eso los capítulos del libro tienen origen en distintos momentos de ese largo
proceso y mantienen, como las capas geológicas, las huellas de lo que en ese momento
histórico acontecía en la institución y el entorno social más amplio: el marco teórico y
técnico dominante, las concepciones ideológicas, el grado de preparación de los candidatos,
así como las vicisitudes (incluyendo crisis) institucionales y nacionales reflejadas en
pacientes y terapeutas de las Clínicas. Esta situación queda muy evidente en la investigación
7
histórica realizada por Yuyo y presentada en el capítulo 8. De ahí que hayamos decidido
ponerles la fecha original de presentación a los artículos que fueron reelaborados para
convertirlos en capítulos ajustados a las necesidades de organización propias de un libro.
Los capítulos de la Primera Edición se conservaron casi iguales, sólo con
correcciones para darles mayor claridad y actualizar sus datos. Se quitó el capítulo sobre la
experiencia en Nicaragua a fin de centrarse en la evolución del dispositivo en AMPAG y se
agregó un capítulo, el 7, sobre la práctica psicoterapéutica actual, sobre todo en relación a la
patología dominante, de tipo preedípico, y el cambio conceptual y técnico que desemboca
en el modelo de la psicoterapia vincular- estratégica. El dispositivo es el mismo, por
contraste sus protagonistas, terapeutas y pacientes, así como los modelos conceptuales y
técnicos para abordar la tarea van cambiando a tono con las necesidades de la época y la
evolución de las disciplinas psicoanalítica y psicodramática.
Esperamos que el libro siga siendo útil y, como consecuencia, siga contando con la
demanda de los profesionales de la salud mental y de los estudiantes. Además, en el espíritu
de facilitar al público su lectura, decidimos que esta segunda edición fuera electrónica y de
acceso libre en el portal de la revista Subjetividad y Cultura.

Mario Campuzano, María Carmen Bello,


Ciudad de México, primavera del 2013.
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PRESENTACIÓN A DOS VOCES


9
EL GRUPO DE ADMISIÓN: ¿GRUPO OPERATIVO PARA ANÁLISIS
INSTITUCIONAL, GRUPO TERAPÉUTICO O GRUPO DE ENCUENTRO?

Mario Campuzano

La realización de este libro es un recordatorio de mi vida profesional –y de mi vida en


general- en un momento privilegiado: ya no soy el joven ejecutivo de las instituciones de
salud, ni el entusiasta psiquiatra que estudiaba psicoanálisis, tampoco –todavía- un
miembro de la tercera edad (aunque poco me falte) y sigo conservando el interés y el
compromiso de mis militancias políticas y de mis intereses científico-técnicos.
El estudiar el psicoanálisis desde la perspectiva de la psicoterapia analítica individual
y grupal -en vez del psicoanálisis clásico individual- en una institución heterodoxa como la
AMPAG1 fue una elección coherente y una oportunidad excepcional, ya que no he conocido
otra institución semejante en el mundo. Aunque no fue creada desde el disenso político
progresista, sino como consecuencia del rechazo de las conservadoras asociaciones de la
I.P.A.2 a todo lo que no fuera la ortodoxia psicoanalítica individual, siempre tuvo una
excepcional apertura y aceptación a los movimientos políticos y sociales que se daban en la
sociedad y eso, en una época tan polarizada como la de los sesentas y setentas, no fue un
mérito menor.
El fenómeno de la aparición de los grupos de admisión, justamente, requiere para
evaluarse de este marco amplio de análisis: no sólo de lo inherente a un campo profesional,
el psicoanálisis, ni del más amplio de la salud mental, sino –simultáneamente- de sus
determinantes colectivas: la demanda social de más y mejores servicios institucionales de
salud mental que dieron origen, en los países desarrollados, a esa respuesta técnica para
resolver el problema de la lista de espera (las experiencias en Estados Unidos, por ejemplo);
en Latinoamérica –como contraste y dato acusador (si faltara alguno) de las características
de nuestros gobiernos oligárquicos- la misma demanda social sólo fue escuchada y
respondida desde el ala izquierda de los profesionales de la salud mental en instituciones no
oficiales (salvo la excepción de la Nicaragua sandinista), que son las experiencias que
reseñamos.
El artículo de Gilou Royer y Horacio Scornik (+) (1977) que inicia el capítulo sobre
grupos de admisión tiene un particular mérito todavía más visible con la perspectiva que dan
los años: el demostrar que las actividades clínicas de una institución no son meramente actos
técnicos realizados desde una metodología y una teoría determinadas, sino que –
simultáneamente- son actos que develan el entramado institucional y social con sus diversas
fuerzas en juego: libidinales e ideológicas, así como su concreción organizativa.
La investigación que Yuyo (2000) realiza más de veinte años después en la
Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG) tiene la cualidad de la
cercanía profesional (una psicoterapeuta) combinada con la distancia reflexiva de la
pertenencia a otra institución y a otra técnica, la psicodramática. Esto le permite apreciar con
claridad diferencias y hasta contradicciones en la práctica del grupo de admisión en la
Clínica de la AMPAG en los últimos 25 años, derivadas de diferencias en su

1
Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo.
2
International Psychoanalytic Association.
10
conceptualización, definición de objetivos e ideología. Y esto, a las claras, va más allá del
análisis del acto clínico aislado y nos remite, necesariamente, al análisis institucional, en este
caso de la AMPAG, de su Clínica y de su Instituto de Enseñanza.
Podría decir que, en mi caso, el ser mexicano y haberme formado
psicoanalíticamente en la AMPAG se vuelve un dato central, ya que las aportaciones de
estos tres colegas conosureños –Horacio, Gilou y Yuyo-, cuyos artículos inician y cierran la
reseña de la experiencia de la práctica de los grupos de admisión en estos 25 años, han
cumplido una función trascendente en mi visión de esta área del quehacer profesional: Gilou
destacando la simultaneidad del actuar clínico e institucional y su posibilidad de análisis
mediante metodologías que incluyen tanto la dimensión psicológica como la sociológica;
Horacio transmitiendo –y continuando- algunas de las experiencias importantes de los
psicoanalistas argentinos progresistas tanto en sus aspectos clínicos como en sus referentes
ideológicos; con él –justamente desde las responsabilidades propias de mi puesto de
Subdirector Médico- conocí la técnica del grupo de admisión tal como la practicó en los
Centros de Integración Juvenil; más tarde Alberto Siniego, también conosureño y entonces
Coordinador de la Clínica de la AMPAG, me encargó iniciar la experiencia de recepción
grupal en la Clínica de Tacubaya (entonces la única), donde coordiné el grupo de admisión
semanalmente a partir de 1977 durante cuatro años y medio. Por último Yuyo, con los
resultados de su investigación ahora incluidos en este libro, cumplió la función edípica del
tercero que ayuda a la separación de la diada madre-niño (la madre institución AMPAG) y
me permitió, así, tomar la necesaria distancia afectiva y de pensamiento para lograr una
visión discriminada y la posibilidad de una evaluación crítica; sin ello me sería imposible
hacer reflexiones válidas.
El primer punto a discutir sería: ¿quién se hace cargo de las entrevistas de
admisión?, de esas entrevistas cruciales donde se decide el destino terapéutico de cada
paciente, donde ellos vienen con su dolor y con la esperanza de ser aliviados y dónde –decía
en mi artículo del 82- el grupo de admisión puede ser ese puente de lo realizable entre el
dolor y la esperanza.
El Dr. Ignacio Chávez, fundador de la escuela mexicana de cardiología, consideraba
que la entrevista de primera vez representaba para la institución médica su carta de
presentación y para los pacientes la definición –correcta o incorrecta- del camino necesario
para alcanzar su cura o mejoría. Por eso, él decía que la entrevista de primera vez la debía de
hacer el personal médico más calificado y experimentado en contra de la práctica dominante
de que la hagan los residentes médicos (estudiantes de la especialidad respectiva). En
consecuencia, hasta el día de hoy en el Instituto Nacional de Cardiología, la entrevista inicial
(preconsulta), de carácter eminentemente clínico y con mínima carga administrativa en
donde se dan las indicaciones del manejo inicial y se realiza la derivación al lugar pertinente
de estudio y tratamiento, la realizan los médicos adscritos (los más capacitados y
experimentados) y los médicos residentes –posteriormente- realizan los procedimientos
formales de registro clínico y los trámites administrativos necesarios.
En la Clínica de la AMPAG hemos seguido parcialmente esa línea ya que los
encargados de los grupos de admisión (Coordinadores Técnicos de la Clínica) son los
candidatos avanzados o los recién egresados, ciertamente con alguna experiencia, pero
todavía escasa. Ese fue mi caso hace veintitantos años y sigue siendo igual.
Ahora bien, en el caso de una institución privada de enseñanza como AMPAG,
donde no existen (como en los hospitales) médicos adscritos de base y médicos residentes,
11
sino psicoanalistas ya formados y psicoanalistas en formación, todos ellos centrados en la
práctica privada en sus consultorios más que en el trabajo institucional en la Clínica de la
Asociación, representa un desafío práctico importante el encontrar formas que permitan
lograr el que las entrevistas iniciales las realicen los profesionales más capaces y
experimentados, donde el nudo parece estar en una contradicción económica e ideológica:
¿cómo compatibilizar el predominio de la práctica liberal en el consultorio privado con la
práctica pública en las Clínicas institucionales, de una manera mejor a la actual, de una
manera que se acerque a la postulada por el dr. Ignacio Chávez?
Respecto al marco técnico de los grupos de admisión hay una diferencia entre los
que se realizaron en Argentina –que describen Gilou y Horacio en su artículo- que fueron
concebidos y operados como grupos operativos centrados en la tarea de admisión a la
institución, donde se hacía un cuestionamiento institucional a través de los grupos de
admisión como “dispositivo analizador”, y los realizados en la Clínica de AMPAG donde
siempre –desde la pretensión institucional expresada en el Manual de Procedimientos (no
necesariamente efectuada por los responsables operativos, como detecta Yuyo)- se
manejaron como grupos terapéuticos breves (focalizados) con objetivos de recepción,
evaluación y derivación.
¿Qué diferencias anidan detrás de estas definiciones? Vamos a tratar de
esclarecerlas.
La experiencia argentina se da en una coyuntura política que permite prácticas
progresistas que cuestionan las conservadoras y buscan mayor eficiencia clínica y mayor
satisfacción en los usuarios, esto desde la perspectiva de los militantes de izquierda que
buscan hacer congruente su práctica profesional con su definición ideológica, de ahí que
busquen rescatar la solidaridad latente y busquen incluir a los acompañantes.
La experiencia mexicana, en cambio, es inicial, no tiene antecedentes que cambiar,
está fuera del circuito oficial, por tanto su disenso no puede expresarse como
cuestionamiento sino como propuesta, que es lo que los responsables de la Clínica (José
Antonio Carrillo y Octavio Márquez) hacen por medio de su Reglamento, donde se aprecian
como preocupaciones principales la coherencia teórico-técnica de un enfoque terapéutico
psicoanalítico y grupal, así como la eficiencia clínica y la satisfacción del usuario,
preocupaciones propias de un enfoque progresista general, sin las implicaciones de los
militantes de izquierda.
Los artículos míos presentados en este libro son una continuación coherente de esos
antecedentes. Los artículos de otros colegas que Yuyo reseña, subsecuentes al 82, marcan un
período de confusión teórico-técnica e ideológica que sólo puede entenderse desde la
dimensión institucional y social. Y puede explicarse por el declive de las posiciones de
izquierda a partir de los ochentas con la consecuente substitución por el pensamiento
postmoderno así como por el predominio de posiciones conservadoras en el ámbito médico
y psicoanalítico de México. En cuanto a la dimensión teórico-técnica, existía una
insuficiencia de los programas de enseñanza vigentes que buscó corregirse en los noventas
mediante un cambio curricular que realizamos José Mercado, Alejandro Tarragó y yo. El
artículo colectivo de Angélica González Guadarrama, Martha López Reyes, Osiris Pazarán
y Jorge Sánchez Escárcega da una muestra (en sus alcances y limitaciones) de los resultados
de ese cambio curricular y en él se lee (explícitamente y entre líneas) el problema de la
capacidad de transformación e integración de las formaciones de postgrado (psicoanalítica
en este caso) sobre los entrenamientos profesionales iniciales (en el artículo se destaca en
12
relación a los psiquiatras, pero también lo hemos visto con los psicólogos) y deja abiertas
varias interrogantes, de las cuales quiero abordar una: parece que la práctica de los
candidatos avanzados en el grupo de admisión se convierte en una evaluación descarnada de
los éxitos y fracasos formativos del Instituto de Enseñanza y de la integración (o escisión)
personal de la formación psicoanalítica en relación a las formaciones profesionales previas.
Y parece que hay frecuentes confusiones en ese momento del proceso formativo, por lo cual
la propuesta de los autores de incluir un miembro experto como parte del equipo de
admisión suena como solución razonable y más que necesaria. Sobre todo de un miembro
con experiencia en esta modalidad de trabajo que pueda transmitir la estafeta en vez de que
cada gestión empiece de cero.
Varias veces aparece el problema del diagnóstico (Yuyo establece una
discriminación entre evaluación y diagnóstico), de cualquier manera, el problema del
diagnóstico en la salud mental es espinoso. Desde el campo médico siempre se ve, con
justificada desconfianza, el hecho de que distintos profesionales de la salud mental no sólo
no coinciden en el diagnóstico de un paciente determinado, sino que utilizan distintos
parámetros clasificatorios. Por eso uno de los esfuerzos centrales de los organismos
internacionales de salud mental ha sido lograr criterios y métodos unificadores en el campo
de la psiquiatría, para lo cual han desarrollado enfoques con características ateóricas y
descriptivas con la expectativa de –así- superar las rivalidades de escuelas y homogeneizar
los diagnósticos dando parámetros comunes. Respecto a los problemas institucionales
relacionados con el diagnóstico psiquiátrico y psicoterapéutico, así como sobre el
tratamiento farmacológico, escribí en un artículo reciente (Campuzano, 2002)3:

Una de las primeras tareas a realizarse es en relación a la uniformidad de criterios


clasificatorios.
Este es un terreno ya avanzado puesto que desde los setentas la Clasificación Internacional
de Enfermedades (CIE) de la OMS y el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM) de la Asociación
Psiquiátrica Norteamericana manejan categorías de enfermedades basadas en criterios diagnósticos
específicos vinculados a tratamientos particulares, esto con el fin de facilitar la comunicación
internacional, así como de superar las diferencias entre enfoques psiquiátricos (especialmente entre el
enfoque biologista u organicista y el psicoanalítico) y crear condiciones adecuadas para la
investigación epidemiológica y de la eficacia de determinados tratamientos.
Desafortunadamente, la mayor parte de la investigación se ha centrado en los aspectos
biológicos y genéticos de las enfermedades mentales y muy poco en los factores sociales y
culturales, cuyo estudio es crucial para la comprensión de la distribución, efectos y tratamiento de las
enfermedades en un contexto global (Desjarlais y cols, 1995)4.
Si se realiza trabajo psicoterapéutico será conveniente agregar al diagnóstico del sistema
oficial de clasificación otro de psicopatología estructural dinámica (como el de Bergeret, 1974 y
el de Kernberg, 1977)5.

3
Campuzano, Mario (2002). Salud mental en primer y segundo nivel de atención. Subjetividad y Cultura, No.
18.
4
Desjarlais, R; Eisenberg, L ; Good, B ; Kleinman, A (1995). Salud mental en el mundo. Problemas y
prioridades en poblaciones de bajos ingresos. Organización Mundial de la Salud, 1997.

5
Bergeret, J. (1974). La personalidad normal y patológica. Gedisa: Barcelona, 1980.
Kernberg, O. (1977). La teoría de las relaciones objetales y el psicoanálisis clínico. Paidós: Buenos Aires,
1988.
13
Los estudios sobre formas de prescripción de los médicos han mostrado una amplia
diversidad de criterios entre distintos facultativos, con frecuente uso de medicamentos sin
sustento científico y con tendencia al uso excesivo de fármacos. Los psiquiatras no son una
excepción al respecto, por lo cual un esfuerzo de capacitación y supervisión en el uso racional de
medicamentos permitirá, amén de una mejoría en el estado de los pacientes, un importante
ahorro monetario para la familia del paciente y la institución. Los criterios de costo/beneficio
para la decisión de esquemas farmacológicos de manejo se vuelven, así, de importancia
primordial.

Vale la pena destacarlo, en una clínica psicoanalítica quedarse en la clasificación


psiquiátrica es una defensa regresiva porque es utilizar los instrumentos clasificatorios del
entrenamiento previo en vez del actual de tipo psicoanalítico y estos, en una institución que
trabaja con un marco kleiniano, deben ser realizados con un enfoque coherente como son el
diagnóstico estructural multidimensional (Bergeret, 1974; Kernberg, 1977) o la definición
de niveles de organización objetal: pregenital o preedípica y genital o edípica (Coderch,
1987); aumentada a tres niveles por Palacios (1989): el preedíco simbiótico, el preedípico
objetal y el edípico (ver apéndice al final de la Presentación).
En la AMPAG se enseña, en las últimas generaciones, esta psicopatología dinámica
estructural, pero se ha comprobado en muchos casos que no llega a substituir las
modalidades previas de diagnóstico y no se hace presión para que esto suceda, ya que los
miembros veteranos (que son los supervisores clínicos) tienen una diversidad de enfoques
diagnósticos y no suelen hacer mucho énfasis en cualquier tipo de diagnóstico.
Esta conducta institucional abre una contradicción en una clínica abierta al público
(como la de AMPAG) que, en consecuencia, queda sujeta a las disposiciones legales de
funcionamiento dadas por las autoridades de la Secretaría de Salud que exigen, por
necesidades estadísticas y de justificación médico-legal de los actos terapéuticos, un
diagnóstico en base a las clasificaciones psiquiátricas mencionadas a fin de tener
documentada la coherencia entre diagnóstico y tratamiento. En resumen, buena parte de la El
porve
institución psicoanalítica no se preocupa demasiado por el diagnóstico, mientras que la
nir de
institución de salud pública lo exige y la Clínica, con su grupo de admisión, queda en medio una
de esta contradicción. ilusió
Hay, además, un debate interno de los profesionales del psicoanálisis: n

El
¿Qué tipo de diagnóstico o evaluación?, ¿para qué?, ¿en relación a qué referentes males
teórico-técnicos e ideológicos? tar en
la
cultur
Cualquier solución al problema (si existe) debe cubrir estas dimensiones. En nuestras a

discusiones Yuyo siempre insistió en un punto que compartimos: el diagnóstico (o y


evaluación) debe hacerse siempre con el paciente, con su participación como agente activo otras
de su destino personal. obras

La investigación de Yuyo aborda otro aspecto difícil, el de la práctica técnica del


grupo de admisión, donde aprecia tantas diferencias en su ejercicio que surge una pregunta
inevitable: ¿cómo se explica su ejercicio continuado y útil? Pues justamente porque el grupo
de admisión tiene la virtud de ser utilizable en distintos niveles de complejidad, desde el
nivel practicista más limitado (con pobres referentes teóricos y técnicos) como mero agente
14
de tránsito que dirige a los pacientes hacia las distintas opciones terapéuticas que la Clínica
ofrece, hasta poder ejercerlo en las modalidades sofisticadas de grupo psicoanalítico, de
grupo psicodramático o de grupo de análisis institucional (incluyendo el análisis de la
familia, de las instituciones de atención a la salud, de la salud mental, del psicoanálisis, de la
enseñanza, etc.); y en esto tengo una diferencia con Gilou: no creo que la posibilidad de
hacer una lectura de análisis institucional dependa de la “puesta en situación” por la
provocación de una crisis institucional (aunque ciertamente eso lo facilita) sino que
depende, esencialmente, del interés y de la capacidad del profesional para hacer ese nivel de
lectura en el material que aparece por lo cual se pueden hacer lecturas institucionales sólo
cuando se define ese como el propósito del grupo o, si se trata de un grupo terapéutico con
enfoque multidisciplinario como el que se propone en AMPAG, el terapeuta tiene que elegir
-por criterio de pertinencia- el nivel de lectura conveniente entre las diversas lecturas
posibles 6.
Por último, con la propuesta de Yuyo:

¿Cuáles son las diferencias?

Creo que, fundamentalmente y por razones nada casuales, esas diferencias dependen
de los paradigmas utilizados en cada campo, el psicoanálisis y el psicodrama, así como las
tradiciones institucionales propias de cada escuela.
En el psicoanálisis dominan (en formas diversas) las tradiciones médicas del Freud
investigador y clínico, por eso no es extraño que en la Clínica de AMPAG sea evidente,
desde los primeros documentos, la preocupación por el quehacer terapéutico y por el
diagnóstico de los pacientes así fuera en su expresión mínima de “analizabilidad” y
“agrupabilidad”. Las escuelas psicoanalíticas se dividen en relación a la adscripción o no al
concepto de “cura”. Nosotros lo utilizamos y los seminarios tienen una secuencia que va de
la teoría de la enfermedad (la psicopatología) a las teorías de la cura y a la teoría de la
técnica que conduce a alcanzarla. El eje de la técnica psicoanalítica es el concepto de
transferencia que implica la actualización, con el psicoanalista en la definición individual
clásica, de vínculos pretéritos parentales; la situación en un grupo psicoanalítico se
enriquece al ofrecer éste nuevos objetos a la transferencia, además de la central: los
compañeros (transferencias laterales), el conjunto (transferencia grupal) y el mundo exterior
(transferencia societal). La transferencia central se acompaña de un estado de regresión y
produce una situación asimétrica entre analista y analizando que es inmanente al proceso,
por eso la técnica y la ética necesitan ir de la mano en el enfoque psicoanalítico. En los
sesentas buscábamos espacios de no poder, hoy sabemos que esto es imposible, que el poder
es inherente a las relaciones humanas y el asunto importante es el tipo de poder (autoritario,
democrático, laisser- faire, etc.) que se ejerce, al servicio de quién y de qué se utiliza y, por
ende, el buen o mal uso de él.
En el psicodrama, en cambio, dominan los intereses de Moreno sobre el trabajo
comunitario y social, o sea, sobre la aplicación de la técnica psicodramática a ámbitos más

6
Sánchez Escárcega, Jorge (2000). “Diversos niveles de análisis grupal en una sesión terapéutica. Un ejemplo
clínico”. Subjetividad y Cultura, No. 14.
15
amplios que el clínico. Por eso en lugar del enfoque de “cura” aparece el concepto de
“encuentro” (con los correspondientes sustentos filosóficos, por ejemplo, el de Buber7).
A partir de nuestra perspectiva kleiniana tendríamos que hacer un esfuerzo para
integrar estas dos perspectivas que, hasta el momento, aparecen escindidas en nuestra
Clínica.

Ciudad de México, diciembre del 2002.

7
Buber, Martin (1923). Yo y tú. Nueva Visión: Argentina, 2002.
16
APÉNDICE:

CLASIFICACIONES PSICODINÁMICAS ESTRUCTURALES

CODERCH8:

La propuesta de este autor es especialmente interesante para el trabajo con grupos,


ya que su criterio parte de la relación de objeto y su correlato externo, el vínculo, que es lo
visible en el grupo desde sus primeras sesiones y permite hacer el diagnóstico
psicodinámico estructural.
Destaca el autor mencionado que, de acuerdo con el nivel alcanzado en la evolución
de la libido y las vinculaciones objetales, la relación de objeto puede hallarse
fundamentalmente establecida, en el adolescente y el adulto, según un modo
predominantemente pregenital o genital.

En la relación de objeto de características pregenitales el sujeto se siente totalmente


dependiente del objeto, al cual, a la vez, esclaviza con todas las fuerzas de sus demandas.
Esta tiranía viene motivada, en gran parte, por el hecho de que el sujeto siente que no puede
sobrevivir sin el objeto y teme su propio aniquilamiento si no puede disponer de éste de una
forma total y absoluta. Por otra parte, el objeto no cuenta para nada en sí mismo, sin que
sean reconocidas sus necesidades, su libertad ni su independencia, y sin que sea amado por
sí mismo, sino que es vivido tan sólo como un imprescindible proveedor de satisfacciones,
un garante irremplazable contra la desintegración, al que se requiere únicamente por los
servicios que presta. Por otra parte, la abundancia de proyecciones da lugar a que la realidad
del objeto quede espesamente enmascarada bajo características aterradoras.

En la relación de objeto de predominio genital no existe el pavor inconsciente de


que la pérdida del objeto, siempre sentida como una amenaza latente, desencadenará la
propia destrucción. Las deformaciones llevadas a cabo por las proyecciones no producen
una distorsión del objeto tal que de lugar a que éste quede despojado de sus características
esenciales. La independencia y libertad de objeto son respetadas, y éste es amado por sí
mismo, no por sus aprovisionamientos. Las demandas que se le dirigen no tienen el carácter
imperativo y absolutista a que antes he hecho referencia. Las necesidades del objeto son
reconocidas y el sujeto siente que la satisfacción de éste acrecienta su propia felicidad.
Tampoco se precisa del objeto una forma tan perentoria e insustituible, de manera que el
sujeto tiene disponibilidad libidinal para amar a otros objetos e interesarse por diversas
actividades, conocimientos, perspectivas, etc. En conjunto, las emociones son más suaves,
flexibles, adaptables a la realidad y desprovistas de los matices extremados y trágicos que se
encuentran en las relaciones de tipo pregenital.

8
Coderch, J. (1987). Teoría y técnica de la psicoterapia psicoanalítica. Herder: Barcelona, 1990.
17
9
PALACIOS :

Maneja un esquema de desarrollo semejante al anterior denominando a cada uno


como: edípico o neurótico (el cual es equivalente al nivel superior de Kernberg), fronterizo
objetal y fronterizo simbiótico.

BERGERET10:

La clasificación estructural y multidimensional de Bergeret descansa en cuatro


factores:

- la naturaleza de la angustia latente,


- el modo de relación de objeto,
- los mecanismos de defensa principales,
- el modo de expresión habitual del síntoma.

A partir de esos parámetros se constituyen tres grandes estructuras de base:

- la estructura neurótica,
- la estructura psicótica,
- la a-estructura u organización límite.

!
KERNBERG11:

Kernberg propone una clasificación de la patología del carácter que busca cumplir
varios fines:

- establecer criterios psicoanalíticos para el diagnóstico diferencial entre los distintos


tipos y grados de severidad de la patología caracterológica,
- esclarecer la relación existente entre un diagnóstico caracterológico descriptivo y un
análisis metapsicológico, especialmente estructural,
- establecer un ordenamiento de subgrupos de patología caracterológica, según su
gravedad.

9
Palacios, A. (1989). Psicoanálisis de la detención del desarrollo emocional. Hispánicas: México.

10
Bergeret, J. (1974). La personalidad normal y patológica. Gedisa: Barcelona, 1980.

11
Kernberg, O. (1977). La teoría de las relaciones objetales y el psicoanálisis clínico. Paidós: Buenos Aires,
1988.
18
Esta clasificación se basa en el convencimiento de que el estudio diagnóstico de los
pacientes debe incluir factores estructurales y genético-dinámicos, además de los
puramente descriptivos. Los avances de la técnica psicoanalítica y de otros tratamientos
de orientación psicoanalítica ofrecen una amplia variedad de medios psicoterapéuticos.
Nuestra capacidad para elegir entre éstos el que resulte óptimo en cada caso puede ser
incrementada con la ayuda de claros criterios diagnósticos derivados de la teoría
psicoanalítica.
La clasificación está basada en un modelo de desarrollo centrado en las relaciones
objetales, también multidimensional, que evalúa:

- el desarrollo pulsional,
- el desarrollo del superyo,
- las operaciones defensivas del yo y los rasgos patológicos del carácter,
- las vicisitudes de las relaciones objetales internalizadas.

Considera tres niveles de organización de la patología del carácter:

- el nivel superior, donde existen un superyo, un yo y un self bien integrados. Las


operaciones defensivas caracterológicas son, predominantemente, de tipo inhibitorio
y las defensas descansan en la represión y otros mecanismos de nivel neurótico. Sus
vínculos objetales son profundos y estables y es capaz de experimentar culpa y
duelo. Corresponden a este nivel los caracteres histéricos, fóbicos, obsesivo-
compulsivos y depresivo-masoquistas.
- el nivel intermedio, donde el superyo está menos integrado y es más punitivo. Los
rasgos de carácter presentan una mayor infiltración de tendencias instintivas; la
represión sigue siendo el principal mecanismo de defensa del yo. Aparecen
conflictos pregenitales, especialmente orales.
- el nivel inferior, en éste, la integración del yo, el superyo y el self son mínimas. Hay
predominio de mecanismos de defensa primitivos: escisión, proyección primitiva,
omnipotencia y negación. Alternancia de estados yoicos contradictorios. Predominio
de la agresión pregenital. Síndrome de difusión de la identidad. Dependencia
acentuada. Predominio oral.

Las estructuras básicas de carácter están definidas por Bergeret y Kernberg con una
diferencia: las estructuras psicóticas sólo aparecen en Bergeret; Kernberg las engloba dentro
del conjunto de los fronterizos. Por otra parte, Kernberg comete un error de nivel lógico en
la clasificación de los estados psicóticos (que son condiciones sintomáticas de
descompensación) al colocarlos junto con las estructuras de carácter. Esta confusión quizá
sea debida a que en la práctica clínica el diagnóstico diferencial entre estados psicóticos y
caracteres fronterizos de nivel inferior es un problema frecuente.
Palacios lo que aporta es una nomenclatura lógica de los fronterizos en relación a su
situación de desarrollo: simbióticos y objetales, que corresponden al nivel inferior e
intermedio de Kernberg. La estructura neurótica, en todas las clasificaciones, corresponde al
nivel superior. A todas estas estructuras se les pueden agregar síndromes complementarios
como: carácter narcisista, perversión sexual, adicción, alcoholismo.
19
La situación patológica de estos caracteres se dará por razones meramente
cuantitativas y dependerá de su rigidez, dando lugar a las caracteropatías o neurosis de
carácter.
También podrán entrar en descompensación sintomática en forma de neurosis, de
psicosis, de desorganización fronteriza o de trastorno psicosomático. Estos diagnósticos son
afinados mediante subclasificaciones clásicas como en el caso de las neurosis en histérica,
obsesiva, fóbica, depresiva y en subtipos cuando existen propuestas, por ejemplo la de
Bleichmar (1997)12 que en el tema de depresión las subdivide según su mecanismo
psicodinámico en depresiones culposas (el mecanismo clásico freudiano), narcisistas (por
pérdida de apuntalamiento del narcisismo en alguna instancia como el cuerpo o el trabajo) o
por pérdida simple (duelo); otro caso es la propuesta de Kernberg (2004)13 en relación a los
caracteres narcisistas subdivididos según su gravedad y nivel de desarrollo en: carácter
narcisista, carácter narcisista infantil, carácter narcisista maligno y personalidad psicopática.
También se pueden agregar las defensas complementarias a la estructura, como rasgos.

Algunos ejemplos de diagnósticos serían:

Carácter fronterizo simbiótico;


Carácter fronterizo objetal, con defensas obsesivas;
Carácter histérico;
Carecer narcisista en estructura fronteriza objetal.

En caso de descompensación:

1) Duelo por muerte de cónyuge,


2) Carácter obsesivo.

1) Depresión narcisista por pérdida de empleo,


2) Carácter fronterizo objetal.

12
Bleichmar, Hugo (1997). Avances en psicoterapia psicoanalítica. Hacia una técnica de intervenciones
específicas. Paidós Ibérica: Barcelona.

13
Kernberg, Otto (2004). Agresividad, narcisismo y autodestrucción en la relación psicoterapéutica. El
Manual Moderno: México, 2005.
20
ADENTRO Y AFUERA DE LA INSTITUCIÓN

María Carmen Bello (Yuyo)

Debo decir antes que nada, que en este libro hay más trabajo de Mario que mío,
especialmente en cuanto a recopilación. En todo caso, mi mayor mérito ha sido
entusiasmarlo para que juntara todos estos artículos. He sido más partera que creadora, y
ahora que lo digo, me gusta el lugar, porque es un lugar muy propio de los terapeutas, éste
de ayudar a dar a luz.
La idea de publicar este material surgió a partir de una serie de acontecimientos, que
conforman de por sí una historia. Es una historia que tiene que ver con AMPAG, y al mismo
tiempo mi presencia en este libro hace que no sea un libro sobre AMPAG. En 1999, la
Dirección de la Clínica de esa institución me pidió que elaborara un diseño psicodramático
para implementar en el grupo RED. Yo doy clases de psicodrama allí desde el año 1991, o
sea que soy parte del equipo docente, pero no soy miembro de la institución, no soy
egresada de la misma, ni formo parte de su vida política e institucional. Tengo que confesar
que muchas veces lo he lamentado, me he sentido "casi de AMPAG" y he jugado con la idea
de revalidar materias y estudios para poder pertenecer plenamente al grupo, por razones
puramente afectivas, porque en realidad comparto con Jaime Winkler la dirección de otra
institución que se dedica a la enseñanza del psicodrama14, que representa mi identidad
profesional. A partir de este trabajo con el grupo RED y más aun ahora que leo la
presentación de Mario, me doy cuenta del lugar privilegiado que he ocupado, no de
pertenencia, pero sí de perspectiva.
Mi especialidad es el psicodrama, no las instituciones, y por lo tanto el pedido de
elaborar un diseño psicodramático para el grupo RED lo entendí como tal, con mucho
entusiasmo, y no me planteé ningún otro objetivo que ése. Sin embargo, me embarqué en
una aventura que me llevó a tener una perspectiva y pensar la institución desde este lugar
privilegiado, porque la elaboración de un diseño nuevo se convirtió necesariamente en una
investigación. Debí revisar todo el material que existía sobre grupo RED --el que conforma
gran parte de este libro-- y asistí como observadora a algunos de los grupos que estaban
funcionando en ese momento. Hice también una especie de encuesta informal a los colegas
y estudiantes de AMPAG sobre los objetivos del grupo RED y comencé a darme cuenta de
que elaborar un diseño nuevo de un grupo de admisión de pacientes de una institución es
mucho más que hacer modificaciones técnicas, aunque no fuera ésta mi intención.
El artículo de Royer y Scornik (1976) me pareció revelador en este sentido: el grupo
de admisión de pacientes está pensado para ser un dispositivo de análisis institucional
permanente, y yo me encontré a mi misma inocentemente plantada y fascinada en ese lugar
de cuestionamiento, donde el paciente, estando en situación de crisis, al consultar en una
institución hospitalaria o que presta un servicio de atención psicoterapéutica, como es la
clínica de AMPAG, al entrar en la institución, necesariamente la cuestiona y cuestiona a la
sociedad que esta institución representa.

14
Escuela Mexicana de Psicodrama.
21
Por otro lado, el diseño de grupo RED con técnicas dramáticas se hizo realidad, y
más allá de la utilidad que haya podido prestar a la Clínica, me produjo gran satisfacción por
varios motivos. En primer lugar, porque un diseño con psicodrama siempre implica un reto,
ya que debe ser lo suficientemente cerrado como para que tenga el carácter de un diseño que
pueda mantener sus características básicas a lo largo de las repeticiones, y lo
suficientemente abierto y flexible como para mantener la espontaneidad y creatividad
inherentes a cualquier trabajo psicodramático, y creo que este reto fue bien resuelto. En
segundo lugar, porque me permitió darle forma grupal al estilo de evaluación con técnicas
psicodramáticas que yo venía utilizando desde hace mucho tiempo con mis pacientes
individuales en las primeras entrevistas.
El diseño psicodramático de grupo de admisión de pacientes comenzó a circular.
Presenté una pequeña síntesis del trabajo en un congreso de FLAPAG, en Montevideo15. Esta
síntesis se publicó en la Revista Subjetividad y Cultura y a partir de allí despertó interés en
terapeutas psicodramatistas que trabajan en centros hospitalarios y clínicas abiertas a la
comunidad, tanto aquí en México, como en Uruguay y Chile. La circulación en el medio
psicodramático es rápida. En este punto del camino fue que planteé a Mario la idea de
publicar todo el material que tenemos de grupo de admisión de pacientes, porque sin duda es
un intento de respuesta al problema de la asistencia psicoterapéutica en instituciones, que
preocupa en toda Latinoamérica.
Me imaginé que iba a tener que convencer a Mario, y que esto me iba a llevar un
tiempo, pero aceptó la idea inmediatamente, y en mi computadora comenzaron a llover los
artículos con tal velocidad que yo no pude seguir el ritmo. O sea que el parto estaba listo
antes que la partera.
Creo que mi participación, diferente de la de mi colega que habla desde la
pertenencia a AMPAG, abre un espacio para pensar la institución (cualquier institución)
desde afuera, manteniendo siempre esa referencia, y le da voz al psicodrama en este campo.

El libro plantea varios temas de reflexión:

• ¿Se puede dar asistencia psicoterapéutica en instituciones?


• ¿Se puede trabajar con grupos, en general, en instituciones?
• ¿Puede ser el grupo (mal llamado) de admisión de pacientes, grupo RED, una primera
respuesta a la asistencia psicoterapéutica en instituciones, ya que implica recibir en
grupo a quienes van a trabajar en grupos terapéuticos?
• En ese caso, ¿cómo debe encararse esta instancia? ¿cómo entra el paciente a la
institución asistencial? ¿a través de un acto administrativo? ¿a través de un acto médico?
¿o el grupo RED implica crear un puente, a través de un acto específicamente
terapéutico, diferente del acto médico?
• En este grupo RED o grupo puente, ¿cuál es nuestra función? ¿hacemos un diagnóstico a
los pacientes para decidir si los admitimos o no?
• En el campo de lo terapéutico, el paciente (también mal llamado paciente) es parte
activa de su curación. Si bien hablamos de “cura psicoanalítica” para referirnos al
proceso psicoanalítico, no diríamos que nosotros “curamos” a nuestros pacientes.
Entonces, ¿podemos decir que les hacemos un diagnóstico? ¿O debemos decir que

15
Bello, El grupo RED, puente entre el dolor y la esperanza, en Subjetividad y Cultura N° 16.
22
evaluamos con ellos (ellas) su situación personal y de vida para decidir de común
acuerdo si la psicoterapia que ofrece la institución puede serles beneficiosa, y si ellos
pueden ser también agentes terapéuticos útiles en un grupo?
• ¿Qué características tiene la evaluación grupal? ¿Es un diagnóstico individual hecho en
grupo, o es una experiencia grupal con objetivos de evaluación?
• Dar asistencia psicoterapéutica en instituciones ¿implica cambios técnicos y de
fundamentación teórica?
• ¿El psicodrama y el psicoanálisis son compatibles en el trabajo terapéutico en
instituciones?
• ¿Pueden cumplirse los mismos objetivos terapéuticos y de evaluación en las
instituciones utilizando diferentes marcos teórico-técnicos?

En la primera parte (PLANTEAMIENTOS GENERALES), el libro plantea un panorama


general sobre grupos e instituciones. El Capítulo 1, (LOS GRUPOS EN LAS INSTITUCIONES),
hace una descripción de los diferentes abordajes grupales. El Capítulo 2, (EL PSICODRAMA
EN LAS INSTITUCIONES), comparte algunas experiencias del trabajo con psicodrama en
instituciones asistenciales y educativas.

En la segunda parte se describen tres modelos teórico-técnicos diferentes de grupos


de admisión o grupos RED:
- un modelo creado desde la psicología social de Pichon Rivière, con grupo
operativo (Royer G, Scornik H, 1977);
- un modelo psicoanalítico entendido como grupo terapéutico focalizado en la tarea
RED de recepción, evaluación y derivación (representado por dos artículos de Mario
Campuzano) y
- un modelo psicodramático (Bello).

Estos tres modelos tienen objetivos similares y diferentes caminos de abordaje. El


artículo de González, López, Pazarán y Sánchez, marca a mi manera de ver un modelo de
transición entre lo médico y lo psicoanalítico, poniendo el acento en el diagnóstico
psiquiátrico (el examen mental), con objetivos diferentes a los anteriores y una intención de
mayor coherencia metodológica. Al mismo tiempo, todos estos modelos describen parte de
la historia de una institución dedicada a la enseñanza y a la asistencia, de sus “tensiones y
pasiones”, como dicen los autores de este artículo y también de sus cambios y crecimiento.

La tercera parte (LOS GRUPOS TERAPEUTICOS DE DURACION LIMITADA) propone un


modelo de grupo terapéutico psicoanalítico institucional y un ejemplo de jornada
prolongada con psicodrama.

En resumen, el libro abre una polémica. Los terapeutas, que hemos hecho el
esfuerzo de un cambio de paradigma para pasar “del diván al círculo” grupal, ¿podemos
hacer el mismo esfuerzo para pasar “del círculo a la esfera” institucional, agregando una
nueva dimensión a nuestro trabajo? Y, ese mismo cambio de paradigma que se hizo para
crear una psicoterapia grupal y un psicoanálisis grupal ¿se ha hecho también en el área de la
evaluación diagnóstica, al crear un dispositivo de evaluación grupal coherente con el trabajo
grupal en instituciones?
23
Estas son nuestras primeras respuestas a estas preguntas. Las dos voces de
presentación de este libro son sin duda diferentes, salvo por el detalle de la cercanía de la
tercera edad pero todavía no: voz de hombre, psicoanalista, mexicano, voz de mujer,
psicodramatista, uruguaya. Y también voces del adentro y el afuera de la institución. Ahora,
la última palabra la tiene el lector.

Ciudad de México, febrero del 2003.


24

PLANTEAMIENTOS

GENERALES
25
Capítulo 1

LOS GRUPOS EN LAS INSTITUCIONES (2002)16

Mario Campuzano

Introducción

Las instituciones públicas que ofrecen psicoterapia requieren de técnicas de cobertura


amplia para no verse saturadas y bloqueadas por la demanda de servicios y caer en la
inoperancia de la lista de espera. Dichas técnicas de cobertura amplia son la psicoterapia de
grupo y la psicoterapia familiar, siempre bajo la modalidad de tiempo limitado.
La modalidad terapéutica de grupo ha mostrado ser tan eficaz como la psicoterapia
individual a condición de que los profesionales que la apliquen estén debidamente
entrenados (McKenzie, 1997).
El grupo, como instrumento psicológico terapéutico o no terapéutico, define el
ámbito interindividual, intersubjetivo, donde se van a efectuar los objetivos o propósitos
buscados, pero no define per se su ubicación teórica, su instrumental técnico, ni su afiliación
a una u otra de las distintas corrientes existentes en la psicología.
En el caso de los grupos terapéuticos se requiere de teorías que operen en dos
niveles:

a) El de las teorías de la personalidad, abarcando la dinámica de la conducta tanto en salud


como en enfermedad y, consecuentemente, una teoría de la enfermedad, de la cura y de la
técnica;
b) El de las teorías o conceptualizaciones del grupo psicológico: su dinámica, sus fuerzas
operativas, o sea, la teoría del proceso del grupo y, consecuentemente, la teoría de la técnica
"grupalizada".

Ambos niveles de explicación se han buscado en una sola teoría (psicológica


generalmente) o en una combinación de teorías psicológicas, o psicológicas y sociológicas.
En la actualidad trabajamos desde el modelo vincular-estratégico (Campuzano,
2013)17 que surge de la teoría kleiniana y destaca la importancia de los objetos internos y
sus relaciones que son elementos fundamentales en la formación del carácter y del
psiquismo en general, mismos que constituyen estructuras estables y definen la singularidad
de los individuos, así como explican su psicopatología y las particularidades y preferencias
de sus relaciones interpersonales.

16
Campuzano, M. (2002). Salud mental en primer y segundo nivel de atención. Subjetividad y Cultura No. 18:
27-45, México.
17
Campuzano, M. (2013). Psicoterapia grupal vincular- estratégica, un enfoque psicoanalítico. En proceso
de publicación. Ahí se puede encontrar una descripción amplia del modelo de trabajo. En forma resumida está
en el capítulo 7.
26
La orientación teórico- técnica de la psicoterapia tendrá importancia en función del
tipo de problemas que se aborden. Las terapias psicoanalíticas son eficaces para el
tratamiento de los problemas emocionales, su método busca que las personas se conozcan
más a sí mismas, especialmente en sus áreas de conflicto, haciendo conscientes los
determinantes inconscientes. La psicoterapia de grupo y la individual tienen indicaciones
muy semejantes, aunque los casos con crisis agudas suelen ser manejados preferentemente
en terapia individual; por otra parte la psicoterapia de grupo aporta la presencia social de los
"otros" y permite que aparezcan más fácilmente los problemas interpersonales en un ámbito
de tratamiento donde no sólo causan sufrimiento y conflicto, sino que pueden empezar a
entenderse y resolverse.
En relación a los problemas psicológicos las principales opciones a decidir son:
tratamiento exclusivamente psicoterapéutico en alguna de las modalidades siguientes: en
individual, grupo, pareja o familia; tratamiento combinado psicoterapéutico y de
medicamentos; asistencia a un grupo de autoayuda; o, en casos de mayor gravedad,
internamiento en un hospital psiquiátrico o en una clínica especializada, por ejemplo para el
tratamiento de adicciones y alcoholismo.
Los seres humanos somos seres sociales y gregarios, por lo cual crecemos y nos
desarrollamos en distintos tipos de grupos como la familia, la escuela, los amigos, el trabajo,
etc. Es en esos medios donde aprendemos todo, desde el jugar hasta la educación
sentimental, el comportamiento social, así como el dominio de la ciencia, la tecnología y la
cultura.
Unirse a un grupo es útil porque provee las oportunidades de aprender con y de los
otros, entender nuestros propios patrones de sentimientos, pensamientos y conductas así
como los de otros, y percibir cómo cada uno de los miembros del grupo reacciona ante los
demás.
Los grupos terapéuticos pueden ser de dos modalidades: de apoyo o de
reestructuración psíquica (grupos psicoanalíticos). Adicionalmente existen los de
orientación.

Grupos de apoyo

Los grupos de apoyo se enfocan sobre un determinado síntoma o situación (por ej.
control del alcoholismo o la obesidad, o readaptación a la vida laboral y social después de
una crisis psicótica), y puede incluir -en general en distintos grupos- a los afectados por un
determinado padecimiento o problema y a sus familiares. Estos grupos se plantean el ajuste
a esas nuevas relaciones o roles mediante la contención emocional y la comprensión de los
miembros del grupo que han pasado por la misma experiencia, así como el aprendizaje de
los nuevos miembros del modelo de rol que les ofrecen los miembros veteranos. Algunos de
los grupos de apoyo pueden ser coordinados por profesionales de la salud mental o de otras
especialidades (por ejemplo, en los casos de separación y divorcio por psicoterapeutas, o en
los de grupos de diabéticos o hipertensos por médicos clínicos). Otros, quizá los más
frecuentes, son los llamados "grupos de autoayuda" que no son conducidos por
profesionales de la salud mental sino por personas que han tenido el mismo tipo de
problema y que ofrecen su ayuda y experiencia a otros, frecuentemente a través de un
27
programa estructurado y gratuito (por ej. el de alcohólicos anónimos), sostenido por
donativos.

Grupos de autoayuda

Los grupos de autoayuda son organizaciones de personas que comparten similares


problemas psicológicos, físicos o existenciales. Aunque para su funcionamiento es esencial
conservar amplia autonomía local, en algunos casos los distintos grupos con tema semejante
llegan a organizarse en ligas o federaciones que llegan a tener, como sucede con
Alcohólicos Anónimos, extensión nacional e internacional. La mayoría son asociaciones no
lucrativas.
A partir de los setentas este tipo de organizaciones se han multiplicado de manera
muy notable en todo el mundo, especialmente en el campo de cuidados para la salud. En
algunos lugares como la Unión Americana esto se ha debido no sólo a los esfuerzos
autogestivos característicos de este tipo de grupos, sino al estímulo y apoyo de las
compañías de seguros y del gobierno.
Se ha clasificado a los grupos de autoayuda existentes en los Estados Unidos de
Norteamérica, según sus distintos propósitos y áreas de trabajo, en seis tipos (Cole, 1983).
Tomamos su listado original haciéndole algunas pequeñas modificaciones para ajustarlo a
nuestra realidad nacional:

1.- Grupos que buscan el cambio conductual de personas con adicciones. Incluye
Alcohólicos Anónimos, Narcóticos Anónimos, Comedores Compulsivos; Weight Watchers
(control del sobrepeso) y diversos grupos para lograr abstinencia del tabaco. El enfoque de
los grupos anónimos se ha extendido a problemas emocionales sin adicciones, como es el
caso de Neuróticos Anónimos.

2.- Grupos que buscan dar a sus miembros apoyo social y nuevas estrategias para
lidiar con sus problemas. Incluye Alanon (padres y cónyuges de alcohólicos) y Alateen
(hijos adolescentes de alcohólicos); Familias Anónimas (semejante temática); padres sin
cónyuge (familias uniparentales); familiares de adictos; amigos y familiares de psicóticos u
otros trastornos mentales graves, como Alzheimer, deficiencia mental o parálisis infantil.

3.- Grupos que buscan mejorar el proceso de atención de ciertos problemas físicos,
por ej. de afectados de enfisema, de artritis, de diabetes, de lupus, de SIDA, etc.

4.- Grupos orientados a la rehabilitación de padecimientos físicos como infartos


cardíacos, laringectomías, colostomías, etc.

5.- Grupos orientados al apoyo de los derechos de ciertos sectores sociales como
organizaciones de mujeres, de homosexuales, de enfermos mentales, de ciegos, de enfermos
con SIDA, etc.

6.- Grupos orientados al crecimiento personal y auto-actualización, tales como la


liga de la leche (lactancia materna).
28
Grupos psicoanalíticos

Los grupos de reestructuración psíquica son los grupos psicoterapéuticos


conducidos por profesionales de la salud mental, como los psicoanalistas, que buscan el
cambio psíquico y conductual - por ejemplo, de las dificultades para hacer y mantener
relaciones amorosas u otros problemas existenciales y de relación social, o cuadros
diversos sintomáticos como depresión, pánico, etc.- a través de la exploración de los
determinantes inconscientes que producen esos patrones de comportamiento. Los miembros
de estos grupos de psicoterapia se concentran sobre sus experiencias de vida y sus
interrelaciones con los miembros del grupo y las personas del exterior, y el psicoanalista
actúa predominantemente a través de interpretaciones que buscan hacer consciente lo
inconsciente.
Estos grupos suelen ser pequeños, usualmente no más de 8 a 10 personas y uno o
dos analistas, y suelen tener sesiones una o dos veces a la semana, con duración de hora y
media a dos horas.
Se benefician con la psicoterapia analítica de grupo personas con una amplia
variedad de problemas emocionales, especialmente aquellos que implican relación con
otros, ya que el ámbito microsocial del grupo permite su emergencia, comprensión y
búsqueda de solución. Los trastornos de carácter, suelen también resultar muy beneficiados
por la psicoterapia de grupo, en función de las mayores posibilidades y frecuencia de
confrontación de esos rasgos por los otros miembros y no sólo por el psicoanalista.
El psicoanalista, en las entrevistas individuales previas a la canalización a un grupo
terapéutico, selecciona el grupo adecuado a cada persona, donde tanto la persona sea
estimulante a los demás miembros del grupo como los demás miembros sean estimulantes
para el de reciente ingreso, y todos puedan aprender de los demás en el proceso. Los grupos
analíticos, salvo los de muy breve duración, suelen configurarse con una amplia variedad de
personalidades y de problemas en sus miembros.
A veces el proceso puede resultar difícil y poco confortable (sobre todo al inicio), y
deberán enfrentarse esas condiciones, pero las más de las veces la pertenencia al grupo
disminuirá los sentimientos de aislamiento y soledad, así como las dificultades del cambio
terapéutico, debido al apoyo genuino de los otros junto a la retroalimentación interpretativa
de los determinantes inconscientes.
Aunque todos intervienen y participan con sus comentarios y acciones en el proceso
del grupo, el psicoanalista es -al estar ejerciendo un trabajo profesional- el responsable
clínico del proceso del grupo y del estado de sus miembros.
El trabajo de los miembros del grupo (o analizandos) es expresar sus problemas,
sentimientos, ideas y reacciones de forma tan libre, natural y honesta como sea posible. Tal
exploración da la información necesaria al analista y a los demás miembros del grupo para
entender los determinantes inconscientes del conflicto psíquico y, a través de la
interpretación, ayudar a su superación y cambio. En el grupo los miembros aprenden no sólo
a entenderse a sí mismos y sus conflictos, sino pueden servir de agudos "ayudantes
terapéuticos o coterapeutas" por su comprensión de los conflictos de otros.
29
Grupos psicoanalíticos de tiempo y objetivos limitados

La duración de los grupos terapéuticos depende de la naturaleza y extensión de los


problemas del consultante y de la amplitud o limitación de sus metas terapéuticas. También
depende del ámbito en que se brinde el tratamiento. Como mencionamos antes, las
instituciones públicas para no verse saturadas y bloqueadas para atender a la nueva demanda
suelen funcionar con modalidades de psicoterapia de tiempo limitado.
Las psicoterapias de tiempo limitado implican la definición de metas o focos
específicos y circunscritos.
El campo aplicativo de los enfoques breves abarca tanto las terapias individuales
como las de grupo, familia y pareja. En todos los casos estas terapias tienen características
precisas en cuanto a sus propósitos: objetivos limitados en un tiempo limitado. Objetivos de
remoción sintomática que por ser realizados mediante técnicas analítico-interpretativas
requieren de una modificación estructural del aparato psíquico aunque esta modificación se
limite a lo estrictamente requerido para lograr los propósitos mencionados. El tiempo
limitado puede variar según necesidades, desde la terapia breve de uno a tres meses de
duración, 4 a 10 sesiones, a razón de una semanal; de mediano plazo, de tres a seis meses de
duración, es decir, de 12 a 24 sesiones; y de largo plazo, con duración de uno a dos años.

Los grupos breves y de duración intermedia suelen tener una agrupación


homogénea, es decir, con pacientes que comparten el mismo padecimiento o problema, ya
que eso permite establecer un foco común de trabajo muy rápidamente, o sea, son
agrupaciones sindromáticas. Por contraste, es conveniente que varíen en su configuración
caracterológica y sexo.

Los grupos de largo plazo funcionan mejor en agrupación heterogénea y requieren,


como consecuencia, del establecimiento de focos individuales.

Al igual que en el psicoanálisis estas terapias operan mediante el insight y la


elaboración, aunque difieren en la aproximación técnica del terapeuta: se trabaja solamente
sobre un foco, dejando selectivamente de lado lo demás; se es muy activo; se realizan
interpretaciones tempranas (frecuentemente transferenciales, aunque no se las continúa
sistemáticamente y se sustituyen luego por las interpretaciones extratransferenciales); se
promueve una fuerte alianza y colaboración con el paciente y se utilizan con amplitud la
empatía y el apoyo con el fin de mantener en niveles tolerables la ansiedad que despierta un
trabajo terapéutico tan intenso.
El proceso abarca tres etapas: inicial, media y de finalización. Se dedica una buena
parte (la tercera o cuarta del total) al trabajo de terminación, pues es ahí donde se reactivan
las ansiedades de separación que hacen imprescindible una elaboración suficiente de ellas,
con lo cual se busca mantener los resultados terapéuticos.
30
La técnica de focalización

La focalización en la intervención y la planificación del proceso son las dos


características técnicas más relevantes de las terapias breves dinámicas. Por ello Balint las
llamó "terapias focalizadas" y otros autores, terapias planificadas o estratégicas.
A este respecto, uno de los avances metodológicos más útiles es la propuesta de
Fiorini para una "estructura de foco". Braier la resume así: "... en la experiencia terapéutica
todo foco tiene un eje central que generalmente está dado por el motivo de consulta
(síntomas, situación de crisis). Subyacente y ligado al motivo de consulta hay un conflicto
nuclear exacerbado, el que se inserta en una situación grupal específica. Motivo de consulta,
conflicto nuclear subyacente y situación grupal son aspectos de una situación que condensa
un conjunto de determinaciones en las que un examen analítico nos permite distinguir zonas
con diversos componentes: aspectos caracterológicos del paciente, aspectos histórico-
genéticos individuales y grupales reactivados, así como también una zona que concierne al
momento evolutivo individual y grupal y otra de determinantes del contexto social más
amplio, con la que también se vinculan todos los componentes citados. Estos diversos
componentes se encuentran actualizados y totalizados por la situación..." (Fiorini, 1973),
(Braier, 1981).
Por supuesto, el establecimiento de ese foco de trabajo permite intervenir con
atención selectiva en lo que se refiere al foco y con descuido selectivo en aquello que no
tiene que ver con él.
A través del foco se definen los objetivos limitados en forma operativa pero éstos no
incluyen la reconstrucción amplia de la estructura psíquica, que es el objeto del psicoanálisis
clásico. Sin embargo se pretenden cambios ambiciosos en dicha estructura, aunque
restringidos sólo a lo necesario para lograr la remoción sintomática pretendida.

Psicoterapia familiar

Debe reconocerse a la familia como el elemento clave del sistema de salud mental,
por ende, se buscará permanentemente la forma de incluirla en los procesos de atención
terapéutica y preventiva. En los últimos tiempos se han desarrollado múltiples programas
psicoeducativos para las familias, como forma de apoyo y de toma de conciencia de las
características y evolución del padecimiento de su familiar enfermo, así como para la
adquisición de mayor destreza y efectividad como proveedora de cuidados. La
complementación de los servicios de salud mental con asociaciones de pacientes y usuarios,
con asociaciones de familiares, y con diversas asociaciones de apoyo que proveen recursos
y servicios, es una práctica sistemática usada en diversos países.
Los programas psicoeducativos, de orientación cognitivo-conductual, fueron
popularizados en relación al manejo institucional de esquizofrénicos y sus familiares por
Anderson (1986) y otros psicólogos de la Universidad de Pittsburgh y se plantean –en ese
padecimiento- una meta clara y razonable: evitar las recaídas en la psicosis y la
rehospitalización del paciente y ésta es su aportación más importante: plantearse metas
precisas y fácilmente evaluables en el manejo de ese padecimiento crónico.
Anteriormente se utilizaron, y siguen utilizándose, los grupos de orientación y guía
para los familiares de pacientes de muy diverso tipo: deficientes mentales, niños con
31
problemas de aprendizaje, psicosis diversas, etc. Estos grupos, según el entrenamiento del
coordinador, pueden llevarse a cabo con una técnica más psicoanalítica o más didáctica,
siempre con el propósito de orientar a los familiares sobre el manejo de su paciente y
resolver los problemas prácticos que aparecen en la realidad cotidiana.
Finalmente habrá casos en que la indicación terapéutica sea de terapia familiar,
realizable desde un marco psicoanalítico o –como es lo más frecuente- desde un marco
sistémico-comunicacional. En algunos casos la recepción misma se hará como entrevista
familiar, como es el caso de la atención de niños y adolescentes.

Algunos ejemplos de organización de servicios institucionales psicoterapéuticos

A) En la ciudad de León, en Nicaragua, durante el gobierno sandinista, participé con


un grupo de colegas en la transformación del departamento de salud mental aledaño al
hospital general regional.
Siguiendo las ideas mencionadas se cambiaron las entrevistas individuales para los
pacientes adultos de primera vez por la admisión en grupo, tres sesiones espaciadas
semanalmente, sin prescripción de medicamentos (salvo urgencias), para cumplir las tareas
de diagnóstico, atención de las ansiedades iniciales y derivación al tipo de tratamiento más
adecuado.
Como opciones de derivación existían organizados cinco tipos de grupos
terapéuticos, dos de ellos psicoanalíticos breves, de seis sesiones de duración con derecho a
repetir en otro grupo a aquellos que lo necesitaran, uno para trastornos emocionales y otro
(por tratarse de la época que EE. UU. aplicó la guerra de baja intensidad contra Nicaragua)
para combatientes con problemas emocionales y para ex-combatientes en proceso de
reincorporación a la vida civil. Otros dos grupos eran de apoyo y duración indefinida, uno
para psicóticos y otro para pacientes con enfermedades crónicas como epilepsia y diabetes,
el último tipo de grupo era breve, de apoyo y guía, para los familiares de los psicóticos.
Niños y adolescentes se atendían en terapia familiar sin pasar por el grupo de admisión.

B) En un hospital pediátrico de tercer nivel en la ciudad de México el trabajo del


equipo de salud mental se organizó a partir de la terapia familiar como primera opción
terapéutica y la única para la mayoría de los casos. La excepción eran los niños y
adolescentes con problemas emocionales severos que se atendían en grupo psicoanalítico de
duración intermedia y grupo de padres paralelo. Los casos de amenaza o intentos de
suicidio, así como de autismo, eran los únicos que se atendían en psicoterapia individual
paralela a la terapia familiar.

C) En la Clínica psicoanalítica de la AMPAG (Asociación Mexicana de Psicoterapia


Analítica de Grupo), la recepción es en forma grupal para los adultos, tres sesiones
espaciadas semanalmente para diagnóstico, atención de las ansiedades iniciales y
derivación. Las derivaciones son a grupos terapéuticos etarios: los de adultos planteados a
dos años de duración con posibilidad de repetir a aquellos pacientes que lo requieran. Los
adolescentes y niños se reciben en forma individual, junto con sus padres, y después son
canalizados a grupos terapéuticos de un año o dos de duración con sesiones periódicas
paralelas con el grupo de padres.
32
Las solicitudes de terapia de pareja y de familia son atendidas desde el principio
como tales. Hay algunas escasísimas terapias individuales de tiempo limitado para pacientes
analizables de difícil agrupación en lo inmediato.
33
BIBLIOGRAFÍA.

Anderson, C. M.; Reiss, D. J.; Hoggarty, G. E. (1986). Schizophrenia and the Family. A
Practitioners Guide to Psychoeducation and Management. The Guilford Press: New York/
London.
Braier, E.A. (1981). Psicoterapia breve. Kargieman: Buenos Aires.
Cole, S. (1983). "Self-help groups". En: Kaplan y Sadock (Eds.). Comprehensive Group
Psychotherapy. Williams & Wilkins: Baltimore/London.
Fiorini, H.J. (1973). Teoría y técnica de psicoterapias. Nueva Visión: Buenos Aires, 1975.
McKenzie, K. R. (1997). Time-managed Group Psychotherapy: Effective Clinical
Applications. American Psychiatric Press: Washington, D.C.
34
Capítulo 2

EL PSICODRAMA EN LAS INSTITUCIONES

María Carmen Bello

He utilizado un título muy amplio en este capítulo. Lo que quisiera es plantear un panorama,
referir mi experiencia y abrir la reflexión sobre el tema. No tengo demasiado claro si voy a
hablar de una experiencia con psicodrama en la institución, con la institución, desde afuera,
desde adentro, o desde un espacio intermedio. Voy a referir las experiencias, y luego voy a
regresar a estas preguntas.

Grupo terapéutico con psicodrama en la Clínica de la Facultad de Psicología


(UNAM)

Esta Clínica es parecida en su funcionamiento a la Clínica de AMPAG, con la


diferencia de que presta asistencia a una población acotada: estudiantes y funcionarios de la
Facultad de Psicología de la UNAM18.Varios terapeutas, profesores y alumnos de posgrado
de la facultad, de muy diferentes tendencias terapéuticas, dan o han dado terapia individual,
de grupo, de familia y pareja en esta Clínica.
Al poco tiempo de haber llegado a México, en la década de los ochenta, mientras
cursaba el segundo año de la Maestría en Psicología, presenté un proyecto para coordinar un
grupo terapéutico con psicodrama en la Clínica, con la idea de utilizar este material en una
investigación para mi tesis. Este proyecto fue aprobado y el grupo se constituyó en un grupo
abierto, que duró dos años y medio. Era el único grupo terapéutico psicodramático que había
y hubo (creo) en la Clínica.
La experiencia fue muy buena para mí, aunque me enfrenté con algunas
dificultades. Era difícil establecer un encuadre terapéutico porque los miembros del grupo,
estudiantes en su totalidad, tendían permanentemente a identificar al grupo como una clase
más. Así decían: “la vez pasada no pude llegar a la clase, porque me pusieron un examen
sorpresa” o “no sé si voy a poder seguir tomando esta clase, porque en el próximo semestre
me va a coincidir con técnicas proyectivas”. La confusión se daba sobre todo con el tema de
las faltas y en relación a mi rol: faltar a la terapia era como faltar a clase y me daban muchas
explicaciones cada vez que no podían asistir. Las explicaciones eran para mí más que para el
grupo, porque yo era “la maestra”.
En la última sesión del grupo, Linda trae un sueño, el cual dramatizamos y que
puede mostrar qué largo fue el camino para comprender el encuadre.

En el sueño, Linda llega a la sesión y me dice: “tengo que


comentarte algo”. Yo le contesto: “no hay tiempo, ya se

18
Universidad Nacional Autónoma de México.
35
acaba. Ahora les toca a Uds.”
Ella está encargada de explicar a un grupo de muchachas de
18 años qué es la terapia.
En la dramatización hago que cada una de las compañeras
vaya tomando el lugar de Linda y explicando a las demás en
qué consiste la terapia y para qué le ha servido a cada una.

Aunque la clínica estaba abierta a los trabajadores de la facultad, la consulta era en


casi un 100% de estudiantes. La mayoría de las estudiantes de psicología eran mujeres, y por
lo tanto, el grupo estaba constituido en su mayor parte por mujeres. Hubo dos hombres en
todo el proceso. La edad promedio de los integrantes era de alrededor de 21 años.
No había en esta Clínica nada parecido a un grupo de admisión de pacientes. Las
entrevistas de admisión eran individuales y había dos terapeutas de base de la Clínica,
dedicadas a hacer estas entrevistas. El sistema era lento y a pesar de que había mucha
demanda de terapia en la institución, costaba constituir grupos terapéuticos y yo siempre
trabajé con una asistencia mucho menor de la que podía abarcar. Por este motivo opté
porque el grupo fuera abierto. Yo no conocía en esta época los grupos RED ni estaba en
condiciones de hacer ninguna propuesta de este tipo.
Yo había solicitado a las terapeutas de la Clínica que no admitieran en el grupo a
compañeras de clase, pero esta indicación no siempre era tomada en cuenta, o aunque lo
fuera, luego en cada semestre la conformación de los grupos variaba, y dos integrantes se
convertían en compañeras de clase cuando el proceso terapéutico ya estaba en marcha. Esto
obviamente creaba una serie de complicaciones, porque si se producía algún conflicto en la
clase, la situación afectaba al grupo.
Igual que en la Clínica de AMPAG, se hacía un estudio socioeconómico para decidir
el pago de las sesiones, que era de todas maneras muy bajo. Algunos estudiantes, sobre todo
los que venían de provincia y vivían solos en la ciudad, tenían una situación económica muy
precaria y pagaban sólo una cantidad simbólica. Se daba entonces esta contradicción de
tener “el lujo” del tratamiento terapéutico mientras les faltaba lo más indispensable para
vivir. Hubo una dramatización inolvidable, que pasó luego al folklore del grupo, cuando se
incorporó Rafael. Se presentó con sus compañeros a través de una escena cotidiana de su
vida.

Rafael está sentado en un cuarto muy pequeño, donde


sólo cabe su cama y dos sillas. Tiene como única cena, un
vaso de leche. No pudo “ni comprar pan”.
La escena es tan triste, que, al terminar la dramatización,
todas sus compañeras lloran. No hay ninguna caja de
pañuelos de papel, ni nadie ha traído, entonces él mismo
saca de su mochila un rollo de papel de baño y empieza a
repartir para que sus compañeras se sequen las lágrimas.
Es todo tan patético, que termina siendo gracioso y pasa a
ser anécdota del grupo.

A pesar de todo esto, el grupo tuvo un buen desempeño. Las técnicas dramáticas
fueron muy bien aceptadas por todos los integrantes, e incluso si alguna sesión no
dramatizábamos, consideraban que en esa sesión “no se trabajó”.
36
Los temas fueron los habituales en la gente joven. El grupo se integró a partir del
tema de los hermanos. Como sucede habitualmente, la relación con la que se asocia la
relación de compañeros de grupo es la fraterna. La sexualidad era un tema frecuente, ya que
la mayoría de los integrantes estaba iniciando su vida sexual. Las relaciones de pareja, la
preocupación de las mujeres jóvenes por no hacer de un hombre el centro de la vida, como
habían hecho sus madres. La relación con los padres, el crecimiento, la dependencia, el
deseo de independizarse. Una de las integrantes, Camila, se casó durante el curso del
tratamiento y causó un gran alboroto en la sesión al llegar diciendo: “ya soy señora”.
Dos dramatizaciones fueron centrales en la historia del grupo.

Linda se ha encontrado varias veces en la situación de salir con


muchachos que tienen otra novia e incluso en este momento del
grupo sale con un hombre casado que no termina de separarse. Trae
una escena en que está con una amiga y ésta le cuenta que tiene un
novio en Guadalajara, con el que se lleva muy bien. Linda se siente
muy mal al escucharla y no entiende porqué. En la dramatización,
estos sentimientos la llevan a una escena regresiva en que la madre
descubre que el padre tiene otra familia con dos hijos. La hija
mayor de esta segunda familia, tiene sólo un año menos que Linda.
Esta medio hermana es el fantasma con el que Linda debe lidiar
durante toda la terapia. Siente celos desgarradores con ella, por
momentos como hija que ha sido desplazada por la hija “favorita” y
por momentos, en identificación con la madre, como mujer
abandonada por otra.

En otra sesión, José comienza hablando de los conflictos con su


padre que lo considera débil e inútil. Ha hecho muchas cosas para
demostrarle que es un hombre fuerte, por ejemplo ese fin de semana
cambió una llanta él solo. Lucy que es hija única, continúa el tema
contando que su padre en esta época se pone imposible porque es el
mes en que hay que pagar impuestos y esta vez declaró que va a
“fumar hasta matarse”. Ella, llorando, aseguró que si él se muere,
ella también. Linda comienza a aceptar que su padre le hace
promesas que jamás va a poder cumplir.
En ese contexto se declara protagonista a Paula, que está muy
angustiada, no duerme, y no puede evitar pensar en “lo que le
pasó”. Teme enloquecer. Dramatizamos una escena en que Paula
está en su cuarto, tratando de estudiar psicopatología pero no puede.
En su cabeza oye la voz del Evangelio, y piensa que se está
volviendo loca. Linda toma el lugar de esta voz que dice: “Y Dios
pidió a Abraham que le entregara a su único hijo como prueba y
cuando él lo iba a apuñalar, Dios le dijo que no lo hiciera, que ya
había probado su fe”.
Pregunto si hay otra voz que se pelea con ésta, y dice que sí, hay
una voz rebelde, cuyo lugar toma Lucy. Esta voz dice: “No puede
ser, si Dios es bueno, cómo puede jugar así con un hombre”.
Cuando le pregunto si alguna vez ha oído otras voces pelearse de
esa forma, me lleva a una escena en que ella tiene 13 años y está en
la cocina con su madre y sus dos hermanos. La madre dice “Dios es
37
bueno, porque me permitió criar a mis hijos, aunque su padre no
hace nada”. Paula llora, pensando “tiene razón”.
Le pregunto dónde está aquí la pelea, y me dice “papá debería
pelearse con ella.” Traemos al padre, un hombre alcohólico y débil
que casi no va a la casa, al que representa José. En inversión de
roles, tomando el rol de su papá, Paula enfrenta a la madre: “No me
ocupo de mis hijos porque tú no me dejas. No sé nada de Paula, no
la conozco, no sé quién es.”
Vuelta a su rol, Paula abraza al padre y le pide que esté más cerca
de la madre para que ella pueda estar más lejos.
Le dice que ha tenido que refugiarse en un Dios-padre,
todopoderoso pero también terrible, porque no había papá que la
protegiera.
Los compañeros toman esta escena también para sus vidas y
comienzan a ponerse en paz con sus padres imperfectos y falibles,
demasiado ausentes o demasiado presentes.

Tiempo después de terminado el grupo, se citó a los integrantes para hacer un


seguimiento. Algunos (como Rafael y Lucy) no pudieron ser localizados, pero en general la
evolución había sido buena. Linda y Camila se recibieron con las mejores calificaciones.
Linda entró en una institución que formaba terapeutas de niños y continuó allí su terapia por
requisito de la institución. Trabó finalmente relación con su medio hermana, quien por
supuesto pensaba que Linda era la hija favorita; se puso en paz con ella. Se reconcilió hasta
cierto punto con sus padres, sobre todo con la madre, a quien acompañó en una larga
enfermedad. El tema de las parejas era todavía un asunto pendiente en su vida. Camila
estaba embarazada y trabajaba en el departamento psicológico de una secundaria. Su éxito
fundamental había sido conciliar matrimonio y profesión. José terminó los créditos y estaba
haciendo la tesis. Planeaba regresar a su ciudad natal. Agradeció mucho a sus compañeras lo
mucho que había aprendido del “alma femenina”. Paula, que era quien más me preocupaba,
porque en un momento pareció en peligro de derivar hacia un delirio místico, tenía una
actitud tranquila en relación a su sexualidad y a su religión y habló del tema con mucha
lucidez. Comenzaba en este momento por primera vez un noviazgo. No terminó la carrera.
Manifestó que su elección de psicología había tenido mucho que ver con la fantasía de
resolver sus conflictos, y estaba trabajando en una guardería. Claudia y Ofelia, de quienes
no hablé aquí, contaron historias parecidas. Otra integrante, al cabo de un tiempo, entró con
nosotros a hacer la formación en psicodrama e inició otro proceso terapéutico de grupo en
AMPAG.

El psicodrama en la institución educativa: un alto en el camino

Hemos observado con frecuencia19, que cuando se nos contrata para dar un curso de
psicodrama como materia complementaria en alguna institución universitaria o de
formación de posgrado, sea éste un curso de “Introducción al psicodrama”, “Psicodrama
pedagógico”, “Método Clínico”, etc. el grupo tiende espontáneamente a aprovechar este

19
Cuando hablo en plural es porque incluyo a Jaime Winkler, con quien hemos coordinado en equipo muchos
de estos trabajos.
38
espacio para reflexionar sobre el grupo mismo, sobre la relación del grupo con la institución
y sobre el rol profesional en juego. Hemos observado también que esta reflexión ayuda al
aprendizaje. No sólo mejora el rendimiento del grupo, sino que cambia la cualidad del
aprendizaje, especialmente en el sentido de la responsabilidad individual y grupal.
Sin duda el psicodrama favorece esta situación, dado que se aprende psicodrama con
psicodrama, y que por lo tanto el grupo, su relación con la institución a la que pertenece y el
rol profesional para el que se está formando, es el material de trabajo. Las imágenes y
escenas dramáticas permiten “dar forma” y metaforizar estos temas.
Tomando en cuenta esto, uno de los primeros trabajos dramáticos que suelo hacer en
estos grupos es una fantasía dirigida (psicodrama interno) a la que llamo “un alto en el
camino”20 que implica crear, metafóricamente, un lugar para detenerse a reflexionar lo que a
cada uno le está sucediendo, individualmente y con el grupo, en el proceso de aprendizaje.
Otras veces, en el “como si” del espacio dramático, el grupo construye un espacio
alternativo para pensarse.
Así sucede en grupos como los grupos de formación de psicoterapeutas de grupo de
AMPAG, los diplomados en psicodrama pedagógico21 que coordinamos para la facultad de
psicología social de una universidad, y los grupos de estudiantes de ELITE22. Más raro es
que la institución pida directamente un trabajo con estos objetivos, como sucedió en la
facultad de administración de la UAM Azcapotzalco, donde hicimos con los estudiantes y
algunos de sus maestros un trabajo sobre el rol del administrador.23

Intervención institucional con psicodrama

También es raro que una institución o empresa en un momento de crisis, pida una
intervención o un análisis institucional u organizacional. Lo más habitual es que las
empresas contraten “cursos”. Esto tiene una serie de implicaciones: no se está aceptando la
crisis como tal, se espera aprender algo que sirva para solucionar la crisis, en lugar de
encarar la posibilidad de entenderla y elaborarla y se fantasea con un modelo ideal de
solución, por ejemplo adquirir el perfil ideal de líder, o aprender la manera perfecta de
manejar conflictos.24

20
María Carmen Bello, Jugando en serio; el psicodrama en la enseñanza, el trabajo y la comunidad, Editorial
Pax, México, 2002
21
id., Caps. 5 y 6
22
id. segunda parte del Cap. 4
23
id. Cap. 8 y El rol del Administrador en el Contexto Actual, publicación de la UAM Azcapotzalco, 1999. En
este caso pudiera cuestionarse el hecho de que fuera un pedido de la institución; más exacto es decir que el
evento fue organizado por una Maestra de la Facultad, Beatriz Ramírez Grajeda, que lleva años intentando
crear este espacio de reflexión con el método psicoanalítico en la formación de los estudiantes, desde adentro de
la institución, tarea desgastante y quijotesca, por este factor de estar adentro de la institución. Su labor está
plasmada en varios libros: Subjetividad y Relación Educativa y Formación y tendencias Educativas, del 2001 y
2002 respectivamente, ambas publicaciones de la UAM Azc.
24
No pasa esto solamente con las empresas, sino con todo lo que tiene que ver con el nivel de lo psicológico. A
nadie se le ocurriría, si tiene diarrea, ir a la facultad de medicina a tomar un curso de intestino grueso, pero está
en cambio totalmente popularizado que si alguien está deprimido, o está en una crisis personal, vaya a un curso
de “Insight” o de “El arte de vivir” o algo por el estilo.
39
En estos casos, el psicodrama, por tratarse de un método vivencial de aprendizaje,
tiene la posibilidad de adaptarse, dando respuesta a la demanda manifiesta de “un curso” y a
la demanda latente de análisis e intervención. El pedido de un curso de manejo de conflictos
encubre en general el pedido de auxilio para una crisis en las relaciones interpersonales
dentro de la institución25.
Hay sin embargo instituciones que piden esta ayuda en forma directa, dando lugar a
la posibilidad de hacer un diagnóstico o análisis y realizar la intervención adecuada. Se
puede entonces utilizar la sociometría para hacer un mapa de las relaciones interpersonales
dentro de la institución, detectar así las situaciones críticas, o dramatizar las escenas típicas
de la institución, viendo por ejemplo como se soluciona una emergencia en un equipo de
trabajo, etc.26
Las herramientas de diagnóstico y análisis del psicodrama, como la sociometría en
acción, el test sociométrico, el análisis de la historia del grupo a través de la dramatización
de escenas (el álbum de fotos de un grupo), la dramatización de escenas típicas
institucionales, el diagnóstico a través de esculturas, etc. tienen la particularidad de que
producen inmediatamente cambios a nivel grupal, por lo cual muchas veces el diagnóstico
se convierte en una intervención. Así en el primer grupo ELITE de una facultad de
psicología, hicimos un trabajo de diagnóstico con técnicas dramáticas, esperando que esto
llevara a un trabajo de intervención propiamente dicha, cosa que nunca sucedió. Sin
embargo, al año siguiente, el segundo grupo llegó con nosotros porque también querían
“tomar el curso de psicodrama”. Así nos enteramos de que nuestro breve trabajo había
servido para superar la crisis y ahora la institución nos contrataba (y siguió haciéndolo
durante varios años) para una labor que podríamos llamar psicoprofiláctica, ofreciendo un
espacio a sus estudiantes para elaborar las relaciones dentro del grupo y con la facultad.27
Otra alternativa de demanda por parte de la institución, es la del “taller” sobre un
tema determinado. Hace varios años hicimos un trabajo de este tipo con una universidad de
provincia, que se encontraba en una etapa de reestructuración y nos pidió talleres de
psicodrama que incluyó dentro de un programa de superación académica para
administrativos y profesores. Más recientemente, otra universidad nos contrató para trabajar
el tema de las relaciones laborales dentro de la institución.
Es una posibilidad del psicodrama, además, el funcionar como la instancia
elaborativa dentro de un curso de aprendizaje de algún tema específico, o dentro de un
programa de reestructuración, actualización o planeación estratégica, por ejemplo. Uno de
los momentos claves de un trabajo de este tipo, es el de la recuperación de la memoria
colectiva a través de la historia de la institución. Transcribo aquí un ejemplo de este trabajo
dramático realizado en el marco de una de las universidades que he mencionado.

El grupo construye un túnel del tiempo como el de la vieja serie de


televisión. Los participantes, tal como hacían Tony y Douglas, los
protagonistas de la serie, programan una fecha del túnel en la computadora
y la historia de la universidad se va desplegando través de los momentos
significativos que cada uno ha vivido.
La primera programación nos lleva a 1974: es el inicio de la universidad, y

25
Bello, 2002, Cap. 7
26
id., capítulo 10
27
id. Cap. 4
40
es un privilegio estar acá. Hay gente de primer nivel. El relato se va
engarzando con otros. Se habla de un “nuevo proyecto innovador de
universidad”, expresión que primero causa gracia y luego comienza a
tomarse en serio.
En estos primeros años, los maestros participan más allá de la hora de
clases y cada uno da lo mejor de sí. Hay interrelación como de familia. No
hay presiones económicas, es buen momento para el país. Hay tiempo para
jugar y disfrutar la estancia en la universidad; aún en vacaciones se acude
para terminar proyectos.
Los que conocieron a la institución como estudiantes en estos años 70s,
describen un ambiente muy bonito y agradable, como estar en casa. Hay
jardines, construcciones modernas, junto con borregos y vacas. Hasta hay
galletas para quien quiera. Parece una universidad privada. La biblioteca
no tiene registro, confían en sus estudiantes. Hay pocos alumnos y todos
se conocen. Los directores y profesores son como cuates. Hay profesores
jóvenes, maestros de primer nivel. El modelo es diferente, con trabajo
arduo que fomenta responsabilidad en los alumnos. El que es responsable
permanece. Hay tiempo para ver y compartir. No es una universidad de
privilegios.
Una compañera nos lleva a un momento mágico: cuando levantan la
bandera y se crean pequeños remolinos de polvo, "todos los vemos y nos
conmueve aunque nos ensucien. Aprendo el orgullo de estar acá, aprendo
a convivir con alumnos de diferente procedencia, a hacer mío el ambiente
y ponerme la camiseta".
No todo es idílico, sin embargo. Hay juegos de poder. Hay que aprender
rápido, se aprende a ser bombero. En 1979 el sindicato es de académicos,
y hacen la inducción a nuevos, pero les enseñan a no hacer más allá de
aquello para lo que fueron contratados. Hay una huelga.
La historia de la universidad se entreteje con la vida personal. Se forma
un matrimonio que lleva casi tantos años como tiene la institución. Para
otro compañero la entrada a la universidad significa la ruptura de la
fantasía de los padres de tener un hijo médico y al mismo tiempo el
nacimiento de un proyecto diferente.
En los años 80s los edificios parecen haberse afeado un poco. Surge la
imagen de un profesor al que acaban de expulsar de su oficina y saca sus
cajas del edificio. Para concursar para una plaza hay que postularse
absurdamente a ocho y renunciar a las que sobren. Hay mucha burocracia.
Sin embargo, se gana bien. La biblioteca ya tarda cinco días en prestar un
libro. Todavía hay orden y orientación
En la década de los noventa se destaca como acierto de la universidad, la
oportunidad de investigar, la combinación de docencia con investigación,
la buena recepción del personal a los que ingresan. Hay estabilidad en el
trabajo
Por otro lado se acentúan los problemas. Hay una huelga que dura mucho.
Los profesores son multiusos, se puede estar en 11 comisiones al mismo
tiempo.
Para un compañero que en 1997 vuelve a la UAM luego de 6 años fuera,
el contraste es impactante. Hay muchos cambios: desmembramiento del
cuerpo docente, grillas, antagonismos marcados, los espacios son motivo
de conflicto. Hay muchas rupturas en la cultura universitaria. Más tarde
hay una huelga y una larga negociación sobre el calendario luego de la
41
huelga.
Se programa la computadora del túnel del tiempo en el año 2005 y todos
dicen cómo es la universidad que los rodea en ese momento. La mayoría
de las visiones son positivas. El grupo imagina una universidad renovada,
reintegrada, con un nuevo sindicato de académicos, que sustenta el
proyecto universitario, con algunas dificultades, pero habiendo avanzado
en dos o tres pasos consistentes, más estructurada, eficiente, con
profesores jóvenes nuevamente, con carrera académica. Este grupo se ha
conformado en un equipo de trabajo que sigue unido.
Antes de regresar a la dura realidad actual, recreamos la ceremonia de la
bandera para llevarnos algo de lo que hemos aprendido en toda esta
historia. El compañero más alto simula ser el asta de la bandera y varios
espontáneamente comienzan a girar para representar los remolinos de
tierra. Es un momento emotivo.
Un compañero nos ha alertado sobre el peligro de los "mitos
fundacionales", y sabemos que no se trata de volver al pasado, sino de
construir un futuro que rescate los principios y los valores institucionales,
un futuro donde se encuentre el equilibrio entre lo que se quiere y lo que
se hace, retomando el compromiso y el sentimiento de pertenencia.

Conclusiones

Regreso ahora a los cuestionamientos del comienzo: desde dónde estoy hablando
cuando refiero mi experiencia con psicodrama en las instituciones.
La primera es una experiencia como terapeuta dentro de una institución. Me
encontré allí con varias dificultades. La principal fue quizás la traba organizativa: lentitud de
las entrevistas individuales de admisión que llevaban a que la clínica desaprovechara mucho
las posibilidades de los terapeutas de dar atención. Había terapeutas sin pacientes y
pacientes sin terapeutas por problemas administrativos y organizativos, que hoy yo podría
decir que hubieran disminuido mucho con un dispositivo como el de grupo RED. Me quedo
probablemente corta al decir que los problemas eran administrativos y de organización.
Había sin duda también un factor de poder, bastante obvio. Las terapeutas de base y las
secretarias, eran las únicas que recibían un salario en la clínica y eran las encargadas de la
distribución de pacientes. El resto de los terapeutas, incluyéndome, teníamos intereses no
económicos en juego en la institución. Yo quería material para mi tesis, otros eran
profesores que usaban la clínica con fines didácticos o de investigación dentro de sus horas
de trabajo. La manera de mantener el control sobre la clínica era controlar la afluencia y
entrada de pacientes. No podría yo hacer un análisis sobre esto, no estaba yo en un lugar
indicado para hacerlo, ni siquiera tuve muy clara la situación en aquel momento, pero
seguramente era muy compleja la posición de la clínica como institución dentro de otra
institución (la facultad), a su vez parte de otra inmensa institución (la universidad).
Otra dificultad fue la impregnación del rol de estudiante sobre el de paciente o
integrante de grupo, que me llevó a tener que reforzar muchas veces el encuadre terapéutico.
A la vez, sobre mi rol de terapeuta se superponía el de maestra o profesora. Esto debió ser
aún más difícil para aquellos que efectivamente formaban parte del plantel docente de la
42
facultad. Yo era docente en otras instituciones y tampoco me era ajeno el rol, por lo cual una
vez me encontré a mí misma a punto de escribir algo en el pizarrón para que “quedara más
claro”. Afortunadamente no lo hice.
Por lo demás, hice un breve relato del contenido de la experiencia, porque creo que
el grupo, más allá de estas dificultades, tuvo un buen desarrollo, comparable al de muchos
otros grupos terapéuticos. El trabajo con psicodrama, si bien no pareció tener un papel
determinante diferencial con otros métodos de trabajo, resultó muy apropiado para esta
población de jóvenes, y quizás incluso ayudó a crear la situación terapéutica, distinta de la
situación escolar.
Al cabo de estos años, creo que ahora encararía la psicoterapia psicodramática en
una institución de otra manera. En primer lugar, me parece imprescindible el dispositivo de
grupo de admisión de pacientes, porque, como se ve en varios artículos de este libro, es una
respuesta clave al problema administrativo, organizativo y de poder. Y en segundo lugar,
encararía el grupo terapéutico como una psicoterapia breve con psicodrama. En aquella
época no tenía la experiencia para hacerlo. Así como es más fácil escribir una carta larga
que una corta, es más fácil trabajar con un grupo de encuadre abierto, que con un encuadre
acotado. Pero la terapia psicodramática es, por su naturaleza, una psicoterapia breve28, no
sólo porque permite trabajar en un corto tiempo, con su herramienta fundamental de
focalización, que es el “contrato dramático”29 sino porque la dramatización en sí, representa
un proceso terapéutico en pequeño, como modelo o ceremonia de curación30.
En esa experiencia estaba yo adentro de la institución como terapeuta del grupo y
como estudiante de la maestría, aunque no formaba parte del plantel docente o
administrativo de la universidad. En el resto de las experiencias, más claramente hablo
desde afuera de la institución, y esto me da un lugar privilegiado desde donde analizar y
operar.
El psicodrama como método de abordaje de la institución, al igual que el
psicoanálisis, crea un espacio de reflexión. Por sus características vivenciales, al trabajar con
psicodrama, este espacio puede adquirir las dimensiones de un espacio metafórico: un alto
en el camino, un lugar alternativo desde donde pensar la institución.
Si el psicoanálisis está dirigido a descubrir la demanda latente de la institución,
entendiéndola como un organismo que posee una instancia Inconsciente, el psicodrama pone
el acento en el vínculo con la institución. El análisis de la composición de los grupos a
través de mapas sociométricos, el diagnóstico de los equipos de trabajo o de estudio por
medio de esculturas vivientes y de escenas institucionales, la reconstrucción de la memoria
colectiva a través de fotos imaginarias, de escenas de teatro espontáneo o de juegos
dramáticos, operando como instrumentos de diagnóstico y de cambio simultáneamente, son
las formas de desentrañar, actualizar y elaborar este vínculo.

28
María Carmen Bello, El psicodrama como psicoterapia breve, aún no publicado.
29
María Carmen Bello, Introducción al psicodrama, Guía para leer a Moreno, Ed. Colibrí, México, 1999
30
la dramatización que he llamado “completa”, y que otros autores llaman “un psicodrama”, como la que se
relata aquí, protagonizada por Paula. Ver op. cit. pág. 112
43

G R U P O S D E ADMISIÓN

O G R U P O S R. E. D.

R E C E P C I Ó N,

EVALUACIÓN Y

DERIVACIÓN
44

Capítulo 3

LA DIMENSIÓN INSTITUCIONAL EN UNA TAREA CLÍNICA: LOS GRUPOS


DE ADMISIÓN (1977/ 1986)1

Gilou Royer de García Reinoso;


Horacio Scornik.

Una experiencia clínica

Partiremos de una experiencia común: la de los grupos de admisión que funcionaron en la


sala-cátedra de Psicología Médica, durante los años 73 y 74, en la Universidad de Buenos
Aires, Facultad de Medicina.
Ambos tuvimos a nuestro cargo la coordinación de diferentes turnos. La experiencia
común se refiere entonces a una tarea grupal diseñada en una institución médica asistencial
y docente en una coyuntura científico-política particular y partiendo de bases teóricas
comunes: la de nuestra formación como psicoanalistas.
Este concepto merece ya que lo examinemos con más detenimiento. Antes de
comenzar a describir y analizar la experiencia en sí misma, vamos a plantear algunos
elementos teóricos que sirven de base a nuestra comprensión de la situación, elementos que
uno de nosotros ya en otra ocasión esbozó ante ustedes, acerca del concepto de institución.
Pensamos que el análisis de este nivel permite profundizar la tarea de conocimiento
de los fenómenos humanos que abordamos en la clínica.
La innovación significaba un cambio radical en cuanto al sistema de recepción,
estudio y derivación de pacientes y también en cuanto a procedimientos docentes. Partía de
dos aspectos que la fundamentaron y constituyeron los objetivos compartidos:

a) un aspecto político-administrativo
b) un aspecto científico-ideológico

El primero: la necesidad de responder amplia y eficazmente a la demanda de asistencia, cosa


totalmente imposible con el sistema que imperaba en el cual las listas de espera eran
kilométricas y las deserciones previas a la consulta muy grandes. Esta necesidad de dar
respuesta a la demanda en vez de rebotarla se veía aumentada por la necesidad político-
ideológica de promover la demanda, en cuanto un servicio de salud sea planteado como
tarea política fundamental y se conciba no sólo como asistencia, sino como prevención
secundaria.
En esta dirección el planteamiento incluyó la importancia de implementar al máximo
los recursos técnicos y de personal disponibles.

1
Presentado en la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG) el 21 de junio de 1977.
Publicado en: Análisis Grupal (México), III (3): 51-86, 1986.
45
El segundo: sobre la base teórica de una pensamiento psicoanalítico el planteo de
grupos de admisión como grupos operativos centrados en una tarea, la del diagnóstico e
indicación, cumplía también con los objetivos relacionados con el doble carácter de la
institución: proveer una instancia que diera cabida tanto a necesidades asistenciales como
docentes. Tarea clínica por excelencia, compartida por un equipo en el que se incluyeron
personas de distintos niveles de experiencia y formación, a partir de la cual y a través de la
elaboración de las sesiones, se fuera procediendo a un aprendizaje vivencial y conceptual, al
tiempo que se favorecía la mejor atención de un mayor número de pacientes.
El contacto de la persona-paciente con la institución empezaba, de esta manera, con
un hecho clínico y no con un hecho administrativo-burocrático.

La dimensión institucional

Recordemos que la experiencia que queremos analizar, configurada como reforma


organizativa en una institución médica, docente (universitaria) y asistencial, partía de un
planteamiento político de apertura y en el aspecto científico de bases teóricas comunes:
nuestra formación y nuestra práctica como psicoanalistas.
Transcribimos a continuación algunos párrafos del trabajo citado (Royer de García-
Reinoso, Gilou, 1976):

Nuestra práctica (y esto vale también para nuestra práctica privada), en tanto no es sólo
práctica científica sino práctica social, se inscribe en una red de instituciones que intervienen más o
menos oscuramente en nuestro quehacer y también en nuestro pensamiento.
Estamos institucionalizados, explícita o implícitamente, de manera compleja.
Si evadimos la dilucidación de sus implicancias nos transformaremos en
reproductores ciegos de las instituciones, renegando así de nuestra especificidad: hacer consciente
lo inconsciente en nosotros, en nuestros pacientes, en nuestras acciones y conceptualizaciones.
Nuestra relación con el paciente no se ubica, sino en lo manifiesto, en una relación de dos.

Freud (1921) es claro al analizar la relación hipnótica, dice: “...es una formación colectiva
constituida por dos personas”. No es el número de personas el que determina que su relación
sea institución. Y Freud compara la relación hipnótica con el enamoramiento y la
transferencia: pareja - pareja terapéutica – formación colectiva, tres términos que Freud
considera equivalentes para hacer su análisis de las relaciones entre el yo y el ideal del yo y
el papel que desempeñan en las formaciones colectivas “no efímeras” como la institución
del ejército, así como también en las dependencias ideológicas a las que se ve sujeto el
individuo por lo que Freud llama las influencias de un “alma colectiva” (prejuicios raciales,
de clase, opinión pública, etc.).
Freud analiza la importancia en las relaciones del individuo con el “alma colectiva”,
del sentimiento de culpa que constituye, dice, el “cemento interno” que los articula
rígidamente.
Haremos énfasis en la necesidad del análisis de las instituciones que encarnan esta
“alma colectiva” cuya presencia (a menudo ausente, oculta) marca las relaciones
interpersonales y las prácticas sociales. Las relaciones entre individuos no son nunca
solamente interpersonales.
46
Freud (1927) plantea en otro texto -en el que se dedicará al análisis de una
institución, la Iglesia, dejando la puerta abierta para proseguir el análisis de otras
instituciones- las dificultades que ofrece la dilucidación de las relaciones “reales” entre los
hombres, más allá de sus apariencias. Dificultades ligadas tanto a la historia del sujeto como
a la inserción en el presente (histórico-cultural-estructural).
Este ocultamiento del conocimiento de la realidad (estructuras subyacentes a las
experiencias) impuesto desde dentro del sujeto por la represión y las relaciones del Yo con
el ideal del Yo se produce por la mediación de lo que Freud llama “organizaciones
necesarias”, que regulan las relaciones entre los hombres.
Esto es por la mediación de las instituciones que, regulando estas relaciones, fijan los
sujetos al lugar que les es asignado, ejerciendo su poder desde fuera y desde dentro mismo
del sujeto (Royer de García-Reinoso, 1976) apoyándose en las identificaciones narcisistas
que garantizan la prohibición.
Es interesante recalcar que Freud (1927) llama prohibición a “la institución que
marca la interdicción” (del deseo).
Esta marca es marca inconsciente que necesita de un trabajo de desciframiento. Pero
¿cuáles son y cómo ejercen su poder esas “organizaciones necesarias”, las instituciones
sociales?, ¿por la mediación de quién se reproducen, regulan y fijan las relaciones
interpersonales?...
Freud (1921) afirma que las relaciones entre el Yo y el Ideal del yo son de tal índole
(narcisistas), que simultáneamente ligan y separan:

a) Ligan a los individuos entre sí y con las instituciones a través de la relación con el
líder o la idea,

c) Separan al Yo de su Ideal del yo substituyéndolo por el objeto (amoroso,


terapeuta, líder, etc.).

Separación que está presente tanto en la estructura del sujeto como en la estructura de las
relaciones sociales, ofreciendo un obstáculo importante a nuestro conocimiento de las
relaciones “reales” entre los hombres y reemplazándolas por relaciones ilusorias y de
encubrimiento.
Es necesario un trabajo de desciframiento para vencer este doble obstáculo: el que
ofrece la estructura misma de los individuos y el que ofrece la estructura de las instituciones.
La pareja terapéutica, el grupo terapéutico, aunque respaldados por una teoría
científica –la psicoanalítica- no escapan a estas dificultades.
Toda formación individual o colectiva es una organización social o cultural y como
tal es una totalidad parcial, regulada por instituciones explícitas o implícitas.
Presentan a menudo zonas mudas relacionadas con nuestras pertenencias
institucionales (presentes o ausentes, conscientes o inconscientes), muestran identificaciones
narcisistas que organizan, en nuestra realidad psíquica, el mandato social que permanecerá
oculto, si no nos disponemos a hacer hablar las zonas mudas.
47
Estructura de la institución

Al analizar Freud (1927) las doctrinas religiosas concluye que no son sino ilusiones,
pero agrega: “¿y acaso no lo serán también otros factores de nuestro patrimonio cultural a
los que concedemos muy alto valor y dejamos regir nuestra vida?, ¿si las premisas (valores)
en las que se fundamentan nuestras instituciones estatales no fuesen sino ilusiones, y si las
relaciones entre los sexos dentro de nuestra vida civil igualmente, y la ciencia también?”. La
función de estas “ilusiones” es clara para Freud: “El peligro es que las masas ocultas y
explotadas, si no creen en Dios y tienen tantos motivos de hostilidad, infrinjan las
prohibiciones”.
Está claro que estas “ilusiones” (desde el punto de vista de un sujeto racional) tienen
una alta eficacia social de sujetación, “por su fuerza consoladora y cumplidora (ficticia) de
deseos”. Es lo que Freud llama las “compensaciones”.
En sus análisis de las instituciones y de las relaciones de los individuos con ellas,
Freud adopta un modelo común para entender a ambos: la estructura libidinal.
Lourau (1970) recalca que frente a una psicología social que describe a los
individuos como sumergidos –y ausentes- en los fenómenos sociales, Freud propone invertir
la situación y analizar la influencia de la colectividad en el individuo mismo. Siguiendo a
Freud en “Psicología de las masas”, describe tres componentes en el grupo social o
institucional en sentido morfológico:

a) la estructura libidinal: ilusión de la presencia de un jefe que ama por igual a


todos, que garantiza el prestigio de los líderes y la identificación de los individuos
entre sí,

b) la organización: (coercitiva) que permite controlar ingreso y salida,

c) la ideología que contribuye a la cohesión, venciendo la heterogeneidad.

La relación es estrecha entre a) y c).

Es importante estudiar la articulación entre el nivel libidinal y el de la organización.


¿Cuál es, en la institución médica, el papel del saber?, ¿cuál es su poder? Poder que
se ejerce fijando a cada uno en su lugar dentro de una organización en la cual la
“separación” de los actores va a ser la condición de su relación, sobre la base de una fusión
con delegación del Ideal del yo del paciente en el médico, a través de un vínculo narcisista
enajenante que le liga a la institución, en su dimensión imaginaria, por su estructura
libidinal.
Por otro lado el médico mismo ocupa su lugar merced a los mismos mecanismos,
ocultándose que su rol –y su poder e incluso su saber- están definidos y formalizados desde
más de una institución: más allá de la institución médica y docente actúan la familia, las
instituciones del orden, las relaciones de producción, etc.
De esta manera la institución médica cumple un rol social de control y de
ocultamiento de este sentido, a través de la dimensión imaginaria de su funcionamiento.
¿Cuál es la especificidad de la relación médica?, ¿qué es el examen (analógicamente
al examen educativo) de salud?, ¿el examen diagnóstico que promueve a los individuos al
48
rango (status) de enfermos o sanos, curables o incurables? Esta relación, que debería ser
una relación del saber, es en realidad una relación del poder.
El saber está ahí instituido y organiza las relaciones de los actores sobre una base de
verticalidad, poder y de ocultamiento.
El sistema burocrático, y más aún tecnocrático, encuentra uno de sus fundamentos
esenciales, como dice Lapassade (1967), en los misterios del saber (cuanto más misterioso
es éste, más poder ejerce). Y agregaríamos que, en cuanto a la institución médica, este saber
es tanto más poderoso pues está impregnado del halo del gran misterio de la locura y de la
muerte.

La consulta y su recepción. Influencias institucionales

¿Qué significa, desde el punto de vista de las instituciones en juego, abordar un


paciente, hacer un diagnóstico, una indicación, formar un grupo? Los procesos de
identificación acerca de los cuales Freud nos ilustra ¿cómo funcionan en un grupo?, ¿cómo
funcionan en la psiquis de pacientes y terapeutas y en sus interrelaciones?
En otras palabras, más allá de lo que se oye, de lo que se ve, ¿quién habla?, ¿a quién,
cómo, por qué, desde dónde? 2
Un sujeto, varios sujetos, consultan, recurren a una institución de salud en búsqueda
¿de qué?, ¿quién los manda? Previamente a su relación explícita con la institución material
en la que se organiza la tarea de asistencia, más allá de su malestar, ¿quién ejerce la
demanda y quién dictamina la enfermedad?
Algo “no anda bien”. Y en algún lugar está la posibilidad (la esperanza-
desesperanza) de “modificar” la situación... El conflicto (¿pero qué conflicto?) se hace
manifiesto, el sujeto o su medio padece y se hace la consulta. Pero el sistema social, dice
Freud (1927), se defiende (como el sujeto mismo se defiende contra la angustia), de la
revelación de las situaciones básicas de conflicto, revelación que este malestar amenaza
hacer explícitas o, por lo menos, denunciar.
El sistema se defiende con la coerción o la ocultación (“las compensaciones”), y lo
hace a través de sus instituciones.
La angustia del sujeto emerge vinculada a la prohibición del deseo; las instituciones
instituyen las normas, explícitas o implícitas, en las cuales quedará enmascarada con mayor
eficacia que con las propias defensas y reforzándolas; al deseo del sujeto, pues, se ofrecen
las instituciones, dice Freud, para sustituir “el Ideal del yo por el objeto (líder) o la idea”,
separando de esta manera al sujeto de sí mismo, reduciendo la realidad a esta relación
imaginaria.
En la relación médica esta substitución es particularmente viable y poderosa: el
sujeto viene quebrado en su equilibrio, su narcisismo herido abre un espacio en el que
fácilmente se instala el médico como salvador, como Ideal del yo que compensará al sujeto
de sus sufrimientos si éste acepta ocupar su lugar, el lugar que en la institución se le asigna:

2
Desde el punto de vista metodológico se trata ya de ahondar al grupo no como objeto “real” sino como
“objeto de conocimiento” y de ubicarlo en un “sistema de referencia”. Éste es el sistema institucional. En lo que
se refiere a los conceptos acerca de la institución nos apoyamos en el pensamiento y los desarrollos de la
corriente francesa del análisis institucional , cuyos teóricos más representativos son René Lourau y Georges
Lapassade.
49
3
el de paciente del Doctor, y volver después de la consulta y/o tratamiento al lugar que al
enfermar se abandonó, confiriendo con ello al médico un nuevo poder o reafirmándolo en su
lugar: el del que tiene el saber y la “salud”, otorgándola y regulando así el buen
funcionamiento del orden social (del sistema de producción en última instancia).
Las relaciones narcisistas (imaginarias, implícitas) con las instituciones, en la
medida en que actúan más inconscientemente actúan más eficazmente, más coercitivamente
que las relaciones explícitas y racionales.
Lourau llama “implicaciones institucionales” “al conjunto de relaciones, conscientes
o no (es decir explícitas o implícitas, presentes o ausentes, visibles u ocultas), que existen
entre el actor y el sistema institucional”, relaciones estructuralmente contradictorias ya que
el sistema social no es armónico con intereses compartidos.
La ideología pretende hacer aparecer como armónico el sistema de relaciones.
Entendemos por sistema institucional, no al sistema de la institución explícita –en
este caso las instituciones de la salud y de la enseñanza médica-, sino a la articulación entre
las diversas instituciones que están en juego.
Lo que antecede nos permite ubicar la consulta como lugar donde se articulan
diversas instituciones: las instituciones laborales o culturales en las que el sujeto está
inscrito; la familia de la cual emerge a menudo el pedido; los criterios sociales acerca de la
salud y enfermedad que crean consenso para designar al individuo como lugar de conflicto;
la institución de la “salud” en la que se recibe la consulta y la organización sanitaria más
amplia en la que se inscribe; la institución formativa (universidad) donde se adquiere y
transmite el “saber” acerca de la salud; las instituciones administrativas que otorgan los
presupuestos; las instituciones del orden que a menudo se complementan con las
instituciones “curativas”.
La articulación de estas instituciones –y la posibilidad de su análisis- permanece
muda mientras funciona su regulación mutua. La enfermedad, y sobre todo la “enfermedad
mental”, instituyen una ruptura en esa continuidad: el sujeto que formaba parte de toda una
red de instituciones hace crisis: ¿se dejará oír lo que expresa?
Toda institución tiene su regulación explícita e implícita -inconsciente- que se
reproduce en los grupos insertos en ella. El grado de conciencia de este funcionamiento
aumenta en la medida en que le grupo pasa del estado de regulación al estado de crisis.
¿Cuáles serían las consignas que permitirían instituir una experiencia que posibilite
un espacio relativamente libre a partir del levantamiento de lo que en la organización
mantiene la represión institucional y a los sujetos en “su” lugar, ocultando la verdad de sus
relaciones?
¿Un espacio en el que la “crisis” de este sujeto -el paciente- ubique su sentido en la
red institucional de la que emerge y que la significa?
Un espacio en el que la “crisis” del paciente no quede aislada, sino que se le dé la
oportunidad de ser significativa, a su vez, de las estructuras que la determinan.
Para ello es necesario ubicar un dispositivo por el cual la regulación que ejerce la
institución médica sea puesta en cuestión.
Es lo que Lourau llama un “dispositivo analizador”, es decir: “Todo acontecimiento
hecho experiencia, dispositivo susceptible de revelar determinaciones reales, un “elemento

3
La palabra misma, paciente, es significativa en su ambigüedad, el paciente espera, pacientemente espera, sin o
con esperanza, él tiene un número...
50
extraño” a la organización institucional que, al instituir una crisis, revelará la realidad
conflictiva de la (o las) institución (es) en juego4.
Esto fue lo que instituimos con la experiencia de los grupos de admisión, cuyo
alcance comprendimos cabalmente a posteriori.

La experiencia concreta. Un dispositivo analizador

Partiendo de razones de otro orden –como fue expuesto en la primera página- y sin
percatarnos en el momento de la importancia que cobraría, pusimos en marcha lo que
Lourau llama un “dispositivo analizador”.
Los objetivos –ideológicos- eran sin embargo claros, decíamos entonces5:

La base de la tarea asistencial será una redefinición del binomio paciente-terapeuta;


reformulación por la cual cada uno es elemento significativo del todo social... Nos definimos en
multideterminaciones, no superando nunca la enfermedad de sus condiciones de aparición...
Consideramos la especificidad de nuestra tarea como aspecto diferenciado de una complejidad,
concibiendo el campo asistencial como campo heterogéneo, médico y social.
... la tarea es de desalienación: al redefinir al paciente y al terapeuta como objetos sociales,
insertos en la trama de las instituciones, es necesario abordar todos los niveles donde se ejerce la
acción asistencial.
Se trata de describir las mediaciones por las que se ejerce un orden social represivo.
Se buscará actuar entonces en tareas de prevención a nivel de:

1.- Las instituciones encargadas de la salud (prevención secundaria)

a) La institución “curadora”,
b) La institución “enseñante”,
c) Las instituciones “del orden”

2.- Las instituciones de la comunidad en las que se desenvuelve la vida del paciente (prevención
primaria y terciaria)

a) La familia,
b) La escuela,
c) Las instituciones laborales,
d) Las instituciones de esparcimiento,
e) Las instituciones “del orden”: policía, cárcel, justicia, iglesia.

Estos principios ideológicos guiaban un planeamiento que tropezó, naturalmente, con


obstáculos insalvables a nivel político, sobre todo en la tarea de prevención primaria y
terciaria.

4
Recordemos que el análisis que hace Freud del ejército lo hace a partir del pánico, es decir, de la crisis. De la
misma manera hizo el análisis de la estructura psíquica a partir de la crisis melancólica (“Duelo y melancolía” y
“La escisión de la personalidad”). La estructura oculta se revela entonces claramente con la pérdida del sentido
manifiesto.
5
Documento de Asesoría de la Cátedra de Psicología Médica. Titular dr. Hernán Kesselman.
51
Sin embargo, a nivel de las tareas de prevención secundaria una tarea, la de los
grupos de admisión, fue fructífera a varios niveles.
Se produjo una gran excitación a nivel de la institución médica y docente
tradicional6. Las críticas llovieron desde el “saber” y la “ética”.
La situación era compleja. No era posible pasar por alto que la asistencia era
encarada de manera “óptima” según los criterios técnicos vigentes. Trasladaba al hospital
los modelos del consultorio privado, tarea garantizada de esta manera por un saber
convalidado, el psicoanalítico, y garantizando el respeto al paciente: la privacidad, el
secreto.
A pesar de que no tomaba en cuenta el campo social en el que la asistencia sobre
este modelo no podía responder a la demanda, este enfoque –al plantear su tarea como
cualitativamente mejor que la asistencia prestada habitualmente en servicios públicos de
salud mental- expresaba alguna verdad, no solamente porque el psicoanálisis como teoría es
instrumento de elección, sino porque su práctica en condiciones óptimas para su desarrollo
es la práctica tal cual se realiza en los consultorios privados. O al menos es en esas
condiciones que las posibilidades de poder realizarse correctamente y profundamente son
mayores.
No discutiremos aquí este tema, ni la validez de estas afirmaciones, porque nos
interesa más entender de qué hablaba realmente el equipo médico- psicoanalítico cuando
emitía estas opiniones.
En primer lugar denunciaba –sin quererlo- que la estructura de la salud y también la
del saber no escapan a una situación de clase, la asistencia privada es de mejor calidad que
la asistencia en el sector público, y defender la calidad de la asistencia realizada sobre el
modelo de la práctica privada tiene su racionalidad. Siempre y cuando no se plantee como
de relevancia médica el problema de la ínfima cantidad de individuos a cuyo alcance está.
Es más, extender la asistencia a algunos individuos de clase social diferente a la
clase a la que está destinada es solamente dar muestra de que los individuos no son
diferentes por pertenecer a clases diferentes, pero es también contribuir a encubrir la
división de clases y el problema de un saber cuyo acceso está vedado a grandes sectores
públicos, aunque se hagan excepciones para algunos de sus componentes individuales.
En segundo lugar revelaban que la investigación y el desarrollo científico estaban
limitados por la cuestión anterior 7 ya que en vez de extender el campo de investigación con
una teoría científica, como es la psicoanalítica, se limitaban a hacer una simple aplicación,
un traslado de su práctica privada a otro ámbito: el hospitalario.
Naturalmente, revelaban también por este lado que la enseñanza era deficiente ya
que no permitía al profesional en formación abordar la realidad que se le presentaba, sino
reducirla a la realidad conocida, preparándolo para trasladar nuevamente a su consultorio
privado los conocimientos adquiridos ahí.

6
La cátedra desarrollaba su labor clínica y docente de manera progresista, con un enfoque dinámico y
formación psicoanalítica ortodoxa.

7
En otros servicios, en cambio, la extensión del campo de aplicación e investigación significa todo un arsenal
de nuevas técnicas que dan muestra de un margen posible de acción en las instituciones. Sin embargo pensamos
–como lo subrayamos más adelante- que estas técnicas también deben ser sujetas a una crítica rigurosa, si no
dan lugar a que emerja de ellas un análisis de las instituciones en juego pueden significar la recreación de
espacios ficticios que refuercen las estructuras internas o externas.
52
En tercer lugar subrayaban la importancia de preservar la privacidad, el secreto de
“respetar” al paciente y la necesidad de mantener estas condiciones sin las cuales parecía
imposible poder conocer al paciente (hacer un buen diagnóstico) y hacer indicaciones
adecuadas.
El saber y la ética decían que el paciente no hablaría en otras condiciones que no
fueran las de su relación a solas con el médico. Con esto impugnaban la situación grupal en
sí misma.
La experiencia fue, sin embargo, llevada a cabo y sus resultados no confirmaron en
absoluto las expectativas del planteo anterior.
Muchos de nosotros –formados de alguna manera sobre valores semejantes- aunque
dispuestos a poner muchas cosas en cuestión, compartíamos algunas de esas inquietudes.
Pero esperábamos poder evadir la dificultad que la ausencia del secreto y la privacidad
podría significar en cuanto a la recolección de datos, por la observación de la interacción
grupal8.
Comprobamos, con sorpresa, que los pacientes9 se expresaban de manera mucho
más abierta de lo que esperábamos. Esto a pesar de que –a nivel conciente- expresaban,
como los terapeutas del plantel anterior lo anunciaban, dudas y rechazo acerca de la ruptura
de su “intimidad”. Estas quejas abiertas no significaron, de ninguna manera, un obstáculo
importante a la tarea, ya que los hechos demostraron lo contrario: que era posible, e incluso
más posible, comentar sus dificultades en un grupo en el que el otro no aparecía tan ajeno.
La salud, objeto idealizado, y la enfermedad vivida con culpabilidad y menosprecio, no
aparecían distribuidas de manera tan tajante.
Descubrimos que con esa privacidad y ese secreto lo que se respetaba era, sobre
todo, el poder médico.
Empezó, ya con esta sola situación, un cuestionamiento de la institución terapéutica:
los pacientes traían y trataban no solamente su enfermedad, sino los procedimientos de
“curación” que habían padecido, con la garantía del “secreto profesional” (que concierne,
sobre todo, al secreto acerca de la actividad médica) el poder médico se ejercía en toda su
violencia. Descubrimos que lo que se presentaba como un plantel progresista y dinámico
encubría una cantidad de procedimientos represivos y regresivos: los medicamentos
administrados indiscriminadamente aduciendo la “urgencia”, con un manejo de la ansiedad
tendiente a sacarse –literalmente- el número abrumador de pacientes que no era posible
escuchar, encuadrándolos dentro de los tratamientos dinámicos.
De esta manera apareció más claramente aún que la institución docente y la
asistencial estaban en franca contradicción, o más bien deberían hacerlo, ya que en realidad
esta estructura significaba solamente una separación clara entre ellas. La docencia era, en
última instancia, para provecho de los consultorios privados –es decir, la clase media-; la

8
De cualquier manera, si se quería preservar una metodología psicoanalítica, era necesario ir mas allá de las
dos posiciones, de la necesidad de recibir datos “íntimos” de la comunicación conciente y de la expectativa de
suplirlos por una observación de la interacción en el grupo, ya que esa metodología daría primacía a analizar
“lo que falta”, lo que no se oye, lo que no se ve, sobre lo que aparece a la observación, los significados y las
estructuras inconscientes por sobre los efectos.

9
Esto es cierto sobre todo para los pacientes de clase media, para los cuales esta ilusión de privacidad es
garantía de una identidad precaria en la cual el aislamiento juega un papel importante.
53
asistencia, para el sector social de clase baja, no teniendo –incluso- ninguna relación técnica
entre ambas.
Por otro lado, las estructuras familiares también empezaron a ser puestas en cuestión
de manera estridente: al ingresar no sólo el paciente, sino sus acompañantes, al formarse
grupos completamente heterogéneos en cuanto a ubicación en la estructura familiar (padres,
madres, hijos/as, abuelos/as, tíos/as, cónyuges, adultos y adolescentes, a veces también
niños, las separaciones instituidas –que tienden a hacerse pasar por situaciones naturales-
fueron mostrando su significado de poder.
El que la tarea clínica de los grupos de admisión se haya transformado en dispositivo
analizador no tiene que ser atribuido a nuestra técnica específica cuya base teórica
psicoanalítica, al abordar el grupo como grupo operativo, no difirió substancialmente de la
técnica que el plantel anterior empleara en las entrevistas individuales. Lo que hizo factible
la transformación fue la puesta en situación: instituimos una crisis en la institución y
también en los pacientes en cuanto a sus expectativas de relación con la institución; las
relaciones de los individuos (médicos y pacientes) con la institución fueron sacudidos de su
regulación habitual y cada uno dejó de ocupar su lugar habitual.
Esto fue factible, en primer lugar, por el simple hecho de evadir la estructura
burocrática –administrativa y médica- y substituirla por una situación clínica abierta y, por
ende, grupal.
Es interesante recalcar este punto: el solo hecho de colocar a los pacientes en
situación de grupo instituyó las condiciones de una ruptura simbólica con las formas
tradicionales de terapia psíquica: la pareja terapéutica.
En esta pareja Freud describe la importancia del manejo psicoanalítico de la
transferencia para evadir (o, más bien, superar, analizándolos) los obstáculos que ofrecen las
relaciones narcisistas.
La pareja se constituye como una ilusión (amorosa, libidinal, imaginaria) que es
ilusión de poder, por la cual el sujeto permanece enajenado en el otro. La tradición médica
mantiene su poder por este artificio de la “relación personal”. Naturalmente no queremos
decir con esto que el grupo no se configure de la misma manera, incluso como lo referimos
en páginas anteriores, es precisamente la base que toma Freud en sus análisis isomórficos
del grupo, la pareja y el Yo, analizando los procesos de identificación y las relaciones
narcisistas del Yo con el Ideal del yo.
Y el grupo tiene tantas o más posibilidades que la pareja terapéutica de configurarse
también sobre bases ilusorias, imaginarias; así como su abordaje puede ser guiado por el
mismo propósito de dilucidarlas o manipularlas. Esto sería un problema teórico-técnico.
Pero lo que queremos señalar es que, configurada y convalidada la relación
terapéutica sobre bases “individuales”, el establecerla en una relación grupal instituyó las
condiciones de posibilidad de un análisis de la pareja terapéutica, de su funcionalidad en una
estructura institucional de poder médico.
En segundo lugar: el aislamiento de un individuo en una institución –que lo
transforma en parte ínfima y perdida en un todo enorme, poderoso y articulado-, el primer
fichaje, la inscripción en una larga lista de espera (el número), el interrogatorio, fueron
reemplazados por un acto: el de recibir al paciente cuando él lo necesitaba.
En vez del afán clasificador que se manifiesta y pone en práctica en la organización
burocrática, nos dispusimos de entrada a escuchar a los pacientes y que ellos se escuchen
entre sí.
54
En vez del aislamiento en la organización institucional donde cada uno tiene su lugar
asignado –donde el paciente no encuentra más que el de un número-, y el terapeuta no tiene
diálogo clínico, constituimos una situación en la cual pacientes y terapeutas compartían con
otros –semejantes- una experiencia clínica.
Al reducir de esta manera el aislamiento operamos un doble efecto:

a) Disminuimos apreciablemente el fraccionamiento, que es una característica importante


de las instituciones médicas tanto en la formación como en la asistencia; en las
especializaciones que transforman el saber (y sus actores; paciente y terapeuta) en un
agregado de partes, diferentes e incomunicados, entre visitadores, cantidad de exámenes y
pruebas, días y semanas de espera. Frente a esta situación, la asistencia privada e individual
presenta grandes ventajas: el paciente tiene nombre, no número, se siente (ilusoriamente)
una persona en relación con otras personas y no cuestiona entonces el carácter de sus
relaciones. Esto mismo vale para el terapeuta: la satisfacción narcisista ocultará la estructura
de poder en la que se inscribe.

b) Por otro lado, diluimos el poder médico al disminuir la presión de las estructuras
burocráticas y al reducir la separación instituida entre terapeutas (sanos) y pacientes
(enfermos), entre profesor (que sabe y enseña), practicante (que no sabe y aprende) y
paciente (que no sabe).

Es por cierto un artificio el que los efectos de las estructuras burocráticas aparezcan
evitadas por una simple puesta en situación. Pero recordemos que la dimensión inconsciente
de la institución, la dimensión libidinal, imaginaria, es la que fija a los individuos en su lugar
y que los fija merced al código que transmite su nivel organizacional10.
Al proponer una organización diferente para la admisión de pacientes y su
derivación todo el sistema asistencial y docente fue puesto en cuestión. Situación crítica que
produjo en los actores desconcierto, des-conocimiento y a partir de ahí las condiciones de
una modificación: la de la emergencia de un conocimiento más verdadero sobre la base
de la ruptura de un saber ficticio11.
No es posible, sin recrear una nueva ilusión, anular mágicamente las estructuras que
producen y reproducen el orden, pero es posible aumentar la conciencia en sí mismo y en los
otros de la oposición que existe entre la búsqueda de la verdad y la reproducción y
mantenimiento de las estructuras.

10
Al describir Lourau tres tipos de “desviantes” en las instituciones:
a) el libidinal, que ocupa un lugar objetivo demasiado importante en la institución;
b) el ideológico, que cuestiona explícitamente las normas;
c) el organizacional, que propone modificaciones en la estructura explícita que producen situaciones
críticas en las instituciones.
Señala que el que las instituciones rígidas ven como más peligrosos el tercero, pues es el que pone en marcha
“dispositivos analizadores” a través de los cuales su estructura oculta amenaza ser develada.

11
Como dice Bachelard: la condición para aprender es desaprender.
55
Una crítica lúcida a la práctica de los grupos, la de Pontalis, se expresa de esta
manera: “Configuran la esperanza de diluir los conflictos sociales en los ajustes de las
personas a los pequeños grupos en los que permanecen ocultos”.
Esto se dirige a ideologías “grupistas”, a una corriente -la Rogeriana
fundamentalmente, pero otras también- en la que la horizontalidad, el democratismo, entra
al servicio de la regulación de las instituciones y no de su análisis.
Llamamos la atención sobre la necesidad de diferenciar una tarea “analizadora” de
una simple técnica no directiva. Una actividad “analizadora” se propone saber de las
estructuras en juego, no simplemente sortearlas, evitarlas. Una actividad de esta índole
encontrará serios obstáculos a todo nivel, pues revelará la violencia institucional en vez de
pretender superarla substituyéndola por una armonía ficticia, en la cual lo único que se
habría logrado es substituir un Ideal del yo por otro, manteniendo la misma escisión en el
interior del sujeto, enajenado en su Ideal del yo. La dependencia afectiva a imágenes
parentales (identificaciones y relaciones narcisistas) se incrementaría al ser ocultada por la
ilusión de libertad e igualdad.
El dispositivo analizador se topa con la violencia real y simbólica de la institución.
Para poder superarla tendrá que enfrentarse con obstáculos importantes:

1) en el paciente mismo, como alianzas inconscientes referidas a la relación con la familia,


el consenso acerca de las ideas de salud y enfermedad, la relación con el Superyo y los
sentimientos de culpa, en la relación terapéutica misma;

2) en la institución, tal como fue descrito más arriba.

Es importante también tener en cuenta que, para poder realizar una tarea de esta
índole, los terapeutas deberán poder resistirse a ocupar sus lugares habituales, resistiendo a
las demandas que provienen tanto de la familia, el paciente mismo, la institución médica, las
instituciones del “orden”, de “dar solución” -técnica- a problemas que trascienden el campo
médico.
Se planteará su tarea como la de un simple organizador de una situación por la
cual pretenderá devolver a los actores una distinta ubicación respecto de su problemática
y con referencia a las instituciones. Pero éstas no están sólo donde aparecen
explícitamente, sino donde toman formas aparentemente “naturales”: las relaciones entre
los sexos, las relaciones con el dinero, la lengua misma.
Para ilustrar más concretamente transcribiremos a continuación otra experiencia
institucional con grupos de admisión.
Uno de nosotros tuvo la oportunidad de realizar admisiones grupales en una
institución mexicana.
Diversas dudas se planteaban para la puesta en marcha de esa experiencia. El
trasplante de un país a otro de técnicas sin la evaluación de la base empírica y sin
comprensión de las pautas teóricas que le dieran alguna validez metodológica, ha sido parte
importante en la historia cultural y científica de América Latina como para reiterarlo acá sin
más ni más; había, pues, que evaluar la necesidad y utilidad por sobre el snobismo. La gran
deserción, la insuficiencia de medios y la urgencia de formación del personal, avalaban el
intento.
56
No se contaba, como en la oportunidad primigenia, ni con la posibilidad de
continuidad, ni con el gran número de pacientes. Una primera conclusión fue cambiarle la
característica de grupo operativo que la secuencia permitía en la primera experiencia. En
cambio, el quitar el fárrago burocrático que se anteponía al hecho clínico pareció un primer
paso positivo. Iniciar el contacto con el consultante (paciente, familia o amigo allegado) en
un ambiente muy distinto al de los agentes del orden -en su mayoría se trataba de
adolescentes farmacodependientes- constituía una innovación enriquecedora. De ahí en más
el ámbito en que se combinaba la necesaria historia clínica, tenía su inicio de comprensión
recíproca que facilitaba el diálogo. En este sentido, la consigna enfatizó lo que en parte
estaba ya comprendido por la dirección técnica que era minimizar en el interrogatorio el
cómo, cuándo y qué de la droga consumida. Porque esto era obtenido, en lo necesario, a
posteriori y en los casos de apresuramiento en la pregunta se constituía ella misma en causal
de deserción. En cambio, en el intercambio grupal surgían razones sociales, familiares y
modelos de interacción que explicaban al personal entrevistador la dinámica de la
enfermedad, quitándole valor mítico al síntoma y de esta forma facilitaba una gama de
indicaciones terapéuticas que permitían una mejor estrategia. Esta era discutida luego de la
entrevista con todo el personal, que así tenía debida cuenta del total de la consulta y obtenía
de los técnicos de mayor experiencia fundamento para su ya de por sí frustrante trabajo.
Entonces este mayor alcance, al abarcar la formación del personal, también
repercutía sobre los consultantes, que obtenían un continente a su demanda. También se les
advertía, explícitamente, sobre el espacio de interconsulta e intercambio entre el personal
técnico, obteniendo un modelo muy distinto del autocrático al que estaban acostumbrados.
Este otro ejemplo de características distintas en tantas cosas: país, lugar, tipo de
pacientes, consignas y la, para nosotros, igual eficacia, aumentan nuestra convicción de que
este tipo de admisión tiene, de acuerdo a lo descrito más arriba, excelencias que permiten su
aprovechamiento en distintas situaciones terapéuticas.
La experiencia se realiza en uno de los Centros de Integración Juvenil, centros de
salud mental comunitaria dedicados a la atención de la farmacodependencia, situado en una
colonia populosa. Forma parte de un plan de tres meses de duración durante el cual dos
coordinadores, no pertenecientes al plantel habitual de la institución, van a realizar, una vez
por semana, la admisión de los consultantes al Centro en forma grupal, constituyendo este
último hecho la novedad de la experiencia. Son acompañados por el equipo intrínseco del
C.I.J.
De acuerdo con la trabajadora social se excluyó a los pacientes orgánicos,
claramente psicóticos y los agudos que no pudieran esperar por la urgencia de su demanda.
La citación del resto debía incluir el total de la demanda, es decir, se debía invitar a
cualquier acompañante que viniera con el/la consultante.
El número del personal que iba hacer la entrevista no podía sobrepasar al número de
consultantes. Se le pidió a todos los que intervenían en la entrevista (equipo técnico) que
trataran de participar activamente. Nuestro objetivo era obtener información, observar
interacción de los consultantes entre sí, con el equipo técnico, con sus familiares, su
comunicación verbal, gestual, de forma tal de obtener el comienzo de una historia dinámica
que hiciera innecesarios los largos y pesados interrogatorios que aumentaban el ya abultado
índice de deserción. La historia clínica se completa a posteriori y uno evita, así, sumarse a
toda la escala represiva, replicando los interrogatorios policiales, judiciales, donde el énfasis
57
sobre consumo, adquisición y manufactura de las drogas, oscurecen el problema del cual la
misma es efecto y no causa.
Tratamos, entonces, de empezar por una entrevista clínica. La consigna de comienzo
es aproximadamente así: “Estamos acá para ayudarlos a encausar los problemas que ustedes
nos plantean, somos el equipo técnico del Centro y nuestra función no es juzgar ni reprimir,
sólo tratar que juntos veamos qué les pasa, esto podría incluir distintos caminos como ayuda
psicológica, excluyendo medidas prácticas tales como conseguir trabajo, etc.”

Una sesión

Se produce un silencio de comienzo, se les explicita que pueden hablar sin orden,
mientras tanto observamos que posturalmente algunos se acomodan para hablar. Había una
situación inicial persecutoria y desconfiada.
Una señora, de unos cincuenta años, muy humilde, comienza:
Ha venido por su hijo que hace mucho que consume drogas, desde los trece años,
actualmente tiene veinte. Que está en un estado de indolencia total, vive solo con ella, los
hermanos mayores se han casado, sólo duerme y se droga, ni siquiera come, sólo sale de la
cama cuando está drogado y es para agredirla; preguntamos por el padre, excluido en el
relato, nos dice que es alcohólico, que falta mucho de la casa, que no se puede contar con él.
La iniciativa de la consulta la tomaron los hermanos mayores, muy preocupados por el
estado desastroso del joven y porque llegó a agredir físicamente a la madre.
Recién allí nos percatamos que un joven, casi catatónico, que estaba en un rincón,
separado de la madre, era de quien se hablaba, pensábamos que la familia consultaba sin su
presencia. La madre lo incitó a hablar: dijo que se sentía muy mal, que no podía dejar la
droga y que quería que lo ayudáramos, porque él solo no podía. Le preguntamos si estaba de
acuerdo en comenzar un tratamiento, si había venido o lo habían traído, balbuceó que sí,
mirando a la madre temerosamente.
Algo estaba pasando en el resto del grupo, en general la consulta era similar,
muchachos parecidos, sin tanto deterioro como el anterior, madres a las que se les iban
llenando los ojos de lágrimas. El joven que había hablado primero tomaba la forma del
destino final al que iban a llegar los otros. Era el más grave del grupo. Las madres se
miraban con gestos de compasión recíproca, como si hubieran sido víctimas de una
enfermedad epidémica y compartieran su desgracia.
Continuó un hombre de veintidós años, vestido con pulcritud y formalidad. Dijo que
fumaba marihuana e inhalaba cemento, que era casado y tenía un niño pequeño. Al casarse
hace dos años había interrumpido, pero hacía dos meses había reiniciado. La mujer lo reñía
duramente por ello. Tenía un buen trabajo, cuando volvía del mismo se encerraba a inhalar
cemento. Dijo que estaba avergonzado y que veía a su hijo crecer y reprocharle su debilidad,
como él había hecho con su padre, que era alcohólico.
Siguió un joven de dieciocho años, contó que vivía en Tepito (barrio de la Ciudad de
México de tipo socio-económico bajo), que hacía cinco años que inhalaba, también fumaba
“mota” cuando obtenía dinero, que formaba parte de una pandilla, que se sentía muy
confuso, con tos y fuertes dolores de cabeza y nos preguntó si nosotros, que éramos
doctores, pensábamos que estos síntomas tenían que ver con la droga. Le preguntamos por
qué había concurrido a este Centro, cuando en su colonia había uno similar. Dijo que era
58
para que la pandilla no se enterara y lo trataran de flojo. Preguntado por su familia dijo que
el padre era alcohólico, que tenía un negocio de zapatos, que ahí se proveía del cemento, que
el padre le pegaba mucho y entonces él desaparecía por muchos días de la casa.
Siguió un muchacho que dijo estar preocupado porque hacía cuatro días que había
un coche –que presumía policial- que lo seguía, que inclusive lo había visto al entrar al
Centro. Hizo un largo relato del cual se extrajo que estábamos frente a un delirio
sistematizado, parte del mismo tenía que ver conque la pandilla se había dividido y una
mitad había estafado a la otra, tuvo mucho miedo, le contó al padre, quien como respuesta le
pegó con un cinto de cuero.
Siguió una conversación entre varias madres. Decían que el problema era la
conducta de los padres ausentes, alcohólicos, que no se enteraban de lo que pasaba con sus
hijos si ellas no les contaban, cosa que no hacían pues la única respuesta que obtenían eran
palizas y castigos varios. Ahí todas argumentaron que eso no servía para nada, que después
los muchachos se portaban peor. Y mostraban un cierto orgullo por oponerse a los castigos
y así enfrentarse a los maridos, que quedaban bastante mal parados.
Algunas conclusiones sobre la entrevista:

1) Las familias consultantes eran todas de muy bajo nivel económico.

2) Los padres eran todos alcohólicos, despreocupados de sus hijos.

3) Las madres eran las destinatarias de la agresión de sus hijos; al mismo tiempo eran las
depositarias de una cierta conciencia de enfermedad.

4) Las madres se unían en una ideología anti-castigo y anti-padres.

5) Para los muchachos, las pandillas, los padres y la policía eran persecutorios de una
manera parecida.

6) Un incidente significativo: en esta admisión participó un médico del interior del país,
que al desconocer la consigna en el aspecto de no indagar directamente detalles sobre la
droga, hizo a uno de los jóvenes un interrogatorio sumamente duro, llamémosle entre
comillas “policial”, acerca de cómo, a qué hora, dónde, conseguía la droga. Por supuesto
todos lo hacen y obtienen de una manera parecida, estos datos tienen escaso valor clínico. Y
en cambio se produce lo que sucedió en este caso: una retracción en la comunicación. Hubo
que reiterar la consigna sobre el no interés de los datos de este tipo y la independencia de los
factores del orden y sólo así pudo seguir la entrevista.

De esta sesión se desprende una estructura familiar típica y la relación con las
instituciones del orden. Esto contrasta con la estructura terapéutica.
La “intervención” se produce sobre el grupo y analiza preferentemente la relación
del síntoma con la estructura familiar, donde pueden aprehenderse las relaciones libidinales
(así sean agresivas) que ligan a los individuos entre sí y con sus instituciones de pertenencia
y referencia.
El análisis debe ser llevado a nivel de las instituciones.
59

El concepto de la institución

Merced al “dispositivo analizador” las normas instituidas, mudas habitualmente,


destinadas a regular las relaciones de los actores con las instituciones, se formulan; se
cuestionan las relaciones establecidas; en vez de reproducirse en el grupo la estructura del
poder médico, familiar o social, el grupo transformado en analizador asume su explicitación.
“Actividad instituyente, dice Lourau (1970), que comienza por una negación de la
violencia simbólica de la dimensión instituida preparando su superación dialéctica”.
Uno de los objetivos de los estudios del movimiento institucional en Francia
(Lapassade, 1967; Lourau, 1970), es devolver al concepto de institución su sentido
dinámico, rescatándolo de los conceptos sociológicos que identifican institución con
cristalización de normas, “con orden establecido”. Para los autores este aspecto es sólo una
vertiente, la manifiesta, lo visible, de las instituciones: es lo “instituido”.
Como el síntoma, que aparece a la observación directa ocultando su estructura de
transacción, de contradicción, de substitución, hay que descifrar la estructura institucional.
Los autores proponen analizar las instituciones más allá de su apariencia cristalizada,
en su dialéctica instituyente-instituido, como dinámica de su constitución, oculta
generalmente en lo explícito.
Los autores recalcan que el vocablo institución designa, en primera instancia,
(aunque el uso corriente designe con él un hecho y olvide ése otro significado) un acto: el de
“fundar, crear, romper con un orden antiguo y crear uno nuevo”, esto es, instituir.
Pero hay que preguntarse: ¿quién efectúa ese acto? 12 En otras palabras: ¿quién es el
“instituyente”, el que instituye? y, “quién” refiere naturalmente a instancias sociales, a
pertenencia e intereses de grupos sociales. Según quién instituye, quién es la fuerza
instituyente, así será la estructura de la institución y su ideología. Las instituciones son las
mediaciones a través de las cuales se transmite la ideología. Si el orden instituido tiene
carácter fundamentalmente represivo, la palabra institución parece designar sólo “lo
instituido”, cristalizado, y excluye su sentido dinámico, es “el orden establecido”.
Tanto un uso del concepto de institución (correspondiente a las corrientes
conservadoras) como situación de hecho, como el rechazo masivo del concepto
(correspondiente a ciertas orientaciones de marxismo ortodoxo) bajo pretexto de que sirve
de máscara ideológica a la realidad de las relaciones de producción13, eluden la tarea de
analizar las instituciones en su estructura oculta, compleja, como lugar de contradicción,
como escenario de lucha y de transformación, como dialéctica nunca acabada de lo
instituyente y lo instituido.
Si el “orden establecido” se puede identificar con el poder político, éste no es
superponible de manera absoluta y automática con las instituciones. Estas conservan un
margen de autonomía respecto al poder político, no son simple reflejo de éste; es necesario
analizarlas en su especificidad y en su dinámica instituyente-instituido.

12
Cuyo efecto es la institución en el sentido del hecho, de “lo instituido”: el orden, la organización, las leyes.

13
Lo cual es cierto si se toma como sistema cerrado y se estudia sólo su funcionalidad interna y no su
funcionalidad en el sistema global.
60
La actividad social instituyente no concierne nunca, solamente, al poder del Estado,
a las clases dominantes; concierne también, en alguna medida, a los sujetos o grupos
sociales, a gentes o usuarios de las instituciones.
Esto implica considerar a los sujetos en su relación a las instituciones, no sólo (como
podría desprenderse de algunas lecturas apresuradas, parciales y tendenciosas de Freud en su
referencia a la ligazón narcisista), como sujetos pasivos (sujetados), sino como sujetos en
conflicto y en esa medida con un margen de capacidad instituyente, siempre que el conflicto
pueda ser significado14.
Es verdad que las características estructurales de las instituciones son mudas
habitualmente, pero es posible -y a eso tienden los objetivos del movimiento del análisis
institucional- que determinadas condiciones –un dispositivo analizador-, permitan una
“intervención” que, develando su estructura de contradicción, abra camino para que pueda
ser analizada y modificada la relación que los individuos mantienen con las instituciones,
esbozando de esta manera una recuperación de su margen de autonomía respecto a ellas,
instituciones internas y externas.
Hemos visto cómo las instituciones, explícitas e implícitas en el campo de nuestra
intervención (la institución de la “salud”, la del “saber”, la de la “relación terapéutica”, la de
las “relaciones familiares”, la del “orden”), van revelando sus componentes funcionales e
imaginarios y su interrelación.
Este nuevo conocimiento sienta las bases para que los individuos se reubiquen frente
a sus síntomas y asuman su enfermedad y su tratamiento con menos culpabilidad y de
manera más activa. Para terminar agregaríamos: no quisiéramos que se desprendan de estas
líneas un excesivo optimismo: el margen de acción posible es pequeño.

14
Michel Focault: hace la diferencia entre locura y normalidad en estos términos: “donde uno hace una
experiencia contra la historia, el otro hace una experiencia de la contradicción”.
61
BIBLIOGRAFÍA

Freud, S. (1921). “Psicología de las masas y análisis del Yo”. En: Obras Completas, tomo I.
Biblioteca Nueva: Madrid, 1968.
(1927). “El porvenir de una ilusión”. En: Obras Completas, tomo II. Biblioteca
Nueva: Madrid, 1968.

Lapassade, G. (1967). Grupes, organisations et institutions. Gauthier- Villars : París.

Lourau, R. (1970). El análisis institucional. Amorrortu: Buenos Aires,1975.

Royer de García Reinoso, Gilou (1976). “Acerca del concepto de instituciones”. Presentado
en la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo el 14 de noviembre de 1976.
62

APÉNDICE

PROYECTO SOBRE UN MODELO DE RECEPCIÓN GRUPAL

Dr. Horacio Scornik, 1976

Se toman como punto de partida dos problemas básicos de los Centros de


Integración Juvenil: la necesidad de una capacitación permanente de su personal y la
urgencia de investigar en profundidad y modificar la deserción de los pacientes que
consultan.
Con respecto a este problema la experiencia indica que son muchos los
determinantes. Una hipótesis es que resulta necesario revisar los métodos de recepción
empleados en los Centros, a fin de ver si desde el primer contacto el paciente se siente
contenido en la institución a la cual acude y cómo o en qué medida este primer contacto
sella, en parte, su destino terapéutico.
Es en este sentido que se propone utilizar un método de recepción grupal. Esto
permite hacer una revisión no sólo de este aspecto sino de:

a) Manejo grupal: teoría y técnica de grupos,


b) Psicopatología individual, grupal-familiar,
c) Nosografía psicopatológica,
d) Evaluación diagnóstica y pronóstica,
e) Estrategias terapéuticas.

El desarrollo de esta propuesta consta de distintos momentos:

1. PREPARACIÓN DEL CAMPO DE OPERACIÓN

Se efectúan, en primer término, reuniones con los participantes en la experiencia a


fin de lograr:

a) Explicitación de la misma,
b) Explicitación del marco teórico en que se desarrollará,
c) Explicitación del hecho clínico,
d) Explicitación de la utilización de recursos dramáticos en el aprendizaje del
rol.

a) Explicitación de la experiencia

a.1 Objetivos:

- Revisar y modificar los métodos de recepción, a fin de que el consultante encuentre un


buen continente desde su primer contacto.
63

- En consecuencia que el mismo sea un hecho terapéutico.

- Que lo administrativo necesario sea concluido dentro de este hecho clínico y a


posterioridad del inicio de la relación transferencial.

- Que la misma sea institucional.

b) Explicitación del marco teórico

Se partirá de una concepción dinámica psicoanalítica, tratando de profundizar las


distintas líneas dentro de esta escuela. Se tratará de integrar los aportes de otras ciencias a la
comprensión de los fenómenos psicológicos tanto individuales, grupales, institucionales y
comunitarios: sociología, antropología, economía, etc.

c) Explicitación del hecho clínico

Se relatará a continuación la mecánica de la experiencia.

1. A través de una pequeña entrevista individual con los que diariamente llegan a
consulta se les explica que serán atendidos “tal día a tal hora”, en una entrevista
grupal coordinada por dos profesionales. Se les explicitan los objetivos. De este
modo se trata de contener al paciente hasta el día convenido.

2. En ese día se hace participar a todos los que llegan a la consulta, incluyendo
familiares, amigos, etc.

3. Estructuración de la situación:

a) Consigna: se propone hablar sobre los motivos de consulta. Se espera


que todos hablen a pesar de que no se fuerza la participación. En caso de
incompatibilidad (psicosis o débiles mentales y niños) otros
profesionales se hacen cargo de esta situación a través de entrevistas
individuales. Se explicita el nivel de confidencia de la experiencia y se
dice que en este primer relato pueden omitir datos por la presencia de
familiares, amigos o los demás pacientes u otras razones.
b) Relato de los pacientes o del vocero del mismo.
c) Se hacen algunos señalamientos con el fin de aclarar situaciones,
favorecer la integración y detectar a partir de las respuestas a los mismos, elementos
diagnósticos, pronósticos y permeabilidad terapéutica.
d) Algún miembro del equipo toma datos relevantes de la historia que los
pacientes relatan. Lo que importa son los hechos significativos para el paciente y él o
los terapeutas y el personal discute:

1.- Diagnóstico presuntivo,


2.- Indicación terapéutica.
64

Luego se hace entrar a los pacientes y se les comunica la derivación.


Aquí concluye el trabajo con los consultantes. Se reúne nuevamente el equipo y
comienza la elaboración formativa de la experiencia.
Los ejes de la discusión son:

a) Psicopatología.
b) Nosografía psicopatológica.
c) Abordaje de ciertos elementos de la teoría general que hacen a la mayor
comprensión de las estructuras psicopatológicas.
d) Evaluación diagnóstica y pronóstica.
e) Estrategias terapéuticas.
f) Teoría y dinámica de grupos.
g) Técnicas grupales.

Participantes de la experiencia:

Psicólogos, psiquiatras, asistentes sociales.


Se propone la integración rotativa de estos profesionales en el hecho clínico.

Requisitos:

1. Hacer una reunión institucional previa para explicar la experiencia, sus objetivos
y metodología. Se tratará de llegar a acuerdos acerca de las formas o canales de la primera
recepción posibles, a fin de facilitar la tarea posterior. Se indagarán y aclararán las ventajas
y desventajas de esta propuesta.

2. Apoyo del Director del Centro en que se realice esta experiencia y del personal
administrativo del mismo.

3. Planificar las entrevistas individuales cortas de explicitación de la experiencia


con los pacientes que llegan en la semana.
65
Capítulo 4

LA ADMISIÓN GRUPAL, DETERMINANTES DE SU SURGIMIENTO Y


TÉCNICA DE REALIZACIÓN (1982/ 1984)15

Mario Campuzano

I) DETERMINANTES DE SU SURGIMIENTO; PROPÓSITOS; VENTAJAS Y


LIMITACIONES.

¿Por qué la admisión grupal?

A) Antecedentes:

Responder a este primer y fundamental interrogante nos lleva a revisar experiencias de este
tipo llevadas a cabo en nuestro país y fuera de él, así como a establecer las motivaciones que
les dieron origen. Para ello utilizaremos algunos de los reportes más ilustrativos elegidos
entre los escasos artículos sobre el tema que se refieren a experiencias realizadas en
Argentina, México, Estados Unidos de Norteamérica y Finlandia.
En lo que respecta a México hay tres reportes significativos: uno de Horacio Scornik
(1976, como documento institucional), otro en coautoría (Royer de García Reynoso, Gilou;
Scornik, Horacio,1977, presentación como ponencia; publicado en 1986) en relación a las
experiencias realizadas en Argentina y en México (desaparecidas ambas, allá con las
dictaduras militares y acá con los cambios de dirección técnica en los Centros de Integración
Juvenil (institución dedicada al tratamiento y prevención de la farmacodependencia); el
tercero, en relación a las prácticas institucionales de la Asociación Mexicana de Psicoterapia
Analítica de Grupo (AMPAG), la sección sobre admisión grupal existente en el Manual de
Procedimientos de la Clínica (Carrillo y Márquez, 1978)16.
La experiencia argentina la hemos conocido en comunicación verbal directa de
Horacio Scornik y, en forma de documentos, en el apéndice de las memorias de Marie
Langer (1981), sobre los seminarios de formación interna, 1974, de la Universidad Nacional
de Buenos Aires, así como los datos proporcionados en el trabajo de Gilou Royer de García
Reynoso y Horacio Scornik sobre “La dimensión institucional en una tarea clínica: los
grupos de admisión” (1986, presentado en 1977).
La experiencia norteamericana está ejemplificada con un artículo de Imber y cols.
(1979) y la finlandesa con un artículo de Kuha y cols. (1975).

15
Trabajo presentado en sesión científica de la AMPAG en octubre de 1982.
Publicado en: Análisis Grupal (México), II (2): 55-96, junio de 1984.
16
La práctica de grupos de admisión la empezaron Horacio Scornik y Estela Troya a partir de 1976 en C.I.J.
Yo la inicié en AMPAG en 1977.
66
B) La dimensión institucional

A partir de este conjunto de experiencias podríamos afirmar que la admisión en


grupo surge como una propuesta técnica creativa que busca resolver determinados
problemas institucionales relacionados con la asistencia psicoterapéutica en donde se busca
brindar mayor continente terapéutico, dar una respuesta técnica pragmática a la demanda
excesiva, incrementar la eficacia de esta prestación de servicios mejorando la selección de
pacientes al realizarse ésta en condiciones más realistas, disminuir la deserción derivada de
la lista de espera, brindar atención inmediata a aquellos que requieren de intervenciones
breves y, aun, de funcionar como grupo de espera. Es claro, entonces, por qué no surge en
los centros más tradicionales, militantemente organicistas o con una organización muy
conservadora para la asistencia psicoterapéutica centrada en la atención individual sin límite
de tiempo.
Detengámonos un poco en algunos de estos aspectos.

Primero, como señalamos antes, la admisión grupal surge en las instituciones como
forma de respuesta técnica a las demandas de asistencia psicoterapéutica. Esto implica que
existen en esas instituciones profesionales con entrenamiento psicoterapéutico que, en
nuestro medio latinoamericano, es predominantemente de orientación psicoanalítica. Esta
situación, un terapeuta psicoanalítico trabajando en instituciones es, de por sí excepcional,
ya que en función de una compleja serie de situaciones que tienen su punto de partida en el
origen dual de la psiquiatría resulta que la psiquiatría institucional ha estado (y está)
fundamentalmente ligada en todo el mundo al enfoque organicista o biológico, establecien-
do la influencia consecuente sobre los programas estatales de salud mental y de enseñanza
universitaria; en cambio, la psiquiatría dinámica o psicoanalítica ha tenido como su
institución el consultorio privado donde, en general, no existen problemas que lleven a
propuestas como ésta de la admisión grupal (Berman y Campuzano, 1980). Esta situación
nos parece fundamental para explicarnos la escasez de reportes bibliográficos sobre el tema,
consecuencia de la escasez de experiencias prácticas realizadas.

Segundo, cuando hablamos de una propuesta técnica creativa, lo hacemos para


destacar no sólo el ingenio que implica su proposición, sino también la dificultad de su
puesta en marcha porque rompe con una práctica y una lógica de pensamiento muy
sólidamente establecida en el campo médico que es la visión individualista de los problemas
de salud y enfermedad, situación que deviene de los caracteres estructurales del modelo
médico que, de acuerdo a Eduardo Menéndez (1978) son: el biologismo, ahistoricidad,
asocialidad, individualismo, mercantilismo y eficacia pragmática, características que tienen
que ver con las necesidades planteadas por el desarrollo capitalista y que determinan su
vigencia y dinámica tanto en lo referente al modelo como a la práctica consecuente.

Por eso introducir el grupo de admisión en una institución implica introducir una
lógica distinta de pensamiento y de acción, significa incluir una filosofía de solidaridad
grupal en lugar del aislamiento individual y captar, de esta manera, una serie de fuerzas de
apoyo y crecimiento usualmente despreciadas, algo semejante a lo que sucede, aunque en
otra dimensión social e ideológica, en el movimiento de los grupos de encuentro en los EE.
UU. de Norteamérica (Rogers, 1973). Esta cualidad de cohesión de fuerzas se ve favorecida
67
por la capacidad regresiva de los grupos que permiten una abreacción más fácil y una
intensidad emocional mayor en la intervención, lo cual colorea este primer contacto con la
institución de una tonalidad afectiva y vivencial que suele ser desconocida en el tradicional
contacto diádico entre el profesional y el paciente de primera vez. Pasemos, pues, a revisar
algunas de las motivaciones que dieron lugar, en distintos sitios, al establecimiento de la
admisión grupal.
En el caso del servicio de consulta psiquiátrica de la Universidad de Buenos Aires, en
Argentina, fue la observación de la comunicación y de las muestras concretas de solidaridad
que se daban entre los pacientes y sus acompañantes que esperaban largamente en la
antesala a que les tocara su turno de consulta. Esta observación dio lugar a una propuesta
original: ¿por qué no trasladar esta comunicación y solidaridad espontáneas de la sala de
espera al consultorio?, ¿por qué no legitimar e incorporar estas fuerzas terapéuticas hasta el
momento separadas del tratamiento oficial?... Esta primera observación tuvo oportunidad de
ser llevada a la práctica durante los años 73 y 74 (Langer, 1981) a partir de la Sala-Cátedra
de Psicología Médica, dependiente de la Facultad de Medicina, en una favorable coyuntura
científico-política reseñada así por Royer y Scornick (1986):

La innovación significaba un cambio radical en cuanto al sistema de recepción, estudio y


derivación de pacientes y también en cuanto a procedimientos docentes. Partía de dos aspectos que la
fundamentaron y constituyeron los objetivos compartidos:

a) un aspecto político- administrativo,


b) un aspecto científico ideológico.

El primero: La necesidad de responder amplia y eficazmente a la demanda de asistencia, cosa


totalmente imposible con el sistema que imperaba en el cual las listas de espera eran kilométricas y
las deserciones previas a la consulta muy grandes. Esta necesidad de dar respuesta a la demanda en
vez de rebotarla se veía aumentada por la conciencia ideológica de que un servicio de salud sea
planteado como tarea política fundamental y se conciba no sólo como asistencia, sino también como
prevención.
En esta dirección el planeamiento incluyó la importancia de implementar al máximo los
recursos técnicos y de personal disponibles.

El segundo: Sobre la base te6rica de un pensamiento psicoanalítico, el planteo de los grupos


de admisión como grupos operativos centrados en una tarea: la del diagnóstico e indicación, cumplía
también con dos objetivos relacionados con el doble carácter de la institución: proveer una instancia
que diera cabida tanto a necesidades asistenciales como docentes. Tarea clínica por excelencia
compartida por un equipo en el que se incluyeron personas de distintos niveles de experiencia y
formación a partir de la cual, a través de la elaboración de las sesiones, se fuera procediendo a un
aprendizaje vivencial y conceptual sin desmedro, sino al contrario, favoreciendo la mejor atención
del mayor número de pacientes.
El contacto de la persona—paciente con la institución empezaba de esta manera con un
hecho clínico y no con un hecho administrativo—burocrático.

En el caso de Centros de Integración Juvenil en México (en una experiencia no continuada


por los cambios de administración) se utilizó esta modalidad para buscar resolver dos
problemas básicos: la necesidad de una capacitación permanente de su personal (educación
continua en servicio) y la urgencia de investigar en profundidad y evitar la deserción en los
pacientes que consultaban. Con respecto a este último problema, si bien multideterminado,
68
se partió de la hipótesis de que resultaba necesario revisar los métodos de recepción
empleados, a fin de ver si desde el primer contacto el paciente se sentía contenido por la
institución y cómo y en qué medida este primer contacto sellaba, en parte, su destino
terapéutico (Royer y Scornik, 1977/1986).
En relación a la Clínica de AMPAG (institución privada de enseñanza, asistencia e
investigación en psicoterapia analítica de grupo) el motivo de la admisión grupal fue
conservar una coherencia de marco referencial (psicoanalítico) y técnico (énfasis en la
terapia de grupo) desde el primer momento en que el paciente tomaba contacto con la
institución, así como reducir el tiempo que, de otra manera, se tendría que invertir en
múltiples recepciones individuales convencionales. En el Manual de Procedimientos de la
Clínica (1978), se establecen como finalidades de los grupos de recepción y evaluación los
siguientes:

...recibir al paciente y proporcionarle un “espacio” de seguridad en esa zona intermedia


entre el afuera y el adentro institucional. En este clima la meta sería facilitar que el paciente deposite
sus primeras ansiedades producidas por la inserción institucional, hacer un primer diagnóstico de su
situación interna y externa (subjetiva y objetiva), su analizabilidad, su agrupabilidad, valorar los
beneficios que los servicios de la Clínica ofrece y, finalmente, derivarlo con el terapeuta y al tipo de
tratamiento más adecuado para su problemática o, en caso contrario, orientarlo en su búsqueda de
ayuda fuera de la Clínica.

En el caso de EE.UU. tomamos como ejemplo el reporte de una clínica externa de


un centro médico universitario (Western Psychiatric Institute and Clinic, en Pittsburgh,
Pennsylvania) donde el propósito central es el de una intervención breve de grupo que
consta de un promedio de seis sesiones a través de las cuales resuelve del 70 al 80 % de los
casos y el resto es derivado a modalidades de tratamiento convencionales. En el artículo
mencionado los autores detallan:

Todos los pacientes reciben una entrevista individual de evaluación, así como preparación
para la experiencia de grupo e información de que el programa de tratamiento es de seis sesiones, al
término de las cuales se realizará otra evaluación para establecer las medidas necesarias, incluyendo
tratamiento adicional si fuera el caso. El grupo es abierto, al cual se incorporan nuevos pacientes
conforme otros terminan su estancia en él. El mismo terapeuta permanece como coordinador del
grupo durante largo tiempo. Ordinariamente hay entre cuatro a diez pacientes en el grupo, el cual
tiene sesiones de una hora a hora y media de duración semanales. Algunos pacientes lo abandonan
antes de las seis sesiones contratadas y algunos otros permanecen, con la aprobación del terapeuta,
más allá de ese límite. Sin embargo, para la mayoría, las seis sesiones tienden a ser el punto final.
Los pacientes que se encuentran psicóticos, así como los adictos, o los que presentan retardo mental,
son excluidos. Todo el resto de pacientes, salvo estas excepciones, son enviados a este grupo...

Los autores destacan, también, que sus características de intervención breve le dan
particulares ventajas, pero también obvias limitaciones, y ambas deben de ser examinadas
antes de determinar su aplicación práctica en otros ámbitos. Las metas de este grupo, como
las de todo enfoque de psicoterapia breve, serían, en opinión de los autores, dos: disminuir el
malestar debido, esencialmente, a ansiedad y depresión; así como lograr una serie de
objetivos que permitan promover mayor eficiencia en el uso de los recursos propios del
paciente (Imber y cols., 1979).
La experiencia finlandesa, como contraste, se refiere al uso del grupo de admisión
69
en pacientes hospitalizados. Los autores (Kuha y cols., 1975) señalan:

La aplicación de los principios de la comunidad terapéutica a las necesidades de cuidado de


los pacientes internados implica una especial atención a los procedimientos de admisión o ingreso.
En el Departamento de Psiquiatría de la universidad de Oulu todos los pacientes, después de
su admisión al hospital, entran al grupo de admisión. Este grupo abierto tiene sesiones cinco veces a
la semana y continúa después con la terapia de grupo tradicional. Cada sesión dura alrededor de una
hora. El terapeuta del grupo estimula la interacción, refleja los sentimientos expresados, compara
varias experiencias, actitudes y problemas. Su actitud es de interés, aceptando la ansiedad y buscando
reducirla. Nuestra convicción es que los principios de esta clase de grupo de admisión (in-take group)
son aplicables, con modificaciones, a todas las instituciones psiquiátricas y sus procesos de admisión.

C) La dimensión clínica. Funciones del grupo de admisión

El grupo de admisión puede cumplir funciones importantes a distintos niveles:

a) Para los pacientes: atención más rápida y continente más eficaz.


b) Para los terapeutas: reducción del tiempo de trabajo, observación en condiciones
realistas y preparatorias para una terapia ulterior, selección más eficaz, derivación
más precisa.
c) Para la institución: mejor utilización de sus recursos humanos, posibilidad de
“puentes” terapéuticos, ya sea como terapias breves o como grupo de espera, posibilidad de
adicionar (en el curso de la misma intervención) al elemento asistencial las perspectivas
docente y de investigación. Más aún, en cuanto a la docencia no sólo la relacionada con
estudiantes y terapeutas noveles, sino la referente a la integración de un equipo
interdisciplinario en el logro de códigos comunes de comunicación y acción terapéuticas.

Un principio básico que no hay que olvidar es que el grupo de admisión debe de
adecuarse a las características de la institución en la cual opera.

Por ejemplo, los autores norteamericanos antes citados, consideran ocho funciones
principales del “grupo de intervención breve” que ellos proponen, a saber:

1) Liberación del malestar agudo a partir de proporcionar atención experta rápida.


2) Intervención en crisis, debido a que muchas de las crisis son precipitadas por stress del
medio ambiente y pueden ser resueltas mediante enfoques breves.
3) Exploración de recursos (del paciente y de la comunidad) y resolución de problemas.
Esto es importante, al decir de los autores, ya que el reconocimiento de los problemas
personales y de los recursos terapéuticos asequibles para enfrentarlos son fuente de un
sentido de control del paciente sobre ellos, un paso fundamental en la dirección del cambio.
4) Preparación para grupos convencionales. Lograda a partir de los eventos vividos
durante las seis sesiones donde el paciente adquiere experiencia y anticipación de lo que
ocurrirá en un grupo de largo término, incluyendo el conocimiento de los roles de paciente,
de terapeuta, así como del proceso de grupo.
5) Observación diagnóstica. Este grupo provee una excelente oportunidad al clínico para
formular un diagnóstico y un plan de tratamiento a partir de datos derivados de la acción
70
interpersonal que usualmente no son tan claramente visibles en las entrevistas individuales.
6) Selección de pacientes más eficiente debido a que es hecha a partir del comportamiento
en el grupo actual (de intervención breve), el cual es el más seguro medio de predicción de
su conducta grupal subsecuente.
7) Grupo de espera, en caso necesario, para un número limitado de pacientes.
8) Instrucción de estudiantes. Las seis sesiones del grupo pueden permitir a los estudiantes
examinar con cuidado el desarrollo completo de una experiencia de grupo en un monto de
tiempo adecuado a las necesidades de muchos de ellos.

Estas funciones, efectivamente, se logran a través de un grupo de admisión o de


intervención breve, pero nosotros, de acuerdo a las condiciones y propósitos de nuestro
ámbito de trabajo, la Clínica de AMPAG, hemos considerado como objetivo principal de su
acción el romper con las disociaciones17 más usuales en la práctica psicoterapéutica a través
de establecer un “objeto de transición” (el grupo de admisión, en esa “zona intermedia”
entre el sujeto y el objeto, entre el interior y el exterior, a la cual Winnicott (1971) dedicó
algunos de sus más relevantes artículos, que en el psicoanalista inglés están referidos a una
situación clínica propia del desarrollo infantil que nosotros retomamos y extrapolamos a la
dimensión institucional. Veamos:

1) Busca romper la disociación entre el afuera y el adentro de la institución, ya que el


grupo de admisión es el primer contacto que el paciente tiene tras la llamada telefónica con
la cual solicita su consulta (hablando desde la modalidad de atención existente en la Clínica
de AMPAG). Se convierte, así, en la tarjeta de presentación institucional y,
consecuentemente, en el lugar donde se depositan todas las ansiedades y expectativas
relacionadas con el sufrimiento emocional y la búsqueda de su liberación. Es un espacio de
transición, un puente, entre el afuera y el adentro, entre el dolor y la esperanza, y objeto, por
tanto, de persecución tanto como de idealización. Su posibilidad de brindar una respuesta
rápida a esta demanda de atención psicoterapéutica permite el tránsito fácil que se busca
entre el afuera y el adentro institucional, rompiendo las frecuentes barreras
descorazonadoras que la burocracia médica suele imponer.

2) Buscar romper la disociación entre lo administrativo, que trata de reducirse a su mínima


expresión, y lo asistencial, que se prioriza. De esta manera se trata de volver las cosas a su

17
El vocablo disociación, en su uso psicoanalítico más específico, está originado en la palabra alemana
“spaltung” de uso antiguo y variado en psiquiatría y psicoanálisis, que se ha utilizado para designar el hecho de
que el hombre, en uno u otro aspecto, se divide con respecto a sí mismo. Al español se le ha traducido como
disociación y como escisión, Rycroft señala que “el primer término suele emplearse con referencia a procesos y
el segundo con referencia a estructuras”. Así se dice “disociación del estado conciente” en la doble
personalidad o la fuga histérica, pero “escisión del yo”. En la teoría kleiniana la escisión es un mecanismo de
defensa primitivo contra la angustia y éste ha sido un aporte valioso para la mejor comprensión de ciertos
estados psicopatológicos como la psicosis, estados fronterizos y trastornos del carácter.
En la presente comunicación no usaremos la palabra “disociación” en su sentido psicológico más
preciso, sino en el sentido lato de separar una cosa de la otra, de desunir y desorganizar, situación debida a la
utilización de mecanismos institucionales que ocultan sus contradicciones determinadas por la división social
del trabajo y la división en clases; enfoque dilemático en vez de dialéctico, de la situación (Laplanche, Pontalis,
1968; Rycroft, 1976).
71
lugar, a pararlas sobre sus pies, ya que de pronto los requerimientos administrativos y
burocráticos amenazan con asfixiar el acto terapéutico que es la razón misma del encuentro
entre el profesional —supuestamente dispuesto a servir con eficacia— y el paciente,
agobiado por su sufrimiento y en búsqueda de una solución que a veces se pierde, junto con
la paciencia, en el laberinto de infinitos requisitos administrativos, frecuentemente
innecesarios. En el campo de la psiquiatría, así como en buena parte de la práctica médica
general, el elemento fundamental de diagnóstico y de tratamiento es la relación médico-
paciente, y por tanto este encuentro esencial debe de favorecerse, quitándole toda la hierba
que estorbe.

3) Busca romper la disociación entre el proceso diagnóstico y el terapéutico, iniciándose


acciones terapéuticas desde el primer momento mediante señalamientos, clarificaciones e
interpretaciones realizadas por medios verbales o psicodramáticos que apuntan a iniciar el
trabajo de exploración y elaboración que toda terapia analítica requiere. En estas
intervenciones se busca una armonía en contrapunto entre la dimensión grupal y la
singularidad individual.

4) Busca romper la disociación (clásica en el consultorio privado y todavía conservada en


varias de las experiencias reseñadas) entre la entrevista inicial individual y el tratamiento
grupal ulterior, iniciándose, en este caso, el proceso grupal desde el primer contacto, dando
a los terapeutas una oportunidad privilegiada de valorar la agrupabilidad del paciente en la
realidad y no por inferencias, así como determinar su capacidad de insight también en los
hechos. Esto introduce una situación singular: el diagnóstico es hecho a partir de la
interacción grupal (interpersonal) en el aquí y ahora, además del relato histórico que el
paciente puede hacer acerca de sus molestias; incluye, pues, no sólo lo que el paciente dice,
sino lo que el paciente hace, con sus congruencias y contradicciones, con su peculiar manera
de vincularse a los otros derivada de su mundo interno de objetos expresados en las
transferencias e identificaciones, abarcando, así, no sólo la clásica psicología individual
(intrapsíquica) sino su dimensión interpersonal mucho menos descrita18. Por supuesto,
permite además incluir de una manera más clara el diagnóstico de los elementos
transferenciales y contratransferenciales que se ponen en juego, dado el mayor efecto
regresivo que el grupo induce en sus miembros y que sirve como el líquido de revelado
fotográfico para “ver” algunas de las configuraciones del mundo interno de cada individuo,
así cómo del despliegue más amplio de las transferencias por el mayor número de objetos
que la situación colectiva ofrece (el analista, los compañeros de grupo, el grupo como un
todo y la institución que los alberga). En este aspecto vale la pena destacar que no sólo es
importante el diagnóstico que hace el terapeuta sino también la conciencia que el paciente va
tomando acerca de sus problemas y sus determinantes, lo cual hace que el paciente al pasar a
su grupo terapéutico definitivo, ya incluya situaciones que empezó a trabajar en el grupo de
admisión.

5) Busca superar la disociación entre el desconocimiento y el conocimiento de la acción


psicoterapéutica, involucrando a los pacientes desde el primer encuentro en una situación
vivencial, grupal y terapéutica. De esta manera el paciente sabe, por experiencia propia y
18
Que se plantea ya en el libro: Campuzano, M. (2013). Psicoterapia grupal vincular- estratégica, un enfoque
psicoanalítico. AMPAG, México.
72
directa, qué implica un proceso psicoterapéutico, se rompen ilusiones y se adquiere una
visión más realista de los requerimientos en cuanto a tiempo, dinero y esfuerzo emocional.
Esto lleva de la mano al problema de la motivación que tiene una gran importancia en
psicoterapia analítica debido a sus demandas de participación activa del paciente, que
implica movimientos emocionales a veces dolorosos, así como necesidades de constancia y
esfuerzo decidido. De ahí que toda psicoterapia dinámica requiera de un buen monto de
motivación para superar la ambivalencia con que todo paciente acude y, en ese sentido, el
grupo de admisión es ese espacio de transición que permite medir (para el paciente y para el
terapeuta) el grado de motivación real para un tratamiento largo (los grupos terapéuticos de
la Clínica están planteados a dos años de duración, en su mayoría), permitiendo establecer
acuerdos e indicaciones pertinentes y aún dar tiempo a que aquellos que van a desertar lo
hagan de una vez, creando menos problemas a los grupos terapéuticos definitivos. En quien
no es capaz de esa conciencia y no tiene demanda terapéutica real se le puede interrumpir la
continuación a un proceso sin salida.

Limitaciones e insuficiencias

Hasta aquí hemos venido destacando los aspectos positivos de este tipo de grupo,
pero debemos también detenernos en los efectos opuestos y ahí surgen una serie de
preguntas, por ejemplo:

¿Frustra el pasaje por el grupo de admisión?, ¿es una experiencia preparatoria o una
experiencia “abortiva’?, ¿qué sucede en ese espacio con la deserción, quiénes desertan y por
qué?, ¿es una modalidad técnica al servicio de los pacientes o sólo es una cortina ocultadora
de insuficiencias institucionales?, ¿el grupo de admisión contiene o expulsa, o ambas?, ¿es
sólo de admisión o también de rechazo, y en ese caso, a quiénes rechaza y por qué?

En el aspecto de las limitaciones, los autores norteamericanos ya mencionados


(Imber y cols., 1979) escriben:

Para aquellos terapeutas centrados en el grupo o centrados en el proceso que, por ende,
dependen más del grupo que de sus propias actividades directivas para lograr el cambio, la calidad y
el nivel de desarrollo del proceso en esta clase de grupo puede ser vista como de esbozo y aún como
primitiva. Las características derivadas del tiempo restringido y la interacción limitada del paciente
pueden ser vistas como preliminares más que como un proceso verdadero. Ahora bien, detrás de los
temas teóricos hay situaciones de orden práctico tan importantes como son el mantenimiento de la
estima y entusiasmo del terapeuta. Así, el procedimiento de grupo que por su naturaleza tiende a ser
discontinuo puede ser visto como un flujo de pacientes diversos pocos de los cuales son abordables
sobre bases intensivas. Más aún, el terapeuta puede sentirse presionado para efectuar cambios en los
pacientes en un tiempo demasiado corto y poco razonable y sentirse frustrado por su inhabilidad para
predecir o prepararse para las sesiones futuras, ya que la característica de grupo abierto lleva al
cambio continuo de pacientes y a los concomitantes cambios en la dirección y atmósfera del grupo.
Otra limitación importante del grupo de intervención breve, es que sólo los terapeutas más
experimentados y con más recursos técnicos pueden hacer un trabajo competente. El período de
tiempo muy corto, la necesidad de decisiones diagnósticas y terapéuticas rápidas, la multiplicidad de
problemas de los pacientes, así como la incertidumbre del proceso y dirección durante las sesiones,
73
son situaciones todas que requieren de una flexibilidad en el estilo y el método que sólo los más
talentosos y entrenados terapeutas poseen.

Esta es una síntesis excelente de los problemas operativos propios del grupo de
admisión. Los autores también señalan algunos posibles abusos de la técnica; abusos que, en
su opinión, en gran parte son también cometidos en otros grupos de terapia breve:

Demasiado a menudo un grupo breve es usado, meramente, como el depósito de los


pacientes no queridos o de aquellos difíciles de colocar. O el grupo es concebido como una especie
de terapia masiva o como una medida presumiblemente económica que no tiene que ver con las
necesidades reales de los pacientes. Un error conocido es el empleo del grupo como un “monitor” de
consejos, un sistema para tener contacto con los pacientes sin ganancias terapéuticas reales. Un
terapeuta con integridad profesional no aceptará hacer caer a los pacientes en cualquiera de estos
manejos equívocos, sino que buscará hacer las modificaciones a que haya lugar.
Un abuso más sutil puede venir de un excesivo control o directividad de parte del terapeuta.
La tentación de proporcionar consejos fáciles o solución de los problemas planteados es considerable
y resulta claro que la conducta de tales terapeutas no sólo puede destruir el proceso del grupo sino
infravalorar la complejidad y cronicidad de los problemas que muchos pacientes llevan al
tratamiento.

Retomando las preguntas planteadas podemos responder que parte de las


perversiones que pueden hacerse del grupo de admisión (cortina ocultadora de insuficiencias
institucionales, por ejemplo) no tienen que ver con la técnica en sí, sino con la ética. El
grupo de admisión puede ser ocultador o develador, depende de los propósitos de la
institución y del terapeuta. El grupo de admisión es, simplemente, un instrumento y ningún
instrumento define por sí sus fines y usos, todo depende de quién lo usa y para qué.
Ahora bien, como el grupo de admisión es la puerta institucional de entrada, se
vuelve el sitio, no sólo de admisión, sino de rechazo o, cuando menos, de transacción de
expectativas. Ahí se valora la existencia o no de demanda terapéutica, la analizabilidad, la
agrupabilidad, la motivación y se define la indicación terapéutica que se considere correcta.
Por eso es el lugar de enfrentamiento con la realidad y de la satisfacción o frustración
consecuente, que a veces termina en deserción o rechazo, o derivación a modalidades de
tratamiento no analíticas o no grupales, a instituciones especializadas para cierto tipo de
problemas (alcoholismo o adicciones, por ejemplo), en los casos más graves para
internamiento (psiquiátrico o en clínicas para adicciones u otras), aunque más
frecuentemente concluye en ajustes realistas, en preparación para una psicoterapia analítica
convencional y en inicio del trabajo terapéutico más urgente.
Los pacientes que desertan o se rechazan son, en general, malos candidatos a
psicoterapia analítica por limitaciones cognocitivas (intelectuales o culturales), emocionales
o de motivación. El que deserta no da oportunidad a dar o recibir explicaciones y suele ser
una forma de huida; en cambio, al paciente que se rechaza tiene que dársele una explicación
satisfactoria y operativamente útil de los motivos que lo generan y, en caso necesario, de
orientación acerca de las alternativas recomendables.
En síntesis, las limitaciones del grupo de admisión tienen que ver con sus
características de formato grupal, aceptado por algunos pacientes y rechazado por otros; así
como por la intervención de tiempo limitado que permite tratar sólo las ansiedades más
urgentes y hacer una primera aproximación a los aspectos más destacados de la estructura de
carácter.
74
Las insuficiencias hacen a las características del ámbito institucional donde se
desarrolla la intervención, por ejemplo, en el caso de la Clínica de AMPAG la imposibilidad
de una terapia individual larga y las insuficiencias en cuanto a terapias maritales, familiares,
individuales breves, de terapia infantil y de adolescentes, así como los problemas de
incompatibilidad de horarios. La capacidad técnica del terapeuta y su conocimiento (o
ignorancia) de los recursos institucionales y comunitarios asequibles son otros de los
factores cruciales de estas insuficiencias, lo cual está matizado también por el estilo
terapéutico personal que suele oscilar entre el estilo “pasivo- expectante” extrapolado de la
situación analítica clásica donde el terapeuta del grupo de admisión identificado con este
modelo hace pocas intervenciones con los pacientes y básicamente actúa como “agente de
tránsito” que deriva a las distintas opciones terapéuticas posibles y, en el otro extremo, el
estilo “activo- interventor” con el cual nos sentimos más identificados que, en función de la
brevedad del tiempo, tiene el permanente riesgo de equívocos contratransferenciales y de
contraactuaciones, riesgos que hay que asumir y aprender a manejar sobre la marcha para no
quedar paralizado por ellos.
En nuestra experiencia en la Clínica de AMPAG son raras las ocasiones en que un
paciente rechaza participar en el grupo de admisión. Cuando llega a suceder se da como
alternativa la recepción clásica, individual. Los motivos que generan esta petición suelen ser
problemas que causan vergüenza, por ejemplo, homosexualidad o trastornos sexuales, en
otros casos timidez extrema o esquizoidia, rechazo o temor al contacto social,
sobrevaloración de la terapia individual o búsqueda de situaciones de excepción y privilegio.
Algunas veces las peticiones serán clínicamente pertinentes pero no susceptibles de resolver
con los recursos disponibles en nuestra clínica.
La mayor parte de estos casos tras una o dos entrevistas individuales pueden pasar al
grupo de admisión.
Facilita bastante el trabajo institucional un fenómeno que hemos apreciado a lo largo
de más de cuatro años de actividades en la Clínica derivado de claridad de los servicios que
se ofrecen entre gran parte del público usuario, lo que ha dado lugar a lo que hemos llamado
la “preselección” de pacientes, es decir, que la recomendación de atención en la Clínica
(que lleva implícitos un diagnóstico y una indicación) por parte, mayoritariamente, de
pacientes y ex pacientes de la Clínica o de profesionales de la salud mental define en amplia
medida (a partir de la imagen que tienen de la institución) el tipo de pacientes que llegan y el
tipo de patologías predominantes. Eso ha hecho que raramente soliciten atención psicóticos
u orgánicos y que, en consecuencia, la población predominante sea de individuos con
problemas emocionales (predominantemente caracteropatías, especialmente fronterizos y
narcisistas en las últimas épocas19), de elevada escolaridad y buena motivación para una
psicoterapia explorativa- analítica, al punto que algunos acuden ya con alguna experiencia
psicoterapéutica previa.
Es conveniente aclarar que la descripción que hasta aquí venimos realizando se
refiere a un grupo de admisión donde la circulación de los pacientes es fluida, de manera
que no es frecuente que funcione como grupo de espera y en el caso de utilizarse como tal
nunca con más de dos pacientes a la vez y en esperas que no rebasen a las diez sesiones (dos
meses aproximadamente). Cuando la demanda de atención psicoterapéutica rebasa la

19
Estoy escribiendo este agregado en 2013. Una variable importante han sido las derivaciones de instituciones
públicas que, por ejemplo, en algunos momentos han dado en mandar psicóticos ya controlados
farmacológicamente o pacientes que han tenido intentos suicidas.
75
capacidad institucional de prestación de servicios y el grupo de admisión tiene que funcionar
permanentemente como grupo de espera, a veces durante largas temporadas, la dinámica del
grupo de admisión se transforma de manera importante, hay necesidad de establecer algunas
diferencias técnicas y se produce un efecto distinto sobre la conducta de los pacientes, por
ejemplo, orillándolos a la deserción al no sentir satisfechas sus necesidades o incrementando
la idealización del grupo terapéutico definitivo a un punto tal que algunos pacientes se
llevan una decepción al no encontrar una curación mágica en él, decepción que puede
inducir a actuaciones, sobre todo a la deserción. El grupo de espera pues, no es el objeto de
la presente comunicación.
Veamos un par de viñetas clínicas alusivas a algunos de los problemas señalados:

Viñetas clínicas

Viñeta 1. INSUFICIENCIAS (Una sesión difícil):

En esta sesión el grupo de admisión está conformado por tres terapeutas (dos
mujeres y un hombre) y once pacientes (siete mujeres y cuatro hombres) de los cuales tres
mujeres están por segunda ocasión y una de ellas (por falta de grupo al cual derivarla) por
quinta o sexta. Varios pacientes que estuvieron la sesión anterior no estuvieron en ésta
(¿deserción?).
El trabajo es difícil, pesado. Una parte del grupo se mantiene pasiva y silenciosa,
mientras la otra se manifiesta activa, pero con poca disposición a analizar el material que,
simplemente, vomitan, como queriendo pasar el paquete a otro sin hacerse cargo de su
propiedad.
Uno de los varones menciona que él acude a buscar tratamiento porque, si bien tiene
29 años y en sus actividades laborales se desempeña como el profesional que es, en otros
aspectos de su vida es muy infantil como si tuviera 14 ó 15 años, lo cual le ha sucedido en
sus relaciones con las mujeres, donde por ejemplo, tuvo un matrimonio apresurado que
terminó en divorcio a los seis meses. También se lamenta de ser hijo de padres divorciados.
La sesión continúa con intercambios superficiales. Ya mediada la sesión otro de los
varones, Carlos, recoge el material anterior y menciona que viene por un problema de
drogadicción. Tiene 27 años y desde los 13 empezó a usar inhalantes y mariguana que ha
llegado a suspender pero que, periódicamente y sin causa aparente, vuelve a usar de manera
compulsiva, causándole muchos problemas personales, familiares y laborales. Vive con sus
padres que le quieren y apoyan cosa que, afirma, otros envidiarían. Paco, el primero que
habló, asiente y le dice: yo te envidio. Carlos continúa mencionando que, ahora, oyendo a
Paco, empieza a pensar que él también es muy infantil, pues siempre recae en algo que ya no
quiere hacer.
Se señala al grupo cómo todos presentan sus problemas como si estuvieran fuera de
ellos y dejándolos con muchas zonas ocultas, obscuras; por ejemplo, Sara nos habla de sus
problemas conyugales como si fueran solamente los problemas de su marido, impulsivo y
caprichoso, de forma que ella parece no participar en el conflicto sino como víctima, Paco es
adulto y niño a la vez sin que pueda trazar puentes entre uno y otro; y ahora Carlos pone los
reflectores en su drogadicción, pero deja a su persona en la obscuridad, totalmente oculta,
como si él no tuviera participación alguna en la situación.
76
No se manifiesta reacción alguna al señalamiento, Paco enseguida trae el caso de un
primo, adicto a los inhalantes, y así continúa la sesión. Con diversos matices se repite el
mismo señalamiento dos o tres veces, sin mayores efectos. También se realizan algunos
señalamientos individuales con mejores resultados.
Casi al final Josefina, una mujer joven que ha estado toda la sesión callada,
amamantando a su hijo o dándole de comer fruta, se anima a hablar. Ella llegó a la sesión
acompañada de su marido que, después nos damos cuenta, la está esperando
inmediatamente afuera del salón, a unos pasos de la puerta cerca de la cual ella está sentada.
Relata que desde pequeña no puede caminar, no puede atravesar las calles porque se siente
invadida de miedo y paralizada. Antes le sucedía después de alguna contrariedad, ahora aún
sin ellas. Tiene que salir siempre acompañada, aunque sea de un niño; no puede subir a las
azoteas. No tolera tampoco el agua en la cara, de manera que se baña en un extraño ritual:
primero sólo la cabeza, en el lavabo; después el cuerpo en la regadera; y al final la cara, en
el lavabo. Se casó hace dos años y su marido la lleva a todas partes. En el hospital donde le
atendieron el parto le recomendaron viniera a AMPAG, pero se da cuenta, ahora, que quizás
aquí no le pueden ayudar, porque a ella le mencionaron que necesitaba un tratamiento
psicoterapéutico intensivo, ella sola con un psiquiatra y además con medicamentos.
Se genera una intensa interacción de parte del grupo que le pregunta e inquiere y le
trata de hacer cambiar de actitud sin mayor éxito.
Le señalo cómo presenta su situación, tal como lo he venido señalando en el grupo,
como si no le perteneciera a ella, como algo ajeno que no tiene que ver con su vida y que
quiere que alguien exterior se haga cargo para no hacerse cargo ella misma; Josefina, como
todo el grupo, quiere dejarle a “mamá AMPAG” todos sus problemas personales.
Ella se para y Paco le dice, festivamente, ¡cuidado, no te vayas a paralizar!
Ella llora y se queja. Paco se turba, dice que no lo dijo como agresión, sino como un
comentario que intentaba ser simpático para que ella pudiera seguir hablando.
Cuando Josefina se calma es el bebé quien empieza a llorar intensamente, no lo puede
calmar y entonces se abre la puerta, entra el marido, le toma al bebé y se sale con él en
brazos.
Le confronto: ésta es una clara muestra de para qué te sirve tu enfermedad, para
depender de otros y vivir rodeada de algodones, sobreprotegida, evitando que la gente tome
contacto contigo por temor a ser agredida como sucedió aquí, aunque también fue claro que
tú lo viviste como agresivo sin que lo fuera en realidad, ya que Paco sólo pretendía tomar
contacto contigo, amistosamente. Entonces por eso quieres una situación especial y tu reto
es, si quieres salir adelante y hacerte cargo de tus propios problemas, lo que la institución te
puede proporcionar: una terapia grupal, la decisión es tuya, no nos vamos a hacer cargo de
tus paquetes como ahora tu marido se hizo cargo de tu hijo, te podemos ayudar solamente
que tú puedas enfrentarlo en estas condiciones.
Se da por terminada la sesión; se derivan dos pacientes a grupo terapéutico definitivo
y se pide al resto que vengan a la próxima sesión de admisión en una semana.
Todos se van salvo Josefina, que se acerca nuevamente y nos dice: es que yo
necesito un tratamiento especial, diferente, fue lo que me dijeron.
Le señalo: mira Josefina, esa es tu actitud permanente, andas por el mundo pidiendo
condiciones especiales, condiciones de privilegio, como si fueras un ser excepcional y no
uno como todos nosotros. Si quieres salirte de ahí y ser como todos nosotros, necesitas se-
guir viniendo al grupo de admisión. Es lo que te podemos ofrecer: sin medicinas y sin
77
sesiones especiales.
Ella esboza una sonrisa cómplice y se retira.
Enseguida se acerca Carlos, que regresó y nos dice: creo que ya no vendré la
próxima sesión, no tiene caso, mi problema es la drogadicción y ya decidí no volver a usar
drogas, así es que no tengo por qué venir.
Se le confronta: siempre has estado decidido y siempre recaes, por algo será. El
titubea un poco y dice: ya no vendré, no tengo problema.
Le señalamos: es tu decisión, es tu vida y son tus problemas. Puedes hacer lo que
quieras.
Al retirarse nos damos cuenta que aún queda una persona en el salón, un personaje
extraño vestido de traje y corbata negros, como “enterrador”, se acerca y nos dice que lo
enviaron aquí de un centro para jóvenes, donde le hicieron estudios psicológicos y después
no le dieron los resultados, ya que é1 desea saber si tiene capacidad para continuar estudios
o no; se da cuenta que éste no es un lugar adecuado para cubrir sus necesidades pero desea
saber si nosotros conocemos uno que le recomendemos. Le damos una o dos sugerencias.
Se retira, y en cuanto da la vuelta, los terapeutas nos miramos a los ojos
comunicándonos cansancio, impotencia y frustración. No vendrán más, lo sabemos, lo
sentimos...
Las matemáticas no mienten: dos pacientes se derivan a grupo terapéutico definitivo,
seis regresarán a la próxima sesión, tres ya no...

Viñeta 2. BLOQUEOS Y PSICODRAMA

Coordina la sesión un terapeuta varón y asiste una observadora.


Los pacientes son tres, dos hombres y una mujer; uno de ellos de aspecto extraño, un
tanto descuidado, un tanto desaliñado, como algunos de los usuarios de nuestros hospitales
psiquiátricos públicos, contrastante con la apariencia convencional de la mujer y el otro
varón.
Los hombres vienen a psicoterapia por primera vez, la mujer tuvo una terapia
individual breve con el terapeuta que la recibe.
De acuerdo al proceder habitual se les explica en qué consiste el grupo de admisión
y se les invita a que inicien el trabajo a partir de los motivos que les traen a la Clínica.
Inicia Jorge, de más de 30 años, que relata como, cuando estaba cerca de terminar su
carrera universitaria participó, de manera aventurera, en un movimiento político –a pesar de
no estar identificado con esa postura- que le generó persecuciones y vigilancia policíaca
continua, llenándolo de tensión hasta que perdió contacto con la realidad y tuvo que ser
internado en un hospital psiquiátrico. A su alta tuvo psicoanálisis individual un año, suspen-
diéndolo por razones económicas y acudiendo ahora a la Clínica.
Los demás se interesan vivamente por su situación. Intercambian opiniones y
comentarios.
Carmen habla de sus problemas y de su terapia previa. El internamiento de Jorge le
recuerda a su hermana, internada permanentemente por su retraso mental.
Raúl menciona sus líos conyugales donde se enfurece ante los reclamos de mejoría
económica de parte de la esposa, incluso ha llegado a golpearla. El mismo se siente
insatisfecho por no poder concluir sus estudios profesionales y lograr una mejoría laboral y
78
económica.
Trabajan estos temas con rigidez y cautela, utilizando estereotipos que no les
permiten avanzar mucho, y manteniéndose un tanto a la defensiva, rebotando los
comentarios de los compañeros y el terapeuta.
En vista de estas dificultades resistenciales les propongo una dramatización: Carmen
representando a la esposa de Raúl en una discusión con éste donde le reclame, enojada, la
necesidad de una mejoría económica.
En la dramatización queda claro que el reclamo de la esposa de Raúl genera una
herida narcisista en éste, herida especialmente dolorosa porque a él se le han cargado
muchas expectativas (“Eres el más inteligente de la familia, pero no te decides”) que lo
paralizan por el compromiso y responsabilidad implicados.
En un momento Carmen se sale de la dramatización porque una secuencia no encaja
con su vida real. Se interrumpe al punto de hacer necesaria la intervención, se señala la rigi-
dez de Carmen que, encontrando en la dramatización parecidos con su situación familiar, no
tolera una pequeña diferencia, no tolera la menor salida de “su” libreto.
Ella reacciona intensamente al señalamiento, dice que es una idiota, que es cierto,
que ése es el problema de su vida, se siente una idiota aunque los demás le digan que no,
aunque ahora que se recibió le felicitaron por su tesis y se la llegaron a publicar inclusive.
Estamos al final de la sesión, se han realizado varias intervenciones individuales,
ahora aprovecho para realizar una grupal en donde se destaca cómo, en esta primera sesión,
todos ellos nos han mostrado sus tarjetas de presentación “oficiales” y, junto con ellas, algu-
nos de los bloqueos que les impiden realizarse como desean, por ejemplo, le digo a Raúl, tú
te detienes y conformas con “parecer muy inteligente” y no tomas el compromiso de trabajar
activamente por aquello que deseas, quedándote frustrado, frustración que tu esposa reactiva
y te pone furioso, pero que es tuya en última instancia. Tú, Jorge, pareciera que no te
alcanzas a considerar ningún valor a tí mismo y tienes tanta necesidad de reconocimiento de
los demás que pagas cualquier precio -aún la insatisfacción de tus metas profesionales- con
tal de lograrla, como te sucedió con ese movimiento político; y tú, Carmen, te sientes tan
culpable de, a diferencia de tu hermana, estar sana que te saboteas tus posibilidades de
realización y andas “haciéndote la idiota”, simulando ser tonta, castigándote por no estar
internada y fuera del mundo como tu hermana.
El efecto es dramático, Carmen llora intensamente y todos aportan asociaciones
sobre lo interpretado, asociaciones que tienden a darle mayor claridad a cada uno.
Terminamos la sesión satisfechos, en un clima depresivo- elaborativo y la siguiente
semana Carmen nos trae las revistas donde se publicó su trabajo. Evidentemente no es una
idiota.

Técnica de los grupos de admisión

Nueva vuelta sobre la dimensión institucional

En la primera parte de este trabajo destacábamos, como un principio básico, que el


grupo de admisión debe de adecuarse a las características de la institución en la cual opera.
Esto es, debe de adaptarse a los objetivos que se pretendan, a los recursos técnicos y
materiales disponibles, así como a la población atendida. Por tanto, lo aquí descrito debe
79
considerarse siempre relativizado al contexto específico en el cual se desarrolla la
experiencia: la Clínica de AMPAG en su turno matutino, experiencia desarrollada por el
autor a lo largo de cuatro años, semana tras semana, abarcando más de 500 pacientes en
sesiones de dos horas cada una. Esta experiencia básica enriquecida, contrastada y
cuestionada por otras tenidas en contextos distintos: con adolescentes farmacodependientes
y sus acompañantes en un centro de consulta externa de la Ciudad de México y en la
consulta externa de hospitales psiquiátricos, generales y policlínicos de la nueva Nicaragua,
en los servicios de salud mental. La discusión de las semejanzas y diferencias de estas
distintas experiencias rebasa las posibilidades del presente trabajo, que se centrará,
repetimos, en la realizada en AMPAG.
Si bien la modalidad de grupo de admisión aparece con pocos reportes en la
bibliografía, se puede rastrear su origen en los primeros tiempos de la psicoterapia de grupo.
Por ejemplo, S. H. Foulkes reporta alguna experiencia de este tipo realizada por él en un
hospital militar de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial y repetida ulteriormente en
hospitales públicos en tiempos de paz; veamos:

Permítaseme recordar, en primer lugar, mi práctica en Northfield durante mi último año ahí,
aproximadamente, pues me parece que viene al caso. Sin selección previa, sin preparación y sin
ningún conocimiento previo acerca de ellos tomaba los últimos ocho pacientes que me habían sido
remitidos y los veía juntos. Casi nunca me pareció necesario cambiar nada, es decir, que encontré
que podía comenzar con ocho pacientes cualesquiera y continuar con ellos como grupo durante toda
su permanencia en el hospital.
Un ejemplo semejante tuvo lugar en el Maudsley Hospital, muchos años más tarde, en
diferentes circunstancias. Cuando me hice cargo del Departamento de Psicoterapia para Pacientes
Externos, me encontré con una lista de 25 personas que hacía dos años que estaban esperando turno
para tratarse. Las llamé a todas juntas y no me produjo ninguna sorpresa encontrarme con que acudió
aproximadamente sólo la mitad de ellas, mientras que el resto había desaparecido. Las vi en
conjunto, tal como aparecieron, a fin de administrarles algún tratamiento y averiguar de qué manera
se les podía predisponer mejor. El grupo asistió con gran regularidad, los menos adaptables se
autoeliminaron encontrando alguna solución que les permitió seguir adelante sin más tratamiento. A
pesar de la enorme presión que ejercían los pedidos de plazas en el Departamento, se puso a unos
pocos en una forma de tratamiento regular, ya en grupos, ya individualmente, pero fueron realmente
muy pocos. El resto, que asistió con regularidad al grupo durante varios meses, experimentaba
importantes progresos y se adaptaba muy bien. Recuerdo, por ejemplo, el caso de una mujer que no
había consumado el matrimonio en algo así como quince años, y al cabo de cierto tiempo era capaz
de hacerlo, como consecuencia de lo cual su relación matrimonial mejoró muchísimo. Un efecto en
sentido inverso, tuvo lugar en el caso de un estudiante abiertamente esquizofrénico que enseguida
abandonó, pero que después de un año o dos me envió una factura por un tratamiento del que había
sido objeto en Francia (una suerte de tratamiento físico que le ayudó) e insistía en que yo debía
pagarla.
De este ejemplo se sacaría en conclusión de que en condiciones pacíficas de vida civilizada,
es perfectamente posible tratar pacientes en conjunto, como grupo, sin ninguna selección particular.

Foulkes también relata una experiencia de investigación realizada en EE. UU. de


América en 1958, cuando fue profesor visitante en la Universidad de Carolina del Norte:

...El propósito de la experiencia era puramente psicodiagnóstico y también didáctico, para


los estudiantes que observaban el procedimiento a través de la pantalla unidireccional. Cada semana
se veían juntos, durante una hora, cuatro pacientes totalmente desconocidos. Yo carecía de
80
información previa alguna acerca de ellos. Los mismos pacientes eran entrevistados también por un
psicoanalista y psiquiatra experimentado, el Dr.Vernon, en forma individual durante un cuarto de
hora cada uno. Cada uno de nosotros mantuvo sus observaciones fuera del conocimiento del otro y se
había establecido que durante una semana se viera a los mismos cuatro pacientes, primero en grupo y
luego en entrevistas individuales, mientras que a la semana siguiente se invertía el orden. De este
modo examinamos yo diría que mas de cien pacientes...
En conjunto a nadie quedó duda alguna acerca del valor diagnóstico o didáctico de cada una
de las sesiones. Los resultados, en la medida en que tenían un cierto sentido competitivo entre el
método individual y el grupal, confirmaron lo que era de esperar, a saber, que la entrevista de grupo
no era tan confiable en cuanto a la explicitación de la mayoría de los datos fácticos pertinentes del
paciente, pero en general se la juzgó mucho más productiva en información psicodinámica, que era
ciertamente útil para la selección, el pronóstico y el tipo de tratamiento a recomendar...(Foulkes,
1975).

Hasta aquí el relato de Foulkes y su valioso comentario final, con el cual estamos
totalmente identificados. Ahora bien, la forma como él relata sus experiencias, da una falsa
idea de ligereza e improvisación de la selección si no se considera, en su dimensión real, la
importancia del substrato institucional a partir del cual se realizan; es decir, si no se
considera el fenómeno que esbozamos en la primera parte de este trabajo de la preselección
institucional, que incluso llega a estar diferenciada por departamentos o sectores (no es lo
mismo, por ejemplo, el departamento de psicoterapia, que el de psicóticos agudos o, peor
aún, el de crónicos).

El encuadre

Por sus características de gran movilidad de pacientes el grupo de admisión es el


ejemplo típico de un grupo abierto “puro”, a diferencia de el modelo dominante en los
grupos terapéuticos institucionales y, sobre todo, privados, que es el del grupo “abierto-
lento”, es decir, aquel donde el recambio de pacientes es muy espaciado, de manera tal que
durante grandes períodos de tiempo funciona, prácticamente, como un grupo cerrado.
Ahora bien, la característica del grupo de admisión de ser muy breve y con una alta
movilidad de pacientes no debe hacernos caer en la ilusión deque está fuera de los cánones
con que se maneja todo grupo terapéutico. En este grupo, como en cualquier otro, se dan los
fenómenos descritos por Bleger, como es el proceso que es el que estudiamos, analizamos e
interpretamos; así como también un encuadre, es decir, un “no proceso” en el sentido de que
son las constantes, dentro de cuyo marco se dan las variables del proceso (Bleger, 1967).
El establecimiento del encuadre es de gran importancia a fin de garantizar un campo
operativo razonablemente “limpio”, al establecerse constantes que permitan, por contraste,
identificar las variables del caso. Este proceso de establecimiento del encuadre, si bien es
imprescindible y trascendental, también debe de considerarse en sus efectos negativos, ya
que al establecer una delimitación del campo, deja afuera ciertos determinantes
(suprasistemas y subsistemas) que si no logran articularse causan un falseamiento de la
situación y, además, el mismo recorte que se hace de la realidad genera una especie de
predeterminación de los fenómenos que ahí se suceden, situación necesaria para lograr la
previsión de los mismos, pero falseadora si se interpreta que esta parte de la realidad es el
todo.
En el caso de la Clínica de AMPAG, el encuadre se logró estableciendo no solo la
81
fijeza del grupo de admisión en cuanto a horario, frecuencia, honorarios, lugar y terapeuta,
así como número de pacientes (máximo diez, en ocasiones excepcionales doce; mínimo
tres20), sino también una normatización de las respuestas que las secretarias dan a la llamada
inicial, que es el primer contacto que el paciente tiene con la institución y desde donde se
inicia la explicitación de la experiencia y el establecimiento del encuadre, a manera de en-
frentar el trabajo sin cargas abrumadoras.
La limitación del número de pacientes tiene que ver con las características
diferenciales que el número de integrantes da a la dinámica de un grupo. Los grupos
terapéuticos trabajan, fundamentalmente, como pequeños grupos, y éstos son manejables
con límite en diez personas, y en el caso de grupos de tarea con límite en quince personas
(sin considerar a los coordinadores o terapeutas). Los grupos grandes, más allá de este
número, tienen una alta capacidad regresiva donde aparecen angustias orales muy primitivas
y son, por ende, poco propicios para una tarea que implique insight.
Cuando coordina el grupo más de un terapeuta se tienen que tomar en consideración,
como en cualquier otro grupo, no sólo las ventajas, sino también los problemas propios de la
coterapia que implican la instalación de otro proceso grupal paralelo al de los pacientes que
es el del equipo de terapeutas que tiene sus propias vicisitudes y que aumenta en
complejidad conforme aumenta el número de miembros del equipo terapéutico. Hay
complejidades específicas a que el número de coterapeutas sea de dos, tres, cuatro o más y a
que comprendan profesionales de una sola disciplina o de distintas, y éstas son situaciones
que requieren de un manejo técnico muy cuidadoso, así como de acuerdos muy puntuales
entre los miembros del equipo y de un tiempo de elaboración suficiente para aclarar las
diferencias y malos entendidos que pudieran surgir en el curso del trabajo. Debe tenerse
cuidado que el número de terapeutas no exceda nunca al número de pacientes, ya que esto
suele incrementarles las ansiedades persecutorias y la inhibición iniciales.
Hemos trabajado tanto aceptando acompañantes y familiares en el grupo de admisión
como excluyéndolos y somos de la opinión, basada en estas experiencias clínicas, de que los
acompañantes deben de quedar excluidos como norma y que, en todo caso, su presencia
debe ser excepcional y basada en razones clínicas, ya que generalmente su presencia implica
un factor resistencial expresado en el nivel interpersonal. En el caso de adolescentes estos
criterios implicarían un ajuste de acuerdo a los requerimientos específicos de la situación y
en muchos casos esto significaría la aceptación de los acompañantes.
En la Clínica de AMPAG, en el turno matutino, el grupo de admisión es sólo para
adultos, ya que esta homogeneidad resulta útil en un trabajo tan breve. Niños y adolescentes
se entrevistan aparte, en forma individual o, predominantemente, en entrevista conjunta con
sus familiares o acompañantes. Las parejas y familias que solicitan tratamiento solo llenan
los formularios de autoevaluación y la primera entrevista la realizan con el terapeuta que les
atenderá, ya que la usual brevedad de estas terapias requiere un proceso articulado y
coherente entre esta primera entrevista y el proceso ulterior.
La duración del grupo es de una hora y media a dos horas, dependiendo del número
de asistentes, y se cita la primera vez a los pacientes 15 minutos antes para que llenen un
formulario de autoevaluación donde consignan sus datos generales, familiares y los
referentes a su padecimiento actual.

20
Con el modelo vincular no hay mínimo de pacientes (Nota 2013).
82

El proceso

A) El problema de la indicación terapéutica y la derivación

Después de distintas experiencias tentativas en busca de mantener fluidez


institucional para la colocación de los pacientes de nuevo ingreso, hemos considerado como
lo más adecuado tener dos o tres sesiones en el grupo de admisión antes de canalizar a los
pacientes a su tratamiento definitivo (en el caso de AMPAG generalmente a terapia analítica
de grupo). En algunos casos este período se alarga cuando existen problemas de diagnóstico,
o, más frecuentemente, de definición con respecto a la indicación más adecuada (que se
analiza junto con el paciente) por ejemplo, entre terapia personal y terapia de pareja (o
familiar). También se alarga cuando se necesitan hacer “puentes de espera” porque no hay
posibilidades inmediatas de derivación y hay alguna urgencia para el tratamiento o
esclarecimiento inmediato. Otras ocasiones tiene que ver con situaciones de crisis
manejables como terapias breves, por ejemplo, con duelos que requieren de un trabajo de
elaboración susceptible de realizarse y terminarse en el mismo grupo de admisión.
Por supuesto no todos los pacientes son posibles de manejarse en una Clínica como
la nuestra y realizamos un cierto número, minoritario, de derivaciones externas algunas a
consultorios privados (las menos, y casi siempre por horarios difíciles, por sobredemanda
institucional o por necesidad de tratamiento individual) y a instituciones públicas o privadas,
o a grupos de autoayuda, excepcionalmente a lugares de internación.

B) La consigna inicial

La instalación del proceso grupal en estas condiciones de tiempo tan limitado


necesita ser abordada en forma muy activa y no en la clásica forma psicoanalítica
expectante. Para empezar, necesitan explicitarse las características del grupo (grupo de
admisión), su duración (en general 2- 3 sesiones, en algunos casos algo más), así como sus
propósitos (empezar a conocer los motivos de consulta de cada uno de los asistentes y
empezar a trabajar sobre los conflictos que traigan, así como llegar a establecer la indicación
terapéutica ulterior más adecuada) y la modalidad de trabajo (discusión libre en donde todos
pueden intervenir y comentar, sobre lo suyo y sobre el material de los demás, necesidad de
confidencialidad, utilización de técnicas verbales y de técnicas de acción). Se enfatiza que
en el grupo de admisión no sólo se conocen los problemas que les llevan a buscar ayuda,
sino que se empieza a trabajar sobre estos problemas, se empieza su análisis.
Tras la consigna se presentan los coordinadores por sus nombres y apellidos y se
pide a los pacientes que vayan mencionando sus nombres de pila. Se busca crear un clima
de confianza y familiaridad, se favorece activamente el tuteo, se incitan las intervenciones
sobre los otros y se utiliza mucho el humor para bajar las tensiones y estimular el trabajo
(Copeland, 1980; Rossel, 1979).

C) Algunos elementos del trabajo inicial

Como en todo proceso psicoterapéutico hay un efecto placebo inicial, producto de la


83
situación de necesidad y dependencia de quien busca ayuda, y este efecto placebo se utiliza
concientemente como palanca para el cambio junto con la llamada alianza terapéutica, en
tanto se crean los vínculos transferenciales y de involucración en el proceso de análisis de
los conflictos y del carácter.
Por supuesto, como en todo proceso psicoanalítico, es esencial la detección de las
resistencias, grupales e individuales, y de un trabajo intensivo sobre ellas que, en el caso del
grupo de admisión, giran mucho en torno a la participación o no en el proceso del grupo.
Enseguida hay que pasar a la selección de los focos centrales de trabajo, tanto
grupales como individuales, para tener una primera aproximación interpretativa.
Como señala Carrillo (1980/1984):

La multiplicidad de puntos de referencia… nos conduce a la posibilidad de múltiples


lecturas (rima con aventuras), de los fenómenos que se ofrecen a la mirada del analista de grupos. Es-
te, en forma rigurosa, sistemática y constante, tiene que contestarse las siguientes tres preguntas:
En primer lugar: ¿desde qué lugar voy a tratar de leer el texto grupal, constituido por
significantes de toda índole, ¿desde la psicosociología, desde el psicoanálisis, desde el psicodrama
analítico, desde la sociología, desde el análisis institucional? Esta pregunta nos introduce al problema
de la intervención que constituye el sentido de las dos preguntas restantes.
La segunda pregunta: ¿en qué nivel va a incidir mi intervención? (la noción de punto de
urgencia, emergente o foco).
La tercera pregunta: ¿cómo voy a instrumentalizar mi intervención?, ¿con técnicas verbales o
con técnicas de acción?

Y en todo esto el terapeuta tiene que ser muy activo, él es el responsable de crear las
condiciones adecuadas para un trabajo psicológico fluido, es decir, tiene que crear un clima
de confianza y seguridad, un ambiente de participación, solidaridad y honestidad, y una
cultura grupal de análisis psicológico. Además tiene que hacer señalamientos grupales que
favorezcan la cohesión de grupo y señalamientos individuales que apunten a la comprensión
de los problemas que les traen a consulta.
Esto no es fácil por la rapidez con que se necesita proceder, por la gran actividad
(poco común en el entrenamiento psicoanalítico) con que se requiere participar y por la
importancia que en todo esto asume la contratransferencia. Incluso la necesidad de ser rápi-
do para comprender y accionar, para elegir prioridades e interpretar, lleva con facilidad a
contraactuaciones y es necesario aprender a manejarse con ellas y, si es necesario, incluir la
contratransferencia y las contraactuaciones en el campo interpretativo para salir adelante sin
parálisis ni iatrogenias (Grotjahn, 1979).
Las condiciones de la admisión hacen que se maneje no sólo el diagnóstico
convencional psicopatológico y de carácter, sino además los diagnósticos de motivación y
demanda terapéutica, de analizabilidad y agrupabilidad, y de capacidad de insight,
diagnósticos, estos últimos, determinantes para el proceso terapéutico ulterior.

D) La apertura

Ahora bien, sabemos que un grupo terapéutico tiene tres etapas básicas: apertura,
desarrollo y terminación; etapas inicial, media y final; cada una con sus propias
características y tareas. El grupo de admisión, como es de comprenderse, se circunscribe
muy especialmente a la etapa inicial, de apertura, y ésta es una de las situaciones grupales
84
que más ansiedad genera a los miembros del grupo y también a los coordinadores. Toda
apertura es una situación nueva, es un momento de cambio y, como tal, produce en todos la
aparición de los Miedos Básicos que describiera Pichon-Rivière (1971): el miedo a la pér-
dida y el miedo al ataque.
El primero, es el temor de perder lo que ya se tenía de antes, el marco de referencia
anterior en el cual se sentía seguro y en donde pisaba un terreno conocido.
El segundo, es el temor a ser atacado que surge frente a lo desconocido de la nueva
situación que, por consiguiente, aparece como peligrosa y atemorizante. Es también el temor
a no saber manejar los nuevos instrumentos que la situación pone a nuestra disposición, pero
a los cuales no conocemos todavía.
Estos miedos generan ansiedades. Al miedo a la pérdida corresponde la ansiedad
depresiva, y al miedo al ataque la ansiedad paranoide (o persecutoria).
Por supuesto, estas ansiedades afectan no sólo a los pacientes, sino también a los
terapeutas, sólo que de estos se espera que estén más concientes de su existencia y de su
aparición y en ese sentido puedan manejarlas en lugar de ser manejados por ellas.
Esto significa que hay que remontar, al inicio del grupo, sentimientos de
desconfianza, de persecución, así como de vergüenza, de tristeza y enojo, y que todo esto
suele llevar a una conducta evitativa del contacto con los propios problemas y con las demás
personas, situación en donde se define el éxito o fracaso de estos contactos iniciales para el
logro de un proceso analítico satisfactorio y útil. Hay también en muchos casos una fuerte
tendencia a colocarse en una posición de dependencia y desvalimiento desde donde se
pretende depositar los sufrimientos propios y la responsabilidad por su enfrentamiento y
solución a los terapeutas y a la institución con los cuales se acude. También es el momento
inicial, el del “baile de disfraces” en que cada quien va con su máscara oficial y cotidiana
colocada y tiene que iniciar el doloroso proceso de empezar a tomar un contacto más
profundo y auténtico con su propio ser. Como ejemplo basta recordar el de las dos viñetas
presentadas en la primera parte del trabajo.

E) Demanda de satisfacción a las necesidades interpersonales

Schutz (1967), un psicólogo norteamericano con un interés central en los grupos de


encuentro, ha propuesto la existencia de tres necesidades interpersonales básicas: inclusión,
control y afecto.

La inclusión tiene que ver con la asociación entre la gente, con el ser incluido o excluido,
con la pertenencia, con el estar juntos. La necesidad de ser incluido se manifiesta como querer ser
atendido y atraer la atención y el interés de los demás. Aún si llega a recibir afectos negativos, puede
quedar parcialmente satisfecha la necesidad, ya que cuando menos alguien le ha brindado atención.
Un tema que aparece frecuentemente al inicio de las relaciones interpersonales es el del
compromiso, de la decisión de involucrarse en una relación o actividad determinada. Usualmente, en
los tanteos iniciales, los individuos tratan de presentarse unos con los otros, en parte para encontrar
en qué aspectos de ellos mismos pueden estar interesados los demás. Frecuentemente un miembro
está inicialmente silencioso debido a que no está seguro de que la gente esté interesada en él, lo cual
atañe a la inclusión.
La inclusión tiene que ver con la búsqueda de atención, reconocimiento, prominencia,
agradecimiento y prestigio; también con la identidad, la individualidad y el interés. Es distinto del
afecto en tanto no implica fuertes vínculos emocionales con otra persona. Es distinto del control, ya
que la preocupación central es con la prominencia, no con el dominio.
85

Resulta claro de esta descripción que el área de inclusión se vuelve de primordial


importancia al inicio de la vida de un grupo, ya que es el momento donde los individuos –
potenciales miembros de él- deciden si quieren o no quiere formar parte de un grupo y
donde el grupo define si los acepta o no. Es central en la interacción, ya que ésta implica el
hecho de tomar contacto con los otros y de lograr hacerse un lugar. El manejo de la distancia
con los demás (y consigo mismo), así como conductas de aislamiento o, por el contrario, de
participación exhibicionista, son las situaciones más frecuentes a enfrentar en lo relacionado
a esta área. Las actitudes evitativas, tanto fóbicas, como paranoides, como esquizoides son
de lo más f recuente en este período inicial de los grupos en función de las ansiedades de
inclusión despertadas en cada individuo por la situación grupal21.

b) El control se refiere a los procesos de toma poder, de decisiones entre la gente y las áreas de
influencia y autoridad. La necesidad de control varía a lo largo de un continuum desde el deseo de
poder, autoridad y control sobre otros (y sobre el futuro de uno mismo) hasta la necesidad de ser
controlado y de tener delegada la responsabilidad sobre uno mismo.
La escenificación dramática provee algunos elementos para distinguir al buscador de
inclusión del buscador de control, El buscador de inclusión o prominencia quiere ser uno de los
participantes en el argumento, mientras el buscador de control quiere ser el ganador, o cuando menos
estar en el mismo lado que el ganador. El buscador de prominencia prefiere ser perdedor parti-
cipante; el buscador de dominio prefiere ser ganador, no participante.
El control es también manifestado en la conducta de algunas gentes que tratan de controlar a
otras. Las expresiones de independencia y rebelión ejemplifican el rechazo a ser controlados,
mientras la docilidad, sumisión y obediencia indican grados variados de aceptación del control de
otros.
La búsqueda de control difiere de la búsqueda de inclusión en que no requiere prominencia.
El “poder detrás del trono” es un excelente ejemplo de un rol que manifiesta alta necesidad de
control y baja necesidad de inclusión. El “comodín”, en cambio, manifiesta una alta necesidad de
inclusión y baja necesidad de control.

En el área de inclusión son relevantes los temas de dependencia- independencia y de


simbiosis- individuación. En la viñeta número 1 resalta, por ejemplo, la actitud de
dependencia con que se manifiestan la mayor parte de los integrantes de ese grupo y su
expectativa de soluciones mágicas en el afuera (padres idealizados, omnipotentes). De
cualquier manera, todos los pacientes vienen con una cierta dependencia desde su estado de
necesidad y si bien en un tratamiento clásico esta dependencia se centraliza en el terapeuta,
por el otro, el lograr gradualmente una mayor comprensión de sus síntomas y conflictos le
permite desarrollar una creciente sensación y capacidad de control sobre su propia vida que

21
NOTA POSTERIOR (2002): La agrupación genera en los individuos un especial tipo de ansiedad que ha
sido denominada de distintas maneras según los vectores que cada autor ha destacado: ansiedad esquizo-
paranoide o persecutoria (Klein, 1934), denominación que destaca la amenaza persecutoria que genera la
situación colectiva sobre la individualidad y el frecuente replegamiento sobre sí mismo; ansiedad de
masificación (Bernard, 1993), concepto que destaca la amenaza a la identidad individual; ansiedad de no
asignación (Kaes, 1993), donde se resalta la amenaza de no tener un lugar en el tejido grupal-social; ansiedad
de dilución (Segoviano, 2001), concepto que destaca el desapuntalamiento del narcisismo secundario en la
situación grupal con el consecuente retorno y actualización del narcisismo primario y la aparición del estado de
anonadamiento.
86
favorece la autonomía y la independencia. Es importante por eso buscar desde las primeras
sesiones del grupo que se vaya logrando alguna comprensión de la problemática que les trae.
En el área de control los temas relevantes atañen al manejo del poder, de la agresión,
de la competencia y del dominio.
Una de las razones que nos han hecho dejar afuera a los acompañantes es el
comprobar cómo esto se manifestaba, frecuentemente, como una expresión interpersonal de
la resistencia. Por ejemplo, recordamos el caso de una mujer de más de 50 años que acudió
al grupo acompañada de una de sus hijas de poco más de 20 años y que expresó como
motivo de consulta la recomendación hecha por el terapeuta de otra de sus hijas, atendida
por un brote esquizofrénico. La madre no se explicaba la causa de la recomendación, ya que
ella se pasaba ayudando a la gente y, en efecto, ése fue el rol que asumió en el grupo, pero
con unas características de monopolización y de control que hacían ver a las claras que de-
trás del rol de “María auxiliadora” estaba el rol real de “Maria asfixiadora” y la presencia de
su hija obedecía a la necesidad de contar con una aliada segura para ocultar esto y mantener
sus manejos. A pesar de todo, la chica logró darse cuenta de estos manejos, lo cual resultó
muy amenazante e intolerable para la madre que nunca llevó a la práctica la recomendación
que se le dio de ir a terapia familiar.

c) La conducta de afecto se refiere a sentimientos personales íntimos y profundos entre dos gentes,
especialmente amor y odio en sus varios grados. El afecto se establece en una relación diádica; puede
ocurrir sólo entre parejas de gente, mientras que las relaciones de inclusión y control pueden ocurrir
tanto en díadas como entre una persona y un grupo de personas.
Con respecto a una relación interpersonal, la inclusión concierne principalmente a la
formación de una relación, mientras el control y el afecto conciernen a relaciones ya formadas.
Dentro de las relaciones existentes, el control es el área relacionada con quién da órdenes y quién
toma decisiones, mientras el afecto tiene que ver con cuán cercanas o lejanas se vuelven las
relaciones emocionales. La inclusión implica el problema de estar afuera o adentro; el control
implica estar arriba o abajo; y el afecto estar cerca o lejos.

En el caso, como el presente, de grupos terapéuticos manejados desde una


concepción psicoanalítica, el inicio del grupo implica también el despliegue naciente de las
cinco transferencias que se dan en ese contexto: (1) la transferencia central al terapeuta; (2)
las transferencias a cada uno de los compañeros, que no son vistos claramente en su
dimensión real y objetiva, sino también desde la fantasmagoría de los objetos internos de
cada quien, ésta es la transferencia lateral de gran riqueza e importancia en el trabajo grupal;
(3) la transferencia al grupo como un todo, madre edípica ambivalente e integrada o, más
frecuentemente al inicio, madre preedípica escindida, ya sea buena y amorosa, o mala y
persecutoria; (4) la transferencia institucional, con su aspecto genérico (la institución del
psicoanálisis) y especifico (el consultorio privado; o la institución AMPAG, en este caso) y
(5) la transferencia al mundo exterior, zona frecuentemente evitada, ya que implica entre
otras cosas las diferencias culturales, étnicas, sexuales, de minorías ideológicas, políticas,
económicas, de clase, etc. Es clara la importancia de que en estos momentos iniciales de la
vida en un grupo terapéutico estas transferencias nacientes no se obturen sino se
desplieguen, pero sin estimularse demasiado la transferencia central en los terapeutas del
grupo de admisión al saber, claramente, que es un grupo de paso y que arribará después a un
grupo de tratamiento definitivo con otro u otros terapeutas.
La proyección al exterior de sentimientos intensos de amor o de odio, de ternura y
87
agresión, son siempre temidos, frecuentemente evitados, pero yo diría que si bien es raro se
desplieguen al inicio en toda su intensidad están siempre esbozados, siempre insinuados, y
de ahí la importancia de nuestra labor de pasar del plano manifiesto, de las insinuaciones, al
latente, del despliegue franco de las emociones reprimidas.

Viñeta 3. Sobre la agresión.

En una ocasión el grupo de admisión en turno se apreciaba con mucha agresividad,


agresividad que estorbaba la participación más libre. Decidimos hacer una dramatización
tomando como eje el trabajo de vendedor de uno de los integrantes (había dejado estudios
profesionales avanzados para dedicarse a las ventas, era un tipo muy atildado y elegante, y
había algo extraño en todo ese cambio). El llegaba a una oficina pública a realizar una de sus
citas con el objeto de lograr una venta. Primero tenía que pasar la antesala, donde estaban
secretarias y recepcionistas, para llegar con el jefe del departamento de compras. La
dramatización mostró de manera palpable para todos su agresividad negada y su función
saboteadora para lograr lo que era su propósito aparente: conseguir una venta. De ahí
pudimos obtener una asociación clave: el evento traumático que determinó el abandono de
sus estudios y que fue, al término de una noche de estudio con sus compañeros, su secuestro
y tortura con amenazas constantes de muerte por parte de los policías que lo hacían con
propósitos de robo y, al parecer, también de secuestro para pedir rescate, este último
propósito finalmente abandonado. Aparecía, así, el primer nivel explicativo de una conducta
abiertamente contradictoria y de otra manera incomprensible, y un tema a desarrollar y
profundizar en todo su análisis ulterior.

La terminación

Establecimos previamente cómo el objetivo central del grupo de admisión era


romper con las disociaciones más frecuentes en la práctica entre el paciente y las
instituciones. Pero esto se logra corriendo las disociaciones de lugar, del exterior al interior
de la institución, de una dimensión intersistémica (pacientes e institución) a una dimensión
intrasistémica (los terapeutas de admisión y los demás de la Clínica). Esto tiene la finalidad
de lograr que no sea el paciente la víctima de la problemática institucional, sino que ésta, en
caso de aparecer, se de al interior de la institución, como contradicciones o diferencias entre
sus miembros, personajes siempre más pares, con menos asimetría y desnivel de poder que
la diada paciente/ terapeuta.
El que un terapeuta (o equipo de terapeutas) sea el encargado de la admisión de los
pacientes, de las primeras intervenciones terapéuticas y de la conformación de los grupos
definitivos y otro terapeuta (o equipo de terapeutas) sea el encargado de proporcionar esta
atención definitiva y desarrollar el proceso terapéutico que en la Clínica está establecido
como norma por dos años, es una condición particular llena de sorpresas: los terapeutas de
admisión no tienen ninguna idea previa de quienes les van a llegar como pacientes, pero los
encargados de los grupos terapéuticos están en posición casi similar: sólo conocen
previamente a los pacientes a través de las fichas de autoevaluación y las notas de los
terapeutas de admisión; en casos de mayor entendimiento ni siquiera de eso: el terapeuta
conoce al paciente cuando llega.
88
Por supuesto esto requiere del establecimiento de un marco referencial común entre
los terapeutas, sobre todo en lo que se refiere a criterios semejantes para la agrupación. Es
un punto delicado que llega a feliz término cuando tanto el terapeuta queda satisfecho de la
agrupación así como el paciente queda agrupado en el lugar conveniente para lograr la
satisfacción de sus necesidades, considerando las características del grupo y la personalidad
y enfoque del terapeuta.
Al través del tiempo los ajustes y acuerdos son muy fáciles, porque se sustentan en
una base de confianza y de comunidad de criterios terapéuticos y como, además, los
pacientes van entrenados en el “juego psicoanalítico” el trabajo se vuelve más fluido al
inicio para los terapeutas de los grupos definitivos.
El trabajo requiere una comunicación amplia entre los terapeutas de admisión y los
demás para evitar conflictos y malos entendidos. Se busca respetar las predilecciones
individuales siempre y cuando éstas no estén en contra de las normas, políticas e ideología
institucional. En ocasiones, por las necesidades de los pacientes, se llegan a forzar un poco
las cosas, situación que con una buena comunicación se puede limar con los terapeutas,
como cuando mandamos una histérica grave a un grupo donde los terapeutas la calificaron
de “histerofrenia” y establecieron un reclamo acerca de la derivación, que no pasó de ahí
porque justamente se le mandó al lugar donde consideramos se le podía dar mayor
contención dada su indudable capacidad de perturbación. En otra ocasión, a una
esquizofrénica en proceso de remisión, pero todavía con cierto grado de sintomatología
delirante, después de medicarla y observarla varias sesiones en el grupo de admisión, la
enviamos a un grupo terapéutico muy cerca de terminar (a ocho meses), buscando un
continente grupal bien conformado y una experiencia breve para la crisis semi-aguda del
momento. Para nuestra satisfacción el grupo mencionado se quedó perplejo, pero después
decidió aceptarla “para revisar ellos mismos sus propias partes locas”.
Aunque con experiencia y buena memoria no se requiere de registros formales,
escritos, éstos son prácticamente imprescindibles para toda institución, y nosotros utilizamos
un formato parecido al que Foulkes recomienda en donde se detallan el número del grupo,
su fecha de inicio, su horario de trabajo, los terapeutas que lo atienden y después una lista
hasta para diez pacientes, con espacios libres a la derecha de sus nombres donde, en distintas
columnas, se anota edad, sexo, estado civil, ocupación, escolaridad, nivel socioeconómico,
diagnóstico (nosológico y de estructura de carácter, así como de demanda terapéutica,
analizabilidad y agrupabilidad), síntomas o problemas principales, tratamientos
psicoterapéuticos previos y tratamientos actuales (farmacológicos o de otro tipo)22.
Al final, fuera de las columnas, se incluye un espacio para anotar características
especiales de los miembros del grupo que sea de interés dejar consignados.
Un momento como ése, de conformación de un nuevo grupo, marca la situación
contradictoria típica del grupo de admisión: algo empieza afuera y algo termina adentro, la
vida y la muerte siguen trenzadas, la dialéctica del cambio y del desarrollo y así, una vez y
otra, se buscan nuevas vueltas de la espiral: terminar y recomenzar, en historia permanente...

22
Las formas de registro han ido cambiando en función de criterios de las distintas administraciones de las
clínicas.
89
BIBLIOGRAFÍA

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mental”, Universidad Autónoma Metropolitana- Xochimilco, México,1980 (documento
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El tema se desarrolló posteriormente en dos publicaciones:
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91
APÉNDICE:

MANUAL DE PROCEDIMIENTOS DE LA CLÍNICA DE AMPAG, 1978.


(Selección de partes del documento institucional)

Dr. José Antonio Carrillo,


Dr. Octavio Márquez.
Coordinadores de la Clínica, enero de 1978.

II.- ESTRATEGIAS Y TÁCTICAS TERAPÉUTICAS:

Lo que sigue es un bosquejo de los CRITERIOS Y LINEAMIENTOS


TERAPÉUTICOS que van a encuadrar el trabajo en la Clínica: en la investigación, en la
asistencia y en la docencia. Son regulaciones que van a irse afinando con la experiencia de
todos, esperando que, en un futuro, nuestra tarea se fundamente en marcos conceptuales
comunes (con las diferencias necesarias e inevitables) desde el punto de vista teórico y
técnico.
El marco teórico lo constituyen los conceptos fundamentales del psicoanálisis; de las
teorías sobre los grupos; de la terapia de objetivos específicos, breve y de emergencia; y
conceptos sobre las instituciones. Por lo que toca a los recursos técnicos que van a ser
utilizados tendremos los grupos de recepción, evaluación y derivación (RED); la terapia de
grupo; la terapia de parejas y familias; y la terapia individual; tomando en cuenta que para la
aplicación de estas técnicas se usarán los criterios de la terapia de duración limitada y
objetivos específicos. Posteriormente se agregarán otros recursos terapéuticos más
especializados: grupos de psicodrama psicoanalítico, laboratorios de movilización, grupos
de niños y de adolescentes, grupos de psicóticos, de psicosomáticos, de análisis
institucional, diversos tipos de grupos operativos, etc.
Por lo pronto, para la primera fase, se proponen los siguientes ENCUADRES
tomando en cuenta (y a partir de) nuestro esquema referencial y la demanda a corto y
mediano plazo:

GRUPOS DE RECEPCIÓN Y EVALUACIÓN:

1.- Tienen como finalidad el recibir al paciente, el proporcionarle un “espacio” de seguridad


en esa zona intermedia entre el afuera y el adentro institucional. En este espacio la meta
sería facilitar que el paciente deposite sus primeras ansiedades producidas por la inserción
institucional, hacer un primer diagnóstico de su situación interna y externa (subjetiva y
objetiva), su analizabilidad, su agrupabilidad, valorar los beneficios que puede
proporcionarle lo que la Clínica ofrece y, finalmente, derivarlo con el terapeuta y el tipo de
tratamiento más adecuado para su problemática o, en caso contrario, orientarlo en su
búsqueda de ayuda fuera de la Clínica.
92
2.- Los Grupos de Recepción y Evaluación lo forman de 10 a 12 pacientes y sus
acompañantes, si así lo desean, y un equipo de dos o más terapeutas de distintos niveles.
Funcionan una vez a la semana con una duración de tres horas distribuidas de la manera
siguiente: las dos primeras horas se dedican al trabajo grupal con las metas enunciadas,
luego media hora en que los pacientes y el equipo terapéutico funcionan separadamente para
procesar el material, y una media hora final para hacer la síntesis, la “devolución” a los
pacientes y las recomendaciones que se hayan decidido (en la experiencia se ha visto que en
el futuro va a haber necesidad de prolongar las sesiones quizá a 4 o 5 horas).

3.- Estos grupos se manejan con técnicas verbales y técnicas de acción de acuerdo con las
necesidades.

4.- En estos grupos el paciente asistirá de una a cinco veces antes de ser derivado a un
tratamiento definitivo. En este tipo de grupo el paciente dará su cuota de recuperación al
terminar cada sesión.

5.- En el futuro estos grupos podrán funcionar como grupos “de espera”.

TERAPIA DE GRUPO

1.- Los grupos serán manejados dentro del marco teórico del psicoanálisis y los criterios de
la terapia de objetivos específicos y duración limitada.

2.- Lo forman de 10 a 12 pacientes y dos o más terapeutas (idealmente) manejados con


técnicas verbales y técnicas de acción. Estos grupos funcionan una vez a la semana durante
dos horas y con una duración de aproximadamente dos años.

3.- Los grupos serán abiertos durante los primeros meses y, cuando sea el momento
dinámico adecuado, continuarán funcionando como grupos cerrados hasta su terminación,
según el criterio de los terapeutas.

4.- Dentro de las primeras tareas que enfrentará el grupo (y los terapeutas) será la de discutir
y elaborar todo lo relacionado con el encuadre institucional, con técnicas de duración
limitada, grupo abierto- cerrado, con terapeutas invitados, eventualmente con sesiones
prolongadas, con indicaciones de asistir a un laboratorio de movilización, etc. Además, el
análisis y la elaboración (desde las primeras fases de la terapia), de los duelos que van a ser
catalizados por el encuadre: duración limitada, terapeutas invitados, etc.

5.- Al disolverse el grupo se hará una evaluación final de lo que se logró y se darán las
recomendaciones pertinentes a cada uno de los integrantes.

6.- Las cuotas de recuperación, a reserva de modificaciones ulteriores, deberán ser


manejadas por los terapeutas. El monto total de las cuotas será dividido en partes iguales:
una parte para la institución y una para cada uno de los terapeutas. Se espera que para más
adelante, cuando las condiciones lo permitan, la parte que le corresponde a la institución
93
será reducida. Los pagos serán a fin de mes y se pagarán las sesiones que no se asistan. No
se pagarán las vacaciones y faltas de los terapeutas. En estos casos el dinero será del
terapeuta que siga asistiendo.

7.- Si el paciente, sin avisar, deja de asistir tres sesiones seguidas, será interpretado como
abandono de la terapia.

8.- Los terapeutas, en el primer mes de asistencia de los pacientes complementarán la Nota
Inicial (breve historia clínica) que empezó a ser elaborada en el Departamento de Recepción
y Evaluación. Harán una nota inicial de la terapia, las notas de evolución (individuales y del
grupo) necesarias, así como la nota final de la terapia de cada paciente y del grupo.

9.- El material del punto anterior deberá de entregarse de inmediato al Coordinador Técnico
de la Clínica, para ser archivado en su carpeta respectiva.

10.- Se programarán grupos de discusión integrados por los terapeutas, cuya tarea será la de
comparar experiencias, sugerir cambios, investigar temas específicos, presentar un trabajo,
etc.
94
Capítulo 5

LA TÉCNICA PSICOANALÍTICA GRUPAL Y LOS GRUPOS DE ADMISIÓN


(2004/ 2013)

Mario Campuzano

El método psicoanalítico

La definición de qué es el método psicoanalítico no es universal, es distinta en cada


escuela, dando lugar a las propuestas de neofreudianos; kleinianos y postkleinianos;
lacanianos de variedad a, b ó c; psicólogos del yo; psicólogos del self; etc. Este no es un
punto de menor importancia, ya que la adherencia a un determinado enfoque teórico-técnico
definirá los criterios de enfermedad, de cura, de técnica de tratamiento y de proceso
terapéutico y de enseñanza.
La situación se complejizará aún mas en el caso del psicoanálisis grupal, puesto que
después de la adherencia a una determinada escuela psicoanalítica, habrá que definir la
adherencia a un determinado enfoque grupal: (a) técnica centrada en el grupo: modelo
Tavistock o psicoterapia del grupo que va desde Bion, Ezriel, Grinberg y cols. y el enfoque
inicial de la AMPAG, hasta Anzieu y Kaës; (b) técnica centrada en los individuos:
psicoterapia en el grupo de Wolff y Schwartz; o (c) técnicas centradas en la interacción
individuo-grupo, según distintos enfoques como el grupoanálisis de Foulkes, el grupo
operativo de Pichón-Rivière, la psicoterapia de configuraciones vinculares de Bernard y
cols. y el modelo vincular- estratégico de mi autoría.
Todas estas propuestas grupales -al ser psicoanalíticas- buscarán comprender e
interpretar los aspectos latentes de la psicodinamia. En el modelo vincular esto abarcará
tanto la dimensión del individuo, como de la vinculación con otro, otros o el conjunto
grupal.
En síntesis, el trabajo con grupos terapéuticos psicoanalíticos tendrá variantes de
acuerdo a las categorías que la definan, dos de las cuales ya hemos destacado:

(1) Modelo teórico-técnico del psicoanálisis (escuela psicoanalítica de adscripción).

(2) Modelo teórico-técnico de la terapia grupal: unidisciplinario o multidisciplinario;


del grupo, en el grupo, interaccional, vincular, etc.; con inclusión de lo social o sin ello; sólo
técnicas verbales, o verbales y psicodramáticas; de duración ilimitada, o de tiempo y
objetivos limitados; institucional o privada; etc.

(3) Momento evolutivo del grupo: etapa inicial, intermedia o final.

Una vez elegidas las adherencias teórico-técnicas y puesto en marcha el trabajo


clínico, los problemas más frecuentes que se presentan derivan de tres fuentes:
95
(a) De la enfermedad del paciente, en relación a la cual puede existir -por parte del
terapeuta- una falta de comprensión suficiente de su psicopatología y psicodinamia;

(b) De la técnica, por falta de dominio práctico suficiente del método psicoanalítico
de tratamiento, de sus variables y características como proceso, así cómo de sus alcances y
limitaciones.

(c) Del analista, en cuanto a la posibilidad de ser influído por la situación afectiva
del paciente, dando lugar a problemas de contratransferencia, de contraactuaciones o de
contraidentificación proyectiva.

Los problemas contratransferenciales y de contraactuación serán -en su solución


última- del resorte del análisis personal del terapeuta. Estos fenómenos son inconscientes
para el analista, aunque a veces la reacción del grupo ante su aparición puede permitir una
toma de conciencia total o parcial.
La contraidentificación proyectiva, destacada por Grinberg (1975), forma parte de
estos fenómenos de repetición que invaden el dispositivo terapéutico cuando el analista
novel es "parasitado" por los mecanismos de identificación proyectiva de alguno o algunos
de los pacientes del grupo, y esto es debido a su intensidad, a su calidad particular, o a su
complementariedad con objetos internos del analista. Aquellos que trabajamos los grupos
terapéuticos desde un enfoque kleiniano utilizamos el concepto de identificación proyectiva
no sólo en su dimensión psicopatológica, que es la que aquí destacamos, sino también en su
dimensión comunicacional donde la identificación proyectiva e introyectiva se vuelven
vehículos privilegiados de muchos intercambios entre los integrantes del grupo.

La trascendencia del modelo de trabajo

Debe destacarse que el dispositivo creado por la adherencia a un determinado


modelo teórico-técnico del grupo facilitará la emergencia de ciertos fenómenos grupales e
inhibirá la aparición de otros, dando lugar a la visibilidad o invisibilidad de ciertas
configuraciones grupales. Por ejemplo, el modelo de la psicoterapia del grupo -con su
énfasis sobre la gestalt grupal y la interpretación consecuente- facilitará la aparición de
fenómenos colectivos que serán fácilmente detectados por los analistas entrenados con este
enfoque kleiniano, enfoque que les permitirá -además- registrar los fenómenos mas
regresivos, de nivel psicótico, que se producen en los individuos participantes en ése tipo de
grupos. Esto mismo no se producirá, o no se registrará ni se interpretará, en el caso de la
psicoterapia en el grupo, enfoque centrado en los fenómenos inconscientes intrapsíquicos de
los individuos, hasta el extremo de que Wolff (1971) declaró como no terapéutico el interés
en los fenómenos grupales, ya que lleva "…a descuidar los insights individuales por
observaciones de lo que el grupo -como grupo- está haciendo. Así puede descuidarse la
psicodinamia y psicopatología inconsciente de los individuos."
La situación colectiva produce un plus intersubjetivo en el imaginario de los
individuos que la componen, que es la dimensión específica grupal que abarca elementos
comunes de los seres humanos más que los elementos singulares que conforman la identidad
individual. Esa dimensión intersubjetiva es el medio donde se realiza el proceso terapéutico
96
de los individuos en tratamiento bajo los enfoques centrados en el grupo. De ahí que en
modelos polares como la psicoterapia del grupo y en el grupo puedan lograrse efectos sobre
los individuos por vías tan opuestas: la interpretación exclusiva de lo intrapsíquico o de lo
intersubjetivo.
El modelo inicial de trabajo de la AMPAG fue el de la psicoterapia del grupo que, a
través del tiempo, fue mostrando sus limitaciones e insuficiencias, que dieron lugar a una
transformación subterránea, no explícita, de la práctica clínica (Campuzano, 1997). Esto, a
la larga, ha dado lugar a una crisis de paradigma, a una contradicción flagrante entre una
teoría -la de la psicoterapia del grupo- que ya no da cuenta de la práctica clínica que se
realiza, que es claramente interaccional.
En el modelo vincular- estratégico que hemos propuesto para superar esta
contradicción de la práctica y esta crisis de paradigma, se concibe que la interacción se
genera porque desde cada uno de los individuos que lo componen hay una oferta de
funciones derivada del intento de acomodar la realidad del mundo externo a las necesidades
pulsionales e imaginarias de su mundo interno, situación determinada a su vez por la historia
relacional de cada individuo que da lugar a una constelación objetal y de relaciones que se
expresa en una caracterología dada y un cierto tipo de conflictos psíquicos, así aparecen
fenómenos tales como las transferencias, las identificaciones, el liderazgo, los roles, etc.
Este modelo implica una concepción del psiquismo siempre vincular, con
determinantes familiares, grupales y sociales. La relación entre el grupo interno (subjetivo,
imaginario) y el grupo externo (expresión de la realidad natural y social) es el motor de esta
interacción que incide en la psicodinamia de los individuos y se condensa en distintos
fenómenos grupales que serán centro de nuestros esfuerzos para lograr su registro,
comprensión e interpretación en el proceso de tratamiento.
Por ello el trabajo terapéutico comprenderá tres áreas:

(a) El contrapunto dinámico-interaccional entre individuo, otro, otros y grupo (quién


habla, de qué, y a quién o quienes),
(b) El sentido de proceso, tanto en lo que hace a los individuos como a sus
vinculaciones con otro, otros y el grupo.
(c) La respuesta contratransferencial del analista a todo este complejo conjunto de
fenómenos.

Los fenómenos grupales psicoanalíticos

Como el trabajo clínico que estamos abordando es de grupos, deberá comprender el


reconocimiento de los fenómenos o configuraciones específicamente grupales que se
presentan en el proceso dinámico. Todos estos fenómenos tienen la característica
interaccional dada por la oferta de funciones de los individuos y la demanda de funciones
del grupo.
Reunimos aquí los fenómenos grupales que se han identificado y conceptualizado a
partir de la práctica clínica de diferentes modelos grupales terapéuticos y no terapéuticos.
Cada uno de ellos se discutirá en relación a su origen y sentido, así como a su utilidad en el
modelo terapéutico vincular:
97
(1) Identificaciones.
(2) Transferencias múltiples
(3) Liderazgo.
(4) Roles.
(5) Formación de subgrupos y significado latente.
(6) Oscilaciones entre la posición de grupo de supuestos básicos y grupo de trabajo.
(7) Fantasías.
(8) Escenas.

Identificaciones
La identificación es uno de los mecanismos interpersonales descritos por la teoría
freudiana, donde el otro es tomado como modelo para enriquecer los recursos y facetas de la
personalidad propia y se vuelve, consecuentemente, mecanismo básico de la constitución y
diferenciación de la personalidad.
En la teoría kleiniana aparece una variante que es la forma primaria, temprana, de
este mecanismo, la identificación proyectiva que con su contraparte, la identificación
introyectiva, se utilizan en el modelo de la psicoterapia del grupo en su dimensión
comunicacional, como vehículos de intercambio equivalentes al dar y recibir, posibilitado
por el efecto regresivo del grupo. Klein estableció, además, su dimensión defensiva, de
control sobre los otros, o sea, generalizando, su capacidad para manipular el medio ambiente
interpersonal que incluye la posibilidad de producir complicaciones contratransferenciales
derivadas de la parasitación de los pacientes sobre sus psicoanalistas, a los cuales les
producen bloqueos y distorsiones en la percepción.
Las redes de identificaciones y de transferencias que se generan en los grupos
psicoanalíticos son parte esencial y primordial de su dinámica.

Transferencias múltiples
Las transferencias múltiples derivan de los nuevos objetos que el grupo propone para
transferir: además del psicoanalista, los compañeros, el grupo como totalidad, la institución
que aloja al grupo (en el caso de los grupos privados, serán, en mancuerna, la institución del
psicoanálisis y la del consultorio privado) y el mundo exterior. Esta multiplicidad es posible
gracias a la escisión o difracción de la transferencia lo cual no produce una disminución de
su intensidad, como pensaban algunos terapeutas de grupo como Slavson.
Como ya hemos mencionado las transferencias laterales son las más características,
importantes y frecuentes del trabajo grupal psicoanalítico. En ellas no sólo se proyectan
imagos fraternas sino de todo tipo, especialmente paternas y maternas.
Lo que se transfiere son contenidos psíquicos diversos que cada modelo destaca en
función de sus necesidades de coherencia teórico-técnica. Así, el modelo de
configuraciones vinculares de Bernard (2006) centra su interés de lo que se transfiere en los
contenidos psíquicos organizados como fantasías inconscientes (de concepción
postfreudiana). En cambio en nuestro modelo centramos la atención de lo transferido en los
objetos internos con sus relaciones y afectos, los cuales hay que analizar, en el caso de los
preedípicos, en su dimensión de diadas complementarias y reversibles o, en los edípicos, de
relaciones triangulares, por ejemplo, padres agresivos con madre rechazante/ padre
explotador e irresponsable// hija explotada y agredida constantemente, con afectos de
desconfianza y temor a ser engañada y lastimada.
98

Liderazgo
El liderazgo ha sido muy estudiado por el grupo de Anzieu (1972) en grupos no
terapéuticos, en particular por Bejarano, y estos autores han destacado su función de
resistencia (y transferencia negativa) a través de la rivalidad con el analista, situación que es
dependiente de ese tipo de dispositivo grupal y no es extensiva a otros.
En los grupos terapéuticos psicoanalíticos pueden verse otros casos además del de
rivalidad (viñeta 2), por ejemplo el de liderazgos de trabajo generados por distintas
motivaciones, una de ellas por posiciones de dependencia y transferencia positiva, con
idealización del terapeuta, en el caso de personas que han sido hijos parentales y tienden a
funcionar como ayudantes de mamá y lo repiten con el analista del grupo.
La aparición de liderazgos en los “grupos sin líder” es función de la combinación de
necesidades del grupo (demanda) y características individuales que las satisfacen (oferta)
evidenciadas por el dispositivo de trabajo.
En relación al tiempo de aparición Grinberg, Langer y Rodrigué (1957) han
identificado el fenómeno de líder inicial, dado por las determinantes psicodinámicas
individuales echadas a andar por la demanda grupal en esa situación de angustia del
comienzo. Ellos destacan su posición de rivalidad aunque, como señalamos, pueden darse
otros casos como se ejemplifica en la viñeta 1a del supuesto básico de apareamiento.
En relación al proceso terapéutico los líderes pueden funcionar no sólo como líderes
de resistencia, sino, también, como ya mencionamos, como líderes de tarea, función que
también tiene que ser comprendida en sus determinantes y, si es necesario, debe ser
interpretada. La técnica de interpretación en el caso de los liderazgos, como en de los roles,
deberá destacar siempre -aunque no necesariamente en forma inmediata- los aspectos de la
psicodinamia individual (oferta) y de la demanda grupal a que responde. El individuo es el
portavoz o agente (inconsciente) de la resistencia, dependencia, o promoción del trabajo en
la medida en que el grupo, implícitamente, se lo solicita. Y, si se decide la interpretación del
fenómeno, ésta deberá mostrar -como enfatiza Bejarano- la alianza inconsciente entre el
individuo y el grupo.

Roles
Los roles han sido configuraciones importantes en modelos grupales psicoanalíticos
tan distintos como la psicoterapia del grupo, el grupo operativo de Pichon-Rivière y el de las
configuraciones vinculares de Bernard y cols. (1982).
Se han identificado algunas formas frecuentes (Bogdanoff y Elbaum, 1978) como el
de monopolista, desconfiado, paciente profesional, teatrero, ayudador, guerrero, infortunado
o aislado; todos ellos con determinantes interaccionales entre el individuo y el grupo en una
modalidad específica de relación. El rol de monopolista, por ejemplo, se construye sobre el
temor del grupo a la incertidumbre y la necesidad de alguien de llenar el vacío. La necesidad
de control en ese individuo -relacionada con temas de dominio/sumisión- y la demanda del
grupo se conjuntan en alianza inconsciente.
Un rol frecuente en la práctica es el de “hijo parental”, concepto que no viene del
psicoanálisis sino de la terapia familiar sistémica. Importa no sólo su función de ayudante
temprano de alguno de los padres, que les puede influir y hasta determinar un rol de vida de
“ayudante profesional” (el mejor segundo, con dificultades de tomar el liderazgo principal)
99
sino también la modalidad con la cual lo ejerce, por ej. de hijo(a) parental abnegado que
ayuda a los demás y se olvida de sí mismo o de hija(o) parental dominante, etc..

Subgrupos
La formación de subgrupos, a veces con cortes de género, de edad, o de diversas
características sociales o psicológicas es un mecanismo defensivo típicamente grupal que no
hay que dejar de registrar y de buscar su explicación psicodinámica latente, por ejemplo,
situación frecuente, el subgrupo participante y el subgrupo silencioso.

Grupo de supuesto básico/ grupo de trabajo


El grupo de trabajo y grupo de supuesto básico se refieren, en la formulación de
Bion (1948) a la existencia de dos modalidades de funcionamiento grupal que implican una
tensión permanente y recurrente y conforman “posiciones” en el entido kleiniano del
término: su funcionamiento en un nivel de mayor racionalidad y diferenciación individual y
su funcionamiento en un nivel regresivo y unitario cercano a la despersonalización de los
individuos, nivel regresivo que puede estimular u obstaculizar al funcionamiento del grupo
de trabajo. Bion considera a los supuestos básicos como formaciones secundarias de una
escena primaria muy primitiva, elaborada en el nivel de objetos parciales asociada con
ansiedades psicóticas y en la que están presentes los mecanismos de escisión y los de
introyección e identificación proyectiva. Hay que destacar que todo grupo funcionando bajo
el predominio de un supuesto básico incluye la existencia de un líder.
En los grupos terapéuticos estos supuestos básicos se convierten, también, en
organizadores psíquicos inconscientes del proceso, cuando menos durante un tramo de su
existencia, y durante ese tiempo facilitan o inhiben la posición de grupo de trabajo. En los
grupos de tiempo y objetivos limitados pueden actuar durante todo el proceso, como sucedió
en el ejemplo de un grupo que se inicia en supuesto básico de apareamiento que mantiene, a
traves de una líder femenina, el estímulo al grupo de trabajo.

Fantasías
La fantasía es una categoría central en la conceptualización kleiniana del
psicoanálisis y tiene un sentido pulsional y defensivo como ya lo mencionamos.
En la perspectiva postfreudiana de Laplanche (1964) la fantasía conserva su sentido
pulsional y se liga a los deseos, en particular a la realización de los deseos inconscientes, en
formas organizadas como guiones complejos colectivos de fantasías primarias u originarias
comunes a la especie humana o fantasías secundarias, individuales, ligadas a los particulares
conflictos psíquicos de cada sujeto.
Las fantasías originarias se expresan, discursivamente, en momentos muy regresivos
de los grupos que suelen ser los iniciales en los grupos no terapéuticos. En los terapéuticos
igual se expresan en situaciones regresivas iniciales o posteriores. También, dada la
capacidad figurativa de los grupos, pueden expresarse dramáticamente como escenas.

Escenas
Las escenas son dramatizaciones espontáneas desarrolladas entre dos o más
miembros del grupo. En la concepción francesa, utilizada también en el modelo de
configuraciones vinculares, pueden estar relacionadas con fantasías originarias o con
100
fantasías secundarias que se externalizan figurativamente y, en el segundo caso, se
organizan de acuerdo al modelo de la patología personal.
Como el modelo vincular-estratégico no está organizado en función del registro e
interpretación de las fantasías circulantes no le damos ese tipo de lectura, como resulta
evidente en la viñeta recién expuesta, donde se comprende e interpreta como expresión de la
transferencia grupal, reedición de las relaciones establecidas con los objetos internos
parentales y explicación de una parte importante de su psicopatología personal. Por eso las
escenas son un material valiosísimo que permiten el análisis y comprensión del psiquismo
del individuo que la construyó, con la ventaja adicional de su expresión vincular y su
carácter vivencial.

Agrupamiento, regresión, interpretación

El grupo de admisión, manejado psicoanalíticamente, es un grupo terapéutico breve


que se manejará técnicamente bajo los principios generales de los grupos terapéuticos
analíticos con algunos ajustes para adecuarlos a su singularidad: el hecho de ser muy breve
(generalmente tres sesiones), ser un grupo de paso y tener, además de las funciones
terapéuticas, las de contención institucional inicial, las de evaluación (cuando menos de
demanda terapéutica, motivación, analizabilidad y de agrupabilidad) y las de derivación (al
tratamiento que se considere adecuado considerando la demanda del paciente y la
evaluación realizada). De acuerdo al marco técnico dominante en AMPAG se podrán
utilizar, según las necesidades del momento, técnicas verbales o técnicas psicodramáticas.
El agrupamiento causa regresión, más cuanto mayor es el número de integrantes.
Esta característica se aprovecha en los tratamientos psicoanalíticos donde la regresión, en
analogía de algunos autores, funciona como el líquido del revelado fotográfico que permite
que aparezcan las imágenes pero ¿qué es lo que permite ver, aparecer, en la situación grupal
y de qué manera lo produce?
Habría que decir, como generalidad, que “en la regresión se produce una marcha
atrás en dirección a una fase anterior del desarrollo, hasta alcanzar uno o más puntos de
fijación” (Coderch, 1990). A su vez, las estructuras caracterológicas y las diversas formas
clínicas de la psicopatología dependen, fundamentalmente, de los puntos de fijación dados
en el desarrollo personal y –en consecuencia- echan a andar determinados mecanismos de
defensa del yo y ciertas –particulares- formas de relación con los objetos.
El agrupamiento genera una serie de ansiedades por la necesidad de mantener un
vínculo con los otros, un apoyo en el grupo y un lugar en ese conjunto, conservando al
mismo tiempo la individualidad y la identidad. Permite, por ende, que se despliegue el
mundo interno de cada sujeto en la diversidad de objetos interactivos que el grupo ofrece,
permitiendo ver las modalidades vinculares como expresión de las modalidades de relación
de objeto así como las formas particulares de expresión de los conflictos psíquicos y de la
estructura caracterológica, producto a su vez de una historia de relaciones que se revelan y
dramatizan en el escenario grupal. En suma, la situación regresivante y escenificante del
grupo permite develar la estructura relacional, caracterológica y psicopatológica de los
individuos que lo componen.
De esa manera el discurso de cada sujeto -que habla de sus motivos de consulta, de
sus malestares, de sus angustias, de su actualidad y de su historia- se complementa con su
101
actuar transferencial e identificatorio con los distintos objetos ofrecidos: el grupo mismo, el
psicoanalista, los compañeros del grupo y el mundo exterior. Y las interpretaciones podrán –
y deberán- abarcar las distintas posibilidades que el dispositivo ofrece: la interpretación
transferencial de las relaciones con los distintos objetos mencionados, así como la
interpretación extratransferencial de lo que sucede en los vínculos con su mundo cotidiano
en el afuera y la interpretación de su origen genético en las relaciones originales. Este es el
triángulo interpretativo completo que busca abarcarse en este modelo de trabajo: lo
transferencial, lo extratransferencial y lo psicogenético y siempre considerando en el ámbito
del grupo la interacción entre el individuo, los otros y el colectivo grupal, institucional y
socio-cultural.

Viñeta clínica 4. Primera sesión en un grupo de admisión

Resumiremos la primera sesión de un grupo de admisión conducida por el autor


hace varios años (1983) en la Clínica de la AMPAG y grabada en video-tape.
Después de la consigna dada por el terapeuta donde se define el encuadre y
propósitos del grupo de admisión, inicia una mujer madura (líder inicial) que asume el
control del grupo desde un rol monopólico y dominante, como una gran mamá. Su motivo
de consulta es no ser comprendida por su marido e hijos “a pesar de ser una supermujer,
eficiente tanto en el trabajo como en el hogar”.
Le hace juego -desde la identificación en las quejas- otra mujer de edad avanzada,
con un discurso muy confuso y lleno de referencias religiosas, que se duele de la
incomprensión de una hija que va a unirse con su novio sin casarse, a pesar de la oposición y
presión de ella, como madre.
Responden, desde el lugar de hijas, varias mujeres jóvenes que destacan la diferencia
generacional con sus madres -generalmente conservadoras y rígidas- y sus propias
búsquedas de un ejercicio distinto de su rol como mujeres, como cónyuges y como madres,
donde no quieren repetir la educación recibida de la cual son muy críticas. Otra mujer joven,
desde este cruce identificatorio, se queja del abandono en que le tuvo su madre, militante del
partido oficial y a quien ve muy parecida en actitudes a la madre vieja dedicada a militancias
religiosas que está en el grupo.
El analista interviene en ese momento destacando a la mujer líder inicial su
comportamiento en el grupo, donde rivaliza con el terapeuta y asume un rol dominante y
controlador sobre los miembros más jóvenes del grupo -tratándoles como hijos chiquitos,
infantilizándolos- en alianza con la otra madre vieja; se le confronta sobre lo probable de
que haga lo mismo en su casa y de ahí los problemas referidos con su marido e hijos (pasaje
del nivel transferencial –central y lateral- al extratransferencial). En esta interpretación no se
destacó suficiente el lado complementario, pasivo, (castrado) de los demás miembros del
grupo, especialmente de los hombres en base al impacto contratransferencial producido por
ella.
Después de un silencio elaborativo continúa la discusión sobre el rol de las mujeres
en la sociedad y los conflictos entre madres e hijas. Se señala por el analista cómo, en lo que
va de la sesión, se han dividido en subgrupos: por una parte, las mujeres-madres de edad
madura y las mujeres jóvenes que han venido confrontando sus diferencias de perspectiva
en muchos temas; y por otra parte, las mujeres que son las que han participado y los
102
hombres que han permanecido silenciosos. Eso sirve de estímulo para que uno de ellos
tenga una confrontación intensamente afectiva con la líder inicial a quien ve como una
madre muy limitante (castrante). El analista le pregunta si le habla a la líder inicial o a su
propia madre (discriminación entre mundo interno y mundo externo). Esto permite que el
diálogo continúe con la misma intensidad afectiva, pero con una discriminación de lo que es
referido a los miembros del grupo en interacción y lo que es referido a los personajes de su
familia (y a sus objetos internalizados). A partir de este diálogo los demás miembros del
grupo intervienen desde distintos lugares identificatorios. Con ello termina la sesión.
Vamos a desglosar la sesión utilizando las categorías mencionadas y los puntos
críticos del trabajo terapéutico.
Lo primero que aparece es el fenómeno de liderazgo, la líder inicial que toma el
control del grupo y rivaliza con el terapeuta en cuanto a quién tiene el papel central en el
grupo. Desde la perspectiva de los roles su modalidad es monopólica: llena el vacío del
grupo y expresa sus necesidades internas de tomar el poder en una modalidad fálica, que
implica rivalidad y dominio: rivalidad expresada en la transferencia central y dominio
expresado en las transferencias laterales. El juego de identificaciones aparece en seguida:
primero la otra madre dominante, luego las mujeres jóvenes como hijas y como madres
jóvenes, finalmente uno de los hombres dramatizando su rebelión ante una madre castrante,
permitida por la intervención del analista que señala el silencio de los hombres determinado
-aunque no se haya dicho- por las ansiedades de castración. Esa intervención marca las
escisiones en subgrupos: una primera entre madres viejas y madres jóvenes; y una segunda
entre mujeres y hombres, con una reacción diferencial de género ante las ansiedades de
castración. La contratransferencia, como punto crítico en este caso, toca el mismo estímulo:
las ansiedades de castración despertadas en el analista (y en los demás pacientes) por la líder
inicial, que dificultan la comprensión de la situación (el ataque al pensamiento del que
hablaba Bion) y hacen su primera intervención incompleta al destacar sólo el correlato
individual sin el impacto en los otros evidenciado en conductas sumisas, temerosas y
pasivas.
Las categorías que marcan los aspectos más generales son los supuestos básicos y
las escenas. La sesión se mantiene en un clima de trabajo bajo un supuesto básico de ataque
y fuga que, como mencionamos, se relaciona con las fantasías de castración. Como escena
estamos ante una escena edípica de castración: rivalidad con el analista-esposo y dominio
sobre los hijos-miembros jóvenes del grupo y alianza con la otra madre vieja.
El utilizar todas estas categorías grupales nos permite entender en forma mas amplia
y precisa lo que sucede en una sesión grupal psicoanalítica; también proporciona elementos
para organizar la lectura de los fenómenos grupales y la intervención sobre los mismos por
parte del analista; permite -asimismo- tener un marco organizador conceptual para la
comunicación profesional con los colegas y aún para la supervisión clínica.
103
BIBLIOGRAFÍA

Bion, W. R. (1948). Experiencias en grupos. Paidós: Buenos Aires, 1979.


Bejarano, Angelo (1972). "Resistencia y transferencia en los grupos". En: Anzieu, Didier. El
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Lugar Editorial: Buenos Aires.
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Wolff, Alexander (1983). "Psychoanalysis in groups". En: Kaplan, H. I. ; Sadock B. J.
Comprehensive Group Psychotherapy. Second Edition. Williams and Wilkins:
Baltimore/London.
104

Capítulo 6

CRITERIOS INICIALES DE EVALUACIÓN DEL FUNCIONAMIENTO DEL


MODELO AMPAG (2004)

Angélica González Guadarrama


Martha López Reyes
Osiris Pazarán Galicia
Jorge Sánchez-Escárcega23

Nos proponemos en este trabajo investigar algunas de las características particulares del
funcionamiento del Modelo AMPAG, pilar terapéutico fundamental desarrollado en la
Clínica de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo, A. C. (AMPAG). A
su vez, este cuestionamiento por fuerza nos lleva a una investigación mayor relacionada con
el denominado Grupo RED, componente básico del encuadre del Modelo AMPAG. Tanto
una como otra investigación nos conducen forzosamente al análisis de los elementos y
dinámicas teórico-técnicas, grupales y políticas de la institución en la que surgen estas
instancias clínicas. En otras palabras, pensamos que no es posible analizarlas sin considerar
las lógicas subyacentes a la institución en su totalidad. Comenzaremos entonces con un poco
de historia institucional:

1. Antecedentes

La AMPAG, fundada en 1967, después de diez años o más de operar formando


psicoanalistas de grupo, decide abrir una clínica (febrero de 1977) con las finalidades
manifiestas de: a) dar atención psicoterapéutica grupal a la comunidad y b) apoyar al
Instituto de Enseñanza (Carrillo, 1984).24 La necesidad de satisfacer estos dos pilares o
requerimientos institucionales determinó que, intuitivamente, con el paso de los años, se
creara un modelo particular de intervención terapéutica aplicado dentro de la clínica de la
institución, y que se conoce hoy como “Modelo AMPAG”.
Es importante señalar que a las prioridades iniciales se agregó en este tiempo la
investigación, primero vinculada al Instituto de Enseñanza, después como comisión
independiente, y por último, a partir del XI Cogobierno (1999), como parte de la Clínica.
Aun cuando sólo hasta esta fecha tan reciente quedó integrada la actividad investigadora a
las funciones de la Clínica (después de haber sufrido una serie de “migraciones” a través del
organigrama de la institución —por lo demás bastante comunes en cualquier instituto de
educación superior—), es evidente que desde siempre ha estado ligada a ella.

23
Miembros del Comité de Investigación de la Clínica AMPAG.
24
Dos décadas después (1997), las prioridades habían cambiado: a) apoyar la enseñanza de los candidatos, b)
desarrollar la investigación, y c) ofrecer asistencia a la comunidad.
105
Por otro lado, observamos que la gran mayoría de las investigaciones realizadas en la
Clínica de AMPAG están referidas al Grupo RED. El estudio longitudinal del método de
tratamiento, que es la parte complementaria del Modelo AMPAG, probablemente no fue
suficientemente considerada debido al menos a tres razones: a) desde un punto de vista
pragmático resulta más fácil estudiar el funcionamiento y características del Grupo RED a lo
largo de unas cuantas sesiones, que el método y funcionamiento de los grupos terapéuticos a
lo largo de dos años, b) desde los objetivos de la Clínica, en la medida en que se privilegia la
atención relativamente masiva a la comunidad y la apertura de grupos para los candidatos
del Instituto, aparece como menos importante determinar cuál es el destino y resultado de
esos grupos, y c) desde una cierta dificultad auto-confrontativa el estudio de los resultados
del método de trabajo utilizado en los grupos terapéuticos implicaría, tarde o temprano, un
análisis serio del método de tratamiento empleado, de la efectividad clínica de los
candidatos, de la congruencia de los programas, o de la capacidad didáctica de los docentes.

2. Modelo AMPAG

Tal como hemos mencionado, el Modelo AMPAG ha sufrido transformaciones


formales, técnicas, teóricas, institucionales e incluso políticas que le han dado un perfil
propio, relativamente constante y que en general intenta ser seguido por la mayoría de los
terapeutas cuando trabajan dentro de la institución. En términos operativos la Clínica de
AMPAG cuenta con dos sedes a las que asisten semanalmente un promedio de 450
pacientes y 30-40 terapeutas que trabajan alrededor de 60 grupos terapéuticos. A
continuación describiremos algunas características teórico-técnicas básicas del modelo
AMPAG:

2.1 Encuadre

Las sesiones son semanales, con una duración de hora y media. Adicionalmente se
trabajan otros 30 minutos en un diálogo interclínico entre el terapeuta docente y el terapeuta
alumno. En el caso de la coterapia docente, frente al grupo ambos terapeutas se presentan
como pares, en igualdad de responsabilidades y participación. En el diálogo interclínico se
retoman los roles de docente-supervisor y alumno-supervisando. A partir de 1998 las cuotas
son diferenciadas por niveles socioeconómicos y se asignan a través de un estudio realizado
por el Departamento de Trabajo Social.

Tiempo limitado

Los primeros grupos reprodujeron la experiencia de la práctica privada, siendo


grupos de trabajo con una metodología de grupo abierto, a tiempo indefinido. Este
dispositivo de trabajo pronto demostró sus limitaciones metodológicas al tratar de reproducir
un modelo inaplicable a la institución, y al ubicar al alumno como depositario pasivo de las
proyecciones del grupo.

...el modelo de grupo a dos años de duración se había establecido más por necesidades
institucionales de enseñanza que de acuerdo a la demanda asistencial o coherencia teórico-técnica. El
106
grupo se había estado trabajando más al aplicar el modelo conocido por la mayoría (grupo abierto de
consultorio privado) y no de acuerdo a los paradigmas establecidos por la terapias dinámicas con
objetivos y tiempo limitados (institucionales). Esto daba lugar a confusiones en la técnica y en el
lenguaje. (Mercado, 1997, p. 8).

El siguiente paso se dio al tratar de encontrar un modelo que pudiera proporcionar


una respuesta a la demanda psicológica del paciente durante el tiempo que la institución
podía asignarle (dos años), así como proporcionar a los candidatos la oportunidad de actuar
como terapeutas (al lado de un experto) en una situación analítica, y lograr que pudieran
“vivir” los diferentes momentos por los que atraviesa un proceso psicoanalítico grupal.

Coterapia

Paralelamente, y junto con una transformación ideológico-política en la


asociación que da paso a una modalidad denominada Cogobierno (con participación
pareja de miembros plenos y alumnos), se da en la Clínica y el Instituto una modificación
en la relación vertical experto-candidato, en tanto se transforma en una relación más
compleja, simétrica frente al grupo (coterapeutas con igualdad de responsabilidades) y
asimétrica en lo privado (el coterapeuta-docente guía, supervisa y evalúa al alumno).
Institucionalmente, entonces, tanto en lo político como en lo clínico, aparece la
problemática del doble rol del alumno.

[Este] constituye, en sí mismo, un papel conflictivo, ya que demanda en el estudiante la capacidad


para ser autónomo como terapeuta, a la vez que dependiente como alumno. Basados en lo anterior,
existía la sospecha de que ser coterapeuta alumno conllevaba una contradicción interna, que influía
tanto en el destino del grupo como en el del candidato.| (Díaz Portillo, Guadarrama, Ramos de
Moreno Corzo, Socorro y Vives, 1986, pp. 61-62).

Actualmente poco menos de la mitad de los grupos que se coordinan en la Clínica de


AMPAG lo hacen en la modalidad de coterapia.

Foco grupal

La necesidad de satisfacer los requisitos mencionados, a la vez que poder solucionar


el problema de la duración abreviada del tratamiento, condujeron a la introducción de un
nuevo elemento en el incipiente Modelo AMPAG. Se trata del concepto de “foco grupal”, al
cual definimos como:

Un artificio teórico-técnico que permite delimitar y sintetizar una totalidad dinámica y


subjetiva, a fin de organizar el trabajo psicoterapéutico cuando las limitaciones de tiempo o las
demandas planteadas por determinadas prioridades lo exigen. El foco grupal se construye por doble
vía: es elegido por el terapeuta a partir de su apreciación clínica y plan de trabajo, y a la vez es
construido por el grupo a través de sus producciones (fantasías inconscientes, supuestos básicos,
temas grupales, estructura de roles, etc.), que están formadas y reflejan los conflictos centrales de
cada integrante.

Sesiones prolongadas
107

La inclusión de sesiones prolongadas en el Modelo AMPAG tiene una historia casi


tan antigua como la del mismo modelo. Inicialmente las sesiones prolongadas se realizaban
en los consultorios, y a partir de la fundación de la Clínica en 1977, comenzaron a incluirse
como parte del tratamiento a dos años. Las sesiones prolongadas habitualmente se combinan
con técnicas dramáticas. La inclusión de éstas en el trabajo grupal se dio como parte de la
búsqueda de un modelo propio, de un Esquema Conceptual Referencial Operativo que
diferenciara el trabajo realizado en la AMPAG, otorgándole características originales.
Paralelamente al psicoanálisis se agregó el psicodrama psicoanalítico, lo cual significa la
visión del grupo como una dramática. Así comenzaron a combinarse las sesiones habituales
con sesiones prolongadas, maratones y laboratorios de movilización. Por otra parte, se puede
decir que la sesión prolongada es un modelo que diferencia de una manera singular al
análisis grupal del psicoanálisis de grupo. Se le considera útil para movilizar al grupo, para
romper intelectualizaciones, estereotipos de roles y de supuestos básicos, y lograr mayor
profundización e intensidad emocional para trabajar la interacción grupal en el “aquí y
ahora” y resolver conflictos grupales (cf. Nieto, 1992).

Teoría

Aunque en lo teórico las líneas interpretativas que manejan los terapeutas obedecen a
sus preferencias personales, en lo general se maneja una conceptualización más bien basada
en las escuelas de relaciones objetales y sus derivados actuales.
En resumen:

El modelo terapéutico que se utiliza en AMPAG, creado principalmente con fines didácticos,
es un dispositivo intermedio entre el modelo utilizado en el consultorio privado, generalmente de
tiempo indefinido, y la terapia breve de orientación psicodinámica. En él se busca que el alumno
experimente las diferentes etapas de un proceso grupal psicoanalítico en un plazo predeterminado a
dos años, en el que se obtengan logros terapéuticos reales. Para esto se utilizan estrategias de
focalización en base a los conflictos emergentes en el grupo. (...) En AMPAG incluimos, a modo de
catalizador del proceso grupal, dos sesiones prolongadas, donde por medio de técnicas de acción y
psicodramáticas, se moviliza al grupo. Estas sesiones coinciden, la primera, con el “cierre” del grupo
[aproximadamente entre seis y nueve meses después de iniciado], y la segunda con el momento de
preparación hacia la etapa final del tratamiento. En la primera sesión prolongada se busca la
consolidación del grupo como tal y la definición de las áreas de trabajo con cada paciente. En la
segunda sesión prolongada se evidencian las áreas que requieren ser elaboradas y a partir de ahí se
introduce al grupo en el proceso de separación, con la activación de las ansiedades y defensas que
éste conlleva. (Dubson y Tarragó, 1999).

3. Grupo RED.

La recepción grupal de los pacientes en AMPAG tiene su origen en las


experiencias realizadas durante los 70s en el Servicio de Psiquiatría de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Buenos Aires. La innovación fue un cambio radical en
cuanto al sistema de recepción, estudio y derivación de pacientes. A partir de la
observación de la comunicación y de las muestras de solidaridad que se daban entre los
pacientes y sus acompañantes que esperaban largamente en la antesala a que les tocara su
108
turno de consulta, surgió la pregunta: ¿Por qué no trasladar esta comunicación y
solidaridad espontánea de la sala de espera, al consultorio?, ¿por qué no legitimar e
incorporar estas fuerzas terapéuticas, hasta el momento separadas del tratamiento oficial?
En México este modelo se implementó con ciertas modificaciones en los Centros de
Integración Juvenil y de ahí se trasladó a AMPAG donde se le dio una concepción más
psicoanalítica.
En el Manual de Procedimientos de la Clínica (de 1978) se indicaba que los grupos
de admisión se guiaban por los siguientes lineamientos:

a) Participan de 10 a 12 pacientes (junto con sus acompañantes, si así lo desean).


b) Se reúnen una vez por semana en una sesión que dura tres horas.
c) La evaluación dura cinco sesiones o más.
d) El equipo que coordina los grupos está formado por dos o más terapeutas expertos.

Los propósitos eran los de:

a) Recibir al paciente y proporcionarle un espacio de seguridad en esta zona intermedia entre


el afuera y el adentro institucional;
b) En este clima, facilitar que el paciente pudiera depositar en el grupo sus primeras
ansiedades producidas por la inserción institucional;
c) Hacer un primer diagnóstico de su situación interna y externa, de su analizabilidad y de su
agrupabilidad;
d) Finalmente derivarlo con su problemática u orientarlo en su búsqueda de ayuda fuera de la
Clínica.

En 1986 los estudiantes de la 9ª Generación realizan una investigación en cuanto al manejo


y funcionalidad del Grupo RED. Algunas conclusiones de esta investigación repercutieron
en:

3.1. Modificaciones de procedimiento:

a) Implementación de un cuestionario a manera de historia clínica para ser llenado por el


paciente.
b) Establecimiento de la práctica de repetir cada sesión una consigna con los datos generales
de la institución, el tipo de terapia, etc.
c) Reducción de la duración de las sesiones de tres horas a dos.
d) Ampliación del límite máximo de pacientes (anteriormente eran 10).
e) Coordinación del grupo por un solo terapeuta (anteriormente eran dos), quien ya no tiene
que ser miembro pleno, sino estudiante o pasante.

3.2. Modificaciones de los objetivos:

a) Establecer un diagnóstico presuncional y resolver las crisis.


b) Lograr que el tiempo de espera sea breve, que el paciente reciba atención pronta y
oportuna (en ocasiones la derivación podría hacerse desde la primera sesión si se
consideraba prudente).
109
c) Por último, se concibe al Grupo RED como un lugar de aprendizaje y formación de
terapeutas.

Como se puede ver, poco a poco el modelo se fue deslizando hacia un


funcionamiento más de tipo médico-psiquiátrico, cuyo propósito era el de establecer un
diagnóstico y realizar la derivación, más que como un espacio de encuentro entre el
paciente-persona y la institución psicoanalítica, aunque se siguió conservando el objetivo de
recibir al paciente en un vínculo clínico y no administrativo.
En 1989 el Manual de la Clínica establece, ya francamente, que el objetivo del
Grupo RED es el de dar al paciente, desde la consigna inicial, toda la información
concerniente a la institución, y hacer la evaluación de las características de agrupabilidad y
analizabilidad del solicitante, con lo cual su tendencia continúa todavía más en la línea
médico-institucional-administrativa. Los Grupos RED se convierten en el lugar donde los
terapeutas hacen un diagnóstico a los pacientes y emiten un veredicto: entran o no a un
grupo terapéutico (Bello, 2001).
En 1999, en la investigación de Bello y colaboradores (2001), se da un intento de
retomar una postura teórico-clínica congruente con los objetivos de Recepción, Evaluación
dinámica de la personalidad y Derivación adecuada, evitando la tendencia al mero
diagnóstico psicopatológico. Estos investigadores aplicaron técnicas psicodramáticas y de la
sociometría en un diseño de grupo cerrado con duración de dos horas a lo largo de cuatro
sesiones. Sus objetivos eran:

a) Dar información sobre la institución y propiciar una experiencia de grupo a través de


las técnicas del psicodrama.
b) Evaluar (que no es lo mismo que diagnosticar), con la participación activa del
paciente, su situación emocional actual y su problemática.
c) Derivar al paciente después de discutir su caso con el equipo de trabajo del Grupo
RED.

El resultado de esta investigación despertó en los miembros de la Clínica un deseo


de especializar o afinar el modelo propio de AMPAG, haciéndolo nuevamente congruente
con el marco teórico de la institución, dentro de sus necesidades operativas presentes,
sustituyendo el uso del psicodrama por una teoría y práctica psicoanalíticas ad hoc.
Hasta aquí hemos establecido el contexto histórico-institucional y algunas de las
características que definen tanto al Modelo AMPAG como al Grupo RED. Intentaremos a
continuación hacer lo mismo respecto a la investigación que venimos realizando, es decir,
definir el otro contexto histórico-institucional en que surge la necesidad de evaluar el
funcionamiento del modelo, qué etapas se fueron sucediendo, etc.

4. La evaluación del Modelo AMPAG. Contexto histórico-institucional

Tal como mencionamos párrafos arriba, a partir de la fundación de la AMPAG en


1967 y la apertura de su Clínica en 1977, se dan una serie de cambios institucionales,
ideológicos, políticos, teóricos y prácticos que de manera muy estrecha van acompañados de
modificaciones en la forma y el contenido de la enseñanza, la participación de los
110
estudiantes, el sistema administrativo elegido, etc., pero sobre todo, por una modificación
téorico-técnica en la Clínica de la institución que desemboca en el Modelo AMPAG y el
Grupo RED que hemos venido mencionando. A continuación señalaremos el contexto en el
que se encuentra ubicada la Clínica de la asociación a finales de la década de los 90s, y el
tipo de demandas a las que se ve enfrentada, para poder entender entonces los diferentes
planteamientos metodológicos de investigación que los autores realizaron y dónde se sitúan
actualmente. Así, podemos decir que al finalizar el año de 1997 nos encontramos con el
siguiente panorama:

a) Una serie de movimientos que han ido dándose en la institución y que coinciden todos, de
una manera u otra, en la Clínica. Entre ellos:

• La incorporación de los alumnos a las funciones de Cogobierno a través de “duplas”


administrativas en cada comisión.
• El cambio en el programa y la currícula de formación en el Instituto (reducción del
tiempo de formación académica de cinco a cuatro años, con eliminación de algunas
materias, por ejemplo Grupos e instituciones I y II).
• La recuperación periódica o regular del socioanálisis autogestivo.
• Muy importantemente, la apertura de un segundo local clínico en el sur de la ciudad
a partir del interés de un grupo específico de miembros de la asociación, quienes
fundamentan su propuesta en la necesidad de captar una población más “analizable” —
estudiantes, profesores— a los cuales se ubica en esa área geográfica.

b) La preocupación por desarrollar un nuevo modelo de organización administrativa en el


Cogobierno —es decir, un replanteamiento organizacional— que permita mayor
independencia de cada comisión, tanto económica como operacionalmente (a través de
jerarquizar las comisiones, elaborar presupuestos independientes para cada comité —
“presupuesto por partidas”—, asignar personal específico a cada comisión, etc.).

c) La exigencia abiertamente formulada a la Clínica en el sentido de que el nuevo local


demuestre su capacidad económica en el plazo de un año, y que, a la manera de una espada
de Damocles, es establecida por la Asamblea de la asociación cuando la decisión de abrir
ese local se gana tan sólo por un voto. También se decide que la Clínica de Tacubaya (que
queda establecida como “Clínica Sede”)25, realice lo que se maneja en ese momento como
un “préstamo” monetario26 y de mobiliario (¡y de pacientes!) a la nueva clínica para que
pueda iniciar su trabajo y funciones. Por último, el modelo de trabajo en la Clínica de
Tacubaya se “exporta” íntegro a la Clínica de Coyoacán.

En este sentido, comenzaremos por establecer que la evaluación del Modelo


AMPAG (es decir, la evaluación específica, seria, metodológicamente sustentada y asignada
ex-profeso a la Comisión de Investigación) obedece, en primer lugar, a criterios
pragmáticos surgidos de una serie de cambios institucionales y administrativos.

25
El hecho de afirmar enseguida esa denominación dice mucho ya respecto al sentido de autoridad, dominio y
amenaza que prevalece en la institución en esos momentos.
26
Es obvio que el dinero prestado pertenece a la institución completa.
111
El siguiente paso, por lo tanto, se encaminó de manera bastante lógica al área del
funcionamiento del modelo, iniciando por la etapa de recepción de los pacientes (que
incluye el primer contacto telefónico, la cita a las entrevistas de evaluación y la llegada al
Grupo RED). Así se inicia el cuestionamiento sobre la funcionalidad del Grupo RED,
esencialmente ubicada en la necesidad de entender (y resolver) los altos índices de deserción
de los pacientes que solicitan tratamiento.

5. El problema de investigación.

Podemos decir hasta aquí que como punto de partida tomamos la pregunta referente
a la funcionalidad del Modelo AMPAG. Esta pregunta, que enseguida dio lugar a muchas
otras (por ejemplo, si funcionalidad es lo mismo que curación), surgió—como ya se dijo—
de una demanda institucional formulada al personal de la Clínica a finales de 1997. Esta
demanda, a su vez, es producto de una expectativa y presión económicas en el sentido de
que la Comisión de Clínica demuestre su capacidad de autonomía a raíz de la apertura de un
segundo local (Clínica de Coyoacán). Dicha presión, por último nos condujo a la necesidad
de centrarnos en la deserción de pacientes, comenzando por estudiar la etapa en la que son
recibidos, etapa que coincide con las funciones del Grupo RED.

6. Estudio mercadológico y socioeconómico.

Los primeros pasos se dieron en el sentido de conocer a nuestros usuarios desde el


punto de vista socioeconómico mediante un estudio mercadológico realizado a principios de
1998 por la empresa BIMSA, especializada en esta actividad. Durante algunas semanas se
encuestó a pacientes, se realizaron entrevistas, se aplicaron cuestionarios, etc. El resultado,
que en términos prácticos repercutió en una reclasificación socioeconómica de los pacientes
y un cambio en la estrategia de promoción de los servicios, incidió también en un cambio en
los objetivos amplios de la Clínica, donde junto a la enseñaza e investigación de y en los
grupos, por un lado, y la asistencia comunitaria, por otro, comienza a asumirse una
preocupación económica fundamental surgida de intereses prácticos y operativos, no sólo de
la Clínica, sino de los propios maestros y terapeutas que discretamente se negaban a tratar
pacientes de la institución debido a las magras ganancias que obtenían.

7. Modelo psiquiátrico.

Una vez obtenida alguna información sobre datos estrictamente cuantificables y


externos de los pacientes ―incluso demográficos―, apareció la necesidad de determinar
cuál era la información psicológico interna correspondiente que en el paciente nos
permitiera establecer índices o niveles clasificatorios de avance, curación, progreso,
curación parcial, abandono de tratamiento sin mejoría o deserción prematura, etc., todo ello
en aras de entender mejor el funcionamiento del Grupo RED, así como sus aciertos y
defectos.
112
Como parte de este proceso de investigación llegamos a cuestionarnos por qué la
visión psiquiátrica había pasado a ser el referente más usado, si no el único. ¿Se habían
desvirtuado los objetivos del grupo RED?, ¿no se comprendían? ¿O las circunstancias eran
diferentes a las de los grupos de admisión de las primeras épocas?
No parece casual que desde 1993, al menos, las personas que han tenido el puesto de
Coordinadores Técnicos de la Clínica hayan sido psiquiatras. Durante nuestro trabajo
cotidiano en el Grupo RED sabemos que tenemos que operar como un filtro que evite el
paso de pacientes psicóticos agudos, con intento suicida reciente, con retraso mental o
demencias, debido a que no favorecen el trabajo de los grupos terapéuticos en este modelo.
A los pacientes del primer tipo (psicóticos y suicidas) se les intenta dar contención en forma
individual hasta que pueden pasar a un grupo, o se les refiere a otra institución, mientras que
a aquellos que padecen retraso mental o demencia no se les acepta en la Clínica debido a sus
graves alteraciones cognitivas que los vuelven inanalizables e inagrupables. Así, entonces, el
Examen Mental —herramienta básica de la psiquiatría— es el primer gran filtro de nuestro
abordaje psicoanalítico. Algunos autores lo denominan Estado Mental del Paciente, Estado
Psíquico o Examen Psiquiátrico. De acuerdo a Menninger (1952):

Es el examen cuidadoso de la forma en que el sujeto percibe el mundo externo; qué tan
correctamente constata la realidad, qué tan apropiadas son sus respuestas emocionales, qué tan
efectivamente organiza sus actos para alcanzar una meta determinada, nos proporciona un cuadro
coherente de su funcionamiento psicológico. Los procesos parciales del funcionamiento psíquico no
se presentan aislados, sino con patrones de interacción dinámica.

Como instrumento de la psiquiatría dinámica es uno de los múltiples lentes que son
utilizados comúnmente para observar al Grupo RED. No se pretende que sea el único, ya
que sería reducirlo en exceso, pero se acepta y conoce su utilidad. Partiendo de esta idea,
nuestro primer ensayo evaluativo nos condujo a intentar buscar un esquema común para
realizar este examen, que nos sirviera como punto de apoyo para comenzar a realizar
medidas comparativas. Aun así, parecía seguir faltando lo psicoanalítico.

8. Modelo de evaluación de las funciones yoicas

El intento de obtener una escala mesurable, externa y objetiva, que permitiera de


manera confiable establecer comparaciones en el desempeño de los pacientes a lo largo de
diferentes momentos de medición (particularmente la posibilidad de comparar una “línea
base” inicial al momento de ser recibidos en el Grupo RED, y posteriormente al momento
de concluir el tratamiento), y con ello comparar los efectos del Modelo AMPAG, por un
lado, y por el otro, que dicha escala estuviera basada en criterios psicoanalíticos, nos llevó a
recurrir a pruebas psicológicas conocidas y validadas en nuestro país, como por ejemplo la
Escala de evaluación de funciones yoicas de Bellak et al. (1973). La escala compara el
desempeño de 12 funciones yoicas mediante la calificación en 7 niveles, siendo el más alto
el atribuido a un “funcionamiento extraordinario”, mientras que el más bajo es asignado a un
“funcionamiento con disturbio extremo”. Las funciones yoicas que evalúa esta escala son las
siguientes: a) Prueba de realidad, b) Juicio, c) Sentido de realidad, d) regulación y control de
impulsos y afectos, e) Relaciones objetales, f) Proceso de pensamiento, g) Regresión
adaptativa al servicio del yo, h) Funcionamiento defensivo, i) Barrera de estímulos, j)
113
Funcionamiento autónomo, k) Funcionamiento sintético-integrativo, y l) Dominio-
competencia. Adicionalmente, la prueba permite evaluar dos sub-escalas: Agresión y
Funcionamiento del superyó.
Aun cuando la prueba parecía satisfacer algunos de los criterios de investigación que
buscábamos, pronto se hizo evidente que varias razones hacían difícil su manejo, entre ellas,
el hecho de que su aplicación consumía bastante tiempo (con lo cual tendrían que eliminarse
algunos de los procedimientos que hasta entonces habíamos considerado fundamentales en
el funcionamiento del Grupo RED), y el que la teoría que sustentaba a la prueba, así como
su manejo interpretativo, parecía incongruente con aquella que normalmente es utilizada por
los Coordinadores técnicos y terapeutas de la Clínica AMPAG. Respecto a la primera
objeción, decidimos intentar una modificación, en la cual, los Coordinadores técnicos
encargados del Grupo RED serían quienes evaluarían las funciones yoicas de los pacientes a
través de las entrevistas diagnósticas. Para ello consideramos también la posibilidad de
reducir a una puntuación de tres los diferentes niveles en los que se califica el desempeño de
cada función (con miras también a lograr mayor acuerdo entre los diferentes clínicos
encargados). Es importante señalar que una de nuestras prioridades, además del tiempo
disponible, seguía siendo el privilegiar el manejo grupal —vía la entrevista psicodinámica—
de los pacientes, sin reducirlos a meros sujetos pasivos de una encuesta.
Se realizaron algunos intentos de homologar la calificación de la prueba en la forma
descrita, pero los resultados no fueron suficientemente satisfactorios (además del hecho de
que habría entonces que validar la reducción de niveles de respuesta), y el que,
esencialmente, se estaba alterando el método de aplicación para el que fue diseñada. Con
todas estas dificultades, decidimos abandonar este intento.

9. Evaluación de las ansiedades inconscientes

Con la experiencia obtenida en esta fase, y considerando la segunda objeción que


habíamos planteado —la teórica—, a la vez que nos enfrentábamos nuevamente al problema
de realizar la evaluación mediante la entrevista psicodinámica, decidimos recurrir a un
modelo que nos era más familiar, tanto en lo teórico como en lo clínico, es decir, el
kleiniano.
El siguiente intento, entonces, fue el de establecer una serie de ítems derivados de la
clasificación de distintas ansiedades inconscientes (ansiedades esquizoides, paranoides,
depresivas), con sus defensas correspondientes, que pudieran a su vez ser evaluadas tanto en
el funcionamiento del yo de los pacientes, como en su superyo. Todo esto se haría mediante
la evaluación del tipo de transferencia (central, lateral, hacia el afuera, hacia la institución)
que el paciente estableciera en las sesiones de entrevista del Grupo RED. La nueva escala
comprendería a) el tipo de fantasías inconscientes y los deseos ahí contenidos, b) el tipo de
ansiedades despertadas, c) los mecanismos utilizados, y d) el tipo de conductas
psicopatológicas resultantes.
Un punto destacable de este intento fue el retorno a un sistema evaluatorio
fundamentado en el manejo transferencia del paciente, lo cual permitiría trabajar de manera
más eficiente (y analítica) en la entrevista diagnóstica. Sin embargo, la idea de privilegiar
aún más el vínculo establecido por los consultantes nos hizo considerar la posibilidad de
114
establecer nuevos criterios de trabajo más efectivos. Fue así como decidimos desechar, al
menos temporalmente, esta línea de investigación.

10. Modelo de las configuraciones vinculares.

Al asumir que el Grupo de Admisión, Grupo de Espera o Grupo Red va cambiando


dialécticamente su formato según el tipo e intensidad de las tensiones y las pasiones de la
institución, y después de un primer acercamiento donde tratamos de conocerlo, entender su
funcionamiento, sus formas de adaptación (y para qué lo hace), comprendimos que no sólo
tendríamos que ser más claros respecto al estilo, práctica y procedimientos del Grupo RED
que deseábamos tener, sino también, que debíamos mirarnos a nosotros mismos y
cuestionarnos nuestro propio método de investigación, las teorías sobre las que lo
sustentábamos, las lógicas y racionalidades que determinaban nuestras elecciones y
preferencias científicas. Es un hecho que los investigadores, en parte, sólo miran lo que
desean mirar, y para eso se auxilian de las teorías.
Devereux (1967), al respecto, menciona:

Dado que sólo el tipo de teoría que uno emplea determina si un fenómeno dado se convertirá
en dato para una ciencia más que para otra, es necesario examinar los procedimientos que vuelven
dato de la ciencia del comportamiento un hecho relativo a un organismo vivo. En la investigación de
la ciencia del comportamiento, el principal de estos procedimientos es el que define la posición del
observador en la situación en que se hace producir datos de la ciencia del comportamiento.

Comprendimos entonces que nos hallábamos frente a una Clínica que desde hace dos
décadas ha permanecido aliada a la psiquiatría institucionalizada ―en el mejor de los casos,
dinámica―; es decir, que este es el lente con el que se mira al paciente, al Grupo RED, al
grupo terapéutico y a todo el Modelo AMPAG. Con este lente, con este filtro, se recibe, se
evalúa y se deriva a los pacientes. También así se determina y establece su índice de
progreso o detención a lo largo del tratamiento.
Decidimos entonces “mirar” dentro del Grupo RED con otro lente. Tal como lo
mencionamos unos párrafos atrás, nuestra intención estaba relacionada con la necesidad de
encontrar un modelo teórico-clínico que nos permitiera conjugar una serie de requisitos,
tales como (Bernard, 1991):

a) Un modelo esencialmente psicoanalítico, con consideración a los fundamentos


esenciales de esta teoría (inconsciente, fantasía, transferencia, determinismo
psíquico, proceso analítico, etc.).
b) Que incluyera la posibilidad de efectuar un Examen Mental completo y directo que
determine la presencia o ausencia de rasgos graves de trastorno emocional u
orgánico.
c) Que a través de los procesos y dinámicas grupales, transfero-contratransferenciales,
vinculares, etc. permita una evaluación diagnóstica-pronóstica del paciente en
términos de funcionamiento psicodinámico.
d) Que esta misma valoración permita determinar posibilidades de analizabilidad y
agrupabilidad.
115
e) Que la evaluación pueda ser realizada dentro de los parámetros del Grupo RED (una
hora y media, tres sesiones en promedio) y sin mediación de pruebas psicológicas,
tests, etc.

Con estas consideraciones en mente, y siguiendo la idea de Devereux, decidimos tomar


una nueva lente teórica para mirar dentro del Grupo RED. En esta ocasión decidimos
ensayar con la teoría psicoanalítica de las configuraciones vinculares.
Algunos de las razones de esta elección se basan, en parte, en los siguientes postulados o
suposiciones:

1. La teoría del vínculo logra realizar un salto cualitativo de una técnica psicoanalítica
predominantemente intrasubjetiva a una teoría psicoanalítica intersubjetiva, y más aún,
transubjetiva.

2. La fantasía inconsciente es el primer modelo grupal en el cual los objetos se constituyen


en interacción.

3. Cada ser humano construye un grupo-objeto en el que se articulan pautas individuales y


socioculturales, y por tanto adquiere una morfología particular.

4. El desarrollo de la percepción de la intersubjetividad sociocultural preexiste y existe ―y


es captada― como una realidad externa al sujeto que le transmite representaciones
sociales y culturales que no dependen de sus necesidades básicas.

5. El grupo primario es condición necesaria para el desarrollo de la identidad del individuo,


un grupo secundario no lo es, vive al margen de sus afectos, sin embargo los semantiza.

6. El grupo terapéutico es un medio artificialmente creado sobre la base de encuentros


pautados en el que varias personas interaccionan, se comunican y comparten normas, y
donde se articulan las pautas individuales y socioculturales.

7. El grupo terapéutico es un grupo secundario primarizado mediante la regresión y el


encuadre, que despierta ansiedades básicas grupales.

8. En el grupo terapéutico los conflictos se expresan simultáneamente en dos niveles: el


primero, está relacionado con la confrontación de la estructura sociocultural grupal de
cada miembro del grupo con la ofrecida por el grupo terapéutico. El segundo, con la
identidad de cada miembro como individuo desde los modelos primarios y familiares.

9. El pequeño grupo terapéutico permite el abordaje simultáneo de dos tipos de patología:

a) la patología individual, que se refiere al análisis de las dificultades del primitivo


modelo diádico, triádico y triangular identificatorio, siguiendo las estructuras
elementales de parentesco.
116
b) La patología llamada sociocultural, que da acceso al conocimiento de rol o de los
roles que un sujeto adopta en su mundo de relaciones secundarias.

Estos son algunos de los principios teóricos que nos han llevado a replantearnos la
evaluación de pacientes en el Grupo RED. Por el momento seguimos nuestra investigación,
considerando dos ejes fundamentales en la elaboración del instrumento de evaluación:

a) La psicodinamia
b) El examen mental psiquiátrico.

Conclusiones.

• Este ha sido un proceso muy fructífero, pero no hemos llegado a una conclusión
respecto al Modelo AMPAG. Apenas hemos comenzado. Como parte de nuestro
proceso de investigación hemos tenido que cuestionar al Grupo RED, así como
cuestionar y estudiar algunas de las prácticas institucionales, su historia, su contexto.
Este cuestionamiento es la puerta de entrada para poder entender el Modelo
AMPAG.

• El Modelo AMPAG y el Grupo RED se transforman de acuerdo a las vicisitudes de


los diferentes momentos (históricos, sociales, políticos, económicos,
organizacionales, teóricos, etc.) de la institución.

• Pensamos que al Grupo RED se le debe ver desde dos lentes: psiquiatría y
psicodinamia, que en este caso hemos decidido tomar desde la teoría vincular.
Observar al Grupo RED desde esta óptica nos permite hacer un registro del estado
del mundo interno y externo del paciente al momento de su llegada a la institución,
lo cual esperamos más adelante facilite valorar con estas mismas variables su
evolución en el tratamiento.

• El instrumento que pretendemos elaborar debe permitirnos obtener, junto con un


registro del estado inicial, también un lenguaje común, poder unificar criterios de
evaluación entre los coordinadores del Grupo RED y hacia otros profesionales.

• Entre nuestras propuestas se encuentra la de que el Grupo RED sea coordinado por
un miembro experto y un miembro estudiante de la asociación, con lo que se
mejoraría la evaluación, contención y canalización de los pacientes ―y reduciendo
así la deserción―, a la vez que se le daría una adecuada importancia a esta instancia
institucional.

• Igualmente debería redimensionarse el valor del Grupo RED en la formación de los


estudiantes de AMPAG, dándole un mayor peso, valor y seguimiento a las
actividades que los alumnos realizarían ahí. Además, habría una mayor coherencia
teórico-práctica entre lo que se enseña y lo que se hace.
117
• Pensamos que tarde o temprano las escisiones y las contradicciones institucionales
se reflejan y se materializan en el Modelo AMPAG, específicamente en Grupo RED
(“El hilo se rompe por lo más delgado”) ―así ha ocurrido varias veces en el
pasado―. En su conjunto, parece haber predominado un divorcio entre la Clínica y
el Instituto. Este divorcio, entre otras muchas razones, se debe a una contradicción
entre las aspiraciones liberales de los psicoanalistas y la práctica institucional. Para
los profesionistas de esta área la vida laboral parece ocurrir entre el deseo de
practicar en su consultorio particular y el deseo de participar en las actividades de la
institución de adherencia. En ésta, la participación ocurre generalmente en dos
momentos: cuando se está formando o capacitando al inicio de sus estudios, o
cuando años después aparece la necesidad de transmitir conocimientos, investigar,
etc. EL Grupo RED se ha visto hasta ahora como el lugar para el ejercicio de la
primera forma de participación: como una práctica adicional para los estudiantes en
formación. Sin embargo, cabría la posibilidad de que también fuera el lugar del
experto analista que pone en práctica todo lo que ha aprendido durante años. Se le
estaría dando, entonces, al Grupo RED y al Modelo AMPAG el lugar privilegiado
que al parecer, hasta ahora, no se le ha podido otorgar.
118
BIBLIOGRAFÍA

Bellak, L., Hurvich, M. Y Gediman, H. (1973). Ego Functions in Schizophrenics, Neurotics


and Normals. J. Wiley and Sons: New York.
Bello, M.C. (2001). El grupo RED, puente entre el dolor y la esperanza. Subjetividad y
Cultura, 16: 55-62.
Bernard, M. y cols. (1991). El grupo y sus configuraciones. Terapia Psicoanalítica. Lugar
editorial: Buenos Aires.
Carrillo, J. A. (1984). Correlato al relato oficial “Corrientes actuales en la psicoterapia de
grupo”. Análisis Grupal, 2 (4): 47-52.
Díaz Portillo, I., Guadarrama, J., Ramos de Moreno Corzo, V., Socorro, H. y Vives, J.
(1986). Dinámica de la relación experto-candidato. Análisis Grupal, 3 (4): 60-87.
Devereux, G. (1967). De la ansiedad al método en las ciencias del comportamiento. Siglo
XXI: México, 1985.
Margolis, J., Guadarrama, J. y de la Aldea, E. (1982). El grupo de admisión y espera: Un
espacio imaginario. Boletín de AMPAG.
Menninger, K. A. (1952). Manual for Psychiatric Case Study. Grune-Stratton: New York,
1971.
Mercado, J. (1997). El concepto de foco grupal. Análisis Grupal, 1 (nueva época): 4-11.
Nieto Zermeño, O. (1992). La sesión prolongada en la Asociación Mexicana de
Psicoterapia Analítica de Grupo, A. C. Estudio exploratorio. Tesis recepcional
AMPAG. México.
119
ANEXO 1: FORMATO DE RECEPCIÓN-EVALUACIÓN Y DERIVACIÓN DE
PACIENTES DE LA CLÍNICA AMPAG

1. EVALUACIÓN INDIVIDUAL

DESCRIPCIÓN BREVE DE LA PERSONA


_________________________________________________________________________

MOTIVO DE CONSULTA ¿Por qué consulta?

SIGNOS Y SÍNTOMAS
_________________________________________________________________________

PRUEBA DE REALIDAD INTEGRACIÓN DE LA IDENTIDAD


Conservada Integrada
Se altera en momentos o circunstancias Difusión de la identidad
Perdida Pobremente integrada

MANEJO DE LA ANSIEDAD CONTROL DE IMPULSOS


Adecuado Adecuado
Difusa y libremente flotante Tendencia a perdida
Crónica Pobre

MODALIDADES DEFENSIVAS
NEUROTICAS (ALTO NIVEL) PSICOTICAS O LIMITES (BAJO
NIVEL)
Sublimación Escisión
Represión de los Afectos Negación
Desplazamiento Identificación proyectiva
Anulación Idealización primitiva
Aislamiento Control omnipotente
Formación Reactiva Omnipotencia
Conversión en lo Contrario Devaluación
Racionalización
Intelectualización
Regresión
Proyección

AFECTO
ESTABILIDAD ANÍMICA: ESTABLE ( ) INESTABLE ( ) CAOTICA ( )

Euforia
Irritabilidad
120
Eutimia (afecto adecuado a la circunstancia)
Angustia
Tristeza
Melancolía

PENSAMIENTO
FORMA CONTENIDO
Lógico No delirante
Ilógico Delirante (tipo)
Obsesivo
Congruente Suicida
Incongruente Minusvalia

FUNCIONES MENTALES SUPERIORES


CAPACIDAD DE JUICIO: CONSERVADA ( ) ALTERADA ( ) CAOTICA ( )
SINTESIS ( + ) (—) ABSTRACCIÓN ( + ) (—) ANALISIS ( + ) (—)

RELACIONES DE OBJETO INSTANCIA DOMINANTE DE LA ORGANIZACION


Genital Superyó
(edípica)
Anaclítico Ideal del yo
Fusional Ello

DX. DE ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD


Neurótica
Limítrofe
Psicótica

RASGOS DE PERSONALIDAD
_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________

DIAGNÓSTICO SINDROMÁTICO
_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________

ENFERMEDADES ORGÁNICAS QUE INFLUYEN PARA LA INTEGRACIÓN A


UN GRUPO
_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________
121
¿Necesita indicación farmacológica o estudios complementarios? SÍ ( ) NO ( ) ¿Por
qué?
_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________

2. EVALUACION GRUPAL

¿Asistió con regularidad y puntualidad al grupo RED?


_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________

¿Cómo se desempeño en el grupo RED? (actitud, disposición, modo de interacción,


flexibilidad, etc.)
_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________

¿Puede esta persona adquirir un compromiso a largo plazo? SÍ ( ) NO ( )


¿Por qué?
_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________

¿Tiene conciencia de enfermedad, capacidad de cambiar, etc.?


_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________

ROLES, LIDERAZGO O MONOPOLIOS GRUPALES:

TIPOS DE PACIENTES QUE PUEDEN SER AGRUPABLES


Y QUE MODIFICAN SU ESTRUCTURA EN GRUPO:
Circunstancial
Lúdico
Administrador
Del sabotaje
Efímero
Hablador
Silencioso Melancólico
Ezquizoide
Psicopático
Obsesivo
Fóbico
122

PACIENTES QUE FUNCIONAN BIEN EN GRUPO PACIENTES NO TRATADOS EN


PERO MODIFICAN POCO SU ESTRUCTURA
GRUPO
Autista Abandonador
compulsivo
Simbiótico Abandonador
expulsable
Ambiguo De la Objeto de la
autoagresión agresión
Depositario Chivo
Emisario
Irritado
Desconcertados

CONFIGURACION GRUPAL ESTRUCTURAL

DIÁDICA ( ) TRIÁDICA ( ) TRIANGULAR ( )


123
Capítulo 7

DISCUSIÓN Y EJEMPLOS DE LA PRÁCTICA DE GRUPOS DE ADMISIÓN A


TREINTA Y SEIS AÑOS DE DISTANCIA (2013)

Mario Campuzano

Sobre el diagnóstico

Los coautores decidimos dejar esencialmente iguales los capítulos de la Primera


Edición, salvo pequeños cambios en la redacción para hacerlos más claros, así como la
actualización de algunos datos.
Este nuevo capítulo es la excepción y busca discutir el conjunto del material para
contrastarlo con la realidad actual de los grupos de admisión tanto en su práctica como en su
conceptualización.
Debo decir, hablando ya desde mi perspectiva personal, que una de las cosas que más
me han llamado la atención de los grupos de admisión y de los grupos terapéuticos de las
Clínicas de AMPAG es su característica de ser una ventana de observación fidedigna, a veces
incluso cruda, en relación a los cambios sociales, culturales y económicos que se dan en el
país, y especialmente en la Ciudad de México, en cada momento histórico; por ello resultan
muy evidentes las consecuencias de situaciones como el despido masivo de empleados en
períodos de crisis económica que causan desequilibrios individuales, de pareja y de familia, así
como los cambios de motivos de consulta y de estructuras de carácter propios de la patología
de la postmodernidad.
Pero esas dinámicas de cambio no afectan sólo a nuestros pacientes, también afectan a
nuestra Asociación, a nuestras familias, a nuestras personas y al entorno social e institucional.
Nuestras teorías y técnicas también cambian, a veces pareciera que en sentido
progresivo y otras en sentido regresivo. Así fui pasando de una técnica de encuentro en los
grupos de admisión a una técnica de grupo terapéutico psicoanalítico acorde con los modelos
que orientaban mi tarea técnica, en la actualidad desempeñada desde mi propuesta del modelo
vincular- estratégico (Campuzano, 2013). Ahora bien, el encarar el grupo de admisión desde
este enfoque no implica descuidar un encuentro respetuoso y corresponsable de terapeutas y
usuarios. Subrayo el concepto de corresponsabilidad ya que en el enfoque tradicional el
terapeuta solía cargar casi de forma exclusiva con ella lo cual puede funcionar con pacientes
neuróticos con amplia autorregulación pero no es funcional con muchos de los pacientes
preedípicos ni con situaciones sintomáticas graves como los intentos de suicidio y los
trastornos de alimentación.
Así que, inevitablemente, tenemos que ajustarnos a todas esas cambiantes situaciones
que a veces nos abruman y hasta nos rebasan.
Por otra parte el grupo de admisión es un dispositivo plástico, puede llevarse a cabo de
manera más sencilla o más compleja, de acuerdo al nivel de conocimientos y experiencia de
quien lo coordina, pero tiene que cubrir las tareas que su ubicación dentro de un servicio
público le demanda, las resumidas en sus siglas: recepción, evaluación y derivación.
124
La discusión de Yuyo respecto a estas tres funciones es ejemplar y en relación a la
evaluación plantea lo que es el problema principal: que evaluar tiene un sentido amplio que
implica valorar la situación vital de una persona, qué le pasa, cómo se siente y cuál es su
entorno y circunstancias actuales; diagnosticar –en cambio- es un acto médico, consiste en
detectar las enfermedades a través de sus signos y síntomas. Por eso concluye de manera
contundente: diagnosticar es la parte médica de la evaluación, pero no debe ser la única.
Asumir y practicar las implicaciones ideológicas, conceptuales y prácticas de estas dos
dimensiones del acto de evaluación se vuelve el gran desafío.
La práctica en las Clínicas, que son clínicas abiertas al público, nos hace vivir un
permanente contraste, a veces contradictorio, entre las condiciones y modalidades de la
práctica privada de consultorio -en donde suele moverse el campo psicoanalítico- y las
condiciones y exigencias de la práctica pública que, para empezar, tiene exigencias y
responsabilidades técnicas y legales establecidas por la reglamentación de las autoridades de
salud. En esa instancia el debate sobre el diagnóstico es innecesario dado que la
reglamentación oficial lo exige y aún en el consultorio privado puede tener importancia
substantiva en caso de una demanda legal. Lamentablemente la reglamentación oficial se
queda en el nivel del diagnóstico psiquiátrico que es insuficiente e inapropiada para el
establecimiento de una psicoterapia psicoanalítica.
Por eso no sólo es la presión reglamentaria y legal la que nos destaca la importancia
del diagnóstico, sino la realidad clínica de pacientes cada vez más graves y difíciles que si bien
aparecen de manera más frecuente en las Clínicas de AMPAG también lo hacen en los
consultorios privados.
Esta realidad contrasta con la tradición del psicoanálisis clásico donde el tema del
diagnóstico no se considera sustantivo. No es casual, por eso, que uno de los textos actuales de
diagnóstico psicoanalítico más populares en los Estados Unidos, el de Nancy McWilliams
(2011), psicóloga psicoanalista, inicie con un capítulo sobre ¿Por qué el diagnóstico? Este
capítulo, por supuesto, jamás aparecería en ningún texto médico donde el diagnóstico se
considera imprescindible como parte de un proceder científico y técnico. En el campo
psicoanalítico, en contraste, la utilización sistemática del diagnóstico como parte de un
proceso de psicoterapia psicoanalítica suele ser tachado de “muy psiquiátrico”.
Esta autora encuentra cinco grandes ventajas de la realización de un diagnóstico
psicoanalítico en las primeras entrevistas, que deben ser realizadas siempre con sensibilidad y
empatía:

1) es útil para la planeación del tratamiento,


2) es útil para el establecimiento de un pronóstico,
3) contribuye a proteger a los usuarios de los servicios de salud mental,
4) es útil para lograr que el terapeuta pueda alcanzar comprensión y empatía de los
pacientes, y
5) tiene capacidad de previsión, por ejemplo para reducir la probabilidad de que
ciertos pacientes asustadizos huyan del tratamiento o, podríamos agregar, para
prever riesgos y mejorar el manejo de los suicidas, indicar cuáles pacientes pueden
ser analizables y cuáles no, indicar otros procedimientos a pacientes sin demanda
terapéutica psicoanalítica, etc.

Ciertamente la alta frecuencia de sesiones del psicoanálisis clásico disminuye, pero no acaba,
con la importancia del diagnóstico: siempre es útil tener claro por dónde se navega y hacia qué
125
puerto. En la psicoterapia psicoanalítica su importancia aumenta exponencialmente debido al
bajo número de sesiones semanales, lo cual es el caso de las Clínicas de AMPAG donde la
frecuencia es de una sesión a la semana y también de la práctica privada de los socios que
suelen atender pacientes bajo el formato de una o dos sesiones a la semana.
Cuando los pacientes tienen una descompensación sintomática es necesario dedicar al
diagnóstico un tiempo suficiente, a veces varias sesiones, y en ocasiones llegar a solicitar
interconsultas. He visto en varias ocasiones depresiones tratadas por psicoterapeutas que, por
no realizar una interconsulta psiquiátrica, no les diagnostican su origen biológico y los
pacientes han tardado hasta veinte años en identificarlo como originado en un trastorno bipolar
y lograr el tratamiento adecuado. Es el caso también, como se verá más adelante, de los
intentos suicidas donde hay que diagnosticar rápidamente el origen de esas acciones y tomar
las medidas pertinentes y la línea interpretativa que corresponda.
Pero la mayor parte de las consultas psicoanalíticas actuales no son de
descompensación sintomática, sino de trastornos del carácter, sobre todo de tipo preedípico:
caracteres fronterizos y narcisistas. Esto hace que el diagnóstico estructural psicodinámico,
donde la identificación de los objetos internos y sus relaciones es tarea central, se vuelva el
más útil y eficaz para cubrir las necesidades clínicas y establecer la estrategia del tratamiento
interpretativo1. Esa es la importancia del diagnóstico psicodinámico estructural que con su
clasificación en niveles de organización del carácter permite identificar las etapas de
afectación del desarrollo y, consecuentemente, las prioridades en el trabajo interpretativo. Este
diagnóstico de la organización del carácter se complementa con la identificación de las
defensas predominantes.
Por supuesto la complejidad humana es más amplia que cualquier clasificación
diagnóstica y ésta debe servir sólo como guía general sin estorbar al establecimiento de una
relación humana y profesional profunda y la consideración de las singularidades de la
dinámica de cada sujeto derivadas de su temperamento, historia de vida e influencias
culturales.

Sobre el modelo vincular- estratégico

El modelo vincular-estratégico surge de la teoría kleiniana y destaca la importancia de


los objetos internos y sus relaciones que son elementos fundamentales en la formación del
carácter y del psiquismo en general, mismos que constituyen estructuras estables y definen la
singularidad de los individuos, así como explican su psicopatología y las particularidades y
preferencias de sus relaciones interpersonales.
El vínculo es algo más que las relaciones de objeto externalizadas, pero éstas
determinan buena parte de las características de él que son fácilmente reconocibles (como se

1
En los enfoques multidimensionales como el de Kernberg y Bergeret se combinan enfoques partiendo del
enfoque kleiniano centrado en las relaciones objetales complementado con la visión postfreudiana centrada en las
defensas.
En el caso de Nancy McWilliams y su antecedente, el también popular libro de Psiquiatría Clínica
Aplicada (1971) de Mac Kinnon y Michels, se agrega la tradición norteamericana de la psiquiatría interpersonal
de Harry Stack Sullivan. En ambos casos el énfasis es sobre el enfoque postfreudiano de los mecanismos de
defensa que, en Estados Unidos, se concretara en el modelo Menninger y que fue una influencia central en las
primeras clasificaciones del DSM: la I, II y III.
126
comprueba en las viñetas clínicas).
En nuestro enfoque el concepto de vínculo está correlacionado con aquello que
Grinberg, Langer y Rodrigué llamaron “grupo psicológico” y se refiere a relaciones cercanas
con conocimiento mutuo donde consecuentemente existe una construcción psíquica común y
compartida (Kaës, 2007).
Los objetos internos y sus relaciones responden a la lógica del psiquismo y del
inconsciente. Los vínculos responden no sólo a la lógica del psiquismo, sino a la lógica de la
realidad externa y la alteridad, por lo tanto tienen otra dinámica y otras influencias. El otro, los
otros, son el enfrentamiento con la dura constatación de que son seres diferentes irreductibles a
las proyecciones de nuestros objetos internos y que no son pasivos sino capaces de respuestas
propias y variadas a esas proyecciones ya que el vínculo entre personas tiene características de
bilateralidad e interactividad. La realidad externa no sólo tiene lógica distinta a la psíquica,
sino tiene una fuerte capacidad de influencia y presión sobre los individuos a través de sus
reglas, códigos e instituciones, de la educación, de la cultura, de los medios de difusión y del
imaginario social.
Pero en dispositivos grupales diseñados para facilitar la regresión y la aparición del
inconsciente, como son los grupos psicoanalíticos, se producen fenómenos de realidad
psíquica a nivel interpersonal y grupal que requieren abordarse desde la lógica del
inconsciente.
El modelo vincular- estratégico se diferencia de otros enfoques vinculares en que las
concepciones siguen centradas en la importancia del individuo, sus pulsiones y su mundo
interno, aunque considerando siempre la interrelación con su entorno familiar, grupal, social, o
sea, con su red vincular que co-construye su psiquismo. Nacemos y nos construimos
psíquicamente en agrupaciones y vínculos y uno de los desafíos centrales del desarrollo es
lograr pasar de la indiferenciación sincrética inicial a la diferenciación individual y la
autonomía. Y a lo largo de toda la vida los grupos son espacios privilegiados de
transformación y potencial crecimiento.
El pasaje al psicoanálisis grupal implica entender al individuo en interacción con otros
y con el conjunto, donde influye y es influido, donde se establecen y coexisten procesos
intrapsíquicos, interpersonales y grupales en todos los cuales se producen fenómenos de
realidad psíquica. El inconsciente intrapsíquico freudiano y el de los vínculos intersubjetivos y
del grupo son descriptivamente iguales, pero hay diferencias en sus cualidades y formación
dinámica ya que el inconsciente intrapsíquico se forma en cada individuo por sucesivas capas
de represión a partir de la represión originaria (origen en el pasado) y corresponde al sistema
del inconsciente. En cambio el inconsciente producido en los vínculos intersubjetivos y en los
agrupamientos se produce sólo en estas condiciones de vincularidad, es situacional, y
corresponde al tiempo presente. Es decir, descriptivamente es inconsciente ya que no hay
conciencia de los efectos producidos pero dinámicamente, de acuerdo a los conceptos
psicoanalíticos clásicos, no lo es ya que el enfoque tradicional considera solamente la
construcción de psiquismo lograda mediante el apuntalamiento de la pulsión en las funciones
corporales y la relación con la madre y no la construcción de psiquismo individual y la
formación de realidad psíquica lograda mediante el apuntalamiento en otros vínculos y el
grupo (Kaës, 1978/1982, págs. 271-272), lo cual es un punto central de polémica y de
definición de posturas.
En la situación regresiva de los grupos psicoanalíticos de extraños las pulsiones, con
sus representaciones psíquicas inconscientes y los afectos ligados, se vuelven las impulsoras
de los movimientos psicodinámicos ya que, como Kaës (2007, pág. 146) lo precisa “…la
127
naturaleza y la fuerza de las pulsiones movilizadas en los miembros del grupo determinan las
cualidades y la potencia de las ligazones y desligazones en el ensamble de las psiques”.
De esta manera se pueden apreciar tres niveles de generación de fenómenos psíquicos
inconscientes: el intrapsíquico, el interpersonal y el grupal.
En cuanto al abordaje técnico este modelo busca utilizar al máximo la peculiar
dinámica que el dispositivo grupal genera como es su capacidad de comunicación en tres
modalidades: discursiva, preverbal y figurativa, amén de la multiplicidad de transferencias
que ofrecen distintos sitios para la interpretación.
La interpretación seguirá los movimientos de la transferencia en esa modalidad grupal
de ubicaciones diversas y se interpretará a partir de la modalidad transferencial utilizada para
la expresión de la situación psicodinámica del momento, de hecho en los grupos
psicoanalíticos la modalidad más frecuente de expresión transferencial no es la central, sino
las laterales. Se sigue la expresión del inconsciente en las pulsiones que promueven el
establecimiento de vínculos con otros y, como consecuencia, el movimiento de las
transferencias y las identificaciones, así como las resistencias y el conflicto psíquico, tanto en
su forma discursiva como preverbal y escenificada, tanto en su forma transferencial como
extratransferencial y psicogenética. Se busca interpretar el conflicto psíquico en todo el
triángulo mencionado, aunque iniciando en su expresión transferencial.
El agregado de una psicopatología estructural dinámica como la planteada por
Kernberg (1975, 1977, 1989, 2004) y Bergeret (1974) le dio al modelo su dimensión
estratégica al permitir establecer con claridad los objetivos terapéuticos y las prioridades a
interpretar del material que aparece en las sesiones relacionado con la psicopatología
individual.
En la realidad clínica actual resalta la existencia de una dualidad de psicopatología
conformada por pacientes edípicos donde domina la ansiedad de castración y la consecuente
inhibición, así como pacientes preedípicos donde la defensa central es la escisión y
predominan la impulsividad y la dependencia.
La capacidad de un enfoque teórico- técnico para abordar con solvencia la gran
diferencia técnica que requiere el tratamiento de estos dos grupos de pacientes se vuelve una
gran ventaja. La técnica kleiniana tiene esa capacidad por medio de un cambio de énfasis
interpretativo: en los edípicos, focalizada sobre las ansiedades de castración y en los
preedípicos, sobre las ansiedades de separación. Además, la conceptualización de Kernberg
sobre los pacientes preedípicos y edípicos descansa en la teoría de las relaciones objetales lo
cual permite una coherencia teórico- técnica.

Algunos principios para la psicoterapia grupal psicoanalítica

Sin que pretenda ser exhaustivo me parece importante destacar ciertos principios que
permiten la selección de formas de intervención terapéutica grupal más adecuadas en sus
aspectos teóricos, técnicos y éticos, lo cuál implica favorecer la diferenciación individual del
sujeto en vez de estimular la llamada por Bleger (1967) “socialidad sincrética”:

(1) Quien establece la demanda psicoterapéutica y, por ende, quien busca y requiere la cura es
el individuo. El grupo es solamente un medio: el dispositivo técnico elegido para la
terapéutica.
128
(2) Como consecuencia la preocupación central del terapeuta será la comprensión e
intervención sobre la psicopatología individual (a partir de la teoría del conflicto psíquico y de
la psicopatología dinámica estructural) siempre sobre el entramado grupal donde se inserta
cada individuo.
Además, el terapeuta no manejará discursos transpoladores donde “le hable al grupo”,
le hablará sólo a los sujetos del grupo.

(3) En algunos momentos el grupo como tal se volverá protagónico y dejará de ser fondo. En
estas ocasiones se interpretará ese fenómeno coyuntural manteniendo la perspectiva de su
correlación con los miembros del grupo y la prioridad de la cura individual.

(4) Se mantendrá un interés diferencial e interactivo sobre el individuo, el otro, los otros y el
grupo. Al individuo se le interpretará su historia y su psicopatología, ya sea que se exprese en
el discurso o en otras formas, por ejemplo como escenas secundarias en las transferencias
laterales que muestran, mediante la capacidad figurativa de los grupos, el modelo
psicopatológico de quienes las dramatizan espontáneamente (nivel vertical, diacrónico);
también se trabajará lo que se exprese en la transferencia grupal. Al grupo se le interpretará su
dinámica, su proceso, su historia colectiva y su correlación con las historias individuales (nivel
horizontal, sincrónico o de la realidad psíquica grupal).

(5) El grupo sirve como pantalla proyectiva y espacio interaccional, como escenario donde se
dramatiza el mundo interno de los individuos, no sólo en el discurso sino en la formación de
vínculos intersubjetivos y grupales, así como en formas preverbales como la identificación
proyectiva e introyectiva. A todas estas formas comunicacionales se dirigirán las
interpretaciones a manera de ir evidenciando las particulares psicopatologías individuales.

(6) Se evitará, por sus efectos inhibidores del desarrollo individual, la interpretación exclusiva
sobre la transferencia central. Se aprovecharán todas las transferencias que el grupo genera
partiendo, en cada momento, de aquella utilizada por los miembros del grupo para su
comunicación, ya sea ésta lateral, grupal o central en cualquiera de sus formas expresivas:
verbal, preverbal o figurativa.

(7) No se trabajará sólo en el “aquí y ahora” transferencial (en cualquiera de sus modalidades)
sino también sobre las expresiones extratransferenciales del conflicto psíquico, así como sobre
su origen psicogenético. El mostrar la expresión de los conflictos en esas tres áreas aumenta
las posibilidades de comprensión, de elaboración y, por tanto, de cambio estructural y
conductual del individuo.

Interpretación en el modelo grupal vincular- estratégico

Podemos sintetizar las características del enfoque interpretativo que se realiza en este
modelo en el siguiente listado:

• La interpretación seguirá los movimientos de la transferencia, pero con las


características propias de la situación grupal donde se abren nuevos lugares, dando
origen a transferencias múltiples: central, laterales, grupal, societal.
129
• La interpretación será dirigida al sitio transferencial donde aparezca la situación
psicodinámica, salvo que la intensidad afectiva de una situación extratransferencial
indique iniciar ahí y continuar con la paralela situación transferencial.
• Dará especial importancia a los vínculos que se establezcan y a las relaciones de objeto
que evidencien.
• La situación psicodinámica podrá expresarse en cualquiera de los tres niveles de
comunicación que aparecen en el grupo:
- preverbal,
- figurativa,
- verbal.
• La interpretación comprenderá los tres puntos del triángulo interpretativo, no
necesariamente en forma simultánea; en las situaciones diádicas se retrasará la
interpretación psicogenética hasta que haya evidencias de cierta triangularidad:
- transferencial,
- extratransferencial,
- psicogenético.
• La exploración, interpretación o elaboración puede ser realizada mediante modalidades
verbales o psicodramáticas.
• Se considerará no sólo el contrapunto individuo/ grupo, diacrónico y sincrónico, sino
el acoplamiento individuo/ otro/ otros o conjunto.
• En el trabajo interpretativo sobre las transferencias laterales se buscará el registro e
interpretación desde sus características de bilateralidad e interactividad.
• La meta del trabajo terapéutico no será sólo la comprensión de los conflictos
psíquicos, sino su cambio.

La cura

La cura sigue la teoría del desarrollo propia del psicoanálisis y es planteada como la
transformación evolutiva de lo indiferenciado a lo diferenciado, de la base fusional de donde
parten la vida psíquica y la grupalidad a la diferenciación edípica, así como del pasaje de los
vínculos sincréticos o hiperdiscriminados a los discriminados.

Sobre la consigna de trabajo en los grupos de admisión

La enunciación de las reglas echa a andar el trabajo psicoanalítico y en el modelo


clásico es bastante general y ambigua (regla fundamental y libre asociación), lo cual facilita la
regresión, junto con la alta frecuencia de sesiones (tres a cinco semanales). Kaës traslada estas
características a sus grupos de investigación (Kaës, 2007, pp. 98-99).
Las necesidades de un grupo de admisión son otras y estas necesidades particulares
requieren reflejarse en la consigna de trabajo, como en cualquier otro caso donde el trabajo
psicoanalítico no sea el del modelo clásico.
Se expresan primero los elementos constantes del dispositivo: lugar, horario, duración,
frecuencia y número de las sesiones. Esta consigna se repite cada sesión ya que pueden llegar
nuevos miembros al grupo.
130
Se les indica que cada uno de ellos estará un promedio de tres sesiones en el grupo de
admisión, algunas veces un poco más, hasta que se comprendan sus motivos de consulta y
pueda derivárseles al lugar adecuado para cubrir sus necesidades que, habitualmente, serán los
grupos terapéuticos de dos años de duración que existen en las Clínicas. En ese lapso, además,
se empezará a trabajar sobre sus motivos de asistencia y podrán comentar sobre el material de
los otros asistentes. Se les pide discreción sobre el material de los demás y se les invita a
hablar.

Sobre la patología preedípica dominante en la actualidad

Buscamos mantener el concepto de conflicto psíquico en la comprensión de la


enfermedad y el enfoque interpretativo en la terapéutica, Kernberg es un ejemplo destacado
dentro de esta línea y para lograr que estos pacientes se vuelvan analizables recurre a ajustes
técnicos del tipo de los parámetros psicoanalíticos que pueden llevar a incluir modificaciones
temporales en el encuadre y una gran dedicación de tiempo e importancia al establecimiento
del contrato terapéutico.
La dicotomía entre conflicto psíquico y defecto estructural no existe dentro del
pensamiento kleiniano ya que se encuentra integrada en la teoría del desarrollo a partir de los
conceptos de parte psicótica de la personalidad (primitiva, propia del desarrollo temprano) y
parte neurótica de la personalidad (la etapa edípica de mayor madurez y más desarrollo
evolutivo). La intervención técnica queda, como consecuencia, en la misma situación de
integración conceptual y operativa donde sólo requiere de distintos énfasis en el trabajo
interpretativo, como Coderch lo destaca:

Desde la perspectiva kleiniana... no es preciso creer que existen dos clases de pacientes
totalmente distintos entre sí... y por más que sea imprescindible que el estilo y el contenido de las
interpretaciones sean matizadas de acuerdo con las peculiaridades de cada caso, y según el mayor o
menor predominio de una u otra perturbación psicopatológica, no juzgo que hayan de emplearse dos
técnicas diversas, tal como creen algunos autores que insisten en la contraposición entre conflicto y
defecto…
...Desde el punto de vista de la técnica, es muy importante destacar que en este tipo de
pacientes con un grave defecto del self las interpretaciones han de dirigirse, esencialmente, a las
ansiedades de separación y diferenciación, la superación de las cuales es... totalmente necesaria para
que puedan progresar las interpretaciones que han de mostrar al paciente la alternativa en que se
encuentra entre narcisismo y relación de objeto, para, poco a poco, enfrentarle con su problemática y
ayudarle a introyectar buenos objetos, aumentando la cohesión y solidez de su self.
A este respecto, un punto esencial es el de cómo y cuándo interpretar la agresión. A menudo,
es aquí donde se centra la discusión, ya que algunos autores, especialmente los que basan sus
interpretaciones en el conflicto, hablan del peligro de entrar en colusión con el paciente si no se
interpreta, básicamente y desde el comienzo, la agresión. Nuestra opinión es la de que el analista ha de
percatarse, en estos casos donde predomina el defecto, de que el paciente posee un self frágil, y que
necesita de su ayuda para que su desestructuración no vaya en aumento. Si el analista pone siempre en
primer lugar la interpretación de la agresión, dejando de lado la necesidad que tiene el paciente de
sentirse contenido, éste sentirá dicha interpretación como un rechazo y un intento, por parte del
analista, de desmarcarse y separarse de él con brusquedad, lo que condicionará una intolerancia a la
interpretación e impedirá cualquier insight, empeorando, así, la relación con el analista... En este
sentido nos parece muy importante destacar que... las interpretaciones referentes a la agresión dirigida
hacia el analista, antes de que se hayan desarrollado de manera suficiente tanto el sentimiento de ser
131
aceptado como la tolerancia a la separación y diferenciación, condicionan un incremento inacabable de
los sentimientos dolorosos y una reactivación de la herida narcisista y de la agresividad; ello
condiciona, a veces, un crecimiento en espiral del malestar, a medida que el analista va interpretando
(Coderch, 1995, pp. 141-142).

En la historia del psicoanálisis cuando se han abordado algunos campos nuevos se han
dado semejantes dilemas, siempre temporalmente, como sucedió en el psicoanálisis de niños y
en la aplicación del análisis a los grupos.
En un principio se creyó que no era posible analizar a los niños o que para poderlo
hacer había que realizar una preparación pedagógica previa para adecuar al niño a la situación
analítica. Melanie Klein resolvió esta dificultad mediante la invención de la técnica de juego
que se adecuaba a las posibilidades expresivas de los infantes sin alterar ninguno de los
postulados básicos psicoanalíticos. Algo semejante sucedió en el psicoanálisis grupal donde en
algunos de los primeros intentos, por ejemplo en Slavson, se buscaba moldear al grupo
mediante criterios de homogeneización e instrucción previa, para más tarde poder prescindir
de estas concesiones no analíticas al desarrollarse un aparato conceptual y técnico adecuado al
nuevo ámbito de aplicación. Actualmente persisten bastante separadas ambas tendencias
(teoría del defecto y teoría del conflicto psíquico), aunque mi postura personal es que ambas
tienen parte de la verdad, por eso en nuestro enfoque también se hace un esfuerzo por
construir materia psíquica en las zonas importantes de vacíos mediante técnicas de
esclarecimiento.
Veamos, ahora, ejemplos de sesiones que muestran la realidad clínica actual y sus
complejidades2.

Viñeta clínica 5. La patología preedípica de época.

Después de la consigna de trabajo en relación al grupo de admisión y sus


características inicia una mujer de edad media (Jf) que estuvo desde la sesión anterior la cual
incita a que hable un hombre joven, Jm. El menciona su estado de angustia y desasosiego tras
su separación marital, de cómo trata de estar siempre ocupado para no tener las sensaciones de
vacío y ansiedad que le agobian, también menciona momentos de ideación suicida y, cuando
la angustia le desborda, la necesidad de hacerse heridas en la piel para que el dolor le haga
controlarse. Muestra bastante claridad de su situación, habla también de sus logros artísticos y
de la felicitación que por ello recibió de su familia de origen, aunque no le son suficientes,
dice: quiero que alguien me reconozca, pero alguien que tenga que ver conmigo, que me
acompañe.
Se da un intercambio de opiniones con una mujer, también joven, Nf, que después de
un tiempo le señala: no encuentras una meta, la hiciste tu meta, la convertiste en un faro para
seguirlo, para darle sentido a tu vida, la onda no va por ahí, después va a ser otra persona, se
va a ir, debes buscar otras cosas que te gusten, que te llenen.

2
El material presentado forma parte de varias sesiones de grupos de admisión videograbadas a finales del año
2012 para utilizarse como material didáctico para el seminario de técnica grupal. Los grupos fueron coordinados
por Mario Campuzano y colaboraron, en la grabación Bárbara Enríquez y en la reseña escrita, María Elena Rojas.
Se tomaron ambas como base para elaborar las viñetas.
132
Ella habla, a su vez, de sus propias necesidades de compañía, de haber sido muy
demandante de presencia y atención de un novio que la terminó cuando terminó los estudios
que realizaba acá y regresó a su lugar de origen, en el interior del país.
Se arma una escena secundaria en la transferencia lateral que muestra la patología de
ambos. El, demandando ayuda, con necesidad de una pareja que funcione como yo auxiliar;
ella, como hija parental ayudadora, pero con fuertes demandas de satisfacción anaclítica. Una
escena de colusión oral (Willi, 1975) donde la diada comparte la fijación en un tema del
desarrollo psicosexual aunque uno con expresiones regresivas (el hijo demandante de guía) y
otra con expresiones progresivas, aunque igualmente dependiente (la madre que guía y ayuda).
Hay total coincidencia entre la expresión figurativa en la transferencia lateral y la expresión
discursiva sobre los vínculos extratransferenciales, lo cual se aprovecha para su interpretación.
El grupo se va organizando en torno al supuesto básico de dependencia. Los demás
miembros del grupo tienden a identificarse con el tema de los vínculos dependientes, tema que
se vuelve el organizador psíquico inconsciente de esta sesión grupal.
El habla de la dificultad de estar solo y se aprovecha para señalar:
Ese es el origen de todo: la dificultad de estar solo y estar bien con uno mismo.
Llegaron después dos nuevas integrantes que se incorporaron al tema: una, If,
destacando la dependencia a su familia de origen a pesar de vivir en pareja y otra, Mf, con la
dificultad de superar la separación de un hombre con quien sigue manteniendo dependencia
afectiva. La líder inicial habla de cuánto necesita que los demás la necesiten y cuenta una
historia llena de pensamiento mágico sobre un chamán que no sabe si es real o imaginario que
la induce a tomar la identidad de otra mujer con la cual ha funcionado durante temporadas que
vive en otros lugares del país. Menciona también una enorme cantidad de estudios clínicos y
de gabinete que le han hecho en diversas instituciones médicas, incluyendo estudios
neurológicos y psiquiátricos, dándole diversos diagnósticos como esquizotipia y otros, aunque
sin ningún resultado con los tratamientos farmacológicos prescritos.
Se señala que han estado hablando de dos temas centrales: de la dificultad de estar
solos y de la dificultad de darle sentido y asumir la responsabilidad de la propia vida, el
extremo de lo cual es Jf que anda buscando quién la necesite cambiando su identidad de
manera mágica para evadir la responsabilidad sobre su vida.
If menciona cómo la dependencia a su familia de origen la ha llevado a tener
dificultades en su trabajo por conseguir situaciones de ingreso privilegiado a uno de sus
hermanos. Su comportamiento regresivo, además, ha llevado a que su jefa le quite sus
responsabilidades iniciales y la reubique en un lugar de mínima exigencia.
Se le interpreta: de tanto hacerte la chiquita lo logras y entonces te sientes frustrada
porque pierdes todo lo logrado previamente.
La sesión prosigue alrededor de los temas de dependencia y regresión, que son
interpretados en repetidas ocasiones.
Al final de la sesión se deriva a grupo terapéutico a uno de los miembros más activos:
Nf. A los demás se les pide continúen viniendo al grupo de admisión y a Jf se le esclarece su
situación: “…puedes venir al grupo de admisión el tiempo que sea necesario, pero mientras no
tengas una demanda terapéutica clara, mientras no te hagas responsable de un mínimo que
permita un trabajo psicoanalítico no podemos hacer nada por ti en esta modalidad de
tratamiento”.

Comentario:
133
En esta sesión, muy resumida, queda clara la necesidad de un diagnóstico para
establecer indicaciones terapéuticas y poder organizar una línea interpretativa eficaz.
Este grupo estuvo constituido por caracteres fronterizos simbióticos donde, además de
la dependencia, aparecieron las habituales sensaciones de vacío, ansiedad difusa y flotante,
autolesiones, ideación suicida y dificultad de autocontrol. Apareció el caso extremo de Jf, con
acentuadas defensas disociativas que, en el pasado, dieron lugar a multitud de exámenes
clínicos y paraclínicos en instituciones médicas para tratar de conseguir su diagnóstico y
tratamiento, sin mayores resultados. Su carencia de demanda psicoterapéutica y la falta de
visión sobre sí misma la hacían inanalizable, a pesar de lo cual se buscó darle oportunidad de
hacer un poco más de conciencia en sucesivas sesiones, pero no acudió a otras3.
Por supuesto habrá siempre un remanente de pacientes preedípicos que por lo
acentuado de su inmadurez u otras razones no podrán ser analizables, con ellos se tendrá que
recurrir a otros tipos de enfoques terapéuticos como los de apoyo o, en la práctica del grupo de
Kernberg, tratamiento cognitivo-conductual orientado a la modificación de ciertas pautas de
comportamiento y de relación interpersonal.

Viñeta clínica 6. Iatrogenias sobre preedípicos.

Af: Caí en cuenta que mi enojo comienza cuando después de cuatro años de análisis yo
misma me meto el pie y todos los logros que tenía se perdieron, mis años de análisis se fueron
al vacío, hace un año estaba pensando en la posibilidad de embarazarme, me dice mi mamá
que toda mi situación es por eso, porque pienso que no sería buena mamá. Ya estoy muy
bloqueada, me dan ataques de llorar y llorar. Hace dos semanas fui a Cuernavaca con mi
pareja y cuando veníamos, ya en camino, empecé a recordar la situación de mi hermano, de mi
casa y empecé a llorar, me preguntó mi pareja que tenía y le dije que me sentía muy triste,
como que algo me faltaba.
Terapeuta: Sí te falta, no tienes a tu terapeuta que te de línea, la línea no la puedes encontrar
en tí misma, todo ese trabajo no te lo apropiaste, lo tomaste como referente externo, no para
transformarte.
Af: Además sé que tengo que trabajar esa parte de mi duelo, terminar el análisis me tomó
años.
Terapeuta: El problema no es el duelo, el problema es la dependencia, la dificultad de no tener
brújula propia, depender de la ayuda externa.
Af: Justo hace un mes tuve un encuentro con mi ex analista en una presentación, no sabía que
iba a estar, total que empiezo a ver el programa y veo su nombre, cuando terminó su
presentación se acercó, me dio mucho gusto verla, la emoción de ver a alguien muy
importante en mi vida y el no querer soltarla, la necesidad de decirle: por favor cáchame.
Terapeuta: Ese es el problema: tener que depender de alguien, sea el terapeuta, la pareja o x.
Nf: si no tomas la decisión de manera consciente vas a decir: es que no sabía qué hacer.

3
En esta paciente se estableció el diagnóstico de Carácter fronterizo simbiótico con trastorno disociativo
(personalidad múltiple). Los problemas disociativos han sido objeto de atención por escritores y cineastas, pero
han sido poco comprendidos por muchos psicoanalistas y creo que en esa dificultad es determinante la falta de
familiaridad con la teoría kleiniana, por eso el excelente libro de Nancy McWilliams (2011) es pobre en el
capítulo sobre condiciones disociativas en contraste con el brillante abordaje de Grotstein (1981) en su libro sobre
escisión e identificación proyectiva.
134
Jm: vas a ir arrastrando la idea de no saber qué hacer, necesitas plantarte en la situación para
no estar perdida.
Terapeuta: no tomas riesgos, no asumes tu responsabilidad laboral, te haces chiquita, le dejas
la responsabilidad a la jefa y ella dice: te buscamos una actividad de niña chiquita.
Af: ese ha sido mi problema, ahora que vuelvo a caer no me gusta estar en ese lugar.
Jm: plántate en la situación para no estar perdida
Terapeuta: sin embargo tratas de cambiar, hay esa lucha de salirte y rentar un departamento,
aunque luego se te aguade la masa, pero hay ese esfuerzo, es una pelea interior que todavía
sigue, que todavía no logra algo definido, más estable…

Comentario:

El tratamiento adecuado de los pacientes preedípicos requiere de un diagnóstico


preciso y una técnica adecuada y coherente con su psicopatología. Las necesidades
particulares están expresadas en amplia medida por la conjunción de los motivos de consulta y
la particular historia de vida y conflictos de cada individuo.
Cuando no se tienen claras las prioridades interpretativas de cada sujeto en función de
un diagnóstico estructural se pueden trabajar aspectos secundarios del carácter que no son los
determinantes de los problemas que lo aquejan y pueden efectuarse tratamientos ineficaces
como el que aquí se presenta. El tener claros los objetivos del tratamiento aumenta las
probabilidades de buenos resultados.
Respecto a qué tan largos requieren ser estos tratamientos, nosotros hemos encontrado
mejorías sólidas alrededor del cuarto año de tratamiento en los tratamientos en grupo con
sesiones de una vez a la semana que son el formato habitual de trabajo de las clínicas de
AMPAG.

Viñeta clínica 7. Un caso de intentos suicidas reiterados

Me encontré con la sorpresa, en la grabación de seis sesiones de grupo de admisión, de


que aparecieron dos casos de intentos suicidas reiterados derivados de hospitales psiquiátricos
públicos para su tratamiento psicoterapéutico, debido a que hay muy pocos lugares que
ofrezcan ese tipo de tratamiento y al prestigio de las Clínicas de AMPAG. También hubo un
caso de ideación suicida y autolesiones.
En todos ellos el diagnóstico estructural fue el mismo: carácter fronterizo simbiótico
en dos y carácter narcisista en estructura fronteriza objetal en el tercero (el que se presenta
aquí), en ningún caso hubo evidencia de origen psicótico del problema. Las pacientes con
intentos suicidas reiterados (tres en un caso, seis en el otro) eran mujeres jóvenes,
profesionales y en actividad laboral. Presentamos resumido uno de estos casos.4
Df está en la década de los treintas y tiene un hijo adolescente. Viene al grupo de
admisión unos días después de su externación de un hospital psiquiátrico donde estuvo para
fines de contención después de un grave intento suicida, el sexto.

4
En el pasado se seguían los lineamientos clásicos de no aceptar personas con tendencias suicidas en los grupos
terapéuticos (Grinberg, Langer y Rodrigué, 1957). Ahora, si se trata de depresiones e intentos de suicidio de
origen caracterológico preedípico se aceptan, ya que son situaciones crónicas que forman parte de la
caracteropatía.
135
Habla de su situación y de sus conflictos en las relaciones de pareja, de su
impulsividad y agresión para con los demás, a quienes usa en su beneficio sin mayores
consideraciones, de los logros obtenidos de esta manera a pesar de lo cual no logra estar
satisfecha. Dice tener diagnóstico de border.
Se explora sobre lo que busca en la psicoterapia y los demás participan con sus propias
experiencias en forma muy activa.
En un momento dado dice: “…debo dejar de agarrarme de la gente para que hagan lo
que yo quiero…”
Toca el tema de la dependencia de su pareja y se le confronta respecto a su modalidad
de ver la dependencia de él y no la suya.
Contesta: la mía es que me gusta que me estén consintiendo en todo.
Y concluye: es la dependencia comodina.
Se señala cómo en el caso de ella como en otros del grupo hay un esquema donde uno
está de comodino (la pareja, el hijo o hija) y el otro cumple un rol de servicio.
Se aborda el tema de la búsqueda de atención mediante esos intentos suicidas y otros
medios, así como de la dificultad de disfrutar la vida a pesar de los beneficios obtenidos.
Concluye: soy muy dura conmigo misma, quiero dejar de ser así, exigiéndome
siempre.

(Se avizora el posible origen en un objeto interno persecutorio, acorde a las


observaciones clínicas de Pichon-Rivière, 1985)

Terapeuta: y quién te exige, quién está atrás de esa autoexigencia.


Df: yo misma.
Terapeuta: pero quién está atrás de esa autoexigencia.
Em: de quién te viene ese mandato.
Df: de mis padres, de mis hermanos, decían: tú no vas a ser una profesional.
Terapeuta: pero quién de todos decía que no ibas a ser una profesional.
Df: mi padre, era muy violento como tu esposo, dice dirigiéndose a otra participante
del grupo. Me decía: me vale como le haces pero a mí me traes puros dieces, no puedes traer
menos de eso.
Terapeuta: entonces sigues obedeciendo a tu papá, cumpliendo su mandato, no te haz
logrado independizar de él y de ese mandato. Es mucho de lo que se planteaba en esta sesión:
los atrapamientos internos y externos.
Jm: ¿tu papá vive?
Df: no, falleció hace año y medio.
Rm: eso no pone punto final al atrapamiento
Terapeuta: no, ni la distancia ni la muerte ponen punto final al atrapamiento cuando lo
lleva uno adentro.
Se cierra la sesión y se le pide a Df que venga una hora antes de la siguiente sesión con
su familia para comentar con ellos su situación de diagnóstico y de tratamiento, así como
firmar una responsiva personal y familiar por tratarse de un problema delicado el riesgo de
suicidio5.

5
El formato de la carta de responsiva se anexa como apéndice. El manejo general de estos pacientes sigue los
lineamientos de Kernberg (1989, pág. 187).
136
La siguiente sesión se siguió trabajando sobre el objeto interno persecutorio
identificado, se le notó más relajada y se le canalizó a un grupo de dos años donde ha
evolucionado favorablemente.
137
BIBLIOGRAFÍA

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1983.
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the clinical process. Second Edition. Guilford Press: New York.
Pichon- Rivière, E. (1985). Teoría del vínculo. Nueva Visión: Buenos Aires, 1999.
Willi, J. (1975). La pareja humana: relación y conflicto. Morata: Madrid, 1985.
138
APÉNDICE

RESPONSIVA DE PACIENTES Y FAMILIARES EN CASO DE AMENAZA O


INTENTO DE SUICIDIO.

México D. F., diciembre de 2012.

Por medio del presente documento el afectado(a) y los familiares anotados abajo
consignamos que hemos sido informados de manera amplia y suficiente del trastorno
emocional de la persona mencionada, así como de la manera adecuada de apoyarlo(a) y las
formas inconvenientes, también de los alcances y limitaciones del tratamiento psicoterapéutico
y de las responsabilidades que en el proceso tendremos que asumir la persona afectada y sus
familiares para tratar de alcanzar los resultados realistas posibles.
En cuanto al riesgo suicida, paciente y familiares hemos sido informados que no hay
en la actualidad método terapéutico alguno que garantice que el suicidio no se realice ya que la
responsabilidad esencial de conservar la vida y expandirla se encuentra en manos de cada
individuo dada la situación humana del libre albedrío.
Por ende, desde la parte institucional, nuestra responsabilidad profesional queda
limitada al ejercicio honesto y responsable de nuestros métodos terapéuticos siempre y cuando
haya el mismo compromiso de la persona afectada y sus familiares y, en caso de no haber las
condiciones establecidas como necesarias, dicho tratamiento no se llevará a cabo o se
suspenderá.
Se extiende la presente para los fines legales a que haya lugar.

Atentamente:

Por la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo, A. C. (AMPAG):

……………
Nombre y firma.

Paciente: Familiares:

…………… ………….
Nombre y firma Nombre, firma y parentesco.
139
Capítulo 8

GRUPO RED CON TECNICAS PSICODRAMATICAS

María Carmen Bello

Demanda institucional de una propuesta psicodramática

En el año 1999, los responsables de la Clínica de AMPAG6, me invitaron a incluir


técnicas del psicodrama y la sociometría en los grupos de admisión de pacientes, grupos RED.
Su preocupación fundamental era la deserción dentro de los grupos terapéuticos. Los pacientes
se iban después de unas pocas sesiones en el grupo al que se les derivaba. Esto traía como
consecuencia, que el grupo de admisión se dedicaba a tapar huecos y debía proveer de
pacientes a los grupos ya comenzados, en lugar de tender a constituir nuevos grupos de
terapia, cuya conformación se pudiera determinar de inicio.
La hipótesis de la Clínica en ese momento fue que el funcionamiento de los grupos de
admisión había perdido eficiencia, y que un cambio técnico, en este caso la inclusión de
técnicas dramáticas podría ayudar a resolver el problema. Conté con la colaboración de
Angélica González, y Patricia Gómez, las dos coordinadoras RED de ese momento. Patricia
abandonó el equipo casi enseguida y luego se nos unió Martha López, que era en ese momento
alumna del último año de formación de AMPAG.
Yo no cuestioné en un principio la hipótesis y me puse a trabajar de inmediato en la
elaboración de un nuevo diseño, experimentando diferentes recursos técnicos en los grupos
que me iban asignando. Al cabo de muy poco tiempo, me di cuenta de que no sabía donde
íbamos con estos ensayos. Necesitaba más información sobre los grupos de admisión para
poder elaborar el proyecto. En especial, comencé a darme cuenta de que no había un acuerdo
claro sobre la naturaleza del grupo RED y sobre sus objetivos. Incluso mis dos colaboradoras
tenían diferentes puntos de vista y una breve encuesta a otros colegas de AMPAG y de la
Clínica me confirmó que la falta de consenso era general.
Dejé entonces de implementar nuevos recursos, me tomé algunas sesiones para
observar el trabajo de mis compañeras, leí todo el material escrito que había sobre el tema, y el
trabajo se fue convirtiendo en una pequeña investigación que a mí me resultó fascinante.
El primer paso de esta investigación fue entonces estudiar cómo se había creado el
grupo de admisión de pacientes, que por cierto había tenido diferentes nombres hasta adoptar
el nombre RED (Recepción, Evaluación y Derivación) y cuál había sido su evolución hasta
llegar al momento actual. Hice varios cuadros comparativos de los cuales incluyo uno que es
la síntesis de lo que me parece más relevante.
El segundo paso fue hacer una actualización de los objetivos del grupo RED,
revisando todo lo que se había señalado en este sentido a lo largo de los diferentes modelos de
todos los tiempos. Sin duda el acento había ido cambiando según las épocas y algunos
objetivos se habían ido perdiendo por el camino. Cuando los objetivos se empobrecen, el
grupo de admisión también se empobrece.
6
Flavio Sifuentes y Jorge Sánchez Escárcega, a quienes siempre agradeceré la oportunidad de esta aventura.
140
El tercer paso fue la elaboración del diseño. Una vez claros los objetivos, esto se pudo
hacer muy rápidamente y en unas pocas sesiones quedó listo un diseño básico que luego se fue
ajustando a lo largo de seis meses de ensayos.
Paso ahora a detallar el resultado de estos tres pasos.

I) Transformaciones de la concepción y práctica de grupos de admisión en Argentina y


AMPAG

Los grupos de admisión surgieron, por lo menos en Argentina, como un dispositivo


revolucionario, cuyo objetivo fundamental era hacer un cuestionamiento de las instituciones y
de los criterios de salud mental. Los grupos de admisión del servicio asistencial de la Facultad
de Medicina de Buenos Aires comenzaron en un momento de cambio político, un momento de
respiro entre dos gobiernos dictatoriales. El primer antecedente escrito es un trabajo de Royer
y Scornik del año 77, que refiere una experiencia del año 74.
La idea, tomada de Freud, era que las instituciones se crean para defender la cultura y
luego caen en la contradicción de defenderla en contra de los individuos. Las instituciones sólo
son cuestionadas por las crisis que se van produciendo. Un individuo enfermo (en crisis)
cuestiona de por sí a la institución que le da asistencia. Se cuestiona entonces, por ejemplo,
que la cura sea un acto médico. Se cuestiona el poder del médico sobre el paciente, el
diagnóstico que el médico hace sobre un paciente pasivo, se cuestiona de hecho el mismo
término de paciente que alude a su pasividad o paciencia.
Todo esto está fundamentado por las ideas de Freud de El porvenir de una Ilusión y
Psicología de las masas, por el Análisis Institucional francés y la psicología social de Pichon
Rivière. El marco teórico es sólido y coherente con la técnica. Se trabaja con grupo operativo
centrado en la tarea de diagnóstico e indicación. El paciente participa activamente en su propio
diagnóstico. No se le hace un diagnóstico: se le da una devolución. Si acude acompañado de
amigos o familiares, se los incluye, porque se consideran parte de la demanda, de la misma
manera que en terapia familiar se considera que el paciente identificado no es necesariamente
el más enfermo.
Cuando este modelo es importado a México, en la importación se cambian
necesariamente algunas cosas. Pero no desde el comienzo. Cuando se lleva el grupo de
admisión al Centro de Integración Juvenil, algunos de los cambios se deben a las
características particulares de la institución que trabaja especialmente con fármaco
dependencia. Cuando el modelo llega a AMPAG, como se observa en el Manual de
Procedimientos de Carrillo y Márquez, muchas de las características se mantienen. De hecho
AMPAG es una Institución revolucionaria, quizás no en un contexto político, pero sí en
cuanto a que es una Institución psicoanalítica y trabaja con grupos en los años 70’s, y abre una
clínica que da servicio a la comunidad. El modelo argentino se importa entonces bastante
literalmente con éxito.
Con el tiempo, sin embargo, las cosas van cambiando. En los dos trabajos del año 82
(Mario Campuzano y De la Aldea, Guadarrama y Margolis) se nota la necesidad de hacer un
ajuste. Parecería que ya el marco teórico no da cuenta de la realidad del grupo RED. Pichon,
Loureau, Lapassade, Foucault, son sustituidos por Winnicot en ambos trabajos y en el segundo
se agregan Maud Mannoni y Lacan. Modas teóricas, quizás, se podría decir, pero también
síntomas del cambio.
141
El grupo de admisión se convierte en un espacio transicional. En un sentido práctico,
es un grupo de espera (de la Aldea etc. le llaman GAE Grupo de Admisión y Espera, no RED)
porque la demanda supera la oferta de asistencia, hay muchísimos pacientes en admisión y no
suficientes grupos.
En otro sentido, para Mario Campuzano, implica una ruptura de muchas disociaciones,
en especial entre el afuera y el adentro institucional. Ya no cuestiona, más bien hace de puente,
y el autor dice literalmente que es “un puente entre el dolor y la esperanza”, frase que
tomamos como guía para este trabajo.
Lo interesante es que hasta ese momento, el marco teórico da fundamentación a lo que
se hace, sea cuestionar, acompañar una espera práctica de tiempo o funcionar como puente.
Luego ya no. El marco teórico del grupo Red se va debilitando y perdiendo. Se da por sabido.
La bibliografía que se da en los trabajos, de acá para adelante, consiste siempre en los trabajos
anteriores.
Lo tan temido en los primeros trabajos, sucede ahora: los grupos RED se convierten en
un lugar donde los terapeutas hacen un diagnóstico a los pacientes. El escrito de Magdalena
Juárez del 89 aclara, que además, el diagnóstico se hace desde la psicopatología. El grupo
RED pierde totalmente el encuadre de grupo operativo y se va pareciendo cada vez más a una
sesión de terapia. El equipo de terapeutas se va sustituyendo por la coterapia, y finalmente se
considera que un coordinador solo basta.
La pregunta de la novena generación queda sin contestar: “desde donde debemos leer
el grupo RED? No hay respuesta. El grupo RED ya no se lee desde ningún marco teórico. Se
practica. Los objetivos se van centrando cada vez más en diagnosticar, detectar etc. En el
curso de este tiempo, además, la Secretaría de Salud Pública impone el requisito de usar el
DSM IV como parámetro de diagnóstico, que debe constar en los expedientes. Es obligatorio
poner etiquetas. La preocupación además, va dirigida hacia la agrupabilidad y analizabilidad
de los pacientes. Esto quiere decir, más o menos, si pueden trabajar en grupo y si tienen
capacidad de insight o de cambiar a través de una psicoterapia. Pero nadie define estos
términos en los trabajos citados.
Al tiempo de esta investigación, además, por casualidad o no, las dos coordinadoras
RED eran psiquiatras, y frente a la ausencia de marco teórico firme, recurrieron a su
formación psiquiátrica. La indagación psiquiátrica ha reforzado el acto médico de
diagnosticar. Esto podría haberle dado una coherencia y podría haber unificado la forma de
trabajar. Pero no fue así. Las dos coordinadoras RED, a pesar de ser ambas psiquiatras y
pertenecer a la misma generación de AMPAG tenían estilos muy diferentes, diagnosticaban de
forma muy distinta y con criterios diferentes7.
En la práctica, los grupos RED habían caído en una contradicción. Aunque todas las
energías se habían puesto en diagnosticar y detectar, la deserción en las primeras sesiones de
los grupos terapéuticos aumentaba o continuaba. Los pacientes llegaban a los grupos
terapéuticos a mirar un ratito y se iban, como si los grupos RED no les hubieran servido para
saber de qué se trataba la terapia. Todo esto, a pesar de que los esfuerzos de los terapeutas
estaban dirigidos en ese sentido:

⇒ “el grupo RED es para hacer una selección a doble vía”, dice una de las coordinadoras
⇒ “es para que conozcan las ventajas del trabajo en grupo”, piensa la otra coordinadora RED

7
Podríamos decir que se corrobora lo observado por Luz Mª Hidalgo en su trabajo, mucho más detallado que éste
en ese aspecto, de que rara vez dos terapeutas coinciden en un diagnóstico psicopatológico.
142
La oferta ha superado a la demanda. Ya los pacientes no tienen que esperar. Más bien
hay que demorarlos, como dice Jorge Sánchez Escárcega8, para que se familiaricen con lo
grupal y la institución y luego no se vayan. Mientras tanto el grupo RED tapaba los agujeros
de las deserciones tempranas9, en vez de servir para conformar grupos nuevos, de acuerdo a
ciertos “criterios de agrupabilidad” como dice Isabel Díaz Portillo.
El cuadro siguiente da cuenta de los cambios que sufrió el modelo del grupo RED
desde los años 70’s hasta ahora, y de cómo se inscribe en esos cambios la nueva propuesta.

Evolución del Modelo de Grupo RED

8
Comunicación personal en la encuesta informal.
9
Las deserciones tempranas preocupantes ya habían sido observadas en el 97 por Luz Mª Hidalgo, de hecho son
el motivo principal de su trabajo, no constituían un hecho reciente.
143
144
145
146
147
148
Actualización de los objetivos del grupo RED

Ya vimos que en los últimos tiempos el acento estaba puesto en diagnosticar, detectar,
y seleccionar a doble vía. Aquí voy a reformular los objetivos, tratando de rescatar los
objetivos anteriores. Creo importante, en primer lugar, rescatar el nombre del grupo RED, que
es una sigla y además conforma una palabra con un sentido.

RED: recepción evaluación y derivación

La palabra RED está de moda. Todo el mundo pertenece a alguna “red” en Internet. Se
habla de “redes” de comunicación o de servicios. En terapia familiar, cuando se desea ayudar
a alguien en situación de emergencia, se habla de una “red” constituida por familiares y
amigos. Y finalmente red es “un aparejo hecho con hilos, cuerdas o alambres trabados en
forma de mallas y convenientemente dispuesto para pescar, cazar, cercar, sujetar, etc.”10 Es
una palabra muy sugerente, que habla de sostener y habla de interrelaciones. Sin duda esto la
convierte en un objetivo tácito del grupo RED.
Se han propuesto otros nombres, se le llamó primero grupo de admisión y también
GAE, grupo de admisión y espera, pero éste es el que ha permanecido: se entra a la Clínica de
AMPAG a través de una red.
Además, R.E.D., aunque por comodidad la usamos como palabra, sin los puntos,
conforma una sigla: recepción, evaluación y derivación. Cada uno de estos términos conforma
un objetivo en sí.

Recepción

El primer objetivo del grupo RED es recibir a la persona paciente que acude, recibirlo
en un contexto clínico. Lograr que el primer contacto de la persona paciente con la institución
sea un hecho clínico y no un hecho administrativo burocrático. Esto tiene que ver con la
filosofía de la Institución, con sus orígenes, y con su ideología.
El grupo RED tiene el carácter de un puente entre el afuera y el adentro de la
Institución, “entre el dolor y la esperanza”. La recepción es la entrada a este puente.

Evaluación

La palabra evaluar se ha ido deslizando hacia las de diagnosticar y detectar.


Evaluación tiene un sentido más amplio: implica valorar la situación vital de una persona, qué
le pasa, cómo se siente y cuál es su entorno y sus circunstancias actuales. Diagnosticar es un
acto médico, consiste en detectar las enfermedades a través de sus signos. Es la parte médica
de la evaluación, pero no debe ser la única.
El trabajo del grupo RED puede permitir además, que el paciente haga una
autoevaluación con ayuda de los coordinadores y del grupo. El es parte activa de una
evaluación, y no objeto pasivo de un diagnóstico.

10
Enciclopedia del idioma, Aguilar
149
Lo representativo del grupo RED, por otra parte, es que la evaluación se hace en
grupo. Es la evaluación de una persona en interacción, donde no sólo adquiere sentido lo que
dice, sino también lo que hace en relación a los demás.
Desde el lado de la coordinación se evalúa la analizabilidad, la agrupabilidad, y la
motivación terapéutica de los pacientes. Pero se evalúa en acción, no en una observación.
La letra E ha sido entendida en algunos momentos de la historia del grupo RED como
espera, en lugar de evaluación. El grupo RED es así también un continente, “un referente
materno” de la Institución, se ha dicho. Implica una espera activa y también un espacio de
demora, donde se aprenden las reglas del juego de la Institución y de la terapia de grupo y se
hace una mutua elección, una elección a doble vía.

Derivación

La derivación es el otro extremo del puente, es la salida hacia una opción terapéutica.
Aquí el objetivo es brindar un servicio, que ya se estima que puede ser útil. Es importante aquí
la comunicación del grupo RED con el resto de la Clínica y también con otros servicios, pues
en algunos casos puede ser más adecuada otra opción.
Pero el grupo RED es un puente, no un tubo donde se entra y se sale igual por el otro
extremo. En el medio hay un pasaje a través de algo, un trabajo cuyo objetivo es evaluar,
preparar, motivar, y ayudar a asumir un compromiso.

II) Diseño del grupo de admisión de pacientes (grupo RED) con técnicas psicodramáticas

Descripción del diseño

PRIMERA SESION

Objetivos

Encuadre y reglas del juego

1. Explicar a los participantes qué es el grupo RED dentro del marco de la Clínica de
AMPAG y contestar sus preguntas al respecto.

2. Explicar el funcionamiento del grupo RED y su encuadre: horario, frecuencia, y secreto


grupal principalmente.

3. Explicar que ellos van a ser participantes activos y no pasivos de su evaluación, que van a
hacer una experiencia grupal, y van a obtener de nosotros toda la información que
necesiten.
150
4. Explicar también que al entrar un grupo terapéutico se adquiere un importante compromiso
a largo plazo, por lo cual podemos usar también el espacio del grupo RED para adquirir
seguridad en ese sentido.

5. Exhortarlos a que completen el proceso RED, aunque decidan no entrar por el momento a
una psicoterapia.

Presentación

⇒ Presentación de cada uno de los participantes, con su situación de vida y su motivo de


consulta

Primera aproximación a lo grupal

⇒ Primera aproximación al trabajo grupal a través de la presentación.

Propuestas técnicas

Encuentro con el grupo RED: atravesando el puente.

Tomando la metáfora de Mario Campuzano ofrecemos a los participantes la metáfora del


grupo RED como un puente que se está atravesando hacia un cambio, hacia una etapa nueva
de la vida. Un puente que van a atravesar acompañados por una “red” constituida por los
compañeros y los coordinadores. Lo hacemos en forma de psicodrama interno (fantasía
dirigida) o como ceremonia de inicio en movimiento “este es un puente, démonos cuenta qué
queda atrás y adonde vamos, quienes nos acompañan”.

Presentación: quien soy y porqué estoy aquí.

Optamos en general por hacerla en forma verbal. Cada uno se presenta en el orden que quiere,
y con su estilo y dice por qué acudió a la Clínica.
Hemos experimentado también como alternativa la presentación a través de la
dramatización de una escena significativa de la vida, pero este trabajo requiere más
entrenamiento por parte de los coordinadores y más tiempo del grupo para su elaboración.

Primera aproximación al trabajo grupal: inversión de roles.

• Versión 1: Si el grupo es mediano o grande y preferentemente hay un número


par de integrantes, usamos un trabajo en equipos de a dos. Primero se eligen
mutuamente para trabajar en parejas. Se presentan brevemente uno al otro. El
coordinador indica una inversión de roles donde la presentación se hace
nuevamente, pero desde el lugar del otro, agregándole “algo” que a cada uno le
surja desde ese lugar. Vuelven a su rol, comentan lo vivenciado entre ellos y
luego en plenaria grupal cada uno presenta a su compañero a través de una
metáfora. Esta metáfora sirve de punto de partida para que cada uno amplíe su
151
presentación o su motivo de consulta y reflexione sobre su manera de trabajar en
grupo.

• Versión2: cuando el grupo es pequeño, de 5 integrantes o menos, la inversión de


roles puede hacerse en forma grupal, con la consigna de “cambiar de silla”. Los
comentarios luego se van a centrar en qué tanto pudieron ubicarse en el lugar de
otro, y qué tanto les sirvió lo que el compañero dijo desde su lugar.

Compartir:

Todas las sesiones en que se usa algún trabajo dramático respetan los pasos del psicodrama:
caldeamiento, dramatización y sharing o compartir.

Alternativa:

La sesión puede comenzar por las presentaciones. El puente puede quedar para el final de la
sesión. De todas maneras, da marco al inicio y el mismo trabajo lo vamos a usar en el cierre.

SEGUNDA SESION

Objetivos

1. Explorar el entorno social y afectivo de cada uno.


2. Permitir que cada uno reflexione sobre sus relaciones personales y el lugar que ocupa en
relación a ellas..
3. Ofrecer una segunda instancia de aproximación a lo grupal.
4. Promover que cada uno pueda tomar conciencia de su necesidad de tratamiento terapéutico
si la hay y estimar un pronóstico de su situación personal.

Propuestas técnicas

explorar el entorno afectivo y social de cada uno: átomo social perceptual

⇒ caldeamiento: Puede hacerse con psicodrama interno o en movimiento. Les pido que
imaginen su vida de ahora, como un espacio, y las personas significativas de su vida como
personajes que pueblan este espacio. Que se den cuenta qué lugar ocupan ellos en este
espacio (sin sugerirlo trato de que se den cuenta si se ven en el centro del espacio, en un
rincón, en un extremo o dónde)

⇒ expresión gráfica del átomo social: Les entrego una hoja, para que dibujen este átomo
social. Les pido que consideren que la hoja es el espacio de su vida y que se ubiquen a sí
mismos en el lugar en que se visualizaron y a sus personajes significativos según las
distancias emocionales que sientan con ellos. Les doy indicaciones para que hagan el
dibujo en forma de mapa sociométrico, usando los códigos de la sociometría:
152

• círculos para las mujeres


• triángulos para los hombres
• cuadrados para cosas importantes que no sean personas, (el trabajo, la escuela,
etc.)
• líneas azules para expresar los vínculos positivos de amor, amistad, etc.
• líneas rojas para expresar los vínculos negativos de odio, enojo, conflicto, etc.
• líneas verdes para expresar vínculos indiferentes o neutrales
• líneas de dos colores para expresar vínculos de amor odio por ej.
• líneas punteadas para expresar la relación con personas que no están físicamente
pero que siguen jugando un lugar importante en su vida
• les dejo un margen para su creatividad, permitiéndoles usar otros símbolos que
inventen, siempre que los aclaren en la hoja.

Estimación pronóstica personal: la tendencia, lo deseado y lo futurible

Les pido que observen su dibujo, y anoten abajo, qué va a pasar según la “tendencia”,
es decir, si las cosas siguen como están y ellos no hacen nada para cambiarlas, por ejemplo si
no entran en terapia, qué va a pasar.
Luego les indico que dibujen un segundo mapa sociométrico que exprese el futuro
deseable o futurable: cómo quisieran ellos que su vida esté dentro de dos años, por ejemplo,
(tiempo que dura más habitualmente la terapia grupal en AMPAG)
Abajo de este segundo mapa les pido que anoten lo futurible: lo que consideren posible
de lo deseado, el futuro factible, que puede coincidir o no con el ideal.

Segunda aproximación a lo grupal: los comentarios de los compañeros

El átomo de cada uno se comenta en grupo, dando un modelo de trabajo grupal.

TERCERA SESION

Objetivos

Hemos dudado de si realmente esta sesión es imprescindible o no. Pudiera omitirse. En


dos oportunidades hicimos solamente tres sesiones.
1. El objetivo fundamental es de profundización: que cada uno pueda profundizar en algo de
lo trabajado en las sesiones anteriores,
2. y que pueda profundizarse el trabajo de grupo
3. Hacer un relevo de horarios de los integrantes, para que pueda programarse la derivación
de cada uno.
153
Propuestas técnicas

Dramatización del átomo social

⇒ Caldeamiento: Recordar, en psicodrama interno o en movimiento, o a través de la


observación de los dibujos, los átomos sociales de cada uno
⇒ Elección de un protagonista: Difícilmente da el tiempo para que se dramaticen todos los
átomos sociales, por lo cual conviene hacer una elección de protagonista, que nos permita
saber cuál es el átomo social que más involucra afectivamente al grupo.
⇒ Dramatización de uno o varios átomos sociales: Se despliega en el espacio el átomo social.
Los compañeros se convierten en yo auxiliares, representando a los otros significativos. Es
conveniente también que alguno de los compañeros represente al protagonista, para que
pueda verse en espejo. Se hacen inversiones de roles para que los personajes den su
mensaje al protagonista (o sea que el protagonista se da un mensaje desde los roles de sus
otros significativos). Luego el protagonista escucha estos mensajes sin responder. Observa
luego todo el panorama desde afuera. Los compañeros representan la tendencia y luego
construyen la imagen del futuro ideal. Con el protagonista otra vez dentro de la
dramatización, se vuelve al presente y desde allí él experimenta cuáles son los movimientos
que debe hacer para pasar al futuro ideal o posible.
⇒ Grupalización: Ofrecemos la dramatización al grupo. Preguntamos si a alguien esto le
sugirió algo de su propio átomo social o de su vida y lo representamos brevemente en el
espacio dramático. O representamos brevemente los otros átomos, en especial para que
cada uno pueda experimentar los pasos que debe dar para pasar del átomo actual al futuro.
⇒ Compartir
⇒ Alternativa: Otra alternativa de profundización es coordinar la sesión como una sesión
terapéutica habitual, explicitándolo, con el mismo objetivo de profundizar en lo que ya han
trabajado y para que tengan la experiencia de una sesión de terapia grupal.

CUARTA SESION

Objetivos

1. Que cada integrante haga una autoevaluación a través de lo trabajado en el grupo RED,
completada por los compañeros
2. Que el equipo haga una “devolución” al grupo y a cada uno
3. Que el grupo tenga oportunidad de hacer todas las preguntas que necesite hacer sobre el
funcionamiento de los grupos terapéuticos.
4. Formalizar la derivación.
5. Dar un cierre al trabajo realizado

Propuestas técnicas

Autoevaluación, evaluación de c/u por parte del grupo, devolución de los coordinadores,
información adicional sobre los grupos, derivación (asignación de un grupo terapéutico).
154
Se realizan en forma verbal, en ese orden.

Cierre del trabajo realizado: llegando al final del puente

En psicodrama interno, o en movimiento, se retoma la metáfora del grupo RED como


puente. Se visualiza el nuevo paisaje, ése hacia donde ahora se dirigen. Cada uno arma
imaginariamente su equipaje para pasar al otro lado del puente, llevando aquello que le haya
servido del grupo RED y en especial de sus compañeros, para encarar el proceso terapéutico
propiamente dicho.
Retomamos también la idea de red de compañeros. Se arma en el espacio la red que
han conformado en estas pocas sesiones, uniendo la manos como en un tejido, para que esto
quede como un recuerdo y un modelo que perdure en el grupo terapéutico al cual va a ingresar
cada uno. Se despiden. Nosotros también nos despedimos.

Alternativa: han pasado dos años

Una alternativa es el juego dramático que se implementó en el grupo 3. En esa última


sesión, el grupo se había puesto en contacto con sus duelos, y el clima era triste y denso.
Jugamos entonces a que habían pasado dos años, y nos encontrábamos, nos saludábamos y
cada uno contaba cómo estaba, y que le había pasado en esos dos años. Lo hicimos en
movimiento, en forma lúdica, con bromas y aligeró mucho el estado de ánimo de todos.

III) Fundamentación de los trabajos dramáticos

Encuentro con el grupo RED: atravesando el puente

Con este trabajo, ofrecemos a los integrantes del grupo RED una analogía o metáfora,
que representa nuestra propuesta de trabajo en el grupo RED, tomando la frase de Mario
Campuzano: “puente entre el dolor y la esperanza”, y el nombre del grupo “RED”, que ahora,
además de ser una sigla, adquiere sentido por la palabra red: la red de compañeros y terapeutas
que los acompañan en el puente.
Las analogías son utilizadas en la hipnosis ericksoniana, en gestalt, en rève eveiller y
en psicodrama para accesar al hemisferio derecho, sobre la base de que para el Inconsciente
los símbolos equivalen a lo simbolizado, pero son más accesibles. Con la analogía del puente,
ayudamos a reencuadrar la visión que cada uno tiene del ingreso a una psicoterapia.
Si el grupo parece muy activo desde un comienzo, el trabajo puede realizarse en
movimiento, en lugar de usar el psicodrama interno, encarándolo como una ceremonia de
inicio. Las ceremonias tienen el mismo objetivo de simbolizar algo que pueda ser luego
reforzado por el símbolo.
Nosotros como coordinadores proponemos la analogía, para connotar positivamente el
inicio a terapia y contrarrestar otras analogías con las cuales el paciente puede estar llegando a
la primera entrevista, por ejemplo: “estoy aquí porque he fracasado en mi vida, porque me
siento hundido, porque estoy en una trampa en la que no encuentro salida”. Ofrecemos
entonces un puente, como representación de este paso que ellos están dando para salir de la
trampa, del hoyo, para aprender del fracaso o lo que sea que imaginen.
155
Cada participante va a dar el entorno personal a este puente, en su imaginación o en la
ceremonia grupal, apropiándose de la metáfora y haciéndola suya. De la misma manera la red :
ahora es muy actual este término porque remite al internet, y da bien la idea de una red virtual
que acompaña y contiene.
La analogía del puente puede usarse también para cerrar el ciclo red, de la manera que
crea conveniente el coordinador: en movimiento o con psicodrama interno, usando la variante:
“llegamos al final de este puente y entramos en un terreno diferente, el del grupo terapéutico;
han dejado de ser víctimas de las circunstancias o de lo que les pasa, para ser participantes
activos de su curación o superación; inicia una etapa nueva”.

Presentación: quién soy y por qué estoy aquí:

Hacer una presentación verbal es importante, porque quienes consultan desean hablar
y que se los escuche. Tiene que haber espacios verbales suficientes. Aunque la presentación
sea verbal, además, lo que la persona dice va acompañada en un grupo siempre de cómo lo
dice, de lo que hace y cómo lo hace. El coordinador puede hacer algún señalamiento en este
sentido y/o estimular al grupo a hacer comentarios sobre esto.
Es importante que esta presentación sea libre y no una entrevista dirigida por el
coordinador para detectar signos de enfermedades. 11 Esto es coherente con lo que queremos
rescatar de los primeros modelos de AMPAG. Transcribo un párrafo del artículo de Royer y
Scornik 12: “En vez del afán clasificador que se manifiesta y pone en práctica en la
organización burocrática, nos dispusimos de entrada a escuchar a los pacientes y a que ellos
se escuchen entre sí”...”...nuestra función no es juzgar ni reprimir, sólo tratar que juntos
veamos qué les pasa...”

Inversión de roles

Es ésta la técnica clave del psicodrama. Moreno describió la inversión de roles en su


famoso lema:

“Y cuando estés cerca arrancaré tus ojos


y los colocaré en el lugar de los míos
y tú arrancarás mis ojos
y los colocarás en el lugar de los tuyos,
entonces te miraré con tus ojos
y tú me mirarás con los míos”13

Los objetivos principales de la inversión o cambio de roles, son :

11
Mi sugerencia es que el coordinador se plantee hacer el diagnóstico DSM IV en la última entrevista RED. Es
probable, que a esa altura ya lo tenga hecho, y si no es así, allí puede indagar lo que le haga falta para
complementar el diagnóstico
12
“La dimensión institucional en una tarea clínica, los grupos de admisión, Royer y Scornik, presentado en Junta
Clínica ordinaria de AMPAG, 21 de junio de 1977, pág.71 y 76
13
Moreno, El Psicodrama, pág. 17. A mis alumnos, este lema les resulta especialmente sangriento, por lo que lo
evitan, y hablan delicadamente de la inversión de roles como “ponerse en los zapatos del otro”.
156
• ver la situación desde el lugar del otro
• verse a sí mismo desde los ojos del otro

En esta instancia de grupo RED, nos da también una orientación diagnóstica sobre la
posibilidad de alguien de trabajar en grupo. Alguien que no puede hacer una inversión de
roles, alguien que no puede situarse en el lugar del otro y hablar desde ese lugar, seguramente
tendrá dificultades para trabajar terapéuticamente en un grupo.
En mi experiencia profesional, he observado que los pacientes psicóticos, o con fuerte
estructura caracterial, tienen muchas dificultades para invertir roles. En grupos de pacientes
psicóticos en los que se trabaja con psicodrama, la inversión de roles lleva a un aprendizaje de
la comunicación con los demás. En pacientes caracteriales, la resistencia a la inversión de
roles es más consciente y expresa en general el miedo a cambiar su perspectiva sobre la
realidad. Puede ser muy confrontativo para estos pacientes, porque los enfrenta con su
motivación terapéutica.
En la versión 114, además, el trabajo tiene varias etapas:
1. elegirse para trabajar de a dos: esto implica manejar aceptaciones y rechazos, poner a
prueba lo que en psicodrama se llama factor tele, comunicación a distancia, capacidad para
establecer relaciones no trasferenciadas, elegirse mutuamente en una relación productiva
con otra persona para realizar una tarea dada.
2. presentarse a otro, teniendo en cuenta al otro (lo que puede interesarle, lo que va a
comprender) y a uno mismo (elegir lo que uno quiere decirle)
3. escuchar al otro, no sólo las palabras, sino también percibir el lenguaje corporal, tono de
voz y lo que comunica globalmente, estar disponible para oír al otro.
4. invertir roles con la fundamentación explicitada antes.

Atomo social

El átomo social es el núcleo de personas significativas con las cuales un individuo está
conectado o relacionado. El ser humano nace y se desarrolla en grupos. A lo largo de la vida,
vamos pasando por diversos átomos sociales: la madre primero, la madre más el resto de la
familia, la familia más los personajes de la escuela más los amigos y vecinos, etc. Estos son
átomos sociales reales. Cuando se trabaja en terapia familiar, podríamos decir (con las
restricciones del término) que estamos trabajando con un átomo social real.
De cada uno de estos átomos sociales queda en el individuo un equivalente perceptual,
que además influye y determina en cierta manera las percepciones posteriores. Así cuando un
individuo, presenta su átomo social en forma verbal o en el espacio dramático, está en realidad
hablando de su átomo social perceptual, cómo él percibe a la gente que lo rodea y la forma en
que se relacionan con él, con toda la historia de sus vínculos anteriores que determina además
que él perciba a la gente de esta manera. 15
14
En los años 70’s vi por primera vez coordinar este trabajo a Zerka Moreno, la viuda de J. L. Moreno. Hay
muchas variantes de este trabajo, con y sin inversión de roles, con y sin metáfora, presentándose al compañero a
través de un otro significativo, presentando al compañero al grupo en cambio de roles, y todas las que puedan
quedar a cargo de la creatividad del coordinador. En manos de coordinadores sin entrenamiento en psicodrama,
este trabajo se fue cosificando y estructurando, hasta ser convertido en una de estas especies de recetas de cocina
del psicodrama que los legos gustan llamar “dinámicas de grupo”. He llegado a saber que tiene incluso un nombre
muy inspirado “la dinámica tipo A y B”).
15
Mónica Zuretti, “El hombre en los grupos”, Lumen - Hormé, 1995, Argentina
157
Podríamos decir que el concepto moreniano de átomo social perceptual está
emparentado con el concepto de Pichon Rivière de grupo interno --que retoma René Kaës en
su concepción del aparato psíquico grupal--, porque finalmente, la percepción de los vínculos
actuales siempre está determinada por los vínculos con el grupo primario.
Moreno habla además de átomos culturales, porque no concibe las relaciones en
términos de personas o personajes, sino de roles y roles complementarios, de vínculos, pero no
voy a ahondar en esto, no creo que sea necesario para esta fundamentación.
La representación gráfica del átomo social se hace casi siempre en círculos
concéntricos16, donde en el centro se ubica a la persona, y luego a sus personas significativas,
de las más cercanas, a las más lejanas. Hay varias versiones de este modelo, una de Moreno
mismo, otra que sugiere Ann Hale, otra de Karl Hollander. En el modelo de Ann Hale se
separa el átomo social del átomo social perceptual, es decir se separan las dos vías del vínculo:
cómo se relaciona la persona con los demás y cómo cree que los demás se relacionan con ella.
Yo he hecho esta modificación de pedir que cada uno imagine que la hoja es el espacio
de su vida, se dé cuenta cuál es el lugar que ocupa y desde allí establezca las distancias con los
demás. Creo que es importante saber si una persona siente que ocupa “el centro de su vida”, o
se siente al margen de la misma. No le doy a esto una connotación fija, sino que permito que
cada uno le dé la suya. Así por ejemplo, para alguien estar en el centro puede significar estarse
haciendo cargo de la vida de los demás y siente que necesita hacerse a un lado, mientras otra
persona se ubica en un rincón de la hoja porque se siente efectivamente arrinconado y limitado
en su espacio y desea en el futuro “pasar al centro” como una manera de tomar control de su
vida, de convertirse en protagonista de su propia vida.
También prefiero representar los vínculos a doble vía en el mismo mapa, como se
representan en el sociograma del test sociométrico, porque creo que da un panorama más
amplio de un solo golpe de vista.
En la crónica de un grupo se pueden apreciar varios ejemplos de átomos sociales.

Prospectiva: la tendencia, el futurable y lo futurible

He aplicado al trabajo con los átomos sociales, una idea tomada de otro contexto, el
contexto de la planeación estratégica en la administración de empresas.17 Miklos, catedrático
dedicado a esta especialidad, explica la importancia de no planear a futuro, sino de planear el
presente a partir del futuro. Cita un pasaje de “Alicia en el país de las maravillas” en que
Alicia le pregunta al Gato de Chester cuál camino debe tomar y él le contesta “eso depende
mucho de a dónde quieres ir”.18
El átomo social deseado, del futuro, le permite a cada uno establecer una meta, un
objetivo de vida. Sin duda las circunstancias pueden cambiar, y los planes pueden cambiarse
en la marcha, pero es siempre una referencia de adonde se quiere ir y qué hay que hacer para
llegar.

16
Ann E. Hale, “Conducting Clinical Sociometric Explorations, A manual for psychodramatists and
sociometrists.”1981, Royal Publishing Company, Virginia, USA
17
Tomás Miklos Ilkovics, “Liderazgo Siglo XXI y Administración Holística”, en “EL ROL DEL
ADMINISTRADOR EN EL CONTEXTO ACTUAL”, UAM Azcapotzalco, 1999, México
18
Lewis Carroll, “Alicia en el país de las maravillas”, Editorial Porrúa, México, pág.32
158
Este es un trabajo sencillo, que se puede repetir en el curso de la terapia, o hacia el
final de la misma, para hacer una comparación y apreciar los cambios. Se puede plantear que
es como repetir una radiografía para ver la evolución.
Observar “el futuro tendencial” permite a cada uno darse cuenta de qué puede pasar si
no modifica nada en su vida. El futuro tendencial muchas veces se señala en los átomos como
“puedo caer en un gran aislamiento” o “puedo alejarme cada vez más de mis hijos”, etc.
El futurible, el futuro factible, implica aceptar el criterio de realidad. Ramón, de la
crónica de grupo, por ejemplo, observa que la tendencia de su átomo social es catastrófica: por
estar tan enajenado en su trabajo corre peligro de perder a su mujer y a sus hijos, sentir
entonces que el trabajo no tiene sentido porque no tiene por quién trabajar, y caer en el
aislamiento y la depresión. El desea, como futuro ideal conservar a su familia. Su mujer está
pidiéndole el divorcio, por lo cual esto no va a depender sólo de él, no es muy probable que
suceda. Lo futurible es, entonces, cambiar su relación con el trabajo, tratar de acercarse a su
mujer y a sus hijos y conservar a toda costa la relación con sus hijos aunque su mujer decida
separarse de todas maneras.
Otro punto que me gusta señalar, es cuál es el primer paso a dar, para comenzar a
acercarse al futuro deseado o posible. Esto se ve mejor cuando se trabaja el átomo social
dramáticamente.

Segunda aproximación grupal: los comentarios de los compañeros

El análisis del átomo social se enriquece mucho al ser hecho en forma grupal. Los
compañeros dan sus opiniones, pero además pueden hacer comentarios en el sentido de
relacionar la conducta o actitud del compañero en el grupo, con lo que se ve en el átomo
social. De esta manera se propicia también la vivencia de la terapia de grupo.

Dramatización del átomo social

El análisis del átomo social se enriquece más aún si puede ser dramatizado. Los
personajes adquieren voz. El dibujo se transforma en una imagen, o como le llamó Virginia
Satir en su trabajo con familias, “una escultura”.
La inversión de roles ahora se experimenta en relación a los personajes significativos
de la vida de cada uno.
Los movimientos que hay que hacer para pasar de la situación actual a la futura, se
clarifican mucho más si son dramatizados19. Alguien puede darse cuenta que lo primero que
tuvo que hacer fue ponerse de pie, o voltearse, o cambiarse de lugar, o que lo primero que
hace es sonreírle a alguien. Esto puede ser rápidamente decodificado por el protagonista en
términos de actitudes o conductas.
Cuando hay duelos sin resolver, se ven claramente en una dramatización, porque el
padre muerto pero presente, o la ex esposa divorciada pero sin despedir, muestran la
dimensión de su presencia en la vida del protagonista, como fantasmas. Se evidencia entonces
la necesidad de elaborar el duelo en una psicoterapia.

19
Esta idea la tomé de López y Población, “La escultura y otras técnicas psicodramáticas aplicadas en
psicoterapia”, Paidós, 1997, España
159
Cierre del grupo RED

Se trata de dar una conclusión al grupo RED, para pasar a otra etapa. El “equipaje” o
maleta y el armado de la red tienen el objetivo de concretizar lo trabajado como preparación
para el grupo terapéutico. Este cierre da también el modelo de una elaboración de un duelo en
pequeña escala, al plantear una despedida en la que cada uno se queda con algo, un equipaje y
un modelo de interacción productiva entre compañeros: la red.
El juego dramático que se propone como alternativa, resalta el carácter de “esperanza”
que los espera del otro lado del puente, según la frase de Campuzano que hemos tomado como
guía en este diseño.

IV) Crónica de un grupo

Participantes:

1. Susana, de 24 años, estudiante y empleada


2. Cecilia de 22, estudiante
3. María, 36 años, académica
4. Ramón, 42 años, ingeniero
5. Richard, 56 años, terapeuta

Equipo coordinador

En esta sesión yo dirijo todos los trabajos psicodramáticos, porque estamos ensayando
el diseño nuevo, y Angélica participa como yo auxiliar en la dramatización y como co
coordinadora en los espacios verbales. Martha funciona como observadora.

Primera sesión:

Encuadre

Explico primero el encuadre del grupo RED y sus objetivos. Luego pido que se
presenten, diciendo quiénes son y por qué están acá.

Presentaciones

Susana es la primera en presentarse. Lo hace muy brevemente. Dice que ha tenido una
materia de psicología en la Universidad y que eso la confunde. Busca entenderse a sí misma y
estar lo mejor posible.
Luego habla María. Es una mujer atractiva, delgada, vestida en forma atractiva y
femenina, pero tiene algo de masculino y hace muecas muy exageradas al hablar que la afean.
Me hace pensar en María Félix por lo intensa y combativa. Dice que ya ha estado una vez en
un grupo de AMPAG, pero sin duda no era su momento. Abandonó el grupo y fue a terapia
individual. Ahora volvió a consultar y cree que está preparada para un grupo. Es académica en
la universidad. Ha hecho una carrera científica, la misma de su padre. Consulta porque está
sola. Vive sola y tiene graves problemas para relacionarse.
160
Ramón es un hombre delgado, pulcro, de traje y corbata, peinado con cuidado. Dice
que lo envía aquí su mujer, quien está en terapia aquí mismo en AMPAG. El se ha dedicado al
trabajo, ha trabajado y trabajado y de pronto se da cuenta de que se ha alejado de su mujer y
sus hijos. Aquí yo entiendo que su mujer lo manda a terapia con la esperanza de arreglar las
cosas, ya que él solamente dice “tenemos problemas”, pero luego él comentará que el divorcio
ya está iniciado. Ramón llega a consulta cuando ya arde Troya.
Cecilia, que está sentada hecha un rollito, como si se escondiera, dice que hace tres
meses comenzó a sufrir crisis que creyó eran convulsivas, pero eran nerviosas, necesita que le
ayuden, quiere salir adelante. Es sociable en lo superficial, pero cuando se trata de hablar de
ella no puede expresarse, y menos si se trata de expresar el enojo.
El último en presentarse es Richard, es extranjero, habla con acento. Es terapeuta, ha
hecho una formación en otra institución. Ha estado ya un tiempo en terapia individual, y vio
con su terapeuta la posibilidad de entrar a un grupo. Habla de su interés en la experiencia de la
terapia grupal y de su interés en la gente en general. Está casado por segunda vez después de
un divorcio y tiene una hija adolescente en este matrimonio, al que describe como una buena
pareja. Del matrimonio anterior tiene tres hijas, a las que ve poco.
Les pido que piensen cómo se han presentado y si quisieran agregar algo ahora que
escucharon a los compañeros.
Richard interviene: “Di mi ficha de identificación, pero no dije como soy. Soy un
hombre sensible, me gusta estar con la gente, por eso elegí esta profesión”.
Susana se presenta ahora a través del divorcio de sus padres cuando ella tenía 6 años:
esto le cambió la vida. Ha tenido que salir a trabajar, y estudiar al mismo tiempo. Ellos
hicieron las cosas mal. Su madre estuvo muy deprimida y ella y los hermanos, tuvieron que
hacerse cargo de muchas cosas. Ha estado muy enojada con su padre, que es un hombre muy
difícil de abordar. “Uno dice que entiende a los padres, pero no es así, a uno le falta el cariño
de los padres.”
María también es hija de padres separados. “Eso me ha incapacitado para consolidar
una pareja”, dice. El padre va por la 3ª mujer y ella es idéntica a él en todo. El le mintió, le dijo
que la disciplina daba la felicidad y no era cierto. María se presenta como “la intensa” “la más
violenta”, la más conflictiva, la más difícil. Ahora se me aparece Sor Juana: “yo, la peor de
todas”. Su madre dice que “aún regalada es cara”.
También el padre de Cecilia se fue hace 20 años y no lo volvió a ver.
Ramón mira con sus ojos muy abiertos y repite varias veces que esto es totalmente extraño e
inusitado para él. Pero el tema le llega: “cuando Susana habló de su padre, creo que mi hija me
va a reclamar así”

Inversión de roles

Siendo un grupo pequeño e impar, decido hacer la versión simplificada de la inversión


de roles. Les pido que se pongan de pie y exploren las sillas de los compañeros, recordando lo
que dijeron, lo que les trasmitieron. Luego les indico que elijan una silla que no sea la propia
para quedarse allí, y se conviertan por un momento en el compañero, haciendo de cuenta que
meten dentro suyo los pensamientos y sentimientos del compañero.
María toma el lugar de Ramón, Ramón el de Richard, Richard el de Susana, Susana el
de Cecilia y Cecilia el de María.
Les pido que se presenten ahora desde ese lugar, y que agreguen algo más de lo que
dijo el compañero, lo que les surja de ese lugar. María hace una interpretación completa desde
161
el lugar de Ramón: “soy tan autosuficiente, que ni siquiera soy capaz de visualizar mis
problemas.” Se va enojando cada vez más. Ramón tiene muchas dificultades para hablar
desde Richard, aunque finalmente lo hace, diciendo algo como: “vengo aquí más como una
investigación que como persona”. Richard, desde el lugar de Susana dice que siente miedo,
mucho miedo, aunque hace esfuerzos por disfrazarlo, tiene que ver en terapia por qué la
domina el miedo”. Cecilia como María habla de sus afectos, soledades y depresiones.

Comentarios

Luego comentamos qué sintió cada uno desde el lugar del otro y si le aportó algo lo
que dijo el compañero desde su lugar. Así Ramón aceptó que era cierto que él probablemente
no quería saber qué pasaba en su casa. Richard no acepta que él venga como terapeuta al
grupo, pero de todas maneras comienza a centrarse más en sí mismo y a hablar de él. María
dice que le sirvió todo. Lo que dijo de Ramón vale para ella. Ella también es autosuficiente,
muestra una careta y luego se “corta las venas con un ejote”.
Después de los comentarios terminamos la sesión. Todavía aquí no habíamos pensado
en el uso de los elementos del grupo RED para darle marco al trabajo de evaluación, por lo
tanto en esta sesión no usamos las metáforas de la red y el puente como tema de una
visualización. Se nos ocurre la idea al final, y la utilizamos como cierre del grupo en la cuarta
sesión.

Segunda sesión

Precaldeamiento: las apuestas

Comenzamos la sesión hablando en forma libre. Cada uno comenta algo de cómo se
sintió en la semana. Ramón no ha llegado y se hacen apuestas de si va a venir o no. Las
apuestas son parejas: la mitad del grupo cree que no va a venir y la otra mitad que sí. No hay
otras ausencias.

Caldeamiento: el espacio de mi vida

Como hay un ambiente muy activo, decido hacer el caldeamiento para el átomo social
en movimiento, en lugar de con psicodrama interno, para aprovechar el clima. Retiramos las
sillas y les digo que recorran el espacio del salón. Que imaginen que éste es el espacio de su
vida de ahora. Que lo recorran teniendo en su mente a las personas significativas de su entorno
y las cosas que comparten con ellas. Que luego se detengan en un lugar que pueda representar
el lugar que ocupan en su vida de ahora, y que imaginen como se distribuirían en el espacio las
personas en las que pensaron, quiénes estarían más cerca y quienes más lejos y qué lugar
ocuparía por ejemplo el trabajo o la escuela.

Mapa sociométrico del átomo social

Damos luego las instrucciones para dibujar el mapa sociométrico del átomo social,
panorama actual y futuro ideal, y cada uno lo elabora. Doy las instrucciones también de que en
el mapa del presente escriban cuál es la tendencia, hacia donde van las cosas si no se hace
nada y que en el mapa del futuro ideal pongan lo futurible, el futuro posible y el primer paso
162
que deben dar para que esto se cumpla. Recalco que el futuro ideal puede a lo mejor depender
de otras personas, y que lo posible es lo que cada uno puede cambiar.

Comentarios

Los mapas resultan muy elocuentes por sí mismos. Una vez terminados los
comentamos.20

María:

Su mapa del presente impresiona por lo abigarrado de los vínculos. Los vínculos
positivos, de amor o amistad están resaltados, para expresar la intensidad. Sin embargo, el
comentario de María es que la tendencia es a “ir restringiendo cada vez más sus afectos a
algunos miembros de la familia: mamá, hermana hermano y sobrinos”. El vínculo con el
padre, que está marcado en rojo, en negativo, “se tornaría verde” si no se analiza, se volvería
indiferente y ella tendería a aislarse, “ a tener actitudes absolutamente solitarias”.
En cambio en el mapa del futuro ideal los vínculos son todos positivos, pero los trazos
son delgados, las intensidades son medidas. Richard comenta que le impresiona la armonía del
dibujo y María escribe: “que todas las relaciones afectivas sean equilibradas”. El primer paso a
dar es trabajar en su autoestima. Se hace muy claro también que necesita trabajar el vínculo
con su padre, que desea tener una buena relación con él, estable y cercana y no permitir que el
enojo se transforme en alejamiento. En este grupo, el representante del padre para María es
Ramón, pero no nos vamos a dar cuenta hasta la siguiente sesión.

Richard:

En el trabajo en movimiento, Richard se detuvo junto a la ventana. Allí ubicó a Dios,


por la luz. También en este mapa la diferencia entre el presente y el futuro ideal es notoria. En
el presente Richard está en un rincón de la hoja ( de su vida) y en el futuro se ubica en el
centro. En el presente hay mucho rojo y en el futuro sólo azul y algunos lazos verdes que
Richard define no como indiferentes sino como “respetuosos”, hacia la familia política.
Aunque hasta aquí Richard no lo ha mencionado, aquí aparece el duelo con su madre
que ha muerto hace varios años, sin elaborar (las líneas punteadas indican el vínculo con
alguien que ha muerto pero sigue presente en la vida de alguien), los colores rojo y azul unidos
indican una relación amor-odio. Richard comenta que las mujeres fuertes como María lo
inhiben, y que sin duda le recuerdan a su madre.
Los lazos con sus hijas de su primer matrimonio y su ex mujer son negativos por parte
de ellas. Sin duda lo que no es fácil en la vida de Richard son las separaciones. Cambiar de
país tampoco ha sido fácil. Estas separaciones es lo principal que tiene para trabajar en una
terapia.
Para Richard la elaboración de este mapa ha sido fundamental, porque nada de esto
pudo decir en la primera sesión.

Cecilia:

20
ver mapas
163
Cecilia también se ve arrinconada en el presente y en el centro en el futuro deseado,
pero lo que más impresiona en sus mapas son las distancias. En el presente las distancias son
muy grandes. Sólo mamá está cerca. También hay muchos rojos. En el futuro en cambio, las
distancias se acortan, y ella aparece rodeada de un nidito de vínculos positivos cercanos y un
par de verdes. El vínculo con el padre es uno de los que se acercan y positivizan.
En estos mapas se ve que hay algún conflicto o episodio traumático con religiosas, que
le ha hecho negativizar su vínculo con su religión. No abrimos esto en el grupo de evaluación,
no lo consideramos pertinente ni necesario, ya que ella sólo lo menciona. De la misma manera
María ha tocado el tema pareja en forma deliberadamente vaga, sin profundizarlo, Pensamos
que estos temas más íntimos, si no se abren espontáneamente, es mejor dejarlos para el grupo
terapéutico, donde va a haber un continente más prolongado.

Susana:

En los mapas de Susana en cambio, no hay movimientos en su posición ni tampoco


demasiado en las distancias. Se señalan claramente dos vínculos conflictivos: con el jefe y la
mamá. El vínculo con el padre está entre el amor y la indiferencia y también la relación con su
novio.
Susana dice muy claramente: “Si yo sigo así, considero que seguiré teniendo conflicto
no sólo con mi mamá y mi jefe, sino también con el resto de las personas y quizás las tenga
cerca pero no sería feliz.” Y luego: “Quiero proponer alternativas y no criticar acciones”.
Su visión del futuro es optimista: “considero que todo lo que yo deseo es posible”.
Susana tiene que trabajar su enojo en relación a la separación de sus padre, enojo que
probablemente se extiende a su jefe e interfiere en la relación con su novio. Siente que las
figuras de autoridad le han fallado. Esto la ha cargado de responsabilidades y también le ha
dado poder: el poder de cuestionar y rebelarse. Un poder que ejerce, pero que en realidad no
desea. Si se pone en paz con esto, su vida puede cambiar positivamente.

Cierre

Después de estos comentarios, dirijo un breve psicodrama interno, donde cada uno
siente o visualiza este primer paso de cambio hacia un futuro deseado. Cerramos la sesión.

Tercera sesión

Precaldeamiento

Están todos otra vez. Ramón ha reaparecido. Cuando entran al salón, María se está
quejando de que Richard sólo saludó a Ramón y se olvidó de ellas (las mujeres del grupo).
Richard se disculpa, pero señala la gran alegría que le da el regreso de Ramón. Richard vive
en un mundo de demasiadas mujeres, que seguramente siempre están reclamándole como lo
hace María. Ojalá podamos derivarlo hacia un grupo donde haya otros compañeros hombres.
Ramón explica que estaba en el hospital, que no pudo ni siquiera llamar. Tenía una
herida en el brazo que se infectó y tuvo que ser curada en el hospital. Una herida que descuidó,
así como descuidó la lejanía que se iba dando con su familia. Parecería que Ramón no hace
164
caso a las señales de su cuerpo ni de sus vínculos. La herida en su familia también se ha
infectado.
Comentan cómo se han sentido en la semana. María ha estado muy contenta y
positiva, siente que fue un buen trabajo el de la semana anterior.
Susana y Cecilia, en cambio, han estado enojadas e irritables. Entrar en este puente, que es el
grupo RED, puede aliviar, porque ya es comenzar algo, o enojar, porque implica ponerse en
contacto con cosas dolorosas. María ha estado más tranquila y alegre y entonces todo a su
alrededor ha estado más agradable. Susana que tenía una actitud muy positiva (algo así como
que esto va a ser sencillo y rápido) en cambio, siente que se han removido cosas de su vida
que no le gustan. Cecilia también ha estado sensible, pero en el grupo se la observa mucho
más participativa, su cambio es notorio, y hasta físicamente se la ve cambiada, se ha cortado el
pelo, se ve más bonita, y toda su actitud es más espontánea.

Caldeamiento

Normalmente, según nuestro diseño, aquí elegimos un protagonista para profundizar


su átomo social en el espacio dramático con ayuda de sus compañeros como yo auxiliares. Sin
embargo, como Ramón no tiene un mapa dibujado, yo propongo que sea él el protagonista.
Creo que no fue una buena idea. Podría haber dejado que el grupo eligiera el protagonista de
todas maneras, con un breve caldeamiento de Ramón, y es probable que igual lo hubieran
elegido a él, pero más asumidamente. Después, con nuestras instrucciones él podría haber
elaborado el mapa en su casa, para la sesión siguiente. Hubiera sido más pulcro hacerlo de esta
manera, aunque igual no creo que se hubiera evitado la reacción de María.
Todos recorren el espacio con Ramón, acompañándolo en la detección del lugar que él
ocupa en su vida. El se sitúa en el ángulo derecho del salón, cerca de la puerta. Elige a Richard
para que lo represente en ese lugar, y va colocando el resto de los personajes significativos de
su vida:21

• Antes que nada, el trabajo, muy cerca, a su derecha, representado por María, con los brazos
extendidos, ocupando mucho espacio.
• Detrás de él su familia de origen: Cecilia en el lugar de su mamá viuda
• Angélica, mi co coordinadora, como su hermano mayor
• Frente a él Susana, representa a su mujer que se aleja
• Junto a ella dos cojines representan a los niños

Lo vuelvo a su lugar, y exploro cada uno de los lugares con inversión de roles. Cada
uno de los personajes le da un mensaje. No permito que él conteste, porque considero que esto
ya sería entrar en un trabajo de elaboración que no quiero comenzar en este período de
evaluación. Lo que mejor nos permite evaluar es lo que él recibe.
En estos intercambios vemos que el trabajo se presenta como un jefe exigente y
absorbente: hay que hacer esto, urge lo otro, etc.
Vemos el peso de la familia de origen. Desde el lugar de la madre, Ramón se dice a sí
mismo: “debes tratar de conservar a tu familia, acuérdate de lo que decía tu papá, que no hay
que olvidar la hora del té: te quiero, te amo, te necesito“.

21
Ver dibujos
165
La voz de Ramón se quiebra. Hay algo muy contradictorio aquí en su vida. Esta madre
que aparece aquí tan cálida, trayendo el amoroso mensaje del padre muerto, en realidad según
la descripción verbal de Ramón ha sido una madre sumisa junto a un padre exigente y
autoritario y tiene una hija esquizofrénica. No vamos a abundar en esto. Probablemente
Ramón haya recibido muchos dobles mensajes en relación al amor y a la familia. Nos
limitamos a ver el peso que esto tiene sobre él y como queda pegado a su familia de origen y
no puede avanzar hacia la propia.
Desde el lugar de su mujer dice claramente que ella quiere el divorcio, y que si se
rescata algo será después del divorcio. Cuando Ramón se acerca, ella se aleja (Susana lo hace
espontáneamente y Ramón dice que así es). y los hijos también.
Ramón mira desolado hacia el trabajo y dice: “así mi vida carece de sentido. Me he
dedicado 100% al trabajo, pero ahora no hay por quien trabajar”. María se aleja y Ramón
queda solo por un momento, como en medio de la nada.
Entonces avanza hacia los hijos y estos lentamente van aceptando el acercamiento del
padre. Por eso, aunque en el futuro deseado de Ramón, la familia está unida, en el futuro
posible, él recupera por lo menos a sus hijos. Hace que los yo auxiliares se suban en sillas,
para representar que lo que más desea es verlos crecer y desarrollarse, acompañándolos en este
crecimiento.

Grupalización

En acción la tendencia , el futuro deseado y el posible, surgen con mucha facilidad, los
yo auxiliares colaboran. Ofrezco ahora al grupo la imagen de Ramón y les pregunto si esto
tiene que ver con su vida.
Richard dice que se ha identificado con todo, y que está muy conmovido.
Cecilia dice que ha pensado en su papá. Le indico que le hable a Ramón como si fuera
su papá. Luego hago una inversión de roles y como su papá, Cecilia se pide perdón por su
lejanía.
Susana ha pensado también en sus padres. Dice que le va a mandar un telegrama de
cumpleaños. Hago que ponga este telegrama en voz alta, dirigido a Ramón como su papá. El
telegrama dice: “deseo que tengas un cumpleaños muy feliz, te quiero mucho, Susana” . Hago
también una inversión de roles y luego Susana dice que también se recordó de su mamá. Con
Cecilia en el rol de su mamá, le habla, y luego invertimos roles para que se escuche a sí misma
desde el rol de la mamá.
Le ofrezco la imagen también a María, pero me contesta que no, que no le surgió nada.
Cuando nos sentamos, sin embargo, dice que está muy enojada, porque se le dedicó la sesión a
una sola persona: Ramón. Me pongo yo y todo el grupo junto a Ramón, como cuidándolo y
atendiéndolo, y le pregunto si eso sí le sugiere algo de su vida. Me dice que no, que no hay
nadie en el mundo que no voltee a verla. Yo volteo y le digo que es cierto, que yo también he
volteado varias veces a verla, y le he preguntado si quería ver algo de su vida que le hubiera
recordado la imagen de Ramón, pero que ella no quiso. Angélica interviene, suavizando la
situación, ya que hay una fuerte reacción (¿transferencial, o producto de mi error de no hacer
que se eligiera protagonista?) conmigo.
Luego comentamos, y María acepta que ésta es una de las cosas por las cuales su ex
terapeuta le dijo que era “un caso perfecto para grupo”: le cuesta mucho compartir el espacio.
Dice “no es por virtuosa que estoy sola”.
166
María ha actuado su enojo, en vez de dramatizar. Aún reconociendo que yo puedo
haber cometido un error, esto no es un buen pronóstico para ella de trabajo en un grupo. Pero
sí es de buen pronóstico que haya recuperado luego su actitud. Al terminar la sesión, Martha,
Angélica y yo pensamos que sería bueno elegir cuidadosamente el grupo en el que María va a
entrar. Pensamos si será mejor un terapeuta fuerte, que aguante sus enojos con fuerza, o
alguien muy calmo, o un interpretador kleiniano de hueso colorado. Jugamos con nombres.
Los demás compañeros han aprovechado mucho la dramatización de Ramón. También
han aprovechado el trabajo de grupo. Comentan qué buenos yo auxiliares fueron todos, como
hicieron su papel de maravilla.
Les pedimos que nos dejen sus horarios posibles para estudiar su derivación a un
grupo terapéutico.

Cuarta sesión

Al comienzo de esta sesión explicamos los objetivos de la misma:

• que cada uno haga su autoevaluación, con ayuda del grupo, incluyendo lo que ha aprendido
de sí mismo y de su posibilidad de trabajar terapéuticamente en grupo en estas sesiones.
• dar nosotros una devolución de como vimos el trabajo del grupo y de cada uno
• que hagan todas las preguntas que necesiten sobre el funcionamiento de los grupos y de la
institución.
• hablar sobre la derivación: a qué grupo va a ir cada uno
• cerrar el trabajo RED y despedirnos.

Autoevaluación

En forma fluida, cada uno va haciendo su autoevaluación.


Richard destaca cómo la presencia de María en el grupo lo ha ayudado a darse cuenta
de que no ha terminado de elaborar el duelo con su madre, y cómo esto influye de manera
determinante en su vida actual.
Ramón comenta que él venía “mandado” por su mujer, sin entender para nada qué
tenía que hacer aquí. Este grupo le ha abierto los ojos. Ahora está más atento a lo que pasa a su
alrededor y dentro de él mismo, y sabe qué tiene que revisar en un grupo terapéutico.
Cuando Cecilia comienza a hablar, todos comentan que la ven muy cambiada. Ella
dice que así es, que ha tomado confianza y valor para enfrentar la vida con esperanza y que ve
con entusiasmo su entrada a un grupo.
Susana, en cambio, se ha dado cuenta de que no es tan fácil como pensaba. Era más
sencillo creer que ella era una víctima de las circunstancias. Pero está dispuesta a trabajar en
un grupo para poder cambiar, porque la perspectiva de transformarse en una amargada le
disgusta mucho.
María está más callada en esta sesión. Se dirige a mí sin ningún enojo. Analiza lo que
le pasó la vez pasada. Está dispuesta a asumir el compromiso de un grupo esta vez, aun
sabiendo que esto le va a pasar muchas veces.
167
Devolución

Yo comienzo haciendo un comentario sobre el grupo. Digo que, en la forma


espontánea en que siempre ocurren estas cosas en los grupos, aquí ha habido un tema central,
que es el de la separación de los padres, vivido desde diferentes lugares. Curiosamente, todas
las mujeres tienen esta experiencia como hijas y los hombres la han vivido como padres. Digo
que éste ha sido un buen ejemplo de trabajo de grupo, y sucedieron las cosas que suceden
habitualmente en un grupo: se han ayudado, se han abierto los ojos, se han enojado por tener
que compartir el espacio, han aprendido unos de otros y de sí mismos a través de los otros.
Luego entre las tres hacemos un comentario breve sobre cada uno, señalando
sobretodo cuál puede ser para cada uno el obstáculo a superar en un grupo, y como hacerlo
puede significar para cada uno un paso importante en su crecimiento.
María, por ejemplo, ya ha dicho muy claramente que le cuesta compartir el espacio,
más aún, le cuesta que la atención se centre en otras personas. Superar esto puede ser la
respuesta a su soledad, a conservar los vínculos de afecto y hacer otros nuevos, eventualmente
una pareja. Sin duda en el grupo Ramón ha representado aquí a su padre, y ha volcado con él
viejos resentimientos. Analizar esto en un grupo es prioritario para sentirse más en paz consigo
misma, en menos lucha y competencia permanente. Probablemente, aunque no sea obvio, ella
ha rivalizado con el padre por el amor de la madre, como aquí rivalizó con Ramón por tener
mi atención. Pero ya se ha dado cuenta de que es muy desgastante obtener la atención a través
de enojarse y reprochar y necesita más estabilidad en su vida, como la armonía que representó
en su mapa del futuro.
Para Sandra el problema es no sentir que la terapia es “una responsabilidad más”, otra
injusticia de la vida, otra cosa de la que ella tiene que hacerse cargo porque los demás no lo
hacen. Este es su único obstáculo, pero si lo supera, ella misma dijo: todos sus sueños van a
cumplirse.
Cecilia se ha probado a sí misma que puede expresarse. Ha visto que la otra opción es
caer en el aislamiento y quedar como la chiquita de mamá. Ha visto que esto es no crecer.
Tendrá que revisar sus historias traumáticas, como el episodio con las religiosas, y ahora ya
sabe que está en condiciones de hacerlo.
Ramón ha dicho prácticamente todo. Necesita emprender un camino nuevo, teniendo
en cuenta las señales que recibe. El futuro de su matrimonio no depende sólo de él, pero la
relación con sus hijos es algo diferente. Aquí ha visto muchas niñas enojadas por la ausencia
del padre, por su lejanía, y sabe qué pasos dar. Con la compañía de un grupo puede hacerlo
protegidamente. También tiene una historia para revisar. Sin duda no ha querido ser un marido
autoritario y exigente como su padre, pero esto lo ha llevado a ser lejano y prescindente y a
olvidarse de “la hora del té”.
Richard tiene un duelo para elaborar y también quiere recuperar el afecto de sus hijas
mayores. Su única dificultad en un grupo es su tendencia a dejarle todo el espacio a los demás.

Derivación e información

Todos han trabajado bien en grupo y parecen verse beneficiados por la compañía de un
grupo en un proceso terapéutico. Pasamos entonces a la derivación. Tratamos de tener en
cuenta no solamente el horario, sino también otros factores: personalidad del terapeuta y
composición del grupo, por ejemplo.
168
Luego contestamos todas las preguntas que se les ocurre hacer. No son muchas las
preguntas, más que nada preguntan cuestiones prácticas: los honorarios, tiempo de duración de
su grupo y de cada sesión, qué pasa si a alguien le cambian el horario en el trabajo o en la
escuela, etc.

Cierre: el puente y el equipaje

Terminadas las preguntas, digo que voy a hacer un cierre vivencial. Les pido que
cierren los ojos y que visualicen o sientan o tengan la idea del trabajo que hemos hecho en el
grupo RED como un puente que han recorrido en compañía de la RED de compañeros y de
nosotras, el equipo.
Están llegando al final del puente para pasar a otra etapa. Cada uno se da cuenta de que
lleva consigo una pequeña maleta o bolsa, que es su equipaje para esta nueva etapa del viaje.
Revisan el equipaje. Allí se llevan lo que han aprendido de sí mismos en el grupo RED y sin
duda llevan también algo de cada uno de los compañeros. Van a guardarlo con mucho
cuidado, porque les va a ser muy útil.
Al abrir los ojos, van a estar al final del puente, se ponen de pie y se despiden. La
despedida es emotiva, han compartido la primera etapa de la aventura, se desean suerte.
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175
V) Conclusiones

Al encarar el trabajo de elaborar un diseño de grupo de admisión con técnicas


dramáticas para AMPAG, vimos que el problema del grupo RED no era técnico, sino que sus
objetivos se habían ido empobreciendo a lo largo del tiempo. Las coordinadoras en realidad,
cumplían eficientemente su trabajo en cuanto a los objetivos que se planteaban: detectar
dificultades de los pacientes para su analizabilidad o agrupabilidad, diagnosticar según el
DSM IV, y de acuerdo a esto admitirlos o no en los grupos, y a su vez informarlos del
funcionamiento de la clínica, para que ellos eligieran también si entrar o no.
Para entender esto, debimos estudiar la historia del grupo RED y los diferentes
modelos que habían ido surgiendo a partir de una Institución en constante evolución.
Descubrimos así, que el grupo RED había nacido, en primera instancia, como un dispositivo
de análisis institucional permanente, y que el hecho de que nosotras estuviéramos allí,
revisando su funcionamiento, respondía a este objetivo. El grupo RED anuncia y denuncia,
como semáforo rojo, lo que pasa en la Institución y todo investigador del grupo RED, se
transforma voluntaria o involuntariamente en un analista institucional.
El primer modelo de grupo RED respondía a la pregunta: qué viene a decir el paciente
y qué denuncia hace de su entorno con su crisis. El segundo, que no es contradictorio con el
anterior le ofrecía un contexto de contención y espera, como persona que sufre. El tercero sólo
le ofrecía un momento de espera o demora, mientras el terapeuta decidía si cumplía o no con
los requisitos para entrar a la Clínica. Frente a la ausencia de un marco teórico unificador al
cual responder, el grupo RED comenzó a responder al modelo práctico. No es raro entonces
que cuando se necesitó revisar el grupo RED, se pensó en una revisión técnica y en
actualizarlo técnicamente.
Cumpliendo con el pedido de la Institución, hicimos además un diseño de grupo RED
con técnicas del psicodrama y la sociometría. Este diseño incluye el uso del psicodrama
interno (fantasía dirigida), inversión de roles y la expresión gráfica y dramatizada del átomo
social, enriquecido con una lectura desde la prospectiva.
Pensamos que las técnicas dramáticas tienen un gran poder de síntesis, y permiten
focalizar el motivo de consulta con claridad. Con las fantasías dirigidas ayudamos a
reencuadrar la visión que cada uno tiene del ingreso a la psicoterapia. La inversión de roles
implica poner a prueba la capacidad de integrarse a un grupo, a través de ponerse en el lugar
del otro y verse desde sus ojos.
La representación gráfica del átomo social en forma de mapa sociométrico, lo
recomendamos aún cuando el coordinador RED quisiera trabajar con técnicas verbales, porque
es una herramienta donde el paciente puede ver reflejada su relación con su entorno, y elaborar
su propio pronóstico. Verse a sí mismo en un mapa de relaciones interpersonales tiene un gran
impacto a nivel de la autoevaluación y motivación terapéutica. Allí aparecen claramente, por
ejemplo, la tendencia al aislamiento afectivo, la compulsión a hacerse cargo de las
responsabilidades de los otros, o los fantasmas de los duelos no resueltos que oscurecen el
presente , así como las experiencias traumáticas que terminan convirtiéndose en justificaciones
vitales.
La expresión gráfica del átomo social es una herramienta de la sociometría, muy
sencilla en su aplicación, y que pudiera volver a aplicarse en el transcurso del trabajo
terapéutico, para ayudar a visualizar los cambios realizados, como si fuera una radiografía de
las relaciones interpersonales de cada uno, que se puede tomar nuevamente en la mitad o al
final del tratamiento.
176
Pensamos además, que este diseño, más allá de la utilidad que haya podido prestar a la
Clínica de AMPAG en su momento, pudiera ser útil también en cualquier institución a la que
asistan pacientes que demandan asistencia psicológica (hospitales, clínicas abiertas a la
comunidad, centros de salud, etc.,) Hemos visto que en general, la admisión se hace casi
siempre en forma individual, la demanda excede las posibilidades de atención individual de
pacientes, el tiempo de espera para la admisión a asistencia psicológica o para el seguimiento
de una entrevista de urgencia son muy largas y hay una gran deserción de pacientes en el
período de espera.
Los grupos de admisión estilo grupo RED, que pudieran continuarse a nivel de
asistencia con grupos de terapia breve, pudieran quizás dar una respuesta a la demanda
asistencial comunitaria.
En la Escuela Mexicana de Psicodrama, (EMPS) Jaime Winkler y yo lo incluimos
también como el primero de una serie de talleres vivenciales de fin de semana en un programa
de terapia breve con psicodrama para pacientes viajeros.
En cursos de formación de psicodramatistas he coordinado varias veces en forma
resumida este trabajo y he vuelto a sentir la emoción que implica el comienzo de la
experiencia terapéutica: estar en un paisaje desolado, frente a un puente que puede llevar a un
paisaje diferente; atravesar el puente en compañía de una serie de desconocidos que
gradualmente se van convirtiendo en una red significativa de compañeros terapéuticos; llegar
al otro extremo del puente con un equipaje que contiene lo que se ha aprendido y recibido en
el camino recorrido y poder entonces visualizar más claramente el paisaje luminoso y pleno
que se desea abordar. “Puente entre el dolor y la esperanza” sigue siendo la descripción que
me parece más acertada y que más me gusta para este comienzo de la aventura terapéutica.

BIBLIOGRAFÍA

Artículos de AMPAG sobre grupo RED


177
BIBLIOGRAFÍA

Artículos de AMPAG sobre grupo RED

La dimensión institucional en una tarea clínica: los grupos de admisión, Gilou Royer de
García Reinoso y Horacio Scornik, experiencia hecha en Buenos Aires, Argentina, en los años
73-74, presentado en AMPAG en 1977

Experiencia en el CIJ, del año 76, referida por Horacio Scornik en el mismo artículo anterior
(faltan varias páginas a este artículo y parece que son irrecuperables)

Manual de procedimientos de la Clínica, Carrillo y Márquez, 1978. Hay un Reglamento de la


Clínica, del año 98, revisado por Sifuentes y Sánchez Escárcega, del año 98, con pocas
modificaciones.

La admisión grupal, determinantes de su surgimiento y técnica de realización, Mario


Campuzano Montoya, 1982, tesis de grado

El grupo de admisión y espera: un espacio imaginario, Elena de la Aldea, Juan Guadarrama,


Jorge Margolis, 1982, Primer Congreso AMPAG

El grupo RED y sus Vicisitudes, 9ª generación, 1986

El grupo de admisión en la clínica de la AMPAG, Magdalena Juárez de Márquez, 1989

Reflexiones sobre el grupo RED (recepción-espera derivación), García y Labarthe

Un criterio de agrupabilidad, Isabel Díaz Portillo, 1988, III Congreso de AMPAG

El proceso de selección y asignación de pacientes en los grupos terapéuticos de la Clínica de


AMPAG en relación con la deserción temprana, Luz María Hidalgo, 1997, tesis de grado

El modelo terapéutico de AMPAG: proceso terapéutico completo, Dubson y Tarragó, 1999

Bibliografía que fundamenta el modelo de grupo RED con técnicas del psicodrama

• Bello, María Carmen “Introducción al psicodrama, Guía para leer a Moreno”, Editorial
Colibrí, México, 1999
• Bello, María Carmen , Reporte presentado a la Clínica de AMPAG, sin editar, 2000
• Bello, María Carmen, El grupo Red, puente entre el dolor y la esperanza, Subjetividad y
Cultura Nº 16, Abril 2001, Editorial Plaza y Valdés, México
• Bustos Dalmiro, “Psicoterapia psicodramática”, Paidós, Argentina, 1975
• Carroll, Lewis, “Alicia en el país de las maravillas”, Editorial Porrúa, México,
• Hale Ann, “Conducting clinical sociometric explorations, A manual for psychodramatists
and sociometrists.” Royal Publishing Company, Ronakoe, Virginia, USA, 1981
• López y Población, “La escultura y otras técnicas psicodramáticas aplicadas en
178
psicoterapia”, Paidós, 1997, España
• Miklos Ilkovics, Tomás, “Liderazgo Siglo XXI y Administración Holística”, en “EL ROL
DEL ADMINISTRADOR EN EL CONTEXTO ACTUAL”, UAM Azcapotzalco, 1999,
México
• Moreno J.L.“Psicomúsica y sociodrama”, Hormé, Buenos Aires, 1965
• Moreno J.L. “Psicodrama”, Hormé, Argentina, 1987
• Zuretti, Mónica, “El hombre en los grupos”, Lumen - Hormé, 1995, Argentina
179

EL PASO SIGUIENTE:

LOS GRUPOS TERAPÉUTICOS

DE DURACIÓN LIMITADA
180
Capítulo 9

EL MODELO TERAPÉUTICO DE LA CLÍNICA DE AMPAG: PROCESO


COMPLETO DE DOS AÑOS DE DURACIÓN

Dra. Lilian Lasky de Dubson,


Dr. Alejandro Tarragó.

El modelo terapéutico que se utiliza en AMPAG, creado para combinar las


necesidades terapéuticas de los usuarios y las necesidades didácticas para el entrenamiento
práctico de los candidatos, es un dispositivo intermedio entre el modelo utilizado en el
consultorio privado, generalmente de tiempo indefinido, y la terapia breve de orientación
psicodinámica. En él se busca que el alumno experimente las diferentes etapas de un
proceso grupal psicoanalítico en un plazo predeterminado a dos años, en el que se obtengan
logros terapéuticos reales para lo cual se utilizan estrategias de focalización en base a los
conflictos emergentes en el grupo.
En AMPAG incluimos, a modo de catalizador del proceso grupal, dos sesiones
prolongadas, donde por medio de técnicas de acción y psicodramáticas, se trabajan algunas
de las resistencias individuales, se moviliza a los miembros del grupo y se estimula su
cohesión. La primera coincide con el “cierre” del grupo, donde se busca su consolidación
como tal y la definición de las áreas de trabajo con cada paciente. La segunda en la etapa
final del tratamiento a cuya preparación ayuda, amén que evidencia las áreas que requieren
ser elaboradas e introduce al grupo en el proceso de separación con la activación de las
ansiedades y defensas que ésta conlleva.
Queremos explicitar que el tipo de experiencia grupal que estamos reportando es
objeto de numerosas vicisitudes y que solamente en la medida que éstas sean hechas
conscientes por el equipo de terapeutas la experiencia llegará a feliz término. En esta
situación al análisis de la contratransferencia directa, activada por los pacientes y el grupo
como un todo, debe de agregarse el análisis de la contratransferencia indirecta que se activa
por la inserción institucional y las transferencias que emergen entre la pareja de
coterapeutas y de la pareja frente a la institución y los otros terapeutas, etcétera.
Un punto clave en la constitución de los equipos terapéuticos, como en toda pareja,
es la elección inicial del compañero. En muchos casos la falta de integración del grupo
terapéutico obedece a dificultades de integración de la pareja de coterapeutas, dificultad
que inicia con el hecho de que el alumno, en muchas ocasiones, logra encontrar quién lo
acepte sólo después de varios rechazos, la mayor parte por sobrecarga de trabajo de los
terapeutas seleccionados, pero afectando la relación de la pareja en la medida que el
terapeuta con el que finalmente se trabaja es devaluado y es mantenida la idealización con
el que lo rechazó.
En nuestro caso tuvimos la suerte de coincidir en tiempo disponible, horario y,
sobre todo, el deseo de vivir juntos la experiencia. Personalmente nos conocíamos poco,
por lo que acordamos una entrevista previa para definir la forma de trabajo. Nos parece
importante señalar que en esta entrevista lo que ambos destacamos fue la importancia que
181
otorgábamos al trabajo en la transferencia y que, a pesar de los modelos breves y focales
en los que se inspira el modelo en que trabajaríamos, la interpretación transferencial tenía
para los dos un poder terapéutico privilegiado. Al término de la experiencia, recordando
aquella entrevista, pensamos que en ese comentario estábamos diciendo mucho más de
nosotros de lo que nos dábamos cuenta en ese momento y que luego en el trabajo
constatamos. Evidentemente hablaba de la similitud del marco teórico que manejábamos,
pero también de las propias experiencias que como pacientes habíamos tenido. Esta
similitud favoreció el trabajo interpretativo, permitiéndonos comprender por donde iba el
otro con las interpretaciones y complementarlas.
El proceso de conformarse pareja terapéutica es paralelo a las vicisitudes de
conformación del grupo. Ambos procesos se influyen mutuamente y configuran un campo.
El primer momento del grupo que reportamos, al igual que todos los grupos de la
institución, se caracterizó por una serie de entradas y salidas de pacientes. En este momento
grupal las ansiedades predominantes son esquizo-paranoides y activan contratransferencias
concomitantes.
El terapeuta- alumno, para quien la experiencia es nueva, deposita las ansiedades
persecutorias en las deserciones. Las salidas de los pacientes son vividas como posibles
evidencias de fallas personales, buscando proyectarlas a la institución y sobre todo a los
procesos de derivación de pacientes. En ese momento el diálogo interclínico sirve de
continente de esas ansiedades, el docente disminuye la angustia, ayuda a detectar las
fantasías omnipotentes que activan la sensación de fracaso y persecución y es posible
entonces, como pareja terapéutica, contener al grupo que empieza a integrarse.
En términos del proceso analítico el grupo atraviesa por el momento de recolección
de transferencias (Meltzer 1965). Poco a poco los integrantes que van formando el núcleo
estable del grupo empiezan a depositar en él y en nosotros las transferencias flotantes.
Empiezan a hacer referencias al grupo como un objeto representado ya en su mundo
interno. Se refieren al grupo como a un todo, en términos de un lugar dónde poder poner la
angustia, un lugar que tranquiliza o que amenaza, etc. Las respuestas transferenciales hacia
los compañeros y hacia nosotros son cada vez más intensas y continuas, lo cual permite ir
comprendiendo las relaciones con los objetos originales.
A partir de las interpretaciones en relación a los fenómenos que se desarrollan en el
grupo los pacientes empiezan a comprender el sentido del trabajo grupal y se establece la
alianza terapéutica. El yo observador de los pacientes se alerta, poniendo especial cuidado
en lo que les resuena de los otros en el aquí y ahora de la sesión.
Llega el momento que el grupo se consolida con nueve pacientes que asisten
regularmente. Aquí nosotros consideramos que el grupo está ya formado y procedemos a
“cerrarlo” (sin explicitarlo a los pacientes, sólo como acuerdo de los coterapeutas). El foco
predominante es la dificultad para consolidar el proceso de separación- individuación. La
pareja de terapeutas es vivida por el grupo como una unidad indiferenciada, las diferencias
de sexo, edad, etcétera, son negadas. El grupo al referirse a nosotros siempre habla en
plural y dice “los terapeutas”, sin utilizar nuestros nombres.
El mecanismo predominante en las sesiones es la identificación proyectiva. El grupo
busca a través de la ella mantener un estado de confusión entre ellos y nosotros y entre
nosotros mismos. La simbiosis se mantiene negando las diferencias y creando la ilusión de
ser una unidad.
En ese momento los temas que prenden en el grupo son los diádicos y hacen
referencia a la madre preedípica. La figura paterna sólo es mencionada como ausencia.
182
Nosotros, por nuestro lado, nos sentimos ya integrados, quizá en una unión idílica:
fusionados. En las historias que traen al grupo, en esa etapa, no hay espacio para un tercero,
las transferencias son centrales, los compañeros estorban y nosotros sólo podemos ser
vistos jugando, los dos, a ser la madre.
Desde la perspectiva del proceso, la sesión prolongada se realizó en la etapa que
Meltzer denomina de confusiones geográficas. En ella se busca cumplir con dos propósitos:
cohesionar al grupo y clarificar las áreas emergentes de atención.
En la sesión prolongada se confirma como foco emergente la simbiosis y las
dificultades de separación y junto con esto aparece el padre por primera vez en la escena
grupal, pero en estos momentos como figura agresiva, sexualmente violenta, agresivamente
abandonadora.
Frente a la agresión del padre el grupo se presenta como carente de agresión;
jugando a las metáforas, uno es un oso que acaba por ser osito de peluche, otro se presenta
como un águila y al representar su papel aparece un pollito asustado buscando a mamá. El
grupo niega las posibles partes agresivas del terapeuta, sólo ven en él las partes tiernas y
desexualizadas.

En la etapa de las confusiones geográficas, el analista debe funcionar y debe mostrar que
funciona como continente de las ansiedades del analizado. La tarea analítica fundamental de esta
etapa es que el analista contenga las ansiedades del paciente y a la vez las interprete. En la medida
que este proceso se cumpla....y el analista sea capaz de soportarlo, se establece un tipo de relación
en la cual el paciente siente al analista como un objeto cuya función es contenerlo... de este modo la
identificación proyectiva masiva del paciente tiene su correlato en una actitud del analista que
reproduce el tipo arcaico de relación que se dio entre el bebé y la madre como continente de su
ansiedad (Etchegoyen 1993 p. 570).

Paulatinamente, en el dialogo interclínico, las contratrasferencias empezaban a


diferenciarse, cada uno de nosotros percibía aspectos específicos de los pacientes.
Empezaba un proceso de diferenciación en el grupo y en la pareja que formábamos.
La sensación en el diálogo interclínico era que habíamos logrado ya la integración
como pares, se había perdido la verticalidad y dependencia del momento inicial, habíamos
superado la sensación de fusión idealizada y éramos armónicamente diferentes.
El padre temido empieza a ocupar un papel central en el grupo. Una paciente puede
hablar, por primera vez en su vida, del violento padre narcotraficante que le propone que
tenga hijos soltera y le ofrece hacerse cargo de ellos con tal que no salga del cerco familiar.
Otro puede traer al padre que corrió a su madre cuando él nació, acusándola de puta, y
conectarse con el profundo odio que siente por él. Otra lo desmitifica e integra la parte mala
de papá. El único paciente que es padre puede salir de su terrible escondite en el que se ha
aislado para leer la Biblia y tomar antidepresivos y convive con sus hijos y empieza a
recuperarlos.
Podemos trabajar con ellos el deseo de fusión con la madre, único objeto vivido
como confiable. Analizamos las diferencias de los objetos originales en la medida que
elaboramos las diferentes pulsiones depositadas en nosotros por el grupo a través de los
roles que intentan imponernos.
La forma de intervención frente al grupo se diferencia, el terapeuta realiza
predominantemente intervenciones que apuntan a lo individual y la terapeuta interpreta las
fantasías grupales.
183
Los miembros del grupo fantasean en relación a nosotros como pareja, uno de ellos
como hijo intrusivo regresa a ver qué hacemos cuando nos quedamos solos. Otro, cada vez
más identificado con el terapeuta, ve su relación de pareja como la nuestra. Una paciente
que ha sido violada en su familia, desarrolla un intensa transferencia erótica hacia el
terapeuta y se sienta siempre lo más cerca posible de la terapeuta mujer para que ella la
contenga y la proteja.
Los pacientes en el grupo logran incluir al tercero y ahora cada uno puede
beneficiarse de lo que les dan sus compañeros. Es interesante apreciar cómo esto coincide
con la inclusión afuera de relaciones más gratificantes, la disminución de la envidia y la
aparición de la gratitud.
Un miembro del grupo, madre soltera, frente al futuro quinceavo aniversario de la
hija, le organiza por primera vez una fiesta. La hija pide de regalo conocer a su padre. La
paciente trae al grupo las fantasías que eso le provoca y decide presentarle al que ella
siempre llama “el señor”. Analiza la rabia que siente con este hombre, así como la
idealización en que siempre lo colocó y la envidia que siente por lo que ahora recibirá su
hija de él. Finalmente presenta al padre y a la hija. Puede ver la confusión que siempre ha
tenido entre su hija y ella y entre ella y su madre. Permite finalmente que el padre se
relacione con la hija y ser ella la excluida, reparando un área importante de su propia vida.
El grupo resuena frente a estos eventos colocándose en diferentes posiciones. Algunos se
identifican con la hija y desde ahí pueden darle nuevos significados a la abnegación
materna y reconocer la falta del padre. Las madres del grupo, todas mujeres solas, pueden
conectarse con los deseos de fusión que impregnan las relaciones con sus hijos. Se
desmitifica la madre todopoderosa. Los temas edípicos empiezan a entrar en la escena que
antes ocupaba la simbiosis y la angustia de abandono.
En la segunda sesión prolongada los pacientes incluyen sus deseos y éstos se
refieren a la verdadera integración de la pareja y a los logros de relaciones exogámicas. La
confusión ha sido superada en mayor o menor medida por los miembros del grupo. Pueden
distinguir entre sus deseos y los deseos vividos como propios pero provenientes de otros.
Los procesos introyectivos predominan, el grupo se encuentra en posición depresiva. La
omnipotencia ha disminuido notablemente y la gratitud hacia los objetos originales aparece.
La esposa de uno de ellos, siempre satanizada, se puede ver como objeto total, empatizar
con ella, sentir culpa y reparar la relación. Las madres posesivas reconocen la legítima
necesidad de independencia de sus hijos y pueden vivir de otra manera sus intentos de
independencia, asumiendo los sentimientos ambivalentes que esto les provoca. En general
reconocen su responsabilidad y límites en las relaciones patológicas que han formado y que
hasta ahora habían servido de depósito para sus proyecciones.
El proceso de finalización inicia a partir de la sesión prolongada, la fecha de
terminación es continuamente recordada y las interpretaciones incluyen las ansiedades que
esto despierta. El grupo fluctúa, hay sesiones donde se cuentan su historia como grupo,
evalúan los logros, avanzan en el análisis del material que traen. En otras sesiones están
verdaderamente paralizados, la capacidad analítica parece haber desaparecido. Nosotros
fluctuamos como el grupo. De pronto nos sentimos enormemente satisfechos del trabajo y
de pronto tan decepcionados que nos aburrimos y nos cuesta mantenernos despiertos
durante la sesión. Entendemos que todos estamos deprimidos por la próxima separación.
Empezamos cada sesión de diálogo interclínico contando a los siete que han llegado
hasta el final y nos tranquilizamos pensando que ya no tendremos más pérdidas, quizá una
forma de negar el dolor de que perderemos a todos pronto. Entender lo que estamos
184
sintiendo permite interpretar y contener al grupo en el momento mas regresivo de esta etapa
donde todos se quejan de estar igual que al principio, interpretamos la fantasía del grupo de
que al estar igual o peor seguiremos juntos, esto disminuye las defensas maníacas y permite
que trabajemos el duelo.
En la penúltima sesión aparece un sueño: la paciente está con un grupo de amigos
jugando a meterse tachuelas en la boca; ella jugando se las traga; aparece alguien que la
toma por los pies, la voltea, y palmea su espalda; ella ve cómo las tachuelas van saliendo
una a una y cuenta que todas hayan salido para que no se queden dentro y la rasguen. Se
interpreta como un sueño grupal en términos de lo doloroso que fue el proceso y de cómo, a
través del proceso, pudieron rescatarse sacando lo que destruye adentro. El grupo juega con
esta idea y evalúan sus logros en términos de tachuelas sacadas y tachuelas por sacar.
Evidentemente en una terapia analítica a corto plazo lo que queda pendiente es la
elaboración, acordamos con Etchegoyen y lo citamos:

El análisis como proceso de desarrollo no termina, lo que termina es la relación con el


analista, justamente en el momento en que el analizado cree (y el analista lo apoya) que puede
seguir solo su camino, cumplidos ya los objetivos que inicialmente se plantearon; y entre estos debe
incluirse la idea de que la tarea va a continuar a cargo del propio analizado. Nadie “se recibe de
analizado” y cree que ya no tiene que pensar más en el inconsciente (Etchegoyen 1993, p. 588).

En la despedida predominan los sentimientos depresivos junto con el reconocimiento de lo


logrado, está también la capacidad de anticipar dificultades y la conciencia de lo que habrán de
trabajar ahora por su cuenta y elaborar. La gratitud entre ellos y hacia nosotros es manifiesta.
Nosotros trabajamos nuestro duelo escribiendo esta experiencia.
185
BIBLIOGRAFÍA

Aurón, F., García Barrientos, J. ( 1984). El análisis intertransferencial. Trabajo presentado


en el II Congreso Nacional de AMPAG.
Díaz ,C.; Döring, R.; Guerra, T.; Márquez, O. (1978). La coterapia. Análisis Grupal, III (4):
41- 59, México.
Díaz, P. I.; Guadarrama, J.; Ramos, V.; Socorro, H.: Vives, J. (1986). Dinámica de la
relación experto- candidato. Análisis Grupal, III (4): 60- 87, México.
Echegoyen, R. H.(1993). Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Amorrortu: Buenos
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Izaurieta, M.; Lenz I. (1982). Transferencia y contratransferencia en un grupo femenino;
sus vicisitudes. Análisis Grupal, II (2): 16- 54, México.
Grinberg, L.; Langer, M.; Rodrigué, E. (1957). Psicoterapia del grupo. Paidós: Buenos
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Lasky de Dubson, L.; Tarragó, J.A. (1999). Ser terapeuta, enseñar a verse, aprender a ver.
Ponencia presentada en el congreso de Israel sobre migración.
Mercado, José (1997). El concepto de foco en análisis grupal. Análisis Grupal, Nueva
Época, No. 1: 4- 11, México.
186
Capítulo 10

LA JORNADA PROLONGADA CON PSICODRAMA: COMPLEMENTO DEL


GRUPO INSTITUCIONAL DE PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA

María Carmen Bello

La jornada prolongada forma parte del modelo del grupo terapéutico de AMPAG. Se
realizan habitualmente dos jornadas prolongadas, una al finalizar el primer año de trabajo, y
otra poco antes de la terminación del grupo, a finales del segundo año. A lo largo de la historia
de la institución la estructuración de la jornada prolongada ha variado mucho. Se han usado
todo tipo de las llamadas “técnicas de acción”, juegos dramáticos, etc.
Desde que doy clases de psicodrama en AMPAG, varias veces los terapeutas de la
Clínica me han invitado a coordinar las jornadas prolongadas de sus grupos o a supervisarlas.
Con mi incorregible tendencia a la sistematización, fui desarrollando un pequeño diseño de
trabajo, parecido al que usamos en la EMPS en nuestros talleres de desarrollo emocional, y en
nuestro programa de psicoterapia breve, pero adaptado a las necesidades de la institución. Lo
detallo aquí a grandes rasgos, y paso luego a relatar un ejemplo de trabajo con un grupo.

Objetivos: En un comienzo, la jornada prolongada parecía no tener objetivos específicos, más


que ser un complemento del trabajo del grupo con la experimentación de otras técnicas, y
contribuir a acotar el tiempo del proceso terapéutico grupal.22 Los terapeutas del grupo y el
grupo mismo muchas veces se plantean ciertos objetivos precisos para esta jornada.

Como objetivos generales, creo que estos son adecuados en casi todos los grupos para la
primera jornada:
• Evaluar en qué momento del proceso terapéutico está el grupo y sus integrantes
• Profundizar la conflictiva grupal y de cada uno
• Plantear una prospectiva de líneas de trabajo

En la segunda jornada, el grupo se prepara para:


• una evaluación de todo el proceso terapéutico
• y para la finalización del trabajo y despedida

Duración: Puede ser de 6 a 8 horas, según el tamaño del grupo.

Metodología: De acuerdo a los objetivos planteados, usamos la secuencia del método


psicodramático: caldeamiento (warming up) - acción o dramatización - compartir (sharing);
los recursos dramáticos: dramatización de escenas, imágenes y sueños, juegos dramáticos,
22
A mí personalmente me preocupa contar con objetivos tan amplios, porque, si el coordinador no es un
psicodramatista entrenado, puede caer en juntar una serie de juegos o “ejercicios” como las máscaras, los animales
de la selva, la balsa y la tienda mágica, por ejemplo, provocando una movilización sin ton ni son difícil de
manejar.
187
psicodrama interno, etc. y sus técnicas básicas: inversión de roles, espejo, doble, así como las
técnicas centradas en el director de psicodrama: maximización, soliloquio, concretización,
etc.23

Diseño: En rasgos muy generales, el diseño puede resumirse de la siguiente manera:

⇒ Planteamiento del encuadre y reglas del juego para esta jornada: esto es de suma
importancia, dado que implica un cambio en el trabajo habitual del grupo y en general hay
una serie de expectativas tanto idealizadas como terroríficas. Si los terapeutas del grupo no
son los coordinadores de la jornada, es necesario aclarar cuál va a ser su papel en esta
jornada: co- coordinadores, observadores, o yo auxiliares; ellos deben sentirse cómodos en
este lugar. De todas maneras, ocupan el lugar de un testigo que da continuidad al proceso
terapéutico.

⇒ Caldeamiento: los recursos dramáticos que pueden utilizarse son variados, en todos los
casos el objetivo es que cada uno recuerde su historia en el grupo, por qué acudió a la
Clínica a pedir terapia, cuáles eran sus circunstancias, cual fue su evolución posterior, y los
momentos significativos que jalonaron esta evolución.

⇒ Acción o dramatización: este es el momento de la profundización en la conflictiva, en el


que son adecuadas las dramatizaciones centradas en protagonista. Si los coordinadores de
la jornada tienen poco entrenamiento en psicodrama, pueden optar por dramatizar “fotos”, e
incluir inversiones de roles y mensajes desde cada uno de los personajes, o pequeñas
escenas simples, en lugar de las dramatizaciones completas que se describen en la crónica.

⇒ Compartir: Puede ser solamente verbal o en acción, incluyendo algún tipo de


grupalización, donde los compañeros puedan participar en las escenas del protagonista, o
en forma de multiplicación dramática. De todas maneras, debe existir algún momento para
poner en palabras la experiencia.

⇒ Cierre: Dado que la jornada prolongada tiene un comienzo y un final muy claros, un cierre
en acción da lugar a plantear una prospectiva.

En la segunda jornada, el esquema puede ser parecido, pero el caldeamiento puede


tomar como punto de partida y referencia la jornada anterior. La acción se va a focalizar ahora
en los “asuntos pendientes” (unfinished business ) de cada uno y del grupo y el cierre va a ser
necesariamente un ensayo de despedida, como comienzo de elaboración del duelo de la
separación.

23
Bello, M. C. Introducción al psicodrama: guía para leer a Moreno. Colibrí: México, 1999.
188

Crónica de una jornada prolongada:

Participantes

1. Fernando 48 años
2. Marta, 45
3. Miriam, 23
4. Reina, 38
5. Alvaro, 28
6. Iván, 23
7. Anita, 26

Encuadre: las reglas del juego

Los coordinadores del grupo me presentan. Ellos han decidido permanecer como
observadores. Hago una breve introducción de cómo vamos a trabajar y pido un voto de
confianza hacia la técnica. Los integrantes me esperaban con buena disposición, solo piden
alguna aclaración sobre los horarios y se declaran listos para comenzar.

Caldeamiento

Estamos trabajando en un salón alfombrado amplio, con cojines en el piso; todos están
instalados cómodamente, y decido entonces comenzar con un trabajo de relajación y luego un
psicodrama interno (fantasía dirigida) que los ponga en contacto con su proceso terapéutico.
Les pido que imaginen un mueble de tres cajones. En el primero hay fotos de cuando
decidieron comenzar la terapia, en el segundo hay fotos del curso de la terapia, y en el tercero
hay fotos actuales. Sobre la cajonera hay una cámara fotográfica que puede enfocar una foto
del futuro, de cómo les gustaría verse en el futuro. Eligen una foto de cada cajón y otra de la
cámara mágica y les ponen un título.
De pie, recorriendo el espacio, indico que vamos a colocar estas fotos imaginariamente
en las paredes y elegimos una pared para cada grupo de fotos. Las del futuro deseado se
ubican en la ventana, "para que se llenen de luz". A esta altura ya los voy conociendo un poco.
Hay un clima emotivo y también de humor. Sé que puedo comenzar a dramatizar. Lo hago
luego de un breve intervalo.

Dramatización de Fernando: la culpa y el perdón.

El grupo elige comenzar por una foto de Fernando que ha titulado "la culpa" y que es
anterior a su entrada al grupo. La primera escena nos ubica en la sala de un hospital
psiquiátrico, especializado en alcohólicos graves. Ya ha hecho varios intentos de dejar el
alcohol y siempre ha fracasado. Pasa delante de unas bancas donde hay gente esperando. Los
compañeros del grupo, como yo auxiliares, representan todos los papeles. Una muchacha llora
por su padre alcohólico a quien acaban de internar. La representa Miriam. En inversión de
roles con la joven, Fernando dice que ojalá el padre se cure de esta enfermedad, que ha sufrido
mucho por él. Vuelto a su rol, le pregunto si en este momento alguien podría estar llorando así
189
por él. Asiente: "mi hija, toda mi familia". Vamos entonces imaginariamente a la sala de su
casa, donde la esposa prepara de comer y los hijos miran televisión. Fernando les dice que se
siente muy culpable por todo lo que los ha hecho sufrir. En inversión de roles, cada uno de los
personajes va haciendo sus reproches. La esposa reprocha su desprecio, sus engaños, sus
malos tratos. El hijo mayor le reprocha no haber cumplido sus expectativas. Para él su padre
era lo máximo, como un superhéroe y no puede soportar haberlo visto tirado, borracho,
insultando. Pero la más dolida es la hija, a quien representa Miriam. Ha sido golpeada,
maltratada. Solo borracho le dice que la quiere, pero de una manera desagradable.
Fernando pide perdón, y desde cada uno de los personajes se va perdonando. "¿Por
qué lo van a perdonar?" yo pregunto. "Porque lo queremos" me contestan, "porque ha sido
buen papá", porque hay buenos recuerdos de antes del alcoholismo. La hija solo promete
"comenzar a perdonar". Yo le pregunto como puede hacer Fernando para recuperar su afecto y
confianza. Desde su rol Fernando contesta: "solo si estás junto a mamá, si le demuestras
amor". Pongo a los padres juntos. Fernando ha hecho un largo recorrido. Entro en Alcohólicos
Anónimos y en la terapia. Está tratando de rescatar la relación con su esposa.

Miriam: curar a papá

Miriam está muy conmovida. En el espacio de compartir es la primera en hablar.


Llora; ella también tiene un padre alcohólico y también ha sufrido todo tipo de maltratos.
Quisiera volver a quererlo. Le digo que le hable a Fernando como si fuera su padre. Luego
invertimos roles, y le pregunto a ella en el lugar del padre que puede hacer Miriam por él. La
respuesta es muy clara: "Tú no me puedes curar, tú no puedes hacerte cargo ni de mi sobriedad
ni de mi felicidad. Haz tu vida. Haz tu propia lucha. Verte triunfar en tus estudios me da
mucho orgullo y me hace sentir que algo bueno hice como padre."

Reina: el sufrimiento sin fin de mamá.

Luego interviene Reina. También su padre es alcohólico. Inicia un largo y disperso


discurso. La ayudo a focalizar: "¿que es lo más importante?" Lo que más le ha pesado es el
sufrimiento de la madre. Le pido que elija un yo auxiliar que la represente. Elige a Adriana.
Ella se ubica de pie junto a Fernando, que está sentado. La figura de la madre empieza a
emerger en el grupo. Reina le dice que se ha puesto en paz con su padre, pero que no puede
soportar su dolor. Quisiera ver que algún día deje de sufrir. Invertimos roles. Como su madre,
Reina se dice que no sabe si va a poder dejar de sufrir, pero que no quiere que ella cargue con
su dolor. No le sirve de nada que lo haga. "Sólo espero que me escuches, que me quieras, pero
que no sufras por mí".
Reina no ha parado de llorar desde que comenzamos a trabajar. Ahora podemos
entender por qué: el llanto por el sufrimiento de otro es un llanto sin fin. Desde el rol de la
madre Reina se da permiso de ser feliz, de disfrutar de sus hijos, de tener una buena relación
de pareja. Este es el contenido de la foto del futuro de Reina, que reproducimos rápidamente:
"Estoy con mi pareja. Allí cerca, mis hijos juegan. Están bien."

Comentarios o sharing

Iván comenta que él no le perdona a la madre que no haya intercedido entre él y su


padre, que no lo haya defendido, que no haya hecho nada. Marta dice que todos han sido
190
víctimas. Ella, en cambio, ha sido victimaria. Ha hecho daño. Cuando murió su hermana, ella
sintió que moría en su lugar. “Yo he hecho sufrir a los demás” dice Marta, y dirigiéndose a
Fernando “sin beber, ni siquiera he tenido el pretexto del alcohol, como tú.” Adriana llora. Ella
también ha hecho sufrir. Piensa mucho en su hijo. Ha sido una mala madre.

Dramatización de Adriana: el poquito de amor

Nos introducimos en su primera foto. Es el cumpleaños de su hijo, que cumple cuatro


añitos. Está junto a un árbol y quisiera trepar. Ya se siente grande. Mira expectante a su madre,
pero ella no le hace caso. Está atendiendo a la familia, que ha venido a festejar. Le pregunto a
Adriana si no ve al niño. “Lo veo de reojo”, dice, “pero estoy demasiado enojada con mi vida
y con todo. No puedo verlo realmente”. Le pregunto “¿como quien, igual que quien?” Me
contesta rápidamente: “igual que mi madre no me veía a mí”.
En la segunda escena, Adriana tiene diez años. Está en la cocina, frente a una enorme
cacerola de sopa. Son muchos hijos, y ella es la mayor. Debe trapear, cocinar, cuidar a los
hermanos. La madre habla con la abuela, le reprocha algo en relación al padre. La madre
aparece como un personaje profundamente insatisfecho, irritado, que siempre está viendo el
lado negativo de las cosas. Desde el rol de la abuela, Adriana dice que su hija no quiere a la
niña, que le exige demasiado y no le hace caso. Por eso a veces ella se la lleva. La madre, sin
embargo, se queja de que su madre tampoco la ha querido.
Vuelta a su rol, Ángeles reprocha, llora, les dice toda las consecuencias que esa falta
de amor ha tenido en su vida. La imagen de esta niña frente a esa enorme cacerola de sopa es
desoladora. Casi todo el grupo está llorando. Finalmente le digo que es una cadena de madres
que no pueden querer y que ella también está en esta cadena, pero es probablemente la única
que la puede romper. Adriana asiente. Ella está en condiciones de hacerlo. Le pido entonces
que recuerde “el poquito de amor” que ha recibido de esta madre tan poco disponible: de eso
nos vamos a aferrar para romper la cadena.
Adriana me ofrece inmediatamente una nueva escena. Está lista para reparar y
perdonar. Estamos en la mesa de un restaurante donde una tarde, la madre la llevó a comer y
pasaron muchas horas juntas. Desde el rol de la madre se pide perdón. No supo hacer otra
cosa. No sólo Adriana se perdió de su afecto, sino que ella, como madre, se perdió muchas
oportunidades de quererla y de tener su cariño, de disfrutarla como hija. Cuando veía a otras
madres que podían abrazar a sus hijas, sentía envidia, sentía dolor. Adriana perdona y guarda
este momento en su corazón para regresar a la escena con su hijo.
Volvemos al cumpleaños. Adriana pide permiso a sus invitados, se acerca a su hijo y
le dice que lo quiere. Le sugiero a todo el grupo, que con “los poquitos de amor” que cada uno
tiene hagamos un gran abrazo de una mamá para ayudar a Adriana a ser una mamá más
presente para su hijo. Los grupos tienen ese poder de juntar los recursos de todos.

La desconexión de Anita

Ahora habla Anita. Ella ha sido elegida por Adriana para representar a su madre. La
elección no ha sido casual. Ninguna de las elecciones de yo auxiliar, en psicodrama, son
casuales, responden al factor tele descrito por Moreno24. Pero ésta es en especial significativa.

24
Moreno, J. L. Psicoterapia de grupo y psicodrama Fondo de Cultura Económica, México, 1983, pág. 49 y
muchos otros textos
191
Ninguno de los integrantes del grupo tiene experiencia con psicodrama, no han utilizado estas
técnicas en su grupo de terapia, sin embargo todos han participado con mucha espontaneidad.
Las consignas que tuve que dar para las inversiones de roles fueron mínimas. Incluso en
muchos casos, después de una inversión inicial, pude dejar el desarrollo de la escena a cargo
de la espontaneidad de los yo auxiliares.
Excepto Anita. Situada en el rol de la madre de Adriana, Anita decía cualquier cosa,
no sabía quién era ni dónde estaba, ni qué tenía que hacer. Todo el tiempo le serví de
apuntador. Un ligero estrabismo acentúa su apariencia de estar en otro mundo.
En el espacio de compartir verbalmente, Anita comienza a hablar de su mamá. Como
me habla a mí, le digo que se dirija a Adriana, y ella le habla entonces como si fuera su mamá.
Le dice que por su culpa tuvo que casarse a escondidas, le pide que entre en terapia. Yo hago
alguna broma sobre lo difícil que es llevar a la madre de uno a terapia. Al invertir roles, el tono
es el mismo, no hay una verdadera inversión de roles, no hay intensidad emocional, no está
pasando nada. Esta dificultad para invertir roles, la confusión entre el yo auxiliar y el
personaje, son frecuentes en personalidades fronterizas. Decido ir con cautela, y además a
partir de aquí, cuido mucho a Anita, me mantengo cerca físicamente, me fijo si está presente.
La “adopto” por esta jornada, y le refuerzo al grupo como continente.
Al presentar sus fotos, Anita había hablado de su dificultad de conectarse con lo que
estaba pasando y su deseo de “estar presente”. Le pregunto si es fácil sentir la presencia de
esta mamá, o estar presente con ella. Dice que no. Le pregunto si con el grupo es más fácil.
Dice que sí. Consulto al grupo: “¿es cierto?”. Fernando intenta asentir, pero Adriana niega
rotundamente y con ella el resto de los compañeros. Le digo a Anita que este es el punto
importante para ella. En esto debemos centrarnos. Si esta jornada le sirve para estar un poco
más presente, aquí y ahora, esto va a ser un gran logro. Ella aprueba. El grupo hace un
compromiso de avisarle cuando la vea ajena, en otra cosa. Por esta vez no va a ser necesario.
Anita va a estar atenta el resto de la tarde. Sus siguientes intervenciones como yo auxiliar van
a ser más adecuadas.

Intervalo y nueva elección de protagonistas

Después de un intervalo para la comida, en el que aprovecho para cambiar ideas con
los terapeutas, coordino un breve caldeamiento centrado en lo que hemos aprendido de cada
dramatización:

• la capacidad de pedir perdón de Fernando


• el aprender a no cargar con la vida o el sufrimiento de otros, como nos enseñaron Miriam y
Reina.
• capitalizar los poquitos de amor que todos hemos recibido, como Adriana
• la fuerza del grupo que nos enseñó ahora Anita

Los compañeros que aún no han protagonizado proponen sus temas, dándome así el
contrato dramático -- el instrumento de focalización del psicodrama-- por el que me voy a
guiar en las dramatizaciones:

∗ Iván quiere profundizar en su primera foto, quiere entender qué pasa con su descontrol.
192
∗ Alvaro quiere trabajar su motivación. Así le puso de título a su última foto, porque eso es lo
que le falta en su vida.
∗ Marta quiere comenzar a salir del caos.

El grupo decide comenzar por Iván.

El chispazo de Iván

Estamos en la foto de Iván. Recostado en un árbol, en las canteras frente a la escuela,


piensa que no vale la pena entrar a clases. Ninguna fórmula matemática le va a salvar la vida.
Unas nubes resaltan el aspecto depresivo, sin esperanza, de la foto.
Iván había intervenido vivazmente en los trabajos grupales y como yo auxiliar. Ahora,
en cambio, se vuelve lento, pesado. Me hace repetirle por lo menos dos veces cada frase.
Decido entonces tener a mano al grupo, usar algún recurso lúdico para ayudarme.
Tomo la idea de las “formulas matemáticas para salvar la vida” y el grupo comienza a
dar ideas: buscar fórmulas mágicas en la olla de una bruja, en la varita mágica de un hada, en
un viejo libro de un mago. A Iván le gusta esta última idea por lo que traemos al espacio
dramático a Alvaro, que la ha sugerido, convertido en libro. De aquí en adelante, cada vez que
Iván se bloquea, llamo al libro y a otro libro, y a todos los “libros” del grupo, incluyendo a los
terapeutas.
Una vez obtenido el recurso, pregunto a Iván de qué tendrían que salvarlo las fórmulas
matemáticas y le pido que me lleve a un momento en que necesitaba ser salvado. Primero me
da una confusa escena de antes de su nacimiento, muy vaga. Luego el grupo sugiere que Iván
necesita que lo salven de sus descontroles con la madre cuando ésta demuestra preferencia por
alguna de las hermanas. Se arma una escena alrededor de la mesa familiar. Mientras sirve la
sopa, la madre le dice al padre que le va a dar un dinero a la hija para que se compre lo que
quiera, porque se lo merece, se ha portado muy bien.
Iván dice que en situaciones así se puede descontrolar, pero ahora no lo siente:
“sencillamente es algo que me pasa, es como un chispazo que empieza por los pies y sube
hasta la cabeza, destruye todo”. Sugiero que si pudiéramos reproducir aquí el chispazo,
pudiéramos ver más profundamente de qué se trata y a lo mejor iría dejando de aparecer
afuera. Aquí, en este ambiente protegido, los terapeutas y yo lo podemos cuidar para que no
pase nada grave, ni a él ni a los compañeros. Le explico de una manera sencilla que la
dramatización es el antídoto de la actuación, porque estamos en el marco del “como si”25
dramático. Pero Iván se encuentra totalmente bloqueado, parecería que lo único que quiere
hacer con el descontrol es controlarlo. Tomo entonces un camino más descriptivo. Armo una
escultura con dos yo auxiliares que representan el chispazo, el descontrol, y la moderación o
control. Ambos se pelean, como lo hacen en su interior. Iván le dice al chispazo que quiere
eliminarlo. Le digo que es imposible matar una parte de uno. Ese chispazo debe de haberle
servido para algo en la vida, lo debe haber salvado de algo. “Sí”, asiente Iván, “de la
indiferencia de mi familia, de su falta de afecto, de su silencio”. Le digo que le agradezca eso
y recurro nuevamente al grupo.
Voy preguntando a cada uno si tienen chispazos, como Iván. Todos dicen que sí y van
mencionando sus descontroles. A cada uno le doy un cojín amarillo. Yo también agarro uno.
El ambiente está muy contenido y decido provocar una descarga, aunque sea un poco forzada.
25
Bello, 1999, pág. 123
193
Doy la consigna de que todos somos chispazos y nos encendemos de los pies a la cabeza,
saltamos, gritamos, hacemos guerra de cojines.
Luego nos detenemos, y pregunto a cada uno si el chispazo le ha dado algo bueno
también y cada uno dice algo: intensidad, motivación, pasión, entusiasmo por las cosas, el
poder defenderse de las injusticias. Iván recuerda su foto del futuro deseado y dice: “Ah, así es
mi última foto. Yo estoy en un cuarto calentito y afuera hace frío. Ese debe ser mi chispazo
bueno.”
Esta es la única dramatización “trabajosa” de la jornada. Después lo comentamos en el
equipo terapéutico. Mis colegas opinan que Iván ha luchado tanto por controlarse, que no
pudo aceptar el permiso de descontrolarse por un momentito en el espacio dramático. Me
comentan también la posibilidad de un factor orgánico, neurológico, pero que no se ha
detectado en los estudios.

Dramatización de Alvaro: vivir desde el lugar de otro, vivir sin chispazo.

Alvaro quiere saber por qué siente tan poca motivación. Su vida está bien. No tiene
mayores problemas ¿por qué no tiene ganas de nada? Fue el único del grupo que dijo que “casi
no tenía chispazo”, por lo cual le di el cojín amarillo más chiquito que encontré.
Le propongo entonces ver un panorama de su vida actual y desplegamos su átomo
social en el espacio dramático. El se ubica rápidamente entre su madre y su padre y también
rápidamente se cambia hacia un lado del padre. Todos los hermanos están junto a la madre.
Del otro lado está su novia y un poco más lejos frente a él, el trabajo. Por medio de inversiones
de roles, le pido que se de un mensaje desde cada personaje. Así todos los hermanos le piden
dinero, tiempo, atención. Hay un hermano mayor, con retardo mental, que depende mucho de
él. El padre, aliviado porque Alvaro se hace cargo de todo, se desplaza hacia el otro extremo
del espacio. El yo auxiliar elegido para representar al padre es Anita, nuestra desconectada.
Fernando que ha hecho todos los papeles de padre en las demás dramatizaciones, ahora está
encantado representando al hermano menor, pidiéndole a Alvaro: “una lana, qué te cuesta”.
Desde el lugar de la novia dice que lo ve demasiado “independiente”, que no tiene
confianza de que puedan hacer una pareja. Le digo que yo lo veo demasiado ocupado, no
demasiado independiente. Se hace obvio en esta imagen que Alvaro vive la vida desde el lugar
de otro, está ocupando un lugar que su padre ha dejado vacío. Desde allí es difícil sentirse
motivado por algo: tiene mucho poder, pero no tiene nada propio.
Alvaro coloca al padre enfrente suyo. Esta es una tarea que le queda por hacer en el
grupo, arreglar sus pendientes con este padre que le ha dejado toda la responsabilidad,
renunciar a este lugar de poder y encontrar un lugar propio.

Dramatización de Marta: el caos de los fantasmas

Marta ha planteado que su vida es un caos. El trabajo de Alvaro le sirve para


comenzar. Arma su caos. Detrás suyo están sus hermanas (muchas) a quienes tiene que ayudar
porque así se lo pidió la madre antes de morir. Ponemos entonces a la madre, como fantasma
detrás de las hermanas. Junto a ella está el trabajo, al que tiene que dedicarle mucho tiempo
para poder ayudar a sus hermanas. Delante suyo el esposo y el hijo reclaman que no reciben su
atención. Marta tiene una mano en las hermanas y otra en el trabajo. Con la puntita del pie
trata de tomar contacto con su compañero y su hijo, pero no puede guardar el equilibrio. La
imagen es cómica, casi patética.
194
Al hacer las inversiones de roles vemos que ni la madre le ha exigido que se sacrifique
por las hermanas, ni las hermanas le demandan tanto. Hay otro fantasma que tiene más peso.
Es la hermana muerta. La traemos al espacio dramático y le dirijo un pequeño trabajo de
duelo. Marta le pide perdón por haber dejado que ella muriera “en su lugar”. Desde el rol de la
hermana se dice con toda claridad: “yo no tomé TU lugar, tomé MI lugar. Le agradece que vea
por sus hijos. Esto probablemente sea necesario, pero puede hacerlo sin culpa.
Las dos hermanas se abrazan para comenzar la despedida. Marta me mira acongojada:
“no puedo”. Le digo que no tiene que hacerlo ahora. Puede decirle: “todavía no puedo
despedirme de ti”. Marta niega con la cabeza: tampoco quiere eso. Toma las manos de su
hermana y con voz ronca le dice “adiós”.
Le pido al grupo que la rodee un momento, todos recordando nuestras propias
despedidas. Se hace espontáneamente como un pequeño velorio grupal en que cada uno se
acerca y le dice algo a Marta en voz baja.
Luego todos vuelven a sus personajes, pero el caos se ha comenzado a ordenar. Los
fantasmas descansan en paz. Las hermanas vivas están en su lugar, cerca pero no encima. El
trabajo también está cerca pero no abruma. Del brazo de su esposo y su hijo, Marta dice con
un hilo de voz: “este es mi hogar”.

El cierre

Las escenas y los temas se han hilado con bastante fluidez, tejiendo la trama grupal.
Sin duda el grupo ha tenido muy buen trabajo terapéutico previo para que esto suceda.
Para hacer un cierre en acción nos paramos todos mirando hacia la ventana, donde
están las fotos del futuro deseado. Pido que cada uno le agregue algo que ha aprendido en esta
jornada, que pueda ayudar a que la foto se cumpla. Van diciendo algo en voz alta y
agregándolo a la foto, como si le pegaran una calcomanía. El clima es muy emotivo. Para mi
sorpresa, Iván se ve contento y pega en su foto “la buena idea de la Dra.” de que los chispazos
pueden ser buenos. Parece sentirse aliviado de no tener que matar al chispazo. Convertirlo en
algo calentito, bueno, que le ayude a soportar el frío de afuera de la ventana es una tarea más
agradable que “eliminarlo”. Todavía estoy en duda, es el trabajo que me ha quedado menos
claro, pero al mirar su carita sonriente me felicito de “mi buena idea”. Con lo que cada uno
pega en su foto, con los pequeños aprendizajes de esta jornada, se podrán construir “las
grandes ideas”, los grandes logros grupales.
Los felicito por su entrega y participación y me despido. Ellos seguirán trabajando
todo esto en el grupo con ayuda de los terapeutas, quienes hablan al final. Les dicen a todos
que han estado muy conmovidos, que han llorado con ellos, que los han conocido más
profundamente. Me gusta mucho como lo dicen. Han cumplido el papel de “testigos” a la
perfección, con afecto y compromiso. Me dieron toda la confianza, apoyo y respeto. Me siento
parte de un gran equipo.
Con este grupo coordiné también la segunda jornada prolongada, hacia su
terminación, como un año después. Lamentablemente no guardé el registro de este trabajo.
Recuerdo haber encontrado un grupo muy cambiado, especialmente a Iván, que había
retomado la universidad, tenía un aspecto físico completamente diferente, y ya no hablaba de
sus chispazos, “se le olvidaron”. También los cambios de Miriam eran muy notorios. Había
dejado atrás sus resentimientos y estaba avanzada en su carrera y comenzando un noviazgo,
totalmente dedicada a construirse una nueva vida.
195
Conclusiones

La jornada prolongada así utilizada, es un complemento del grupo terapéutico


institucional, que ayuda a focalizar los contenidos y a acotar el tiempo del tratamiento. Las
técnicas psicodramáticas son adecuadas para esta función, por su posibilidad de trabajar a
partir de un “contrato dramático” y por su gran poder de síntesis. Como se ve en esta crónica,
lo que cada participante ha estado trabajando a lo largo de un año en el grupo terapéutico, se
sintetiza en una dramatización o hasta en una imagen, dando lugar a que se vean las
perspectivas y los pasos a dar.
En las dramatizaciones que llamamos “completas”, como la dramatización de Adriana,
se hace un recorrido a través del contrato dramático, (en este caso, la culpa por sentirse “mala
madre”, expresada por ella en uno de los espacios de sharing) desde una escena actual (el
cumpleaños del niño) a escenas regresivas (la escena de la olla), donde se plasma el rol en
conflicto (madres que no pueden ver a sus hijos), se logra hacer un saneamiento del rol (en el
que ella se da una explicación desde el lugar de la madre: no supe ser madre, no pude, me
hubiera gustado) y se regresa a la escena actual con la posibilidad de dar una respuesta nueva
a una situación vieja (que es la definición de Moreno de espontaneidad) en lugar de repetir
viejas respuestas frente a situaciones nuevas. Este proceso es el que en psicodrama se llama
“catarsis de integración”, que como se ve no consiste en una mera descarga emocional, sino en
la posibilidad de re-significar la historia para no repetirla.
En otras dramatizaciones, como la de Álvaro, no se cumple este proceso, sino el de un
insight dramático, es decir, un nuevo conocimiento de sí mismo a través de la acción
dramática. Quizás no era tan nuevo para Álvaro darse cuenta de que estaba ocupando el lugar
de su padre en la familia y asumiendo responsabilidades que no le correspondían, pero el
hecho de experimentarlo como lugares en el espacio, de tomar el lugar de cada uno de los
integrantes de su familia en las inversiones de roles, sintetizó para él la situación de una forma
muy gráfica.
De otra manera Iván, al aceptar “mi idea” de que los chispazos pueden ser buenos,
asume la posibilidad de aceptar aspectos reprimidos de sí mismo, en lugar de seguir luchando
con su descontrol como si luchara con la parte oscura de su personalidad, (con su sombra,
dirían los jungianos).
A Marta, el psicodrama le aporta la posibilidad de recrear en el espacio dramático a
sus fantasmas, su madre y su hermana muertas, para poder ponerse en paz con ellos y
terminar estos duelos que sin duda ya había comenzado a trabajar en el grupo.
Para Fernando, Miriam y Reina, la dramatización concreta la situación de locura
vincular que produce el alcoholismo y ofrece la posibilidad de reparar, perdonando y siendo
perdonado. Ellos van concretando además para el grupo, los roles del grupo primario (o la
estructura edípica básica, o el cluster uno26, o la matriz familiar, o como queramos llamarle
desde los distintos núcleos teóricos): padre - madre - hijo y esto se va luego desarrollando en
el trabajo grupal de la jornada.
Para Anita, en cambio, lo importante fue haber podido “estar” con su grupo, participar,
experimentar alguna inversión de roles, desempeñar algún rol en las dramatizaciones de sus
compañeros.

26
Dalmiro Bustos, 2000, trabajo sin publicar, ampliación del capítulo “El concepto de clusters” del libro
Actualizaciones en psicodrama, Editorial Momento, Argentina, 1997
196
El trabajo dramático permite trabajar con pocas interpretaciones de parte del terapeuta,
por lo cual puede complementar un trabajo psicoanalítico sin entrar en choque con una
perspectiva diferente. Las interpretaciones las va encontrando el protagonista de escena en
escena. Freud comparaba el trabajo analítico a una excavación arqueológica, y el trabajo del
analista con una construcción o reconstrucción. Es en este sentido --a mi manera de ver-- en el
que más se parece el trabajo del psicodramatista al del psicoanalista, con la diferencia de que
la reconstrucción no depende de un esfuerzo interpretativo del terapeuta, sino que es el
protagonista mismo quien va haciendo solo su exploración arqueológica, es él quien va
encontrando las pistas y es él quien traza el camino con las preguntas que se hace sobre sí
mismo y sobre lo que le pasa27. Aunque muchas veces parezca que el psicodramatista “lleva”
la acción o guía al protagonista, es exactamente al revés: le ofrece los recursos técnicos, pero
va siempre unos pasos detrás de él.
Cada grupo tiene sus temas y su trama. Es como un gran tejido de telar, donde en todas
las puntadas se entrecruzan historias personales de los integrantes del grupo con la interacción
grupal (horizontalidad y verticalidad, como diría Pichon Rivière, o aparato psíquico grupal de
Kaës). En este grupo cada uno ha estado luchando contra la tendencia a vivir desde el lugar de
otro, a sufrir el sufrimiento de otro, a ocupar el lugar vacío de otro, a luchar la lucha de otro.
Lo ha hecho con los pocos recursos a mano: chispazos descontrolados, indiferencia forzada,
culpa, dolor, desesperación, y con los grandes recursos del trabajo terapéutico y del continente
grupal. En esta jornada le han dado forma a estos recursos: el perdón y la gratitud son
antídotos de la culpa, los poquitos de amor recibidos ayudan a romper las cadenas del
desamor, vivir la propia vida contribuye a que el otro pueda emprender la propia lucha,
despedirse de los viejos fantasma, elaborar los duelos, ayuda a disfrutar a los vivos.
Todos estos son pasos hacia encontrar un lugar propio y convertirse en protagonista de
su propia vida, objetivo que aunque se exprese en otros lenguajes teóricos, conforma un
objetivo terapéutico en general.

27
Bello y Winkler, 1994, Psicodrama y psicoanálisis, dos estrategias, ¿un mismo objetivo?, en Imagen
Psicoanalítica, Año 3, Nº 4, México 1994
197
AUTORES:

CAMPUZANO, MARIO. Médico (Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM).


Psiquiatra (Hospital Fray Bernardino Álvarez, Secretaría de Salud). Psiquiatra infantil y de
adolescentes (Hospital Juan N. Navarro, Secretaría de Salud). Psicoanalista individual y grupal
(AMPAG).
Miembro de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG) y
Ex Coordinador General de AMPAG. Ex Subdirector Nacional Centros de Integración
Juvenil. Ex Co- Coordinador Grupo Internacionalista México-Nicaragua “Marie Langer”.
Ex Director y fundador Revista “Análisis Grupal”. Co- Director Revista “Subjetividad
y Cultura” y “Psicoanálisis y Grupos”. Diversos artículos publicados sobre teoría, técnica y
clínica psicoanalítica individual y grupal, sobre psicodinamia y psicoterapia de parejas, sobre
análisis institucional, sobre farmacodependencia y sobre correlaciones entre salud mental y
sociedad.
Otras publicaciones: La Pareja Humana: su Psicología, sus Conflictos, su
Tratamiento, Plaza y Valdés editores, México, 2001 y Psicoterapia grupal vincular-
estratégica, un enfoque psicoanalítico. AMPAG, México, 2013.
Coautoría: Voluntary inhalation of industrial solvents, National Institute of Drug
Abuse, USA, 1978; Manicomios y Prisiones, Red, México, 1983; Psicología para Casos de
Desastre, Pax, México, 1987; Teoría y Praxis del Psicoanálisis y la Psicoterapia, Consejo
Mexicano de Psicoanálisis y Psicoterapia, México, 1990.

BELLO, MARIA CARMEN (Yuyo). Lic. en Psicolgía (Universidad de la República de


Uruguay) Maestra en Psicología Clínica (UNAM). Psicodramatista con grado de profesora
supervisora, psicoterapeuta individual y de grupo, coordinadora de grupos no terapéuticos. Co
fundadora y Co directora junto con Jaime Winkler de la Escuela Mexicana de Psicodrama y
Sociometría (EMPS). Profesora de AMPAG. Miembro del Colegio Mexicano de Psicoterapia.
Profesora invitada en varias Universidades e Instituciones en México, Uruguay, Costa Rica,
Chile y Paraguay. Publicó varios artículos en diferentes revistas especializadas. Participó en el
libro El Rol del Administrador en el contexto actual, UAM Azcapotzalco, México, 1999 y es
autora de varios libros: Introducción al Psicodrama, Guía para leer a Moreno, Colibrí,
México, 1999, Jugando en serio, el psicodrama en la enseñanza, el trabajo y la comunidad,
Pax, México, 2002, Primer sociodrama público y simultáneo de América Latina, Escenas de
los pueblos, UAM, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en ciencias y Humanidades
(CEIICH), México 2004, Manual de Cinedrama para la prevención de las adicciones,
UNAM, CEIICH, México 2013

COLABORADORES:

ROYER DE GARCÍA-REINOSO, GILOU. Médico. Psicoanalista (Asociación Psicoanalítica


Argentina). Renunciante a la APA en 1971 con el grupo Plataforma Internacional. Miembro
de la comisión directiva de la Federación de Psiquiatras, regional Capital. Asesora de la
Cátedra de Psicología Médica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
198
Coordinadora del equipo de salud mental en el Instituto de Medicina del Trabajo, UBA. Co-
fundadora de la Asociación Argentina de Psicoterapia Psicoanalítica de Grupos. Co-fundadora
de Médicos del Mundo, Argentina. Ex miembro de la Asociación Mexicana de Psicoterapia
Analítica de Grupo. Miembro honorario del Círculo Psicoanalítico Mexicano. Diversas
publicaciones científicas sobre teoría y clínica psicoanalítica, sobre psicoanálisis y ética y
sobre la articulación de las situaciones sociales traumáticas con la subjetividad.

SCORNIK, HORACIO. Médico (Universidad de Buenos Aires). Psicoanalista (Asociación


Psicoanalítica Argentina). Ex miembro de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica
de Grupo. Asesor institucional en Centros de Integración Juvenil. Fallecido.

CARRILLO CARRILLO, JOSÉ ANTONIO. Médico (Escuela Médico Militar, México).


Psiquiatra (Unidad de Psiquiatría del Hospital Central Militar). Psicoanalista individual y
grupal (AMPAG). Miembro de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo.
Ex Coordinador General de la AMPAG. Ex Coordinador de la Clínica de la AMPAG.
Diversas publicaciones sobre teoría, técnica y clínica del psicoanálisis grupal, sobre enseñanza
del psicoanálisis grupal y sobre análisis institucional. Fallecido.

MÁRQUEZ MENDOZA, OCTAVIO. Médico (UNAM), psiquiatra. Psicoanalista individual


y grupal (AMPAG). Miembro de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo.
Ex Coordinador Técnico de la Clínica de la AMPAG. Maestro en administración de
instituciones de salud. Profesor investigador del Instituto de Investigación en Ciencias
Médicas de la Universidad Autónoma del Estado de México.

GONZÁLEZ GUADARRAMA, ANGÉLICA. Médico (UNAM). Internista (Instituto


Mexicano del Seguro Social, IMSS). Psiquiatra (UNAM). Psicoanalista individual y grupal
(AMPAG). Miembro de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo
(AMPAG). Ex Coordinadora Técnica de la Clínica de AMPAG.

PAZARÁN GALICIA, ROSA MARÍA OSIRIS. Médico (UNAM). Psiquiatra (Hospital Fray
Bernardino Álvarez). Psicoanalista individual y grupal (AMPAG). Miembro de la Asociación
Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG). Ex Coordinadora Técnica de la
Clínica de AMPAG.

LÓPEZ REYES, MARTHA. Psicóloga Social, Universidad Autónoma Metropolitana


Iztapalapa (UAM-I). Maestría en Psicología Clínica, Facultad de Psicología de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM). Psicoanalista individual y grupal (AMPAG).
Miembro de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG).

SÁNCHEZ-ESCÁRCEGA, JORGE. Licenciatura, maestría y doctorado en psicología clínica,


Universidad Iberoamericana (UIA). Supervisor, analista didáctico y miembro titular de la
Asociación Mexicana de Psicoterapia Psicoanalítica (AMPP) y dela Asociación Mexicana de
Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG). Ex-Coordinador de la Clínica AMPAG. Ex-
Secretario Científico de la Federación Latinoamericana de Psicoterapia Analítica de Grupo
(FLAPAG). Editor fundador de la revista “Imagen Psicoanalítica”. Profesor Investigador
Titular “A” y coordinador del seminario “Psicoanálisis de las relaciones de pareja” de la
Universidad Intercontinental (UIC). Co-coordinador de la Maestría en Terapia Psicoanalítica
199
de la Universidad de Zacatecas. Diversos artículos sobre teoría, técnica y clínica
psicoanalítica; sobre teoría, técnica y clínica psicoanalítica grupal y sobre terapia analítica de
parejas. Fallecido.

LASKY DE DUBSON, LILIAN. Licenciatura en psicología clínica (Universidad de las


Américas). Maestría y doctorado en psicología clínica (UIA). Psicoanalista individual y grupal
(AMPAG). Miembro de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo. Docente
en diversas universidades. Supervisora clínica en AMPAG.

TARRAGÓ, ALEJANDRO. Psicólogo social, Universidad Autónoma Metropolitana-


Xochimilco (UAM-X). Maestría y doctorado en psicología clínica, Universidad
Iberoamericana (UIA). Psicoanalista individual y grupal (AMPAG). Miembro de la
Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo. Ex-coordinador del diplomado en
Educación Especial en la UIA. Ex-coordinador del diplomado en Psicopedagogía en la UIA.
Docente en la formación en Psicoterapia Analítica de Grupo de la AMPAG. Docente en el
entrenamiento en Psicoterapia Psicoanalítica individual de la AMPP. Coordinador del Instituto
de Enseñanza de la AMPAG. Fallecido.

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