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La Psicoterapia de Grupo en Las Instituciones CAMPUZANO
La Psicoterapia de Grupo en Las Instituciones CAMPUZANO
LA PSICOTERAPIA DE GRUPO
EN LAS INSTITUCIONES
PSICOANALISIS Y PSICODRAMA:
ALTERNATIVAS COMPLEMENTARIAS
Mario Campuzano
Derechos registrados:
Mario
Yuyo
4
ÍNDICE
PLANTEAMIENTOS GENERALES:
Capítulo 3. La dimensión institucional en una tarea clínica: los grupos de admisión (1977)
Gilou Royer de García Reinoso y Horacio Scornik
Apéndice: Proyecto sobre un modelo de recepción grupal (1976)
Horacio Scornik
EL PASO SIGUIENTE:
LOS GRUPOS TERAPÉUTICOS DE DURACIÓN LIMITADA
Capítulo 10. La jornada prolongada con psicodrama: complemento del grupo institucional
de psicoterapia psicoanalítica
María Carmen Bello
Autores y colaboradores
6
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
Yuyo y Mario
Mario Campuzano
1
Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo.
2
International Psychoanalytic Association.
10
conceptualización, definición de objetivos e ideología. Y esto, a las claras, va más allá del
análisis del acto clínico aislado y nos remite, necesariamente, al análisis institucional, en este
caso de la AMPAG, de su Clínica y de su Instituto de Enseñanza.
Podría decir que, en mi caso, el ser mexicano y haberme formado
psicoanalíticamente en la AMPAG se vuelve un dato central, ya que las aportaciones de
estos tres colegas conosureños –Horacio, Gilou y Yuyo-, cuyos artículos inician y cierran la
reseña de la experiencia de la práctica de los grupos de admisión en estos 25 años, han
cumplido una función trascendente en mi visión de esta área del quehacer profesional: Gilou
destacando la simultaneidad del actuar clínico e institucional y su posibilidad de análisis
mediante metodologías que incluyen tanto la dimensión psicológica como la sociológica;
Horacio transmitiendo –y continuando- algunas de las experiencias importantes de los
psicoanalistas argentinos progresistas tanto en sus aspectos clínicos como en sus referentes
ideológicos; con él –justamente desde las responsabilidades propias de mi puesto de
Subdirector Médico- conocí la técnica del grupo de admisión tal como la practicó en los
Centros de Integración Juvenil; más tarde Alberto Siniego, también conosureño y entonces
Coordinador de la Clínica de la AMPAG, me encargó iniciar la experiencia de recepción
grupal en la Clínica de Tacubaya (entonces la única), donde coordiné el grupo de admisión
semanalmente a partir de 1977 durante cuatro años y medio. Por último Yuyo, con los
resultados de su investigación ahora incluidos en este libro, cumplió la función edípica del
tercero que ayuda a la separación de la diada madre-niño (la madre institución AMPAG) y
me permitió, así, tomar la necesaria distancia afectiva y de pensamiento para lograr una
visión discriminada y la posibilidad de una evaluación crítica; sin ello me sería imposible
hacer reflexiones válidas.
El primer punto a discutir sería: ¿quién se hace cargo de las entrevistas de
admisión?, de esas entrevistas cruciales donde se decide el destino terapéutico de cada
paciente, donde ellos vienen con su dolor y con la esperanza de ser aliviados y dónde –decía
en mi artículo del 82- el grupo de admisión puede ser ese puente de lo realizable entre el
dolor y la esperanza.
El Dr. Ignacio Chávez, fundador de la escuela mexicana de cardiología, consideraba
que la entrevista de primera vez representaba para la institución médica su carta de
presentación y para los pacientes la definición –correcta o incorrecta- del camino necesario
para alcanzar su cura o mejoría. Por eso, él decía que la entrevista de primera vez la debía de
hacer el personal médico más calificado y experimentado en contra de la práctica dominante
de que la hagan los residentes médicos (estudiantes de la especialidad respectiva). En
consecuencia, hasta el día de hoy en el Instituto Nacional de Cardiología, la entrevista inicial
(preconsulta), de carácter eminentemente clínico y con mínima carga administrativa en
donde se dan las indicaciones del manejo inicial y se realiza la derivación al lugar pertinente
de estudio y tratamiento, la realizan los médicos adscritos (los más capacitados y
experimentados) y los médicos residentes –posteriormente- realizan los procedimientos
formales de registro clínico y los trámites administrativos necesarios.
En la Clínica de la AMPAG hemos seguido parcialmente esa línea ya que los
encargados de los grupos de admisión (Coordinadores Técnicos de la Clínica) son los
candidatos avanzados o los recién egresados, ciertamente con alguna experiencia, pero
todavía escasa. Ese fue mi caso hace veintitantos años y sigue siendo igual.
Ahora bien, en el caso de una institución privada de enseñanza como AMPAG,
donde no existen (como en los hospitales) médicos adscritos de base y médicos residentes,
11
sino psicoanalistas ya formados y psicoanalistas en formación, todos ellos centrados en la
práctica privada en sus consultorios más que en el trabajo institucional en la Clínica de la
Asociación, representa un desafío práctico importante el encontrar formas que permitan
lograr el que las entrevistas iniciales las realicen los profesionales más capaces y
experimentados, donde el nudo parece estar en una contradicción económica e ideológica:
¿cómo compatibilizar el predominio de la práctica liberal en el consultorio privado con la
práctica pública en las Clínicas institucionales, de una manera mejor a la actual, de una
manera que se acerque a la postulada por el dr. Ignacio Chávez?
Respecto al marco técnico de los grupos de admisión hay una diferencia entre los
que se realizaron en Argentina –que describen Gilou y Horacio en su artículo- que fueron
concebidos y operados como grupos operativos centrados en la tarea de admisión a la
institución, donde se hacía un cuestionamiento institucional a través de los grupos de
admisión como “dispositivo analizador”, y los realizados en la Clínica de AMPAG donde
siempre –desde la pretensión institucional expresada en el Manual de Procedimientos (no
necesariamente efectuada por los responsables operativos, como detecta Yuyo)- se
manejaron como grupos terapéuticos breves (focalizados) con objetivos de recepción,
evaluación y derivación.
¿Qué diferencias anidan detrás de estas definiciones? Vamos a tratar de
esclarecerlas.
La experiencia argentina se da en una coyuntura política que permite prácticas
progresistas que cuestionan las conservadoras y buscan mayor eficiencia clínica y mayor
satisfacción en los usuarios, esto desde la perspectiva de los militantes de izquierda que
buscan hacer congruente su práctica profesional con su definición ideológica, de ahí que
busquen rescatar la solidaridad latente y busquen incluir a los acompañantes.
La experiencia mexicana, en cambio, es inicial, no tiene antecedentes que cambiar,
está fuera del circuito oficial, por tanto su disenso no puede expresarse como
cuestionamiento sino como propuesta, que es lo que los responsables de la Clínica (José
Antonio Carrillo y Octavio Márquez) hacen por medio de su Reglamento, donde se aprecian
como preocupaciones principales la coherencia teórico-técnica de un enfoque terapéutico
psicoanalítico y grupal, así como la eficiencia clínica y la satisfacción del usuario,
preocupaciones propias de un enfoque progresista general, sin las implicaciones de los
militantes de izquierda.
Los artículos míos presentados en este libro son una continuación coherente de esos
antecedentes. Los artículos de otros colegas que Yuyo reseña, subsecuentes al 82, marcan un
período de confusión teórico-técnica e ideológica que sólo puede entenderse desde la
dimensión institucional y social. Y puede explicarse por el declive de las posiciones de
izquierda a partir de los ochentas con la consecuente substitución por el pensamiento
postmoderno así como por el predominio de posiciones conservadoras en el ámbito médico
y psicoanalítico de México. En cuanto a la dimensión teórico-técnica, existía una
insuficiencia de los programas de enseñanza vigentes que buscó corregirse en los noventas
mediante un cambio curricular que realizamos José Mercado, Alejandro Tarragó y yo. El
artículo colectivo de Angélica González Guadarrama, Martha López Reyes, Osiris Pazarán
y Jorge Sánchez Escárcega da una muestra (en sus alcances y limitaciones) de los resultados
de ese cambio curricular y en él se lee (explícitamente y entre líneas) el problema de la
capacidad de transformación e integración de las formaciones de postgrado (psicoanalítica
en este caso) sobre los entrenamientos profesionales iniciales (en el artículo se destaca en
12
relación a los psiquiatras, pero también lo hemos visto con los psicólogos) y deja abiertas
varias interrogantes, de las cuales quiero abordar una: parece que la práctica de los
candidatos avanzados en el grupo de admisión se convierte en una evaluación descarnada de
los éxitos y fracasos formativos del Instituto de Enseñanza y de la integración (o escisión)
personal de la formación psicoanalítica en relación a las formaciones profesionales previas.
Y parece que hay frecuentes confusiones en ese momento del proceso formativo, por lo cual
la propuesta de los autores de incluir un miembro experto como parte del equipo de
admisión suena como solución razonable y más que necesaria. Sobre todo de un miembro
con experiencia en esta modalidad de trabajo que pueda transmitir la estafeta en vez de que
cada gestión empiece de cero.
Varias veces aparece el problema del diagnóstico (Yuyo establece una
discriminación entre evaluación y diagnóstico), de cualquier manera, el problema del
diagnóstico en la salud mental es espinoso. Desde el campo médico siempre se ve, con
justificada desconfianza, el hecho de que distintos profesionales de la salud mental no sólo
no coinciden en el diagnóstico de un paciente determinado, sino que utilizan distintos
parámetros clasificatorios. Por eso uno de los esfuerzos centrales de los organismos
internacionales de salud mental ha sido lograr criterios y métodos unificadores en el campo
de la psiquiatría, para lo cual han desarrollado enfoques con características ateóricas y
descriptivas con la expectativa de –así- superar las rivalidades de escuelas y homogeneizar
los diagnósticos dando parámetros comunes. Respecto a los problemas institucionales
relacionados con el diagnóstico psiquiátrico y psicoterapéutico, así como sobre el
tratamiento farmacológico, escribí en un artículo reciente (Campuzano, 2002)3:
3
Campuzano, Mario (2002). Salud mental en primer y segundo nivel de atención. Subjetividad y Cultura, No.
18.
4
Desjarlais, R; Eisenberg, L ; Good, B ; Kleinman, A (1995). Salud mental en el mundo. Problemas y
prioridades en poblaciones de bajos ingresos. Organización Mundial de la Salud, 1997.
5
Bergeret, J. (1974). La personalidad normal y patológica. Gedisa: Barcelona, 1980.
Kernberg, O. (1977). La teoría de las relaciones objetales y el psicoanálisis clínico. Paidós: Buenos Aires,
1988.
13
Los estudios sobre formas de prescripción de los médicos han mostrado una amplia
diversidad de criterios entre distintos facultativos, con frecuente uso de medicamentos sin
sustento científico y con tendencia al uso excesivo de fármacos. Los psiquiatras no son una
excepción al respecto, por lo cual un esfuerzo de capacitación y supervisión en el uso racional de
medicamentos permitirá, amén de una mejoría en el estado de los pacientes, un importante
ahorro monetario para la familia del paciente y la institución. Los criterios de costo/beneficio
para la decisión de esquemas farmacológicos de manejo se vuelven, así, de importancia
primordial.
El
¿Qué tipo de diagnóstico o evaluación?, ¿para qué?, ¿en relación a qué referentes males
teórico-técnicos e ideológicos? tar en
la
cultur
Cualquier solución al problema (si existe) debe cubrir estas dimensiones. En nuestras a
Creo que, fundamentalmente y por razones nada casuales, esas diferencias dependen
de los paradigmas utilizados en cada campo, el psicoanálisis y el psicodrama, así como las
tradiciones institucionales propias de cada escuela.
En el psicoanálisis dominan (en formas diversas) las tradiciones médicas del Freud
investigador y clínico, por eso no es extraño que en la Clínica de AMPAG sea evidente,
desde los primeros documentos, la preocupación por el quehacer terapéutico y por el
diagnóstico de los pacientes así fuera en su expresión mínima de “analizabilidad” y
“agrupabilidad”. Las escuelas psicoanalíticas se dividen en relación a la adscripción o no al
concepto de “cura”. Nosotros lo utilizamos y los seminarios tienen una secuencia que va de
la teoría de la enfermedad (la psicopatología) a las teorías de la cura y a la teoría de la
técnica que conduce a alcanzarla. El eje de la técnica psicoanalítica es el concepto de
transferencia que implica la actualización, con el psicoanalista en la definición individual
clásica, de vínculos pretéritos parentales; la situación en un grupo psicoanalítico se
enriquece al ofrecer éste nuevos objetos a la transferencia, además de la central: los
compañeros (transferencias laterales), el conjunto (transferencia grupal) y el mundo exterior
(transferencia societal). La transferencia central se acompaña de un estado de regresión y
produce una situación asimétrica entre analista y analizando que es inmanente al proceso,
por eso la técnica y la ética necesitan ir de la mano en el enfoque psicoanalítico. En los
sesentas buscábamos espacios de no poder, hoy sabemos que esto es imposible, que el poder
es inherente a las relaciones humanas y el asunto importante es el tipo de poder (autoritario,
democrático, laisser- faire, etc.) que se ejerce, al servicio de quién y de qué se utiliza y, por
ende, el buen o mal uso de él.
En el psicodrama, en cambio, dominan los intereses de Moreno sobre el trabajo
comunitario y social, o sea, sobre la aplicación de la técnica psicodramática a ámbitos más
6
Sánchez Escárcega, Jorge (2000). “Diversos niveles de análisis grupal en una sesión terapéutica. Un ejemplo
clínico”. Subjetividad y Cultura, No. 14.
15
amplios que el clínico. Por eso en lugar del enfoque de “cura” aparece el concepto de
“encuentro” (con los correspondientes sustentos filosóficos, por ejemplo, el de Buber7).
A partir de nuestra perspectiva kleiniana tendríamos que hacer un esfuerzo para
integrar estas dos perspectivas que, hasta el momento, aparecen escindidas en nuestra
Clínica.
7
Buber, Martin (1923). Yo y tú. Nueva Visión: Argentina, 2002.
16
APÉNDICE:
CODERCH8:
8
Coderch, J. (1987). Teoría y técnica de la psicoterapia psicoanalítica. Herder: Barcelona, 1990.
17
9
PALACIOS :
BERGERET10:
- la estructura neurótica,
- la estructura psicótica,
- la a-estructura u organización límite.
!
KERNBERG11:
Kernberg propone una clasificación de la patología del carácter que busca cumplir
varios fines:
9
Palacios, A. (1989). Psicoanálisis de la detención del desarrollo emocional. Hispánicas: México.
10
Bergeret, J. (1974). La personalidad normal y patológica. Gedisa: Barcelona, 1980.
11
Kernberg, O. (1977). La teoría de las relaciones objetales y el psicoanálisis clínico. Paidós: Buenos Aires,
1988.
18
Esta clasificación se basa en el convencimiento de que el estudio diagnóstico de los
pacientes debe incluir factores estructurales y genético-dinámicos, además de los
puramente descriptivos. Los avances de la técnica psicoanalítica y de otros tratamientos
de orientación psicoanalítica ofrecen una amplia variedad de medios psicoterapéuticos.
Nuestra capacidad para elegir entre éstos el que resulte óptimo en cada caso puede ser
incrementada con la ayuda de claros criterios diagnósticos derivados de la teoría
psicoanalítica.
La clasificación está basada en un modelo de desarrollo centrado en las relaciones
objetales, también multidimensional, que evalúa:
- el desarrollo pulsional,
- el desarrollo del superyo,
- las operaciones defensivas del yo y los rasgos patológicos del carácter,
- las vicisitudes de las relaciones objetales internalizadas.
Las estructuras básicas de carácter están definidas por Bergeret y Kernberg con una
diferencia: las estructuras psicóticas sólo aparecen en Bergeret; Kernberg las engloba dentro
del conjunto de los fronterizos. Por otra parte, Kernberg comete un error de nivel lógico en
la clasificación de los estados psicóticos (que son condiciones sintomáticas de
descompensación) al colocarlos junto con las estructuras de carácter. Esta confusión quizá
sea debida a que en la práctica clínica el diagnóstico diferencial entre estados psicóticos y
caracteres fronterizos de nivel inferior es un problema frecuente.
Palacios lo que aporta es una nomenclatura lógica de los fronterizos en relación a su
situación de desarrollo: simbióticos y objetales, que corresponden al nivel inferior e
intermedio de Kernberg. La estructura neurótica, en todas las clasificaciones, corresponde al
nivel superior. A todas estas estructuras se les pueden agregar síndromes complementarios
como: carácter narcisista, perversión sexual, adicción, alcoholismo.
19
La situación patológica de estos caracteres se dará por razones meramente
cuantitativas y dependerá de su rigidez, dando lugar a las caracteropatías o neurosis de
carácter.
También podrán entrar en descompensación sintomática en forma de neurosis, de
psicosis, de desorganización fronteriza o de trastorno psicosomático. Estos diagnósticos son
afinados mediante subclasificaciones clásicas como en el caso de las neurosis en histérica,
obsesiva, fóbica, depresiva y en subtipos cuando existen propuestas, por ejemplo la de
Bleichmar (1997)12 que en el tema de depresión las subdivide según su mecanismo
psicodinámico en depresiones culposas (el mecanismo clásico freudiano), narcisistas (por
pérdida de apuntalamiento del narcisismo en alguna instancia como el cuerpo o el trabajo) o
por pérdida simple (duelo); otro caso es la propuesta de Kernberg (2004)13 en relación a los
caracteres narcisistas subdivididos según su gravedad y nivel de desarrollo en: carácter
narcisista, carácter narcisista infantil, carácter narcisista maligno y personalidad psicopática.
También se pueden agregar las defensas complementarias a la estructura, como rasgos.
En caso de descompensación:
12
Bleichmar, Hugo (1997). Avances en psicoterapia psicoanalítica. Hacia una técnica de intervenciones
específicas. Paidós Ibérica: Barcelona.
13
Kernberg, Otto (2004). Agresividad, narcisismo y autodestrucción en la relación psicoterapéutica. El
Manual Moderno: México, 2005.
20
ADENTRO Y AFUERA DE LA INSTITUCIÓN
Debo decir antes que nada, que en este libro hay más trabajo de Mario que mío,
especialmente en cuanto a recopilación. En todo caso, mi mayor mérito ha sido
entusiasmarlo para que juntara todos estos artículos. He sido más partera que creadora, y
ahora que lo digo, me gusta el lugar, porque es un lugar muy propio de los terapeutas, éste
de ayudar a dar a luz.
La idea de publicar este material surgió a partir de una serie de acontecimientos, que
conforman de por sí una historia. Es una historia que tiene que ver con AMPAG, y al mismo
tiempo mi presencia en este libro hace que no sea un libro sobre AMPAG. En 1999, la
Dirección de la Clínica de esa institución me pidió que elaborara un diseño psicodramático
para implementar en el grupo RED. Yo doy clases de psicodrama allí desde el año 1991, o
sea que soy parte del equipo docente, pero no soy miembro de la institución, no soy
egresada de la misma, ni formo parte de su vida política e institucional. Tengo que confesar
que muchas veces lo he lamentado, me he sentido "casi de AMPAG" y he jugado con la idea
de revalidar materias y estudios para poder pertenecer plenamente al grupo, por razones
puramente afectivas, porque en realidad comparto con Jaime Winkler la dirección de otra
institución que se dedica a la enseñanza del psicodrama14, que representa mi identidad
profesional. A partir de este trabajo con el grupo RED y más aun ahora que leo la
presentación de Mario, me doy cuenta del lugar privilegiado que he ocupado, no de
pertenencia, pero sí de perspectiva.
Mi especialidad es el psicodrama, no las instituciones, y por lo tanto el pedido de
elaborar un diseño psicodramático para el grupo RED lo entendí como tal, con mucho
entusiasmo, y no me planteé ningún otro objetivo que ése. Sin embargo, me embarqué en
una aventura que me llevó a tener una perspectiva y pensar la institución desde este lugar
privilegiado, porque la elaboración de un diseño nuevo se convirtió necesariamente en una
investigación. Debí revisar todo el material que existía sobre grupo RED --el que conforma
gran parte de este libro-- y asistí como observadora a algunos de los grupos que estaban
funcionando en ese momento. Hice también una especie de encuesta informal a los colegas
y estudiantes de AMPAG sobre los objetivos del grupo RED y comencé a darme cuenta de
que elaborar un diseño nuevo de un grupo de admisión de pacientes de una institución es
mucho más que hacer modificaciones técnicas, aunque no fuera ésta mi intención.
El artículo de Royer y Scornik (1976) me pareció revelador en este sentido: el grupo
de admisión de pacientes está pensado para ser un dispositivo de análisis institucional
permanente, y yo me encontré a mi misma inocentemente plantada y fascinada en ese lugar
de cuestionamiento, donde el paciente, estando en situación de crisis, al consultar en una
institución hospitalaria o que presta un servicio de atención psicoterapéutica, como es la
clínica de AMPAG, al entrar en la institución, necesariamente la cuestiona y cuestiona a la
sociedad que esta institución representa.
14
Escuela Mexicana de Psicodrama.
21
Por otro lado, el diseño de grupo RED con técnicas dramáticas se hizo realidad, y
más allá de la utilidad que haya podido prestar a la Clínica, me produjo gran satisfacción por
varios motivos. En primer lugar, porque un diseño con psicodrama siempre implica un reto,
ya que debe ser lo suficientemente cerrado como para que tenga el carácter de un diseño que
pueda mantener sus características básicas a lo largo de las repeticiones, y lo
suficientemente abierto y flexible como para mantener la espontaneidad y creatividad
inherentes a cualquier trabajo psicodramático, y creo que este reto fue bien resuelto. En
segundo lugar, porque me permitió darle forma grupal al estilo de evaluación con técnicas
psicodramáticas que yo venía utilizando desde hace mucho tiempo con mis pacientes
individuales en las primeras entrevistas.
El diseño psicodramático de grupo de admisión de pacientes comenzó a circular.
Presenté una pequeña síntesis del trabajo en un congreso de FLAPAG, en Montevideo15. Esta
síntesis se publicó en la Revista Subjetividad y Cultura y a partir de allí despertó interés en
terapeutas psicodramatistas que trabajan en centros hospitalarios y clínicas abiertas a la
comunidad, tanto aquí en México, como en Uruguay y Chile. La circulación en el medio
psicodramático es rápida. En este punto del camino fue que planteé a Mario la idea de
publicar todo el material que tenemos de grupo de admisión de pacientes, porque sin duda es
un intento de respuesta al problema de la asistencia psicoterapéutica en instituciones, que
preocupa en toda Latinoamérica.
Me imaginé que iba a tener que convencer a Mario, y que esto me iba a llevar un
tiempo, pero aceptó la idea inmediatamente, y en mi computadora comenzaron a llover los
artículos con tal velocidad que yo no pude seguir el ritmo. O sea que el parto estaba listo
antes que la partera.
Creo que mi participación, diferente de la de mi colega que habla desde la
pertenencia a AMPAG, abre un espacio para pensar la institución (cualquier institución)
desde afuera, manteniendo siempre esa referencia, y le da voz al psicodrama en este campo.
15
Bello, El grupo RED, puente entre el dolor y la esperanza, en Subjetividad y Cultura N° 16.
22
evaluamos con ellos (ellas) su situación personal y de vida para decidir de común
acuerdo si la psicoterapia que ofrece la institución puede serles beneficiosa, y si ellos
pueden ser también agentes terapéuticos útiles en un grupo?
• ¿Qué características tiene la evaluación grupal? ¿Es un diagnóstico individual hecho en
grupo, o es una experiencia grupal con objetivos de evaluación?
• Dar asistencia psicoterapéutica en instituciones ¿implica cambios técnicos y de
fundamentación teórica?
• ¿El psicodrama y el psicoanálisis son compatibles en el trabajo terapéutico en
instituciones?
• ¿Pueden cumplirse los mismos objetivos terapéuticos y de evaluación en las
instituciones utilizando diferentes marcos teórico-técnicos?
En resumen, el libro abre una polémica. Los terapeutas, que hemos hecho el
esfuerzo de un cambio de paradigma para pasar “del diván al círculo” grupal, ¿podemos
hacer el mismo esfuerzo para pasar “del círculo a la esfera” institucional, agregando una
nueva dimensión a nuestro trabajo? Y, ese mismo cambio de paradigma que se hizo para
crear una psicoterapia grupal y un psicoanálisis grupal ¿se ha hecho también en el área de la
evaluación diagnóstica, al crear un dispositivo de evaluación grupal coherente con el trabajo
grupal en instituciones?
23
Estas son nuestras primeras respuestas a estas preguntas. Las dos voces de
presentación de este libro son sin duda diferentes, salvo por el detalle de la cercanía de la
tercera edad pero todavía no: voz de hombre, psicoanalista, mexicano, voz de mujer,
psicodramatista, uruguaya. Y también voces del adentro y el afuera de la institución. Ahora,
la última palabra la tiene el lector.
PLANTEAMIENTOS
GENERALES
25
Capítulo 1
Mario Campuzano
Introducción
16
Campuzano, M. (2002). Salud mental en primer y segundo nivel de atención. Subjetividad y Cultura No. 18:
27-45, México.
17
Campuzano, M. (2013). Psicoterapia grupal vincular- estratégica, un enfoque psicoanalítico. En proceso
de publicación. Ahí se puede encontrar una descripción amplia del modelo de trabajo. En forma resumida está
en el capítulo 7.
26
La orientación teórico- técnica de la psicoterapia tendrá importancia en función del
tipo de problemas que se aborden. Las terapias psicoanalíticas son eficaces para el
tratamiento de los problemas emocionales, su método busca que las personas se conozcan
más a sí mismas, especialmente en sus áreas de conflicto, haciendo conscientes los
determinantes inconscientes. La psicoterapia de grupo y la individual tienen indicaciones
muy semejantes, aunque los casos con crisis agudas suelen ser manejados preferentemente
en terapia individual; por otra parte la psicoterapia de grupo aporta la presencia social de los
"otros" y permite que aparezcan más fácilmente los problemas interpersonales en un ámbito
de tratamiento donde no sólo causan sufrimiento y conflicto, sino que pueden empezar a
entenderse y resolverse.
En relación a los problemas psicológicos las principales opciones a decidir son:
tratamiento exclusivamente psicoterapéutico en alguna de las modalidades siguientes: en
individual, grupo, pareja o familia; tratamiento combinado psicoterapéutico y de
medicamentos; asistencia a un grupo de autoayuda; o, en casos de mayor gravedad,
internamiento en un hospital psiquiátrico o en una clínica especializada, por ejemplo para el
tratamiento de adicciones y alcoholismo.
Los seres humanos somos seres sociales y gregarios, por lo cual crecemos y nos
desarrollamos en distintos tipos de grupos como la familia, la escuela, los amigos, el trabajo,
etc. Es en esos medios donde aprendemos todo, desde el jugar hasta la educación
sentimental, el comportamiento social, así como el dominio de la ciencia, la tecnología y la
cultura.
Unirse a un grupo es útil porque provee las oportunidades de aprender con y de los
otros, entender nuestros propios patrones de sentimientos, pensamientos y conductas así
como los de otros, y percibir cómo cada uno de los miembros del grupo reacciona ante los
demás.
Los grupos terapéuticos pueden ser de dos modalidades: de apoyo o de
reestructuración psíquica (grupos psicoanalíticos). Adicionalmente existen los de
orientación.
Grupos de apoyo
Los grupos de apoyo se enfocan sobre un determinado síntoma o situación (por ej.
control del alcoholismo o la obesidad, o readaptación a la vida laboral y social después de
una crisis psicótica), y puede incluir -en general en distintos grupos- a los afectados por un
determinado padecimiento o problema y a sus familiares. Estos grupos se plantean el ajuste
a esas nuevas relaciones o roles mediante la contención emocional y la comprensión de los
miembros del grupo que han pasado por la misma experiencia, así como el aprendizaje de
los nuevos miembros del modelo de rol que les ofrecen los miembros veteranos. Algunos de
los grupos de apoyo pueden ser coordinados por profesionales de la salud mental o de otras
especialidades (por ejemplo, en los casos de separación y divorcio por psicoterapeutas, o en
los de grupos de diabéticos o hipertensos por médicos clínicos). Otros, quizá los más
frecuentes, son los llamados "grupos de autoayuda" que no son conducidos por
profesionales de la salud mental sino por personas que han tenido el mismo tipo de
problema y que ofrecen su ayuda y experiencia a otros, frecuentemente a través de un
27
programa estructurado y gratuito (por ej. el de alcohólicos anónimos), sostenido por
donativos.
Grupos de autoayuda
1.- Grupos que buscan el cambio conductual de personas con adicciones. Incluye
Alcohólicos Anónimos, Narcóticos Anónimos, Comedores Compulsivos; Weight Watchers
(control del sobrepeso) y diversos grupos para lograr abstinencia del tabaco. El enfoque de
los grupos anónimos se ha extendido a problemas emocionales sin adicciones, como es el
caso de Neuróticos Anónimos.
2.- Grupos que buscan dar a sus miembros apoyo social y nuevas estrategias para
lidiar con sus problemas. Incluye Alanon (padres y cónyuges de alcohólicos) y Alateen
(hijos adolescentes de alcohólicos); Familias Anónimas (semejante temática); padres sin
cónyuge (familias uniparentales); familiares de adictos; amigos y familiares de psicóticos u
otros trastornos mentales graves, como Alzheimer, deficiencia mental o parálisis infantil.
3.- Grupos que buscan mejorar el proceso de atención de ciertos problemas físicos,
por ej. de afectados de enfisema, de artritis, de diabetes, de lupus, de SIDA, etc.
5.- Grupos orientados al apoyo de los derechos de ciertos sectores sociales como
organizaciones de mujeres, de homosexuales, de enfermos mentales, de ciegos, de enfermos
con SIDA, etc.
Psicoterapia familiar
Debe reconocerse a la familia como el elemento clave del sistema de salud mental,
por ende, se buscará permanentemente la forma de incluirla en los procesos de atención
terapéutica y preventiva. En los últimos tiempos se han desarrollado múltiples programas
psicoeducativos para las familias, como forma de apoyo y de toma de conciencia de las
características y evolución del padecimiento de su familiar enfermo, así como para la
adquisición de mayor destreza y efectividad como proveedora de cuidados. La
complementación de los servicios de salud mental con asociaciones de pacientes y usuarios,
con asociaciones de familiares, y con diversas asociaciones de apoyo que proveen recursos
y servicios, es una práctica sistemática usada en diversos países.
Los programas psicoeducativos, de orientación cognitivo-conductual, fueron
popularizados en relación al manejo institucional de esquizofrénicos y sus familiares por
Anderson (1986) y otros psicólogos de la Universidad de Pittsburgh y se plantean –en ese
padecimiento- una meta clara y razonable: evitar las recaídas en la psicosis y la
rehospitalización del paciente y ésta es su aportación más importante: plantearse metas
precisas y fácilmente evaluables en el manejo de ese padecimiento crónico.
Anteriormente se utilizaron, y siguen utilizándose, los grupos de orientación y guía
para los familiares de pacientes de muy diverso tipo: deficientes mentales, niños con
31
problemas de aprendizaje, psicosis diversas, etc. Estos grupos, según el entrenamiento del
coordinador, pueden llevarse a cabo con una técnica más psicoanalítica o más didáctica,
siempre con el propósito de orientar a los familiares sobre el manejo de su paciente y
resolver los problemas prácticos que aparecen en la realidad cotidiana.
Finalmente habrá casos en que la indicación terapéutica sea de terapia familiar,
realizable desde un marco psicoanalítico o –como es lo más frecuente- desde un marco
sistémico-comunicacional. En algunos casos la recepción misma se hará como entrevista
familiar, como es el caso de la atención de niños y adolescentes.
Anderson, C. M.; Reiss, D. J.; Hoggarty, G. E. (1986). Schizophrenia and the Family. A
Practitioners Guide to Psychoeducation and Management. The Guilford Press: New York/
London.
Braier, E.A. (1981). Psicoterapia breve. Kargieman: Buenos Aires.
Cole, S. (1983). "Self-help groups". En: Kaplan y Sadock (Eds.). Comprehensive Group
Psychotherapy. Williams & Wilkins: Baltimore/London.
Fiorini, H.J. (1973). Teoría y técnica de psicoterapias. Nueva Visión: Buenos Aires, 1975.
McKenzie, K. R. (1997). Time-managed Group Psychotherapy: Effective Clinical
Applications. American Psychiatric Press: Washington, D.C.
34
Capítulo 2
He utilizado un título muy amplio en este capítulo. Lo que quisiera es plantear un panorama,
referir mi experiencia y abrir la reflexión sobre el tema. No tengo demasiado claro si voy a
hablar de una experiencia con psicodrama en la institución, con la institución, desde afuera,
desde adentro, o desde un espacio intermedio. Voy a referir las experiencias, y luego voy a
regresar a estas preguntas.
18
Universidad Nacional Autónoma de México.
35
acaba. Ahora les toca a Uds.”
Ella está encargada de explicar a un grupo de muchachas de
18 años qué es la terapia.
En la dramatización hago que cada una de las compañeras
vaya tomando el lugar de Linda y explicando a las demás en
qué consiste la terapia y para qué le ha servido a cada una.
A pesar de todo esto, el grupo tuvo un buen desempeño. Las técnicas dramáticas
fueron muy bien aceptadas por todos los integrantes, e incluso si alguna sesión no
dramatizábamos, consideraban que en esa sesión “no se trabajó”.
36
Los temas fueron los habituales en la gente joven. El grupo se integró a partir del
tema de los hermanos. Como sucede habitualmente, la relación con la que se asocia la
relación de compañeros de grupo es la fraterna. La sexualidad era un tema frecuente, ya que
la mayoría de los integrantes estaba iniciando su vida sexual. Las relaciones de pareja, la
preocupación de las mujeres jóvenes por no hacer de un hombre el centro de la vida, como
habían hecho sus madres. La relación con los padres, el crecimiento, la dependencia, el
deseo de independizarse. Una de las integrantes, Camila, se casó durante el curso del
tratamiento y causó un gran alboroto en la sesión al llegar diciendo: “ya soy señora”.
Dos dramatizaciones fueron centrales en la historia del grupo.
Hemos observado con frecuencia19, que cuando se nos contrata para dar un curso de
psicodrama como materia complementaria en alguna institución universitaria o de
formación de posgrado, sea éste un curso de “Introducción al psicodrama”, “Psicodrama
pedagógico”, “Método Clínico”, etc. el grupo tiende espontáneamente a aprovechar este
19
Cuando hablo en plural es porque incluyo a Jaime Winkler, con quien hemos coordinado en equipo muchos
de estos trabajos.
38
espacio para reflexionar sobre el grupo mismo, sobre la relación del grupo con la institución
y sobre el rol profesional en juego. Hemos observado también que esta reflexión ayuda al
aprendizaje. No sólo mejora el rendimiento del grupo, sino que cambia la cualidad del
aprendizaje, especialmente en el sentido de la responsabilidad individual y grupal.
Sin duda el psicodrama favorece esta situación, dado que se aprende psicodrama con
psicodrama, y que por lo tanto el grupo, su relación con la institución a la que pertenece y el
rol profesional para el que se está formando, es el material de trabajo. Las imágenes y
escenas dramáticas permiten “dar forma” y metaforizar estos temas.
Tomando en cuenta esto, uno de los primeros trabajos dramáticos que suelo hacer en
estos grupos es una fantasía dirigida (psicodrama interno) a la que llamo “un alto en el
camino”20 que implica crear, metafóricamente, un lugar para detenerse a reflexionar lo que a
cada uno le está sucediendo, individualmente y con el grupo, en el proceso de aprendizaje.
Otras veces, en el “como si” del espacio dramático, el grupo construye un espacio
alternativo para pensarse.
Así sucede en grupos como los grupos de formación de psicoterapeutas de grupo de
AMPAG, los diplomados en psicodrama pedagógico21 que coordinamos para la facultad de
psicología social de una universidad, y los grupos de estudiantes de ELITE22. Más raro es
que la institución pida directamente un trabajo con estos objetivos, como sucedió en la
facultad de administración de la UAM Azcapotzalco, donde hicimos con los estudiantes y
algunos de sus maestros un trabajo sobre el rol del administrador.23
También es raro que una institución o empresa en un momento de crisis, pida una
intervención o un análisis institucional u organizacional. Lo más habitual es que las
empresas contraten “cursos”. Esto tiene una serie de implicaciones: no se está aceptando la
crisis como tal, se espera aprender algo que sirva para solucionar la crisis, en lugar de
encarar la posibilidad de entenderla y elaborarla y se fantasea con un modelo ideal de
solución, por ejemplo adquirir el perfil ideal de líder, o aprender la manera perfecta de
manejar conflictos.24
20
María Carmen Bello, Jugando en serio; el psicodrama en la enseñanza, el trabajo y la comunidad, Editorial
Pax, México, 2002
21
id., Caps. 5 y 6
22
id. segunda parte del Cap. 4
23
id. Cap. 8 y El rol del Administrador en el Contexto Actual, publicación de la UAM Azcapotzalco, 1999. En
este caso pudiera cuestionarse el hecho de que fuera un pedido de la institución; más exacto es decir que el
evento fue organizado por una Maestra de la Facultad, Beatriz Ramírez Grajeda, que lleva años intentando
crear este espacio de reflexión con el método psicoanalítico en la formación de los estudiantes, desde adentro de
la institución, tarea desgastante y quijotesca, por este factor de estar adentro de la institución. Su labor está
plasmada en varios libros: Subjetividad y Relación Educativa y Formación y tendencias Educativas, del 2001 y
2002 respectivamente, ambas publicaciones de la UAM Azc.
24
No pasa esto solamente con las empresas, sino con todo lo que tiene que ver con el nivel de lo psicológico. A
nadie se le ocurriría, si tiene diarrea, ir a la facultad de medicina a tomar un curso de intestino grueso, pero está
en cambio totalmente popularizado que si alguien está deprimido, o está en una crisis personal, vaya a un curso
de “Insight” o de “El arte de vivir” o algo por el estilo.
39
En estos casos, el psicodrama, por tratarse de un método vivencial de aprendizaje,
tiene la posibilidad de adaptarse, dando respuesta a la demanda manifiesta de “un curso” y a
la demanda latente de análisis e intervención. El pedido de un curso de manejo de conflictos
encubre en general el pedido de auxilio para una crisis en las relaciones interpersonales
dentro de la institución25.
Hay sin embargo instituciones que piden esta ayuda en forma directa, dando lugar a
la posibilidad de hacer un diagnóstico o análisis y realizar la intervención adecuada. Se
puede entonces utilizar la sociometría para hacer un mapa de las relaciones interpersonales
dentro de la institución, detectar así las situaciones críticas, o dramatizar las escenas típicas
de la institución, viendo por ejemplo como se soluciona una emergencia en un equipo de
trabajo, etc.26
Las herramientas de diagnóstico y análisis del psicodrama, como la sociometría en
acción, el test sociométrico, el análisis de la historia del grupo a través de la dramatización
de escenas (el álbum de fotos de un grupo), la dramatización de escenas típicas
institucionales, el diagnóstico a través de esculturas, etc. tienen la particularidad de que
producen inmediatamente cambios a nivel grupal, por lo cual muchas veces el diagnóstico
se convierte en una intervención. Así en el primer grupo ELITE de una facultad de
psicología, hicimos un trabajo de diagnóstico con técnicas dramáticas, esperando que esto
llevara a un trabajo de intervención propiamente dicha, cosa que nunca sucedió. Sin
embargo, al año siguiente, el segundo grupo llegó con nosotros porque también querían
“tomar el curso de psicodrama”. Así nos enteramos de que nuestro breve trabajo había
servido para superar la crisis y ahora la institución nos contrataba (y siguió haciéndolo
durante varios años) para una labor que podríamos llamar psicoprofiláctica, ofreciendo un
espacio a sus estudiantes para elaborar las relaciones dentro del grupo y con la facultad.27
Otra alternativa de demanda por parte de la institución, es la del “taller” sobre un
tema determinado. Hace varios años hicimos un trabajo de este tipo con una universidad de
provincia, que se encontraba en una etapa de reestructuración y nos pidió talleres de
psicodrama que incluyó dentro de un programa de superación académica para
administrativos y profesores. Más recientemente, otra universidad nos contrató para trabajar
el tema de las relaciones laborales dentro de la institución.
Es una posibilidad del psicodrama, además, el funcionar como la instancia
elaborativa dentro de un curso de aprendizaje de algún tema específico, o dentro de un
programa de reestructuración, actualización o planeación estratégica, por ejemplo. Uno de
los momentos claves de un trabajo de este tipo, es el de la recuperación de la memoria
colectiva a través de la historia de la institución. Transcribo aquí un ejemplo de este trabajo
dramático realizado en el marco de una de las universidades que he mencionado.
25
Bello, 2002, Cap. 7
26
id., capítulo 10
27
id. Cap. 4
40
es un privilegio estar acá. Hay gente de primer nivel. El relato se va
engarzando con otros. Se habla de un “nuevo proyecto innovador de
universidad”, expresión que primero causa gracia y luego comienza a
tomarse en serio.
En estos primeros años, los maestros participan más allá de la hora de
clases y cada uno da lo mejor de sí. Hay interrelación como de familia. No
hay presiones económicas, es buen momento para el país. Hay tiempo para
jugar y disfrutar la estancia en la universidad; aún en vacaciones se acude
para terminar proyectos.
Los que conocieron a la institución como estudiantes en estos años 70s,
describen un ambiente muy bonito y agradable, como estar en casa. Hay
jardines, construcciones modernas, junto con borregos y vacas. Hasta hay
galletas para quien quiera. Parece una universidad privada. La biblioteca
no tiene registro, confían en sus estudiantes. Hay pocos alumnos y todos
se conocen. Los directores y profesores son como cuates. Hay profesores
jóvenes, maestros de primer nivel. El modelo es diferente, con trabajo
arduo que fomenta responsabilidad en los alumnos. El que es responsable
permanece. Hay tiempo para ver y compartir. No es una universidad de
privilegios.
Una compañera nos lleva a un momento mágico: cuando levantan la
bandera y se crean pequeños remolinos de polvo, "todos los vemos y nos
conmueve aunque nos ensucien. Aprendo el orgullo de estar acá, aprendo
a convivir con alumnos de diferente procedencia, a hacer mío el ambiente
y ponerme la camiseta".
No todo es idílico, sin embargo. Hay juegos de poder. Hay que aprender
rápido, se aprende a ser bombero. En 1979 el sindicato es de académicos,
y hacen la inducción a nuevos, pero les enseñan a no hacer más allá de
aquello para lo que fueron contratados. Hay una huelga.
La historia de la universidad se entreteje con la vida personal. Se forma
un matrimonio que lleva casi tantos años como tiene la institución. Para
otro compañero la entrada a la universidad significa la ruptura de la
fantasía de los padres de tener un hijo médico y al mismo tiempo el
nacimiento de un proyecto diferente.
En los años 80s los edificios parecen haberse afeado un poco. Surge la
imagen de un profesor al que acaban de expulsar de su oficina y saca sus
cajas del edificio. Para concursar para una plaza hay que postularse
absurdamente a ocho y renunciar a las que sobren. Hay mucha burocracia.
Sin embargo, se gana bien. La biblioteca ya tarda cinco días en prestar un
libro. Todavía hay orden y orientación
En la década de los noventa se destaca como acierto de la universidad, la
oportunidad de investigar, la combinación de docencia con investigación,
la buena recepción del personal a los que ingresan. Hay estabilidad en el
trabajo
Por otro lado se acentúan los problemas. Hay una huelga que dura mucho.
Los profesores son multiusos, se puede estar en 11 comisiones al mismo
tiempo.
Para un compañero que en 1997 vuelve a la UAM luego de 6 años fuera,
el contraste es impactante. Hay muchos cambios: desmembramiento del
cuerpo docente, grillas, antagonismos marcados, los espacios son motivo
de conflicto. Hay muchas rupturas en la cultura universitaria. Más tarde
hay una huelga y una larga negociación sobre el calendario luego de la
41
huelga.
Se programa la computadora del túnel del tiempo en el año 2005 y todos
dicen cómo es la universidad que los rodea en ese momento. La mayoría
de las visiones son positivas. El grupo imagina una universidad renovada,
reintegrada, con un nuevo sindicato de académicos, que sustenta el
proyecto universitario, con algunas dificultades, pero habiendo avanzado
en dos o tres pasos consistentes, más estructurada, eficiente, con
profesores jóvenes nuevamente, con carrera académica. Este grupo se ha
conformado en un equipo de trabajo que sigue unido.
Antes de regresar a la dura realidad actual, recreamos la ceremonia de la
bandera para llevarnos algo de lo que hemos aprendido en toda esta
historia. El compañero más alto simula ser el asta de la bandera y varios
espontáneamente comienzan a girar para representar los remolinos de
tierra. Es un momento emotivo.
Un compañero nos ha alertado sobre el peligro de los "mitos
fundacionales", y sabemos que no se trata de volver al pasado, sino de
construir un futuro que rescate los principios y los valores institucionales,
un futuro donde se encuentre el equilibrio entre lo que se quiere y lo que
se hace, retomando el compromiso y el sentimiento de pertenencia.
Conclusiones
Regreso ahora a los cuestionamientos del comienzo: desde dónde estoy hablando
cuando refiero mi experiencia con psicodrama en las instituciones.
La primera es una experiencia como terapeuta dentro de una institución. Me
encontré allí con varias dificultades. La principal fue quizás la traba organizativa: lentitud de
las entrevistas individuales de admisión que llevaban a que la clínica desaprovechara mucho
las posibilidades de los terapeutas de dar atención. Había terapeutas sin pacientes y
pacientes sin terapeutas por problemas administrativos y organizativos, que hoy yo podría
decir que hubieran disminuido mucho con un dispositivo como el de grupo RED. Me quedo
probablemente corta al decir que los problemas eran administrativos y de organización.
Había sin duda también un factor de poder, bastante obvio. Las terapeutas de base y las
secretarias, eran las únicas que recibían un salario en la clínica y eran las encargadas de la
distribución de pacientes. El resto de los terapeutas, incluyéndome, teníamos intereses no
económicos en juego en la institución. Yo quería material para mi tesis, otros eran
profesores que usaban la clínica con fines didácticos o de investigación dentro de sus horas
de trabajo. La manera de mantener el control sobre la clínica era controlar la afluencia y
entrada de pacientes. No podría yo hacer un análisis sobre esto, no estaba yo en un lugar
indicado para hacerlo, ni siquiera tuve muy clara la situación en aquel momento, pero
seguramente era muy compleja la posición de la clínica como institución dentro de otra
institución (la facultad), a su vez parte de otra inmensa institución (la universidad).
Otra dificultad fue la impregnación del rol de estudiante sobre el de paciente o
integrante de grupo, que me llevó a tener que reforzar muchas veces el encuadre terapéutico.
A la vez, sobre mi rol de terapeuta se superponía el de maestra o profesora. Esto debió ser
aún más difícil para aquellos que efectivamente formaban parte del plantel docente de la
42
facultad. Yo era docente en otras instituciones y tampoco me era ajeno el rol, por lo cual una
vez me encontré a mí misma a punto de escribir algo en el pizarrón para que “quedara más
claro”. Afortunadamente no lo hice.
Por lo demás, hice un breve relato del contenido de la experiencia, porque creo que
el grupo, más allá de estas dificultades, tuvo un buen desarrollo, comparable al de muchos
otros grupos terapéuticos. El trabajo con psicodrama, si bien no pareció tener un papel
determinante diferencial con otros métodos de trabajo, resultó muy apropiado para esta
población de jóvenes, y quizás incluso ayudó a crear la situación terapéutica, distinta de la
situación escolar.
Al cabo de estos años, creo que ahora encararía la psicoterapia psicodramática en
una institución de otra manera. En primer lugar, me parece imprescindible el dispositivo de
grupo de admisión de pacientes, porque, como se ve en varios artículos de este libro, es una
respuesta clave al problema administrativo, organizativo y de poder. Y en segundo lugar,
encararía el grupo terapéutico como una psicoterapia breve con psicodrama. En aquella
época no tenía la experiencia para hacerlo. Así como es más fácil escribir una carta larga
que una corta, es más fácil trabajar con un grupo de encuadre abierto, que con un encuadre
acotado. Pero la terapia psicodramática es, por su naturaleza, una psicoterapia breve28, no
sólo porque permite trabajar en un corto tiempo, con su herramienta fundamental de
focalización, que es el “contrato dramático”29 sino porque la dramatización en sí, representa
un proceso terapéutico en pequeño, como modelo o ceremonia de curación30.
En esa experiencia estaba yo adentro de la institución como terapeuta del grupo y
como estudiante de la maestría, aunque no formaba parte del plantel docente o
administrativo de la universidad. En el resto de las experiencias, más claramente hablo
desde afuera de la institución, y esto me da un lugar privilegiado desde donde analizar y
operar.
El psicodrama como método de abordaje de la institución, al igual que el
psicoanálisis, crea un espacio de reflexión. Por sus características vivenciales, al trabajar con
psicodrama, este espacio puede adquirir las dimensiones de un espacio metafórico: un alto
en el camino, un lugar alternativo desde donde pensar la institución.
Si el psicoanálisis está dirigido a descubrir la demanda latente de la institución,
entendiéndola como un organismo que posee una instancia Inconsciente, el psicodrama pone
el acento en el vínculo con la institución. El análisis de la composición de los grupos a
través de mapas sociométricos, el diagnóstico de los equipos de trabajo o de estudio por
medio de esculturas vivientes y de escenas institucionales, la reconstrucción de la memoria
colectiva a través de fotos imaginarias, de escenas de teatro espontáneo o de juegos
dramáticos, operando como instrumentos de diagnóstico y de cambio simultáneamente, son
las formas de desentrañar, actualizar y elaborar este vínculo.
28
María Carmen Bello, El psicodrama como psicoterapia breve, aún no publicado.
29
María Carmen Bello, Introducción al psicodrama, Guía para leer a Moreno, Ed. Colibrí, México, 1999
30
la dramatización que he llamado “completa”, y que otros autores llaman “un psicodrama”, como la que se
relata aquí, protagonizada por Paula. Ver op. cit. pág. 112
43
G R U P O S D E ADMISIÓN
O G R U P O S R. E. D.
R E C E P C I Ó N,
EVALUACIÓN Y
DERIVACIÓN
44
Capítulo 3
a) un aspecto político-administrativo
b) un aspecto científico-ideológico
1
Presentado en la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG) el 21 de junio de 1977.
Publicado en: Análisis Grupal (México), III (3): 51-86, 1986.
45
El segundo: sobre la base teórica de una pensamiento psicoanalítico el planteo de
grupos de admisión como grupos operativos centrados en una tarea, la del diagnóstico e
indicación, cumplía también con los objetivos relacionados con el doble carácter de la
institución: proveer una instancia que diera cabida tanto a necesidades asistenciales como
docentes. Tarea clínica por excelencia, compartida por un equipo en el que se incluyeron
personas de distintos niveles de experiencia y formación, a partir de la cual y a través de la
elaboración de las sesiones, se fuera procediendo a un aprendizaje vivencial y conceptual, al
tiempo que se favorecía la mejor atención de un mayor número de pacientes.
El contacto de la persona-paciente con la institución empezaba, de esta manera, con
un hecho clínico y no con un hecho administrativo-burocrático.
La dimensión institucional
Nuestra práctica (y esto vale también para nuestra práctica privada), en tanto no es sólo
práctica científica sino práctica social, se inscribe en una red de instituciones que intervienen más o
menos oscuramente en nuestro quehacer y también en nuestro pensamiento.
Estamos institucionalizados, explícita o implícitamente, de manera compleja.
Si evadimos la dilucidación de sus implicancias nos transformaremos en
reproductores ciegos de las instituciones, renegando así de nuestra especificidad: hacer consciente
lo inconsciente en nosotros, en nuestros pacientes, en nuestras acciones y conceptualizaciones.
Nuestra relación con el paciente no se ubica, sino en lo manifiesto, en una relación de dos.
Freud (1921) es claro al analizar la relación hipnótica, dice: “...es una formación colectiva
constituida por dos personas”. No es el número de personas el que determina que su relación
sea institución. Y Freud compara la relación hipnótica con el enamoramiento y la
transferencia: pareja - pareja terapéutica – formación colectiva, tres términos que Freud
considera equivalentes para hacer su análisis de las relaciones entre el yo y el ideal del yo y
el papel que desempeñan en las formaciones colectivas “no efímeras” como la institución
del ejército, así como también en las dependencias ideológicas a las que se ve sujeto el
individuo por lo que Freud llama las influencias de un “alma colectiva” (prejuicios raciales,
de clase, opinión pública, etc.).
Freud analiza la importancia en las relaciones del individuo con el “alma colectiva”,
del sentimiento de culpa que constituye, dice, el “cemento interno” que los articula
rígidamente.
Haremos énfasis en la necesidad del análisis de las instituciones que encarnan esta
“alma colectiva” cuya presencia (a menudo ausente, oculta) marca las relaciones
interpersonales y las prácticas sociales. Las relaciones entre individuos no son nunca
solamente interpersonales.
46
Freud (1927) plantea en otro texto -en el que se dedicará al análisis de una
institución, la Iglesia, dejando la puerta abierta para proseguir el análisis de otras
instituciones- las dificultades que ofrece la dilucidación de las relaciones “reales” entre los
hombres, más allá de sus apariencias. Dificultades ligadas tanto a la historia del sujeto como
a la inserción en el presente (histórico-cultural-estructural).
Este ocultamiento del conocimiento de la realidad (estructuras subyacentes a las
experiencias) impuesto desde dentro del sujeto por la represión y las relaciones del Yo con
el ideal del Yo se produce por la mediación de lo que Freud llama “organizaciones
necesarias”, que regulan las relaciones entre los hombres.
Esto es por la mediación de las instituciones que, regulando estas relaciones, fijan los
sujetos al lugar que les es asignado, ejerciendo su poder desde fuera y desde dentro mismo
del sujeto (Royer de García-Reinoso, 1976) apoyándose en las identificaciones narcisistas
que garantizan la prohibición.
Es interesante recalcar que Freud (1927) llama prohibición a “la institución que
marca la interdicción” (del deseo).
Esta marca es marca inconsciente que necesita de un trabajo de desciframiento. Pero
¿cuáles son y cómo ejercen su poder esas “organizaciones necesarias”, las instituciones
sociales?, ¿por la mediación de quién se reproducen, regulan y fijan las relaciones
interpersonales?...
Freud (1921) afirma que las relaciones entre el Yo y el Ideal del yo son de tal índole
(narcisistas), que simultáneamente ligan y separan:
a) Ligan a los individuos entre sí y con las instituciones a través de la relación con el
líder o la idea,
Separación que está presente tanto en la estructura del sujeto como en la estructura de las
relaciones sociales, ofreciendo un obstáculo importante a nuestro conocimiento de las
relaciones “reales” entre los hombres y reemplazándolas por relaciones ilusorias y de
encubrimiento.
Es necesario un trabajo de desciframiento para vencer este doble obstáculo: el que
ofrece la estructura misma de los individuos y el que ofrece la estructura de las instituciones.
La pareja terapéutica, el grupo terapéutico, aunque respaldados por una teoría
científica –la psicoanalítica- no escapan a estas dificultades.
Toda formación individual o colectiva es una organización social o cultural y como
tal es una totalidad parcial, regulada por instituciones explícitas o implícitas.
Presentan a menudo zonas mudas relacionadas con nuestras pertenencias
institucionales (presentes o ausentes, conscientes o inconscientes), muestran identificaciones
narcisistas que organizan, en nuestra realidad psíquica, el mandato social que permanecerá
oculto, si no nos disponemos a hacer hablar las zonas mudas.
47
Estructura de la institución
Al analizar Freud (1927) las doctrinas religiosas concluye que no son sino ilusiones,
pero agrega: “¿y acaso no lo serán también otros factores de nuestro patrimonio cultural a
los que concedemos muy alto valor y dejamos regir nuestra vida?, ¿si las premisas (valores)
en las que se fundamentan nuestras instituciones estatales no fuesen sino ilusiones, y si las
relaciones entre los sexos dentro de nuestra vida civil igualmente, y la ciencia también?”. La
función de estas “ilusiones” es clara para Freud: “El peligro es que las masas ocultas y
explotadas, si no creen en Dios y tienen tantos motivos de hostilidad, infrinjan las
prohibiciones”.
Está claro que estas “ilusiones” (desde el punto de vista de un sujeto racional) tienen
una alta eficacia social de sujetación, “por su fuerza consoladora y cumplidora (ficticia) de
deseos”. Es lo que Freud llama las “compensaciones”.
En sus análisis de las instituciones y de las relaciones de los individuos con ellas,
Freud adopta un modelo común para entender a ambos: la estructura libidinal.
Lourau (1970) recalca que frente a una psicología social que describe a los
individuos como sumergidos –y ausentes- en los fenómenos sociales, Freud propone invertir
la situación y analizar la influencia de la colectividad en el individuo mismo. Siguiendo a
Freud en “Psicología de las masas”, describe tres componentes en el grupo social o
institucional en sentido morfológico:
2
Desde el punto de vista metodológico se trata ya de ahondar al grupo no como objeto “real” sino como
“objeto de conocimiento” y de ubicarlo en un “sistema de referencia”. Éste es el sistema institucional. En lo que
se refiere a los conceptos acerca de la institución nos apoyamos en el pensamiento y los desarrollos de la
corriente francesa del análisis institucional , cuyos teóricos más representativos son René Lourau y Georges
Lapassade.
49
3
el de paciente del Doctor, y volver después de la consulta y/o tratamiento al lugar que al
enfermar se abandonó, confiriendo con ello al médico un nuevo poder o reafirmándolo en su
lugar: el del que tiene el saber y la “salud”, otorgándola y regulando así el buen
funcionamiento del orden social (del sistema de producción en última instancia).
Las relaciones narcisistas (imaginarias, implícitas) con las instituciones, en la
medida en que actúan más inconscientemente actúan más eficazmente, más coercitivamente
que las relaciones explícitas y racionales.
Lourau llama “implicaciones institucionales” “al conjunto de relaciones, conscientes
o no (es decir explícitas o implícitas, presentes o ausentes, visibles u ocultas), que existen
entre el actor y el sistema institucional”, relaciones estructuralmente contradictorias ya que
el sistema social no es armónico con intereses compartidos.
La ideología pretende hacer aparecer como armónico el sistema de relaciones.
Entendemos por sistema institucional, no al sistema de la institución explícita –en
este caso las instituciones de la salud y de la enseñanza médica-, sino a la articulación entre
las diversas instituciones que están en juego.
Lo que antecede nos permite ubicar la consulta como lugar donde se articulan
diversas instituciones: las instituciones laborales o culturales en las que el sujeto está
inscrito; la familia de la cual emerge a menudo el pedido; los criterios sociales acerca de la
salud y enfermedad que crean consenso para designar al individuo como lugar de conflicto;
la institución de la “salud” en la que se recibe la consulta y la organización sanitaria más
amplia en la que se inscribe; la institución formativa (universidad) donde se adquiere y
transmite el “saber” acerca de la salud; las instituciones administrativas que otorgan los
presupuestos; las instituciones del orden que a menudo se complementan con las
instituciones “curativas”.
La articulación de estas instituciones –y la posibilidad de su análisis- permanece
muda mientras funciona su regulación mutua. La enfermedad, y sobre todo la “enfermedad
mental”, instituyen una ruptura en esa continuidad: el sujeto que formaba parte de toda una
red de instituciones hace crisis: ¿se dejará oír lo que expresa?
Toda institución tiene su regulación explícita e implícita -inconsciente- que se
reproduce en los grupos insertos en ella. El grado de conciencia de este funcionamiento
aumenta en la medida en que le grupo pasa del estado de regulación al estado de crisis.
¿Cuáles serían las consignas que permitirían instituir una experiencia que posibilite
un espacio relativamente libre a partir del levantamiento de lo que en la organización
mantiene la represión institucional y a los sujetos en “su” lugar, ocultando la verdad de sus
relaciones?
¿Un espacio en el que la “crisis” de este sujeto -el paciente- ubique su sentido en la
red institucional de la que emerge y que la significa?
Un espacio en el que la “crisis” del paciente no quede aislada, sino que se le dé la
oportunidad de ser significativa, a su vez, de las estructuras que la determinan.
Para ello es necesario ubicar un dispositivo por el cual la regulación que ejerce la
institución médica sea puesta en cuestión.
Es lo que Lourau llama un “dispositivo analizador”, es decir: “Todo acontecimiento
hecho experiencia, dispositivo susceptible de revelar determinaciones reales, un “elemento
3
La palabra misma, paciente, es significativa en su ambigüedad, el paciente espera, pacientemente espera, sin o
con esperanza, él tiene un número...
50
extraño” a la organización institucional que, al instituir una crisis, revelará la realidad
conflictiva de la (o las) institución (es) en juego4.
Esto fue lo que instituimos con la experiencia de los grupos de admisión, cuyo
alcance comprendimos cabalmente a posteriori.
Partiendo de razones de otro orden –como fue expuesto en la primera página- y sin
percatarnos en el momento de la importancia que cobraría, pusimos en marcha lo que
Lourau llama un “dispositivo analizador”.
Los objetivos –ideológicos- eran sin embargo claros, decíamos entonces5:
a) La institución “curadora”,
b) La institución “enseñante”,
c) Las instituciones “del orden”
2.- Las instituciones de la comunidad en las que se desenvuelve la vida del paciente (prevención
primaria y terciaria)
a) La familia,
b) La escuela,
c) Las instituciones laborales,
d) Las instituciones de esparcimiento,
e) Las instituciones “del orden”: policía, cárcel, justicia, iglesia.
4
Recordemos que el análisis que hace Freud del ejército lo hace a partir del pánico, es decir, de la crisis. De la
misma manera hizo el análisis de la estructura psíquica a partir de la crisis melancólica (“Duelo y melancolía” y
“La escisión de la personalidad”). La estructura oculta se revela entonces claramente con la pérdida del sentido
manifiesto.
5
Documento de Asesoría de la Cátedra de Psicología Médica. Titular dr. Hernán Kesselman.
51
Sin embargo, a nivel de las tareas de prevención secundaria una tarea, la de los
grupos de admisión, fue fructífera a varios niveles.
Se produjo una gran excitación a nivel de la institución médica y docente
tradicional6. Las críticas llovieron desde el “saber” y la “ética”.
La situación era compleja. No era posible pasar por alto que la asistencia era
encarada de manera “óptima” según los criterios técnicos vigentes. Trasladaba al hospital
los modelos del consultorio privado, tarea garantizada de esta manera por un saber
convalidado, el psicoanalítico, y garantizando el respeto al paciente: la privacidad, el
secreto.
A pesar de que no tomaba en cuenta el campo social en el que la asistencia sobre
este modelo no podía responder a la demanda, este enfoque –al plantear su tarea como
cualitativamente mejor que la asistencia prestada habitualmente en servicios públicos de
salud mental- expresaba alguna verdad, no solamente porque el psicoanálisis como teoría es
instrumento de elección, sino porque su práctica en condiciones óptimas para su desarrollo
es la práctica tal cual se realiza en los consultorios privados. O al menos es en esas
condiciones que las posibilidades de poder realizarse correctamente y profundamente son
mayores.
No discutiremos aquí este tema, ni la validez de estas afirmaciones, porque nos
interesa más entender de qué hablaba realmente el equipo médico- psicoanalítico cuando
emitía estas opiniones.
En primer lugar denunciaba –sin quererlo- que la estructura de la salud y también la
del saber no escapan a una situación de clase, la asistencia privada es de mejor calidad que
la asistencia en el sector público, y defender la calidad de la asistencia realizada sobre el
modelo de la práctica privada tiene su racionalidad. Siempre y cuando no se plantee como
de relevancia médica el problema de la ínfima cantidad de individuos a cuyo alcance está.
Es más, extender la asistencia a algunos individuos de clase social diferente a la
clase a la que está destinada es solamente dar muestra de que los individuos no son
diferentes por pertenecer a clases diferentes, pero es también contribuir a encubrir la
división de clases y el problema de un saber cuyo acceso está vedado a grandes sectores
públicos, aunque se hagan excepciones para algunos de sus componentes individuales.
En segundo lugar revelaban que la investigación y el desarrollo científico estaban
limitados por la cuestión anterior 7 ya que en vez de extender el campo de investigación con
una teoría científica, como es la psicoanalítica, se limitaban a hacer una simple aplicación,
un traslado de su práctica privada a otro ámbito: el hospitalario.
Naturalmente, revelaban también por este lado que la enseñanza era deficiente ya
que no permitía al profesional en formación abordar la realidad que se le presentaba, sino
reducirla a la realidad conocida, preparándolo para trasladar nuevamente a su consultorio
privado los conocimientos adquiridos ahí.
6
La cátedra desarrollaba su labor clínica y docente de manera progresista, con un enfoque dinámico y
formación psicoanalítica ortodoxa.
7
En otros servicios, en cambio, la extensión del campo de aplicación e investigación significa todo un arsenal
de nuevas técnicas que dan muestra de un margen posible de acción en las instituciones. Sin embargo pensamos
–como lo subrayamos más adelante- que estas técnicas también deben ser sujetas a una crítica rigurosa, si no
dan lugar a que emerja de ellas un análisis de las instituciones en juego pueden significar la recreación de
espacios ficticios que refuercen las estructuras internas o externas.
52
En tercer lugar subrayaban la importancia de preservar la privacidad, el secreto de
“respetar” al paciente y la necesidad de mantener estas condiciones sin las cuales parecía
imposible poder conocer al paciente (hacer un buen diagnóstico) y hacer indicaciones
adecuadas.
El saber y la ética decían que el paciente no hablaría en otras condiciones que no
fueran las de su relación a solas con el médico. Con esto impugnaban la situación grupal en
sí misma.
La experiencia fue, sin embargo, llevada a cabo y sus resultados no confirmaron en
absoluto las expectativas del planteo anterior.
Muchos de nosotros –formados de alguna manera sobre valores semejantes- aunque
dispuestos a poner muchas cosas en cuestión, compartíamos algunas de esas inquietudes.
Pero esperábamos poder evadir la dificultad que la ausencia del secreto y la privacidad
podría significar en cuanto a la recolección de datos, por la observación de la interacción
grupal8.
Comprobamos, con sorpresa, que los pacientes9 se expresaban de manera mucho
más abierta de lo que esperábamos. Esto a pesar de que –a nivel conciente- expresaban,
como los terapeutas del plantel anterior lo anunciaban, dudas y rechazo acerca de la ruptura
de su “intimidad”. Estas quejas abiertas no significaron, de ninguna manera, un obstáculo
importante a la tarea, ya que los hechos demostraron lo contrario: que era posible, e incluso
más posible, comentar sus dificultades en un grupo en el que el otro no aparecía tan ajeno.
La salud, objeto idealizado, y la enfermedad vivida con culpabilidad y menosprecio, no
aparecían distribuidas de manera tan tajante.
Descubrimos que con esa privacidad y ese secreto lo que se respetaba era, sobre
todo, el poder médico.
Empezó, ya con esta sola situación, un cuestionamiento de la institución terapéutica:
los pacientes traían y trataban no solamente su enfermedad, sino los procedimientos de
“curación” que habían padecido, con la garantía del “secreto profesional” (que concierne,
sobre todo, al secreto acerca de la actividad médica) el poder médico se ejercía en toda su
violencia. Descubrimos que lo que se presentaba como un plantel progresista y dinámico
encubría una cantidad de procedimientos represivos y regresivos: los medicamentos
administrados indiscriminadamente aduciendo la “urgencia”, con un manejo de la ansiedad
tendiente a sacarse –literalmente- el número abrumador de pacientes que no era posible
escuchar, encuadrándolos dentro de los tratamientos dinámicos.
De esta manera apareció más claramente aún que la institución docente y la
asistencial estaban en franca contradicción, o más bien deberían hacerlo, ya que en realidad
esta estructura significaba solamente una separación clara entre ellas. La docencia era, en
última instancia, para provecho de los consultorios privados –es decir, la clase media-; la
8
De cualquier manera, si se quería preservar una metodología psicoanalítica, era necesario ir mas allá de las
dos posiciones, de la necesidad de recibir datos “íntimos” de la comunicación conciente y de la expectativa de
suplirlos por una observación de la interacción en el grupo, ya que esa metodología daría primacía a analizar
“lo que falta”, lo que no se oye, lo que no se ve, sobre lo que aparece a la observación, los significados y las
estructuras inconscientes por sobre los efectos.
9
Esto es cierto sobre todo para los pacientes de clase media, para los cuales esta ilusión de privacidad es
garantía de una identidad precaria en la cual el aislamiento juega un papel importante.
53
asistencia, para el sector social de clase baja, no teniendo –incluso- ninguna relación técnica
entre ambas.
Por otro lado, las estructuras familiares también empezaron a ser puestas en cuestión
de manera estridente: al ingresar no sólo el paciente, sino sus acompañantes, al formarse
grupos completamente heterogéneos en cuanto a ubicación en la estructura familiar (padres,
madres, hijos/as, abuelos/as, tíos/as, cónyuges, adultos y adolescentes, a veces también
niños, las separaciones instituidas –que tienden a hacerse pasar por situaciones naturales-
fueron mostrando su significado de poder.
El que la tarea clínica de los grupos de admisión se haya transformado en dispositivo
analizador no tiene que ser atribuido a nuestra técnica específica cuya base teórica
psicoanalítica, al abordar el grupo como grupo operativo, no difirió substancialmente de la
técnica que el plantel anterior empleara en las entrevistas individuales. Lo que hizo factible
la transformación fue la puesta en situación: instituimos una crisis en la institución y
también en los pacientes en cuanto a sus expectativas de relación con la institución; las
relaciones de los individuos (médicos y pacientes) con la institución fueron sacudidos de su
regulación habitual y cada uno dejó de ocupar su lugar habitual.
Esto fue factible, en primer lugar, por el simple hecho de evadir la estructura
burocrática –administrativa y médica- y substituirla por una situación clínica abierta y, por
ende, grupal.
Es interesante recalcar este punto: el solo hecho de colocar a los pacientes en
situación de grupo instituyó las condiciones de una ruptura simbólica con las formas
tradicionales de terapia psíquica: la pareja terapéutica.
En esta pareja Freud describe la importancia del manejo psicoanalítico de la
transferencia para evadir (o, más bien, superar, analizándolos) los obstáculos que ofrecen las
relaciones narcisistas.
La pareja se constituye como una ilusión (amorosa, libidinal, imaginaria) que es
ilusión de poder, por la cual el sujeto permanece enajenado en el otro. La tradición médica
mantiene su poder por este artificio de la “relación personal”. Naturalmente no queremos
decir con esto que el grupo no se configure de la misma manera, incluso como lo referimos
en páginas anteriores, es precisamente la base que toma Freud en sus análisis isomórficos
del grupo, la pareja y el Yo, analizando los procesos de identificación y las relaciones
narcisistas del Yo con el Ideal del yo.
Y el grupo tiene tantas o más posibilidades que la pareja terapéutica de configurarse
también sobre bases ilusorias, imaginarias; así como su abordaje puede ser guiado por el
mismo propósito de dilucidarlas o manipularlas. Esto sería un problema teórico-técnico.
Pero lo que queremos señalar es que, configurada y convalidada la relación
terapéutica sobre bases “individuales”, el establecerla en una relación grupal instituyó las
condiciones de posibilidad de un análisis de la pareja terapéutica, de su funcionalidad en una
estructura institucional de poder médico.
En segundo lugar: el aislamiento de un individuo en una institución –que lo
transforma en parte ínfima y perdida en un todo enorme, poderoso y articulado-, el primer
fichaje, la inscripción en una larga lista de espera (el número), el interrogatorio, fueron
reemplazados por un acto: el de recibir al paciente cuando él lo necesitaba.
En vez del afán clasificador que se manifiesta y pone en práctica en la organización
burocrática, nos dispusimos de entrada a escuchar a los pacientes y que ellos se escuchen
entre sí.
54
En vez del aislamiento en la organización institucional donde cada uno tiene su lugar
asignado –donde el paciente no encuentra más que el de un número-, y el terapeuta no tiene
diálogo clínico, constituimos una situación en la cual pacientes y terapeutas compartían con
otros –semejantes- una experiencia clínica.
Al reducir de esta manera el aislamiento operamos un doble efecto:
b) Por otro lado, diluimos el poder médico al disminuir la presión de las estructuras
burocráticas y al reducir la separación instituida entre terapeutas (sanos) y pacientes
(enfermos), entre profesor (que sabe y enseña), practicante (que no sabe y aprende) y
paciente (que no sabe).
Es por cierto un artificio el que los efectos de las estructuras burocráticas aparezcan
evitadas por una simple puesta en situación. Pero recordemos que la dimensión inconsciente
de la institución, la dimensión libidinal, imaginaria, es la que fija a los individuos en su lugar
y que los fija merced al código que transmite su nivel organizacional10.
Al proponer una organización diferente para la admisión de pacientes y su
derivación todo el sistema asistencial y docente fue puesto en cuestión. Situación crítica que
produjo en los actores desconcierto, des-conocimiento y a partir de ahí las condiciones de
una modificación: la de la emergencia de un conocimiento más verdadero sobre la base
de la ruptura de un saber ficticio11.
No es posible, sin recrear una nueva ilusión, anular mágicamente las estructuras que
producen y reproducen el orden, pero es posible aumentar la conciencia en sí mismo y en los
otros de la oposición que existe entre la búsqueda de la verdad y la reproducción y
mantenimiento de las estructuras.
10
Al describir Lourau tres tipos de “desviantes” en las instituciones:
a) el libidinal, que ocupa un lugar objetivo demasiado importante en la institución;
b) el ideológico, que cuestiona explícitamente las normas;
c) el organizacional, que propone modificaciones en la estructura explícita que producen situaciones
críticas en las instituciones.
Señala que el que las instituciones rígidas ven como más peligrosos el tercero, pues es el que pone en marcha
“dispositivos analizadores” a través de los cuales su estructura oculta amenaza ser develada.
11
Como dice Bachelard: la condición para aprender es desaprender.
55
Una crítica lúcida a la práctica de los grupos, la de Pontalis, se expresa de esta
manera: “Configuran la esperanza de diluir los conflictos sociales en los ajustes de las
personas a los pequeños grupos en los que permanecen ocultos”.
Esto se dirige a ideologías “grupistas”, a una corriente -la Rogeriana
fundamentalmente, pero otras también- en la que la horizontalidad, el democratismo, entra
al servicio de la regulación de las instituciones y no de su análisis.
Llamamos la atención sobre la necesidad de diferenciar una tarea “analizadora” de
una simple técnica no directiva. Una actividad “analizadora” se propone saber de las
estructuras en juego, no simplemente sortearlas, evitarlas. Una actividad de esta índole
encontrará serios obstáculos a todo nivel, pues revelará la violencia institucional en vez de
pretender superarla substituyéndola por una armonía ficticia, en la cual lo único que se
habría logrado es substituir un Ideal del yo por otro, manteniendo la misma escisión en el
interior del sujeto, enajenado en su Ideal del yo. La dependencia afectiva a imágenes
parentales (identificaciones y relaciones narcisistas) se incrementaría al ser ocultada por la
ilusión de libertad e igualdad.
El dispositivo analizador se topa con la violencia real y simbólica de la institución.
Para poder superarla tendrá que enfrentarse con obstáculos importantes:
Es importante también tener en cuenta que, para poder realizar una tarea de esta
índole, los terapeutas deberán poder resistirse a ocupar sus lugares habituales, resistiendo a
las demandas que provienen tanto de la familia, el paciente mismo, la institución médica, las
instituciones del “orden”, de “dar solución” -técnica- a problemas que trascienden el campo
médico.
Se planteará su tarea como la de un simple organizador de una situación por la
cual pretenderá devolver a los actores una distinta ubicación respecto de su problemática
y con referencia a las instituciones. Pero éstas no están sólo donde aparecen
explícitamente, sino donde toman formas aparentemente “naturales”: las relaciones entre
los sexos, las relaciones con el dinero, la lengua misma.
Para ilustrar más concretamente transcribiremos a continuación otra experiencia
institucional con grupos de admisión.
Uno de nosotros tuvo la oportunidad de realizar admisiones grupales en una
institución mexicana.
Diversas dudas se planteaban para la puesta en marcha de esa experiencia. El
trasplante de un país a otro de técnicas sin la evaluación de la base empírica y sin
comprensión de las pautas teóricas que le dieran alguna validez metodológica, ha sido parte
importante en la historia cultural y científica de América Latina como para reiterarlo acá sin
más ni más; había, pues, que evaluar la necesidad y utilidad por sobre el snobismo. La gran
deserción, la insuficiencia de medios y la urgencia de formación del personal, avalaban el
intento.
56
No se contaba, como en la oportunidad primigenia, ni con la posibilidad de
continuidad, ni con el gran número de pacientes. Una primera conclusión fue cambiarle la
característica de grupo operativo que la secuencia permitía en la primera experiencia. En
cambio, el quitar el fárrago burocrático que se anteponía al hecho clínico pareció un primer
paso positivo. Iniciar el contacto con el consultante (paciente, familia o amigo allegado) en
un ambiente muy distinto al de los agentes del orden -en su mayoría se trataba de
adolescentes farmacodependientes- constituía una innovación enriquecedora. De ahí en más
el ámbito en que se combinaba la necesaria historia clínica, tenía su inicio de comprensión
recíproca que facilitaba el diálogo. En este sentido, la consigna enfatizó lo que en parte
estaba ya comprendido por la dirección técnica que era minimizar en el interrogatorio el
cómo, cuándo y qué de la droga consumida. Porque esto era obtenido, en lo necesario, a
posteriori y en los casos de apresuramiento en la pregunta se constituía ella misma en causal
de deserción. En cambio, en el intercambio grupal surgían razones sociales, familiares y
modelos de interacción que explicaban al personal entrevistador la dinámica de la
enfermedad, quitándole valor mítico al síntoma y de esta forma facilitaba una gama de
indicaciones terapéuticas que permitían una mejor estrategia. Esta era discutida luego de la
entrevista con todo el personal, que así tenía debida cuenta del total de la consulta y obtenía
de los técnicos de mayor experiencia fundamento para su ya de por sí frustrante trabajo.
Entonces este mayor alcance, al abarcar la formación del personal, también
repercutía sobre los consultantes, que obtenían un continente a su demanda. También se les
advertía, explícitamente, sobre el espacio de interconsulta e intercambio entre el personal
técnico, obteniendo un modelo muy distinto del autocrático al que estaban acostumbrados.
Este otro ejemplo de características distintas en tantas cosas: país, lugar, tipo de
pacientes, consignas y la, para nosotros, igual eficacia, aumentan nuestra convicción de que
este tipo de admisión tiene, de acuerdo a lo descrito más arriba, excelencias que permiten su
aprovechamiento en distintas situaciones terapéuticas.
La experiencia se realiza en uno de los Centros de Integración Juvenil, centros de
salud mental comunitaria dedicados a la atención de la farmacodependencia, situado en una
colonia populosa. Forma parte de un plan de tres meses de duración durante el cual dos
coordinadores, no pertenecientes al plantel habitual de la institución, van a realizar, una vez
por semana, la admisión de los consultantes al Centro en forma grupal, constituyendo este
último hecho la novedad de la experiencia. Son acompañados por el equipo intrínseco del
C.I.J.
De acuerdo con la trabajadora social se excluyó a los pacientes orgánicos,
claramente psicóticos y los agudos que no pudieran esperar por la urgencia de su demanda.
La citación del resto debía incluir el total de la demanda, es decir, se debía invitar a
cualquier acompañante que viniera con el/la consultante.
El número del personal que iba hacer la entrevista no podía sobrepasar al número de
consultantes. Se le pidió a todos los que intervenían en la entrevista (equipo técnico) que
trataran de participar activamente. Nuestro objetivo era obtener información, observar
interacción de los consultantes entre sí, con el equipo técnico, con sus familiares, su
comunicación verbal, gestual, de forma tal de obtener el comienzo de una historia dinámica
que hiciera innecesarios los largos y pesados interrogatorios que aumentaban el ya abultado
índice de deserción. La historia clínica se completa a posteriori y uno evita, así, sumarse a
toda la escala represiva, replicando los interrogatorios policiales, judiciales, donde el énfasis
57
sobre consumo, adquisición y manufactura de las drogas, oscurecen el problema del cual la
misma es efecto y no causa.
Tratamos, entonces, de empezar por una entrevista clínica. La consigna de comienzo
es aproximadamente así: “Estamos acá para ayudarlos a encausar los problemas que ustedes
nos plantean, somos el equipo técnico del Centro y nuestra función no es juzgar ni reprimir,
sólo tratar que juntos veamos qué les pasa, esto podría incluir distintos caminos como ayuda
psicológica, excluyendo medidas prácticas tales como conseguir trabajo, etc.”
Una sesión
Se produce un silencio de comienzo, se les explicita que pueden hablar sin orden,
mientras tanto observamos que posturalmente algunos se acomodan para hablar. Había una
situación inicial persecutoria y desconfiada.
Una señora, de unos cincuenta años, muy humilde, comienza:
Ha venido por su hijo que hace mucho que consume drogas, desde los trece años,
actualmente tiene veinte. Que está en un estado de indolencia total, vive solo con ella, los
hermanos mayores se han casado, sólo duerme y se droga, ni siquiera come, sólo sale de la
cama cuando está drogado y es para agredirla; preguntamos por el padre, excluido en el
relato, nos dice que es alcohólico, que falta mucho de la casa, que no se puede contar con él.
La iniciativa de la consulta la tomaron los hermanos mayores, muy preocupados por el
estado desastroso del joven y porque llegó a agredir físicamente a la madre.
Recién allí nos percatamos que un joven, casi catatónico, que estaba en un rincón,
separado de la madre, era de quien se hablaba, pensábamos que la familia consultaba sin su
presencia. La madre lo incitó a hablar: dijo que se sentía muy mal, que no podía dejar la
droga y que quería que lo ayudáramos, porque él solo no podía. Le preguntamos si estaba de
acuerdo en comenzar un tratamiento, si había venido o lo habían traído, balbuceó que sí,
mirando a la madre temerosamente.
Algo estaba pasando en el resto del grupo, en general la consulta era similar,
muchachos parecidos, sin tanto deterioro como el anterior, madres a las que se les iban
llenando los ojos de lágrimas. El joven que había hablado primero tomaba la forma del
destino final al que iban a llegar los otros. Era el más grave del grupo. Las madres se
miraban con gestos de compasión recíproca, como si hubieran sido víctimas de una
enfermedad epidémica y compartieran su desgracia.
Continuó un hombre de veintidós años, vestido con pulcritud y formalidad. Dijo que
fumaba marihuana e inhalaba cemento, que era casado y tenía un niño pequeño. Al casarse
hace dos años había interrumpido, pero hacía dos meses había reiniciado. La mujer lo reñía
duramente por ello. Tenía un buen trabajo, cuando volvía del mismo se encerraba a inhalar
cemento. Dijo que estaba avergonzado y que veía a su hijo crecer y reprocharle su debilidad,
como él había hecho con su padre, que era alcohólico.
Siguió un joven de dieciocho años, contó que vivía en Tepito (barrio de la Ciudad de
México de tipo socio-económico bajo), que hacía cinco años que inhalaba, también fumaba
“mota” cuando obtenía dinero, que formaba parte de una pandilla, que se sentía muy
confuso, con tos y fuertes dolores de cabeza y nos preguntó si nosotros, que éramos
doctores, pensábamos que estos síntomas tenían que ver con la droga. Le preguntamos por
qué había concurrido a este Centro, cuando en su colonia había uno similar. Dijo que era
58
para que la pandilla no se enterara y lo trataran de flojo. Preguntado por su familia dijo que
el padre era alcohólico, que tenía un negocio de zapatos, que ahí se proveía del cemento, que
el padre le pegaba mucho y entonces él desaparecía por muchos días de la casa.
Siguió un muchacho que dijo estar preocupado porque hacía cuatro días que había
un coche –que presumía policial- que lo seguía, que inclusive lo había visto al entrar al
Centro. Hizo un largo relato del cual se extrajo que estábamos frente a un delirio
sistematizado, parte del mismo tenía que ver conque la pandilla se había dividido y una
mitad había estafado a la otra, tuvo mucho miedo, le contó al padre, quien como respuesta le
pegó con un cinto de cuero.
Siguió una conversación entre varias madres. Decían que el problema era la
conducta de los padres ausentes, alcohólicos, que no se enteraban de lo que pasaba con sus
hijos si ellas no les contaban, cosa que no hacían pues la única respuesta que obtenían eran
palizas y castigos varios. Ahí todas argumentaron que eso no servía para nada, que después
los muchachos se portaban peor. Y mostraban un cierto orgullo por oponerse a los castigos
y así enfrentarse a los maridos, que quedaban bastante mal parados.
Algunas conclusiones sobre la entrevista:
3) Las madres eran las destinatarias de la agresión de sus hijos; al mismo tiempo eran las
depositarias de una cierta conciencia de enfermedad.
5) Para los muchachos, las pandillas, los padres y la policía eran persecutorios de una
manera parecida.
6) Un incidente significativo: en esta admisión participó un médico del interior del país,
que al desconocer la consigna en el aspecto de no indagar directamente detalles sobre la
droga, hizo a uno de los jóvenes un interrogatorio sumamente duro, llamémosle entre
comillas “policial”, acerca de cómo, a qué hora, dónde, conseguía la droga. Por supuesto
todos lo hacen y obtienen de una manera parecida, estos datos tienen escaso valor clínico. Y
en cambio se produce lo que sucedió en este caso: una retracción en la comunicación. Hubo
que reiterar la consigna sobre el no interés de los datos de este tipo y la independencia de los
factores del orden y sólo así pudo seguir la entrevista.
De esta sesión se desprende una estructura familiar típica y la relación con las
instituciones del orden. Esto contrasta con la estructura terapéutica.
La “intervención” se produce sobre el grupo y analiza preferentemente la relación
del síntoma con la estructura familiar, donde pueden aprehenderse las relaciones libidinales
(así sean agresivas) que ligan a los individuos entre sí y con sus instituciones de pertenencia
y referencia.
El análisis debe ser llevado a nivel de las instituciones.
59
El concepto de la institución
12
Cuyo efecto es la institución en el sentido del hecho, de “lo instituido”: el orden, la organización, las leyes.
13
Lo cual es cierto si se toma como sistema cerrado y se estudia sólo su funcionalidad interna y no su
funcionalidad en el sistema global.
60
La actividad social instituyente no concierne nunca, solamente, al poder del Estado,
a las clases dominantes; concierne también, en alguna medida, a los sujetos o grupos
sociales, a gentes o usuarios de las instituciones.
Esto implica considerar a los sujetos en su relación a las instituciones, no sólo (como
podría desprenderse de algunas lecturas apresuradas, parciales y tendenciosas de Freud en su
referencia a la ligazón narcisista), como sujetos pasivos (sujetados), sino como sujetos en
conflicto y en esa medida con un margen de capacidad instituyente, siempre que el conflicto
pueda ser significado14.
Es verdad que las características estructurales de las instituciones son mudas
habitualmente, pero es posible -y a eso tienden los objetivos del movimiento del análisis
institucional- que determinadas condiciones –un dispositivo analizador-, permitan una
“intervención” que, develando su estructura de contradicción, abra camino para que pueda
ser analizada y modificada la relación que los individuos mantienen con las instituciones,
esbozando de esta manera una recuperación de su margen de autonomía respecto a ellas,
instituciones internas y externas.
Hemos visto cómo las instituciones, explícitas e implícitas en el campo de nuestra
intervención (la institución de la “salud”, la del “saber”, la de la “relación terapéutica”, la de
las “relaciones familiares”, la del “orden”), van revelando sus componentes funcionales e
imaginarios y su interrelación.
Este nuevo conocimiento sienta las bases para que los individuos se reubiquen frente
a sus síntomas y asuman su enfermedad y su tratamiento con menos culpabilidad y de
manera más activa. Para terminar agregaríamos: no quisiéramos que se desprendan de estas
líneas un excesivo optimismo: el margen de acción posible es pequeño.
14
Michel Focault: hace la diferencia entre locura y normalidad en estos términos: “donde uno hace una
experiencia contra la historia, el otro hace una experiencia de la contradicción”.
61
BIBLIOGRAFÍA
Freud, S. (1921). “Psicología de las masas y análisis del Yo”. En: Obras Completas, tomo I.
Biblioteca Nueva: Madrid, 1968.
(1927). “El porvenir de una ilusión”. En: Obras Completas, tomo II. Biblioteca
Nueva: Madrid, 1968.
Royer de García Reinoso, Gilou (1976). “Acerca del concepto de instituciones”. Presentado
en la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo el 14 de noviembre de 1976.
62
APÉNDICE
a) Explicitación de la misma,
b) Explicitación del marco teórico en que se desarrollará,
c) Explicitación del hecho clínico,
d) Explicitación de la utilización de recursos dramáticos en el aprendizaje del
rol.
a) Explicitación de la experiencia
a.1 Objetivos:
1. A través de una pequeña entrevista individual con los que diariamente llegan a
consulta se les explica que serán atendidos “tal día a tal hora”, en una entrevista
grupal coordinada por dos profesionales. Se les explicitan los objetivos. De este
modo se trata de contener al paciente hasta el día convenido.
2. En ese día se hace participar a todos los que llegan a la consulta, incluyendo
familiares, amigos, etc.
3. Estructuración de la situación:
a) Psicopatología.
b) Nosografía psicopatológica.
c) Abordaje de ciertos elementos de la teoría general que hacen a la mayor
comprensión de las estructuras psicopatológicas.
d) Evaluación diagnóstica y pronóstica.
e) Estrategias terapéuticas.
f) Teoría y dinámica de grupos.
g) Técnicas grupales.
Participantes de la experiencia:
Requisitos:
1. Hacer una reunión institucional previa para explicar la experiencia, sus objetivos
y metodología. Se tratará de llegar a acuerdos acerca de las formas o canales de la primera
recepción posibles, a fin de facilitar la tarea posterior. Se indagarán y aclararán las ventajas
y desventajas de esta propuesta.
2. Apoyo del Director del Centro en que se realice esta experiencia y del personal
administrativo del mismo.
Mario Campuzano
A) Antecedentes:
Responder a este primer y fundamental interrogante nos lleva a revisar experiencias de este
tipo llevadas a cabo en nuestro país y fuera de él, así como a establecer las motivaciones que
les dieron origen. Para ello utilizaremos algunos de los reportes más ilustrativos elegidos
entre los escasos artículos sobre el tema que se refieren a experiencias realizadas en
Argentina, México, Estados Unidos de Norteamérica y Finlandia.
En lo que respecta a México hay tres reportes significativos: uno de Horacio Scornik
(1976, como documento institucional), otro en coautoría (Royer de García Reynoso, Gilou;
Scornik, Horacio,1977, presentación como ponencia; publicado en 1986) en relación a las
experiencias realizadas en Argentina y en México (desaparecidas ambas, allá con las
dictaduras militares y acá con los cambios de dirección técnica en los Centros de Integración
Juvenil (institución dedicada al tratamiento y prevención de la farmacodependencia); el
tercero, en relación a las prácticas institucionales de la Asociación Mexicana de Psicoterapia
Analítica de Grupo (AMPAG), la sección sobre admisión grupal existente en el Manual de
Procedimientos de la Clínica (Carrillo y Márquez, 1978)16.
La experiencia argentina la hemos conocido en comunicación verbal directa de
Horacio Scornik y, en forma de documentos, en el apéndice de las memorias de Marie
Langer (1981), sobre los seminarios de formación interna, 1974, de la Universidad Nacional
de Buenos Aires, así como los datos proporcionados en el trabajo de Gilou Royer de García
Reynoso y Horacio Scornik sobre “La dimensión institucional en una tarea clínica: los
grupos de admisión” (1986, presentado en 1977).
La experiencia norteamericana está ejemplificada con un artículo de Imber y cols.
(1979) y la finlandesa con un artículo de Kuha y cols. (1975).
15
Trabajo presentado en sesión científica de la AMPAG en octubre de 1982.
Publicado en: Análisis Grupal (México), II (2): 55-96, junio de 1984.
16
La práctica de grupos de admisión la empezaron Horacio Scornik y Estela Troya a partir de 1976 en C.I.J.
Yo la inicié en AMPAG en 1977.
66
B) La dimensión institucional
Primero, como señalamos antes, la admisión grupal surge en las instituciones como
forma de respuesta técnica a las demandas de asistencia psicoterapéutica. Esto implica que
existen en esas instituciones profesionales con entrenamiento psicoterapéutico que, en
nuestro medio latinoamericano, es predominantemente de orientación psicoanalítica. Esta
situación, un terapeuta psicoanalítico trabajando en instituciones es, de por sí excepcional,
ya que en función de una compleja serie de situaciones que tienen su punto de partida en el
origen dual de la psiquiatría resulta que la psiquiatría institucional ha estado (y está)
fundamentalmente ligada en todo el mundo al enfoque organicista o biológico, establecien-
do la influencia consecuente sobre los programas estatales de salud mental y de enseñanza
universitaria; en cambio, la psiquiatría dinámica o psicoanalítica ha tenido como su
institución el consultorio privado donde, en general, no existen problemas que lleven a
propuestas como ésta de la admisión grupal (Berman y Campuzano, 1980). Esta situación
nos parece fundamental para explicarnos la escasez de reportes bibliográficos sobre el tema,
consecuencia de la escasez de experiencias prácticas realizadas.
Por eso introducir el grupo de admisión en una institución implica introducir una
lógica distinta de pensamiento y de acción, significa incluir una filosofía de solidaridad
grupal en lugar del aislamiento individual y captar, de esta manera, una serie de fuerzas de
apoyo y crecimiento usualmente despreciadas, algo semejante a lo que sucede, aunque en
otra dimensión social e ideológica, en el movimiento de los grupos de encuentro en los EE.
UU. de Norteamérica (Rogers, 1973). Esta cualidad de cohesión de fuerzas se ve favorecida
67
por la capacidad regresiva de los grupos que permiten una abreacción más fácil y una
intensidad emocional mayor en la intervención, lo cual colorea este primer contacto con la
institución de una tonalidad afectiva y vivencial que suele ser desconocida en el tradicional
contacto diádico entre el profesional y el paciente de primera vez. Pasemos, pues, a revisar
algunas de las motivaciones que dieron lugar, en distintos sitios, al establecimiento de la
admisión grupal.
En el caso del servicio de consulta psiquiátrica de la Universidad de Buenos Aires, en
Argentina, fue la observación de la comunicación y de las muestras concretas de solidaridad
que se daban entre los pacientes y sus acompañantes que esperaban largamente en la
antesala a que les tocara su turno de consulta. Esta observación dio lugar a una propuesta
original: ¿por qué no trasladar esta comunicación y solidaridad espontáneas de la sala de
espera al consultorio?, ¿por qué no legitimar e incorporar estas fuerzas terapéuticas hasta el
momento separadas del tratamiento oficial?... Esta primera observación tuvo oportunidad de
ser llevada a la práctica durante los años 73 y 74 (Langer, 1981) a partir de la Sala-Cátedra
de Psicología Médica, dependiente de la Facultad de Medicina, en una favorable coyuntura
científico-política reseñada así por Royer y Scornick (1986):
Todos los pacientes reciben una entrevista individual de evaluación, así como preparación
para la experiencia de grupo e información de que el programa de tratamiento es de seis sesiones, al
término de las cuales se realizará otra evaluación para establecer las medidas necesarias, incluyendo
tratamiento adicional si fuera el caso. El grupo es abierto, al cual se incorporan nuevos pacientes
conforme otros terminan su estancia en él. El mismo terapeuta permanece como coordinador del
grupo durante largo tiempo. Ordinariamente hay entre cuatro a diez pacientes en el grupo, el cual
tiene sesiones de una hora a hora y media de duración semanales. Algunos pacientes lo abandonan
antes de las seis sesiones contratadas y algunos otros permanecen, con la aprobación del terapeuta,
más allá de ese límite. Sin embargo, para la mayoría, las seis sesiones tienden a ser el punto final.
Los pacientes que se encuentran psicóticos, así como los adictos, o los que presentan retardo mental,
son excluidos. Todo el resto de pacientes, salvo estas excepciones, son enviados a este grupo...
Los autores destacan, también, que sus características de intervención breve le dan
particulares ventajas, pero también obvias limitaciones, y ambas deben de ser examinadas
antes de determinar su aplicación práctica en otros ámbitos. Las metas de este grupo, como
las de todo enfoque de psicoterapia breve, serían, en opinión de los autores, dos: disminuir el
malestar debido, esencialmente, a ansiedad y depresión; así como lograr una serie de
objetivos que permitan promover mayor eficiencia en el uso de los recursos propios del
paciente (Imber y cols., 1979).
La experiencia finlandesa, como contraste, se refiere al uso del grupo de admisión
69
en pacientes hospitalizados. Los autores (Kuha y cols., 1975) señalan:
Un principio básico que no hay que olvidar es que el grupo de admisión debe de
adecuarse a las características de la institución en la cual opera.
Por ejemplo, los autores norteamericanos antes citados, consideran ocho funciones
principales del “grupo de intervención breve” que ellos proponen, a saber:
17
El vocablo disociación, en su uso psicoanalítico más específico, está originado en la palabra alemana
“spaltung” de uso antiguo y variado en psiquiatría y psicoanálisis, que se ha utilizado para designar el hecho de
que el hombre, en uno u otro aspecto, se divide con respecto a sí mismo. Al español se le ha traducido como
disociación y como escisión, Rycroft señala que “el primer término suele emplearse con referencia a procesos y
el segundo con referencia a estructuras”. Así se dice “disociación del estado conciente” en la doble
personalidad o la fuga histérica, pero “escisión del yo”. En la teoría kleiniana la escisión es un mecanismo de
defensa primitivo contra la angustia y éste ha sido un aporte valioso para la mejor comprensión de ciertos
estados psicopatológicos como la psicosis, estados fronterizos y trastornos del carácter.
En la presente comunicación no usaremos la palabra “disociación” en su sentido psicológico más
preciso, sino en el sentido lato de separar una cosa de la otra, de desunir y desorganizar, situación debida a la
utilización de mecanismos institucionales que ocultan sus contradicciones determinadas por la división social
del trabajo y la división en clases; enfoque dilemático en vez de dialéctico, de la situación (Laplanche, Pontalis,
1968; Rycroft, 1976).
71
lugar, a pararlas sobre sus pies, ya que de pronto los requerimientos administrativos y
burocráticos amenazan con asfixiar el acto terapéutico que es la razón misma del encuentro
entre el profesional —supuestamente dispuesto a servir con eficacia— y el paciente,
agobiado por su sufrimiento y en búsqueda de una solución que a veces se pierde, junto con
la paciencia, en el laberinto de infinitos requisitos administrativos, frecuentemente
innecesarios. En el campo de la psiquiatría, así como en buena parte de la práctica médica
general, el elemento fundamental de diagnóstico y de tratamiento es la relación médico-
paciente, y por tanto este encuentro esencial debe de favorecerse, quitándole toda la hierba
que estorbe.
Limitaciones e insuficiencias
Hasta aquí hemos venido destacando los aspectos positivos de este tipo de grupo,
pero debemos también detenernos en los efectos opuestos y ahí surgen una serie de
preguntas, por ejemplo:
¿Frustra el pasaje por el grupo de admisión?, ¿es una experiencia preparatoria o una
experiencia “abortiva’?, ¿qué sucede en ese espacio con la deserción, quiénes desertan y por
qué?, ¿es una modalidad técnica al servicio de los pacientes o sólo es una cortina ocultadora
de insuficiencias institucionales?, ¿el grupo de admisión contiene o expulsa, o ambas?, ¿es
sólo de admisión o también de rechazo, y en ese caso, a quiénes rechaza y por qué?
Para aquellos terapeutas centrados en el grupo o centrados en el proceso que, por ende,
dependen más del grupo que de sus propias actividades directivas para lograr el cambio, la calidad y
el nivel de desarrollo del proceso en esta clase de grupo puede ser vista como de esbozo y aún como
primitiva. Las características derivadas del tiempo restringido y la interacción limitada del paciente
pueden ser vistas como preliminares más que como un proceso verdadero. Ahora bien, detrás de los
temas teóricos hay situaciones de orden práctico tan importantes como son el mantenimiento de la
estima y entusiasmo del terapeuta. Así, el procedimiento de grupo que por su naturaleza tiende a ser
discontinuo puede ser visto como un flujo de pacientes diversos pocos de los cuales son abordables
sobre bases intensivas. Más aún, el terapeuta puede sentirse presionado para efectuar cambios en los
pacientes en un tiempo demasiado corto y poco razonable y sentirse frustrado por su inhabilidad para
predecir o prepararse para las sesiones futuras, ya que la característica de grupo abierto lleva al
cambio continuo de pacientes y a los concomitantes cambios en la dirección y atmósfera del grupo.
Otra limitación importante del grupo de intervención breve, es que sólo los terapeutas más
experimentados y con más recursos técnicos pueden hacer un trabajo competente. El período de
tiempo muy corto, la necesidad de decisiones diagnósticas y terapéuticas rápidas, la multiplicidad de
problemas de los pacientes, así como la incertidumbre del proceso y dirección durante las sesiones,
73
son situaciones todas que requieren de una flexibilidad en el estilo y el método que sólo los más
talentosos y entrenados terapeutas poseen.
Esta es una síntesis excelente de los problemas operativos propios del grupo de
admisión. Los autores también señalan algunos posibles abusos de la técnica; abusos que, en
su opinión, en gran parte son también cometidos en otros grupos de terapia breve:
19
Estoy escribiendo este agregado en 2013. Una variable importante han sido las derivaciones de instituciones
públicas que, por ejemplo, en algunos momentos han dado en mandar psicóticos ya controlados
farmacológicamente o pacientes que han tenido intentos suicidas.
75
capacidad institucional de prestación de servicios y el grupo de admisión tiene que funcionar
permanentemente como grupo de espera, a veces durante largas temporadas, la dinámica del
grupo de admisión se transforma de manera importante, hay necesidad de establecer algunas
diferencias técnicas y se produce un efecto distinto sobre la conducta de los pacientes, por
ejemplo, orillándolos a la deserción al no sentir satisfechas sus necesidades o incrementando
la idealización del grupo terapéutico definitivo a un punto tal que algunos pacientes se
llevan una decepción al no encontrar una curación mágica en él, decepción que puede
inducir a actuaciones, sobre todo a la deserción. El grupo de espera pues, no es el objeto de
la presente comunicación.
Veamos un par de viñetas clínicas alusivas a algunos de los problemas señalados:
Viñetas clínicas
En esta sesión el grupo de admisión está conformado por tres terapeutas (dos
mujeres y un hombre) y once pacientes (siete mujeres y cuatro hombres) de los cuales tres
mujeres están por segunda ocasión y una de ellas (por falta de grupo al cual derivarla) por
quinta o sexta. Varios pacientes que estuvieron la sesión anterior no estuvieron en ésta
(¿deserción?).
El trabajo es difícil, pesado. Una parte del grupo se mantiene pasiva y silenciosa,
mientras la otra se manifiesta activa, pero con poca disposición a analizar el material que,
simplemente, vomitan, como queriendo pasar el paquete a otro sin hacerse cargo de su
propiedad.
Uno de los varones menciona que él acude a buscar tratamiento porque, si bien tiene
29 años y en sus actividades laborales se desempeña como el profesional que es, en otros
aspectos de su vida es muy infantil como si tuviera 14 ó 15 años, lo cual le ha sucedido en
sus relaciones con las mujeres, donde por ejemplo, tuvo un matrimonio apresurado que
terminó en divorcio a los seis meses. También se lamenta de ser hijo de padres divorciados.
La sesión continúa con intercambios superficiales. Ya mediada la sesión otro de los
varones, Carlos, recoge el material anterior y menciona que viene por un problema de
drogadicción. Tiene 27 años y desde los 13 empezó a usar inhalantes y mariguana que ha
llegado a suspender pero que, periódicamente y sin causa aparente, vuelve a usar de manera
compulsiva, causándole muchos problemas personales, familiares y laborales. Vive con sus
padres que le quieren y apoyan cosa que, afirma, otros envidiarían. Paco, el primero que
habló, asiente y le dice: yo te envidio. Carlos continúa mencionando que, ahora, oyendo a
Paco, empieza a pensar que él también es muy infantil, pues siempre recae en algo que ya no
quiere hacer.
Se señala al grupo cómo todos presentan sus problemas como si estuvieran fuera de
ellos y dejándolos con muchas zonas ocultas, obscuras; por ejemplo, Sara nos habla de sus
problemas conyugales como si fueran solamente los problemas de su marido, impulsivo y
caprichoso, de forma que ella parece no participar en el conflicto sino como víctima, Paco es
adulto y niño a la vez sin que pueda trazar puentes entre uno y otro; y ahora Carlos pone los
reflectores en su drogadicción, pero deja a su persona en la obscuridad, totalmente oculta,
como si él no tuviera participación alguna en la situación.
76
No se manifiesta reacción alguna al señalamiento, Paco enseguida trae el caso de un
primo, adicto a los inhalantes, y así continúa la sesión. Con diversos matices se repite el
mismo señalamiento dos o tres veces, sin mayores efectos. También se realizan algunos
señalamientos individuales con mejores resultados.
Casi al final Josefina, una mujer joven que ha estado toda la sesión callada,
amamantando a su hijo o dándole de comer fruta, se anima a hablar. Ella llegó a la sesión
acompañada de su marido que, después nos damos cuenta, la está esperando
inmediatamente afuera del salón, a unos pasos de la puerta cerca de la cual ella está sentada.
Relata que desde pequeña no puede caminar, no puede atravesar las calles porque se siente
invadida de miedo y paralizada. Antes le sucedía después de alguna contrariedad, ahora aún
sin ellas. Tiene que salir siempre acompañada, aunque sea de un niño; no puede subir a las
azoteas. No tolera tampoco el agua en la cara, de manera que se baña en un extraño ritual:
primero sólo la cabeza, en el lavabo; después el cuerpo en la regadera; y al final la cara, en
el lavabo. Se casó hace dos años y su marido la lleva a todas partes. En el hospital donde le
atendieron el parto le recomendaron viniera a AMPAG, pero se da cuenta, ahora, que quizás
aquí no le pueden ayudar, porque a ella le mencionaron que necesitaba un tratamiento
psicoterapéutico intensivo, ella sola con un psiquiatra y además con medicamentos.
Se genera una intensa interacción de parte del grupo que le pregunta e inquiere y le
trata de hacer cambiar de actitud sin mayor éxito.
Le señalo cómo presenta su situación, tal como lo he venido señalando en el grupo,
como si no le perteneciera a ella, como algo ajeno que no tiene que ver con su vida y que
quiere que alguien exterior se haga cargo para no hacerse cargo ella misma; Josefina, como
todo el grupo, quiere dejarle a “mamá AMPAG” todos sus problemas personales.
Ella se para y Paco le dice, festivamente, ¡cuidado, no te vayas a paralizar!
Ella llora y se queja. Paco se turba, dice que no lo dijo como agresión, sino como un
comentario que intentaba ser simpático para que ella pudiera seguir hablando.
Cuando Josefina se calma es el bebé quien empieza a llorar intensamente, no lo puede
calmar y entonces se abre la puerta, entra el marido, le toma al bebé y se sale con él en
brazos.
Le confronto: ésta es una clara muestra de para qué te sirve tu enfermedad, para
depender de otros y vivir rodeada de algodones, sobreprotegida, evitando que la gente tome
contacto contigo por temor a ser agredida como sucedió aquí, aunque también fue claro que
tú lo viviste como agresivo sin que lo fuera en realidad, ya que Paco sólo pretendía tomar
contacto contigo, amistosamente. Entonces por eso quieres una situación especial y tu reto
es, si quieres salir adelante y hacerte cargo de tus propios problemas, lo que la institución te
puede proporcionar: una terapia grupal, la decisión es tuya, no nos vamos a hacer cargo de
tus paquetes como ahora tu marido se hizo cargo de tu hijo, te podemos ayudar solamente
que tú puedas enfrentarlo en estas condiciones.
Se da por terminada la sesión; se derivan dos pacientes a grupo terapéutico definitivo
y se pide al resto que vengan a la próxima sesión de admisión en una semana.
Todos se van salvo Josefina, que se acerca nuevamente y nos dice: es que yo
necesito un tratamiento especial, diferente, fue lo que me dijeron.
Le señalo: mira Josefina, esa es tu actitud permanente, andas por el mundo pidiendo
condiciones especiales, condiciones de privilegio, como si fueras un ser excepcional y no
uno como todos nosotros. Si quieres salirte de ahí y ser como todos nosotros, necesitas se-
guir viniendo al grupo de admisión. Es lo que te podemos ofrecer: sin medicinas y sin
77
sesiones especiales.
Ella esboza una sonrisa cómplice y se retira.
Enseguida se acerca Carlos, que regresó y nos dice: creo que ya no vendré la
próxima sesión, no tiene caso, mi problema es la drogadicción y ya decidí no volver a usar
drogas, así es que no tengo por qué venir.
Se le confronta: siempre has estado decidido y siempre recaes, por algo será. El
titubea un poco y dice: ya no vendré, no tengo problema.
Le señalamos: es tu decisión, es tu vida y son tus problemas. Puedes hacer lo que
quieras.
Al retirarse nos damos cuenta que aún queda una persona en el salón, un personaje
extraño vestido de traje y corbata negros, como “enterrador”, se acerca y nos dice que lo
enviaron aquí de un centro para jóvenes, donde le hicieron estudios psicológicos y después
no le dieron los resultados, ya que é1 desea saber si tiene capacidad para continuar estudios
o no; se da cuenta que éste no es un lugar adecuado para cubrir sus necesidades pero desea
saber si nosotros conocemos uno que le recomendemos. Le damos una o dos sugerencias.
Se retira, y en cuanto da la vuelta, los terapeutas nos miramos a los ojos
comunicándonos cansancio, impotencia y frustración. No vendrán más, lo sabemos, lo
sentimos...
Las matemáticas no mienten: dos pacientes se derivan a grupo terapéutico definitivo,
seis regresarán a la próxima sesión, tres ya no...
Permítaseme recordar, en primer lugar, mi práctica en Northfield durante mi último año ahí,
aproximadamente, pues me parece que viene al caso. Sin selección previa, sin preparación y sin
ningún conocimiento previo acerca de ellos tomaba los últimos ocho pacientes que me habían sido
remitidos y los veía juntos. Casi nunca me pareció necesario cambiar nada, es decir, que encontré
que podía comenzar con ocho pacientes cualesquiera y continuar con ellos como grupo durante toda
su permanencia en el hospital.
Un ejemplo semejante tuvo lugar en el Maudsley Hospital, muchos años más tarde, en
diferentes circunstancias. Cuando me hice cargo del Departamento de Psicoterapia para Pacientes
Externos, me encontré con una lista de 25 personas que hacía dos años que estaban esperando turno
para tratarse. Las llamé a todas juntas y no me produjo ninguna sorpresa encontrarme con que acudió
aproximadamente sólo la mitad de ellas, mientras que el resto había desaparecido. Las vi en
conjunto, tal como aparecieron, a fin de administrarles algún tratamiento y averiguar de qué manera
se les podía predisponer mejor. El grupo asistió con gran regularidad, los menos adaptables se
autoeliminaron encontrando alguna solución que les permitió seguir adelante sin más tratamiento. A
pesar de la enorme presión que ejercían los pedidos de plazas en el Departamento, se puso a unos
pocos en una forma de tratamiento regular, ya en grupos, ya individualmente, pero fueron realmente
muy pocos. El resto, que asistió con regularidad al grupo durante varios meses, experimentaba
importantes progresos y se adaptaba muy bien. Recuerdo, por ejemplo, el caso de una mujer que no
había consumado el matrimonio en algo así como quince años, y al cabo de cierto tiempo era capaz
de hacerlo, como consecuencia de lo cual su relación matrimonial mejoró muchísimo. Un efecto en
sentido inverso, tuvo lugar en el caso de un estudiante abiertamente esquizofrénico que enseguida
abandonó, pero que después de un año o dos me envió una factura por un tratamiento del que había
sido objeto en Francia (una suerte de tratamiento físico que le ayudó) e insistía en que yo debía
pagarla.
De este ejemplo se sacaría en conclusión de que en condiciones pacíficas de vida civilizada,
es perfectamente posible tratar pacientes en conjunto, como grupo, sin ninguna selección particular.
Hasta aquí el relato de Foulkes y su valioso comentario final, con el cual estamos
totalmente identificados. Ahora bien, la forma como él relata sus experiencias, da una falsa
idea de ligereza e improvisación de la selección si no se considera, en su dimensión real, la
importancia del substrato institucional a partir del cual se realizan; es decir, si no se
considera el fenómeno que esbozamos en la primera parte de este trabajo de la preselección
institucional, que incluso llega a estar diferenciada por departamentos o sectores (no es lo
mismo, por ejemplo, el departamento de psicoterapia, que el de psicóticos agudos o, peor
aún, el de crónicos).
El encuadre
20
Con el modelo vincular no hay mínimo de pacientes (Nota 2013).
82
El proceso
B) La consigna inicial
Y en todo esto el terapeuta tiene que ser muy activo, él es el responsable de crear las
condiciones adecuadas para un trabajo psicológico fluido, es decir, tiene que crear un clima
de confianza y seguridad, un ambiente de participación, solidaridad y honestidad, y una
cultura grupal de análisis psicológico. Además tiene que hacer señalamientos grupales que
favorezcan la cohesión de grupo y señalamientos individuales que apunten a la comprensión
de los problemas que les traen a consulta.
Esto no es fácil por la rapidez con que se necesita proceder, por la gran actividad
(poco común en el entrenamiento psicoanalítico) con que se requiere participar y por la
importancia que en todo esto asume la contratransferencia. Incluso la necesidad de ser rápi-
do para comprender y accionar, para elegir prioridades e interpretar, lleva con facilidad a
contraactuaciones y es necesario aprender a manejarse con ellas y, si es necesario, incluir la
contratransferencia y las contraactuaciones en el campo interpretativo para salir adelante sin
parálisis ni iatrogenias (Grotjahn, 1979).
Las condiciones de la admisión hacen que se maneje no sólo el diagnóstico
convencional psicopatológico y de carácter, sino además los diagnósticos de motivación y
demanda terapéutica, de analizabilidad y agrupabilidad, y de capacidad de insight,
diagnósticos, estos últimos, determinantes para el proceso terapéutico ulterior.
D) La apertura
Ahora bien, sabemos que un grupo terapéutico tiene tres etapas básicas: apertura,
desarrollo y terminación; etapas inicial, media y final; cada una con sus propias
características y tareas. El grupo de admisión, como es de comprenderse, se circunscribe
muy especialmente a la etapa inicial, de apertura, y ésta es una de las situaciones grupales
84
que más ansiedad genera a los miembros del grupo y también a los coordinadores. Toda
apertura es una situación nueva, es un momento de cambio y, como tal, produce en todos la
aparición de los Miedos Básicos que describiera Pichon-Rivière (1971): el miedo a la pér-
dida y el miedo al ataque.
El primero, es el temor de perder lo que ya se tenía de antes, el marco de referencia
anterior en el cual se sentía seguro y en donde pisaba un terreno conocido.
El segundo, es el temor a ser atacado que surge frente a lo desconocido de la nueva
situación que, por consiguiente, aparece como peligrosa y atemorizante. Es también el temor
a no saber manejar los nuevos instrumentos que la situación pone a nuestra disposición, pero
a los cuales no conocemos todavía.
Estos miedos generan ansiedades. Al miedo a la pérdida corresponde la ansiedad
depresiva, y al miedo al ataque la ansiedad paranoide (o persecutoria).
Por supuesto, estas ansiedades afectan no sólo a los pacientes, sino también a los
terapeutas, sólo que de estos se espera que estén más concientes de su existencia y de su
aparición y en ese sentido puedan manejarlas en lugar de ser manejados por ellas.
Esto significa que hay que remontar, al inicio del grupo, sentimientos de
desconfianza, de persecución, así como de vergüenza, de tristeza y enojo, y que todo esto
suele llevar a una conducta evitativa del contacto con los propios problemas y con las demás
personas, situación en donde se define el éxito o fracaso de estos contactos iniciales para el
logro de un proceso analítico satisfactorio y útil. Hay también en muchos casos una fuerte
tendencia a colocarse en una posición de dependencia y desvalimiento desde donde se
pretende depositar los sufrimientos propios y la responsabilidad por su enfrentamiento y
solución a los terapeutas y a la institución con los cuales se acude. También es el momento
inicial, el del “baile de disfraces” en que cada quien va con su máscara oficial y cotidiana
colocada y tiene que iniciar el doloroso proceso de empezar a tomar un contacto más
profundo y auténtico con su propio ser. Como ejemplo basta recordar el de las dos viñetas
presentadas en la primera parte del trabajo.
La inclusión tiene que ver con la asociación entre la gente, con el ser incluido o excluido,
con la pertenencia, con el estar juntos. La necesidad de ser incluido se manifiesta como querer ser
atendido y atraer la atención y el interés de los demás. Aún si llega a recibir afectos negativos, puede
quedar parcialmente satisfecha la necesidad, ya que cuando menos alguien le ha brindado atención.
Un tema que aparece frecuentemente al inicio de las relaciones interpersonales es el del
compromiso, de la decisión de involucrarse en una relación o actividad determinada. Usualmente, en
los tanteos iniciales, los individuos tratan de presentarse unos con los otros, en parte para encontrar
en qué aspectos de ellos mismos pueden estar interesados los demás. Frecuentemente un miembro
está inicialmente silencioso debido a que no está seguro de que la gente esté interesada en él, lo cual
atañe a la inclusión.
La inclusión tiene que ver con la búsqueda de atención, reconocimiento, prominencia,
agradecimiento y prestigio; también con la identidad, la individualidad y el interés. Es distinto del
afecto en tanto no implica fuertes vínculos emocionales con otra persona. Es distinto del control, ya
que la preocupación central es con la prominencia, no con el dominio.
85
b) El control se refiere a los procesos de toma poder, de decisiones entre la gente y las áreas de
influencia y autoridad. La necesidad de control varía a lo largo de un continuum desde el deseo de
poder, autoridad y control sobre otros (y sobre el futuro de uno mismo) hasta la necesidad de ser
controlado y de tener delegada la responsabilidad sobre uno mismo.
La escenificación dramática provee algunos elementos para distinguir al buscador de
inclusión del buscador de control, El buscador de inclusión o prominencia quiere ser uno de los
participantes en el argumento, mientras el buscador de control quiere ser el ganador, o cuando menos
estar en el mismo lado que el ganador. El buscador de prominencia prefiere ser perdedor parti-
cipante; el buscador de dominio prefiere ser ganador, no participante.
El control es también manifestado en la conducta de algunas gentes que tratan de controlar a
otras. Las expresiones de independencia y rebelión ejemplifican el rechazo a ser controlados,
mientras la docilidad, sumisión y obediencia indican grados variados de aceptación del control de
otros.
La búsqueda de control difiere de la búsqueda de inclusión en que no requiere prominencia.
El “poder detrás del trono” es un excelente ejemplo de un rol que manifiesta alta necesidad de
control y baja necesidad de inclusión. El “comodín”, en cambio, manifiesta una alta necesidad de
inclusión y baja necesidad de control.
21
NOTA POSTERIOR (2002): La agrupación genera en los individuos un especial tipo de ansiedad que ha
sido denominada de distintas maneras según los vectores que cada autor ha destacado: ansiedad esquizo-
paranoide o persecutoria (Klein, 1934), denominación que destaca la amenaza persecutoria que genera la
situación colectiva sobre la individualidad y el frecuente replegamiento sobre sí mismo; ansiedad de
masificación (Bernard, 1993), concepto que destaca la amenaza a la identidad individual; ansiedad de no
asignación (Kaes, 1993), donde se resalta la amenaza de no tener un lugar en el tejido grupal-social; ansiedad
de dilución (Segoviano, 2001), concepto que destaca el desapuntalamiento del narcisismo secundario en la
situación grupal con el consecuente retorno y actualización del narcisismo primario y la aparición del estado de
anonadamiento.
86
favorece la autonomía y la independencia. Es importante por eso buscar desde las primeras
sesiones del grupo que se vaya logrando alguna comprensión de la problemática que les trae.
En el área de control los temas relevantes atañen al manejo del poder, de la agresión,
de la competencia y del dominio.
Una de las razones que nos han hecho dejar afuera a los acompañantes es el
comprobar cómo esto se manifestaba, frecuentemente, como una expresión interpersonal de
la resistencia. Por ejemplo, recordamos el caso de una mujer de más de 50 años que acudió
al grupo acompañada de una de sus hijas de poco más de 20 años y que expresó como
motivo de consulta la recomendación hecha por el terapeuta de otra de sus hijas, atendida
por un brote esquizofrénico. La madre no se explicaba la causa de la recomendación, ya que
ella se pasaba ayudando a la gente y, en efecto, ése fue el rol que asumió en el grupo, pero
con unas características de monopolización y de control que hacían ver a las claras que de-
trás del rol de “María auxiliadora” estaba el rol real de “Maria asfixiadora” y la presencia de
su hija obedecía a la necesidad de contar con una aliada segura para ocultar esto y mantener
sus manejos. A pesar de todo, la chica logró darse cuenta de estos manejos, lo cual resultó
muy amenazante e intolerable para la madre que nunca llevó a la práctica la recomendación
que se le dio de ir a terapia familiar.
c) La conducta de afecto se refiere a sentimientos personales íntimos y profundos entre dos gentes,
especialmente amor y odio en sus varios grados. El afecto se establece en una relación diádica; puede
ocurrir sólo entre parejas de gente, mientras que las relaciones de inclusión y control pueden ocurrir
tanto en díadas como entre una persona y un grupo de personas.
Con respecto a una relación interpersonal, la inclusión concierne principalmente a la
formación de una relación, mientras el control y el afecto conciernen a relaciones ya formadas.
Dentro de las relaciones existentes, el control es el área relacionada con quién da órdenes y quién
toma decisiones, mientras el afecto tiene que ver con cuán cercanas o lejanas se vuelven las
relaciones emocionales. La inclusión implica el problema de estar afuera o adentro; el control
implica estar arriba o abajo; y el afecto estar cerca o lejos.
La terminación
22
Las formas de registro han ido cambiando en función de criterios de las distintas administraciones de las
clínicas.
89
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91
APÉNDICE:
3.- Estos grupos se manejan con técnicas verbales y técnicas de acción de acuerdo con las
necesidades.
4.- En estos grupos el paciente asistirá de una a cinco veces antes de ser derivado a un
tratamiento definitivo. En este tipo de grupo el paciente dará su cuota de recuperación al
terminar cada sesión.
5.- En el futuro estos grupos podrán funcionar como grupos “de espera”.
TERAPIA DE GRUPO
1.- Los grupos serán manejados dentro del marco teórico del psicoanálisis y los criterios de
la terapia de objetivos específicos y duración limitada.
3.- Los grupos serán abiertos durante los primeros meses y, cuando sea el momento
dinámico adecuado, continuarán funcionando como grupos cerrados hasta su terminación,
según el criterio de los terapeutas.
4.- Dentro de las primeras tareas que enfrentará el grupo (y los terapeutas) será la de discutir
y elaborar todo lo relacionado con el encuadre institucional, con técnicas de duración
limitada, grupo abierto- cerrado, con terapeutas invitados, eventualmente con sesiones
prolongadas, con indicaciones de asistir a un laboratorio de movilización, etc. Además, el
análisis y la elaboración (desde las primeras fases de la terapia), de los duelos que van a ser
catalizados por el encuadre: duración limitada, terapeutas invitados, etc.
5.- Al disolverse el grupo se hará una evaluación final de lo que se logró y se darán las
recomendaciones pertinentes a cada uno de los integrantes.
7.- Si el paciente, sin avisar, deja de asistir tres sesiones seguidas, será interpretado como
abandono de la terapia.
8.- Los terapeutas, en el primer mes de asistencia de los pacientes complementarán la Nota
Inicial (breve historia clínica) que empezó a ser elaborada en el Departamento de Recepción
y Evaluación. Harán una nota inicial de la terapia, las notas de evolución (individuales y del
grupo) necesarias, así como la nota final de la terapia de cada paciente y del grupo.
9.- El material del punto anterior deberá de entregarse de inmediato al Coordinador Técnico
de la Clínica, para ser archivado en su carpeta respectiva.
10.- Se programarán grupos de discusión integrados por los terapeutas, cuya tarea será la de
comparar experiencias, sugerir cambios, investigar temas específicos, presentar un trabajo,
etc.
94
Capítulo 5
Mario Campuzano
El método psicoanalítico
(b) De la técnica, por falta de dominio práctico suficiente del método psicoanalítico
de tratamiento, de sus variables y características como proceso, así cómo de sus alcances y
limitaciones.
(c) Del analista, en cuanto a la posibilidad de ser influído por la situación afectiva
del paciente, dando lugar a problemas de contratransferencia, de contraactuaciones o de
contraidentificación proyectiva.
Identificaciones
La identificación es uno de los mecanismos interpersonales descritos por la teoría
freudiana, donde el otro es tomado como modelo para enriquecer los recursos y facetas de la
personalidad propia y se vuelve, consecuentemente, mecanismo básico de la constitución y
diferenciación de la personalidad.
En la teoría kleiniana aparece una variante que es la forma primaria, temprana, de
este mecanismo, la identificación proyectiva que con su contraparte, la identificación
introyectiva, se utilizan en el modelo de la psicoterapia del grupo en su dimensión
comunicacional, como vehículos de intercambio equivalentes al dar y recibir, posibilitado
por el efecto regresivo del grupo. Klein estableció, además, su dimensión defensiva, de
control sobre los otros, o sea, generalizando, su capacidad para manipular el medio ambiente
interpersonal que incluye la posibilidad de producir complicaciones contratransferenciales
derivadas de la parasitación de los pacientes sobre sus psicoanalistas, a los cuales les
producen bloqueos y distorsiones en la percepción.
Las redes de identificaciones y de transferencias que se generan en los grupos
psicoanalíticos son parte esencial y primordial de su dinámica.
Transferencias múltiples
Las transferencias múltiples derivan de los nuevos objetos que el grupo propone para
transferir: además del psicoanalista, los compañeros, el grupo como totalidad, la institución
que aloja al grupo (en el caso de los grupos privados, serán, en mancuerna, la institución del
psicoanálisis y la del consultorio privado) y el mundo exterior. Esta multiplicidad es posible
gracias a la escisión o difracción de la transferencia lo cual no produce una disminución de
su intensidad, como pensaban algunos terapeutas de grupo como Slavson.
Como ya hemos mencionado las transferencias laterales son las más características,
importantes y frecuentes del trabajo grupal psicoanalítico. En ellas no sólo se proyectan
imagos fraternas sino de todo tipo, especialmente paternas y maternas.
Lo que se transfiere son contenidos psíquicos diversos que cada modelo destaca en
función de sus necesidades de coherencia teórico-técnica. Así, el modelo de
configuraciones vinculares de Bernard (2006) centra su interés de lo que se transfiere en los
contenidos psíquicos organizados como fantasías inconscientes (de concepción
postfreudiana). En cambio en nuestro modelo centramos la atención de lo transferido en los
objetos internos con sus relaciones y afectos, los cuales hay que analizar, en el caso de los
preedípicos, en su dimensión de diadas complementarias y reversibles o, en los edípicos, de
relaciones triangulares, por ejemplo, padres agresivos con madre rechazante/ padre
explotador e irresponsable// hija explotada y agredida constantemente, con afectos de
desconfianza y temor a ser engañada y lastimada.
98
Liderazgo
El liderazgo ha sido muy estudiado por el grupo de Anzieu (1972) en grupos no
terapéuticos, en particular por Bejarano, y estos autores han destacado su función de
resistencia (y transferencia negativa) a través de la rivalidad con el analista, situación que es
dependiente de ese tipo de dispositivo grupal y no es extensiva a otros.
En los grupos terapéuticos psicoanalíticos pueden verse otros casos además del de
rivalidad (viñeta 2), por ejemplo el de liderazgos de trabajo generados por distintas
motivaciones, una de ellas por posiciones de dependencia y transferencia positiva, con
idealización del terapeuta, en el caso de personas que han sido hijos parentales y tienden a
funcionar como ayudantes de mamá y lo repiten con el analista del grupo.
La aparición de liderazgos en los “grupos sin líder” es función de la combinación de
necesidades del grupo (demanda) y características individuales que las satisfacen (oferta)
evidenciadas por el dispositivo de trabajo.
En relación al tiempo de aparición Grinberg, Langer y Rodrigué (1957) han
identificado el fenómeno de líder inicial, dado por las determinantes psicodinámicas
individuales echadas a andar por la demanda grupal en esa situación de angustia del
comienzo. Ellos destacan su posición de rivalidad aunque, como señalamos, pueden darse
otros casos como se ejemplifica en la viñeta 1a del supuesto básico de apareamiento.
En relación al proceso terapéutico los líderes pueden funcionar no sólo como líderes
de resistencia, sino, también, como ya mencionamos, como líderes de tarea, función que
también tiene que ser comprendida en sus determinantes y, si es necesario, debe ser
interpretada. La técnica de interpretación en el caso de los liderazgos, como en de los roles,
deberá destacar siempre -aunque no necesariamente en forma inmediata- los aspectos de la
psicodinamia individual (oferta) y de la demanda grupal a que responde. El individuo es el
portavoz o agente (inconsciente) de la resistencia, dependencia, o promoción del trabajo en
la medida en que el grupo, implícitamente, se lo solicita. Y, si se decide la interpretación del
fenómeno, ésta deberá mostrar -como enfatiza Bejarano- la alianza inconsciente entre el
individuo y el grupo.
Roles
Los roles han sido configuraciones importantes en modelos grupales psicoanalíticos
tan distintos como la psicoterapia del grupo, el grupo operativo de Pichon-Rivière y el de las
configuraciones vinculares de Bernard y cols. (1982).
Se han identificado algunas formas frecuentes (Bogdanoff y Elbaum, 1978) como el
de monopolista, desconfiado, paciente profesional, teatrero, ayudador, guerrero, infortunado
o aislado; todos ellos con determinantes interaccionales entre el individuo y el grupo en una
modalidad específica de relación. El rol de monopolista, por ejemplo, se construye sobre el
temor del grupo a la incertidumbre y la necesidad de alguien de llenar el vacío. La necesidad
de control en ese individuo -relacionada con temas de dominio/sumisión- y la demanda del
grupo se conjuntan en alianza inconsciente.
Un rol frecuente en la práctica es el de “hijo parental”, concepto que no viene del
psicoanálisis sino de la terapia familiar sistémica. Importa no sólo su función de ayudante
temprano de alguno de los padres, que les puede influir y hasta determinar un rol de vida de
“ayudante profesional” (el mejor segundo, con dificultades de tomar el liderazgo principal)
99
sino también la modalidad con la cual lo ejerce, por ej. de hijo(a) parental abnegado que
ayuda a los demás y se olvida de sí mismo o de hija(o) parental dominante, etc..
Subgrupos
La formación de subgrupos, a veces con cortes de género, de edad, o de diversas
características sociales o psicológicas es un mecanismo defensivo típicamente grupal que no
hay que dejar de registrar y de buscar su explicación psicodinámica latente, por ejemplo,
situación frecuente, el subgrupo participante y el subgrupo silencioso.
Fantasías
La fantasía es una categoría central en la conceptualización kleiniana del
psicoanálisis y tiene un sentido pulsional y defensivo como ya lo mencionamos.
En la perspectiva postfreudiana de Laplanche (1964) la fantasía conserva su sentido
pulsional y se liga a los deseos, en particular a la realización de los deseos inconscientes, en
formas organizadas como guiones complejos colectivos de fantasías primarias u originarias
comunes a la especie humana o fantasías secundarias, individuales, ligadas a los particulares
conflictos psíquicos de cada sujeto.
Las fantasías originarias se expresan, discursivamente, en momentos muy regresivos
de los grupos que suelen ser los iniciales en los grupos no terapéuticos. En los terapéuticos
igual se expresan en situaciones regresivas iniciales o posteriores. También, dada la
capacidad figurativa de los grupos, pueden expresarse dramáticamente como escenas.
Escenas
Las escenas son dramatizaciones espontáneas desarrolladas entre dos o más
miembros del grupo. En la concepción francesa, utilizada también en el modelo de
configuraciones vinculares, pueden estar relacionadas con fantasías originarias o con
100
fantasías secundarias que se externalizan figurativamente y, en el segundo caso, se
organizan de acuerdo al modelo de la patología personal.
Como el modelo vincular-estratégico no está organizado en función del registro e
interpretación de las fantasías circulantes no le damos ese tipo de lectura, como resulta
evidente en la viñeta recién expuesta, donde se comprende e interpreta como expresión de la
transferencia grupal, reedición de las relaciones establecidas con los objetos internos
parentales y explicación de una parte importante de su psicopatología personal. Por eso las
escenas son un material valiosísimo que permiten el análisis y comprensión del psiquismo
del individuo que la construyó, con la ventaja adicional de su expresión vincular y su
carácter vivencial.
Capítulo 6
Nos proponemos en este trabajo investigar algunas de las características particulares del
funcionamiento del Modelo AMPAG, pilar terapéutico fundamental desarrollado en la
Clínica de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo, A. C. (AMPAG). A
su vez, este cuestionamiento por fuerza nos lleva a una investigación mayor relacionada con
el denominado Grupo RED, componente básico del encuadre del Modelo AMPAG. Tanto
una como otra investigación nos conducen forzosamente al análisis de los elementos y
dinámicas teórico-técnicas, grupales y políticas de la institución en la que surgen estas
instancias clínicas. En otras palabras, pensamos que no es posible analizarlas sin considerar
las lógicas subyacentes a la institución en su totalidad. Comenzaremos entonces con un poco
de historia institucional:
1. Antecedentes
23
Miembros del Comité de Investigación de la Clínica AMPAG.
24
Dos décadas después (1997), las prioridades habían cambiado: a) apoyar la enseñanza de los candidatos, b)
desarrollar la investigación, y c) ofrecer asistencia a la comunidad.
105
Por otro lado, observamos que la gran mayoría de las investigaciones realizadas en la
Clínica de AMPAG están referidas al Grupo RED. El estudio longitudinal del método de
tratamiento, que es la parte complementaria del Modelo AMPAG, probablemente no fue
suficientemente considerada debido al menos a tres razones: a) desde un punto de vista
pragmático resulta más fácil estudiar el funcionamiento y características del Grupo RED a lo
largo de unas cuantas sesiones, que el método y funcionamiento de los grupos terapéuticos a
lo largo de dos años, b) desde los objetivos de la Clínica, en la medida en que se privilegia la
atención relativamente masiva a la comunidad y la apertura de grupos para los candidatos
del Instituto, aparece como menos importante determinar cuál es el destino y resultado de
esos grupos, y c) desde una cierta dificultad auto-confrontativa el estudio de los resultados
del método de trabajo utilizado en los grupos terapéuticos implicaría, tarde o temprano, un
análisis serio del método de tratamiento empleado, de la efectividad clínica de los
candidatos, de la congruencia de los programas, o de la capacidad didáctica de los docentes.
2. Modelo AMPAG
2.1 Encuadre
Las sesiones son semanales, con una duración de hora y media. Adicionalmente se
trabajan otros 30 minutos en un diálogo interclínico entre el terapeuta docente y el terapeuta
alumno. En el caso de la coterapia docente, frente al grupo ambos terapeutas se presentan
como pares, en igualdad de responsabilidades y participación. En el diálogo interclínico se
retoman los roles de docente-supervisor y alumno-supervisando. A partir de 1998 las cuotas
son diferenciadas por niveles socioeconómicos y se asignan a través de un estudio realizado
por el Departamento de Trabajo Social.
Tiempo limitado
...el modelo de grupo a dos años de duración se había establecido más por necesidades
institucionales de enseñanza que de acuerdo a la demanda asistencial o coherencia teórico-técnica. El
106
grupo se había estado trabajando más al aplicar el modelo conocido por la mayoría (grupo abierto de
consultorio privado) y no de acuerdo a los paradigmas establecidos por la terapias dinámicas con
objetivos y tiempo limitados (institucionales). Esto daba lugar a confusiones en la técnica y en el
lenguaje. (Mercado, 1997, p. 8).
Coterapia
Foco grupal
Sesiones prolongadas
107
Teoría
Aunque en lo teórico las líneas interpretativas que manejan los terapeutas obedecen a
sus preferencias personales, en lo general se maneja una conceptualización más bien basada
en las escuelas de relaciones objetales y sus derivados actuales.
En resumen:
El modelo terapéutico que se utiliza en AMPAG, creado principalmente con fines didácticos,
es un dispositivo intermedio entre el modelo utilizado en el consultorio privado, generalmente de
tiempo indefinido, y la terapia breve de orientación psicodinámica. En él se busca que el alumno
experimente las diferentes etapas de un proceso grupal psicoanalítico en un plazo predeterminado a
dos años, en el que se obtengan logros terapéuticos reales. Para esto se utilizan estrategias de
focalización en base a los conflictos emergentes en el grupo. (...) En AMPAG incluimos, a modo de
catalizador del proceso grupal, dos sesiones prolongadas, donde por medio de técnicas de acción y
psicodramáticas, se moviliza al grupo. Estas sesiones coinciden, la primera, con el “cierre” del grupo
[aproximadamente entre seis y nueve meses después de iniciado], y la segunda con el momento de
preparación hacia la etapa final del tratamiento. En la primera sesión prolongada se busca la
consolidación del grupo como tal y la definición de las áreas de trabajo con cada paciente. En la
segunda sesión prolongada se evidencian las áreas que requieren ser elaboradas y a partir de ahí se
introduce al grupo en el proceso de separación, con la activación de las ansiedades y defensas que
éste conlleva. (Dubson y Tarragó, 1999).
3. Grupo RED.
a) Una serie de movimientos que han ido dándose en la institución y que coinciden todos, de
una manera u otra, en la Clínica. Entre ellos:
25
El hecho de afirmar enseguida esa denominación dice mucho ya respecto al sentido de autoridad, dominio y
amenaza que prevalece en la institución en esos momentos.
26
Es obvio que el dinero prestado pertenece a la institución completa.
111
El siguiente paso, por lo tanto, se encaminó de manera bastante lógica al área del
funcionamiento del modelo, iniciando por la etapa de recepción de los pacientes (que
incluye el primer contacto telefónico, la cita a las entrevistas de evaluación y la llegada al
Grupo RED). Así se inicia el cuestionamiento sobre la funcionalidad del Grupo RED,
esencialmente ubicada en la necesidad de entender (y resolver) los altos índices de deserción
de los pacientes que solicitan tratamiento.
5. El problema de investigación.
Podemos decir hasta aquí que como punto de partida tomamos la pregunta referente
a la funcionalidad del Modelo AMPAG. Esta pregunta, que enseguida dio lugar a muchas
otras (por ejemplo, si funcionalidad es lo mismo que curación), surgió—como ya se dijo—
de una demanda institucional formulada al personal de la Clínica a finales de 1997. Esta
demanda, a su vez, es producto de una expectativa y presión económicas en el sentido de
que la Comisión de Clínica demuestre su capacidad de autonomía a raíz de la apertura de un
segundo local (Clínica de Coyoacán). Dicha presión, por último nos condujo a la necesidad
de centrarnos en la deserción de pacientes, comenzando por estudiar la etapa en la que son
recibidos, etapa que coincide con las funciones del Grupo RED.
7. Modelo psiquiátrico.
Es el examen cuidadoso de la forma en que el sujeto percibe el mundo externo; qué tan
correctamente constata la realidad, qué tan apropiadas son sus respuestas emocionales, qué tan
efectivamente organiza sus actos para alcanzar una meta determinada, nos proporciona un cuadro
coherente de su funcionamiento psicológico. Los procesos parciales del funcionamiento psíquico no
se presentan aislados, sino con patrones de interacción dinámica.
Como instrumento de la psiquiatría dinámica es uno de los múltiples lentes que son
utilizados comúnmente para observar al Grupo RED. No se pretende que sea el único, ya
que sería reducirlo en exceso, pero se acepta y conoce su utilidad. Partiendo de esta idea,
nuestro primer ensayo evaluativo nos condujo a intentar buscar un esquema común para
realizar este examen, que nos sirviera como punto de apoyo para comenzar a realizar
medidas comparativas. Aun así, parecía seguir faltando lo psicoanalítico.
Dado que sólo el tipo de teoría que uno emplea determina si un fenómeno dado se convertirá
en dato para una ciencia más que para otra, es necesario examinar los procedimientos que vuelven
dato de la ciencia del comportamiento un hecho relativo a un organismo vivo. En la investigación de
la ciencia del comportamiento, el principal de estos procedimientos es el que define la posición del
observador en la situación en que se hace producir datos de la ciencia del comportamiento.
Comprendimos entonces que nos hallábamos frente a una Clínica que desde hace dos
décadas ha permanecido aliada a la psiquiatría institucionalizada ―en el mejor de los casos,
dinámica―; es decir, que este es el lente con el que se mira al paciente, al Grupo RED, al
grupo terapéutico y a todo el Modelo AMPAG. Con este lente, con este filtro, se recibe, se
evalúa y se deriva a los pacientes. También así se determina y establece su índice de
progreso o detención a lo largo del tratamiento.
Decidimos entonces “mirar” dentro del Grupo RED con otro lente. Tal como lo
mencionamos unos párrafos atrás, nuestra intención estaba relacionada con la necesidad de
encontrar un modelo teórico-clínico que nos permitiera conjugar una serie de requisitos,
tales como (Bernard, 1991):
1. La teoría del vínculo logra realizar un salto cualitativo de una técnica psicoanalítica
predominantemente intrasubjetiva a una teoría psicoanalítica intersubjetiva, y más aún,
transubjetiva.
Estos son algunos de los principios teóricos que nos han llevado a replantearnos la
evaluación de pacientes en el Grupo RED. Por el momento seguimos nuestra investigación,
considerando dos ejes fundamentales en la elaboración del instrumento de evaluación:
a) La psicodinamia
b) El examen mental psiquiátrico.
Conclusiones.
• Este ha sido un proceso muy fructífero, pero no hemos llegado a una conclusión
respecto al Modelo AMPAG. Apenas hemos comenzado. Como parte de nuestro
proceso de investigación hemos tenido que cuestionar al Grupo RED, así como
cuestionar y estudiar algunas de las prácticas institucionales, su historia, su contexto.
Este cuestionamiento es la puerta de entrada para poder entender el Modelo
AMPAG.
• Pensamos que al Grupo RED se le debe ver desde dos lentes: psiquiatría y
psicodinamia, que en este caso hemos decidido tomar desde la teoría vincular.
Observar al Grupo RED desde esta óptica nos permite hacer un registro del estado
del mundo interno y externo del paciente al momento de su llegada a la institución,
lo cual esperamos más adelante facilite valorar con estas mismas variables su
evolución en el tratamiento.
• Entre nuestras propuestas se encuentra la de que el Grupo RED sea coordinado por
un miembro experto y un miembro estudiante de la asociación, con lo que se
mejoraría la evaluación, contención y canalización de los pacientes ―y reduciendo
así la deserción―, a la vez que se le daría una adecuada importancia a esta instancia
institucional.
1. EVALUACIÓN INDIVIDUAL
SIGNOS Y SÍNTOMAS
_________________________________________________________________________
MODALIDADES DEFENSIVAS
NEUROTICAS (ALTO NIVEL) PSICOTICAS O LIMITES (BAJO
NIVEL)
Sublimación Escisión
Represión de los Afectos Negación
Desplazamiento Identificación proyectiva
Anulación Idealización primitiva
Aislamiento Control omnipotente
Formación Reactiva Omnipotencia
Conversión en lo Contrario Devaluación
Racionalización
Intelectualización
Regresión
Proyección
AFECTO
ESTABILIDAD ANÍMICA: ESTABLE ( ) INESTABLE ( ) CAOTICA ( )
Euforia
Irritabilidad
120
Eutimia (afecto adecuado a la circunstancia)
Angustia
Tristeza
Melancolía
PENSAMIENTO
FORMA CONTENIDO
Lógico No delirante
Ilógico Delirante (tipo)
Obsesivo
Congruente Suicida
Incongruente Minusvalia
RASGOS DE PERSONALIDAD
_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________
DIAGNÓSTICO SINDROMÁTICO
_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________
2. EVALUACION GRUPAL
Mario Campuzano
Sobre el diagnóstico
Ciertamente la alta frecuencia de sesiones del psicoanálisis clásico disminuye, pero no acaba,
con la importancia del diagnóstico: siempre es útil tener claro por dónde se navega y hacia qué
125
puerto. En la psicoterapia psicoanalítica su importancia aumenta exponencialmente debido al
bajo número de sesiones semanales, lo cual es el caso de las Clínicas de AMPAG donde la
frecuencia es de una sesión a la semana y también de la práctica privada de los socios que
suelen atender pacientes bajo el formato de una o dos sesiones a la semana.
Cuando los pacientes tienen una descompensación sintomática es necesario dedicar al
diagnóstico un tiempo suficiente, a veces varias sesiones, y en ocasiones llegar a solicitar
interconsultas. He visto en varias ocasiones depresiones tratadas por psicoterapeutas que, por
no realizar una interconsulta psiquiátrica, no les diagnostican su origen biológico y los
pacientes han tardado hasta veinte años en identificarlo como originado en un trastorno bipolar
y lograr el tratamiento adecuado. Es el caso también, como se verá más adelante, de los
intentos suicidas donde hay que diagnosticar rápidamente el origen de esas acciones y tomar
las medidas pertinentes y la línea interpretativa que corresponda.
Pero la mayor parte de las consultas psicoanalíticas actuales no son de
descompensación sintomática, sino de trastornos del carácter, sobre todo de tipo preedípico:
caracteres fronterizos y narcisistas. Esto hace que el diagnóstico estructural psicodinámico,
donde la identificación de los objetos internos y sus relaciones es tarea central, se vuelva el
más útil y eficaz para cubrir las necesidades clínicas y establecer la estrategia del tratamiento
interpretativo1. Esa es la importancia del diagnóstico psicodinámico estructural que con su
clasificación en niveles de organización del carácter permite identificar las etapas de
afectación del desarrollo y, consecuentemente, las prioridades en el trabajo interpretativo. Este
diagnóstico de la organización del carácter se complementa con la identificación de las
defensas predominantes.
Por supuesto la complejidad humana es más amplia que cualquier clasificación
diagnóstica y ésta debe servir sólo como guía general sin estorbar al establecimiento de una
relación humana y profesional profunda y la consideración de las singularidades de la
dinámica de cada sujeto derivadas de su temperamento, historia de vida e influencias
culturales.
1
En los enfoques multidimensionales como el de Kernberg y Bergeret se combinan enfoques partiendo del
enfoque kleiniano centrado en las relaciones objetales complementado con la visión postfreudiana centrada en las
defensas.
En el caso de Nancy McWilliams y su antecedente, el también popular libro de Psiquiatría Clínica
Aplicada (1971) de Mac Kinnon y Michels, se agrega la tradición norteamericana de la psiquiatría interpersonal
de Harry Stack Sullivan. En ambos casos el énfasis es sobre el enfoque postfreudiano de los mecanismos de
defensa que, en Estados Unidos, se concretara en el modelo Menninger y que fue una influencia central en las
primeras clasificaciones del DSM: la I, II y III.
126
comprueba en las viñetas clínicas).
En nuestro enfoque el concepto de vínculo está correlacionado con aquello que
Grinberg, Langer y Rodrigué llamaron “grupo psicológico” y se refiere a relaciones cercanas
con conocimiento mutuo donde consecuentemente existe una construcción psíquica común y
compartida (Kaës, 2007).
Los objetos internos y sus relaciones responden a la lógica del psiquismo y del
inconsciente. Los vínculos responden no sólo a la lógica del psiquismo, sino a la lógica de la
realidad externa y la alteridad, por lo tanto tienen otra dinámica y otras influencias. El otro, los
otros, son el enfrentamiento con la dura constatación de que son seres diferentes irreductibles a
las proyecciones de nuestros objetos internos y que no son pasivos sino capaces de respuestas
propias y variadas a esas proyecciones ya que el vínculo entre personas tiene características de
bilateralidad e interactividad. La realidad externa no sólo tiene lógica distinta a la psíquica,
sino tiene una fuerte capacidad de influencia y presión sobre los individuos a través de sus
reglas, códigos e instituciones, de la educación, de la cultura, de los medios de difusión y del
imaginario social.
Pero en dispositivos grupales diseñados para facilitar la regresión y la aparición del
inconsciente, como son los grupos psicoanalíticos, se producen fenómenos de realidad
psíquica a nivel interpersonal y grupal que requieren abordarse desde la lógica del
inconsciente.
El modelo vincular- estratégico se diferencia de otros enfoques vinculares en que las
concepciones siguen centradas en la importancia del individuo, sus pulsiones y su mundo
interno, aunque considerando siempre la interrelación con su entorno familiar, grupal, social, o
sea, con su red vincular que co-construye su psiquismo. Nacemos y nos construimos
psíquicamente en agrupaciones y vínculos y uno de los desafíos centrales del desarrollo es
lograr pasar de la indiferenciación sincrética inicial a la diferenciación individual y la
autonomía. Y a lo largo de toda la vida los grupos son espacios privilegiados de
transformación y potencial crecimiento.
El pasaje al psicoanálisis grupal implica entender al individuo en interacción con otros
y con el conjunto, donde influye y es influido, donde se establecen y coexisten procesos
intrapsíquicos, interpersonales y grupales en todos los cuales se producen fenómenos de
realidad psíquica. El inconsciente intrapsíquico freudiano y el de los vínculos intersubjetivos y
del grupo son descriptivamente iguales, pero hay diferencias en sus cualidades y formación
dinámica ya que el inconsciente intrapsíquico se forma en cada individuo por sucesivas capas
de represión a partir de la represión originaria (origen en el pasado) y corresponde al sistema
del inconsciente. En cambio el inconsciente producido en los vínculos intersubjetivos y en los
agrupamientos se produce sólo en estas condiciones de vincularidad, es situacional, y
corresponde al tiempo presente. Es decir, descriptivamente es inconsciente ya que no hay
conciencia de los efectos producidos pero dinámicamente, de acuerdo a los conceptos
psicoanalíticos clásicos, no lo es ya que el enfoque tradicional considera solamente la
construcción de psiquismo lograda mediante el apuntalamiento de la pulsión en las funciones
corporales y la relación con la madre y no la construcción de psiquismo individual y la
formación de realidad psíquica lograda mediante el apuntalamiento en otros vínculos y el
grupo (Kaës, 1978/1982, págs. 271-272), lo cual es un punto central de polémica y de
definición de posturas.
En la situación regresiva de los grupos psicoanalíticos de extraños las pulsiones, con
sus representaciones psíquicas inconscientes y los afectos ligados, se vuelven las impulsoras
de los movimientos psicodinámicos ya que, como Kaës (2007, pág. 146) lo precisa “…la
127
naturaleza y la fuerza de las pulsiones movilizadas en los miembros del grupo determinan las
cualidades y la potencia de las ligazones y desligazones en el ensamble de las psiques”.
De esta manera se pueden apreciar tres niveles de generación de fenómenos psíquicos
inconscientes: el intrapsíquico, el interpersonal y el grupal.
En cuanto al abordaje técnico este modelo busca utilizar al máximo la peculiar
dinámica que el dispositivo grupal genera como es su capacidad de comunicación en tres
modalidades: discursiva, preverbal y figurativa, amén de la multiplicidad de transferencias
que ofrecen distintos sitios para la interpretación.
La interpretación seguirá los movimientos de la transferencia en esa modalidad grupal
de ubicaciones diversas y se interpretará a partir de la modalidad transferencial utilizada para
la expresión de la situación psicodinámica del momento, de hecho en los grupos
psicoanalíticos la modalidad más frecuente de expresión transferencial no es la central, sino
las laterales. Se sigue la expresión del inconsciente en las pulsiones que promueven el
establecimiento de vínculos con otros y, como consecuencia, el movimiento de las
transferencias y las identificaciones, así como las resistencias y el conflicto psíquico, tanto en
su forma discursiva como preverbal y escenificada, tanto en su forma transferencial como
extratransferencial y psicogenética. Se busca interpretar el conflicto psíquico en todo el
triángulo mencionado, aunque iniciando en su expresión transferencial.
El agregado de una psicopatología estructural dinámica como la planteada por
Kernberg (1975, 1977, 1989, 2004) y Bergeret (1974) le dio al modelo su dimensión
estratégica al permitir establecer con claridad los objetivos terapéuticos y las prioridades a
interpretar del material que aparece en las sesiones relacionado con la psicopatología
individual.
En la realidad clínica actual resalta la existencia de una dualidad de psicopatología
conformada por pacientes edípicos donde domina la ansiedad de castración y la consecuente
inhibición, así como pacientes preedípicos donde la defensa central es la escisión y
predominan la impulsividad y la dependencia.
La capacidad de un enfoque teórico- técnico para abordar con solvencia la gran
diferencia técnica que requiere el tratamiento de estos dos grupos de pacientes se vuelve una
gran ventaja. La técnica kleiniana tiene esa capacidad por medio de un cambio de énfasis
interpretativo: en los edípicos, focalizada sobre las ansiedades de castración y en los
preedípicos, sobre las ansiedades de separación. Además, la conceptualización de Kernberg
sobre los pacientes preedípicos y edípicos descansa en la teoría de las relaciones objetales lo
cual permite una coherencia teórico- técnica.
Sin que pretenda ser exhaustivo me parece importante destacar ciertos principios que
permiten la selección de formas de intervención terapéutica grupal más adecuadas en sus
aspectos teóricos, técnicos y éticos, lo cuál implica favorecer la diferenciación individual del
sujeto en vez de estimular la llamada por Bleger (1967) “socialidad sincrética”:
(1) Quien establece la demanda psicoterapéutica y, por ende, quien busca y requiere la cura es
el individuo. El grupo es solamente un medio: el dispositivo técnico elegido para la
terapéutica.
128
(2) Como consecuencia la preocupación central del terapeuta será la comprensión e
intervención sobre la psicopatología individual (a partir de la teoría del conflicto psíquico y de
la psicopatología dinámica estructural) siempre sobre el entramado grupal donde se inserta
cada individuo.
Además, el terapeuta no manejará discursos transpoladores donde “le hable al grupo”,
le hablará sólo a los sujetos del grupo.
(3) En algunos momentos el grupo como tal se volverá protagónico y dejará de ser fondo. En
estas ocasiones se interpretará ese fenómeno coyuntural manteniendo la perspectiva de su
correlación con los miembros del grupo y la prioridad de la cura individual.
(4) Se mantendrá un interés diferencial e interactivo sobre el individuo, el otro, los otros y el
grupo. Al individuo se le interpretará su historia y su psicopatología, ya sea que se exprese en
el discurso o en otras formas, por ejemplo como escenas secundarias en las transferencias
laterales que muestran, mediante la capacidad figurativa de los grupos, el modelo
psicopatológico de quienes las dramatizan espontáneamente (nivel vertical, diacrónico);
también se trabajará lo que se exprese en la transferencia grupal. Al grupo se le interpretará su
dinámica, su proceso, su historia colectiva y su correlación con las historias individuales (nivel
horizontal, sincrónico o de la realidad psíquica grupal).
(5) El grupo sirve como pantalla proyectiva y espacio interaccional, como escenario donde se
dramatiza el mundo interno de los individuos, no sólo en el discurso sino en la formación de
vínculos intersubjetivos y grupales, así como en formas preverbales como la identificación
proyectiva e introyectiva. A todas estas formas comunicacionales se dirigirán las
interpretaciones a manera de ir evidenciando las particulares psicopatologías individuales.
(6) Se evitará, por sus efectos inhibidores del desarrollo individual, la interpretación exclusiva
sobre la transferencia central. Se aprovecharán todas las transferencias que el grupo genera
partiendo, en cada momento, de aquella utilizada por los miembros del grupo para su
comunicación, ya sea ésta lateral, grupal o central en cualquiera de sus formas expresivas:
verbal, preverbal o figurativa.
(7) No se trabajará sólo en el “aquí y ahora” transferencial (en cualquiera de sus modalidades)
sino también sobre las expresiones extratransferenciales del conflicto psíquico, así como sobre
su origen psicogenético. El mostrar la expresión de los conflictos en esas tres áreas aumenta
las posibilidades de comprensión, de elaboración y, por tanto, de cambio estructural y
conductual del individuo.
Podemos sintetizar las características del enfoque interpretativo que se realiza en este
modelo en el siguiente listado:
La cura
La cura sigue la teoría del desarrollo propia del psicoanálisis y es planteada como la
transformación evolutiva de lo indiferenciado a lo diferenciado, de la base fusional de donde
parten la vida psíquica y la grupalidad a la diferenciación edípica, así como del pasaje de los
vínculos sincréticos o hiperdiscriminados a los discriminados.
Desde la perspectiva kleiniana... no es preciso creer que existen dos clases de pacientes
totalmente distintos entre sí... y por más que sea imprescindible que el estilo y el contenido de las
interpretaciones sean matizadas de acuerdo con las peculiaridades de cada caso, y según el mayor o
menor predominio de una u otra perturbación psicopatológica, no juzgo que hayan de emplearse dos
técnicas diversas, tal como creen algunos autores que insisten en la contraposición entre conflicto y
defecto…
...Desde el punto de vista de la técnica, es muy importante destacar que en este tipo de
pacientes con un grave defecto del self las interpretaciones han de dirigirse, esencialmente, a las
ansiedades de separación y diferenciación, la superación de las cuales es... totalmente necesaria para
que puedan progresar las interpretaciones que han de mostrar al paciente la alternativa en que se
encuentra entre narcisismo y relación de objeto, para, poco a poco, enfrentarle con su problemática y
ayudarle a introyectar buenos objetos, aumentando la cohesión y solidez de su self.
A este respecto, un punto esencial es el de cómo y cuándo interpretar la agresión. A menudo,
es aquí donde se centra la discusión, ya que algunos autores, especialmente los que basan sus
interpretaciones en el conflicto, hablan del peligro de entrar en colusión con el paciente si no se
interpreta, básicamente y desde el comienzo, la agresión. Nuestra opinión es la de que el analista ha de
percatarse, en estos casos donde predomina el defecto, de que el paciente posee un self frágil, y que
necesita de su ayuda para que su desestructuración no vaya en aumento. Si el analista pone siempre en
primer lugar la interpretación de la agresión, dejando de lado la necesidad que tiene el paciente de
sentirse contenido, éste sentirá dicha interpretación como un rechazo y un intento, por parte del
analista, de desmarcarse y separarse de él con brusquedad, lo que condicionará una intolerancia a la
interpretación e impedirá cualquier insight, empeorando, así, la relación con el analista... En este
sentido nos parece muy importante destacar que... las interpretaciones referentes a la agresión dirigida
hacia el analista, antes de que se hayan desarrollado de manera suficiente tanto el sentimiento de ser
131
aceptado como la tolerancia a la separación y diferenciación, condicionan un incremento inacabable de
los sentimientos dolorosos y una reactivación de la herida narcisista y de la agresividad; ello
condiciona, a veces, un crecimiento en espiral del malestar, a medida que el analista va interpretando
(Coderch, 1995, pp. 141-142).
En la historia del psicoanálisis cuando se han abordado algunos campos nuevos se han
dado semejantes dilemas, siempre temporalmente, como sucedió en el psicoanálisis de niños y
en la aplicación del análisis a los grupos.
En un principio se creyó que no era posible analizar a los niños o que para poderlo
hacer había que realizar una preparación pedagógica previa para adecuar al niño a la situación
analítica. Melanie Klein resolvió esta dificultad mediante la invención de la técnica de juego
que se adecuaba a las posibilidades expresivas de los infantes sin alterar ninguno de los
postulados básicos psicoanalíticos. Algo semejante sucedió en el psicoanálisis grupal donde en
algunos de los primeros intentos, por ejemplo en Slavson, se buscaba moldear al grupo
mediante criterios de homogeneización e instrucción previa, para más tarde poder prescindir
de estas concesiones no analíticas al desarrollarse un aparato conceptual y técnico adecuado al
nuevo ámbito de aplicación. Actualmente persisten bastante separadas ambas tendencias
(teoría del defecto y teoría del conflicto psíquico), aunque mi postura personal es que ambas
tienen parte de la verdad, por eso en nuestro enfoque también se hace un esfuerzo por
construir materia psíquica en las zonas importantes de vacíos mediante técnicas de
esclarecimiento.
Veamos, ahora, ejemplos de sesiones que muestran la realidad clínica actual y sus
complejidades2.
2
El material presentado forma parte de varias sesiones de grupos de admisión videograbadas a finales del año
2012 para utilizarse como material didáctico para el seminario de técnica grupal. Los grupos fueron coordinados
por Mario Campuzano y colaboraron, en la grabación Bárbara Enríquez y en la reseña escrita, María Elena Rojas.
Se tomaron ambas como base para elaborar las viñetas.
132
Ella habla, a su vez, de sus propias necesidades de compañía, de haber sido muy
demandante de presencia y atención de un novio que la terminó cuando terminó los estudios
que realizaba acá y regresó a su lugar de origen, en el interior del país.
Se arma una escena secundaria en la transferencia lateral que muestra la patología de
ambos. El, demandando ayuda, con necesidad de una pareja que funcione como yo auxiliar;
ella, como hija parental ayudadora, pero con fuertes demandas de satisfacción anaclítica. Una
escena de colusión oral (Willi, 1975) donde la diada comparte la fijación en un tema del
desarrollo psicosexual aunque uno con expresiones regresivas (el hijo demandante de guía) y
otra con expresiones progresivas, aunque igualmente dependiente (la madre que guía y ayuda).
Hay total coincidencia entre la expresión figurativa en la transferencia lateral y la expresión
discursiva sobre los vínculos extratransferenciales, lo cual se aprovecha para su interpretación.
El grupo se va organizando en torno al supuesto básico de dependencia. Los demás
miembros del grupo tienden a identificarse con el tema de los vínculos dependientes, tema que
se vuelve el organizador psíquico inconsciente de esta sesión grupal.
El habla de la dificultad de estar solo y se aprovecha para señalar:
Ese es el origen de todo: la dificultad de estar solo y estar bien con uno mismo.
Llegaron después dos nuevas integrantes que se incorporaron al tema: una, If,
destacando la dependencia a su familia de origen a pesar de vivir en pareja y otra, Mf, con la
dificultad de superar la separación de un hombre con quien sigue manteniendo dependencia
afectiva. La líder inicial habla de cuánto necesita que los demás la necesiten y cuenta una
historia llena de pensamiento mágico sobre un chamán que no sabe si es real o imaginario que
la induce a tomar la identidad de otra mujer con la cual ha funcionado durante temporadas que
vive en otros lugares del país. Menciona también una enorme cantidad de estudios clínicos y
de gabinete que le han hecho en diversas instituciones médicas, incluyendo estudios
neurológicos y psiquiátricos, dándole diversos diagnósticos como esquizotipia y otros, aunque
sin ningún resultado con los tratamientos farmacológicos prescritos.
Se señala que han estado hablando de dos temas centrales: de la dificultad de estar
solos y de la dificultad de darle sentido y asumir la responsabilidad de la propia vida, el
extremo de lo cual es Jf que anda buscando quién la necesite cambiando su identidad de
manera mágica para evadir la responsabilidad sobre su vida.
If menciona cómo la dependencia a su familia de origen la ha llevado a tener
dificultades en su trabajo por conseguir situaciones de ingreso privilegiado a uno de sus
hermanos. Su comportamiento regresivo, además, ha llevado a que su jefa le quite sus
responsabilidades iniciales y la reubique en un lugar de mínima exigencia.
Se le interpreta: de tanto hacerte la chiquita lo logras y entonces te sientes frustrada
porque pierdes todo lo logrado previamente.
La sesión prosigue alrededor de los temas de dependencia y regresión, que son
interpretados en repetidas ocasiones.
Al final de la sesión se deriva a grupo terapéutico a uno de los miembros más activos:
Nf. A los demás se les pide continúen viniendo al grupo de admisión y a Jf se le esclarece su
situación: “…puedes venir al grupo de admisión el tiempo que sea necesario, pero mientras no
tengas una demanda terapéutica clara, mientras no te hagas responsable de un mínimo que
permita un trabajo psicoanalítico no podemos hacer nada por ti en esta modalidad de
tratamiento”.
Comentario:
133
En esta sesión, muy resumida, queda clara la necesidad de un diagnóstico para
establecer indicaciones terapéuticas y poder organizar una línea interpretativa eficaz.
Este grupo estuvo constituido por caracteres fronterizos simbióticos donde, además de
la dependencia, aparecieron las habituales sensaciones de vacío, ansiedad difusa y flotante,
autolesiones, ideación suicida y dificultad de autocontrol. Apareció el caso extremo de Jf, con
acentuadas defensas disociativas que, en el pasado, dieron lugar a multitud de exámenes
clínicos y paraclínicos en instituciones médicas para tratar de conseguir su diagnóstico y
tratamiento, sin mayores resultados. Su carencia de demanda psicoterapéutica y la falta de
visión sobre sí misma la hacían inanalizable, a pesar de lo cual se buscó darle oportunidad de
hacer un poco más de conciencia en sucesivas sesiones, pero no acudió a otras3.
Por supuesto habrá siempre un remanente de pacientes preedípicos que por lo
acentuado de su inmadurez u otras razones no podrán ser analizables, con ellos se tendrá que
recurrir a otros tipos de enfoques terapéuticos como los de apoyo o, en la práctica del grupo de
Kernberg, tratamiento cognitivo-conductual orientado a la modificación de ciertas pautas de
comportamiento y de relación interpersonal.
Af: Caí en cuenta que mi enojo comienza cuando después de cuatro años de análisis yo
misma me meto el pie y todos los logros que tenía se perdieron, mis años de análisis se fueron
al vacío, hace un año estaba pensando en la posibilidad de embarazarme, me dice mi mamá
que toda mi situación es por eso, porque pienso que no sería buena mamá. Ya estoy muy
bloqueada, me dan ataques de llorar y llorar. Hace dos semanas fui a Cuernavaca con mi
pareja y cuando veníamos, ya en camino, empecé a recordar la situación de mi hermano, de mi
casa y empecé a llorar, me preguntó mi pareja que tenía y le dije que me sentía muy triste,
como que algo me faltaba.
Terapeuta: Sí te falta, no tienes a tu terapeuta que te de línea, la línea no la puedes encontrar
en tí misma, todo ese trabajo no te lo apropiaste, lo tomaste como referente externo, no para
transformarte.
Af: Además sé que tengo que trabajar esa parte de mi duelo, terminar el análisis me tomó
años.
Terapeuta: El problema no es el duelo, el problema es la dependencia, la dificultad de no tener
brújula propia, depender de la ayuda externa.
Af: Justo hace un mes tuve un encuentro con mi ex analista en una presentación, no sabía que
iba a estar, total que empiezo a ver el programa y veo su nombre, cuando terminó su
presentación se acercó, me dio mucho gusto verla, la emoción de ver a alguien muy
importante en mi vida y el no querer soltarla, la necesidad de decirle: por favor cáchame.
Terapeuta: Ese es el problema: tener que depender de alguien, sea el terapeuta, la pareja o x.
Nf: si no tomas la decisión de manera consciente vas a decir: es que no sabía qué hacer.
3
En esta paciente se estableció el diagnóstico de Carácter fronterizo simbiótico con trastorno disociativo
(personalidad múltiple). Los problemas disociativos han sido objeto de atención por escritores y cineastas, pero
han sido poco comprendidos por muchos psicoanalistas y creo que en esa dificultad es determinante la falta de
familiaridad con la teoría kleiniana, por eso el excelente libro de Nancy McWilliams (2011) es pobre en el
capítulo sobre condiciones disociativas en contraste con el brillante abordaje de Grotstein (1981) en su libro sobre
escisión e identificación proyectiva.
134
Jm: vas a ir arrastrando la idea de no saber qué hacer, necesitas plantarte en la situación para
no estar perdida.
Terapeuta: no tomas riesgos, no asumes tu responsabilidad laboral, te haces chiquita, le dejas
la responsabilidad a la jefa y ella dice: te buscamos una actividad de niña chiquita.
Af: ese ha sido mi problema, ahora que vuelvo a caer no me gusta estar en ese lugar.
Jm: plántate en la situación para no estar perdida
Terapeuta: sin embargo tratas de cambiar, hay esa lucha de salirte y rentar un departamento,
aunque luego se te aguade la masa, pero hay ese esfuerzo, es una pelea interior que todavía
sigue, que todavía no logra algo definido, más estable…
Comentario:
4
En el pasado se seguían los lineamientos clásicos de no aceptar personas con tendencias suicidas en los grupos
terapéuticos (Grinberg, Langer y Rodrigué, 1957). Ahora, si se trata de depresiones e intentos de suicidio de
origen caracterológico preedípico se aceptan, ya que son situaciones crónicas que forman parte de la
caracteropatía.
135
Habla de su situación y de sus conflictos en las relaciones de pareja, de su
impulsividad y agresión para con los demás, a quienes usa en su beneficio sin mayores
consideraciones, de los logros obtenidos de esta manera a pesar de lo cual no logra estar
satisfecha. Dice tener diagnóstico de border.
Se explora sobre lo que busca en la psicoterapia y los demás participan con sus propias
experiencias en forma muy activa.
En un momento dado dice: “…debo dejar de agarrarme de la gente para que hagan lo
que yo quiero…”
Toca el tema de la dependencia de su pareja y se le confronta respecto a su modalidad
de ver la dependencia de él y no la suya.
Contesta: la mía es que me gusta que me estén consintiendo en todo.
Y concluye: es la dependencia comodina.
Se señala cómo en el caso de ella como en otros del grupo hay un esquema donde uno
está de comodino (la pareja, el hijo o hija) y el otro cumple un rol de servicio.
Se aborda el tema de la búsqueda de atención mediante esos intentos suicidas y otros
medios, así como de la dificultad de disfrutar la vida a pesar de los beneficios obtenidos.
Concluye: soy muy dura conmigo misma, quiero dejar de ser así, exigiéndome
siempre.
5
El formato de la carta de responsiva se anexa como apéndice. El manejo general de estos pacientes sigue los
lineamientos de Kernberg (1989, pág. 187).
136
La siguiente sesión se siguió trabajando sobre el objeto interno persecutorio
identificado, se le notó más relajada y se le canalizó a un grupo de dos años donde ha
evolucionado favorablemente.
137
BIBLIOGRAFÍA
Por medio del presente documento el afectado(a) y los familiares anotados abajo
consignamos que hemos sido informados de manera amplia y suficiente del trastorno
emocional de la persona mencionada, así como de la manera adecuada de apoyarlo(a) y las
formas inconvenientes, también de los alcances y limitaciones del tratamiento psicoterapéutico
y de las responsabilidades que en el proceso tendremos que asumir la persona afectada y sus
familiares para tratar de alcanzar los resultados realistas posibles.
En cuanto al riesgo suicida, paciente y familiares hemos sido informados que no hay
en la actualidad método terapéutico alguno que garantice que el suicidio no se realice ya que la
responsabilidad esencial de conservar la vida y expandirla se encuentra en manos de cada
individuo dada la situación humana del libre albedrío.
Por ende, desde la parte institucional, nuestra responsabilidad profesional queda
limitada al ejercicio honesto y responsable de nuestros métodos terapéuticos siempre y cuando
haya el mismo compromiso de la persona afectada y sus familiares y, en caso de no haber las
condiciones establecidas como necesarias, dicho tratamiento no se llevará a cabo o se
suspenderá.
Se extiende la presente para los fines legales a que haya lugar.
Atentamente:
……………
Nombre y firma.
Paciente: Familiares:
…………… ………….
Nombre y firma Nombre, firma y parentesco.
139
Capítulo 8
⇒ “el grupo RED es para hacer una selección a doble vía”, dice una de las coordinadoras
⇒ “es para que conozcan las ventajas del trabajo en grupo”, piensa la otra coordinadora RED
7
Podríamos decir que se corrobora lo observado por Luz Mª Hidalgo en su trabajo, mucho más detallado que éste
en ese aspecto, de que rara vez dos terapeutas coinciden en un diagnóstico psicopatológico.
142
La oferta ha superado a la demanda. Ya los pacientes no tienen que esperar. Más bien
hay que demorarlos, como dice Jorge Sánchez Escárcega8, para que se familiaricen con lo
grupal y la institución y luego no se vayan. Mientras tanto el grupo RED tapaba los agujeros
de las deserciones tempranas9, en vez de servir para conformar grupos nuevos, de acuerdo a
ciertos “criterios de agrupabilidad” como dice Isabel Díaz Portillo.
El cuadro siguiente da cuenta de los cambios que sufrió el modelo del grupo RED
desde los años 70’s hasta ahora, y de cómo se inscribe en esos cambios la nueva propuesta.
8
Comunicación personal en la encuesta informal.
9
Las deserciones tempranas preocupantes ya habían sido observadas en el 97 por Luz Mª Hidalgo, de hecho son
el motivo principal de su trabajo, no constituían un hecho reciente.
143
144
145
146
147
148
Actualización de los objetivos del grupo RED
Ya vimos que en los últimos tiempos el acento estaba puesto en diagnosticar, detectar,
y seleccionar a doble vía. Aquí voy a reformular los objetivos, tratando de rescatar los
objetivos anteriores. Creo importante, en primer lugar, rescatar el nombre del grupo RED, que
es una sigla y además conforma una palabra con un sentido.
La palabra RED está de moda. Todo el mundo pertenece a alguna “red” en Internet. Se
habla de “redes” de comunicación o de servicios. En terapia familiar, cuando se desea ayudar
a alguien en situación de emergencia, se habla de una “red” constituida por familiares y
amigos. Y finalmente red es “un aparejo hecho con hilos, cuerdas o alambres trabados en
forma de mallas y convenientemente dispuesto para pescar, cazar, cercar, sujetar, etc.”10 Es
una palabra muy sugerente, que habla de sostener y habla de interrelaciones. Sin duda esto la
convierte en un objetivo tácito del grupo RED.
Se han propuesto otros nombres, se le llamó primero grupo de admisión y también
GAE, grupo de admisión y espera, pero éste es el que ha permanecido: se entra a la Clínica de
AMPAG a través de una red.
Además, R.E.D., aunque por comodidad la usamos como palabra, sin los puntos,
conforma una sigla: recepción, evaluación y derivación. Cada uno de estos términos conforma
un objetivo en sí.
Recepción
El primer objetivo del grupo RED es recibir a la persona paciente que acude, recibirlo
en un contexto clínico. Lograr que el primer contacto de la persona paciente con la institución
sea un hecho clínico y no un hecho administrativo burocrático. Esto tiene que ver con la
filosofía de la Institución, con sus orígenes, y con su ideología.
El grupo RED tiene el carácter de un puente entre el afuera y el adentro de la
Institución, “entre el dolor y la esperanza”. La recepción es la entrada a este puente.
Evaluación
10
Enciclopedia del idioma, Aguilar
149
Lo representativo del grupo RED, por otra parte, es que la evaluación se hace en
grupo. Es la evaluación de una persona en interacción, donde no sólo adquiere sentido lo que
dice, sino también lo que hace en relación a los demás.
Desde el lado de la coordinación se evalúa la analizabilidad, la agrupabilidad, y la
motivación terapéutica de los pacientes. Pero se evalúa en acción, no en una observación.
La letra E ha sido entendida en algunos momentos de la historia del grupo RED como
espera, en lugar de evaluación. El grupo RED es así también un continente, “un referente
materno” de la Institución, se ha dicho. Implica una espera activa y también un espacio de
demora, donde se aprenden las reglas del juego de la Institución y de la terapia de grupo y se
hace una mutua elección, una elección a doble vía.
Derivación
La derivación es el otro extremo del puente, es la salida hacia una opción terapéutica.
Aquí el objetivo es brindar un servicio, que ya se estima que puede ser útil. Es importante aquí
la comunicación del grupo RED con el resto de la Clínica y también con otros servicios, pues
en algunos casos puede ser más adecuada otra opción.
Pero el grupo RED es un puente, no un tubo donde se entra y se sale igual por el otro
extremo. En el medio hay un pasaje a través de algo, un trabajo cuyo objetivo es evaluar,
preparar, motivar, y ayudar a asumir un compromiso.
II) Diseño del grupo de admisión de pacientes (grupo RED) con técnicas psicodramáticas
PRIMERA SESION
Objetivos
1. Explicar a los participantes qué es el grupo RED dentro del marco de la Clínica de
AMPAG y contestar sus preguntas al respecto.
3. Explicar que ellos van a ser participantes activos y no pasivos de su evaluación, que van a
hacer una experiencia grupal, y van a obtener de nosotros toda la información que
necesiten.
150
4. Explicar también que al entrar un grupo terapéutico se adquiere un importante compromiso
a largo plazo, por lo cual podemos usar también el espacio del grupo RED para adquirir
seguridad en ese sentido.
5. Exhortarlos a que completen el proceso RED, aunque decidan no entrar por el momento a
una psicoterapia.
Presentación
Propuestas técnicas
Optamos en general por hacerla en forma verbal. Cada uno se presenta en el orden que quiere,
y con su estilo y dice por qué acudió a la Clínica.
Hemos experimentado también como alternativa la presentación a través de la
dramatización de una escena significativa de la vida, pero este trabajo requiere más
entrenamiento por parte de los coordinadores y más tiempo del grupo para su elaboración.
Compartir:
Todas las sesiones en que se usa algún trabajo dramático respetan los pasos del psicodrama:
caldeamiento, dramatización y sharing o compartir.
Alternativa:
La sesión puede comenzar por las presentaciones. El puente puede quedar para el final de la
sesión. De todas maneras, da marco al inicio y el mismo trabajo lo vamos a usar en el cierre.
SEGUNDA SESION
Objetivos
Propuestas técnicas
⇒ caldeamiento: Puede hacerse con psicodrama interno o en movimiento. Les pido que
imaginen su vida de ahora, como un espacio, y las personas significativas de su vida como
personajes que pueblan este espacio. Que se den cuenta qué lugar ocupan ellos en este
espacio (sin sugerirlo trato de que se den cuenta si se ven en el centro del espacio, en un
rincón, en un extremo o dónde)
⇒ expresión gráfica del átomo social: Les entrego una hoja, para que dibujen este átomo
social. Les pido que consideren que la hoja es el espacio de su vida y que se ubiquen a sí
mismos en el lugar en que se visualizaron y a sus personajes significativos según las
distancias emocionales que sientan con ellos. Les doy indicaciones para que hagan el
dibujo en forma de mapa sociométrico, usando los códigos de la sociometría:
152
Les pido que observen su dibujo, y anoten abajo, qué va a pasar según la “tendencia”,
es decir, si las cosas siguen como están y ellos no hacen nada para cambiarlas, por ejemplo si
no entran en terapia, qué va a pasar.
Luego les indico que dibujen un segundo mapa sociométrico que exprese el futuro
deseable o futurable: cómo quisieran ellos que su vida esté dentro de dos años, por ejemplo,
(tiempo que dura más habitualmente la terapia grupal en AMPAG)
Abajo de este segundo mapa les pido que anoten lo futurible: lo que consideren posible
de lo deseado, el futuro factible, que puede coincidir o no con el ideal.
TERCERA SESION
Objetivos
CUARTA SESION
Objetivos
1. Que cada integrante haga una autoevaluación a través de lo trabajado en el grupo RED,
completada por los compañeros
2. Que el equipo haga una “devolución” al grupo y a cada uno
3. Que el grupo tenga oportunidad de hacer todas las preguntas que necesite hacer sobre el
funcionamiento de los grupos terapéuticos.
4. Formalizar la derivación.
5. Dar un cierre al trabajo realizado
Propuestas técnicas
Autoevaluación, evaluación de c/u por parte del grupo, devolución de los coordinadores,
información adicional sobre los grupos, derivación (asignación de un grupo terapéutico).
154
Se realizan en forma verbal, en ese orden.
Con este trabajo, ofrecemos a los integrantes del grupo RED una analogía o metáfora,
que representa nuestra propuesta de trabajo en el grupo RED, tomando la frase de Mario
Campuzano: “puente entre el dolor y la esperanza”, y el nombre del grupo “RED”, que ahora,
además de ser una sigla, adquiere sentido por la palabra red: la red de compañeros y terapeutas
que los acompañan en el puente.
Las analogías son utilizadas en la hipnosis ericksoniana, en gestalt, en rève eveiller y
en psicodrama para accesar al hemisferio derecho, sobre la base de que para el Inconsciente
los símbolos equivalen a lo simbolizado, pero son más accesibles. Con la analogía del puente,
ayudamos a reencuadrar la visión que cada uno tiene del ingreso a una psicoterapia.
Si el grupo parece muy activo desde un comienzo, el trabajo puede realizarse en
movimiento, en lugar de usar el psicodrama interno, encarándolo como una ceremonia de
inicio. Las ceremonias tienen el mismo objetivo de simbolizar algo que pueda ser luego
reforzado por el símbolo.
Nosotros como coordinadores proponemos la analogía, para connotar positivamente el
inicio a terapia y contrarrestar otras analogías con las cuales el paciente puede estar llegando a
la primera entrevista, por ejemplo: “estoy aquí porque he fracasado en mi vida, porque me
siento hundido, porque estoy en una trampa en la que no encuentro salida”. Ofrecemos
entonces un puente, como representación de este paso que ellos están dando para salir de la
trampa, del hoyo, para aprender del fracaso o lo que sea que imaginen.
155
Cada participante va a dar el entorno personal a este puente, en su imaginación o en la
ceremonia grupal, apropiándose de la metáfora y haciéndola suya. De la misma manera la red :
ahora es muy actual este término porque remite al internet, y da bien la idea de una red virtual
que acompaña y contiene.
La analogía del puente puede usarse también para cerrar el ciclo red, de la manera que
crea conveniente el coordinador: en movimiento o con psicodrama interno, usando la variante:
“llegamos al final de este puente y entramos en un terreno diferente, el del grupo terapéutico;
han dejado de ser víctimas de las circunstancias o de lo que les pasa, para ser participantes
activos de su curación o superación; inicia una etapa nueva”.
Hacer una presentación verbal es importante, porque quienes consultan desean hablar
y que se los escuche. Tiene que haber espacios verbales suficientes. Aunque la presentación
sea verbal, además, lo que la persona dice va acompañada en un grupo siempre de cómo lo
dice, de lo que hace y cómo lo hace. El coordinador puede hacer algún señalamiento en este
sentido y/o estimular al grupo a hacer comentarios sobre esto.
Es importante que esta presentación sea libre y no una entrevista dirigida por el
coordinador para detectar signos de enfermedades. 11 Esto es coherente con lo que queremos
rescatar de los primeros modelos de AMPAG. Transcribo un párrafo del artículo de Royer y
Scornik 12: “En vez del afán clasificador que se manifiesta y pone en práctica en la
organización burocrática, nos dispusimos de entrada a escuchar a los pacientes y a que ellos
se escuchen entre sí”...”...nuestra función no es juzgar ni reprimir, sólo tratar que juntos
veamos qué les pasa...”
Inversión de roles
11
Mi sugerencia es que el coordinador se plantee hacer el diagnóstico DSM IV en la última entrevista RED. Es
probable, que a esa altura ya lo tenga hecho, y si no es así, allí puede indagar lo que le haga falta para
complementar el diagnóstico
12
“La dimensión institucional en una tarea clínica, los grupos de admisión, Royer y Scornik, presentado en Junta
Clínica ordinaria de AMPAG, 21 de junio de 1977, pág.71 y 76
13
Moreno, El Psicodrama, pág. 17. A mis alumnos, este lema les resulta especialmente sangriento, por lo que lo
evitan, y hablan delicadamente de la inversión de roles como “ponerse en los zapatos del otro”.
156
• ver la situación desde el lugar del otro
• verse a sí mismo desde los ojos del otro
En esta instancia de grupo RED, nos da también una orientación diagnóstica sobre la
posibilidad de alguien de trabajar en grupo. Alguien que no puede hacer una inversión de
roles, alguien que no puede situarse en el lugar del otro y hablar desde ese lugar, seguramente
tendrá dificultades para trabajar terapéuticamente en un grupo.
En mi experiencia profesional, he observado que los pacientes psicóticos, o con fuerte
estructura caracterial, tienen muchas dificultades para invertir roles. En grupos de pacientes
psicóticos en los que se trabaja con psicodrama, la inversión de roles lleva a un aprendizaje de
la comunicación con los demás. En pacientes caracteriales, la resistencia a la inversión de
roles es más consciente y expresa en general el miedo a cambiar su perspectiva sobre la
realidad. Puede ser muy confrontativo para estos pacientes, porque los enfrenta con su
motivación terapéutica.
En la versión 114, además, el trabajo tiene varias etapas:
1. elegirse para trabajar de a dos: esto implica manejar aceptaciones y rechazos, poner a
prueba lo que en psicodrama se llama factor tele, comunicación a distancia, capacidad para
establecer relaciones no trasferenciadas, elegirse mutuamente en una relación productiva
con otra persona para realizar una tarea dada.
2. presentarse a otro, teniendo en cuenta al otro (lo que puede interesarle, lo que va a
comprender) y a uno mismo (elegir lo que uno quiere decirle)
3. escuchar al otro, no sólo las palabras, sino también percibir el lenguaje corporal, tono de
voz y lo que comunica globalmente, estar disponible para oír al otro.
4. invertir roles con la fundamentación explicitada antes.
Atomo social
El átomo social es el núcleo de personas significativas con las cuales un individuo está
conectado o relacionado. El ser humano nace y se desarrolla en grupos. A lo largo de la vida,
vamos pasando por diversos átomos sociales: la madre primero, la madre más el resto de la
familia, la familia más los personajes de la escuela más los amigos y vecinos, etc. Estos son
átomos sociales reales. Cuando se trabaja en terapia familiar, podríamos decir (con las
restricciones del término) que estamos trabajando con un átomo social real.
De cada uno de estos átomos sociales queda en el individuo un equivalente perceptual,
que además influye y determina en cierta manera las percepciones posteriores. Así cuando un
individuo, presenta su átomo social en forma verbal o en el espacio dramático, está en realidad
hablando de su átomo social perceptual, cómo él percibe a la gente que lo rodea y la forma en
que se relacionan con él, con toda la historia de sus vínculos anteriores que determina además
que él perciba a la gente de esta manera. 15
14
En los años 70’s vi por primera vez coordinar este trabajo a Zerka Moreno, la viuda de J. L. Moreno. Hay
muchas variantes de este trabajo, con y sin inversión de roles, con y sin metáfora, presentándose al compañero a
través de un otro significativo, presentando al compañero al grupo en cambio de roles, y todas las que puedan
quedar a cargo de la creatividad del coordinador. En manos de coordinadores sin entrenamiento en psicodrama,
este trabajo se fue cosificando y estructurando, hasta ser convertido en una de estas especies de recetas de cocina
del psicodrama que los legos gustan llamar “dinámicas de grupo”. He llegado a saber que tiene incluso un nombre
muy inspirado “la dinámica tipo A y B”).
15
Mónica Zuretti, “El hombre en los grupos”, Lumen - Hormé, 1995, Argentina
157
Podríamos decir que el concepto moreniano de átomo social perceptual está
emparentado con el concepto de Pichon Rivière de grupo interno --que retoma René Kaës en
su concepción del aparato psíquico grupal--, porque finalmente, la percepción de los vínculos
actuales siempre está determinada por los vínculos con el grupo primario.
Moreno habla además de átomos culturales, porque no concibe las relaciones en
términos de personas o personajes, sino de roles y roles complementarios, de vínculos, pero no
voy a ahondar en esto, no creo que sea necesario para esta fundamentación.
La representación gráfica del átomo social se hace casi siempre en círculos
concéntricos16, donde en el centro se ubica a la persona, y luego a sus personas significativas,
de las más cercanas, a las más lejanas. Hay varias versiones de este modelo, una de Moreno
mismo, otra que sugiere Ann Hale, otra de Karl Hollander. En el modelo de Ann Hale se
separa el átomo social del átomo social perceptual, es decir se separan las dos vías del vínculo:
cómo se relaciona la persona con los demás y cómo cree que los demás se relacionan con ella.
Yo he hecho esta modificación de pedir que cada uno imagine que la hoja es el espacio
de su vida, se dé cuenta cuál es el lugar que ocupa y desde allí establezca las distancias con los
demás. Creo que es importante saber si una persona siente que ocupa “el centro de su vida”, o
se siente al margen de la misma. No le doy a esto una connotación fija, sino que permito que
cada uno le dé la suya. Así por ejemplo, para alguien estar en el centro puede significar estarse
haciendo cargo de la vida de los demás y siente que necesita hacerse a un lado, mientras otra
persona se ubica en un rincón de la hoja porque se siente efectivamente arrinconado y limitado
en su espacio y desea en el futuro “pasar al centro” como una manera de tomar control de su
vida, de convertirse en protagonista de su propia vida.
También prefiero representar los vínculos a doble vía en el mismo mapa, como se
representan en el sociograma del test sociométrico, porque creo que da un panorama más
amplio de un solo golpe de vista.
En la crónica de un grupo se pueden apreciar varios ejemplos de átomos sociales.
He aplicado al trabajo con los átomos sociales, una idea tomada de otro contexto, el
contexto de la planeación estratégica en la administración de empresas.17 Miklos, catedrático
dedicado a esta especialidad, explica la importancia de no planear a futuro, sino de planear el
presente a partir del futuro. Cita un pasaje de “Alicia en el país de las maravillas” en que
Alicia le pregunta al Gato de Chester cuál camino debe tomar y él le contesta “eso depende
mucho de a dónde quieres ir”.18
El átomo social deseado, del futuro, le permite a cada uno establecer una meta, un
objetivo de vida. Sin duda las circunstancias pueden cambiar, y los planes pueden cambiarse
en la marcha, pero es siempre una referencia de adonde se quiere ir y qué hay que hacer para
llegar.
16
Ann E. Hale, “Conducting Clinical Sociometric Explorations, A manual for psychodramatists and
sociometrists.”1981, Royal Publishing Company, Virginia, USA
17
Tomás Miklos Ilkovics, “Liderazgo Siglo XXI y Administración Holística”, en “EL ROL DEL
ADMINISTRADOR EN EL CONTEXTO ACTUAL”, UAM Azcapotzalco, 1999, México
18
Lewis Carroll, “Alicia en el país de las maravillas”, Editorial Porrúa, México, pág.32
158
Este es un trabajo sencillo, que se puede repetir en el curso de la terapia, o hacia el
final de la misma, para hacer una comparación y apreciar los cambios. Se puede plantear que
es como repetir una radiografía para ver la evolución.
Observar “el futuro tendencial” permite a cada uno darse cuenta de qué puede pasar si
no modifica nada en su vida. El futuro tendencial muchas veces se señala en los átomos como
“puedo caer en un gran aislamiento” o “puedo alejarme cada vez más de mis hijos”, etc.
El futurible, el futuro factible, implica aceptar el criterio de realidad. Ramón, de la
crónica de grupo, por ejemplo, observa que la tendencia de su átomo social es catastrófica: por
estar tan enajenado en su trabajo corre peligro de perder a su mujer y a sus hijos, sentir
entonces que el trabajo no tiene sentido porque no tiene por quién trabajar, y caer en el
aislamiento y la depresión. El desea, como futuro ideal conservar a su familia. Su mujer está
pidiéndole el divorcio, por lo cual esto no va a depender sólo de él, no es muy probable que
suceda. Lo futurible es, entonces, cambiar su relación con el trabajo, tratar de acercarse a su
mujer y a sus hijos y conservar a toda costa la relación con sus hijos aunque su mujer decida
separarse de todas maneras.
Otro punto que me gusta señalar, es cuál es el primer paso a dar, para comenzar a
acercarse al futuro deseado o posible. Esto se ve mejor cuando se trabaja el átomo social
dramáticamente.
El análisis del átomo social se enriquece mucho al ser hecho en forma grupal. Los
compañeros dan sus opiniones, pero además pueden hacer comentarios en el sentido de
relacionar la conducta o actitud del compañero en el grupo, con lo que se ve en el átomo
social. De esta manera se propicia también la vivencia de la terapia de grupo.
El análisis del átomo social se enriquece más aún si puede ser dramatizado. Los
personajes adquieren voz. El dibujo se transforma en una imagen, o como le llamó Virginia
Satir en su trabajo con familias, “una escultura”.
La inversión de roles ahora se experimenta en relación a los personajes significativos
de la vida de cada uno.
Los movimientos que hay que hacer para pasar de la situación actual a la futura, se
clarifican mucho más si son dramatizados19. Alguien puede darse cuenta que lo primero que
tuvo que hacer fue ponerse de pie, o voltearse, o cambiarse de lugar, o que lo primero que
hace es sonreírle a alguien. Esto puede ser rápidamente decodificado por el protagonista en
términos de actitudes o conductas.
Cuando hay duelos sin resolver, se ven claramente en una dramatización, porque el
padre muerto pero presente, o la ex esposa divorciada pero sin despedir, muestran la
dimensión de su presencia en la vida del protagonista, como fantasmas. Se evidencia entonces
la necesidad de elaborar el duelo en una psicoterapia.
19
Esta idea la tomé de López y Población, “La escultura y otras técnicas psicodramáticas aplicadas en
psicoterapia”, Paidós, 1997, España
159
Cierre del grupo RED
Se trata de dar una conclusión al grupo RED, para pasar a otra etapa. El “equipaje” o
maleta y el armado de la red tienen el objetivo de concretizar lo trabajado como preparación
para el grupo terapéutico. Este cierre da también el modelo de una elaboración de un duelo en
pequeña escala, al plantear una despedida en la que cada uno se queda con algo, un equipaje y
un modelo de interacción productiva entre compañeros: la red.
El juego dramático que se propone como alternativa, resalta el carácter de “esperanza”
que los espera del otro lado del puente, según la frase de Campuzano que hemos tomado como
guía en este diseño.
Participantes:
Equipo coordinador
En esta sesión yo dirijo todos los trabajos psicodramáticos, porque estamos ensayando
el diseño nuevo, y Angélica participa como yo auxiliar en la dramatización y como co
coordinadora en los espacios verbales. Martha funciona como observadora.
Primera sesión:
Encuadre
Explico primero el encuadre del grupo RED y sus objetivos. Luego pido que se
presenten, diciendo quiénes son y por qué están acá.
Presentaciones
Susana es la primera en presentarse. Lo hace muy brevemente. Dice que ha tenido una
materia de psicología en la Universidad y que eso la confunde. Busca entenderse a sí misma y
estar lo mejor posible.
Luego habla María. Es una mujer atractiva, delgada, vestida en forma atractiva y
femenina, pero tiene algo de masculino y hace muecas muy exageradas al hablar que la afean.
Me hace pensar en María Félix por lo intensa y combativa. Dice que ya ha estado una vez en
un grupo de AMPAG, pero sin duda no era su momento. Abandonó el grupo y fue a terapia
individual. Ahora volvió a consultar y cree que está preparada para un grupo. Es académica en
la universidad. Ha hecho una carrera científica, la misma de su padre. Consulta porque está
sola. Vive sola y tiene graves problemas para relacionarse.
160
Ramón es un hombre delgado, pulcro, de traje y corbata, peinado con cuidado. Dice
que lo envía aquí su mujer, quien está en terapia aquí mismo en AMPAG. El se ha dedicado al
trabajo, ha trabajado y trabajado y de pronto se da cuenta de que se ha alejado de su mujer y
sus hijos. Aquí yo entiendo que su mujer lo manda a terapia con la esperanza de arreglar las
cosas, ya que él solamente dice “tenemos problemas”, pero luego él comentará que el divorcio
ya está iniciado. Ramón llega a consulta cuando ya arde Troya.
Cecilia, que está sentada hecha un rollito, como si se escondiera, dice que hace tres
meses comenzó a sufrir crisis que creyó eran convulsivas, pero eran nerviosas, necesita que le
ayuden, quiere salir adelante. Es sociable en lo superficial, pero cuando se trata de hablar de
ella no puede expresarse, y menos si se trata de expresar el enojo.
El último en presentarse es Richard, es extranjero, habla con acento. Es terapeuta, ha
hecho una formación en otra institución. Ha estado ya un tiempo en terapia individual, y vio
con su terapeuta la posibilidad de entrar a un grupo. Habla de su interés en la experiencia de la
terapia grupal y de su interés en la gente en general. Está casado por segunda vez después de
un divorcio y tiene una hija adolescente en este matrimonio, al que describe como una buena
pareja. Del matrimonio anterior tiene tres hijas, a las que ve poco.
Les pido que piensen cómo se han presentado y si quisieran agregar algo ahora que
escucharon a los compañeros.
Richard interviene: “Di mi ficha de identificación, pero no dije como soy. Soy un
hombre sensible, me gusta estar con la gente, por eso elegí esta profesión”.
Susana se presenta ahora a través del divorcio de sus padres cuando ella tenía 6 años:
esto le cambió la vida. Ha tenido que salir a trabajar, y estudiar al mismo tiempo. Ellos
hicieron las cosas mal. Su madre estuvo muy deprimida y ella y los hermanos, tuvieron que
hacerse cargo de muchas cosas. Ha estado muy enojada con su padre, que es un hombre muy
difícil de abordar. “Uno dice que entiende a los padres, pero no es así, a uno le falta el cariño
de los padres.”
María también es hija de padres separados. “Eso me ha incapacitado para consolidar
una pareja”, dice. El padre va por la 3ª mujer y ella es idéntica a él en todo. El le mintió, le dijo
que la disciplina daba la felicidad y no era cierto. María se presenta como “la intensa” “la más
violenta”, la más conflictiva, la más difícil. Ahora se me aparece Sor Juana: “yo, la peor de
todas”. Su madre dice que “aún regalada es cara”.
También el padre de Cecilia se fue hace 20 años y no lo volvió a ver.
Ramón mira con sus ojos muy abiertos y repite varias veces que esto es totalmente extraño e
inusitado para él. Pero el tema le llega: “cuando Susana habló de su padre, creo que mi hija me
va a reclamar así”
Inversión de roles
Comentarios
Luego comentamos qué sintió cada uno desde el lugar del otro y si le aportó algo lo
que dijo el compañero desde su lugar. Así Ramón aceptó que era cierto que él probablemente
no quería saber qué pasaba en su casa. Richard no acepta que él venga como terapeuta al
grupo, pero de todas maneras comienza a centrarse más en sí mismo y a hablar de él. María
dice que le sirvió todo. Lo que dijo de Ramón vale para ella. Ella también es autosuficiente,
muestra una careta y luego se “corta las venas con un ejote”.
Después de los comentarios terminamos la sesión. Todavía aquí no habíamos pensado
en el uso de los elementos del grupo RED para darle marco al trabajo de evaluación, por lo
tanto en esta sesión no usamos las metáforas de la red y el puente como tema de una
visualización. Se nos ocurre la idea al final, y la utilizamos como cierre del grupo en la cuarta
sesión.
Segunda sesión
Comenzamos la sesión hablando en forma libre. Cada uno comenta algo de cómo se
sintió en la semana. Ramón no ha llegado y se hacen apuestas de si va a venir o no. Las
apuestas son parejas: la mitad del grupo cree que no va a venir y la otra mitad que sí. No hay
otras ausencias.
Como hay un ambiente muy activo, decido hacer el caldeamiento para el átomo social
en movimiento, en lugar de con psicodrama interno, para aprovechar el clima. Retiramos las
sillas y les digo que recorran el espacio del salón. Que imaginen que éste es el espacio de su
vida de ahora. Que lo recorran teniendo en su mente a las personas significativas de su entorno
y las cosas que comparten con ellas. Que luego se detengan en un lugar que pueda representar
el lugar que ocupan en su vida de ahora, y que imaginen como se distribuirían en el espacio las
personas en las que pensaron, quiénes estarían más cerca y quienes más lejos y qué lugar
ocuparía por ejemplo el trabajo o la escuela.
Damos luego las instrucciones para dibujar el mapa sociométrico del átomo social,
panorama actual y futuro ideal, y cada uno lo elabora. Doy las instrucciones también de que en
el mapa del presente escriban cuál es la tendencia, hacia donde van las cosas si no se hace
nada y que en el mapa del futuro ideal pongan lo futurible, el futuro posible y el primer paso
162
que deben dar para que esto se cumpla. Recalco que el futuro ideal puede a lo mejor depender
de otras personas, y que lo posible es lo que cada uno puede cambiar.
Comentarios
Los mapas resultan muy elocuentes por sí mismos. Una vez terminados los
comentamos.20
María:
Su mapa del presente impresiona por lo abigarrado de los vínculos. Los vínculos
positivos, de amor o amistad están resaltados, para expresar la intensidad. Sin embargo, el
comentario de María es que la tendencia es a “ir restringiendo cada vez más sus afectos a
algunos miembros de la familia: mamá, hermana hermano y sobrinos”. El vínculo con el
padre, que está marcado en rojo, en negativo, “se tornaría verde” si no se analiza, se volvería
indiferente y ella tendería a aislarse, “ a tener actitudes absolutamente solitarias”.
En cambio en el mapa del futuro ideal los vínculos son todos positivos, pero los trazos
son delgados, las intensidades son medidas. Richard comenta que le impresiona la armonía del
dibujo y María escribe: “que todas las relaciones afectivas sean equilibradas”. El primer paso a
dar es trabajar en su autoestima. Se hace muy claro también que necesita trabajar el vínculo
con su padre, que desea tener una buena relación con él, estable y cercana y no permitir que el
enojo se transforme en alejamiento. En este grupo, el representante del padre para María es
Ramón, pero no nos vamos a dar cuenta hasta la siguiente sesión.
Richard:
Cecilia:
20
ver mapas
163
Cecilia también se ve arrinconada en el presente y en el centro en el futuro deseado,
pero lo que más impresiona en sus mapas son las distancias. En el presente las distancias son
muy grandes. Sólo mamá está cerca. También hay muchos rojos. En el futuro en cambio, las
distancias se acortan, y ella aparece rodeada de un nidito de vínculos positivos cercanos y un
par de verdes. El vínculo con el padre es uno de los que se acercan y positivizan.
En estos mapas se ve que hay algún conflicto o episodio traumático con religiosas, que
le ha hecho negativizar su vínculo con su religión. No abrimos esto en el grupo de evaluación,
no lo consideramos pertinente ni necesario, ya que ella sólo lo menciona. De la misma manera
María ha tocado el tema pareja en forma deliberadamente vaga, sin profundizarlo, Pensamos
que estos temas más íntimos, si no se abren espontáneamente, es mejor dejarlos para el grupo
terapéutico, donde va a haber un continente más prolongado.
Susana:
Cierre
Después de estos comentarios, dirijo un breve psicodrama interno, donde cada uno
siente o visualiza este primer paso de cambio hacia un futuro deseado. Cerramos la sesión.
Tercera sesión
Precaldeamiento
Están todos otra vez. Ramón ha reaparecido. Cuando entran al salón, María se está
quejando de que Richard sólo saludó a Ramón y se olvidó de ellas (las mujeres del grupo).
Richard se disculpa, pero señala la gran alegría que le da el regreso de Ramón. Richard vive
en un mundo de demasiadas mujeres, que seguramente siempre están reclamándole como lo
hace María. Ojalá podamos derivarlo hacia un grupo donde haya otros compañeros hombres.
Ramón explica que estaba en el hospital, que no pudo ni siquiera llamar. Tenía una
herida en el brazo que se infectó y tuvo que ser curada en el hospital. Una herida que descuidó,
así como descuidó la lejanía que se iba dando con su familia. Parecería que Ramón no hace
164
caso a las señales de su cuerpo ni de sus vínculos. La herida en su familia también se ha
infectado.
Comentan cómo se han sentido en la semana. María ha estado muy contenta y
positiva, siente que fue un buen trabajo el de la semana anterior.
Susana y Cecilia, en cambio, han estado enojadas e irritables. Entrar en este puente, que es el
grupo RED, puede aliviar, porque ya es comenzar algo, o enojar, porque implica ponerse en
contacto con cosas dolorosas. María ha estado más tranquila y alegre y entonces todo a su
alrededor ha estado más agradable. Susana que tenía una actitud muy positiva (algo así como
que esto va a ser sencillo y rápido) en cambio, siente que se han removido cosas de su vida
que no le gustan. Cecilia también ha estado sensible, pero en el grupo se la observa mucho
más participativa, su cambio es notorio, y hasta físicamente se la ve cambiada, se ha cortado el
pelo, se ve más bonita, y toda su actitud es más espontánea.
Caldeamiento
• Antes que nada, el trabajo, muy cerca, a su derecha, representado por María, con los brazos
extendidos, ocupando mucho espacio.
• Detrás de él su familia de origen: Cecilia en el lugar de su mamá viuda
• Angélica, mi co coordinadora, como su hermano mayor
• Frente a él Susana, representa a su mujer que se aleja
• Junto a ella dos cojines representan a los niños
Lo vuelvo a su lugar, y exploro cada uno de los lugares con inversión de roles. Cada
uno de los personajes le da un mensaje. No permito que él conteste, porque considero que esto
ya sería entrar en un trabajo de elaboración que no quiero comenzar en este período de
evaluación. Lo que mejor nos permite evaluar es lo que él recibe.
En estos intercambios vemos que el trabajo se presenta como un jefe exigente y
absorbente: hay que hacer esto, urge lo otro, etc.
Vemos el peso de la familia de origen. Desde el lugar de la madre, Ramón se dice a sí
mismo: “debes tratar de conservar a tu familia, acuérdate de lo que decía tu papá, que no hay
que olvidar la hora del té: te quiero, te amo, te necesito“.
21
Ver dibujos
165
La voz de Ramón se quiebra. Hay algo muy contradictorio aquí en su vida. Esta madre
que aparece aquí tan cálida, trayendo el amoroso mensaje del padre muerto, en realidad según
la descripción verbal de Ramón ha sido una madre sumisa junto a un padre exigente y
autoritario y tiene una hija esquizofrénica. No vamos a abundar en esto. Probablemente
Ramón haya recibido muchos dobles mensajes en relación al amor y a la familia. Nos
limitamos a ver el peso que esto tiene sobre él y como queda pegado a su familia de origen y
no puede avanzar hacia la propia.
Desde el lugar de su mujer dice claramente que ella quiere el divorcio, y que si se
rescata algo será después del divorcio. Cuando Ramón se acerca, ella se aleja (Susana lo hace
espontáneamente y Ramón dice que así es). y los hijos también.
Ramón mira desolado hacia el trabajo y dice: “así mi vida carece de sentido. Me he
dedicado 100% al trabajo, pero ahora no hay por quien trabajar”. María se aleja y Ramón
queda solo por un momento, como en medio de la nada.
Entonces avanza hacia los hijos y estos lentamente van aceptando el acercamiento del
padre. Por eso, aunque en el futuro deseado de Ramón, la familia está unida, en el futuro
posible, él recupera por lo menos a sus hijos. Hace que los yo auxiliares se suban en sillas,
para representar que lo que más desea es verlos crecer y desarrollarse, acompañándolos en este
crecimiento.
Grupalización
En acción la tendencia , el futuro deseado y el posible, surgen con mucha facilidad, los
yo auxiliares colaboran. Ofrezco ahora al grupo la imagen de Ramón y les pregunto si esto
tiene que ver con su vida.
Richard dice que se ha identificado con todo, y que está muy conmovido.
Cecilia dice que ha pensado en su papá. Le indico que le hable a Ramón como si fuera
su papá. Luego hago una inversión de roles y como su papá, Cecilia se pide perdón por su
lejanía.
Susana ha pensado también en sus padres. Dice que le va a mandar un telegrama de
cumpleaños. Hago que ponga este telegrama en voz alta, dirigido a Ramón como su papá. El
telegrama dice: “deseo que tengas un cumpleaños muy feliz, te quiero mucho, Susana” . Hago
también una inversión de roles y luego Susana dice que también se recordó de su mamá. Con
Cecilia en el rol de su mamá, le habla, y luego invertimos roles para que se escuche a sí misma
desde el rol de la mamá.
Le ofrezco la imagen también a María, pero me contesta que no, que no le surgió nada.
Cuando nos sentamos, sin embargo, dice que está muy enojada, porque se le dedicó la sesión a
una sola persona: Ramón. Me pongo yo y todo el grupo junto a Ramón, como cuidándolo y
atendiéndolo, y le pregunto si eso sí le sugiere algo de su vida. Me dice que no, que no hay
nadie en el mundo que no voltee a verla. Yo volteo y le digo que es cierto, que yo también he
volteado varias veces a verla, y le he preguntado si quería ver algo de su vida que le hubiera
recordado la imagen de Ramón, pero que ella no quiso. Angélica interviene, suavizando la
situación, ya que hay una fuerte reacción (¿transferencial, o producto de mi error de no hacer
que se eligiera protagonista?) conmigo.
Luego comentamos, y María acepta que ésta es una de las cosas por las cuales su ex
terapeuta le dijo que era “un caso perfecto para grupo”: le cuesta mucho compartir el espacio.
Dice “no es por virtuosa que estoy sola”.
166
María ha actuado su enojo, en vez de dramatizar. Aún reconociendo que yo puedo
haber cometido un error, esto no es un buen pronóstico para ella de trabajo en un grupo. Pero
sí es de buen pronóstico que haya recuperado luego su actitud. Al terminar la sesión, Martha,
Angélica y yo pensamos que sería bueno elegir cuidadosamente el grupo en el que María va a
entrar. Pensamos si será mejor un terapeuta fuerte, que aguante sus enojos con fuerza, o
alguien muy calmo, o un interpretador kleiniano de hueso colorado. Jugamos con nombres.
Los demás compañeros han aprovechado mucho la dramatización de Ramón. También
han aprovechado el trabajo de grupo. Comentan qué buenos yo auxiliares fueron todos, como
hicieron su papel de maravilla.
Les pedimos que nos dejen sus horarios posibles para estudiar su derivación a un
grupo terapéutico.
Cuarta sesión
• que cada uno haga su autoevaluación, con ayuda del grupo, incluyendo lo que ha aprendido
de sí mismo y de su posibilidad de trabajar terapéuticamente en grupo en estas sesiones.
• dar nosotros una devolución de como vimos el trabajo del grupo y de cada uno
• que hagan todas las preguntas que necesiten sobre el funcionamiento de los grupos y de la
institución.
• hablar sobre la derivación: a qué grupo va a ir cada uno
• cerrar el trabajo RED y despedirnos.
Autoevaluación
Derivación e información
Todos han trabajado bien en grupo y parecen verse beneficiados por la compañía de un
grupo en un proceso terapéutico. Pasamos entonces a la derivación. Tratamos de tener en
cuenta no solamente el horario, sino también otros factores: personalidad del terapeuta y
composición del grupo, por ejemplo.
168
Luego contestamos todas las preguntas que se les ocurre hacer. No son muchas las
preguntas, más que nada preguntan cuestiones prácticas: los honorarios, tiempo de duración de
su grupo y de cada sesión, qué pasa si a alguien le cambian el horario en el trabajo o en la
escuela, etc.
Terminadas las preguntas, digo que voy a hacer un cierre vivencial. Les pido que
cierren los ojos y que visualicen o sientan o tengan la idea del trabajo que hemos hecho en el
grupo RED como un puente que han recorrido en compañía de la RED de compañeros y de
nosotras, el equipo.
Están llegando al final del puente para pasar a otra etapa. Cada uno se da cuenta de que
lleva consigo una pequeña maleta o bolsa, que es su equipaje para esta nueva etapa del viaje.
Revisan el equipaje. Allí se llevan lo que han aprendido de sí mismos en el grupo RED y sin
duda llevan también algo de cada uno de los compañeros. Van a guardarlo con mucho
cuidado, porque les va a ser muy útil.
Al abrir los ojos, van a estar al final del puente, se ponen de pie y se despiden. La
despedida es emotiva, han compartido la primera etapa de la aventura, se desean suerte.
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171
172
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174
175
V) Conclusiones
BIBLIOGRAFÍA
La dimensión institucional en una tarea clínica: los grupos de admisión, Gilou Royer de
García Reinoso y Horacio Scornik, experiencia hecha en Buenos Aires, Argentina, en los años
73-74, presentado en AMPAG en 1977
Experiencia en el CIJ, del año 76, referida por Horacio Scornik en el mismo artículo anterior
(faltan varias páginas a este artículo y parece que son irrecuperables)
Bibliografía que fundamenta el modelo de grupo RED con técnicas del psicodrama
• Bello, María Carmen “Introducción al psicodrama, Guía para leer a Moreno”, Editorial
Colibrí, México, 1999
• Bello, María Carmen , Reporte presentado a la Clínica de AMPAG, sin editar, 2000
• Bello, María Carmen, El grupo Red, puente entre el dolor y la esperanza, Subjetividad y
Cultura Nº 16, Abril 2001, Editorial Plaza y Valdés, México
• Bustos Dalmiro, “Psicoterapia psicodramática”, Paidós, Argentina, 1975
• Carroll, Lewis, “Alicia en el país de las maravillas”, Editorial Porrúa, México,
• Hale Ann, “Conducting clinical sociometric explorations, A manual for psychodramatists
and sociometrists.” Royal Publishing Company, Ronakoe, Virginia, USA, 1981
• López y Población, “La escultura y otras técnicas psicodramáticas aplicadas en
178
psicoterapia”, Paidós, 1997, España
• Miklos Ilkovics, Tomás, “Liderazgo Siglo XXI y Administración Holística”, en “EL ROL
DEL ADMINISTRADOR EN EL CONTEXTO ACTUAL”, UAM Azcapotzalco, 1999,
México
• Moreno J.L.“Psicomúsica y sociodrama”, Hormé, Buenos Aires, 1965
• Moreno J.L. “Psicodrama”, Hormé, Argentina, 1987
• Zuretti, Mónica, “El hombre en los grupos”, Lumen - Hormé, 1995, Argentina
179
EL PASO SIGUIENTE:
DE DURACIÓN LIMITADA
180
Capítulo 9
En la etapa de las confusiones geográficas, el analista debe funcionar y debe mostrar que
funciona como continente de las ansiedades del analizado. La tarea analítica fundamental de esta
etapa es que el analista contenga las ansiedades del paciente y a la vez las interprete. En la medida
que este proceso se cumpla....y el analista sea capaz de soportarlo, se establece un tipo de relación
en la cual el paciente siente al analista como un objeto cuya función es contenerlo... de este modo la
identificación proyectiva masiva del paciente tiene su correlato en una actitud del analista que
reproduce el tipo arcaico de relación que se dio entre el bebé y la madre como continente de su
ansiedad (Etchegoyen 1993 p. 570).
La jornada prolongada forma parte del modelo del grupo terapéutico de AMPAG. Se
realizan habitualmente dos jornadas prolongadas, una al finalizar el primer año de trabajo, y
otra poco antes de la terminación del grupo, a finales del segundo año. A lo largo de la historia
de la institución la estructuración de la jornada prolongada ha variado mucho. Se han usado
todo tipo de las llamadas “técnicas de acción”, juegos dramáticos, etc.
Desde que doy clases de psicodrama en AMPAG, varias veces los terapeutas de la
Clínica me han invitado a coordinar las jornadas prolongadas de sus grupos o a supervisarlas.
Con mi incorregible tendencia a la sistematización, fui desarrollando un pequeño diseño de
trabajo, parecido al que usamos en la EMPS en nuestros talleres de desarrollo emocional, y en
nuestro programa de psicoterapia breve, pero adaptado a las necesidades de la institución. Lo
detallo aquí a grandes rasgos, y paso luego a relatar un ejemplo de trabajo con un grupo.
Como objetivos generales, creo que estos son adecuados en casi todos los grupos para la
primera jornada:
• Evaluar en qué momento del proceso terapéutico está el grupo y sus integrantes
• Profundizar la conflictiva grupal y de cada uno
• Plantear una prospectiva de líneas de trabajo
⇒ Planteamiento del encuadre y reglas del juego para esta jornada: esto es de suma
importancia, dado que implica un cambio en el trabajo habitual del grupo y en general hay
una serie de expectativas tanto idealizadas como terroríficas. Si los terapeutas del grupo no
son los coordinadores de la jornada, es necesario aclarar cuál va a ser su papel en esta
jornada: co- coordinadores, observadores, o yo auxiliares; ellos deben sentirse cómodos en
este lugar. De todas maneras, ocupan el lugar de un testigo que da continuidad al proceso
terapéutico.
⇒ Caldeamiento: los recursos dramáticos que pueden utilizarse son variados, en todos los
casos el objetivo es que cada uno recuerde su historia en el grupo, por qué acudió a la
Clínica a pedir terapia, cuáles eran sus circunstancias, cual fue su evolución posterior, y los
momentos significativos que jalonaron esta evolución.
⇒ Cierre: Dado que la jornada prolongada tiene un comienzo y un final muy claros, un cierre
en acción da lugar a plantear una prospectiva.
23
Bello, M. C. Introducción al psicodrama: guía para leer a Moreno. Colibrí: México, 1999.
188
Participantes
1. Fernando 48 años
2. Marta, 45
3. Miriam, 23
4. Reina, 38
5. Alvaro, 28
6. Iván, 23
7. Anita, 26
Los coordinadores del grupo me presentan. Ellos han decidido permanecer como
observadores. Hago una breve introducción de cómo vamos a trabajar y pido un voto de
confianza hacia la técnica. Los integrantes me esperaban con buena disposición, solo piden
alguna aclaración sobre los horarios y se declaran listos para comenzar.
Caldeamiento
Estamos trabajando en un salón alfombrado amplio, con cojines en el piso; todos están
instalados cómodamente, y decido entonces comenzar con un trabajo de relajación y luego un
psicodrama interno (fantasía dirigida) que los ponga en contacto con su proceso terapéutico.
Les pido que imaginen un mueble de tres cajones. En el primero hay fotos de cuando
decidieron comenzar la terapia, en el segundo hay fotos del curso de la terapia, y en el tercero
hay fotos actuales. Sobre la cajonera hay una cámara fotográfica que puede enfocar una foto
del futuro, de cómo les gustaría verse en el futuro. Eligen una foto de cada cajón y otra de la
cámara mágica y les ponen un título.
De pie, recorriendo el espacio, indico que vamos a colocar estas fotos imaginariamente
en las paredes y elegimos una pared para cada grupo de fotos. Las del futuro deseado se
ubican en la ventana, "para que se llenen de luz". A esta altura ya los voy conociendo un poco.
Hay un clima emotivo y también de humor. Sé que puedo comenzar a dramatizar. Lo hago
luego de un breve intervalo.
El grupo elige comenzar por una foto de Fernando que ha titulado "la culpa" y que es
anterior a su entrada al grupo. La primera escena nos ubica en la sala de un hospital
psiquiátrico, especializado en alcohólicos graves. Ya ha hecho varios intentos de dejar el
alcohol y siempre ha fracasado. Pasa delante de unas bancas donde hay gente esperando. Los
compañeros del grupo, como yo auxiliares, representan todos los papeles. Una muchacha llora
por su padre alcohólico a quien acaban de internar. La representa Miriam. En inversión de
roles con la joven, Fernando dice que ojalá el padre se cure de esta enfermedad, que ha sufrido
mucho por él. Vuelto a su rol, le pregunto si en este momento alguien podría estar llorando así
189
por él. Asiente: "mi hija, toda mi familia". Vamos entonces imaginariamente a la sala de su
casa, donde la esposa prepara de comer y los hijos miran televisión. Fernando les dice que se
siente muy culpable por todo lo que los ha hecho sufrir. En inversión de roles, cada uno de los
personajes va haciendo sus reproches. La esposa reprocha su desprecio, sus engaños, sus
malos tratos. El hijo mayor le reprocha no haber cumplido sus expectativas. Para él su padre
era lo máximo, como un superhéroe y no puede soportar haberlo visto tirado, borracho,
insultando. Pero la más dolida es la hija, a quien representa Miriam. Ha sido golpeada,
maltratada. Solo borracho le dice que la quiere, pero de una manera desagradable.
Fernando pide perdón, y desde cada uno de los personajes se va perdonando. "¿Por
qué lo van a perdonar?" yo pregunto. "Porque lo queremos" me contestan, "porque ha sido
buen papá", porque hay buenos recuerdos de antes del alcoholismo. La hija solo promete
"comenzar a perdonar". Yo le pregunto como puede hacer Fernando para recuperar su afecto y
confianza. Desde su rol Fernando contesta: "solo si estás junto a mamá, si le demuestras
amor". Pongo a los padres juntos. Fernando ha hecho un largo recorrido. Entro en Alcohólicos
Anónimos y en la terapia. Está tratando de rescatar la relación con su esposa.
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La desconexión de Anita
Ahora habla Anita. Ella ha sido elegida por Adriana para representar a su madre. La
elección no ha sido casual. Ninguna de las elecciones de yo auxiliar, en psicodrama, son
casuales, responden al factor tele descrito por Moreno24. Pero ésta es en especial significativa.
24
Moreno, J. L. Psicoterapia de grupo y psicodrama Fondo de Cultura Económica, México, 1983, pág. 49 y
muchos otros textos
191
Ninguno de los integrantes del grupo tiene experiencia con psicodrama, no han utilizado estas
técnicas en su grupo de terapia, sin embargo todos han participado con mucha espontaneidad.
Las consignas que tuve que dar para las inversiones de roles fueron mínimas. Incluso en
muchos casos, después de una inversión inicial, pude dejar el desarrollo de la escena a cargo
de la espontaneidad de los yo auxiliares.
Excepto Anita. Situada en el rol de la madre de Adriana, Anita decía cualquier cosa,
no sabía quién era ni dónde estaba, ni qué tenía que hacer. Todo el tiempo le serví de
apuntador. Un ligero estrabismo acentúa su apariencia de estar en otro mundo.
En el espacio de compartir verbalmente, Anita comienza a hablar de su mamá. Como
me habla a mí, le digo que se dirija a Adriana, y ella le habla entonces como si fuera su mamá.
Le dice que por su culpa tuvo que casarse a escondidas, le pide que entre en terapia. Yo hago
alguna broma sobre lo difícil que es llevar a la madre de uno a terapia. Al invertir roles, el tono
es el mismo, no hay una verdadera inversión de roles, no hay intensidad emocional, no está
pasando nada. Esta dificultad para invertir roles, la confusión entre el yo auxiliar y el
personaje, son frecuentes en personalidades fronterizas. Decido ir con cautela, y además a
partir de aquí, cuido mucho a Anita, me mantengo cerca físicamente, me fijo si está presente.
La “adopto” por esta jornada, y le refuerzo al grupo como continente.
Al presentar sus fotos, Anita había hablado de su dificultad de conectarse con lo que
estaba pasando y su deseo de “estar presente”. Le pregunto si es fácil sentir la presencia de
esta mamá, o estar presente con ella. Dice que no. Le pregunto si con el grupo es más fácil.
Dice que sí. Consulto al grupo: “¿es cierto?”. Fernando intenta asentir, pero Adriana niega
rotundamente y con ella el resto de los compañeros. Le digo a Anita que este es el punto
importante para ella. En esto debemos centrarnos. Si esta jornada le sirve para estar un poco
más presente, aquí y ahora, esto va a ser un gran logro. Ella aprueba. El grupo hace un
compromiso de avisarle cuando la vea ajena, en otra cosa. Por esta vez no va a ser necesario.
Anita va a estar atenta el resto de la tarde. Sus siguientes intervenciones como yo auxiliar van
a ser más adecuadas.
Después de un intervalo para la comida, en el que aprovecho para cambiar ideas con
los terapeutas, coordino un breve caldeamiento centrado en lo que hemos aprendido de cada
dramatización:
Los compañeros que aún no han protagonizado proponen sus temas, dándome así el
contrato dramático -- el instrumento de focalización del psicodrama-- por el que me voy a
guiar en las dramatizaciones:
∗ Iván quiere profundizar en su primera foto, quiere entender qué pasa con su descontrol.
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∗ Alvaro quiere trabajar su motivación. Así le puso de título a su última foto, porque eso es lo
que le falta en su vida.
∗ Marta quiere comenzar a salir del caos.
El chispazo de Iván
Alvaro quiere saber por qué siente tan poca motivación. Su vida está bien. No tiene
mayores problemas ¿por qué no tiene ganas de nada? Fue el único del grupo que dijo que “casi
no tenía chispazo”, por lo cual le di el cojín amarillo más chiquito que encontré.
Le propongo entonces ver un panorama de su vida actual y desplegamos su átomo
social en el espacio dramático. El se ubica rápidamente entre su madre y su padre y también
rápidamente se cambia hacia un lado del padre. Todos los hermanos están junto a la madre.
Del otro lado está su novia y un poco más lejos frente a él, el trabajo. Por medio de inversiones
de roles, le pido que se de un mensaje desde cada personaje. Así todos los hermanos le piden
dinero, tiempo, atención. Hay un hermano mayor, con retardo mental, que depende mucho de
él. El padre, aliviado porque Alvaro se hace cargo de todo, se desplaza hacia el otro extremo
del espacio. El yo auxiliar elegido para representar al padre es Anita, nuestra desconectada.
Fernando que ha hecho todos los papeles de padre en las demás dramatizaciones, ahora está
encantado representando al hermano menor, pidiéndole a Alvaro: “una lana, qué te cuesta”.
Desde el lugar de la novia dice que lo ve demasiado “independiente”, que no tiene
confianza de que puedan hacer una pareja. Le digo que yo lo veo demasiado ocupado, no
demasiado independiente. Se hace obvio en esta imagen que Alvaro vive la vida desde el lugar
de otro, está ocupando un lugar que su padre ha dejado vacío. Desde allí es difícil sentirse
motivado por algo: tiene mucho poder, pero no tiene nada propio.
Alvaro coloca al padre enfrente suyo. Esta es una tarea que le queda por hacer en el
grupo, arreglar sus pendientes con este padre que le ha dejado toda la responsabilidad,
renunciar a este lugar de poder y encontrar un lugar propio.
El cierre
Las escenas y los temas se han hilado con bastante fluidez, tejiendo la trama grupal.
Sin duda el grupo ha tenido muy buen trabajo terapéutico previo para que esto suceda.
Para hacer un cierre en acción nos paramos todos mirando hacia la ventana, donde
están las fotos del futuro deseado. Pido que cada uno le agregue algo que ha aprendido en esta
jornada, que pueda ayudar a que la foto se cumpla. Van diciendo algo en voz alta y
agregándolo a la foto, como si le pegaran una calcomanía. El clima es muy emotivo. Para mi
sorpresa, Iván se ve contento y pega en su foto “la buena idea de la Dra.” de que los chispazos
pueden ser buenos. Parece sentirse aliviado de no tener que matar al chispazo. Convertirlo en
algo calentito, bueno, que le ayude a soportar el frío de afuera de la ventana es una tarea más
agradable que “eliminarlo”. Todavía estoy en duda, es el trabajo que me ha quedado menos
claro, pero al mirar su carita sonriente me felicito de “mi buena idea”. Con lo que cada uno
pega en su foto, con los pequeños aprendizajes de esta jornada, se podrán construir “las
grandes ideas”, los grandes logros grupales.
Los felicito por su entrega y participación y me despido. Ellos seguirán trabajando
todo esto en el grupo con ayuda de los terapeutas, quienes hablan al final. Les dicen a todos
que han estado muy conmovidos, que han llorado con ellos, que los han conocido más
profundamente. Me gusta mucho como lo dicen. Han cumplido el papel de “testigos” a la
perfección, con afecto y compromiso. Me dieron toda la confianza, apoyo y respeto. Me siento
parte de un gran equipo.
Con este grupo coordiné también la segunda jornada prolongada, hacia su
terminación, como un año después. Lamentablemente no guardé el registro de este trabajo.
Recuerdo haber encontrado un grupo muy cambiado, especialmente a Iván, que había
retomado la universidad, tenía un aspecto físico completamente diferente, y ya no hablaba de
sus chispazos, “se le olvidaron”. También los cambios de Miriam eran muy notorios. Había
dejado atrás sus resentimientos y estaba avanzada en su carrera y comenzando un noviazgo,
totalmente dedicada a construirse una nueva vida.
195
Conclusiones
26
Dalmiro Bustos, 2000, trabajo sin publicar, ampliación del capítulo “El concepto de clusters” del libro
Actualizaciones en psicodrama, Editorial Momento, Argentina, 1997
196
El trabajo dramático permite trabajar con pocas interpretaciones de parte del terapeuta,
por lo cual puede complementar un trabajo psicoanalítico sin entrar en choque con una
perspectiva diferente. Las interpretaciones las va encontrando el protagonista de escena en
escena. Freud comparaba el trabajo analítico a una excavación arqueológica, y el trabajo del
analista con una construcción o reconstrucción. Es en este sentido --a mi manera de ver-- en el
que más se parece el trabajo del psicodramatista al del psicoanalista, con la diferencia de que
la reconstrucción no depende de un esfuerzo interpretativo del terapeuta, sino que es el
protagonista mismo quien va haciendo solo su exploración arqueológica, es él quien va
encontrando las pistas y es él quien traza el camino con las preguntas que se hace sobre sí
mismo y sobre lo que le pasa27. Aunque muchas veces parezca que el psicodramatista “lleva”
la acción o guía al protagonista, es exactamente al revés: le ofrece los recursos técnicos, pero
va siempre unos pasos detrás de él.
Cada grupo tiene sus temas y su trama. Es como un gran tejido de telar, donde en todas
las puntadas se entrecruzan historias personales de los integrantes del grupo con la interacción
grupal (horizontalidad y verticalidad, como diría Pichon Rivière, o aparato psíquico grupal de
Kaës). En este grupo cada uno ha estado luchando contra la tendencia a vivir desde el lugar de
otro, a sufrir el sufrimiento de otro, a ocupar el lugar vacío de otro, a luchar la lucha de otro.
Lo ha hecho con los pocos recursos a mano: chispazos descontrolados, indiferencia forzada,
culpa, dolor, desesperación, y con los grandes recursos del trabajo terapéutico y del continente
grupal. En esta jornada le han dado forma a estos recursos: el perdón y la gratitud son
antídotos de la culpa, los poquitos de amor recibidos ayudan a romper las cadenas del
desamor, vivir la propia vida contribuye a que el otro pueda emprender la propia lucha,
despedirse de los viejos fantasma, elaborar los duelos, ayuda a disfrutar a los vivos.
Todos estos son pasos hacia encontrar un lugar propio y convertirse en protagonista de
su propia vida, objetivo que aunque se exprese en otros lenguajes teóricos, conforma un
objetivo terapéutico en general.
27
Bello y Winkler, 1994, Psicodrama y psicoanálisis, dos estrategias, ¿un mismo objetivo?, en Imagen
Psicoanalítica, Año 3, Nº 4, México 1994
197
AUTORES:
COLABORADORES:
PAZARÁN GALICIA, ROSA MARÍA OSIRIS. Médico (UNAM). Psiquiatra (Hospital Fray
Bernardino Álvarez). Psicoanalista individual y grupal (AMPAG). Miembro de la Asociación
Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPAG). Ex Coordinadora Técnica de la
Clínica de AMPAG.