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(Argumento por analogía) Así como argumentar correctamente no es una condición

suficiente para saber en qué consiste argumentar correctamente, ya que ello es una tarea de
competencia del lógico, se puede ser un argumentador elocuente e ignorar, por completo las
reglas de la lógica (e.g., Platón e ignorar las reglas o principios de la lógica que gobiernan
la argumentación correcta). Así mismo, un/a científico/a puede ser un/a científico/a
competente e ignorar los principios o reglas que gobiernan la ciencia. Evalúe de manera
crítica dicho argumento. (Jhoan Sebastian Bustamante-Sandra Patricia Mendieta)

El argumento por analogía que se presenta, puede representarse en lenguaje lógico de la


siguiente manera:
Poder  argumentar correctamente : A 
saber en qué consiste argumentar correctamente: B 
se puede ser un argumentador elocuente: E (se podría, tal vez, identificar de entrada esta
premisa con la “A”, pero en tanto que creemos que existe una diferencia sustancial entre la
elocuencia, entendida como la facultad de hablar con fluidez y propiedad con propósitos
persuasivos, y la capacidad de argumentar correctamente, preferimos hacer explícita la
relación de equivalencia que, al parecer, presupone quien argumenta, para presentar de
forma más clara el argumento).     

(A . -B) > (E . -B)


A . -B
A=E (premisa implícita)
E . -B

Y por analogía:

ser un científico competente: C


saber los principios o reglas que gobiernan la ciencia: P
Hacer buena ciencia: H

(H.-P)>(C . -P)
H.-P
H=C (premisa implícita)
C.-P

Ambas partes del argumento por analogía se componen por un Modus Ponens, cuyos
antecedentes y consecuentes constan de una conjunción, respectivamente. Esta conjunción
responde a que, como se plantea que el argumentar correctamente no es una condición
suficiente para saber en qué consiste dicho proceso, ambas partes no condicionales, no son
más que dos premisas independientes susceptibles de conjunción. Pero en el caso de la
conjunción del antecedente, esta conjunción ya viene dada por el propio argumento.
El propósito de la analogía es dar a entender que el conocimiento de los principios o los
axiomas que rigen la disciplina científica, no son necesarios para una praxis científica
exitosa, lo que invalida la utilidad de disciplinas meta-científicas como la filosofía de la
ciencia. Y si no es útil, ¿para qué empeñarse en ella?
Si se nos permite, quisiéramos enfrentar tal analogía con otra analogía. Si bien es cierto
que, así como no se necesita del lógico para realizar una argumentación correcta, y no se
necesita de la filosofía de la ciencia para hacer buena ciencia, tampoco se necesita de un
mecánico para ser un buen conductor. Sin embargo, en cualquiera de estas empresas se
presentan inconvenientes que precisan de correcciones, bien sea mecánicas, paradigmáticas,
o formales, para procurar que el ejercicio práctico se pueda mantener. Es necesario tener en
cuenta que así como los motociclistas precisan de una moto para montar, los científicos
necesitan de ciertos principios axiomáticos para realizar su ejercicio, que una vez puestos
en tela de juicio, perjudicarán el éxito del quehacer científico, así como cuando la moto
presenta averías y el motociclista no puede conducir más.
Un ejemplo simple de problemas de la práctica científica, que tienen su origen en los
principios axiomáticos, es el sistema silogístico aristotélico, que desembocó en una gran
cantidad de supuestos de extraña naturaleza, que en su momento fueron criticados por sir
Francis Bacon, quien por medio de nuevos principios (postulados en Novum Organum),
cimentó una nueva práctica científica. No está de más recordar que el juicio para el análisis
del método es puramente filosófico, y de allí que no se pueda prescindir completamente del
mecánico, del filósofo y del lógico para la actividad de conducir, hacer ciencia y
argumentar, puesto que los principios bajo los que se posibilitan tales actividades nunca son
certeros y, obviamente, son susceptibles al error.

Jhoan Sebastian Bustamante Arias.


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