Está en la página 1de 35

NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

La apuesta del Zar: La Guerra Ruso-Japonesa


(1904-1905) y la derrota del Ejército Imperial
Ruso en la batalla de Mukden

The Tsar’s gamble. The Russo-Japanese War


(1904-1905) and the defeat of the Imperial
Russian Army at the Battle of Mukden

por Nicolás Poljak*


Recibido: 25/3/2021 – Aceptado: 11/9/2021

Resumen
El presente artículo analiza la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905,
entendida ésta como un conflicto que anticipó las que habrían de ser las
principales características de la Primera Guerra Mundial. Provocada por
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

las intenciones del Zar Nicolás II de preservar para el Imperio Ruso el sta-
tus de gran potencia internacional, así como su presencia estratégica en el
Lejano Oriente, la guerra presentaría, por primera vez, elementos tales
como batallas a gran escala, desarrollos en el plano de las comunicaciones
y uso extensivo de trincheras y ametralladoras, cuestiones perfectamente
visibles en el último y mayor enfrentamiento de la guerra: la batalla de
Mukden. A pesar de la gran atención que la guerra obtuvo de parte de
numerosos agregados militares y observadores internacionales, sus impli-
cancias respecto de la transformación experimentada por la guerra moder-
na no fueron adecuadamente interpretadas. La importancia conferida a las

* Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires - Escuela Superior de


Guerra Tte. Gral. Luis María Campos.

– 13 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

supuestas ventajas, para la fuerza atacante, de factores morales –no mate-


riales– tales como la disciplina, el patriotismo y el élan tendría una trágica
influencia en el desarrollo del pensamiento militar en los años anteriores a
1914.

Palabras Clave: Guerra Ruso-Japonesa, Imperio Ruso, Batalla de


Mukden, Pensamiento militar, Primera Guerra Mundial.

Abstract
The paper analyses the Russo-Japanese War of 1904-1905, seen as a
conflict that anticipated what would be the main features of the First World
War. Caused by Tsar Nicholas II’s intentions of preserving Russia’s status
as a world power and of strengthening its strategic presence in the Far
East, the war would feature, for the first time, large scale battles, improve-
ments in communication s and a wide use of trenches and machineguns,
all of them perfectly seen in the last and biggest showdown of the war: the
battle of Mukden. Despite the huge amount of attention the war got from

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
many military attachés and international observers, its implications in
regards to the way modern warfare had been transformed were not pro-
perly interpreted at the time. The focus on the supposed advantage confe-
rred to the attacking force by moral -not material- factors, such as the dis-
cipline, patriotism and the so-called élan, would tragically shape the military
doctrine in the years prior to 1914.

Key Words: Russo-Japanese War, Russian Empire, Battle of Mukden


Military doctrine, First World War.

– 14 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

Introducción

El Zar Nikolái Aleksandrovich Romanov, o simplemente, Nicolás II, fue el


hombre a quien la Historia colocó al frente del destino del Imperio Ruso en
los que serían sus últimos años, y sin lugar a dudas, los más turbulentos.
Gobernante profundamente comprometido con la preservación de la auto-
cracia zarista en un período en que las fuerzas del cambio se habían desa-
tado en Rusia (y en el mundo entero) en modo sin precedentes y asimismo
irreversible, los historiadores han debatido largamente acerca de los por-
menores de su personalidad, intentando dilucidar hasta qué punto fue el
último de los zares consciente del significado de los tiempos que le tocó
vivir, o responsable en forma directa de muchos de los acontecimientos
que marcaron aquellos turbulentos años. El hombre que, según algunos,
luchaba denodadamente contra el paso del tiempo, tal vez no fuera, según
otros, plenamente consciente del mismo, o simplemente, no se encontrara
a la altura de las circunstancias.
Sea como fuere, y sin pretender entrar en ningún debate acerca del per-
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

fil psicológico del último Zar de Rusia, baste aclarar aquí que Nicolás II (o
más bien, el gobierno del Imperio Ruso, entendido en su conjunto) realizó
durante su reinado las que podríamos considerar dos grandes apuestas,
por así llamarlas, por demás arriesgadas, con el objetivo último de salva-
guardar tanto la continuidad de la autocracia en el seno del Imperio Ruso,
como la posición de prestigio y hegemonía del mismo en el cada vez más
complejo y peligroso contexto internacional de comienzos del siglo XX. La
primera de aquellas riesgosas apuestas fue la que llevó a Rusia a enfren-
tarse, en 1904, con aquella nueva y advenediza potencia que se alzaba en
Oriente: el Imperio del Japón. La segunda apuesta, como es sabido, fue
similar a la primera, tanto en su génesis y en su forma como en sus resul-
tados: se trata de aquella que acabaría poniendo en marcha la serie de

– 15 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

acontecimientos que (desde luego, con la participación imprescindible de


todas las grandes potencias) acabaría por arrastrar a Europa a la que sería
guerra más sangrienta de su historia hasta entonces, en el fatídico verano
de 1914.
En el presente artículo, no centraremos nuestra atención, sin embargo,
en la Gran Guerra, sino en la primera, y menos recordada, de las apuestas
de un Zar que veía su propia posición en Rusia, así como la de ésta en el
mundo, cada vez más amenazada: la que condujo a la Guerra Ruso-
Japonesa de 1904-1905. Intentaremos analizar brevemente las causas
que impulsaron a Rusia a enfrentar al Imperio del Japón, así como el desa-
rrollo del conflicto, haciendo particular énfasis en algunas de las transfor-
maciones militares observables en la más importante y célebre de las bata-
llas terrestres de aquel conflicto: la batalla de Mukden. Antesala en cierto
sentido de los horrores de Verdún, el Somme y Passchendaele, es esta
gran batalla una de las que definirían la derrota del Imperio Ruso a manos
de su tan subestimado adversario, pero que a la vez mostraría, en forma
premonitoria, el rumbo que seguirían de allí en más las batallas terrestres

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
libradas entre los ejércitos de las grandes potencias en la era en que la téc-
nica, para citar a Ernst Jünger, se convertiría en la dueña y señora de los
campos de batalla. La Guerra Ruso-Japonesa (y dentro de la misma, bata-
llas como la de Mukden) fue, en este sentido, quizás el más claro antece-
dente de la Gran Guerra que ya se aproximaba en el horizonte, y oscuro
presagio de lo que depararían las guerras del futuro. Asimismo, fue el sín-
toma más notable del que tal vez cabría calificar de modus operandi de
aquel zarismo tardío en apuros, y que se repetiría, en forma sorprendente,
una década más tarde, conduciendo esta vez, finalmente a la caída de la
autocracia y el surgimiento del primer Estado socialista del mundo.

– 16 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

Un asunto internacional: fuentes para el estudio de la Guerra Ruso-


Japonesa

Un breve comentario merece, antes de abordar el análisis del conflicto


en sí, la cuestión de las fuentes disponibles para dicho análisis. Una de las
particularidades de la Guerra Ruso-Japonesa es precisamente la gran dis-
ponibilidad de fuentes de diversa procedencia, lo cual impone al estudioso
la tarea de realizar una adecuada selección. Esta situación deriva del
inmenso interés internacional que generó esta guerra entonces, aun cuan-
do, como veremos, muchas de sus lecciones no serían aprendidas ade-
cuadamente.
Además de las memorias de los protagonistas del conflicto (que, como
todas las memorias, deben ser analizadas con cuidado, por cuanto tienden
a ser selectivas o exculpatorias del rol desempeñado por el autor), adquie-
ren gran importancia en este punto las fuentes producidas por observado-
res extranjeros (aún cuando esto no las haga, desde luego, absolutamente
imparciales). Si por algo se destacó la Guerra Ruso-Japonesa, fue por la
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

enorme cantidad de agregados militares o corresponsales de guerra, asig-


nados a los ejércitos en campaña, pues tal y como señalan los historiado-
res británicos Richard Holmes y Martin Evans, “en ambos bandos había
observadores extranjeros, de Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y
Alemania, que con sus informes detallados y observadores contribuyeron
a hacer de esta la guerra más documentada hasta el momento” .1 Con res-
pecto a esta cuestión, el historiador norteamericano Charles Payne sostie-
ne que

1 Holmes, R. y M. Evans (eds.) (2007). Campos de batalla. Los conflictos más decisi-
vos de la Historia. Barcelona: Ariel, p. 544.

– 17 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

La trascendencia política, militar y naval del conflicto atrajo a un mayor


número de observadores militares extranjeros que ninguna guerra pre-
via. Fue, y con gran diferencia, la guerra estudiada más atenta, exhaus-
tiva y profesionalmente del período anterior a 1914. (…) Una clara idea
del alto nivel de atención militar internacional de que fue objeto la situa-
ción en Manchuria se deriva del número de observadores enviados
durante la guerra; para el 20 de julio de 1904, apenas algo más de cinco
meses después del estallido de la guerra, ya había veinticinco observa-
dores militares y seis observadores navales asignados a las fuerzas
rusas; un número similar se encontraban con los ejércitos japoneses.
Así como todas las principales naciones europeas y los Estados Unidos
(…), otros países que también enviaron representantes fueron Argenti-
na, Chile y Canadá. Al menos ochenta y tres observadores de quince
países diferentes tuvieron oportunidad de presenciar algún aspecto de
esta guerra. De hecho, parecía como si el prestigio internacional, tanto
como la curiosidad profesional, demandara que una nación contase con
un observador en Manchuria.2

La mayor parte de los ejércitos del mundo, por lo tanto, consideraron de


gran importancia el contar al menos con algunos observadores. En el pre-
sente artículo, haremos hincapié en los reportes realizados por oficiales
británicos, posteriormente recopilados en varios volúmenes y publicados
por el War Office.

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
Vientos de cambio: la situación política, social y militar del Imperio CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

Ruso y del Imperio del Japón en los albores del siglo XX

Al despuntar el siglo XX, el Imperio Ruso se encontraba en una posición


que podríamos calificar de ambigua, y que podría suscitar conclusiones por
demás disímiles dependiendo de en qué aspectos pusiera un observador
atento el foco. Considerada por la mayor parte de los contemporáneos (y

2 Payne, C. (1985). The Russo-Japanese War impact on Western military thought prior
to 1914. Athens: Georgia University Press, pp. 12-13. En inglés en el original; todas las
traducciones son nuestras.

– 18 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

entre ellos, por muchos rusos, especialmente por los cercanos al marxis-
mo, para quienes, parafraseando al propio Lenin, la Revolución debía sig-
nificar en primer lugar electrificación) como un país eminentemente atrasa-
do en relación con las principales potencias del momento, Rusia era sin
embargo un imperio en pleno proceso de desarrollo y modernización, y
aunque en términos relativos pueda considerarse la posición rusa como
aún algo “atrasada” respecto de las demás potencias, las tasas netas de
crecimiento de su economía, así como el ritmo de su industrialización, son
elementos que no pueden ser soslayados por el estudioso de la cuestión.
Como señala el historiador norteamericano Sean McMeekin, a comienzos
del siglo XX

La economía rusa, aunque aún era la quinta más desarrollada del


mundo (detrás de Gran Bretaña, Francia, Alemania y los Estados
Unidos) estaba presentando tasas de crecimiento de una “economía en
desarrollo” de casi un 10% anual, en modo similar al de la actual econo-
mía china. En términos de producción neta de carbón, hierro y acero,
Rusia ya ocupaba el cuarto lugar (habiendo superado a Francia) y se
acercaba inexorablemente a la primera línea.3
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

En el aspecto geopolítico, los efectos de este proceso de modernización


y fortalecimiento (al menos relativo) del Imperio Ruso eran también plena-
mente visibles para cualquier observador contemporáneo, y serían fuente
de constante preocupación para sus vecinos. En efecto,

“sólo la vista de un mapa era suficiente para insuflar terror en los veci-
nos de Rusia: de acuerdo a un famoso cálculo, el Imperio Ruso de los
Romanov había crecido a un ritmo de cincuenta y cinco millas cua-
dradas por día –20.000 al año– desde 1863, principalmente hacia el
oeste, sur y suroeste” .4

3 McMeekin, S. (2011). The Russian Origins of the First World War. Massachusets: The
Belknap Press of Harvard University Press, pp. 6-7. En inglés en el original; todas las tra-
ducciones son nuestras.
4 Ibid., p. 7.

– 19 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

A las ansias de un imperio que, aun sacudido por la conflictividad política


y social, buscaba preservar a toda costa su posición hegemónica en el
plano internacional, se sumaba un prometedor desarrollo económico e
industrial que, aunque quizás aún incipiente, prometía ser la base material
que pudiera garantizar dicha hegemonía. Parecía haber, por lo tanto, moti-
vos más que suficientes para temer a la proverbial aplanadora rusa.
Sin embargo, al centrarse el foco en el plano eminentemente militar,
este concepto de la aplanadora rusa, tan omnipresente entonces, no
puede sino ser matizado. Aunque efectivamente enorme en cuanto a la
cantidad de efectivos (más de un millón en tiempos de paz, que podían ser
transformados en 3,5 millones a ser movilizados en caso de guerra),5 el
ejército zarista demostraría pronto sus falencias en aspectos fundamenta-
les, tales como los relacionados tanto a la conducción como a la logística,
el armamento y el entrenamiento de los soldados. Si bien el general
Alekséi Nikoláyevich Kuropatkin, Ministro de Guerra desde 1898, había
dicho en referencia al ejército que “sus dignidades eran únicas, y sus falen-
cias corregibles”6 la realidad es que hacia 1904 no demasiado se había

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
hecho por corregirlas, en especial en la esfera del mando, pues a pesar de
que las reformas realizadas en las Fuerzas Armadas durante la gestión de
Kuropatkin habían permitido el surgimiento de un cuerpo de oficiales pro-
fesionales provenientes de los sectores medios urbanos, el Ejército (o al
menos la oficialidad del ejército) en su conjunto continuaba siendo una ins-
titución eminentemente aristocrática, ya que “los nombramientos en la
esfera de mando eran muy a menudo determinados por contactos dentro

5 Véase Ivanov, A., y Jowett, P. (2004). The Russo Japanese War, 1904-05. Oxford:
Osprey Publishing, p. 14. En inglés en el original; todas las traducciones son nuestras
6 Citado en Airapetov, O. (2005). “The Russian Army’s Fatal Flaws” en Steinberg, J. B.;
Menning, W.; Schimmelpenninck van der Oye, D.; Wolf, D. y Yokote, S. (eds.). The Russo-
Japanese War in Global Perspective. World War Zero. Boston: Brill, p. 159. En inglés en
el original; todas las traducciones son nuestras.

– 20 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

de la corte antes que por el profesionalismo”.7 A este respecto, el historia-


dor Allan K. Wildman ha llegado incluso a afirmar que el Ejército era una
institución íntimamente ligada a la monarquía y a la preservación de la
autocracia zarista, en un Imperio al que pocas cosas más mantenían real-
mente unido.8 Así pues salta a la vista, por un lado, el marcado carácter de
clase de un Ejército cuya creciente profesionalización a principios del siglo
XX no redujo realmente el perfil aristocrático de sus comandantes y oficia-
les de más alto rango, y por otro, la marcada (quizás inevitable) separación
existente entre dicha oficialidad y los soldados que, aun cuando cumplieran
más o menos diligentemente con sus labores represivas, no por eso se
hallaban escindidos de la población de la que provenían, y de los proble-
mas que ésta enfrentaba en la vida cotidiana. Tal y como señala Wildman,
el soldado ruso era en primer lugar un campesino, cuyas inquietudes e
intereses le unían a ese mundo rural que nunca abandonaba por completo,
y le separaban de las aspiraciones de los aristocráticos (y muchas veces
poco profesionales) generales empeñados en la conservación de la auto-
cracia y de su propio status.
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

Otra de las grandes debilidades del Ejército Ruso que cabe destacar es
la notable heterogeneidad en lo que hacía a la calidad y preparación de las
distintas unidades. Como mencionáramos, la capacidad de movilización
del Ejército colocaba a su disposición grandes reservas de potenciales sol-
dados, más si tenemos en cuenta que, aunque el servicio militar activo
había sido reducido a cuatro años en 1888 a fin de reducir el gasto militar,
el período durante el cual los reservistas podían ser llamados a filas había
sido extendido a nada menos que dieciocho años.9 Sin embargo, la con-

7 Ivanov, A., y Jowett, P. The Russo Japanese War, 1904-05, op. cit., p. 14.
8 Véase Wildman, A. (1980). The End of the Imperial Russian Army. New Jersey:
Princeton University Press.
9 Ibid., p. 26.

– 21 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

secuencia no deseada de esta situación era el reducido grado de adiestra-


miento de muchas de las tropas a ser eventualmente movilizadas, así
como las notables diferencias en lo que hacía al armamento de unidades
de línea y de segunda línea o de reserva. Según Ivanov y Jowett, el inmen-
so Ejército Ruso tenía “algunas unidades excelentes de Guardias, grana-
deros y cosacos, pero también algunas unidades de reserva y de segunda
línea de calidad claramente inferior”.10 Los mismos autores destacan asi-
mismo que, al estallar la guerra en 1904, “se decidió depender práctica-
mente por completo de las tropas del Distrito Militar Oriental, las cuales
incluían un número significativo de las peores unidades”.11 En efecto, la
inferior calidad de las tropas de este Distrito Militar Oriental, peor adiestra-
das y equipadas, era visible incluso en lo que hacía al armamento disponi-
ble. Por mencionar sólo un ejemplo, muchos de los hombres de la infante-
ría estaban todavía armados con los viejos fusiles monotiro Berdan M1870,
pues no contaban todavía con suficientes ejemplares del más moderno
Mosin Nagant M1891 (que utilizaba peines de cinco cartuchos), que ya
equipaba a las unidades del Distrito Militar Europeo y que sería el fusil

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
estándar de la infantería zarista durante la Gran Guerra. Aún peor, la com-
pleja y conflictiva situación social y política del Imperio Ruso afectaría
negativamente su eficiencia al iniciarse las hostilidades, y más aún si se
tiene en cuenta que “en tiempos de inestabilidad política, el gobierno no
deseaba enviar a las tropas más confiables demasiado lejos de los centros
de poder, en caso de que fuesen necesarias para mantener la paz”.12 Mal
equipadas y pobremente entrenadas, las fuerzas rusas destacadas en
Oriente no poseían siquiera grandes perspectivas de ser rápidamente
reforzadas.

10 Ivanov, A., y Jowett, P. The Russo Japanese War, 1904-05, op. cit., p. 14.
11 Ibid.
12 Ibid.

– 22 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

La logística también contribuyó a esta situación, por cuanto la infraes-


tructura y la propia geografía acabarían siendo tanto o más perjudiciales
para el esfuerzo bélico ruso que la situación política y social del Imperio.
No es preciso mencionar las dificultades que representaba para el Estado
Mayor el abastecer a ejércitos que se encontraban prácticamente aislados.
Como señala el historiador británico Geoffrey Parker, “el Ferrocarril transi-
beriano era un tendido de una sola línea que se interrumpía en las dos ori-
llas del lago Baikal, donde había que descargar todo y transportarlo al otro
lado del lago para volver a cargarlo”.13 El resultado de esto era que el régi-
men zarista “sólo podía desplegar en el otro extremo de Siberia una parte
limitada de su potencia militar”.14 En síntesis, la Guerra Ruso-Japonesa
fue, desde el punto de vista del Imperio Ruso, una guerra librada por uni-
dades de segunda línea o pobremente equipadas, en una región remota y
dirigida por oficiales aristocráticos, designados más por sus vínculos con la
Corte que por su profesionalismo. Todas estas razones ayudan a explicar
el desenlace de una guerra que “por lo que respecta al poder militar y eco-
nómico, (…) Rusia debería haber ganado”.15 Tal y como ocurriría en 1914,
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

las causas del fracaso de esta arriesgada apuesta por parte del Zar acaso
deben buscarse tanto en las falencias del Estado que él mismo gobernaba
como en los campos de batalla. Si la autocracia zarista necesitaba deses-
peradamente de una guerra para salvarse, claramente no se encontraba
en condiciones de ganarla, o al menos no con la facilidad con la que espe-
raba hacerlo.
El Imperio Japonés, por el contrario, bien podría ser considerado una
suerte de joven promesa. Catapultado al plano internacional y a la compe-
tencia inter-imperialista tan sólo después de la Restauración Meiji, Japón

13 Parker, G. (ed.). (2005). Historia de la Guerra. Madrid: Akal, p. 264.


14 Ibid.
15 Ibid.

– 23 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

era un país cuyas notables tasas de crecimiento económico y demográfico,


así como la naturaleza de su territorio y la escasez de recursos naturales,
le impulsaban a aquel proceso de expansión que ya había conducido a la
ocupación de Corea y que tendría su trágico capítulo final en la Segunda
Guerra Mundial. Dicha expansión imperialista, de hecho, constituía una de
las cuestiones que mayor consenso generaban entre todas las distintas
fuerzas políticas del país, hasta el punto de que “los demócratas, los defen-
sores de una ampliación del debate político al conjunto de la nación japo-
nesa, (…) son firmes partidarios del imperialismo japonés”.16 Por lo tanto,
más allá de las diferencias políticas o sociales existentes, el nacionalismo
de corte imperialista estaba fuertemente arraigado, y constituía un podero-
so factor de homogeneización y unidad nacional.
Más aún, la centralidad de las Fuerzas Armadas en tanto institución
estatal “igualadora” que debía reemplazar a la antigua nobleza guerrera a
la vez que contribuir al proceso de forja de una identidad nacional estruc-
turada en base a formas occidentales, no pude ser minimizada. En efecto,
a partir de la Restauración Meiji “se constituye un nuevo ejército, abierto a

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
todos los japoneses de 21 años, convirtiéndose la llamada a filas generali-
zada en la base de un verdadero nacionalismo popular”.17 Más aún, la
centralidad que había adquirido la educación pública en un país plenamen-
te volcado tanto a su modernización como a la imposición del mencionado
nacionalismo unificador (el rol de la escuela pública japonesa en este sen-
tido era ya entonces proverbial) propiciaría otra gran ventaja frente a un
Ejército Ruso formado en gran medida por conscriptos de origen campesi-
no. Como sostienen Ivanov y Jowett,

16 Zorgbibe, C. (1996). Historia de las relaciones internacionales. De la Europa de


Bismarck hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Madrid: Alianza Editorial S. A., p.
169.
17 Ibid., p. 168.

– 24 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

Debido a que la educación había constituido uno de los ejes principales


del ingreso de Japón al mundo moderno najo el reinado del Emperador
Meiji, el recluta japonés tenía mayores posibilidades de ser letrado que
su homólogo ruso, lo que hizo al entrenamiento de las tropas japonesas
más efectivo. El soldado era adoctrinado para servir a su emperador con
patriótico entusiasmo; e incluso cuando dicho adoctrinamiento no logra-
ba convencer (…), sí existía un espirit de corps más consistente a través
de todo el ejército.18

Este espirit de corps estaba asimismo reforzado por el hecho de que la


distancia existente entre los oficiales y suboficiales, por un lado, y la tropa,
por el otro, era en general menor que en las filas del aristocrático Ejército
Ruso. Las condiciones que los soldados rasos debían soportar tanto
durante el entrenamiento como en campaña eran relativamente más benig-
nas, siendo esta la política del Ejército a fin de conservar alta la moral de
la tropa. Simultáneamente, la preparación de los oficiales japoneses solía
ser superior a la de sus homólogos rusos, por cuanto las conexiones polí-
ticas y el favor de la corte no eran factores tan determinantes a la hora de
ascender, o si lo eran, no lo eran más que la educación e idoneidad del
candidato.19
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

En este ejército con oficiales mejor formados y soldados mayoritaria-


mente letrados, la modernización que Kuropatkin había intentado introducir
en Rusia al asumir el cargo de Ministro de Guerra ya había sido plenamen-
te alcanzada a principios del siglo XX. En comparación con el Ejército
Ruso, en el cual las conexiones sociales y el origen aristocráticos eran
determinantes y la mayor parte de los soldados provenían de un campesi-
nado no necesariamente imbuido de una identidad nacional homogénea,
Japón disponía de un ejército que no sólo era en sí mismo moderno, sino
que además actuaba como factor de modernización y unidad en una socie-

18 Ivanov, A., y Jowett, P. The Russo Japanese War, 1904-05, op. cit., pp. 35-36.
19 Ibid., p. 36.

– 25 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

dad pujante, lista para lanzarse al proceso de expansión que creía tanto
necesitar como merecer, y que la llevaría a enfrentarse a una de las prin-
cipales potencias mundiales del momento. Las Fuerzas Armadas se erigie-
ron de este modo, y tanto por factores estrictamente militares como políti-
cos, en uno de los pilares centrales del Estado y de hecho, en el actor
social y político fundamental del Japón de finales del siglo XIX y comienzos
del XX, importancia que conservarían hasta la derrota de 1945. Dotados
pues de este ejército estructurado a partir del modelo alemán, y sobre todo
de una poderosa armada organizada en base al modelo británico,20 los
japoneses pudieron, por primera vez, llevar a la práctica sus ambiciones
imperiales. Ya habían probado su eficiencia militar contra China en la gue-
rra de 1894-1895, producida a partir de la intervención de ambas naciones
en los asuntos políticos de Corea, pero aún no habían enfrentado a ningu-
na de las grandes potencias europeas del período. La prueba de fuego
estaba aún por llegar, y la arriesgada apuesta del tambaleante régimen
zarista se demostraría funcional, en este sentido, a las ambiciones de los
mandos militares de Tokio.

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
La puja por Corea y Manchuria: del estallido de la Guerra Ruso-
Japonesa a la Batalla de Mukden

La manzana de la discordia que acabaría por empujar a Japón, por pri-


mera vez en su historia, a la guerra con una potencia europea, sería la puja
por el control de dos regiones consideradas estratégicas en la competencia
inter-imperialista en el Extremo Oriente: Corea y Manchuria. Dichos territo-
rios eran los que ya habían llevado a Japón a su victoriosa guerra contra

20 Parker, G. (ed.). Historia de la Guerra, op. cit., p. 263.

– 26 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

China, y serían asimismo la causa del conflicto con Rusia, que en Tokio
comenzaba a verse cada vez más, si no como inevitable, al menos como
altamente probable. El primer episodio de este enfrentamiento se encuen-
tra, aparentemente, en “un fallido golpe de estado en Seúl, sostenido por
el ejército japonés, que provoca una reacción conservadora apoyada por
Rusia, que está cada vez más presente en Manchuria debido a concesio-
nes territoriales y ferroviarias”.21 El gobierno del Zar, en absoluto dispues-
to a ceder la supremacía en una región estratégica frente al naciente impe-
rialismo japonés, comenzó a poner trabas al mismo, hasta el punto de que
los japoneses, pese a su victoria sobre China, “sólo perdieron el control
directo sobre Corea debido a la intromisión rusa”.22
Este patrón volvería a repetirse en relación a Manchuria, región en la
que la presencia rusa comenzó a incrementarse en los últimos años del
siglo XIX, en un intento de bloquear la expansión japonesa aunque sin lle-
gar todavía al enfrentamiento directo. Desde la óptica rusa, el control, al
menos extraoficial, de esta región así como de Corea era necesario en
relación a los proyectos de extensión de las líneas ferroviarias y de explo-
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

tación maderera, así como, principalmente, por la necesidad de contar con


puertos sobre el Pacífico cuyas aguas permanecieran navegables durante
la totalidad del año, particularmente el de Port Arthur. En este sentido, la
política rusa en la región sería sistemática: “en 1898 Rusia arrendó la
península de Kwantung a Japón, estableció una base naval en Port Arthur
y en 1900 pasó a ocupar la totalidad de Manchuria”,23 a partir de “un tra-
tado secreto que coloca a la administración china de Manchuria bajo el
control de un comisario ruso, creándose progresivamente un verdadero

21 Zorgbibe, C. Historia de las relaciones internacionales, op. cit., p. 170.


22 Parker, G. (ed.). Historia de la Guerra, op. cit., p. 264.
23 Holmes, R. y Evans, M. (eds.). Campos de batalla, op. cit., p. 544.

– 27 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

régimen de protectorado”.24 Esta segunda intromisión rusa no será, desde


luego, bien recibida en Tokio, ya que “la opinión pública japonesa se inquie-
ta pues considera que sus intereses en Corea y Manchuria se encuentran
amenazados”.25 Aún en ese entonces, existió una cierta voluntad por parte
del gobierno japonés de negociar con Rusia, pero sus intentos fueron blo-
queados por el régimen zarista. Como sostiene Orlando Figes,

La guerra podría haberse evitado si la política exterior de Rusia hubiera


estado en manos competentes. En lugar de eso, la dirigía un grupo ape-
gado a la corte y encabezado por Aleksandr Bezobrazov, un especula-
dor con buenas relaciones e intereses madereros en Corea; este grupo
de personas con intereses persuadió al Zar para que rechazara la oferta
japonesa de un pacto, haciendo que la guerra resultara inevitable. Que
Nicolás decidiera interesarse personalmente en el asunto sólo empeoró
las cosas; (…). El general Kuropatkin (…) creía que Nicolás deseaba
extender su Imperio a lo largo de toda Asia, conquistando no sólo Man-
churia y Corea, sino también el Tíbet, Afganistán y Persia. La mayoría
de sus ministros estimulaban tales ambiciones.26

Sin embargo, esta idea efectivamente preocupaba a Kuropatkin. Uno de


los principales críticos de la política imperialista rusa en el Extremo Oriente,

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
el Ministro de Guerra, quien deseaba aun en el último momento evitar la
ruptura de relaciones con Japón, intentó convencer al Zar de que redujera
la presencia de tropas rusas en la región. En sus memorias publicadas con
posterioridad a la guerra, Kuropatkin insistirá en esta cuestión, afirmando
que lo más sensato debería haber sido la retirada de las fuerzas rusas de
Manchuria, que de otro modo constituían el casus belli perfecto. Puede
leerse en este sentido que, según Kuropatkin,

24 Zorgbibe, C. Historia de las relaciones internacionales, op. cit., p. 170.


25 Ibid.
26 Figes, O. (2010). La Revolución rusa (1891-1924). La tragedia de un pueblo. Bar-
celona: Edhasa, pp. 210-211.

– 28 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

Existen buenas razones para afirmar que el inesperado cambio de polí-


tica que puso fin a la evacuación de la provincia de Mukden fue un even-
to de enorme importancia. En tanto hubiésemos mantenido nuestra
intención de retirar a la totalidad de nuestras tropas de Manchuria (con
la excepción de la guardia del ferrocarril y una pequeña fuerza en
Kharbin), y en tanto hubiésemos evitado invadir Corea con nuestras
empresas, había muy poco riesgo de una ruptura con Japón; pero fui-
mos empujados de modo alarmante a dicha ruptura con aquella poten-
cia cuando, en modo contrario a nuestro acuerdo con China, dejamos a
nuestras tropas en Manchuria meridional, y cuando, en defensa de
nuestro emprendimiento maderero, ingresamos en el norte de Corea.27

Kuropatkin convertirá asimismo en blanco de sus ataques al menciona-


do Aleksandr Bezobrazov, así como al almirante Yevgueni Alekséyev,
comandante supremo de las fuerzas rusas en el Extremo Oriente, a quien
acusó de apoyar en secreto los designios del magnate. Desde luego, en
nada sorprende al lector actual el hecho de que el propio Zar no haya sido
también blanco de las críticas a las que el Ministro de Guerra sometió a sus
rivales. Leemos en este sentido que “los increíbles ardides de Bezobrazov
se sucedieron uno tras otro; y en el verano de 1903 se remitió a mi consi-
deración uno de sus proyectos, que preveía la inmediata concentración de
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

un ejército de 70.000 hombres en Manchuria”.28 Aún cuando el Zar y


Alekséyev no aceptaran todas y cada una de las propuestas de
Bezobrazov, la influencia de éste sobre la corte era en efecto importante, y
las acciones provocativas que su propia agenda imponía a la política exte-
rior rusa parecían, pese a las advertencias de Kuropatkin, llevar a Rusia
cada vez más cerca de la guerra con Japón.
La confrontación directa parecía estar cada vez más cercana, tanto por
las preocupaciones de los japoneses, que veían amenazados sus intere-

27 Kuropatkin, A. (1908). “The Military and Political Memoirs of General Kuropatkin”.


McClure’s Magazine, Vol. XXXI, Nº 5, p. 487.
28 Ibid., p. 488.

– 29 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

ses, como por la negativa rusa a buscar cualquier solución alternativa que
pudiera implicar renunciar a sus propios intereses o bien (quizás aún más
importante) perder credibilidad al claudicar frente a una nación considera-
da débil y advenediza. En este sentido, la firma de un tratado de asistencia
mutua entre Japón y Gran Bretaña el 30 de enero de 1902 puede ser vista
como el antecedente directo de una guerra considerada ya en la práctica
inevitable. El objetivo del tratado, el primero concertado entre Japón y una
nación europea en pie de igualdad, no era otro que “preservar el statu quo
en Extremo Oriente y preservar la independencia de China y de Corea (...)
frente al creciente imperialismo ruso en Asia”,29 lo cual representaba, en
la práctica, una alianza militar que evitaba (o al menos reducía) la posibili-
dad de que Rusia recibiera apoyo de otra potencia europea (particularmen-
te de su aliada Francia) ante el riesgo de que Gran Bretaña tomara partido
por su nuevo aliado. Con esta baza en su poder, y ante el fracaso de todos
los intentos de reducir por vía diplomática la presencia rusa en la región,
Japón ya estaba prácticamente preparado para adoptar una acción más
directa y pasar a la ofensiva.

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
Los acontecimientos se precipitaron a comienzos de 1904. El 13 de
enero, Japón lanzó un ultimátum a Rusia, que debía comunicar si “piensa
o no respetar la integridad de Manchuria”.30 Ante la falta de respuesta, el
5 de febrero Tokio rompió relaciones diplomáticas con San Petersburgo. La
guerra era pues inminente, y en el momento de su estallido puede verse el
mismo modus operandi que sería utilizado más tarde en Pearl Harbor: el 8
de febrero de 1904, torpederas de la armada japonesa, bajo el mando del
almirante Heihachiro Togo, lanzaron un devastador ataque sorpresivo con-
tra la flota rusa anclada en Port Arthur. Dos días después, el 10 de febrero,
Tokio declaró formalmente la guerra, y el 12 las fuerzas japonesas desem-

29 Zorgbibe, C. Historia de las relaciones internacionales, op. cit., pp. 170-171.


30 Ibid., p. 171.

– 30 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

barcaron en Corea, ocupando rápidamente Seúl y avanzando entonces


con rumbo norte, hacia el río Yalu.
Los historiadores que han analizado el conflicto difieren, aunque no en
demasía, respecto de la magnitud de las fuerzas de que ambos países dis-
ponían en las cercanías del teatro de operaciones. Según Holmes y Evans,
“al estallar la guerra Rusa poseía el mayor ejército permanente del mundo
–1.350.00 hombres–, pero su mayor parte se encontraba en Europa. En el
Extremo Oriente Rusia tenía dos cuerpos que sumaban 98.000 hombres,
además de 24.000 efectivos locales y 198 cañones, repartidos por Man-
churia, la costa del Pacífico y la región transbaikálica”.31 Parker, por su
parte, afirma que “los rusos disponían de apenas 100.000 al este del
Baikal”, y enfatiza nuevamente el hecho de que “sólo podían aumentar y
abastecer esa fuerza a duras penas”.32 Ivanov y Jowett, finalmente, dan
una cifra mucho más exacta, y algo más elevada: “las fuerzas rusas en
Oriente al momento del estallido de la Guerra comprendían un total de
3.115 oficiales y 147.479 soldados, con 266 piezas de artillería”.33 Sea
como fuere, los autores coinciden en que las fuerzas rusas destacadas en
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

Oriente al inicio de la guerra eran de entre 100.000 y 150.000 hombres,


con relativamente pocas piezas de artillería, y lo que es aún peor, se
encontraban relativamente aisladas debido a las dificultades que implicaba
cualquier intento de reabastecimiento o refuerzo por parte de la Rusia
europea.
En cuanto a la magnitud de las fuerzas japonesas, nuevamente encon-
tramos discrepancias, aunque una vez más no realmente sustanciales. Si
Holmes y Evans sostienen que “Japón, que se encontraba mucho más
cerca del escenario de la guerra, tenía un ejército de 375.000 hombres

31 Holmes, R. y Evans, M. (eds.). Campos de batalla, op. cit., p. 546.


32 Parker, G. (ed.). Historia de la Guerra, op, cit., p. 264.
33 Ivanov, A., y Jowett, P. The Russo Japanese War, 1904-05, op. cit., p. 15.

– 31 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

movilizados, con 1.140 cañones y 147 ametralladoras”,34 Parker sostiene


que los japoneses “podían lanzar de inmediato al continente asiático un
ejército en armas de 250.000 hombres, mientras que sus reservas duplica-
ban, quizá, esas fuerzas”.35 Por su parte, Ivanov y Jowett sostienen que
“el ejército japonés contaba con alrededor de 400.000 hombres, con un
elevado número de soldados con experiencia en combate que habían visto
acción en la Guerra Sino-Japonesa de 1894-95”,36 aunque aclaran que
este máximo de efectivos sólo podía ser alcanzado si se movilizaban las
fuerzas de reserva, en tanto que las fuerzas de primera línea que debían
ser enviadas inmediatamente al combate eran de algo más de 100.000
hombres. El armamento del Ejército Japonés, sin embargo, no era particu-
larmente superior al de su homólogo ruso. Si las tropas rusas destacadas
en Oriente padecían, como ya se ha mencionado, de una escasez de
modernos fusiles Mosin Nagant M1891, lo cual las obligaba a continuar uti-
lizando en grandes cantidades el viejo Berdan M1870, otro tanto puede
decirse de las tropas japonesas. Aunque el fusil estándar de la infantería
era el Arisaka Tipo 30, similar en prestaciones al Mosin Nagant, el número

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
insuficiente de estos fusiles hizo que los japoneses debieran equipar a
varias unidades, incluso de primera línea, con los viejos fusiles Murata Tipo
13, que al igual que el Berdan, eran fusiles monotiro.
Una de las principales innovaciones de este conflicto, sin embargo, no
estaría dada por los fusiles de acción por cerrojo, sino por las ametrallado-
ras, de allí que pueda considerarse a la Guerra Ruso-Japonesa un preludio
de la Primera Guerra Mundial. Si bien las cantidades de ametralladoras uti-
lizadas fueron muy inferiores respecto a las que se usarían en los campos
de batalla de Europa, Ivanov y Jowett destacan que

34 Holmes, R. y Evans, M. (eds.). Campos de batalla, op. cit., p. 546.


35 Parker, G. (ed.). Historia de la Guerra, op. cit., p. 264.
36 Ivanov, A., y Jowett, P. The Russo Japanese War, 1904-05, op. cit., p. 35.

– 32 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

En forma premonitoria a lo que ocurriría en 1914-18, alrededor del 50


por ciento de las bajas durante la Guerra Ruso-Japonesa se produciría
debido al fuego de ametralladora. Esto se debió principalmente debido
a las suicidas tácticas japonesas de enviar oleada tras oleada de infan-
tería contra las posiciones defendidas por las ametralladoras rusas. Fue
también la primera vez que la ametralladora fue utilizada en cantidades
importantes como un medio de proveer apoyo a la infantería atacante y
no como un arma puramente defensiva -un hecho notado principalmente
por los observadores alemanes.37

Además de las ametralladoras, la Guerra Ruso-Japonesa vio la apari-


ción (o en todo caso el primer uso importante) de otras innovaciones que
se transformarían en moneda corriente en los campos de batalla de la
Primera Guerra Mundial. Las comunicaciones, imprescindibles en una gue-
rra que por primera vez se libraba en frentes tan extensos, experimentaron
un desarrollo notable, tanto en lo que hace a los teléfonos de campaña
como a la radio (utilizada en pequeñas cantidades por los rusos hacia el
final de la guerra), y ambos bandos utilizaron ampliamente globos aerostá-
ticos de observación (siendo Rusia el país que más relevancia había dado
al desarrollo y organización de los mismos). Asimismo, la guerra vio la pro-
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

liferación de las trincheras, protegidas por alambre de púa y consecuente-


mente, de morteros y granadas que ayudaran a la captura de las mismas,
en lo que constituyó un auténtico preludio de los horrores del Frente Occi-
dental de la Gran Guerra.
De un modo u otro, por lo tanto, los distintos autores coinciden en que
la situación de ambos ejércitos en lo que hace al armamento era en cierto
modo similar, y si bien la superioridad numérica se encontraba de parte de
los japoneses, esta ventaja sólo se mantendría en tanto los rusos no logra-
ran reforzar a tiempo a sus tropas destacadas en Oriente con fuerzas pro-
venientes de su mucho más poderoso Distrito Militar Europeo. Por lo tanto,

37 Ibíd., p. 9.

– 33 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

cabría considerar que la ventaja japonesa dependía más de factores geo-


gráficos (cercanía al teatro de operaciones) y logísticos que del simple
número de tropas disponibles, y dicha ventaja sólo se mantendría en tanto
Japón supiera maximizar el principal recurso a su favor: el tiempo. La estra-
tegia japonesa da cuenta de una perfecta toma de conciencia por parte de
los mandos militares respecto de esta cuestión crucial.
El general Kuropatkin, nombrado comandante del ejército de Manchuria
en febrero de 1904, a pesar de haber sido él mismo un férreo opositor a la
guerra contra Japón, planeó en un principio una estrategia cautelosa, que
preveía una retirada organizada hacia el interior de Manchuria a la espera
de refuerzos provenientes del otro extremo de Siberia. Sin embargo,
Kuropatkin se hallaba subordinado al almirante Alekséyev, y las fricciones
entre ambos no tardaron en producirse. Alekséyev no sólo no había toma-
do los suficientes recaudos para la defensa de Port Arthur, sino que ade-
más, confiando en la posibilidad de una victoria rápida, ordenó un avance
general para levantar el sitio al que los japoneses habían sometido a la
base naval.

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
La consecuente ofensiva de las fuerzas rusas conduciría al encuentro
entre éstas y los japoneses, que avanzaban desde el sur, y a la consecuen-
te primera gran batalla terrestre de la guerra: la del río Yalu, librada entre
el 25 de abril y el 2 de mayo de 1904 y que se saldó con una decisiva vic-
toria japonesa. A esta derrota rusa seguirían otras. Las batallas de
Nanshan (25-26 de mayo) y Te-li-ssu (14-15 de junio) concluyeron ambas
en victorias japonesas, y permitieron a los japoneses cerrar aún más el
cerco sobre Port Arthur, aunque las tropas bajo el mando del general
Maresuke Nogi no lograron todavía tomar la fortaleza, fuertemente defen-
dida por los rusos. En julio, el mariscal Iwao Oyama, recientemente nom-
brado comandante en jefe de las fuerzas japonesas, arribó al teatro de
operaciones, y entre el 26 de agosto y el 3 de septiembre se enfrentó a

– 34 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

Kuropatkin en la batalla de Liaoyang. El resultado del combate, acaso pre-


monitorio de las batallas de la Primera Guerra Mundial, no fue decisivo. Si
bien los japoneses sufrieron más bajas (5.540 muertos y 18.600 heridos,
frente a 3.600 muertos y 14.300 heridos rusos), Kuropatkin debió ordenar
la retirada de sus fuerzas hacia el norte. Entre el 7 y el 17 de octubre, inten-
tó lanzar una nueva ofensiva hacia al sur, que condujo a la batalla de Sha-
Ho. El resultado fue nuevamente indeciso, si bien los rusos sufrieron esta
vez muchas más bajas (11.000 muertos y 30.400 heridos, frente a 4.000
muertos y 16.500 heridos japoneses) y debieron volver a retirarse. Asimis-
mo, el almirante Togo había obtenido una importante victoria naval en la
Batalla del Mar Amarillo, reforzando aún más el cerco a Port Arthur. En
diciembre de 1904, el general Anatoly Stessel, comandante de la guarni-
ción de la base naval, comenzó a negociar los términos de una posible
capitulación. Tras este catastrófico año, y con una revolución en ciernes,
tal vez debería haber sido evidente para cualquier observador atento que
a comienzos de 1905 la guerra estaba ya perdida para Rusia.
El año comenzó en forma aún más desalentadora. En enero, la guarni-
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

ción de Port Arthur finalmente se rindió ante el Tercer Ejército del general
Maresuke Nogi, y entre el 25 y el 29 de ese mes las fuerzas rusas lanzaron
una nueva ofensiva que condujo a la batalla de San-de-pu, nuevamente
victoria japonesa. Simultáneamente, en San Petersburgo, la brutal repre-
sión a una manifestación pacífica dirigida por el sacerdote ortodoxo
Gueorgui Gapón el domingo 22 de enero (el llamado Domingo Sangriento)
fue la chispa que acabó por desatar la revolución. La autocracia zarista
necesitó entonces de fuerzas militares para controlar la situación interna,
lo cual repercutió en aún menos refuerzos para las tropas que combatían
en el frente de batalla en Manchuria.
Pese a esta situación desesperada, Nicolás II y su gobierno se resistían
aún a poner fin a la guerra. La situación política y social de Rusia no impi-

– 35 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

dió que algunas tropas de refuerzo comenzaran a llegar a Manchuria


desde Europa, y a mediados de enero los rusos contaban con aproxima-
damente 300.000 hombres en el teatro de operaciones, mientras que los
japoneses, a pesar de haber recibido también refuerzos, apenas llegaban
a los 200.000. Sólo a finales de febrero, con el arribo de las tropas del
Tercer Ejército que habían capturado Port Arthur, pudieron los números
japoneses prácticamente igualar a los de sus enemigos. Sin embargo,
aquellas constituían las últimas reservas de que Japón podía disponer, y el
mariscal Oyama se sintió presionado a buscar la batalla decisiva que le
permitiera destruir la capacidad de combate de las fuerzas rusas de una
vez por todas. El encuentro final entre los dos enemigos se produjo el 19
de febrero de 1905, en Mukden.
Antes del estallido de esta última batalla, a las fuerzas del Tercer Ejército
del general Nogi, que habían capturado Port Arthur, se unieron las de otros
cuatro ejércitos: el Primer Ejército del general Tamemoto Kuroki, el Segun-
do Ejército, a las órdenes del general Yasukata Oku, el Cuarto Ejército, diri-
gido por el general Michitsura Nozu, y el Quinto Ejército, también llamado
Ejército del Yalu, bajo el mando del general Kageaki Kawamura.38 Este

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
total de cinco ejércitos (aun cuando el Ejército del Yalu se hallaba muy
reducido de efectivos) se enfrentaría en Mukden a los tres comandados por
Kuropatkin: el Primer, Segundo y Tercer Ejército de Manchuria, comanda-
dos por los generales Nikolái Linevich, Aleksandr von Kaulbars y Aleksandr
von Bildering, respectivamente.39 A pesar de esta diferencia en la cantidad
de ejércitos, las dos fuerzas rivales estaban sin embargo prácticamente
igualadas en número (de hecho, con una ligera ventaja de parte de los
rusos): frente a los 293.000 hombres, 1.494 cañones y 56 ametralladoras

38 Véase James, L. (1905): A Study of the Russo-Japanese War. Londres: William


Blackwood and Sons, pp. 303-306. En inglés en el original; todas las traducciones son
nuestras.
39 Véase Ivanov, A., y P. Jowett. The Russo Japanese War, 1904-05, op. cit., p. 7.

– 36 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

de que disponía Kuropatkin, las fuerzas bajo el mando del mariscal Oyama
consistían en un total de 270.000 hombres con 1.062 cañones, aunque
también con la muy superior cantidad de 200 ametralladoras.40
A las colosales dimensiones de las dos fuerzas enfrentadas debemos
sumar la extensión, hasta entonces nunca vista, del propio campo de bata-
lla: el último gran enfrentamiento terrestre de la Guerra Ruso-Japonesa
habría de librarse “en un frente continuo de 155 Km., con combates en una
franja de 80 Km. de anchura”.41 A este respecto, un observador contem-
poráneo, el capitán británico Lionel James, corresponsal del diario Times,
afirmó que “la batalla de Mukden es difícil de describir. En primer lugar, es
una serie de diferentes batallas, cada una de ellas casi de la magnitud de
Waterloo”.42 También en este punto resultaría esta batalla premonitoria de
aquellas que se producirían años más tarde, pero, tal como ocurriría tam-
bién en los momentos iniciales de la Gran Guerra, los comandantes de
ambos bandos confiaban en la posibilidad de alcanzar una victoria decisiva
a partir de amplios movimientos de tropas en maniobras envolventes, que
debían a su vez concluir en asaltos frontales, pese a la ventaja que las nue-
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

vas armas proporcionaban naturalmente al defensor. A decir de Geoffrey


Parker, “aunque ambos bandos se centraron en toda la campaña en reba-
sar a sus adversarios por los flancos, la velocidad del avance de las tropas
y la capacidad mortífera de las armas hicieron inevitable el fracaso de
aquellos intentos”,43 lección que los muchos observadores y analistas
contemporáneos no parecen haber deducido, a pesar del espantoso núme-
ro de bajas por ambas partes. Al igual que ocurriría luego en 1914, “ambos
comandantes trataron, a la manera napoleónica, de destruir al ejército rival.
Ambos fracasaron”.44

40 Véase Holmes, R. y M. Evans (eds.). Campos de batalla, op. cit., p. 550.


41 Ibid.
42 James, L. A Study of the Russo-Japanese War, op. cit., p. 303.
44 Holmes, R. y M. Evans (eds.). Campos de batalla, op. cit., p. 550.

– 37 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

La batalla propiamente dicha se inició el domingo 19 de febrero de 1905,


con un ataque por parte del Quinto Ejército del mando del general
Kawamura, ubicado en el extremo oriental del campo de batalla, contra el
flanco izquierdo ruso, en lo que de hecho no era más que una maniobra de
distracción para forzar a Kuropatkin a concentrar a sus fuerzas en aquel
sector del frente. Fue en ese entonces que el mariscal Oyama puso en
marcha la segunda fase de su plan. El día 27 de febrero, tras repeler un
ataque de la infantería enemiga, la artillería del Segundo Ejército del gene-
ral Oku bombardeó el centro de la línea defensiva rusa, y al día siguiente,
Oyama ordenó que tanto el Segundo como el Primer Ejército realizaran un
avance general, en un intento de mantener ocupado al grueso de las fuer-
zas enemigas. Mientras tanto, el Cuarto Ejército golpeaba el centro de la
línea rusa. El príncipe alemán Karl Anton von Hohenzollern, enviado a
Manchuria como observador por el Káiser Guillermo II y que en aquel
entonces se encontraba con el Cuarto Ejército japonés, relata que estos
ejércitos tenían “instrucciones de pisarle los talones al enemigo, y no per-
mitirle volver a asumir posiciones defensivas”.45 Todos los reportes coinci-

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
den en que los ataques realizados por los japoneses implicaron un muy
elevado número de bajas, pero algunos progresos fueron alcanzados.
Acaso lo más curioso que el investigador actual nota a partir de los
reportes de la batalla es la valoración realizada por los observadores con-
temporáneos de las posibilidades del ataque y la defensa en lo que hace
al resultado de las operaciones. Dicho de otro modo, si bien los menciona-
dos observadores dan cuenta de las muchas y notables ventajas de que
disponía el bando que se encontraba a la defensiva, asimismo parecen
seguir estando convencidos de la posibilidad de alcanzar una victoria deci-

45 Hohenzollern, K. A. von (1912). Meine Erlebnisse während des russisch-japanis-


chen Krieges. 1904-1905. Berlín: Ernst Siegfried Mittler und Sohn, p. 98. En alemán en el
original; la traducción es nuestra.

– 38 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

siva por medio del puro ataque frontal. El teniente coronel A. L. Haldane,
agregado militar británico asignado al Segundo Ejército japonés, destacó
la importancia que había adquirido la adecuada preparación de trincheras
y posiciones defensivas, y observó la eficacia de las mismas en lo que
hacía al desempeño ruso. El agregado militar británico, de este modo, sos-
tuvo que

Durante la batalla de Mukden los rusos hicieron un mayor uso de cober-


tura para la cabeza que en las batallas anteriores, en las cuales dicha
cobertura brilló por su ausencia, [pues] las posiciones defensivas no se
encontraban por regla general cubiertas por un laberinto de obstáculos.
(…) La forma general de cobertura para la cabeza utilizada [en Mukden]
consistía en sacos de arena o cajas de munición rellenadas con tierra,
a las que se hacía una abertura o tronera para el fusil.46

El formato general de las trincheras de la Primera Guerra Mundial ya


puede verse, pues, plenamente desarrollado en la batalla de Mukden. El
príncipe Karl Anton von Hohenzollern hace otra observación acaso premo-
nitoria al respecto, al señalar que “al encontrarse el suelo demasiado endu-
recido por las bajas temperaturas como para usar las palas, los soldados
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

se ponían a cubierto detrás de sacos de arena. En algunos puntos del fren-


te, las fuerzas enemigas se encontraban a apenas 50 metros una de
otra”.47 El rol desempeñado por las nuevas armas de guerra de la era
industrial es asimismo destacado, en forma igualmente premonitoria, en lo
que hace a sus posibilidades para el ataque: “las granadas de mano fueron
ampliamente utilizadas en la batalla de Mukden, y parecen haber sido (…)
de considerable valor a la hora de atacar o defender posiciones”.48 Del

46 Haldane, A. L. (1908). “The Battle of Mukden. Operations of the Second Japanese


Army”. The Russo-Japanese War. Reports from British officers attached to the Japanese
and Russian forces in the field, Vol. 2. Londres: British War Office, pp. 84-84.
47 Hohenzollern, K. A. von. Meine Erlebnisse während des russisch-japanischen
Krieges. 1904-1905, op. cit., p. 77.
48 Haldane, A. L. “The Battle of Mukden. Operations of the Second Japanese Army”.
The Russo-Japanese War, Vol. 2, op. cit., p. 84.

– 39 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

mismo modo, inclusive las ametralladoras, como señaláramos anterior-


mente, podían demostrarse sumamente útiles para apoyar un ataque de la
infantería cuando eran bien utilizadas. Esto fue efectivamente lo que hicie-
ron los japoneses, tal y como señaló otro de los agregados militares britá-
nicos, en este caso el capitán de artillería B. Vincent, asignado a la Segun-
da División del Primer Ejército japonés, “las ametralladoras demostraron
ser especialmente útiles (…). Cada vez que el fuego de ametralladora era
dirigido hacia un punto específico, los rusos no osaban exponer la cabeza,
y ello daba a la infantería japonesa la oportunidad de avanzar unas pocas
yardas.49 Al mismo tiempo, el capitán Vincent también señaló la importan-
cia de la ametralladora como arma defensiva, al admitir en su reporte que
“las ametralladoras rusas también (…) causaron gran cantidad de bajas
entre los japoneses””.50
Sin embargo, y pese a ello, los británicos no dudaron en recalcar, simul-
táneamente, los efectos que consideraron positivos (si no determinantes)
de aquella disciplina, patriotismo, y espíritu de combate que animaban a la
infantería japonesa en el momento de lanzarse a un asalto frontal y enfren-
tar a campo abierto el fuego enemigo.51 Todos los reportes de los distintos

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
observadores, así como la literatura general de la época, coinciden en esta
cuestión, siempre en modo favorable a Japón. Como sostiene Payne a
este respecto,

La mayor parte de los analistas militares consideraron que la libertad de


maniobra del atacante afectaría positivamente la iniciativa, la moral y la
flexibilidad mucho más que la naturaleza estática de la defensa. Muchos
oficiales en Europa Occidental y en los Estados Unidos suscribieron a
esta visión. Aun si restar importancia a las innovaciones tecnológicas en

49 Vincent, B. “The Battle of Mukden: Operations of the 2nd Division of the First
Japanese Army”. The Russo-Japanese War, Vol. 2, op. cit., p. 271.
50 Ibid.
51 Véase Haldane, A. L. “The Battle of Mukden. Operations of the Second Japanese
Army”. The Russo-Japanese War, Vol. 2, op. cit., p. 84.

– 40 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

poder de fuego, estos oficiales insistieron en que un liderazgo intrépido,


y un vigoroso espíritu marcial, o élan, permitirían al atacante superar
cualquier obstáculo. Para la mayoría de los oficiales que adherían a esta
doctrina, la preparación psicológica para la guerra era tanto o incluso
más importante que cualquier preparación física o tecnológica.52

Si algo puede concluirse a partir de los feroces combates librados en


Mukden, es que pese al énfasis puesto por numerosos observadores en la
importancia del coraje, de la disciplina y del espíritu de cuerpo, los ataques
frontales realizados por la infantería demostraron ser inútiles frente a un
enemigo bien atrincherado y equipado con armas modernas, que supiera
aprovechar adecuadamente la ventaja natural que le confiere la defensa.
Por muy elevada que fueran la moral, la disciplina o el espíritu de lucha,
quedó claro (o mejor dicho, debería haber quedado claro) que la infantería
a la carga no podía lograr una batalla decisiva allí donde comenzaba a
asentarse la guerra de posiciones. Pero aquellos agregados militares euro-
peos que observaron la batalla y que comandarían a los ejércitos de sus
propias naciones en 1914, no lo entendieron de ese modo. Por el contrario,
la gran mayoría hizo énfasis en las posibilidades, que aparentemente el
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

resultado final de la batalla habría demostrado, de obtener una victoria


decisiva en el campo de batalla a partir de los mencionados factores mora-
les, la disciplina, el coraje y la determinación, factores todos ellos combina-
dos en la muy simple táctica de la ofensiva a ultranza. El hecho de que los
militares europeos que observaron y analizaron la batalla de Mukden pres-
taran más atención a su acaso fortuito resultado que al gigantesco costo
que el mismo conllevó, probaría ser letal para millones de soldados a partir
de 1914.
Como fuera, la tercera y última fase del plan de Oyama consistió en
enviar al Tercer Ejército del general Nogi, ubicado en el extremo occidental

52 Ibid., pp. 2-3.

– 41 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

del frente, a realizar una amplia maniobra envolvente, a través del río Hun
y rebasando el flanco derecho ruso y la propia ciudad de Mukden, a fin de
completar el cerco y posterior aniquilamiento de las fuerzas enemigas.
Mientras el flanco izquierdo ruso, que hasta ese entonces había logrado
resistir, colapsaba definitivamente ante el renovado ataque japonés, el
grueso de las fuerzas rusas, que Kuropatkin había desplazado hacia el
oeste, se encontraban en un cada vez mayor riesgo de ser totalmente
rodeadas. Antes de que esto ocurriera, en la tarde del 9 de marzo
Kuropatkin ordenó la retirada hacia el norte. El comandante ruso había
reconocido la derrota, aún antes de que los japoneses pudieran alcanzar
la victoria decisiva que habían estado buscando. Sea como fuere, en la
mañana del 10 de marzo de 1905, la bandera japonesa ondeaba en
Mukden.53 Luego de diecinueve días de feroces combates, la batalla más
grande de la Historia, hasta ese momento, había concluido. El costo huma-
no de la misma resulta apabullante por donde se lo mire, y podríamos afir-
mar sin miedo a equivocarnos demasiado que los rusos perdieron entre
90.000 y 100.000 hombres, mientras que las bajas japonesas rondarían las

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
70.000, de allí que, sin lugar a dudas, la batalla de Mukden haya sido efec-
tivamente la más sangrienta jamás vista hasta entonces. Las lecciones
ofrecidas por el modo en que se luchó, con sus trincheras, ametralladoras
y artillería, así como por las impactantes cifras de bajas productos de estas
innovaciones en el arte de matar, deberían haber sido adecuadamente
aprendidas por los muchos observadores contemporáneos, mas no lo fue-
ron, y la tragedia estaría condenada a repetirse durante cuatro años en los
campos de batalla de la Primera Guerra Mundial.

53 Ibid., p. 331.

– 42 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

Conclusiones

La apuesta del Zar había fracasado. Pese a las dudas y advertencias de


Kuropatkin, Nicolás había optado por perseguir una política exterior agre-
siva en lo que respectaba a Corea y Manchuria, a fin de preservar a cual-
quier precio la posición internacional de un Imperio Ruso que, más allá de
sus intereses económicos y estratégicos en la región, no podía permitirse
el lujo de ser derrotado por Japón, ni mucho menos verse relegado a un
plano secundario en el concierto de las grandes potencias mundiales, que
ya se alineaban en los dos bandos que habrían de enfrentarse en la Pri-
mera Guerra Mundial. El prestigio y la credibilidad del Imperio Ruso, tanto
como su expansión territorial, estaban pues en juego, o así lo sentían los
hombres que convencieron al Zar de jugarlo todo en una guerra que creían
podía ganarse rápidamente, frente a un pequeño y advenedizo país asiáti-
co a cuyos habitantes Nicolás calificaba de “monos amarillos”.54 Parecía
ser, por lo tanto, una jugada perfecta, pero las cosas resultaron ser de otro
modo.
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

Vista desde el punto de vista militar, la Guerra Ruso-Japonesa en gene-


ral y la batalla de Mukden en particular constituyeron un oscuro presagio
de lo que estaba por venir. Aunque, desde el punto de vista de los japone-
ses, Mukden constituyó en efecto una gran victoria, no fue en absoluto la
victoria decisiva que Oyama esperaba alcanzar. De no haber sido por la
aplastante derrota de la flota rusa a manos del almirante Togo en la poste-
rior batalla de Tsushima, pero más aún por la muy hábil diplomacia japone-
sa, que supo aprovechar el momento de la victoria para comenzar a nego-
ciar los términos de una paz conveniente a los intereses de Japón, las

54 Payne, C. The Russo-Japanese War impact on Western military thought prior to


1914, op. cit., p. 9.

– 43 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

cosas podrían haberse desenvuelto en forma distinta, más si se tiene en


cuenta que el pequeño país asiático estaba mucho más cerca del agota-
miento (incluso cuando el apoyo a la guerra entre la población continuaba
siendo fuerte) que el gigantesco Imperio del Zar.
A partir de estas lecciones, acaso debería haber quedado más que claro
a los ojos de los contemporáneos el hecho insoslayable de que el desen-
lace de la batalla de Mukden, es decir, la victoria japonesa, constituía a
aquellas alturas más la excepción que la regla. La victoria decisiva que per-
mitiera acabar con una guerra a partir de un solo golpe fatal no era posible.
Sin embargo, todo el mundo quedó mucho más impresionado por el resul-
tado de la batalla que por el desarrollo (y desde luego, el costo humano)
de la misma. Si bien todos los elementos que definirían las batallas de la
Gran Guerra ya se encontraban allí presentes, la única lección que la
mayor parte de los contemporáneos aprendió fue que el ataque decidido y
disciplinado podía efectivamente traer la tan deseada victoria decisiva,
siendo ésta un triunfo de los factores morales por sobre los factores mate-
riales.

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
Si los testigos alemanes (aunque éstos quizás en menor medida), britá-
nicos, norteamericanos y, principalmente, franceses que presenciaron la
batalla fallaron a la hora de comprender las implicancias de la misma, otro
tanto puede decirse de los rusos. En una carta enviada al Zar el día 21 de
febrero de 1906, el general Kuropatkin afirmó que, si bien se encontraba
gustoso de asumir la total responsabilidad por el desenlace de la guerra,

Esto sería incorrecto desde un punto de vista histórico, así como perju-
dicial para nuestra causa, pues evitaría que nuestro ejército –que es
grandioso aún a pesar de sus reveses– tomase consciencia de la impor-
tancia de examinar, desde todas las perspectivas, las causas de nues-
tros fracasos, de modo tal que podamos evitarlos en el futuro.55

55 Kuropatkin A. (1908). “The causes of Russia’s Defeat by Japan”. McClure’s


Magazine, Vol. XXXII, Nº 2, p. 213.

– 44 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

Fue esto lo que precisamente no ocurriría. Los comandantes y estrate-


gas del Imperio Ruso sintieron menos que nadie la necesidad de reevaluar
el modo en que había de entenderse y conducirse una guerra moderna.
Pero la afrenta de la derrota, desde luego, debía ser lavada, y el prestigio
internacional del tambaleante Imperio había de ser salvaguardado a cual-
quier costo. Asimismo, todavía era necesario, para un régimen que había
sobrevivido por poco (y sólo gracias al apoyo aún incondicional del Ejérci-
to) a las llamas de la revolución, encontrar una nueva causa que lograra
finalmente unificar a la heterogénea población de Rusia. Pero a pesar de
que la guerra había entrado irremediablemente en una nueva era, ellos
confiaban firmemente en que si los japoneses habían logrado alcanzar tan
(en teoría) espectacular triunfo, sería enteramente posible para cualquier
ejército numeroso, disciplinado y convencido de su causa y de los benefi-
cios de la ofensiva, obtener aquella victoria decisiva en una guerra rápida
y corta. Confiando pues en dicha victoria, y tan sólo diez años más tarde,
Nicolás volvería a apostar, a fin de salvaguardar la posición internacional
de su Imperio, su trono y los principios de la autocracia. Esta nueva y
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

mucho más arriesgada apuesta de un Zar que no había aprendido las lec-
ciones que tenía frente a sus ojos acabaría por sumir a Europa y al mundo
en la mayor de las tragedias.

Bibliografía y fuentes

Airapetov, O. (2005). “The Russian Army’s Fatal Flaws” en Steinberg, J,


B. W. Menning, D. Schimmelpenninck van der Oye, D. Wolf y S. Yokote
(eds.). The Russo-Japanese War in Global Perspective. World War Zero
(pp. 157-177). Boston: Brill.

– 45 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

Birkbeck, W. H. (1908). “The Battle of Mukden. Operations of the Third


Japanese Army” en The Russo-Japanese War. Reports from British officers
attached to the Japanese and Russian forces in the field, Vol. 2. (pp. 219-
230). Londres: British War Office.
Figes, O. (2010). La Revolución rusa (1891-1924). La tragedia de un
pueblo. Barcelona: Edhasa.
Haldane, A. L. (1908). “The Battle of Mukden. Operations of the Second
Japanese Amry” en The Russo-Japanese War. Reports from British officers
attached to the Japanese and Russian forces in the field, Vol. 2. (pp. 83-
147). Londres: British War Office.
Hohenzollern, K. A. von (1912). Meine Erlebnisse während des russisch-
japanischen Krieges. 1904-1905. Berlín: Ernst Siegfried Mittler und Sohn.
Holmes, R. y M. Evans (eds.) (2007): Campos de batalla. Los conflictos
más decisivos de la Historia. Barcelona: Ariel.
Hume, C. V. (1908). “The Battle of Mukden; with special reference to the
First Japanese Army” en The Russo-Japanese War. Reports from British
officers attached to the Japanese and Russian forces in the field, Vol. 2.

HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021
(pp. 234-259). Londres: British War Office.
Ivanov, A., y P. Jowett (2004). The Russo Japanese War, 1904-05.
Oxford: Osprey Publishing.
James, L. (1905). A Study of the Russo-Japanese War. Londres: William
Blackwood and Sons.
Kuropatkin, A. (1908). “The Causes of Russia’s Defeat by Japan”.
McClure’s Magazine, vol. XXXII, Nº 2, pp. 213-222.
Kuropatkin, A. (1908). “The Military and Political Memoirs of General
Kuropatkin”. McClure’s Magazine, vol. XXXI, Nº 5, pp. 483-499.
McMeekin, S. (2011). The Russian Origins of the First World War.
Massachusets: The Belknap Press of Harvard University Press.
Parker, G. (ed.). (2005). Historia de la Guerra. Madrid: Akal.

– 46 –
NICOLÁS POLJAK - LA APUESTA DEL ZAR: LA GUERRA RUSO-JAPONESA (1904-1905)...

Payne, C. (1985). The Russo-Japanese War impact on Western military


thought prior to 1914. Athens: Georgia University Press.
Vincent, B (1908). “The Battle of Mukden: Operations of the 2nd Division
of the First Japanese Army” en The Russo-Japanese War. Reports from
British officers attached to the Japanese and Russian forces in the field,
Vol. 2. (pp. 260-294). Londres: British War Office.
Wildman, A., (1980). The End of the Imperial Russian Army. New Jersey:
Princeton University Press.
Zorgbibe, C. (1996). Historia de las relaciones internacionales. De la
Europa de Bismarck hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Madrid:
Alianza Editorial S. A.
HTTP://PUBLICACIONES.SOCIALES.UBA.AR/INDEX.PHP/CUADERNOSDEMARTE
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 12, NRO. 21, JULIO-DICIEMBRE 2021

– 47 –

También podría gustarte