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En esta magnífica obra escrita por Robert Greene, psicólogo, historiador y escritor estadounidense en
colaboración con muchos investigadores, asesores, correctores, etc, como Anna Biller y Joost Elffers
exploramos la historia de muchas civilizaciones, ejércitos, reyes y reinas, cortes, guerras y presidentes de una
forma indescriptiblemente placentera mientras aprendemos de sus aciertos o errores los cuales o los llevaron
al poder absoluto o los bajaron a la más recóndita miseria.
Hablando con otras palabras aquí en 48 leyes precisas Greene nos resume los acontecimientos de la mayor
parte de la historia humana para que no cometamos los errores de quienes nos precedieron pero ejecutemos
sus genialidades de forma que podamos alcanzar lo que ellos pudieron o más. Estamos hablando de que
tenemos en nuestras manos conocimientos de Maquiavelo, Sun Tzu, Isabel II, Luis XVI, Henry Kissinger,
Gengis Kan, Shakespeare, PT. Barnum, Steve Jobs y Cristóbal Colón entre muchísimos otros.
● Ley 39 “Revuelva las aguas para asegurarse una buena
pesca”
Transgresión: Después de haber escuchado sospechas de que su canciller, Talleyrand y Fouché, su ministro de
policía estaban conspirando contra él, Napoleón que se encontraba en la guerra contra España llegó agitado y
ansioso a París, y convocó una reunión con toda la corte. Ya allí todos incluidos Talleyrand y Fouché,
Napoleón empezó a dar un sermón, pronunciaba la palabra traición y se pasaba por el recinto de un lado al
otro enfurecido y sin paciencia. Acusaba indirectamente a Talleyrand de haberlo traicionado y al final vio tan
sereno a este que le gritó y le dijo que era un bastardo. Todos en la corte se quedaron atónitos con la actitud
de su emperador que se destacaba por ser una persona asertiva, y por la no-reactividad de Charles
Talleyrand. Napoleón dijo que era un insulto matar a una plaga como esa y lo dejó vivir pensando que sería
mayor la humillación de solo quitarle su cargo. Al final las personas hablaban solamente de el acto de
inmadurez y desfachatez de Napoleón. Se humilló más el mismo y Talleyrand quedó fuera pero los ministros
se le unían a la causa de bajar a Napoleón de su cargo y después de unos años lo lograron.
● Ley 44 “Desarme y enfurezca con el efecto espejo”
Observancia: Al principio de su carrera, el estadista y general Alcibíades de Atenas hizo el mejor arma psicológica que
en esa sociedad se pudo poseer. Cada que se veía con una persona, sin importar su propio estado de ánimo él
analizaba detalladamente los comportamientos, humor, estado de ánimo y gustos de esa persona y después
acomodaba sus palabras y acciones para que reflejaran los deseos y anhelos de los demás. Eso sumado a que los hacía
sentir queridos hacía que nadie, ni siquiera Sócrates se resistiera a sus encantos y pudiera lograr sus cometidos.
Bueno, tampoco era que ni Sócrates se resistiera a sus encantos, si no que el gran filósofo aunque sabía del estilo de
vida con lujo y sin principios que Alcibíades llevaba, estaba fascinado con la manera en la que este charlaba con él de
filosofía y virtud mientras hacían largas caminatas, pues sabía que aunque Alcibíades aceptaba cuanto tema en parte
por sus tendencia a acomodarse a los demás, tenía control sobre él y le gustaba hacerlo aprender. Sócrates, terminó
siendo partidario de Alcibíades y casi da la vida por él.
El pueblo amaba a Alcibíades por esa habilidad también, captaba las aspiraciones del público y reflejaba sus deseos.