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Cada uno de los habitantes de Londres estaban obligados a tener al menos una
telepantalla en su casa o negocio; era un delito que los ciudadanos omitieran el uso de
este aparato. Existe una cláusula referida a este aparato electrónico, ya que la clase más
baja de Londres no debían tener disponibilidad de acceso, por ser la sociedad al que
debía someterse con más facilidad. Todo esto refleja una interesante novela de ficción,
pero quienes prefieren el género de fantasía, toman El principito como una obra
majestuosa.
La clase proletaria fue la más afectada en la novela, quienes vivieron más de cerca las
represiones políticas. Para ellos no había tecnología, pues el partido político se protegió
de cualquier ataque rebelde que algún miembro de esta clase llegara a cristalizar. Otro
relato que refleja la pobreza extrema de Brasil, cuyo protagonista tan sólo cuenta con 5
años de edad, es Mi planta de naranja lima de José Mauro de Vasconselos.
1984 de Orwell refleja una guerra intensa entre Oceanía con otros estados a su
alrededor, gracias al choque de ideologías constantes que existen entre una ciudadanía y
otra. De vez en cuando, una nación atacaba a la otra por traición, tomándola
desprevenida. Cabe destacar que existen otras novelas de contexto histórico, como La
guerra y la paz, de León Tolstoi, que muestra la invasión napeoleónica a la que sometió
a Rusia, donde muchos habitantes murieron irremediablemente.
Los principales estados enemigos de Oceanía fueron Asia Central y Asia Oriental.
Oceanía como una táctica de salir avante, cambió los datos de su estado, destruyendo su
propio pasado histórico para mostrar que su aliado en la guerra estaba de su lado. A
partir de este acontecimiento, el Ministerio de la verdad fue fundado con la intención de
destruir el pasado o poderlo manejar bajo su conveniencia.
Toda Oceanía está bajo el mando de El Gran Hermano, quien es la máxima autoridad,
el Omnipotente. Este personaje es de ideas paganas, por lo que reniega de Dios, al
considerarse la autoridad superior que mueve cada fibra de Oceanía. Todos están sujetos
a cumplir sus órdenes, siempre vigila mediante las telepantallas cada paso que dan sus
habitantes. Participa activamente en el partido, así como también incurre en visitas
frecuentes a toas las viviendas, para supervisar que nadie tratará de conspirar en su
contra.
Primera parte
El matrimonio buscaba engendrar un hijo por todos los medios sin éxito, esto conllevó a
que la pareja terminara separada, ya que el divorcio no estaba permitido como medida
de separación. Winston a pesar de no estar de acuerdo con muchas cosas, prefiere
callarse, por su seguridad y la estricta vigilancia a la que estaba sometido. Como una
alternativa, decidió esconderse en una habitación de su casa, en donde la telepantalla no
alcanzaba a proyectar, para escribir en un cuaderno toda su frustración por participar en
la farsa de El Gran Hermano.
La muchacha, llamada Julia, despierta el interés que Winston pensó estaba dormido por
la indiferencia de Katherine. En sus primeros encuentros no pudieron entablar
conversación por culpa de las telepantallas que estaban distribuidas por todo el recinto.
Poco a poco empiezan a enamorarse, pero su relación debe mantenerse oculta, tanto de
los aparatos como de Katherine. Winston acondiciona una habitación para mantener
encuentros ocasionales con Julia, pero con la desesperanza que serán descubiertos algún
día.
Uno de sus mejores amigos, O´Brien, descubre que Winston no ha implementado los
nuevos términos encriptados en la neo-lengua; le aconseja que acuda al diccionario de
neologismos para aprender las nuevas acepciones a utilizar cuando redactara una nota
de prensa. Winston busca en O´Brien un aliado para atentar contra el movimiento del
partido. En una oportunidad visita a su amigo junto con Julia, lo primero que hacen es
apagar la telepantalla.
A Winston lo mantuvieron cautivo en el Ministerio del amor, para que las autoridades
decidieras qué castigo merecía el protagonista de 1984 de George Orwell. Su
preocupación mayor es no saber nada sobre el paradero de Julia y qué hicieron con ella,
hecho que lo llena de mortificación. Su compañero de celda, llamado Parsons, fue
denunciado por su propia hija, porque pronunció la frase «Abajo El Gran Hermano»
mientras estaba durmiendo. En el fondo se alegra por la actitud de su hija, pues la
considera una excelsa ciudadana de Oceanía y Londres.
El calvario para Winston inicia cuando pierde toda noción de tiempo y espacio, ya que
era trasladado de un lugar a otro para ser sometido a múltiples castigos. Las
habitaciones en las que yacía no tenían ventilación ni iluminación, por lo que no sabía si
era de día o de noche. En la sala de torturas, descubre que su mejor amigo lo traicionó al
colocar la telepantalla en el cuarto donde se reunía con Julia.
Winston imagina que su muerte está muy cerca y así se lo hacen saber sus verdugos. Sin
embargo, las autoridades desean que él se arrepienta de su rebeldía y rinda culto al
régimen de El Gran Hermano, para que no llegue a morir con un mártir. En algún
momento Winston trata de engañar a las autoridades, al hacerles creer que adoraría al
Gran Hermano para ver si obtiene otra medida cautelar que no sea su muerte. No
obstante, ellos no cayeron en la trampa y lo conducen al cuarto 101, que estaba repleto
de ratas, con el objetivo de superar sus fobias.
El hombre estaba aterrado con la presencia de los roedores, hasta que grita lo dejen en
libertad y que torturaran a Julia también. Winston se salvó de morir y queda en libertad,
de inmediato localiza a Julia, quien alega haberlo traicionado también, hecho que lo
desilusiona por completo. La novela culmina cuando su protagonista fue manipulado
para alabar el trabajo de El Gran Hermano.