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Un episodio vergonzoso.

En un banquete real, debido al vino y otras cosas el conde Ordóñez


empieza a insultar a don Rodrigo cada vez a mayor escala hasta
que llega el punto en el que el Cid coge las barbas del conde y las
mete en un vaso de vino. El rey anonadado por la actuación de don
Rodrigo lo destierra de castilla para siempre poniendo la pena de
muerte a todo aquel que le ayude.
Desterrado.
Don Rodrigo se separa de su familia dejándola con el abad don
Sancho. Acompañado de la poca gente que le seguía mostrando
lealtad entre ellos Álvar Fáñez paran en Burgos. Nadie contesta a
sus saludos hasta que llegan a la casa del molinero, supuesto
amigo de don Rodrigo. Allí escuchan pasos en el interior, pero no
les abren, lo que enoja a don Rodrigo quien empieza a golpear la
puerta hasta que aparece una niña y le explica que el edicto del rey
castiga severamente a todo aquel que ayude al Cid. La niña se va y
el Cid y su séquito acampan en la ribera del río para dormir.
Aparece el burgalés Martín Antolínez quien les da provisiones y
apoyo junto a otros hombres y les propone acompañarlos en su
destierro.
Un vuelco de la fortuna.
En casa de los hermanos Rachel y Vidas llegaron el Cid y sus
hombres para proponerlos un trato: seiscientos marcos a cambio de
un cofre en el que presuntamente se hallaban grandes riquezas.
Cuando los prestamistas aceptaron el trato el Cid y sus hombres se
marcharon de allí. Después los hermanos abren el cofre y ven que
solo había arena.
Por la noche duermen en un bosque enfrente de Castejón. Al día
siguiente según abrieron las puertas de la ciudad cien hombres del
Cid entraron en ella, y al poco tiempo consiguieron tomar
prisioneros a todos sus habitantes encerrándolos en un torreón. El
Cid no contento con la ciudad le dice al gobernador de la ciudad
que vaya a la ciudad vecina, Hita, y que consiga un rescate y así el
Cid libera a todos los prisioneros y divide el botín total entre sus
trescientos hombres. Además, consigue que soldados moros se
unan a su lucha.
El sitiador sitiado.
El siguiente objetivo es Alcocer. Esta ciudad no la pueden tomar por
medio de la fuerza y la rapidez ya que los ciudadanos se encierran
en la ciudad, así que la asedian. Tras varias semanas el
Campeador decide fingir que se van para que abran las puertas y
entonces atacar por sorpresa. Cuando toman la ciudad recolectan
un botín del cual una parte se la da a Álvar Fáñez para que vuelva a
Castilla y se la de al abad de San Pedro de Cardeña y otros treinta
caballos para que se los de al rey Alfonso. El resto se lo reparte de
manera equitativa entre sus vasallos. Rey Alfonso recibe con duda
a Álvar y le agradece el presente. Después Álvar habla con Jimena
para que tenga un poco de paciencia hasta que llegue su marido.
Mientras el rey moro de Valencia envía a dos de sus generales con
una fuerza de tres mil hombres a derrotar al Cid. Poco después de
que Álvar llegue a la ciudad los moros los asedian y días después el
Cid y sus seiscientos hombres salen al ataque.
Sidi
El campeador con sus seiscientos hombres salen de la ciudad como
un rayo destrozando al ejército moro en poco tiempo. El general
moro Fáriz escapa de la batalla en dirección a Catalayud librándose
de don Rodrigo por poco, y allí el Cid descubre que los moros lo
llaman sidi. Después de la batalla los hombres del Cid saquean el
campamento moro y venden la ciudad de Alcocer a los moros de
Terrer y Catalayud por tres mil marcos de plata. Durante los
siguientes tres años, el Cid toma el valle del río Jalón y el del Jiloca
hasta Daroca también ocupó territorio del este hasta llegar a
Valencia que era la fortaleza más fuerte. Después Álvar va al corte
del rey Alfonso para entregarle cincuenta caballos árabes, y le
confirmó el plan de conquistar Valencia. Alfonso se sorprendió del
plan y le dijo a Álvar que no castigaría a aquel que se quisiera
alistar al ejército de don Rodrigo. Y así todos los cortesanos se
dividieron, en los que apoyaban al Cid y los envidiosos.
El precio da la libertad.
Llegan a los oídos de don Ramón conde de Barcelona que el Cid ha
tomado tierras que le pagaban tributos lo, cuál le enoja. Don
Rodrigo y sus hombres a pesar de no querer acaban batallando con
don Ramón saliendo victoriosos. Don Rodrigo invita a don Ramón a
cenar después de haberle saqueado. Al final el Cid solo le pide que
cene a gusto. Don Ramón se despide y se va.
Mientras en castilla los infantes Diego y Fernando piensan en las
riquezas que ha acumulado el Cid y que tal vez deberían pedirles la
mano a sus hijas. Deciden que seria una deshonra para su familia.
Por otro lado Elvira y Sol añoran a su padre y también comentan
que los infantes Diego y Fernando no son tan feos...
Las conquistas del Cid llegan a Yúsuf de Marruecos y este le dice a
su chambelán que le mantenga informado sobre el Cid para que
cuando venga de aplastar a los almohades se encargará de don
Rodrigo Díaz de Vivar.
El botín de Valencia.
El Cid tras otros tres años de conquista consigue asediar Valencia.
Durante los siguientes nueve meses, lo que aguantaron los
musulmanes hasta rendirse, gente de todas partes venia a unirse al
ejército del Campeador para ganar riquezas. Cuando terminó el
asedio llegó un tal Jerónimo le aseguraba que se podía encargar de
la reparación del templo de San Esteban. Después don Rodrigo
envió a Álvaro devuelta a Castilla para darle una ofrenda más al rey
Alfonso. Cuando Álvar llegó a demás de hablar con el rey Alfonso le
dijo a Jimena que ella, sus hijas y sus sirvientas podían volver con
Rodrigo. Cuando llegaron a Medina recibieron una calurosa
bienvenida y al día siguiente ya llegaron a Valencia. A las puertas
de la ciudad don Rodrigo salía sobre Babieca para poder reunirse
con su amada, tuvieron un momento un poco embarazoso pero
luego ya entraron en la ciudad y lo celebraron por todo lo alto.
Algunos caballeros se arreglaron para impresionar a las sirvientas
quienes por invitación del propio don Rodrigo subieron a los
balcones para ver mejor a los pretendientes y desde allí divisaron el
ejército del rey Yúsuf.
La reconciliación.
El rey Yúsuf manda a sus tropas para retomar Valencia y aunque
inferiores en números los hombres del Campeador salieron
victoriosos. Parte del botín fue enviado al rey Alfonso junto a la
noticia de la victoria del Cid y así Alfonso perdonó de una vez al
Campeador. Por otro lado los infantes de Carrión pidieron
matrimonio a Sol y Elvira a través del rey. A las pocas semanas se
reunieron en un lugar cerca del Tajo, el rey perdonó oficialmente a
don Rodrigo, este se reunió por fin con su familia. El rey le propuso
la oferta de matrimonio de los infantes a lo que don Rodrigo se
mostró reacio por al final aceptó. Durante los dos años siguiente Sol
y Elvira fueron felices.
Los héroes cobardes.
Pasados dos años un león se escapa, pero el Cid logra domarlo y
enjaularlo sin darse cuenta de que sus yernos se habían escondido
como ratas.
El rey Búcar manda un ejército de ciento cincuenta mil hombres
pero son vencidos y además el Cid armado con Colada mata al rey
y toma su espada, Tizona. Con ambas armas vuelve a Valencia y
se reúne con Álvar Fáñez, quien había llevado consigo a los
infantes, para que el Cid estuviese orgulloso de ellos.
La afrenta de Corpes.
Los infantes deciden volver a Carrión con sus esposas. El Cid les
da a los infantes sus dos espadas y manda como acompañantes al
obispo san Jerónimo y a Félez Muñoz además de otros muchos
hombres. Don Rodrigo les dice que saluden al rey Abengalbón para
que este les de protección. Al llegar, los infantes planean el
asesinato del rey moro, pero son pillados y el rey moro les da la
'patada'. Al llegar al robledo de Corpes acampan. Al día siguiente
por la mañana los hombres del Cid se separan de los infantes y sus
esposas por órdenes de los propios infantes. Los infantes
aprovechan y desnudan y golpean a Sol y Elvira dejándolas
inconscientes y huyen a Carrión. Al poco tiempo Félez y Jerónimo
vuelven por su cuenta. Al ver a las chicas las reanima y las lleva de
vuelta a Valencia.

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