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YO, ……

Todo empezó un 13 de febrero del 2020, donde mis papás llegaron a casa entre las 8:00 pm y
las 9:00 pm. Mi hermano y yo nos encontrábamos en la sala del segundo piso, viendo
televisión cuando escuchamos el carro entrar en el garage. Dentro de mí existía una
posibilidad de saber que iba a suceder pero hice caso omiso a mis pensamientos, luego mi
mamá nos llamó a la sala. Fue ahí cuando me di cuenta de que algo malo vendría y de qué
cambiaría un poco mi actitud de vida. Sentados mi hermano y yo en el sofá, mi papá respiró
profundo y yo vi como su mirada se apagó, la noticia llegó. La enfermedad del hombre que
yo conocía como el más fuerte, logró terminar con él. La sensación más fuerte para mi, mi
cuerpo y sentimientos reaccionaron y las lágrimas se desbordaron de mi cara y no podían
parar. Al reaccionar tomé en mis brazos a mi papá mientras él me repetía que todo iba a estar
bien aunque por dentro sabíamos que no, las lágrimas no cesaban. Después de unos minutos
llorando, mi mamá tomó mi mano y trató de recomponerme con un beso en la frente para
poderme ir a dormir. Subí las gradas y me dirigí a mi cuarto, ahí estando sola y con la
información que recibí, sentí que mi mundo se vino abajo.

Fue ahí donde los pensamientos negativos y dolorosos se hicieron presentes, convirtiendo mi
cabeza en una bodega de tristeza e impotencia. No sabía cuán avanzada estaba la enfermedad
de mi abuelo pero dentro de mí existía la voz que me decía que muy pronto pasaría a otro
plano. Esa noche me quedé sin dormir; a la mañana siguiente tenía colegio pero no tenía
fuerzas para ir. Recordé ahí que las cosas siguen y fui a clases. En la tarde fui al hospital, al
principio no quería subir porque no quería ver la imagen de mi abuelo en una cama postrado,
pero lo hice porque era lo menos que podía hacer por él y por mi familia. Cuando una es
pequeña no puede hacer mucho y la impotencia se apodera de tus acciones y solo reaccionas.
Mi abuela había pedido que lo trasladen a la casa porque ese era su deseo, así fue, todos
fuimos a la casa para recibirlo.

El dolor más grande comenzó, cuando lo trasladaban de la ambulancia al cuarto del


departamento a pesar de que estaba inconsciente sentía dolor y gritaba. Pasaron los días y mi
abuelo seguía un poco inconsciente y desorientado. Aunque no hablaba se comunicaba con
los ojos y balbuceando, sabía quienes estaban en el cuarto y nos distinguía por la voz. Así
pasaron unos días, donde nos dividimos el tiempo de hacer nuestras cosas y luego ir a estar
con el. Ese espacio que teníamos con él para mi era lo más especial y puede que me tachen de
loca pero las vibras cuando no se hablaba eran buenas y los recuerdos que desde niña viví con
mi abuelo aparecían una tras otra.

Al transcurrir el tiempo, se cumplió el mes de que mi abuelo esté postrado en la cama, mi


papá era el que más permanecía en la habitación. Yo por mi parte

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