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EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO DE JOSÉ PEDRO


VARELA Y SU DECISIVA INFLUENCIA EN LA
CONSTRUCCIÓN DEL SISTEMA EDUCATIVO URUGUAYO
The Pedagogical Thinking of José Pedro Varela and its
Influence on the Building of the Uruguayan Educational System

MIRYAM CARREÑO RIVERO


Universidad Complutense de Madrid

En este artículo se analiza el pensamiento pedagógico del educador uruguayo José Pedro Varela.
Nació en Montevideo en 1845. Periodista y poeta, desde muy joven manifestó, también, interés por
los problemas sociales y políticos de su país. Un viaje a Europa y Estados Unidos de América le
permitió conocer la reforma educativa que había puesto en marcha H. Mann en el estado de Ma-
ssachusetts. En este mismo viaje conoció al educador, escritor y político argentino, D. F. Sarmiento.
Ambos tuvieron una influencia decisiva sobre Varela.
Sus ideas sobre educación fueron expuestas en La educación del pueblo y La legislación escolar.
La primera contiene las bases teóricas que orientaron su reforma de la educación uruguaya: edu-
cación para la democracia, educación obligatoria, gratuita y laica. Este pensamiento se mate-
rializó en la Ley de Educación Común de 1877, que vino a estructurar el sistema educativo na-
cional. Su muerte temprana, en 1879, no fue obstáculo para que esta reforma se desarrollara
y afianzara.

Palabras clave: Historia de la educación, Uruguay, Educación para la democracia, Reforma edu-
cativa, Educación popular.

Introducción de la nación y el predominio de personalismos


dificultaron el establecimiento de un proyecto
Con la jura de la primera carta constitucional, el político verdaderamente alternativo al orden co-
18 de julio de 1830, que habría de regir el recién lonial. Si a esto se agrega un modelo económico
nacido estado independiente, la antigua colonia basado en la explotación ganadera, con esca-
española se convertía en la República Oriental sas exigencias de mano de obra y reducidísimas
del Uruguay. Pero desde entonces, y hasta bien o nulas necesidades de tecnologías, es coherente
entrada la segunda mitad del siglo XIX, la Cons- que tal sociedad no fomentara requerimientos
titución sólo tendría una existencia simbóli- educativos que fueran más allá de los tradicio-
ca. Una sucesión de revueltas, algunas trocadas nalmente propios de las clases dominantes y, en
en verdaderas guerras civiles, sumieron al país en menor medida, de las clases menos privilegiadas
el caos político. La subsiguiente inestabilidad del medio urbano. Casi nulas pueden considerarse

Fecha de recepción: 18-01-10 • Fecha de aceptación: 22-03-10 Bordón 62 (2), 2010, 53-66, ISSN: 0210-5934 • 53
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las demandas educacionales de los trabajado- José Pedro Varela (1845-1879).


res del medio rural. No podía ser la educación El hombre, su medio, su formación
una cuestión esencial en una sociedad confor-
mada bajo un signo político de inestabilidad Esta corriente latinoamericana de aspiración a la
y un modelo económico que no fomentaba la construcción de un plan de educación popular,
creación de roles ocupacionales cualificados. Más que señalaba antes, tiene como máximo repre-
bien, en tal circunstancia, la educación es sólo sentante en la República del Uruguay a José Pedro
una cuestión adjetiva. La clase alta, letrada y li- Varela.
beral, era la única beneficiaria de la educación.
Indiferente ante la enseñanza de las clases po- Varela nació en Montevideo el 19 de marzo de
pulares, constituía una minoría ilustrada uni- 1845. Hijo de don Jacobo Varela y doña Benita
versitaria que, desde los puestos de gobierno, Berro, perteneció a una familia en la que desta-
imponía sus designios en la certeza de que las caron intelectuales notables como el periodista
masas eran tradicionalistas y enemigas del pro- Florencio Varela, los poetas Adolfo Berro y Juan
greso. Cruz Varela y el político Bernardo Berro (Pivel
Devoto y Ranieri, 1945: 503). «Su padre —de
Esto no quiere decir que no hubiese habido oficio barraquero—, si bien no brilló en las letras
preocupación por la educación de las clases como otros familiares, fue hombre culto e ilus-
populares. En tal sentido, hay una corriente de trado; se interesó por las cuestiones culturales
pensamiento que tiene sus orígenes en el ide- y pedagógicas, llegando a traducir uno de los
ario político y social del general José Artigas1, primeros tratados sobre esta materia que se pu-
en el que destaca, de una manera sobresaliente, blicó en estas regiones [...]» (Jesualdo, 1958: 7).
su preocupación por la educación del pueblo. Se trata de la traducción del francés de La ense-
Otros ciudadanos ilustres de América del Sur ñanza de la lengua materna del Padre Girard.
también realizaron intentos formales por ex-
tender la educación. Pero las repercusiones de El contexto social y político que enmarca su
este sentir en la práctica habían de ser escasas, vida es el que, sucintamente, se ha esbozado en
coherentemente con una estructura social que el apartado anterior.
necesitaba muy poco de la educación y que, en
consecuencia, no llegaba a generar los agentes Se educó en el colegio de los padres escolapios
movilizadores que hiciesen realidad los gene- de su ciudad natal. La necesidad de ocuparse del
rosos enunciados proclamados desde el pen- negocio familiar, no le permitió continuar es-
samiento de los más ilustrados patriotas. Una tudios en la universidad. Extendió sus conoci-
incipiente legislación escolar postcolonial, sur- mientos como autodidacta estudiando literatura,
gida de ese pensamiento, había quedado sólo francés e inglés. Tuvo, además, una intensa acti-
en la letra. Tal situación es común, por otra parte, vidad intelectual como poeta y periodista carac-
en toda la América Latina del periodo inmedia- terizada, al decir de Jesualdo, por ser polémica,
tamente posterior a la emancipación que, como «removedora» e inquieta y «por una preocu-
afirma G. Weimberg, estuvo marcado por «los pación de fondo sociológico en función de la re-
vaivenes de las luchas armadas para conso- alidad que vivía y de los acontecimientos que
lidar la emancipación, con sus flujos y reflu- conmovían su tiempo» (Jesualdo, 1958: 6). Su
jos; en otros casos, por los estragos provoca- principal actividad laboral estuvo vinculada al
dos por las guerras civiles» (1984: 113). Dicha negocio de la familia.
circunstancia traería como consecuencia que
este periodo estuviese caracterizado, también, No fue, pues, un universitario y este hecho vino
por un vacío en lo que respecta a las políticas a marcar su vida de manera muy singular. Ale-
educativas. jado de la filosofía espiritualista, predominante

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en la universidad montevideana de aquel mo- políticas desaparecerían quizá. Es por medio


mento, su pensamiento se adhirió sin dificultades de la educación del pueblo que hemos de
a las nuevas ideas que circulaban por Europa, llegar a la paz, al progreso y a la extinción
vinculándose al racionalismo y, posteriormente, de los gauchos. Entonces, el habitante de la
al positivismo2. campaña a quien embrutece la ociosidad, dig-
nificado por el trabajo, convertiría su caballo,
Suele considerarse que hacia los 20 años co- hoy elemento de salvajismo, en elemento de
mienza su vida pública con la edición de una progreso, y trazaría con él el surco que ha
serie de artículos en la Revista Literaria y, poste- de hacer productiva la tierra que permanece
riormente, en el periódico El siglo. Algunos de hasta hoy estéril, y las inmensas riquezas na-
esos escritos son de carácter literario, otros, en cionales, movidas por el brazo del pueblo
cambio, dan cuenta de la marcha de su pensa- trabajador e ilustrado, formarían la inmensa
miento hacia la filosofía racionalista que ganaba pirámide del progreso material. La ilustra-
adhesiones entre la juventud montevideana de ción del pueblo es la verdadera locomotora
entonces. Se trataba, según explica el profesor del progreso» (cit. Ardao, 1964: IX).
A. Ardao (1951), de un proceso que se movía
desde el teísmo al deísmo, es decir, desde la acep- En este artículo, Varela expone la idea central de
tación de la religión revelada hacia una tendencia la corriente de educación popular afirmando el
cada vez mayor a restringir, en la explicación papel de la instrucción en la transformación de
causal, la intervención de la divinidad, tanto en la sociedad y la expresa con vehemencia en esa
lo que respecta a la creación del mundo, como metáfora —la ilustración como locomotora del
en lo que se refiere al gobierno de las acciones progreso— tan afín al discurso de su admirado
humanas. Un proceso, por otra parte, que ya Francisco Bilbao.
había ocurrido en Europa. El mentor que orientó
este cambio en Uruguay fue el chileno Francis- En 1867 emprende un viaje de negocios a Eu-
co Bilbao, especialmente a través de su obra La ropa y Estados Unidos como representante de la
América en peligro, en la que se recoge su pen- barraca de su familia. Un viaje que, al margen de
samiento filosófico y político. Racionalismo y re- este motivo inicial, será fundamental en el pos-
pública son los dos sustentos fundamentales de terior desarrollo de su tarea pública. Las referen-
su discurso. «Entre los adeptos de esta prédica cias sobre este joven Varela, realizadas por los
de Bilbao —hasta convertirse en un enfervori- estudiosos de su vida y obra, confirman su ma-
zado discípulo poco después— se encuentra durez intelectual. De esta manera, queda desau-
José Pedro Varela» (Jesualdo, 1958: 11). torizada, por fantasiosa, la idea de un joven
poeta soñador e intimista que partió para Europa
Entre estas primeras publicaciones del joven sin más preocupación que la de recibir el juicio
Varela hay que destacar el artículo titulado «Los de Víctor Hugo sobre sus composiciones poé-
gauchos», escrito en 1865 en la Revista Litera- ticas. Por el contrario, este joven viajero, como
ria. En él pueden ya atisbarse preocupaciones señala Monestier:
de carácter social y educativo que se incorpo-
rarán a su discurso posterior, en las obras peda- «No era un iluso escritor de versos, sino un
gógicas. Despojando a los gauchos de cualquier periodista que ya a los 20 años había dirigido
toque romántico dice: por algo más de un año una revista literaria,
lector empedernido, de claras ideas republi-
«No necesitamos poblaciones excesivas; lo que canas y de tradición colorada, racionalista
necesitamos son poblaciones ilustradas. El día y crítico, de genio pronto y humor bastante
en que nuestros gauchos supieran leer y es- cáustico, enamorado y cultor de la ironía,
cribir, supieran pensar, nuestras convulsiones atildado en el vestir y un tanto vanidoso.

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Corresponsal del diario más importante de a Sarmiento dice: «Me permito enviarle la prime-
Montevideo, hablaba el francés como el es- ra entrega de la Enciclopedia de Educación dirigida
pañol y su inglés era excelente» (1992: 132). por mí. Es ésta la realización de un pensamiento
concebido hace años y del que ya tiene usted co-
En Europa se entrevista con Víctor Hugo, en ese nocimiento porque acerca de él le escribí, si no
momento desterrado en la isla de Guernesey, de recuerdo mal, a fines de 1874. Como sincero
quien recibe un juicio favorable de sus poesías testimonio de gratitud, he creído deber recordar
que publicará en Nueva York con el título de Ecos en el Prefacio que es a usted a quien debo ha-
perdidos. Más importante es, sin duda, el conte- berme consagrado al estudio de las cuestiones
nido político de esta entrevista, que se recoge de la educación [...]» (Manacorda, 1948: 215).
en la correspondencia que Varela envió a El si-
glo y que este diario reprodujo en parte. De vuelta a Montevideo, en 1868, pone en
marcha las ideas recogidas en su experiencia de
La última etapa del viaje, los Estados Unidos de viaje. En septiembre de ese año tuvo lugar,
Norteamérica, fue de extraordinaria importancia según se anunció en El siglo, una «lectura sobre
para la conformación de su pensamiento peda- educación», por el señor José Pedro Varela, en
gógico. El contacto con la sociedad norteameri- el Club Universitario. Allí expuso las ideas re-
cana, entonces escenario de la reforma educativa cogidas en el viaje a Estados Unidos sobre edu-
de Horacio Mann, influirá de manera fundamen- cación, democracia, el vínculo imprescindible
tal en su vida. Las ideas del norteamericano pro- entre república y educación, en definitiva, su
ducirían un influjo decisivo en el pensamiento entusiasmo por la educación popular. Algunos
de Varela; una fascinación irreprimible que, a su asistentes propusieron la idea de crear una so-
vuelta a Uruguay, llevaría a convertirlo en un ciedad que se ocupara de la educación común.
verdadero apóstol de la educación de su país. La aceptación de la propuesta dio origen a la
Bajo la influencia determinante de esa experien- Sociedad de Amigos de la Educación Popular,
cia de viaje y de las numerosas lecturas que que poco después contará con una escuela
quedan reflejadas en sus obras, elaboró y desa- experimental, «Elbio Fernández», donde Varela
rrolló un sólido pensamiento pedagógico que comienza a poner en práctica su pensamiento
dio base teórica a su infatigable acción por la educativo. Además, continúa su actividad pe-
causa de la educación popular. riodística; escribe sobre educación y no des-
cuida la política, haciendo campaña a favor del
Este mismo viaje le permitiría otro contacto de principismo3, partido opositor al Gobierno
capital importancia que dejaría una fuerte im- del momento.
pronta tanto en su pensamiento como en sus
acciones posteriores, el encuentro con Domin- En 1874 publica La educación del pueblo, obra
go Faustino Sarmiento en Nueva York. Con él que fue redactada con la premura que exige,
inicia amistad y tiene oportunidad de intercam- a un hombre comprometido, la inestabilidad
biar opiniones y de escuchar las deliberaciones política anteriormente esbozada y que, por estos
de este ya veterano maestro, pensador, escritor años, era un mal crónico de la vida pública. Así
y político, comprometido con la educación po- lo expresa en la introducción a la citada obra,
pular a la que consideraba el único medio capaz cuando dice: «Soldados de la milicia democráti-
de oponer la «civilización» a la «barbarie». Como ca, los ciudadanos orientales podemos ocasional-
señala Jesualdo: «[...] por poco que se analice su mente reposar tranquilos; a cada minuto puede
obra (tanto la escrita como su acción organiza- vibrar en el aire la campana de alarma» (Varela,
tiva y propulsora) se verá la huella de Sarmiento 1910: 7). Esta frase adquiere todo su dramático
[...]» (1958: 5). El mismo Varela reconocía esa in- significado cuando pocos meses después ten-
fluencia años después. En una carta que escribe dría que pagar sus discrepancias políticas con

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El pensamiento pedagógico de José Pedro Varela

el exilio. Se refugia en Buenos Aires y allí se re- de la inteligencia nacional» (Ardao, 1964: XXI-
encuentra con Sarmiento. Empieza a escribir un XXIII)5.
nuevo libro sobre educación y decide apartarse
de la política activa. Cuando la situación lo per- La obra pedagógica en la que formula su ideario
mite, regresa a Montevideo con sus compañeros educativo es La educación del pueblo. Las dos
de causa. Este episodio le convence aún más de primeras partes de este libro están dedicadas
que los males que aquejan a la República tienen a los fundamentos de la educación. En la pri-
entre sus causas más profundas y permanentes la mera habla de sus fines y ventajas. La exposición
ignorancia. Así, su trayectoria posterior no podía de las ventajas se realiza en varios capítulos,
estar dedicada a otra actividad que no fuese cuyos títulos nos remiten al programa ilustrado:
la educación popular. En Montevideo termina de «La educación destruye los males de la ignoran-
escribir su segundo libro, La legislación escolar, cia»; «La educación aumenta la fortuna»; «La
en el que refiere la temática educativa a la con- educación aumenta la felicidad»; «La educación
creta realidad social uruguaya4. disminuye los crímenes y los vicios»; «La educa-
ción aumenta la felicidad, la fortuna y el poder
En 1876, un giro de la situación política lleva de las naciones». Cada uno de estos títulos se
al Ministerio de Gobierno a un íntimo amigo transforma en una proposición demostrable, ya
de Varela, quien le ofrece la Dirección de Ins- que argumenta sus aseveraciones con experien-
trucción Pública y, pocos días después, se le cias extranjeras —algunas veces haciendo uso
da plenos poderes para comenzar la reforma de datos estadísticos— que avalan la necesi-
educativa. dad de la educación para orientar a los pueblos
hacia la felicidad. Sin duda, esta palabra tiene,
en el pensamiento de Varela, el valor que le ad-
El pensamiento pedagógico judicara la Ilustración, al darle el sentido de lo
que hoy solemos denominar con el concepto de
El pensamiento pedagógico de Varela, según «bienestar». Esos fines de la educación, dirigi-
señala el profesor Arturo Ardao, integra dos dos al logro de la felicidad de las naciones, re-
grandes corrientes educativas del siglo XIX: la cuerdan el planteamiento que hiciera Jullien de
de la educación popular y la de la educación Paris (1775-1848) en su Esquisse... de 1817. En
científica. La primera, que puede ser denomi- ella exponía su proyecto educativo dirigido a lo-
nada también educación común o educación del grar el progreso de Europa, combatiendo la igno-
pueblo, deriva de la filosofía del progreso, inte- rancia a través de los beneficios que, a su juicio,
grada en el programa de la Ilustración. La se- aportaría la educación comparada.
gunda hay que entenderla desde la doble pers-
pectiva de educación por la ciencia y de ciencia La segunda parte de La educación del pueblo,
de la educación, un nuevo ideal educativo vin- que Varela denomina «La democracia y la escue-
culado al evolucionismo positivista, aplicado la», recoge los aspectos esenciales de su doc-
a la pedagogía, cuyo centro de irradiación fue trina pedagógica que, por otra parte, orienta-
la Inglaterra darwiniana. Si bien es cierto que la ron sus realizaciones posteriores. Los primeros
primera ya tiene cierta tradición a esa altura cuatro capítulos de esta segunda parte consti-
del siglo en Uruguay, las dos son muy nuevas. tuyen el contenido esencial de su concepción
«Colocado en la confluencia histórica de ambas, de la educación popular: educación para la de-
[Varela] realiza sobre la marcha su síntesis. De mocracia, estatal, obligatoria, gratuita y laica.
tal síntesis resultó todo el sentido profunda- Estos principios sustentaron, también, la co-
mente innovador de su obra teórica y práctica, rriente de educación popular que se gestaba en
su gran reforma, que no fue sólo de la escuela, la América Latina de la segunda mitad del siglo
sino también de la universidad y, en cierto modo, XIX6.

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La educación en la democracia de Varela, la república supone algo más que su


proclamación por medio de la ley:
El desarrollo de la democracia fue una preocu-
pación principal de Varela. Consideró que esta «Para establecer la república, lo primero es
organización política era el camino a seguir para formar los republicanos; para crear el gobier-
dejar atrás a aquel Uruguay cuya vida pública se no del pueblo, lo primero es despertar, lla-
desenvolvía entre motines y asonadas. Entendió mar a la vida activa, al pueblo mismo; para
que el Gobierno democrático-republicano era el hacer que la opinión pública sea soberana,
más perfecto que podía adoptarse. Sin embargo, lo primero es formar la opinión pública
fue consciente de que este modelo de conviven- y todas las grandes necesidades de la demo-
cia política no podría adoptarse sin la inter- cracia, todas las exigencias de la república,
vención de la educación. Uniendo educación sólo tienen un medio posible de realización:
y política afirma que «si para el individuo, en educar, educar, siempre educar [...] El sufra-
todas las sociedades humanas, la educación es gio universal supone la conciencia universal
de vital importancia, lo es más aún para aquellos y la conciencia universal supone y exige la
pueblos que, como el nuestro, han adoptado la educación universal. Sin ella la república de-
forma de gobierno democrático-republicana». Si saparece, la democracia se hace imposible
en una democracia todos han de tomar parte en y las oligarquías, disfrazadas con el atavío y el
las decisiones que atañen a la res publica, es nece- título de república disponen a su antojo del
sario ilustrar a los ciudadanos «con la inteligencia destino de los pueblos y esterilizan las fuerzas
clara de las graves materias que deben tratar y del vivas y portentosas que todas las naciones
modo competentemente establecido de ejercer los tienen en sí mismas» (Varela, 1910: 56).
derechos políticos» (Varela, 1910: 53).
Por eso considera la educación como una cues-
En las páginas de este capítulo reflexiona sobre tión vital de aquellos pueblos que han adopta-
los peligros que la ignorancia supone para la vida do la forma de gobierno republicana. Este tipo
en democracia: de Gobiernos, por sí solos, no aseguran la feli-
cidad de los ciudadanos. Las instituciones, libres
«La ignorancia bajo el despotismo produce en apariencia, pueden ser minadas por la igno-
ese orden enfermo que Alfieri llamaba una rancia, con los funestos resultados que el propio
vida sin alma: bajo la república, incuba y pro- Varela vivió.
duce los motines, las asonadas, las revueltas
constantes, las violaciones de las leyes, el fal-
seamiento de las instituciones, la anarquía eri- La educación obligatoria y la intervención
gida en gobierno, en una palabra, el caos ocul- del Estado
tándose bajo el título y las formas aparentes
de las instituciones libres» (Varela, 1910: 55). La necesidad de la educación para todos, de la
educación común, está estrechamente vinculada,
Intuye el riesgo que se cierne sobre la vida polí- en el pensamiento de Varela, a la intervención del
tica de un Uruguay ignorante y montaraz, do- Estado. Una empresa como la de la educación
minado por caudillos y doctores, que se ha dado del pueblo no puede acometerse con el esfuerzo
la forma de gobierno democrático-republicana individual o el de grupos religiosos o filantró-
en la letra de la Constitución, pero en el que picos por más importantes que éstos sean. En
faltan, justamente, los republicanos. Su forma- su argumentación a favor de la obligatoriedad
ción atañe a la escuela: «La escuela es la base de recurre a las ideas de pensadores coetáneos, así
la república; la educación la condición indis- como a experiencias extranjeras como las de Es-
pensable de la ciudadanía». En el pensamiento tados Unidos, Suiza y Alemania, que, con sus

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logros, indican el camino a seguir para conse- La educación gratuita


guir la educación universal y ése es el de la in-
tervención del Estado. Consecuencia de la educación obligatoria iba a ser
la gratuidad, principio ya establecido en el Uru-
Sin embargo, aun aceptada la intervención es- guay de aquel momento, que Varela reafirma
tatal, Varela considera que no es suficiente y pro- porque entiende que: «La educación como el ejér-
pone la educación obligatoria. Reflexionando cito, como la policía, como la justicia, es un ser-
sobre posiciones liberales extremas, sostenidas vicio de utilidad pública, que debe ser pagado por
en su época, que aconsejan la abstención del la Nación» (Varela, 1910: 73). Pero en la gratui-
Estado en materia educativa, Varela afirma que dad de la enseñanza hay, para Varela, algo más
sólo «un mal entendido liberalismo y un des- importante que la solución a un problema econó-
conocimiento de los derechos del menor y de las mico. Entiende que este principio viene a robus-
conveniencias de la sociedad, pueden rechazar el tecer el ejercicio de la igualdad en una sociedad
principio de la educación obligatoria» (Varela, democrática salvando, de esta manera, las distan-
1910: 64). Sigue en este tema a varios autores cias que crean entre los seres humanos las dife-
contemporáneos y entiende con ellos que eludir rencias de fortuna, de religión o de posiciones
la obligatoriedad sería garantizar «el derecho a la políticas. En su pensamiento, la gratuidad tiene
ignorancia». En este sentido afirma: importancia fundamental en la formación de há-
bitos cívicos. Su optimismo al respecto queda ex-
«Si el Estado exige ciertas condiciones para presado en un fragmento del capítulo X de la obra
el ejercicio de la ciudadanía, que sólo pue- a que me vengo refiriendo:
den adquirirse por medio de la educación, el
padre que priva a su hijo de esa educación «Los que una vez se han encontrado juntos
comete un abuso, que el poder público debe en los bancos de una escuela, en la que eran
reprimir, por una parte, en defensa de los de- iguales, a la que concurrían usando de un
rechos del menor, que son desconocidos, por mismo derecho, se acostumbran fácilmente
la otra, en salvaguardia de la sociedad que es a considerarse iguales, a no reconocer más
atacada en sus fundamentos, con la conser- diferencias que las que resultan de las aptitu-
vación y propagación de la ignorancia» (Va- des y las virtudes de cada uno, y así, la escuela
rela, 1910: 65). gratuita es el más poderoso instrumento para la
práctica de la igualdad democrática» (ibídem).
Por otra parte —opina Varela—, la obligato-
riedad de la enseñanza es un asunto de justicia Sobre este tema, es muy significativa la aclaración
en aquellos pueblos que, como el uruguayo, que hace Varela ante la difusión de algunas opi-
«sin tener establecida la instrucción obliga- niones que consideraban las escuelas públicas,
toria, suspenden al ignorante en el ejercicio de por ser gratuitas, como escuelas para pobres. En
la ciudadanía» (Varela, 1910: 68). En esta cita una circular del año 1877, dirigida a los padres
hace referencia a la Constitución de 1830, que y enviada a la prensa, rebate esa idea. En ese do-
prohibía el voto a los analfabetos. Este sector cumento vuelve a expresar su fe en la escuela
de la población, porcentualmente muy elevado gratuita como medio de democratización de la
entonces, no tenía otro camino para acceder a sociedad:
la condición de ciudadano que la instrucción.
Una vez más se pone de manifiesto su preocu- «[...] Por otra parte, se ha dicho que las es-
pación por la construcción de una sociedad de- cuelas públicas tienen por objeto dar instru-
mocrática que debía comenzarse desde la base cción a los pobres, y que a éstos les conviene
que proporciona la instrucción pública y uni- enviar todos los hijos juntos a una misma
versal. escuela como si fueran a un depósito. Es este

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un grave error. Las escuelas públicas no son absurda que pueda considerarse» (Varela, 1910:
una institución de caridad; se proponen edu- 75). De esta manera contestó a sus adversarios,
car, no a los pobres, sino a los niños todos, que lo acusaban de pretender implantar escue-
cualquiera que sea la posición y la fortuna de las antirreligiosas.
sus padres» (cit. Monestier, 1992: 368).
Posteriormente, establece las razones que él con-
sidera fundamentales para la supresión de la ense-
La educación laica ñanza dogmática en la escuela. En primer lugar,
argumenta que el Estado, que es una institución
Según la Constitución uruguaya de 1830, la re- política y no religiosa, que trata de asegurar la jus-
ligión católica era la oficial del Estado; el mismo ticia, no debe, por tanto, favorecer una comuni-
texto legal consagraba la libertad de cultos. En este dad religiosa con perjuicio de otra.
contexto normativo, Varela va a iniciar una de
sus más discutidas propuestas, la del principio En segundo lugar, partiendo de la concepción de
de laicidad. una escuela gratuita que lo es gracias a las contri-
buciones de todos los ciudadanos, recuerda que:
El principio de laicidad es expuesto en el capí-
tulo IX de La educación del pueblo, que se titu- «Para el sostenimiento de la escuela gratuita
la «La enseñanza dogmática». Coherentemente concurren todos los ciudadanos, cualesquie-
con los principios que ha venido exponiendo ra que sean sus creencias religiosas, ya que
en los capítulos anteriores, analiza este concep- a todos alcanza el impuesto creado con este
to desde la perspectiva de una enseñanza gra- fin: dada la instrucción obligatoria, todos los
tuita y obligatoria proporcionada por el Estado. padres están en el deber de educar a sus hijos
No entra a discutir la cuestión de la enseñanza o de enviarlos a la escuela pública, para el
de la religión en las escuelas establecidas por una cumplimiento de esta obligación, sin que se
comunidad religiosa cualquiera. En ese caso, en- tomen en cuenta las opiniones religiosas del
tiende Varela, la enseñanza de la religión es uno de padre [...] La educación, que da y exige el Es-
los propósitos que dicha comunidad se ha plan- tado, no tiene por fin afiliar al niño en ésta
teado. La cuestión merece examinarse, en cam- o en aquella comunión religiosa, sino prepa-
bio, cuando se trata de la escuela pública sostenida rarlo convenientemente para la vida del ciu-
por el Estado, abierta a todos los niños, cuales- dadano. Para esto necesita conocer, sin duda,
quiera sean las creencias de sus padres, en la que los principios morales que sirven de funda-
se persigue un fin social y no un fin religioso. mento a la sociedad, pero no los dogmas de
Para la solución de este asunto se inspira, nueva- una religión determinada, puesto que respe-
mente, en las experiencias extranjeras que conoce tando la libertad de conciencia, como una de
personalmente o por sus lecturas. La única so- las más importantes manifestaciones, se reco-
lución justa que puede dársele a este problema noce en el ciudadano el derecho de profesar
—afirma— es la que han adoptado países como las creencias que juzgue verdaderas» (Varela,
Holanda y Estados Unidos, que habían estableci- 1910: 75-76).
do ya la escuela laica.
A continuación, argumenta desde el supuesto de
La reflexión de Varela a favor de la enseñanza que se acepta en la escuela pública la enseñanza
no dogmática comienza con una negación: una de la religión dominante. En este caso, el Estado
escuela laica no es antirreligiosa porque «[...] tendría que decidir entre dos opciones: o exclu-
no pertenece exclusivamente a ninguna secta y, ye de la educación a los niños de distintas comu-
por la misma razón, no es atea, ya que el ateis- nidades religiosas o les obliga a recibir una instruc-
mo es también una doctrina religiosa, por más ción religiosa contraria a la que han aprendido

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El pensamiento pedagógico de José Pedro Varela

en la familia. Ante estas opciones, Varela conclu- Los argumentos expuestos, siempre apoyados en
ye que las dos son igualmente nocivas para la comparaciones con otros países modernos, di-
vida en democracia y que de la primera seguiría rigen su pensamiento a la conclusión final: la ne-
la ignorancia de muchos y, de la segunda, la ne- cesidad de dar a la educación la misma solución
gación de la libertad de conciencia. que, en el plano político, han adoptado ya mu-
chas naciones, la separación de la Iglesia y el
También desde el mismo supuesto de acepta- Estado. Y, volviendo sobre aquel primer razo-
ción de la enseñanza de la religión se pregunta namiento con que inicia su trama argumental
quiénes se encargarían de impartir tal educación, —una escuela laica no es antirreligiosa—, ter-
entendiendo por ésta algo más que la simple me- mina afirmando que de sus reflexiones no debe
morización del catecismo. Concluye que sólo po- inferirse la negación de la enseñanza religiosa.
drían hacerlo los sacerdotes o los maestros laicos, Por el contrario, entiende que: «El sentimiento
previo reconocimiento de su capacitación para religioso vivirá en el hombre y el misterio de lo
llevar a cabo esa tarea, reconocimiento que no desconocido solicitará activamente los impulsos
podría hacerlo otra institución que la Iglesia. del alma humana». Pero «la enseñanza religio-
Entonces, «es necesario dejar el reconocimiento sa debe dejarse a la familia y al sacerdocio [...]
de la capacidad del maestro a la Iglesia, lo que, en La escuela tiene por fin desarrollar las fuerzas
último resultado, importa dejarle la dirección su- físicas, morales e intelectuales del niño [...] La
prema de la enseñanza» (Varela, 1910: 78). Iglesia, soberana en su esfera, se reserva la trans-
misión de las verdades reveladas que constitu-
La capacidad intelectual del niño para recibir la yen el dogma» (Varela, 1910: 80).
enseñanza religiosa es otro argumento que esgri-
me para expresar las dificultades que, a su juicio, La idea de laicidad fue, sin duda, difícil de acep-
supone la enseñanza dogmática en la escuela. En tar. No sólo se trataba de una propuesta nove-
este sentido se pregunta: «¿Es bastante robusta dosa que suponía cambios sobre costumbres
la inteligencia de los niños para poder abordar, e intereses arraigados, sino que fue expuesta en
sin turbarse y sin caer desmayada, todas las ar- un contexto especialmente adverso para cualquier
duas cuestiones que entraña el conocimiento del proyecto con resonancias liberales o racionalis-
dogma?» (Varela, 1910: 79). tas. Pío IX había publicado en 1864 la encíclica
Cuanta cura, seguida del Syllabus, extenso listado
Por otra parte, la observación de la realidad social reprobatorio de los supuestos errores modernos.
en la que vive le proporciona otro importante ar- En él se condenaba el racionalismo en todas sus
gumento a favor de la enseñanza laica en la es- formas, la separación entre Iglesia y Estado y se
cuela pública. La enseñanza dogmática —opina castigaba la libertad de cultos, pensamiento, im-
Varela— se hace menos admisible aún en una na- prenta y conciencia, entre otras «desviaciones del
ción como la República Oriental del Uruguay, pensamiento».
en la que su población se está formando en base
a una fuerte corriente inmigratoria, por la que lle- La jefatura de la Iglesia uruguaya se alineó con las
gan a ella hombres de las más diversas creencias proposiciones de este documento, conformando
religiosas e ideas políticas. Sobre este asunto dice: un estado de opinión —al que contribuyó de ma-
«Millares de inmigrantes no católicos nos llegan nera destacada el periódico católico El bien públi-
todos los años [...] ¿Qué haremos con ellos y con co—, completamente desfavorable para las pro-
sus hijos si persistimos en imponer en las es- puestas de Varela7.
cuelas la enseñanza de la religión católica?» (Va-
rela, 1910: 77-78). Estas meditaciones teóricas le Los principios analizados en este apartado —obli-
llevan a concluir que la enseñanza laica es la más gatoriedad, gratuidad y laicidad—, expuestos por
aconsejable para la escuela pública estatal. Varela en La educación del pueblo, guiaron la

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