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1.

Las transformaciones del modelo griego

Con la llegada del Renacimiento en Europa el modelo griego vio asegurada su permanencia, ya
que las obras, hasta el siglo XIV, se construían respetando las reglas de las tres unidades:
menos de veinticuatro horas (tiempo), único espacio (lugar) y único conflicto argumental
(acción).

Quienes rompen con el legado aristotélico durante los siglos XVI y XVII son William
Shakespeare, en Inglaterra, y Lope de Vega, en España. Cada uno a su manera, mezclan
personajes de diversas clases sociales en escena, presentan tramas con acciones paralelas que
transcurren en varios lugares y que abarcan períodos de tiempo que exceden ampliamente las
veinticuatro horas. También ambos autores se apartan del modelo griego cuando muestran
sobre el escenario todo tipo de escenas truculentas; mientras que, las tragedias griegas lo
hacían detrás de la escena informando al público lo acontecido por la boca de un mensajero.

2. El teatro isabelino

Introducción

El teatro isabelino es el periodo que va del 1576 al 1642, años que van de la construcción del
primer teatro público en Londres, el Theatre, al cierre de toda actividad teatral en la misma
ciudad y en el resto del país por decisión del Parlamento inglés, de mayoría puritana. Tal como
indica su nombre, en el teatro isabelino tuvo especial importancia la reina Isabel I (1553-
1603), hija de Enrique VIII y Ana Bolena. La reina fue una figura de gran relevancia en la historia
europea de esos siglos. Asumió el trono a finales del año 1558, en un país débil y venido abajo:
Inglaterra tenía escasa población, era mal vista en el exterior y sufría graves problemas
internos. Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, Isabel consiguió numerosos logros
en su reinado. Bajo su mando Inglaterra venció a la Armada del mayor imperio de la época: el
imperio español de Felipe II. Llevó a Inglaterra a ser conocida como una gran potencia,
consolidando el poder de la Monarquía, el poder en el interior del país, y, a su vez,
desarrollando una política exterior más ambiciosa.

Durante el período isabelino hubo un importante desarrollo cultural, que se manifestó en una
gran cantidad de autores dramáticos, músicos, poetas y pensadores que surgieron. El teatro
isabelino, en particular, es uno de los tres grandes momentos en la historia del teatro
occidental, junto al griego del siglo V a.C. y el español de los siglos XVI y XVII. William
Shakespeare (1564-1616) es el dramaturgo más destacado de la época, aunque existieron
otros autores sobresalientes como Lyly, Christopher Marlowe y Ben Johnson.

La intensa actividad teatral convocaba a una basta audiencia, que estaba conformada tanto
por los sectores populares como de las clases más adineradas. Para darnos una idea de la
demanda, hacia el año 1600 la población de Londres no superaba los 200 mil habitantes. De
este periodo se conservan unas 620 obras de teatro, pero los especialistas calculan que la
producción era total de 3.000. Estas cifras, para los 66 años que duró el periodo isabelino, son
sorprendentes: unos 45 estrenos anuales en promedio.

El espacio teatral

En correspondencia con el gran público popular que asistía al teatro, las obras eran
representadas en lugares precarios, como patios de las posadas. Estos lugares, no obstante,
resultaban poco adecuados para las puestas en escena debido al movimiento y la actividad de
la posada. A su vez, el riesgo a contraer la peste se incrementaba por la aglomeración de gente
y la insalubridad de los espacios. Debido a todas estas desventajas, surgió una legislación para
regular la actividad teatral que obligaba a quienes quisieran representar obras dramáticas a
conseguir una licencia especial.

En este contexto, surgen nuevos edificios pensados únicamente como teatros, que eran
construidos, generalmente, en las afueras de Londres, en la ribera sur del Támesis. Algunos de
los teatros más reconocidos de la época fueron: The Theatre, The Curtain, The Rose, The Swan
y The Globe. Este último, construido en 1599, fue el más famoso de todos y el preferido de la
compañía de la que formó parte William Shakespeare. El 29 de junio de 1613, durante una
representación de Enrique VIII, este teatro se incendió por completo.

Los teatros eran construcciones sencillas de madera y paja que seguían el modelo de los patios
de las posadas. Si bien ninguno se conserva en su estado primitivo, gracias a algunas
referencias de la época, se puede reconstruir su forma. Eran recintos de forma hexagonal u
octogonal con un escenario cubierto a medias, dado que el centro de la edificación se
encontraba al aire libre. La parte posterior del escenario se usaba como camarines e incluía
también la entrada y salida de los actores. Este espacio estaba rodeado por dos o tres pisos de
galerías. En el segundo piso se podían llevar a cabo algunas escenas simultáneas. Estos teatros
tenían un aforo considerable: se calcula que, por ejemplo, The Globe podía contener a
alrededor de 2.000 espectadores.

Las obras se representaban generalmente en los meses más cálidos y durante las horas de luz,
debido a que parte del edificio estaba a la intemperie. Además, en estos teatros no había
prácticamente escenografía. De hecho, muchas veces las obras reponían en el texto los lugares
en donde transcurría la acción o incluso se pasaba un cartel que indicaba cuándo había un
cambio de espacio. En concordancia con la escasa
escenografía, se sabe que el estilo de
interpretación en los principios del teatro
isabelino era exagerado, aunque actores como
Richard Burbage habían empezado a modificar su
trabajo hacia un estilo más natural, tal como se
refleja en el discurso a los intérpretes en la obra
de Shakespeare Hamlet. También se sabe acerca
de los mínimos y rudimentarios “efectos
especiales” que se utilizaron. Entre ellos, quizá lo
más sofisticado fueron las trapdoors o poleas para
sostener nubes flotantes y eventualmente a algún
actor.
Sir Philip Sidney nos da un buen testimonio del
teatro de la época (1595), con algo de humor
ciertamente: “El actor, cuando sale a escena, debe
siempre comenzar relatando dónde se encuentra
o de otra manera no se entendería la trama […].
Luego habrá tres damas paseando y tomando flores, entonces deberemos creer que el
escenario es un jardín. Posteriormente oímos las noticias de un naufragio en el mismo lugar,
entonces nos equivocamos si no aceptamos que es una roca. Luego, rápidamente sale un
monstruo espantoso con fuego y humo y entonces los miserables espectadores se sienten
obligados a tomarlo como una cueva mientras dos ejércitos salen a escena raudamente,
representados por cuatro espadas y cuatro escudos y entonces ¿qué corazón tan duro no lo
aceptará como un campo de batalla?” (177).

La profesionalización del oficio de actor

La consolidación de espacios especializados para la actuación colaboró, asimismo, a que los


actores se profesionalizaran. Las compañías de teatro, en ese entonces, eran colectivos de
personas que desarrollaban una actividad comercial vinculada a la actuación. Aunque fueron
muy exitosas las compañías de niños (The Boy Companies), los colectivos teatrales estaban
integrados mayoritariamente por adultos varones, dado que a las mujeres se les tenía
prohibido actuar. En su lugar, adolescentes, o incluso nuños, interpretaban su papel.

Lo usual era que un empresario convocara a un grupo de actores y estableciera con ellos una
asociación en la que cada miembro participaba de un porcentaje de las ganancias por la venta
de entradas. Pero también hubo compañías, como la de Shakespeare y otras, que poseían un
teatro y algunos de sus socios eran los dueños. El capital principal de estos colectivos, aparte
de las personas que los integraban y del recinto físico del teatro, según el caso, eran los Play-
books (copia física de la obra de teatro con la licencia de representación estampada en ella), el
vestuario y la utilería.

Aunque la actividad teatral estaba bastante regulada (como ya veremos), y se requería de


licencia para actuar y representar, fue blanco permanente de ataques religiosos y
administrativos. Además, hubo férreas leyes contra el vagabundaje que afectaron también a
las compañías, especialmente a las que no poseían teatro propio. De ahí que tuvieran un noble
señor que las “apadrinaba”, aunque en realidad las protegía. De hecho, la licencia para actuar
y representar configuraba una relación de servicio entre el noble y la compañía, cuyos
miembros usaban su librea e insignia. Si el señor requería de sus servicios para una ocasión
especial, se debían a ello. La compañía de Shakespeare, por ejemplo, se llamó primero The
Lord Chamberlain’s Men (“Los hombres del lord Chambelán”, 1594-1603) y luego, como se
dijo, The King’s Men (“Los hombres del Rey”, 1603-1642). Los principales patronos teatrales
durante el reinado de Isabel fueron oficiales de la corte y consejeros. Los ensayos los dirigía el
dramaturgo, que usualmente era también actor (como Shakespeare), y tenían lugar en las
mañanas.
Un aspecto interesante a tener en cuenta aquí es que, en la época, el Estado también
regulaba el modo de vestir de las personas, el que debía reflejar la clase social a la que
pertenecían. La transgresión de los códigos del orden y el rango no solo implicaba una
eventual sanción legal sino un rechazo moral y social –especialmente desde las filas puritanas,
que tenían horror a todo lo que fuese ilusión, considerado diabólico. De esta manera –y aparte
de ser un ítem de gran importancia económica, como se dijo–, las restricciones al vestuario
causaron muchos problemas a las compañías. Por ejemplo, como solían comprar vestidos
viejos a sirvientes que los habían recibido de regalo de sus nobles patrones (aunque también
contrataban sastres para su confección), debían ajustarlos, exagerarlos o hacer mezclas con
algún distintivo singular para evitar la “realidad”.

William Shakespeare
Uno de los más grande méritos de su obra consiste en su ajustada eficacia escénica que le
permitió crear un mundo imaginario cuyos personajes son verosímiles por ser crontadictorios y
profundamente humanos. A esto sumó una extraordinaria maestría verbal que hasta el día de
hoy es reconocido por su belleza poética.

La obra dramática de Shakespeare se estructura en torno de la situación conflictiva entre la


necesidad del orden inteligible, la exaltación del amor entendido como generosidad y
desprendimiento, las doctrinas individualistsa de Maquiavelo y Copérnico que introducían
nuevos enfoques acerca de la naturaleza, el estado político y el hombre. Desconcertado por
esto, el individuo corría el riesgo de paralizarse en la incertidumbre, como Hamlet, o ser
arrebatado por la ambición, como Macbeth. En tales circunstancias se tornaba indispensable
restablecer la armonía mediante las nociones de orden y jerarquía.

Bajo la influencia del clima de cambio político y económico en la Inglaterra del momento, así
como de una evolución de la lengua, dramaturgos como Thomas Kyd y Christopher Marlowe
dieron lugar al nacimiento de un teatro dinámico, épico y sin cortapisas que culminó en el
variado y complejo trabajo del más grande genio del teatro inglés, William Shakespeare.
Las obras seguían una estructura clásica en cuanto se refiere a actos y escenas.

1. Se alterna el verso y la prosa.


2. Se recogían recursos escénicos de Séneca, Plauto y la commedia dell'arte.
3. Se mezclaban tragedia, comedia y pastoral.
4. Se combinaban diversas tramas; llenas de equívocos, enredos y muertes violentas.
5. Las obras extendían su acción a través de grandes márgenes de tiempo y espacio. Se
transgreden las unidades aristotélicas de lugar, tiempo y acción.
6. Convivían personajes de la realeza con los de las clases bajas; con caracteres
complejos.
7. Se incorporaba música, danza y espectáculo.
8. Se mostraba violencia, batallas y especialmente sangre.
9. Los temas de la tragedia solían ser históricos más que míticos.
10. La historia era utilizada para comentar cuestiones del momento contemporáneo.
11. Las comedias eran frecuentemente pastorales, e incluían elementos mágicos.

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