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Última clase de Lengua y Literatura Griegas I

Contenidos:

 Recuperando últimas actividades del curso (Foro y Wiki)


 Orientaciones para rendir el examen final
 K. Kavafis, “Ítaca”: lectura e interpretación

Primera estación: sobre las actividades propuestas (argumento de Orestíada) y ¿por qué
decimos que Orestíada es un clásico?

En la WIKI, ha quedado la síntesis completa del argumento de Orestíada, organizado a


partir de su estructura. Aprovecho para felicitarlos por la tarea realizada de manera colaborativa.
La copio seguidamente:

Esquilo, La Orestíada
“Agamemnon”

Prólogo (v. 1 a 40) 


(Guillermo Borgioli)
El prólogo inicia en la Atalaya, donde el protagonista es de éste monologo es el vigía. Éste se
encuentra realizando una plegaria a los dioses, poniendo en manifiesto las fatigas que soporta y el
deseo de que culmine su tarea. La señal que lo librara de sus labores: "la señal de una antorcha,
destello del fuego que traiga noticias de Troya y el anuncio de su conquista" (v.8-9). Cuando esta se
hace presente, el estado del vigía cambia de temor a eufórico "Por lo que a mi toca, voy a iniciar con
mi danza la fiesta (se pone a bailar) (v.32-33) tras anunciar la victoria sobre Troya, pensando incluso
en estrechar la mano de su señor, olvidando su posición y para finalmente recomponerse "Lo demás
me lo callo. Un buey enorme pisa mi lengua"(v.38)  

Párodos (v. 41 a 257) 


(Catalina Iriarte)
El coro comienza hablando de Agamenón y los conflictos, por ejemplo la guerra de Troya. También el
sabio adivino cuenta el prodigio: “Cuando lo vio el sabio adivino de los ejércitos, reconoció en las
belicosas devoradoras de la liebre a los dos Atridas, diferentes en el talante, caudillos con mando
supremo, y dijo así explicando el prodigio: «Con el tiempo conquistará la ciudad de Príamo " ésta
expedición […] Sólo hay un peligro: que la irritación de los dioses llegue a sumir en la obscuridad ese
gran freno que se pondrá a Troya  forjado por nuestros ejército” (Esquilo, vv. 125-135) Los dos
Atridas son el Rey Menelao y Agamenón y la liebre es Troya. Este prodigio se cumple, al mismo
tiempo el ejército sufre las consecuencias. Por lo tanto, Agamenón debe realizar un sacrificio,
entonces él decide sacrificar a su hija Ifigenia: “Tras la plegaria, como ella estaba arrebujada en sus
vestidos y agarrándose al suelo con toda su alma, ordenó el padre a los que eran sus ayudantes en el
sacrificio que la levantaran y la pusieran sobre el altar, como si fuera  una cabritilla, y que con una
mordaza sobre su bella boca impidieran que profiriese una maldición contra su familia” (Esquilo, vv.
235).

Episodio I (v. 258 a 354)


 (Sofia Achem)
 El episodio I comienza con un diálogo entre Corifeo y Clitemestra, donde esta última le informa que
Troya ya le pertenece a los Aqueos, dice: " Vas a enterarte de una alegría que sobrepasa cuanto tú
esperaras oírme: si, los argivos ya han conquistado la ciudad de Príamo".(Esquilo,vv.266). Luego,
Clitemnestra, continúa contándole como es que le llega dicha señal y que deben hacer para no caer
en desgracia, dice: "sí con piedad veneran a los dioses protectores del país conquistado y los templos
de esas deidades, no se tornarán en el futuro de conquistadores en conquistados".(Esquilo,vv.339).

Estásimo I (v. 355 a 487)


(Aimé Passamonte) 
     El coro expresa alegría por la victoria de los Aqueos y recuerda cómo fue la partida de Heléna,
quién robada por el huésped Paris, dejó tras de sí múltiples penas y desdichas: para Menelao, que
con la honra herida destruye el palacio, y para los hombres de su pueblo a quienes los Atridas
arrastraron a la muerte en la guerra de Troya: "Y gimen sin tregua mientras elogian al guerrero
muerto: a éste porque era diestro en el combate; a aquel porque cayó gloriosamente en la matanza
de una guerra ;por la esposa de otro! Todos le gruñen en voz baja, y un dolor rencoroso se va
difundiendo clandestinamente contra los Atridas, los promotores de la venganza." (v. 445 a 452). 
     Luego de recordar estas desgracias, el rencor de los ciudadanos, y el hecho de que "El gobernante
paga la deuda cuando la maldición del pueblo se cumple" (v. 458 a 459), se dice que a consecuencia
del fuego, corre por la ciudad un rumor pueril, sin identificarse aún si es un hecho real o solo un
engaño de los dioses: "perece el rumor propagado por una mujer" (v. 487). 

Episodio II (v. 488 a 681)


 (Macarena Garcia)
    Aparece Clitemnestra, quien ve acercarse a un heraldo desde la costa, esperando que le
comunique buenas noticias. Este último se muestra alegre de poder volver a su tierra tras haber
estado fuera durante diez años. Le habla a los dioses que intervinieron en favor de cada ejercito,
tanto a los que estaban de parte de los troyanos, como Apolo, como  a los que protegían a los
aqueos, como Hermes. 
    En sus palabras exclama su victoria en la Guerra de Troya. Cuenta como Agamenón arrasó esta
ciudad con "la piqueta de Zeus Vengador, mediante la cual fue conquistado el suelo de Troya"
(vv.525-526). Tras escuchar esta noticia, Clitemnestra se apresura para poder recibir a su marido, y le
pide al heraldo mandarle un mensaje a su esposo: "que venga lo más pronto que le sea posible, que
el pueblo lo ama, que, cuando llegue, encontrará en su palacio una esposa fiel, tal cual la dejó" (vv.
604-606).
    Por otra parte, luego de este hecho, Corifeo le pregunta al mensajero que sucedió con la figura de
Menelao, el cual le responde que se encuentra desaparecido junto a su nave debido a que una
tormenta alcanzó a toda la flota, destrozando algunas naves y desapareciendo otras. Al final de su
discurso expresa " si un rayo de sol va buscándolo vivo y aún con los ojos abiertos, con la ayuda de
Zeus, que todavía no quiere aniquilar su estirpe, hay cierta esperanza de que a su morada regresara"
(vv. 275-279), mostrando su espera ante la vuelta de Menelao.

Estásimo II (v. 682 a 809)


(Andrea Teijeira)
Interviene otra vez el coro lamentando la suerte que han sufrido los ejércitos aqueos azotados por la
tormenta, culpando nuevamente a Helena de las desdichas. Le imputa haber llevado, junto con Paris,
el infortunio a sus nuevos parientes políticos en Ilión. Pero señala que estos últimos se hicieron
participes de la deshonra al haber entonado una canción en honor a los novios en el banquete de
bodas, siendo, por tanto, solidarios del crimen de adulterio, y teniendo como consecuencia final la
caída de la ciudad y el llanto de sus ciudadanos.
Establece una analogía, comparando a Helena con un león que, criado en la casa de un hombre, de
cachorro trae alegrías, mientras que, cuando crece, devuelve calamidades haciéndose un festín con
sus ovejas y derramando sangre en la casa de quien lo crió. Así, le adjudica ser “la de funesta llegada
y trato funesto para los hijos de Príamo” (Agamenón, v.746), ya que además de llevar su belleza y
encanto trae consigo la venganza de las Erinias para restituir la violación a las reglas de hospitalidad.
El coro se hace eco del saber popular, al repetir una sentencia antigua según la cual de la
prosperidad de un ser humano surge la miseria de su estirpe. Expresa también una opinión personal.
Sostiene que de una acción impía surgen después muchas otras, anticipando la sucesión de hechos
sobre la que versa la tragedia: el crimen de Atreo al asesinar a los hijos de su hermano, y el crimen
de Agamenón al sacrificar a su propia hija, que será vengado con un nuevo crimen al morir
Agamenón en manos de su esposa y su amante.
Contrasta la soberbia y el sacrilegio de las grandes casas, “las mansiones adornadas de oro con
manos manchadas” (v. 777), en las que “una soberbia antigua suele engendrar una nueva soberbia”
(v. 764), repitiendo los hijos los crímenes de los padres,  con la justicia y moralidad de las casas
humildes, “las moradas manchadas de humo” (v.775).
Entran en escena Agamenón y Casandra y el coro lo saluda preguntándose como manifestar su
alegría ante la llegada del rey sin parecer falso, pues antes de su partida a Troya, “te me presentabas
de un modo muy alejado de la cultura y no rigiendo bien el timón” (v. 801), ya que cuestionaba su
actuar con el sacrificio de Ifigenia. Aun así,  expresa su alegría ante el regreso del rey y lo llama a
investigar a aquél que de modo que no es conveniente vela por la ciudad, haciendo alusión al
adulterio de Clitemnestra.

Episodio III (v. 810 a 974)


(Valentina Asaro)
Agamenón saluda a los ciudadanos de Argos y a los dioses que hicieron posible la destrucción de Ilio
y su regreso a casa. Cuenta cómo finalizó la guerra de Troya y sobre el estado en el que dejaron
aquella ciudad, asegurando que "sólo viven allí torbellinos de ruina" (v.819).
Aparece en escena Clitemnestra para recibir a su esposo y expresar el dolor que le causó su ausencia
y este le pide que reciba de buena manera a Casandra como su nueva esclava explicando que de
trata de un regalo del ejército. Finalmente, Agamenón ingresa en el palacio y Clitemnestra le dirige
una plegaria a Zeus: "¡Zeus, Zeus, deidad sin quien nada se cumple, haz que se cumplan mis
plegarias! ¡Ojalá te preocupes realmente de eso a que vas a dar fin!" (v. 973).

Estásimo III (v. 975 a 1034)


Breve pasaje en que el Coro expresa temor ante lo que sucederá. Comprende que Erinis podrá
actuar nuevamente. Se hace referencia, en relación a la familia de los Atridas, a la inestabilidad de lo
humano, el peligro de una riqueza y de una buena suerte desmesuradas que exciten la envidia de los
dioses y la invitación a contentarse con bienes modestos que no induzcan a la hybris. 

Episodio IV (v. 1334 a 1576)


(Martín Fernandez de Azcárate)
Agamenón y Casandra son asesinados por Clitemnestra en el interior del palacio. Esta, a su vez,
declara el crimen y aduce haberlo cometido en venganza de su hija, sacrificada por el caudillo como
remedio para los vientos de Tracia. 
Luego, el coro lamenta su muerte y traza un paralelismo entre las fatigas soportadas por Agamenón
en la guerra de Troya, iniciada por Helena, y su asesinato, también a manos de una mujer. Más
adelante, también recuerda el espíritu maligno que azotaba a la casa de los Atridas desde el crimen
cometido por Atreo.
Finalmente, recuerda: "Mientras permanezca en su trono Zeus, permanecerá -es ley divina- que el
culpable sufra". No obstante, Clitemnestra dice que soportará este hecho en tanto que su estirpe
deje de estar maldita en el futuro.

 
“Las Coéforas”

Prólogo (v. 1 a 22)


(Sol Caroni)
La obra comienza con Orestes y Pílades aproximándose a la tumba de Agamenón. Orestes inicia una
súplica a Hermes y un mensaje a su padre junto con unas ofrendas, cuando ve acercarse a unas
mujeres: “¿Qué cortejo de mujeres es éste que avanza, notable por sus velos negros?”(Esquilo, vv.
10-11). Se pregunta si se ha cernido un nuevo dolor en el palacio, si traen libaciones para aplacar a
los muertos. Y ve a su hermana Electra con ellas, en triste duelo.
A continuación, realiza una plegaria a Zeus, rogándole que para que sea su aliado y le conceda la
venganza sobre los asesinos de su padre. Luego le advierte a su acompañante que se oculten:
“pongámonos fuera de sus miradas, para enterarme con claridad de cuál es la causa de esta
procesión deprecatoria.” (Esquilo, vv. 21-22)

Párodos (v. 23 a 83)


(Matías Andión)
La procesión enlutada se lamenta a medida que avanza. Más tarde, una pesadilla recorre el palacio y
la voz de Agamenón, en sueños, proviene desde debajo de la tierra: debido a esto y a la reciente
muerte del caudillo el terror se asienta en la comarca. El culpable de adulterio, es vengado por la
misma sangre vertida en tierra. En el épodo lamenta su suerte y la de su tierra. 
Episodio I (v. 84 a 584)
(Matías Andión)
En este episodio aparece Electra, la hija de Agamenón, por primera vez: acompaña a las Coéforas
que dan nombre a la obra, es decir, a las esclavas que portan las libaciones hasta la tumba del rey.
Durante el funeral de su padre, Electra pregunta al Corifeo qué debe hacer, respondiéndole a este
que recuerde a Orestes y desee mal por mal a sus enemigos, dando comienzo a la venganza.
Atendiendo a las razones del Corifeo, Electra reclama el retorno de Orestes y la venganza para su
madre y su amante: el coro hace eco de estas demandas.
Luego de la plegaria, Electra encuentra el bucle de su hermano sobre la tumba; luego, este se le
revela, combatiendo brevemente su escepticismo y explicando la situación de la ciudad según los
oráculos. Luego del reencuentro, los hermanos hablan con Agamenón, lamentando su suerte y
expresando una vez más su deseo de retribución. 
El corifeo narra a los hermanos la pesadilla de Clitemnestra, en la que la reina da a luz una serpiente.
Terminada la narración, Orestes explica su plan para infiltrarse en el palacio y darle muerte a Egisto.

Estásimo I (v. 585 a 652)


El Coro se refiere a los dolores que causan seres horrendos: alude a las historias de Altea, hija de
testio y esposa de Eneo, que provocó la muerte de su hijo, Meleagro, cuando supo que éste había
asesinado a sus tíos; Escila, hija de Niso, que seducida por Minos, privó de la inmortalidad a su
padre; las mujeres de Lemnos que, por celos, asesinaron a sus esposos. Luego, adelanta que la
Justicia de las Erinias traerá a un hijo "para castigar la mancilla de sangres más antiguas
derramadas."

Episodio II (v. 653 a 783)


(Antonella Gaudino)
Orestes, haciéndose pasar por un desconocido, anuncia su supuesta muerte a Clitemnestra. Ésta, sin
reconocer a su hijo Orestes, lo hospeda en su palacio. Luego, la nodriza, que había criado a Orestes,
se lamenta por la noticia de su muerte, luego de afirmar que Egisto se regocijará con la misma. En los
versos 777-778, la nodriza afirma: “Orestes, el que era la única esperanza de la casa, ha muerto.”
Inmediatamente después el Corifeo responde: “Todavía no. Hasta un mal adivino podría darse
cuenta.” Ambos personajes depositan su confianza en la voluntad de los dioses: “Corifeo: Cuidado es
de los dioses ocuparse ... de lo que se ocupen. NODRIZA. Ea, me voy. Y haré caso en eso de tus
instrucciones. ;Que todo salga del mejor modo con el favor de las deidades!” (v. 780-784)

Estásimo II (v. 784 a 837)


El Coro se dirige a Orestes para elevar una Plegaria a Zeus para recibir protección, solicitar "redimir
la sangre, vertida antaño en los crímenes, mediante una nueva justicia". Pide la ayuda de Hermes
para que intervenga  sacando a  la luz cosas imperceptibles. Gracias a su ayuda, se liberará el
palacio. 

Episodio III (v. 838 a 934)


Egisto ingresa en escena para informarse acerca de la nueva noticia: "Me he enterado de que unos
extranjeros que han venido traen una noticia reciente que en modo alguno es deseable: la muerte
de Orestes." Es asesinado en el interior del palacio. Un esclavo le informa a Clitemnestra el suceso.
Se abre la puerta exterior y se ve el cadáver de Egisto. Orestes, ante el lamento de Clitemnestra, le
comunica cuál es su intención. Ella intenta persuadirlo recordando el vínculo que los une. Duda e
interviene Pílades para recordarle el mandato de Loxias. Clitemnestra advierte que se cumple la
premonición de su sueño. En el interior del palacio, Orestes lleva a cabo el crimen: "¡Mataste a quien
no debías! ¡Sufre ahora lo que no debiera suceder!"

Estásimo III (v. 935 a 971)


El Coro reflexiona sobre el acto de Justicia que siguió el mandato de Apolo: llama a Orestes "doble
león" y "doble Ares". Entonan un canto de triunfo: "¡Ya es posible ver luz!".

Episodio IV (v. 972 a 1076)


Orestes proclama haberse convertido en el vencedor de los dos tiranos del país ("esta victoria mía")
y justifica el asesinato cometido por él. Exhibe el paño el que su padre fue asesinado. Da cuenta del
delito de Clitemnestra y de Egisto. Luego de su alegato, da cuenta de que empieza a perder dominio
de sí mismo: "...sí, mis pensamientos, que ya no domino, me arrastran vencido...Mientras estoy
todavía en mi juicio, quiero proclamarlo ante mis amigos: "afirmo que no sin justicia he matado a mi
madre". Se prepara para dirigirse con los atributos del suplicante al templo de Apolo con el fin de
purificarse. Retrocede horrorizado cuando observa que van acercándose ante su vista las vengadoras
de la sangre derramada, las Erinias: "¡Vosotros no las veis, pero yo estoy viéndolas!¡Me siento
acosado!". El Corifeo lo saluda recordando que es el tercer crimen y se pregunta cuándo finalizará
esta cadena: "¿Dónde  -me pregunto- tendrá fin? ¿Dónde acabará por dormirse Ate?""

 
“Las Euménides”

Prólogo (v. 1 a 63)


(Arana, Morena)
Lo que encontramos en las Euménides, es que ellas se enfrentan a divinidades preolímpicas y hace
falta una divinidad neutral para poner solución al conflicto entre Apolo y las Erinias. El resultado es la
purificación mediante un rito.
 El prólogo de las Euménides es recitado por la profetisa de Delfos quien, tras una breve historia del
oráculo, “Algo terrible de contar, algo horrible de ver con los propios ojos me ha echado fuera del
templo de Loxias, hasta el punto que me faltan las fuerzas y no puedo mantenerme en pie, sino que
corro ayudándome con las manos” (v,35), presenta a un hombre perseguido por las Erinias, “No
quiero decir mujeres, sino Gorgonas, pero ni a Gorgonas puedo compararlas por sus aspectos (ni
siquiera con las Harpías, que, dotadas de alas) ya vi una vez pintadas”(v,50).

Episodio I (v. 64 a 139)


(Agustina Cermelo)
Dentro del templo en el que se había refugiado Orestes, también se encuentran Apolo, Hermes y las
Erinis (de aspecto horrendo). Apolo anima a Orestes a huir y reunir coraje hasta llegar a la ciudad de
Palas en la que recibiría su juicio por haber cometido el asesinato de su madre, del que Apolo fue el
ideólogo. Luego se hace presente la sombra de la difunta madre Clitemestra quien invoca la justicia
divina de las Erinis para vengar su muerte, viendo al hijo matricida que huye con la protección de
Apolo. Su pedido es desesperado y furioso: "Atendedme, que acabo de hablaros de mi vida.
Recobrad el sentido, oh deidades bajo la tierra, que yo, Clitemestra, mediante un ensueño os estoy
invocando(...) si, gruñid. Y, mientras, ese hombre se va huyendo lejos de aquí. ¡Hay quien ayuda a
sus amigos y enemigos míos! " (vv 115-119)

Párodos (v. 140 a 234)


(Florencia Suriani)
El coro, a través de 3 estrofas y 3 antístrofas, resume lo que sucedió hasta ese momento. Aparece
Apolo y ordena que todos salgan de su templo. Corifeo le dice: "...tú, en persona, no eres el cómplice
de esto, sino que todo lo hiciste como el único culpable que eres..." (v. 200). Apolo le pregunta por
qué y Corifeo le responde que fue producto de la profecía que hizo. La deidad no acepta la culpa y
contesta que sólo profetizó la venganza del padre. Finalmente, Corifeo dice que su misión es echar a
los matricidas, mientras que Apolo expresa que él defenderá a su suplicante. 

Episodio II (v. 235 a 307)


Orestes se dirige a la estatua de Atenea para explicarle el motivo de su visita: no alcanza con Apolo
para ser purificado sino que, según su indicación, necesita que Atenea intervenga. Solicita piedad
para que lo defienda: "Sin necesidad de usar la lanza, ganará en mí, en mi país y en el pueblo argivo,
pues así es justo, un aliado fiel, y para siempre." Por su parte, las Erinias exclaman que ni Apolo ni
Atenea no podrán defenderlo: "no te hagas ilusiones de que no vas a ir a tu ruina".

Estásimo I (v. 308 a 396)


El Coro inicia el canto a cuyo compás quiere atarlo. Refieren cuál es su función, su ascendencia y
cómo actúan castigando al criminal como respuesta a la Plegaria de la víctima. Reclaman esta
modalidad de impartir justicia amparándose en su antigüedad: "Antigua es mi prerrogativa, y no
estoy yo falta de honores, aunque tenga mi puesto bajo la tierra y en las tinieblas que no alumbra el
sol". 

Episodio III (v. 397 a 489)


Atenea se acerca al escuchar la invocación de Orestes. Se sorprende por las características del grupo
que la espera en la tierra. Pide información, escucha lo que expresan las partes y toma una decisión:
"ya que este asunto se ha presentado aquí, para entender en los homicidios, elegiré jueces, que a la
vez que sean irreprochables en la estimación de la ciudad, estén vinculados por juramento, y los
constituiré en tribunal para siempre. Citad testigos..."

Estásimo II (v. 490 a 565 )


El Coro reflexiona sobre esta nueva manera de atender al criminal. Teme que cambien las reglas con
"leyes nuevas". Exige respetar el altar de la Justicia que atiende en primer lugar al respeto debido a
los padres y la reverencia a los huéspedes de una morada. Pide practicar la justicia por voluntad
propia evitando acumular riquezas mediante violencia y sin justicia porque ése morirá en la
oscuridad sin que nadie le llore.

Episodio IV (v. 566 a 1032)


Atenea  indica las funciones al  heraldo y a  Apolo. Éste último explica cuál es su función, representar
al suplicante Orestes. Atenea da inicio formalmente al juicio. Solicita a las Erinias que inicien el
interrogatorio. En este intercambio Orestes reconoce haber asesinado a su madre y pide a Apolo que
intervenga para defenderlo. Éste ofrece tres argumentos. Luego de su presentación, Atenea solicita a
los jueces que escuchen "mi ley" en "el momento de dictar sentencia en el primer proceso por
sangre vertida". Aconseja que este tribunal  sea defendido por el pueblo del Ática: "Aconsejo a los
ciudadanos que respeten con reverencia lo que no constituya ni anarquía ni despotismo y que no
expulsen de la ciudad del todo el temor...Establezco este tribunal insobornable, augusto, protector
del país y siempre en vela por los que duermen... ahora debéis poneros en pie, tomar el voto y dictar
sentencia, respetuosos con el juramento."
Inmediatamente, el Coro comienza a reclamar por el perjuicio en que podría derivar esta decisión.
Contrariamente a ellas, Apolo ordena que se respeten sus oráculos y los de Zeus.
Votan los jueces y Atenea. Ésta adelanta su voto a favor del acusado. Luego de contarse los votos,
Atenea exclama: "Este hombre ha sido absuelto de delito de sangre, pues es igual el número de
votos a favor y en contra." Orestes le agradece y recuerda su compromiso: "Jamás un varón que
lleve el timón de mi país llegará aquí con fuerzas armadas en son de guerra."

Kommós (v. 778 a 1032)


En este pasaje lírico, se produce una serie de intercambios entre Atenea y las Erinias. Mientras que
éstas últimas insisten en las consecuencias nefastas del veredicto y amenazan con vertir su veneno,
Atenea va desplegando argumentos para convencerlas de que desistan en su actitud. Finalmente, las
convence y aceptan convertirse en Euménides: "Aceptaré ser vecina de Palas y no ultrajaré a una
ciudad a la que Zeus omnipotente y Ares miran como baluarte de las deidades, protectora gloriosa
de los altares erigidos en honor de los dioses de Grecia. Por ella ruego y vaticino con amor. ¡Que
vigorosos bienes útiles para la vida haga brotar de la tierra la resplandeciente luz del sol!". Ofrece
bendiciones que son aprobadas por Atenea y solicita honores a estas divinidades reconvertidas:
"¡Rendid honores a estas diosas ya ataviadas con vestidos teñidos de púrpura!¡Que brote en su
honor la luz del fuego, para que propicia, esta compañía de nuestro país se haga notar en lo sucesivo
mediante sucesos bienaventurados..." 

Éxodo (v. 1033 a 1090)


Mientras  salen de escena para marchar a su morada, el Cortejo canta bendiciones que finalizan
expresando: "Una paz para siempre de nuestros hogares se está celebrando al resplandor de las
antorchas en beneficio de los ciudadanos protegidos por Palas. ¡Así lo acordaron Zeus, que todo lo
ve, y la Moira!". Antes de abandonar la escena, se dirigen al público: "¡Proferir ahora, tras nuestro
canto, el grito ritual!" 

 
Por otra parte, observo que han participado en el FORO acerca de lo clásico en la tragedia
de Esquilo. Han sido significativos los aportes de Sol, Ezequiel, Macarena, Julieta, Catalina,
Lorenzo, Julián, Andrea, Guillermo y Tabaré. Quizás, podamos retomar estas consideraciones el
día en que se presenten para rendir el examen final de la materia.

Segunda estación: condiciones para el examen final


El examen final de Lengua y Literatura Griegas I cuenta con dos etapas.

En la primera etapa, el/la estudiante recibirá una cita extensa (una Lectura) o un corpus de
citas breves en griego abordado durante el curso, en el marco de las clases teóricas o prácticas.
Tendrá un tiempo acordado en el momento del mismo examen para recuperar saberes y preparar
el análisis y la traducción. Una vez que se haya cumplido esta tarea, solicitará turno para iniciar la
lectura en voz alta, el análisis y la traducción de dicha cita.

Si esta parte del examen resultare aprobada con 4 (cuatro) puntos como mínimo, se
invitará al/la Estudiante a pasar a la segunda etapa del examen en que presentará su tema
especial. Este momento implica la selección de un tema abordado en el curso y un trabajo de
investigación personal a partir de alguna fuente literaria o filosófica.

En esta preparación, será fundamental detenerse en el abordaje de ese problema que


haya movilizado el interés personal durante el desarrollo del curso. Podrán aprovecharse las
lecturas propuestas en el PTD, las la bibliografía ofrecida durante el curso y/o solicitar nuevas
lecturas a los miembros de la cátedra en función del tema y la fuente seleccionadas.

Es recomendable que, ni bien decidan el recorte que realizarán, el recorrido expositivo y


la bibliografía que utilizarán en la preparación del examen, hagan la consulta o, simplemente,
compartan la propuesta a alguno de los docentes enviándole un correo.

Es importante que tengan en cuenta que, siempre, es aconsejable que en algún momento
de la exposición lean y traduzcan algún pasaje de una cita en griego abordada en el curso o
traducida con ayuda de algún miembro de la cátedra. Recuerden que la herramienta Perseus les
permite acceder a una variedad notable de citas en griego, orientaciones para el análisis
morfosintáctico y traducciones.

En todo momento, asimismo, se les recomienda que soliciten asesoramiento a las


Adscriptas a la cátedra, la Profesora Daniela Martínez Sangregorio, Estefanía Guillén, Agustina
Peralta, para la preparación de cada uno de los momentos del examen.

Finalizada la exposición sobre el tema seleccionado, se harán preguntas sobre otros


contenidos del PTD que se hayan abordado en las clases. Entre estos contenidos, se les dirigirán
algunas preguntas de rigor en relación con la periodización histórica, literaria y filosófica.
Tercera estación: “Ítaca”, de Konstantinos Kavafis

Konstantin Kavafis ( 1863- 1933), o Constantinos Cavafis, fue un peta griego, una de las
figuras literarias más importantes del siglo XX y uno de los mayores exponentes del renacimiento
de la lengua griega moderna. Nació en Alejandría en el seno de una familia greco-otomana. Por
diferentes circunstancias económicas y sociales (conflicto anglo-egipcio, 1882), debió exiliarse en
Inglaterra (1870- 1882) y dirigirse a Constantinopla (1882-1885). Regresó a Alejandría (1885) en
donde adoptó la ciudadanía griega. A partir de 1897, realizó breves viajes a París, Londres y
Atenas.

Su formación lingüística y espíritu cosmopolita son el resultado de este tránsito entre


sociedades diversas. Nos cuenta uno de sus traductores y editores, Pedro Bárdenas de la Peña,
que Kavafis es un caso único en la literatura neogriega por diferentes motivos. Dominó
perfectamente el inglés, el griego, el francés. Pero, en lo que respecta al griego, dispuso de gran
libertad de opción entre los dos diferentes registros del lenguaje: el griego demótico, variante
vernácula de la lengua y la utilizada por el pueblo en la vida cotidiana, y el griego purificado,
registro arcaizante y culto, lengua de prestigio de la filología clásica en la Europa romántica. El gran
aporte de Kavafis a la literatura neogriega se relaciona con su experimentación en relación con la
lengua. Con una actitud ecléctica y un lenguaje híbrido que amalgamó los dos registros de una
manera original, “ante la dicotomía conflictiva de la lengua griega de su tiempo, creó un lenguaje
propio en el que las palabras, la morfología y la sintaxis, cualquiera que sea su registro, borran las
distancias y el tiempo pierde su entidad.”1

Seguidamente, les propongo cerrar este curso compartiendo la lectura de “Ítaca”, uno de
los textos que más fama ha adquirido en la literatura mundial. Fue publicado póstumamente, en
1948, junto con 153 poemas, que él había decidido que se hicieran conocer. Podrán leer este
poema y escucharlo en el marco de la lectura realizada por el español José María Pou durante el
ciclo dedicado a Constantinos Cavafis, en “Literatura Universal”, 29-10-2015:
https://helenika.wordpress.com/2016/12/26/lectura-dramatizada-de-itaca-de-constantino-
cavafis/ 2
1
Cavafis, C. P., Poesía completa, Córdoba, Pedro Bárdenas de la Peña, 2017, pág. XXVI.
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Si los conmovió esta lectura, los invito a disfrutar con otros homenajes a Kavafis y su poema: el recitado en
inglés por Seen Connery, con musicalización de Vangelis: https://www.youtube.com/watch?
v=MyWK1fZBmnk (Este sitio incluye la recitación en griego del poema); un fragmento del recital de Joan
Muchos amantes de la poesía como Pou, entre tantos, han rendido homenajes a Kavafis,
recitando “Ítaca” (Ithakee). Podríamos decir que Kavafis es un discípulo más de Homero. El poeta
se hace eco de sus palabras y las actualiza, en el siglo XX, para decirnos que hay momentos en que,
como Ulises, también queremos llegar a un puerto seguro, avistar desde el mar el lugar en que
crecimos para encontrarnos con quienes amamos. Su legendaria isla griega —su verdadero hogar
— es la metáfora perfecta del propósito de la vida, de eso que nunca dejaremos de perseguir.

Las Ítacas representarían el proceso para lograr una meta o para recuperar algo que
hemos perdido, incluso, podrían simbolizar el acto de transitar por la vida de principio a fin, para
finalmente volver al inicio. Konstantino Kavafis se refiere a la conveniencia de disfrutar el
itinerario hacia la propia Ítaca, la Ítaca de cada uno o el “lugar de la casa humana” como expresaría
nuestra Alfonsina Storni.

El poema del poeta griego pareciera estar dirigido a Ulises durante su regreso al hogar (el
camino del héroe que simbólicamente transitamos durante nuestra vida), pero en su precioso y
universal lenguaje nos habla a todos y a todas por igual, y nos ofrece de una manera delicada un
consejo que pareciera simple. No lo es, claramente. Sumergidos en medio de lo cotidiano a veces
olvidamos que el camino es lo más importante porque tiene la capacidad de enseñarnos mucho
acerca de todas las cosas. Ítaca “no tiene ya nada que darte”, asegura el poeta nacido en
Alejandría, por eso es mejor llegar ahí viejo, habiendo vivido aventuras y experiencias.

Nos dice que los peligrosos lestrigones, cíclopes, el colérico y salvaje Poseidón, sólo se
encontrarán si se llevan dentro. Con estas palabras, el poeta nos recuerda que en muchas
ocasiones son nuestros propios miedos los que estorban en el proceso hacia alcanzar lo que
deseamos.

Un camino largo, nácar y coral, ámbar y ébano, toda suerte de perfumes sensuales,
ciudades egipcias en que se pueda aprender de sus sabios y la emoción de visitar nuevos puerto
por primera vez son sólo algunos de los tesoros que el viaje puede darnos, y es enriquecedor estar
atentos a ellos.

Manuel Serrat en el Gran Rex, 2008: https://www.youtube.com/watch?


v=aiGjiBWX0qU&list=RDaiGjiBWX0qU&index=1
Una curiosidad:
Sténcil documentado en Chile y Perú, San Telmo, Buenos Aires.

“Ten siempre a Ítaca en la mente / Llegar ahí es tu destino. / Más nunca apresures el
viaje”. Así, nos aconseja Kavafis que nunca olvidemos la meta, sino que disfrutemos el recorrido,
porque ese es el verdadero secreto de nuestro breve tránsito por este mundo.

Nosotros también hemos navegado juntos durante algunos meses, en este año atípico,
hemos compartido estaciones para pisar varios puertos. Ojalá en este viaje se hayan despertado
inquietudes por aprender nuevos saberes que les resulten útiles para profundizar en un camino
que ofrece la lengua griega hacia la comprensión de la literatura y filosofía griegas. Espero que la
materia haya logrado producir el entusiasmo capaz de generar el placer por realizar otros nuevos
recorridos o que haya contado, al menos, con la capacidad suficiente para que logren transmitir
algunas de estas experiencias, pronto, a sus futuros alumnos y alumnas.

Agradecida por el esfuerzo que vienen realizando y felicitándolos de antemano por haber
llegado juntos a un nuevo puerto,

MLT

marialauraturcatti@gmail.com

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