(Eleusis, actual Grecia, 525 a.C. - Gela, Sicilia, 456 a.C.) Trágico griego.
Esquilo vivió en un período de grandeza para Atenas, tras las victorias
contra los persas en las batallas de Maratón y Salamina, en las que
participó directamente. Tras su primer éxito, Los persas (472 a.C.),
Esquilo realizó un viaje a Sicilia, llamado a la corte de Hierón, adonde
volvería unos años más tarde para instalarse definitivamente.
Esquilo llevó a escena los grandes ciclos mitológicos de la historia de Grecia, a través de los cuales
reflejó la sumisión del hombre a un destino superior incluso a la voluntad divina. Tal destino es una
fatalidad eterna (moira) que rige la naturaleza y contra la cual los actos individuales son estériles, puro
orgullo (hybris, desmesura) abocado al necesario castigo.
En sus obras el héroe trágico, que no se encuentra envuelto en grandes acciones, aparece en el centro
de este orden cósmico; el valor simbólico pasa a primer término, frente al tratamiento psicológico. El
género trágico representó una perfecta síntesis de las tensiones culturales que vivía la Grecia clásica
entre las creencias religiosas tradicionales y las nuevas tendencias racionalistas y democráticas.
Esquilo fue el primero de la tríada de grandes dramaturgos (Esquilo, Sófocles y Eurípides) que, a lo largo
del siglo V a.C., llevarían la tragedia griega a su máximo esplendor. Amén de las citadas, las tragedias de
Esquilo que se han conservado son Las suplicantes (c. 490), Los siete contra Tebas (467) y Prometeo
encadenado, obra sobre cuya autoría existen aún dudas.
Orestíada
El coro manifiesta que una orden de palacio los ha enviado a hacer las liberaciones sobre la tumba de
atraída, Orestes y Electra invocan al espectro del padre y le pido ánimo para la venganza. Apolo presiona
también a Orestes para que mate a los asesinos. Así Orestes disfrazado de focense se presenta en la
casa real diciendo que tiene noticias del fallecimiento de Orestes. Esto no era más que una estratagema.
La abnegada Nodriza Cilisa que le salvo la vida a Orestes cuando era pequeño, aun a costa de su propio
hijo y en circunstancias que Egisto pensaba matar al pequeño vástago De Agamenón, se puso triste. Ella
llama a Egisto para que oiga de los labios del extranjero focense la noticia, Egisto por su parte estaba
confundido, pues, el con sus propias manos había dado muerte al hijo de Agamenón cuando era niño
pero no se percató que la abnegada Cilisa había puesto a su propio hijo en la cama en remplazo del
pequeño Orestes. Orestes mata a Egisto en dicha circunstancias y luego se dirige dónde. Esta, le suplica
y le enseña el pecho que lo amamanto. Orestes duda pero Pildes le recuerda el mandato de Apolo y
Climnestra morirá en el mismo lugar donde Orestes había matado a Egisto. El esfuerzo ha sido excesivo
para el protagonista y a punto de perder la razón, solo tiene tiempo de declarar que ha obrado según la
estricta justicia. Cuando se dispone a salir ve a unas mujeres vestidas de negro y con muchas serpientes
enrolladas en la cabeza. Son las erinias, las furias, que han llegado en su busca. Solo el, Orestes, las
puede ver, por lo cual huye rápidamente, estas se alimentan de sangre humana. Las Euménides
Orestes protegido por Apolo huye de Delfos a Atenas, en donde será juzgado por el Areópago (significa
colina de Ares) que Atenea establece especialmente para la circunstancia. La diosa Atenea buscara los
jueces para el tribunal escogiendo entre los ciudadanos más dignos de Atenas. Las Euménides (coro de
erinias) amenazan a Orestes diciéndole que ni Apolo ni la fuerza de Atenea lograran salvarlo. Orestes
había llegado al areópago y se había abrazado a la estatua de Atenea en busca de ayuda. En tanto,
instalado el tribunal, Apolo manifiesta que participara como testigo ya que Orestes cometió el crimen
por instigación suya. Las acusadoras erinias (que están representadas por el coro) asen el uso de la
palabra pero señalan que Clitemnestra había cometido un doble crimen. Ante las palabras elocuentes y
sustentadoras de Orestes, Atenea invita a los jueces a emitir un sufragio equitativo. Además señala que
este tribunal; el arto pago dictara para siempre sus sentencias al pueblo de Egea (toda Grecia) en casos
de crímenes cometidos. Realizado el sufragio, Atenea es la última en emitir su voto y lo hace a favor de
Orestes. Finalmente los jueces cuentan los votos a favor de la absolución o el castigo de Orestes.
Atenea: el acusado queda absuelto de su delito; el número de votos es igual por ambas partes (ocurre
que para que Orestes salga libre de culpas había bastado con que obtenga, la mitad de los votos). Sin
embargo, Atenea con su boto había dirimido a favor de Orestes. En medio de una alegría, Orestes
agradece a Palas, Apolo y el gran Zeus. Las ancianas erinas son instadas por Atenea para que abandonen
su ira encendida y su posible venganza contra la ciudad de Atenas, ya que se sienten humilladas por el
fallo. Así las erinias se convertirán en la protectora de Atenas, en Euménides (benévolas). Atenea las
apacigua ofreciéndoles desde ya los eternos honores que les harán los ciudadanos atenienses, en caso
de aceptar. Las Euménides aceptan y desean la paz, una larga vida y prosperidad a Atenas.
PROMETEO ENCADENADO
Tragedia de Esquilo sobre el personaje mitológico Prometeo, hijo de Jápeto
y de Clímene según Hesiodo, o de Jápeto y Temis según afirma Esquilo en
su “Prometeo encadenado”.
La tragedia data del año 467 antes de Cristo, donde Prometeo, de acuerdo
con Zeus, crea al hombre formándolo de arcilla.
Zeus quiere que la raza humana permanezca esclava, carente de todo
poder y de toda inventiva; pero Prometeo, desobedeciendo al Dios, da a
los hombres el fuego, germen de toda civilización el cual roba del carro del
sol.
Cuando el rey de los dioses le envía a Pandora, la primera mujer de cuerpo
perfecto y portadora de una caja en la que se encierran todos los males y
los vicios con los cuales se logrará debilitar a los hombres.
Prometeo desconfía de ella, pero su hermano, Epimeteo, abre la caja fatal. Para triunfar sobre Prometeo,
Zeus debe recurrir a la violencia y encadenarle a una roca del Cáucaso, donde un buitre le devorará
eternamente las entrañas.
Zeus le teme porque sabe que sólo él podrá explicarle el sentido de un vaticinio de las Parcas, según el
cual, Zeus está amenazado de perder el poder a manos de un hijo que habrá de nacerle.
En vano el rey de los dioses intenta por mil modos lograr que Prometeo le descifre el enigma, hasta que
finalmente, vencido por su constancia, tiene que permitir que Hércules le de la libertad.
En este hecho mitológico, cimentó Esquilo su monumental obra, “Prometeo encadenado”.
Al igual que “La orestiada”, esta tragedia conformaba una trilogía junto a “Prometo liberado” y “Prometeo
conductor del fuego”, dentro de las cuales había de realizarse la fuerte concepción esquiliana de la
tragedia, con la reconciliación de Zeus y Prometeo.