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Influencia de la autovaloración en el rol e imagen del médico

con respecto a la relación médico-paciente.


El médico como profesional de salud, en su accionar debe tratar de mantener siempre una
imagen acorde al trabajo que desempeña. Cuando hablamos de imagen, nos referimos a
la proyección que les damos a otras personas de nosotros mismos como un profesional.
Sin embargo, cuando hablamos de autoimagen, nos referimos a la proyección que
tenemos de nosotros mismos, es decir; de nuestras acciones y comportamientos, y junto
con la imagen que tienen otros sobre el médico, convergen en el actuar médico, por
vivencias, conocimientos o capacidades, y que según nuestra perspectiva nos define y por
ende nos representa frente a otras personas. Es por esta razón, que hay que darle
importancia tanto a la proyección individual como colectiva, ya que de esto depende la
confianza que se tenga en sí mismo para laborar, así como la confianza que le genere un
médico a la comunidad, a un grupo de individuos, o a una persona y/o paciente.

Pero, para esto el médico debe tener en cuenta que debe cumplir con cierto rol
característico, para desenvolverse en los distintos escenarios, ya sea con colegas o
pacientes. Debido a que por el hecho de ser un representante del sistema de salud, las
personas a su alrededor ya tienen cierta estima y valor sobre su presencia, por lo que
esperan que sus expectativas sean cumplidas al momento de actuar. Dadas las
circunstancias y una vez aceptado su papel como «doctor», este sujeto debe entender que
debe mantenerse capacitado no sólo de forma técnica y científica, sino también humana,
ética y comunicacional, ya que para dar una imagen profesional hay que sostener ciertos
parámetros como el aspecto personal, las personas con las que se vincula, el lenguaje
corporal que emplea, su presencia en el mundo del marketing digital, o internet, la
información que maneja y difunde, etc., las cuales son acciones y características que
identifican a un médico profesional, con presencia tanto científico-técnica, como humana
y servicial.

De este modo, se entiende que así como un médico mantiene su confianza en sí mismo y
en las personas a las que atiende, también puede influir de la misma manera en la vida de
las personas en su proceso de salud y enfermedad. Situándose en el contexto en que se
encuentra sumergido y comprendiendo la realidad de la persona que acude a él, que no
interpreta de la misma manera la concepción que tiene sobre estos dos procesos naturales,
y que cada persona va a tener una percepción distinta de su estado de salud, y del
padecimiento que este genera. Por lo tanto, cuando un individuo asiste a un centro de
salud queda de manifiesto la necesidad que le ha generado un problema de salud, y la
demanda que solicita al confiar en un médico para tratarlo. De tal forma, el profesional
de la salud debe en lo posible de cumplir y satisfacer las necesidades de cada paciente,
situándose en una posición que le permita estar cómodo, pero sin incomodar al paciente,
de una manera flexible y permisiva que le permita influir en lo que ocasiona la
enfermedad de una forma no invasiva, y que son determinantes de su estado de salud.
Es por esta razón, que a través de los años la relación que se tiene entre un médico y su
paciente, ha sido de vital importancia, ya que juega un papel esencial para definir
diagnósticos, y mantener controles adecuados que le facilitan el trabajo al médico
encargado, y ayudan a mejorar la vida del paciente, ya que la confianza que le ha inspirado
su médico le ha permitido comunicarse y mantener la base que posibilita la curación, la
dignidad y libertad del paciente, y sobre todo, su salud estable; generando no sólo
bienestar en la comunidad, sino una cultura médica positiva.

Es de vital importancia que los estudiantes de medicina, logren comprender el rol del
médico y su situación cambiante a lo largo del todo el proceso que conlleva tanto en su
vida como en el área laboral en que se desempeñe; ya que además de tener el deber de
cumplir como terapeuta al tratar las enfermedades de sus pacientes, también resulta
fundamental que aprenda a actuar e influir en las personas sanas.

La formación de un médico en relación a la valoración sobre las expectativas que tienen


los pacientes y las condiciones sobre las que esperan ser tratados, refiere que el médico
en cuestión sea capaz y cumpla de forma justa e íntegra las actividades médico-clínico-
asistenciales y de rehabilitación, ubicando y atendiendo al paciente como un ente bio-
psico-social. Lo cual implica, claramente una capacitación no sólo científica, sino
también individual con autoevaluaciones y autovaloraciones sobre sí mismos, para así
poder desarrollarse adecuadamente tanto con los miembros del equipo de salud, como
con el paciente y la comunidad. Ejerciendo así gracias al valor que le damos a nuestro
trabajo, a nuestras capacidades y destrezas, tomando en cuenta además las apreciaciones
que hacen sobre nosotros, la capacidad para liderar, para educar, investigar, producir,
administrar, dirigir y coordinar en cualquier ámbito, aspecto y situación, teniendo como
beneficios un adecuado desarrollo tanto personal como profesional, ya que ésta
valoración que tomamos de los demás, y la autovaloración que tenemos sobre nosotros
mismos indica la manera en que tomamos ese trabajo, esa responsabilidad y ese rol o
papel importante dentro de la sociedad, para sentirse bien consigo mismo, al evaluar
nuestros límites, posibilidades, pensamientos, actitudes, etc., que contribuyen a la
autodeterminación de nuestra personalidad, aceptando que ésta se forma y mantiene a lo
largo de la vida y nos ayuda a tener un valor e idea de nuestra imagen.

“La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito”.


-Ralph Waldo Emerson

Tutor:
Antropólogo. Hernán Farrera.

Autor/a:
Bachiller. María Campos.
C.I: 30.266.078.

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