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“AÑO DEL FORTALECIMIENTO DE LA SOBERANÍA

NACIONAL”

UNIVERSIDAD NACIONAL DE PIURA

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

TEMA : ¿EXISTE RELACION ENTRE LA APARIENCIA FISICA Y


LAS CONDUCTAS CRIMINALES?

CURSO : CRIMINOLOGÍA

DOCENTE : MARCO ANTONIO IYO VALDIVIA

ALUMNOS : URBINA CHAPILLIQUEN ROCIO DE ABRIL

JANCLO RAUL BALLESTEROS UBILLUS

GRACIELA UDOXIA LACHIRA MORE

ELMER DIMAS VILCHEZ CARRERA

CICLO: XII
PIURA – PERÚ
ES DETERMINANTE EL ASPECTO FÍSICO PARA SER UN CRIMINAL

Determinaremos la relación que existe entre el aspecto físico y las conductas

criminales, debiendo entender si el hecho de lucir una apariencia inadecuada o

burda, nos vuelve proclives a cometer actos criminales.

A lo largo de la historia, las distintas corrientes de estudio en la Criminología han

buscado explicar el complejo fenómeno de la criminalidad. La preocupación por

entender los motivos que llevan a una persona a cometer un acto criminal ha hecho

que los expertos desarrollen teorías y definan posibles acciones preventivas e

intervenciones cuando ya se ha cometido el hecho; también a clasificar los tipos de

delincuentes o criminales.

La teoría de Cesare Lombroso, criminólogo y médico italiano que fundó la

Escuela Positivista criminológica, sostiene que la criminalidad está ligada a

causas físicas y biológicas. El criminólogo italiano defiende que un delito es el

resultado de los impulsos o tendencias innatas de una persona y que pueden

observarse ciertos rasgos físicos en los delincuentes habituales. Estos rasgos

van desde asimetrías craneales hasta la forma de la mandíbula o de las orejas.

Su obra también menciona factores externos como el clima, el grado de

civilización, la densidad de la población o la posición económica de la persona.

Lombroso

Condensó sus teorías sobre los rasgos criminales de las personas en el que
se considera el primer tratado sistematizado en esta área.

LOS 6 CRIMINALES DE LOMBROSO

La obra de 1876, Tratado antropológico experimental del hombre delincuente de

Cesare Lombroso, divide en seis categorías los tipos de criminales:

❖ CRIMINAL NATO

Este tipo de delincuente tiene unos rasgos físicos concretos como un cráneo

pequeño, la frente hundida o un abultamiento de la parte inferior de la

cabeza. A nivel psicológico, destaca su carácter impulsivo, cruel, con falta

de sentido moral e insensible.

❖ DELINCUENTE LOCO MORAL

Físicamente, este criminal tiene un cráneo con una capacidad igual o

superior a la normal, pero suele tener una mandíbula voluminosa. Los rasgos

distintivos se encuentran sobre todo a nivel psíquico: personas antipáticas,

egoístas, vanidosas e inteligentes, así como crueles e indisciplinadas.

❖ DELINCUENTE EPILÉPTICO

Para Lombroso, la epilepsia es un rasgo de criminalidad y considera a los

delincuentes que la padecen como más peligrosos que los locos morales.

Vagos, destructivos, muy violentos y con tendencia al suicidio.


❖ DELINCUENTE PASIONAL

En este caso, Lombroso no fija rasgos físicos concretos, pero sí una

horquilla de edad, entre los 20 y los 30 años. Más de un tercio de los

delincuentes pasionales son mujeres, según el médico italiano. En general,

muestran conmoción tras el acto criminal y tienden a confesar y suicidarse

tras realizarlo.

❖ DELINCUENTE LOCO

Este tipo de delincuentes son enfermos mentales que no son responsables

de sus actos al carecer de capacidad de razonamiento. Hay tres tipos de

delincuentes locos: el histérico, el alcohólico y el mattoide. Este último es el

que delinque por impulso, cruzando la línea de la cordura y la locura.

❖ DELINCUENTE OCASIONAL

Lombroso divide esta categoría en tres subtipos:

∙ PSEUDO-CRIMINALES: son aquellos que cometen delitos involuntarios

y menores como pueden ser hurtos, incendios o actos en defensa del

honor.

∙ CRIMINALOIDES: este tipo de personas tienen empatía y cometen

delitos que no cometerían en una situación normal presionado por las

circunstancias.

∙ HABITUALES O PROFESIONALES: son las personas que delinquen

desde la infancia. Las circunstancias personales les impulsan a


cometer más delitos hasta convertirse en profesionales.

Las teorías de Lombroso sirvieron para poner el foco de atención en la importancia

de factores biológicos, sociales, económicos y psicológicos en la comisión de un

delito. Aunque sus postulados estuvieron vigentes durante años, fueron superados

en el siglo XX por los investigadores que desarrollaron la criminología moderna y

fijaron sus estudios en la criminalización, el ambiente y cómo influye en el

delincuente, además de en la víctima, a partir un enfoque de ciencia empírica y

multidisciplinar.

Durante muchos años se ha discutido si las conductas criminales de un individuo son

producto de la biología o de su contexto social. Aunque científicamente se ha dicho

repetidamente que no hay pruebas contundentes de que los criminales estén

genéticamente dispuestos a conductas punibles, una reciente investigación ha vuelto

a poner sobre la mesa la relación entre el crimen y el aspecto físico.

Asi, se ha podido estudiar que factores cómo la estatura, el peso y la belleza influyen

en la probabilidad de que una persona cometa un crimen. El trabajo fue realizado por

Howard Bodenhorn, Carolyn Moehling y Gregory Price, profesionales de varias

universidades, quienes a partir de datos históricos de las cárceles en Estados Unidos

encontraron que las personas de baja estatura tienen 20 y 30 por ciento más

probabilidades de terminar en prisión, y que el sobrepeso y la falta de atractivo físico

están vinculados con la delincuencia.


La explicación a esta hipótesis está en que ciertos atributos físicos hereditarios se

traducen en desventajas a la hora de conseguir empleo. "Encontramos que

características como la obesidad, la fealdad o la baja estatura son fuente de

discriminación en términos laborales, sobre todo cuando el trabajo requiere ciertas

habilidades físicas. Esa desventaja aumenta la probabilidad de que estas personas

encuentren en la delincuencia una alternativa", dijo Price a SEMANA. Según los

expertos, estudios recientes han demostrado que existe una relación entre la talla y

las oportunidades laborales, lo que indica, por ejemplo, que las personas más altas

tienen mayores posibilidades de conseguir trabajo. Otras investigaciones han

encontrado, igualmente, que cada centímetro de altura adicional está asociado con

un aumento de los ingresos en 2 por ciento, y que los empleados considerados más

atractivos tienden a ganar? 5 por ciento más que una persona con aspecto

promedio.

Howard Bodenhorn le explicó a esta revista que el interés por abordar estos temas

surge de una corriente llamada antropometría económica, que se encarga de

estudiar cómo algunas características físicas influyen en el comportamiento social

de los individuos.

Otros científicos como Naci Mocan, economista de la Universidad de Lusiana, y su

colega Erdal Tekin también se han dedicado a estudiar la relación entre la

delincuencia y la apariencia física. Ellos analizaron los datos de 15.000 estudiantes

de bachillerato y hallaron que los adolescentes poco agraciados tenían un promedio

de calificaciones más bajo, presentaban más problemas con los maestros y eran
suspendidos más veces. Encontraron también que los estudiantes catalogados

como poco atractivos eran más propensos a robar o vender drogas, y que los de

baja estatura participaban poco en competencias deportivas, lo que producía una

caída en su autoestima y eran más reacios a desarrollar habilidades sociales.

La investigación no ha estado exenta de críticas. Algunos consideran que estos

hallazgos son un retroceso a prácticas que ya fueron descartadas hace años como la

frenología, una antigua teoría según la cual a partir de la forma del cráneo era

posible determinar tanto el carácter y los rasgos de personalidad del individuo como

sus tendencias criminales. El médico italiano Cesare Lombroso es quizá la persona

que más influyó en la relación entre crimen y anatomía. En el siglo XIX expuso una

teoría que dice que el delito era el resultado de aspectos innatos del individuo, que

se reflejaban en sus rasgos físicos. Lombroso definió su estereotipo del hampón:

mentón prominente, orejas aladas, colmillos salientes y ausencia de barba o bigote.

Según Nancy Vargas, sicóloga experta en criminología, el problema con este tipo de

estudios es que se enfocan solo en la apariencia de la persona, y no en los aspectos

sicológicos y sociales de la delincuencia. Si bien Vargas no descarta el campo de la

biología, aclara que este debe analizar las características neurofisiológicas del

individuo y no su figura exterior.

Price aclara que el objetivo del estudio no es crear un estereotipo del criminal sino

explorar cómo ciertas características como el peso o la estatura son una fuente de
discriminación laboral, que limita la productividad de la persona y por eso opta por la

fechoría. Pero este argumento también tiene su crítica. Según Vargas, al hablar de

apariencia física se estigmatiza a un tipo de población. "El solo estereotipo de

belleza es de por sí excluyente, dice Vargas. Y agrega: El hecho de que una

persona no consiga empleo no quiere decir que vaya a ser un criminal. Si esto fuera

cierto, cómo se podría explicar que personas con empleo y buenos ingresos

incurran en actos delictivos".

En su defensa, Price argumenta que sus hallazgos pueden contribuir a desarrollar

políticas para reducir la obesidad, e intervenir para eliminar la discriminación laboral.

El 20 por ciento del desarrollo de las personas depende de las condiciones en las

que crece, y por eso los expertos señalan que el estudio es un llamado para tomar

cartas en el asunto. "Al mejorar la nutrición y la atención en salud de las personas

en la niñez, se puede reducir la probabilidad de que las personas encuentren en la

delincuencia una opción", dijo Bodenhorn a SEMANA.

Pero este argumento no convence del todo. Gregory Mankiw, un economista de

Harvard, dijo al diario The New York Times que era escéptico sobre la utilidad de la

investigación y anotó que esta, en lugar de cerrar el debate, dejaba abiertas más

preguntas. Y entre ellas, la más importante: el eterno debate de si el criminal nace o

se hace.

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