PELIGRO DE PERDERSE UNA RELIGIOSA IMPERFECTA QUE NO TEME SUS IMPERFECCIONES
De qué pecados se trata.
Para formar jardín: arrancar zarzas y malas hierbas, y plantar árboles (flores y frutos). Jer 1,10: “He aquí que te he constituido sobre las gentes y sobre los reinos para que arranques y destruyas, y edifiques y plantes. Para ser santos: desarraigar defectos y sembrar virtudes. o No me refiero a pecados mortales Morir mil veces antes que pecar. S. Basiliio: Dios tiene determinado el número de pecados que tiene que perdonar a cada uno… No hacer caso al diablo que dice “ya lo confesarás”… o No me refiero a los pecados veniales cometidos sin verdadera voluntad, por mera fragilidad. Stgo 3,3: “Todos faltamos en muchas cosas”. Por el P.O. tenemos tal inclinación al mal que sin gracia especialísima es imposible evitar durante toda la vida estos pecados veniales. Dios lo permite para conservarnos en humildad.
El pecado leve habitual, ruina de las almas.
Pecado venial plenamente deliberado y voluntario. o Éstos sí se pueden evitar: morir antes que pecar venialmente. Sta. Catalina de Génova: antes me arrojaría en un mar de fuego que consentir en un pecado venial. o Que sea pecado leve no quiere decir que no sea un gran mal. Es una deshonra a Dios. Santa Teresa: “Pluguiese a Su Majestad temiésemos a quien hemos de temer y entendiésemos nos puede venir mayor daño de un pecado venial que de todo el infierno junto, pues ello ansí” (Autob., cap. 25).
Sobre todo de las religiosas.
S. Gregorio Nacianceno (a religiosas): “No olvidéis que una sola arruga en vuestra alma os hace más deformes que grandes desgarraduras en la de los seglares”. o El rey ve a la cocinera con manchas y la compadece; pero ve a la Reina y se enoja. Muchas almas consagradas amargadas, sin paz en su estado: carecen de diversiones mundanas y no gustan los consuelos del espíritu. o Si nos damos a Dios totalmente, totalmente se entregará Dios a nosotros. Alguno dirá: los pecados veniales me alejan de la santidad pero no me quitan la gracia. o S. Agustín: “Donde dijiste basta, allí pereciste” (Serm. 169). o La costumbre de pecar venialmente va inclinando al alma hacia el pecado mortal (odios ligeros a odios grandes, hurtos pequeños a grandes robos, afectos carnales leves a cariños carnales ilícitos). [Murmuraciones, ligeras aversiones, curiosidad culpable, impaciencias e intemperancias… debilitan y cuando viene la prueba se cae.] Cuando uno cae va rodando más abajo (el sueño de S. Juan Bosco, el del infierno). No se quiere seguir a Cristo de cerca, sino de lejos (S. Pedro en el patio). “El que desprecia las cosas pequeñas poco a poco caerá en las grandes” (Eccli. 19,1). El que se acostumbra a mirar sin horror los pecados menores, se acostumbra a mirar también así los mayores. “Cazad las raposillas que están asolando la viña” (Cant. 2,15). o El pecado venial aparta del alma las gracias divinas. Necesitamos la gracia para que la vol. Sea dócil y obediente. Necesitamos para resistir las tentaciones (no nos dejes solos en la tentación). o No debemos perder el temor de los pecados ya perdonados. A pesar del perdón debemos pagar la pena temporal y la sustracción de las gracias divinas. No se vuelve a la antigua privanza sino después de haver dado señales de arrepentimiento y de haber compensado.
Es funesto hacer las paces con el pecado venial.
Es real el peligro de perderse del que comete habitualmente pecados veniales deliberados. El religioso al ser llamado a la vida religiosa está llamado a salvarse como santo. Dios acostumbra a abandonar a estas almas negligentes, que faltan a sus obligaciones con los ojos bien despiertos, porque las conocen bien y las desprecian. o Santa Gertrudis vio que el demonio recogía todos los copos de lana que ella dejaba perderse faltando a la pobreza. o Un monje limpiaba la mesa y dejaba caer las migas al suelo. Estando cercana su muerte el diablo se le presentó con un saco lleno de migas, para que desesperase. Al superior se le pedirá mucha cuenta por el peligro de relajación en: silencio, pobreza, ayunos, algún punto de regla… Corregir, vigilar, espiar y poner remedio. San Ignacio reprende a coadjutor descuidado. “¿A qué vino usted?” “A servir a Dios”. “Si hubiera venido a servir a un cardenal…, pero dice que vino a servir a Dios ¿y así le sirve?” o Obrar así es decir a Dios que no es digno de tanto amor que prefiramos su gusto a cualquiera otra satisfacción. o P. La Puente: “Yo he cometido muchos pecados, pero no recuerdo haber hecho las paces con ninguno”. o Cometer el pecado y quedarse contento es como “las moscas muertas en el perfume donde han caído, que echan a perder su fragancia”. Moscas: aversiones pertinaces, afectos desordenados, vanidad, gula, inmodestia de la vista y lengua… Perfume: sacramentos, oración, Visitas…
Este es el “saco roto” de las buenas obras.
Pecados veniales habituales es la lepra que va arrancando a pedazos la belleza del alma y la hace tan repugnante que la arranca de los brazos del divino esposo. Los ejercicios espirituales carecen de aliciente: se los descuida y abandona. Si no los abandona no saca casi fruto (es como echar en saco roto)