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Derecho de Familia y Sucesiones

Trabajo practico numero 2

Catedra: Solari Néstor.


Comisión: 9360.
Alumno: Schena Ignacio.
Fecha de entrega: 09/09/2021.

1. Convenio regulador en el divorcio: explique si es obligatorio o es optativo


presentarlo. Indique su opinión personal.
2. Caracterice la compensación económica.
3. Explique los objetos posibles de las convenciones matrimoniales.
4. Caracterice el régimen de separación de bienes y el régimen de comunidad.

1. Cuando hablamos de la disolución del matrimonio por la causal del divorcio es


imperioso hacer mención al convenio regulador.
El convenio regulador, es aquel documento por medio del cual los futuros ex cónyuges
(es decir, aquellos cónyuges que se encuentran iniciando el proceso del divorcio para
dar disolución a su matrimonio) pactan, de mutuo acuerdo, todas aquellas consecuencias
jurídicas relevantes (algunas establecidas por el código en su artículo 439, aunque no de
manera taxativa, como lo es por ejemplo la división de los bienes) que acarreara el
proceso iniciado.
Ahora bien, de acuerdo con lo que dispone el artículo número 438 del Código Civil y
Comercial de la Nación este convenio es de carácter obligatorio, ya que como se refleja
en el artículo mencionado “…La omisión de la propuesta impide dar trámite a la
petición…”.
Esto último, vale destacar, no quiere decir que el convenio propuesto por uno de los
cónyuges deba ser aceptado por el otro, ya que, siguiendo la línea del mismo artículo
traído a colación anteriormente, el cónyuge que no inicia la petición puede proponer una
propuesta reguladora distinta y, en ningún caso la falta de acuerdo sobre dicho convenio
impide la consecución de la sentencia de divorcio.
En cuanto a una opinión personal, considero que el convenio regulador es un gran
instrumento para facilitar las cuestiones más sensibles atenientes a un proceso de
divorcio como lo pueden ser, por ejemplo, la división de bienes, o las compensaciones
económicas que puedan llegar a recibir uno u el otro, debido a que son las partes las que
contrajeron matrimonio en primer lugar y son ellas mismas las que deciden ponerle fin
al mismo, por lo que me parece correcto que la ley le otorgue a ellas la posibilidad de
ejercer el principio de la autonomía de la voluntad resolviendo ellas mismas algunas
cuestiones que devendrán de la disolución del vínculo legal que las unía.

2. Para caracterizar el instituto de la compensación económica entiendo que primero


debemos realizar una breve definición del mismo. El Dr. Solari nos dice en su Derecho
de las Familias que la compensación económica (o, como él la denomina, prestaciones
complementarias) constituye una suerte de “protección al integrante más débil de la
pareja1” cuando la disolución de la comunión trae como consecuencia un perjuicio, un
desequilibrio, en una de las partes.
Siguiendo con esta línea entiendo que la compensación económica reviste diversas
características.
La primera de ellas es que este instituto se erige sobre el principio de equidad; esto es
así porque tiene como principal objetivo buscar un balance frente a aquellas situaciones
que puedan producirse por la disolución del matrimonio (o de la unión convivencial) y
que generen un perjuicio a una de las partes.
La segunda característica de este instituto refiere a la legitimación para el pedido de la
misma, y, ajustándose al principio de equidad está claro que el derecho a solicitar la
compensación corresponde a cualquiera de las partes.
En tercer lugar, en cuanto a los requisitos de procedencia, como ya se mencionó
anteriormente se requiere no solo la disolución del matrimonio o la unión convivencial,
sino además que esa disolución acaree como consecuencia un desequilibrio económico
a uno de los ex cónyuges o convivientes.
Por último, en cuanto a la compensación en sí, encontramos que el código nos dice que
esta misma puede consistir tanto en un pago único como en una renta por tiempo
determinado o (de manera excepcional) indeterminado. Además, sigue el código, la
compensación puede ser pagada en dinero, con el usufructo de un bien determinado o de
cualquier forma que pacten las partes o decida el juez2.

1
Solari, Néstor. Derecho de las familias, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: La Ley, 2017, p. 123.
2
Código Civil y Comercial de la Nación. Libro Segundo, Titulo III.
3. Como en el resto de las consignas, me gustaría comenzar haciendo una breve
definición del concepto. Cuando hablamos de convenciones matrimoniales nos
referimos a aquellos acuerdos que los futuros cónyuges pueden realizar haciendo
ejercicio del principio de la autonomía de la voluntad por medio del cual regularan
aspectos de las relaciones jurídicas patrimoniales entre si y para con terceros una vez
celebrado el matrimonio.
Ahora bien, en cuanto al objeto que pueden tener dichas convenciones, el código es
claro, estableciendo de manera taxativa el contenido restringido que pueden tener las
mismas. Así, en su artículo 446, el Código Civil y Comercial de la Nación nos dice que
únicamente pueden ser objeto de estas convenciones:
a) “La designación y avalúo de los bienes que cada uno lleva al matrimonio”, esto es,
la individualización de los bienes de cada uno al momento de celebrar el matrimonio
con el fin de evitar que esos bienes se presuman gananciales ante una presunta
disolución del mismo.
b) “La enunciación de las deudas”, así, de igual manera que en el inciso “a” se
determinan aquí las deudas que cada uno posee al momento de la celebración del
matrimonio.
c) “Las donaciones que se hagan entre ellos”.
d) “La opción que hagan por alguno de los regímenes patrimoniales previstos en este
Código”, pudiendo optar así los futuros cónyuges entre el régimen de separación de
bienes y el régimen de comunidad.

4. Entre los regímenes patrimoniales que el código dispone como opción para la
celebración del matrimonio encontramos el régimen de comunidad y el régimen de
separación de bienes. Las principales características de los mismos son:
a) Régimen de separación de bienes: este régimen se caracteriza principalmente por el
hecho de que cada uno de los cónyuges mantiene la propiedad de sus bienes asi como la
administración de los mismos. Es por ello que cuando un matrimonio haya optado por
este régimen (que, vale aclarar hay que hacerlo de manera expresa ya que de no hacerlo
se aplicara supletoriamente el régimen de comunidad) no se generara una masa común
de bienes gananciales que deban ser divididos al momento de la disolución del
matrimonio.
Ahora bien, es preciso aclarar que, más allá del hecho de que cada cónyuge mantenga
la propiedad de sus bienes y la libre administración de los mismos, existe, como
excepción a esta regla, la protección de la vivienda familiar por medio de la cual la ley
exige la conformidad del otro cónyuge para disponer de la misma.
A su vez, otras de las limitaciones impuestas por el orden público a este régimen son el
deber de contribución (Art. 455) que establece la obligación de los cónyuges de
contribuir a su propio sustento, al del hogar y al de los hijos comunes de acuerdo con
sus recursos y la responsabilidad solidaria (Art. 461) según la cual “los cónyuges
responden solidariamente por las obligaciones contraídas por uno de ellos para
solventar las necesidades ordinarias del hogar o el sostenimiento y la educación de los
hijos”.
b) Régimen de comunidad: como ya se dijo, cuando lo contrario no se aclare, el
matrimonio celebrado deberá atenerse a las disposiciones relativas al régimen de
comunidad.
Este régimen se caracteriza principalmente por generar, una vez celebrado el
matrimonio, una masa común con los bienes de ambos cónyuges (bienes que se
denominaran gananciales) y, por lo tanto, tiene la característica distintiva de que, al
momento de la disolución del mismo, esa masa de bienes se dividirá por mitades
correspondientes una a cada (ex) cónyuge.
Además, entre sus principales ventajas se encuentra el hecho de que no crea, mientras el
matrimonio subsista, una diferencia entre ambos cónyuges por lo que ambos dos se
verán beneficiados enriqueciéndose de manera conjunta, comprendiendo así un sistema
equitativo que, en adición, vale destacar, posee diversos mecanismos de protección de
los bienes propios de los cónyuges.

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