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La función de los valores:

Cultura (etimológicamente proviene del indoeuropeo kwel, cuyo significado es círculo. De ahí viene
cultivar, porque el agricultor recorre en círculos la tierra por donde siembra) es una palabra de
amplísimo contenido. Decimos que es cultura todo aquello que no sea obra de la naturaleza, sino
del hombre. Cultura no es sólo el arte entonces, sino también. Cualquier manifestación de la
creatividad humana. Desde la moda hasta la cocina o el fútbol.

El imperio de ciertos valores intrínsecos en nuestras vidas, como la vocación por el trabajo, gracias
a los cual es nos liberamos de las tentaciones del egoísmo a corto plazo, corresponde a esa
provincia de la Cultura que es la ética. Solo cuando nos habita una concepción ética podemos
decirles a los impulsos elementales que se movilizan detrás de las tentaciones.

Las cosas más importantes de la vida. No son consecuencias. Si no, resultados. Entre ellas, la
felicidad. Pero el ser humano quería controlar todo lo que hace. Es un hambriento de
consecuencias. Sin embargo. Quién es busquen Deliberadamente la felicidad. ¿Estarán tan
ansiosos? Que la harán. Abortar A otros simplemente le resultará. Nuestros tiempos vive ansioso.
Porque se empeña en controlar la felicidad. En hacer de ella una consecuencia. Mediante dietas,
gimnasia. Píldoras drogas o innovaciones religiosas. Según la definición de Séneca, así lo alcanzará.
En diversos pasajes del Evangelio, Cristo advierte a sus discípulos contra la ansiedad del
Consecuencialismo, les recuerda que las aves del cielo y los lirios del campo no siembran ni siegan
y, sin embargo, el padre celestial los alimenta. Les dice que aquel que quiera salvar su alma, la
perderá y que aquel a quien no le importa perderla, la salvará. El más fino analista del utilitarismo.
Henry Sidgwick, Estudio científicamente la paradoja de los resultados. Como se sabe, el
utilitarismo. Buscaba optimizar. Los placeres y minimizar. Los Dolores. ¿Para obtener ese buen
balance de vida al que llamaba felicidad?

Gracias al imperio de la ética pensamos más allá. Del inmediato egoísmo. ¿En nuestros deberes o
en los demás? Las personas que plantan robles, cuya copa quizá no verá. La persona que ahorra e
invierte a largo plazo. ¿Lo hace acaso sólo por un placer inmediato? No, en su horizonte se dibuja
obligaciones más amplias. ¿Por qué trabajar y ahorrar? ¿Por qué seguir aumentando la
productividad cuando quienes lo hacen ya gozan de un nivel de vida satisfactorio? Por la adhesión
a algún valor intrínseco. Que, sostenido de su esfuerzo y beneficiado a otros, lo convoca desde el
horizonte. ¿Diremos entonces que el desarrollo económico es un proceso? Gobernado por esta
expresión de la cultura que llamamos ética. ¿OA veces moral? En tanto, la palabra ética tiene que
ver con el sagrado recinto de las decisiones personales. La palabra moral alude a aquellos valores
que se han socializado, que han llegado a formar parte del acervo cultural de una sociedad. Si bien
usamos con frecuencia las palabras ética y moral como si fuera sinónimo, hay diferencia entre
ellas. Ética proviene de la voz indoeuropea swe, que sería algo equivalente a nuestro fijo se cómo
en bañarse o cuidarse.
Cada nación. Tiene un momento determinado en predominantes sistema de valores algunos
autores sostienen que cada nación posee un carácter propio al que llama carácter nacional.

Hay una manera francesa, alemana, Argentina, de ser hombre mujer. Pero la concepción del
carácter nacional es demasiado estrecha porque el fondo se comunica con una visión genética de
la historia. En el carácter de cada país residirá su destino. Los franceses se habrían desarrollado
porque son franceses y los indios no se habrían desarrollado porque son indios. Si estos tuvieran
que dejar de ser indios para desarrollarse, sin embargo. ¿Les estaríamos pidiendo que obtengan el
desarrollo económico a costa de su identidad? Los genes son hereditarios, no podemos
cambiarlos. Pero los valores pueden ser aceptados o rechazados, sustituidos o abandonados, no
son determinados sino indeterminados porque no expresan nuestra herencia, sino nuestra
libertad. Es verdad que un valor de largo imperio impone hábitos mentales en una sociedad, pero
estos hábitos no son inexorables. Hasta principios del siglo 20, los ingleses se desarrollaban y los
coreanos no. En función del puritanismo. En el primer caso del Budismo-confucianismo tradicional
en el segundo durante los años 70 y 60, los coreanos se estaban desarrollando aceleradamente y
los ingleses se encontraban estancados.

Qué había pasado si el Reino Unido y a Corea los. Hubiéramos pensado. Como rígidas y opuestas
expresiones del carácter nacional. También los habríamos sentenciado a crecer, a no creer para
siempre.

Cabe preguntarse. Si el concepto de carácter nacional no es en el fondo racista, por siglos se creyó
en la superioridad del hombre blanco. Ante las cifras espectaculares del desarrollo económico del
sudoeste asiático durante las últimas décadas, pensaríamos en la superioridad del hombre
amarillo.

Sí, suponemos, por lo contrario, que el Reino Unido y en Corea han venido prevaleciendo
cambiantes sistemas de valores. Les reconocemos a los seres humanos y por consiguiente a las
naciones una alta cuota de libertad. A la inversa de los genes los valores aún después de una larga
vigencia pueden cambiar la Inglaterra de fines del siglo 19. Era un país donde prevalecía valores
más fuertemente favorables al desarrollo económico. En función del puritanismo. Como de la era
victoriana. Que los Que la caracterizaron durante. Gran parte del siglo 20 hasta la irrupción. De
Margaret Thatcher En 1979. Inglaterra cambió sus valores durante las primeras décadas del siglo
20. Hacia los años 70. Corea cambió en sentido contrario.

Por oposición a la idea del carácter nacional la idea de los sistemas de valores libera nuestra
concepción de la historia en dirección de lo indeterminado. De la sorpresa de la libertad.

La Idea de valor es necesaria para explicar por qué un país supera las tentaciones del desarrollo.
Llamamos tentaciones en este sentido a la atracción del corto plazo, pero el desarrollo económico
es la consecuencia de decisiones a largo plazo.

Hoy en una concepción puramente utilitarista de la conducta humana, no hay lugar para la victoria
de largo plazo sobre el corto plazo.

Hijo dilecto del Epicureísmo, El utilitarismo anglosajón Imaginó que el ser humano busca optimizar
su balance de placeres. Según Epicuro, el sabio es aquel que ordena sus placeres de un modo
racional, según David Hume, El fundador del utilitario. Mismo cada vez que una persona toma una
decisión, pone en la balanza su perspectiva de placeres o utilidad. si es nacional, preferiría hola. El
placer distante a placer inmediato.

Epicuro llamaba Cinético al placer, que acompaña al movimiento (Cinético, proviene del griego
Kinesis “Movimiento” de ahí ”Cine” y “Kinesiólogo”. Hoy un placer cinético es, por ejemplo, la
satisfacción que acompaña a una comilona. Pero el sabio de Epicuro Y el utilitarista nacional de
Hume Buscan un placer superior contastemático, que no es el que acompaña el movimiento, sino
el que ocurre después. Quizás mucho después de él. ¿El hombre, enteramente racional se
abstendrá entonces de la comilona, para sentirse bien más tarde, el hombre racional hará
ejercicios y seguirá una dieta para vivir mejor.

Hume dice que en el fondo, el villano es un tonto porque a cambio del placer inmediato que le
ofrece un delito, tener más dinero, ya se pierde los placeres “distantes” del prestigio y la confianza
de los demás que siguen a la conducta moral. ¿Quizás vaya a parar finalmente a la cárcel.

Absteniéndose en cambio del placer inmediato que surge de quebrantar la ley, El hombre racional
construye paciente y trabajosamente una reputación. Al fin de este proceso, hasta podrá fundar un
banco al cual concurrirán confiados miles de depositantes. Por eso los ingleses dicen que la
honestidad es el mejor negocio. Si se da. Un margen suficiente de tiempo, la honestidad genera al
fin, a lo largo de una vida más placer “distante” que el placer inmediato del villano.

Podríamos aplicar este ejemplo al desarrollo económico, una nación que disciplina su trabajo y su
consumo se moviliza en dirección del “placer distante” Del desarrollo. En tanto, una nación metida
en la lógica interna del enriquecimiento, empobrecimiento prefiere pan para hoy al precio de
hambre para mañana, lo cual desde el punto de vista racional es objetable. El problema es que los
seres humanos no somos enteramente racionales. El corto plazo nos llama el bien del corto plazo,
se nos presenta con atributos que, aunque no lo vuelvan racionalmente superior, lo tornan
“humanamente” más atractivo. El placer cinético, por lo tanto, está a la mano, nos gratifica aquí y
ahora, además es un placer seguro: su inminencia aleja toda duda acerca de su factibilidad.

El placer catestimático lo contrario, se dibuja en el porvenir. Llegará si llega más tarde. Qué
haremos mientras tanto como sostener por largo tiempo un sacrificio detrás de una perspectiva
lejana.

El placer catestimático no es sólo distante, además es inseguro. ¿No moriremos antes de


alcanzarlo? Carpe diem: Hoy más vale pájaro en mano que 100 volando.

Decía el poeta Ovidio. Veo lo mejor y lo apruebo. A continuación, hago lo peor. La tentación de
corto plazo es demasiado intensa para obtenerle al débil. Escudo de los argumentos racionales. La
pasión es más fuerte que la razón. El corazón tiene razones que la razón ignora.

Ser honesto paga a largo plazo ser deshonesto a corto plazo el largo plazo dibuja en lontananza
Hoy 100 pájaros volando. Si no interviene Hoy otra poderosa motivación en el aquí y ahora, donde
toma sus decisiones el ser humano, preferiría el pájaro en mano.

Hoy para aquello que escogen, pese a toda la honestidad, Hoy no lo hacen porque calculen sus
beneficios en el largo plazo. Lo hacen porque su ética los obliga. Porque deben serlo convenga o no
convenga es que los habita un valor, eso sí, una vez que obraron honestamente, porque si se los
requeriría, su conciencia se pone en marcha el mecanismo catestimático de Epicuro y Hume.

Al final del camino, haber sido honestos, resultará el mejor negocio. Con una condición que no
hayan escogido, ser honestos por esa razón, ella sería demasiado débil para templar su espíritu en
el crucial momento de la renuncia a los beneficios de aquí y ahora. Si sólo un cálculo racional.
Sostuviera a la necesidad los más probable serían deshonestidad.

Solo cuando ponemos en juego los valores, la honestidad resulta previsible. El largo plazo no es
entonces la consecuencia que persigue un ser eminentemente racional, sino el resultado. Que
simplemente ocurre a lo largo de los años gracias a que en la batalla entre el corto y largo plazo
interviene al lado de la razón, un valor tan fuertemente arraigado, tan vital, que es capaz de
bloquear la tentación.

De otra manera, la batalla estaría perdida, de hecho, se perdió una y otra vez a lo largo de la
historia mientras el sistema de valores imperante resistía a la racionalidad económica en vez de
Apuntalarla.

Por lo que hemos visto en este capítulo, los valores son el puente que salva a las naciones del
torrente del corto plazo, Permitiéndoles arribar a la orilla salvadora de largo plazo. La función
central de los valores es proteger al ser humano de la poderosa atracción de lo inmediato, los
valores. Taponan los oídos del nuevo ULISES frente al canto de otra manera irresistible de las
sirenas seductoras del instante.

Sí a una nación la habita un sistema de valores favorable al esfuerzo de trabajar, ahorrar, innovar e
invertir aún cuando ya no sea necesario para el inmediato bienestar de los que viven en ella.
Rechazará las múltiples tentaciones del corto plazo al final del camino se habrá desarrollado.

La vigencia de ciertos valores es el puente que conecta el presente con el futuro, alentando las
decisiones que impulsan el desarrollo económico. Esta es la función económica de los valores, pero
que son después de todos los valores, falta explicarlo.

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