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SEFER VAYIKRÁ

LA PERLA DE LA PARASHÁ TAZRÍA (Lv 12:1-13:59)


LEPRA Y LASHÓN HARÁ
Valorando la tradición judía en su justa medida
Primera Parte
Rabbí Dr. Williams Pitter
www.luz.academia.edu/WilliamsPitter
torainternacional.blogspot.com
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wpitter@gmail.com

En la parashá Tazría se describen las características de un tipo de plaga llamada


“tzaráat”, cuyos criterios de identificación son dados en el capítulo 13 del libro de
Levítico y sus respectivas leyes de purificación abarcan todo el capítulo 14 del
mismo libro, pero que pertenecen a la parashá Metzorá.

Ahora bien, al leer con detenimiento el capítulo 13 notamos que la Torá hace una
clasificación en cuanto a lo que es afectado por tzaráat, en los versículos que van
del 1 al 46, se aplica a las personas y su aparición puede ser varias zonas del cuerpo
como la piel o el cabello, ya sean por erupciones naturales o por quemaduras; los
versículos que van del 47 al 59, la afección de tzaráat se aplica a los tejidos de las
vestimentas y los utensilios de piel. Notamos además que en la parashá Metzorá,
los criterios de identificación de tzaráat y sus leyes de purificación se extiende
también a las casas, eso lo encontramos en el cap. 14:33-57.

Con esta clara clasificación de la Torá se nos enseña que la palabra hebrea tzaráat
es un término general para designar afecciones en las personas ya sea en zonas
cutáneas o vellosas, manchas en las vestiduras, en los utensilios de cuero o en las
casas; y la palabra hebrea “metzorá” es el término que se aplica a la persona o cosa
afectado de tzaráat. Por último, en cuanto a las afecciones de tzaráat sobre
personas, podemos también afirmar que tzaráat es un término genérico hebreo
que incluye una variedad de enfermedades de la piel y en las zonas vellosas del
cuerpo, especialmente en los cabellos de la cabeza. En el caso particular y
específico, que la enfermedad en la piel sea lepra, podemos decir entonces que
tzaráat se puede traducir como “lepra” y “metzorat” como leproso.
Una vez que tenemos claro esto, caemos en cuenta que muchas versiones bíblicas
suelen traducir sin discriminación alguna el término hebreo tzaráat como lepra y
metzorá como leproso, pero esto no es correcto. Ni siquiera, el episodio del libro
de Números en donde se relata que Miriam quedó “blanca como la nieve” sirve
para probar que era lepra la enfermedad de la piel que había recibido como castigo
divino.

Y he aquí mi comentario sobre las afecciones de tzaráat sobre las personas, cuya
segunda parte la daré en el comentario a la parashá Metzorá de la próxima
semana. Hay una antigua tradición rabínica que le atribuye al lashón hará, o
hablar mal de otra persona, por ejemplo, como la causa del castigo divino por
lepra. Un ejemplo representativo de esta creencia lo encontramos en un
comentario del Rabino Shraga Simmons que fue publicado en un excelente portal
judío llamado Asih Latino, y de su comentario quiero resaltar una nota positiva y
otra negativa, cito al Rabino Simmons:

“De todas las secciones de la Torá, una de las más difíciles de


entender es la parashá de esta semana, que habla acerca de Tzarat,
una enfermedad de la piel comúnmente mal traducida como
"lepra".

Esta es la nota positiva, que concuerda con lo que ya he mencionado previamente.


Ahora preste atención a la siguiente afirmación del Rabino Simmons:

“En realidad, Tzarát es una manifestación física de una deficiencia


espiritual. El Talmud (Arajin 16) dice que Tzarat se produce
específicamente como una consecuencia de "Lashon Hará" – el hablar
negativamente sobre otra persona. Por ejemplo, vemos que cuando
Miriam, la hermana de Moisés, habló Lashon Hará, contrajo Tzarat
(Números, capítulo 12)”.

Esta es la nota negativa del comentario del Rabino Simmons, la cual contiene dos
errores graves de la tradición rabínica, que también son cometidos por Rabinos
modernos.

En muchas ocasiones he enseñado y mostrado que la tradición judía contiene


hermosas y extraordinarias enseñanzas o perlas de Torá, pero también he
mostrado que no todo lo que brilla es oro, y algunas de las enseñanzas rabínicas no
son correctas. Esto no puede ni debe causar un escándalo, pues quien haya leído el
comentario de Najmánides a la Torá notará docenas de respetuosas correcciones
que le hace a los comentarios de Rashí a la Torá, y hasta donde he leído en su obra,
Najmánides tiene razón en todo cuando refuta a Rashí.

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El Rabino Simmons, y todos los rabinos que siguen esta tradición, el primer error
que cometen es afirmar que la afección de tzaráat es la evidencia que una persona
ha sido castigada por Dios por haber hablado mal de su prójimo; y el segundo
error, es que pretende legitimar esta creencia con el caso de Miriam. En primer
lugar, el caso de Miriam, aunque en verdad hizo lashón hará contra Moshé, no
puede ser invocado para legitimar todos los casos de afección tzaráat de las
Escrituras.

De hecho, un estudio profundo del asunto en la propia literatura rabínica muestra


que no hay un relación directa entre lashón hará y lepra. Por ejemplo, el Midrash
Vayikrá Rabbá 17:3 presenta diez casos en donde la afección de tzaráat viene como
señal de castigo divino por diferentes malas conductas de los judíos, entre ellas, la
de lashón hará; las otras nueve transgresiones son: por idolatría, por falta de
recato, por derramamiento de sangre, por profanación del nombre del Eterno,
robar a la comunidad judía, por orgullo, etc. Y en cada caso cita el texto bíblico en
donde muestra que efectivamente la afección de tzaráat fue una consecuencia
directa de un castigo de parte del Eterno.

Esta cita del Midrash refuta la tradición talmúdica que enseña que la tzaráat es la
manifestación física de la deficiencia espiritual del lashón hará de la persona; pues
muestra, como ya mencioné, nueve casos en donde el castigo con tzaráat fue la
manifestación física de otras deficiencias espirituales tales como idolatría, orgullo,
etc. Pero en esta enseñanza del Midrash también hay un error importante., que es
necesario poner al descubierto.

Se puede probar fácilmente durante toda la travesía del desierto los israelitas y
parte importante de la gente de otros pueblos que también subieron de Egipto,
hicieron toda clase de lashón hará contra Moshé y Aharón, y sobre ellos vinieron
diversos tipos de plagas y reprensiones (en algunos casos fueron colgados o
muertos por espada), pero en ningún caso afección de tzaráat, o por lepra.

Por ejemplo, Koré, Datam y Aviram conspiraron contra Moshé y Aharon, y los
difamaron de la manera más grosera, y por si fuera poco, estos hombres estaban
inflamados de orgullo aspirando a dignidades que no les correspondían, y no
sufrieron de tzaráat, más bien fueron tragados por la tierra como una reprensión
divina! Con esto vemos, que la única persona en toda la travesía del desierto en
sufrir la afección de tzaráat por hacer lashón hará fue la profetisa Miriam.

Por último, quisiera citar una advertencia sincera, pero errónea, que hace Rashí: “Si
quieres evitar la plaga de tzaráat no hagas lashón hará”. Yo diría, más bien, “si
quieres evitar un daño moral a otra persona y a ti mismo, no hagas lashón hará”.

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En resumen, es completamente falsa la creencia rabínica que enseña que la tzaará
sea la manifestación física del pecado de lashón hará, tan errónea como citar el
caso de Miriam para justificar o respaldar esa tradición, que ya el propio Midrash
refuta como he mostrado. Creo que ha sido un lamentable error de los rabinos
atribuir la afección de tzaráat o incluso la lepra como una manifestación física de
una deficiencia espiritual.

La afección de tzaráat, sea cual sea su naturaleza, en las personas es provocada por
razones físicas. Por supuesto, hay ejemplos de que esto ha ocurrido como el
Miriam por asunto espirituales, pero no hay fundamento alguno para constituirla
en una ley universal. Y esta es la conclusión: No hay una directa conexión entre el
pecado de lashón hará y la afección de tzaráat, si esto fuera cierto, gran parte del
pueblo judío fuera un leprocomio porque en muchas ocasiones los judíos, y en
particular por el odio gratuito o sin razón, se han difamado entre ellos mismos. Lo
que se puede extender a las sinagogas e iglesias modernas; puesto que siempre
hay gente que siente el deseo y se ocupa de difamar a otros.

Esta creencia es una lamentable superstición rabínica, similar a aquella que se


menciona en los evangelios en donde se afirma que la causa de las enfermedades
físicas son el resultado de un castigo divino por los pecados de las personas mismas
o los de sus padres; superstición que fue refutada por el Mesías.

Citemos Juan 9:1,2: “Al pasar Yeshua, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le
preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres para que
haya nacido ciego? Respondió Yeshua: No es que pecó éste, ni sus padres, sino
para que las obras de Dios se manifiesten en él”. Esta respuesta deja clara que las
enfermedades vienen por asuntos naturales, defectos congénitos, contagios, etc.;
lo sobrenatural es que el Eterno pueda actuar y cambiar esa situación, como
cuando dio por concluida la esterilidad de Sara, la lepra de Naamán el sirio, etc.

Nuestros grandes y piadosos rabinos de la antigüedad nos transmitieron un gran


legado de sabiduría por medio de sus maravillosas enseñanzas en obras tales como
el Talmud y los midrashim, las cuales son una guía y una herramienta sin igual para
comprender la Torá; no obstante, como toda obra humana, tiene sus virtudes y sus
defectos. Hoy día, gracias al Eterno, tenemos el privilegio de contar con una obra
judía igualmente maravillosa, el llamado “Nuevo Testamento”, más antiguo que el
Talmud y los midrashim, y además contiene la revelación del Mesías; por medio del
cual podemos valorar la tradición judía en su justa medida.

Combinando con sabiduría y equilibrio estas tres grandes obras nos coloca en una
posición privilegiada para comprender y enseñar al mundo entero el mensaje de la
redención. Esta es la tarea que nos corresponde en estos tiempos finales como

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judíos creyentes, para ser la luz del mundo, hasta que venga el Mesías, rogando
que sea pronto y en nuestros días, y digan: Amén!!

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