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TEMA 9.

ISABEL II
1) Introducción
Tras la muerte de Fernando VII en 1833 su hija Isabel II fue proclamada reina. Carlos María
Isidro no lo aceptó y, con sus partidarios, desató la Primera Guerra Carlista. Los liberales apoyaron a
Isabel II, estableciendo un régimen liberal entre 1833 a 1843, que se caracterizó por su moderantismo.
Sus principios se desarrollaron a través de la centralización, la reforma de la Hacienda y un Concordato
con la Santa Sede.
Sin embargo, el régimen se puso en entredicho por la división del liberalismo en dos tendencias,
moderados y progresistas, los primeros defensores de mantener la posición social que habían adquirido,
los segundos deseosos de ampliar las conquistas políticas y sociales. La obstinación de Isabel II en
apoyarse en los moderados, provocó la sucesión de pronunciamientos progresistas, contestados con otros
tantos moderados. La solución final fue la creación de un partido intermedio, la Unión Liberal, que
finalmente fracasó. El liberalismo isabelino entró en crisis en torno a los años sesenta por su falta de
representatividad, su autoritarismo gubernamental y la crisis económica, provocando la caída de Isabel en
1868, marginada por liberales, republicanos y antiborbónicos.
2) Desarrollo
a) Revolución liberal en el reinado de Isabel II.
Isabel fue nombrada reina de España en septiembre de 1833, con solo tres años. Su madre; María
Cristina de Borbón, convertida en regente, llegó a un acuerdo con los liberales. Así preservaba el trono
para su hija ante el alzamiento de los carlistas. Aprovechando la situación, los liberales llevarán a cabo
una revolución liberal para asentar los conceptos de soberanía nacional, defensa de los derechos y
libertades individuales, división de poderes, Cortes representativas y defensa de la Constitución y de la
limitación del poder del rey, acabando con el absolutismo mediante una serie de leyes y medidas que
contaban con el acuerdo de la corona.
Sin embargo, los liberales pronto se dividieron en dos partidos que representaban dos
concepciones distintas del liberalismo:
Partido moderado: miembros de la nobleza, el clero y la alta burguesía. Defendían los poderes
del rey, el centralismo político, el sufragio censitario, las Cortes bicamerales, la defensa de los privilegios
de la Iglesia, la restricción de los derechos de los ciudadanos y el proteccionismo económico. Su obra fue
la Constitución de 1845. Destacan Martínez de la Rosa, Bravo Murillo y Narváez.
Partido progresista: miembros de las clases medias. Defienden la limitación de los poderes del
rey, la soberanía nacional, el sufragio censitario ampliado, las Cortes unicamerales, la ampliación de los
derechos ciudadanos, la libertad de prensa, la libertad de culto y el anticlericalismo. Destacan
Mendizábal, Espartero y Madoz.
b) Carlismo y guerras carlistas
En el siglo XIX hubo tres guerras carlistas:
-Primera guerra carlista (1833-1840), entre Isabel II y Carlos María Isidro.
-Segunda guerra carlista (1846-1849), al casarse Isabel II con su primo Francisco de Asís y no
con Carlos Luis, hijo de Carlos María Isidro.
-Tercera guerra carlista (1872-1876), en pleno Sexenio Revolucionario, entre Carlos VII y
Alfonso XII.
Primera Guerra Carlista
Los carlistas contaban con el apoyo de pequeños propietarios rurales y bajo clero principalmente
en el País Vasco, Navarra, el norte de Cataluña y el Maestrazgo. Ideológicamente, el movimiento carlista
era débil y simple, resumido en la defensa de la monarquía de derecho divino, la religión y la Iglesia,
teniendo como lema: Dios, Patria, Rey y Fueros. Los liberales, denominados isabelinos o cristinos,
encontraron más seguidores en los medios urbanos. Es, como afirma Tusell, la guerra entre el campo
(absolutista) y la ciudad (liberal).
La guerra se divide en tres etapas:
1ª Fase (1833-1835). En un primer momento, la guerra favoreció al bando carlista. El ejército al
mando del general carlista Tomás Zumalacárregui llegó a dominar la mayor parte del País Vasco y
Navarra. Tras la muerte de Zumalacárregui en el asedio de Bilbao (ciudad liberal) en 1835 la guerra
cambió de signo.
2ª Fase, las expediciones (1835-1837). Los carlistas aún consiguieron éxitos, pero sin
consecuencias reales. Destacan la expedición de Miguel Gómez o la expedición de Carlos María Isidro
que se acercó a pocos kilómetros de Madrid. Espartero, jefe del ejército liberal, obtuvo la victoria
definitiva que permitió levantar el asedio de Bilbao.
3ª Fase, la resistencia (1837-1840). La imposibilidad de ganar a los isabelinos, dirigidos por
Espartero, provocó fuertes tensiones entre los partidarios de Carlos María Isidro, sobre todo entre el
nuevo general Maroto, partidario de un acuerdo político, y destacados generales como Guergué y Sanz,
partidarios de continuar la guerra, que acabaron ejecutados. En 1839 Maroto llegó a un acuerdo con
Espartero, conocido como Abrazo de Vergara. Ambos bandos suscribieron la reconciliación y el
Gobierno reconoció los empleos y condecoraciones obtenidos por los carlistas en la guerra.
Don Carlos abandonó España, aunque la guerra se prolongó un año más en el Maestrazgo, donde
el general Cabrera resistió, hasta que, acorralado por Espartero, huyó a Francia después de caer la plaza
de Morella. Finalizada la primera guerra carlista, el liberalismo se asentó definitivamente en España
c) Construccionismo y evolución del Estado liberal.
a) Regencias
-Regencia de María Cristina. (1833-1841).
Al asumir la regencia, María Cristina elige como primer ministro a Cea Bermúdez, en cuyo
mandato se aprobó la división provincial española (1833). Por el inicio de la guerra carlista y el
descontento del ejército, llega al poder Martínez de la Rosa, que consigue el Estatuto Real de 1834, una
Carta Otorgada por la que se establecían unas Cortes bicamerales, divididas en la cámara de Próceres y la
de Procuradores.
La guerra carlista obligó a un acercamiento hacia los progresistas con el nombramiento de
Mendizábal (1835) como jefe de Gobierno, que inició un programa reformista. Para costear la guerra
carlista estableció la desamortización de los bienes religiosos. Esto llevó a María Cristina a destituirlo en
1836, lo que provoca el pronunciamiento de los Sargentos de la Granja, que obligan a María Cristina a
jurar la Constitución de 1812.
Tras ese hecho, el gobierno progresista de Calatrava elabora la Constitución de 1837, más
moderada que la de 1812 y con mayor autoridad de la Corona. Aprobada la Constitución, llegan al poder
los moderados, que intentaron paralizar las leyes progresistas, provocando que el general Espartero se
enfrente a la regente obligándola a dimitir en 1840.
-Regencia de Espartero. (1841-1843)
Espartero asumió la regencia en 1841 e impuso un sentido autoritario a su gestión, lo que
provocó la ruptura con el ala civil de su partido, dirigida por Olózaga. La situación económica (en la que
Espartero defendía la política liberal librecambista) ocasionó una protesta generalizada en Barcelona
duramente reprimida por Espartero, con el bombardeo de Barcelona. Esto provocó un pronunciamiento de
moderados y progresistas, dirigido por Narváez.
b) La década moderada. (1843-1853)
En noviembre de 1843 Isabel II fue proclamada mayor de edad, Narváez, jefe del Partido
Moderado, fue designado presidente del Gobierno. Las iniciativas fundamentales que asentaron el Estado
liberal fueron: la Constitución de 1845, la política centralista de los gobiernos, la reforma de la Hacienda,
la reforma fiscal de Mon y Bravo Murillo consolidando la deuda flotante, y el restablecimiento de
relaciones con la Iglesia.
La Constitución de 1845 permitía que el monarca se reservara la iniciativa legislativa y le
otorgaba potestad para disolver las Cortes, integradas por dos cámaras: el Senado, nombrado por
designación regia, y el Congreso de los Diputados, elegidos mediante sufragio censitario. Así mismo, se
consagró el centralismo mediante el Código Penal, los gobernadores civiles, y la Guardia Civil (1844).
Las relaciones con la Iglesia se restablecieron con el Concordato de 1851, que convertía a la Iglesia
católica en la única verdadera.
c) El bienio Progresista. (1854-1856)
En los últimos años de la década moderada (gobierno de Bravo Murillo), el régimen evolucionó
hacia posturas muy reaccionarias, lo que provocó una oposición general. En 1854, la acción conjunta de
progresistas, moderados y demócratas consiguió un cambio político, originado en el Manifiesto de
Manzanares (Cánovas de Castillo), lo que dio paso al pronunciamiento de los generales Dulce y O
´Donnell, llamado Vicalvarada.
La reina, sin otra salida, ofreció el gobierno a Espartero, con O’Donnell como ministro de
guerra. El nuevo gobierno mejoró la economía mediante la Ley de Ferrocarriles (1855) y la Ley de
Desamortización (1855) de Madoz. Los progresistas redactaron una nueva constitución en 1856, que no
se aprobó. O’Donnell sustituye a Espartero y crea la Unión Liberal, ante los problemas políticos y
económicos se restablece la Constitución de 1845 con el apoyo de Narváez y acaba el bienio.
d) Unión Liberal y Moderados
La Unión Liberal de O’Donnell y el Partido Moderado de Narváez se repartieron el poder. La
economía estuvo marcada por la expansión económica, debida a la inversión de capital extranjero y la
especulación inmobiliaria.
En estos años se llevó a cabo una intensa política exterior, mediante la intervención en
Marruecos en 1859, con la victoria del general Prim en Was Rass y la toma de Tetuán. También se
intervino en México en 1861, lo que resultó un fracaso. Otras actuaciones españolas fueron en
Cochinchina y en Santo Domingo.
La marginación del progresismo propició el derrocamiento de Isabel II, hecho realidad el 18 de
septiembre de 1868, tras el pronunciamiento de Topete.
3) Conclusión
El sistema isabelino entró en crisis a mediados de la década de los años sesenta a causa de
factores económicos, la crisis europea de 1866 afectó a España con la quiebra de bancos, empresas de
ferrocarriles e industrias siderúrgicas y textiles; y políticos, a la escasa representatividad del régimen se
unió la acción represiva de los gobiernos, el súbito enriquecimiento de las clases dirigentes con la Bolsa y
el ferrocarril y la presencia de camarillas de influencia en torno a la reina (Padre Fulgencio, Sor
Patrocinio, monja milagrera).
Por todo ello, la oposición constituyó en 1866 el denominado Pacto de Ostende, suscrito por
progresistas, demócratas y unionistas, en el que se comprometían a derribar el régimen isabelino, hecho
que se materializó en la revolución gloriosa de 1868.

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