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TEMA 10.

DESAMORTIZACIONES
1) Introducción
a) Necesidad de Reforma agraria
Durante el siglo XIX en España se dio un gran cambio en la estructura agraria, pero esto no
supuso una revolución agraria como la de Inglaterra. Por ello, no se aumentó la producción como
pretendían los ilustrados dieciochescos que veían la tierra como fuente de la riqueza y fortaleza del
Estado.
Estos ilustrados habían insinuado que para poder mejorar la agricultura era necesario cambiar el
sistema señorial de propiedad de la tierra y acabar con la propiedad amortizada, que se llamaba de "manos
muertas", y que estaba en poder de la Iglesia, así como con los “baldíos” y “realengos”, en manos de los
municipios o del Estado respectivamente. El problema principal era que estas tierras estaban, en general,
mal cultivadas, con rendimientos muy bajos. Además, quedaban al margen del mercado, pues no se
podían enajenar, con el consiguiente aumento del precio de la tierra "libre" que quedaba. Y tampoco
podían ser capitalizadas ni mejoradas, ya que a sus propietarios no les convenía. A esto hay que unirle
que no tributaban a la Hacienda Real, por los privilegios que tenían sus propietarios. Todo esto provocaba
un gran retraso en la agricultura española y por tanto una sociedad mal alimentada, lo que perjudicaba al
desarrollo del comercio y de la industria.
b) La Desamortización
Fue un proceso iniciado a finales del siglo XVIII y que continuará hasta mitad del XX, pero que
tiene en el siglo XIX un impulso decisivo. La desamortización fue más bien un cambio en la titularidad de
la propiedad de la tierra y un cambio en su estructura, ya que pasó de ser propiedad del Antiguo Régimen
a una propiedad capitalista, que permitía su comercialización. El hecho de desamortizar suponía la
incautación forzosa de esos bienes, que eran nacionalizados, y la puesta en venta mediante pública
subasta de las tierras, pasando a ser propiedad privada.
Pese a que los liberales pretendían que las tierras cayesen en muchas manos, creando así un
amplio grupo de partidarios de liberalismo, la venta se encargó a los ayuntamientos, y estos no las
vendieron correctamente, haciendo que la tierra cayera en unas pocas manos. Por eso, no se produjo la
esperada mejora de rendimientos agrarios, ya que los nuevos propietarios apenas mejoraron las nuevas
propiedades. Fomentándose, todavía más, la cultura rentista y dejando el problema agrario sin resolver.
c) Intención recaudadora
Las desamortizaciones tuvieron también una intencionalidad recaudatoria, para sanear la
Hacienda y erradicar la Deuda Pública, sobre todo para hacer frente a la guerra carlista. Sin embargo, el
bajo precio al que se vendió, pese a la cantidad de las tierras vendidas, apenas supuso un gran beneficio al
Estado. El grueso de las transferencias tuvo lugar entre 1837 y 1874 y supuso un cambio de dueño del
30% de las tierras.
2) Desarrollo
El proceso de desamortización fue discontinuo y tuvo varias etapas durante el siglo XIX:
a) Primer proceso desamortizador
La primera (1798-1808), con Carlos IV, fue dirigida por Godoy y Miguel Cayetano Soler. Se
inició con el permiso de la Santa Sede al rey para expropiar bienes jesuitas y píos. Se desamortizaron
bienes de la Compañía de Jesús, hospitales, hospicios, Casas de Misericordia y Colegios Mayores
universitarios, por más de 1500 millones de reales.
La segunda, de José I Bonaparte, desamortizó los bienes de las órdenes religiosas y confiscó sus
rentas, para la guerra de las tropas francesas, devolviéndolas en 1814.
La tercera (1810-1814), durante las Cortes de Cádiz, se hizo mediante las leyes de abolición de
los derechos señoriales, de reparto de bienes propios y comunes, desamortizando bienes municipales, y de
incorporación al Estado de bienes de órdenes religiosas disueltas por los franceses, disolviendo toda
congregación con menos de nueve miembros. La vuelta de Fernando VII le quitó su valor.
La cuarta, durante el Trienio Liberal (1820-1823), desamortizó los señoríos (Ley de
desvinculación de los señoríos), los bienes municipales (Decreto convirtiendo en propiedad particular los
baldíos y realengos) y los bienes religiosos (Ley de incorporación al Estado de bienes de monasterios y
conventos disueltos por las Cortes). La vuelta al absolutismo tampoco tuvo transcendencia.
b) Proceso de desamortización general
a) Desamortización de Mendizábal (clero regular)
Mendizábal se centró en propiedades eclesiásticas con disposiciones legales: Primer decreto
desamortizador (1836) y Segunda Ley desamortizadora (1837). Disolvió las comunidades religiosas,
exceptuando las de enseñanza y beneficencia, y buscó sanear la Hacienda, crear propietarios liberalistas y
el desarrollo agrario e industrial.
El estado confiscó bienes de comunidades religiosas subastándolos públicamente. Se vendieron
aceleradamente por la necesidad de financiar la guerra carlista, por debajo de su precio real a grandes
propietarios. Las autoridades municipales aprovecharon su poder para manipular la división de los lotes
en grandes e inasequibles para los pequeños propietarios, pero pagables por oligarquías y autoridades
municipales, convirtiéndose en caciques locales.
Los terrenos desamortizados eclesiásticos estaban en desuso. La iglesia no recibió
compensación, excomulgando a los expropiadores y los compradores de las tierras, decidiéndose muchos
a comprar indirectamente a través de intermediarios o testaferros. El valor de los vendido fue de 3440
millones de reales.
b) Desamortización de Espartero (clero secular)
El 2 de septiembre de 1841, Baldomero Espartero desamortizó los bienes del clero secular
(proyecto de Surra Rull). La ley duró tres años hasta el hundimiento progresista. El Concordato de 1851
reconoció la titularidad de las propiedades ya desamortizadas, aceptada por la Iglesia.
c) Desamortización de Madoz
Esta de Pascual Madoz tuvo mayor alcance, mediante la Ley de desamortización general (1855),
desamortizando el resto de bienes de las comunidades religiosas, el clero secular y el Estado (órdenes
militares y Ayuntamientos). Fue la más importante, por su duración, su gran volumen de bienes
movilizados y las grandes repercusiones sociales, y con mayor volumen de ventas. La ley fue suspendida
por los moderados y reanudada por los unionistas.
Se habían vendido casi 200000 fincas rústicas y 27.442 urbanas en 1867 y se ingresaron 7.856
millones de reales (1855-1895), para cubrir el déficit del presupuesto del Estado, amortizar la Deuda y las
obras públicas, y reservándose 30.000.000 anuales para redificar y reparar las iglesias. El nombre de
desamortización civil es inexacto ya que todo lo desamortizado pertenecía el 30% a la Iglesia (clero
secular), el 20% a la beneficencia y el 50% a las propiedades municipales (pueblos).
3) Conclusión
El proceso tuvo importantes consecuencias:
A) Sociales
España se dividió en una zona sur (latifundismo) y otra norte (minifundio), con explotaciones
rurales medias y pequeñas. La falta de pequeños agricultores con recursos económicos suficientes, para
las subastas, en la zona meridional, dio las grandes propiedades a los ya propietarios, reforzando el
latifundismo sureño. Muchos campesinos fueron afectados al privarlos de recursos de subsistencia, por la
privatización de los bienes comunales municipales, acentuando la tendencia migratoria de la población
rural.
B) Económicas
Se saneó la Hacienda Pública con dinero de las subastas, se reactivó la agricultura, aumentando
la superficie cultivada y la productividad, se mejoraron y especializaron los cultivos, por nuevas
inversiones de los propietarios (olivar y vid en Andalucía, cítricos en el Levante y cereal en la mayoría de
tierras). Esto influyó negativamente, aumentando la deforestación, con bajos rendimientos y siendo
abandonada.
C) Consecuencias urbanísticas y culturales
Se dieron cambios urbanísticos, al privatizar los bienes religiosos y culturales, como ensanches y
nuevos edificios públicos (Teatro Romea), y se perdieron inmuebles y bienes culturales de monasterios,
vendidos a precios irrisorios hacia otros países.
D) Políticas e ideológicas
Se buscó consolidar el liberalismo y formar una clase de pequeños y medianos propietarios
liberalistas, que no se consiguió al adquirir la mayoría de tierras los grandes propietarios, no
consolidándose el Régimen liberal o no sintiéndose parte de él amplios sectores sociales, al margen
económica y políticamente. Por ello, la élite liberal del XIX (terratenientes, directores del ejército,
burguesía industrial y alto funcionariado) fue cuestionada socialmente y perdió el poder político durante
el Sexenio, recuperándolo durante la Restauración, con rechazo social en el XX.

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