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TEMA 8.

FERNANDO VII
1) Introducción
La conjura de el Escorial, el motín de Aranjuez, las abdicaciones de Bayona y la elección de José
I como rey provocaron la guerra de la independencia (1808-1814). En medio de tal contienda tuvo lugar
la obra de las Cortes de Cádiz y la creación de la Constitución de 1812, que establecía las ideas liberales
en España.
La derrota de Napoleón provocó la firma del tratado de Valençay (1813), en el que se reconocía
como rey a Fernando VII. Había una enorme expectación sobre el rumbo que Fernando, “el deseado”,
daría a la política española. Las Cortes se trasladaron a comienzos de 1814 de Cádiz a Madrid para
esperar la llegada del monarca.
Sin embargo, la Constitución de Cádiz no tendrá vigencia a partir de 1814, puesto que esta vuelta
al trono supuso un paso atrás al reimplantarse el absolutismo y desmantelarse las reformas de las Cortes.
Los liberales, desplazados del poder y perseguidos, se dedicaron a conspirar mientras la situación
económica empeoraba. Diversos pronunciamientos militares de signo liberal fracasan, salvo el
protagonizado por Riego, quien obliga al rey a jurar la constitución. Se abre así una breve etapa (Trienio
Liberal, 1820-23) con los liberales en el gobierno. La intervención militar de la Santa Alianza acaba con
el proyecto liberal y Fernando VII recobra en 1823 sus poderes absolutos y continúa con la represión
contra los liberales. El reinado de Fernando VII se divide en tres etapas: Sexenio Absolutista (1814-
1820), Trienio Liberal (1820-1823) y Década Ominosa (1823-1833).
2) Desarrollo
a) El Sexenio Absolutista (1814-1820)
Los liberales pidieron al rey jurar la Constitución. Tras su exilio, este desconocía la situación y
se mostró prudente hasta ver sus apoyos. Durante su estancia en Valencia 69 diputados absolutistas,
encabezados por Elio, presentaron al rey el Manifiesto de los Persas (12 de abril de 1814), pidiendo
derogar la obra de las Cortes, lo que ayuda al rey a comprobar la oposición de la población a los liberales.
Fernando declara ilegal la convocatoria de las Cortes de Cádiz (decreto del 4 de mayo de 1814), anulando
su obra legisladora y reprimiendo a liberales y afrancesados, lo que llevará a muchos al exilio.
La nobleza, el clero y gran parte del pueblo, ignorante políticamente, apoyaron el giro
absolutista. El rey anuló las libertades civiles, reinstauró la Inquisición y la Mesta y permitió la vuelta de
la Jesuitas expulsados. La economía era desastrosa tras la guerra, sin medidas eficaces de los gobiernos.
Su política económica era regresiva, recuperándose los privilegios fiscales de nobles y clérigos. No se
podía esperar nada de las provincias americanas en rebeldía.
El sector liberal del Ejército no aceptó el absolutismo y ayudado por sociedades secretas
(masonería) intentó restablecer la Constitución con pronunciamientos militares, que fracasaron (Espoz y
Mina en Pamplona, Lacy en Barcelona) menos el de Riego (1 de enero de 1820).
b) Trienio liberal (1820-1823)
Supone la segunda experiencia liberalista en España, comienza con el pronunciamiento de Riego
en Cabezas de San Juan (Sevilla), donde sus tropas esperaban para embarcar hacia América para parar a
los independentistas criollos. Fernando se ve obligado a nombrar un gobierno liberal encabezado por
Argüelles, y el 10 de marzo de 1820 jura la Constitución.
El nuevo gobierno suprime la Inquisición y los señoríos jurisdiccionales, repone los impuestos
introducidos con las Cortes, expulsa a los Jesuitas y restablece los derechos de los ciudadanos. Hubo gran
agitación política, formándose sociedades patrióticas y publicándose periódicos de propaganda política,
además de crearse la Milicia Nacional, un grupo militar liberal. El gobierno liberal fue débil por sus
enemigos, el escaso apoyo popular, la crisis económica, la incapacidad contra el independentismo
hispanoamericano y su división interna en moderados o “doceañistas”, partidarios de reformas
constitucionales leves, y exaltados o “veinteañistas” (progresistas), más radicales.
La oposición al gobierno liberal por parte de la Iglesia y el rey hizo surgir grupos armados
(realistas o apostólicos) en zonas rurales de Navarra y Cataluña (la Seo de Urgel). El gobierno de
exaltados envió un ejército frente a los realistas, que conseguirá imponerse.
Fernando VII era cada vez más contrario al liberalismo por los problemas para nombrar
ministros, y la crisis se agravaba. Los liberales deseaban ministros capaces y Fernando a sus favoritos,
por lo que conspiró y llamó a la Santa Alianza. Finalmente llegan los “Cien Mil Hijos de San Luis”,
apoyados por la Santa Alianza (quíntuple alianza) y encabezados por el Duque de Angulema, que entran
en España y acaban con el liberalismo sin apenas resistencia, lo que demuestra la falta de popularidad del
liberalismo.
c) La Década Ominosa (1823-1833)
Tras volver al poder Fernando reprime a los liberales, perseguidos por las recién creadas juntas
de Fe, y anula la Constitución y casi toda la obra legislativa del Trienio Liberal mediante el decreto del 1
de octubre de 1823. Solo se mantiene la supresión de la Inquisición por intervención del Duque de
Angulema.
Se pierde América en 1824, mientras la situación económica sigue siendo catastrófica. El
gobierno, incapaz de afrontarla por los privilegios de nobleza y clero, tiene que apoyarse en antiguos
liberales como López Ballesteros, intentando reorganizar la Hacienda Pública con el Presupuesto Anual
del Estado.
En esta época Fernando afronta dos oposiciones políticamente opuestas: los liberales (muchos
exiliados), con sociedades secretas que organizan levantamientos populares (Torrijos en Málaga), y los
absolutistas más reaccionarios (ultrarrealistas o carlistas), partidarios de Carlos María Isidro como
heredero al trono. La separación de estos últimos creció a partir de 1828, por las medidas liberalistas
adoptadas.
El problema se agrava en 1830 con el matrimonio con María Cristina y la publicación de la
Pragmática Sanción de Carlos IV, derogando la Ley Sálica, que hacía que sus dos hijas (Isabel y Luisa
Fernanda) cerraran el trono a Carlos. Empezó un periodo de frecuentes intrigas de palacio y enemistad
entre los hermanos, exiliándose Carlos en Lisboa.
Se nombró presidente del gobierno a Cea Bermúdez (liberal muy moderado) y se autorizó la
vuelta de los liberales exiliados. Los carlistas prepararon un levantamiento armado que se materializó tras
la muerte de Fernando (octubre de 1833), durante la regencia de María Cristina a Isabel II, dando lugar a
la primera guerra carlista.
3) Conclusión
La llegada de Fernando VII, apoyado por amplios sectores sociales absolutistas, suprimió la obra
de las Cortes de Cádiz. Los liberales pasaron a ser perseguidos y clandestinos. Ante la negativa del rey al
liberalismo, este se instauró como espíritu constitucional por la fuerza con pronunciamientos (la forma
política más socorrida de los siglos XIX y XX), fracasando todos menos el de Riego. Los problemas
internos y externos provocaron el fin del liberalismo con la acción de la Santa Alianza, Fernando volvió a
ser monarca absoluto. El problema sucesorio, la abolición de la Ley Sálica y la nueva política afín al
liberalismo por la crisis económica provocaron la ruptura de los absolutistas, que se apoyaron en Carlos
María Isidro. La muerte de Fernando VII (1833) abrió una etapa con la minoría de edad de Isabel II y el
inicio de la primera guerra carlista.

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