1) Introducción Durante la Guerra de Independencia, una minoría de intelectuales liberales quiso aprovechar el exilio de Fernando VII en Francia para desmantelar el Antiguo Régimen, enfrentándose a los estamentos privilegiados, contrarios a estos cambios. La gran mayoría de españoles, ignorantes y fanáticos, estuvo al margen de este debate político, inclinándose más bien hacia las posiciones absolutistas por la influencia del clero. Tras los sucesos del 2 de mayo de 1808 surgieron por toda España Juntas provinciales para coordinar la resistencia contra los franceses. Las Juntas de Sevilla y Granada organizaron un ejército dirigido por el general Castaños que derrotó a los franceses en la batalla de Bailén. A partir de este momento las Juntas decidieron crear una Junta Central con sede en Aranjuez y presidida por Floridablanca. Ante el avance francés, la Junta Central se traslada a Sevilla y desde allí a Cádiz, que resistió a pesar del asedio continuo de los franceses. Tras el fracaso de las operaciones militares organizadas por la Junta Central, esta se disolvió y fue nombrado un Consejo de Regencia colectivo en 1810, que iba a gobernar en nombre de Fernando VII mientras este estuviera en Francia. Sin embargo, varios meses después llegan a Cádiz noticias de la rebelión independentista que está comenzando en las colonias americanas, por lo que la Regencia se decide a convocar una reunión de las Cortes (24 de septiembre de 1810) en la Isla de León, creyendo así que lograrían frenar el movimiento separatista, pues también acudirían a las Cortes representantes de las provincias americanas. 2) Desarrollo a) Las Cortes de Cádiz Las Cortes de Cádiz se formaron basadas en el programa político de la Junta Central y de una Comisión creada al respecto en 1809. Dicha comisión se planteó cómo deberían convocarse las Cortes y qué temas deberían tratar. En cuanto al cómo se impusieron las ideas de los antiguos ilustrados como Jovellanos, partidarios de unas Cortes estamentales a la “vieja usanza”, lo que los más liberales no apoyaron ya que consideraban que las Cortes deberían de representar la Soberanía Nacional, influenciados por la Revolución francesa. Respecto a los temas, el programa reformista de Jovellanos también se impuso y se acordó que se deberían de tratar los temas y las ideas que los ilustrados españoles habían intentado llevar a cabo durante la etapa del despotismo ilustrado. Esta iniciativa fue apoyada al principio por los liberales, como Argüelles, como refleja el artículo 12 de la Constitución de 1812, por el que no se profundizó en el tema de la libertad religiosa, cosa de la que se arrepentirían los liberales. Las Cortes de Cádiz tuvieron tres periodos: político (1810-12), económico (1812-13) y social (1813-14). Estuvieron integradas por representantes de todas las provincias tanto peninsulares como americanas, aunque muchos no llegaron por la guerra y fueron “sustituidos” por gaditanos de clases medias y burguesas con ideología liberal. Gran parte de la nobleza no llegó, solo algunos liberales como el Conde de Toreno; tampoco llegó todo el clero, por lo que se sustituyó a los obispos por curas (algunos liberales como Muñoz Torreno). En cambio, si llegó la mayor parte del tercer estado, con diputados de tendencia liberal como Argüelles. Se constituyeron en Asamblea Constituyente y asumieron la soberanía nacional al tiempo que proclamaba la igualdad jurídica de todos los ciudadanos (incluidos los americanos). Ambas medidas suponían un ataque directo contra la estructura política del Antiguo Régimen. Desde el principio quedaron divididas en dos grandes grupos: los liberales y los absolutistas o serviles (la mayoría del clero y la nobleza). También hubo un tercer sector, el de los jovellanistas o reformistas, de posiciones intermedias. Los liberales, apoyados por la prensa, constituyeron el grupo más numeroso, por lo que pudieron imponer medidas cuyo objetivo era acabar con las viejas estructuras del Antiguo Régimen, tales como: la libertad de imprenta, censurando solo escritos religiosos; el fin de los señoríos jurisdiccionales, independizando a muchos pueblos y ciudades; la derogación de los gremios, obstáculo para la industrialización; la supresión de la Mesta, que perjudicaba la agricultura moderna; la abolición de la Inquisición, con fuerte oposición de nobleza y clero; la desamortización de las tierras municipales, que no se llevó a cabo por la guerra y el regreso de Fernando; y la creación de nuevos municipios y la organización territorial en provincias, que se dieron tanto en la Península como en América. b) La Constitución de 1812 La obra más importante de las Cortes de Cádiz fue la Constitución, aprobada el 19 de marzo de 1812 (aniversario de la coronación de Fernando VII) y bautizada popularmente como “La Pepa”. Su extensísimo texto (384 artículos) constituye un resumen de las ideas del primer liberalismo español. Fue redactada por Ranz Romanillos, como la de Bayona, y estaba inspirada en principios franceses, pese a estar hecha por gente que luchaba contra los franceses, como la ley como expresión de la voluntad popular del “contrato social” (Rousseau) o el principio de separación de poderes (Montesquieu). Sus ideas principales eran: -El principio de la soberanía nacional (art. 3). Corresponde a la nación (y no al rey) el derecho a establecer las leyes por las que regirse. -Se entiende como españoles, a los ciudadanos de ambos hemisferios (art. 1). Se buscaba igualar la situación de los americanos para evitar que estos se independizaran. -El principio de la división de poderes. El poder legislativo corresponde “a las Cortes con el Rey” (art. 15). Medida para que el rey aceptara el Régimen liberal al no perder tanto poder. Las Cortes estarán formadas por los representantes de los ciudadanos, elegidos por éstos, y se reunirán en una sola cámara (unicameralismo). Las elecciones se celebrarán por sufragio universal masculino, pero sólo podrán presentarse como candidatos aquéllos que posean una cierta renta, con lo que las Cortes serán casi monopolizadas por la burguesía propietaria, el clero y la nobleza. Ninguna persona procedente de las clases bajas consiguió ser diputado. El poder ejecutivo pertenece al Rey, quien nombra a su gobierno formado por siete secretarios de despacho (más tarde llamados ministros). La figura del Rey cambia respecto al sistema de monarquía absoluta, al estar sometido a la Constitución (monarquía constitucional). El poder judicial corresponde a los tribunales de justicia, la nobleza y el clero pierden definitivamente sus competencias al respecto. -Nace la institución del Tribunal Supremo. La Justicia (poder judicial) ha de actuar con total independencia del Rey (poder ejecutivo) y de las Cortes (poder legislativo). -El art. 12 proclama la catolicidad del estado y no establece la libertad religiosa. Se pretendía contentar a los sectores más tradicionales, aunque esta idea fuera contraria a los principios del liberalismo. -El objeto del gobierno es la felicidad de la Nación (art. 13). El fin del gobierno es el bienestar de los ciudadanos. -Igualdad jurídica de los ciudadanos (art. 248). Iguales derechos y deberes para todos los españoles, idea que choca con la estructura estamental tradicional. -Sistema fiscal unificado para todo el territorio, sin privilegios para ningún grupo o estamento (art. 339), lo que choca con los derechos tradicionales de la nobleza y el clero. -Supresión de las aduanas interiores, basándose en la unidad indisoluble del estado, en materia económica. -Creación del Presupuesto Nacional para controlar los ingresos y gastos del estado. Los artículos se dividían en los clásicos de cualquier Constitución liberal (3 y 15); los coyunturales, propios del momento histórico (1 y 12); y los de tintes más románticos del primer liberalismo (13). 3) Conclusión La Constitución de Cádiz no tendrá vigencia a partir de 1814, por la guerra y la vuelta de Fernando VII. Esta vuelta al trono supuso un paso atrás al reimplantarse el absolutismo y desmantelarse las reformas de las Cortes. Los liberales, desplazados del poder y perseguidos, se dedicaron a conspirar mientras la situación económica empeoraba. Diversos pronunciamientos militares de signo liberal fracasan, salvo el protagonizado por Riego, quien obliga al rey a jurar la constitución. Se abre así una breve etapa (Trienio Liberal, 1820-23) con los liberales en el gobierno. La intervención militar de la Santa Alianza acaba con el proyecto liberal y Fernando VII recobra en 1823 sus poderes absolutos y continúa con la represión contra los liberales. En el periodo de 1836-37 los liberales españoles reponen la Constitución de 1812, aunque ciertos sectores la verán como demasiado radical. Pese al fracaso inicial de las Cortes de Cádiz, su Constitución es casi mítica para el liberalismo español, que la tomará como referente, al igual que algunas colonias americanas independizadas y otros países europeos como Grecia.