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La construcción del la identidad en el adolescente

La utilizació n de las técnicas dramá ticas y el teatro como herramienta


educativa resulta especialmente interesante en la adolescencia. De hecho, las
características mas significativas que acontecen en esta importante etapa de
crecimiento; el desarrollo corporal y el deseo de representació n y de construcció n
de la imagen de uno mismo, así como la creciente preocupació n sobre como los
otros “nos ven”, abren la posibilidad de utilizar dicha herramientas en toda su
complejidad. De esta forma el teatro constituye un medio eficaz para construir su
nueva imagen ante sus coetá neos y los adultos mas significativos para ellos.

En un estadio evolutivo anterior, el adolescente, siendo niñ o se encuentra


en la fase de operaciones cognitivas concretas, es decir, solo es capaz de pensar
acerca de elementos de un problema tal y como los tiene delante de sí mismo
obviando multitud de variables, lo posible quedaba subordinado a lo real. La
entrada al siguiente proceso de crecimiento permite al adolescente ingresar en una
nueva dimensió n cognitiva, el pensamiento formal, a través de la cual poder
plantear la resolució n de problemas imaginando todas las situaciones y relaciones
causales posibles entre todos los elementos implicados, lo real que da subordinado
a lo posible. De esta forma, la adquisició n del pensamiento formal haca posible
separarse del dato concreto para dar importancia a intereses má s abstractos, como
la proyecció n hacia el futuro. Estamos hablando de la perspectiva temporal y la
relativa capacidad de los adolescentes de proyectar cambios en direcciones
precisas y reales o vagas e imaginarias. Para ello, los adolescentes experimentaran
las necesidades de modelos que le faciliten la bú squeda de puntos de referencia
para ampliar su perspectiva temporal y para conseguir su autorrealizació n en
diferentes contextos.

Los cambios que acaecen en la adolescencia empujan al joven a ampliar el


radio de relaciones y a polarizar sus puntos de vista y juicios de valor. En el
proceso, que puede ser largo y tempestuoso, el teatro y la dramatizació n ayudan a
crear situaciones de “prueba”, ficticias, que no conllevan riesgo de un fracaso de
una situació n real. A través del “como si”, emerge el potencial expresivo de los
jó venes, en contextos de descubrimiento y colaboració n. El raciocinio mecá nico
basado en hipó tesis y deducciones pierde valor en detrimento de la experiencia
teatralizada, la cual se erige como nivel má ximo de autoridad en el proceso de
descubrimiento de la identidad del adolescente. Es decir, el ejercicio de aná lisis
racional, abstracto e imaginativo en la bú squeda de respuestas previas a la puesta
en marcha de las acciones a aprender podrá n ser llevadas a la experimentació n con
el teatro, ayudando de esta manera al adolescente a vivenciar los costes/beneficios
de dichas acciones a emprender sin las dificultades propias de las situaciones
reales. La creatividad se erige como motor de cambio al servicio del crecimiento
personal y evolutivo.

Por otro lado, la separació n progresiva de la familia y la participació n en el


grupo de iguales condicionan pautas de desarrollo autó nomo encaminando su
integració n social. La escuela debería de preocuparse de hacer un seguimiento de
dichos procesos. La separació n a la que nos hemos referido puede suceder sin
conflictos lacerantes, pero conlleva periodos difíciles, ya que se desequilibran el
estado confortable y seguro propio de la infancia. Ademá s, la experiencia de
interacció n con otras personas significativas, adultos e iguales, comportan un
incremento del autoconocimiento y un refinamiento de la calidad de las
interpretaciones. En definitiva, el adolescente se encuentra en situació n de
repensar autó nomamente, para criticar e integrar los modelos existentes,
familiares y sociales, y los propios sistemas de valores.

Al deseo de distanciamiento con respeto a la familia se yuxtapone a la


exigencia de sentirse igual que los coetá neos, con el fin de compartir juntos el
terrenos social sobre el cual fundar la construcció n de la nueva autonomía adulta.
De ahí la importancia de la escuela como lugar relacional de reorganizació n del yo,
en el que se impone como imperativo saber encontrarse uno mismo, a través de la
negociació n de espacios y tiempos de iniciativa, de compromiso y responsabilidad.
Otro elemento de desarrollo que emerge en este contexto es el
encuentro/desencuentro con las instituciones, que implica inevitablemente la
elaboració n de una nueva representació n de uno mismo. Si el adolescente
desarrolla la percepció n de los valores morales de la sociedad en la que vive y la
necesidad de normas para el bien colectivo, su comportamiento tenderá a la
integració n y a la adecuació n, en caso contrario, se rebelara contra el statu quo y
los sistemas reguladores de las relaciones sociales a los que considera carentes de
sentido.

Desde esta perspectiva se han de introducir en las escuelas prá cticas


educativas que tengan en cuenta tales necesidades evolutivas y en la que los
adolescentes se pongan en cierto sentido a “prueba” en un “como si” que expresa
provisionalidad de la identidad. Los cambios físicos y psicosociales
experimentados en la adolescencia empujan hacia una necesidad de ampliar el
propio radio de relaciones y a incrementar las posibilidades comunicativas y
expresivas.

Este proceso es largo, denso y tempestuoso. Ademá s, genera una


polarizació n de los puntos de vista y de los juicios de valor. El adolescente expresa
a menudo la necesidad de transformar los particular en ley universal con la
consiguiente dificultad para entender los componentes de un problema, situació n y
contexto. Por una parte, aparecen mecanismo de comportamiento repetitivos
conducentes a la construcció n de la “mascara social” tal y como la define Augusto
Boal (1977): “no es arbitraria, no es una mera convenció n, sino el resultado de una
profunda investigació n de ritos que cumple el personaje. Las ordenes que imparte
un general o cualquier jerarquía determina su modo de caminar, de pensar y
condiciona la forma que adoptan sus relaciones con los demá s”. Parece claro que el
ritual es un proceso bá sico para la construcció n de la identidad pero al mismo
tiempo es una peligrosa jaula relacional. El ritual forma parte de aquellas acciones
de ensayo y error que determina la interdependencia entre la expresió n de ser y la
bú squeda del Yo en un juego continuo de llamada y de rechazo. De adhesió n y de
resistencia al cambio. Estas dimensió n pueden ser expresadas a través de
modalidades comunicativas que a los ojos de los adultos, a menudo, parecen
absurdas y sin sentido, hasta el puntos de hacerles pensar que los adolescentes
viven en un mundo parte. Si embargo, aquí radica el nudo central del trabajo a
través de las técnicas expresivas y teatrales; crear ocasiones de experimentació n y
de “prueba” sin el riesgo que supone el fracaso de situaciones reales. Es este
sentido. Las metodologías dramá ticas nos permiten introducir en el aula el “como
si” de las ficció n teatral y usar su espacio y el tiempo para descubrir y desvelar
cualquier cosa de uno mismo en relació n a los demá s.

EL contexto escolar

Para sus protagonistas (el profesorado, alumnado, padres y madres), la


escuela es un contexto en el que se reflejan imá genes deformadas de uno mismo,
del otro y de los papeles que cada cual adopta. Este juego de mascaras y rituales
(boal, 2004) induce a menudo a un estadio de inmovilidad de relaciones
cristalizadas, que tienden a generar rutinas y ofrecen la impresió n de
inmutabilidad en la diná mica de relaciones. Y este estado de cosas conlleva la
creencia de que no es posible construir un ambiente de relaciones personales mas
ricas.
En este contexto, el teatro y las técnicas de dramatizació n, pueden en
principio romper tal mecanismo relacional, contribuyendo a afianzar procesos de
observació n, interpretació n y valoració n de la calidad de comunicació n y de las
relaciones; los sujetos aprenden a observarse a si mismos y a los demá s, a través
de actividades experienciales de desmecanizació n (juegos, ejercicios y
modificaciones escénicas propuestas), de distanciamiento (juego de papeles y
foro) y de empatía (intercambio e inversió n de papeles).
Los centros escolares, y en particular los de enseñ anza secundaria, a
menudo oprimen los actores de la escena educativa convirtiendo las obligaciones
cotidianas en una experiencia enojosa, percibida como incontrolable e
inmodificable. Suele ser un escenario de insatisfacció n dominado por rutinas
relacionales y didá cticas.
En un marco tan especifico como el definido, el teatro y las técnicas de
dramatizació n, se erigen como herramienta indispensable en la educació n de los
adolescentes. Como decía Piaget, a través del juego dramá tico los actores de la
escena escolar se encuentran como individuos y como seres sociables. El teatro
como medio educativo favorece el desarrollo de la personalidad e involucra al
estudiantes en las diferentes dimensiones orgá nicas: corporal, afectiva-relacional,
cognitiva y histó rico-contextual.

NOSE SI SEGUIR….

Metodología

Con el fin de alcanzar los objetivos pretendidos utilizaremos una


metodología de enseñ anza-aprendizaje, donde los dicentes logren un mejor
aprovechamiento en la adquisició n de conocimientos a través del los docentes, los
cuales dotará n a los participantes de los mejores fundamentos, informaciones e
interpretaciones para su aprendizaje. Con ello se desea promover y fomentar, de
una forma activa en el desarrollo del proyecto, una metodología participativa en la
que los destinatarios se sientan agentes activos y directos del mismo. De esta
forma los destinatarios, a través de sus propios conocimientos y experiencias, irá n
dotando y moldeando el proyecto de aquellos ricos matices no indagados en el
proceso de elaboració n, fortaleciendo de forma férrea el éxito de los objetivos
planteados.

En el á mbito escolar la potencialidad de las técnicas de dramatizació n y el


teatro pueden concretarse en los siguientes aspectos metodoló gicos: (Baurana y
Motos, 2009):
El cuerpo como protagonista: todo cuerpo físico esta definido por
una estructura concreta que expresa cada uno de las partes y
funciones de la que esta compuesta. A través de él sentimos y
observamos las experiencia vitales y mediante su lenguaje damos
respuesta a todo acontecer vital. Las diferentes propuestas de
intervenció n, actividad y ejercicios del teatro favorecen la
recuperació n el cuerpo, como lenguaje, vehículo expresivo y
elemento bá sico de comunicació n otorgá ndole un papel
protagonista en los procesos de revelació n, cambio y desarrollo.
Gestió n del conflicto: la finalidad de las técnicas dramatizadas es
emplear el teatro como instrumento en la comprensió n y la
bú squeda de alternativas a conflictos sociales, interpersonales y
personales. Constituye un procedimiento muy eficaz para afrontar
el desacuerdo, el acoso escolar o las situaciones de violencia.
La experiencia comunicativa como foco de la enseñ anza
aprendizaje: La dramatizació n utiliza todos los lenguajes expresivos
a su alcance considerando el proceso didá ctico como toma de
conciencia mediante la representació n y la reflexió n, como
bú squeda de alternativas y aplicaciones de la mismas a la vida
personal y social. La experiencia y la vivencia se erigen como motor
de aprendizaje.
Dimensió n afectivo relacional: en la escuela a día de hoy sigue
primando los aspectos cognitivos e ignora, en gran medida y con
mucha frecuencia, los aspectos afectivos y relacionales . La
dramatizació n a través de las técnicas teatrales genera espacios
donde trabajar sobre el sujeto de forma integra y no só lo en la
dimensió n cognitiva (cabeza), sino en la dimensió n corporal
(cuerpo), dimensió n afectivo-relacional (corazó n) y la dimensió n
histó rico-contextual (cultura). Teniendo a la creatividad como nexo
de unió n.
La educació n centrada en el sujeto colectivo: siguiendo las
enseñ anzas de Paulo Freire (1985) de que la toma de consciencia de
un sujeto no puede darse estando deparado de los demá s, nadie
evoluciona solo, asilado del mundo, el aprendizaje estará centrado
en la interacció n y el aprendizaje coral. No aprendemos solo sino
con el resto de actores de la escena social. De esta forma el grupo
actú a de catalizador de ideas, como marco de contrastes y como
espacio libre de presiones. El sujeto individual aprende y asimila
cada nueva adquisició n habiendo obtenido e intercambiado
informació n en el marco de interacciones con los demá s, pues
somos un conjunto de relaciones dentro de una totalidad aun
mayor.

Teatro foro:

En el teatro foro los participantes denuncian situaciones sociales o expresan sus


vivencias de miedo, opresió n o exclusió n. A través de la participació n y del dialogo,
se buscan siempre maneras de resolver los conflictos o de encontrar alternativas
transformadoras má s justas y solidarias, mediantes los juegos de rol, intercambio
de papeles y diversas técnicas dramá ticas. La expresió n corporal, la gestió n del
conflicto, la experiencia comunicativa, la dimensió n afectivo relacional y el
protagonismo del sujeto colectivo son algunas de sus señ as de identidad.

La piezas del teatro foro se constituyen desde la perspectiva de las persona


oprimida. Trabajar con los grupos sociales y no con relaciones interpersonales
hace posible trabajar con estructuras sociales que permiten que se den situaciones
de conflicto, injusticia y desequilibrios de poder, y así ensayar posibles
transformaciones. El teatro foro, desde sus implicaciones pedagó gicas, sociales,
culturales, políticas y terapéuticas, se propone transformar al espectador –ser
pasivo- en espect-actor, protagonista de las acció n dramá tica –sujeto creador-,
estimulá ndolo a reflexionar sobre su pasado, a modificar la realidad presente a
crear futuro. El espectador ve, asiste, pero el espect-actor ve y actú a o, mejor dicho,
ve para actuar en la escena de la vida (Boal, 1974). Se pretende que los
participantes reflexionen sobre las relaciones de poder, mediante la exploració n y
la representació n de historias entre opresores y oprimidos –marginados y
marginadores- a los que el pú blico asiste y, a su vez, participa en ellas. Las obras
teatrales son construidas en equipo, a partir de hechos reales y de problemas
típicos de una comunidad o de grupo homogéneo de personas, tales como la
discriminació n, los prejuicios, la violencia, la intolerancia, el genero u otros. Su
objetivo es dinamizar. Esto se consigue a través de la acció n concreta, en escena:
“el acto de transformar es transformador. Trasformando la escena me transformo”
(Boal, 2004). Se basa pues en que todo ser humano posee un potencial creador y lo
que pretende es que la persona descubra aquello que es originalmente suyo. La
capacidad de observarse actuando y de poder analizar y recrear lo real, imaginar y
construir lo futuro.

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