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CONGESTIÓN JUDICIAL.
Palabras Claves
Introducción.
Para solucionar un conflicto, se debe tener en cuenta los factores por los cuales se
inició el conflicto, se deberá identificar en busca de la mejor solución, y en este
sentido, lo primero es entrar a determinar los elementos que lo conforman de esta
manera se pretende llegar a acuerdos equitativos y justos y lograr una
descongestión judicial.
Revisión bibliográfica.
Tal como lo expresa la Ley 640 de 2001, para poder acudir a la jurisdicción de lo
contencioso administrativo, en cuanto a la acción de nulidad y restablecimiento del
derecho, acción de reparación directa y la acción contractual, es necesario como
requisito de procedibilidad, realizar la conciliación extrajudicial.
Metodología
Contenido.
Toda persona natural o jurídica (pública o privada) que con ocasión de la expedición
de un acto administrativo particular o de la ocurrencia de un daño antijurídico
derivado de la celebración, ejecución, terminación o liquidación de un contrato
estatal o como consecuencia de un hecho, una omisión o una operación
administrativa, considere que le han causado un detrimento en su patrimonio, debe
intentar, obligatoriamente, la celebración de un acuerdo conciliatorio de las
controversias existentes con las entidades u organismos de derecho público o con
el particular, (qué ejerza funciones públicas) antes de presentar la respectiva
demanda encaminada a obtener una pretensión económica .
La conciliación no puede ser lesiva para los intereses del Estado, en lo que tiene
que ver con la conciliación administrativa, es este tal vez el punto de mayor
trascendencia y cuidado, al tiempo que el más discutido. El problema jurídico que
se plantea es el siguiente: ¿Cuando el representante de la entidad debe conciliar y
cuando no es conveniente o resulta contrario a los intereses de la administración?
¿Qué tanta certeza se debe tener en cuanto a los derechos del particular y de la
entidad para lograr el convencimiento de las bondades de una conciliación? Existen
dos posturas extremas, a saber:
El acuerdo al que llegan las partes debe someterse a la aprobación del juez que
fuere competente para conocer de la acción judicial respectiva (Art. 65ª Ley 23 de
1991, adicionado por el art. 73 de la Ley 446 de 1998, art, 24 de la ley 640 del 2001).
Es cierto que estos tribunales han sido de mucha utilidad, ya que han
descongestionado, temporalmente, los despachos, pero en realidad no
son la solución definitiva, pues solo han servido para paliar la situación,
a manera de palos de agua tibia para bajar la fiebre. En efecto, si bien
han contribuido temporalmente a la descongestión de los tribunales,
también lo es que la congestión ha sido trasladada al Consejo de
Estado. Que ha recibido en apelación gran afluencia de fallos de esos
tribunales, debiendo más tiempo para su revisión, pues algunos carecen
de la calidad requerida. (Torres Calderon, 2016)
Todo esto se podría evitar con la solución del conflicto en la etapa conciliatoria, pero
estos acuerdos no pueden parecer tan justo por lo que los actores prefieren acudir
a la jurisdicción de lo contencioso administrativo.
La otra razón es que de las muchas solicitudes tramitadas son muy pocas las que
terminan en un acuerdo, y así llegar a un doble desgaste, generando una gran duda
este instrumento de política gubernamental para la descongestión de los
despachos, no cumpliendo con el objetivo para la cual fue creada.
Aunado a esto existen muchos servidores con un concepto y una mentalidad que
creen que es mejor esperar una sentencia judicial que conciliar, y así no
comprometer el erario a su cargo, y no correr riesgos políticos para no verse
perjudicado en su actuar.
Este problema es reconocido de tiempo atrás, y que esfuerzos por parte del Estado
se han hecho con reformas constitucionales frustradas, como la expedición de
normas legislativas.
La misma ley reguló los procedimientos que debían seguirse en uno y otro caso
(artículos 60 y 61 respecto de la primera y 65 de la segunda), señalando como
funcionario competente para cumplir la diligencia de conciliación pertinente en
ambos casos, al Fiscal de la Corporación de la Jurisdicción Contencioso
Administrativa ante la cual, por competencia, debía adelantarse el proceso judicial
correspondiente.
En esta forma, y para los fines del análisis objeto de este trabajo, es conveniente
resaltar que las disposiciones vigentes, ley 23 y decreto 265 1, ambos de 1.991,
reconocen claramente la facultad de la administración pública para celebrar
conciliaciones sobre temas susceptibles de transacción, esto es, sobre asuntos de
carácter privado y contenido patrimonial; respecto de la conciliación judicial
específicamente a propósito de la responsabilidad del estado, tanto contractual
como extracontractual, mientras que en la etapa prejudicial puede tratarse de otras
materias, desde luego siempre en cuanto ellas se refieran a conflictos de carácter
particular y cuyo contenido sea estrictamente patrimonial.
1. Conciliación prejudicial
Hemos afirmado que esta modalidad de conciliación no fue eliminada del mundo
jurídico por el decreto 2651 de 1.991, pues sus disposiciones no se refirieron ni
expresa ni tácitamente a ella, por lo cual, en nuestro entender, sigue vigente,
regulada por las normas de la ley 23 de 1.991.
En esta materia debe tenerse en cuenta que, por mandato de la ley 23 de 1.991, no
siempre coinciden quien tiene la representación legal de la entidad con quien tiene
la competencia especial para conciliar; tal el caso de los ordenadores del gasto en
la rama judicial y legislativa y en todos los casos de actuación a través de
apoderados especiales dentro de la audiencia fijada por el Delegado del Procurador,
deberán presentarse las pruebas de que dispongan las partes y se enumerarán las
que se aportarían a un proceso si hay acuerdo se suscribe un acta por las partes,
debidamente refrendada por el Agente del Ministerio Público, la cual deberá ser
enviada al Magistrado respectivo (por reparto) a fin de que haga su revisión e
imparta la aprobación correspondiente o, si a ello hay lugar, por resultar lesivo el
acuerdo para los intereses de la administración o por estar viciado de nulidad
absoluta, se dictará providencia motivada en que así se declare, decisión contra la
cual no procede recurso alguno.
Resultaría muy aconsejable que los Delegados del Procurador que deban cumplir
esta tarea sean verdaderos especialista en derecho administrativo, pues la función
que se atribuye es muy importante para la eficacia, tanto de la administración
pública como de la de justicia. Bien podría pensarse en la posibilidad de que al
interior de la Procuraduría se integre un selecto grupo de Delegados,
verdaderamente especializados en derecho público, que puedan atender tan
importante servicio.
2. Conciliación judicial
a. Ante la jurisdicción contencioso administrativa:
Se mencionó anteriormente la modificación introducida por el decreto 2651 de
1.991, en el sentido de restringir su viabilidad exclusivamente a los procesos
iniciados con base en las acciones contractuales o de reparación directa y
cumplimiento, las cuales se inician a partir del reclamo o controversia sobre
responsabilidad contractual y extracontractual del Estado, y sobre los aspectos de
índole privada y de contenido estrictamente patrimonial.
La disposición del artículo 6 del estatuto citado, ha generado alguna discusión, pues
para algunos no es viable la conciliación sino en la segunda instancia en virtud de
lo dispuesto por el parágrafo de la norma, mientras que para otros, a los cuales me
sumo, son posibles las conciliaciones en la primera instancia, pues la norma es
categórica en afirmar que en ella habrá, por lo menos, una oportunidad de
conciliación a más tardar al concluir la etapa probatoria, entendimiento que se
acomoda más a la finalidad buscada por el decreto de conseguir la descongestión
de los despachos judiciales y porque de darse otro entendimiento a la disposición.
Habría que concluir que prevalece el parágrafo sobre el texto mismo del artículo
haciéndolo sobrar, ante la segunda instancia, evento en el cual sólo tiene capacidad
de proposición el particular beneficiario del fallo proferido en la primera instancia.
Conclusiones Comentado [ID2]: Revisar, debe haber una o dos por cada
capítulo y dos o tres generales
Garcia, A. (2006). La estructura del atraso en Amèrica Latina; hacia una teoria
latinoamericana del desarrollo. Bogotà: Convenio Andrès Bello.