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Modelos tratados en clases:

Terapia estratégica (Jay Haley).

El trabajo de Haley se vio influenciado por su colaboración con Bateson y Jackson en


los comienzos del Mental Research Institute; de ellos incorporó en su modelo el interés
por los aspectos pragmáticos de la comunicación y los conceptos de homeostasis
familiar y de doble vínculo. Milton Erickson también tuvo una gran influencia sobre
Haley, especialmente en el uso de metáforas, el enfoque en el problema, en la
perspectiva evolutiva y la creatividad. De su colaboración con Minuchin incorporó
aspectos del modelo estructural a lo que luego se convertiría en el modelo estratégico.

La terapia estratégica es un “modelo centrado en el problema (a diferencia de los


modelos centrados en la persona)”.

Tiene como propósito:

 Resolver problemas específicos en las vidas de las personas.


 Ayudar a los clientes a organizar y focalizar sus objetivos en tareas concretas.

Conceptos básicos del modelo, guiándose del acrónimo PUSH (Protección, Unidad,
Secuencia y Jerarquía/Hierarchy):

Protección: se refiere al hecho de que los síntomas cumplen la finalidad de proteger o


ayudar al sistema familiar y lo explican con el ejemplo del mal comportamiento del hijo
que consigue que sus padres enfoquen su atención y enfado en el, evitando así peleas
o enfrentamientos entre ellos.

Unidad: Haley concibe la organización familiar como un “todo”, y utiliza los triángulos
como unidades en los procesos de interacción familiar. El triangulo (En este modelo), se
considera que cualquier par de relaciones determinara la tercera relación, es decir,
actuando en un lado del triangulo se provocara un cambio en las otras relaciones.
Haley pensaba que cuanto más grande fuera la Unidad que participaba en el
tratamiento mayores posibilidades de conseguir mejores resultados.

Secuencia: Esto se entiende como la serie de interacciones entorno al problema. Esto


explica que, eventos que preceden, rodean y siguen al problema, proporcionan
información sobre aspectos del contexto que lo sostiene.

Jerarquía: Haley señaló que la “jerarquía manifiesta”, en muchas ocasiones,  difiere de


una “jerarquía encubierta” y da bastante importancia a las “coaliciones
intergeneracionales”, representadas frecuentemente con la metáfora de “un hijo
sentado sobre los hombros” de algún adulto de la familia, mostrado así el poder que el
niño tiene basado en esta alianza con el progenitor. Por tanto establecer una jerarquía
congruente es tarea importante en la terapia estratégica.
Técnicas de intervención:

Ordalía: en esta técnica se pretende extinguir un comportamiento inadaptado,


introduciendo a continuación de la conducta problema (de manera contingente) una
actividad que resulte más molesta que el comportamiento problemático (castigar el
síntoma del insomnio).

Intervención paradójica: pretende confrontar el sentido común de la persona a la que


se le aplica. Así, con esta técnica en terapia se animaría al paciente a hacer o a desear
que ocurra aquello que precisamente teme (ej. El insomnio y mantenerse despierto).

Reenmarcado: la versión del “reencuadre” de la terapia estructural, la cual es ofrecer


otra narrativa.

Desbalance: se crean coaliciones alternativas.


Terapia Intergeneracional (Murray Bowen e Iván Boszormenyi-
Nagy):

El origen del modelo de terapia intergeneracional se debe a los trabajos iniciados en


EE.UU en los años 60 por dos psiquiatras con formación psicoanalítica, Murray Bowen e
Iván Boszormenyi-Nagy.

Bowen comenzó tratando a pacientes esquizofrénicos junto a sus madres con el


propósito de encontrar las posibles raíces familiares de la esquizofrenia. Boszormenyi-
Nagy utilizó el término contextual para referirse a su modelo de terapia, haciendo así
alusión a las consecuencias que los hechos de una persona tienen sobre otra, o los de
una generación sobre otra, o de un sistema sobre otro.

El supuesto básico de este modelo, radica en que “dificultades individuales, de pareja o


de familia que ocurren en el presente provienen de patrones relacionales disfuncionales
generados en la familia de origen o incluso en generaciones anteriores”.

Bowen señala el carácter interdependiente que poseen los miembros de un sistema


familiar en cuanto a la transmisión y repercusión de sus estados emocionales. Esta
vinculación y afiliación familiar se complementa y también se contrapone con la
tendencia a la individuación de cada uno de los componentes de la familia, es decir, a
la definición de un self como independiente de los otros. Así pues “conexión y
autonomía mantienen una permanente tensión y búsqueda de equilibrio”.

Conceptos importantes utilizados por Bowen:

Diferenciación del self: La diferenciación es el resultado, en gran parte, de la


experiencia relacional en la familia de origen. Implica a nivel interpersonal un equilibrio
entre la individualidad y la conexión con otros, y a nivel intrapsíquico la capacidad de
tomar conciencia y distinguir pensamientos y emociones, siendo capaz de actuar de
forma no “reactiva” a estados de ansiedad.

La triangulación: consiste en involucrar a un tercero para rebajar la tensión ocasionada


por la ansiedad generada por el conflicto entre dos personas. Las triangulaciones
temporales son frecuentes en todos los sistemas relacionales pero “adquieren un
carácter problemático cuando se convierten en una pauta de interacción fija,
mantenida en el tiempo y en la que el conflicto original nunca llega a abordarse,
pudiendo quedar estancado”.

Los patrones relacionales tienden a transmitirse de padres a hijos, determinando el


nivel de diferenciación alcanzado por éstos. Aun así, esta transmisión no es igual para
todos los hijos, sino que dependerá de sus características individuales, el rol que juegan
en la familia, su posición en la fratría; es lo que Bowen denomina el “proceso de
proyección familiar”.
El objetivo de la terapia intergeneracional será aumentar los niveles de diferenciación
de los integrantes de la familia. Desde la óptica de Boszormenyi-Nagy (1982), “mejorar
tanto la individualidad como la capacidad de conexión, facilitando un encuentro
auténtico Yo-Tú que permita las relaciones recíprocas y el crecimiento de todos los
miembros del sistema, para que avancen hacia las fases de separación y finalmente el
“re envolvimiento” en otras relaciones”.

El trabajo terapéutico “se centra en tres focos: el problema relacional, el self y el


contexto familiar más amplio”. Se trabaja en distintos encuadres: familiar, de pareja e
individual, teniendo en cuenta que un cambio individual provocará un cambio en el
sistema. Los síntomas no se abordan como fenómenos intrapsíquicos sino como
manifestaciones de las disfunciones familiares.

No es una terapia orientada al insight sino a preparar y acompañar a las personas a


realizar cambios en sus relaciones significativas. El proceso terapéutico comienza por el
conocimiento del propio sistema familiar, partiendo del genograma. Una vez
identificados los roles o patrones disfuncionales, se emprenden acciones, con ayuda del
terapeuta, para cambiar estas relaciones con las personas significativas.

El rol del terapeuta no es tanto el de un “curador”, sino el de asesor, entrenador y


posteriormente supervisor de los cambios que emprenden los individuos o familias.
Terapia Estructural (Salvador Minuchin).

El modelo de terapia estructural surge en EEUU en los años 60 a partir del trabajo de su
renombrado fundador, Salvador Minuchin, con chicos y familias procedentes de
contextos de marginación. El modelo ha mantenido como características
diferenciadoras la importancia del contexto relacional en la organización del individuo,
la utilización de técnicas activas y la preocupación por el contexto social.

La terapia estructural centra su intervención en el contexto relacional, puesto que éste


genera y explica el significado de los comportamientos, ya sean funcionales o
disfuncionales. Dirige la intervención terapéutica no al individuo, portador del síntoma,
sino a la modificación de la estructura o marco relacional. En este enfoque,
caracterizado más por "el hacer que por el hablar", el terapeuta tiene una participación
activa y directa.

Filosofía general de Minuchin:

 Ser humano activo y reactivo en grupos sociales.


 La familia es la extra cerebral de la mente.
 La familia es el contexto de construcción de la identidad individual.
 La familia enseña a adaptarse.
Técnicas de intervención:
Reencuadre: otra narrativa, si es posible.
Escenificación: danzar, mostrar, explicar gráficamente el aquí y el ahora.
Enfoque: destacar algo.
Intensidad: subrayar, llamar la atención, exagerar, subir el volumen.
Reestructuración: poner algo en su sitio, otorgarle otro significado a una
cosa.
Fronteras: Ver, describir y establecer límites.
Desequilibrio: desplazar la jerarquía, mover el poderoso, apoyar al débil.
Complementariedad: hacer ver y experimentar a los miembros de la familia
que pertenecen a una entidad (subsistema) y no dejarlos permanecer en lo
individual.
Realidades: cuestionar las “verdades”, las etiquetas.
Construcciones: nuevas versiones de la realidad, símbolos, verdades
familiar, consejo profesional.
Paradojas: intervención que tiene como consecuencia lo opuesto de lo que
se pretende.
Lados fuertes: la parte sana valoración positiva.
Terapia breve centrada en soluciones (TBCS).

El origen del modelo de la Terapia Breve Centrada en Soluciones (TBCS), se puede


situar en los años 70 en Milwaukee (EE.UU) donde un equipo de trabajadores sociales
liderado por Steve de Shazer e Imso Kim-Berg comenzaron a trabajar juntos, partiendo
de las premisas del modelo del MRI y experimentando con nuevas ideas, con el
propósito de responder a la pregunta “¿Qué es lo que funciona en la terapia breve?”. 

Al presentar los conceptos básicos del modelo, Mark Beyebach describe la TBCS como
un enfoque constructivista y construccionista de donde se desprende que la realidad
social se configura desde los condicionantes biológicos, históricos y culturales del
individuo y luego se negocia en la interacción humana. Responde también a un
planteamiento no-normativo que implica que hay múltiples formas de ser y estar como
persona y de interactuar y organizarse como pareja y familia.

Para la TBCS no es necesario el diagnóstico de las familias; considera que los problemas
y las soluciones no están necesariamente conectados, por tanto la intervención
terapéutica no se dirige a la resolución de problemas sino a la “construcción de
soluciones” (de Shazer et al., 2007). Esta construcción se realiza de forma colaborativa
con las familias o consultantes en detrimento de posiciones más directivas de otros
enfoques terapéuticos.

La intervención terapéutica en la TBCS se centra en las soluciones, y para ello utiliza


principalmente tres estrategias comunicativas:

1) “Elicitar” la descripción de soluciones, detectando las excepciones al problema y


los recursos de los clientes.
2) “Ampliar” esta descripción con detalles y generar descripciones en términos de
conductas interactivas, concretas y en positivo.
3) “Anclar” las soluciones o “atribuir control”; de esta manera los consultantes
identifican cómo han conseguido su mejoría y cómo podrán alcanzar sus
objetivos.

Para todo ello es importante utilizar el lenguaje del cliente y promover una relación
colaborativa.
Técnicas utilizadas en esta terapia:

1. Preguntas de proyección a futuro: sobre cuyas respuestas el terapeuta va


concretando con los consultantes objetivos de cambios realistas y concretos.
2. Cambios pre tratamiento: son los cambios que ya se han producido antes de
la primera entrevista, asumiendo que el hecho de ponerse en marcha para
buscar ayuda ya constituye un cambio significativo.
3. Excepciones: situaciones en las que el problema no se dio, o apareció con
menor intensidad o duración o frecuencia.
4. Preguntas de escala: aquí el consultante da una puntuación entre 1 y 10 sobre
diferentes aspectos del proceso terapéutico, por ejemplo, sobre el grado en que
se va avanzando hacia la situación deseada. Es una forma de atribuir control por
parte del cliente y concretar objetivos y nuevas acciones.
5. Preguntas de afrontamiento: Estas subrayan los recursos de la persona o
familia ante las situaciones negativas que están viviendo.
6. Secuencia pesimista: adoptando una postura incluso más negativa que los
consultantes.
7. Prevención de recaídas: Se investigan los factores de riesgo de un posible
retroceso para discutir los planes de acción ante esta posibilidad.
8. Elogios: Señalar las cualidades, valores o logros.
Otras terapias:

Terapia de la escuela de Milán:

En este marco, un grupo de ocho psiquiatras italianos con orientación psicoanalítica


constituyeron en 1967 un equipo terapéutico centrado en la intervención clínica y la
investigación con pacientes con anorexia mental y psicosis. Ante su insatisfacción con
los resultados de la aplicación del enfoque psicoanalítico a estos casos clínicos, a partir
de 1971 un grupo de cuatro de ellos (Mara Selvini, Luigi Boscolo, Giafranco Cecchin y
Giulana Prata) fue progresivamente incorporando los conceptos teóricos y estrategias
terapéuticas provenientes del intercambio de ideas y paradigmas del grupo de Palo
Alto (Teoría de la Comunicación de G. Bateson) y más tarde de la Escuela estratégica,
con Paul Watzlawick como consultor del equipo.

En 1980 se produce una nueva escisión del grupo de Milán y Mara Selvini creará dos
equipos terapéuticos; uno de ellos con Giulana Prata que mantiene hasta 1985 y el
segundo con Stefano Cirillo, Ana Sorrentino y Matteo Selvini. El trabajo que se presenta
en este capítulo es principalmente el desarrollado por Selvini, Prata y sus
colaboradores, caracterizado por la constante revisión y evolución de sus enfoques y
abordajes terapéuticos así como la conexión que se ha mantenido en todo momento
entre la clínica y la investigación.

El equipo asumió inicialmente un enfoque psicoanalítico, situando el proceso de


cambio en lo intrapsíquico y en la influencia de la transferencia y contratransferencia de
la relación terapéutica, pero pronto abandonaron este enfoque para adoptar una
perspectiva sistémica.

Etapas descritas por este modelo:

Etapa comunicacionalista: aquí ponen el foco de la intervención terapéutica en los


patrones disfuncionales de comunicación que acababan generando patología en uno
de sus miembros. La teoría del “doble vínculo”, por ejemplo, explicaba la esquizofrenia
como fruto de un tipo particular de desajustes en la comunicación familiar.

Etapa paradójica: aquí el terapeuta asumía un rol provocador y catalizador de cambios.


Las familias que presentaban miembros con trastornos mentales se caracterizaban por
una homeostasis rígida, es decir una marcada incapacidad de cambiar sus modos de
funcionamiento ante nuevas exigencias del sistema. Los terapeutas inducen crisis para
cuestionar esa homeostasis rígida, modificando así la visión de la familia sobre el
mundo, el síntoma y las interacciones entre ellos. El cambio se concibe como un salto
(Watzlawick et al., 1976), un discontinuo, en contraposición a concepciones más
gradualistas.
En esta etapa desarrollan una metodología de intervención en la que dos coterapeutas
(hombre y mujer, para evitar sesgos de género), intervienen directamente con la
familia, mientras que el equipo terapéutico observa la sesión a través de un espejo
unidireccional.

Se hace una pausa para que los terapeutas puedan consultar con el equipo, y al final de
la sesión se transmite a la familia las conclusiones de éste, con las que buscarán un
efecto perturbador de su equilibrio y provocar así el cambio. Emplean herramientas
más en consonancia con las nuevas bases sistémicas en las que se apoyan:
prescripciones ritualizadas, la connotación positiva (aprobación no sólo de los síntomas
del paciente, sino del resto de los comportamientos disfuncionales de todos los
miembros familiares), o la prescripción del síntoma, como intervención paradójica.

Etapa de “Hipotetización, circularidad, neutralidad” (Selvini palazzoli): el interés


de la Escuela se desplaza desde la intervención final a los modos de conducción de las
sesiones. El cambio no depende de la conclusión final y retadora sino también de cada
una de las intervenciones del terapeuta en el proceso terapéutico.

Las hipótesis son contrastadas a través de preguntas, especialmente las llamadas


preguntas circulares mediante las cuales se exploran las distintas percepciones sobre
diferencias y cambio, pidiendo a cada persona información sobre la relación entre los
otros miembros de la familia. La posición del terapeuta debe responder aquí al
principio de neutralidad, cuidando de no tomar partido por ninguno de los
componentes de la familia.

Etapa de la prescripción invariable: esta intervención mantiene la cadencia siguiente:


se realiza una primera entrevista con todos los miembros significativos de la familia
extensa buscando información sobre los juegos familiares y tras esta primera sesión
agradecen la participación y despiden a los miembros de la familia ajenos a la familia
nuclear.

En la segunda entrevista convocan a padres e hijos con un propósito similar al de la


primera sesión. Se despide posteriormente a los hijos y se convoca solamente a los
padres para la tercera sesión. A éstos, ya solos con los terapeutas se les asigna un rol
de coterapeutas en la resolución de los problemas de sus hijos y se prescriben acciones
ritualizadas como mantener el silencio sobre los contenidos de las sesiones, salidas
secretas de los padres, etc. Con estas actuaciones se pretende conseguir además del
fortalecimiento de la alianza con el terapeuta, la modificación de las reglas del juego
generadoras de patología y el desvelamiento de posibles coaliciones
intergeneracionales ocultas, creando así un marco distinto al que generó las
disfunciones.
Etapa del juego familiar: Desde esta concepción "los síntomas no son vistos como
productos sólo de reglas del sistema, sino que forman parte de estrategias indirectas,
encubiertas, llevadas a cabo por un miembro de la familia cuando la adaptación a la
organización familiar va en detrimento de su bienestar y le causa sufrimiento".

El terapeuta, desde este modelo, buscará el esclarecimiento del juego y de aquellas


jugadas ocultas o negadas que se llevan a cabo a espaldas de otros miembros de la
familia y principalmente del paciente designado. Fruto de la investigación en esta etapa
desarrollan dos conceptos que responden a movimientos significativos que permite
entender la patología: “el embrollo” (la confusión y el sentimiento de traición que
siente el paciente en relación al “padre preferido”) y “la instigación” (dimensión
relacional en la que quien empuja a alguien contra otro, es a la vez también instigado
por éste y por un tercero). En esta etapa la actitud del terapeuta es más colaborativa
con un tono más de comprensión y empatía.

Siguiendo con la ya mencionada actitud de revisión y crítica de su modelo, el equipo de


Milán cuestionó posteriormente la rigidez del encuadre terapéutico utilizado en etapas
anteriores así como el uso de paradojas y prescripciones invariables.

En su última etapa de trabajo, caracterizada por un modelo


multidimensional, recogen una descripción del comienzo y evolución del problema y
de los intentos de resolverlo que permitirá al terapeuta construir una definición del
problema en sentido psicológico y relacional. Incorporan también el trabajo con
subsistemas familiares y realizan sesiones sin la obligatoriedad de que estén presentes
todos los miembros de la familia.
Terapia Narrativa.

El modelo de terapia narrativa surgió en los años 80 y 90 como resultado de la


evolución del campo de la terapia familiar sistémica. Desde los postulados de la
segunda cibernética, el rol del terapeuta se volvió más colaborativo y menos jerárquico
y se amplió el tradicional foco de la terapia sistémica sobre las relaciones, para incluir
también a los sistemas de creencias y construcciones de la realidad de la propia familia
y del contexto sociocultural al que pertenece. 

“La terapia se ve como un proceso conversacional, los terapeutas se interesan por la


forma en la que las personas construyen narraciones o historias sobre sus vidas, y la
identidad se concibe como una construcción a través de la interacción con los otros”
(Tarragona, 2006).

Fueron Michael White y David Epston, trabajadores sociales procedentes de Australia y


Nueva Zelanda, los pioneros y creadores de este modelo que ha alcanzado una gran
difusión.

La metáfora narrativa acabó sustituyendo a la metáfora del sistema, aunque se


conservaron elementos clave del enfoque sistémico, tales como el foco en las
relaciones y el contexto, la utilización de preguntas como principal herramienta de
intervención, el interés por los recursos de los consultantes y el trabajo con las
excepciones al problema.

Conceptos principales:

 Construccionismo social: plantea que la realidad se construye socialmente, a


través del lenguaje, y se organiza y mantiene a través de narrativas culturales,
familiares e individuales. 
 Metáfora narrativa: esta ilustra cómo damos sentido a la experiencia a través
de historias o narrativas que componemos al ir seleccionando determinados
acontecimientos de nuestras vidas a los que otorgamos un significado
particular, y que vamos conectando en una secuencia temporal. 
 Externalización: pone el problema fuera de la persona (ej.: la “Depresión”, en
lugar de: “soy depresivo”), y explora la relación entre la persona y el problema.
 Conversaciones de reautoría: mediante las cuales se conectan estas
excepciones (acontecimientos extraordinarios) al problema actual con otros
acontecimientos significativos pasados que reflejaban esos mismos valores y
que pueden apuntar a nuevas posibilidades futuras.
 Conversaciones de remembranza: se fortalecen también nuevas narrativas,
explorando la relación con otras personas, testigos de acciones o valores
importantes para la persona.
Terapia Breve del MRI.

El Mental Research Institute de Palo Alto California recoge desde 1959 la confluencia
de diversas líneas de investigación, inicialmente sobre estudios
interacciónales/sistémicos con individuos, parejas y familias. Más tarde, debido a la
influencia de Don Jackson y Milton Erickson, incorporan el ámbito clínico de la terapia
familiar y en 1966 se crea el “Brief Therapy Center” del MRI ya con el objetivo de
investigar y desarrollar un modo de practicar la terapia en un tiempo breve, que se
caracteriza por “replantear la naturaleza de los problemas humanos
conceptualizándolos de manera diferente e impulsando deliberadamente al cambio a
fin de lograr su resolución de forma efectiva y eficiente” (Fisch, Weakland y Segal,
1984).

Para el MRI un problema es una dolencia concreta que refieren alguna o algunas
personas, se trate de quien lo porta o no. “No se trata simplemente de una conducta
ordinaria, sino de una conducta indeseada” (Fisch, Weakland y Segal, 1984). El
problema así entendido no tiene un carácter “objetivo” sino que su naturaleza viene
dada por el significado que cada uno le otorga.

La definición del problema: requiere la tarea de “focalización” de las conductas


indeseables y su conversión en conductas concretas, observables, evaluables en su
evolución y consensuadas entre cliente y terapeuta.

 Diagnóstico del circuito de mantenimiento del problema: aquí sobresale la


importancia de “poner en contexto el problema” explorando las creencias o
visiones que se tienen del mismo y como consecuencia, las acciones derivadas
de ellas que están retroalimentando el círculo vicioso del mantenimiento.
 Intervenciones específicas de la terapia: el objetivo es modificar el circuito de
mantenimiento del problema y se señalan para este propósito dos caminos:
bloquearlo y/u ofrecer conductas alternativas como soluciones más adecuadas
al problema. 
 La evaluación y corrección continua del proceso terapéutico: tener en
cuenta permanentemente cómo los consultantes van reaccionando a las
intervenciones del terapeuta actuando en cada momento en función de las
alternativas que muestran, bien confirmando el diagnóstico y la dirección
propuesta al cumplir con las intervenciones y con los cambios propuestos o
bien revisando el diagnóstico y las intervenciones si el consultante no siguió las
inicialmente propuestas.
 Cierre del tratamiento: se analizan las distintas opciones en función del
resultado obtenido o del seguimiento o abandono por parte del cliente. 
Escuela de Roma.

Esta escuela ha sido fundada en la década del ´60 por el neuropsiquiatra infantil
Maurizio Andolfi. Este ha sido el primer terapeuta sistémico que cuestionó la
pretendida objetividad del positivismo.

Andolfi prefiere hablar de neutralidad, la cual remite a la relación terapeuta-paciente: el


terapeuta no debe acceder a las alianzas o pactos que los pacientes resistentes al
cambio quieran establecer para que el cambio de estructura no llegue a consolidarse.

“La familia es concebida como un sistema relacional abierto en interacción dialéctica


con otros sistemas, con cierta capacidad de autogobierno que le permite modificar como
todo organismo activo, sus procesos vitales y adaptarse a las exigencias de los diferentes
estadios de su propio desarrollo”. (Andolfi; 1993).

 Las prescripciones: en general pasan por la asignación de tareas que


comprometen de manera directa o indirecta a todos o a algunos integrantes del
grupo familiar.
 Las prescripciones directas: están recomendadas para aquellas personas,
parejas o familias que responden muy bien al tratamiento, aquellas que se
comprometen con la labor del terapeuta y están plenamente dispuestos a un
cambio. Su objetivo es cambiar las pautas de transacción.
 La prescripción paradójica: busca suspender la sucesión sintomática y
presentar una nueva percepción del problema, sin necesidad de connotar
negativamente el accionar familiar. Una prescripción paradójica prescribe
explícitamente la función que ha cumplido el síntoma, de allí que muchas
personas ofrezcan resistencia al cambio.
 Las prescripciones restructurantes: tienen por objetivo cambiar los esquemas
de interacción que se han establecido en la familia, logrando desplazar el
síntoma del paciente identificado al grupo familiar.

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