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Pontificia Universidad Javeriana


Facultad de Filosofía
Maestría en Filosofía
Seminario Timeo de Platón
Prof: Alfonso Flórez Flórez
Eddy Santiago Parada Suárez
Fecha: 7 de marzo de 2022

El Receptáculo (47e-51b)
En este fragmento de la obra Timeo de Platón, se llama la atención sobre un elemento
que previamente no ha sido mencionado. En principio se observa que la creación del
cosmos parte de dos orígenes: El primero, a partir de la inteligencia y el segundo el de la
necesidad. Este ultimo estaría sometido a aquel primero. “El universo nació, efectivamente,
por la combinación de necesidad e inteligencia” (Timeo, 48a). Respecto a ello, el texto
parece prestar atención a un punto que originalmente parece haber pasado desapercibido, el
origen de los cuatro elementos.

Si bien la filosofía presocrática descansó sus preposiciones sobre la pregunta del arché
basados en la consideración de los cuatro principios como germen de la existencia -con
excepción si acaso de Anaximandro 1 o Heráclito- ya sea con la consideración de agua de
Tales o de aire para Anaxímenes, Timeo realiza una pregunta que tiene un componente
bastante más arriesgado. Pensar el origen de los cuatro elementos, de los que se asume que
su existencia ha sido dada desde siempre. Enfrentar semejante tarea no es fácil, por lo que
antes de ofrecer su observación, “Recomencemos el discurso, después de invocar también
ahora al principio de nuestra disertación al dios protector para que nos conduzca sanos ν
salvos de esta exposición rara y desacostumbrada a la doctrina probable”. (Timeo, 48d4-8).

Para comenzar, se refiere Timeo a la distinción entre dos principios entendidos como
sinónimos de Arché: 1. Modelo inteligible inmutable; 2. Imagen del modelo que deviene y
es visible. A los cuales habría que añadir un tercero definido como receptáculo, que hace
las veces de recipiente, pero también de nodriza. Como afirma Kalkavage, este término
junto a Demiurgo, son dos de los más populares del presente documento. El carácter que
recibe dicho elemento tiene una connotación que, en sus palabras, responde al drama del
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El caso de Anaximandro es significativamente diferente debido a que la atención que este presenta a la
idea de Apeiron parece bastante más metafísica que las de Tales y Anaxímenes, por lo que este podría ser
excluido de la noción sobre presocráticos previamente realizada.
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Timeo: “A hipodoche is any hospitable reception or refuge” (Kalkavage, 2001, 144).


Curiosamente, también Sócrates hace las veces de receptáculo en este texto: “Socrates in
this dialogue is uncharacteristically defined by his extreme receptivity” (Kalkavage, 2001,
144).

Fronterotta por su parte encuentra dos acciones propias de este receptáculo: Por una
parte, coincide con Kalkavage en tanto “acoge como receptáculo, [pero añade] y alimenta
como nodriza” (Fronterotta, 2012, p 8). A pesar de la oscuridad para la interpretación del
texto, Fronterrota considera que “el tercer género parece prestar un fundamento espacial o
local a la vez que material o sustancial a la generación de lo sensible a imitación de lo
inteligible” (Fronterotta, 2012, p 8). La naturaleza del receptáculo tiene tal dificultad que,
Wolfe dedica la parte final de su trabajo Arete and physics dedicándose a dicho proceso.
Allí define el receptáculo a partir de cuatro metáforas: “The receptacle is described by four
sets of metaphors: metaphors having to do with reproduction and child-rearing; metaphors
of location; metaphors of underlying substance; and metaphors of random motion” (Wolfe,
2010, p. 90).

A su vez, cada uno de los tres elementos está referido a un papel diferente. En
principio, el modelo inteligible se relaciona con el padre, la imagen del modelo sometido al
devenir visible al hijo y, por último, este tercer elemento haría las veces de madre. Y es
que, si bien podría considerarse la naturaleza del receptáculo en el sentido de una causa
eficiente, parece que su aporte a la existencia es más similar a una causa material. Para
Wolfe, este papel que refiere cierta dimensión femenina “This use of feminine metaphors
shows the reader how the receptacle is to be understood as something which nurtures and
develops the sensible cosmos” (Wolfe, 2010, p. 91).

Curiosamente, parece que corresponden las imágenes del texto a las de los
involucrados en la creación de mundo. Sócrates haría las veces de receptáculo, siguiendo la
noción de Kalkavage, el padre, el modelo sería Timeo, el gran astrónomo. Por ultimo, no se
si sería adecuado considerar que el hijo sea el texto mismo o si más bien habría que hacerlo
a algo más grande, como a la cosmología de la línea que se encuentra en la obra platónica.
De ser asi, esta sería el resultado de considerar la suma de la ecuación entre Sócrates como
el filósofo o el que cuida, el que sirve de nodriza, cumpliéndose así aquel viejo adagio de
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“la filosofía es la madre de todas las ciencias”. Abre cabida, da lugar y origen sin tener en si
mismo un lugar o una forma definidas. Y es que así resulta más adecuado. Si el receptáculo
tiene forma, la imagen del modelo que es aquí el padre, Timeo, se vería configurado o
deformado por la apariencia de la madre.

El padre sería Timeo, es decir la astronomía. Aquí sería entonces la disciplina que
estudia y observa directamente las consideraciones propias del escenario de estudio, a
saber, la ubicación de los astros. Previamente, se había llamado con mucha fuerza la
atención en el sentido de la vista que es considerado el superior dado que este resulta ser
nuestro único acceso al conocimiento del cosmos más lejano. Nuestros demás sentidos son
simplemente ausentes. Hay una teoría que sostiene que es complicado saber cual es el color
de los primeros animales. De hecho, parece que mientras estuvimos en los ambientes de la
vida marina, ni siquiera, se puede decir, existía el color, debido a que la gran mayoría de
animales eran ciegos, incluidos nuestros ancestros.

En este sentido, parece que ver es la mayor de las virtudes humanas. No en vano,
usamos el verbo ver casi para todo: Ver en el sentido de observar (mira), de percibir (ya
viste lo que sucede afuera), de descubrir (vi que había problemas en casa), de entender
(¡ah!, ya veo) incluso para considerar ejercicios que realizamos con otros sentidos (viste, la
comida estaba deliciosa; pero si viste el audio que te envié; si viste, algo huele muy mal). Y
esto se encuentra muy en la línea de la percepción del Timeo como continuación de la
República. No en vano, el camino de ascenso al conocimiento es siempre una metáfora
visual. Hasta Aristóteles siguió el pensamiento platónico cuando dijo que la visión es el
más importante de los sentidos.

Por último, aun como mencioné tengo dudas sobre qué considerar que es el hijo de esta
metáfora. Acaso sea el texto el Timeo, lo que sería la opción más obvia e intuitiva. Pero
también podría ser el estudio del cosmos en tanto cosmología como disciplina que pretende
descubrir el orden que existe en el aparente desorden que es el universo en el que la
entropía, extrañamente, es la regla a seguir pero no el horizonte mismo de existencia de las
cosas. Me quedo con la noción de Fronterrota, quien después de un exhaustivo discurso y
análisis sobre el término χώρα se limita a afirmar: “No creo, sin embargo, que haya hoy
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estudiosos dispuestos a defender con semejante radicalidad una interpretación literal del
Timeo y de la figura del demiurgo” (Fronterotta, 2012, p 17).

BIBLIOGRAFÍA

- Fronterotta, Francesco. 2012. El demiurgo y los principios del cosmos generado en


el Timeo. Cuadernos de Filosofía; 59: 5-22
Lisi, F., trad. 1992. Platón: Diálogos. Vol. VI: Filebo, Timeo, Critias. Ed. Gredos
- Kalkavage, P., trad. 2001. Plato Timaeus. Focus
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