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Constituye un principio general aplicable en materia de responsabilidad civil, que todo aquel que
pretenda la reparación de daños y perjuicios en justicia, debe probar válidamente la existencia y
condiciones de existencia de la falta, del perjuicio y de la relación de casualidad entre los dos
elementos anteriores. Estamos frente a un principio general de derecho consagrado en forma
constante y unánime por la doctrina y la jurisprudencia hasta la fecha de hoy. (Cas, 1ro., de
febrero de 1998).
Sin falta imputable al demandado, en principio no puede existir responsabilidad. Pero, si existe
una falta y la misma no resulta ser la causa inmediata, directa, cierta, previsible, legítima y
determinada del perjuicio material o moral sufrido por el demandante, tampoco está puede servir
de fundamento a la acción de responsabilidad. He aquí una corrección y aplicación de los
principios de la teoría de la casualidad adecuada, que requiere que para que exista
responsabilidad, la víctima prueba la relación inminente entre la falta y el perjuicio de forma tal
que, de no haberse incurrido en la primera, no hubiese existido el segundo. La aplicación de la
regla actori incumbit probatio no ofrece aquí dificultad.
La prueba del daño corresponde, pues a la víctima. El perjuicio debe ser cierto y no hipotético.
En materia delictuosa y cuasi delictuosa, el perjuicio debe ser probado por la víctima. La
existencia del perjuicio es una cuestión de derecho que cae bajo el control de la Suprema Corte.
En cambio, la determinación del monto del perjuicio es una cuestión de hecho, de la soberana
apreciación de los jueces del fondo. En materia contractual, la parte contratante que alega la
violación del contrato, el acreedor debe aprobar el perjuicio, salvo en ciertos casos excepcionales
(cláusula penal, intereses moratorios).
Son, en principio, los mismos establecidos en los artículos 1317 y siguiente del código civil,
relativos a la prueba literal, sea ésta a través de documentos auténticos o actos bajo firma
privada, con sus modalidades, entre los cuales figuran la verificación de escritura, la verificación
de firmas, la expedición o ratificación de actas, el registro de documentos los actos contentivos
de convenciones sinalagmáticas y otros.