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I Foucault/Cap.

III/resumen y síntesis
N Escoge a un compañero, de preferencia con quien no has trabajado para realizar la actividad y dale un
número a tu equipo.
S
1. Lee el título del capítulo III, vincúlalo con los títulos anteriores y trata de imaginar de qué se tratará en este
T capítulo. Intercambia tu suposición con tu compañero de equipo.
R 2. Lee el capítulo y escribe una síntesis, al mismo tiempo que tu compañero redacta un resumen.
Intercambien sus trabajos para su análisis y discutan los resultados. Posteriormente corrigen sus trabajos, si
U
será el caso.
C
3. Invierten el tipo de trabajo y de nuevo intercambien los textos para su análisis y corrección, si sea
T necesario.

I 4. El documento debe tener las dos versiones del resumen y las dos versiones de la síntesis de cada uno. En
la segunda versión utiliza un color diferente en las partes, que fueron modificadas (corregidas).
V
NOTA: Cada uno debe anotar el tiempo invertido en la actividad.
O
Integrantes: Fecha:
 Carolina Taire 03/09/2021 Equipo:
Corrales
Gutiérrez 1
 Cristopher Al
Arcangel Carreño
Flores
1. Lee el título del capítulo III, vincúlalo con los títulos anteriores y trata de imaginar
de qué se tratará en este capítulo. Intercambia tu suposición con tu compañero de
equipo.
(Carolina): “III. LA PARRESÍA Y LA CRISIS DE LAS INSTITUCIONES DEMOCRÁTICAS”
En este capítulo supongo que tratará sobre cómo la parresía se abrió paso a la
democracia pues en capítulos anteriores se habla sobre la parresía y su relación con la
política, la filosofía, etc.
(Cristopher): Imagino que en este capítulo nos mostrara como utilizaban la parresía en la
democracia o como se relaciona.

2. Lee el capítulo y escribe una síntesis, al mismo tiempo que tu compañero redacta
un resumen. Intercambien sus trabajos para su análisis y discutan los resultados.
Posteriormente corrigen sus trabajos, si será el caso.

 Resumen (Carolina)
III. LA PARRESÍA Y LA CRISIS DE LAS INSTITUCIONES DEMOCRÁTICAS
La crítica explicita de los hablantes que utilizan la parresía en un sentido negativo llegó a
ser un lugar común en el pensamiento político griego. El problema era en términos muy
generales: “La democracia está fundada por una politeia, una constitución, en la que el
demos (el pueblo) ejerce el poder, y en la que cada uno es igual ante la ley”. Sin embargo,
está condenada a otorgar igual lugar a todas las formas de parresía, incluso a la peor. A
causa de que la parresía es otorgada incluso a los peores ciudadanos, la poderosa
influencia de oradores malos, inmorales o ignorantes puede conducir a los ciudadanos a
la tiranía, o puede, en otro caso, poner en peligro la ciudad. De ahí que la parresía pueda
ser peligrosa para la democracia misma.
Tomando unos textos como ejemplos, el libelo adopta la forma de un paradójico encomio
o panegírico. Se supone que el escritor es un demócrata ateniense que se centra en
algunas de las más obvias imperfecciones, de las instituciones democráticas y de la vida
política atenienses; y alaba esas imperfecciones como si fueran cualidades con las
consecuencias más positivas. La tesis principal que se halla en la raíz de la mayoría de
las críticas de las instituciones democráticas atenienses puede encontrarse en él, y es
representativa, de este tipo de actitud radicalmente aristocrática.

Esta tesis aristocrática es la siguiente: “El demos (el pueblo) es la mayoría. Puesto que es
la mayoría, el demos está compuesto además de los más corrientes y, en realidad,
incluso de los peores ciudadanos. Por tanto, el demos no puede estar formado por los
mejores ciudadanos. Y así, lo que es mejor para el demos no puede ser lo que es mejor
para la pólis (para la ciudad).
No se les debería permitir a todos hablar en la Asamblea por turno ni ser miembros del
Consejo, sino a los más capacitados y a los hombres mejores. Naturalmente, si las
personas importantes hablaran y fueran miembros del Consejo, sería bueno para los de
su misma clase, mas no lo sería para los partidarios del pueblo. Ahora cualquiera que se
levante, una persona de baja condición procura lo bueno para sí y para los de su misma
clase. Se podría argumentar: “Pero ¿qué bien puede proponer para sí o para el pueblo
semejante persona?”. Con todo, ellos opinan que la ignorancia, la bajeza y la buena
intención de ese hombre les es más ventajosa que la excelencia, la sabiduría y la
malevolencia del hombre importante. Realmente el país no será el mejor con semejantes
instituciones, pero la democracia se mantendrá así mejor.
El pueblo no quiere ser esclavo, aunque el país sea bien gobernado, sino ser libre y
mandar, y poco le importa el mal gobierno, pues de aquello por lo que tú piensas que no
está bien gobernado, el propio pueblo saca fuerza de ello y es libre. Mas si buscas un
buen gobierno, verás, primero, a los más capacitados establecer las leyes; después, a las
personas importantes reprimiendo a los deba ja condición, decidiendo en consejo sobre el
país y no permitiendo a hombres exaltados ser miembros del Consejo ni hablar ni celebrar
asambleas.
La diferencia entre el buen y el mal orador no reposa fundamentalmente en el hecho de
que uno dé buen consejo mientras que el otro lo da malo. La diferencia reposa en los
oradores depravados, que son aceptados por el pueblo, sólo dicen lo que el pueblo desea
oír.
El orador honesto, al contrario, tiene la capacidad de enfrentarse al demos y es lo
bastante valiente como para hacerlo. Tiene un papel crítico y pedagógico que
desempeñar, el cual requiere que intente transformar la voluntad de los ciudadanos hasta
el punto de que sirva a los mejores intereses de la ciudad. De ahí que la parresía
auténtica, la parresía en su sentido positivo, crítico, no exista donde existe la democracia.
Otro texto procede de la República de Platón, en el que Sócrates explica cómo surge y se
desarrolla la democracia. Platón no culpa a la parresía por otorgar a todo el mundo la
posibilidad de influir en la ciudad, incluidos los peores ciudadanos. Para Platón, el peligro
principal de la parresía no es que lleve a malas decisiones en el gobierno, o que
proporcione los medios para que algún ignorante o líder corrupto logre poder, para que
llegue a ser un tirano. El peligro principal de la libertad y de la libertad de palabra en una
democracia es el que resulta cuando todos y cada uno tienen su propia forma de vida, su
propio estilo de vida. Pues entonces no puede haber lógos común, ni unidad posible para
la ciudad.
Platón considera además la parresía no sólo como la libertad de decir cualquier cosa que
uno desee, sino como algo vinculado con la libertad de hacer cualquier cosa que uno
quiera. Es una forma de anarquía que implica la libertad de elegir el propio estilo de vida
sin limitación alguna. El problema de la libertad de palabra se relaciona cada vez más con
la elección de existencia, con la elección del modo de vida de uno. La libertad en la
utilización del lógos se torna (cada vez más) libertad en la elección del bíos. Y, como
resultado, la parresía es vista cada vez más como una actitud personal, una cualidad
personal, como una virtud que es útil para la vida política de la ciudad, en el caso de la
parresía positiva o crítica, o como un peligro para la ciudad, en el caso de la parresía
negativa, peyorativa.
En Demóstenes, la parresía es nombrada normalmente como una cualidad personal, y no
como un derecho institucional. Demóstenes no busca ni pone en cuestión las garantías
institucionales para la parresía, sino que insiste en el hecho de que él, como ciudadano
particular, utilizará la parresía porque debe decir con atrevimiento la verdad acerca de las
malas políticas de la ciudad, y afirma que haciéndolo corre un gran riesgo, pues es
peligroso para él hablar libremente, dado que los atenienses son muy reacios a aceptar
ninguna crítica en la Asamblea.
Podemos observar otra transformación en la problematización de la parresía: la parresía
está cada vez más vinculada a otra forma de institución política, a saber, la monarquía. La
libertad de palabra debe ahora ser utilizada contra el rey. Pero, obviamente, en tal
situación monárquica, la parresía depende mucho más de las cualidades personales tanto
del rey (quien debe escoger aceptar o rechazar la utilización de la parresía) como de los
consejeros del rey. La parresía no es ya un derecho o un privilegio institucional como en
una ciudad democrática, sino que es más bien una actitud personal, la elección de un
bíos.
Para Aristóteles o bien la parresía es una cualidad ético-moral, o se refiere a la libertad de
palabra en tanto que dirigida a un monarca.

 Resumen (Carolina) [Corregido por Cristopher]


III. LA PARRESÍA Y LA CRISIS DE LAS INSTITUCIONES DEMOCRÁTICAS
La crítica explicita de los hablantes que utilizan la parresía en un sentido negativo llegó a
ser un lugar común en el pensamiento político griego. El problema era en términos muy
generales: “La democracia está fundada por una politeia, una constitución, en la que el
demos (el pueblo) ejerce el poder, y en la que cada uno es igual ante la ley”. Sin embargo,
está condenada a otorgar igual lugar a todas las formas de parresía, incluso a la peor. A
causa de que la parresía es otorgada incluso a los peores ciudadanos, la poderosa
influencia de oradores malos, inmorales o ignorantes puede conducir a los ciudadanos a
la tiranía, o puede, en otro caso, poner en peligro la ciudad. De ahí que la parresía pueda
ser peligrosa para la democracia misma.
Tomando unos textos como ejemplos, el libelo adopta la forma de un paradójico encomio
o panegírico (discurso que se usa para alabar a alguien). Se supone que el escritor es un
demócrata ateniense que se centra en algunas de las más obvias imperfecciones, de las
instituciones democráticas y de la vida política atenienses; y alaba esas imperfecciones
como si fueran cualidades con las consecuencias más positivas. La tesis principal que se
halla en la raíz de la mayoría de las críticas de las instituciones democráticas atenienses
puede encontrarse en él, y es representativa, de este tipo de actitud radicalmente
aristocrática.
Esta tesis aristocrática es la siguiente: “El demos (el pueblo) es la mayoría. Puesto que es
la mayoría, el demos está compuesto además de los más corrientes y, en realidad,
incluso de los peores ciudadanos. Por tanto, el demos no puede estar formado por los
mejores ciudadanos. Y así, lo que es mejor para el demos no puede ser lo que es mejor
para la pólis (para la ciudad).
No se les debería permitir a todos hablar en la Asamblea por turno ni ser miembros del
Consejo, sino a los más capacitados y a los hombres mejores. Naturalmente, Si las
personas importantes hablaran y fueran miembros del Consejo, sería bueno para los de
su misma clase, mas no lo sería para los partidarios del el pueblo. Ahora cualquiera que
se levante, una persona de baja condición procura lo bueno para sí y para los de su
misma clase. Se podría argumentar: “Pero ¿qué bien puede proponer para sí o para el
pueblo semejante persona?”. Con todo, ellos opinan que la ignorancia, la bajeza y la
buena intención de ese hombre les es más ventajosa que la excelencia, la sabiduría y la
malevolencia del hombre importante. Realmente el país no será el mejor con semejantes
instituciones, pero la democracia se mantendrá así mejor.
aunque el país sea bien gobernado El pueblo no quiere ser esclavo, sino ser libre y
mandar, y poco le importa el mal gobierno, pues de ello aquello por lo que tú piensas que
no está bien gobernado, el propio pueblo saca fuerza de ello y es libre. Mas si buscas un
buen gobierno, verás, primero, a los más capacitados establecer las leyes; después, a las
personas importantes reprimiendo a los deba ja condición, decidiendo en consejo sobre el
país y no permitiendo a hombres exaltados ser miembros del Consejo ni hablar ni celebrar
asambleas.
La diferencia entre el buen y el mal orador no reposa fundamentalmente en el hecho de
que uno dé buen consejo mientras que el otro lo da malo. La diferencia reposa en los
oradores depravados, que son aceptados por el pueblo, sólo dicen lo que el pueblo desea
oír.
El orador honesto, al contrario, tiene la capacidad de enfrentarse al demos y es lo
bastante valiente como para hacerlo. Tiene un papel crítico y pedagógico que
desempeñar, el cual requiere que intente transformar la voluntad de los ciudadanos hasta
el punto de que sirva a los mejores intereses de la ciudad. De ahí que la parresía
auténtica, la parresía en su sentido positivo, crítico, no exista donde existe la democracia.
Otro texto procede de la República de Platón, en el que Sócrates explica cómo surge y se
desarrolla la democracia. Platón no culpa a la parresía por otorgar a todo el mundo la
posibilidad de influir en la ciudad, incluidos los peores ciudadanos. Para Platón, el peligro
principal de la parresía no es que lleve a malas decisiones en el gobierno, o que
proporcione los medios para que algún ignorante o líder corrupto logre poder, para que
llegue a ser un tirano. El peligro principal de la libertad y de la libertad de palabra en una
democracia es el que resulta cuando todos y cada uno tienen su propia forma de vida, su
propio estilo de vida. Pues entonces no puede haber lógos común, ni unidad posible para
la ciudad.
Platón considera la parresía además no sólo como la libertad de decir cualquier cosa que
uno desee, sino como algo vinculado con la libertad de hacer cualquier cosa que uno
quiera. Es una forma de anarquía que implica la libertad de elegir el propio estilo de vida
sin limitación alguna. El problema de la libertad de palabra se relaciona cada vez más con
la elección de existencia, con la elección del modo de vida de uno. La libertad en la
utilización del lógos se torna (cada vez más) libertad en la elección del bíos. Y, como
resultado, la parresía es vista cada vez más como una actitud personal, una cualidad
personal, como una virtud que es útil para la vida política de la ciudad, en el caso de la
parresía positiva o crítica, o como un peligro para la ciudad, en el caso de la parresía
negativa, peyorativa.
En Demóstenes, la parresía es nombrada normalmente como una cualidad personal, y no
como un derecho institucional. Demóstenes no busca ni pone en cuestión las garantías
institucionales para la parresía, sino que insiste en el hecho de que él, como ciudadano
particular, utilizará la parresía porque debe decir con atrevimiento la verdad acerca de las
malas políticas de la ciudad, y afirma que haciéndolo corre un gran riesgo, pues es
peligroso para él hablar libremente, dado que los atenienses son muy reacios a aceptar
ninguna crítica en la Asamblea.
Podemos observar otra transformación en la problematización de la parresía: la parresía
está cada vez más vinculada a otra forma de institución política, a saber, la monarquía. La
libertad de palabra debe ahora ser utilizada contra el rey. Pero, obviamente, en tal
situación monárquica, la parresía depende mucho más de las cualidades personales tanto
del rey (quien debe escoger aceptar o rechazar la utilización de la parresía) como de los
consejeros del rey. La parresía no es ya un derecho o un privilegio institucional como en
una ciudad democrática, sino que es más bien una actitud personal, la elección de un
bíos.
Para Aristóteles o bien la parresía es una cualidad ético-moral, o se refiere a la libertad de
palabra en tanto que dirigida a un monarca.
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 (Resumen Cristopher)
Resumen Capítulo 3. La parresia y la crisis de las instituciones democráticas.
La crítica explicita de los hablantes que utilizan la parresia en su sentido negativo llego a
ser común desde la guerra del Peloponeso. Surgió un debate el cual fue planteado en que
la democracia está fundada por una politeia, una constitución, en la que el demos, el
pueblo, ejerce el poder, y en la que cada uno es igual ante la ley, otorga lugar incluso a la
peor parresia. De ahí que la parresia pueda ser peligrosa para la democracia misma.
Textos por escritores aristocráticos o recelosos de las instituciones democráticas.
El primero, un libelo ultraconservador, ultraaristocrático. Esta tesis aristocrática es la
siguiente. El demos, el pueblo, es la mayoría, está compuesto por los corrientes y los
peores ciudadanos. Y así, lo que es mejor para el pueblo, no puede ser lo mejor para la
ciudad.
Si se busca un buen gobierno, los más capacitados establecerán las leyes; después, a las
personas importante reprimiendo a los de baja condición, decidiendo en consejo sobre el
país y no permitiendo a hombres exaltados ser miembros del consejo ni hablar. Como
consecuencia el pueblo se verá a la esclavitud. El pueblo no quiere ser esclavo, aunque el
país sea bien gobernado, quiere ser libre y mandar, y poco le importa el mal gobierno,
pues de ello el pueblo saca fuerza y es libre.
El segundo, un texto escrito por Isócrates que se refiere a la noción de parresia y al
problema de libertad de palabra en una democracia.
Isócrates compara la actitud del pueblo ateniense al recibir consejos sobre sus negocios
privados cuando consultan a individuos razonables, con el modo en que el pueblo
considera el consejo cuando trata de asuntos públicos. Los oradores depravados que son
aceptados por el pueblo, solo dicen lo que el pueblo desea oír. El orador honesto, al
contrario, tiene la capacidad de enfrentarse al pueblo y es valiente para hacerlo, pero no
es ni siquiera posible ser escuchado en Atenas si uno no repite como un loro la voluntad
del pueblo, hay democracia, pero los únicos hablantes parresiásticos son “oradores
temerarios”. De ahí que la parresia positiva, no exista donde hay democracia.
La democracia se ha convertido en una falta de autocontrol; la libertad se ha convertido
en una ausencia de ley; la felicidad se ha convertido en la libertad de hacer lo que uno le
plazca y la igualdad ante la ley se ha convertido en parresia (sentido peyorativo). En
Isócrates hay una afirmación que es imposible disfrutar al tiempo de la democracia y la
parresia (sentido positivo).
En el tercer texto, Platón no culpa a la parresia. El peligro principal es en la libertad y la
libertad de palabra en una democracia es cuando todos y cada uno tiene su propia forma
de vida, su propio estilo de vida. Si en la ciudad cada uno se comporta tal y como desea,
siguiendo su propia opinión, su propia voluntad o deseo, entonces hay en la ciudad tantas
constituciones, pequeñas ciudades autónomas, como ciudadanos haciendo lo que les
place. Es una forma de anarquía que implica la libertad de elegir el propio estilo de vida
sin limitación alguna.
Hay dos aspectos principales acerca de la problematización política de la parresia en la
cultura griega.
En primer lugar, el problema de libertad de palabra se torna cada vez más con la elección
de existencia, con la elección de vida de cada uno, como resultado la parresia es vista
más como una actitud y cualidad personal, como una virtud que es útil para la vida política
de la ciudad (parresia positiva), o como un peligro para la ciudad (parresia negativa
peyorativa).
En segundo lugar, la parresia está más vinculada a otra forma de institución política, a
saber, la monarquía. La libertad de palabra debe ser utilizada contra el rey. Aquí la
parresia depende de las cualidades del rey como de los consejeros del rey. La parresia no
es más un derecho o privilegio institucional como en una ciudad democrática, sin, más
bien una actitud personal, a la manera de vivir de cada ciudadano.
La palabra parresia es utilizada por Aristóteles, como un rasgo del hombre magnánimo, el
megalopsychos. Este último es valiente, su valor es racional, prefiere la verdad a la
opinión, no le gustan los aduladores, es atrevido y franco. Utiliza la parresia para decir la
verdad porque es capaz de reconocer los defectos de otros; es consciente de su propia
superioridad.

 (Resumen Cristopher) [Corregido por Carolina]


Resumen Capítulo 3. La parresia y la crisis de las instituciones democráticas.
La crítica explicita de los hablantes que utilizan la parresia en su sentido negativo llego a
ser común desde la guerra del Peloponeso. Surgió un debate el cual fue planteado en que
la democracia está fundada por una politeia, una constitución, en la que el demos (el
pueblo) ejerce el poder, y en la que cada uno es igual ante la ley y otorga lugar incluso a
la peor parresía. De ahí que la parresía pueda ser peligrosa para la democracia misma.
Textos por escritores aristocráticos o recelosos de las instituciones democráticas.
El primero, un libelo ultraconservador, ultraaristocrático. Esta tesis aristocrática es la
siguiente: El demos (el pueblo) es la mayoría, está compuesto por los corrientes y los
peores ciudadanos. Es por eso por lo que, lo que es mejor para el pueblo, no puede ser lo
mejor para la ciudad.
Si se busca un buen gobierno, los más capacitados establecerán las leyes; después, a las
personas importantes reprimiendo a los de baja condición, decidiendo en consejo sobre el
país y no permitiendo a hombres exaltados ser miembros del consejo ni hablar. Como
consecuencia el pueblo se verá a la esclavitud. El pueblo no quiere ser esclavo, aunque el
país sea bien gobernado, quiere ser libre y mandar, y poco le importa el mal gobierno,
pues de ello el pueblo saca fuerza y es libre.
El segundo, un texto escrito por Isócrates que se refiere a la noción de parresia y al
problema de libertad de palabra en una democracia.
Isócrates compara la actitud del pueblo ateniense al recibir consejos sobre sus negocios
privados cuando consultan a individuos razonables, con el modo en que el pueblo
considera el consejo cuando trata de asuntos públicos. Los oradores depravados que son
aceptados por el pueblo, solo dicen lo que el pueblo desea oír. El orador honesto, al
contrario, tiene la capacidad de enfrentarse al pueblo y es valiente para hacerlo, pero no
es ni siquiera posible ser escuchado en Atenas si uno no repite como un loro la voluntad
del pueblo, hay democracia, pero los únicos hablantes parresiásticos son “oradores
temerarios”. De ahí que la parresia positiva, no exista donde hay democracia.
La democracia se ha convertido en una falta de autocontrol; la libertad se ha convertido
en una ausencia de ley; la felicidad se ha convertido en la libertad de hacer lo que uno le
plazca y la igualdad ante la ley se ha convertido en parresia (sentido peyorativo). En
Isócrates hay una afirmación que es imposible disfrutar al tiempo de la democracia y la
parresia (sentido positivo).
En el tercer texto, Platón no culpa a la parresia. El peligro principal es en la libertad y la
libertad de palabra en una democracia es cuando todos y cada uno tiene su propia forma
de vida, su propio estilo de vida. Si en la ciudad cada uno se comporta tal y como desea,
siguiendo su propia opinión, su propia voluntad o deseo, entonces hay en la ciudad tantas
constituciones, pequeñas ciudades autónomas, como ciudadanos haciendo lo que les
place. Es una forma de anarquía que implica la libertad de elegir el propio estilo de vida
sin limitación alguna.
Hay dos aspectos principales acerca de la problematización política de la parresia en la
cultura griega.
En primer lugar Primero, el problema de libertad de palabra se torna cada vez más con la
elección de existencia, con la elección de vida de cada uno, como resultado la parresia es
vista más como una actitud y cualidad personal, como una virtud que es útil para la vida
política de la ciudad (parresia positiva), o como un peligro para la ciudad (parresia
negativa peyorativa).
En segundo lugar Segundo, la parresia está más vinculada a otra forma de institución
política (la monarquía)., a saber, la monarquía. La libertad de palabra debe ser utilizada
contra el rey. Aquí la parresia depende de las cualidades del rey como de los consejeros
del rey. La parresia no es más un derecho o privilegio institucional como en una ciudad
democrática, sin, más bien una actitud personal, a la manera de vivir de cada ciudadano.
La palabra parresia es utilizada por Aristóteles, como un rasgo del hombre magnánimo, el
megalopsychos. Este último es valiente, su valor es racional, prefiere la verdad a la
opinión, no le gustan los aduladores, es atrevido y franco. Utiliza la parresia para decir la
verdad porque es capaz de reconocer los defectos de otros (es consciente de su propia
superioridad).
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 Síntesis (Carolina)
III. LA PARRESÍA Y LA CRISIS DE LAS INSTITUCIONES DEMOCRÁTICAS
Podemos relacionar la parresía como un debate entre las instituciones políticas, el
problema principal era una constitución en la que el pueblo (demos) ejercía el poder y
cada ciudadano era igual ante la ley, pero, al otorgar la parresía a cualquiera se estaba
poniendo en peligro a la ciudad, ya que, se le daba influencia a oradores malos, inmorales
o ignorantes que podían conducir a los ciudadanos a la tiranía. De ahí que la parresía
pueda ser peligrosa para la democracia misma.
En la tesis aristocrática del Libelo se puede observar una postura donde el pueblo
(demos) es la mayoría; y el pueblo puede llegar a estar compuesto de los más corrientes
y peores ciudadanos, por eso el pueblo no puede tener exclusivamente a los mejores
ciudadanos por ende lo que puede ser mejor para el pueblo no puede ser en una idea
general o por completo lo mejor para la ciudad, en otras palabras, lo que es bueno para
los que pertenecen a una clase social alta, no es lo mejor para los partidarios del pueblo.
Dado el caso, el pueblo en realidad buscaba no ser esclavo, sino ser libre y mandar.
Había una gran diferencia entre el buen y mal orador; el malo (o depravado) sólo dice lo
que el pueblo desea escuchar, por eso es aceptado; mientras que el orados bueno (el
honesto), tenía la capacidad de enfrentarse al pueblo (demos) y con una habilidad critica
para cambiar la voluntad de los ciudadanos hasta el punto de mejorar los intereses de la
ciudad.
Otro ejemplo es el que plantea Platón, donde expone que el principal peligro de la
parresía es que cuando se emplea la libertad y libertad de palabra en una democracia es
cuando resulta que todos tienen su propia forma y estilo de vida; ya que al comportarse
siguiendo su propia voluntad u opinión en la ciudad hay tantas constituciones, tantas
pequeñas ciudades autónomas como ciudadanos haciendo lo que les place. La idea de
Platón sobre la parresía no solo es libertad de decir cualquier cosa cuando uno lo desee,
sino como algo vinculado con la libertad de hacer cualquier cosa que uno quiera. Es una
forma de anarquía que implica la libertad de elegir el propio estilo de vida sin limitación
alguna.
Ahora bien, en Demóstenes la parresía es nombrada normalmente como una cualidad
personal, y no como un derecho institucional, esto quiere decir que como ciudadano se
utiliza la parresía para decir la verdad acerca de las malas políticas en la ciudad corriendo
un peligro, pues en la Asamblea no aceptaban estas críticas positivamente.
La parresía no es un derecho o un privilegio institucional como en una ciudad
democrática, sino que es más bien una actitud personal, la elección de un rey en aceptar
o rechazar la parresía ejercida.
Nuevamente, la parresía, para Platón es una ciudad ético-moral donde la libertad de
palabra es una característica personal y moral donde va dirigida a un monarca.

 Síntesis (Carolina) [Corregido por Cristopher]


III. LA PARRESÍA Y LA CRISIS DE LAS INSTITUCIONES DEMOCRÁTICAS
Podemos relacionar la parresía como un debate entre las instituciones políticas, el
problema principal era una constitución en la que el pueblo (demos) ejercía el poder y
cada ciudadano era igual ante la ley, pero, al otorgar la parresía a cualquiera se estaba
poniendo en peligro a la ciudad, ya que, se le daba influencia a oradores malos, inmorales
o ignorantes que podían conducir a los ciudadanos a la tiranía. De ahí que la parresía
pueda ser peligrosa para la democracia misma.
En la tesis aristocrática del Libelo se puede observar una postura donde el pueblo
(demos) es la mayoría; y el pueblo puede llegar a estar compuesto de los más corrientes
y peores ciudadanos, por eso el pueblo no puede tener exclusivamente a los mejores
ciudadanos, por ende lo que puede ser mejor para el pueblo no puede ser en una idea
general o por completo lo mejor para la ciudad, en otras palabras, lo que es bueno para
los que pertenecen a una clase social alta, no es lo mejor para los partidarios del pueblo.
Dado el caso, el pueblo en realidad buscaba no ser esclavo, sino ser libre y mandar.
Había una gran diferencia entre el buen y mal orador; el malo (o depravado) sólo dice lo
que el pueblo desea escuchar, por eso es aceptado; mientras que el orados bueno (el
honesto), tenía la capacidad de enfrentarse al pueblo (demos) y con una habilidad critica
para cambiar la voluntad de los ciudadanos hasta el punto de mejorar los intereses de la
ciudad.
Otro ejemplo es el que plantea Platón, donde expone que el principal peligro de la
parresía es que cuando se emplea la libertad y libertad de palabra en una democracia es
cuando resulta que todos tienen su propia forma y estilo de vida; ya que al comportarse
siguiendo su propia voluntad u opinión en la ciudad hay tantas constituciones, tantas
pequeñas ciudades autónomas como ciudadanos haciendo lo que les place. La idea de
Platón sobre la parresía no solo es libertad de decir cualquier cosa cuando uno lo desee,
sino es como algo vinculado con la libertad de hacer cualquier cosa que uno quiera. Es
una forma de anarquía que implica la libertad de elegir el propio estilo de vida sin
limitación alguna.
Ahora bien, en Demóstenes la parresía es nombrada normalmente como una cualidad
personal, y no como un derecho institucional, esto quiere decir que como ciudadano se
utiliza la parresía para decir la verdad acerca de las malas políticas en la ciudad corriendo
un peligro, pues en la Asamblea no aceptaban estas críticas positivamente.
La parresía no es un derecho o un privilegio institucional como en una ciudad
democrática, sino que es más bien una actitud personal, la elección de un rey en aceptar
o rechazar la parresía ejercida.
________________________________________________________________________

 (Síntesis Cristopher)
Síntesis Capítulo 3. La parresia y la crisis de las instituciones democráticas.
La crítica explicita de los ciudadanos que utilizan la parresia en su sentido peyorativo llego
a ser común en el pensamiento político griego desde la guerra del Peloponeso. La
democracia está formada por una constitución en la que el pueblo ejerce el poder y donde
todos son iguales ante la ley. A causa de otorgar la parresia incluso a los peores
ciudadanos, puede conducir a la ciudad al peligro, incluso para la democracia.
Textos por escritores aristocráticos o recelosos de las instituciones democráticas.
El primer texto es un libelo, dice que el pueblo al ser la mayoría, está formado por los
más corrientes y peores ciudadanos. Por lo cual lo que es mejor para ellos, no puede ser
lo mejor para la ciudad.
Si las personas importantes hablaran ante el consejo, sería bueno para los de su misma
clase, mas no para el pueblo. En cambio, el pueblo elegirá a la persona de baja condición,
porque creen que la ignorancia, la bajeza y la buena intención de ese hombre es mejor
que la del hombre importante, pues así no se sentirán esclavos y podrán mandar y ser
libres, sin importar que no sea lo mejor para la ciudad.
El segundo es un texto de Isócrates, el, compara como los ciudadanos reciben con los
brazos abiertos los consejos de individuos razonables, bien instruidos, pero al reunirse en
una asamblea para el bien de la ciudad, desconfían y aborrecen a estos mismos
individuos. Los ciudadanos atenienses solo escucharan a quien hable de acuerdo a sus
deseos particulares, a oradores que solo dicen lo que el pueblo desea oír. No es posible
ser escuchado en Atenas si uno no repite la voluntad del pueblo, claro hay democracia,
pero no escuchan a quien es franco y valiente. De ahí que la parresia critica, positiva no
exista donde hay democracia.
El tercer texto Sócrates explica como surge y se desarrolla la democracia. Donde hay
libertad cada ciudadano llevara la organización de su modo de vida tal y como le guste.
Para Platón el peligro principal de la parresia y la libertad es en una democracia cuando
todos y cada uno tiene su propio estilo de vida, pues entonces en la ciudad hay tantas
constituciones, tantas ciudades autónomas como ciudadanos haciendo lo que les plazca.
Platón considera la parresia también como libertad de hacer cualquier cosa que uno
quiera. No hay estructura gubernamental, pues cada quien elige su propio estilo de vida
sin limitaciones.
Aspectos de la problematización de la parresia en la cultura griega.
En primer lugar, la libertad pasa a ser más primordial del estilo de vida de cada individuo,
por lo cual la parresia es vista cada vez más como una actitud personal que puede ser
usada como una virtud en la política para la ciudad, si fuese parresia positiva, o un peligro
para la ciudad si fuese parresia negativa.
En segundo lugar, la parresia está más vinculada a otra forma de institución política, a
saber, la monarquía. La parresia va en contra del rey, pero la parresia depende de las
cualidades del rey quien elige si acepta o rechaza la parresia, como de sus consejeros.
Esta ya no es un derecho o privilegio, sino, que es una actitud personal que depende del
estilo de vida del individuo.
La palabra parresia es utilizada por Aristóteles, como un rasgo del hombre que es valiente
y franco que sabe reconocer su posición frente a otros.
(Síntesis Cristopher) [Corregido por Carolina]
Síntesis Capítulo 3. La parresia y la crisis de las instituciones democráticas.
La crítica explicita de los ciudadanos que utilizan la parresia en su sentido peyorativo llego
a ser común en el pensamiento político griego desde la guerra del Peloponeso. La
democracia está formada por una constitución en la que el pueblo ejerce el poder y donde
todos son iguales ante la ley. A causa de otorgar la parresia incluso a los peores
ciudadanos, puede conducir a la ciudad al peligro, incluso para la democracia.
Textos por escritores aristocráticos o recelosos de las instituciones democráticas.
El primer texto es un libelo, dice que el pueblo al ser la mayoría está formado por los más
corrientes y peores ciudadanos. Por lo cual lo que es mejor para ellos, no puede ser lo
mejor para la ciudad.
Si las personas importantes hablaran ante el consejo, sería bueno para los de su misma
clase, mas no para el pueblo. En cambio, el pueblo elegirá a la persona de baja condición,
porque creen que la ignorancia, la bajeza y la buena intención de ese hombre es mejor
que la del hombre importante, pues así no se sentirán esclavos y podrán mandar y ser
libres, sin importar que no sea lo mejor para la ciudad.
El segundo es un texto de Isócrates, el, compara como los ciudadanos reciben con los
brazos abiertos los consejos de individuos razonables, bien instruidos, pero al reunirse en
una asamblea para el bien de la ciudad, desconfían y aborrecen a estos mismos
individuos. Los ciudadanos atenienses solo escucharan a quien hable de acuerdo con sus
deseos particulares, a oradores que solo dicen lo que el pueblo desea oír. No es posible
ser escuchado en Atenas si uno no repite la voluntad del pueblo, claro hay democracia,
pero no escuchan a quien es franco y valiente. De ahí que la parresia critica, positiva no
exista donde hay democracia.
El tercer texto Sócrates explica cómo surge y se desarrolla la democracia. Donde hay
libertad cada ciudadano llevara la organización de su modo de vida tal y como le guste.
Para Platón el peligro principal de la parresia y la libertad es en una democracia cuando
todos y cada uno tiene su propio estilo de vida, pues entonces en la ciudad hay tantas
constituciones, tantas ciudades autónomas como ciudadanos haciendo lo que les plazca.
Platón considera la parresia también como libertad de hacer cualquier cosa que uno
quiera. No hay estructura gubernamental, pues cada uno elige su propio estilo de vida sin
limitaciones.
Aspectos de la problematización de la parresia en la cultura griega.
En primer lugar, la libertad pasa a ser más primordial del estilo de vida de cada individuo,
por lo cual la parresia es vista cada vez más como una actitud personal que puede ser
usada como una virtud en la política para la ciudad, si fuese parresia positiva, o un peligro
para la ciudad si fuese parresia negativa.
En segundo lugar, la parresia está más vinculada a otra forma de institución política, a
saber, la monarquía. La parresia va en contra del rey, pero la parresia depende de las
cualidades del rey quien elige si acepta o rechaza la parresia, como de sus consejeros.
Esta ya no es un derecho o privilegio, sino, que es una actitud personal que depende del
estilo de vida del individuo.
La palabra parresia es utilizada por Aristóteles, como un rasgo del hombre que es valiente
y franco que sabe reconocer su posición frente a otros.
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Tiempo:
Carolina Cristopher Trabajo en equipo
(extra)
2horas con 43 minutos 3 horas con 30 minutos
1 hora y 36 minutos

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