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Considerando
1 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 2020, Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión
(http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/1_060320.pdf)
2
Organización de Estados Americanos, 1995, (https://www.oas.org/dil/esp/convencion_belem_do_para.pdf)
3 Committee on the Elimination of Discrimination against Women, 1981, (https://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CEDAW.aspx)
Que, para lograr una transformación de fondo en la vida pública de México, solo es posible
con una administración pública al servicio de la sociedad que actúe de forma coherente e
íntegra bajo los principios de la Nueva Ética Pública.
Para lograr la transformación de México, corresponde a las y los servidores públicos cumplir
con el compromiso de construir una nueva ética pública basada en el respeto, la confianza,
la honestidad, la igualdad, la transparencia, los derechos humanos y en altos estándares de
integridad, logrando así, recuperar la confianza en el servicio público.
Ante esta realidad, la Autoridad Educativa Federal en la Ciudad de México, hace explícito
su pronunciamiento:
• Realizar señales sexualmente sugerentes con las manos o a través de los movimientos
del cuerpo.
• Tener contacto físico sugestivo o de naturaleza sexual, como tocamientos, abrazos,
besos, manoseo, jalones.
• Hacer regalos, dar preferencias indebidas o notoriamente diferentes o manifestar
abiertamente o de manera indirecta el interés sexual por una persona.
• Llevar a cabo conductas dominantes, agresivas, intimidatorias u hostiles hacia una
persona para que se someta a sus deseos o intereses sexuales, o al de alguna otra u
otras personas.
• Espiar a una persona mientras ésta se cambia de ropa o está en el sanitario.
Cabe mencionar que la comisión de estas conductas, así como la omisión del actuar por
parte de las autoridades responsables, configuran sanciones de distinta naturaleza. En este
tenor, se hace un exhorto a todas las personas que integramos la Autoridad Educativa
Federal en la Ciudad de México para cumplir con el compromiso ético y jurídico de
conducirnos bajo los principios de igualdad y no discriminación.
Sabemos que para transitar hacia una cultura de igualdad y no discriminación no existe
discurso más persuasivo que el ejemplo. Por ello, debemos reconocer que para eliminar la
violencia y la discriminación en nuestros espacios laborales la participación de todas y
todos es imprescindible.