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Para poder comprender el feminicidio es necesario hablar de género y de violencia contra la mujer

por razón de género.


Desde niñas se enseña a la persona cómo debe comportarse, qué debe hacer para ser socialmente
aceptada y qué se espera de ella. A las mujeres se les instruye que, por naturaleza, deben ser dulces,
tiernas, maternales; en tanto que la actitud que debe tomar en la vida el varón es de fuerza, dureza,
insensibilidad.
Esas enseñanzas, transmitidas de una generación a otra a través de la cultura, la escuela, la educación
que se recibe en casa y de manera intensa, por los medios de comunicación, va creando una serie de
estereotipos y prejuicios que se naturalizan y aceptan como verdaderos. Prejuicios y estereotipos que
crean diferencias desfavorables para la mujer y la subordinan en su relación con el hombre.
Si la conducta esperada varía, surge la necesidad instintiva de hacer algo para que todo regrese a ser
de la forma como se nos dijo era correcto. Para ello, desde siempre, el hombre pudo disciplinar a la
mujer haciendo uso de la violencia o, incluso, disponiendo de su vida.

En 1976 se inauguró en Bruselas, Bélgica el Primer Tribunal de Crímenes contra la Mujer convocado
por organizaciones de mujeres. En este primer tribunal, Diane Russel denominó el asesinato de
mujeres por primera vez como un “feminicide” (feminicidio, en español) y, a pesar de que no lo
definió explícitamente, el significado fue claro por los ejemplos mencionados a continuación: “El
feminicidio representa el extremo de un continuum de terror anti-femenino que incluye una amplia
variedad de abusos verbales y físicos tales como violación, tortura, esclavitud sexual, abuso sexual
infantil incestuoso o extra-familiar, golpizas físicas y emocionales, acoso sexual, mutilación genital,
operaciones ginecológicas innecesarias, heterosexualidad forzada, esterilización forzada, maternidad
forzada. Siempre que estas formas de terrorismo resultan en muerte, ellas se transforman en
feminicidio”.
Posteriormente en el año 1982, lo retoma en su libro “Rape in Marriage”, en el cual definió el
feminicidio como “asesinato de mujeres por ser mujeres”. Sin embargo, Marcela Legarde, antropóloga
mexicana, diputada federal y una de las teóricas más importantes del feminismo contemporáneo
latinoamericano, al traducir la obra de Russel, usó la palabra “feminicidio” para resaltar la impunidad
en que quedaban esas conductas por silencio, la omisión y la negligencia en su prevención y
erradicación por parte de las autoridades encargadas de ello.
Ana Carcedo y Montserrat Sargot desde Costa Rica, presentaron el concepto de feminicidio como un
problema, ya no de la esfera privada, sino que atañe a la esfera pública ya que únicamente se
individualizado la culpabilidad del acto delictivo cuando en realidad es un problema estructural, social
y político resultado de las relaciones estructurales de poder, dominación y privilegio entre los
hombres y las mujeres en la sociedad. Lo patológico lo hicieron a un lado y lograron comprobar que
estas muertes en realidad eran fruto de sociedades enteramente patriarcales con síntomas de
dominación sobre las mujeres.
La palabra feminicidio, fue incluida en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española en
2014.
Entre 1993 y 2006 causó alarma en México y en el mundo entero el asesinato de más de 400 mujeres
en Ciudad de Juárez. Ese evento convocó a activistas y académicas a sus análisis, y se logró resaltar la
existencia de violencia contra la mujer, que llega al extremo de matarla por el simple hecho de ser
mujer.

En México destacan los estudios de Marcela Legarde entre 2003 y 2006, en su calidad de diputada
federal, impulsó leyes que pretendían hacer un cambio efectivo. Fue así como se logró un proyecto
para tipificar el feminicidio y la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, publicada
el 1º. de Febrero de 2007 en el Diario Oficial; esta ley fue replicada en prácticamente toda la
República, y su fin era lograr un cambio integral en la forma de pensar de la sociedad, para cambiar
los estereotipos en relación con el género. E Incluía en su texto que la autoridad judicial debía emitir
órdenes de protección a favor de las mujeres que eran víctimas de violencia, para prevenir y evitar su
muerte. Esta ley recogía por primera vez una expresión de “violencia feminicida”.
“Art.21: Violencia Feminicida es la forma extrema de violencia de género contra las mujeres, producto
de la violación de sus derechos humanos, en los ámbitos público y privado, conformada por el
conjunto de conductas misóginas que pueden conllevar impunidad social y del Estado y puede
culminar en homicidio y otras formas de muerte violenta de mujeres”.
Ya que aunque la palabra “Feminicidio”, había sido usada con anterioridad frente al Código Penal no
era válida.

Tipificar el feminicidio como un delito autónomo permite visibilizar una conducta que se diferencia del
homicidio no solo porque atenta contra el derecho a la vida de las mujeres, sino contra un conjunto
de derechos previos y posteriores a la privación de la vida. En México, el proceso de construcción del
tipo penal feminicidio requirió argumentos para diferenciar un homicidio de un feminicidio. El
Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) sistematizó estas diferencias y las clasificó
como elementos normativos, objetivos y de sanción del tipo penal de feminicidio. Estas
consideraciones se encuentran ya integradas en el Artículo 325 del Código Penal Federal, para
contemplar a los feminicidios como un delito grave.
Quienes se oponen a la tipificación del feminicidio, entre otros argumentos, sustentan que existen
suficientes tipos penales que pueden comprender la conducta. Posiblemente se pueda casi siempre,
pero no alcanza a proteger lo que se pretende: que la mujer es una persona, no una cosa, y que por
tanto tiene derecho a que se respete su dignidad como tal.

El proyecto para tipificar el feminicidio había quedado en eso, un proyecto. Fue hasta 2011 cuando
por fin se logró que en un código penal se describiera la conducta. Las primeras entidades en hacerlo
fueron Colima y Distrito Federal (actualmente Ciudad de México). Esto se debió mucho a la presión de
las feministas, sin que se pueda destacar la externa.
La presión externa se dio, entre otros momentos, en 2010, cuando el Comité de Derechos Humanos,
en su 98º. periodo de sesiones, recomendó a nuestro país que se tipificara el feminicidio.
En el Código Penal Federal, publicado el 14 de Junio de 2012 en el Diario Oficial de la Federación, el
feminicidio está incluido en el capítulo denominado “Delitos contra la vida y la integridad corporal”.
Su texto es el siguiente:
Artículo 325. Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de
género. Se considera que existen razones de género cuando concurra alguna de las siguientes
circunstancias:

I. La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo;

II. A la víctima se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes, o degradantes, previas


o posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia;

III. Existan antecedentes o datos de cualquier tipo de violencia en el ámbito familiar, laboral o
escolar, del sujeto activo en contra de la víctima;

IV. Haya existido entre el activo y la víctima una relación sentimental, afectiva o de confianza;

V. Existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso,
acoso o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima;

VI. La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la privación de la
vida;

VII. El cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público.

A quien cometa el delito de feminicidio se le impondrán de cuarenta a sesenta años de prisión y de


quinientos a mil días multa.

Además de las sanciones descritas en el presente artículo, el sujeto activo perderá todos los derechos
con relación a la víctima, incluidos los de carácter sucesorio.

En caso de que no se acredite el feminicidio, se aplicarán las reglas del homicidio.

Al servidor público que retarde o entorpezca maliciosamente o por negligencia la procuración o


administración de justicia se le impondrá pena de prisión de tres a ocho años y de quinientos a mil
quinientos días multa además será destituido o inhabilitado de tres a diez años para desempeñar otro
empleo, cargo o comisión públicos.

Se tipificó el feminicidio ante el fracaso de las políticas públicas y otras ramas del derecho para
prevenir y eliminar la violencia contra la mujer.

El 25 de marzo de 2015, la Suprema Corte de Justicia mexicana emitió la sentencia relativa a la


investigación de la muerte violenta de Mariana Lima Buendía, constituyendo el primer
pronunciamiento de este tribunal relacionado con el feminicidio. La decisión fue el reconocimiento
del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia y discriminación, así como de la
obligatoriedad de investigar y juzgar con perspectiva de género, además de un esfuerzo por brindar la
reparación integral por violaciones de derechos humanos. La sentencia abre, además, varios debates,
como el alcance del parámetro de control de regularidad constitucional y la pertinencia de que un
tribunal constitucional analice, a detalle, una investigación ministerial, o sobre el alcance de las
reparaciones a través del amparo. Así, la decisión demuestra que una sentencia de amparo puede
constituir una acción reparadora y una garantía del derecho a la verdad.

Para poder garantizar a la mujer una vida digna se requiere cambiar la forma de pensar de la
población en general, y de las y los operadores de justicia en particular.
Morales Hernández, R. & Universidad Nacional Autónoma de México. (2020). FEMINICIDIO. (1.a ed.).
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS

Olamendi, P. (2016). Feminicidio en México. (1.a ed.). Instituto Nacional de las Mujeres INMUJERES

Quintana Osuna, K. I. (2017, diciembre). El caso de Mariana Lima Buendía: una radiografía sobre la
violencia y discriminación contra la mujer. SciElo.
https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-91932018000100143

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