Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Puerta FBA - 25
Colombres Adolfo
ahorrar sangre no hay nada más efecti- convertirse en una extensión o sucursal
vo que desactivar toda matriz capaz de del centro. Entrar, por lo tanto, en la dia-
reproducir y potenciar una diferencia, léctica centro/periferia es instalarse en
toda identidad que aglutine al oprimido una situación de poder donde se insti-
y oponga otra cosmovisión al discurso tuye un otro y por lo común se lo estig-
que se pretende superior o verdadero. En matiza, a la vez que se le niega o recorta
la labor de los misioneros cristianos, que su alteridad o el derecho a ella, porque
por lo general precedía a la ofensiva mi- un sistema de dominación no puede ser
litar, las imágenes que portaban como nunca pluralista.
elementos de evangelización se consi- Desde el punto de vista geográfico
deraban valiosas expresiones de un arte no hay, por cierto, países centrales ni pe-
sacro, mientras que las imágenes de los riféricos, el concepto es exclusivamente
otros pueblos eran despreciadas y que- de naturaleza política y no puede exten-
madas como fetiches o ídolos al servi- derse a lo cultural. En este sentido, Geor-
cio del Diablo. Este vandalismo, que no ges-Hubert de Radkowski señala que
ha perdido del todo vigencia, considera todo lo que es, y en tanto que es y por la
lo sagrado como una dimensión que le misma razón de que es, habita en el cen-
pertenece de un modo exclusivo y se tro, o sea, en el lugar que lo funda, del
muestra incapaz de ver en las imágenes que proviene. Todo hombre habita en
del otro un arte también sacro, como lo el centro del mundo y cuando sale de él
eran en la mayoría de los casos, desde se convierte en un pasajero, en alguien
una perspectiva antropológica. que está en tránsito.1 Se quiere decir con
Los países con vocación imperial, esto que todo sistema simbólico posee
que despliegan grandes esfuerzos para su propio centro, donde los sentidos se
someter a otros a sus patrones de vida condensan en el más alto nivel, al que
como el mejor modo de asegurar sus in- podríamos asimilar al núcleo de la zona
tereses, se erigieron así en modelos de lo sagrada. Tal centro puede también ser
humano que los otros debían imitar por múltiple, pues todo cosmos posee por lo
su propio bien para evitar la represión común varios microcosmos que tienden
o la exclusión. Se les hacía creer que si a disponerse en una escala jerárquica.
seguían el rumbo que ellos les trazaban Asumir por lo tanto un centro ajeno y
irían por el mejor de los caminos y que erigirlo en el centro implica una ceguera
un día no lejano podrían compartir la o un total desprecio de los propios valo-
mesa de los elegidos. Para ello, claro, te- res, que es lo buscado por todo colonia-
nían que borrarse la cara por completo, lismo cultural.
travestirse, y tal metamorfosis era exal- De lo anterior surge que las cultu-
tada como una salida del salvajismo o la ras tampoco pueden ser clasificadas
barbarie para entrar en la civilización, en centrales y periféricas, y menos aún
que se perfilaba así como única. Los paí- otorgar a dichas categorías un valor on-
ses que eran víctimas de esa agresión tológico. Tal carácter no surge de una
simbólica, a menudo herederos de gran- cualidad intrínseca, sino tan sólo de una
des civilizaciones, pasaron a conformar situación, que en la mayor parte de los
la periferia, un espacio diferente del casos comenzó siendo una situación
centro y por lo general excluido de éste, colonial –tal como la definiera Georges
lo que no obsta a que ciertos individuos Balandier– y luego se transformó en
que habitan en él puedan, mediante otras formas de dependencia, que no
un denodado esfuerzo de asimilación modificaban mayormente la estructura
espiritual y buenos actos de servicio, dual básica pero enmascaraban el poder
26
Centro y periferia
2 Jean-François Mattéi, La barbarie interior. Ensayo sobre el inmundo moderno, 2005, p. 243.
La Puerta FBA - 27
Colombres Adolfo
como la negación misma del concepto en la grandeza que, a pesar de todo, ese
de cultura. Resulta por eso deshonesto arte pudo o podría lograr. Es decir, el eje
todo nominalismo que pretenda eli- del discurso debe situarse en lo propio
minar un concepto que designa una más que en lo subalterno, y lo propio,
situación de opresión sin eliminar an- afirmado en una teoría que lo contex-
tes a ésta. Se puede (y debe) rechazar el tualice, debe hablar de por sí, defender-
concepto de periferia cuando se refiere se mediante el despliegue de su espiri-
al mundo simbólico propio y nombrar tualidad y sus formas.
incluso de otro modo a la condición La condición subalterna suele ser
subalterna, siempre que no se soslaye combatida con actos políticos, pero di-
el análisis de las contradicciones que se fícilmente estos resultarán eficaces si
dan tanto en la relación con el centro –y lo propio no florece desde su semilla,
en especial los nuevos mecanismos que rompiendo sus condicionamientos y
éste establece para descentrar al otro, desplegando sus valores hasta lograr un
neutralizar sus respuestas y apañar los lugar digno en la escena universal. De
resortes hegemónicos– como en el inte- algún modo, lo propio que trasciende y
rior de una misma cultura. se universaliza está negando de hecho,
De lo expuesto se desprende que y de modo contundente, la condición
de ningún modo se puede ver a lo mal subalterna, minándola mediante una
llamado periférico como un simple re- afirmación de alto nivel de su particula-
verso del centro, como su lado oscuro o ridad histórica. Lo periférico, entonces,
siniestro, pues esto lleva a entender la no es lo intruso, lo que fue expulsado
alteridad como una carencia o ausencia o creció al margen, sino algo que fue
de determinados valores, algo similar desplazado de su propio centro por los
a definir una cultura oral por su condi- mecanismos de dominación, o se auto-
ción ágrafa. Los discursos que presentan situó en un centro ajeno por fascinación
las cosas de este modo están mostran- servil, lo que resulta por desgracia har-
do una de las caras más notorias de la to frecuente. La periferia es un espacio
dominación del arte: la que se arroga que desvaloriza su propio centro y se su-
el derecho de determinar y administrar bordina sin lucha a un centro ajeno que
los sentidos, contando con el silencio del ejerce, o intenta imponer, una domina-
otro, ya sea porque éste se halla ausen- ción simbólica.
te y no puede defenderse, o porque no Por otra parte, la condición subalter-
dispone de espacios propios donde ha- na no acompaña a las culturas en todo
cerlo y a menudo tampoco de una teoría momento, sino sólo cuando busca ser
suficientemente elaborada como para reconocida por el centro o le disputa
desmontarlos con eficacia. A veces, lle- espacios de poder. Por ejemplo, cuando
vados por el entusiasmo de desacreditar un grupo indígena celebra un ritual no
estos discursos hegemónicos, los críticos está escenificando una cultura perifé-
y teóricos del arte que asumen la condi- rica sino un acto de fundamental im-
ción subalterna consumen sus energías portancia para él. En ese momento será
en analizar esta situación con un tono el centro de todo, lo único que cuenta.
elegíaco, como si clamaran piedad por Lo mismo puede decirse de un artista
esos sistemas simbólicos averiados, en que pinta en su taller no ajustándose
vez de ponerse a reparar las averías y a las pautas impuestas por las metró-
dotar a sus prácticas artísticas de una polis, sino siguiendo los dictados de su
sólida teoría contrahegemónica, que no creatividad y su tradición cultural. Cla-
ponga el énfasis en la degradación sino ro que ese artista, a la hora de exponer
28
Centro y periferia
La Puerta FBA - 29
Colombres Adolfo
la diferencia en los tablados del centro, completo a sus intereses. Sería, en el te-
pues éste, para afianzarse como tal, pre- rreno del arte, algo equivalente a lo que
cisa de las reverencias de la periferia, es ocurre en lo político-social con las bur-
decir, que ella acepte representar su rol guesías étnicas o nacionales, aliadas del
subalterno en el juego hegemónico que poder colonial o neocolonial. Por arro-
siempre se nutre de un falso pluralismo. garse la administración de lo universal,
Falso, porque se rige por la asimetría. Por el centro se reserva la sagrada misión de
otra parte, carnavalizar la diferencia in- teorizar sobre el arte en el más alto nivel,
yecta al centro algo de sangre nueva, ali- dejando a la periferia la tarea menor de
menta su viejo prejuicio de superioridad ocuparse de los aspectos particulares,
y proporciona ingresos nada desprecia- siempre que sus digresiones no minen
bles al mercado, a la vez que neutraliza las bases de esa teoría universal. Es de-
el potencial crítico de lo diferente, la con- cir, a ésta le corresponde hablar más de
versión en teoría de prácticas capaces de los contenidos que de la forma, y de re-
desmentir su pretendida universalidad. forzar los esquemas teóricos del centro
Para evitar esto, el centro instituye me- con ejemplos coloridos, que lo ayuden a
canismos de domesticación de las dife- poner en escena un pretendido pluralis-
rencias que desarticulan, neutralizan y mo que nunca modificó sus esquemas
finalmente estereotipan hasta la carica- teóricos como resultado de su confron-
tura los aspectos más urticantes de los tación con otras prácticas. La periferia,
discursos producidos desde la alteridad, por cierto, debe confrontarse con el cen-
sacándolos de su propio terreno, como tro para poner a prueba y negar, llegado
la mejor forma de diluir la guerra de los el caso, la supuesta universalidad de va-
imaginarios en amistosos cambios de rios de sus fundamentos, pero no debe
opiniones. Lo importante es que nada olvidar el diálogo y la confrontación con
obstruya ese proceso que viene casando las diferentes matrices culturales y los
al arte contemporáneo de Occidente con sectores sociales sometidos a una con-
el consumo, sometiéndolo al fetichismo dición subalterna, pues es esta interac-
de la mercancía, y que deserta de los sig- ción, más que su agotadora y a menudo
nificados profundos para reducirse a un vana esgrima con el centro, la que le irá
masaje hedonista de los sentidos que no despejando el camino de lo verdadera-
interpela a ningún sujeto en particular, mente universal.
que nada cuestiona ni critica o arremete
contra torreones secundarios, no defen- Bibliografía
didos por el poder por su falta de valor DE RADKOWSKI, Georges-Hubert: Anthropologie
estratégico. de l’habiter. Vers le nomadisme, Paris, PUF, 2002.
Nelly Richard prefiere hablar no de MATTEI, Jean-François: La barbarie interior. Ensayo
centro, sino de función-centro.3 No se sobre el inmundo moderno, Buenos Aires, Edi-
propone con ello eludir la dialéctica de ciones del Sol, 2005.
lo dominante y lo subalterno, sino de- RICHARD, Nelly: “Globalización académica, es-
fender su continuidad en contextos di- tudios culturales y crítica latinoamericana”, en
fusos, que en muchos casos tornan ubi- MATO, Daniel: Cultura, política y sociedad Perspec-
cuo al centro. Sostiene en su propuesta tivas latinoamericanas, CLACSO, Consejo Latinoa-
que en el ámbito espacial de la periferia mericano de Ciencias Sociales, Ciudad Autónoma
hay grupos que cumplen una función- de Buenos Aires, 2005.
centro, por manejarse con los cánones
del poder hegemónico, sin intento algu-
no de reelaboración y de responder por
3 Nelly Richard: “Globalización académica, estudios culturales y crítica latinoamericana”, en MATO, Daniel: Cultura, política y
sociedad Perspectivas latinoamericanas, 2005.
30