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SEGUNDA UNIDAD

LA CIENCIA

1.- CONCEPTO DE CIENCIA


M.B. Kedrov A. Spirkin

La ciencia es un importantísimo elemento de la cultura espiritual, la forma superior de los conocimientos humanos; es
un sistema de conocimientos en desarrollo, los cuales se obtienen mediante los correspondientes métodos
cognoscitivos5 y se reflejan en conceptos6 exactos, cuya veracidad se comprueba y demuestra a través de la práctica
social. La ciencia es un sistema de conceptos acerca de los fenómenos y leyes7 del mundo externo o de la actividad
espiritual de los individuos, que permite prever y transformar la realidad en beneficio de la sociedad; una forma de
actividad humana históricamente establecida, una “producción espiritual”, cuyo contenido y resultado es la reunión de
hechos orientados en un determinado sentido, de hipótesis y teorías elaboradas y de las leyes que constituyen su
fundamento, así como de procedimientos y métodos de investigación.

1.1 Rasgos generales de la ciencia.

El concepto de ciencia se aplica tanto para denominar el proceso de elaboración de los conocimientos científicos como
todo el sistema de conocimientos, comprobados por la práctica, que constituyen una verdad objetiva, y también para
señalar distintas esferas de conocimientos científicos, diferentes ciencias. La ciencia moderna es un conjunto
extraordinariamente subdividido de ramas científicas diversas.

Con ayuda de la ciencia, la humanidad ejerce dominio sobre las fuerzas de la naturaleza, desarrolla la producción de
bienes materiales y transforma las relaciones sociales.

El vocablo ciencia equivale literalmente a conocimiento. Los conocimientos significan la posesión de datos confirmados
acerca de los fenómenos materiales y espirituales y su acertada reflexión en la conciencia humana. El saber es contrario
a la ignorancia, es decir, a la falta de una información comprobada acerca de algo. Nuestra razón se mueve del
desconocimiento al saber, del conocimiento superficial al conocimiento profundo y multilateral.

Los conocimientos pueden ser de diferentes clases: cotidianos, precientíficos y científicos, empíricos y teóricos.

Los conocimientos elementales son propios de los animales, que poseen una información cierta sobre determinadas
propiedades de las cosas y sobre sus relaciones más simples, lo cual constituye la condición necesaria para que se
orienten adecuadamente en el mundo que les rodea. Conocimientos elementales y cotidianos los poseen los niños en
su tierna infancia. Cada individuo adquiere en el transcurso de su vida numerosos datos empíricos sobre el mundo
exterior y sobre sí mismo. Los hombres primitivos poseían ya no pocos conocimientos en forma de datos útiles,
costumbres, experiencias empíricas, recetas de fabricación, etc., que se transmitían de generación en generación;
sabían hacer muchas cosas, y su habilidad estaba basada en los conocimientos que poseían. Los conocimientos tanto
cotidianos como precientíficos y científicos se apoyan en la práctica. Todas las clases de conocimientos son el reflejo
de las cosas.

Los conocimientos científicos, sin embargo, se diferencian notablemente de los cotidianos y precientíficos. Los
conocimientos cotidianos, empíricos, se limitan, por regla general, a la constancia de los hechos y a su descripción. Por
ejemplo, los marinos sabían perfectamente cómo usar las palancas, y lo mismo les sucedía a los comerciantes con las
balanzas, mucho antes de que Arquímedes descubriese la ley de la palanca. Pero esta ley hizo posible el invento de
nuevos mecanismos, lo que a ningún práctico le hubiera venido a la imaginación. Los conocimientos científicos
presuponen no sólo la constancia y descripción de los hechos, sino su explicación e interpretación dentro del conjunto
del sistema general de conceptos de determinada ciencia. El conocimiento cotidiano se limita a hacer constar, y eso
sólo superficialmente, cómo se desarrolla tal o cual acontecimiento. El conocimiento científico, en cambio, no responde

5
Cognoscitivo (del latín cognoscere = conocer) referente al conocimiento. Métodos cognoscitivos métodos de conocimiento
6
Concepto: es la síntesis mental de las características esenciales de un objeto o un proceso o grupo de procesos.
7
Las leyes objetivas constituyen las formas generales de las relaciones de cambio y representan las conexiones internas y necesarias en que se
produce la variación de los procesos y de sus propiedades.
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únicamente a la pregunta de cómo, sino también de por qué se realiza precisamente de ese modo. La esencia del
conocimiento científico consiste en la auténtica generalización de los hechos, en que tras lo casual descubre lo
necesario, lo que se halla respaldado por leyes; tras lo singular, lo general8 y sobre esta base, se lleva a cabo la previsión
de diferentes fenómenos, objetos y acontecimientos; la coronación de la labor científica es la predicción, que nos
descubre los horizontes de los fenómenos acontecimientos históricos futuros, es el signo revelador de que el
pensamiento científico supeditó las fuerzas de la naturaleza y las que mueven la vida social a la realización de las tareas
que la humanidad se plantea. Todo el progreso del conocimiento científico está relacionado con el crecimiento de las
fuerzas y del horizonte de la predicción científica. Por su parte, la previsión permite controlar y dirigir los procesos. El
conocimiento científico ofrece la perspectiva no sólo de prever el futuro, sino de formarlo conscientemente. El sentido
vital de cualquier ciencia puede caracterizarse de la siguiente forma: saber para prever, prever para actuar.

Un rasgo esencial del conocimiento científico es su sistema, es decir, la agrupación de los conocimientos, ordenada
según determinados principios teóricos. Un conjunto de conocimientos dispersos, que no se hallen unidos según un
sistema que guarde conexión, no llegará a constituir una ciencia. El fundamento de los conocimientos científicos rauca
en una serie de premisas iniciales, en unas leyes determinadas que permiten agrupar los correspondientes
conocimientos en su sistema único. Los conocimientos se transforman en científicos cuando la acumulación de hechos,
realizada de acuerdo con una orientación determinada, y su descripción alcanzan tal nivel, que pueden ser incluidos en
un sistema de conceptos y formar parte de una teoría. Ya en la antigüedad, la filosofía y la lógica alcanzaron carácter
científico. Los pueblos remotos habían logrado acumular no pocos conocimientos sobre las relaciones cuantitativas de
las cosas. Basándose en ellos construyeron grandes obras, palacios, pirámides, etc. Pero estos conocimientos
matemáticos elementales no tuvieron durante un largo tiempo más que un carácter precientífico: no habían llegado a
formar un sistema cohesionado sobre la base de principios y leyes generales. Fue en los trabajos de Euclides donde
los conocimientos matemáticos comenzaron a adquirir por primera vez una forma científica. Euclides les dio carácter
sistemático y demostrativo. Prácticamente, la química es tan antigua como la humanidad. Pero los datos elementales
de carácter práctico acerca de los procesos químicos aún no constituían una ciencia. Solamente en el siglo XVII, a partir
de los trabajos de Boyle, la química comenzó a transformarse en ciencia.

Cada ciencia tiene su etapa de formación. Pero el criterio que rige la creación de cualquier ciencia es común: determinar
la materia a investigar, elaborar los conceptos correspondientes a la materia en cuestión, establecer la ley fundamental
inherente a dicha materia y descubrir el principio o crear las teorías que permitan explicar gran número de casos.

Por ejemplo, la mecánica constituyó una ciencia cuando se establecieron las leyes de la inercia y de la conservación de
la cantidad de movimiento y se elaboraron los correspondientes conceptos (Galileo, Descartes, Newton). La creación
de la economía política se remonta a los fisiócratas. Adam Smith, David Ricardo y otros descubrieron después las
primeras leyes económicas, pero sólo más tarde se transformó la economía política en verdadera ciencia. Los
conocimientos sociológicos se convirtieron en ciencia cuando se descubrieron las fuerzas motrices del proceso histórico
y las leyes objetivas de desarrollo de la sociedad.

En la historia de su desarrollo, el conocimiento alcanzó carácter científico a medida que fue descubriendo leyes y
adquiriendo fuerza previsora.

Los conocimientos científicos se diferencian radicalmente de la fe, es decir, de la ciega creencia en la veracidad de lo
que en principio no se puede comprobar en la práctica ni demostrar lógicamente. Sin embargo, hay que diferenciar la fe
de la convicción basada en conocimientos, sobre todo científicos. La convicción puede estar fundamentada
científicamente; en cambio, la fe ciega, en los milagros y en lo sobrenatural, la fe como prejuicio, como creencia en los
signos favorables o desfavorables y en los sueños, no admite demostración alguna; solamente puede ser inculcada. En
oposición a la fe, los conocimientos científicos son un reflejo veraz de la realidad, capaz de ser fundamentado a través
de la práctica, y lógicamente demostrado. La conexión lógica en el sistema de los conocimientos científicos se adopta
como condición necesaria, que se desprende de los hechos o de unas verdades previamente establecidas. Por eso, el
resultado argumentado de la cognición científica se manifiesta como algo de carácter general y adquiere fuerza
convincente para las personas que poseen la necesaria cultura mental.

8
Casualidad, necesidad, singular universal. Véase Leyes y categorías de la dialéctica. Guatemala: Departamento de Publicaciones, Facultad de
CC.EE. Colección Textos Filosóficos No. 7, 1977.
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El conocimiento científico del mundo se diferencia esencialmente de la conciencia estética. Aunque la ciencia y el arte
reflejan la realidad, en la primera, el reflejo tiene lugar en forma de conceptos y categorías9 mientras que en el arte se
lleva a cabo a través de la imagen artística. El conocimiento científico persigue la máxima exactitud, excluyendo todo lo
individual, todo lo que el investigador haya podido aportar por cuenta propia: la ciencia es una forma social, de carácter
general, de desarrollo del saber. Toda la historia de la ciencia confirma el hecho de que cualquier subjetivismo ha sido
eliminado siempre, del modo más implacable, de la senda de los conocimientos científicos, conservando únicamente lo
supraindividual, lo objetivo. Las obras artísticas son únicas en su género, mientras que los resultados de las
investigaciones científicas son generales. La ciencia es un producto del desarrollo histórico general en su resumen
abstracto. En cambio, el arte admite la invención, la introducción por el propio artista de algo que en esa forma precisa
no existe, no existió y probablemente no existirá en la realidad. En la ciencia, por el contrario, lo fundamental consiste
en eliminar todo lo singular e individual, todo lo que no se puede repetir, y conservar lo general en forma de conceptos
y categorías. En el mundo, la forma de lo general es la ley. Por eso, el conocimiento científico es el conocimiento de las
leyes del mundo.

1.2 Estructura del conocimiento científico.

En la composición de la ciencia hay que distinguir: los datos acumulados a lo largo de su desarrollo, que son producto
de las observaciones y los experimentos; los resultados de la generalización de dichos datos, expresados en las
correspondientes teorías, leyes y principios; las conjeturas e hipótesis científicas basadas en los hechos, los cuales
necesitan de posterior comprobación experimental, y la interpretación teórica, es decir, filosófica, de los principios y
leyes descubiertos por la ciencia, y de los aspectos del conocimiento científico, tanto los metodológicos como los que
reflejan la concepción del mundo. Todas estas facetas y aspectos de la ciencia coexisten en estrecha relación.

Una condición necesaria en la investigación científica es establecer el hecho o los hechos. La constancia del hecho
permite fijar un aspecto o un fenómeno determinado del objetivo que se estudia. Los hechos científicos son el resultado
de una observación verídica, de un experimento, etc. Su manifestación tiene lugar en forma de observación directa del
objetivo en cuestión, de la indicación de los aparatos, una fotografía, el acta de los experimentos, cuadros, esquemas,
apuntes, documentos procedentes de archivos, testimonios comprobados de testigos, etc.

La fuerza de la ciencia radica en que se apoya en hechos. Pero los hechos solos aún no constituyen la ciencia, lo mismo
que los materiales de construcción aún no son el edificio. Los hechos pasan a formar parte de la trama de la ciencia tan
solo después de haber sido seleccionados, clasificados, generalizados y explicados: La tarea del conocimiento científico
consiste en descubrir las causas de la aparición de determinados hechos, aclarar su importancia esencial y establecer
nexos regulares entre los mismo.

Para el progreso del conocimiento científico es muy importante establecer nuevos hechos. Su interpretación da lugar a
la construcción de una teoría, eslabón fundamental de cualquier ciencia. El desarrollo de la ciencia está ligado al
descubrimiento de nuevas leyes de la realidad. El poder del hombre sobre el mundo que le rodea lo mide la profundidad
y amplitud con que conoce sus leyes. Muy próximos a las leyes se hallan los principios que son hechos experimentales
generalizados (por ejemplo, el principio de la acción mínima, el de la constancia de la velocidad de la luz, etc.)

Cualquier teoría por desarrollada que esté, es una reproducción incompleta y grosera del objeto. El conocimiento
científico se mueve en permanente contradicción entre la inagotable riqueza de propiedades y relaciones que tiene el
objeto y la tendencia por parte del sujeto a reproducirlas lo más íntegramente posible en el sistema de conocimientos
científicos. Cualquier teoría científica tiene carácter limitado; por eso en cualquier período concreto se hacen necesarios
los conocimientos en forma de suposiciones, de hipótesis. Las hipótesis comprobadas y confirmadas por la práctica se
transforman en teorías.

Un componente importante del conocimiento científico es la interpretación filosófica de los datos de que dispone la
ciencia, interpretación que constituye tanto su base metodológica como concepcional. El investigador ve los hechos que
estudia y los generaliza, partiendo siempre de posiciones filosóficas determinadas. Ya la propia selección de los hechos,
sobre todo en las ciencias sociales, es una cuestión profundamente metodológica, cuya acertada resolución exige, gran
preparación teórica y amplia cultura filosófica. El desarrollo de la ciencia necesita no sólo saber interpretar teóricamente

9 Las categorías de una ciencia son los conceptos que tienen mayor extensión dentro de ella, porque abarcan por completo su dominio.
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los hechos, sino también analizar el propio proceso de su obtención y darse cuenta de los procedimientos generales a
seguir para buscar lo nuevo. El estudio de semejantes problemas tiene carácter filosófico.

1.3 Esencia social de la ciencia.

La ciencia es un complejo fenómeno social, que incluye numerosas facetas y está relacionado con otros numerosos
fenómenos de la vida social. La aparición de la ciencia y su desarrollo constituye una parte integrante de la historia
univera1 de la humanidad. Si la ciencia no puede surgir ni desarrollarse al margen de la sociedad, tampoco ésta, en una
fase elevada de su desenvolvimiento, puede existir sin la ciencia. El sentido histórico de la aparición y desarrollo de la
ciencia consiste en dar satisfacción a las necesidades que plantea la vida social. En la elección de la materia que ha de
ser investigada científicamente, en la orientación que ha de seguir la ciencia en su desarrollo y los temas que ha de
tratar, en el carácter que ha de tener la utilización de sus logros influyen notablemente numerosos hechos sociales: las
necesidades de la producción de bienes materiales, la práctica político-social, la estructura económica de la sociedad,
el carácter reinante de la concepción del mundo, las distintas formas de conciencia social, él nivel de desarrollo de la
producción, la técnica, la cultura espiritual, la instrucción y también la lógica interna del propio conocimiento científico.
Entre todos estos factores, las necesidades de la producción de bienes materiales y la lucha de clases son decisivas;
ellas plantean a la ciencia determinados problemas cognoscitivos; la producción aparece como el consumidor más
importante de los resultados del conocimiento científico de la naturaleza y el suministrador de los medios científicos —
aparatos e instrumentos— sin cuya ayuda es prácticamente imposible realizar la investigación, por ejemplo, del
microcosmos y de otras muchas esferas de la realidad. El éxito de la creación científica depende no sólo del talento, la
agudeza y la fantasía del investigador, sino también de los aparatos necesarios. Es precisamente el desarrollo de la
técnica lo que ha proporcionado a la ciencia medios potentísimos de experimentación, de investigación lógica, como
son el sincrocilotón, las naves cósmicas y las máquinas lógicas.10 La práctica social es la esfera de aplicación dé los
conocimientos, y en este sentido constituye el objetivo del conocimiento. La práctica sirve de criterio a la veracidad de
los resultados del conocimiento científico. De hecho, en cualquier esfera de la ciencia, la orientación práctica representa
el estímulo fundamental y determinante de la investigación. Toda la historia del conocimiento científico, muestra que,
después de que un descubrimiento ha sido utilizado en la práctica, se inicia un desarrollo intenso en la correspondiente
esfera del saber científico: el desenvolvimiento de la técnica revoluciona la ciencia.

En las investigaciones científicas existen, como si dijéramos, diferentes pisos: unos responden a las necesidades más
perentorias y más directas de la práctica; otros, en cambio, están calculados con vista a perspectivas más o menos
lejanas. Podrían ser considerados como los pisos superiores de la investigación científica, y tratan de descubrir las
amplias posibilidades que ofrece la práctica en el futuro e introducir cambios radicales en la práctica existente.

1.4 La ciencia en la práctica social.

El practicismo estrecho es perjudicial para la ciencia, sobre todo para sus capítulos teóricos, ya que limita el pensamiento
científico a la estrecha vía del movimiento, reduciéndolo a los aspectos del objeto que se estudia, únicamente
importantes para las formas transitorias de la práctica, lo que hace que se empobrezca el contenido de la teoría. Por el
contrario, cuando el pensamiento científico no se siente obstaculizado por estos marcos, es capaz de descubrir en el
objeto propiedades y relaciones que ofrecen en perspectiva la posibilidad de utilizarlo en la práctica de un modo más
plurifacético. El separar la teoría de la práctica y la vida da a la primera un carácter abstracto, lo que en resumen la priva
de su importancia científica y social, haciéndola perderse en los laberintos de la escolástica.

Aunque surge y se desarrolla bajo la influencia de las necesidades materiales de la sociedad, la creación científica tiene,
sin embargo, un carácter relativamente independiente y una lógica interna en su movimiento.

La historia de la ciencia revela que, con frecuencia, la aparición de ideas fructíferas en alguna de las ramas del saber
sirvió de impulso al desarrollo creador de otras esferas de la ciencia. El movimiento teórico del pensamiento se
manifiesta, a fin de cuentas como finalidad de la actividad práctica, encarnándose y materializándose en la producción.
La ciencia no sólo sigue a la práctica, sino que sé anticipa a ella. Numerosos descubrimientos han sido realizados
independientemente de las exigencias de la práctica, y sólo posteriormente han servido de fuente a una nueva práctica:
ejemplo de ello es el descubrimiento de los Rayos X.

10
“Cerebros electrónicos”.
81
En el desarrollo de la ciencia desempeñan un papel nada despreciable los estímulos materiales que influyen en sus
creadores; sin embargo, es mucho mayor la importancia de los estímulos morales, de las fuerzas motrices de carácter
ideal: facilitar la labor de las personas, instruirlas, transformar las relaciones sociales en beneficio del pueblo, deleitarse
en el proceso creador, etc. La conciencia de la responsabilidad ante la sociedad y el deseo de prestar sus servicios en
aras de los intereses de la humanidad han servido de impulso a la labor de científicos notables. Las fuerzas motrices
de carácter ideal no constituyen un fenómeno inicial, sino derivado: tiene fundamento objetivo y reflejan las exigencias
reales de la sociedad. Cada científico es hijo de su época, y son las necesidades de la misma las que, en definitiva,
determinan el carácter de su trabajo. La humanidad se plantea únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien
miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando
las condiciones materiales para su realización.

Las exigencias de la producción de bienes materiales influyen en el desarrollo de la ciencia a través del prisma del
régimen económico de cada sociedad concreta. Y hay que tener en cuenta que en el transcurso de la historia la
dependencia que existe entre el desarrollo de la ciencia y las relaciones sociales aumenta más y más. El control de la
sociedad y el Estado en la ciencia es cada vez mayor.

La ciencia experimenta la influencia de la sociedad, pero por su parte también desempeña un papel extraordinario en el
progreso social, ya que influye en el desarrollo de los procedimientos y métodos de la producción material y en las
condiciones de vida de las personas. A medida que la técnica hace uso de los descubrimientos científicos se
revolucionan las fuerzas productivas. La ciencia influye no sólo indirecta, sino también directamente en toda la vida
espiritual de la sociedad. Eleva la cultura intelectual y revoluciona las mentes de los hombres. Los grandes
descubrimientos científicos y los inventos técnicos, íntimamente ligados a ellos, influyen de manera ingente en los
destinos de toda la historia de la humanidad.

En los diferentes períodos de la historia, el papel de la ciencia no es igual. Los conocimientos que las personas adquirían
en el trabajo, en la producción y en el hogar comenzaron a tener carácter científico ya en la sociedad esclavista. Pero
entonces los elementos del saber científico influían muy débilmente en la producción; esta última la realizaban
fundamentalmente los esclavos con ayuda de instrumentos manuales y sobre la base de conocimientos y hábitos
empíricos, elaborados a lo largo de siglos. Con el feudalismo no variaron mucho los instrumentos que empleaba la
producción. al servicio entonces de la economía natural. El progreso técnico era muy débil y estaba basado
principalmente en la maestría individual y la experiencia de los artesanos.

El papel de la ciencia en el desarrollo de la producción fue en aumento a medida que ésta se amplió y se socializó. El
capitalismo, nacido en el seno de la sociedad feudal, planteó por vez primera tales problemas prácticos que sólo podían
ser resueltos desde un punto de vista científico: la producción alcanzó tal envergadura, que se hizo necesario el empleo
de la mecánica, las matemáticas, etc. La ciencia se fue convirtiendo cada vez más en el contenido espiritual dé las
fuerzas productivas, viéndose plasmados sus éxitos en las innovaciones técnicas.

Los pensadores más preeminentes de aquel entonces comenzaron a sentir con toda agudeza la necesidad de introducir
los principios científicos en la producción, e hicieron llamamientos hacia la creación de una ciencia, con ayuda de la cual
“. . .conociendo la fuerza y la acción del fuego, el agua, el aire, las estrellas, el firmamento y todos los demás cuerpos
que nos rodean, con la misma claridad con que conocemos las diferentes ocupaciones de nuestros artesanos,
podríamos utilizarlas de igual modo en toda clase de aplicaciones, convirtiéndonos con ello en dueños y señores de la
naturaleza”.11 Toda la marcha ulterior de la historia constituye en este sentido un riguroso y cada vez más profundo
proceso de “cientificación” de la producción, un proceso de transformación de la ciencia de la naturaleza en una fuerza
productiva directa.

Este proceso se lleva a cabo a través de muchos caminos, y ante todo mediante la creación de los fundamentos teóricos
para construir instrumentos y máquinas cada vez más perfectos: el desarrollo de los instrumentos de trabajo, es el
exponente del grado en que los conocimientos sociales en general —la ciencia— se han transformado en más fuerza
productiva directa. Actualmente este proceso se refleja en el automatismo de la producción, en la sustitución parcial de
la labor del cerebro humano por mecanismos cibernéticos. Al ampliar la esfera del trabajo socializado, la ciencia permite
obtener con menos gasto de trabajo vivo mayores resultados en la producción de bienes materiales.

11 R. Descartes, Obras escogidas.


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La transformación de la ciencia de la naturaleza en una fuerza productiva directa se efectúa mediante el
perfeccionamiento de los métodos de producción, por ejemplo, sustituyendo los métodos mecánicos de elaboración por
otros eléctricos o químicos, y también reduciendo el tiempo de fabricación de las piezas: la creación de la riqueza real
de la sociedad, se hace menos dependiente del tiempo de trabajo y de la cantidad de trabajo empleada, y depende del
estado general de la ciencia y del grado de desarrollo de la tecnología o de la utilización de esta ciencia en la producción.

La ciencia de la naturaleza se transforma en fuerza productiva a través de la búsqueda y la utilización de nuevas fuentes
de energía y la creación de materiales artificiales, perfeccionando el transporte y reduciendo la duración del traslado del
personal y las mercancías, disminuyendo el tiempo que se emplea en transmitir la información, aumentando el
rendimiento de la agricultura y la productividad de la ganadería, conservando la salud de las personas en calidad de
principal fuerza productiva y elevando su nivel cultural y técnico.

La solución eficaz del problema de combinar la ciencia de la naturaleza con la producción, depende del carácter del
régimen social. La finalidad social de la ciencia consiste en facilitar la vida y el trabajo de las personas, elevar el poder
de la sociedad sobre las fuerzas de la naturaleza y facilitar el perfeccionamiento de las relaciones sociales. Gracias a
sus descubrimientos, la ciencia actual ha hecho mucho por aliviar la vida y la actividad de los individuos. Los inventos y
descubrimientos científicos han logrado elevar la productividad del trabajo y aumentar la masa de mercancías. Pero los
tesoros de la ciencia moderna no han dado la felicidad a todos los hombres, no les han protegido de las necesidades y
la miseria. La introducción de las máquinas automáticas da lugar a la intensificación del trabajo, al desempleo y a la
disminución del salario.

La ciencia es una potente arma de dos filos que según en qué manos se encuentre puede llevar la felicidad y el bienestar
a las personas o acarrearles la ruina. Así, el desarrollo unilateral de las ciencias naturales y la técnica han dado lugar a
que la humanidad se vea amenazada por la guerra termonuclear. Eminentes naturalistas piensan alarmados en las
consecuencias de sus descubrimientos científicos. Los hombres de ciencia conocen la utilidad que ésta ha aportado a
la humanidad; saben también a dónde podría llegar si la paz reinase en el mundo. No quieren que algún día sean
pronunciadas las siguientes palabras: “La ciencia nos ha llevado al desastre, a consecuencia de las bombas, atómicas
y de hidrógeno”. “Los científicos saben que la ciencia no puede ser culpable, lo son únicamente los individuos que hacen
mal uso de sus éxitos.12

A la ciencia se le plantean tareas: verdaderamente grandiosas: descubrir las posibilidades de regular las reacciones
termonucleares con vistas al empleo pacífico de las fuentes de energía nuclear, influir sobre el clima, vencer las
enfermedades y asegurar al hombre la longevidad, dirigir y regular los procesos vitales de los organismos, crear en
abundancia materiales artificiales con propiedades preestablecidas, conquistar el espacio cósmico, alcanzar las
inconmensurables extensiones del universo, etc.

Son en primer lugar, las ciencias económicas; las llamadas a prestar su ayuda en la utilización más racional de las
reservas materiales y humanas, en la elección de los procedimientos más progresivos para desarrollar la producción y
en el perfeccionamiento de la organización del trabajo.

2.- OBJETIVO Y ALCANCE DE LA CIENCIA


Mario Bunge

La ciencia tiende a construir reproducciones conceptuales de las estructuras de los hechos, o sea, teorías actuales,
pero también la mitología ofrece modelos del mundo, para entenderlo y para dominarlo mejor. ¿Por qué vamos a preferir
las teorías científicas a las especulaciones míticas? La primera tentación invita a contestar: porque las teorías científicas
son reconstrucciones verdaderas de la realidad, pero un vistazo a las infinitas convulsiones de la ciencia, en las cuales
la mayoría de las teorías aparecen inficionadas por alguno que otro error y sólo unas (pocas) aparecen como
verdaderas, aunque nunca definitivamente, debe convencernos de que la investigación científica no consigue la verdad
completa. ¿Qué derecho tenemos entonces a creer que la ciencia sale mejor librada que la mitología? ¿Debemos llegar
a la conclusión de que la mitología y la ciencia suministran imágenes de la realidad diferentes, pero igualmente
legítimas? Es evidente que no: la ciencia no pretende ser verdadera en sentido absoluto, ni por tanto final e incorregible
como en cambio hace la mitología. Lo que afirma la ciencia es:

12
F. Joliot-Curic, Cinco años de lucha por la paz.
83
1) Que es más verdadera que cualquier modelo no-científico del mundo;

2) Que es capaz de probar, sometiéndola a contrastación empírica, esa pretensión de verdad;

3) Que es capaz de descubrir sus propias deficiencias; y

4) Que es capaz de corregir sus propias deficiencias, o sea, de construir representaciones parciales dé las estructuras
del mundo que sean cada vez más adecuadas. No hay ninguna especulación extracientífica que sea tan modesta y que,
sin embargo, dé tanto de sí.

Lo que permite a la ciencia alcanzar su objetivo —la construcción de reconstrucciones parciales y cada vez más
verdaderas de la realidad— es su método. En cambio, las especulaciones no-científicas acerca de la realidad:

1) No suelen plantear cuestiones propias y limpiamente formuladas, sino más bien problemas que: ya contienen
presupuestos falsos e insostenibles, tales como “cómo y cuándo se creó el universo?”;

2) No proponen hipótesis ni procedimientos fundamentados y contrastables, sino que ofrecen tesis sin fundamento
y generalmente incontrastables, así como medios incontrolables para averiguar su verdad (por ejemplo, la revelación);

3) No trazan contrastaciones objetivas de sus tesis y de sus supuestas fuentes de conocimiento sino que apelan a
alguna autoridad;

4) Consiguientemente, no tienen ocasión alguna de contrastar sus conjeturas y procedimiento con resultados
empíricos frescos, y se contentan con hallar ilustraciones de sus concepciones para meros fines de persuasión, más
que. por buscar realmente contrastación, como muestra la facilidad con que esas concepciones eliminan toda evidencia
negativa;

5) No suscitan nuevos problemas, pues todo su interés es más bien terminar con la investigación, suministrando,
listo para llevar, un conjunto de respuestas a toda cuestión posible o permitida.

El proceso de reconstrucción del mundo mediante ideas y de contrastación de toda reconstrucción parcial es un proceso
infinito, a pesar de la infundada, pero frecuente esperanza de que la teoría definitiva esté a punto de presentarse. La
investigación descubre constantemente lagunas en sus mapas del mundo, por tanto, la ciencia no puede proponerse
un objetivo definido, algo así como la construcción de una cosmología completa y sin fallas. El objetivo de la ciencia es
más bien el perfeccionamiento continuo de sus principales productos (las teorías) y medios (las técnicas), así como la
sujeción de territorios cada vez mayores a su poder.

¿Tiene límites esta expansión del objeto de la ciencia? Esto es: ¿hay problemas de conocimiento que no puedan ser
trasladados con el método y según el objetivo de la ciencia?

Una estimación realista del problema podría ser la siguiente:

En primer lugar, podemos esperar que todo problema de conocimiento resultará ser parcialmente resoluble o irresoluble
con los medios (métodos especiales), los datos de que dispone la ciencia en cada momento determinado.

En segundo lugar, no se ha hallado nunca un método más poderoso que el de la ciencia, y, todo esfuerzo en tal sentido
que se haya visto coronado por el éxito, ha resultado ser un perfeccionamiento del método científico; en particular, los
intentos de captar la realidad directamente, sin elaboración alguna (o sea, por percepción directa, por simpatía o por
pura especulación), han fracasado sin excepción y, por si eso fuera poco, la ciencia puede explicar por qué tenían que
fracasar necesariamente, a saber: porque muchos, la mayoría de los hechos, tienen que ser objeto de hipótesis, no de
intuición directa.

En tercer lugar, el método científico y las técnicas especiales que lo complementan no son nada concluso: han ido
evolucionando a partir de precedentes más rudimentarios y tendrán que perfeccionarse si queremos obtener resultados
mejores.
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En cuarto lugar, como lo peculiar a la ciencia no es un objeto determinado (o conjunto de problemas determinado), sino
más bien un planteamiento preciso (un método y un objetivo), cualquier cosa se convierte en tema científico, en objeto
de la investigación científica, en cuanto se trata con el método de la ciencia y para alcanzar el objetivo de ésta.

En conclusión; por limitado que pueda ser el resultado del planteamiento científico, no conocemos que tenga limitaciones
intrínsecas y además, esas limitaciones no pueden estimarse correctamente sino desde dentro de la ciencia misma:
puede colocarse bajo el dominio de la ciencia toda la naturaleza y toda la cultura, incluida la ciencia misma. Sin duda
hay temas que hasta el momento no han sido abordados científicamente —por ejemplo, el amor, ya sea porque nadie
ha notado aún su existencia, ya sea porque no han atraído la curiosidad de los investigadores, y por último, porque
circunstancias externas como el prejuicio —por ejemplo, la idea de que ciertas experiencias humanas no pueden ser
objeto de planteamiento científico, sino que tienen que mantenerse siempre en la esfera privada— han impedido su
consideración científica. Tales ideas y prejuicios tienen en su favor no sólo el peso de la tradición, sino también una
errónea concepción de la ciencia, la mayor parte de las veces su incorrecta identificación con la física. Estos prejuicios
son algunos de los últimos bastiones del obscurantismo; se están hundiendo ciertamente con rapidez: empezamos a
tener estudios científicos de la experiencia estética y hasta de las sutiles manipulaciones de que es objeto la mente del
hombre por medio de anacrónicas ideologías como es precisamente, la que se opone al estudio científico del objeto
hombre.

Desde el Renacimiento, el centro de la cultura ha ido pasando cada vez más visiblemente desde la religión, el arte y las
humanidades clásicas hacia la ciencia, la formal y la factual, la pura y la aplicada. Y no se trata sólo de que los resultados
intelectuales de la ciencia (y sus aplicaciones pan fines buenos y malos) hayan sido reconocidos hasta por los menos
formados culturalmente: hay un cambio aún más importante y agradable, que consiste en la difusión de una actitud
científica respecto de los problemas del conocimiento y respecto de problemas cuya adecuada solución requiera algún
conocimiento, aunque en sí mismos no sean problemas teoréticos. Esto no quiere decir: que la ciencia está absorbiendo
gradualmente toda la experiencia humana y que vayamos a terminar por amar y odiar científicamente, igual que
podemos ya curar y matar científicamente. No: salvo la investigación científica misma, las experiencias humanas no son
científicas, ni siquiera cuando se benefician del conocimiento científico; lo que puede y debe ser científico es el estudio
de toda esa experiencia, que en sí no lo es.

Podemos esperar de una amplia difusión de la actitud científica (pero no de una divulgación de algunos meros resultados
de la investigación) cambios importantes de: concepción y comportamiento individual y colectivo. La adopción universal
de una actitud científica puede hacemos mas sabios: nos haría más cautos, sin duda, en la recepción: de información,
: en la admisión de creencias y en la formulación de previsiones; nos haría más exigentes en la contrastación de nuestras
opiniones, y más tolerantes: con las de otros; nos haría más dispuestos a inquirir libremente acerca de nuevas
posibilidades, y a eliminar mitos consagrados que sólo son mitos; robustecería nuestra confianza en la razón contrastada
por la experiencia; nos estimularía a planear y controlar mejor la acción, a seleccionar nuestros fines, a buscar normas
de conducta coherentes con esos: fines y con el disponible, en vez de dominadas por el hábito y por la autoridad; daría
más vida al amor de la verdad, a la disposición a reconocer el propio error, a buscar la perfección y a comprender la
imperfección inevitable; nos daría una visión del mundo eternamente joven, basada en teorías contrastadas, en vez de
estarlo en la tradición, que rehuye tenazmente todo contraste con los hechos; y nos animaría a sostener una visión
realista de la vida humana, una visión equilibrada.

Para terminar: el planteamiento científico no tiene limitaciones intrínsecas conocidas; se encuentra en un proceso de
rápida expansión y está consiguiendo en medida reciente imágenes parciales del mundo externo y del mundo interno
al hombre, las cuales son cada vez más verdaderas, y ello por no hablar de las herramientas que está suministrando
para el dominio de dicho mundo. (Si alguien sostuviera que el planteamiento científico tiene limitaciones intrínsecas, le
pediríamos que fundamentan su afirmación. ¿Cómo? Llevando a cabo él mismo una investigación científica acerca de
ese problema). En virtud de su poder espiritual y de sus frutos materiales, la ciencia ha llegado a ocupar el centro de la
cultura moderna. Pero seria insensato olvidar que en paralelismo con la cultura superior, subsiste una cultura popular y
que la pseudo ciencia ocupa en la cultura urbana popular contemporánea una posición análoga a la que ocupa la ciencia
en la cultura superior. Resultará instructivo y entretenido echar un vistazo a todo eso que a menudo se pasa de
contrabando bajo la etiqueto de ciencia, aunque carece del método y del objetivo de la ciencia. Pasaremos ahora a ese
tema, la ciencia popular.

El conocimiento ordinario puede desarrollarse en alguna de las tres direcciones siguientes: (1) Conocimiento técnico:
es el conocimiento especializado pero no-científico, que caracteriza las artes y las habilidades profesionales. (2)
Protociencia o ciencia embrionaria, que puede ejemplificarse por el trabajo cuidadoso, pero sin objeto teorético, de
85
observación y experimentación (3) Pseudociencia: un cuerpo de creencias y prácticas cuyos cultivadores desean,
ingenua o maliciosamente, dar como ciencia aunque no comparte con ésta ni el planteamiento, ni las técnicas, ni el
cuerpo de conocimiento. Pseudociencias aún influyentes son por ejemplo, la de los zahoríes, y la investigación
espiritista.

No carece la ciencia de relaciones con el conocimiento técnico, la protociencia y la pseudociencia. En primer lugar, la
ciencia utiliza las habilidades artesanas, las cuales a su vez, se enriquecen frecuentemente gracias al conocimiento
científico. En segundo lugar, la ciencia utiliza unos de los datos en bruto conseguidos por la protociencia aunque muchos
de ellos son inútiles por irrelevantes. En tercer lugar, a veces una ciencia ha nacido de una pseudociencia, y en
ocasiones una teoría científica ha cristalizado en dogma hasta el punto de dejar de corregirse a sí misma y convertirse
en una pseudociencia. Dicho breve y esquemáticamente, pueden considerarse las siguientes líneas de comunicación
entre la ciencia y esas vecinas suyas:

¿Qué es lo malo de la pseudociencia? No sólo ni precisamente el que sea básicamente falsa (puesto que todas nuestras
teorías factuales son, a lo sumo, parcialmente verdaderas). Lo malo de la pseudociencia es en primer lugar, que se
niega a fundamentar sus doctrinas y que no puede además hacerlo porque rompe totalmente con nuestra herencia
científica (cosa que por cierto, no ocurre en las revoluciones científicas, todas las cuales son parciales, puesto que toda
nueva idea tiene que estimarse por medio de otras que no se ponen en discusión en el contexto dado). En segundo
lugar, que la pseudociencia se niega a someter a contraste sus doctrinas mediante la experimentación propiamente
dicha; además la pseudociencia es en gran parte incontrastable, porque tiende a interpretar todos los datos de modo
que sus tesis queden confirmadas ocurra lo que ocurra; el pseudo científico, igual que el pescador, exagera sus presas
y oculta o disculpa todos los fracasos. En tercer lugar, que la pseudociencia carece de mecanismo auto corrector: no
puede aprender nada ni de una nueva información empírica (pues se la traga sin digerirla), ni de nuevos descubrimientos
científicos (pues los desprecia), ni de la crítica científica (pues la rechaza con indignación). La pseudociencia no puede
progresar porque se las arregla para interpretar cada fracaso como una confirmación, y cada crítica como si fuera un
ataque. Las diferencias de opinión entre sus sectarios, cuando tales diferencias se producen, dan lugar a la
fragmentación de la secta, y no a su progreso. En cuarto lugar, el objetivo primario de la pseudociencia no es establecer,
contrastar y corregir sistemas de hipótesis (teorías) que reproduzcan la realidad, sino influir en las cosas y en los seres
humanos: como la magia y como la tecnología, la pseudociencia tiene un objetivo primariamente práctico, no cognitivo,
pero a diferencia de la magia, se presenta ella misma como ciencia y a diferencia de la tecnología, no goza del
fundamento que da a ésta la ciencia.

Si ni la argumentación ni la experiencia pueden resquebrajar una doctrina, entonces esa doctrina es un dogma, no una
ciencia. Las teorías científicas, lejos de ser perfectas, son o bien fracasos que se olvidan, o bien construcciones
perfectibles, y por tanto corregidas en el curso del tiempo.

Eso puede completar nuestra esquemática exposición de las creencias que quieren ser tomadas como ciencias. Por
varias razones son de desear análisis más detallados de la pseudociencia. En primer lugar, para ayudar a las ciencias
jóvenes —especialmente a la psicología, la antropología y la sociología— a eliminar creencias pseudo científicas. En
segundo lugar, para ayudar a la gente a tomar una actitud crítica en lugar de la credulidad aún corriente. En tercer lugar,
porque la pseudociencia es un buen terreno de prueba, en particular, para los criterios: que caracterizan a la ciencia
distinguiéndola de la no-ciencia.

Por lo demás, la pseudociencia ofrece muy poca cosa a la ciencia contemporánea. Puede valer la pena poner a prueba
alguna de sus conjeturas no contrastadas, si es que son contrastables; algunas de ellas pueden después de todo, tener
algún elemento de verdad, y hasta el establecer que son falsas significará cierta adquisición de conocimiento.

Pero el problema más importante planteado a la ciencia por la pseudociencia es el siguiente: ¿cuáles son los
mecanismos psíquicos y sociales que han permitido sobrevivir hasta la edad atómica a supersticiones arcaicas, como
la fe en la profecía y la fe en que los sueños dicen la verdad oculta? ¿Por qué no se desvanecen las supersticiones y
sus exuberantes desarrollos, las pseudo ciencias, en cuanto se demuestra la falsedad de su lógica, de su metodología
demasiado ingenua o maliciosa, y de sus tesis, incompatibles con los mejores datos y las mejores teorías de que dispone
la ciencia?

3.- ¿QUE ES EL CONOCIMIENTO?


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Quinientos años atrás, los habitantes de Europa ignoraban que existiera en el mundo el continente que, posteriormente,
habría de llamarse América, y estaban persuadidos de que en el hemisferio occidental no podía haber hombres. Según
los conceptos que existían a la sazón con respecto a la estructura del universo, si los hubiera se hallarían cabeza abajo
y no podrían sostenerse sobre la tierra. Al mismo tiempo, los pueblos de América no sospecharon durante milenios la
existencia de Europa ni de sus habitantes; para ellos los europeos no existían, así como para éstos no existían los
americanos.

Hace trescientos años se desconocía la existencia de los microorganismos. El enorme e inabarcable reino de los
microbios, bacilos e infusorios era ignorado por el hombre. Miles de millones de las mas diversos seres vivos, invisibles
a simple vista, vivían por doquier causando daño o beneficio al hombre.

Han transcurrido poco más de cien años desde que se descubrió el planeta Neptuno. No sólo los simples mortales, sino
hasta los astrónomos desconocían su existencia. Año tras año, siglo tras siglo giró Neptuno en su órbita inmensa sin
que nadie supiera de su existencia. Es posible que dentro de uno o dos decenios, el hombre emprenda el camino hacia
el lejano planeta, para conocer más de cerca que tanto tiempo se oculto de nosotros.

Nuestros contemporáneos mayores de cincuenta años recuerdan los tiempos en que “no había” todavía electrones,
protones ni neutrones, ni todo el intrincado y diverso mundo de las diminutas partículas físicas que integran los átomos,
componentes de todas las cosas existentes. En la actualidad, cada día conocemos algo nuevo acerca del micro mundo,
mientras que para nuestros abuelos y bisabuelos, incluso para los mas instruidos, ese micro mundo no existió.
Pero en los hechos existían, pues los electrones y otras partículas elementales existen en realidad, independientemente
de que alguien conozca o no su existencia. Existían inclusive antes de que hubiera físicos y ciencias, antes de que
hubiese hombres en la tierra. Lo mismo giraba Neptuno en su órbita, doscientos, mil, un millón de años atrás, es decir,
mucho antes de que lo descubriese el telescopio de los astrónomos, y microorganismos “vivían su propia vida”, como
si tal cosa, muchos siglos antes de que apareciesen en las lentes de los microscopios.
Las cosas existen independientemente de que se las conozca o no. Existen de modo objetivo, de por si, al margen del
conocimiento, fuera de la conciencia. Ser, no significa ser conocido o ser objeto de conocimiento. Los objetos existentes
se descubren unos antes, otros después, y solo entonces pasan a ser objetos conocidos. Pero, pueden existir al margen
del conocimiento, incluso mucho antes de que se les conozca.

El hombre conoce en la actualidad inconmensurablemente mas de lo que era accesible a la conciencia humana hace
mil, cien mil años. El mundo de los objetos y fenómenos conocidos se amplió y profundizó reiteradamente. Ante el
hombre aparecieron mundos nuevos, ignorados hasta entonces; el cósmico, el microbiológico, el microfísico. Pero todos
existían con anterioridad. Su existencia precedió al conocimiento de ellos. La experiencia histórica del hombre, nos
permite afirmar, que aún queda mucho que conocer.

Estamos convencidos de que la ciencia tiene por delante un largo y brillante camino de descubrimiento, de que nuestros
descendiente conocerán muchísimas cosas que nosotros no sabemos, al igual que a nuestro conocimiento se revelaron
cosas desconocidas para nuestros predecesores. Pero lo que aún no conocemos, lo que deberá ser descubierto por
nuestros descendientes, existe ya en el presente, está ya en el mundo, tiene existencia, como la tenían los americanos,
desconocidos por los europeos, o Neptuno, del que nadie tuviera noción.

Tanto los objetos aislados como el universo en su conjunto, existen fuera de la conciencia independientemente de que
sean o no conocidos. Su existencia no ha menester si presupone su conocimiento. Por el contrario, el conocimiento
exige imprescindiblemente la existencia tanto del objeto como del sujeto desconocimiento. Mientras existieron los
átomos, los planetas, los continentes, sin que existieran los seres conocedores, no hubo conocimiento. Sólo cuando la
tierra, tras un desarrollo de millones de años, aparecieron seres dotados de pensamiento, surgió y se fue desenvolviendo
paulatinamente el conocimiento. Los objetos existentes se fueron convirtiendo, uno tras otro, en objetos más o menos
conocidos, que se reflejan en la conciencia humana.

La conciencia, el conocimiento, es una cualidad que poseen solo los seres vivos altamente desarrollados: los hombres.
La aparición del hombre fue la de un ser dotado de pensamiento, capaz de conocer entre objetos incapaces de hacerlo,
solo existentes. Sin embargo, fuera de esos objetos; sin tierra, sin aire, sin seres vegetales y animales, sin ese cúmulo
de cosas no pensantes pero con existencia real, no hubiese podido surgir la materia pensante, conocedora del mundo
que lo rodea y de si misma, es decir, no existiría el hombre.

El hombre vive en un mundo material. Está ligado por millares de vínculos al ambiente que lo rodea, al enorme cúmulo
de objetos. No es un espectador, y todo cuanto acontece en derredor de él está lejos de ser un mero espectáculo. Los
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hombres viven porque existe dicho mundo, viven en la más estrecha e indisoluble interacción e interdependencia con
el medio. Los hombres somos carne de la carne de ese mundo material, e inconcebibles e inexistentes fuera de él. La
relación del hombre con el mundo no se limita a conocerlo. Actuamos en él, trabajamos, hallándonos en dependencia
permanente respecto del medio y sufriendo su acción incesante. Para conocer el mundo hay que estar en él, adaptarse
a sus condiciones, a sus leyes, modificarlo según las necesidades. El propio conocimiento que tenemos del mundo, es
parte integrante de nuestra adaptación a él. Observamos los objetos que nos rodean, tratamos de comprenderlos, de
conocer sus cualidades para utilizarlas o adaptarlas a nuestras necesidades.

El conocimiento de la realidad circundante es una exigencia de la vida misma. Todas las teorías que explican el mundo
surgieron de las necesidades prácticas de los hombres que lo habitan. Las relaciones entre el hombre y el mundo
exterior se basan en la actividad práctica. No podemos existir sin tener en cuenta el mundo que nos circunda. El nos
obliga a que lo tengamos en cuenta, a que lo “reconozcamos”, a que adecuemos a él nuestras acciones. Nadie que
tenga sentido común, negará la existencia del mundo material fuera de nosotros e independientemente de nuestra
voluntad. Desde el nacimiento hasta la muerte, no podemos dar un paso, ni un suspiro, si no es de conformidad con la
realidad material. Esta demuestra constantemente y de por si su existencia, su independencia de nuestro deseo y de
nuestra conciencia, y castiga con dureza, a quien desdeña sus leyes.

La práctica humana (y nuestra vida es una relación práctica y activa con el mundo), confirma irrefutablemente esta
primera verdad, que constituye la base de todas las demás y de todo el conocimiento científico, que es el conocimiento
de la naturaleza, del mundo material y objetivo que existe al margen e independientemente de nosotros, y que nos dicta
sus leyes. ¿Podemos dudar acaso de que pertenezcamos al mundo real y físico, y de que existe independientemente
de que alguien tenga o no conciencia de ello? Podemos, pero sólo en tanto que reflexionamos, olvidándonos de que
para reflexionar, hay que vivir en el propio mundo cuya existencia ponemos en duda. Pero no podemos dudar de esta
verdad inquebrantable cuando comenzamos a actuar y entramos en relación práctica con la realidad. Y esta relación es
la que tenemos necesariamente, desde el primero, hasta el último de nuestra existencia.

Hemos mencionado la verdad. ¡Pero qué es la verdad? No se puede responder a este antiquísimo interrogante si no
partimos del hecho de que fuera e nuestro conocimiento se extiende un mundo inmenso, que existe de por sí y de
acuerdo con sus leyes. Llamamos verdaderos a todos los conceptos, ideas y teorías que corresponden a la realidad,
que reflejan las cosas tal cual son. Todo lo que produce en nuestra consciencia la naturaleza tal cual es fuera de nuestra
conciencia, es verdad, conocimiento verdadero. La primera misión de toda la ciencia es llegar a la verdad, es decir, al
conocimiento de los objetos como son, sin aditamento alguno, sin deformaciones, sin el menor embellecimiento.
Entendemos por verdad el conocimiento objetivo, es decir, las ideas y teorías que corresponden al propio objeto, a lo
que se conoce, hacia lo que se dirige el pensamiento conocedor, las ideas y las teorías que proporcionan un reflejo
objetivo, la imagen de la propia realidad.
En contraposición a las ideas verdaderas, las falsas proporcionan una imagen deformada de las cosas, no las
representan tal como son. Las ideas falsas pueden ser resultado del desconocimiento, o de errores basados en un
conocimiento imperfecto, consecuencia de prejuicios y de ideas preconcebidas, pueden ser también producto del
engaño y de la equivocación. El camino de la verdad pasa por la superación de todas las limitaciones y errores del
conocimiento, a través de la adquisición de nociones nuevas, más completas y perfectas. Si la verdad radica en la
conformidad con las ideas con los objetos, en el fiel reflejo del mundo exterior por la conciencia, surge la siguiente
pregunta: ¿es capaz nuestra conciencia, la razón humana, del conocimiento objetivo? ¿Es accesible para nosotros la
verdad objetiva, o nuestra razón es por naturaleza incapaz de semejante conocimiento? ¿No nos equivocaremos,
tomando imágenes falsas ilusorias por verdades? ¿Cómo determinar la verdad? ¿Qué nos puede servir de criterio de
la verdad? ¿Cuáles son los límites del conocimiento?, en caso de que exista un limitante para la verdad accesible?

El mundo se refleja en la razón que conoce. Pero hay distintas formas de reflejo. Los espejos curvos deforman lo que
reflejan y hasta la imagen más perfecta del espejo, no coincide con el objeto reflejado. Si observamos una página de
este libro frente al espejo, veremos una imagen invertida. Si miramos la muestra, veremos que la mano derecha se
convierte en izquierda. No podemos percibir al tacto, la mano reflejada en el espejo ya que pierde su densidad, su
dureza, su aspereza; tampoco tiene reverso. No se puede hablar de plena coincidencia del objeto con su imagen
reflejada en el espejo, ni siquiera en un buen espejo. Y no obstante, los objetos se reflejan en él, de manera más o
menos parecida, más o menos exacta. Por la imagen podemos juzgar, en cierta medida, acerca del objeto reflejado,
conocerlo, tener cierta idea acerca de su naturaleza.

¿Qué diferencia hay entre la imagen que se obtiene en la conciencia y la del espejo? En primer lugar, el proceso de
conocimiento es incomparablemente más complejo, y asimilarlo al de la imagen del espejo es una simplificación
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extrema. Nuestro conocimiento refleja el mundo de manera distinta a como lo hace el espejo, y de acuerdo con leyes
que difieren completamente de las que regulan los simples fenómenos ópticos.

Comencemos por decir que el espejo no ve nada, somos nosotros quienes vemos la imagen reflejada. En el espejo la
imagen no deja huella; en la conciencia si. La imagen reflejada en el espejo por centésima vez no se diferencia en nada
de la primera. El reflejo en la conciencia acumula experiencia. Reconocemos el objeto que vemos por segunda vez, y
al observarlo, notamos muchos elementos que no habíamos advertido la vez primera. Las imágenes acumuladas en la
experiencia y conservadas en la memoria, constituyen una base sólida para el conocimiento ulterior. El reflejo en la
conciencia adquiere historia, consecuencia, sucesión; se enriquece. Las percepciones de unos sentidos complementan
las de los otros, se contrastan entre si. Compartimos nuestras experiencias con otras personas; los conocimientos del
mundo circundante, se acumulan y transmiten de generación en generación. Nos apoyamos en los conocimientos
adquiridos por personas que se desconocen entre sí, de diferentes países, acumulados a lo largo de los siglos.
Conservar las percepciones sensoriales en la memoria, nos permite compararlas y confrontarlas. La razón las somete
al análisis, a la comprobación, a la selección a la evaluación; las sintetiza.

Y, lo más importante: nuestra conciencia, a diferencia del espejo, sufre la acción de los objetos reflejados; los propios
hombres actúan sobre ellos; la experiencia se adquiere en el proceso de nuestra interacción con los objetos, en nuestra
actividad práctica, en la vida. Enfrentándonos con los objetos, coadyuvando a su influencia o contrarrestándola,
adquirimos experiencia y conocimientos acerca de ellos. Nos contraponemos al mundo como fuerza activa. No solo
ocurre que los objetos nos cambian, sino que, ante todo, nosotros cambiamos, transformándonos, rehacemos el mundo
que nos rodea. Por el hecho de que un objeto se refleja en el espejo no cambian ni uno ni otro. En la actividad humana
cambian los hombres y el medio. La seguridad, la autenticidad y la objetividad de nuestro conocimiento, se comprueban
y perfeccionan en el proceso de comunicación con los objetos. La verdad de nuestro conocimiento se somete a prueba
en la práctica, que confirma y justifica nuestras esperanzas o las rechaza por no corresponder a la realidad.

La práctica es una relación particular entre los hombres y el mundo, una relación objetiva. Mientras nos limitamos al
conocimiento de las cosas y las reflejamos en la conciencia, éstas no cambian. Cuando actuamos, se operan cambios
reales y objetivos. Por ello, la práctica nos sirve de criterio objetivo, que determina si se corresponden nuestros
conceptos con las cosas mismas, si los conocimientos, en que nos basamos para actuar, son verdaderos. El gran
escritor Máximo Gorka dijo en cierta ocasión de otro escritor: “Conoce la realidad como si la hubiese hecho él mismo”.
El conocimiento comprobado por el hecho, por la práctica, es el más seguro. Sería imposible vivir en el mundo
circundante, si nuestros conocimientos acerca del mismo fueran falsos, ilusorios. Y nosotros no sólo nos adaptamos a
la naturaleza, nos ajustamos a ella, adivinamos sus acciones, proveemos el curso de los acontecimientos, sino que
podemos también adaptar la naturaleza a nuestras necesidades, hacer que trabaje para nosotros. Toda la historia de la
sociedad humana, que va adquiriendo un dominio creciente sobre las fuerzas de la naturaleza y las va sometiendo a
sus intereses, demuestra la objetividad del conocimiento, su capacidad de reflejar las leyes de la naturaleza. Así se
resuelve el problema del criterio objetivo de la verdad; la práctica histórico-social es el criterio, la medida de la objetividad
de nuestro conocimiento.

La práctica demuestra de modo incontrovertible la posibilidad de conocimiento verdadero, el dominio del ser por el
conocimiento. Tal dominio es un hecho evidente. No se debe dudar de la posibilidad de aquello que existe en la realidad.
Si existen en el mundo los peces, es indudable la posibilidad de vida en el agua. Si existen las aves, es ridículo hacer
disquisiciones acerca de la posibilidad de existencia de seres vivos capaces de volar. Y si tenemos ante nosotros, un
cúmulo de objetos ya conocidos, es absurdo dudar de la posibilidad de conocimiento, de nuestra capacidad de conocer
el mundo. Por cuanto la ciencia demuestra en la práctica, la objetividad de nuestro conocimiento, no hay motivo para
dudar de la posibilidad del conocimiento objetivo. Nada demuestra de manera tan convincente e incontestable, la
realidad de la posibilidad, como su realización. La práctica correcta y eficaz, basada en la teoría, es el mejor aval de la
misma.

Es posible cometer gruesos errores, al plantear el problema de la relación entre la verdad y la práctica. Algunos fueron
establecidos y, difundidos por los filósofos norteamericanos representantes del pragmatismo o instrumentalismo. La
verdad –afirman- es lo que se justifica en la práctica (“pragmatismo” proviene del griego pragma, práctica), lo que permite
el logro del fin propuesto, las ideas verdaderas no son otra cosa que las ideas útiles, fructíferas, instrumentos (de aquí
la denominación de “instrumentalismo”) que hallan su justificación en la práctica. Esta actitud no tiene nada en común
con el concepto científico de la práctica como criterio de verdad, que hemos expuesto.

Nuestro concepto de la verdad, se basa en la concordancia de las ideas con la realidad objetiva, la verdad refleja lo que
existe y tal como existe. La verdad es objetiva. Domina la verdad quien conoce la verdad. Ocultar la verdad, inducir al
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error, sembrar ilusiones, puede ser ventajoso y útil para alguien, puede contribuir al logro de determinados fines, pero
con ello lo falso no se vuelve verdadero. Los éxitos logrados mediante el engaño o el error tampoco convierten lo falso
en verdad. No es verdadero lo que corresponde a los intereses de alguien, sino lo que corresponde a la realidad. En
primer caso la “verdad” se subordina a los deseos subjetivos y halla su justificación en el pragmatismo. En el segundo,
el concepto científico de la verdad se basa en su correspondencia con el curso objetivo de las cosas, y sirve para
confirmar la utilidad de la verdad.

Cuando hablamos de la práctica como criterio de la verdad, nos referimos a la verdad objetiva, a la concordancia entre
las ideas y las cosas reales que reflejan: la marcha de las cosas corresponde a nuestros conceptos (práctica), cuando
los propios conceptos corresponden al curso de las cosas (teoría).

Reconocer que el mundo es cognoscible no significa afirmar que la verdad objetiva llegue de golpe, ya acabada. Por el
contrario, rechazamos esa actitud ingenua ante el conocimiento. La verdad no es innata y no cae del cielo. Las verdades
se adquieren, se logran, se conquistan; requieren del hombre: actividad, tensión, trabajo. La verdad objetiva se logra a
través de innumerables búsquedas y de la superación de dificultades. Cuando afirmamos que la verdad objetiva es
accesible al hombre, que se pueden conocer las cosas en si no queremos decir que poseamos ya, un conocimiento
exhaustivo y perfecto de todo lo existente. Lo cognoscible y lo conocido no son lo mismo. La ciencia no es un depósito
de conocimientos acabados; es, ante todo, un proceso cuyo sentido estriba en la adquisición de nuevos conocimientos
y en el perfeccionamiento de los adquiridos con anterioridad. Al investigar la estructura atómica de la materia los
hombres de ciencia no se conformaron con la comprensión del átomo, como partícula elemental e indivisible, pasaron
a la etapa siguiente, mas elevada, que los llevó a conocer la complejísima interacción de las partículas distintas que lo
componen. Tras confirmar que la tierra es uno de los múltiples (cerca de 120,000 millones) cuerpos celestes de nuestro
sistema solar (galaxia), los científicos, no conformes con los conocimientos logrados, continuaron sus búsquedas y
descubrieron que nuestra galaxia no es más que una de los cientos de millones de galaxias de los sistemas estelares,
que integran la meta galaxia. La cognoscibilidad del universo está demostrada por lo mucho ya conocido, por el gran
número de verdades objetivas descubiertas. Los conocimientos adquiridos, a su vez, constituyen el camino para el
desarrollo ulterior del conocimiento. Lo alcanzado nos impulsa hacia nuevos descubrimientos y nos da la seguridad de
éxitos y logros aún mayores en el campo del conocimiento científico.

El conocimiento es un proceso histórico, el paso de lo desconocido a lo conocido, del saber limitado, aproximado e
imperfecto al saber omnímodo, profundo y preciso. Este proceso es ilimitado; no hay barreras para la adquisición de
conocimientos, no existen fenómenos en principio inaccesibles. Los conocimientos adquiridos por el hombre en cada
etapa de su desarrollo espiritual, son ilimitados. Tampoco los conocimientos asimilados por la sociedad, es una etapa
histórica determinada, son exhaustivos ni absolutos. Pero en el proceso histórico de la sociedad, el volumen y el nivel
de los conocimientos crecen constantemente, y este crecimiento no conoce límites. En una palabra, lo conocido es
limitado, lo accesible al conocimiento, ilimitado. La correlación entre lo ya conocido y lo no conocido todavía, cambia
constantemente en el curso de la historia. Cada conquista nueva abre el acceso a las subsiguientes. Cada nuevo paso
en el desarrollo de la ciencia, nos persuade de que las perspectivas del conocimiento son ilimitadas y de que todo lo
existente es susceptible de ser conocido.

Cuando en nuestra época a mediados del siglo XX, contemplamos el universo conocido, experimentamos un doble
sentimiento. Cuanto avanzamos en relación a la generación precedente y que ingenuos y limitados se nos aparecen los
conocimientos de los hombres de los siglos pasados. Cuando hemos descubierto y comprendido. Como se ensancho
la esfera de lo conocido. Ante la ciencia se ha abierto todo un mundo de fenómenos microfísicas, a manera de un nuevo
continente físico. Nuestros conceptos concernientes al espacio cósmico, se incrementaron infinidad de veces un cúmulo
de lugares antes ignotos, se muestra a la mirada de los astrónomos contemporáneos. Ante los microbiólogos aparece
el reino de los virus y, ante los químicos se extiende el anchuroso camino de la creación de sustancia antes inexistentes.
Y todo ello, en pocos decenios.

Al mismo tiempo, el hombre jamás vio con tanta claridad como ahora, cuánto queda aún por conocer, cuantas lagunas
existen todavía, cuan ilimitadas son las perspectivas de lo cognoscible, aún no conocidas. Cuán poco hemos penetrado
en la profundidad de la corteza terrestre: no más de 7 kilómetros, mientras que el radio de la tierra es de 6,000 kilómetros.
Ni un soso habitante de la tierra estuvo en ninguno de los planetas del cosmos. No sabemos aún sintetizar la molécula
viva, partiendo de sustancias químicas no vivas. Se alzan ante nosotros perspectivas ilimitadas para el desarrollo de los
conocimientos científicos. La envergadura colosal de todos estos problemas y posibilidades no nos aplasta ni nos
asusta: por el contrario, nos impulsa y estimula. Escuchar una mirada retrospectiva, contemplar el camino recorrido, lo
logrado, lo conocido, nos permite mirar con seguridad el futuro, donde tanto le queda aún por conocer y asimilar, a la
razón humana, para convertir lo oculto, lo desconocido, lo incomprensible, en descubierto, conocido y logrado.
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El hombre emprendió el camino del conocimiento contando sólo con cinco órganos sensoriales sumamente limitados e
imperfectos. Luego se multiplicaron y perfeccionaron sus posibilidades. En ayuda de los sentidos y para extender los
límites de su experiencia, creó una compleja y diversa técnica, todo un sistema de órganos artificiales de percepción.
Balanzas, relojes, termómetros, telescopios, microscopios, espectroscopios, instalaciones de radar y miles de otros
instrumentos, hicieron accesibles esferas de la existencia que antes no lo eran; enriquecieron, profundizaron y
actualizaron nuestra experiencia. Mundos antes invisibles aparecieron en el campo visual del hombre y fueron
susceptibles de estudio. Al mismo tiempo, se perfeccionó la razón; la lógica y la matemática hicieron que nuestro
pensamiento fuese más flexible, preciso, sutil; capaz de captar los más finos matices y sensaciones, de analizar,
sintetizar y prever el curso de los acontecimientos. De generación en generación se transmite el saber, los medios y
hábitos de conocimiento. Los descubrimientos de los sabios, se convierten en patrimonio, no solo de sus
contemporáneos, sino también de las generaciones futuras. Lo descubierto y conocido una vez, en virtud de la sucesión
histórica, se conserva para la posteridad.

Nuestros conceptos, ideas, teorías que descubren la esencia de las cosas y las leyes de su existencia, no solo se
acumulan y recopilan sino que también se modifican y transforman. La experiencia y la reflexión posteriores descubren
la inexactitud, la parcialidad y el error de algunos conceptos, y requieren su revisión. Lo que pareciera verdadero, puede
resultar sólo parcialmente cierto incluso falso. Los conocimientos profundizados proyectan nueva luz sobre las viejas
teorías, que son sometidas a comprobación y confrontadas en cada nueva etapa del desarrollo científico. Unas se
abandonan por no haberse justificado, por no corresponden a los nuevos hechos descubiertos, otras obtienen nueva
confirmación y se afianzan como verdades objetivas. La verdad se pule, se depura de “escorias”, se comprueba una y
otra vez su autenticidad, en el curso de la historia. Se opera un incesante proceso de perfeccionamiento de la ciencia,
cuyas vías son: las nuevas experiencias, las nuevas reflexiones y, en particular, la continua comprobación en la práctica.

No hay límites para la posibilidad de conocimiento, excepto los históricos. No se trata solo de que en cada época, se
alcanza un grado determinado, fijo, en el camino infinito del conocimiento humano. El problema estriba, en que la ciencia
no tuvo posibilidades ilimitadas en todas las etapas del desarrollo social, lo dificultaba el régimen político imperante. En
las diferentes formaciones económicas sociales que se han desarrollado en el transcurso de la historia, la ciencia en
algunas oportunidades ha tenido vinculación con diferentes sectores. Pero en otras etapas de la historia, la ciencia se
ha convertido en algo extraño y lejano para los hombres y solo ha sido quehacer de algunos privilegiados, es decir
aquellos que pudieron dedicar parte de su vida a la investigación científica, a pesar de que los efectos del trabajo
científico se manifiestan de manera directa en toda la humanidad. Es natural que en esas condiciones, solo pudiesen
participar activamente en la elaboración de conocimientos, en el descubrimiento de nuevas verdades, unos pocos
elegidos. Imaginemos cómo se hubiese acelerado el ritmo e incrementado la envergadura del desarrollo científico, si
los conocimientos hubiesen sido accesibles al pueblo, si en lugar de unas decenas, expedita la creación científica.
¿Cuántos con grandes dotes naturales, vegetaron y continúan vegetando en la ignorancia?

Los períodos históricos en los cuales las diferentes formas económicas sociales no permitían la difusión del
conocimiento, limitaba consecuentemente el que los hombres en general tuvieran acceso a la ciencia. Esta claro que
se registran en períodos determinados un progreso del conocimiento científico y un gran avance en la investigación y
teorización. La ciencia, está claro, es el patrimonio de millones de hombres en la medida de que su desarrollo depende
el desarrollo y bienestar de la humanidad.

Pero está claro que no solo se trata del acceso que los hombres deben de tener a la ciencia y a sus beneficios, sino que
además determinados regímenes ponen trabas y dificultades para la difusión y descubrimiento de la verdad. Quienes
basan su dominio y su poder en la falsedad y el engaño, son enemigos de la verdad, no la consienten, la temen. El freno
al desarrollo del conocimiento no fue, por lo tanto, la impotencia de la razón humana ni la incognoscibilidad de las cosas;
ni el bajo nivel alcanzado por la cultura, sino la restricción consciente y premeditada, por parte de las clases dominantes,
y, con frecuencia, el ocultamiento de la verdad, la difusión de ideas y teorías falsas en aras de sus intereses. He ahí por
qué el afán de verdad, propio de las personas avanzadas, motiva la lucha por la abolición de los obstáculos sociales,
por la transformación de la sociedad, por la instauración de un régimen libre de quienes están interesados en la
ignorancia y la oscuridad de quienes temen a la verdad como los murciélagos al sol.

El conocimiento es fuerza; esto lo comprendió la humanidad, hace mucho tiempo. “El hombre nace dos veces –dice un
viejo proverbio oriental-: la primera, cuando viene al mundo, la segunda, cuando conoce la verdad”. Quienes dificultad
la difusión de los conocimientos científicos, inciden que el pueblo llegue a tener este manantial de fuerza. Todos
comprenden en que consiste la superioridad del vidente sobre el ciego. Es fácil advertir la ventaja que tiene el que ve
las cosas a la luz verdadera, el que conoce mas sobre quien carece de dicha posibilidad. El conocimiento científico
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surge de la experiencia vital, de la práctica social, y amplia incalculablemente nuestros horizontes; permite penetrar en
la profundidad de las cosas inaccesibles al ojo no preparado, descubrir su esencia, comprender las leyes del desarrollo
de la naturaleza y la de la sociedad para que nuestra práctica sea aún mas fecunda. El conocimiento científico no solo
amplía los límites accesibles a la comprensión, sino que corrige también los conceptos empobrecidos, basados en la
experiencia superficial de la vida cotidiana. Gracias a la ciencia, pasamos del conocimiento superficial de las cosas a
su comprensión más profunda. Tras de las cosas, tal como nos parecen, aparecen las cosas en sí.

“Para mi –dijo en cierta ocasión el gran escritor norteamericano Ernest Hemingway- lo más sólido es el conocimiento”.
‘Cómo se manifiesta la fuerza que proporciona el conocimiento? Nosotros vivimos en la naturaleza y en la sociedad,
que existen y se desarrollan de acuerdo con sus leyes. Nuestros éxitos y nuestros logros dependen del grado de
dominio sobre las fuerzas de la naturaleza y del desarrollo social, poniéndolas al servicio de nuestras necesidades y
afanes. Mas, para hacerlo, hay que estudiar sus leyes, conocer las fuerzas que las impulsan, descubrir los mecanismos
que dirigen su desarrollo. El dominio de las fuerzas de la naturaleza y de la historia, la capacidad de dirigirlas, necesita
conocer profunda y científicamente, las leyes que las rigen. La posibilidad de previsión científica, permite prever la
marcha de los acontecimientos, actuar sobre ellos y dirigirlos. El conocimiento del universo conduce a su dominio: el
hombre que conoce no vive entre objetos ajenos enigmáticos y misteriosos; sabe acerca de las particularidades y las
leyes que rigen las fuerzas y fenómenos que lo circundan, sabe lo que puede esperar de ellos y como se puede influir
sobre ellos. Para actuar de modo consecuente sobre el mundo, hay que comprenderlo. Para transformar el mundo, hay
que desentrañarlo.

Un solo camino, permite adquirir y acrecentar los conocimientos: la asimilación y el desarrollo de los progresos
científicos. No hay otro. No existen otras fuentes ni otros medios de conocer el universo. La ampliación de nuestros
conocimientos. No podemos esperar del medio que nos rodea, ni de nosotros mismos, la ampliación de nuestro saber,
sino de los descubrimientos que efectúan, las diversas ramas de la ciencia. De allí dimana todo lo nuevo que conocemos,
todo lo que enriqueció y enriquece constantemente nuestro conocimiento de las cosas existentes.

De las llamadas Sagradas Escrituras, los hombres del siglo XX no han podido saber nada que no supieran los del XV,
o X. Lo que contienen (independientemente de que sea verdadero o falso), no se incrementa, no se renueva, no se
desarrolla. Si sustentáramos nuestros conocimientos en los libros religiosos, permaneceríamos en el mismo nivel en
que se hallaron nuestros antepasados. Y si los hombres hubiésemos confiando en los conocimientos que proporciona
la religión, no hubiésemos avanzado ni un solo pasó en el conocimiento de la naturaleza. La fe religiosa se basa en la
creencia de que Dios creó el mundo.

Lo expuesto en las “sagradas escrituras” es presentado como inaccesible e inquebrantable. Con eso se frena el
desarrollo del conocimiento, ya que este exige una renovación y un perfeccionamiento constante. Y lo nuevo que
nosotros supimos y sabemos, no se debe a la rutinaria y estancada religión; lo conseguimos gracias a la búsqueda y
descubrimientos incansables de los investigadores. La historia del conocimiento muestra que si bien nos queda todavía
mucho por conocer, el único camino para hacerlo es el que hemos seguido hasta ahora: la ciencia. Ella nos ha mostrado
lo que ya sabemos y lo que nos hace falta. No hay nada inaccesible al conocimiento científico, cuyo camino es distinto
al de la revelación divina, las profecías o los sueños fatídicos; o sea el no científico.

Las convicciones y creencias no fundadas en los conocimientos científicos, y que los contradicen, son nocivas no solo
porque no corresponden a la realidad, e inducen a error, sino también porque adormecen el pensamiento, extinguen la
sed de saber, y el interés por el mundo circundante. Si el hombre se convence de que ignora o no comprende algo, ello
le induce a desear, buscar y adquirir los conocimientos. Si queda preso del error y la superstición, no surgirá el deseo
de conocer la verdad y jamás la conocerá.

Pero todos los logros de la ciencia son logros del hombre. Nadie nos dio los conocimientos, ni surgieron de la nada.
Todo cuanto hemos logrado y lo que logremos en el futuro, lo debemos y de deberemos a nuestras manos y a nuestro
intelecto; es y será el resultado del tenaz e insistente escuerzo secular, del colosal trabajo físico e intelectual de muchas
generaciones humanas.

Nunca aparecieron con tanto relieve, la fuerza y la potencia que proporcionan los conocimientos como en nuestra época.
Jamás se vio tan claro el enorme papel que desempeña la ciencia en la vida del hombre. La ciencia ha conquistado tal
lugar en nuestra vida, que se ha hecho imposible negarla o rechazarla como hicieran en el pasado, los enemigos del
progreso.
92
La industria, la construcción, el transporte, la agricultura, la sanidad e incluso la vida cotidiana están lejos de ser todas
las esferas en las que se aplican, en gran escala, los adelantos de la ciencia moderna. Vivimos en una época de
revolución técnica. El descubrimiento de la energía atómica, el dominio del espacio cósmico, el automatismo en la
producción, la cibernética, que construye máquinas capaces de realizar ciertas operaciones mentales, la obtención de
los mas diversos materiales artificiales, que reemplazan a las materias primas naturales y que las superan en muchos
sentidos; todo ello abre una nueva era de progreso técnico, que permite mejorar notoriamente las condiciones de trabajo
y de vida de los hombres.

Apoyándose en los adelantos de la ciencia moderna, el hombre puede obrar prodigios, ante los cuales palidecerán los
“milagros” inventados por los autores de los mitos religiosos. Los progresos científicos y técnicos se adelantan ahora a
la fantasía. Si apareciese hoy entre nosotros un hombre de los siglos pasados, ¿no creería hallarse en el país de las
maravillas? Y estos son los primeros pasos, el comienzo de la realización de las gigantescas posibilidades que se abren
ante la humanidad. Es difícil imaginar los prodigios que obrará el hombre, cuando todos los pueblos del mundo rompan
sus cadenas de miseria y esclavitud, y arrojen de si los prejuicios y supersticiones.

Vivimos en una época muy compleja, conmovida por agudas contradicciones. Se operan acontecimientos grandiosos.
El tiempo, que aceleró su carrera, aporta mucho de nuevo, de extraordinario. No se puede participar consciente y
activamente de los procesos históricos, ni es posible orientarse en el entrelazamiento contradictorio de los
acontecimientos si no se poseen los conocimientos teóricos, ni se domina la forma científica del pensamiento.

En la época actual no es posible dominar la totalidad de los conocimientos alcanzados por la ciencia moderna. Su
volumen es tal, que incluso los científicos especialistas sólo dominan a la perfección determinados campos del saber.
Pero se puede y se debe poseer un concepto científico del universo, que permita dominar el método, tener una actitud
científica en el conocimiento del universo y de la vida, y plantear correctamente los problemas que surgen ante el
hombre.

La mutua relación entre los hombres, consecuencia del desarrollo de las comunicaciones y de los diversos medios de
transmisión, incrementó en alto grado el contacto y la interdependencia de las diferentes regiones del mundo. Ningún
pueblo puede vivir al margen de lo que acontece en el orbe. El destino de los hombres está vinculado, por miles de
hilos, a lo que sucede en todas partes. Jamás fue tan fuerte la interdependencia de los hombres, como en la actualidad.

El hombre es impotente ante el impetuoso alud de enormes cambios que experimenta el mundo, si no está pertrechado
de conocimientos que le permitan comprender las leyes que los rigen, y ver lo principal, lo esencial y decisivo, en el
abigarrado cúmulo de fenómenos. La diferencia entre el hombre dotado de un concepto científico del universo y el
hombre carente de él. Es la misma que la existente entre el palo que flota a la deriva y el navegante que sabe adonde
se dirige y tiene en cuenta el movimiento de las olas y la dirección del viento.

Para actuar con seguridad, nuestro concepto del universo debe ser científico, debe basarse en el nivel de conocimientos
alcanzados por la ciencia.

El concepto científico aborda el universo, la naturaleza y la sociedad, todo cuanto acontece en derredor de nuestro y
en nosotros mismos, basándose plenamente en los principios, las deducciones y los métodos del conocimiento científico
y sin dejar a la supervivencia de concepciones anticientíficas o a las supersticiones. El verdadero concepto científico
alumbra el camino hacia un camino mejor, dispersa la oscuridad de la ignorancia, muestra las cosas tal y como son la
realidad, pone al descubierto la verdad y arranca las falsas caretas. Al mismo tiempo, enseña como cambiar el mundo,
como mejorarlo, para que la vida humana sea feliz y gozosa.

Se le presentan algunos problemas a resolver sobre la base de la lectura anterior:

1. ¿Por qué se afirma que la misión de la ciencia es el conocimiento de la verdad?


2. ¿Qué entendemos por reflejo de la imagen en la conciencia?
3. ¿En qué consiste la práctica del hombre en relación al mundo?
4. ¿Porqué se dice que la verdad es objetiva y como se logra obtener?
5. Al afirmar que el conocimiento es un proceso histórico, ¿a qué estamos refiriéndonos?, y ¿qué es lo que indica
el paso de lo desconocido a lo conocido?
6. La experiencia es un paso del conocimiento, entonces ¿cómo la caracterizamos?
7. ¿Usted cree que el conocimiento humano tiene límites?
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4.- ORIGEN DE LAS CIENCIAS
“La ciencia es la historia”
John d. Bernal

Antes de poder entender la ciencia tal como la conocemos ahora –como una institución social con su propia tradición y
sus propios métodos características-, es necesario examinar, antes que nada, sus orígenes. Ahora bien, el estudio de
los orígenes de la ciencia presenta un doble problema. El primero consiste en la dificultad –inherente a todos los estudios
sobre el origen de algo- de que cuando nos remontamos hasta llegar a los periodos críticos en los cuales se hicieron
las innovaciones básicas, se hace más arduo el descubrimiento de lo que realmente ha ocurrido. Solo que, en el caso
de la ciencia, se presenta otra dificultad adicional, debido a que la ciencia no aparece en un principio en una forma
reconocible, sino que se fue distinguiendo gradualmente de los aspectos mas generalizados de la vida cultural de esas
épocas. Así, es necesario buscar sus fuentes ocultas en las historia de las artes y de las instituciones humanas.

Debido a que el carácter esencial de la ciencia lo constituye su interés en las manipulaciones y transformaciones
efectivas de la materia, la corriente científica principal proviene de las técnicas prácticas del hombre primitivo; la ciencia
mostrada e imitada, y no aprendida de memoria. La expresión de la ciencia, sin embargo, es inicialmente verbal y luego
escrita; por consiguiente, las ideas y las teorías de la ciencia son extraídas de la vida social y provienen, a su vez, de la
magia, la religión y la filosofía.

La influencia de la cultura de las épocas antiguas afecta a nuestra cultura actual a través de una cadena ininterrumpida
de tradición, de la cual sólo la parte más reciente es una tradición escrita. Nuestra elaborada civilización mecánica y
científica ha surgido por entero de la técnica material y de las instituciones sociales del pasado remoto, en otras palabras,
de los oficios y costumbres de nuestros antepasados. El descubrimiento de estos oficios y costumbres constituye la
tarea de los historiadores y de sus colegas –los arqueólogos, los antropólogos y los filólogos. Ellos trabajan con los
registros materiales y escritos del pasado y por medio del análisis de las costumbres y lenguajes actuales de los pueblos
primitivos y de los civilizados.

Ahora bien, en esos períodos primitivos los hechos son conocidos de modo fragmentario e imperfecto y son difíciles de
reunir. En su mayor parte, únicamente son accesibles a los expertos en campos especializados, que ordinariamente se
han ocupado de establecer las secuencias correctas y las interacciones de las culturas, y rara vez se han interesado en
los problemas que presenta la indagación de los orígenes y las influencias de las ciencias. Debido a que yo no soy
historiador ni erudito, sino un científico activo, las reconstrucciones que hago tienen la limitación de ser provisionales y
abiertamente susceptibles de crítica. Pero, es justamente de esta crítica y de las investigaciones a que la conduzca, de
donde se podrá llegar a establecer un cuadro coherente y razonable.

Desde luego, hubiera sido posible dejar completamente a un lado la exposición de los períodos primitivos. Aún así se
podría escribir una explicación perfectamente inteligible de una ciencia moderna y, tal vez, de la ciencia medieval. Pero
semejante explicación resultaría engañosa. Mucho de lo que se tendría que aceptar como cierto, presentándolo como
evidente por si mismo o como arbitrario, es efectivamente resultado de los factores específicamente científicos y sociales
operante en la antigüedad. Por ejemplo, el gran debate acerca de la revolución de las esferas celestes, que señala el
principio de la ciencia moderna, es ininteligible sin el conocimiento del origen mítico cosmológico de dichas esferas, que
se remonta por lo menos hasta las primeras etapas de la cultura mesopotámica.

En esta segunda parte trataremos de dar, en forma esquemática, una explicación de la creación y la diferenciación de
la ciencia, en relación con los primeros desarrollos de las sociedades humanas. El gran período histórico tratado aquí
comprende dos grandes etapas, divididas por la invención crucial de la agricultura. La primera etapa comprende la Edad
Paleolítica entera, cuya base es la recolección de alimentos y la caza. La segunda etapa incluye los períodos de la
agricultura primitiva (Edad Neolítica); de la primera cultura urbana fluvial en Egipto, Mesopotámia, la India y la China
(Edad de Bronce); y las primeras ciudades independientes basadas en los oficios y el comercio (Edad de Hierro),
comprendiendo las civilizaciones clásicas de Grecia y Roma. Para los propósitos de este libro es conveniente separar
este último período, en parte porque nos es mucho mejor conocido por las fuentes escritas de que disponemos, pero
más todavía porque su tradición se ha incorporado directamente a la ciencia moderna. De acuerdo con esto, la segunda
parte se encuentra dividida en tres capítulos: capítulo segundo, la Edad Paleolítica; capítulo tercero, Edad Neolítica y
edad de Bronce; y capítulo cuarto; Edad de Hierro y Cultura Clásica.

En cada uno de éstos períodos los hombres han hecho contribuciones a las técnicas y a las ideas que constituyen la
base necesaria de la ciencia. En la Edad Paleolítica se produjeron las principales maneras de manipular y conformar
los materiales, incluyendo el uso del fuego, el conocimiento práctico de la existencia y los hábitos de animales y plantas
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en la naturaleza salvaje. Lo mismo que las invenciones sociales fundamentales del parentesco, el lenguaje, los ritos, la
música y la pintura. La cultura urbana de la Edad Neolítica trajo consigo, junto con la agricultura, el tejido y la cerámica,
las invenciones sociales del simbolismo pictórico y de la religión organizada. La Edad de Bronce agregó los metales, la
arquitectura, la rueda y otros artefactos mecánicos; también produjo algo de mayor importancia aún: la decisiva
invención social de la ciudad misma. –la civis de la civilización, la polis de la política. La ciudad fue la que hizo posible
los progresos técnicos y, con ellos, todo un conjunto de invenciones intelectuales, económicas y políticas –los números,
la escritura, el comercio- dentro del dominio de la evolución del nuevo sistema de clases y de gobierno organizado.
Entonces empezó a surgir una ciencia consciente y las disciplinas distinguibles de la astronomía, la medicina y la
química adquirieron sus primeras tradiciones.

La Edad de Hierro no produjo una transformación notable en la técnica material, no obstante que agregó el vidrio y
mejoró las herramientas y las máquinas. Su principal contribución consistió en extender y propagar la civilización, con
el empleo del nuevo metal económico –el hierro-; sin embargo, las invenciones sociales del alfabeto, el dinero, la política
y la filosofía prepararon el terreno para el rápido desarrollo y extensión de las técnicas y la ciencia. Fue en este período
cuando los griegos reunieron la experiencia técnica de los antiguos imperios y la desenvolvieron en la primera ciencia
enteramente racional, que tiene una conexión directa e ineludible con nuestra propia ciencia. Sin embargo, el período
clásico fue también una época de guerras y conflictos sociales, de esclavitud y opresión. Su expresión final, el Imperio
Romano, aportó poco a la ciencia y mucho a las obras públicas y al derecho. A causa de sus contradicciones inherentes,
sobrevivió gradualmente su decadencia política e intelectual y, con su derrumbe, la ciencia de antigüedad clásica quedó
eclipsada; pero, otras ramas paralelas siguieron floreciendo en Persia, la India y la China, y prepararon el camino para
un nuevo avance.

5.- LAS CIENCIAS NATURALES Y LAS CIENCIAS SOCIALES


F.V. Konstantinov

5.1 Las ciencias naturales

Las ciencias naturales –el sistema de ciencias de la naturaleza- constituye una de las tres ramas esenciales del saber
humano; son la base teórica de la industria y la agricultura, la técnica y la medicina; el fundamento científico de la
filosofía del materialismo, de la interpretación dialéctica de la naturaleza. El conocimiento de la naturaleza es resultado
de la actividad teórica y productiva del hombre. Las ciencias naturales tienen un doble objetivo: 1) descubrir la esencia
de los fenómenos de la naturaleza, conocer sus leyes y prever sobre su base los nuevos fenómenos, y 2) señalar las
posibilidades de aplicar en la práctica las leyes sobre la naturaleza, que han sido conocidas.

La ciencia nace al calor de las necesidades de la práctica social y, principalmente, de la producción material. Son objeto
de observación y de síntesis científica; ante todo, los fenómenos de la naturaleza relacionados de un modo o de otro
con la vida material de la sociedad, con la producción. La práctica de la producción ha impulsado al hombre al
conocimiento de las causas de los fenómenos tales como los cambios del día y la noche, las estaciones del año, las
variaciones del tiempo, el desbordamiento de los ríos. Las necesidades prácticas movieron al hombre a la necesidad
de conocer las causas de las enfermedades de los hombres y los animales, a estudiar las cualidades provechosas y
novias de los vegetales, las características y las costumbres de los animales, a conocer las propiedades mecánicas,
físicas y químicas de los cuerpos, de los minerales, etc.

En un principio, los conocimientos del hombre eran muy limitados, se aferraban a la memoria de las gentes y se
transmitían en tradición oral a lo largo de los siglos. Estos conocimientos se reducían, fundamentalmente, a la
experiencia productiva del hombre. Pero, al desarrollarse la sociedad, con la división del trabajo y la diversificación de
las actividades humanas, con la aparición de las clases y del Estado, se ensancharon los conocimientos del hombre
acerca del mundo circundante. La memoria del hombre individual no podía retener todos los conocimientos y surgió la
necesidad de registrar por escrito las observaciones y generalizaciones de lo observado. Surgió así el arte de la
escritura.

La escritura no fue, como no lo fue tampoco el lenguaje articulado, la invención de un solo hombre. Fue como medio de
intercambio de pensamientos y vehículo de acumulación de conocimientos, el resultado de los esfuerzos de muchos
hombres. Sin embargo, durante mucho tiempo, el arte de la escritura, en su forma mas desarrolladas, se mantuvo al
igual que la ciencia, como monopolio de un círculo reducido de personas en los medios de las clases dominantes: los
sacerdotes, el clero, los funcionarios y los intelectuales.
95
El arte de la escritura, una vez conocido, se convirtió en poderoso medio de acumulación de conocimientos, que
pudieron así transmitirse de generación en generación y de unos pueblos a otros. Al principio el registro por escrito de
diversas clases de noticias y observaciones era algo desordenado, incoherente y, no pocas veces, contradictorio.
Quienes sabían escribir registraban las noticias de las campañas, guerras, las victorias y las derrotas, la vida, los usos
y costumbres de otros pueblos, la fauna y la flora de diversos lugares, etc. Y se recogían, asimismo las observaciones
relacionadas con la base sobre que descansa la vida de la sociedad: la producción (la época del desbordamiento de los
ríos, el comienzo de las faenas del campo, el tiempo en que maduraban los frutos, etc.). Mas tarde, los apuntes fueron
ordenándose y sistematizándose; los conocimientos acumulados permitieron establecer nexos entre ellos, descubrir la
interdependencia entre los fenómenos y sus leyes. Surgieron así, los primeros rudimentos de la ciencia.

La astronomía surgió de la necesidad práctica de conocer las leyes que rigen el cambio de las estaciones del año y de
la necesidad de orientarse para viajar en la noche. En el antiguo Egipto y en Babilonia, donde la agricultura se hallaba
íntimamente vinculada a las inundaciones de los ríos, los conocimientos astronómicos eran indispensables para poder
calcular los períodos en que se producían las inundaciones de los ríos que se desbordaban.

El desarrollo de la astronomía exigía el de la matemática, como base obligada de ella. Generalmente, los astrónomos
antiguos eran al mismo tiempo destacados matemáticos. La necesidad de medir los campos hizo nacer la geometría.
La construcción de grandes edificios y las complicadas obras hidrotecnias (canales, presas, diques, etc.), así como las
necesidades de la navegación y de las artes de la guerra, hicieron surgir la mecánica, la que, a su vez, impulso el
desarrollo ulterior de la matemática.

La necesidad vital de la lucha contra las enfermedades de los hombres y de los animales hizo que aparecieran la
medicina y la veterinaria; y ello contribuyó, a su vez, al nacimiento y desarrollo de la botánica, la zoología, la anatomía
y la filosofía.

Por regla general, las ciencias naturales daban respuesta a los problemas planteados por la producción y generalizaban
las enseñanzas de la práctica. Mucho antes de la que formulase el principio de que el frotamiento se convertía en el
calor, el hombre había aprendido a producir el fuego frotando dos palos. Antes de que se descubriera la ley de la
transformación de la energía, ya se realizaba prácticamente esta operación (en la máquina de vapor). Lo que no debe
interpretarse en el sentido de que la ciencia solo pueda generalizar pasivamente las experiencias previamente
conseguidas en el campo de la producción. Nada de eso: la ciencia, apoyándose en las síntesis teóricas de las
enseñanzas de la práctica, lleva a cabo descubrimientos que impulsan y revolucionan la propia producción.

Tal ha ocurrido, por ejemplo, con el descubrimiento de la leyes del vapor y la invención de la máquina de vapor, con el
descubrimiento de las leyes de la electricidad, el de la energía atómica, con el descubrimiento por Michurin de las leyes
sobre la plasmación artificial de las formas de los organismos, con el de la leyes del fomento de la fecundidad del suelo,
llevado a cabo por los sabios rusos Dokuchaev, Kostychev y Prianishnikov, etc.

La influencia de la producción, de las necesidades económicas, sobre el desarrollo de la ciencia no siempre es directa,
inmediata, sino que adopta a veces, formas indirectas. Pero de un modo o de otro, las necesidades de la vida material
de la sociedad determinan siempre y dondequiera el desarrollo de la ciencia, aunque los mismos hombres de ciencia
no se den, a veces, cuenta de ello.

Algunos historiadores afirman que no es la ciencia la que depende de la producción social, sino que por el contrario, el
estado y el desarrollo de la producción dependen del desarrollo de la ciencia. Según ellos, la ciencia es el fruto de las
puras cavilaciones y especulaciones del investigador recogido en la soledad de su laboratorio o de su cuarto de estudio,
al margen de la vida y de sus necesidades. Pero el mejor mentís a esta concepción idealista lo de la producción, las
necesidades técnicas, han ejercido sobre la aparición y el desarrollo de las ciencias mayor influencia que decenas de
universidades, La moderna gran industria seria inconcebible sin la mecánica, la física y la química modernas, pero, a su
vez, el vertiginoso desarrollo de estas ciencias ha sido determinado, cabalmente, por las necesidades de la gran
industria, basada en las conquistas de las ciencias naturales. La física y la química modernas no podrían concebirse sin
la grandiosa técnica de nuestro tiempo, la cual puesta en manos de los físicos y los químicos, da como resultado la gran
industria.

La historia de todos los grandes descubrimientos científicos demuestra que la fuerza motriz en el nacimiento y el
desarrollo de la ciencia ha sido la práctica social, las necesidades del desarrollo y de las fuerzas productivas, las
necesidades del desarrollo económico, la lucha de clases.
96
Los mayores éxitos logrados en el desarrollo de las ciencias naturales en los siglos XVII y XVIII correspondieron al
campo de la mecánica, de la astronomía y de la ciencia matemática, relacionada con ellas. Estas ramas del conocimiento
científico eran las más directamente vinculadas con las apremiantes necesidades de la creciente industria y con el
desarrollo de la vida material de la naciente sociedad capitalista.

A diferencia de todos los modos de producción anteriores, basados en una técnica rutinaria, el modo de producción
capitalista se basa en la técnica a base de máquinas, inseparable de la aplicación de la ciencia a la producción. Y son
precisamente las necesidades del desarrollo de la producción, de la técnica maquinista, las que determinan y explican,
fundamentalmente, el impetuoso desarrollo de las ciencias naturales.

El primer período de desarrollo de las ciencias naturales la época del capitalismo, a partir del siglo XVI, trajo consigo
grandiosos descubrimientos en el campo de las matemáticas, de la mecánica y de la astronomía, pero en lo tocante al
estudio de los fenómenos orgánicos no rebasó los límites de las etapas iniciales del conocimiento. Todavía no fueron
investigados, entonces, ni las formas orgánicas en su sucesión histórica (paleontología), ni los cambios históricos de
las condiciones geológicas del desarrollo de los organismos (geología). Los naturalistas seguían enfocando la
naturaleza desde el punto de vista metafísico. Para un estudio más profundo y certero de las formas de la vida orgánica,
no bastaban “los dos fundamentos primarios, la máquina y la ciencia de la forma estructural orgánica principal, de la
célula”.

Desde mediados del siglo XVIII, y sobre todo a partir del XIX, los grandes descubrimientos científicos fueron abriendo
una brecha tras otra en la concepción metafísica de la naturaleza; la teoría de Kant Leplace sobre los orígenes naturales
del sistema solar; la doctrina sobre el desarrollo histórico del planeta y la teoría paleontológica sobre la sucesión
coherente de los cambios operados en las formas orgánicas de la tierra; la aparición de la química orgánica y la creación
artificial de organismos, que vinieron a demostrar la posibilidad de aplicar las leyes químicas en el campo de la
naturaleza viva, el descubrimiento de la teoría mecánica del calor y de la ley de la transformación de la energía; el de la
estructura celular de los organismos; los descubrimientos de Lamarck, Darwin, Michurin, Timiriazey y Pavlov, al igual
que muchos otros, llevados a cabo en el campo de las ciencias naturales, vinieron a poner de manifiesto la unidad de
la naturaleza y los nexos internos existentes entre todas sus formas, en un desarrollo histórico ininterrumpido.

La teoría del desarrollo no podría haber triunfado en la ciencia bajo las condiciones del feudalismo, en que la producción
se mantenía en una relativa inercia, en que toda la vida social discurría con una gran lentitud y en que prevalecía una
ideología religiosa extraordinariamente conservadora. El capitalismo destruyó las relaciones feudales, revolucionó la
producción y aceleró con ello el curso de la vida social. La revolución operada en el modo de producción trajo consigo
las revoluciones políticas burguesas. Y todo ello imprimió un poderoso impulso a los grandes progresos logrados en el
campo de las ciencias naturales.

La ciencia en la sociedad burguesa, es una prisionera y una servidora del capital, un instrumento de la explotación. Bajo
el capitalismo, el trabajo y la ciencia se hallan en una relación antagónica: el desarrollo de la ciencia, como el de las
fuerzas productivas, conduce en esa sociedad al empobrecimiento de los trabajadores.

La avidez de las máximas ganancias, la competencia y las exigencias planteadas por las guerras imperialistas obligan
a los capitalistas a desarrollar la técnica y la ciencia. Pero esta misma ambición de la ganancia máxima empuja a los
capitalistas, por otra parte, a limitar el desarrollo de la ciencia y de la técnica, cuando los nuevos inventos ponen en
peligro la obtención de dicha ganancia. Los monopolios capitalistas someten por entero a sus intereses y a sus fines las
actividades de la investigación científica. Bajo las condiciones del capitalismo, los laboratorios e institutos de
investigación científica se crean con sujeción al mismo principio que cualquier empresa capitalista; son sencillamente,
empresas capitalistas de un tipo especial y dotado de un equipo complicado. Cientos y miles de sabios e ingenieros
trabajan en ellas bajo las órdenes y el control de los monopolios capitalistas.

El desarrollo de la ciencia, y principalmente el de la física, el de la química y de las demás ciencias aplicadas que
guardan una relación directa con el desarrollo de la técnica, no se interrumpe, como es natural, en la época de la
descomposición del capitalismo, pero cobra, al llegar a este período, un carácter unilateral y deforme. Se descubren
nuevas fuentes de materias primas y energías, nuevos materiales y sucedáneos: la energía atómica, la bencina sintética,
los materiales plásticos, etc. <pero, bajo las condiciones del imperialismo, todas estas conquistas no sirven más que
para reforzar la explotación y la miseria de las masas, para crear nuevos y mas perfeccionados artefactos de matanza
y destrucción.
97
Hemos visto mas arriba que la ciencia surge al calor de las necesidades de la práctica, que se desarrolla en íntima
relación con las necesidades de los avances de la técnica, con las exigencias de la producción. Las ciencias naturales
sirven a las necesidades de la producción. El conjunto de los conocimientos científicos, contrastados y confirmados con
la práctica, nos ofrecen la verdad objetiva. Estos conocimientos verdaderos, científicos, van acumulándose de
generación en generación, de una a otra época, de una a otra formación social. No se destruyen al ser sustituida una
base económica por otra, sino que se conservan, se multiplican y siguen desarrollándose.

Los teoremas de Euclides, la ley de la gravitación universal, la ley de la conservación de la materia, la ley de la
conservación y transformación de la energía, etc., son verdades objetivas, que no dependen del hombre ni de la
humanidad. Las leyes de las ciencias naturales y técnicas pueden servir a diferentes modos de producción.

Ahora bien, la ciencia no consiste solamente en la formulación de leyes, teoremas y axiomas, sino también en su
interpretación y generalización filosófica, teórica. Y, en este terreno, se despliega en la ciencia una enconada lucha de
opiniones.

La historia de la ciencia es la historia de la lucha entre el conocimiento y la fe, entre la ciencia y la religión, entre el
materialismo y el idealismo; la historia de la lucha entre las tendencias retardatarias, reaccionarias, conservadoras.
Lucha que, en la sociedad de clases, es un reflejo de la lucha de clases.

En el tiempo de Darwin, se liberaba la lucha entre los darwinistas y sus adversarios. En nuestro tiempo, la física, la
química y la biología, y no digamos las ciencias sociales, son la palestra en que se mantiene una enconada lucha entre
tendencias antagónicas, la lucha entre el pensamiento científico avanzado y las tendencias que pugnan por tirar de la
ciencia hacia atrás, preconizando teorías idealistas y metafísicas, radicalmente enemigas de la ciencia.

Pero, al lado de esto, existe y es también común, una diferencia esencial entre las ciencias naturales y las sociales. Por
si mismo objeto de investigación, la mayoría de las ciencias sociales, en especial la economía política, la sociología, la
teoría del Estado y del derecho, afectan a los intereses de las clases explotadoras, y esto hace que provoquen las más
bajas pasiones, que desencadenen “las furias del interés privado”.

5.2 Las ciencias sociales

Las ciencias sociales, a las que se denomina también ciencias humanas, son el conjunto de cuantas se ocupan del
hombre y de la sociedad, las cuales se diferencian de las ciencias de la naturaleza (ciencias naturales) también por la
aplicación práctica de sus leyes. Entre las ciencias humanas se destacan las ciencias del pensamiento. Las ciencias
sociales constituyen el sistema de todas las esferas de los conocimientos sobre la sociedad, sobre las leyes de su
aparición y desarrollo; sobre su estructura, los diversos elementos de la misma y las diferentes facetas de la vida social;
sobre la existencia y la conciencia sociales y su interacción sobre el hombre, su formación, actividad, desarrollo y estado;
sobre las comunidades humanas: clases, naciones, grupos y las relaciones entre ellos, y sobre la cultura material
espiritual.

Como la cultura es la premisa para la aparición y existencia de la sociedad, existen ciencias que se hallan en la influencia
de las ciencias sociales y las ciencias naturales (antropología, geografía, medicina, etc.) La filosofía, en calidad de
ciencia que se ocupa de las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento
constituyen una rama especial. Existen ciencias sociales que estudian aspectos, procesos y fenómenos aislados de la
sociedad: la economía, la política, el derecho, el Estado, la lengua, la literatura, etc., las cuales abarcan todas las
manifestaciones de la vida social. Sin embargo, la simple acumulación de las ciencias sociales no es suficiente para
proporcionar una idea de la sociedad como un sistema conjuntado. Por eso, a la par que las ciencias que estudian las
esferas, fenómenos y procesos sociales, existe la ciencia que investiga el desarrollo de la sociedad en su integridad.
Como método general de las ciencias sociales y método de transformación de la sociedad, figura el materialismo
histórico.

6.- CARÁCTER ESPECÍFICO DEL CONOCIMIENTO DE LOS FENOMENOS SOCIALES.

La unidad de las cosas del mundo determina la unidad, en cuanto a objetivos y metodología, en el conocimiento de la
naturaleza y de la sociedad, la unidad de principio entre las estructuras lógicas de las ciencias naturales y sociales.
Pero, junto a esta unidad, en el conocimiento de los fenómenos sociales existen particularidades específicas, que están
condicionadas por el carácter de la sociedad como una formación especial –social- que es. Por eso, es inadmisible,
tanto enfrentar y establecer una barrera entre los problemas relacionados con las ciencias naturales y el conocimiento
98
histórico social, como identificarlos sustituyendo las cuestiones a tratar por la sociología por los fenómenos de la
naturaleza y limitando su método a los de las ciencias naturales. La sociedad es una continuación de la naturaleza, y
por eso las ciencias sociales constituyen el análisis de sus premisas naturales.

La sociedad constituye, ante todo, un objeto de estudio mucho mas complicado que las ciencias naturales.

El rasgo específico del conocimiento de la sociedad se debe a que los propios hombres forjan su historia y son al mismo
tiempo, actores y autores de su drama histórico mundial. El carácter variable de la sociedad también influye en su
conocimiento, ya que los procesos que se someten a análisis se convierten con gran rapidez en historia, cuyo estudio
se halla bajo la influencia del presente. La teoría del pasado se interpreta indefectiblemente a la luz de lo actual. El
conocimiento de la sociedad es “esencialmente relativo, en cuanto se limita a la comprensión de la coherencia y las
consecuencias de ciertas formas de sociedad y Estado existentes solo en un tiempo determinado y para pueblos dados
y perecederos por naturaleza. El que en este terreno quiera salir a la caza de verdades definitivas de última instancia,
de verdades autenticas y absolutamente inmutables, conseguirá poco botín como no sean trivialidades y lugares
comunes de lo mas grosero”. En las ciencias sociales existe el peligro del relativismo absoluto, peligro que se refleja,
por ejemplo, en las teorías burguesas del presentismo. La teoría científica rechaza semejante relativismo: no obstante,
la necesidad de desarrollo que experimentan las teorías sociales es indudable, esto se halla relacionado tanto con el
desenvolvimiento del propio objeto como con los cambios que se producen en la comprensión de su esencia. En este
sentido, todas las ciencias sociales son históricas, ya que investigan “las condiciones vitales de los hombres, las
instituciones sociales, las formas jurídicas y estatales con su sobre estructura ideal de la filosofía, religión, arte, etc., en
su sucesión histórica y en su resultado actual”.

En el conocimiento de los fenómenos sociales, existen en cada época límites históricamente condicionados, los cuales
se hallan determinados por el desarrollo de las condiciones materiales de vida de la sociedad. Pero como las ciencias
sociales estudian la esfera de las relaciones económicas, políticas e ideológicas de los hombres, se hallan íntimamente
ligadas a los intereses de la clase. Las ciencias sociales apoyan o rechazan determinado régimen social, lo cual
determina la actitud que respecto a ellas manifiestan las clases dominantes, que se benefician de los organismos
sociales existentes. En una sociedad con contradicciones antagónicas de clase no puede existir una ciencia social
“imparcial”. Las relaciones de clase y las posiciones que con respecto a ellas adoptan los pensadores de cada época,
determinan en grado sumo el desarrollo del conocimiento de la sociedad. Al mismo tiempo conviene distinguir entre la
posición honrada que puede adoptar determinado teórico y la apología sin trabas del régimen existente. Por ejemplo, al
mismo tiempo que se debe señalar la honradez científica del ideólogo de la burguesía industrial, Ricardo, debe
condenarse a Malthus, cuyas conclusiones “…sobre los problemas científicos están fabricadas –con miras- a las clases
dominantes, en general, y especialmente hacia los elementos reaccionarios de estas clases; y eso significa que Malthus
falsifica la ciencia por complacer los intereses de dichas clases”.

Los progresos en el desarrollo del pensamiento humano acerca de la sociedad tienen lugar, sobre todo, en las épocas
revolucionarias, cuando madura la crisis de las relaciones existentes y se fortalecen lo suficiente los elementos de las
nuevas relaciones sociales y las posiciones de las nuevas clases sociales, que promueven también a sus representantes
teóricos.

El carácter específico del conocimiento de los fenómenos sociales consiste además en que el resultado del desarrollo
histórico adquiere ante los ojos de numerosas personas la consistencia de los fenómenos naturales y las únicas formas
posibles de la vida social. “La reflexión acerca de las formas de la vida humana, incluyendo por tanto el análisis científico
de esta, sigue en general un cambio opuesto al curso real de las cosas. Comienza post festum y arranca, por tanto, de
los resultados preestablecidos del proceso histórico”. En este sentido, para el conocimiento de la sociedad es de
extraordinaria importancia la madurez del objeto a investigar, ya que únicamente sus formas desarrolladas pueden
constituir la premisa necesaria de un conocimiento verdaderamente científico. La ausencia de semejante premisa, los
intentos de crear teorías sociales que no se basen en una realidad desarrollada han constituido y constituyen la causa
fundamental de que vean la luz ideales irrealizables, sistemas ideológicamente falsos y estructuras utópicas. La
aparición de una verdadera ciencia de la sociedad resulta posible únicamente en determinado estadio de desarrollo de
la sociedad y de su conocimiento. Al mismo tiempo, hay que subrayar que el carácter específico del conocimiento de
los fenómenos sociales no significa en modo alguno que los conocimientos acerca de la sociedad en el plano lógico y
metodológico sean también específicos.
99
7.- NOCIONES FUNDAMENTALES DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
Eli de Gortari

Los movimientos, cambios y transformaciones a que se encuentran sujetos los procesos existentes están regulados por
ciertas relaciones invariantes, a las que denominamos leyes objetivas. Las leyes objetivas son las formas generales en
que se producen las transformaciones de los procesos, de sus propiedades y de sus interacciones. Las leyes exhiben,
entonces, la irregularidad de las variaciones, que es lo único constante que se conoce en el universo. Dichas leyes son
objetivas porque gobiernan el comportamiento de los procesos, independientemente de nuestra voluntad y de nuestra
conciencia. Además, como todo lo existente, las leyes objetivas son susceptibles de ser descubiertas y determinadas
por medio de la investigación científica. Incluso, podemos decir que la historia de la ciencia y de la técnica es, en cierto
modo, la historia del descubrimiento de esas leyes y de su utilización. En todo caso, es imposible explicar el
comportamiento de los procesos, y menos todavía predecirlo, si no se conocen las leyes que regulan dicho
comportamiento.

Cuando se consigue descubrir una ley objetiva, se expresa en la forma de una ley científica. Por lo tanto, la ley científica
es una reconstrucción racional que refleja a la ley objetiva. Entonces, aún cuando su determinación se mejore con el
avance del conocimiento. La ley científica sólo puede representar a la ley objetiva de un modo cada vez más aproximado,
pero sin llegar a coincidir nunca con ella. En todo caso, la ley científica representa a la ley objetiva, de una manera
análoga al modo como el concepto representa a una clase de procesos objetivos. Una vez establecida, la ley científica
enuncia una relación necesaria que se cumple en diversas condiciones y cuyos efectos se manifiestan en la producción
de acciones determinadas en los procesos. En cada caso, los efectos de una ley dependen específicamente de las
condiciones concretas en que se encuentren los procesos. Inclusive, esos efectos pueden ser opuestos; como sucede,
por ejemplo, con la ley de la inercia que, por ponerse a cualquier cambio de movimiento, producen el efecto de que un
cuerpo se resista a empezar a moverse, cuando está en reposo relativo y, también, produce el efecto de que un cuerpo
se resista a detenerse, cuando se encuentra en movimiento. Entonces, aunque nunca es posible cambiar las leyes
objetivas, ni tampoco se puede sustraer proceso alguno a su cumplimiento inexorable, no obstante, si es enteramente
factible modificar las condiciones y obtener así otros efectos diferentes. De esa manera es como el hombre ha logrado
transformar los efectos del cumplimiento de las leyes, alterando convenientemente las condiciones en que se
encuentran los procesos afectados. Ese es uno de los conocimientos fundamentales adquiridos por la humanidad desde
el comienzo de la actividad científica; y en tal conocimiento se apoyan el desarrollo tecnológico y la experimentación.

Las leyes no determinan el comportamiento de los procesos, sino que lo regulan en condiciones determinadas. Esto es,
que la ley no anticipa lo que le ocurrirá singularmente a un cierto proceso, sino lo que le sucederá cuando se cumplan
tales y cuales condiciones. En ese sentido, las leyes desempeñan la función de predecir lo desconocido –los cambios
que se producirán- con base en lo conocido –o sea las condiciones que se han determinado-. Así, la ley explica los
procesos conocidos y predice el comportamiento de otros procesos de la misma clase. Como consecuencia, la
generalización de una relación necesaria, expresada en la ley, constituye una predicción universal. Por otra parte, las
leyes científicas sirven como instrumentos de las investigaciones ulteriores y, en tanto que cumplen con esa función, se
constituyen en partes integrantes del método científico. Algunas leyes científicas expresan de una manera simple ciertos
hechos objetivos que nos son familiares. Otras leyes se refieren a procesos menos aparentes y mas complejos, que
incluyen relaciones complicadas y conceptos mas refinados. Hay muchas leyes que se expresan mejor por medio de su
formulación matemática; sin que tal formulación tenga que ser necesariamente cuantitativa o métrica. La formulación
abstracta más elemental de una ley científica es la que se hace al establecer una función matemática con dos variables,
admitiendo que entre esas dos magnitudes, que varía de manera correspondiente, existe siempre la misma relación.

Lo más importante es que las leyes científicas explican el comportamiento de los procesos, cuando se conocen las
condiciones de su cumplimiento y, a la vez, predicen el comportamiento futuro de cualquier proceso de la misma clase,
tanto en esas mismas condiciones como en otras diferentes. De esa manera, las leyes científicas sirven para responder
a las principales interrogaciones de la ciencia; sobre el qué, el dónde, el cuándo, el cómo y el porqué de los procesos
existentes. O sea, dicho en otras palabras, acerca de las formas de su existencia, del lugar en que se encuentran, del
momento en que ocurren, de los modos y manera de su comportamiento, y de las causas y razones por las cuales se
producen. Como se puede advertir, las leyes representan constricciones en el comportamiento de los procesos. Sin
tales constricciones, el universo sería completamente caótico, es decir, que no sería un cosmos o todo ordenado. La
organización de los procesos, sus simetrías, sus interacciones, sus movimientos, junto con las regularidades de su
comportamiento y otras muchas modalidades de su existencia, imponen un gran número de constricciones a los
procesos. Cada ley científica es, entonces, la expresión determinada de una constricción. Así, por ejemplo, la ley de
Newton sobre el movimiento planetario establece que, entre todas las posiciones y velocidades posibles, solamente un
pequeño grupo es el que se cumple en la realidad. En ese sentido, la ley excluye muchas posiciones y velocidades de
100
las plantas, prediciendo que nunca se producirán. Por consiguiente, el cumplimiento de una ley viene a ser,
simultáneamente, una predicción negativa. Solo que, la misma constricción inexorable impuesta por la ley científica,
aunada al conocimiento de las condiciones específicas –que son igualmente restrictivas-, es lo que permite predecir
acontecimientos futuros. En rigor, la posibilidad misma de hacer cualquier predicción implica, ineludiblemente, la
existencia de algunas restricciones conocidas.

Algunas leyes expresan una relación causal, en virtud de lo cual ciertos acontecimientos se producen necesariamente
como efectos, por ser justamente las consecuencias de otros acontecimientos determinaos como causas. Otras leyes
son funcionales, porque solamente determinan la coexistencia necesaria de ciertos acontecimientos, conforme a una
relación determinada. Y hay otras leyes que se refieren a relaciones estadísticas, las cuales permiten predecir los
acontecimientos con una probabilidad determinada. Así, por ejemplo, el hecho de que un líquido fluya de un nivel
superior a otro inferior, debido a la energía de gravitación, es algo necesario que obedece a una relación causal, como
lo es la establecida por la ley de la conservación de la energía. En cambio, la segunda ley del movimiento de Newton
expresa una relación funcional; la aceleración de un cuerpo es directamente proporcional a la fuerza ejercida sobre
dicho cuerpo e inversamente proporcional a su masa inercial. Como es fácil advertir, no se indica que la fuerza anteceda
o suceda a la aceleración y, por ende, no se le puede considerar ni como causa ni tampoco como efecto, sino
simplemente como coexistente con la aceleración. Pro otra parte, el hecho de que el calor fluya de un cuerpo mas
caliente a otro mas frío, debido a la energía térmica, es algo probable que obedece a una ley estadística. En ese caso,
la ley representa la síntesis de las observaciones que se han hecho sobre un número de ocurrencias del acontecimiento
en cuestión. Sin embargo, aunque es muy grande la probabilidad de que suceda lo antes dicho, también podría llegar a
ocurrir que el calor fluyera del cuerpo frío al cuerpo caliente, sin que se violase por ello la ley de la conservación de la
energía.

Las leyes que gobiernan a la naturaleza se encuentran vinculadas mutuamente, tal como se advierte claramente a
través de las influencias recíprocas que se ejercen entre unas y oras. En rigor, no existen leyes aisladas, sino sistemas
de leyes que rigen los diversos niveles de la naturaleza. Y, debido a que dichos niveles coexisten, también existen
simultáneamente los diversos sistemas de leyes que les corresponden. Más aún, existen leyes que pertenecen a varios
sistemas a la vez, como sucede con la ley de la conservación y de la transformación de la masa y la energía. En esas
condiciones cualquiera de los procesos que observamos en nuestra vida cotidiana se encuentran regidos por el sistema
de leyes de la física clásica. Pero, al mismo tiempo, en los niveles internos de ese mismo proceso, coexisten otros
sistemas de leyes como son las termodinámicas, las atómicas y las nucleares. Cada uno de esos sistemas tiene su
propia esfera de acción y, a la vez, hay una interacción de todos ellos, que se manifiestan de muchas maneras. Por otro
lado, ese mismo proceso que observamos en nuestra vida diaria. Está sometido exteriormente a diversas interacciones
con otros procesos y, también, participa de las acciones correspondientes al nivel astronómico de la naturaleza, aún
cuando sea solamente como un elemento ínfimo.

En la sociedad, al igual que en la naturaleza, existen leyes que gobiernan los diversos procesos y su desenvolvimiento.
Algunas de esas leyes corresponden al desarrollo social en su conjunto y en todas sus etapas. En cambio, hay otras
leyes que rigen únicamente indeterminados sistemas sociales y que carecen de vigencia en los otros. Por consiguiente,
tales leyes sociales específicas tienen la misma duración histórica que el régimen al cual pertenecen y caducan junto
con éste. De manera, cuando surge una forma más avanzada de organización social, se empieza a restringir
rápidamente el cumplimiento de las leyes del antiguo régimen, hasta que la nueva organización acaba por desplazar
por completo a la vieja y hacer desaparecer sus leyes específicas. Por lo tanto, como el desarrollo de la sociedad
siempre es obra de la acción humana, resulta que las leyes sociales peculiares de un régimen determinado se
transforman como consecuencia de la actividad colectiva.

Por lo anterior, tenemos que entre las leyes de la naturaleza y las leyes de la sociedad existen coincidencias y diferencias
importantes. En ambos dominios de la existencia, las leyes generales son permanentes y su cumplimiento es inflexible;
aun cuando sus efectos se pueden hacer variar, cambiando las condiciones en que se cumplen. En la naturaleza los
diversos niveles de la existencia coexisten y no pueden hacer desaparecer, ni tampoco las leyes específicas que los
gobiernan. De acuerdo con los conocimientos comprobados, hay un solo nivel de la existencia que surgió después de
los otros, que es el nivel biológico; y, también, se ha establecido la conjetura de que la vida podría llegar a desaparecer,
sin perjuicio de que se mantuviera la existencia de los otros niveles (químico, termodinámico, atómico, nuclear, etc.). En
cambio, se ha comprobado históricamente la desaparición de algunas formas de organización social y se puede
considerar que todas ellas terminarán por desaparecer. Entonces al desaparecer un régimen social, junto con éste
desaparecen sus leyes específicas. Por consiguiente, transformando el régimen social se puede poner fin a la existencia
de ciertas leyes, con el necesario surgimiento de otras leyes nuevas. Sin embargo, nunca se debe olvidar que, en tanto
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siga existiendo un régimen social, subsistirán las leyes respectivas y, por ende, su cumplimiento seguirá siendo
inexorable.

La ley es una explicación que ofrece una perspectiva de conjunto y desde un nivel elevado, para las investigaciones
ulteriores. Como es sabido, la ley explica tanto los procesos de los cuales fue extraída, como los procesos de la misma
clase, aunque no se conozcan ni se hayan producido. La ley es una interpretación y una explicación de los resultados
experimentales, en donde la razón ha introducido la continuidad, la precisión y generalización. En todo caso, la ley es
siempre aproximada, porque el científico interpola en los datos ignorando las inflexiones y los máximos y mínimos que
ocurren a veces en el intervalo entre dos datos) y extrapola mas allá de lo abarcado por los datos (transponiendo los
límites de lo experimentado). Por otra parte, la investigación determina después cada vez mejor los límites de aplicación
de las leyes. Cuando una ley queda comprobada de manera innegable, se adquiere un conocimiento cierto que ninguna
especulación posterior puede destruir, ni deteriorar, ni siquiera menoscabar. Si no sucediera así, sería imposible la
actividad científica. Lo único que puede ocurrir es que se descubra la necesidad de formular otra ley, para explicar los
procesos de una clase más general. En ese caso, dicha explicación tiene que ser única, tanto para el comportamiento
de los procesos anteriores como el de los nuevos y, al mismo tiempo, se ponen de manifiesto los límites del cumplimiento
de la ley anterior. Por lo tanto, la nueva ley tendrá que adoptar necesariamente la forma particular de la ley anterior y
confundirse con ella, cuando se aplique el dominio de su cumplimiento específico. El procedimiento de aproximaciones
sucesivas, entendido de esa manera, es el que permite avanzar a la ciencia. Así, las estructuras construidas
objetivamente no son derribadas por los progresos logrados, sino que más bien quedan integradas en estructuras más
amplias.

Una teoría científica está constituida por un conjunto de leyes ordenadas sistemáticamente, que permite explicar el
comportamiento de los procesos de sus características. En consecuencia, la teoría es el sistema de leyes que explica
los conocimientos correspondientes a una ciencia o una de sus ramas. Por ejemplo, las tres leyes del movimiento y la
ley de la gravitación universal, establecidas por Newton, constituyen fundamentalmente la teoría de la mecánica clásica,
la cual permite explicar la dinámica de los movimientos de todos los cuerpos terrestres y celestes. Una teoría es
científicamente válida, cuando explica los conocimientos de los otros procesos pertenecientes al mismo dominio, aún
cuando todavía no hayan sido experimentados. Lo que es más, cuando se impone la necesidad de formular una teoría
de mayor amplitud que la establecida hasta entonces, por haberse descubierto hechos que no pueden se explicados,
resulta indispensable que la nueva teoría, además de explicar los hechos conocidos (entre los cuales se encuentran
incluidos los que impusieron la necesidad de hacer una nueva interpretación explicativa), también permita la predicción
o anticipación racional de otros hechos y haga posible su verificación experimental.

La estructura de una teoría científica cumple con las siguientes condiciones características:

1. Es una imagen racional formada para explicar el comportamiento de los procesos existentes en un dominio
determinado
2. Se basa en las regularidades observadas y comprobadas en el comportamiento de los procesos de ese demonio;
3. Entre todas las teorías posibles, la existencia objetiva acaba por imponer una sola y de un modo inequívoco; y
eso puede ocurrir aún antes de que se recorra el sendero lógico conducente a la demostración de dicha teoría;
4. La única condición suficiente para mantener la validez de una teoría, es su comprobación experimental.
5. Es necesario que todos los elementos incluidos en una teoría o implicados por ella, permitan el reconocimiento
de los procesos objetivos correspondientes, éstos ocurran en el experimento o en el desarrollo racional.
6. Es indispensable que tanto el punto de partida de la teoría, como la estimación de sus resultados, solamente
impliquen experimentos posibles.
7. De toda teoría establecida se infieren consecuencias lógicamente necesarias, cuya validez dependerá de los
resultados experimentales correspondientes.
8. La consistencia de una teoría significa, en último extremo, que las consecuencias lógicas inferidas de ella no están
en desacuerdo con las experiencias correspondientes.
9. Las consecuencias inferidas de una teoría, por necesidad lógica terminan por constituirse en las imágenes
racionales de las consecuencias objetivamente necesarias del correspondiente comportamiento de los procesos
existentes.
10. El dominio de una teoría se amplia con la diversificación de los experimentos y con la exactitud de las mediciones,
llegando a comprender así muchos procesos no conocidos en el momento en que se estableció originalmente la
teoría.
11. Aún cuando se hayan postulado varias teorías para tratar de explicar el comportamiento de los procesos de un
cierto dominio, se prefiere aquella teoría que establezca la explicación más simple, en tanto que siga
representando todos los resultados experimentales obtenidos.
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12. De una teoría se va desprendiendo un cierto número de hipótesis parciales, siempre el mas corto posible; tales
hipótesis permiten la corrección experimental de la teoría, no obstante que el resultado de la prueba lleva a la
refutación de alguna de esas hipótesis y a su consecuente sustitución;
13. La introducción de hipótesis exclusivas para cada nuevo comportamiento descubierto, conduce a la desaparición
de la teoría;
14. Cuando se presenta la necesidad de introducir una nueva hipótesis fundamental en una teoría, ha llegado el
momento de limitar el dominio de dicha teoría y de establecer, en su lugar, una nueva teoría con validez universal
para todos los procesos entonces conocidos;
15. El desarrollo histórico de las teorías, junto con la sucesiva introducción de teorías cada vez mas amplias, que
incluyen a las interiores como casos particulares, expresa la continuidad de los procesos existentes y permite la
conexión sistémica y la analogía entre todas ellas y, por lo tanto, entre todos los dominios del universo.

Cuando una teoría se encuentra suficientemente desarrollada, hasta el punto de que se le pueda considerar completa,
es susceptible de ser formulada rigurosamente, quedando expresada como un sistema formalizado. En esas pruebas
de Goedel y de Cohen, resulta que de una teoría se desprenden tres consecuencias importantes. En primer lugar, las
leyes conocidas que forman parte de la teoría, se pueden inferir de ésta en la forma de teoremas (proposiciones
susceptibles de demostración) o de empiremas (proposiciones susceptibles de verificación experimental). En segundo
lugar, la teoría explica las leyes que la constituyen, agregando algo mas que no está contenido en las leyes consideradas
por separado, porque únicamente resulta del sistema en conjunto. En tercer lugar, la teoría predice y explica por
anticipado otras leyes nuevas, cuya existencia no se sospechaba antes de que la teoría quedara formulada
sistemáticamente. La mayoría de las leyes son descubiertas como resultado de experimentos y su formulación sigue la
secuela señalada antes. Pero, también se pueden anticipar otras relaciones invariantes en el comportamiento de los
procesos –y, por ende, otras leyes- partiendo de las leyes conocidas, siempre de acuerdo con el contexto de la teoría
bien determinada, formulada estrictamente y con sus postulados esclarecidos. Solo que, naturalmente, lo que se formula
entonces es una hipótesis, que requiere ser pasada por la prueba del experimento, antes de poderla incorporar al
sistema de la teoría respectiva.

Los principios científicos expresan aquellas regularidades en el comportamiento de los procesos que se cumplen en
varios niveles, de la existencia o, inclusive, en el universo entero. En otras palabras, los principios son las leyes comunes
a diversas disciplinas científicas. Por consiguientes, los principios forman parte integrante de varias teorías científicas
y, algunos de ellos, de todas a la vez. Así, por ejemplo, la ley de conservación de la cantidad de movimiento se cumple
en todos los niveles de la existencia estudiados por la física, abarcando desde las galaxias hasta las partículas
elementales; y por ende, dicha ley es un principio que forma parte integrante de las teorías correspondientes a esos
niveles. Otras ilustraciones las tenemos en el principio de la conservación de la carga eléctrica, el principio de la
conservación y la transformación de la energía y la masa, la ley del valor (que es un principio para todos los regímenes
en que existe producción mercantil) y el principio de la correspondencia entre las relaciones de producción y las fuerzas
productivas (que se cumple en todas las formas de organización social).

Los principios científicos son constituyentes básicos de las teorías respectivas, al igual que las otras leyes específicas
de cada una de ella. Cuando se consigue poner de manifiesto el modo particular en que se cumple la regulación
expresada por un principio científico en un proceso concreto, entonces es posible obtener mayor información acerca de
ese mismo proceso o, por lo menos, es posible predecir con una aproximación muy grande algunas de sus propiedades
que todavía no sean conocidas experimentalmente. Los principios científicos también permiten diseñar la forma de las
leyes nuevas que hagan falta en una teoría y sirven para predecirlas específicamente, hasta, en aquellos casos en que
los datos experimentales no sean suficientes para intentarlo de otra manera. En ciertas circunstancias, los principios
científicos llegan a servir para predecir igualmente la estructura de las nuevas teorías, cuando se impone la necesidad
de establecerlas.

En la realización de la actividad científica se parte de varios supuestos primordiales. Tales supuestos tienen, al comienzo
de cada investigación, el carácter de postulados, es decir, de aseveraciones admitidas sin prueba. Pero después, en el
curso de cada investigación, dichos postulados se comprueban una y otra vez, sin excepción alguna. Entre los
postulados de que se parte para emprender cualquiera investigación, tenemos los tres siguientes:

1. El universo existe objetivamente, de manera independiente a la conciencia y la voluntad humanas; y, en particular,


el hombre existe como parte integrante del universo.
2. Todos los procesos existentes, incluyendo el universo, que constituye el conjunto total de esos procesos, son
susceptibles de llegar a ser conocidos por el hombre, ya sea de manera directa o indirecta.
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3. El desarrollo entero de todos y cada uno de los procesos existentes, comprendiendo los acontecimientos extremos
de su surgimiento y su desaparición, es predictible y verificable.

Además de los postulados primordiales del conocimiento científico, existen otros postulados de menor generalidad, cuyo
cumplimiento se extiende a un grupo de ciencias, como ocurre, por ejemplo, con los postulados de las ciencias naturales.
Igualmente, cada ciencia posee sus propios postulados específicos y, más todavía, cada rama científica tiene sus
postulados peculiares. Así por ejemplo, son bien conocidos los postulados de la geometría.

En cada investigación concreta se parte de un conjunto de postulados que está formado por los postulados de la
disciplina en particular, los del grupo de ciencias a que pertenece y los postulados generales del conocimiento científico.
Al comenzar una investigación, dichos postulados son considerados estrictamente como hipótesis por verificar, junto
con aquellas hipótesis que expresamente se trate de comprobar experimentalmente o de demostrar racionalmente. En
esas condiciones, al terminar la investigación, además de los resultados que se obtengan sobre el propósito concreto,
también se consigue una verificación específica del conjunto de postulados tomado como punto de partida. Como
consecuencia de esa verificación, los postulados se convierten en explicaciones comprobadas para ese caso específico
y, por esa misma razón, se transforman en fundamentos de la investigación efectuada. De esa manera, los postulados
se van tomando en fundamentos de las investigaciones en que resultan comprobados. Sin embargo, en cada nueva
investigación por realizar, a pesar de las verificaciones recibidas en los casos anteriores, los postulados recobran su
carácter de hipótesis primordiales y, como tales, tienen que ser sometidos nuevamente a prueba. Así, los postulados se
encuentran sujetos a un proceso continuo y reiterado de verificación, a través del cual adquieren, cada vez mas y con
mayor amplitud, el carácter de fundamentos del conocimiento. Por lo tanto, los postulados tienen el rango de
fundamentos comprobados con respecto a los conocimientos ya adquiridos y, simultáneamente, mantienen su rango de
supuestos primordiales en lo que se refiere a las nuevas investigaciones que se inician.

La selección y la formulación de los postulados de la ciencia no se pueden hacer arbitrariamente. Por lo contrario,
siempre es indispensable verificar primero una cierta relación está implicada efectivamente en todos los conocimientos
adquiridos en una disciplina, en un grupo de ciencias o en todas en conjunto, antes de poder considerar a dicha relación
como fundamento de sus conocimientos y, por consiguiente, como postulado de las investigaciones posteriores. Otra
cosa muy importante es que los conceptos que figuran en los postulados son, indefectiblemente, las categorías
correspondientes al dominio científico en cuestión. Entonces, la confirmación de que los conceptos relaciones en una
proposición son categorías de la disciplina considerada, constituye una contraprueba de que tal proposición es un
postulado. En todos los casos, los fundamentos de cada disciplina han tenido que se descubiertos en los conocimientos
mismos, a través de una laboriosa investigación lógica y mediante su comprobación ineludible en la experiencia. Tal es
el procedimiento objetivo que se sigue para llegar a la determinación de los fundamentos de una ciencia, que luego son
empleados instrumentalmente como postulados de la misma.

El juicio es la formulación del pensamiento en la cual se establece una relación determinante entre dos o más conceptos.
La relación que se formula en un juicio puede haber sido obtenida como resultado de un experimento o como
consecuencia de un razonamiento. Por lo tanto, en cada juicio se expone la determinación de un conocimiento logrado
o de una hipótesis por verificar. El juicio se formula para precisar, ampliar o profundizar la determinación de las
propiedades, aspectos o conexiones de un proceso o de un grupo de conexiones, cuyas características se encuentran
expresadas en forma de conceptos. Entonces en el juicio se establece la relación que dicho concepto tiene, o es posible
que tenga, con otro concepto, para avanzar en su determinación. El concepto que recibe la determinación es
denominado sujeto del juicio, en tanto que el concepto utilizado para determinarlo recibe el nombre de predicado. Por
ejemplo, en el juicio; “Todos los peces tienen aletas” el concepto “pez” es el sujeto el concepto “animal que tiene aletas”
es el predicado. De esa manera, el concepto “pez” queda determinado por el concepto “animal de tiene aletas”. Sin
embargo, una reflexión mas profunda nos lleva a descubrir que el concepto “animal que tiene aletas” también recibe
cierta determinación del concepto “pez”. En consecuencia, resulta que el predicado de un juicio es determinado por el
sujeto. En algunos casos, esa determinación mutua entre el sujeto y el predicado es bastante ostensible. Por ejemplo,
en el juicio “Toda ecuación de primer grado con dos incógnitas representa una recta y, a la vez, toda recta representa
una ecuación de primer grado con dos incógnitas, se advierte claramente cómo es que los dos conceptos, “Ecuación
de primer grado con dos incógnitas” y “recta”, se determinan recíprocamente en la misma medida. Pero, en la mayoría
de los casos, sucede que la determinación correspondiente del predicado por parte del sujeto. Con todo, en sentido
estricto, el juicio es una relación funcional entre dos términos que son, a la vez, determinantes y determinados, uno con
respecto al otro. Por consiguiente, cada uno de los términos del juicio es simultáneamente sujeto y predicado.

El juicio se expresa lógicamente por medio de una proposición ya sea utilizando las palabras del lenguaje ordinario,
empleando símbolos matemáticos o por medio de diagramas. En todo caso, cada juicio se puede enunciar por medio
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de varias proposiciones diferentes, ya sean lingüísticas, simbólicas o gráficas. Y las varias proposiciones que expresan
un mismo juicio, son equivalentes desde el punto de vista lógico. En su expresión verbal, los juicios pueden enunciarse
como proposiciones categóricas, disyuntivas o condicionales. Las proposiciones categóricas son aquellas en donde la
relación entre los términos se expresa mediante una afirmación o una negación. Así, por ejemplo, son proposiciones
categóricas. “Toda mercancía tiene valor de uso” y, también, “Ningún reptil actual es volátil”. En las proposiciones
disyuntivas, la relación entre los términos del juicio se expresa por medio de las dos o tres alternativas que tiene. Por
ejemplo, los mismos juicios anteriores se pueden enunciar como proposiciones disyuntivas, de la siguiente manera: “Los
objetos que tenemos a nuestro alcance son mercancías con valor de uso, o tienen valor de uso sin ser mercancías, o
bien, no tienen valor de uso ni son mercancías”, y, análogamente, en el segundo caso: “Los animales actuales son
reptiles que no vuelan, o son volátiles sin ser reptiles, bien, no son volátiles ni tampoco reptiles”. Por su parte, las
proposiciones condicionales expresan la relación del juicio de tal manera que uno de los términos enuncia la condición
y se denomina antecedente, en tanto que el otro término se encuentra condicionado y recibe el nombre de consecuente.
Entonces, los juicios que venimos utilizando como ejemplos, se expresan como proposiciones condicionales del modo
que sigue: “Si uno de los objetos que nos rodea es mercancía, entonces tiene valor de uso” y, en el otro caso: ”Si un
animal actual es reptil, entonces no es volátil”.

Para facilitar la comprensión y el manejo de las formulaciones del juicio, podemos representarlas igualmente por medio
de diagramas. Un diagrama es una figura, generalmente plana, de la cual nos servimos para representar por medio de
dibujos imágenes racionales, resolver problemas y figurar de una manera gráfica el comportamiento de los procesos.
Los diagramas que utilizamos para representar los juicios, son figuras cuyas relaciones espaciales tienen la misma
estructura lógica de la proposición correspondiente. Por lo tanto, entre el diagrama lógico de un juicio y cualquiera otra
de sus expresiones verbales o simbólicas, existe la misma relación de equivalencia que se tiene ante la representación
gráfica de una línea y su ecuación algebraica correspondiente. En otras palabras, el diagrama de un juicio es
simplemente otro modo de representar la misma estructura lógica del propio juicio. Y, por supuesto, utilizando los
diagramas podemos ejecutar operaciones entre los juicios, inclusive inferencias y demostraciones.

En todas las disciplinas científicas se emplean términos especiales para expresar ciertos conceptos con brevedad y
precisión. El conjunto de dichos términos constituye el vocabulario técnico de la disciplina en cuestión; y, cuando ese
vocabulario se inserta en el lenguaje ordinario, se forma el lenguaje técnico de la misma disciplina. Muchas veces, esos
términos técnicos son representados de manera más simple todavía, por medio de símbolos. En algunas disciplinas
también se emplean otros símbolos para indicar las relaciones entre los términos y las operaciones que se pueden
ejecutar con ellos. De esa manera es como la matemática, por ejemplo, ha creado un lenguaje simbólico completo para
todas y cada una de sus ramas. El manejo de ese lenguaje simbólico permite ejecutar las operaciones que se pueden
ejecutar las operaciones matemáticas con mucha mayor exactitud y sencillez. Pero la matemática no es la única
disciplina en la que se ha establecido un lenguaje simbólico. También en la lógica ha sido factible crear un lenguaje
análogo, que permite expresar concisamente sus formas y operaciones más simples. La lógica simbólica es
sencillamente la lógica expresada en un lenguaje simbólico. Dicho lenguaje es enteramente equivalente a las
expresiones verbales o gráficas de las notables ventajas para la ejecución de las operaciones de análisis lógico y de
inferencias deductivas. La lógica simbólica, sin embargo, todavía se encuentra muy lejos de comprender a la lógica
entera y, por ende, en modo alguno constituye un equivalente de la lógica general.

Como es fácil advertir, a lo largo de nuestra exposición hemos utilizado un gran número de proposiciones, como son,
por ejemplo: “La ciencia es la explicación objetiva y racional del universo”; “La comunicación es la transmisión de
información”; “El método es el camino que conduce al conocimiento”; “La técnica se refiere siempre a una acción e
incluye, necesariamente, la experiencia previa”; “En cinemática se hace abstracción de las fuerzas que producen los
cambios de movimiento”; “Los conceptos son imágenes o símbolos de los procesos existentes”; “Algunas leyes expresan
una relación causal”; y “El juicio se expresa lógicamente por medio de una proposición, ya sea utilizando las palabras
del lenguaje ordinario, empleando símbolos matemáticos o por medio de diagramas”.

En la actividad científica, las proposiciones son empleadas constantemente y desempeñan funciones muy diversas. De
esas funciones, ya nos hemos referido explícitamente aquí a la definición, la ley, la teoría, el principio, el postulado y el
fundamento. En cada uno de esos casos, las proposiciones desempeñan funciones bien definidas. En la inferencia, las
proposiciones tienen otras funciones importantes. Como se sabe, el razonamiento discursivo es una operación mediante
la cual, partiendo de una o varias proposiciones, se deriva la validez, la posibilidad o la falsedad de otra proposición.
Cuando esa operación se realiza rigurosamente y la proposición resultante se desprende con necesidad lógica de las
proposiciones antecedentes, entonces el razonamiento es una inferencia. Pues bien, las proposiciones en que se basa
la inferencia desempeñan la función de premisas y la proposición resultante cumple la función de ser la conclusión.
105
Otras dos funciones importantes de la proposición son las de asumir el papel de teorema y el empirema, no son
proposiciones primitivas, sino derivadas o derivables de otras proposiciones del sistema, o de una o varias operaciones
experimentales. En particular, un teorema es una proposición que se obtiene directamente, con apoyo en otros teoremas
previamente demostrados. La demostración formal de cada teorema tiene que establecerse mediante una secuencia
finita de inferencias, en donde cada una de ellas tiene como premisas a los postulados y las definiciones, o bien, a otros
teoremas ya demostrados. En consecuencia, todo teorema perteneciente a una disciplina se ha de poder derivar,
lógicamente, del grupo de postulados del sistema respectivo. De esa manera, el teorema es fundamentalmente una
proposición demostrable. Por su parte, el empirema es una proposición obtenida como resultado de la experimentación
y que es susceptible de ser integrada al sistema de la disciplina de que se trate, siguiendo procedimientos análogos a
los empleados en el caso de los teoremas. En efecto, en el caso de una ciencia experimental, como la física por ejemplo,
lo que se hace es establecer la interpretación o representación del sistema teórico en un modelo objetivo concreto, ya
que en tales condiciones es posible investigar si los empiremas son válidos, en relación con los procesos reales a los
cuales se refieren. En muchos casos, el empirema se obtiene primero, en calidad de hipótesis, como consecuencia de
una serie de razonamientos; y, después, tiene que ser sometido a la prueba experimental. En todo caso, el empirema
es fundamentalmente una proposición verificable en el experimento.
106
TERCERA UNIDAD

LA FILOSOFÍA

1.- QUE ES LA MATERIA Y EN QUE FORMAS EXISTE

1.1 El mundo existe objetivamente, es material

La vida, la práctica cotidiana, nos convence de que el mundo tiene existencia objetiva, real, independiente del hombre,
de su conciencia, de sensaciones y deseos. Así lo prueba también la ciencia, la cual ha demostrado que la Tierra surgió
mucho antes de que apareciera el hombre y, en general, los organismos vivos; por tanto, existió independientemente
de ellos. El carácter objetivo del mundo, es decir, su existencia fuera e independientemente de la conciencia, significa
que es material. Esta palabra no encierra ningún otro sentido.

Puede surgir una pregunta: los idealistas objetivos admiten que el mundo existe fuera de la conciencia del hombre; por
consiguiente, ¿reconocen también la materialidad del mundo? Ni mucho menos. Es cierto que los idealistas objetivos,
a diferencia de los subjetivos, admiten la existencia del mundo fuera de la conciencia humana. Pero, lejos de reconocer
que es independiente de la conciencia, consideran que ha sido creado por ella. El reconocimiento de la materialidad
del mundo y de su existencia fuera e independientemente de la conciencia es un rasgo peculiar de la teoría materialista.
Esta es la tesis fundamental que ha servido de base a la doctrina científica de la materia.

Nos rodea una cantidad infinita de objetos y fenómenos: piedras y árboles, granos de arena y el Sol, animales y
máquinas, mares y océanos, estrellas y planetas, y muchas, muchísimas cosas más. Todo ello lo denominamos con
una sola palabra: materia. A veces se pregunta cómo es posible dar la misma denominación a tal infinidad de cosas y
fenómenos, tan distintos y diferentes. Pero reflexionen y comprenderán con facilidad cuál es el quid de la cuestión.

¿Cuántas flores, por ejemplo, hay en el mundo? Es imposible contarlas: billones y billones. Pero hay una palabra: “flor”,
y con ella denominaron la rosa y el clavel, la margarita y la campanilla. Tomemos un ejemplo más complejo. Ustedes,
sentados tras la mesa, leen este libro. Tienen en la mano una lápiz y, al lado, un tintero y una pluma. Sobre la mesa
una lámpara, y junto a ella un armario de libros. ¿Pueden ustedes denominar con una sola palabra la mesa, el libro, el
lápiz, el tintero, la pluma, la lámpara y el armario de libros? Pueden hacerlo si tienen en cuenta que todo eso son cosas
u objetos. Con la palabra “cosa” u “objeto” se puede denominar cuanto acabamos de enumerar. En lógica, esa
generalización se llama concepto.

1.2 El concepto “materia”

¿Cómo se forman tales conceptos? Aunque todas las flores son diferentes, tienen mucho en común. Eso común es lo
que nos permite unir todas las flores en el concepto genérico de “flor”. Este concepto no incluye los rasgos que diferencia
entre sí la rosa, el clavel, la campanilla y otras flores, sino por el contrario, los rasgos propios de la rosa, de la violeta,
de la azucena, del tulipán, de todas las flores. En cuanto a los rasgos que diferencian a una flor de otra, hacemos
abstracción de ellos, “no los observamos”. Por eso, semejantes conceptos se llaman abstractos.

Así, pues, en los conceptos se reflejan los rasgos generales y esenciales inherentes a los distintos objetos y fenómenos,
independientemente de las peculiaridades individuales de cada uno de ellos.

Pero ustedes habrán observado ya, sin duda, que algunos conceptos abarcan mayor número de objetos o fenómenos
que otros. Así, el concepto “cosa” es más amplio que el concepto “pluma” o “mesa”, pues el primero, “cosa”, comprende
las plumas, las sillas, etc., en una palabra, todas las cosas.

Puede surgir otra pregunta: ¿Existen los conceptos más amplios o, como suele decirse de la máxima generalidad? Sí,
existen. Si el concepto abarca todos los objetos y fenómenos, desde los granos de arena hasta el cerebro humano,
será un concepto de la máxima generalidad.

Tal es el concepto de “materia”. Resulta, pues, que “materia” es también un concepto, como “flor” y “cosa”, pero muy
amplio, el más amplio. Se diferencia de los conceptos corrientes en que expresa los rasgos esenciales y generales no
de un grupo de cosas determinado, sino de todas las cosas y fenómenos que existen en el mundo, de todo lo que nos
rodea. La filosofía estudia los conceptos de la máxima generalidad, denominados también categorías filosóficas. La
materia es una categoría filosófica.
107

¿En qué consisten esas propiedades generales y esenciales, esos rasgos similares inherentes a todas las cosas? En
primer lugar, en que tienen existencia objetiva, es decir, existen fuera e independientemente de la conciencia del
hombre. Esa es precisamente su base única.

Pero, ¿es esa la única propiedad común de todos los objetos que hay en el mundo? No. Tienen, además, otra propiedad
de importancia. Por ejemplo, cuando nos lavamos con agua caliente sentimos calor. Y cuando contemplamos los
árboles en el bosque, percibimos, vemos colores diferentes: el color blanco de los troncos de los abedules, el color
verde de las hojas, etc. Resulta, pues que las cosas que existen independientemente de nosotros tienen la propiedad
de actuar sobre nuestros órganos sensoriales y suscitar las correspondientes sensaciones.

Una vez aclaradas las propiedades más comunes de todos los objetos y fenómenos, podemos dar una definición del
concepto de materia: la materia es una categoría filosófica que sirve para designar la realidad objetiva, que es dada al
hombre en sus sensaciones. … Es materia lo que, actuando sobre nuestros órganos sensoriales, produce sensación;
la materia es la realidad objetiva, que las sensaciones nos transmiten.

Como ven, es materia todo lo que nos rodea, todo lo que existe objetivamente, todo el infinito mundo exterior que,
actuando sobre nuestros órganos sensoriales, produce sensaciones.

1.3 La revolución en las ciencias naturales

En la antigüedad (y no sólo en la antigüedad, sino hace tan sólo cien años), algunos materialistas concebían la materia
como un “material” absolutamente concreto del que están formadas todas las cosas. Demócrito (siglo V a.n.e.), por
ejemplo, estimaba que los átomos son la base primaria de toda la materia).

En los siglos XVII y XVIII se consideraba que los átomos eran indivisibles, indestructibles y eternos. Eran, según esa
concepción, los “ladrillos últimos” del Universo, cierto material de construcción del que está hecho el mundo entero.
Este punto de vista predominó también en el siglo XIX. A fines del siglo pasado se hicieron descubrimiento que pusieron
en duda la justeza de esta idea de la base originaria de la materia.

¿Cuáles fueron esos descubrimientos?

En 1896, el físico francés Becquerel dejo casualmente un trozo de mineral de uranio sobre una placa fotográfica. Al
cabo de algún tiempo observó que la placa había ennegrecido. De ellos dedujeron los científicos que el mineral de
uranio emite rayos invisibles a simple vista. Fueron esos rayos los que, atravesando el papel negro, hicieron ennegrecer
la placa fotográfica. Así comenzó el estudio de un fenómeno sorprendente al que se dio el nombre de radiactividad.

Poco después se descubrió un nuevo elemento químico que recibió el nombre de radio (“radio” significa “radiante”, que
despide rayos), y que fue calificado posteriormente de “el gran revolucionario radio”.

Los rayos emitidos por el radio vinieron a revelar algo diametralmente opuesto a lo que se conocía hasta entonces del
átomo. Resultó que sus rayos constan de partículas minúsculas de tres tipos: partículas alfa, cargadas de electricidad
positiva; partículas beta, o electrones, cargadas de electricidad negativa, y rayos gamma, desprovistos de carga
eléctrica. Los átomos de uranio parecían disgregarse en estas partículas. ¿Cómo puede ser eso?, decían perplejos
los hombres de ciencia. Y su perplejidad era explicable, pues durante más de dos mil años se había considerado que
el átomo era indivisible, era “el ladrillo último indisgregable” ¿Qué había ocurrido? ¿No se trataría de un error?... Los
científicos estaban desconcertados.

Mas no se trataba de un error. A fines del siglo XIX, se estableció con toda seguridad que era preciso simplemente
renunciar a la opinión sobre la indivisibilidad del átomo, en vigor hasta entonces. El átomo se disgregó, y junto con él
se disgregaron numerosas concepciones viejas.

Hubo otros descubrimientos, que vinieron a probar la bancarrota de las viejas nociones acerca de la materia y de sus
propiedades. Por ejemplo, el célebre sabio Albert Einstein mostró a comienzos de nuestro siglo que debían modificarse
radicalmente las nociones que se tenían en física del espacio y del tiempo desde la época de Galileo y Newton. Y basó
en nuevas nociones la teoría de la relatividad, creada por él.
108
Desde los tiempos de Newton, los científicos consideraban que la masa de un cuerpo en movimiento y reposo era
constante, permanecía invariable. Pero investigaciones posteriores demostraron que la masa del electrón no permanece
invariable, sino que cambia en dependencia de la velocidad del movimiento.

Ven, pues, que los nuevos descubrimientos científicos echaron por tierra las viejas ideas sobre la indivisibilidad del
átomo, la constancia de la masa la inmutabilidad del espacio y del tiempo. Empezó así una revolución en las ciencias
naturales.

1.4 Acerca del cuadro científico-natural del mundo

¿Qué ocurrió en realidad, en la ciencia en las postrimerías del siglo XIX y en los albores del siglo XX? Se adquirieron
nuevos conocimientos. Antes se ignoraba que existieran los electrones, los protones y el núcleo atómico; ahora se
sabía. Todos estos datos testimoniaban que habían cambiado nuestras nociones acerca del cuadro científico-natural
del mundo, de la estructura de la materia. Ahora bien, ¿se puede llegar sobre la base de esos nuevos conocimientos a
la conclusión de que los electrones, los átomos del núcleo, etc., son inmateriales ¿ Examinemos la cuestión.

¿Existen los electrones de manera objetiva, independientemente del hombre, o no? Existen. El rayo corriente no es
otra cosa que un poderoso torrente de electrones. Y los rayos, como se sabe, fulguraban ya cuando no existía aún el
hombre.

Algunos filósofos idealistas afirman que el electrón es inmaterial porque no actúa sobre nuestros órganos sensoriales,
porque no se le puede ver. Pero eso no es cierto. Los electrones y otras partículas minúsculas del átomo son estudiados
con ayuda de aparatos de gran precisión. Incluso se fotografían las huellas de su movimiento. Por tanto, resulta que
actúan indirectamente sobre nuestros órganos sensoriales, pero por medio de aparatos. Como ven, dichas partículas
existen objetivamente y actúan sobre nuestros órganos sensoriales, son materiales.

Así, pues, la materia no “ha desaparecido”. Simplemente, han cambiado los conocimientos que teníamos de ella. Antes
pensábamos que la materia, el mundo, estaba compuesto de partículas minúsculas: los átomos. Ahora sabemos más,
hemos estudiado las cosas más profundamente y descubierto que existen partículas todavía más pequeñas: los
electrones. Pero el electrón es tan inagotable como el átomo. Esto significa que la ciencia desentrañará más a fondo
cada día el cuadro científico-natural del mundo, es decir, el problema de la estructura, el estado y las propiedades de
los tipos concretos de la materia.

La ciencia moderna ha conocido muchas cosas nuevas acerca de la estructura de la materia. Si en la aurora de los
descubrimientos eran conocidos el electrón, el protón –y nada más, sin duda-, en la actualidad se han descubierto ya
más de treinta partículas “elementales” de este tipo. Todas ellas son materiales. Por consiguiente, son materiales no
sólo el átomo, sino el electrón y otras partículas.

Con el análisis de la importancia de los descubrimientos científicos, se demostró convincentemente que no se puede
confundir el materialismo metafísico y el materialismo dialéctico. Para el primero, la materia son los átomos inmutables
e indestructibles. El segundo, en cambio, arranca que la materia no puede ser reducida al “ladrillo último”, el átomo, ni,
en general, a ninguna propiedad “eterna”. La materia no tiene una sola propiedad, sino una multitud infinita de ellas: las
propiedades de los objetos que existen en el mundo son tan variadas como los objetos mismos. Así lo han confirmado
precisamente los descubrimientos científicos.

Se demostró, además, que no se puede confundir la doctrina sobre la estructura de la materia con la definición filosófica
de la materia como realidad objetiva. Los descubrimientos científicos resuelven el problema de cuál es la estructura de
la materia, de si está compuesta de átomos, electrones o existen aún otras partículas. La filosofía resuelve otro
problema: si existe el mundo y, por tanto, si existen esas partículas de manera objetiva, fuera de la conciencia del
hombre. Por consiguiente, cualesquiera que sean las nuevas “partículas” que descubra la ciencia (y las descubre
constantemente), esto no puede constituir una refutación del materialismo, ya que esas mismas partículas son
materiales, tienen también existencia objetiva, independientemente del hombre y de la humanidad.

Por tanto, no se puede confundir el concepto filosófico de materia y la cuestión del cuadro científico-natural del mundo.
Nuestras nociones de la estructura, el estado y las propiedades de los tipos concretos de materia –el cuadro científico-
natural del mundo- cambian sin cesar, pues los hombres de ciencia conocen más a fondo cada día el mundo y su
estructura. Resulta que los nuevos descubrimientos han refutado los viejos conocimientos que teníamos acerca del
cuadro científico-natural del mundo, pero no el concepto filosófico de materia, que nos habla de la existencia objetiva
109
del mundo y no de su estructura. Y por mucho que cambien nuestras nociones de ese cuadro del mundo, no pueden
testimoniar la desaparición de la materia; desaparece el límite hasta el que conocíamos la materia, pero la materialidad
del mundo, la materia como realidad objetiva, se ve confirmada una vez más.

1.5 El origen de la materia

La ciencia ha establecido firmemente que en la naturaleza nada surge de la nada, ni desaparece sin dejar huella. De
ahí surge una sola deducción que es precisamente la que hace el materialismo: la materia no ha surgido nunca, ha
existido siempre y existirá siempre. Esta es la tesis de la eternidad de la materia.

Pero precisamente esta tesis suscita con frecuencia preguntas entre quienes estudian la filosofía materialista. “¿Cómo
es posible –demandan- que la materia haya existido siempre? ¿Es que no debió surgir en algún momento?” Semejantes
preguntas no tienen nada de sorprendente. El hombre ve durante su vida que cualquier cosa tiene principio y fin, ha
surgido en algún momento. Y por eso pregunta: ¿Quién ha creado la materia? La ciencia responde: ha existido siempre,
es eterna.

Heráclito, el gran filósofo griego de la antigüedad, decía ya que el mundo ha sido, y es y será eterno.

¿Cómo se demuestra esta importantísima conclusión?

Son muchísimos los hechos que la corroboran. Tomemos, aunque sólo sea, la ley de la conservación de la materia.

Empecemos con un ejemplo simple. Han encendido ustedes el horno. La leña se ha consumido. A primera vista puede
parecer que esta sustancia ha desaparecido. En efecto, no ha quedado casi nada de ellas. Mas así parece sólo a
primera vista. Si toman una balanza corriente, podrán convencerse con facilidad de que la madera no ha perdido nada
de su peso; es más, éste ha aumentado. Porque al consumirse la madera se forman gases y ceniza. Y estos, además
de contener absolutamente todas las sustancias de que constaba hasta entonces la madera, contienen también las
extraídas del aire al arde la leña. La madera parece haber “desaparecido”, pero todo aquello de lo que estaba compuesto
se conserva, permanece.

El gran sabio Lomonósov fijó su atención en hechos semejantes. Y llegó a la conclusión de que en la naturaleza no
puede ser destruida ni aumentada ni siquiera la más minúscula partícula de polvo. Ningún cuerpo o elemento puede
desaparecer ni surgir nuevamente de la nada. Lomonósov formuló estos pensamientos en la conocida ley de la
conservación de la sustancia, denominada también ley de la conservación de la materia. De ella se infiere que en la
naturaleza nada surge de la nada ni desaparece nunca sin dejar huella.

Si se supone que hubo un tiempo en que en el mundo no existía nada, es decir, no existía la materia, resultará que ésta
no tuvo de donde surgir. Pero, puesto que la materia existe, ello significa que no ha surgido nunca, que siempre ha
existido y existirá. La materia es eterna e inmortal. Por eso no ha podido ser creada nunca: ¡Es imposible crear lo que
no puede ser destruido! La materia, pues, no ha surgido nunca, ha existido y existirá siempre. Es eterna.

Prosigamos. Puesto que la materia es la base y la fuente de todos los fenómenos de la naturaleza, no hay ni puede
haber, por tanto, nada sin una existencia objetiva, real, y que no pueda ser estudiado con ayuda de los órganos
sensoriales, aparatos físicos u otros medios y métodos científicos.

Los idealistas afirman: Admitamos que la materia ha existido siempre, pero aún así, el materialismo no sale ganando
nada. Imaginémonos, dicen, esa época infinitamente remota en que en lugar del Universo actual existía la materia
informe e inmóvil. Permaneció en dicha situación durante un tiempo infinitamente largo. Mas llegó un momento en que
la materia debía salir de la situación en que se había encontrado hasta entonces. Pero si la materia había permanecido
hasta entonces inmóvil, ¿por qué se puso de pronto en movimiento? La propia materia, responden los idealistas, no
puede encerrar en sí ningún fundamente interno en esos cambios. Por tanto, ha debido existir una fuerza externa y
ajena a la naturaleza, a la materia, que sacara a la materia muerta del estad de “sopor” e inmovilidad eternos.

Sin embargo, ¿necesita, en efecto, la materia de una fuerza suprema para recibir este impulso?

1.6 La materia existe en el movimiento


110
Pregunten ustedes qué es el movimiento a una persona que no haya estudiado filosofía materialista y recibirán,
aproximadamente, la siguiente respuesta: “El movimiento es el cambio de lugar, el desplazamiento de un lugar a otro.
Si un objeto está en un sitio, no se mueve. Por ejemplo, una piedra no cambia su situación hasta que alguien la arroja”.

Pero, examinen ustedes una piedra en reposo, en ella existe también el movimiento: en ella se desplazan
constantemente los átomos, las moléculas, los electrones y los protones, que, como se sabe, existen en todo cuerpo.
La casa en que habitan, tampoco está inmóvil, sino que se mueve con la Tierra alrededor del Sol. Nosotros, sentados
en una reunión, no nos movemos. Pero dentro de nosotros mismos circula sangre, en nuestro cuerpo se producen
procesos complejos: nacen nuevas células, en tanto que las viejas perecen, se destruyen. Esto también es movimiento.
Resulta, pues, que el problema del movimiento es muchísimo más complicado de lo que nos imaginamos a veces.

Los hombres ven que una piedra no se mueve del sito hasta que nos se la tira y que un automóvil está parado hasta
que el chofer no lo pone en marcha. Tales son, aproximadamente, los razonamientos en que se basa la opinión de los
idealistas de que la materia permaneció en estado de inmovilidad hasta que una fuerza suprema no le comunicó “el
primer impulso”. ¿Es posible ese estado inerte, inmóvil, de la materia? O dicho de otro modo: ¿hubo algún tiempo en
que existiera la materia, pero no hubiera ningún movimiento?

Hace unos doscientos años, cuando la ciencia estudiaba solamente una forma del movimiento de un inmenso número
de moléculas de agua, pongamos por caso. El desplazamiento de las moléculas hace que el agua se caliente. Pero
no se trata de un movimiento mecánico, sino de algo nuevo, más complejo. El fluido eléctrico es el movimiento de los
electrones. Y la reacción química –el movimiento, la combinación de los iones- es un proceso más complejo todavía.
El organismo vivo, como hemos dicho antes, se encuentra también en movimiento permanente. En la sociedad humana
tienen lugar asimismo procesos constantes: cambian los regímenes sociales, cambian los propios individuos.

¿Qué conclusión se deduce de cuanto queda dicho? La conclusión de que en la naturaleza existen diversas formas de
movimiento. Primera, el desplazamiento de las partículas de la materia o de los cuerpos en el espacio, es decir, la
forma mecánica del movimiento. Segunda, los procesos calóricos y eléctricos, o forma física del movimiento. Tercera,
las reacciones químicas, las combinaciones de iones, que constituyen la forma química del movimiento. Cuarta, los
cambios que se producen en los organismos vivos, o forma biológica. Quinta, la forma social del movimiento, es decir,
los cambios que se operan en la vida social.

Ahora no dirán ya que el movimiento es el simple desplazamiento de los cuerpos. El desplazamiento de los cuerpos no
es más que una forma del movimiento. Pero nosotros nos hemos detenido a reflexionar sobre que es el movimiento en
el sentido más general, filosófico, de la palabra. Y eso significa, ante todo, desentrañar el problema de que es lo
principal, lo peculiar en cualquier tipo de movimiento. El movimiento, escribía Engels, “…comprende todos los cambios
y procesos que se operan en el Universo, desde el simple cambio de lugar hasta el pensamiento” (1). Resulta que el
movimiento es cualquier cambio que se produce en los objetos y fenómenos, es decir, en el mundo, en la materia. Es
el cambio en general.

¿Podría encontrarse la materia en tal estado que no se produjera en ella cambio alguno? Está claro que no. Aún en la
época remota en que el mundo no existían todavía ni los hombres, ni los animales, ni la célula viva, aun entonces, la
materia experimentaba cambios. Porque los cuerpos están compuestos de átomos y moléculas que se hallan en
constante movimiento. Por consiguiente, jamás ha existido ni un solo cuerpo absolutamente inmóvil. Además, si
existían los átomos, las moléculas y los electrones, eran inevitables las reacciones químicas. Resulta, pues, que existía
también la forma química del movimiento.

Como habrán podido convencerse, jamás ha habido un estado tal en el que la materia existiera sin movimiento. Por eso
se dice que el movimiento es una forma de existencia de la materia. El movimiento es una propiedad imprescriptible
de la matera, o, como dicen los filósofos, un atributo de la materia. No hay materia sin movimiento, la materia existe
sólo en movimiento.

Semejante conclusión se ve confirmada por los datos irrefutables de nuestra práctica. Cuando una máquina está en
funcionamiento, sus piezas, como se sabe, se calientan. Esto significa que la forma mecánica del movimiento (la
rotación de algunas piezas) se transforma en forma calorífica. En la caldera de una locomotora puede observarse el
proceso contrario: el vapor producido por la combustión del carbón o de la leña pone en movimiento el émbolo de la
máquina de vapor. En este caso, la energía calorífica se transforma en energía mecánica.
1

UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA


FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS
DEPARTAMENTO DE ÁREA COMÚN
CURSO FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LAS CIENCIAS ECONÓMICAS
AÑO 2002 CÓDIGO: 1410

CARACTERÍSTICAS DEL CONOCIMIENTO CIENTÏFICO


(INVENTARIO DE LAS PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA CIENCIA)

CARACTERÍSTICA EXPLICACIÓN
Parte de los hechos y retorna a ellos. La ciencia intenta describir
los hechos tales como son, es decir, con la mayor objetividad
posible.

Los hechos confirmados (por la práctica social) suelen


FÁCTICO denominarse datos empíricos. Estos se obtienen con ayuda de
la teoría y son, a su vez punto de partida de la elaboración
teórica.

Una subclase de datos empíricos son de tipo cuantitativo (por lo


general, se expresan en cifras) Estas cifras, ordenadas en
tablas estadísticas, son muy útiles como auxiliares en la
demostración/argumentación científica.
El científico descarta los hechos, produce otros y los explica. Es
decir, en el proceso de investigación no se limita a contemplar
pasivamente los hechos. El científico exprime la realidad a fin
de ir más allá de las apariencias.

El conocimiento científico no se concreta a dar cuenta de los


TRASCIENDE LOS hechos (describirlos, sino que intenta explicar su esencia y
HECHOS relaciones con otros hechos, descubre así las leyes que rigen
los fenómenos y procesos existentes. Es el salto que implica
trascender de los fenómenos –expresión externa de las cosas-
a su realidad interna –la esencia- de la experiencia inmediata de
la teoría. (Mario Bunge)

La ciencia de nuestros días abarca un amplísimo campo de


experimentación, produce y reproduce nuevos hechos para
determinar su comportamiento en condiciones controladas
(experimentación), resultado de ello son, por ejemplo, la
invención de nuevos compuestos químicos, así como la
creación de nuevas variedades vegetales y animales.
En ingeniería genética se encuentra a la orden del día la
“clonación” y el descubrimiento del “genoma humano” y sus
posibles aplicaciones en el campo de la medicina
El conocimiento científico aborda aspectos delimitados de la
realidad objetiva y los descompone en sus partes (análisis) es
decir intenta descubrir los aspectos que conforman el todo, pero
también los vínculos y relaciones que explican su integración
(síntesis) la investigación comienza descomponiendo sus
objetos a fin de descubrir el “mecanismo” interno responsable
ANALÍTICO de los fenómenos observados, pero no se detiene en la
investigación de la naturaleza de las partes, el siguiente paso es
el examen de la interdependencia de los partes, y la etapa final
es el esfuerzo de reconstruir el todo en términos de sus partes
interconectadas (Mario Bunge).

Como se observa, el mejor método científico es el que combina


2

en su dialéctica el análisis y la síntesis: el estudio de las partes


sin menoscabo de la totalidad
El enfoque analítico de los objetos de la ciencia ha acentuado la
tendencia a la especialización, pero es erróneo exagerar la
diversidad de las ciencias, ya que con ello se dispersa su
ESPECIALIZADO unidad y metodología.
La especialización tiende a limitar la visión del científico
individual una especie de semoviente con anteojeras) No cabe
duda de que el remedio más eficaz contra la unilateralidad
profesional es una dosis de filosofía (Mario Bunge)

Si el conocimiento cotidiano (ordinario, etc) es generalmente


vago e inexacto, el científico es claro y preciso. La ciencia hace
preciso lo que el sentido común presenta como confuso, por eso
se dice que representa una especie de rebelión contra la
superficialidad. Claro, la ciencia no está del todo libre de
errores, sin embargo, existen métodos y procedimientos que
ayudan a superar los equívocos. En seguida se incluyen las
exigencias que a este respecto desarrolla Bunge:

 Los problemas se formularán de manera clara. Si


esta exigencia no es considerada suficientemente,
es como pretender contar con una artillería
analítica eficaz sin antes ubicar adecuadamente al
enemigo.
CLARO Y
PRECISO  La ciencia parte de nociones no siempre precisas.
La necesaria depuración de las nociones
corrientes sobre el objeto de estudio exige que se
les incluya en esquemas teóricos.

 La ciencia define la mayoría de sus conceptos.


Ante todo, es preciso definir claramente los
conceptos que sirven de referentes teóricos para
explicar la naturaleza del problema de
investigación.

 La ciencia crea lenguajes artificiales. La utilización


de palabras, signos matemáticos, símbolos, etc.
En la investigación deben ser suficientemente
explícitos cada vez que se emplean en los
informes científicos

 La ciencia procura medir y registrar los


fenómenos. Los números y las formas geométricas
son de gran importancia en el registro y la
descripción de los fenómenos y procesos. Se trata
de lograr mayor exactitud en el análisis y
argumentación de la hipótesis científica. Un
ejemplo de ello son los gráficos estadísticos de
uso frecuente en los informes científicos.
COMUNICABLE El c. científico ha sido formulado con lenguaje claro y preciso de
modo que puede comunicar en forma accesible a la
colectividad.
La investigación científica es una actividad planificada, el
METÓDICO investigador sabe que es lo que busca y como encontrarlo,
digamos que el método es la manera como el científico penetra
en lo desconocido
Una ciencia es un sistema de ideas relacionadas lógicamente
SISTEMÁTICO entre sí, obviamente toda teoría científica tiene las mismas
connotaciones, sistematicidad, coherencia lógica y pretensiones
de veracidad.
3

El conocimiento científico es siempre una generalización de las


propiedades esenciales que la mente abstrae de los hechos
GENERAL singulares.
A través del lenguaje científico se formulan términos que no
solamente designan hechos singulares y experiencias
individuales, sino también generalizaciones que se refieren a
clases de hechos (generalización).
El C. Científico inserta los hechos singulares en pautas
generales llamadas leyes naturales o leyes sociales. Es muy
importante comprender que las leyes no determinan el
LEGAL comportamiento de los procesos, solo los regulan en
condiciones determinadas.
La ley no anticipa lo que ocurrirá a un determinado proceso sino
lo que ocurrirá cuando se cumplan ciertas condiciones.

EXPLICATIVA La ciencia intenta explicar los hechos en términos de leyes, y


las leyes en términos de principios.
El científico no se conforma con la descripción de hechos.
El conocimiento científico no es final, está en movimiento y
desarrollo. Siempre es concebible que pueda surgir una nueva
situación (nueva información, descubrimientos, trabajaos
ABIERTA teóricos) en que nuestras ideas, por firmes que parezcan,
resulten inadecuadas o inexactas en algún sentido.
La ciencia no es un sistema dogmático y cerrado, sino
controvertido y abierto, es decir, la ciencia es abierta como un
sistema porque es falible por tanto capaz de progresar (Mario
Bunge)
La ciencia es útil porque busca la verdad, y la verdad nos pone
en condiciones de interpretar correctamente la realidad y de
transformarla. La utilidad de la ciencia es una consecuencia de
su objetividad.

ÚTIL Digamos, finalmente que la ciencia es valiosa como herramienta


para controlar la naturaleza y remodelar la vida social, es
valiosa en si misma, como clave para la inteligencia de la
humanidad y eficaz en el enriquecimiento y la liberación de la
mente humana, por ahora hondamente esclavizada por la
superstición “La libertad es la conciencia de la necesidad”
(Engels).

Uno de los objetivos de la ciencia es liberar la mente humana de


los prejuicios que la subyugan y devolver al hombre la plena
confianza en sus propias posibilidades que le permitan
sobreponerse a las fuerzas ciegas de la naturaleza y humanizar
su propia existencia, lo que implica humanizar las condiciones
de vida social.
VERIFICABLE El conocimiento científico para alcanzar esta categoría debe ser
comprobado, verificado, lo cual va enlazado al cumplimiento de
las leyes que rigen al objeto, fenómeno, proceso.
PREDICTIVO La predicción del acontecer o efectos que pueden darse si se
cumplen las condiciones para que se presenten las leyes que
rigen al objeto, fenómeno o proceso, permite predecir los
alcances, resultados o presencia de nuevos fenómenos (causa
y efecto)
La predicción se vincula con la previsión, ya que LA
PREVISIÓN CIENTÍFICA PERMITE AL HOMBRE
CONTROLAR Y DIRIGIR LOS FENÓMENOS Y PROCESOS.
EL SENTIDO VITAL DEL SABER CIENTÍFICO ES SABER
PARA PREVER, PREVER PARA ACTUAR
Características del conocimiento Cuadro comparativo
EL CONOCIMIENTO COTIDIANO EL CONOCIMIENTO C¡ENTíFICO

Es rutinario, se obliene en la práctica diaria Se apoya en la práctica, igual que el


regular y reiterativa. conocimiento cotidiano. Todo el conocimiento
acumulado por la humanidad es reflejo del mundo
objetivo en la conciencia del hombre.

En la vida diaria, el ser humano percibe la Es la explicación de la esencia de /os


realidad únicamente en su aspecto exterior(el fenómenos; de sus causas y las condiciones en
íenómeno). Sin embargo, la realidad es algo más que se producen; de.sus canexiones internas,
que su simple apariencia: posee una esencia, necesanas y de las leyes que los rigen,
pero ésta se oculta tras Io aparente.

Se concreta a dejar constancia de los hechos y a Presupone, además de ia constancia y


describirlos. No explica causas ni aporta pruebas descripción de los hechos. su explicación e
que demueslren su veracidad. interpretación con fundamento en los conceptos
que cada ciencia elabora. .

Ayuda a orientarnos en el mundo y nos pone en Responde no sólo a la pregunta de ¿cómo?, sino
condiciones de manejar algunas cosas, pero no al ¿por qué? los hechos se producen de un. modo
llega a explicarlas en su realidad interna, por sus determinado y no de olro. Su esencia consiste en
causas. la generalización de los hechos; tras lo casuai
descubre lo necesario, lo que se halla regido por
leyes; tras lo singular descubre lo general. Esto
permite la previsión cientifica. *

Es espontáneo, no se plantea problemas que Cada ciencia tiene su etapa de formación,'pero lo


deban ser resueltos a tráves de la investigación común a todas ellas, es la determinación de su
cientif ica. Tampoco selecciona los métodos objeto de estudio y la elaboración de los
necesarios para orientarse en la búsqueda conceptos que explican su naturaleza esencial; la
sistemátrca de la verdad objetiva. formulación de la ley fundamental que lo rige y la
aplicación del principio o teoría en la explicación
á un gran número de los casos estudiados.

Es asistemática. Carece de una estruclura Uno de sus rasgos esÉnciales del es su sistema.
basada en un cuerpo de conceptos teóricos. Agrupa y ordena los conocimientos según
determinados principios teéricos, Se fundamenta
en premisas y leyes determinadas que permiten
organizar el conocimiento en un sistema único; su
carácter sistemático otorga a teoría su
connotación científica.

No cuenta con un lenguaje rigurosamente La ciencia se diferencia radicalmente del


cienlifico. El lenguaje que utiliza es impreciso y conocimiento religioso basado en la fe, en
ambiguo dogmas -eternos e inmutables- de origen divino.
También se diferencia del arte.

" La previsión científica permite al hombre controiar y dirigir los fenómenos y pr(i{;€süs.
El sentido vital del saber científico es "saber para prever, prever para actuar"

I
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repaso

UNIDAD II. LA CIENCIA

CONOCIMIENTO

Proceso en virtud del cual se refleja la realidad objetiva en la mente del hombre.

TIPOS DE CONOCIMENTO:

Conocimiento propio de los animales y los infantes de corta


ELEMENTAL: edad que le sirven de adaptación al medio.
Ejemplo: Aprender el idioma materno.
Conocimientos embrionarios que se caracterizan por trabajo
PROTOCIENCIA: cuidados y carecen de fundamento teotético. Ejemplo: la
ciencia cognitiva de las matemáticas.
Conjunto de conocimientos en desarrollo que se verifican a
CONOCIMIENTO través de la práctica. Se considera la forma superior del
CIENTIFICO conocimiento. Ejemplo: Las tres leyes de Newton acerca
del movimiento.
Son los conocimientos que adquieren en el transcurso de la
vida a través de la experiencia, que se obtienen al
EMPÍRICO desarrollar determinados procesos y actividad. Ejemplo:
Cuando un niño aprende a caminar, lo hace a través de un
conocimiento empírico: ensaya muchas maneras.
Permite orientarnos en el mundo y descubrir la realidad. Se
COTIDIANO practican en el diario vivir, carecen de método y
planificación. Ejemplo: Abrigarse en invierno.
TÉCNICO Caracterizado pero no científico.
1. Conocimientos sistematizados que carecen de
TEORICO experimentación Ejemplo: Leyes, Ideologías, Conceptos,
Principios, Noticias.
Conocimientos que se dedican a descubrir los hechos y que
PRE-CIENTIFICO se aplican para iniciar una labor de investigación, indican
como se realizan los procesos.

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TEORIA DEL REFLEJO:

Principio base de la teoría de conocimiento, explica que el conocimiento es la imagen del mundo que
nos rodea.

ELEMENTOS DEL CONOCIMIENTO:

 Objeto del conocimiento: Esta representado por la realidad objetiva que existe
independientemente de la voluntad humana.
 Sujeto del conocimiento: El hombre con la capacidad de conocer.
 Practica Social: Relación particular entre el objeto y el sujeto del conocimiento.

GRADOS DEL CONOCIMIENTO:

PRIMER GRADO o GRADO SENSORIAL: Refleja los aspectos externos o apariencia del objeto, se
forma de manera inmediata por medio de los órganos de los sentidos.

ELEMENTOS QUE LO CONFORMAN

 Sensaciones: Refleja una imagen parcial del objeto.


 Percepciones: Imagen global del objeto.
 Representaciones: Reproducción mental de los objetos percibidos.

SEGUNDO GRADO o GRADO LÓGICO: Se produce de manera mental, se requiere de las principales
funciones del pensamiento.

ELEMENTOS QUE LO CONFORMAN

 Conceptos: Síntesis mental de las propiedades esenciales del objeto.


 Juicio: Es la capacidad de afirmar o negar algo sobre los objetos.
 Razonamientos: Obtención de nuevos conocimientos.

CIENCIA:
Un conjunto de conocimientos en desarrollo, los cuales se obtienen mediante los correspondientes
métodos cognoscitivos y se pueden experimentar a través de la práctica.

La ciencia se define como un sistema de conocimientos en desarrollo.


La misión fundamental de la ciencia es describir, explicar e interpretar los hechos.
Finalidad social de la ciencia es facilitar la vida y el trabajo.

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RASGOS GENERALES DE LA CIENCIA


El concepto de ciencia se aplica tanto para denominar el proceso de elaboración de los conocimientos
científicos como todo el sistema de conocimientos, comprobados por la práctica que constituye una
verdad objetiva, y también para señalar distintas esferas de conocimientos científicos, diferentes
ciencias. La ciencia moderna es un conjunto extraordinariamente subdividido de ramas científicas
diversas.

RASGOS MAS IMPORTANTES DE LA CIENCIA


Explica la esencia de los fenómenos
Conoce la realidad, prevé el futuro
Es utilizada para el desarrollo de la sociedad

LA PRODUCCIÓN: Consumidor más importante de la ciencia.

OBJETIVO FUNDAMENTAL DE LA CIENCIA: La satisfacción de las necesidades sociales.

EN QUE SOCIDAD COMENZARON A TENER CARÁCTER CIENTÍFICO LOS CONOCIMIENTOS:


ESCLAVISMO.

LO ABSTRACTO: Es el procedimiento que aísla un aspecto del objeto sin tomar en cuenta lo casual.

CAPITALISMO: Régimen económico que genera la contradicción ciencia y trabajo.

INVENTARIO DE CARACTERÍSTICAS DE LA CIENCIA

Liste las características de la ciencia


1. Fáctica 2. Predictiva
3. Trasciende los hechos 4. General
5. Sistemática 6. Legal
7. Metódica 8. Especializada
9. Analítica 10. Útil
11. Precisa y exacta 12. Flexible
13. Preventiva 14. Verificable
15. Comunicable 16. Explicativa

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Simulacro
Serie de selección múltiple: Según el planteamiento, seleccione la opción correcta:
La ciencia es comunicable ya que es comprensible para cualquier sujeto.
 Verdadero
 Falso

La ciencia es sistemática por tener ideas que no tienen relación alguna.


 Verdadero
 Falso

Marta está convencida que al aprobar el parcial comprobara que el conocimiento adquirido durante
clases ha sido satisfactorio.
 Característica Verificable
 Característica flexible
 Característica útil

Los cambios y las transformaciones a que se encuentran sujetos los procesos existentes, regulados
por ciertas relaciones constantes llamadas:
a. ley objetiva
b. Ley científica
c. Ley
d. Ninguna de las anteriores

Son las formas generales en que se producen las transformaciones de los procesos, de sus
propiedades y de sus interacciones.
a. conocimiento científico
b. Ley objetiva
c. conocimiento ordinario
d. ninguna de las anteriores

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Es una reconstrucción racional que refleja a la ley objetiva.


a. Ley científica
b. Ciencias sociales
c. Ley
d. Ninguna de las anteriores

Según estudios realizados la vacuna a aplicar a la población guatemalteca será efectiva ya que en la
documentación obtenida indica que no presentara efectos secundarios fuertes, considerando que
aún no se han realizado pruebas en el país.
a. Relacion entre practica y comprobación de la teoría.
b. Relación entre ley y conocimiento científico
c. Relación de lo abstracto y teoría del reflejo.

Las hipótesis comprobadas y confirmadas por la práctica se transforman en teorías.


a. Verdadero
b. falso

1. Es una concatenación esencial y necesaria, general y reiterativa, existente entre los fenómenos
del mundo material, que origina un curso rigurosamente determinado de los acontecimientos.
R/ La Ley

2. Se da también en el plano del conocimiento sensorial y el teórico.


R/ Lo abstracto.

3. Es la que indicará si es correcta la solución aplicada a las posibilidades planteadas en calidad de


hipótesis.
R/ La practica

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Unidad entre la teoría y la práctica (Práctica social y criterio de la verdad)

La práctica no solo es el principio del conocimiento, también es su objetivo, por lo tanto, la práctica es
el criterio de verdad del conocimiento científico.

Verdad: concordancia de las ideas con los objetos que ellas representan en la mente Concordancia
de las ideas con la realidad objetiva.

Un conocimiento es verdadero si al utilizarlo en nuestra actividad práctica nos permite lograr los
objetivos propuestos.

DIFERENCIA ENTRE CIENCIA Y FE

FE: ciega creencia en la veracidad de lo que en principio no se


puede comprobar en la práctica ni demostrar lógicamente.

La ciencia está fundamentada en hechos demostrados y


explicados, mientras que la fe no admite demostración alguna,
solamente puede ser inculcada.

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DIFERENCIA ENTRE CIENCIA Y ARTE

La ciencia refleja la realidad a través de conceptos y


categorías y persigue la máxima exactitud, mientras que el
arte se lleva a cabo a través de la imagen artística, admite la
invención.

CIENCIAS NATURALES Y CIENCIAS SOCIALES

CIENCIAS NATURALES

Base teórica de la industria, la agricultura, la técnica y la medicina. Fundamento científico de la filosofía


materialista.

Objetivo
 Descubrir la esencia de los fenómenos
 Señalar la aplicación práctica de las leyes naturales

Las ciencias naturales se apoyan en el razonamiento lógico y el aparato metodológico de las ciencias
formales, especialmente de la matemática y la lógica, cuya relación con la realidad de la naturaleza es
indirecta A diferencia de las ciencias aplicadas, las ciencias naturales son parte de la ciencia básica,
pero tienen en ellas sus desarrollos prácticos, e interactúan con ellas y con el sistema productivo en
los sistemas denominados de investigación y desarrollo o investigación, desarrollo e innovación.

División de las ciencias naturales


La ciencia son ramas que tratan diversos temas del mismo por ser muy amplio.
Se encuentran:

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Biología
Trata sobre los estudios de los seres vivos en sus orígenes.

Geología
Trata el estudio de las formas del interior del globo terrestre.

Física
Se encarga de la propiedad de materia, espacio, energía, tiempo
y sus interacciones.

Química
Se encarga de la estructura composición propiedades
de la materia y sus interacciones.

Astronomía
Trata los estudios del espacio, cuerpos celestes, origen y
fenómenos.

CIENCIAS SOCIALES
Ciencias que se ocupan del hombre y la sociedad, constituyen el sistema de conocimientos de todos
los aspectos de la sociedad aparición, estructura, elementos, desarrollo, cultura, ser y la conciencia
social, etc.
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Es una denominación genérica para las disciplinas o campos del saber que analizan y tratan distintos
aspectos de las relaciones sociales y los grupos de personas que componen la sociedad. Estas se
ocupan tanto de sus manifestaciones materiales como de las inmateriales.
Las ciencias sociales estudian el origen del comportamiento individual y colectivo, buscando
comprender y explicar regularidades y particularidades que se expresan en el conjunto de las
instituciones humanas.

SIMILITUD Y DIFERENCIAS
ENTRE LAS CIENCIAS NATURALES Y LAS CIENCIAS SOCIALES

SIMILITUD: En ambos dominios las leyes generales son permanentes y su cumplimiento inflexible.

DIFERENCIA: Las leyes naturales están vinculadas entre sí, son sistemas de leyes en virtud del
principio de la concatenación universal y en las leyes sociales existen leyes que rigen únicamente en
determinados sistemas sociales y carecen de vigencia en otros.

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De los siguientes planteamientos coloque a qué tipo de característica de la ciencia se refiere.

Planteamiento Respuesta
El conocimiento científico parte de los hechos y retorna a ellos. La ciencia
intenta describir los hechos tales como son, es decir, con la mayor objetividad Fáctico
posible.

El científico descarta hechos, produce otros y los explica. Es decir, en el


proceso de investigación no se limita a contemplar pasivamente los hechos. El
científico exprime la realidad a fin de ir más allá de las apariencias. El Trasciende
conocimiento científico no se concreta a dar cuenta de los hechos (describirlos) los Hechos
, sino que intenta explicar su esencia y relaciones con otros hechos; descubre
así las leyes que rigen los fenómenos y procesos existentes.

El conocimiento científico aborda aspectos delimitados de la realidad objetiva


y los descompone en sus partes (análisis). Es decir, intenta descubrir los
Analítica
aspectos que conforman el todo, pero también los vínculos y relaciones que
explican su integración (síntesis).

El enfoque analítico de los objetos de la ciencia ha acentuado la tendencia a


la especialización. Pero es erróneo exagerar la diversidad de las ciencias, ya Especializada
que con ello se dispersa su unidad y metodología.

La ciencia hace preciso lo que el sentido común presenta confuso; por eso se
dice que representa una especie de rebelión contra la superficialidad.
Insertamos en seguida las exigencias que a este respecto desarrolla Bunge:
Claro y
a) los problemas se formularán de manera clara. b) la ciencia parte de nociones
Preciso
no siempre precisas. c) la ciencia define la mayoría de sus conceptos. d) la
ciencia crea lenguajes artificiales. e) la ciencia procura medir y registrar los
fenómenos.

El conocimiento científico ha de ser formulado con lenguaje claro y preciso de


Comunicable
modo que pueda comunicarse y sea accesible a la colectividad.

La investigación científica es una actividad planificada. El investigador sabe


qué es lo que busca y cómo encontrarlo. Digamos que el método es la manera Metódica
como el científico penetra en lo desconocido.

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Serie de Verdadero y Falso

Responda V para Verdadero F para Falso, según los siguientes planteamientos

Verdadero o
Planteamiento
Falso
El conocimiento científico es SISTEMÁTICO porque es una ciencia es un
sistema de ideas relacionadas lógicamente entre sí. Obviamente, toda
V
teoría científica tiene las mismas connotaciones: sistematicidad, coherencia
lógica, pretensiones de veracidad.

La ciencia es CERRADA debido a que siempre es concebible que pueda


F
surgir una nueva situación (nuevas informaciones, descubrimientos o
(la ciencia es
trabajos teóricos) en que nuestras ideas, por firmes que parezcan, resulten
ABIERTA)
inadecuadas o inexactas en algún sentido.
F
La ciencia SI es un sistema dogmático y cerrado sino controvertido y abierto. (NO es un
Es decir, la ciencia es abierta como sistema porque es falible y por tanto sistema
capaz de progresar (Mario Bunge). dogmático)

La ciencia es COMPROBABLE porque es una de las características


principales de la ciencia está en su carácter demostrable, es en la práctica V
social en donde se comprueba la veracidad de una teoría.

F
(Fue en el
En el modo de producción PRIMITIVO, fue en donde surgió la CIENCIA modo de
producción
ESCLAVISTA)

El ESLABÓN principal de cualquier Ciencia es la formulación de Teorías V

F
El ALCANCE de la CIENCIA por su planteamiento científico SI tiene límites (NO tiene
límites)

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