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Moral Social

Actividad 1 Unidad2 Ensayo


Grado: 6º cuatrimestre
Alumna: Margarita del Rosario Garza Menchaca

Docente: Manuel Delgado Carrillo

Tampico, Tamps. México, a 10 de Julio 2020


Aciertos y desaciertos de la Iglesia en la compleja red de las relaciones sociales, de
acuerdo a los fundamentos de la Moral Social.

La doctrina social de la Iglesia nos dice en el número 62 que: La Iglesia quiere anunciar y
actualizar el Evangelio en la compleja red de las relaciones sociales, para fecundar y
fermentar la sociedad misma con el Evangelio. La convivencia social a menudo determina
la calidad de vida y por ello las condiciones en las que cada hombre y cada mujer se
comprenden a sí mismos y deciden de sí mismos y de su propia vocación. Por esta razón,
la Iglesia no es indiferente a todo lo que en la sociedad se decide, se produce y se vive.
La sociedad y con ella la política, la economía, el trabajo, el derecho, la cultura no
constituyen sólo un ámbito secular y mundano, sino que en todo atañe al hombre y no
queda fuera a la economía de la salvación.

En la actualidad podemos darnos cuenta que a pesar de los intentos de la Iglesia en


salvaguardar los valores, la sociedad a causa de la globalización vive en una moral muy
laxa. Los valores no son ya prioridad en algunos sectores, el individualismo y la
desigualdad llevan la delantera en cuestión de decisiones personales y comunitarias.

La Moral Cristiana se refleja, se manifiesta en nuestro compromiso de cambiar las


situaciones en situaciones más humanas, y sin embargo vemos como el porcentaje de la
pobreza y la miseria crecen de manera exagerada, mientras que otros viven en
abundancia desmedida. La desigualdad no es un elemento natural de nuestra especie,
sino que ha sido adquirida y se ha convertido en un gran problema social.

Existe una crisis de valores por falta de referencias o criterios objetivos, ante la búsqueda
de todo aquello que favorece la plena realización de la persona.

La Iglesia valora la economía de manera positiva, se muestra crítica cuando se produce


absolutización económica, por ejemplo, cuando se explota o acapara el trabajo humano, o
cuando se descuida el uso sostenible de los recursos de la tierra. La doctrina social de la
Iglesia nos pide participar en el progreso económico y en la mejora de la producción
económica y que nos involucremos en la distribución equitativa (DSI 162). Sin embargo
hay quienes piensan que la DSI carece de fundamento en cuestión económica, Carlos
Alberto Montaner, por ejemplo dice: “el salario y las condiciones de vida de los
trabajadores (y de los propietarios) no dependen de las necesidades subjetivas señaladas
por la DSI, sino de las condiciones objetivas de la sociedad en que se trabaja y de la
calidad del aparato productivo”.
El papa Francisco en un evento realizado con alumnos de escuelas jesuíticas en junio de
2013 calificó la participación de los católicos en política como una “obligación”. Supone
una variación sustancial de la posición tradicional de la Iglesia al respecto, que con
frecuencia ha promovido el compromiso político de sus fieles pero sin escalarlo al plano
de la obligación moral universal. El Pontífice limitó el deber a los laicos, pero es claro que
el mensaje no ha dejado indiferentes a los clérigos, quienes son los encargados de
difundir la prédica pontificia y también quienes, por su condición poseen la capacidad y la
representatividad de volcar en la política el capital social de los fieles, por lo que hay una
intensificación del compromiso de los católicos impulsado por la propia Iglesia el cual
podría producir efectos en el ámbito de la política secular según su propia dinámica, sus
leyes y modalidades: básicamente en el contexto de una praxis democrática liberal. 

Y tenemos como ejemplo al padre Alejandro Solalinde, conocido por su trabajo en favor
de los migrantes. El clérigo se pronunció explícitamente por MORENA, el partido de
Andrés Manuel López Obrador, como única alternativa política posible para las elecciones
presidenciales mexicanas de 2018. Solalinde baja a un terreno en el que la Iglesia
tradicionalmente ha rehuido ocupar, el de la lucha electoral, la opción positiva y explícita
por una determinada fuerza política. El caso Solalinde supone una llamativa ruptura en las
formas en que la Iglesia decide intervenir en los procesos electorales: usualmente lo hace
de manera indirecta, advirtiendo sobre los proyectos o las propuestas de campaña que los
católicos deben abstenerse de votar. Por lo general, evita personalizar las opciones
electorales de los fieles. Podría pensarse que lo del padre Solalinde son ocurrencias
personales, sin mayor trascendencia, pero también pueden vincularse a fenómenos
similares que están ocurriendo en el mismo Vaticano, que funciona, por efecto de una
voluntad deliberada o no, como consecuencia de la prédica pastoral del Papa Francisco.

Referente a los medios de comunicación la Iglesia pondera los bienes incalculables que
en el recto uso aporta diariamente a la humanidad, sin olvidar, tampoco, los daños
morales y sociales, de las mismas proporciones, que genera un manejo irresponsable.
Pero nos motiva a huir de la desinformación, calumnia y difamación tres pecados de los
que la Iglesia no ha sido ajena. Los medios de comunicación no son buenos o malos,
algunos son más útiles que otros y siempre depende de para qué y cómo se usen, incluso
medios útiles se pueden convertir en pasatiempos sin sentido o información inútil.
Sabemos que muchos de los escándalos de la Iglesia son comprados precisamente por
utilizar de manera inadecuada estos medios.
Conclusión.-

Hacer este tipo de análisis y lectura me ayudó a darme cuenta por una parte que la Iglesia
no es ajena a todo el movimiento social en que nos encontramos que toma parte en casi
todos los temas de ámbito social, que nos hace falta como personas y también como
católicos ser más corresponsables en esta dinámica de caminar juntos en la búsqueda del
bien común, la experiencia mundial por la que estamos pasando nos refleja el tipo de
humanidad que somos, una humanidad que ha perdido valores morales, una sociedad
individualista incapaz de ver al otro como alguien que complementa nuestra vida y por lo
tanto alguien a quien necesito para ser más humano, así que termino con
cuestionándome ¿Cuál es mi participación en esta red social, y cómo colaboro como
persona, como mujer, como religiosa, como iglesia, para recuperar los valores sociales y
buscar siempre el bien común desde la verdad, la justicia, la solidaridad y el amor?

Bibliografía.-

DR. D. JOSÉ MANUEL APARICIO MALO (2017). Aportaciones de la Doctrina Social de la


Iglesia al desarrollo humano integral en clave interdisciplinar. Madrid.

Asuntos-sociales/religión/iglesia-y-política-en-la-era-francisco

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