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EL SACRAMENTO

de la
UNCIÓN
DE LOS ENFERMOS
UNCIÓN DE ENFERMOS

Es evidente que el sacramento


de la Unción de los Enfermos
no se relaciona directamente
con nuestra vida cristiana a lo
largo de su desarrollo, pero sí
tiene una importancia
extraordinaria para nuestra
plena purificación antes de
comparecer delante de Dios en
los umbrales de la eternidad, ya
que está encargado de extirpar
por completo los rastros y
reliquias de los pecados y
preparar al alma para su
entrada inmediata en la gloria.
I.
NOCIÓN
DEL SACRAMENTO
DE LA
UNCIÓN
DE LOS ENFERMOS
NOCIÓN

«Cristo ha pensado en todo. Se inclina sobre la frente del


niño desde su nacimiento para comunicarle por el
bautismo las primeras gracias de la salvación; le acompaña a
todo lo largo de su existencia por la economía de los otros
sacramentos; y después, al llegar a la tarde, a la hora de la
partida, Cristo está allí todavía con un sacramento supremo
para ayudar al hombre que muere a abandonar la tierra en
cristiano».

P. Philipon
NOCIÓN
La unción de los enfermos es el sacramento que «tiene
por fin conferir una gracia especial al cristiano que
experimenta las dificultades inherentes al estado de
enfermedad».
(CEC, n. 1527).

Tal como deseaba el Concilio Vaticano II (cfr. Sacrosanctum Concilium,


n. 73), en lugar del nombre de extremaunción se usa ahora el nombre
de unción de los enfermos, intentando hacer patente que no es sólo un
sacramento para quienes se encuentran en el último momento de su
vida, sino para aquellos cristianos que empiezan a estar en peligro de
muerte, por enfermedad o vejez.

Se llama unción porque al sujeto se le unge con oleo sagrado.


NOCIÓN
«La Iglesia cree y confiesa que,
entre los siete sacramentos,
existe un sacramento
especialmente destinado a
reconfortar a los atribulados por
la enfermedad: la unción de los
enfermos. Esta unción santa de
los enfermos fue instituida por
Cristo nuestro Señor como un
sacramento del Nuevo
Testamento, verdadero y
propiamente dicho, insinuado
por Marcos (cfr. Mc. 6, 13), y
recomendado a los fieles y
promulgado por Santiago,
Apóstol y hermano del Señor».

CEC, n. 1511.
NOCIÓN
«Saliendo a predicar,
exhortaban a que hiciesen penitencia,
y lanzaban a muchos demonios,
y ungían a muchos enfermos con óleo
y los sanaban».
(Mc. 6, 13)

«¿Alguno de ustedes está enfermo? Haga llamar a los


presbíteros de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndolo con
el óleo en el nombre del Señor, y la oración de la fe
salvará al enfermo, y el Señor le concederá la salud, y
los pecados que hubiera cometido le serán
perdonados».
(Santiago 5, 14-15).
NOCIÓN
MATERIA
DEL SACRAMENTO

La materia de este
sacramento es el aceite
bendecido por el obispo
en la Misa Crismal.

Pero en caso necesario, es


materia apta cualquier otro
aceite vegetal, limpio y
nuevo, sobre todo porque
en algunas regiones es
difícil conseguir aceite de
oliva.
FORMA NOCIÓN
DEL SACRAMENTO

La forma del Sacramento


son las palabras prescritas
por el ritual y
pronunciadas por el
sacerdote: «Por esta santa
unción y por su bondadosa
misericordia te ayude el
Señor con la gracia del
Espíritu Santo, para que
libre de tus pecados, te
conceda la salvación y te
conforte en la
enfermedad».
II.
EFECTOS
DEL SACRAMENTO
DE LA
UNCIÓN
DE LOS ENFERMOS
EFECTOS

Enseña Santo Tomás de


Aquino que la unción de
los enfermos es «como
una inmediata prepa-
ración para la entrada en
la gloria».
(S. Th., III, q. 65, a. 1, ad. 4)
EFECTOS

El enfermo, abandonado a sus solas fuerzas, estaría


tentado a desesperar, pero, en ese momento supremo, viene
Cristo, Él mismo, a reconfortar a sus fieles con su omnipotencia
redentora y con la proximidad de su presencia. Él ha instituido,
para la hora de los últimos combates, un sacramento especial
para acabar en nosotros su obra de purificación, para sostener a
los suyos hasta el fin, para arrancarlos de la influencia invisible
del demonio e introducirlos sin tardanza en la Casa del Padre.
La unción es el sacramento de la partida. Allí está el sacerdote,
in persona Christi, a la cabecera del enfermo para perdonarle sus
faltas y conducir su alma al paraíso.

Pero veamos ahora con más detenimiento los efectos que


produce el sacramento de la unción de los enfermos…
1)
Aumento de la
Como todo sacramento de Gracia Santificante.
vivos, la unción de los
enfermos produce un
incremento de la Gracia
Santificante en el alma del que
lo recibe. Secundariamente o
per accidens, puede causar la
infusión de la Gracia
Santificante en el alma que se
encuentra en pecado mortal.
La gracia sacramental
específica de la unción de los 2)
enfermos «es una gracia de Confiere
consuelo, de paz y de ánimo la Gracia
para vencer las dificultades Sacramental.
propias del estado de
enfermedad grave o de
fragilidad de la vejez. Esta
gracia es un don del Espíritu
Santo que renueva la confianza
y la fe en Dios y fortalece
contra las tentaciones del
maligno, especialmente la
tentación de desaliento y de
angustia ante la muerte».
(CEC, n. 1520)
La gracia sacramental propia 3)
de la unción tiene como efecto La salud corporal
la curación, si esta conviene a cuando conviene
la salud del alma. «Esta a la salvación
asistencia del Señor por la del alma.
fuerza de Su Espíritu quiere
conducir al enfermo a la
curación del alma, pero
también a la del cuerpo, si tal
es la voluntad de Dios» (CEC,
n. 1520).

La unción de los enfermos no


siempre consigue la salud del
cuerpo, sino sólo cuando
conviene a la salud espiritual.
EFECTOS

La salud corporal
cuando conviene a la salvación
del alma.

Por este motivo, no se debe esperar al último


momento para administrar este sacramento, porque
esto equivaldría a poner un impedimento a este
aspecto de su eficacia, ya que los sacramentos no
existen para causar milagros.
4)
El perdón de los
Ambas cosas son obstáculos pecados veniales
para la inmediata entrada del y la remisión de las
alma en el cielo; aunque este penas del purgatorio.
efecto depende de la debida
disposición, es decir, del
sincero dolor de los pecados
veniales.

La indulgencia plenaria, que


suele acompañar a este
sacramento, perdona la pena
temporal (purgatorio).
5)
La unción de los enfermos es Indirectamente
un sacramento de vivos y, por puede perdonar
lo tanto, no ha sido instituido para los pecados
devolver al alma la Gracia perdida.
mortales.
Su finalidad no es, pues,
perdonar los pecados mortales,
pues para esto ya existe el
sacramento de la Penitencia.
Sin embargo, si no es posible
recibir la confesión sacramental y la
persona está arrepentida, aunque
sea sólo con contrición imperfecta,
la unción también perdona los
pecados mortales.
EFECTOS

Se puede decir que la unción de los enfermos es


primariamente un sacramento de vivos, pero
consecuentemente, por su específica razón de ser, es
también un sacramento de muertos.

Si más adelante se supera la imposibilidad de acudir a


la confesión, el enfermo está obligado a confesar
íntegramente los pecados.
III.
NECESIDAD
DE RECIBIR
LA UNCIÓN
DE LOS
ENFERMOS
NECESIDAD
La unción de los enfermos no es necesaria por sí misma
para la salvación del alma, pero a nadie le es lícito desdeñar su
recepción, y por lo tanto ha de procurarse con esmero y
diligencia que los enfermos lo reciban cuando están
en plenitud de sus facultades mentales.

Es obligación de todo cristiano prepararse del mejor modo para


la muerte, y los que rodean al enfermo tienen el deber
–que es grave– de darle a conocer su situación
peligrosa y de sugerirle la conveniencia de recibir el
sacramento. Ha de administrarse en un momento
prudente: ni demasiado pronto, ni demasiado tarde,
obrando con sentido común y caridad cristiana.
NECESIDAD

El temor de asustar al
enfermo procede de una
visión muy poco cristiana de
la muerte. El cristiano debe
recordar, y hacer ver a los
demás, que «en la unción de
los enfermos… asistimos a
una amorosa preparación
para el viaje, que terminará
en la casa del Padre» (San
José María Escrivá).
NECESIDAD
No debe dejarse para el último momento el recibir la
unción de los enfermos:

1. Porque en la inminencia de la muerte las facultades están


debilitadas, y no se obtiene el mismo fruto, pues faltarán las
disposiciones ex ópere operantis que aumentan la eficacia del
sacramento.

2. Porque la curación corporal no se hace por milagro y el


sacramento no es algo «mágico», sino que el fortalecimiento
del espíritu estimula el proceso corporal de curación o Dios
favorece tal proceso mediante una ayuda especial. Por
tanto, el estado del enfermo ha de ser tal que aun sea posible
la curación naturalmente.
NECESIDAD
No debe dejarse para el último momento el recibir la
unción de los enfermos:

3. Porque a los que van a dejar esta vida, la Iglesia les ofrece,
además de la unción de los enfermos, la Eucaristía como
viático. El recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo en este
momento importantísimo del paso hacia el Padre, la
Comunión tiene una significación e importancia
particulares, porque es semilla de vida eterna (cfr. Jn. 6, 54);
la Eucaristía es aquí el sacramento del paso de la muerte a la
vida (cfr. CEC, n. 1524).
NECESIDAD
La unción de los enfermos
no imprime carácter, y por
lo tanto puede repetirse,
teniendo en cuenta lo
siguiente:

«Si un enfermo que ha


recibido la unción recupera
la salud, puede, en caso de
una nueva enfermedad
grave, recibir de nuevo este
sacramento. En el curso de
la misma enfermedad, el
Reiteración del sacramento puede ser
reiterado si la enfermedad
Sacramento se agrava».
(CEC, n. 1515)
NECESIDAD

«Todo sacerdote, y sólo él,


administra válidamente la
unción de los enfermos».
(CIC, c. 1003)

Ningún diácono puede


administrar el sacramento
de la Unción de los
Ministro del Enfermos.
Sacramento
IV.
SUJETO CAPAZ
DE RECIBIR
LA UNCIÓN
DE LOS
ENFERMOS
SUJETO
«Se puede administrar la unción de los enfermos al fiel que,
habiendo llegado al uso de razón, comienza a estar en peligro
por enfermedad o vejez» (CIC, c. 1004; CEC, n. 1514).

Ha habido una cierta evolución en la práctica de este


sacramento, porque ahora basta que un fiel comience a estar en
peligro, no que esté a punto de morir. La Constitución Sacram
Unctionem Infirmorum del 30-12-1972 dice que este sacramento
«se confiere a los que sufren una enfermedad peligrosa».

Para juzgar la gravedad de la enfermedad, basta con


tener un dictamen prudente y probable de peligro de muerte,
aunque no sea necesariamente inminente el desenlace.
REQUERIMIENTOS… SUJETO
a) Estar bautizado. Si la persona se hubiera bautizado en aquel
momento, podría recibir inmediatamente la unción, pues de
esta manera se recibe un aumento de gracia que es muy
necesaria para resistir a las posibles tentaciones.

b) Haber llegado al uso de razón, y por eso, tener la capacidad


de cometer pecado personal. No se ha de administrar a
niños menores de 7 años de edad, pues el sacramento se
ordena a robustecer al enfermo frente a las tentaciones de
desesperación por los pecados pasados. A los infantes en
peligro de muerte más bien se les puede administrar el
sacramento de la Confirmación. En caso de duda sobre si el
infante ha alcanzado el uso de razón, se le debe administrar
la unción (cfr. CIC, c. 1006).
REQUERIMIENTOS… SUJETO
c) Tener la intención de recibirlo para que sea válido. Si se
trata de un enfermo que carece del uso de razón, se le debe
administrar si, cuando estaba en posesión de sus facultades,
lo pidió al menos de manera implícita (cfr. CIC, c. 1006).
No se debe administrar el sacramento a quienes persisten
obstinadamente en un pecado grave manifiesto, o a quienes
rechazan explícitamente el sacramento antes de perder la
conciencia (CIC, c. 1007).

d) Estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez. No es


necesario que este peligro sea grave, basta con que comience.
SUJETO
Puede darse el sacramento a
un enfermo que va a ser
operado, con tal de que la
enfermedad grave sea la
causa de la intervención
quirúrgica.

También a los ancianos,


cuyas fuerzas se debilitan
seriamente, aunque no
padezcan una enfermedad
grave.

Igualmente a los niños que


han llegado al uso de razón,
con tal de que comprendan
el significado de este
sacramento.
SUJETO

Si se duda que un enfermo


aún viva, o ha sido muy
reciente su fallecimiento, se
le debe administrar el
sacramento de la unción.
Esto se hará bajo condición,
que se expresará en los
términos «si vives…».

Se permite, en la práctica
común, administrar este
sacramento hasta dos horas
después de la muerte
aparentemente acontecida.
C O N C L U S I Ó N

del curso
CONCLUSIÓN

Gracias a Dios
HEMOS LLEGADO AL FINAL
DE ESTE CURSO DE TEOLOGÍA ESPIRITUAL
«LA GRACIA SANTIFICANTE Y LOS SACRAMENTOS»

La vida del bautizado debe ser


una total vivencia en la Gracia Santificante.
Dios primero que nada nos llama a la existencia,
nos llama a la vida;
al llamarnos a la vida, Dios nos llama también
a vivir en la Gracia Santificante.
CONCLUSIÓN
Los Sacramentos de la Iglesia no solamente
son los medios que Dios nos da para obtener la
gracia o aumentarla, como hemos visto a lo largo
de este curso.

Los Sacramentos también son la voz de Dios a


esa gran vocación, que es la vocación del cristiano:

El Cristiano está llamado a vivir en la Gracia.


El Cristiano tiene una VOCACIÓN A LA GRACIA.

Pobres desgraciados aquellos que no viven en


esta vocación, sumergidos en la mentira, en el
engaño, en la muerte, esperando sólo el momento
de caer al infierno; y como sabemos, no es esta la
voluntad de Dios.
CONCLUSIÓN
«Estamos llamados a vigilar
para dominar [las pasiones],
de manera que, libres con la
libertad de los hijos de Dios,
podamos elegir dar tiempo a
Aquel que nos dedica Su
eterno tiempo para realizar
nuestra vida según su
proyecto y hacerla plena en el
encuentro con Jesús, el
Señor».
(Cardenal Carlo Ma. Martini)
AGRADEZCO A TODOS
POR LA OPORTUNIDAD QUE ME HAN BRINDADO
DE COMPARTIR CON USTEDES
UN POQUITO DE NUESTRA FE.

¡Dios les bendiga siempre!

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