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MÁSTER UNIVERSITARIO EN
RELACIÓN DE AYUDA Y
COUNSELLING
Tema 23
INTERVENCIÓN EN DROGODEPENDENCIA
Y OTRAS ADICCIONES
COUNSELLING EN ÁMBITOS DE EXCLUSIÓN SOCIAL
Profesor Dr. D. FRANCISCO‐JESÚS BUENO CAÑIGRAL
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Tema 23. Intervención en drogodependencia y otras adicciones
Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
23.1. Introducción
23.2. Conceptos generales
A. Definiciones básicas
B. Antecedentes históricos de las drogas
C. Neurobiología cerebral
D. Patrones de consumo
23.3. Epidemiología
23.4. Percepción Social
23.5. Estrategia Nacional sobre Drogas 2017 – 2024
23.6. III Plan Estratégico de Drogodependencias y Otros Trastornos
Adictivos de la Comunitat Valenciana
23.7. Factores de Riesgo frente a las Adicciones
A. Introducción
B. ¿Qué es un Factor de Riesgo?
C. Factores de Riesgo Individuales
D. Factores de Riesgo Relacionales
E. Factores de Riesgo Sociales
23.8. Factores de Protección frente a las Adicciones
23.9. Modelos teóricos que explican las adicciones
23.10. Retos de futuro
23.11. Adicciones sin sustancia
23.12. Intervención.
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Tema 23. Intervención en drogodependencia y otras adicciones
Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
23.1. Introducción
Las drogas han estado, están y estarán siempre presentes en la sociedad. La
intervención ante las mismas ha tenido, tiene y tendrá diferentes aspectos, en función de
las muchas variables determinantes de los consumos en cada época histórica de
actuación.
El mundo de las drogas y sus múltiples aristas y consecuencias, siempre ha sido
complejo y diverso, con interpretaciones múltiples y consecuencias variadas: económicas,
sanitarias, policiales, familiares, sociales, legales, educativas, de salud, políticas, etc. Por lo
tanto en este tema que vamos a desarrollar, deberemos abordar aunque sea
superficialmente diferentes aspectos en relación con el fenómeno de las drogas, para su
mejor comprensión actual y que nos permita orientarnos en buena disposición hacia el
futuro
De los patrones de consumo y de las sustancias que se consumían con mayor
frecuencia en los años ochenta y noventa, y que eran generadores de alarma social,
inseguridad ciudadana y delitos contra la propiedad; hemos pasado en la actualidad a una
situación de permisibilidad y de tolerancia, en la que los patrones de consumo han
cambiado y se ha producido un proceso de normalización, aceptación e integración social
de los consumos.
Además ya casi no hablamos de toxicomanías, ni de drogadicción, ni de
drogodependencias. Ahora hablamos de Trastornos Adictivos o de Adicciones con o sin
Sustancia.
Los riesgos de las adicciones están cada día más presentes en nuestra sociedad,
planteándose situaciones de inclusión social o de exclusión social, en función de los
diferentes factores de riesgo y de los factores de protección frente a las adicciones, de las
cambiantes tendencias sociales y de la influencia de los medios de información y
comunicación.
La formación integral frente a las adicciones es cada día más importante por tratarse
de un problema multidisciplinar, tanto para los profesionales dedicados a este campo de
la asistencia, como al público en general; ya que el Consuelling, Relación de Ayuda,
Consejo Asistido y el Consejo Breve, tienen una gran aplicación en este tema, con un
componente fundamental de desarrollo en estos procesos.
23.2. Conceptos generales
En este apartado expondremos:
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Tema 23. Intervención en drogodependencia y otras adicciones
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A) La Salud como marco conceptual de la Relación de Ayuda y el Counselling.
B) Las definiciones básicas recogidas en el histórico Manual sobre Dependencia de las
Drogas. Compilación basada en informes de grupos de expertos de la OMS y en otras
publicaciones de la OMS, realizada por J.F. Kramer y D.C. Cameron. OMS. Ginebra.1975.
C) Los antecedentes históricos de las drogas.
D) La neurobiología cerebral y
E) Los patrones de consumo
A. La Salud como marco conceptual de la Relación de Ayuda y el
Counselling.
Relación de Ayuda
Es aquella en la que uno de los participantes intenta hacer surgir, de una o ambas
partes, una mejor apreciación y expresión de los recursos latentes del individuo y un uso
más funcional de éstos. Carl Rogers.
Counselling
Aunque la traducción literal al español sea “aconsejamiento”, sabemos que esta
terminología no es muy afortunada, ya que el Counselling es una relación auxiliante en la
que el consejero intenta estimular y capacitar al sujeto para la autoayuda. Por lo tanto es
fundamental identificar las potencialidades de las personas para que busquen solución a
sus problemas.
La Relación de Ayuda pretende crear un clima e iniciar un diálogo con el sujeto que
permita a éste aclararse sobre su propia persona y sus propios problemas, liberarse y
encontrar recursos para la solución de sus conflictos, y activar siempre su propia iniciativa
y responsabilidad. Georg Dietrich.
Salud
Es el bien más preciado que tenemos las personas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la definió en 1947 como “Un estado de
completo bienestar físico, metal y social y no solo la ausencia de enfermedades o de
dolencias”. Esto es un desiderátum, ya que como afirmó Leopoldo Vega‐Franco en el año
2000, “Es además un bien colectivo, un bien esencial para que los miembros de una
sociedad ejerzan completamente sus capacidades y funciones eficientemente en la
sociedad y ejerzan su libertad para vivir una vida adulta y cabal”.
La salud por tanto es una de las principales demandas y preocupaciones de los
ciudadanos, ya que todos sin distinción quieren: Tener salud, Ganar salud, Aumentar la
salud, Conservar la salud, Gozar de buena salud, Disfrutar de la vida con salud, etc.
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Tema 23. Intervención en drogodependencia y otras adicciones
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La mejor respuesta a esta demanda es dar mayor y mejor información sobre la salud
individual y colectiva de las personas y ayudarles a tener salud, ya que sin salud física y
mental, no hay vida plena y autónoma.
Por lo tanto, el concepto de Relación de Ayuda se vincula al concepto de Salud, ya
que la Salud se produce cuando usamos las capacidades biológicas y las capacidades
adquiridas, para gestionar las demandas de la vida, de tal manera que promueve el
bienestar personal y colectivo, siendo conscientes que este proceso continúa durante
toda la vida y se inserta dentro de los Determinantes Individuales, Sociales y Ambientales
de la Salud.
La Salud está constituida por tres dimensiones: Individual. Social. Ambiental.
Las personas tenemos que cuidar nuestra salud, los gobiernos tienen que
garantizarnos nuestra salud, enmarcada desarrollando adecuadamente los cuatro pilares
que conforman en el Estado de Bienestar: Educación. Sanidad. Trabajo. Pensiones.
Ámbitos de Relación de Ayuda en Adiciones / Trastornos Adictivos
1) La R. d A. entre Pacientes y Profesionales de Ciencias de la Salud: Médicos, Psicólogos,
Pedagogos. Enfermeros, Trabajadores Sociales, Educadores, etc.
‐Prevención
‐Asistencia: Desintoxicación. Deshabituación
‐Rehabilitación
‐Reinserción Social
2) La R. d A. entre Pacientes y Profesionales de la Ciencias de la Educación, Ciencias
Sociales y Religión: Pedagogos, Maestros, Psicólogos, Sacerdotes, Trabajadores Sociales,
Orientadores, etc.
3) La R. d A. entre Pacientes y Familiares.
4) La R. d A. entre Pacientes y Amigos, Compañeros.
Objetivos de la Relación de Ayuda en los cuatro ámbitos anteriores:
1. Conseguir que el enfermo asuma y acepte su situación personal.
«Yo Controlo» = Mentira
«Tienes un Problema, vamos a analizarlo»
2. Conseguir que el enfermo identifique (aprecie y exprese) sus propios recursos y
capacidades personales.
3. Que adquiera nuevos recursos y capacidades.
4. Que desarrolle procesos de autoayuda y ayuda mutua que le permitan solucionar
sus problemas y conflictos.
5. Que tome las riendas de su vida, activando su propia iniciativa y responsabilidad.
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Determinantes de Salud Informe Lalonde. 1974. Canadá
Peso en Gasto
mortalidad
Determinantes sociales de la salud: “Los hechos irrefutables”
Política de Salud para Todos (Health for All) en Europa:
Objetivo 14 – ENTORNOS PARA LA PROMOCION DE LA SALUD.
Richard Wilkinson y Michael Marmot. OMS 2003. Oficina Regional Europea.
Centro para la Salud Urbana y Departamento de Comunicaciones y Asuntos Públicos.
1. El gradiente social
2. Estrés
3. Primeros años de vida
4. Exclusión social
5. Trabajo
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6. Desempleo
7. Apoyo social
8. Adicción
9. Alimentos
10. Transporte
Comisión OMS sobre Determinantes Sociales de la Salud, 2008
«La mala salud de los pobres, el gradiente social de salud dentro de los países y las
grandes desigualdades sanitarias entre los países están provocadas por una distribución
desigual, a nivel mundial y nacional, del poder, los ingresos, los bienes y los servicios, y
por las consiguientes injusticias que afectan a las condiciones de vida de la población de
forma inmediata y visible (acceso a atención sanitaria, escolarización, educación,
condiciones de trabajo y tiempo libre, vivienda, comunidades, pueblos o ciudades) y a la
posibilidad de tener una vida próspera. Esa distribución desigual de experiencias
perjudiciales para la salud no es, en ningún caso, un fenómeno «natural»... Los
determinantes estructurales y las condiciones de vida en su conjunto constituyen los
determinantes sociales de la salud.»
Carta de Ottawa 1986
La Promoción de la Salud constituye un proceso político y social global que abarca no
solamente las acciones dirigidas directamente a fortalecer las habilidades y capacidades
de los individuos, sino también las dirigidas a modificar las condiciones sociales,
ambientales y económicas, con el fin de mitigar su impacto en la salud pública e
individual. La promoción de la salud es el proceso que permite a las personas incrementar
su control sobre los determinantes de la salud y en consecuencia, mejorarla. Las áreas de
acción que propone la Carta de Ottawa son: construir políticas públicas saludables, crear
ambientes que favorezcan la salud, desarrollar habilidades personales, reforzar la acción
comunitaria, reorientar los servicios de salud.
La PREVENCIÓN son las acciones orientadas a la erradicación, eliminación o minimización
del impacto de la enfermedad y la discapacidad. Last, Diccionario de Epidemiologia
La EDUCACIÓN PARA LA SALUD aborda no solamente la transmisión de información, sino
también el fomento de la motivación, las habilidades personales y la autoestima,
necesarias para adoptar medidas destinadas a mejorar la salud. Glosario OMS 1998.
La SALUD MENTAL es un estado de bienestar en el cuál la persona se da cuenta de sus
propias aptitudes, puede afrontar las presiones de la vida, puede trabajar productiva y
fructíferamente, y es capaz de una contribución a su comunidad.
«Sin Salud Mental, NO HAY SALUD»
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Documentos de Promoción de la Salud
http://www.promocion.salud.gob.mx/dgps/interior1/promocion.html
Exclusión Social
Es apartar de la participación ciudadana, de las oportunidades de trabajo y de
educación por racismo, discriminación y hostilidad.
Causas: Pobreza. Desempleo. Inmigración. Discapacidad. Enfermedades Mentales.
Trastornos Adictivos / Conductuales. Personas Dependientes. Grupos Étnicos Minoritarios
SIDA y Otras Enfermedades Estigmatizantes. Personas “Sin techo”, transeúntes,
recluidas. Etc.
Las sociedades más igualitarias tienen mejores estándares de salud psíquica y física en
su conjunto.
Implicaciones: Protección de los derechos de los inmigrantes. Eliminación de barreras
sociales para favorecer a todas las personas la accesibilidad igualitaria a la sanidad, los
servicios sociales, la educación, el empleo y la vivienda. Apoyar políticas educativas e
integradores.
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Inclusión social
El consumo de drogas es un fenómeno cultural en la actualidad. No se consume
heroína. Escasa marginalidad y poco deterioro físico en los consumidores. Escasa «alarma
social», ni inseguridad ciudadana. Otras sustancias producen fracaso escolar, violencia de
género, accidentes de tráfico, etc. Para muchas personas las Adicciones Con Sustancia,
pero sobre todo las Adicciones Sin Sustancia, se han convertido en un fenómeno de
INCLUSIÓN SOCIAL, de PERTENENCIA AL GRUPO DE IGUALES. Las Adicciones
lamentablemente se han convertido en un elemento más del modelo social imperante en
España.
Evolución de la Terminología
‐ Toxicomanías
‐ Drogadicciones
‐ Drogodependencias
‐ Trastornos Adictivos / Trastornos de la conducta
‐ Adicciones con sustancia y Adicciones sin sustancia
B. Definiciones básicas
Fármaco
Se entiende por fármaco o droga toda sustancia que, introducida en el organismo
vivo, puede modificar una o más de las funciones de éste. Es un concepto
intencionadamente amplio, pues abarca no s6lo los medicamentos destinados sobre todo
al tratamiento de enfermos sino tambi6n otras sustancias activas desde el punto de vista
farmacológico.
Farmacodependencia
Estado psíquico y a veces físico causado por la acción recíproca entre un organismo
vivo y un fármaco, que se caracteriza por modificaciones del comportamiento y por otras
reacciones que comprenden siempre un impulso irreprimible a tomar el fármaco en forma
continua o periódica a fin de experimentar sus efectos psíquicos y a veces para evitar el
malestar producido por la privación. La dependencia puede ir o no acompañada de
tolerancia. Una misma persona puede ser dependiente de uno o más fármacos. La
aparición en una persona determinada de dependencia respecto a una droga en
particular dependerá de la acci6n conjugada de tres factores:
l) las características personales y los antecedentes,
2) la naturaleza de su medio sociocultural general y del más inmediato, y
3) las características farmacodinámicas de Ia droga en cuestión, teniendo en cuenta la
cantidad utilizada, la frecuencia del uso y la vía de administraci6n (esto es por ingestión,
inhalación o inyección).
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Droga causante de dependencia
Es aquella que puede producir en un organismo vivo un estado de dependencia
psíquica, física, o de ambos tipos. Esa droga puede utilizarse con fines m6dicos o no
médicos sin producir necesariamente tal estado.
Una vez desarrollada la farmacodependencia, sus características varían con el tipo de
sustancia empleada. Algunas sustancias, como las que contienen el té o el café, pueden
producir dependencia en el sentido más amplio del término, situación que no es
forzosamente nociva. En cambio, existen varios tipos de drogas que, por estimular o
deprimir considerablemente el sistema nervioso central, o perturbar la percepción, el
estado de ánimo, el pensamiento, la conducta o la función motriz, se consideran en
general capaces de provocar, en determinadas circunstancias de empleo, problemas
sanitarios y sociales de carácter individual y público. Las drogas de los tipos enumerados a
continuación pueden ejercer un marcado efecto de dependencia y plantear así problemas
graves. La expresión "droga causante de dependencia" se aplica a cualquiera de las
drogas de los tipos siguientes:
l) Alcohol: bebidas alcohólicas de cualquier clase;
2) Anfetaminas: anfetamina, dexanfetamina, metanfetamina, metilfenidato y
fenmetracina;
3) Barbitúricos: barbitúricos (en particular los de periodo de acción breve o intermedio) y
algunos otros fármacos de efectos sedantes, como el hidrato de cloral, el
clordiazepóxido, el diazepám, el meprobamato y la metacualona;
4) Cannabls: preparaciones de Cannabis sativa L., como marijuana (bhang, dagga, kif,
maconha), ganla y hachis (charas);
5) Cocaína: cocaína y hojas de coca;
6) Alucinógenos (LSD): dimetriltriptamina (DMT), lisérgida (LSD), mescalina, peyote y
psilocibina;
7) Khat: preparaciones de Catha edulis Forsk;
8) Opiáceos (morfina): opio, morfina, heroína, codeína y productos sintéticos con efectos
morfínicos, como la metadona y la petidina;
9) Solventes volátiles (producto de inhalación): tolueno, acetona, gasolina y tetracloruro
de carbono, e igualmente ciertos agentes anestésicos como el éter, el cloroformo y el
óxido nitroso.
Existen otros tipos de sustancias (el tabaco, la aspirina y la fenacetina) que pueden
provocar evidentemente cierto grado de farmacodependencia. En algunos casos, la
dependencia puede incluso ser muy marcada. El empleo intensivo de esas sustancias
puede producir graves daños físicos en el usuario, y en el caso del tabaco por lo menos, el
consumo está tan extendido y los problemas conexos son tan importantes que plantea
un problema de salud pública.
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Consumo no médico de drogas
Consumo de drogas causantes de dependencia de los tipos antes indicados, excepto
en los casos en que esté indicado desde el punto de vista médico.
Dependencia psíquica
Situación en la que existe un sentimiento de satisfacción y un impulso psíquico que
exigen la administración regular o continua de la droga para producir placer o evitar
malestar. Ese estado mental es evidentemente el más potente de todos los factores
implicados en la intoxicación crónica con drogas psicotrópicas, y puede ser el único factor
en el caso de ciertos tipos de droga.
Dependencia física
Estado de adaptación que se manifiesta por la aparición de intensos trastornos físicos
cuando se interrumpe la administraci6n de la droga o se influye en su acción por la
administración de un antagonista especifico.
Los síndromes de retirada o abstinencia, están constituidos por series específicas de
síntomas y signos de carácter psíquico y físico peculiares de cada tipo de droga. Se alivian
por la administración de la misma droga o de otra de análoga acción farmacológica
perteneciente al mismo tipo genérico. No aparecen manifestaciones patentes de
dependencia física cuando se mantiene la administración de una dosis adecuada. La
dependencia física es un potente factor de refuerzo de la influencia de la dependencia
psíquica en la que se refiere a la continuaci6n del uso de la droga o a la recaída en el
consumo después de un intento de retirada.
Tolerancia
Estado de adaptación caracterizado por la disminuci6n de las respuestas a la misma
cantidad de droga o por la necesidad de una dosis mayor para provocar el mismo grado
de efecto farmacodinámico.
Tolerancia cruzada
Fenómeno en el que se toma una droga y aparece tolerancia no s6lo a esa droga sino
también a otra del mismo tipo o a veces de otro conexo, por ejemplo, la heroína provoca
tolerancia cruzada a la morfina y viceversa, y en menor grado el consumo intenso de
bebidas alcoh6licas produce tolerancia cruzada a los fármacos del tipo de los barbitúricos.
C. Antecedentes históricos de las drogas
Desde que existe el hombre, existen las drogas y ha habido consumo de diferentes
sustancias: alcohol, cáñamo, hoja de coca, plantas solanáceas (mandrágora, beleño,
belladona), peyote, cafeína, tabaco, hongos, opio, anfetaminas, etc., que se han utilizado
con diferentes fines a lo largo de la historia.
Para no hacer este apartado extenso en exceso, en primer lugar haremos referencia a
dos hechos históricos muy importantes y conocidos, como son la producción de cerveza
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en Egipto y la elaboración de aguamiel o hidromiel; para en segundo lugar relatar la
evolución histórica de los consumos de drogas en España desde mediados del siglo
pasado hasta la actualidad
La primera sustancia de la que se tiene constancia cierta data de 4.000 años a.C. y se
refiere a la cerveza, considerada principalmente como alimento, no como droga. Se
hallaron pinturas y grabados sobre su elaboración y consumo en la tumba de Ty en la
pirámide de Saqqara (Egipto). La cerveza formaba parte de la alimentación diaria de los
egipcios. En pinturas aparecen personas elaborando cerveza (heneket). Se preparaban
los panes de cerveza con harina de trigo rojo (espelta) y de cebada que se dejaba
fermentar para obtener una pasta que se filtraba y se le añadía jarabe de dátiles (dátiles
triturados) para reforzar su sabor y casia para poder conservarla, además de conseguir
una cerveza de mayor calidad (seremet). También añadían a la cerveza otros productos
como higos, miel altramuces o cilantro.
Zósimo de Panópolis (Egipto) considerado el primer alquimista documentalmente
reconocido, escribió un papiro que data del siglo III, en el que se encuentra la más antigua
receta de elaboración de la cerveza, que dice así: “Los granos germinados de cebada y
espelta se trituran en un mortero, y con su harina se logra una pasta que se endurece con
los pies en una cuba. Con esta masa se hacen los panes de cerveza, que se hornean,
quedando algo húmedos en el interior. Una vez fríos, se parten e introducen en jarras con
agua azucarada. Tras la adición de levadura, y terminada la fermentación, se trasiega a
una cuba, diluyéndose y tamizándose varias veces la masa estrujada. El líquido final se
guarda y se almacena en cuevas frescas”.
Autores como J. Pascual y G. Rubio suponen que la primera droga que utilizó el
hombre fue como consecuencia del resultado de la fermentación de algún fruto,
apuntando a la vitis vinífera, cuyo origen de cultivo se sitúa en el Cáucaso meridional y
que era una vid capaz de producir vino para el consumo humano (5.000 años a. C.). Para
fermentar el vino, necesitaban vasijas, que por descubrimientos arqueológicos sabemos
de la existencia de vasijas unos 8.000 años a.C.
La miel es el edulcorante más antiguo que se conoce y dada la innata apetencia de los
seres humanos por el sabor dulce y la ausencia de otros edulcorantes fue muy apreciada y
ampliamente utilizada antes de la introducción del azúcar en la alimentación. Los
hombres primitivos se limitaban a sacar la miel de los enjambres situados en huecos de
árboles o cavidades de las rocas. De esta práctica conocida como “caza de nidos” existe
un maravilloso reflejo en las pinturas rupestres de la Cueva de Araña en Bicorp (Valencia),
del Mesolítico (7.000 a. C.), donde la escena incluye dos hombres, uno en la parte
superior que introduce su mano en la oquedad nido mientras sostiene un recipiente en la
otra, y un segundo hombre en la parte inferior, que sube por la escala y lleva un recipiente
en la espalda. Otros testimonios se encuentran el Cingle de la Ermita del “Barranc Fondo”
y el Cingle de la “Mola Remigia”, ambos en la provincia de Castellón. Por lo tanto los
hombres sacaban la miel de los enjambres y la almacenaban en sus “cabañas”.
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Una sociedad organizada, dedicada a la agricultura y quizá a la ganadería, que ya
conocía la vasija puedo conocer la fermentación. Podemos suponer que en un momento
determinado esta miel fermentó, que alguien la probó y que le gustaron los efectos que
le produjo. También se puede suponer que esta miel fermentada, muy espesa, resultaría
más agradable al paladar si se le añadía agua, con lo que se consigue “aguamiel o
hidromiel”, que posiblemente fuera el primer alcohol para consumo humano. Desde
entonces el alcohol y las bebidas fermentadas han formado parte del consumo humano.
Sabemos que los primeros usos de las “drogas” eran con fines alimenticios, mágicos,
religiosos, festivos, curativos, etc., no para “drogarse”. La evolución histórica, la mayor
cantidad y tipos de drogas, el mayor conocimiento de las sustancias y de sus efectos, las
necesidades humanas primarias, las guerras, los cambios culturales, las enfermedades, el
comercio, etc., han ido modificando las tendencias en el uso y abuso de las diferentes
drogas que han ido apareciendo en el transcurso de los siglos.
Así en Europa, en el siglo XVII se empieza a producir vino de forma estable, que puede
ser conservado varios años y además puede ser transportado en botellas o toneles sin
que se estropee. Empiezan a elaborarse destilados de alcohol como el aguardiente, que
se exporta a las colonias ultramarinas. Se crea un gran mercado europeo de consumo de
alcohol.
En España desde que se produce la exención de derechos a los aguardientes y licores
en el año 1747, aumenta la producción de destilados alcohólicos y de vino de Jerez que se
exporta a Inglaterra y a las colonias por la liberalización del comercio con América. La
independencia de las colonias americanas interrumpe la exportación generando grandes
excedentes de producción y aumentando la oferta de bebidas alcohólicas en el mercado
interior español a bajo precio, pasándose a principios del siglo XIX de una situación de casi
abstinencia en el consumo, a una gran generalización del consumo de alcohol en España.
Europa a principios del XIX importaba grandes cantidades de té desde China, que era
el productor monopolista y sólo admitía el pago del mismo en plata española. Hacia 1820,
la casi totalidad de la plata española circulante estaba ya en poder del gobierno imperial
chino, lo que imposibilitaba la continuidad del comercio del té.
Los chinos apenas conocían el opio, pero hacia 1790 las clases altas chinas se habían
aficionado al mismo. Los ingleses controlaban desde 1773 las plantaciones de opio de
Bengala. El opio se convirtió en el producto ideal para intercambiar por el té chino. El opio
era introducido en China de contrabando y cobrado en plata, que luego servía para pagar
el té. Para 1830 la balanza de pagos se había equilibrado y para 1836 se había recuperado
la totalidad de la plata invertida para comprar té durante los cien años anteriores. En
China, la ausencia de plata, en la cual los chinos tenían que pagar sus impuestos al
gobierno imperial, provocó una situación social explosiva. La dinastía Manchú desarrolló
una serie de medidas represivas, tanto contra los consumidores interiores como contra
los traficantes europeos.
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Las acciones chinas provocaron la reacción anglo‐francesa que, mediante las dos
guerras del opio (1839‐1842 y 1856‐1860) obligaron a la dinastía Manchú a aceptar el libre
comercio del opio ilegal. Así, a partir de 1860, el Estado Chino se convirtió en un inmenso
mercado de opio, en el cual cien millones de usuarios proporcionaban un tercio de la
renta total del Imperio Británico. Esta escandalosa situación fue denunciada
reiteradamente por organizaciones religiosas y sindicatos, pero sus campañas fracasaron
ante los intereses económicos que estaban en juego generados por el opio y el té.
En Alemania su industria farmacéutica sintetiza drogas nuevas, la mayoría derivadas
de productos naturales: la morfina en 1830, la heroína en 1874, la cocaína en 1858, y otras
realizadas sintéticamente, como el ácido barbitúrico en 1864. El uso de tales drogas se
generalizará adquiriendo una gran popularidad. Se daba por supuesto que su uso se
basaba en criterios médicos, pero se fomentó su utilización sin ninguna cortapisa ni
control. Se crearán así muchas dependencias yatrogénicas, socialmente consideradas
como enfermedades.
La guerra civil americana (1861‐1865) y la guerra franco‐prusiana (1869‐1871) servirán
para difundir masivamente la morfina como calmante de heridas y mutilaciones. La
cocaína conoce su fase de expansión a partir de 1880.
En el siglo XIX se produce también como consecuencia de la expansión colonial y del
movimiento romántico el contacto de los europeos con drogas exóticas, como el hachís,
la kola y las plantas alucinógenas americanas. Su conocimiento y utilización se restringirá
a pequeños grupos intelectuales. El más famoso será el “Club del Haschisch” fundado por
Gautier en París y que existirá entre 1840 y 1849.
Estos hechos no están presentes en España, donde el consumo de alcohol y de tabaco
prácticamente se institucionaliza, consumiéndose además láudano en las zonas rurales,
en contraposición con el consumo morfina y cocaína, que es más urbano y se da en
grupos burgueses reducidos.
Podemos decir que en la última década del siglo XIX es cuando se produce la
alcoholización de la sociedad española, debido a diversos factores como: económicos,
sociales, producción de vinos y alcoholes, industrialización, emigración del campo a zonas
urbanas grandes, mejora de las comunicaciones y el comercio, culturales, etc.
En España en las primeras décadas del siglo XX consume tabaco y alcohol la población
en general, morfina los profesionales sanitarios y grifa los soldados que están o han
vuelto de Marruecos.
Debido a que los problemas generados por el opio en China no se solucionaban, los
EE.UU. tuvieron que intervenir para defender sus propios intereses y así se celebró en
1909 la primera Conferencia de Sanghai, a la que asistieron 13 países (Alemania, China,
EE.UU., Francia, Holanda, Italia, Japón, Persia, Portugal, Reino Unido, Rusia y Siam) y se
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acordó suprimir el tráfico de opio. Tras esta reunión se celebró Conferencia Internacional
sobre Estupefacientes en la Haya (Holanda) en la que firmaron el 23 de enero de 1912 el
primer Tratado Internacional sobre el Control de Drogas, en el que “los países firmantes
deben realizar sus mejores esfuerzos para controlar, o para incitar al control, de todas las
personas que fabriquen, importen, vendan, distribuyan y exporten morfina, cocaína, y sus
respectivos derivados, así como los respectivos locales donde esas personas ejercen esa
industria o comercio”.
La convención fue establecida en su legislación interna en 1915 por EE.UU., China,
Holanda, Honduras, y Noruega. En 1919 tuvo validez mundial al ser incorporada en el
Tratado de Versalles.
Todo lo sucedido con el opio, pone de manifiesto la complejidad del tema de drogas,
pues abarca diversos aspectos: económicos, políticos, comerciales, sociales, legales,
sanitarios, educativos, etc.
En EE.UU. se toman medidas tendentes a penalizar el consumo de diversas drogas: el
opio en 1914, el alcohol en 1919 y el cannabis en 1937.
En España con la legislación penal tradicional, se atendía a los daños sobre la salud
que pudiera provocar cualquier producto. Entre los años 1918 y 1935, se modifica esta
situación y se definen una serie de sustancias como estupefacientes (o drogas), se
persigue su tráfico y se regula su comercio. La efedrina se sintetiza en 1923 y fue
introducida en España durante la guerra civil.
Tras la guerra civil, hasta el año 1966, España se mantuvo al margen de las
modificaciones jurídicas y sociales que se desarrollaban internacionalmente. No se
consumía ni heroína, ni cocaína; pero existía un amplio grupo tolerado de morfinómanos:
heridos y mutilados de guerra y personal sanitario con fácil acceso a la droga.
Tras la guerra civil en España aumentó mucho el consumo de anfetaminas, así como
durante la II Guerra Mundial. En Inglaterra y en Japón se realizaron campañas de
erradicación, por el contrario, en EE.UU. diversas presentaciones de anfetaminas eran
dispensadas en farmacias y recomendado su uso en determinadas ocasiones.
Entre 1940 y 1960, el consumo de alcohol y de tabaco permanece estable. No hay
ninguna modificación en las pautas culturales. Sólo los hombres, y no todos, fuman y
beben, reservándose los licores para fiestas y celebraciones o para las clases elevadas.
A partir de los años sesenta y hasta los años ochenta se producen diferentes cambios
en España: despegue económico, emigración rural, creación de grandes núcleos urbanos,
incremento del turismo, desarrollo de los medios de comunicación, modificación de las
pautas de comportamiento, desarrollo de la industria farmacéutica, etc. El consumo de
alcohol y tabaco es muy importante, incorporándose a ambos, poco a poco las mujeres.
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De la prescripción médica de fármacos, se pasa a la automedicación, aumentando mucho
su consumo. España firma el Convenio Único de 1961 sobre Estupefacientes, no padecía
todavía el problema.
Algunos médicos de medicina general y psiquiatras perciben el elevado consumo de
alcohol en nuestro país y alertan a la sociedad de diversas maneras. En esta labor, destaca
el psiquiatra valenciano Emilio Bogani Miquel (1932‐1997) que en octubre del año 1971
publica en la Editorial Pulso de Barcelona la primera edición de un libro original, veraz y
valiente “El alcoholismo, enfermedad social”, que posteriormente tuvo múltiples
reediciones debido al gran interés suscitado entre los profesionales de la educación y de
la salud, por la repercusión y enfoque social del tema.
En 1976 Plaza & Janés, S.A. Editores (Barcelona) realiza una nueva edición, en cuyo
prólogo, escrito por el Profesor José María López‐Piñero (1933‐2010), Catedrático de
Historia de la Medicina de la Facultad de Valencia, que empezaba diciendo: “El
alcoholismo no es un vicio, sino una enfermedad”, vienen a decir los carteles que han
escrito los hombres que en nuestra sociedad están empeñados en la lucha antialcohólica.
Débil voz la de estos carteles, casi inaudible en el estruendo de la publicidad que, con los
más perfectos medios que ofrecen las técnicas audiovisuales de nuestro tiempo, invita
incansablemente a consumir cantidades crecientes de bebidas alcohólicas. Y concluía el
prólogo con: Este libro, por el contrario, se destina por igual al lector medio y al médico
deseoso de tener información sobre un tema muy descuidado, y carece absolutamente de
retórica. Espero y deseo que sea un fuerte aldabonazo en nuestra anestesiada conciencia
social.
E. Bogani al inicio del libro escribe “Las bebidas alcohólicas no son un alimento
natural. Su consumo, más que una necesidad humana, es la expresión de un patrón
cultural y de la acción de los intereses económicos”. Frases de dos autores diferentes
escritas hace casi 40 años y que siguen estando vigentes en nuestros días.
Si nuestra realidad era ésta, en EE.UU. se habían desarrollado grupos de jóvenes
solidarios y marginales (generación beat) consumidores de drogas y transgresores, cuyas
acciones eran amplificadas por los medios de comunicación, siendo muy populares y
consiguiendo miles de imitadores. Esto, unido a la aparición del LSD y su cultura de
consumo, junto con la masiva introducción y consumo de la heroína durante y tras la
guerra de Vietnam; genera enfrentamientos entre partidarios y represores de los
consumos de drogas, disparándose en consumo de drogas ilegales en Occidente,
creándose un estereotipo social del drogadicto y realizándose diversos Convenios y
Tratados sobre el consumo de drogas.
Estos movimientos son fácilmente exportables a Europa y en España se van
introduciendo lentamente, donde los consumos más frecuentes son cannabis (hachis),
LSD, con una gran eclosión en los años 1973‐1979, por la situación política y social que se
vive, tras la muerte de Franco y la llegada de la democracia, incorporándose España al
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modelo dominante de consumo en Europa, con la inclusión además de la heroína, todo
ello unido a movimientos contraculturales, hippies, izquierdismo, psicodelismo, rock,
fiesta, legalización de los partidos políticos, elecciones políticas, etc.
Se acuña la frase: “Sexo, droga y rock and roll”. Aparece el policonsumo de sustancias
como manifestación hedonista, de desencanto y pasotismo; siendo poco la heroína la
gran protagonista del consumo. El entonces alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván
(1918‐1986), gran defensor de la “movida madrileña”, pronunció una frase en un festival
en el Palacio de Deportes de Madrid en 1984 que tuvo gran trascendencia “¡Rockeros: el
que no esté colocado, que se coloque... y al loro!”.
El consumo y la dependencia de la heroína conlleva diversos problemas graves:
legales, familiares, sociales, económicos, sanitarios, estigmatización, alarma social, etc.
Todo ello unido a la aparición de la epidemia del VIH‐SIDA y su rápido contagio entre los
adictos a drogas por vía parenteral por el uso compartido de jeringuillas contaminadas y
las relaciones sexuales heterosexuales y homosexuales sin protección, contribuyen a
agudizar el proceso de estigmatización y de marginalización de los heroinómanos.
Existe un limitado conocimiento del problema y además hay pocos recursos
asistenciales para hacerle frente, por lo que en 1985 se crea el Plan Nacional sobre Drogas
(PNsD) y a partir de aquí los Planes Autonómicos y los Planes Municipales sobre drogas.
Se basan principalmente en la asistencia sanitaria, pero también se contempla la
prevención inespecífica dirigida a mejorar las condiciones de vida y a prevenir la
marginalidad; la rehabilitación y la reinserción social de los toxicómanos.
Se empiezan a desarrollar conceptos sobre la prevención que son mantenidos en la
actualidad, tales como: la necesidad de coordinación, la participación ciudadana o la
promoción de la salud como marco de las acciones de prevención de las
drogodependencias. Estableciéndose las prioridades en prevención de drogas, como son
la elaboración de material didáctico para centros educativos, la formación a padres y
profesores, la edición de publicaciones especializadas, el impulso de programas
experimentales de prevención, la investigación sobre epidemiología y factores de riesgo,
la creación de servicios de información y orientación municipales y programas de
cooperación social.
Podemos resumir las actuaciones de este modelo de PNsD de estos 30 años en:
‐España es el primer país de la UE en contar con un Plan Nacional sobre Drogas.
‐Las políticas de adicciones, han contado, y cuentan, con el mayor nivel de consenso
político que se puede encontrar en políticas sectoriales.
‐España tiene con un gran tejido social, a través de sociedades científicas y el tercer sector
de acción social. El trabajo de las organizaciones cada vez está siendo tenido más en
cuenta en la definición de las políticas desde las administraciones: Sociedades Científicas.
Plataforma del Tercer Sector. Mesa de Diálogo Civil. Consejo Estatal de
Drogodependencias.
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‐La política estatal, es una política equilibrada entre el control de la oferta y la reducción
de la demanda, y orientada a la defensa de la salud pública, asegurando así un primer
nivel de protección derivado de la minoración de la disponibilidad y una amplia oferta
preventiva y asistencial.
‐Esta política es totalmente coherente con las Convenciones Internacionales de las que
España es signataria.
‐Existe un alto nivel de acuerdo en torno al modelo de atención que debería, desde una
perspectiva biológica, psicológica y social, incorporar al adicto y a su familia en su entorno
natural mediante estrategias de tratamiento e inserción social y laboral eficaces.
‐El modelo incorpora además, estrategias de reducción de daños y riesgos a todos los
niveles, de eficacia demostrada.
‐El individuo adicto es considerado enfermo de una enfermedad adictiva, lo que le ubica
en situación de ejercer su derecho a recibir tratamiento, estando éste incorporado entre
las prestaciones básicas del Sistema Nacional de Salud.
‐El consumo privado de drogas no es delito. El consumo de drogas en público comporta,
como máximo, una sanción administrativa.
‐La producción y el tráfico de drogas sin embargo, son delitos castigados por el Código
Penal.
D. Neurobiología cerebral
La dependencia de sustancias es una enfermedad del sistema nervioso central (SNC),
debida a una disfunción neurobiológica de estructuras cerebrales mesencefálicas,
límbicas y corticales y de circuitos cerebrales implicados en la motivación y la conducta
El alcohol y otras drogas son sustancias químicas, que modifican el funcionamiento de
determinados sistemas de neurotransmisión y circuitos cerebrales, produciendo cambios
cognitivos, emocionales, motivacionales y conductuales. Su administración aguda
produce cambios transitorios, que revierten cuando finaliza su efecto farmacológico. Sin
embargo, su consumo crónico puede dejar una importante huella en la memoria
emocional y puede remodelar las conexiones y vías neuronales, produciendo cambios de
larga duración en el funcionamiento cerebral y dejando a la persona más vulnerable hacia
el reinicio de su consumo.
El alcohol y otras drogas activan el circuito de la recompensa cerebral, que incluye
determinadas estructuras del sistema límbico (sistema amígdala‐accumbens e
hipocampo), utilizando los mismos mecanismos fisiológicos que los reforzadores
naturales (agua, comida, conducta sexual).
Cuanto más intensos hayan sido los efectos reforzadores de una determinada
sustancia, más persistentes van a ser también los recuerdos relacionados con ella y más
imperiosa la necesidad o el deseo (craving) de experimentarlos de nuevo. Un deseo
imperioso que puede dispararse en determinadas situaciones y que también puede poner
en marcha comportamientos automáticos de búsqueda y consumo de dicha sustancia.
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El consumo reiterado de sustancias va creando un “estado de necesidad” que va
adquiriendo preeminencia sobre otros intereses y aficiones y, a la vez, un deterioro
progresivo de la capacidad de auto‐control sobre su auto‐administración. Pero además, se
producen cambios en la manera de pensar, opiniones, actitudes y motivaciones
relacionadas con la sustancia o sustancias de abuso (de la que la persona es consumidora,
abusadora o dependiente), de manera que la persona tienen unas actitudes cada vez más
favorables hacia el consumo de la sustancia, de la cual ha desarrollado cierto grado de
dependencia. Por tanto, además de convertirse en adicto (fisiológico), se convierte
también en adepto (psicológico), anticipando solamente las posibles ventajas y efectos
positivos del consumo de la sustancia y considerando que cualquier ocasión puede ser
apropiada para consumirla.
Se produce por tanto un cambio importante en la “mentalidad” de la persona, que
puede llegar a ser tan irracional, pero emocionalmente tan intenso como el que se puede
producir en un proceso de enamoramiento, durante cuya “luna de miel” la persona
amada queda revestida de un manto protector en el que la idealización y el deseo pueden
neutralizar cualquier resquicio de duda, convirtiendo, así a la persona amada en
totalmente ideal.
El circuito de recompensa cerebral
Los estudios con animales han evidenciado que los efectos reforzadores del alcohol y
las otras drogas tienen un sustrato neurobiológico común que es el efecto de liberación
de dopamina (DA) en el núcleo accumbens (NAc).
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Las neuronas DA, que provenientes del área tegmental ventral (ATV) se proyectan
hacia estructuras límbicas y de la corteza frontal, presentan una activación fásica en
respuesta a los estímulos reforzadores primarios, como son comida, agua o estímulos
relacionados con la conducta sexual, es decir, aquellos que tienen una importancia capital
para la supervivencia (del individuo, o bien de la especie), y que juegan un papel decisivo
en el aprendizaje motivacional, tanto de las conductas apetitivas de aproximación, como
de las de consumo.
Dicho efecto de activación fásica de las neuronas DA, que para los estímulos
reforzadores primarios desarrolla rápidamente tolerancia o habituación, tiene sin
embargo un comportamiento diferente cuando se trata de sustancias psicoactivas, ya
que los estímulos apetitivos para dichas sustancias siguen actuando como activadores
DA, e incluso pueden hacerlo de manera creciente, cuando el sistema DA se sensibiliza.
Por tanto, a diferencia del fenómeno de la “saciedad”, que se produce tras una
conducta de consumo relacionada con los reforzadores naturales (agua, comida,
actividad sexual), las drogas producen efectos apetitivos o incentivos que pueden inducir
un deseo aumentado, tras un primer consumo, que se acompaña de dificultad para
controlar dicho consumo, cuando la persona presenta sensibilización del sistema DA.
El denominado circuito de recompensa cerebral, se compone de estructuras
relacionadas con el sistema DA mesolímbico, en conexión directa con otros sistemas de
neurotransmisión, como son el sistema opioide endógeno, serotonérgico y GABAérgico,
entre otros.
El sistema denominado de la amígdala ampliada establece como estructuras decisivas
la región medial, tanto del NAc, como de la amígdala (núcleo centro‐medial), como el
núcleo del lecho de la estría terminal y la sustancia innominada sublenticular. Dichas
estructuras comparten características morfológicas, inmunohistoquímicas y también
conexiones, ya que todas ellas reciben conexiones aferentes del córtex límbico,
hipocampo amígdala baso‐lateral, mesencéfalo e hipotálamo lateral y, a su vez, emiten
conexiones eferentes hacia el núcleo pálido ventral, ATV, tronco del encéfalo e
hipotálamo lateral. El sistema de la amígdala ampliada puede regular tanto los efectos
reforzadores agudos de las sustancias psicoactivas, como las neuroadaptaciones al
consumo crónico de dichas sustancias. Los efectos reforzadores positivos de dichas
sustancias se producen de manera simultánea al efecto de liberación de DA en la parte
medial del NAc y también al mismo tiempo que la activación GABAérgica y opioidérgica,
en el núcleo central de la amígdala. Determinados factores ambientales y genéticos
pueden modificar el funcionalismo de dicho circuito cerebral de recompensa, y contribuir
a un aumento de la vulnerabilidad de las personas hacia la adicción.
Efecto reforzador y sistema dopaminérgico
La administración de diversas sustancias produce una activación del sistema DA
mesolímbico. Opioides, alcohol y cannabinoides producen una inhibición de las
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interneuronas GABA del ATV del mesencéfalo, liberando de este modo a las neuronas DA
de la acción tónica inhibitoria que las neuronas GABAérgicas mantienen sobre ellas. Dicha
desinhibición de las neuronas DA del ATV produce una mayor liberación de DA en el NAc y
dicho efecto neuroquímico sería el sustrato neurobiológico del efecto reforzador
positivo.
La nicotina activa directamente las neuronas DA, tanto en el ATV como en sus
terminales del NAc. Fenciclidina, ketamina y alcohol tiene un efecto antagonista sobre los
receptores glutamatérgicos de tipo NMDA que puede estar relacionado también con su
efecto reforzador. Los psicoestimulantes bloquean la recaptación de monoaminas (DA,
noradrenalina –NA‐ y serotonina ‐5‐HT‐) y las anfetaminas producen además liberación de
sus depósitos.
Durante la década de los años 50 se propuso que el consumo continuado de drogas se
mantenía con la finalidad de evitar o mitigar la sintomatología aversiva del síndrome de
abstinencia, o bien que las drogas se consumían con el objetivo de modificar diferentes
estados internos negativos (ansiedad, fobias, pánico, estrés, disforia, depresión, etc.) y la
conducta que estos generan. Se ponderaba por tanto el efecto reforzador negativo de las
drogas y su capacidad para aliviar los estados corporales o mentales desagradables.
En la década de los 60, se produjo un cambio conceptual, tendiendo a explicar la
conducta adictiva, mediante procesos de refuerzo positivo. Este cambio se basó en una
serie de hallazgos obtenidos en animales de laboratorio, los cuales demostraron que las
diferentes sustancias adictivas pueden, de forma similar a otros reforzadores, aumentar y
mantener la conducta de auto‐administración en ausencia de síntomas de abstinencia.
Asimismo, se observó que los animales de laboratorio se auto‐administraban,
preferentemente, las principales sustancias psicoactivas que generan abuso y
dependencia en el hombre, y no otro tipo de sustancias, con excepción de la mayoría de
alucinógenos. De esta manera, se aceptó progresivamente la hipótesis de que la conducta
adictiva podía ser mantenida a través de procesos de refuerzo positivo.
La teoría de la sensibilización incentiva de Robinson y Berridge postula que la
motivación exagerada por las sustancias de abuso se produciría cuando se genera un
estado de sensibilización del sistema de recompensa mesolímbico, el cual tiene un papel
prominente en la atribución de relevancia incentiva a los estímulos, de tal manera que
dichos estímulos condicionados son percibidos como atractivos e inducen una motivación
compulsiva o deseo imperioso (craving) de consumo de la sustancia. Sin embargo, con el
desarrollo del proceso adictivo, la motivación hacia el consumo repetido (de la sustancia)
puede ser el resultado de un proceso denominado alostasis hedónica, según el cual la
administración crónica (de la sustancia) conduciría a un estado de regulación a la baja del
circuito de recompensa y a un reclutamiento de los factores de estrés que contribuyen a
estados emocionales negativos, aumentando de este modo la “necesidad” de un
consumo reiterado de la sustancia.
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El efecto reforzador negativo
Los efectos reforzadores de las sustancias adictivas se dividen en dos grandes grupos,
los efectos de refuerzo positivo, que aumentan la probabilidad de que se emita una
respuesta, gracias a la presentación de un estímulo positivo o apetitivo; y los de refuerzo
negativo, por los cuales también se incrementa la probabilidad de respuesta, pero
mediante el efecto de evitación o alivio de un estímulo negativo o aversivo. A efectos
prácticos, la homeostasis mejora tanto si consigue más bienestar como si se consigue el
alivio o la evitación del malestar.
Los pacientes dependientes del alcohol, los opioides y las benzodiazepinas (BZD)
pueden seguir presentando síntomas de ansiedad, insomnio, inestabilidad emocional,
anhedonía, disforia, craving, descontrol de impulsos y otros síntomas, durante semanas o
meses después de la retirada de la sustancia; que han sido considerados como síntomas
de abstinencia retardada la cual se puede manifestar en forma de oleadas de síntomas
vegetativos, ansiedad, craving y conductas de búsqueda y auto‐administración de dichas
sustancias.
Los síntomas de abstinencia de BZD y los del alcohol son manifestaciones de
hiperexcitación o “irritabilidad” del SNC, que pueden persistir durante semanas después
de su retirada. Si el paciente sigue tomando BZD, los síntomas de abstinencia post‐aguda,
serán más prolongados e interferirán en la recuperación del alcoholismo.
El consumo de alcohol o de BZD consigue neutralizar de manera rápida y eficaz,
aunque transitoria, los síntomas de abstinencia retardada, consiguiendo con ello un
poderoso efecto reforzador negativo, ya que alivian el malestar y restablecen la
homeostasis, aunque sea de manera temporal.
Por este motivo, el alcohol puede llegar a tener un poderoso efecto reforzador
cuando a su efecto reforzador positivo, debido a la activación del circuito de la
recompensa cerebral, se suma su efecto reforzador negativo, bien sea por alivio de
estados emocionales desagradables (Gilman et al., 2008) o bien por alivio de los síntomas
de abstinencia aguda del alcohol, las BZD o los opioides.
En las primeras etapas del proceso adictivo suele predominar el efecto reforzador
positivo del alcohol y las otras drogas, pero algunas personas que sufren trastornos
mentales o estados de dolor intenso pueden obtener también poderosos efectos
reforzadores negativos (de alivio de sus síntomas desagradables) mediante la
administración de opioides, alcohol o BZD.
Cuando el proceso adictivo se encuentra en fases avanzadas, los efectos reforzadores
positivos son cada vez menos habituales, ya que los cambios neuroadaptativos, debidos
al abuso crónico de alcohol o drogas ha generado una cierta “insensibilidad” del circuito
de recompensa a los efectos de dichas sustancias. Sin embargo, pueden persistir los
efectos reforzadores negativos de alivio de malestar o de abstinencia.
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El alcohol y las otras drogas pueden aliviar de manera rápida, aunque transitoria, los
estados emocionales desagradables de ansiedad, estrés postraumático, insomnio, fobias,
mal humor, angustia, preocupación, culpabilidad, depresión, inseguridad, etc. La persona
que padece dichos síntomas psiquiátricos percibe que el consumo de sustancias le ayuda
a sentirse mejor, ya que parece actuar como un medicamento que mitiga estados
emocionales que pueden llegar a ser muy desagradables o aversivos. Sin embargo no
suele tener en cuenta el posterior efecto de rebote, (cuando finaliza su efecto
farmacológico), ni las consecuencias negativas del consumo, tal vez porque se van a
producir horas o días después, siendo el efecto de alivio inmediato el que queda
fuertemente asociado al consumo. El efecto de rebote, (posterior a la finalización del
efecto de distintas drogas, del alcohol o de las BZD), consiste en la reaparición de los
síntomas (ansiedad, insomnio, etc.) pero con una mayor intensidad que la que sentía
antes del consumo de dichas sustancias.
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E. Patrones de consumo
Consumo (alcohol o drogas) (use alcohol or drug)): Autoadministración de una sustancia
psicoactiva.
Consumo abusivo (drinking, heavy): Patrón de consumo que excede un estándar de
consumo moderado o consumo social. Se define normalmente como el consumo que
supera un volumen diario determinado (tres bebidas al día) o una cantidad concreta por
ocasión (cinco bebidas en una ocasión, al menos una vez a la semana).
Consumo controlado de alcohol (drinking, controlled): Consumo que se modera para
evitar la intoxicación o el consumo de riesgo. El término se aplica especialmente cuando
hay motivos para poner en duda la capacidad de beber de manera controlada en todo
momento, como sucede con las personas que han mostrado signos de dependencia del
alcohol o de consumo perjudicial.
Cuando se aplica al consumo de otras sustancias psicoactivas, el término análogo
“consumo controlado de sustancias” expresa un consumo regular y no compulsivo de la
sustancia que no afecta a la función cotidiana, así como a los métodos de consumo que
reducen al mínimo los efectos adversos de las drogas. Compárese deterioro del control.
Consumo controlado de drogas (drug use, controlled): Véase consumo controlado de
alcohol.
Consumo de alcohol como evasión (drinking, escape): Consumo de alcohol motivado por
el deseo o la necesidad de evadirse de una situación o un estado de ánimo desagradable.
Términos afines: motivos personales (frente a sociales); consumo de alcohol para abordar
situaciones; afectividad negativa.
Consumo de riesgo (hazardous use, hazardous drinking): Patrón de consumo de
sustancias que eleva el riesgo de sufrir consecuencias nocivas para el consumidor.
Algunos autores limitan estas consecuencias a las de tipo físico y mental (como en el
consumo perjudicial), mientras que otros incluyen también las consecuencias sociales. A
diferencia de consumo perjudicial, el consumo de riesgo se refiere a modelos de consumo
que tienen importancia para la salud pública, pese a que el consumidor individual no
presenta ningún trastorno actual. Este término se utiliza actualmente por la OMS, pero no
figura entre los términos diagnósticos de la CIE‐10 (ICD‐10).
Consumo excesivo (drinking, excessive): Término desaconsejado actualmente para
referirse a un hábito de consumo que excede el standard de consumo moderado o
aceptado. Un equivalente aproximado que se utiliza hoy en día es “consumo de riesgo”.
En la Octava Revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades se hacía una
distinción entre dos tipos de consumo excesivo de alcohol: el episódico y el habitual,
donde el consumo excesivo era aparentemente equivalente al de intoxicación etílica. El
consumo excesivo episódico consiste en episodios relativamente breves que se producen
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al menos algunas veces al año. Pueden durar varios días o semanas (véase consumo
intensivo de alcohol “binge drinking”). El consumo excesivo habitual consiste en el
consumo regular de cantidades de alcohol lo bastante grandes como para perjudicar la
salud de la persona o el orden social.
Consumo experimental (experimental use): En general, las primeras veces que se
consume una droga determinada (a veces incluye el tabaco o el alcohol). El término se
refiere en ocasiones a un consumo extremadamente infrecuente o inconstante.
Consumo inveterado (drinking, inveterate) = Alcoholización (alcoholization) (del francés
“alcoolisation”): Consumo frecuente de cantidades sustanciales de bebidas alcohólicas
para mantener una concentración elevada de alcohol en la sangre. También se define
como el proceso de aumentar la frecuencia del consumo de alcohol. El término puede
aplicarse tanto al bebedor aislado como a toda la sociedad. El término “alcoolisation” se
utilizaba originalmente en el contexto de los hábitos franceses de consumo de alcohol e
implica que beber es una conducta aceptada en el entorno sociocultural en lugar de
reflejar una psicopatología individual.
Consumo moderado (drinking, moderate): Término inexacto para definir un hábito de
bebida que, por deducción, contrasta con el consumo abusivo. Denota un consumo de
cantidades moderadas que no causa problemas. A veces, esta expresión se compara
también con “consumo de riesgo bajo”.
Consumo perjudicial (harmful use, drinking harmful): Patrón de consumo de una
sustancia psicoactiva que causa daño a la salud. El daño puede ser físico (hepatitis por
inyección de drogas) o mental (episodios depresivos secundarios a una ingestión masiva
de alcohol). El consumo perjudicial comporta a menudo, aunque no siempre,
consecuencias sociales adversas; sin embargo, estas consecuencias por sí solas no son
suficientes para justificar un diagnóstico de consumo perjudicial. El término se introdujo
en la CIE‐10 y sustituyó a “consumo no dependiente” como término diagnóstico. El
equivalente más aproximado en otros sistemas diagnósticos (DSM‐III‐R) es “abuso de
sustancias”, que normalmente incluye las consecuencias sociales.
Consumo problemático (drinking, problem): Patrón de consumo que provoca
problemas, ya sean individuales o colectivos, de salud o sociales. Cuando empezó a usarse
esta expresión, denotaba que se bebía en respuesta a un problema en la vida. Este
término se viene utilizando desde mediados de la década de los 60 en un sentido más
general para evitar hacer referencia al concepto del alcoholismo como enfermedad. En
ciertos contextos, el consumo problemático de alcohol se usa como sinónimo del
concepto de alcoholismo en sus fases iniciales o menos graves. Un bebedor problemático
es una persona que ha sufrido problemas de salud o sociales a causa de la bebida. Las
formulaciones que se utilizan para evitar el “estigma” inherente al término son
“problemas relacionados con la bebida” y “problemas con la bebida”. Algunos expertos
han empleado el término “consumo problemático de alcohol” para abarcar otro
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concepto relacionado: un consumo que tiene el potencial de causar problemas (consumo
de riesgo); en cambio, la expresión “el problema de la bebida” se remonta a la época de
la “templanza” y ‐al igual que “la cuestión del alcohol”‐ hacía referencia a la política de
alcohol en su totalidad.
Consumo social (drinking, social):
(1) Literalmente, beber en compañía, en contraposición a “beber en solitario”.
(2) A menudo utilizado en términos generales para describir un patrón distinto del
consumo problemático.
(3) En terminología más admitida, consumo de bebidas alcohólicas que se ajusta a la
costumbre social, principalmente en compañía de otras personas y sólo por motivos y
formas socialmente aceptables (también conocido como “consumo socialmente
integrado”). El consumo social no es necesariamente un consumo moderado. En ciertas
culturas sudamericanas es habitual participar en fiestas aprobadas por la comunidad en
las que a menudo se consume alcohol hasta llegar a la intoxicación) (Compárese
consumo moderado de alcohol; consumo recreativo).
Referencias:
‐http://www.publispain.com/drogas/historia_drogas_antiguedad.html
‐Kramer, J.F. y Cameron. D.C. Manual sobre Dependencia de las Drogas. Compilación
basada en informes de grupos de expertos de la OMS y en otras publicaciones de la OMS.
Ginebra. 1975.
‐Pascual, J. y Rubio, G. (dir.), Historia General de las drogas, en Manual de
drogodependencias para enfermería, Díaz de Santos, Madrid, 2002, p. 7.
‐Glosario de términos de alcohol y drogas. (Lexicon of Alcohol and Drug Terms OMS
2004) Ministerio de Sanidad y Consumo, Gobierno de España. 2008 Madrid. Disponible
en:
‐http://www.who.int/substance_abuse/terminology/lexicon_alcohol_drugs_spanish.pdf
‐Guardia, J.; Surkov, S.I. y Cardús, M. Bases neurobiológicas de la adicción. En Manual de
Trastornos 2ª Edición, pp. 27‐36. (Editores: Bobes, J.; Casas, M. y Gutiérrez, M.) Enfoque
Editorial S.C. 2011.
‐Sánchez, L.; Crespo, G.; Aleixandre‐ Benavent, R. y Bueno‐Cañigral, F.J. Mercado
emergente de sustancias sintéticas. (Guía para profesionales de la salud y las adicciones).
Regidoria de Sanitat, Salut i Esports del Ajuntament de València. PMD / UPCCA‐València.
Universitat de València. CSIC. UISYS. Ingenio. ISBN: 978‐84‐9089‐055‐4. D.L.: V‐2978‐2016.
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23.3. Epidemiología
Desde 1995, el Plan Nacional sobre Drogas realiza, cada dos años, una Encuesta sobre
Alcohol y otras Drogas en España en población general residente en hogares (15‐64 años).
Los resultados son representativos a nivel nacional.
Los consumos de sustancias han ido modificándose en el trascurso de los años, siendo
en la actualidad de más frecuente a menos frecuente: Alcohol. Tabaco. Hipnosedantes.
Cannabis. Cocaína. Éxtasis. Anfetaminas. Alucinógenos. Heroína.
Así se recoge en la ENCUESTA SOBRE ALCOHOL Y DROGAS EN ESPAÑA (EDADES)
2014/2016.
http://www.pnsd.msssi.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/sistemaInformacion/pdf/2015_EDADES
__Informe_.pdf
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La ENCUESTA SOBRE USO DE DROGAS EN ESTUDIANTES DE ENSEÑANZAS
SECUNDARIAS DE 14 A 18 AÑOS DE TODA ESPAÑA (ESTUDES) 2014/2015, también
realizada por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. Secretaría de
Estado de Servicios Sociales e Igualdad. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e
Igualdad. Los datos son de una Muestra de 37.486 estudiantes y ha sido publicada el día 11
de febrero de 2016.
http://www.pnsd.msssi.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/sistemaInformacion/pdf/2016_ESTUDE
S_2014‐2015.pdf
Nos aporta la siguiente información:
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Baja el riesgo percibido ante el consumo de la mayoría de drogas.
¿CUÁLES SON LOS 3 PROBLEMAS PRINCIPALES QUE EXISTEN EN ESPAÑA?
23.5. Estrategia Nacional sobre Drogas 2017 – 2024
http://www.pnsd.msssi.gob.es/pnsd/estrategiaNacional/docs/180209_ESTRATEGIA_N.ADICCIONE
S_2017‐2024__aprobada_CM.pdf
La Estrategia Nacional sobre Adicciones 2017‐2024 se configura como un documento
participativo y de consenso, acordado entre todas las Administraciones Públicas, las
organizaciones no gubernamentales del sector, las sociedades científicas, los centros de
investigación, y todas aquellas instancias públicas y privadas que forman parte del Plan
Nacional sobre Drogas.
Las Estrategias Nacionales, como documentos de planificación, se han convertido en el
medio principal a través del cual se establecen y apoyan las diferentes respuestas
ofrecidas a nivel local y/o regional, creando una herramienta de coordinación para todos
aquellos involucrados en implementar una política de drogas.
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En la actualidad, alrededor de un tercio de los 30 países monitorizados por el
Observatorio Europeo de las Drogas y la Toxicomanía (28 miembros de la UE, más Turquía
y Noruega) incluyen a las sustancias legales y otras adicciones dentro de las Estrategias
sobre Adicciones. De hecho, en términos numéricos, las sustancias adictivas legales,
como el alcohol, el tabaco y determinados fármacos son los que cuentan con mayor
número de consumidores.
Desde la creación del Plan Nacional sobre Drogas (PNSD) en julio de 1985, se han
elaborado dos Estrategias para establecer el marco de actuación de las políticas de
drogas y drogodependencias en España, así como las líneas generales de ejecución de las
mismas.
23.6. III Plan Estratégico de Drogodependencias y Otros Trastornos
Adictivos de la Comunitat Valenciana
El Consell en la reunión del día 17 de enero de 2014, adoptó el acuerdo de aprobar el
III Plan Estratégico de Drogodependencias y otros trastornos adictivos de la Comunitat
Valenciana, editado por la Generalitat Valenciana en el mes de julio de 2014.
http://www.san.gva.es/documents/156344/5424003/III_Plan_Estrategico_de_Drogodependencias_y_otros
_Trastornos_Adicitivos_de_la_Comunitat_Valenciana+.pdf
http://www.san.gva.es/web/dgas/iii‐plan‐estrategico‐de‐drogodependencias‐y‐otros‐trastornos‐adictivos
23.7. Factores de Riesgo frente a las Adicciones
A. Introducción
El consumo de drogas es uno de los problemas que mayor interés ha despertado en
las últimas décadas debido a la creciente implicación de los adolescentes y jóvenes en
estas conductas y dado el elevado coste no sólo personal, visible a través de la tasa de
morbilidad y mortalidad asociada a las drogas, sino también el social y económico que
lleva consigo esta conducta en cualquier sociedad.
Parece existir un consenso acerca de la necesidad de resolver el problema desde el
desarrollo de programas de prevención eficaces dirigidos a promover el crecimiento de
individuos capaces de decidir de forma libre y responsable la abstinencia, en una realidad
donde la existencia y disponibilidad de sustancias de abuso es un hecho cotidiano.
El consumo de drogas, como conducta, es el resultado de la interacción de múltiples
factores. No es posible responder de forma concisa y breve a la pregunta de por qué
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algunos jóvenes consumen droga y otros no, ni mucho menos pretender que esa
respuesta sea válida para todos los casos.
Pero ¿cómo se origina y se desarrolla este comportamiento?, ¿qué variables lo
influencian?, ¿por qué unos jóvenes consumen y otros no? En definitiva, ¿cuáles son los
factores de riesgo y protección frente a esta conducta?
La opinión general en el campo del abuso de drogas mantiene que la falta de
preparación para la investigación sobre su prevención responde al conocimiento
insuficiente acerca de su etiología (Kellam, 1994).
La investigación epidemiológica define la naturaleza, el horizonte y la secuencia de la
progresión desde el inicio del consumo hasta el abuso o adicción y puede identificar
aquéllos segmentos de la población que son más vulnerables al consumo y abuso de
sustancias y los factores asociados que contribuyen a esa vulnerabilidad. En este sentido,
la mayoría de los estudios revela la existencia de un consumo de drogas legales e ilegales
y señala algunos factores asociados a esta práctica. Estos factores han sido tenidos en
cuenta y analizados de forma parcial, ignorando la relación que se establece entre los
mismos y su consiguiente efecto sobre la conducta de consumo o la abstinencia a una
sustancia. Y aunque arrojan luz sobre la cuestión, no terminan de ofrecer un modelo
teórico que explique íntegramente el porqué del consumo y abuso de unas personas y la
abstinencia en otras.
La investigación etiológica, además, dibuja los factores del comportamiento, del
medio ambiente y biomédicos que pueden aumentar o reducir los riesgos que conducen
al inicio del consumo o la progresión hasta el abuso y la adicción. El conocimiento de tales
factores, sin duda, daría paso a una prometedora acción preventiva orientada a evitar los
riesgos físicos, psicológicos y sociales relacionados con el inicio y el desarrollo del
consumo de drogas. Sin embargo, cualquier tipo de intervención preventiva necesita
sostenerse sobre la estructura que ofrece un modelo teórico. Este deriva no sólo de la
descripción de pautas de ocurrencia de variables, sino que deberá contener un marco
conceptual que permita comprender el fenómeno que se estudia y que confirme o
desmienta la relación entre causa y efecto, es decir, la teoría.
En la actualidad es muy habitual incluir los factores de riesgo y los factores de
protección como elementos relevantes a la hora de explicar la conducta de consumo de
drogas. Tanto la investigación sobre factores de riesgo y factores de protección ante el
consumo, como las teorías que organizan y dan sentido a esa investigación proporcionan
información de gran utilidad para elaborar estrategias de prevención. Más aun sabiendo
que los cambios relacionados con la salud de los individuos, tales como el consumo de
drogas, ocurren como resultado del cambio en los mediadores de ese comportamiento
(MacKinnon, 1994).
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B. ¿Qué es un Factor de Riesgo?
“Es una característica interna y/o externa al individuo cuya presencia aumenta la
probabilidad o la predisposición de que se produzca un determinado fenómeno”.
(Luengo y otros, 1999).
El enfoque del factor de riesgo (Stamler, 1978; Simons et al., 1988) fue adoptado
desde la investigación biomédica y dirigido hacia la identificación de aquellos factores bio‐
psico ‐ sociales (Kumpfer, 1987), del comportamiento y del medio ambiente que parecían
estar asociados con la aparición de un problema de salud. Estas características
personales, sociales, familiares, etc. permitirían predecir el desarrollo de la conducta de
consumo de drogas y situarían al sujeto en una posición de vulnerabilidad hacia ese tipo
de comportamiento.
Hay que tener en cuenta que no es necesaria la presencia de todos y cada uno de los
factores de riesgo para que se produzca el comportamiento desviado, de la misma forma
que la aparición de uno de ellos no determina necesariamente la ocurrencia del mismo de
una forma causal. De hecho, coexisten otros factores que protegen al sujeto frente al
consumo. Los factores de riesgo interactúan entre sí influyéndose y son de carácter
probabilístico, es decir, su presencia aumenta la probabilidad de que se dé una conducta.
No es condición necesaria la ocurrencia de los mismos factores entre sujetos
consumidores ya que la variedad y la configuración particular de circunstancias
personales y sociales es la norma en el problema de las drogas. Esta variedad queda
puesta de manifiesto al haberse aceptado por la comunidad científica la necesidad de
entender el consumo de drogas como el resultado de un campo de fuerzas bio‐psico‐
socio‐culturales, ya que existe una sustancia, un sujeto y un contexto donde se desarrolla
la conducta de consumo.
Desde esta concepción integral podemos afirmar que existen multitud de variables
predictoras, que son muchos y variados los factores causales identificados sin que, hasta
ahora, se conozca a ciencia cierta cómo se ordenan y se relacionan estas variables entre sí
o cuál es la combinación específica que permite predecir la ocurrencia de una conducta.
Los factores socioculturales, familiares, las relaciones con el grupo de iguales, las
características personales y un largo etc. se engarzan entre sí influyéndose
recíprocamente, aumentando o reduciendo las probabilidades de que se dé el consumo.
Varias teorías, como el Modelo de Desarrollo Social de Catalano, Hawkins et al. (1996),
la Teoría para la Conducta de Riesgo de los Adolescentes de Jessor (1991) y otras, han
dado gran relevancia a los factores de riesgo y de protección para predecir la aparición y
el desarrollo de la conducta problema. Todas ellas coinciden en señalar la adolescencia
como un momento clave en la adquisición de tales conductas. La adolescencia, como
etapa evolutiva, es un período significativo en relación al consumo de sustancias. Parece
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constatado que el consumo de drogas tiene su origen en edades relativamente
tempranas, concretamente en las primeras etapas de la adolescencia, (Gómez‐Reino y
otros, 1995: Barca Lozano y otros, 1986; García Pindado, 1992; Vallés Lorente, 1996). Una
serie de cambios cognitivos, personales y psicosociales hacen a los adolescentes más
vulnerables a las conductas problemáticas, ya que les sitúan más cerca de la influencia por
tres grupos principales de factores de riesgo:
Factores de Riesgo Individuales: Son las características internas del individuo, a su forma
de ser, sentirse y comportarse. La edad, la personalidad, los recursos sociales de que
dispone, las actitudes, los valores, la autoestima, etc. conforman un sujeto único.
Factores de Riesgo Relacionales: Son aquellos aspectos relativos al entorno más próximo
de la persona. La interacción específica de cada sujeto con la familia, los amigos y el
contexto escolar determina una situación peculiar.
Factores de Riesgo Sociales: Hacen referencia a un entorno social más amplio. La
estructura económica, normativa, la accesibilidad al consumo, la aceptación social del
mismo y las costumbres y tradiciones imprimen unas características que diferencian a
unas culturas de otras y por tanto afectan a la conducta del individuo.
C. Factores de Riesgo Individuales
La adolescencia es el período de transición entre la niñez y la edad adulta. Su inicio es
perceptible debido a una serie de cambios fisiológicos, psicológicos y socioculturales,
mientras que su fin, que tiene como objetivo el ingreso en el período de adultez, varía de
unos sujetos a otros al venir determinado por la adquisición de una serie de capacidades.
La forma personal en que cada sujeto asimile dichos cambios determinará el logro de un
mayor o menor nivel de independencia y autonomía.
El adolescente, protegido hasta ese momento en y por el grupo familiar, empieza a
anhelar mayores cotas de libertad, comienza a cuestionarse los valores adquiridos en este
seno y pretende encontrar un sentido de vida propio basado en el conocimiento de sí
mismo, de sus gustos, actitudes, limitaciones y preferencias. La mayor o menor
adquisición de determinadas características personales, recursos, etc. hará que éstos
actúen como factores de riesgo (facilitando la probabilidad de inicio y desarrollo de
consumo de drogas) o como factores de protección (manteniendo al sujeto alejado de
esta conducta).
Los principales factores de riesgo a nivel individual son los siguientes:
Actitudes, Creencias y Valores
Estos elementos son predictores fiables de la conducta de consumo (Fishbein y Ajzen,
1980). Lo que el joven piensa sobre las drogas, las creencias acerca de sus efectos y sobre
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el propio acto de consumir y lo que experimenta con ellas, arrojan un balance subjetivo
positivo o negativo que determinará la ocurrencia o no del consumo.
Las creencias y actitudes positivas hacia las drogas se relacionan con el consumo, de la
misma forma que éste correlaciona con un menor aprecio por valores ligados a la
socialización convencional (religión, familia, orden, salud, etc.) (Romero, 1996).
Valores, creencias y actitudes, vienen determinados, en primera instancia, por la
familia como contexto portador y transmisor de las mismas (Ferrer Pérez y otros, 1991) y
por la presión del grupo de iguales, que se constituye también como una poderosa fuerza
que influye en la configuración del carácter y los valores del adolescente.
Los valores guían el comportamiento de las personas y las metas que se plantean en la
vida. La no interiorización o el alejamiento de algunos valores convencionales
predisponen a transgredir la norma en mayor medida (Catalano, Hawkins et al., 1996).
Las personas con conductas problemáticas aprecian más aquellos valores con un
significado personal inmediato como el placer, el sexo, el tiempo libre, etc. y valoran en
menor medida valores con trascendencia social a más largo plazo (la justicia, la
solidaridad, etc.). (Luengo 1999).
Elzo y otros (2000) encuentran que los jóvenes consumidores de drogas, en especial
los que van más allá de consumos experimentales, se identifican con valores calificados
como “presentistas” y de búsqueda de sensaciones (ganar dinero, vivir el presente,
experimentar nuevas sensaciones, etc.) y muestran un menor aprecio, comparados con
los jóvenes no consumidores, por valores tradicionales como la familia y el desarrollo
profesional.
Las actitudes por sí solas no tienen por qué ser un predictor directo de la conducta de
consumo de drogas. Tal y como señala Calafat (1991), “parece indiscutible la importancia
del desarrollo de un proceso intermedio entre la actitud y la conducta”. Se trataría de una
variable que interviene entre la actitud del sujeto (su actitud permisiva respecto a las
drogas) y la conducta que realiza a la hora de tomar una decisión (Ejemplo: Aceptar una
invitación para consumir).
Según Pons y Berjano (1999), el sujeto aceptaría consumir porque además de
mantener una actitud permisiva, ha experimentado personalmente el consumo de esa
sustancia en determinados ambientes y de esta forma ha podido consolidar o desmentir
las creencias provenientes del medio sociocultural sobre ella. La probabilidad de consumo
aumentará en tanto en cuanto más permisivo sea el medio social del adolescente,
incluyendo en ese medio al grupo social en cuyo marco se realiza el consumo.
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Habilidades o Recursos Sociales
Las habilidades sociales son capacidades de interacción social, recursos para
establecer relaciones adecuadas y adaptadas a la realidad, expresando las propias
opiniones y sentimientos.
La adolescencia es un período de apertura al mundo social, por lo que no es
infrecuente encontrar dificultades en el área de las habilidades de relación para
interactuar en este contexto de un modo socialmente eficaz. En este sentido, una
persona con dificultades para expresar abiertamente sus opiniones o para desenvolverse
adecuadamente en su entorno será más vulnerable a la influencia de su grupo. Así, si el
consumo de drogas es algo frecuente en este medio, la persona con pocas habilidades
sociales, con poca asertividad, tendrá más dificultades para resistirse a la presión de sus
compañeros, mientras que sucederá lo contrario en el individuo que posea un buen
repertorio de conductas sociales.
También cabe suponer que para el adolescente que carezca de un repertorio
adecuado de habilidades sociales, el consumo de drogas se presente como una vía
alternativa para satisfacer sus necesidades emocionales y de afiliación social y como
medio de amortiguar el impacto de una situación vital que no controla totalmente (Pons y
Berjano, 1999; Smith et al. 1993).
El plus de energía, entusiasmo, bienestar, etc. que ofrecen las drogas aumenta en el
sujeto la sensación de poder y confianza para enfrentarse adecuadamente a los otros. En
este sentido, el consumo se convierte en un modo de afrontamiento de las relaciones
sociales y en una forma de enfrentarse a los problemas de la vida cotidiana. Desde esta
perspectiva, las drogas sustituyen a las competencias sociales, refuerzan la conducta de
consumo puesto que permiten enfrentarse a la situación, y mantienen el consumo en la
medida en que estas situaciones sociales se repiten.
Autoconcepto y Autoestima
Ambos conceptos están íntimamente relacionados. El Autoconcepto hace referencia
a la imagen que cada persona tiene de sí misma y es el resultado de la suma, tanto de la
percepción del sujeto sobre sí mismo como de la de los demás sobre él.
El grado de Autoestima viene determinado por la relación entre la imagen que cada
uno tiene de sí y la que le gustaría para sí en términos de imagen ideal. El sentimiento de
autoestima será mayor en la medida en que este ajuste sea mejor.
Autoconcepto y Autoestima son conceptos dinámicos, se hallan en continuo cambio a
lo largo de la vida, pero la adolescencia es una etapa decisiva para la formación de los
mismos. Ambos están relacionados con el bienestar y el ajuste psicológico del sujeto.
Algunos autores (Kaplan, 1996; Simons, Conger et al. 1988) han señalado que una baja
autoestima, una pobre autovaloración etc. están en la base de las conductas desviadas.
Las personas con un autoconcepto positivo muestran menos vulnerabilidad ante
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situaciones de riesgo o individuos influyentes que las que carecen de este rasgo
psicológico. Un bajo nivel de autoestima hace al sujeto sentirse incompetente para
resolver situaciones o problemas y esto provoca frustración. La droga puede aliviar una
percepción personal negativa y puede utilizarse para evitar enfrentarse a ella.
Las investigaciones realizadas con respecto a estos conceptos han arrojado resultados
un tanto contradictorios al confirmar en ocasiones la relación entre autoestima y
conducta desviada y desmentirlo en otras. Ante esta evidencia se ha sugerido la
necesidad de tener en cuenta que el autoconcepto puede variar según el área o dominio
del que se hable. Es decir, una persona puede tener una valoración positiva de sí misma
en el área relacional, con sus iguales, pero negativa en el área escolar o familiar.
Una relación así, en la que el sujeto presenta una baja autoestima en relación a la
familia y a la escuela parece que correlaciona con consumos de droga y conductas
desviadas, ya que la desvinculación con estas instancias, fuente de su percepción
negativa, le conduciría a rechazar las normas convencionales (Luengo, 1999).
Autocontrol
Es la capacidad del ser humano para dirigir y controlar su propia conducta y sus
sentimientos. El autocontrol está muy relacionado con el autoconcepto y la autoestima ya
que “una persona que tiene una idea de sí misma coherente con su verdadera forma de ser
manifestará unos sentimientos positivos hacia su persona, conocerá sus propios límites y
poseerá un nivel aceptable de control sobre lo que hace y sobre las consecuencias que de ello
se derivan” (Vallés Lorente 1996).
Un buen nivel de autocontrol permitirá al sujeto rechazar comportamientos que a
pesar de permitirle obtener consecuencias positivas inmediatas repercuten
negativamente a largo plazo; también le permitirá planificar objetivos, ejecutarlos con
estrategias adecuadas y obtener con ello recompensas personales.
Con respecto al autocontrol emocional, el esfuerzo de adaptación que debe realizar el
adolescente para integrarse en el mundo de los adultos es, a menudo, una fuente de
malestar psicológico caracterizado por la aparición de ansiedad, estrés, etc. y, desde ahí,
relacionado con la aparición de problemas de conducta.
La relación entre el consumo de drogas y el malestar emocional ha sido objeto de
estudio. Aunque la evidencia no es del todo concluyente parece que estados de estrés,
ansiedad y depresión ante la necesidad de asumir cambios, podrían desencadenar o
propiciar consumos de droga con la esperanza de que los efectos farmacológicos de la
misma redujeran y/o aliviaran estos estados negativos. Las personas carentes de recursos
personales o psicosociales para hacerlos frente y superarlos de otra forma, tendrían más
probabilidades de consumir drogas (Conger,1956; Jessor et al. 1964).
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La impulsividad, el “no pararse a pensar”, es la otra cara del autocontrol. Con esta
denominación se conjugan aspectos como la dificultad para valorar las consecuencias de
la propia conducta, un estilo rápido y poco meditado a la hora de tomar decisiones sin
considerar alternativas y una resolución de problemas poco efectiva, sin planificar el
propio comportamiento y sin capacidad para ejercer autocontrol sobre él (McCown y
DeSimone, 1993).
La impulsividad está relacionada con la necesidad del sujeto de obtener una
gratificación inmediata. Demorar la gratificación implica una capacidad para pensar en el
futuro y para renunciar a lo inmediato. Una persona con dificultades para posponer el
refuerzo, con excesiva focalización en el presente, preferirá involucrarse en conductas
que le proporcionan recompensas inmediatas como el consumo de drogas, minimizando
las consecuencias que dicha conducta pueda acarrear a medio o largo plazo. El consumo
de drogas y la conducta desviada se han relacionado en numerosas ocasiones con estas
características de personalidad.
Para Boys y otros (1999), la realización de la conducta problema dependerá, en última
instancia, de un proceso de toma de decisiones, de una valoración personal de pros y
contras, beneficios y costes que puede proporcionarle tal conducta. El sujeto que
consume percibe beneficios inmediatos y costes más demorados e inciertos a largo plazo.
La necesidad de experimentar sensaciones nuevas e intensas, el ansia de
estimulaciones fuertes, conocerse y conocer las propias limitaciones, son características
muy asociadas a la adolescencia y aspectos frecuentemente mencionados por éstos a la
hora de argumentar el consumo.
La búsqueda de sensaciones es una explicación de la conducta de consumo originaria
de los años 60 que en los últimos tiempos está recibiendo mucha atención en relación a la
involucración de los jóvenes en conductas de riesgo. Zuckerman (1978) la utilizó para
describir el interés y la necesidad de algunos jóvenes por experimentar sensaciones
nuevas y emocionantes. Este autor define el rasgo como una necesidad de experimentar
sensaciones nuevas, variadas y complejas, así como de asumir riesgos físicos y sociales en
razón de esta experiencia.
Numerosos estudios han puesto de manifiesto la relación entre este factor y el
consumo de drogas (Wood y otros 1995; Beck y otros 1995). Los jóvenes que consumen
drogas repetidamente se caracterizan por su deseo de probar, vivir sensaciones nuevas
cargadas de emoción, su susceptibilidad al aburrimiento y por su inclinación a buscar
aventuras y desinhibirse (Elzo y Vielva, 1998; Vielva,2000).
Impulsividad, deseo de gratificación inmediata, presentismo y necesidad de
sensaciones nuevas, son elementos fundamentales para entender la conducta de riesgo
de muchos jóvenes de hoy en día, toda vez que son características propias de la
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adolescencia y la juventud que se satisfacen mediante las drogas. Desde esta perspectiva
se nos presentan como factores predictores del consumo.
La Experimentación
La experiencia directa con las sustancias es una variable de gran influencia en el
consumo y crea en el sujeto unas expectativas y una experiencia que le proporciona
información empírica que le servirá para determinar acciones futuras. Según Bandura
(1984) si el sujeto percibe que el consumo de alcohol resulta una estrategia de
afrontamiento adecuada, su tendencia al consumo será mayor. Si esta situación se repite
durante un tiempo, el consumo de alcohol puede llegar a ser abusivo. Teniendo en cuenta
esto, la decisión última de beber o no beber se realizará en función de las expectativas de
autoeficacia y de resultado que la persona tiene de una determinada situación.
El concepto de autoeficacia es la percepción por parte del individuo de su capacidad
de actuar. Actúa como predictor de la conducta, pues afecta directamente a los niveles de
motivación y logro.
D. Factores de Riesgo Relacionales
La familia, la escuela y el grupo de pares contribuyen a la socialización del
adolescente. Son instancias que influyen en su desarrollo y le condicionan en la medida en
que son el ámbito en el que se desarrolla su vida y es su entorno más próximo.
La Escuela
Se constituye como un agente educativo y de socialización prioritario. El contexto
escolar es el lugar donde, entre otros objetivos, se persigue el cultivo y la promoción de
aquellas dimensiones que más se relacionan con la aparición o la ausencia de los factores
que están a la base de las conductas marginales. También aborda el fomento de aquellas
condiciones que favorecen al adolescente en su progresiva maduración y autonomía
desde un marco flexible, a la vez que autoritario (Oñate, 1987).
Este autor explica que si la necesidad apuntada por los jóvenes para iniciarse en el
consumo de drogas es la de experimentar sensaciones nuevas, adaptarse al mundo
social, combatir el aburrimiento, manejar el tiempo de ocio, etc., la escuela, en ese
sentido, ofrece un marco ventajoso donde cabe posibilitar alternativas para que el
adolescente pueda satisfacer su curiosidad y su necesidad de nuevas experiencias
enseñándole a planificar su ocio y facilitándole el contacto con sus iguales, todo ello
desde un punto de vista constructivo.
Sin embargo, no todos los jóvenes establecen una buena relación con el medio
escolar. El desenvolvimiento en este contexto hará que se desarrollen actitudes positivas
o negativas hacia él, determinadas por los logros académicos, por el aprecio de sus
compañeros, así como por los refuerzos y el reconocimiento de padres y profesores por
su implicación escolar.
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Algunos estudios han señalado que un bajo rendimiento escolar, un mayor
absentismo, una menor implicación y satisfacción en relación al medio, actitudes
negativas hacia el profesorado y la vida académica, suelen encontrarse asociados al
consumo de drogas y otras conductas desviadas como la delincuencia (Marcos y Bahr,
1995; Swaim, 1991).
Por otra parte, no debemos olvidar que también las familias tienen la responsabilidad
educativa de los hijos, y que la formación de éstos no puede realizarse satisfactoriamente
sino en colaboración de ambas instituciones.
El Grupo de Pares o Grupo de Amigos
Es un elemento imprescindible para comprender la actitud y los comportamientos de
los jóvenes ya que el grupo de compañeros va sustituyendo progresivamente a la familia
como referencia y las relaciones más importantes del adolescente se desplazan hacia los
compañeros de similar edad e intereses.
Por ser la adolescencia una época en la que el sujeto intenta encontrar una identidad,
el grupo proporciona al sujeto un modelo, unas claves y puntos de referencia para
organizar su vida y organizarse a sí mismo, moldeando actitudes, adoptando hábitos,
definiéndose por gustos, etc. Por otra parte, la aceptación por parte del grupo pasa a ser
una necesidad prioritaria que condiciona las relaciones del joven con los demás, así como
su comportamiento.
El grupo proporciona sensación de pertenencia, comprensión, reconocimiento, etc.,
por lo que se constituye como un foco de grandes influencias. Los compañeros
proporcionan información directa o indirecta sobre aquellas conductas que son
aceptadas y reconocidas en determinadas situaciones sociales, diferentes a las que el
sujeto vive en su medio familiar. El grupo establece sus propias normas y el sujeto que
pertenece al grupo debe adoptarlas para ser valorado. En este sentido, si el grupo
muestra una actitud favorable al consumo, el adolescente adoptará también estas
mismas reglas en su repertorio de conducta.
El grupo de amigos como factor de riesgo, se ha manifestado como una de las
variables más influyentes a la hora de explicar el consumo de drogas, hasta tal punto que
para algunos autores el consumo depende enteramente de la naturaleza social del grupo
de amigos del sujeto (Kandel, 1996).
En este marco de relación, aspectos como el poder adquisitivo, la dependencia del
grupo, el ocio desarrollado en discotecas y bares y las salidas nocturnas de fin de semana,
correlacionan con un mayor consumo de sustancias (Pons y Berjano, 1999; Gómez Reino y
otros, 1995).
A nivel social es significativo observar el resultado de algunos estudios que señalan
que en una cultura como la nuestra, donde el consumo de alcohol es algo normal y
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aceptado, los jóvenes que consumen alcohol consiguen un nivel mayor de adaptación
social frente a los abstemios (Gómez Reino y otros, 1995; Shedler y Block, 1990; Elzo,
1994).
Ocio, Noche, Fines de Semana, Diversión, Dinero
Según (Laespada, 2000, Laespada y Salazar, 1999), para los adolescentes el tiempo
libre y el tiempo de ocio es un espacio donde pueden practicar libremente actividades
diferentes a las realizadas el resto de la semana, las cuales se caracterizan por ser
actividades obligatorias, estructuradas por horarios y normas. Además, este ocio les
permite disponer de un espacio de diferenciación con el mundo de los adultos en el que
son ellos los que marcan los horarios fuera del control paterno y adulto. No es extraño
por tanto, que el tiempo libre sea considerado como uno de los valores más apreciados
entre los jóvenes.
La noche de los fines de semana es el espacio temporal preferente entre los iguales, y
el alcohol, entre otras sustancias, forma parte del ocio de los jóvenes y del ambiente
nocturno. En el mencionado estudio se asegura la existencia de una relación clara entre el
consumo de alcohol y la noche. Los jóvenes buscan en la noche un espacio propio y
diferente y el alcohol ayuda a la formación de espacios diferenciados de los adultos y
favorece identidades y pautas propias.
Con respecto al dinero que manejan los jóvenes, es evidente que el alcohol,
concretamente, es un producto accesible económicamente y que no es su precio el que
supone ningún obstáculo para su consumo. Según Laespada (2000), a medida que
aumenta la disponibilidad económica aumenta el consumo de alcohol, tanto en la
frecuencia como en el grado de alcohol consumido.
La Familia
El entorno familiar es el primer contexto social en el que se desenvuelve una persona,
Desde el nacimiento hasta que en la adolescencia el sujeto va tomando como referencia
al grupo de iguales en mayor medida, la familia ejerce la tarea de socializar a sus
miembros y dotarles de una estructura personal que condicionará su desarrollo. En este
sentido, la familia es un ámbito privilegiado de formación de actitudes, habilidades y
valores que permitan, posteriormente, que el sujeto afronte una etapa vital tan decisiva
como es la adolescencia. Durante una serie de años la socialización ejercida por la escuela
y el grupo de amigos estará controlada y filtrada por la institución familiar, que
seleccionará las experiencias vitales de sus miembros.
Dada la importancia de la familia no es extraño que la investigación se haya centrado
en este contexto a la hora de analizar la aparición de conductas desviadas en algunos
sujetos. Los factores más influyentes del funcionamiento familiar son:
Las relaciones afectivas entre padres e hijos
Las prácticas educativas ejercidas por las figuras parentales
La influencia de los padres como modelos de comportamiento.
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Tema 23. Intervención en drogodependencia y otras adicciones
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Con respecto al primer punto, la investigación concluye que una percepción negativa
de las relaciones familiares por parte de los adolescentes aparece como una variable
constante en un gran número de consumidores (Pons y Berjano, 1999). En este caso, el
uso de sustancias funciona como un indicador de problemas, como una vía de escape de
un clima familiar percibido como hostil o como forma de atenuar esa percepción.
Según Martínez (2001), el comportamiento de cualquier persona dependerá de las
relaciones que se den en su situación familiar. La vinculación entre el consumo de drogas
y un ambiente familiar deteriorado es tan evidente que es difícilmente evitable considerar
la familia como uno de los principales factores, ya sea de riesgo o de protección, en la
implicación de cualquiera de sus miembros en conductas de drogodependencia.
Las prácticas educativas ejercidas por los padres responden en su mayoría a tres
modelos (Baumrind, 1978):
1. el estilo autoritario fundado en el castigo y la imposición de normas por la fuerza,
2. el estilo permisivo en el que los límites están difusos y que el joven percibe como
desinterés hacia él y, por último,
3. el estilo democrático o con autoridad, en el que se puede percibir una mezcla de
control firme pero no rígido explicado a través de unas normas claras y apoyo, que
estimula la participación de los hijos en la toma de decisiones y la adquisición de
autonomía. Parece que tanto una disciplina inconsistente como las actitudes
excesivamente autoritarias están directamente relacionadas con el uso de drogas
por parte de los hijos.
Según Vielva (2001), aunque no se pueden hacer afirmaciones categóricas sobre la
etiología del abuso de drogas, existe suficiente evidencia empírica para defender que la
variable de control, disciplina o estilo educativo parental está ligada a la aparición de este
tipo de conductas.
El modelado ejercido por los padres y su importancia, tiene su fundamento en la
Teoría del Aprendizaje Social de Bandura (1984) quien mantiene que la observación
directa y el modelado de un comportamiento por parte de las personas más cercanas al
sujeto es el proceso esencial para adquirir tal comportamiento. Esta influencia se ejerce
de forma directa, observando a los padres en su consumo de alcohol, tabaco u otras
sustancias y de forma indirecta, a través de la transmisión de actitudes y valores más o
menos permisivos con respecto al consumo.
Aceptación del Consumo desde el Grupo de Amigos y la Familia
Además de la aceptación social del consumo de sustancias como el tabaco y el
alcohol, la actitud del grupo de referencia del sujeto va a jugar un papel importante en la
adquisición y el mantenimiento de la conducta.
Desde la Teoría del Aprendizaje Social de Bandura (1984), se concede gran
importancia a los procesos vicarios en el funcionamiento psicológico. El aprendizaje
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vicario u observacional se define como aquel aprendizaje en el que la conducta de un
individuo o grupo actúa como estímulo de pensamiento, actitudes o conductas similares
sobre otro individuo que observa la actuación del modelo.
La familia y el grupo de iguales contribuyen en el proceso de socialización y
aprendizaje de normas sociales a través de lo que el joven vive dentro de su propia familia
en un primer momento y del grupo de iguales después, otorgando refuerzos a la
conducta y sirviendo como modelo de comportamiento.
Para concluir, debemos apuntar al hecho de que la relación entre la conducta
problema y los factores de riesgo relacionales, (amigos, familia, escuela) ejercen una
influencia recíproca.
Desde algunas teorías (Teoría Interaccional de Thornberry, 1996) se postula que la
conducta desviada también ejerce una influencia sobre otras variables (familia, escuela,
amigos), debilitando progresivamente el vínculo del sujeto con estas instancias,
retroalimentando y cronificando la situación.
E. Factores de Riesgo Sociales
Dentro de las variables sociales, la disponibilidad de la sustancia y la influencia ejercida
por los medios de comunicación son los que se sitúan en un lugar preponderante a la hora
de determinar la conducta de consumo.
Ingerir una sustancia, como todo comportamiento, se produce y toma sentido en un
determinado contexto social. En el nuestro, es manifiesta la presencia de tabaco y alcohol
en lugares cercanos y accesibles y la incorporación de éstos en nuestro estilo de vida
(celebraciones, actos sociales, etc.). La integración cultural de sustancias como el alcohol
y la permisividad y aceptación social ejercida a través de actitudes y normas también
explican un mayor uso de las mismas.
Conocimiento, Accesibilidad y Publicidad sobre las Drogas. Percepción del Riesgo que
acarrea el Consumo.
Generalmente es en la etapa de la adolescencia, entre los 13 y 16 años, cuando el joven
conoce y prueba las drogas. Lo que hasta ese momento sabe de ellas proviene
fundamentalmente de los medios de comunicación, la familia, los amigos y la escuela,
pero es ahora cuando esos conocimientos adquiridos de forma pasiva buscan ser
contrastados o confirmados de forma activa.
La relación que cada joven establezca con el fenómeno de las drogas vendrá
determinada por múltiples factores pero, sin duda, la disponibilidad de las mismas para
los potenciales sujetos consumidores es un factor que correlaciona claramente con el
consumo.
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El consumo de drogas es un fenómeno generalizado socialmente. Convivimos desde
hace décadas con la presencia del alcohol y ya forma parte de nuestro día a día. Sin
embargo, cuando hablamos de disponibilidad de drogas, nos referimos a la facilidad de
hacerse con ellas, al precio y el marketing con el que se acompañan, referido a los efectos
positivos y facilitadores de las relaciones sociales e incluso al color y forma de la sustancia
o de su envase, que lo presenta como una sustancia atractiva para los posibles
consumidores. Los medios de comunicación, en el caso de las sustancias legales,
minimizan los efectos del consumo a largo plazo y asocian el producto al logro inmediato
de efectos gratificantes.
El sujeto no cuenta con toda la información disponible referida a la sustancia y sus
efectos, por lo que la percepción del riesgo que entraña su uso puede verse alterada en
gran medida.
La percepción que el sujeto tenga del riesgo que entraña el consumo de una sustancia
es importante hasta tal punto que diversos estudios han identificado un descenso del
nivel de consumo de las sustancias que son percibidas como de mayor riesgo. Bachman,
Johnston, O´Maley y Humphrey (1988), mostraron cómo entre los jóvenes aumentaba o
disminuía el consumo de determinadas sustancias en función del riesgo que percibían en
el consumo de cada una de ellas. En este sentido, la trasmisión de una información real y
veraz sobre las drogas y sus efectos, lejos de ser ineficaz, permite intervenir sobre los
niveles de consumo (Johnston, 1995).
A mayor percepción del riesgo sobre una sustancia determinada menor consumo y
viceversa; si el joven minimiza la problemática derivada del consumo de una droga el nivel
de consumo de la misma aumenta. En este sentido la presentación desde los medios de
comunicación de personas atractivas, relevantes y próximas al joven, con las cuales se
identifica, presentando modelos de conducta de consumo, hace difícil al sujeto ser
consciente y capaz de percibir los riesgos de una conducta que por ser practicada por un
amplio número de personas cuenta con una aceptación social, mantenida muchas veces
sobre informaciones erróneas y falsamente publicitadas. Se ha demostrado que la fácil
accesibilidad a la droga es un factor de alto riesgo en el inicio y mantenimiento del
consumo (Vallés Lorente, 1996) y que cuanto más alta es la permisividad, entendida como
los valores y actitudes sociales favorables al consumo, las cifras de consumo tienden a ser
mayores (Luengo y otros, 1999).
Por otro lado, los medios de comunicación de masas ejercen un impacto evidente no
sólo en nuestros comportamientos sino también en la promoción de actitudes favorables
al consumo, valiéndose de la presentación de modelos atractivos asociados al logro de
metas personales (diversión, popularidad, etc.).
Sin perjuicio de que puedan existir otros factores, el listado de variables personales,
relacionales y sociales predictoras del consumo de drogas expuesto es amplio y da buena
cuenta del fenómeno que se pretende explicar. Pero su identificación no es suficiente
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para explicar cuándo, por qué y de qué manera un joven se abstiene, consume o abusa.
En lo que hay un acuerdo unánime es en señalar que la posesión de factores de riesgo
aumenta la probabilidad de consumo y que a mayor cantidad de factores de riesgo mayor
es la vulnerabilidad. La pregunta a responder girará, pues, en torno a cómo se articulan,
se modulan e influyen entre sí dichos factores.
Referencia:
Gabantxo, Kontxi. Antecedentes históricos, situación actual y tendencias de consumo.
Eusko Jaurlaritza. Dpto. de Justicia, Trabajo y Seguridad Social. Secretaría de
Drogodependencias. Vitoria‐Gasteiz BIBLID [1577‐8533 (2001), 4; 139‐158] Osasunaz. 4,
2001, 139‐158. ISSN: 1577‐8533
http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/osasunaz/04/04139158.pdf
23.8. Factores de Protección frente a las Adicciones
Son “aquellos atributos individuales, condición situacional, ambiente o contexto que
reduce la probabilidad de ocurrencia de un comportamiento desviado” (Pérez‐Gómez y
Mejía Motta, 1998). Los factores de protección reducen, inhiben o atenúan la
probabilidad del uso de sustancias.
La Teoría del Desarrollo Social de Hawkins y cols. (1992) es un enfoque teórico que
describe cómo existen procesos protectores que parecen incidir en la reducción de
problemas de comportamiento. Estos autores proponen tres factores de protección que
controlan el desarrollo de los comportamientos antisociales:
1. Los lazos sociales (adhesión y compromiso con la familia, las escuelas y los
compañeros),
2. Las coacciones externas (normas claras y consistentes contra el consumo de
drogas mantenidas por personas ligadas al individuo) y
3. Las habilidades sociales (poseer estrategias de solución de problemas para
afrontar asertivamente las situaciones y resistir las presiones a la transgresión de
normas).
Los factores de protección mencionados están referidos a las áreas individual,
relacional y social comentadas anteriormente y, por ende, la posesión o el desarrollo de
características contrarias a las mencionadas como factores de riesgo actuarían
protegiendo al sujeto.
De este modo, un buen nivel de autoestima, un adecuado autocontrol emocional, la
cohesión y comunicación familiar, el apego a un grupo de referencia positivo, etc.
favorecerían al sujeto frente a la desviación. No obstante, nos parece importante señalar
algunos de los hallazgos empíricos referidos a este tema.
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En cuanto a las variables referidas al sujeto, parece demostrado que la religiosidad, la
creencia en el orden moral, el grado de satisfacción personal respecto a la vida, etc.,
actúan como factores de protección (Pollar et al., 1997; Ruiz Carrrasco y otros, 1994).
Otra variable que actúa a favor del sujeto es la percepción de éste acerca del riesgo
que entraña el consumo. La decisión de consumir o no está determinada por el balance
que efectúa el sujeto acerca de los beneficios y costes que supone hacerlo. Si bien es
evidente que tal decisión debería apoyarse sobre la información disponible acerca de las
sustancias y las consecuencias de su consumo, no menos cierto es el hecho de que, en
general, la decisión de consumir procede de la percepción personal y subjetiva del sujeto
en relación a las ventajas y riesgos del consumo.
En este sentido aquéllos jóvenes que perciban la conducta de consumo como
arriesgada y/o quienes no perciban ninguna ventaja en practicarla manifestarán, en
menor medida, conductas de consumo.
Una información adecuada, junto con unas expectativas realistas acerca de su uso,
contribuirán a un balance decisional más saludable.
En el área microsocial la mayoría de la bibliografía revisada alude a las investigaciones
realizadas en el contexto familiar, por ser éste el medio de socialización más inmediato
del sujeto durante un amplio período de su vida. En este sentido, la calidad de las
relaciones parentofiliales y la cohesión familiar garantizan la salud psicológica de los
individuos al mediatizar los efectos nocivos de los estresores crónicos. “La consistencia,
responsabilidad y seguridad en las relaciones familiares facilitan el desarrollo de
individuos sanos dentro del grupo, brindándoles estabilidad, previsibilidad en las
reacciones y consecuencias de diferentes comportamientos y situaciones, sensación de
entendimiento y control del medio en que se vive y claridad en las responsabilidades que
cada uno de los miembros desempeña en la familia” (Pérez Gómez, Mejía Motta, 1998).
Los padres con menor probabilidad de que sus hijos adolescentes consuman drogas
son aquellos que establecen una buena relación afectiva y de apego con ellos, los que no
consumen drogas legales ni ilegales y los que tienen actitudes convencionales o de
conformidad con las normas sociales establecidas, entre ellas, la intolerancia frente a las
drogas ilegales y la ambigüedad hacia las legales (Recio Adrados, 1999).
Para Bry (1996), una buena relación entre los miembros de la familia, cercana,
duradera y sin conflictos, junto con unos métodos de disciplina adecuados a la edad
actúan como factor de prevención del consumo. En general, parece que un buen
funcionamiento familiar en términos de buena comunicación, implicación y dedicación,
afecto, cercanía de los padres, etc., correlacionan positivamente con una menor
implicación en conductas problema por parte del adolescente, confirmándose la
capacidad de la familia como agente preventivo frente a las conductas desviadas.
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Por otro lado, aspectos como el nivel cultural, el rendimiento académico, la
implicación con el medio escolar y los refuerzos obtenidos por parte de padres y
profesores, entre otros, determinan en mayor medida las características diferenciales de
los adolescentes no consumidores frente a los consumidores (Ruiz Carrasco y otros, 1994,
Pollar et al. 1997).
A nivel social, los factores de protección hallados por Pollar et al. (1997), están
referidos a los refuerzos que obtiene el sujeto por su implicación en la comunidad y las
oportunidades que percibe para esta implicación.
Referencia:
Gabantxo, Kontxi. Antecedentes históricos, situación actual y tendencias de consumo.
Eusko Jaurlaritza. Dpto. de Justicia, Trabajo y Seguridad Social. Secretaría de
Drogodependencias. Vitoria‐Gasteiz BIBLID [1577‐8533 (2001), 4; 139‐158] Osasunaz. 4,
2001, 139‐158. ISSN: 1577‐8533
http://www.euskomedia.org/PDFAn lt/osasunaz/04/04139158.pdf
23.9. Modelos teóricos que explican las adicciones
Son múltiples las teorías que han surgido en torno a la conducta desviada y muchas de
ellas las aplicables a la conducta de consumir drogas. Estas teorías pretenden crear un
cuerpo explicativo que dé respuesta a la relación que se establece entre determinadas
variables y factores, y la conducta que pretenden explicar.
Según Bry (1996), es a partir del conocimiento científico de porqué algunas personas
abusan de las drogas y otras no, desde donde surge la elaboración de cualquier estrategia
preventiva. Parecería obvio, después de esta afirmación, que el esfuerzo intelectual
optara por centrarse en identificar las variables de riesgo y las variables de protección que
están a la base del inicio y el mantenimiento de la conducta de abuso. Con ello se
buscaría, a su vez, minimizar el efecto de aquellos factores que afectan negativamente al
sujeto y potenciar aquellos otros que le protegen del desarrollo de conductas nocivas.
Y si bien es cierto que con este objetivo se plantean un gran número de
investigaciones y estudios, no menos cierta es la afirmación de que el consumo de
drogas, como conducta, es el resultado de múltiples factores difíciles de integrar en un
marco explicativo único.
La revisión bibliográfica de las múltiples teorías surgidas en torno a este tema nos
hace presente una historia de análisis del fenómeno de forma un tanto parcial. Pero aun
clarificando la cuestión, resulta difícil construir un modelo teórico que explique
íntegramente el fenómeno. La dificultad de esta elaboración es comprensible desde la
admisión de la existencia de varios principios generales a la hora de hablar de factores de
riesgo y factores de protección. Para Clayton (1992) estos principios son cinco:
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1. Los factores de riesgo pueden estar presentes o no en un caso concreto. Cuando
un factor de riesgo está presente, es más probable que la persona use o abuse de
las drogas que cuando no lo está.
2. La presencia de un solo factor de riesgo no es garantía de que vaya a producirse el
abuso de drogas y, por el contrario, la ausencia del mismo no garantiza que el
abuso no se produzca. Lo mismo sucede en el caso de los factores de protección.
El abuso de drogas suele ser probabilístico y, en todo caso, es el resultado de la
intervención conjunta de muchos factores influyendo en ella.
3. El número de factores de riesgo está directamente relacionado con la probabilidad
del abuso de drogas, aunque este efecto aditivo puede atenuarse según la
naturaleza, contenido y número de factores de riesgo implicados.
4. La mayoría de los factores de riesgo y de factores de protección tienen múltiples
dimensiones medibles y cada uno de ellos influye de forma independiente y global
en el abuso de drogas.
5. Las intervenciones directas son posibles en el caso de alguno de los factores de
riesgo detectados y pueden tener como resultado la eliminación o reducción de
los mismos, disminuyendo la probabilidad del abuso de sustancias. Por el
contrario, en el caso de otros factores de riesgo la intervención directa no es
posible, siendo el objetivo principal atenuar su influencia y así reducir al máximo la
posibilidad de que estos factores lleven al consumo de drogas.
Además de la dificultad obvia que presenta el manejo de estos factores, partimos de
la base de que la finalidad de cualquier teoría es la explicación de las leyes que rigen el
fenómeno observado; bien, en el estudio de factores de riesgo y de protección se habla
constantemente de probabilidad y no de causalidad por lo que cualquier explicación
derivada de la identificación de variables que actúan sobre el sujeto establecerá una
asociación o relación entre las mismas, no pudiendo afirmar la existencia de una relación
de causa‐efecto entre variables y conducta.
A pesar de las dificultades mencionadas resulta innegable la necesidad del
establecimiento de un marco teórico que, a modo de estructura, guíe y dé sentido al
estudio del fenómeno observado. Según Flay y Petraitis (1995) el desarrollo de un marco
teórico, además de contribuir a la ampliación del conocimiento, permite un posterior
desarrollo de programas preventivos basados en el conocimiento de la realidad, a la vez
que permite la evaluación de los mismos.
En este intento por explicar la realidad del consumo de drogas surgen diversas
teorías:
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1. Las centradas en el análisis de aspectos concretos o de pocos factores explicativos
de la conducta.
2. Las que contemplan una gran variedad de factores que está en la base de la
conducta de consumo.
Ambos tipos de acercamiento contienen elementos a favor y en contra. El estudio de
pocos factores permite un mayor control de las variables y contribuye a confirmar
hipótesis, dada la capacidad de manejarlas, evaluarlas y someterlas a estudio. Sin
embargo difícilmente pueden explicar por sí solas el inicio y el mantenimiento del
consumo y resultan parciales.
Teorías explicativas de la experiencia con el uso de sustancias (Petraitis, Flay y Miller,
1995)
No es pertinente aquí explicar cada una de las teorías arriba referenciadas. Para las
personas interesadas pueden consultar la referencia bibliográfica señalada al final de este
apartado.
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Síntesis de los elementos utilizados por las distintas teorías para explicar los
Determinantes del Consumo y Abuso de Drogas, según Flay y Petraitis (1995).
Referencia:
Gabantxo, Kontxi. Antecedentes históricos, situación actual y tendencias de consumo.
Eusko Jaurlaritza. Dpto. de Justicia, Trabajo y Seguridad Social. Secretaría de
Drogodependencias. Vitoria‐Gasteiz BIBLID [1577‐8533 (2001), 4; 139‐158] Osasunaz. 4,
2001, 139‐158. ISSN: 1577‐8533
http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/osasunaz/04/04139158.pdf
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‐Trastorno por juegos de Apuestas (Ludopatía o Juego Patológico)
‐Adicción a Internet y a la Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC)
‐Compras compulsivas
‐Adicción al sexo
‐Adicción al trabajo.
Para algunos autores las ADICCIONES SIN SUSTANCIA, tienen más importancia y
relevancia social en la actualidad, debido a su extensión mundial y al alto número de
personas implicadas en las mismas, lo que produce alteraciones conductuales
generadoras de trastornos adictivos, ya que comparten los mismos circuitos
neurobiológicos que las Adicciones con Sustancia. Podemos destacar:
Las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC)
‐ Adicción a Internet
‐ Adicción a los Videojuegos
‐ Adicción a las Redes Sociales
‐ Adicción a los Teléfonos Móviles
‐ Adicción a la Televisión Interactiva
El Juego Patológico
Los Ideales de belleza
‐ Adicción al Gimnasio no como búsqueda de salud, sino como mejora de la
imagen personal.
‐ Adicción a la Estética Corporal. Intervenciones Quirúrgicas.
Las Compras
La Comida
De todas ellas destaca la gran importancia que están teniendo desde hace años las
Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) en el mundo y el amplio
desarrollo futuro que se espera. Estos fenómenos son para muchos autores equiparables
a las grandes revoluciones que han existido en la humanidad, como la revolución
industrial, la revolución agrícola, la era espacial, etc. La gran diferencia es que aquellas se
realizaron durante largos periodos de tiempo y sin embargo el desarrollo de las TIC es
rápido y continuo; estando por tanto ante un fenómeno social muy importante que
afecta a todos los ámbitos de las actividades humanas: laboral, social, educativo, familiar,
de ocio, económico, etc.
Vivimos en una sociedad globalizada donde es imposible abarcar toda la información
que se genera cada día y donde, además, la comunicación es inmediata ante los
acontecimientos que suceden en cualquier rincón no sólo del planeta Tierra, sino incluso
del Universo, pues inmediatamente podemos tener información de ellos y comunicación
con sus protagonistas.
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Hoy las TIC no tienen límites, generando las siguientes Características:
‐Aumento de la Información
‐Aumento de los canales y posibilidades de la Comunicación
‐Nuevos estilos de vida
‐Creación de nuevas necesidades
‐Orientación completa hacia el consumismo y el hedonismo
‐Aumento de los medios de comunicación social, para compartir, para publicar, para
hablar, para ver, para jugar, etc.
‐Modificaciones de la realidad
‐Generación de una realidad virtual
‐Aumento de las posibilidades laborales en estos sectores.
Las TIC (Internet, Ordenadores, Teléfonos móviles, Redes sociales, Videojuegos, TV,
Tablets, TV Interactiva, etc.) han impactado especialmente en las personas jóvenes y les
ha proporcionado muchos beneficios. Pero algunas personas llegan a estar obsesionadas
por alguna de las TIC, se muestran incapaces de controlar su uso y pueden poner en
peligro su educación, su trabajo, sus relaciones, etc.
Internet tiene múltiples Ventajas como son:
‐Accesibilidad fácil
‐Gran utilidad: Trabajo. Comunicación. Ocio.
‐Contenidos Globales
‐Inmediatez de la Información
‐Información, Formación y Entretenimiento baratos
‐Crecimiento imparable y exponencial con aumento diario de páginas y enlaces
‐Información de gran interés y fiabilidad
‐Con diversos formatos gráficos: Texto, imágenes, películas, música, etc.
Todas estas ventajas hacen de Internet un recurso tecnológico imprescindible y
extraordinariamente útil, si se usa adecuadamente
Pero Internet también tiene Inconvenientes o Riesgos en su Uso, como son:
‐Información irrelevante, falsa o manipulada
‐Información de escasa calidad técnica
‐Información con falta de rigor u obsoleta
‐Información que no ha sido sometida a ningún tipo de filtración cualitativa
‐Contenidos ilegales susceptibles de persecución
‐Pérdida de tiempo, que se puede dedicar a otras cosas mejores.
‐Riesgo de “perderse” ante tanta información
‐Adicción.
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El problema es el uso inadecuado de estas tecnologías. El uso y abuso de Internet
están relacionados con variables psicosociales, tales como la vulnerabilidad psicológica,
los factores estresantes y el apoyo familiar y social. Hay algunos factores de riesgo
específicos para el abuso de las redes sociales entre los jóvenes. Algunas señales de
alarma se disparan antes de que una afición se convierta en una adicción.
El uso de los videojuegos de forma permanente hace que los jóvenes estén mucho
tiempo inmersos en una sociedad virtual. Y Virtual es un lugar que imaginamos, algo que
no podemos tocar ni tener. Un lugar en el que creamos muchas cosas, que nos gustaría
hacer o tener. Creamos nuestras fantasías, transformamos el mundo en casi como
quisiéramos que fuese. Pero nada es real, nos desconectamos del aparato, todo
desaparece y tenemos que vivir nuestra auténtica Realidad.
El concepto de adicción a Internet se ha propuesto como una explicación para
comprender la pérdida de control y el uso dañino de esta tecnología.
Las ADICCIONES TECNOLÓGICAS son la dependencia psicológica y la pérdida de
control de la conducta relacionada con el uso de diversos medios tecnológicos (como
internet, los videojuegos, el teléfono móvil o la televisión), y se caracterizan por la
presencia de alteraciones psicológicas de la conducta y del comportamiento. Los
síntomas de la adicción a Internet son comparables a los manifestados en otras
adicciones: Irritabilidad, cansancio, agresividad, insomnio, sentimiento de culpa, pérdida
excesiva de tiempo, abandono de otras tareas obligatorias de realizar, etc.
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Los Efectos de la Adicción a Internet son:
‐Deterioro personal, académico y de las relaciones sociales.
‐Aislamiento social y depresión.
‐Ansiedad y altos niveles de agresividad
‐Alta comorbilidad asociada con otros trastornos mentales como trastornos afectivos
o el trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
‐Sedentarismo
‐Sobrepeso
Otro de los problemas emergentes actuales es el Ciberacoso, que tiene una
Características específicas:
1. ACTO DELIBERADO DE AGRESIÓN: El/Los acosador/es busca/n provocar daño a la
otra persona, como medio para mantener el control sobre la víctima o someterla.
2. PROVOCA DAÑO EN LA VÍCTIMA: Afectación física y emocional. Deterioro de su
autoestima y dignidad personal, dañando su estatus social y provocándole
victimización psicológica, estrés y rechazo social.
3. CONDUCTA REPETIDA Y/O DURADERA EN EL TIEMPO: Patrón de comportamiento
del agresor: No es aislado. Mantenido.
4. BASADO EN EL USO DE MEDIOS DIGITALES: Chats, teléfonos móviles, mensajes de
texto, correos electrónicos, redes sociales, servicios de mensajería, webs, blogs,
etc. NO acoso tradicional o cara a cara.
5. LOS ACTORES IMPLICADOS SON MENORES DE EDAD: Los instigadores o
acosadores y las víctimas son menores de edad.
Tipos más frecuentes del Ciberacoso
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Diferencias más importantes entre el Acoso Tradicional y el Ciberacoso
Acoso tradicional Ciberacoso
El acoso tiene lugar cara a cara El acoso se produce a través de soportes
tecnológicos
La víctima y el agresor/es se conocen La víctima puede o no conocer al agresor
El acoso se concreta en agresiones físicas Llamadas amenazantes, difusión de textos o
y/o verbales, extorsiones y exclusión social imágenes denigrantes o lesivas de la víctima
a través de Internet
El alcance de la agresión es limitado El alcance de la agresión es inmediato,
ilimitado y duradero en el tiempo
El acceso del agresor a la víctima es El acceso es ilimitado y la agresión puede
limitado (el acoso se circunscribe al centro producirse en cualquier momento y lugar
escolar)
El agresor asume ciertos riesgos El agresor se siente impune, intensificando
(represalias de la víctima o sus compañeros, la sensación de control y poder sobre la
denuncia de los hechos a un adulto, etc.) víctima
Audiencia limitada a los testigos directos de Audiencia ilimitada y mucho más amplia
la agresión
Los daños causados a la víctima suelen ser Intensificación o ampliación del daño
más limitados causado a la víctima y de la sensación de
agobio e impotencia
El acosador es consciente del daño que El acosador desconoce el daño que
provoca en la víctima provoca su conducta
Posibilidad de que exista alguna forma de Ausencia total de empatía
empatía con la víctima
Mayor probabilidad de que el acoso se Mayor probabilidad de que el acoso se
mantenga durante un tiempo limitado mantenga y/o intensifique con el tiempo
El perfil de los acosadores es más El perfil del agresor es mucho más amplio o
restrictivo abierto
Los roles de agresor y víctima son más Muchas cibervíctimas se convierten en
estáticos ciberagresores, simultaneando ambos roles
Más fácilmente detectable por los adultos De difícil detección por quienes no tienen
cultural digital
Los Factores de Riesgo y los Factores de Protección ante el Ciberacoso son:
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En general los Factores de Riesgo ante las TIC son:
1. Factores Individuales:
Inmadurez, baja autoestima, impulsividad, baja tolerancia a la frustración,
inestabilidad emocional, tendencia al aislamiento, introversión o dificultades de
comunicación.
Experiencias negativas anteriores:
Fracaso escolar continuado, conflictos familiares, haber pasado por situaciones
personales duras o traumáticas.
Presencia de cuadros psicopatológicos:
Trastornos del estado de ánimo.
2. Factores Socio‐Ambientales:
Dificultades de adaptación y de relación; situaciones familiares y sociales
conflictivas.
Problemas en la escuela o con los amigos. Situaciones de estrés prolongadas
Influencias negativas de padres, familiares, profesores, amigos, etc.
3. Factores relacionados con la Capacidad Adictiva de las NT:
Accesibilidad
Universalidad
Uso continuado
Bajo Costo
Atractivo
Consumo
Placer.
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En general los Factores Protectores frente a las TIC sin:
1º. Información y Formación de los Padres.
2º. Información y Formación de los Educadores.
3º. Información y Formación de los Niños, Adolescentes y Jóvenes.
4º. Uso adecuado de Sistemas de Seguridad e Instrumentos de Control.
Deben programarse estrategias preventivas tanto en el seno de la familia como en la
escuela sobre la base de los factores de riesgo y de las características individuales de la
personas.
El objetivo del tratamiento, a diferencia de otras adicciones, debe ser el uso
controlado, ya que la tecnología es neutra, ni buena ni mala; depende del uso que se le
dé, sobre todo por parte de los niños y jóvenes. El tratamiento psicológico de elección es
el control de estímulos y la exposición gradual a Internet, seguido de un programa de
prevención de recaídas.
Referencias
‐Cía, A.H. Las adicciones no relacionadas a sustancias (DSM‐5, APA, 2013): un primer
paso hacia la inclusión de las Adicciones Conductuales en las clasificaciones
categoriales vigentes. Rev Neuropsiquiatr 76 (4), pp. 210‐217. 2013.
‐Becoña, E. Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos. C. Med.
Psicosom, Nº 110. Pp. 59‐61. 2014.
‐Sánchez, L.; Crespo, G.; Aguilar, R.; Bueno‐Cañigral, F.J.; Aleixandre‐Benavent, R. y
Valderrama, J.C. Los adolescentes y el ciberacoso. Regidoria de Sanitat, Salut i Esports
del Ajuntament de València. PMD / UPCCA‐València. Universitat de València. CSIC.
UISYS.2016. ISBN: 978‐84‐9089‐038‐7. D. L.: V‐121‐2016
‐Sánchez, L.; Herrador, E.; Aleixandre‐Benavent, R. y Bueno Cañigral, F.J. Guía para la
prevención de la adicción al juego y las apuestas online. Regidoria de Sanitat, Salut i
Esports del Ajuntament de València. PMD / UPCCA‐València. Universitat de València.
CSIC. UISYS. Ingenio. 2016. ISBN: 978‐84‐9089‐053‐0. D.L.: V‐2863‐2016.
‐Sánchez, L.; Herrador, E.; Aleixandre‐Benavent, R. y Bueno Cañigral, F.J. Como hacer
que sus hijas e hijos usen de modo seguro y saludable las Tecnologías de la
Información y Comunicación (TIC): Preguntas y Respuestas para madres y padres.
Regidoria de Sanitat, Salut i Esports del Ajuntament de València. PMD / UPCCA‐
València. Universitat de València. CSIC. UISYS. Ingenio. 2017. ISBN: 978‐84‐9089‐060‐8.
D.L.: V‐216‐2017.
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Tema 23. Intervención en drogodependencia y otras adicciones
Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
23.12. Intervención
Debemos recordar dos conceptos básicos:
Relación de Ayuda
Es aquella en la que uno de los participantes intenta hacer surgir, de una o ambas
partes, una mejor apreciación y expresión de los recursos latentes del individuo y un uso
más funcional de éstos. Carl Rogers
Counselling
Una relación auxiliante en la que el consejero intenta estimular y capacitar al sujeto
para la autoayuda.
La Relación de Ayuda pretende crear un clima e iniciar un diálogo con el sujeto que
permita a éste aclararse sobre su propia persona y sus propios problemas, liberarse y
encontrar recursos para la solución de sus conflictos, y activar siempre su propia iniciativa
y responsabilidad. Georg Dietrich
Por tanto el objetivo fundamental es como ayudar eficazmente a las personas que lo
necesitan o como ayudar a las personas que sufren o a las personas que se encuentran en
su vida en una encrucijada en la que tienen que tomar alguna decisión, que sea la mejor
para sí mismas y para los demás. En el ámbito de las drogodependencias y otras
adicciones vamos a encontrarnos con muchas personas que necesitan ayuda.
El concepto de Relación de Ayuda se vincula al concepto de Salud. La Salud se
produce cuando usamos nuestras capacidades biológicas y nuestras capacidades
adquiridas, para gestionar las demandas de la vida de una manera que promueve nuestro
bienestar. Este proceso continúa durante toda la vida y se inserta dentro de los
Determinantes Sociales y Ambientales de la Salud. La salud está constituida por tres
dimensiones: Individual, Social, y Determinantes Ambientales, con las Adicciones con o sin
Sustancia quedan alteradas.
ETAPAS PARA PODER DESARROLLAR UNA INTERVENCIÓN EFICAZ:
1ª. Conseguir que el enfermo, cliente, ayudado asuma y acepte su situación personal.
Detectar el Problema:
Es muy frecuente que el adicto manifieste “Yo Controlo”, nosotros sabemos que eso
es mentira, o que diga que “No tengo ningún problema con el alcohol, con el cannabis, con
los videojuegos, con el juego online, etc.” Nosotros sabemos que tiene un problema
central, del cual pueden derivar otros muchos, por lo que le diremos “Tienes un Problema,
vamos a analizarlo”.
¿Cómo podemos detectar el Problema?
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Tema 23. Intervención en drogodependencia y otras adicciones
Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
Preguntando, escuchando, dialogando, respondiendo, preguntando, etc.
¿Cómo estás?
¿Cómo te sientes?
¿Qué piensas de ti?
¿Por qué?
¿Cómo has llegado a esto?
¿Eres consciente de lo que te pasa?
¿A qué crees que se debe?
¿Desde cuándo te pasa?
¿Eres el mismo ahora que el curso pasado, el año pasado…?
¿Has cambiado en algo?
¿Te sientes diferente?
¿Te ves extraño?
¿Cómo llevas tus obligaciones: Estudio, Trabajo, Familia, Amigos,...?
2ª Conseguir que el enfermo, cliente, ayudado asuma el Problema y sus Consecuencias
Derivadas:
Todos los actos humanos tienen consecuencias: Positivas, Negativas o Neutras.
Estas son tus circunstancias ¿Quieres enfrentarte a ellas?
3ª. Conseguir que el enfermo conozca los recursos sanitarios, sociales, culturales,
deportivos, etc., que su pueblo, ciudad, entorno le ofrecen. Además debe identificar
(apreciar y expresar) sus propios recursos y sus capacidades personales.
4ª. Proponer Soluciones para cambiar, para lo cual se necesita determinación:
‐Realizar una desintoxicación, o una deshabituación, etc.
‐Asistir a una Unidad de Conductas Adictivas, etc.
‐Realizar terapia con un médico, psicólogo, sacerdote, orientador, etc.
5ª. Que proponga, que nombre o que pactemos un responsable de su terapia.
6ª. Realizar acciones con la Familia:
Es muy importante tener en cuenta el fundamental papel que desarrolla la familia en la
vida de las personas y en la sociedad en general; ya que el medio familiar es por
excelencia el agente primario involucrado en la transmisión y consolidación de actitudes,
hábitos y comportamientos del sujeto, básicamente, hasta la adolescencia.
La familia puede influir, tanto en el inicio, como en el mantenimiento de la conducta de
consumo en el joven, afectando, tanto las expectativas, como las actitudes, las normas y
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Tema 23. Intervención en drogodependencia y otras adicciones
Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
los valores, hacia las drogas; modelando también, las conductas de consumo, dentro de
determinados contextos sociales.
“La familia es la única institución social que ordena simultáneamente seis cuestiones claves
de la vida en sociedad:
Regula la conducta sexual
Ordena la reproducción
Ordena los comportamientos básicos
Se encarga de educar a los hijos
Regula y canaliza los afectos y los sentimientos
Ordena las relaciones entre generaciones”.
La familia en su evolución hacia el siglo XXI. FAD. 2004. Ricardo Montoro Romero
La familia como agente de prevención de las adicciones, tiene unos factores muy
importantes, que hay que tener en cuenta, trabajar con ellos y potenciar:
‐Primera institución educativa: Educar bien significa generar salud y prevenir
enfermedades y conductas antisociales. Esencial en el aprendizaje de valores y
normas.
‐Grupo primario que ejerce más influencia y tiene mayor capacidad para generar,
orientar y cambiar las conductas de los hijos.
‐Unidad educativa integral: Educación emocional, interiorización de significados
sociales, habilidades, destrezas, conocimientos.
‐Monopoliza la educación de los primeros años de vida: Desarrollo de una
educación para una buena salud. Hábitos y estilos de vida.
‐Agente socializador: Cultura, sociedad.
‐Modelo de referencia y de prestigio (Familia. Padres. Hermanos).
‐Grupo en el que se permanece más tiempo. Orientación y cambios de conducta no
saludable de los hijos.
‐En ella se abordan todos los aspectos de la educación para la salud: físico, mental
y social.
7ª. Desaprender Conductas Negativas:
‐Evitar Factores de Riesgo. Ejemplo: Hablar de y con los amigos, etc.
‐Propiciar un cambio de Conducta
8ª. Generar poco a poco un Cambio en el paciente, cliente o ayudado para que:
‐Adquiera nuevos recursos y capacidades.
‐Desarrolle procesos de autoayuda y ayuda mutua que le permitan solucionar sus
problemas y conflictos,
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Tema 23. Intervención en drogodependencia y otras adicciones
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‐Tome las riendas de su vida, activando su propia iniciativa y responsabilidad.
‐Realizar psicoterapia basada en valores y centrada en la búsqueda del sentido de
la vida.
9ª. Actitudes: Explicarlas, cambiarlas y/o implantarlas.
Las actitudes son un conjunto de creencias o convicciones que predisponen favorable
o desfavorablemente a actuar respecto a un objeto social. Hewstone y otros. 1990.
Búsqueda de uno mismo
‐Centrado en el Autoconocimiento y la Introspección.
‐Basado en dos ejes:
1. Autoestima: Singular. Único. Irrepetible
2. Asertividad: Sí / No
Libertad: Que conlleva Responsabilidad, Compromiso, Solidaridad y Tolerancia.
Fuerza de Voluntad:
Voluntad de acción
Autodominio: Control de Instintos y Emociones
Temple de Ánimo frente a las circunstancias
Afán de Superación y Esfuerzo Cotidiano
Perseverancia
Coraje
Prudencia: Reflexión y Mesura.
10ª. Valores: Explicarlos. Cambiarlos. Implantarlos.
Son aquellos criterios a través de los cuales en una sociedad se establece aquello que
es deseable o no, el fundamento de las normas por las que se rige y la base a partir de la
cual aceptar o rechazar aquellos elementos que no están previstos en la cultura del
grupo… E. Megías 1999
Afectividad
Agradecimiento
Amistad
Amor
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Tema 23. Intervención en drogodependencia y otras adicciones
Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
Autonomía
Autorrealización
Bondad
Compromiso
Cooperación
Ecología
Esfuerzo
Espiritualidad
Equidad
Familia
Honestidad
Honor
Honradez
Idealismo
Implicación Social
Justicia
Lealtad
Libertad
Paz
Respeto
Responsabilidad
Religión
Solidaridad
Tolerancia
Verdad
Todo lo anterior para ayudar a la persona a:
A) Desarrollar su individual Proyecto de Vida, por lo que le preguntaremos y
dialogaremos sobre:
¿Qué quieres ser?
¿Qué quieres hacer?
¿Qué sientes cuando ganas?
¿Qué sientes cuando pierdes?
¿De qué te gustaría trabajar?
¿Dónde te gustaría estar?
¿Qué te gustaría tener?
Etc.
B) Desarrollar un Estilo de Vida Saludable:
‐ El interés por la salud (física y mental).
‐ La motivación por su desarrollo como persona.
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Tema 23. Intervención en drogodependencia y otras adicciones
Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
‐ El ejercicio físico, deporte, aficiones.
‐ La ocupación sana del ocio y tiempo libre.
‐ La percepción realista de la vida.
Muchos padres en ocasiones tienen que recordarles a sus hijos el Artículo 155 del
Código Civil: “Los hijos deben: 1. Obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su
potestad, y respetarles siempre. 2. Contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al
levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella”. Las leyes existen y
están para cumplirlas, al igual que la vida en familia y en sociedad, tiene normas que
obligatoriamente hay que cumplir y también tiene límites, que no se deben traspasar.
Lamentablemente muchos padres no tienen en cuenta esto y no ejercen una paternidad
responsable, acuciados por una sociedad consumista y hedonista que les inunda, ciega e
incluso bloquea en su desarrollo personal, familiar y social.
Muchos padres también llegan a acuerdos con sus hijos y pactan unas “Normas de
Convivencia”, que escriben y firman padres e hijo/a, con el argumento principal de que
“lo hacemos esto nosotros, tus padres, porque te queremos, porque nos importas mucho y
porque queremos ayudarte”. Estas normas de convivencia son muy variables en función
de cada situación familiar, personal, etc., pero suelen tener los siguientes apartados:
‐ Convivencia en casa
‐ Colaboración en las tareas de casa
‐ Cumplimiento de horarios: Clase, casa, salidas, etc.
‐ Asistencia a clase, realización de deberes, estudio previo a exámenes, etc.
‐ Objetivos para este año, este curso.
Las adicciones con o sin sustancia, pueden ser motivo de exclusión social o de
inclusión para las personas, dependiendo de todos los factores que hemos ido
exponiendo, por lo que la relación de ayuda tiene un amplio campo de actuación, pues los
niños, jóvenes o adultos, que presentan un trastorno adictivo, han llegado a esa situación
por un fracaso de los factores protectores y un amplio desarrollo de los factores de riesgo
ante las adicciones y es fundamental para ellos contar con apoyo, ayuda, asesoramiento
para poder iniciar una desintoxicación, una deshabituación y una rehabilitación hacia la
plena inserción social, que permita desarrollar a todas las personas sus capacidades.
Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
Jefe de Servicio de Drogodependencias (PMD/UPCCA‐València)
Concejalía de Sanidad, Salud y Deportes
Ayuntamiento de Valencia
fjbueno@valencia.es
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Tema 23. Intervención en drogodependencia y otras adicciones
Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
En cuanto al apartado de la estrategia de intervención, es aconsejable que en función
de tu actividad profesional, puedas practicar los diferentes pasos expuestos en el mismo,
en una situación real para practicar la relación de ayuda.
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Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
Debes revisar y recordar los diferentes apartados tratados en este tema, empezando
quizás por los que más te interesen, o que más estén relacionados con tu actividad
profesional y que están expuestos en los diferentes artículos incluidos en la intranet y con
su bibliografía anexa.
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Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
Escrito por el Dr. Emilio Bogani Miquel, Jefe de Sección de Psiquiatría del Hospital
Psiquiátrico de Bétera (Valencia), editado por Plaza y Janés en 1976, con varias
reediciones posteriores. Tuvo en su día un gran impacto social y profesional, pues
destapó un tema al que nadie le había prestado atención hasta la fecha. Sus capítulos
siguen estando de actualidad en el año 2015, siendo recomendable su lectura para quien
no lo haya hecho antes. “Las bebidas alcohólicas no son un alimento natural. Su consumo,
más que una necesidad humana, es la expresión de un patrón cultural y de acción de los
intereses económicos”. Página 9.
Es un compendio sobre las bases biológicas, psicológicas, sociales, diagnósticas,
terapéuticas y de salud pública de los trastornos adictivos. En él se resumen las evidencias
más actuales sobre investigaciones, así como las directrices de los tratamientos más
efectivos.
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Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
http://www.valencia.es/ayuntamiento/drogodependencias.nsf/0/64E6AA9051C53402C12580E2004
127C4/$FILE/Mercado%20Emergentes.%20MONOGRAF%C3%8DA.pdf?OpenElement&lang=1
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Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
Monografía de la XVIII Jornada sobre Drogodependencias, que se encuentra en
http://www.valencia.es/ayuntamiento/drogodependencias.nsf/0/C0C8816937C1855BC125795A003AF941/$FI
LE/XVIIIJornadas2012.pdf?OpenElement
Las redes sociales están introduciendo nuevas formas de entender las relaciones
personales y la comunicación social. Ante una globalización irreversible, los cambios que
están generando las tecnologías de la información no sólo afectan al cambio en los
medios o herramientas con los que establecemos comunicación, sino a las actitudes, los
hábitos, los valores y, en general, las nuevas formas de habitar el mundo.
Este cambio no es epidérmico sino estructural, porque está afectando a formas de
atender, sentir, juzgar y configurar la naturaleza humana. Se está haciendo notoriamente
visible en los procesos de socialización donde los agentes educativos están perplejos y
desconcertados. Los padres, maestros y, en general, quienes tienen responsabilidad
educativa en ámbitos formales o informales, están obligados a rehacer las brújulas, los
mapas y las metas con los que organizar las prácticas e instituciones educativas. Estas
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Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
transformaciones en los espacios públicos educativos requieren un nuevo concepto de
autoridad, de responsabilidad y de comunidad educativa.
Este libro tiene como finalidad afrontar este inquietante horizonte cultural
proponiendo una educación para la responsabilidad y la verdad. Las redes sociales
pueden ser una oportunidad para construir nuevas formas de ciudadanía donde el
universo digital no distraiga a los educadores para promover una antropología del
servicio, del silencio y la esperanza.
https://www.valencia.es/ayuntamiento/drogodependencias.nsf/0/6153558C5BD60FBAC1257F550044CA4F/$
FILE/TIC%20Guia%20para%20Padres‐n38.pdf?OpenElement&lang=1
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https://www.valencia.es/ayuntamiento/drogodependencias.nsf/0/C4B024F39AB611C8C1257F550041AF44/$F
ILE/Nuevas%20Tecnolog%C3%ADas‐39‐Gu%C3%ADa%20Adolescentes.pdf?OpenElement&lang=1
https://www.valencia.es/ayuntamiento/drogodependencias.nsf/0/B7480C2989F92BA2C1257F6F0045B95F/$
FILE/Los%20Adolescentes%20y%20el%20Ciberacoso.pdf?OpenElement&lang=2
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http://www.valencia.es/ayuntamiento/drogodependencias.nsf/0/F218CAA708CD8D98C12580E200
4428F4/$FILE/Guia%20Prevenci%C3%B3n%20Adicci%C3%B3n%20Juego.%20MONOGRAF%C3%8DA.pdf?
OpenElement&lang=1
http://www.valencia.es/ayuntamiento/drogodependencias.nsf/0/3A0B1DCBF5F36FFEC12580E2004
1274A/$FILE/Uso%20Seguro%20%20TIC.%20Preguntas%20y%20Respuestas.pdf?OpenElement&lang=
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Relación de Ayuda: Es aquella en la que uno de los participantes intenta hacer surgir, de
una o ambas partes, una mejor apreciación y expresión de los recursos latentes del
individuo y un uso más funcional de éstos. Carl Rogers
Counselling : Una relación auxiliante en la que el consejero intenta estimular y capacitar al
sujeto para la autoayuda.
La Relación de Ayuda pretende crear un clima e iniciar un diálogo con el sujeto que
permita a éste aclararse sobre su propia persona y sus propios problemas, liberarse y
encontrar recursos para la solución de sus conflictos, y activar siempre su propia iniciativa
y responsabilidad. Georg Dietrich
Patrones de Consumo: Las definiciones relacionadas en las páginas 18 a 21 de este texto.
Droga: es toda sustancia que introducida en el organismo por cualquier vía de
administración, produce una alteración, de algún modo, del natural funcionamiento del
sistema nervioso central del individuo y es, además susceptible de crear dependencia, ya
sea psicológica, física o ambas. OMS.
Abuso: Es el uso no médico de medicamentos y otras sustancias, en general
autoadministradas, con uno o varios de estos propósitos: cambiar el humor del
consumidor, alterar la percepción de sí mismo, la del mundo que le rodea, experimentar
nuevas sensaciones y aumentar la capacidad funcional del consumidor en situaciones
sociales.
Drogodependencia: Estado psíquico y en ocasiones también físico, debido a la interacción
entre un organismo vivo y una droga y que se caracteriza por modificaciones del
comportamiento y por otras reacciones, entre las que siempre se encuentra una pulsión a
ingerir droga de forma continua o periódica con objeto de no volver a experimentar sus
efectos psíquicos y en ocasiones evitar su malestar en su abstinencia.
Conducta Adictiva: Es aquel comportamiento de búsqueda, obtención y consumo de
drogas, o realización de la conducta problema (juego, sexo...) en la que esta cobra más
protagonismo que otras situaciones anteriormente eran importantes para el paciente,
haciendo que estas pasen a segundo plano o le parezcan innecesarios.
Dependencia: Dependencia Psíquica: Es una condición por la que una droga produce una
sensación de satisfacción y una pulsión psíquica que motiva al sujeto a repetir su consumo
para inducir el placer o evitar el malestar.
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Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
Dependencia Física: Es un estado adaptativo caracterizado por la aparición de trastornos
físicos intensos cuando suspendemos la administración de la droga. Tales trastornos
forman un síndrome de abstinencia que se compone de signos y síntomas somáticos y
psíquicos que son característicos de la droga que se trate.
Adicciones Tecnológicas: Son la dependencia psicológica y la pérdida de control de la
conducta relacionada con el uso de diversos medios tecnológicos (como internet, los
videojuegos, el teléfono móvil, la televisión, etc.), y se caracterizan por la presencia de
alteraciones psicológicas de la conducta y del comportamiento.
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Los alumnos deberán realizar y enviar al profesor antes del 17 de marzo de 2018, a
las 00,00 horas las dos actividades que se exponen en el archivo ACTIVIDADES
ENTREGABLES POR LOS ALUMNOS.
Dr. Francisco‐Jesús Bueno Cañigral
Jefe de Servicio de Drogodependencias (PMD/UPCCA‐València)
Concejalía de Sanidad, Salud y Deportes
Ayuntamiento de Valencia
fjbueno@valencia.es
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