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Drogadicción en adolescentes

Introducción: la drogadicción representa un problema mundial que


afecta mayoritariamente a los jóvenes. En América Latina este
fenómeno tiende a aumentar.
En Cuba, el consumo ilícito de las drogas es controlado como resultado
de la política establecida por el país, donde la promoción de salud
constituye la modalidad rectora para atacar los problemas de
toxicomanía en adolescentes.

Objetivo: modificar el nivel de conocimiento sobre drogadicción


mediante una estrategia de intervención, en un grupo de adolescentes
del área de salud de la Policlínica Mario Gutiérrez Ardaya, perteneciente
al Instituto Preuniversitario Urbano Jesús Menéndez Larrondo en el
periodo comprendido entre enero de 2011 y enero de 2012.

Métodos: se realizó una intervención comunitaria en 51 adolescentes


en tres etapas de trabajo: diagnóstica, de diseño, y de intervención,
donde se utilizaron técnicas participativas y de evaluación. Se aplicó un
cuestionario validado por expertos antes y después del programa
educativo que permitió determinar el conocimiento sobre el tema.
Resultados: en relación con el nivel de conocimiento sobre las
drogodependencias, antes de la intervención, el 47,06% de los sujetos
estudiados fue evaluado de mal, el 31,37% de regular y el 21,57% de
bien, que denotó bajo conocimiento sobre el tema. Luego de realizar la
capacitación, el 82,35% fue evaluado de excelente, el 13,72% de bien y
el 3,92% de regular. Se evidenció un salto positivo con respecto a la
etapa inicial.
Conclusiones: los programas de intervención educativa con el empleo
de técnicas participativas, implementados en la escuela, constituyen una
herramienta eficaz para modificar de forma positiva los conocimientos
sobre las drogodependencia en los jóvenes.

Palabras clave: intervención educativa, adolescentes, consumo de


drogas.

Miguel Angel Mayorga Espinoza


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Los términos toxicomanía, drogodependencia o drogadicción suelen ser


utilizados habitualmente como sinónimos para referirse a un estado
psicofísico causado por la interacción de un organismo vivo con un
fármaco o una sustancia, caracterizado por la modificación del
comportamiento y otras reacciones, generalmente a causa de un
impulso irreprimible por consumir una droga en forma continua o
periódica a fin de experimentar sus efectos psíquicos.

Usualmente, el término adicción está vinculado al consumo de


sustancias psicoactivas, pero se ha extendido a otras situaciones que no
requieren del consumo de ninguna sustancia, como el juego (ludopatía),
la compulsión a la búsqueda de sexo o el uso de internet, y ha estado
sometido a múltiples discusiones a lo largo de los siglos XX y XXI,
siendo objeto de variadas definiciones que reflejan, más bien, el estado
de ánimo social y político más que una discusión netamente científica.

En cuanto a las formas de consumo de drogas, suele diferenciarse entre


uso, abuso y adicción: Uso: este término supone un contacto esporádico
u ocasional con la droga, con consumo circunstancial y en ocasiones
determinadas. Abuso: reiterado consumo de drogas, recurriendo el
sujeto a cantidades y/o frecuencia “que superan en mucho a las
iniciales” 5. Discontinuo o no, el abuso suele ser considerado un riesgo
en cuanto a la posibilidad de facilitar el traspaso de los límites que lo
separan de la adicción propiamente dicha. Drogadicción: dependencia,
compulsiva y constante, de una sustancia de la cual el sujeto no puede
prescindir, ocasionando trastornos en lo físico y en lo psíquico,
constituyéndose el sujeto en peligro para sí y para los demás.

Adicción a drogas: El consumo de drogas es tan antiguo como la historia


de la civilización, utilizándoselas con fines diversos tales como para

Miguel Angel Mayorga Espinoza


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aliviar momentos de pesar o de tristeza o depresión, para acompañar


festejos o durante ceremonias religiosas. Son diversas las causas o
“motivaciones” del consumo, así como también la consolidación de la
drogadicción propiamente dicha. La diversidad de factores intervinientes
en la aparición y desarrollo de las adicciones permite considerarlas un
problema multicausal, determinado no solo por factores biológicos y
psicológicos sino también por razones sociales y culturales. Una gran
variedad de elementos contribuye a la comprensión de la situación: la
pobreza, la exclusión social, la inseguridad, la distorsión de valores, las
carencias afectivas y las presiones en el ámbito laboral.

Legales: son usadas por un alto porcentaje de la población. Las más


frecuentes son: tabaco, bebidas alcohólicas, fármacos, anabólicos y
esteroides. Y entre ellos los ansiolíticos, o tranquilizantes menores, que
disminuyen la ansiedad, mitigando estados de zozobra, inquietud o
agitación son fármacos que ocupan primeros lugares de venta entre los
medicamentos en general. Deben adquirirse con receta archivada, pero
es sabido que muchos consiguen dichos psicofármacos sin prescripción
médica en un consumo masivo e indiscriminado.
Ilegales: son aquellas sustancias cuyo consumo está prohibido por ley,
y pueden dividirse en tres grupos: Narcóticos o depresores: adormecen
los sentidos al actuar sobre el sistema nervioso central (como la
marihuana, el opio y la morfina). Una intoxicación aguda con estas
sustancias causa vómitos y disminución de la agudeza sensoria
Estimulantes: la más conocida de estas drogas es la cocaína. Da
resistencia física, pero acelera el ritmo cardíaco, provoca parálisis
muscular y dificultades respiratorias que pueden desembocar en un
coma respiratorio

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Alucinógenos: el éxtasis es el más consumido entre los jóvenes. Su


peligrosidad radica principalmente en que puede causar la muerte por
deshidratación o paro respiratorio.

Es claro que en las definiciones anteriormente enunciadas (en Manuales


Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales IV y 5 que utiliza la
psiquiatría) el concepto subyacente es que la droga es la que hace
adicto a un sujeto, el consumo reiterado lo convierte en adicto, e incluso
éste es nombrado con su nombre: “drogadicto”.
En la drogadicción, cada uno a su manera, el intento es fugar, vía acto
de inyectarse o de beber, de ese duelo inacabado, eterno, permanente,
para el cual no se encuentra otra salida, congelando la serie “cobardía
moral de la tristeza” - “pecado mortal de la manía”, de la que nos hablara
Lacan, en el circuito tristeza o depresión - acto de drogarse que
propondríamos como peculiar en la modalidad tóxica aquí estudiada.
Las sustancias intoxicantes vendrían al lugar de facilitar una sutura ante
dificultades propias del esfuerzo identificatorio en ciertos sujetos y en
determinadas situaciones de pérdida importantes; en este caso
pensamos en la adolescencia: cuando se plantea la exigencia de tener
que abandonar la seguridad del mundo endogámico de la infancia y ante
el juicio que enuncia la posibilidad de muerte del padre, muerte de los
padres de la infancia, combinatoria que lo enfrenta a la soledad y a la
desprotección aterradoras.

Miguel Angel Mayorga Espinoza

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